Nigth Confessions
Nigth Confessions
Nigth Confessions
–Nunca pensé que iba a sentirme así; tan pacífica y relajada– comenta Sassa, mientras cerraba los
ojos y suspiraba
–Esta tranquilidad– responde Ella –A veces me cuesta procesar que ha pasado ya un año desde
que nos fuimos. Que todos los problemas ya no están mas; que solo son una horrible pesadilla–
La charla es interrumpida por unos llantos, que se escuchan a lo lejos. Ambos sonríen, sabiendo de
dónde viene ese sonido. Jack se levanta, y Sassa le sigue. Los dos se miran, y tienen una
conversación interna, sin palabras. Parecen que saben lo que le está diciendo el otro, con solo
verse fijamente a los ojos. Después de eso, vuelven entrar a la casa, con todas las cosas que tenían
en la mano.
Luego de unos minutos, la pareja se encuentra sentada en su cama, en su habitación. Cada uno
tiene en sus brazos, a una personita envuelta en una manta color beige con diseños de ositos en la
misma. Están callados, escuchando tranquilamente la respiración del contrario. La televisión está
prendida, mostrándoles una película, aunque ninguno de los dos está viéndola.
–Aun no me acostumbro a que seamos 4– confiesa el moreno, viendo a la pequeña persona que
tiene en sus brazos –Parece ayer cuando me diste la noticia– añade, mientras mece a una de las
gemelas
–Yo tampoco, la verdad– acota la pelirosa, a la vez que amanta a la otra gemela –A veces pienso
que es un sueño; un sueño del cual no me quiero despertar–
El sonríe, y libera una risa a sentir unas cosquillas en la zona de su pie. Levanta la vista y observa a
una bola de pelos de cuatro patas, moviéndose en esa zona. Ella ríe, ya que está presenciando la
misma escena. Escena que aun no cree que sea real y que la esté presenciando.
Los dos se quedan callados, metidos en sus propios pensamientos. Les he raro que no tengan que
pensar que al día siguiente podrían no seguir vivos, que lograron superar esa etapa. Ahora son una
mini familia, que ira creciendo con los años o seguirá siendo de esta manera hasta el fin de sus
tiempos.
El dolor por su pasado, sigue ahí; les atormentan, les asustan. Pero, están aprendiendo a dejar ese
dolor atrás, en el pasado. Aprendiendo a vivir en el presente y pensar un poco en el futuro. Futuro
incierto, que ninguno de los dos saben que les tienen preparado. Ambos han aprendido a abrazar
ese pasado que tuvieron h aceptarlo, aprender sobre el.
Solo salen de sus pensamientos, cuando escuchan que comienza a sonar sus celulares. Ambos se
miran, sorprendidos que alguien los necesita a esta hora. Se puede notar fuertemente en sus
caras, cierto miedo en las mismas.
Cómo pueden, intentan tomarlos. Miran las notificaciones y se dan cuenta que son mensajes del
grupo que tiene entre todos sus amigos, su familia. Aquella pequeña familia que sobrevivió al
terror de Los Santos, y pueden disfrutar de una vida sin problemas.
–Todos tienen la misma reacción cuando les mandamos cosas de las gemelas– comenta la oji-gris,
viendo por arriba los mensajes y recibe un asentimiento de cabeza de su esposo, confirmando que
piensa lo mismo.
–Es que son lo mas lindo del mundo. Y, no lo digo porque sean mis hijas– dice el ex policía,
mientras hace movimientos con la mano a la niña, para que ella se ría
–Me hubiera gustado que los que ya no están, las hubieran podido conocer– dice la ex reportera,
con un tono nostálgico y triste
–Te aseguro que Nathan, Marcus, Flinn, Sergei y Teresa, las conocen a ambas, aunque nosotros no
lo sepamos. Al igual que tú Nana, tu padre y mi hermano– asegura, intentando animarla con sus
palabras.
La joven se queda callada, pensante. Solamente asiente, ante lo dicho por su marido. Todas
aquellas personas que no están en carne y hueso en este mundo, seguro que están todos juntos
vigilando a los que se quedaron, y siguiendo sus aventuras en primera fila. Cuantas cosas desea
poder decirles a cada uno. Cuantas cosas desea que cada uno haya podido presenciar. Tantos
pensamientos que tiene, que hay momentos donde no sabe que hacer con ellos
En ese momento, Sassa se dio cuenta que había pensado en voz alta. También, en ese momento,
se dio cuenta que nunca le ha contado a su marido, sobre aquel papel que escribió en un
momento dónde todo le sobrepasaba y no se permitía ser feliz.
–Una botella con una carta– comienza a explicarle la pelirosa –Carta que nunca has leído, ya que
no iba dirigida hacia ti. La escribí cuando falleció Sergei, como un desahogó muy necesario para
mi. Fue dirigida a una persona anónima, que nunca llegaré a conocer. ¿Por qué fue así? Te
preguntarás. Porque en esos tiempos, pensaba que si le confiaba algo a alguien, ese alguien me
iba a dejar. Había pasado con mi Nana, con Adrien y con Sergei. Mine estaba rota, por la muerte
de nuestro querido ucraniano y yo pensaba que era por mi culpa– añade, sin mirarle a los ojos, por
la vergüenza que sentía
–¿Y por que no me lo decías a mi?– pregunta el moreno, intentando llamar su atención
–Por miedo– responde ella, con la voz media entrecortada, ante el recuerdo de esos días –Ambos
estábamos muy rotos en esa época. Algo dentro de mi, me decía que si te contaba todo lo que
sentía en ese entonces, ibas a cerrar tus emociones. Y, no quería que te sucediera eso. Quería que
te mostraras tal y como te sentías en ese instante. Quería que dejaras el papel de héroe, el cual te
habías impuesto ya anteriormente. Esa vez, yo deseaba ser tu soporte Jack. Porque sentía que
merecías la felicidad, tal como la mereces ahora. Me sentía impotente e inútil–
El mayor suspira profundamente. Sabe que todo lo sucedido en esos días, han sido un antes y un
después para su pareja. Sabe que le costará cerrar la herida de esos momentos, como le está
costando cerrarlas a Él. Se acerca a ella, pegándose lo más posible a ella. Como puede, apoya su
brazo izquierdo, sobre su hombro, en un intento de abrazo, sosteniendo a la beba con el otro
brazo.
–Te entiendo– le dice, para luego besarle la cabellera –Han sido tiempos muy complicados, dónde
ninguno de los dos sabia que iba a suceder el día siguiente. Pero, a partir de ahora, te pido que me
digas cuando estés mal. Solo pensar en como te sentías en esas semanas, y el que yo no me haya
dado cuenta de eso, me está matando. ¿Me lo prometes Pequeña?–
–Te lo prometo Cariño– confirma Sassa –No me preguntes porque tome esa decisión en ese
momento. Seguramente fue el dolor y el miedo– añade, suspirando en el medio y mirándole
fijamente a los ojos –Ya que estamos en momento confesión y sinceridad. ¿Algo que me tengas
que contar, que nunca me haya enterado, Señor O’Conner?–
El ex agente se queda callado, con una expresión de pensamiento. Sabe de algo que nunca se
enteró, pero no sabe si contárselo. Suspira profundamente, moviendo el cuello para sacarse la
tensión del mismo. Luego, la mira y le sonríe. Una sonrisa un poco chueca.
–Si, hay algo– confiesa. La menor le mira fijamente, atenta a lo que le está por decir. –Fueron dos
momentos, dónde las emociones me sobrepasaron y ya no controlaba mi propio cuerpo. Si, fueron
dos momentos dónde me he puesto el arma en la cabeza y he pensado en dejar este mundo–
Ante esa confesión, Sassa lo mira con los ojos abiertos, sorprendida. Sus mejillas ya estaban todas
húmedas por antes. Aun así, unas lágrimas traviesas han salido de sus ojos. Quería decirle algo,
hasta ha llegado a abrir la boca, pero no salió nada de la misma. Quería saber que es lo que iba a
seguir diciéndole
–La primera vez, fue en comisaría, durante todo lo sucedido con Sombra. Estaba solo, y recuerdo
sentir el frio de la pistola en mi cara. Estuve a nada de apretar el gatillo, solo los recuerdos a tu
lado han logrado que vuelva en si y me diera cuenta de la locura que estaba cometiendo– le
explica y hace una respiración profunda, para seguir con su relato –La segunda vez, fue en un
parque, en algún momento del terror de Maddock. Si no mal recuerdo, fue el día donde decidiste
darme algo de espacio y me dejaste con Flinn. Actualmente no recuerdo de lo que hablamos en
ese momento. La única alusión que tengo, es haberme alejado de Flinn y ponerme el arma en la
misma zona que la primera vez. Te juro Sassa, que solo sobreviví a ese momento, porque nuestro
querido Flinn, estaba junto a mi. Estaba tan perdido, que seguramente hubiera apretado el gatillo.
Y, antes que me lo preguntes, yo le rogué a nuestro amigo que no le contará eso a nadie, menos a
ti–
Sassa se queda callada, procesando toda la información que acaba de recibir. Cierra los ojos, ante
la idea de hacer perdido a su amor en aquella situaciones, de esa manera. Los abre de nuevo y ve a
las gemelas. Piensa en la posibilidad de no haber podido conocerlas a ambas, si el hombre que se
encuentra a su lado no estaba más en este plano.
–Le doy gracias al destino que no hayas tomado ese camino– le dice, un poco entre risas –Porque
sino yo te hubiera revivido, solo para después golpearte por el susto que me hubieras dado–
–Ya me lo imagino perfectamente. Y, eso que nunca sucederá– confirma, entre risas
–Jack– dice, llamando su atención –A partir de este momento, debajo de esta noche estrellada, en
esta cama, junto a nuestras hijas, nos prometemos uno al otro, un par de cositas. 1) que nunca
más sufriremos el dolor en silencio. 2) Que cuando ambos estemos mal, no trataremos de
hacernos el fuerte por el otro 3) Ya no hay más secretos, eso quiere decir, que todas las cosas
importantes de uno, el otro lo tiene que saber. ¿Me lo juras?– le comenta, ofreciéndole el dedo
meñique
–Te lo prometo Pequeña– afirma Jack, entrelazando su dedo meñique con el de ella
Ambos separan sus dedos, al notar unas leves risas en la sala. Sonríen, al ver como las gemelas
intentan alcanzar las manos de sus padres. Deciden ponerlas a la altura de las niñas, para que
luego ellas agarren sus manos sin ningún problema.
–Parece que hay dos personitas más que están de acuerdo con nuestro trato– comenta Sassa, con
una sonrisa en la cara
–Claro que si– Afirma el americano, acariciándole la mano a una de sus hijas –Ellas dos tienen la
última palabra en todas las decisiones importantes, eso te lo aseguro–
Cuando termina de decir eso, se acerca un poco más a su esposa y le deja un suave beso en sus
labios. La pelirosa corresponde gustosa al mismo, y se quedan en esa posición por unos segundos.
Al separarse, se miran y se sonríen.
Con esa mirada, han cerrado un importante trato. Un trato que los ayudaría a crecer como pareja,
en un ámbito de confianza y trabajo en equipo. Ambos saben que hay secretos que tal vez no
puedan contar, o que no quieran hacerlo. Pero en algún momento tendrán que hacerlo, porque
todos los secretos terminan saliendo a la luz, tarde o temprano.