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01 Dios Es Amor

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Capítulo 1
Dios es amor

“Y Moisés contó a su suegro todas las cosas que Jehová había hecho a Faraón y a los egipcios
por amor de Israel, y todo el trabajo que habían pasado en el camino, y cómo los había librado
Jehová” (Éxodo 18:8).

“Y entendió David que Jehová le había confirmado por rey sobre Israel, y que había engrandecido
su reino por amor de su pueblo Israel” (2Samuel 5:12).

“¿Y quién como tu pueblo, como Israel, nación singular en la tierra? Porque fue Dios para
rescatarlo por pueblo suyo, y para ponerle nombre, y para hacer grandezas a su favor, y obras
terribles a tu tierra, por amor de tu pueblo que rescataste para ti de Egipto, de las naciones y de
sus dioses” (2Samuel 7:23).

“Nunca más te llamarán Desamparada, ni tu tierra se dirá más Desolada; sino que serás llamada
Hefzi-bá, y tu tierra, Beula; porque el amor de Jehová estará en ti, y tu tierra será desposada”
(Isaías 62:4).

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel
que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará
también con él todas las cosas?” (Romanos 8:32).

“¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o
desnudez, o peligro, o espada? 36 Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;
Somos contados como ovejas de matadero. 37 Antes, en todas estas cosas somos más que
vencedores por medio de aquel que nos amó. 38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la
vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús
Señor nuestro” (Romanos 8:35-39).

“Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis
orando por mí a Dios” (Romanos 15:30).

“Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos
murieron y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió
y resucitó por ellos” (2Corintios 5:14-15).

“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos
justicia de Dios en él” (2Corintios 5:21).

“Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en
paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros” (2Corintios 13:11).

“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó” (Efesios 2:4).
2

“Y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la
plenitud de Dios” (Efesios 3:19).

“Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y
sacrificio a Dios en olor fragante” (Efesios 5:2).

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora
vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”
(Gálatas 2:20).

“Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de
Dios, y conoce a Dios. 8 El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. 9 En esto se
mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para
que vivamos por él. 10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en
que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. 11 Amados, si
Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. 12 Nadie ha visto jamás a
Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en
nosotros. 13 En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de
su Espíritu. 14 Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del
mundo. 15 Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.
16
Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el
que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. 17 En esto se ha perfeccionado el amor
en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros
en este mundo. 18 En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque
el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.
19
Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. 20 Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece
a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede
amar a Dios a quien no ha visto? 21 Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios,
ame también a su hermano” (1Juan 4:7-21).

“¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin
mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?”
(Hebreos 9:14).

“Dios es amor.” Su naturaleza y su ley son amor” (Elena G. de White - PP 11).

“Todas las distintas capacidades que el hombre posee—de la mente, del alma y del cuerpo—le
fueron dadas por Dios para que las dedique a alcanzar el más alto grado de excelencia posible.
Pero esta cultura no puede ser egoísta ni exclusiva; porque el carácter de Dios, cuya semejanza
hemos de recibir, es benevolencia y amor. Toda facultad y todo atributo con que el Creador nos
haya dotado deben emplearse para su gloria y para el ennoblecimiento de nuestros semejantes. Y
en este empleo se halla la ocupación más pura, más noble y más feliz” (Elena G. de White - PP
646).

“Cristo vino para derribar el muro de separación, para abrir todos los departamentos de los atrios
del templo, a fin de que toda alma tuviese libre acceso a Dios. Su amor es tan amplio, tan
profundo y completo, que lo compenetra todo. Arrebata de la influencia satánica a aquellos que
fueron engañados por sus seducciones, y los coloca al alcance del trono de Dios, al que rodea el
arco iris de la promesa. En Cristo no hay judío ni griego, ni esclavo ni hombre libre” (Elena G. de
White - PR 275).
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“Al contemplar a Cristo, nos detenemos en la orilla de un amor inconmensurable. Nos esforzamos
por hablar de este amor, pero nos faltan las palabras. Consideramos su vida en la tierra, su
sacrificio por nosotros, su obra en el cielo como abogado nuestro, y las mansiones que está
preparando para aquellos que le aman; y sólo podemos exclamar: ¡Oh! ¡Qué altura y profundidad
las del amor de Cristo! “En esto consiste el amor: no que nosotros hayamos amado a Dios, sino que
él nos amó a nosotros, y ha enviado a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.” “Mirad cuál
amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios.” 1 Juan 4:10; 3:1 (Elena G. de
White - HAP 268-269).

“El Salvador vino para glorificar al Padre demostrando su amor; así el Espíritu iba a glorificar
a Cristo revelando su gracia al mundo. La misma imagen de Dios se ha de reproducir en la
humanidad. El honor de Dios, el honor de Cristo, están comprometidos en la perfección del
carácter de su pueblo” (Elena G. de White - DTG 625).

“El amor es un precioso don que recibimos de Jesús. El afecto puro y santo no es un sentimiento
sino un principio. Los que son movidos por el amor verdadero no carecen de juicio ni son ciegos.
Existe muy poco amor verdadero, consagrado y puro. Se trata de algo muy escaso. La pasión se
denomina amor.
El amor verdadero es un principio santo y elevado, por completo diferente en su carácter del amor
despertado por el impulso, que muere de repente cuando es severamente probado.
El amor es una planta de crecimiento celestial, y tiene que ser cultivado y nutrido. Los corazones
afectuosos y las palabras veraces y bondadosas harán felices a las familias y ejercerán una
influencia elevadora sobre todos los que lleguen a estar en su esfera de influencia.
Mientras que el amor puro considera a Dios en todos sus planes y se mantendrá en armonía
perfecta con el Espíritu de Dios, la pasión se manifestará temeraria e irracional, desafiará todo
freno y hará un ídolo del objeto de su elección. En todo el comportamiento de quien posee
verdadero amor, se revelará la gracia de Dios. La modestia, la sencillez, la sinceridad, la moralidad y
la religión caracterizarán cada paso que dé hacia una alianza matrimonial. Los que son así
gobernados no se verán absorbidos por su compañía mutua, a costa de su interés en la reunión de
oración y el servicio religioso. Su fervor por la verdad no morirá porque descuiden las
oportunidades y los privilegios que Dios les ha concedido misericordiosamente.
El amor que no tiene mejor fundamento que la simple satisfacción sensual será obstinado, ciego e
ingobernable. El honor, la verdad y toda facultad noble y elevada del espíritu caen bajo la
esclavitud de las pasiones. Con demasiada frecuencia el hombre atado por las cadenas de esa
infatuación resulta sordo a la voz de la razón y de la conciencia; ni los argumentos ni las súplicas le
inducirán a ver la insensatez de su conducta.
El verdadero amor no es una pasión violenta, incendiaria e impetuosa. Por el contrario, es de
naturaleza serena y profunda. Mira más allá del exterior y sólo le atraen las cualidades. Es
prudente y discernidor, y su devoción es verdadera y permanente.
El amor, elevado por sobre la esfera de la pasión y del impulso, se espiritualiza y se revela en las
palabras y los actos. El cristiano debe manifestar ternura y amor santificados, en los cuales no haya
impaciencia ni inquietud; los modales duros y toscos deben ser suavizados por la gracia de Cristo”
(Elena de White - CPI 206-207).

“El amor es poder. Este principio encierra una fuerza intelectual y moral, que no puede separarse
de él. El poder de la riqueza tiende a corromper y destruir. El poder de la fuerza es grande para
hacer daño; pero la excelencia y el valor del amor puro consisten en su eficiencia para hacer bien,
solamente el bien. Cualquier cosa que se haga por amor, por pequeña o despreciable que sea a la
vista de los hombres, es completamente fructífera; porque Dios considera de más valor con cuánto
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amor se trabajó que la cantidad lograda. El amor es de Dios. El corazón inconverso no puede
producir esta planta cultivada por el cielo, porque esta vive y florece solamente donde Cristo reina”
(Elena de White - Joyas de los Testimonios 1:207, 208 – 1868 / 1MCP 212.4).

“El amor de Dios no solo constituye el fundamento de la creación sino también de la salvación. La
encarnación y la cruz de Cristo revelan en verdad que el amor divino es un acto de abnegación por
causa y en beneficio de otros, aun del humilde, el despreciado, el indigno. La Escritura describe la
esencia del amor divino cuando el Padre da al Hijo (Juan 3:16; Romanos 8:32; cf. 2Corintios 5:21) y,
simultáneamente, el Hijo se da a sí mismo (Gálatas 2:20; Efesios 5:2; Hebreos 9:14). Pablo explica
el carácter abnegado del amor del Hijo por el mundo señalando que Cristo Jesús "no estimó el ser
igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo,
hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo,
haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Filipenses 2:6-8). Sobre esta base, no
sorprende oír a Pablo afirmar que el amor de Cristo "excede a todo conocimiento" (Efe. 3:19). Se
desprende de esto que el amor divino es la fuente (1 Juan 4:7) y modelo (1 Corintios 13) del amor
humano (Fernando Canale – Dios en tres personas 26).

“Las Escrituras de verdad testifican que “Dios es amor” (1Juan 4:8). Algo de la plena fuerza de este
pasaje puede ser apreciado sólo cuando se vea que no solamente dice que Dios ama, aunque esto es
verdad, sino que Él es amor. Es debido a que Dios es amor que El ama. Debido a que Dios es
infinito, ilimitado, interminable y eterno, su amor es lo mismo. Es infinito. Esto significa que no hay
un punto donde el final o límite de ese amor pueda hallarse. Por lo tanto, está escrito que en El
“no hay mudanza, ni sombra de variación” - Santiago1:17 (Fred Wright – Yo pienso como hombre
21).

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