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Cultura y rosismo
Desde la Revolución de Mayo, las expresiones culturales de los habitantes
del campo y de la ciudad fueron cambiando. Así, por ejemplo, a las
tradicionales fiestas del calendario religioso se fueron sumando los
festejos cívicos. Las plazas de las ciudades y de los pequeños pueblos
comenzaron a ser el escenario de bailes, juegos y discursos compartidos
entre la población para conmemorar el aniversario del 25 de Mayo, de una
batalla o de la Declaración de la Independen-cia. Sin embargo, estas
fiestas eran una porción de las prácticas culturales de tono popular que
se desarrollaban en aquella época. La asistencia al teatro, reunirse en
pulperias para tomar una ginebra o matear alrededor de un fogón, cantar y
bailar al son de una guitarra (doc. 12) fueron otras expresiones de la
cultura popular durante el rosismo.
Las expresiones culturales populares tuvieron una contracara que emanó
directamente de los sectores. acomodados de Buenos Aires. Fueron estos
hombres y mujeres los que prefirieron continuar con la tradición de las
reuniones literarias, la redacción de materiales escritos, el debate de
ideas en las residencias o en ciertos cafés. Sin embargo, llegado el
momento tales prácticas se acotaron, pues Rosas consideró que se oponían
al espíritu federal y sus nociones de orden y uniformidad. Pero aquellos
que ante el peligro o las prohibiciones decidieron tomar el rumbo del
exilio continuaron practicándolas.
Doc. 12 Cielito. Obra realizada por Carlos Pellegrini en 1835.
La Generación de 1837
Uno de los grupos más relevantes que se formaron a la sombra de la
experiencia rosista fue la llamada Generación de 1837. Esta se encontraba
compuesta por un grupo de jóvenes formados en la Universidad de Buenos
Aires durante la década de 1820. Eran liberales influidos por el ideario
del Romanticismo y también por cierto nacionalismo. En sus comienzos,
estos jóvenes estaban muy interesados en cuestiones literarias y
estéticas, e incluso buscaron consolidarse como la élite cultural de
Rosas. Sin embargo, el Restaurador de las leyes los des-preció; así, esos
jóvenes derivaron su pensamiento hacia los problemas políticos del país y
terminaron por formar una asociación política contra Rosas.
Esteban Echeverría fue el líder de esta juventud ilustrada cuyas figuras
más destacadas fueron Juan Bautista Alberdi, Vicente Fidel López y Miguel
Cané. Marcos
Sastre habilitó la trastienda de su librería para las discusiones
literarias y surgió así el Salón Literario, que pasó del debate cultural
al político.
La Mazorca comenzó a vigilar sus actividades hasta que disolvió el Salón
por sus críticas al gobierno. En 1838, rechazados y decepcionados con el
orden rosis-ta, fundaron la Asociación de la Joven Generación Argentina,
que organizó la oposición a Rosas en el interior del país: Vicente Fidel
López actuaría en Córdo-ba, Domingo Faustino Sarmiento en San Juan y
Marco Avellaneda en Tucumán. Su objetivo principal fue liderar la
oposición a Rosas a partir de la síntesis de los postulados federales y
unitarios bajo el lema: "Mayo, progreso, democracia".
Rosas los persiguió, prohibió su asociación y los obligó a emigrar. En
Montevideo y Santiago de Chile maduraron su pensamiento y su acción
política contra lo que consideraban una dictadura. Buscaron en el pasado
los rasgos de la nacionalidad argentina y elaboraron un proyecto nuevo de
país, tratando de conciliar la realidad argentina con los modelos
europeos.