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VALORES DEL SER

LECTURA INICIAL
NATURALEZA HUMANA

El ser humano constituye desde el punto de vista biológico


una especie animal bajo la denominación científica de Homo
sapiens (del latín Homo=hombre, sapiens=sabio) y pertenece
a la familia Hominidae.

Sus capacidades mentales le permiten inventar, aprender y


utilizar estructuras lingüísticas complejas, matemáticas,
escritura, ciencia, tecnología. En comparación con otros
animales son entes bastante sociales, capaces de concebir,
transmitir y aprender conceptos totalmente abstractos.

El ser humano prácticamente desconoce los alcances y destino de su propia especie.


Filosóficamente, el ser humano se ha definido y redefinido a sí mismo de numerosas
maneras a través de la historia, otorgándose de esta manera un propósito positivo o
negativo respecto de su propia existencia. Existen diversos sistemas religiosos e ideales
filosóficos que, de acuerdo a una diversa gama de culturas e ideales individuales, tienen
como propósito y función responder algunas de esas interrogantes existenciales. Los
seres humanos tienen la capacidad de ser conscientes de sí mismos, así como de su
pasado; saben que tienen el poder de planear, transformar y realizar proyectos de
diversos tipos. En función a esta capacidad, han creado diversos códigos morales y
dogmas orientados directamente al manejo adecuado de estas capacidades. Además,
pueden estar conscientes de responsabilidades y peligros provenientes de la naturaleza,
así como de otros seres humanos.

LA NATURALEZA HUMANA

La pregunta ¿qué es el hombre? Busca aquello que todos tenemos en común. A esto se
le suele llamar esencia o naturaleza. El debate acerca de qué es la "naturaleza humana"
(y si realmente, existe, de algún modo) ha dado lugar a interpretaciones tan variadas y a
polémicas tan inacabables que, antes de estudiar en qué consiste, se hace preciso
esclarecer los conceptos de naturaleza en general, y naturaleza humana en particular.
Estamos en un terreno donde conviene despejar los equívocos.

LA TELEOLOGÍA NATURAL

Una de las características de los seres vivos es la tendencia a crecer y desarrollarse


hasta alcanzar su telos, su fin y perfección. Eso coincide con la idea de bien: el bien es
aquello que es conveniente para cada cosa porque la lleva a su plenitud. El bien tiene
carácter de fin, significa perfección.

La naturaleza del hombre es precisamente la condición de posibilidad del despliegue del


hombre hacia su bien final, que constituye su perfección. Atentos: la naturaleza está en el
punto de partida, pero a la vez es la causa del dinamismo biográfico del que hemos
hablado. Si el hombre busca la perfección, si en él hay un anhelo, una inquietud de ser
más, es precisamente porque por naturaleza está hecho para ese crecimiento. Por eso,
en el mundo clásico, a la naturaleza se la ha llamado también principio de operaciones.
De este modo, la naturaleza de todos los seres, y especialmente del hombre, tiene
carácter final, teleológico.

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VALORES DEL SER

Llámese teleología (del griego τέλος, fin, y -logía) al estudio de los fines o propósitos de
algún objeto o algún ser, o bien literalmente, a la doctrina filosófica de las causas finales.

La teleología ha sido muy criticada desde el racionalismo y el vitalismo porque se ha


interpretado como una imposición exterior a los seres que les impide ser "espontáneos" y
libres. Se interpreta en esas posturas que la "teleología" es algo extraño a las cosas,
impuesto o introducido en el interior de ellas, violentándolas. Mas no es así. En los seres
hay una teleología para el despliegue y desarrollo de las propias tendencias hasta
perfeccionarlas. La teleología de un ser es su dirección hacia la plenitud de la que es
capaz. Parte del hecho de que existe un orden en el universo.

Ese orden es un orden dinámico. Esto es especialmente claro en el caso de los seres
vivos: su plenitud se alcanza tras el crecimiento. El orden significa armonía y belleza,
plenitud y perfección de las cosas. Por eso se puede decir que lo más importante en el
hombre son los fines, es decir, aquellos objetivos hacia los cuales tiende y se inclina. El
hombre, por naturaleza, ha nacido para lo excelente. Y eso no está dado en el punto
de partida más que como inclinación natural. Dar cuenta de esa inclinación es una tarea
de la cual cada uno es, en último extremo, el responsable.

DIFICULTADES DEL CONCEPTO DE NATURALEZA HUMANA

Para entender correctamente qué es el hombre y qué es la


naturaleza humana es importante evitar, de nuevo, la tentación
del dualismo. Sería dualismo, en efecto, pensar que en el
hombre hay una naturaleza abstracta, intemporal, cuando
resulta que somos seres concretos, históricos, en unas
determinadas circunstancias que continuamente están en
variación.

Pero también sería parcial el modelo historicista o relativista, según el cual el hombre es
relativo a cada época, a cada cultura, etc.: no habría una naturaleza humana, sino
diversidad de seres humanos en relación a los cuales los bienes del hombre, los fines, la
moralidad, etc., variarían, no siendo ningún sistema mejor o peor que su contrario.

Tan dualista es el racionalista que pretende hacer una ciencia exacta del hombre, como el
historicista o relativista cultural. Para unos, la naturaleza humana está, por así decir, por
encima del tiempo y del espacio. Para otros, no existe sino lo que existe son los individuos
concretos. Ambas posturas nos abren al conflicto entre naturaleza y libertad: ¿es la
nuestra una naturaleza libre?, ¿cabe libertad si resulta que se impone una naturaleza
dada?, ¿no supone la libertad que la realidad humana debe ser creada por cada hombre?,
¿hay un conflicto entre naturaleza y libertad?

Esta discusión se agudiza en Europa en torno a 1800, y ha sido frecuente en algunas


escuelas científicas y filosóficas modernas, para las cuales, el hombre o es materia
evolucionada, o una libertad desarraigada, que se enfrenta a la naturaleza al tener el
deber de construirse su propia esencia. La pregunta ¿qué es el hombre? Se contesta
diciendo: su historia. Y de ese modo lo universal pierde su valor.

El hombre tiene una dimensión intemporal y otra temporal, y no podemos prescindir de


ninguna de las dos. Los modelos explicativos anteriores tienden a afirmar uno de los dos

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polos en detrimento del otro. Intentaremos exponer el asunto de un modo no dualista, de


una forma que se empiece a ver que la naturaleza humana es libre: naturaleza y libertad,
en el hombre, no pueden separarse, como tampoco puede hacerlo el binomio alama y
cuerpo.

LOS FINES DE LA NATURALEZA HUMANA

¿Qué es lo natural en el hombre? Lo que le es propio:


ejercer sus facultades. Lo natural en el hombre es, por tanto,
el desarrollo de sus capacidades. Ese desarrollo se dirige a
conseguir lo que es objeto de esas facultades. Lo natural y
propio del hombre es alcanzar su fin. Y el fin del hombre es
perfeccionar al máximo sus capacidades, en especial las
superiores (inteligencia y voluntad; verdad y bien). La
inteligencia busca el conocimiento de la realidad. Cuando lo
logra, alcanza la verdad, que es el bien propio de la
inteligencia: abrirse a lo real. Querer lo verdaderamente
bueno es ejercer la voluntad perfeccionándola.

Lo natural en el hombre, como en todos los demás seres tiene carácter de fin, es algo
hacia lo cual nos dirigimos. Este fin no se puede entender de un modo cronológico (pues,
en ese caso, sólo tendrían verdadera naturaleza humana los hombres que alcanzaran una
determinada perfección y edad; los niños, fetos, ancianos, enfermos mentales, etc., o no
habrían alcanzado esa naturaleza o la habrían perdido). No se dice fin en sentido
cronológico sino de un modo más delicado al que hemos hecho referencia con
anterioridad: el fin del hombre es la verdad y el bien porque, de hecho, ya desde el inicio
de su existencia (y desde que empieza a ejercer operaciones de un modo más visible)
anhela alcanzar la verdad y lograr el bien, y por eso mismo se mueve hacia ellos
desarrollando su historia. Es decir, por naturaleza se posee desde el principio el fin que a
la vez (históricamente, o por razón) estructura la tensión de esa búsqueda en qué
consiste nuestra existencia.

La pregunta ¿qué es el hombre? se transforma en esta otra: ¿eres capaz de llegar a ser
aquello a lo que, desde el inicio de tu existir, estás llamado? "¿Qué hace el hombre a
partir de sí mismo, como ser que actúa libremente, o qué puede y debe hacer?" Y así,
descubrimos que "la naturaleza se trasciende a sí misma en el hombre", "el hombre
supera infinitamente al hombre" (Pascal). La naturaleza humana es auto trascendencia,
apertura, actividad y posesión de aquellos fines que le son propios: el hombre sólo es él
mismo cuando va más allá de lo que es de un modo fáctico (basado en hechos), hacia lo
que todavía no es pero que se le presenta como la única posibilidad adecuada a la
riqueza de su apertura, de su proyecto. Renunciar a ello sería renunciar a la grandeza de
la vocación que todo hombre tiene por naturaleza o –como afirma la teología-, sería
renunciar a la llamada que Dios (Trinidad de Personas) ha hecho "a cada" hombre
(persona).

LA NATURALEZA HUMANA Y LA ÉTICA

La naturaleza humana invita a alcanzar el fin que le es más propio, a no conformarse con
su punto de partida, sino a aceptar la tensión del anhelo de perfección, de excelencia, que
hay en ella. "Hombre, atrévete a ser quien eres", sería el compromiso que plantea la
capacidad de acción del hombre. "Atreverse indica que depende de una decisión de la

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VALORES DEL SER

voluntad de cada quien: el hombre en este sentido es una tarea para sí mismo: en sus
manos está el acertar o el fracasar.

Justamente se puede hablar de vidas fracasadas si resulta que ya está inscrita en toda
existencia la posibilidad de lo mejor. De no ser así, a lo sumo podría decirse que hay
distintas opciones, más o menos atractivas pero igualmente válidas. De ese modo, ser
justo o injusto dependería de una decisión emocional, pero no habría diferencia de valor
entre esas dos actitudes. Pero la verdad es que eso no se lo cree nadie: el justo atrae, el
malvado repele. Pero centremos la atención sobre esa idea: el hombre es libre. ¿De qué
modo va a influir este hecho en la acción de la persona?

Por un lado, el bien y la verdad sólo se pueden alcanzar libremente. Nadie que no quiera
puede llegar a ellos a base de obligarle. Al final, la decisión de respeto del bien de otros
depende no tanto de los argumentos racionales que se le den, como de su propia decisión
de respeto. Si tuviéramos que convencer a alguien de la conveniencia de no maltratar a
sus padres estaríamos tratando con una bestia, y lo mejor sería cuidarse de que nos
atacara también a nosotros. No atender a razones es una de las posibilidades a las que
nos abre la libertad.

Además, no está asegurado alcanzar el propio bien ni la verdad. Hay que quererlos. Los
fines de la naturaleza humana vienen exigidos (se anhelan, se buscan) pero se pueden
conseguir o no. Depende de la libertad, de que a mí me dé la gana. Como decía Albert
Camus: "el hombre es la única criatura que se niega a ser lo que ella es".

Los modos concretos de alcanzar la verdad y el bien no están dados, porque es la libertad
quien tiene que elegirlos. Está dado el fin general de la naturaleza humana (felicidad,
perfección), pero no los medios que conducen a esos fines. Es decir, hay muchísimo que
inventar, que decidir, a lo que aventurarse. La orientación general está dada por nuestra
naturaleza, pero ésta necesita que la persona elija los fines secundarios y los medios.

Y dado que no está asegurado que alcancemos los fines naturales del hombre, la
naturaleza humana tiene unas referencias orientativas para la libertad; es decir, tiene
unas normas, unas leyes que le permiten encauzar (libremente) el cumplimiento de ese
anhelo constitutivo. Si se cumple lo indicado en ellas estaremos un poco más cerca del
objetivo. Si no se cumple, nos alejaremos de él.

La primera de las normas de esta guía de la naturaleza humana" tradicionalmente se ha


formulado así: "Haz el bien y evita el mal". No un bien y un mal externos y extraños a
nosotros, sino nuestro mejor bien, evitando lo que nos daña: hacer el bien y evitar el mal
es una invitación positiva a que cada uno haga de sí mismo el mejor de los proyectos
posibles. Eso son las normas morales, que tienen como fin establecer unos cauces para
que la libertad elija de tal modo que contribuya a los fines y tendencias naturales. La ética
estudia cómo y de qué modo son obligatorias las normas morales, y cuáles son en
concreto esas normas o leyes.

Esas normas tampoco se cumplen necesariamente, sino solamente si uno quiere. Pero
están ahí porque la realidad humana está ahí, y "tiene sus leyes", sus caminos. Y es que
el desarrollo de la persona y el logro de sus fines naturales tienen un carácter moral, ético.

La ética es algo intrínseco a la persona, a su educación, y a su desarrollo natural. Es el


criterio de uso de la libertad.

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VALORES DEL SER

Por tanto, no cabe entender la ética como un "reglamento" que venga a molestar a los
que viven según les apetece. Sin ética no hay desarrollo de la persona, ni armonía del
alma. A poco que se considere quién es el hombre, enseguida surge la evidencia de que,
por ser persona, es necesariamente ético: "la ética es aquel modo de usar el propio
tiempo según el cual el hombre crece como un ser completo". La naturaleza humana se
realiza y perfecciona mediante decisiones libres, que nos hacen mejores porque
desarrollan nuestras capacidades. El hombre, o es ético, o no es hombre.

Hemos dicho que los hábitos son importantes, porque modifican


al sujeto que los adquiere, modulando su naturaleza de una
determinada manera. Está claro que la naturaleza humana se
perfecciona con los hábitos, porque hacen más fácil
alcanzar los fines del hombre. Está claro también que el
hombre se perfecciona a sí mismo adquiriéndolos: es entonces
"el perfeccionador perfectible": perfecciona al mundo, da
finalidades a las cosas al tenerlas, y actuando se perfecciona a sí
mismo.

Podemos definir al hombre como un ser intrínsecamente perfectible." De todos modos


todavía es una respuesta demasiado abstracta. Por ejemplo, el bien y la verdad nosotros
los encarnamos siempre en los valores y modelos.

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