mundo, pero caminar juntos ha sido un rito, una herra-
mienta y un fortalecimiento de la sociedad civil que puede
hacerle frente a la violencia, al nfiedo y la represién. De
hecho, es dificil imaginarse una sociedad civil viable sin
la asociacién libre y el conocimiento del terreno que viene
con el caminar. Una poblacién secuestrada 0 pasiva no es
realmente una ciudadanfa.
La marcha de cincuenta mil personas en Seattle, que
culminé con la clausura de la reunién de la Organizacién
Mundial de Comercio el 30 de noviembre de 1999, fue el
comienzo de una nueva era en la que el movimiento global
le hizo frente a la versién corporativa de la globalizaci6n,
con sus amenazas contra lo local, lo democratico, lo no ho-
mogeneizado y lo independiente. El 11 de septiembre de
2001 y el colapso de las Torres Gemelas es la otra fecha
que suele elegirse como tormentoso comienzo del nuevo
milenio, y quizds la respuesta mds profunda ante ese te-
rrorismo fue la primera: las decenas de miles de neoyor-
quinos que se alejaron caminando del peligro, a pie, como
ciudadanos familiarizados con sus calles y como seres hu-
manos dispuestos’a ofrecer ayuda a extranjeros; llenaron
las avenidas como un desfile sombrio, transformaron el
Puente de Brooklyn en una ruta peatonal y finalmente hi-
cieron de Union Square un Agora para el duelo y el debate
publico. Aquellas-decenas o cientos de miles de personas
viviendo.en publico, desarmadas, comprometidas e iguales,
eran lo opuesto al secretismo y la violencia que caracteriza-
ron tanto los ataques como la revancha de Bush (y la guerra
sin relacién en Irak), Que buena parte del movimiento an-
tiguerra haya consistido en grupos masivos de caminantes
no es coincidencia.
La mejor evidencia de la fuerza de un grupo de personas
desarmadas caminando juntas por las calles es la agresiva
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