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Monografia TEORIA MARXISTA DEL DERECHO B

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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN............................................................................................................................2
1. TEORIA MARXISTA DEL DERECHO................................................................................3
1.1 LA CONCEPCIÓN MARXISTA..........................................................................................5
1.2 LA NATURALEZA MARXISTA DEL DERECHO...........................................................6
1.3 PRESUPUESTOS METODOLÓGICOS.............................................................................9
1.4 DESAFÍOS TEÓRICOS (DESCRIPTIVOS......................................................................11
1.5 OBJETIVOS PRÁCTICOS.................................................................................................11
1.6 EL MARXISMO COMO TEORÍA EDUCATIVA............................................................13
2. TEORÍA MARXISTA DEL DERECHO: CONCEPCIÓN FILOSÓFICA.......................15
2.1 INFLUENCIAS INTELECTUALES DE MARX..............................................................15
2.2 CONCEPCIÓN MATERIALISTA DE LA DIALÉCTICA..............................................16
2.3 CONCEPCIÓN MATERIALISTA DE LA HISTORIA...................................................16
2.4 CONCEPCIÓN MARXISTA DE IDEOLOGÍA................................................................21
2.5 CONCEPCIÓN MARXISTA DEL ESTADO....................................................................23
2.6 FILOSOFÍA MARXISTA PERUANA...............................................................................24
3. PRINCIPIOS DE LA TEORIA MARXISTA DEL DERECHO.........................................26
3.1 MARX Y LA CONTRADICCIÓN DIALÉCTICA...........................................................29
3.2 LA NEGACIÓN DE LA NEGACIÓN Y EL PRINCIPIO DE IDENTIDAD..................30
3.3 OPOSICIONES INTERNAS Y EXTERNAS.....................................................................31
4. CRITICA A LA TEORÍA MARXISTA DEL DERECHO.................................................31
4. La crítica del Derecho, Marx y el marxismo........................................................................31
4.2 La crítica jurídica como crítica marxista del Derecho......................................................35
4. 3. La crítica marxista del Derecho en Latinoamérica..........................................................40
CONCLUSIONES..........................................................................................................................45
REFRENCIAS BIBLIÓGRAFICAS............................................................................................47
INTRODUCCIÓN
Hasta el día de hoy, se vienen aplicando los postulados de esta teoría filosófica del derecho,
a su vez en otros campos y materias que es de mucha importancia en desarrollo del
conocimiento científicos como bases y fundamentos para la construcción y fortalecimiento
de esta disciplina.

Bajo esta premisa en líneas generales podemos decir que tanto el Derecho y la legislación
están en función de las relaciones de producción de esa época, es decir, su crítica es al
capitalismo y de la nueva sociedad. Se cuestiona esa nueva sociedad capitalista,
considerando algunos factores relevantes como el factor decisivo en esta evolución son los
contrastes económicos y la lucha de clase. Asimismo, podemos decir que, en esta
concepción filosófica, el marxismo no existe fundamento para una concepción personalista
del orden social y político, que respeten la dignidad de la persona humana, entendida como
ente dinámico que tiende a la realización de cada individuo mediante la consecución de su
fin personal. Más bien, el sistema marxista es transpersonalista: el individuo es considerado
no como un todo con un fin personal, sino como medio para la realización de otros fines,
medio para la realización de la humanidad, de la cual es pura parte.

La presente investigación ha sido estructurada en cuatro capítulos, que a continuación


detallamos: En el primer capítulo y segundo, desarrollaremos la teoría marxista del derecho
y concepción filosófica. En el tercer capítulo, los principios de esta teoría. Capitulo cuarto,
la crítica de esta teoría y finalmente, en la investigación arribamos a formular las
conclusiones.

1. TEORIA MARXISTA DEL DERECHO


“La teoría marxista del derecho puede definirse como el desarrollo de los conceptos
jurídicos fundamentales, es decir, los más abstractos. A esta categoría pertenecen, por
ejemplo, las definiciones de «norma jurídica», relación jurídica, sujeto jurídico. Por
supuesto que estos conceptos jurídicos más generales y simples son el resultado de una
elaboración lógica de las normas de derecho positivo y constituyen el más reciente y
elevado producto de la creación consciente en relación con el carácter espontáneo de las
relaciones jurídicas y de las normas que las expresan.

Pero esto no es un obstáculo para que los filósofos neokantianos consideren las
categorías jurídicas fundamentales como algo que se sitúa por encima de la experiencia y
que hace posible la experiencia misma. Otra objeción que se hace a la concepción que
defendemos acerca de las tareas de la teoría general del derecho consiste en decir que las
abstracciones que sirven de fundamento a su análisis son propias únicamente del derecho
burgués.

El derecho proletario, se nos dice, debe encontrar otros conceptos ordenadores y su


investigación deberá ser precisamente el fin de una teoría marxista del derecho. Es ésta una
objeción que parece a primera vista bastante grave; pero reposa sobre un equívoco.
Reivindicando para el derecho proletario nuevos conceptos ordenadores, esta orientación
parece ser revolucionaria por excelencia.

Pero en realidad proclama la inmortalidad de la forma jurídica ya que tiende a


desvincular esta forma de las condiciones históricas que determinaron su pleno
florecimiento y a declararla capaz de una perpetúa renovación.

La desaparición de las categorías del derecho burgués precisamente de las


categorías y no ya de estas o aquellas prescripciones no significa de suyo su sustitución por
nuevas categorías de un derecho proletario, 1o mismo que la desaparición de las categorías
del valor, del capital, del beneficio, con el paso al estadio de un socialismo desarrollado,
tampoco significará la aparición de nuevas categorías proletarias del valor del capital, de la
renta. En aquellas condiciones la desaparición de las categorías del derecho burgués
significará la extinción del derecho en general, es decir, la gradual desaparición del
momento jurídico en las relaciones humanas”.
El concepto marxista del Derecho es una confirmación de que la Revolución y el
Derecho, términos que parecen antitéticos, guardan entre sí indudable relación, porque no
son sino expresión de la dramática contienda entre el estatismo de la Ley y el dinamismo de
la vida. Precisamente una Revolución se hace necesaria cuando el sistema de normas
jurídicas por las que se rige un pueblo es ineficaz o inadecuado para regular su vida o está
en contradicción con ella, pero, a su vez, una Revolución necesita para encauzar y hacer
fecunda la transformación que representa de un Derecho que la proteja y ampare. Podemos
decir que toda Revolución supone un Derecho nuevo y que todo Derecho que envejece es el
germen de una Revolución. Pero esta relación será tanto más o menos intensa según el
carácter de la Revolución.

Si es meramente política o social, alcanzará tan sólo a la regulación jurídica


positiva; en cambio, si además es filosófica y se extiende a la concepción del mundo y de la
vida, claro que entonces afectará a la raíz misma del Derecho. Tal ha sucedido con el
cristianismo, con el Renacimiento y ahora con la Revolución comunista, las tres verdaderas
Revoluciones que han conmovido en el hombre occidental, la base y el cimiento de su
existencia. De la primera nació' un Derecho ideal derivado de la ley Eterna que rige el
mundo y establece su armonía.

De la segunda, un Derecho derivado de la razón humana y del cual fue secuela la


Revolución francesa. De la tercera ha surgido un Derecho considerado tan sólo como
consecuencia de las relaciones de la producción. Por tanto, hoy día el concepto que del
Derecho tenemos todos los formados en la civilización occidental, lo mismo en su versión
puramente racionalista o en la teológica cristiana, es diametralmente opuesto al de los que
siguen la concepción del mundo y de la vida que la Revolución rusa representa.

El Derecho en el marxismo está basado en el materialismo dialéctico y en el


materialismo histórico, por eso y como antecedente necesario algo hemos de decir de estos
dos aspectos del marxismo, así como de su evolución histórica. El antecedente más antiguo
del marxismo es el nihilismo, el cual, en nombre de la emancipación del individuo
oprimido, no sólo negaba todos los valores superiores Dios, espíritu, alma, sino que era
también hostil a toda cultura, que considera un lujo.
El pensamiento del nihilismo estaba constituido por una sola categoría: la utilidad.
Es característico del nihilismo que muchos de estos idealistas terrenos fueran hijos de popes
y educados en seminarios, donde se embebían de los ideales cristianos de justicia social,
que veían conculcada en la vida rusa.

Después de estas varias tendencias revisionistas manifestadas en el marxismo,


aparece la figura del que defendió el marxismo intransigente, y al que Lenin calificó como
el mayor filósofo del mismo: Este dirigió la lucha contra el revisionismo filosófico de
Bernstein y otros marxistas, pero esta crítica fue tachada de demasiado académica, al ver al
revisionismo tan sólo como un episodio fortuito, sin estudiar sus raíces sociológicas y sin
descubrir en él una lucha abierta de la burguesía contra la teoría del proletariado
revolucionario.

1.1 LA CONCEPCIÓN MARXISTA

En su juventud, Marx participó de las concepciones del derecho existentes en el


ambiente liberal y demócrata, en el que se educó. Su concepto del derecho, en su primera
época, es el derecho de su maestro E. Gans: es un concepto espiritualista, cuyo fundamento
es la naturaleza racional y libre del hombre. El derecho tiende a realizar la libertad y la
justicia o igualdad de todos los seres humanos. Con este criterio juzgó los acontecimientos
y las instituciones de su tiempo. El derecho es lo racional y, con esta luz, trata de descubrir
lo irracional existente en su época.

Esta es su actitud durante su breve carrera periodística en el diario Rheinische


Zeitung. Pero muy diferente es la teoría jurídica de Marx en su etapa comunista que
comienza en 1884. Mientras en el período de su juventud tuvo una concepción idealista y
optimista del derecho, en su nueva situación comunista brota en él una concepción
materialista y pesimista. Ahora es un instrumento de dominio y de opresión, creado por la
clase dominante para mantener su reinado y sus particulares intereses de clase frente a la
clase oprimida y explotada. El Estado, como el derecho, son fenómenos históricos.

Al movimiento de la historia aplica Marx el método dialéctico, que tiene tres


fundamentales momentos: tesis, antítesis u oposición y síntesis o superación. La tesis se
verifica en los pueblos primitivos, en los que no tenemos Estado, ni derecho, ni relaciones
de subordinación sino una comunidad humana. El hombre primitivo vivió en grupos
familiares, como el clan y la tribu.

El grupo se adueña de los productos de la naturaleza exterior para satisfacer sus


propias necesidades; en los demás hombres ve a socios y miembros de la misma
comunidad. No hay propiedad privada de las fuentes de la producción, ni clases, ni escisión
de la comunidad en partes antagónicas. Tenemos aquí la tesis o comunismo en estado
embrional. Esto quiere decir que la naturaleza humana, en cuanto tal, es comunista.

Es el reino de la igualdad y de la libertad, puesto que no existen organismos


superiores al hombre, que se impongan por medios coactivos. Viene, luego, el segundo
largo periodo de la antítesis, en el que hace su aparición la propiedad privada de los medios
de producción. La primitiva comunidad se escinde y desgarra; en su seno van apareciendo
las clases antagónicas, especialmente la clase alta, dueña de los medios de producción, y la
clase inferior, oprimida por la clase dominante y destinada a producir riquezas para sus
señores.

Entonces nace el Estado y el derecho, ambos son instrumentos de dominio de la


clase alta sobre la clase baja. Para mantener este dominio dispone ya del Estado con su
fuerza coactiva y este dominio se reviste de la forma de derecho, que nace para dominar y
no para el bien común. Así tenemos la era de la esclavitud, luego viene la época de la
servidumbre y, en la época moderna, la escisión entre proletarios y capitalistas.

1.2 LA NATURALEZA MARXISTA DEL DERECHO


¿Qué es, por tanto, el derecho en el pensamiento de Marx? ¿Cuál es su naturaleza y
finalidad? ¿Puede reducirse su teoría a alguna de las escuelas ya existentes, que tratan de
aclarar y definir la naturaleza del derecho?

El derecho es la encarnación de la voluntad de la clase dominante en cada período


histórico (de la aristocracia grecoromana, de los señores feudales, de la burguesía). Estas
clases dominantes han creado el derecho para imponer y mantener su dominio sobre la
clase inferior, sometida y explotada.
Hablando de la burguesía dice expresamente en el Manifiesto: Vuestras mismas
ideas son engendro de las relaciones burguesas de producción y propiedad, como el derecho
no es más que la voluntad de vuestra clase erigida en ley: una voluntad cuyo contenido está
determinado por las condiciones materiales de existencia de vuestra clase

La fuente del derecho no es la voluntad de toda la sociedad o de todo el pueblo.


Pertenece a la esencia de la norma jurídica el ser clasista, lo mismo que el Estado. Una
norma que nace en la sociedad o pueblo (como las costumbres y tradiciones de los
primitivos clanes) no es derecho para Marx, quien concibe el derecho como un dictado de
una clase superior sobre otra inferior, y, por tanto, supone necesariamente la sociedad
escindida en clases antagónicas. De aquí se sigue que el derecho no es una norma orientada
a la realización del bien común. Pertenece a la esencia del

a) Su concepción del Estado, que Pashukanis reconoce como errónea. Los


razonamientos en torno al Estado y a su desaparición son radicalmente falsos, reconoce
Pashukanis la victoria de una clase no implica e1 aniquilamiento de su adversario y en este
sentido, puesto que la clase enemiga no desaparece, sigue siendo necesario el Estado como
máquina de dominación clasista durante el período de transición. La consolidación y
construcción del socialismo así lo exigen.

b) En cuanto al derecho proletario, sigue insistiendo, tiene que perecer. Su


razonamiento es el siguiente: el período de transición no es un sistema social aparte; sólo
hay dos posibilidades: sistema capitalista y sistema socialista de producción. Entre el
derecho burgués (propio del capitalismo) y la superación del derecho socialismo no hay un
derecho intermedio, sino solamente un proceso de desaparición del primero; desaparición
que será definitiva cuando se haya socializado toda la producción de bienes.

Y así se preguntará con cierto asombro: Cómo vais a construir un sistema jurídico
definitivo si partís de relaciones sociales que implican 1a necesidad de que se extinga todo
tipo de derecho. No podemos ocuparnos de la creación de un ordenamiento jurídico
proletario específico, porque partimos de relaciones objetivas que la dictadura proletaria
está cambiando a cada momento Stalin no sólo llegará a afirmar la necesidad de un Estado
y de un derecho soviético, sino que llegará a poner en duda la desaparición del Estado y del
derecho incluso en la fase comunista (lo que no se podía defender sin violentar
clarísimamente las doctrinas de Marx y Engels)”

en primer lugar, que el principio del sujeto jurídico nos referimos con ello a los
principios de la igualdad y de la libertad, el principio de 1a autonomía de la persona, no es
únicamente un instrumento de engaño y un producto de la hipocresía de la burguesía en
cuanto se opone a la lucha proletaria para la eliminación de las clases sino, al mismo
tiempo, un principio realmente operante en la sociedad burguesa, cuando ésta se genera a
partir de la sociedad feudal patriarcal y 1a destruye; en segundo lugar, que el triunfo de este
principio es no solamente y no tanto un proceso ideológico es decir, referido en un todo a la
historia de las ideas, sino más bien un proceso real de juridización de las relaciones
humanas que acompaña al desarrollo de la economía mercantil monetaria y, en la historia
europea, al desarrollo de la economía capitalista y que implica profundas y completas
transformaciones.

Estas comprenden lo siguiente: el nacimiento y consolidación de la propiedad


privada, su universalización en relación tanto a los sujetos como a todos los posibles
objetos, la liberación de la tierra de las relaciones de dominio y sujeción, la transformación
de toda propiedad en propiedad mueble, el desarrolla y el predominio de las relaciones de
obligación y por último, la separación del poder político como fuerza particular al lado de
la cual aparece el poder puramente económico del dinero, con la consiguiente división, más
o menos neta, entre la esfera de las relaciones públicas y la de las relaciones privadas, entre
el derecho público y el derecho privado. Pero el contrato no es ya un fenómeno de orden
psicológico; no es una idea, una forma de la conciencia: es un hecho económico objetivo,
una relación económica indisolublemente unida a su también objetiva forma jurídica.

La investigación marxista del derecho se vio interrumpido en 1979 con el suicidio


de Nicos Poulantzas, quien se arrojó de un vigésimo segundo piso junto a sus libros
mientras gritaba que su trabajo intelectual era un fracaso. El desafío contemporáneo de la
teoría marxista del derecho es demostrar que, en esto, Poulantzas se equivocó.

Teóricamente hablando, el análisis marxista del derecho consiste en un esfuerzo por


comprender la influencia de, por decirlo de alguna manera, lo social y lo económico en lo
institucional y lo jurídico y viceversa. Es, en ese sentido, una teoría sobre la autonomía
relativa del derecho. En cuanto teoría perteneciente a la heterogénea y multiforme tradición
marxista, el análisis marxista del derecho tiene presupuestos metodológicos, desafíos
teóricos, y lo que la hace ser una teoría marxista objetivos prácticos, tanto críticos como
propositivos. Lo que sigue es una exposición sumaria de un programa de reactivación del
análisis marxista del derecho.

1.3 PRESUPUESTOS METODOLÓGICOS

 La satisfacción de necesidades humanas (alimentación, descanso, abrigo; pero


también entretención, erotismo, vanidad, y la ‘búsqueda de sentido’) conduce a la
producción de lo social. Esto es así tanto en las sociedades con división social del
trabajo tenue, las sociedades de cazadores-recolectores, como en las sociedades con
división social del trabajo intensa, las complejas sociedades funcionalmente
diferenciadas.

 Lo social produce la subjetividad y, con ello, la configuración ‘realmente existente’


de las necesidades humanas; nuestros deseos y nuestros saberes, incluyendo
nuestras formas de comprendernos a nosotros mismos y a los otros, son producidos
de manera históricamente situada. No existe el ‘sentido común’ humano; existen,
por ejemplo, el ‘sentido común’ de los abogados de grandes empresas y el ‘sentido
común’ de los trabajadores informales.

 La satisfacción de necesidades en una sociedad con división del trabajo intensa se


logra mediante un ciclo sin fin: producción—distribución—consumo—producción
—etcétera. En el proceso productivo mismo intervienen medios de producción
(herramientas, máquinas), fuerzas productivas (clases), y relaciones informales y
formales entre las fuerzas productivas (desigualdades de estatus; regulación jurídica
de las relaciones de producción, distribución y consumo). Entonces, la satisfacción
de necesidades produce clases, cuyas diferencias entre sí y cuyas relaciones entre sí
pueden ser organizadas en una estructura de clases.
 El cambio en los medios de producción (cambio tecnológico), en las fuerzas
productivas mismas (cambio en las clases), o el cambio en las relaciones entre ellas
(cambios culturales o jurídicos) conlleva cambios en la estructura de clases.
Particularmente importante para un análisis marxista del derecho es la relación
entre cambios en las clases mismas, así como en sus relaciones formales e
informales, y cambios en el derecho; por ejemplo, la acumulación de fuerza por
parte de una clase le permite exigir cambios en el derecho, mediante la lucha de
clases.

 La división social del trabajo determina el nivel de acceso que los integrantes de
cada clase tienen a bienes materiales, estatus simbólico, autoridad epistémica y
poder decisional. En la producción de grupos sociales intervienen también
‘sedimentos culturales’ como el machismo y la homofobia, o la xenofobia y el
racismo (sedimentos que, a menudo, reflejan culturalmente la subsistencia de
relaciones de explotación institucionalizadas en el pasado).

 Así y todo, esos ‘sedimentos culturales’ ejercen su influjo de manera clasista: las
empresarias y las trabajadoras tienen un interés común en luchar contra el
patriarcado (por ejemplo, en lograr que las instituciones les permitan controlar
plenamente su capacidad reproductiva), pero unas y otras tienen intereses
divergentes respecto a la regulación del contrato de trabajo, de la sindicalización y
de la huelga.

 El acceso a bienes, estatus, autoridad y poder constituye, demarca o configura los


intereses de distintas clases; y el carácter divergente de dichos intereses lleva a que
existan antagonismos entre distintas clases, como el que existe entre la empresaria
y la trabajadora. Por ello hay una estructura de clases, una compleja relación entre
clases que contiene numerosas formas de relaciones de jerarquía. Hay clases
dominantes y clases subalternas. Las clases subalternas son explotadas
económicamente; estigmatizadas simbólicamente; marginalizadas
epistémicamente; y alienadas políticamente.
 La existencia de la clase, y la existencia de intereses objetivos, no se traduce
automáticamente en la existencia de conciencia de clase; de una autocomprensión
de clase. La emergencia de esa autocomprensión depende de factores estructurales
(por ejemplo, la educación transmite a lo largo de todas las clases, y por lo general,
la cosmovisión de las clases dominantes) y coyunturales (por ejemplo, la llegada de
Piñera al poder, que ‘neutralizó la neutralización’).

 Siempre hay microlucha de clases, pues los individuos siempre intentan mejorar
sus condiciones de vida. Pero la lucha de clases, entendida como una lucha
colectiva y coordinada por el mejoramiento de las condiciones materiales,
simbólicas, epistémicas y cráticas de vida, depende de la formación de
autoconciencia de clases. El derecho juega un rol en producir tal autoconciencia;
por ejemplo, en los grandes textos jurídicos (declaraciones de derechos,
constituciones, leyes) suelen encontrarse rastros, signos, de las luchas que llevaron
a las clases dominantes a asumir tal condición; dichos textos reflejan su hegemonía,
pues universalizan su situación histórica particular.

 El Estado y el Derecho, incluyendo la Constitución, son, como decía Poulantzas,


una ‘condensación’ de relaciones de fuerza, históricamente constituida.

1.4 DESAFÍOS TEÓRICOS (DESCRIPTIVOS)

Producir una reconstrucción arquitectónica del derecho moderno que revele la


autocomprensión del derecho como autónomo, autocomprensión que se vale de tres
aspectos: la existencia de una racionalidad inmanente al derecho, la ‘ciencia jurídica’; la
existencia de bienes jurídicos, consistentes en intereses de sujetos concretos que han sido
juridizados; y la existencia de instituciones cuyo fin es proteger dicha racionalidad y dichos
bienes, tales como la imparcialidad e independencia judicial, o el debido proceso.

Producir una reconstrucción genealógica del derecho contemporáneo que revele su


dependencia de las transformaciones en la estructura de clases y del devenir de la lucha de
clases; particularmente, que muestre la relativa dependencia de los contenidos de la
autocomprensión del derecho moderno de aquellos aspectos.
1.5 OBJETIVOS PRÁCTICOS

Cuestionar la ideología jurídica: su promesa de libertad, igualdad, propiedad y


seguridad. En esto, se ha de seguir el camino que delineara Marx en textos tales como
Introducción a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel, donde cuestiona a la
Revolución Francesa como una “revolución parcial, meramente política”, en virtud de la
cual “una clase precisa emprende, basándose en su situación especial, la emancipación
general de la sociedad”, liberando a toda la sociedad, “pero sólo bajo el presupuesto de que
la sociedad entera se encuentre en la situación de esta clase, o sea, por ejemplo, que disfrute
de bienes de fortuna y cultura o pueda adquirirlos sin dificultad”.

Diferenciarse del Law y Economics, ‘verdad parcial’ que habla sobre las ‘personas’,
sublimando toda densidad contextual, particularmente a las clases sociales, y que presenta a
la economía, como denunciara Marx en los Grundrisse, “como regida por leyes eternas de
la naturaleza, independientes de la historia, ocasión esta que sirve para introducir
subrepticiamente las relaciones burguesas como leyes naturales inmutables de la sociedad
in abstracto”.

Cuestionar la homogeneidad y abstracción con que se habla de ‘los juristas’ y del


‘saber jurídico’, homogeneidad que esconde que los juristas, así como los jueces y los
legisladores, desempeñan en general el rol de ‘intelectuales orgánicos’ de clases concretas,
por lo general de las clases dominantes. Es necesario explorar la situación en que franjas
específicas de juristas, jueces y legisladores alcanzan márgenes de autonomía respecto de
las clases dominantes, en vistas a determinar si ello les puede permitir disponerse al
servicio de otras clases sociales, o si existen factores estructurales que lo impiden.

Ofrecer una respuesta a la siguiente pregunta: ¿qué recursos ofrecen el Estado y el


derecho para la producción de conciencia de clase entre las clases subalternas, la
acumulación de fuerza por parte de ellas, y la incidencia en la configuración del Estado
entendido como condensación de fuerzas?

Finalmente, la evolución de las fuerzas productivas dará a luz las contradicciones


del sistema capitalista, que llegará a un callejón sin salida y surgirá la revolución comunista
para romper el nudo gordiano del sistema capitalista. Así llegamos a la síntesis o
superación, en la que será vencida la clase dominante por el proletariado y se instaurará el
reino del comunismo, pero en un grado de desarrollo superior al comunismo primitivo,
porque se habrán abierto todas las puertas de la tecnología y la producción, en donde la
comunidad podrá dar a todos según sus necesidades y sus hombres trabajarán según sus
cualidades o aptitudes. Tendremos una era fundada en la auténtica naturaleza humana.

Marx estudió especialmente el segundo período, el sistema capitalista, de cuyo seno


nacerá el comunismo como consecuencia de las nuevas fuerzas productivas y de la lucha de
clases, que este sistema provocará. Es el período de la alienación, en que el hombre no
solamente es extraño al hombre, sino que el hombre domina y explota al hombre.

1.6 EL MARXISMO COMO TEORÍA EDUCATIVA

"El conocimiento humano tiene un carácter relativo. Es cuantitativamente relativo,


en el sentido de que conocemos más cosas acerca de la realidad que las generaciones
pasadas, mientras que las futuras sobrepasarán el estado presente del conocimiento. Es
cualitativamente relativo, en el sentido de que el significado de los hechos hoy conocidos se
irá mejorando de generación en generación, conforme el hombre vaya descubriendo más y
más su relación con otros hechos desconocidos en la actualidad.

"El conocimiento humano no puede disfrutar de absolutez, porque sería obligar a las
generaciones futuras a renunciar a conquistar la verdad; sería condenar al mundo a una
parálisis intelectual. Esta es la verdadera clave del progreso y de la evolución. El
relativismo marxista sostiene que el conocimiento humano tiene una base firme en la
realidad objetiva; lo que fue verdad hace dos siglos no puede ser nunca falso; pero sí puede
ser completado cuantitativa y cualitativamente. Esto es el relativismo marxista. Un
concepto clave en la filosofía marxista es el de alienación, cuyos sinónimos o vocablos
afines son: ilusión, objetivación y escisión. Calvez escribe:

"La alienación es el tipo general de las situaciones del sujeto. Absolutizado que se
ha dado un mundo propio, un mundo formal, rechazando por ende lo verdadero concreto y
'sus exigencias." Por la alienación, en definitiva, el hombre se pierde a sí mismo, se
desadapta, se proyecta hacia irrealidades compensatorias. La alienación es un modo
existencial, un compromiso, una manera de vivir y existir; es la manera de hacerse
inauténtico, creándose un mundo impropio; es la aceptación de estructuras y
superestructuras que le sacan de sí; es un desajuste entre las relaciones de propiedad o de
producción con las fuerzas de producción.

La alienación puede significar la misma situación existencial deformante y las


ilusiones producidas por esa situación. La alienación marxista es una alienación
sociológica, no psiquiátrica. Todo cuanto enajene al hombre es una alienación; sus clases
son, pues, muchas; pero nos fijaremos única: mente en tres. La alienación económica es la
primera y fundamental; por ella el trabajador se siente defraudado, porque no se
corresponden los esfuerzos de su trabajo con el producto que él devenga, siendo el
capitalista quien reporta la mayoría de la producción. La mejor explicación de este tipo de
alienación son sus clásicas tesis sobre la economía.

"La cuestión de saber si el pensamiento humano puede tener acceso a una verdad
objetiva, no es una cuestión del terreno de la teoría, es una cuestión de la práctica. Es en la
práctica donde el hombre ha de demostrar la verdad; es decir, la realidad y pujanza, la parte
más próxima del pensamiento." "Antes de ofrecer los rasgos propios de la teoría educativa
marxista, no es superfluo advertir que Marx critica la enseñanza de su época por su falta de
atención a los problemas educativos, por la degradación física y moral de los niños, por la
unilateralidad de niños. y adolescentes en el trabajo, por las ridículas providencias del
capitalismo a la instrucción de menores, por el clasismo.

" Los investigadores sobre teoría educativa comunista suelen concluir que los
cambios operados en la política comunista educativa a lo largo del siglo XX no han sido
tales que hayan modificado sustancialmente el concepto marxista de educación. La
educación es preparar al educando para que dialécticamente se abra a la naturaleza, al
trabajo y a la sociedad. La educación es un progreso alcanzado en la lucha, progreso que
sigue las reglas de tesis, antítesis y síntesis del método hegeliano, de manera que la
amalgama de ideas, energías y fuerzas produzcan la evolución positiva. La educación no
puede ser idealista, porque la educación ha de ser lanzada a la realidad y a la praxis; la
educación es actividad, porque sólo por ella pueden actuar los dinamismos que la
condicionan o constituyen: "Las ideas nada pueden realizar. Para realizar las ideas se
necesitan hombres que pongan en marcha una fuerza práctica.

" La educación es eminentemente social, ya que una de sus finalidades es capacitar a


los individuos, mediante el aprendizaje de un oficio o profesión, para que se inserten en la
sociedad. Y como la sociedad es revolucionaria, hay que disponerle para la lucha y la
revolución. La educación es un medio para mentalizar a los ciudadanos y para ayudarles a
dar el paso desde una sociedad capitalista a una sociedad comunista, misión en la cual
colaborará el sistema transitorio de la dictadura proletaria. La educación socializada y, por
consiguiente, Marx, contradice las ideas liberales individualistas de Montaigne, de Locke y
de Rousseau.

La exageración más crasa de esta abierta guerra al individualismo es la actividad


marxista frente a la familia, a la que arrancó los hijos, como utópicamente lo sugiere Platón,
en la persuasión de que la forma más eficaz de hacerlos ciudadanos, era realizarles en
medio de los otros, aislados de los lazos familiares que separan y marcan demasiado
particularmente el desarrollo de los educandos. De aquí las realizaciones de Makárenko; de
aquí la empecinada defensa de que el Estado es el único que tiene derecho a educar.

2. TEORÍA MARXISTA DEL DERECHO: CONCEPCIÓN FILOSÓFICA

2.1 INFLUENCIAS INTELECTUALES DE MARX

Marx tuvo grandes influencias filosóficas, la de Feuerbach, que le aportó y afirmó su visión
materialista de la historia, y la de Hegel, basada en la filosofía kantiana y que inspiró los
jóvenes hegelianos, quien entre ellos, Marx usó la dialéctica en la aplicación del
materialismo. Aunque para su trabajo de disertación doctoral eligió la comparación de dos
grandes filósofos materialistas de la antigua Grecia, Demócrito y Epicuro, Marx ya había
hecho suyo el método hegeliano, su dialéctica. Ya en 1842 había elaborado su Crítica de la
filosofía del derecho de Hegel desde un punto de vista materialista. Pero a principios de la
década de 1840, otra gran influencia filosófica hizo efecto en Marx, la de Feuerbach,
especialmente con su obra La esencia del cristianismo. Tanto Marx como Engels abrazaron
la crítica materialista de Feuerbach al sistema hegeliano, aunque con algunas reservas.
Según Marx, el materialismo feuerbachiano era inconsecuente en algunos aspectos, por ello
lo llama «contemplativo». Es en las Tesis sobre Feuerbach (Marx, 1845) y La ideología
alemana (Marx y Engels, 1846) donde Marx y Engels ajustan sus cuentas con sus
influencias filosóficas y establecen las premisas para la concepción materialista de la
historia.

Si en el idealismo de Hegel la historia era un devenir de continuas contradicciones que


expresaban el autodesarrollo de la Idea Absoluta, en Marx son el desarrollo de las fuerzas
productivas y de las relaciones de producción las que determinan el curso del desarrollo
socio-histórico. Para los idealistas el motor de la historia era el desarrollo de las ideas.
Marx expone la base material de esas ideas y encuentra el hilo conductor del devenir
histórico.

La revisión de Marx del hegelianismo también estuvo influenciada por el libro de Engels de
1845, La condición de la clase obrera en Inglaterra, que llevó a Marx a concebir la
dialéctica histórica en términos de conflicto de clases y a ver a la clase obrera moderna
como la fuerza más progresista para la revolución. A partir de entonces, Marx y Engels
trabajaron juntos por el resto de la vida de Marx para que las obras recopiladas de Marx y
Engels se publicaran generalmente juntas, casi como si fuera el resultado de una persona.

2.2 CONCEPCIÓN MATERIALISTA DE LA DIALÉCTICA


El materialismo dialéctico es la corriente del materialismo basada en los planteamientos
originales de Friedrich Engels y Karl Marx que posteriormente fueron enriquecidos
por Lenin y sistematizados, principalmente, por miembros de la Academia de Ciencias de
la Unión Soviética. Esta corriente filosófica define la materia como el sustrato de
toda realidad, sea concreta o abstracta (pensamientos), emancipa la primacía e
independencia de la materia ante la conciencia y lo espiritual, declara la cognoscibilidad del
mundo en virtud de su naturaleza material, y aplica la dialéctica basada en las leyes
dialécticas propuestas por Georg Wilhelm Friedrich Hegel para interpretar el mundo,
superando así al materialismo mecanicista. El materialismo dialéctico es uno de los tres
componentes (la base filosófica) del comunismo marxista-leninista. Denominado Diamat,
el materialismo dialéctico fue también la filosofía oficial de la antigua Unión Soviética.

2.3 CONCEPCIÓN MATERIALISTA DE LA HISTORIA


El materialismo histórico (término acuñado por el marxista ruso Gueorgui Plejánov),
también conocido como la concepción materialista de la historia, es una metodología
marxista que se enfoca en las sociedades humanas y su desarrollo a través de la historia,
argumentando que la historia es el resultado de condiciones materiales más que ideales.

Marx resumió la génesis de su concepción materialista de la historia en Contribución a la


crítica de la economía política (1859).

En El capital, Marx expone su famosa concepción materialista de la historia según este


punto de vista han sido los factores económicos los que han conducido la historia y
determinan lo que más llaman la superestructura cultural de las ideas religiosas, artísticas,
legales, filosóficas, éticas y políticas en cualquier sociedad. El materialismo histórico es un
ejemplo del socialismo científico de Marx y Engels, que intenta mostrar que el socialismo y
el comunismo son necesidades científicas más que ideales filosóficos.

En conclusión, la historia no es el desarrollo del espíritu «absoluto» de Hegel, sino el


producto material de los hombres reales y concretos empujados por sus condiciones
socioeconómicas.

Análisis de las clases sociales

El concepto de clase social no fue inventado por Karl Marx, sino por los fundadores de
la economía política (Adam Smith…), los fundadores de la tradición de la historia política
francesa (Alexis de Tocqueville), y de la historia de la revolución francesa (Guizot, Mignet,
Thierry). Para los teóricos ingleses, los criterios de identidad de una clase social, se
encuentran en el origen de los ingresos: los tipos de ingresos, la renta de la tierra,
las ganancias y los salarios. Estos tres grupos son los principales para la nación:
terratenientes, trabajadores y empresarios.

Entre los pensadores franceses, el término de “clase” es un término político. Por ejemplo,
para autores como Tocqueville, existen diferencias entre clases cuando los diversos grupos
sociales compiten por el control de la sociedad. Marx señaló su contribución a la
comprensión de las clases sociales:

Para Marx, las clases sociales son parte de la realidad social. Las luchas de estas clases
sociales, señalan el cambio social como un fenómeno duradero. Estas clases son el
resultado de un mecanismo de división del trabajo, que se desarrolló al mismo tiempo que
la privatización de los medios de producción. Las clases sociales surgen cuando la
diferenciación de las tareas y las funciones dejan de ser cosa del azar para convertirse en
una herencia. Hay una tendencia hacia la polarización entre las dos clases más antagónicas
entre sí.

Este antagonismo es la base de toda transformación que afecte al funcionamiento de la


organización social y que modifique el curso de la historia. Para Marx, el proceso de
producción capitalista crea dos posiciones: la de los explotadores (empresarios) y los
explotados (trabajadores). Los comportamientos individualistas y colectivos se explican a
través de estas posiciones en la reproducción de un sistema. El conflicto de clase es un
rasgo cultural de la sociedad. Estos conflictos son el motor de los grandes cambios sociales.
Marx se interesa por los cambios endógenos, es decir, aquellos que nacen del
funcionamiento de la sociedad. La posición del individuo en las relaciones de
producción (trabajador o explotador) es, según él, el elemento que permite la definición de
la clase.

Los marxistas consideran que la sociedad capitalista se divide en clases sociales, de las que
toman en consideración principalmente dos:

La clase trabajadora o proletariado: Marx definió a esta clase como «los individuos que
venden su mano de obra y no poseen los medios de producción», a quienes consideraba
responsables de crear la riqueza de una sociedad (edificios, puentes y mobiliario, por
ejemplo, son construidos físicamente por miembros de esta clase; también los servicios son
prestados por asalariados). Engels señala que el proletariado nació a raíz de la revolución
industrial por la segunda mitad del siglo XVIII en Inglaterra y se repitió luego en todos los
países civilizados del mundo.
La burguesía: quienes «poseen los medios de producción» y emplean al proletariado.
Constituyen la clase mercantil por excelencia: su riqueza proviene de la
administración intelectual de los negocios. Se apropian del excedente económico de toda la
sociedad por el mecanismo de la plusvalía, capaz de confiscar de forma no coercitiva
(mercantil, racional) el valor trabajo, pilar de todo valor y riqueza.

Existen otras clases que integran aspectos de las dos principales, o que, estando asociadas a
alguna, manifiestan nuevos rasgos propios particulares.

El lumpenproletariado: los que viven en pobreza extrema y no pueden hallar trabajo con
regularidad. Abarca desde la amplia masa de indigentes desocupados y/o con trabajos
precarios, hasta sectores en extremo marginales como las prostitutas y los soldados del
crimen organizado, etc.

La pequeña burguesía: forma parte del pueblo trabajador, pero en menor o mayor medida
su trabajo crea capital y encuentra en él su sostén, aunque en niveles de acumulación
siempre muy inferiores al de la gran burguesía. Este capital genera los más diversos
segmentos sociales, según sea principalmente intelectual (profesionales), o mercantil
(pequeños comerciantes), o inmobiliario (pequeños y medianos campesinos, rentistas
urbanos) o financiero (pequeños especuladores) o directamente industrial (pequeños
empresarios).

Marx considera que, para que no haya una clase social, debe haber una conciencia de clase:
la conciencia de tener un lugar común en la sociedad. Marx señaló que no basta con que
muchos hombres estén del lado de un solo plan económico para que se forme el espíritu de
clase. La conciencia de clase denota la conciencia, de sí misma y del mundo social, que
posee una clase social y su capacidad para actuar racionalmente en su mejor interés, por lo
tanto, se requiere conciencia de clase antes de que pueda efectuar una revolución exitosa y,
por lo tanto, la dictadura del proletariado.

Según el análisis marxista, la clase social dominante organiza la sociedad mediante la


protección de sus mejores privilegios. Para ello, se instaura el Estado, instrumento político
de dominación: “policía y ejército responsable de mantener la seguridad y el orden público,
el orden “burgués”. Marx también habla de "la ideología dominante". En cualquier
sociedad, hay ideas, creencias y valores que dominan la vida social y cultural. Estas ideas
dominantes son producidas por la clase dominante, es decir, la burguesía. Por lo tanto, estas
ideas expresan la opinión de estas clases, es decir, la justifican y se esfuerzan en
perpetuarse. Estas ideas penetran la mente, y a menudo funcionan como una visión del
mundo en contra de sus intereses reales.

Lucha de clases y modos de producción

Engels compartió las suposiciones básicas con Marx de que la historia de la humanidad es
una "historia de luchas de clases" y que su curso está determinado en gran medida por las
condiciones económicas. Engels dice que esta fórmula se limita a la historia escrita. No
obstante Marx no "inventó" el concepto de la lucha de clases. En realidad, la lucha de
clases se ha teorizado mucho antes que él, por historiadores de la restauración,
como François Guizot y Augustin Thierry. La contribución fundamental de Marx en este
concepto es haber demostrado que la lucha de clases no se extingue en la Revolución
Francesa, sino que se prolonga en oposición burguesía / trabajadores en la de era capitalista.

En Anti-Dühring y en sus últimos escritos, Engels elaboró aún más los conceptos
de filosofía de la historia. La visión de Engels de la historia se caracteriza por un optimismo
fundamental. Al igual que Hegel, no entiende la historia humana como una "intrincada
confusión de violencias sin sentido", sino como un proceso de desarrollo, cuya ley interna
se puede percibir a través de todas las coincidencias aparentes.

Por lo tanto, Marx toma prestado de los economistas clásicos la idea implícita de clases
como un factor de producción, la historia de las clases y el conflicto como productor de la
historia. A todas estas teorías, Marx aporta el concepto del estado de la clase social como su
lucha intrínseca: sin lucha no hay clases. Las clases sociales se consiguen con las luchas
perpetuas históricamente determinadas. Cada etapa de la sociedad que se ha dado a lo largo
de la historia se puede caracterizar a través de un modo de producción diferente.

Un modo de producción se basa en el conjunto formado por las fuerzas productivas y las
relaciones sociales de producción que se dan en la sociedad. En cada una de las etapas de la
evolución, el modo de producción demuestra un estado de la sociedad. Este es tomado
como algo social, ya que, sin fuerzas productivas, no puede haber ninguna duda sobre la
falta de producción. Dichas fuerzas productivas son: los instrumentos de la producción, la
fuerza de trabajo de los hombres, los objetos de trabajo, los conocimientos y las técnicas, la
organización… Con motivo de todas estas actividades de producción y a través de ellas, los
hombres entran en las relaciones sociales. El modelo de producción no puede ser reducido a
un simple aspecto técnico, ya que es uno de los conceptos más importantes para Marx.

Marx consideró los conflictos de clase como la fuerza impulsora de la historia humana, ya
que estos conflictos recurrentes se han manifestado como distintas etapas de transición de
desarrollo en Europa occidental. En consecuencia, Marx designó la historia humana como
que abarca cinco etapas de desarrollo en los modos de producción:

1.- Comunismo primitivo: como en las sociedades tribales cooperativas.

2.- Sociedad esclavista: un desarrollo de tribal a ciudad-estado; nace la aristocracia.

3.- Feudalismo: los aristócratas son la clase dominante; los comerciantes evolucionan a
capitalistas.

4.- Capitalismo: los capitalistas son la clase dominante, que crean y emplean
al proletariado.

5.- Comunismo: sociedad sin dinero, estado, propiedad privada y clases sociales.

Comunismo, socialismo y dictadura del proletariado

Marx forma parte de un pensamiento dialéctico, en contraposición al mecanicismo que está


presente en el materialismo anterior, ve la convivencia entre clases, como un papel
determinante en el desarrollo de la historia. A través de esta visión, el proletariado se
transforma en una clase en sí y para sí, se vuelve consciente de sus intereses de clases, que
son: socializar los medios de producción (socialismo) con el fin de maximizar las fuerzas
productivas, la extinción de las diferentes clases sociales y la existencia de un estado
político (comunismo). La historia sigue siendo la suma de las contingencias sujetas a los
vaivenes de las luchas sociales de clases. La historia no es una evolución lineal entre los
modos de producción, sino que es una transformación dialéctica de tomar conciencia de
clases que experimentan fluctuaciones de lucha de clases en determinados momentos de la
historia. En este desarrollo, las fuerzas productivas son cada vez más contradictorias con
respecto a las relaciones sociales de producción, ya que no evolucionan al mismo ritmo.
Más allá de un cierto nivel de producción, los sistemas sociales se bloquean. Una época de
revolución social que comienza a funcionar, permite eliminar las viejas relaciones de
producción para dar paso al desarrollo de relaciones más coherentes al nivel alcanzando por
las fuerzas productivas.

La democracia burguesa se ejerce como una dictadura de la burguesía sobre el proletariado,


donde los intereses de estos últimos se oponen a los de la propiedad privada. Por el
contrario, la dictadura del proletariado, es la dictadura de la clase más numerosa que no
busca sostener su situación de dominio sino hacer desaparecer los antagonismos de clase.
Solo en la sociedad comunista, cuando se haya roto cuando hayan desaparecido los
capitalistas y no haya clases sociales, solo entonces "desaparecerá el Estado y podrá
hablarse de libertad". El comunismo constituye pues el estado de la sociedad sin divisiones
de clase y por lo tanto, sin lucha de clases. En Las luchas de clases en Francia de 1848 a
1850, Marx expresó que "la emancipación del proletariado es la abolición del crédito
burgués, pues significa la abolición de la producción burguesa y de su orden.".

2.4 CONCEPCIÓN MARXISTA DE IDEOLOGÍA


El papel de la ideología, según esa concepción marxista de la historia, es actuar de
lubricante para mantener fluidas las relaciones sociales, proporcionando el
mínimo consenso social necesario mediante la justificación del predominio de las clases
dominantes y del poder político. Tal como el materialismo histórico define el concepto, la
"ideología" forma parte de la superestructura (en alemán: Überbau) , determinada por las
condiciones materiales de las relaciones de producción o estructura (en alemán: Basis)
económica y social y el reflejo que produce es denominado "falsa conciencia". Como
el sofista Trasímaco, Marx dijo que "las ideas de la clase dominante son las ideas
dominantes en cada época".

La moral en el marxismo

Marx no se ocupó directamente de las cuestiones éticas. Su concepción materialista de la


historia considera la moral como producto de la base económica de la sociedad. Engels
dedicó más tiempo analizando la moralidad en su obra Anti-Dühring. En ella señala que la
moral siempre fue "una moral de clase; o bien justificaba el dominio y los intereses de la
clase dominante, o bien, en cuanto que la clase oprimida se hizo lo suficientemente fuerte,
representó la irritación de los oprimidos contra aquel dominio y los intereses de dichos
oprimidos, orientados al futuro”, rechazando así cualquier ética dogmática basada en leyes
eternas o inmutables.

Teoría marxista de la alienación

La teoría marxista de la alienación (en alemán: Entfremdung) es la


interpretación antropológica del concepto psicológico y sociológico de alienación.

Dicha interpretación considera que el trabajador, desde el punto de vista capitalista, no es


una persona en sí misma sino una mercancía (llamada fuerza de trabajo) que puede
representarse en su equivalente dinerario, es decir, el trabajador es una determinada
cantidad de dinero utilizable, como mano de obra, para la multiplicación del mismo. La
"Enciclopedia de Marxists Internet Archive" define la alienación como «el proceso por el
cual las personas se vuelven ajenas al mundo en el que viven».

Karl Marx, quien fue fuertemente influido por el filósofo griego Epicuro al tomar un tema
revelador para su tesis doctoral: Diferencia entre la filosofía de la naturaleza de Demócrito
y la de Epicuro. Toma el término y lo aplica al materialismo; en concreto a la explotación
del proletariado y a las relaciones de propiedad privada. En su enfoque,
denominó alienación a las distorsiones que causaba la estructura de la sociedad
capitalista en la naturaleza humana. Aunque era el actor el que padecía la alienación en la
sociedad capitalista, Marx centró su análisis en las estructuras del capitalismo que causaban
tal alienación.

La base teórica de la alienación dentro del modo de producción capitalista que el trabajador
pierde invariablemente la capacidad de determinar la vida y el destino cuando se le priva
del derecho a pensar (concebirse) a sí mismo como el director de sus propias acciones;
determinar el carácter de dichas acciones; para definir relaciones con otras personas; y
poseer esos artículos de valor de bienes y servicios, producidos por su propio trabajo. Si
bien el trabajador es un ser humano autónomo y autorrealizado, como entidad económica
este trabajador está dirigido a metas y desviado a actividades que son dictadas por la
burguesía los medios de producción - para extraer del trabajador el máximo cantidad
de plusvalía en el curso de la competencia empresarial entre industriales.

2.5 CONCEPCIÓN MARXISTA DEL ESTADO


La concepción marxista del Estado se puede dividir en tres áreas temáticas: estados
precapitalistas, estados en la era capitalista (es decir, presente) y el estado (o la ausencia del
mismo) en la sociedad poscapitalista (comunista). Este hecho se superpone al de que sus
propias ideas sobre el Estado cambiaron a medida que crecía, diferenciándose en su primera
fase precomunista, la fase joven de Marx que es anterior a los levantamientos de 1848 en
Europa y en su trabajo maduro y más matizado.

La visión marxista del Estado es un conjunto de "aparatos" al servicio de la clase


dominante. El rechazo marxista del Estado como una instancia superior al ser humano o
persona privada es argumentado en la Crítica de la filosofía del derecho de Hegel. El
Estado burgués no puede ser defensor de los intereses generales, ya que éstos se oponen a
los de la propiedad privada, sin cuya abolición nunca habrá una genuina "emancipación
humana".

El Estado es siempre el Estado de la clase dominante, y el gobierno "es el órgano de la


sociedad para el mantenimiento del orden social; detrás de él, vienen las distintas clases de
propiedad privada". Luego la abolición de la propiedad privada lleva a la desaparición del
Estado, y por consiguiente las clases sociales. En Anti-Dühring, Friedrich Engels expresó
que el Estado no se suprime, sino que se extingue. Vladimir Lenin enfatiza este aforismo,
pues señala el carácter gradual del proceso y su espontaneidad. Nikolái
Bujarin como marxista ortodoxo, consideraba la ideología como cimiento del Estado.

El origen del estado

Para los marxistas, el Estado no ha existido siempre. Hubo un tiempo en donde no existía el
Estado, donde los vínculos generales, la sociedad misma y la organización del trabajo se
mantenían gracias a la fuerza de la costumbre o debido al respeto que ejercían sobre la
comunidad los jefes de las gens, o las mujeres, que con frecuencia tenían los mismos
derechos y obligaciones que los hombres. Asimismo, no existía una categoría especial de
personas que se encargasen de gobernar. Engels divide la historia de la humanidad en su
obra El origen de la familia, la propiedad privada y el estado en tres fases: salvajismo,
barbarie y civilización.

La economía marxista

La economía política es esencial para esta visión, y Marx se basó en los economistas
políticos más conocidos de su época, los economistas políticos clásicos británicos, para
posteriormente criticar su forma de pensar. La economía política, que es anterior a la
división que se hizo en el siglo XX de las dos disciplinas, trata las relaciones sociales y las
relaciones económicas considerándolas entrelazadas. Esta teoría de la explotación la
desarrolló en El capital, investigación dialéctica de las formas que adoptan las relaciones de
valor.

En su labor política y periodística, Marx y Engels comprendieron que el estudio de la


economía era vital para conocer a fondo el devenir social. Fue Marx quien se dedicó
principalmente al estudio de la economía política una vez que se mudó a Londres. Marx se
basó en los economistas más conocidos de su época, los británicos, para recuperar de ellos
lo que servía para explicar la realidad económica y para superar críticamente sus errores.

2.6 FILOSOFÍA MARXISTA PERUANA


Sin duda alguna es José Carlos Mariátegui una de las figuras más sólidas del materialismo
dialéctico e histórico en toda América Latina. Este peruano fundó en la década de los 30,
del siglo XX, el Partido Socialista del Perú y la Central de los Trabajadores del Perú (CTP).
La izquierda peruana nacía enterrando el idealismo del 900 y sepultando políticamente a
una generación sin arrastre popular. Si la Generación Arielista aportó el enfoque peruanista
su reformismo nacionalista resultó infecundo en 1931, ante el revolucionarismo del
marxismo y del aprismo y la solución militar dictatorial de la plutocracia extranjerizante.

Mariátegui aplicó su filosofía marxista al estudio de los problemas concretos del Perú, su
obra más importante es "7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana" una obra, que
en esencia, trasciende todos los tiempos por la lucidez de su análisis y por los problemas
que, desde hace décadas atrás, se encuentran sin resolver en el Perú.

El mariateguismo también pone énfasis en el problema del indio, de la tierra y no comparte


el anticlericalismo de González Prada, reivindicando el papel del mito como categoría
revolucionaria. Postura distinta que precursa a los posteriores corifeos del marxismo en el
Perú que abogarán por una nación atea.

Desde los años 70 la filosofía marxista fue asentándose en la cátedra universitaria de las
universidades nacionales con los cursos de materialismo histórico y materialismo
dialéctico, pero a pesar de ello no afloró ninguna expresión teórica original. En San Marcos
el profesor Raimundo Prado encabezó un marxismo aburguesado sin fibra revolucionaria ni
pasión teórica. El resultado era previsible, toda una generación enfangada en la repetición
de un dogma estéril y sin adaptación a nuestra realidad. Simplemente se siguió el dictak
moscovita, maoísta y del mariateguismo quedó el clisé. Fue toda una generación perdida en
la repetición del marxismo importado desde Pekín, Moscú u otra moda imperante. La
universidad peruana fracasó en el intento de revivir el pensamiento marxista de Mariátegui
y en su lugar generó estancamiento y retraso teórico.

En la década de los 80 y 90 el Perú también conoció la versión insurreccional del marxismo


maoísta del Partido Comunista "Sendero Luminoso", encabezado por el profesor de
filosofía Abimael Guzmán. Éste enarboló la lucha armada argumentando que reconstruía el
mariateguismo repudiando todo oportunismo, revisionismo y cretinismo parlamentario. Su
captura en 1992 coincidió con el repliegue comunista en el mundo y significó la derrota
ideológica del marxismo. Desde entonces las elecciones presidenciales en el Perú
favorecieron a candidatos de centro izquierda.

En una palabra, la filosofía marxista en el Perú ha perdido su rol original y orientador que
tuvo con Mariátegui, y hegemónico que conoció en la década de los 70. A pesar de la
presencia del postmarxismo sobrevive una versión marxista que viene de la guerra fría, y su
notorio retraso teórico y falta de autocrítica ha favorecido el avance de las filosofías
analíticas, postestructuralistas, semióticas y posmodernas.

3. PRINCIPIOS DE LA TEORIA MARXISTA DEL DERECHO


Para el autor Pacheco, Carlos Marx, en el prefacio a la “Contribución a la Crítica de la
Economía Política” (1859) y en la “Ideología Alemana” (1846), había situado al Derecho
en la superestructura de la sociedad capitalista. Sobre la base real o conjunto de relaciones
de producción del régimen capitalista, “se levantan una superestructura jurídica …..”,
Luego califica las formas jurídicas (en otras) de formas ideológicas, gracias a las cuales los
hombres adquieren conciencia del conflicto entre las fuerzas de producción y sus
relaciones.

Cualesquiera que sean las teorías del derecho burgués que se invoquen, para Marx el
Derecho y la legislación de una época están en función de las relaciones de producción de
esa época, y que no existe nada absoluto y definitivo en ese sentido. Estado y Derecho
surgen de las condiciones materiales de la vida de los pueblos y son la expresión de la
voluntad dominante de aquella clase que detenta el poder en el estado. (pp.89-90).

El autor Fernández en su investigación sobre el Marxismo y derecho nos explica lo


siguiente:

El concepto marxista del Derecho es una confirmación de que la Revolución y el Derecho,


términos que parecen antitéticos, guardan entre sí indudable relación, porque no son sino
expresión de la dramática contienda entre el estatismo de la Ley y el dinamismo de la vida.

Precisamente una Revolución se hace necesaria cuando el sistema de normas jurídicas por
las que se rige un pueblo es ineficaz o inadecuado para regular su vida o está en
contradicción con ella, pero, a su vez, una Revolución necesita para encauzar y hacer
fecunda la transformación que representa de un Derecho que la proteja y ampare. Podemos
decir que toda Revolución supone un Derecho nuevo y que todo Derecho que envejece es el
germen de una Revolución. Pero esta relación será tanto más o menos intensa según el
carácter de la Revolución. Si es meramente política o social, alcanzará tan sólo a la
regulación jurídica positiva; en cambio, si además es filosófica y se extiende a la
concepción del mundo y de la vida, claro que entonces afectará a la raíz misma del
Derecho.

Tal ha sucedido con el cristianismo, con el Renacimiento y ahora con la Revolución


comunista, las tres verdaderas Revoluciones que han conmovido en el hombre occidental,
la base y el cimiento de su existencia. De la primera nació un Derecho ideal derivado de la
ley Eterna que rige el mundo y establece su armonía. De la segunda, un Derecho derivado
de la razón humana y del cual fue secuela la Revolución francesa. De la tercera ha surgido
un Derecho considerado tan sólo como consecuencia de las relaciones de la producción. Por
tanto, hoy día el concepto que del Derecho tenemos todos los formados en la civilización
occidental, lo mismo en su versión puramente racionalista o en la teológica cristiana, es
diametralmente opuesto al de los que siguen la concepción del mundo y de la vida que la
Revolución rusa representa. El Derecho en el marxismo está basado en el materialismo
•dialéctico y en el materialismo histórico, por eso y como antecedente necesario algo
hemos de decir de estos dos aspectos del marxismo, así como de su evolución histórica.

La dialéctica del marxismo ha sido calificada con razón de degeneración del hegelismo. Si
Marx multiplica los comentarios despreciativos respecto al materialismo vulgar y
mecanicista» no crea que él se salva de los nuestros por haberle añadido el mágico
calificativo de dialéctico. En efecto, la dialéctica en cuanto recoge la negación del principio
de contradicción, es la más absurda posición del idealismo.

Todo sistema que se considera verdadero, niega la verdad del sistema contrario, y admite
los principios de identidad y de contradicción. No se puede negar y afirmar la misma cosa
al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto. Pues bien, este absurdo es el que el marxismo,
como si fuese la más preciada joya hegeliana, toma y acepta, apartando el resto.

Resulta, pues, que en la concepción dialéctica del materialismo la materia no tiene principio
ni fin: se encuentra en constante movimiento y evolución. De esta evolución sale una
materia organizada de un modo especial: la materia viviente, que tiene por el más alto
producto al cerebro, y como su especial propiedad, la conciencia. La conciencia no es un
principio al lado de la materia, sino una propiedad de ésta, y consiste en la facultad de
percibir, de reflejar internamente los procesos desenvueltos en ella y fuera de ella. Con esta
concepción, los materialistas dialécticos combaten el idealismo que deifica la conciencia,
separándola de la materia, más rechazan también el materialismo vulgar, según el cual la
materia segrega pensamientos, del mismo modo que el hígado segrega bilis.

Por su parte, la concepción materialista de la historia o materialismo histórico, puede


expresarse esquemáticamente en los tres principios siguientes:

1. El factor, decisivo y determinante de la historia son las condiciones económicas.

2. Toda la realidad se encuentra en continuo proceso de evolución. Las condiciones de


la producción cambian siempre, y con ellas, toda la superestructura ideológica (filosofía,
derecho, religión y moral).
3. El factor decisivo en esta evolución son los contrastes económicos y la lucha de
clase.

Bien pronto salta a la vista el carácter limitado de esta teoría. Afirmar que el hombre sólo se
mueve y actúa por razones económicas o afirmar que éstas son las únicas determinantes de
la vida social, someter a los hombres a un férreo determinismo económico, es contrario a la
realidad y a la naturaleza humana. En ésta existen motivaciones de índole espiritual: honor,
justicia, religión, belleza, bondad, fama, heroísmo que tienen tanta o más fuerza que los
materiales. Precisamente el materialismo y el hedonismo moderno que se da no sólo en el
comunismo, sino también en el capitalismo, es la causa principal de la crisis del mundo,
estando su salvación en la espiritualización de la vida, en una valoración superior de los
fines espirituales.

Independientemente de lo dicho es importante hacer constar a este respecto que Engels, al


final de su vida, ha precisado que la producción no es el único fundamento de la evolución
histórica, y los más recientes revisionistas del marxismo por ejemplo Bernstein entienden
que son los hombres quienes hacen la Historia y que sus decisiones no son fatalmente
mecánicas, ni son originadas tan sólo por la situación económica.

Los grandes teóricos del comunismo afirman que los tres pisos del edificio marxista
materialismo, dialéctica materialista y materialismo histórico están sólidamente
encadenados y que mover uno sería amenazar la totalidad.

Bien pronto salta a la vista el carácter limitado de esta teoría. Afirmar que el hombre sólo se
mueve y actúa por razones económicas o afirmar que éstas son las únicas determinantes de
la vida social, someter a los hombres a un férreo determinismo económico, es contrario a la
realidad y a la naturaleza humana. En ésta existen motivaciones de índole espiritual: honor,
justicia, religión, belleza, bondad, fama, heroísmo que tienen tanta o más fuerza que los
materiales. Precisamente el materialismo y el hedonismo moderno que se da no sólo en el
comunismo, sino también en el capitalismo, es la causa principal de la crisis del mundo,
estando su salvación en la espiritualización de la vida, en una valoración superior de los
fines espirituales. Independientemente de lo dicho es importante hacer constar a este
respecto que Engels, al final de su vida, ha precisado que la producción no es el único
fundamento de la evolución histórica, y los más recientes revisionistas del marxismo por
ejemplo Bernstein entienden que son los hombres quienes hacen la Historia y que sus
decisiones no son fatalmente mecánicas, ni son originadas tan sólo por la situación
económica. Los grandes teóricos del comunismo afirman que los tres pisos del edificio
marxista materialismo, dialéctica materialista y materialismo histórico— están sólidamente
encadenados y que mover uno sería amenazar la totalidad.

PORQUE LA LÓGICA DE LA HISTORIA NO ES DE IDENTIDAD SINO DE


CONTRADICCIÓN

La historia no es una caprichosa y azarosa acumulación de acontecimientos, sino que, más


allá de sus rasgos idiosincrásicos y sus ocasionales desvíos, existe un sentido discernible
para el observador que concentre su mirada en las corrientes profundas del proceso. Desde
esta perspectiva, la historia es siempre historia de un modo de producción, verdad
elementalísima negada por el pensamiento burgués que asimila la historia a la crónica de
acontecimientos. La historia contemporánea tiene un sentido fuertemente condicionado por
las necesidades y contradicciones generadas por la acumulación capitalista. Un corolario de
lo anterior es que la lógica que preside su movimiento no es de identidad, sino de
contradicción. Lo que es, a su vez, no es; es también su contrario, y contiene en su seno su
propia negación. “Lo concreto es lo concreto porque es la síntesis de múltiples
determinaciones, por lo tanto, unidad de lo diverso”, dice Marx, en línea con esta tesis, en
su Introducción de 1857 (1974: 58).

3.1 MARX Y LA CONTRADICCIÓN DIALÉCTICA


El autor Bruno (2016), consider que el concepto de contradicción es fundamental a la hora
de comprender el pensamiento dialéctico. La filosofía hegeliana es una filosofía del devenir
y hace de la contradicción la fuente de todo movimiento y de toda vida (Hegel, 1982: 72-
73). Considera que la forma más adecuada de entender la realidad es estudiar el desarrollo
de las contradicciones dialécticas que anidan en ella. Si bien Marx nunca dedicó trabajo
alguno al análisis formal de categorías o conceptos filosóficos, son numerosas sus
afirmaciones acerca de las contradicciones en el seno de la sociedad capitalista y acerca de
la necesidad de despojar a la dialéctica hegeliana de su forma mistificada para poder
comprenderlas. Dado que la concepción dialéctica es fundamental al método de análisis
científico de Marx, veamos entonces cómo se expresa su diferencia con Hegel en el
tratamiento de las contradicciones que hacen ambos.

3.2 LA NEGACIÓN DE LA NEGACIÓN Y EL PRINCIPIO DE IDENTIDAD


En su análisis de “la doctrina de la esencia”, en la Ciencia de la Lógica, Hegel señala que
en el concepto de identidad Todo es igual a sí mismo de la lógica formal, expresado
simbólicamente A=A, la identidad y la diferencia no son dos realidades extrañas, sino que
la segunda ya se encuentra comprendida en la primera. Sólo en la enunciación de este
axioma ya podemos ver que A no es una, sino, que es ella y otra. Los que afirman que la
identidad y la diferencia son diferentes “no ven -dice Hegel- que ya de este modo dicen que
la identidad es algo diferente; pues dicen que la identidad es diferente de la diferencia”
(ídem: 39).

Por otro lado, la expresión A=A en que consiste el principio de identidad no expresa más
que una “vacua tautología”, carente de contenido y que no lleva a avanzar un solo paso en
el camino del conocimiento. Hegel clarifica este argumento con un ejemplo: “cuando a la
pregunta ¿qué es una planta? se da la contestación: una planta es una planta, entonces la
verdad de una tal proposición quedará admitida por toda la sociedad ante la cual se la pone
a prueba y, al mismo tiempo, de manera igualmente unánime, se dirá que con eso no se ha
dicho nada” (ídem: 41). El principio de identidad, al mantenerse firme en esta identidad
inmóvil, que tiene su opuesto en la diversidad, “expresa sólo una determinación unilateral,
y contiene sólo la verdad formal, es decir una verdad abstracta, incompleta”. Y sigue
Hegel: “La verdad está completa sólo en la unidad de la identidad con la diferencia y, por
consiguiente, consiste sólo en esta unidad” (ídem: 39).

Tenemos aquí, entonces, un movimiento que da lugar a la negación de la primera negación.


La identidad para ser tal es el no ser, la negación de la diferencia, y ésta, para ser tal, es la
negación de la identidad. Bajo este mismo aspecto en donde cada uno, para afirmarse,
recurre a su contrario, a su negación, se elimina la distinción entre los dos y se realiza la
negación de la negación, la cual dará lugar a otra categoría que oficiará de síntesis de estas
dos, en este caso la categoría de igualdad (ídem, 3738). Se conforma así una unidad
esencial de ambos contradictorios. Tanto la primera negación como la negación de la
negación constituyen un proceso necesario, que ocurre con necesidad lógica. Hegel dirá,
entonces, que todas las cosas están en contradicción en sí mismas y hará de este principio la
base de su sistema filosófico, haciendo de la contradicción interna para cada categoría y la
negación de la negación el motor del devenir de un todo sistémico y orgánico.

3.3 OPOSICIONES INTERNAS Y EXTERNAS


Para comprender mejor la posición de Marx es necesario aclarar que, en la Crítica,
reconoce fundamentalmente dos tipos de oposiciones: la oposición entre esencias (Wesen)
distintas y la oposición interna a una misma esencia. En relación a las primeras, dice:

“Extremos reales no pueden mediarse entre sí, precisamente por ser extremos reales. Pero
tampoco necesitan mediación alguna, pues son de naturaleza contraria, no tienen nada en
común, nada pide uno al otro, no se completan en absoluto. Ninguno de ellos tiene en su
propio seno ansia, necesidad, anticipación del otro” (Marx, 1968: 110).

Aquí Marx habla de la oposición entre dos naturalezas que nada tienen en común, esencias
distintas o entidades auto‐subsistentes fuera de este nexo ocasional; que no pueden
mediarse, pero que tampoco lo necesitan, pues el enfrentamiento es un hecho que de una u
otra manera debe consumarse (Dotti, 1983: 243) Con respecto a la oposición interna a una
misma esencia da el siguiente ejemplo: El polo norte y el polo sur se atraen. Igualmente se
atrae el sexo femenino y el masculino y sólo la unión de sus diferencias extremas da
nacimiento al hombre (...) el polo norte y el polo sur son, ambos, polos; su ser es idéntico;
de igual modo el sexo femenino y el sexo masculino son ambos un género, un ser, un ser
humano. El norte y el sur son determinaciones opuestas de una misma enti ‐ dad; la
diferencia de una entidad en el mayor grado de su desenvolvimiento (Marx, 1968: 110‐
111).

4. CRITICA A LA TEORÍA MARXISTA DEL DERECHO

4. La crítica del Derecho, Marx y el marxismo


La crisis de 2007 convalidó la vigencia del pensamiento de Marx, en especial de su
teoría del desarrollo capitalista, incluida su teoría de la crisis (Veraza, 2010; 2012). En las
ciencias sociales, particularmente para los economistas, las dudas se disiparon y los
prejuicios perdieron su credibilidad. Por lo menos en parte y temporalmente. Al respecto
habría que recordar que la obra de Marx consiste realmente en un proyecto de trabajo
desarrollado sólo de manera parcial y cuyo sentido y profundidad únicamente ahora,
consolidado el mercado mundial capitalista y corroborada la naturaleza de sus crisis, se
hacen evidentes al convertirse en realidades prácticas efectivas. El objeto de dicho proyecto
es la totalidad capitalista, es decir, el devenir histórico de la sociedad moderna en sus
múltiples dimensiones de sometimiento al capital industrial, entre las cuales se incluye el
Derecho. Precisamente por ello el de Marx es un “discurso crítico revolucionario integral”
(Veraza, 2007: 33-64; 2011: 9-23).
No obstante, Marx concentró gran parte de sus esfuerzos en desarrollar su crítica de
la economía política, sin renunciar, por supuesto, a la crítica global de la sociedad burguesa
(Marx, 2007: pp. 47-50). Al contrario, el carácter central que Marx le atribuye a la crítica
de la economía política, prioritario respecto de la crítica a otras dimensiones particulares de
la vida moderna, se debe precisamente a la relevancia sustancial de la economía política en
tanto discurso que nos remite a las condiciones materiales de la vida social y sus
contradicciones fundamentales (Marx, 2006: 33-82; Korsch, 1977: 103-104; 1979b: 51-80;
Juanes. 1982: 2387; Echeverría, 2017: 75-91). El plan de crítica de la economía política de
Marx constituye el núcleo articulador de su proyecto crítico de la modernidad capitalista
(Veraza, 2008).
Por su parte, la crítica jurídica ocupa una posición de singular importancia en la
concepción y desarrollo del proyecto marxista de crítica global de la sociedad burguesa
(Veraza, 2000). La sociedad moderna no podía entenderse atendiendo simplemente a su
cascarón jurídico, pues la regulación de las relaciones sociales requiere a su vez ser
explicadas. El núcleo del capitalismo no se encuentra en el nivel de la circulación de
mercancías, donde la propiedad, la libertad, la igualdad y la seguridad aparecen como los
derechos fundamentales para el intercambio de cosas, sino en el ámbito de la producción,
donde los principios del Estado burgués se topan de frente con sus limitaciones y
condicionamientos prácticos: la ineludible explotación de la fuerza de trabajo de quienes
carecen de medios de producción propios y las restricciones impuestas a su reproducción a
causa de la apropiación privada de la riqueza social. Mientras que en la trayectoria teórica
de Marx la crítica del Derecho, particularmente a su exposición hegeliana, aparece como
una premisa para la crítica de la política y del Estado, así como para la consolidación
teórica de la crítica de la economía política (Marx, 2008b), para los marxistas, la crítica del
Derecho burgués constituye un despliegue teórico particular dentro de un proyecto crítico
más amplio, que asume como fundamento la crítica de la economía política y que
podríamos caracterizar como una reflexión sobre los límites y las condiciones de
posibilidad del orden jurídico capitalista en aras de una normatividad alternativa
(Pashukanis, 1976).
Esta circunstancia no pasó desapercibida para intelectuales de izquierda de la talla
de Karl Korsch y György Lukács, por mencionar tan sólo a dos destacados forjadores del
llamado “marxismo occidental” o “marxismo crítico”, quienes realizaron aportaciones
imprescindibles para el desarrollo de la crítica marxista del Derecho (Korsch, 1979a: 133-
143; 1980; 1982: 438-445; Lukács, 1969: 267-282; 2005: 59-67). Asimismo, vale la pena
mencionar particularmente las intervenciones de marxistas de la talla de Ernst Bloch y
Ágnes Heller, quienes publicaron sendas obras de reflexión crítico-filosófica sobre el
Derecho y la justicia (Bloch, 1980; Heller, 1994).
Por su parte, la reflexión crítica sobre la naturaleza clasista del Derecho moderno,
los debates respecto al papel del orden normativo y las profesiones jurídicas en el cambio
social, así como la polémica en torno a la subsistencia del Derecho luego de la extinción del
Estado y la abolición de la propiedad privada en el contexto de una revolución comunista,
constituyen tópicos que se plantean regularmente en el “marxismo jurídico” (de la Torre,
1989; Easton, 2008): desde los autores rusos que escribieron al calor de la revolución de
octubre (Cerroni, 1977) y los teóricos de la Escuela de Fráncfort (Scheuerman, 2008) hasta
los cultivadores del positivismo y la filosofía analítica (Kelsen, 1957; 1982; Guastini, 1974;
Atienza, 1983; Atienza y Ruiz, 1993), al igual que los partidarios del uso alternativo del
Derecho (Souza, 2001), así como los miembros de la Critique du Droit (Miaille y otros,
1986; Jeammaud, 1986), pasando por la obra de Umberto Cerroni (Cerroni, 1975), Juan-
Ramón Capella (Capella, 1976), Bernard Edelman (Edelman, 1980) y Peter Fitzpatrick
(Fitzpatrick, 1998), entre muchos otros (Espinoza, 2018: 67-126). No obstante, las
respuestas dadas a tales interrogantes no alcanzan unanimidad en el pensamiento jurídico
socialista (Rivera y Correas, 2013).
En este sentido, luego de más de un siglo de confusiones y reveses, el desarrollo de
la crítica marxista del Derecho ha sido discontinuo e inconsistente, si bien por momentos
brillante. De aquí la pertinencia de reivindicar la fundamentación científica del pensamiento
crítico-revolucionario comunista, en sus fuentes originales y en sus desarrollos más
afinados, con el propósito de superar los extravíos y estancamientos seculares que aquejan
al pensamiento jurídico crítico y que lo han llevado a su actual crisis. En este sentido, la
fundamentación epistémico-metodológica de la crítica jurídica marxista, tarea en la que se
juega su esclarecimiento y consolidación, requiere del estudio de la obra de Marx,
especialmente de El capital. Crítica de la economía política (Marx, 2008a). Por supuesto,
la precisión del objeto teórico de la crítica marxista del Derecho supone conocer la
especificidad del fenómeno jurídico moderno (Kelsen, 1983; 1986), particularmente de la
legalidad burguesa desarrollada bajo la forma de Derecho mundial a partir de redes de
tratados internacionales y la articulación de Constituciones estatales basadas en la
validación jerárquica de órdenes internos compuestos elementalmente por enunciados
normativos de diverso tipo (Capella, 1997; Faria, 2001; Teubner, 2005).
En la producción teórica de Marx encontramos múltiples referencias a cuestiones
jurídicas, aunque, por supuesto, no encontramos una “teoría del Derecho” al estilo de la
teoría jurídica burguesa ni una crítica del Derecho desarrollada al mismo nivel que la crítica
de la economía política (Bobbio, 1999: 185-197). En todo caso, lo que Marx nos ofrece son
los presupuestos epistémico-metodológicos necesarios para plantear y desarrollar en toda su
integridad una crítica sólida del orden jurídico capitalista, además de reflexiones
iluminadoras sobre las limitaciones y las trampas del pensamiento jurídico burgués, así
como sobre el carácter histórico y las condiciones práctico-materiales que sostienen las
instituciones jurídicas fundamentales de la sociedad capitalista: la propiedad privada, los
contratos civiles y transacciones mercantiles, la legislación fabril, el Estado de Derecho, la
división de poderes y los derechos humanos, por ejemplo (Marx, 2002; Marx, 2008a:
103113, 203-214, 318-365, 585-609, 918-928; 2008b: 171-204; Cerroni, 1972: 110-138;
Poulantzas, 1969: 11-35, 109-130).
Al respecto, sería oportuno recordar ciertas tesis básicas del materialismo histórico
que involucran al Derecho: (i) la comprensión de las condiciones jurídicas radica en las
condiciones materiales de vida; (ii) la estructura económica de la sociedad constituye la
base real sobre la cual se alza la normatividad jurídica; (iii) las relaciones de propiedad
expresan jurídicamente las relaciones de producción; (iv) la modificación del fundamento
económico a partir del desarrollo de las fuerzas productivas supone la alteración de la
superficie normativa de la sociedad; (v) las formas jurídicas son formas ideológicas dentro
de las cuales los seres humanos toman conciencia de la dialéctica histórica entre sustancia y
forma sociales; (vi) esta conciencia se debe explicar a partir de las propias contradicciones
de la vida material (Marx, 2006: 65-69).
Por supuesto, Marx no lo dijo todo sobre el Derecho burgués, pero sí dijo cosas
fundamentales para la crítica jurídica materialista y para la construcción de un Derecho no
enajenado ni represivo. De aquí que actualmente, ante la bruma y oscuridad que promueve
la ideología jurídica burguesa, las aportaciones de Marx se vuelvan indispensables para
esclarecer y reorientar la crítica de la legalidad capitalista hacia la construcción de una
sociedad y un Derecho alternativos. La tarea de los marxistas consiste, precisamente, en
desarrollar la crítica jurídica a partir de la crítica de la economía política, el materialismo
histórico y la dialéctica. Por lo que la crítica materialista del Derecho no es una tarea
acabada sino un quehacer en proceso de realización (Espinoza, 2018: 39-66).

4.2 La crítica jurídica como crítica marxista del Derecho


No debe olvidarse que la teoría burguesa del Derecho constituye un discurso
positivo sobre los ordenamientos normativos estatales, sus operaciones internas y sus
interacciones externas, por lo que su nivel de criticidad se circunscribe a los límites
históricos del Derecho positivo de su época. En cambio, el pensamiento jurídico orientado a
la crítica radical de la legalidad capitalista asume una perspectiva que rebasa el horizonte
intelectual burgués retomando la cientificidad a la que necesariamente renunció la ideología
jurídica (Korsch, 1977: 99-100, 103-104; 1979: 84; Lukács, 1969: 51; Horkheimer, 2003:
240-241; Echeverría, 2017: 57-74; Espinoza, 2018: 154-204).
Esta crítica al orden jurídico burgués, al discurso y las prácticas que lo acompañan
toma como punto de partida el cuestionamiento de las condiciones materiales de la vida
social, a la vez que apunta a su transformación revolucionaria, pero lo hace desde una
perspectiva dialéctica de la totalidad del ser social, misma que fundamenta la concepción
materialista de la historia y permite el desarrollo de la crítica de la economía política,
conformándose de esta manera, dicha crítica jurídica, como expresión teórica de una
dimensión particular del proceso histórico de emancipación de la humanidad (Lukács,
1969: 29-30).
No obstante, el desarrollo de la crítica del Derecho moderno a partir de la
comprensión cabal del plan de la crítica de la economía política y de una lectura atenta
de El capital, vaya, del reconocimiento pleno de la teoría del desarrollo capitalista
elaborada por Marx, no ha sido la opción exclusiva o siquiera preferida por la crítica
jurídica contemporánea, ni siquiera por los adeptos de aquella que se identifica como
propiamente marxista (Pérez, 1996: 87-102; Conde, 2015; Conde y Romero, 2016), que ha
avanzado, por momentos, confundiéndose crasamente con la ideología jurídica burguesa, a
veces por el camino de la negación del orden jurídico y el consiguiente desdén por la teoría
del Derecho o la desatención de la práctica legal cotidiana (Sandoval, 2015; D’Auria,
2016), y en ocasiones por los senderos de la bizantinización del marxismo en referencia al
fenómeno normativo (Edelman, 1980; Rivera, 2014) o la simple aplicación caricaturezca de
la dogmática escolástica stalinista al campo jurídico bajo el membrete
de iusmarxismo (Witker y Larios, 1997: 154-160).
Los avatares del combate discursivo y la sumisión ingenua a la inmediatez de los
hechos han facilitado la reivindicación de “otras formas” de hacer “crítica jurídica”, incluso
de una “crítica jurídica moderada”, de una “crítica, auténticamente crítica, de la crítica
jurídica”, de “otras formas” de hacer “crítica jurídica” para cuyo perfeccionamiento sus
portavoces no han dudado en prescindir, cuando les ha sido necesario y oportuno, no sólo
de los marxistas, incluido Engels, sino del mismo Marx, negando la vigencia de la crítica de
la economía política y revocando finalmente, por este camino, los fundamentos del discurso
crítico marxista en general, e incluso olvidándose, y esto es lo más grave, de la crítica
radical al capitalismo o de la necesidad misma de criticarlo (Berumen, 2003: 97-130).
Un contexto de represión social y de triunfalismo conservador enmarca el
irracionalismo epistemológico impuesto por el desarrollo capitalista contemporáneo como
sustento del quehacer teórico y la organización de las disciplinas universitarias. El cruce de
este escenario con una tradición intelectual formalista y de miras precarias respecto del
papel de los abogados en la sociedad burguesa y la ubicación del Derecho en los procesos
de la transformación social, ha derivado en una serie de confusiones e injusticias que han
pesado sobre el pensamiento jurídico crítico y que lo han desfigurado hasta convertirlo en
un compendio de profusos estudios interdisciplinarios o culturalistas (Alviar y Jaramilo,
2012; Marí y otros, 2006; García y Rodríguez, 2003; Courtis, 2009; Sánchez, 1999), o bien
en un mosaico de posturas político-académicas incongruentes entre sí (García, Jaramillo y
Restrepo, 2005; García y Saffon, 2011; Colectivo Radar, 2012; Robles y Tovar, 2016) e
incluso en un conglomerado de propuestas teóricas que se presentan como de vanguardia,
pero cuyas potencialidades críticas se ven limitadas, en última instancia, al quedar presas de
la ideología burguesa (Sánchez y Sennet, 2013; Ost y Kerchove, 2001; De Sousa, 2009;
Kennedy, 2010; Wolkmer, 2017).
El caso del iusmarixsmo en México es emblemático. Se trata de una expresión
acuñada por Manuel Ovilla Mandujano en 1975 con el propósito de introducir en la
formación de los estudiantes de grado el análisis marxista del Derecho frente a las
perspectivas tradicionales propias del pensamiento jurídico convencional (Ovilla, 1975: 78-
80). Sin embargo, las exposiciones académicas que han retomado la expresión han sido las
responsables de la caricaturización, descrédito y consiguiente neutralización, limitación y
negación del discurso crítico de Marx para pensar el Derecho mexicano y en general el
Derecho contemporáneo (Romo, 1999). Los vulgarizadores y los profesores universitarios
confundieron la propuesta de Ovilla Mandujano con la propuesta de los manuales
soviéticos y, de esta manera, lograron neutralizar el potencial crítico de los debates
jurídicos centrados en la lucha de clases, así como demeritar los alcances de la polémica
dada al interior del marxismo en torno a la relación entre la estructura económica de la
sociedad, su superestructura jurídica y política y las formas determinadas de conciencia
social que le corresponden, por ejemplo (Fix-Zamudio, 2015: 403-404).
Precisamente, frente a los extravíos de las ideologías que parcial y superficialmente
critican el desarrollo del capitalismo contemporáneo desde las más diversas posiciones, es
necesario adjetivar la crítica, pues no toda “crítica anticapitalista del Derecho” es
estrictamente una “crítica jurídica marxista”, y es que actualmente la crítica jurídica se ha
diversificado metódica y temáticamente a tal grado que el marxismo y en particular la
crítica de la economía política se presentan simplemente como una opción entre muchas
otras para desarrollar la crítica del Derecho burgués. En este sentido, la especificidad de la
crítica jurídica marxista no se agota asumiendo una posición “anticapitalista”. Por supuesto,
hay muchas maneras de criticar el Derecho, algunas de ellas desde perspectivas
anticapitalistas. Sin embargo, la crítica jurídica marxista no puede confundirse con
cualquier discurso crítico del Derecho capitalista, pues no todas las posiciones
anticapitalistas se sustentan en la crítica de la economía política, aunque aparentemente
coincidan en la crítica del capitalismo (Espinoza, 2018: 55-59, 183-186).
La crítica jurídica marxista supone un trabajo reflexivo que reconstruye sin
dogmatismos la normatividad capitalista, devolviéndole a ésta su historicidad y
constituyéndose a sí misma en valor de uso para quienes emprenden la transformación
radical de la sociedad burguesa (Cerroni, 1972: 37-68). En todo caso, se trata de un
quehacer teórico que pretende dar cuenta de la realidad del mundo del capital y sus
contradicciones a partir del horizonte histórico-filosófico específico de la humanidad
proletarizada y la revolución comunista, desmantelando la ideología que encubre la
naturaleza clasista del Derecho moderno y volviendo inteligibles sus límites y condiciones
de posibilidad (Espinoza, 2018: 41-43).
El objeto de la crítica marxista del Derecho no se reduce al contenido deóntico
(obligar, prohibir y permitir) de los enunciados normativos, ni exclusivamente a lo que los
abogados o juristas dicen respecto de lo que el Derecho dice de sí mismo. Las
determinaciones prácticas del orden jurídico y los usos de la legalidad también forman
parte de su campo de interés. Pero, además, si la crítica del discurso y las prácticas jurídicas
parte de la crítica de las condiciones materiales de la vida social, entonces, la crítica
jurídica marxista también asume como objeto propio el fundamento, la estructura y el
devenir histórico y geográfico del Derecho burgués. En este sentido, la crítica jurídica
marxista se desdobla en la dimensión interna del ordenamiento estatal y en la dimensión
externa de la normatividad global, abarca la forma y el contenido de los enunciados
normativos, así como la creación, aplicación (interpretación-argumentación) y
transformación del orden jurídico, además de la reconfiguración de sus ámbitos de validez
(personal, material, espacial y temporal) de acuerdo con el desarrollo capitalista (Espinoza,
2018: 183).
De esta manera, la crítica marxista del Derecho: (i) en primer lugar, investiga de
forma pormenorizada las categorías jurídicas de la sociedad moderna, analiza sus distintas
formas de desarrollo e identifica su vinculación interna; (ii) posteriormente, expone el
cuadro del “sistema del Derecho burgués”, presentando las leyes que rigen su existencia,
validez, eficacia y vigencia en concordancia con la “ley económica que rige el movimiento
de la sociedad moderna”.
En última instancia, la crítica marxista del Derecho no se define por los temas que
abordan quienes hacen “crítica jurídica”, sino por su método histórico-dialéctico y su
perspectiva de clase. Los diversos temas pueden ser abordados desde múltiples perspectivas
con pretensiones críticas y alcances diferentes, sin embargo, la coincidencia temática no
basta para unificar y definir la crítica jurídica. No todas las posiciones teóricas autoadscritas
a la crítica jurídica debieran ser consideradas en rigor y sin matices como tales so pena de
relativizar el sentido, contenido y forma de la crítica jurídica e incluir en ella todo tipo de
pretensiones críticas respecto del Derecho moderno, independientemente de sus
limitaciones ideológicas e implicaciones prácticas de corte reaccionario (Lukács, 1969: 2).
Si la crítica marxista del Derecho cuestiona las normas de la modernidad capitalista,
lo hace con fundamento en la crítica de la economía política, no desde el lugar asignado
caprichosamente por la moda académica o la preferencia intelectual del crítico en cuestión,
mucho menos desde una trinchera ideológica sectaria atrapada en los límites del horizonte
intelectual burgués ni con base en una militancia voluntarista cargada de fe (Espinoza,
2018: 55-59).
Así las cosas, la crítica marxista del Derecho no coincide sino de manera coyuntural
y táctica con las críticas que el pensamiento convencional dirige en contra de las formas
internas del orden jurídico capitalista, limitado ideológicamente y, por tanto, incapaz de
postular formas normativas alternas a las propias de la sociedad burguesa (Lukács, 1969:
36). La crítica jurídica que apunta a la emancipación del proletariado a través de la
revolución comunista no se satisface con la corrección del actuar estatal o su
condicionamiento sustancial y procedimental, asuntos que por supuesto no son menores ni
carecen de importancia para la lucha de clases en la sociedad burguesa, especialmente en
un eventual período de transición hacia una sociedad alternativa. Sin embargo, la crítica
jurídica de la que aquí se habla apunta a la extinción del Estado, no a su perfeccionamiento,
así como a la construcción de una normatividad acorde con una sociedad de abundancia y
sin antagonismos de clase, producto de la lucha histórica de la humanidad en contra el
dominio ominoso del capital industrial (Korsch, 1979b: 34; Espinoza, 2018: 179).
Este Derecho alternativo no es inmanente a la sociedad, ajeno a la lucha de clases o
a las condiciones materiales que determinan la vida social. Es un Derecho cuya emergencia
histórica requiere del impulso de la revolución comunista, de la conciencia de clase y la
organización del proletariado mundial. Se trata de un orden por construir, una normatividad
para el futuro si quiere verse así, pero no es una utopía normativa o un ideal jurídico. La
constitución de un ordenamiento jurídico autónomo y libertario es una posibilidad histórica
real sustentada científicamente (Espinoza, 2018: 43, 193-202).

4. 3. La crítica marxista del Derecho en Latinoamérica


En América Latina destaca la obra de Óscar Correas Vázquez, fundador de Crítica
Jurídica. Revista de Política, Filosofía y Derecho, que junto a El Otro Derecho del
Instituto Latinoamericano para una Sociedad y un Derecho Alternativos de Colombia
y Alegatos del Departamento de Derecho de la Universidad Autónoma Metropolitana,
Unidad Azcapotzalco, se ubican entre los órganos de difusión de mayor arraigo y
trascendencia en materia de jurisprudencia crítica en nuestro continente.
Es necesario recordar que la crítica jurídica, al menos en la obra de Correas, su
pionero en América Latina, nace marxista y se caracteriza por su pretensión de pensar el
Derecho moderno y su vasta complejidad desde el marxismo, asumiendo por supuesto
múltiples contribuciones provenientes de otras tradiciones intelectuales y mirando siempre
de frente las ricas y variadas experiencias prácticas de lucha, pero en todo caso sin
prescindir del discurso crítico de Marx, especialmente de la crítica de la economía política
(Espinoza, 2018: 205-206).
En sus trabajos iniciales Correas proyecta y desarrolla parcialmente un plan de
crítica del Derecho moderno en sintonía con la crítica de la economía política, además de
que dialoga con la teoría jurídica ortodoxa, básicamente con Hans Kelsen, en la búsqueda
de la especificidad del Derecho y de los fundamentos de la ciencia jurídica, a la vez que
debate con los clásicos del pensamiento jurídico marxista: Pashukanis y Cerroni, con el
propósito de especificar el objeto y el método de la crítica jurídica (Correas, 1980; 1982;
1983; 1994b).
Esta forma alternativa de reflexionar sobre el Derecho moderno resalta por varias
razones de entre la generalidad del pensamiento jurídico de talante crítico y frente a otras
maneras de hacer crítica jurídica. De entrada, por saberse parte de una crítica implacable a
la totalidad social burguesa, es decir, por ubicarse dentro de un proyecto integral de crítica
de la modernidad capitalista. En segundo lugar, la crítica jurídica marxista reconoce
expresamente su vínculo orgánico con la crítica de la economía política, núcleo articulador
de la crítica global del capitalismo. Además, resalta su insistente referencia a los problemas
que asoman de las entrañas contradictorias de la sociedad burguesa, así como, finalmente,
su terca pretensión de colaborar en la transformación revolucionaria de la sociedad
(Correas, 1982: 9-11; 1984).
En este sentido, Correas se tomó en serio y a su propio modo la propuesta de
Pashukanis relativa a la necesidad de desarrollar una crítica del Derecho análoga a la crítica
de la economía política, en donde se analice no sólo el contenido sustantivo de la
reglamentación jurídica en diferentes épocas históricas sino la forma misma de dicha
normatividad en tanto configuración históricamente determinada. En Correas, esta crítica
apunta no sólo al cuestionamiento de la ideología jurídica burguesa sino también al estudio
de la superestructura jurídica objetiva, a la vez que se enfrenta a los sistemas idealistas
meramente especulativos de la filosofía del Derecho, los cuales postulan veladamente una
teoría general del ordenamiento jurídico basada en el propietario privado como individuo
portador de mercancías cuyos derechos esenciales se encuentran garantizados por el Estado
(Correas, 1980: 5-26, 145-149; 1983: 9-39, 187-203).
En este punto se hace necesario diferenciar la propuesta original de Pashukanis
basada en los conceptos de “sujeto de Derecho” y “forma jurídica”, respaldada por autores
como Celso Naoto Kashiura Jr. (Conde, 2015: 89-114), Márcio Bilharinho Naves (Naves,
2000), Alysson Leandro Mascaro (Conde y Romero, 2016: 33-54) o Carlos Rivera Lugo
(Rivera, 2013), respecto de la propuesta de Óscar Correas Vázquez, quien ha mantenido un
diálogo continuo con el propio Pashukanis, pero también con Hans Kelsen y, de manera
fundamental, con la crítica de la economía política de Marx.
La propuesta de Pashukanis puede resumirse como sigue: (i) el sujeto es el átomo de
la teoría jurídica, el elemento más simple e irreductible; (ii) la génesis de la forma jurídica
se encuentra en las relaciones de cambio; (iii) por lo tanto, la mercancía es el origen de la
subjetividad jurídica; (iv) la forma jurídica únicamente existe en la sociedad burguesa; (v) y
desaparecerá con la extinción del capitalismo; (vi) por lo tanto, en el comunismo se
extinguirá la normatividad estatal y persistirá sólo un cierto tipo de regulación técnica
(Pashukanis, 1976).
En cambio, la propuesta de Correas puede sintetizarse a partir de las siguientes
proposiciones elementales: (i) lo jurídico es una faceta del fenómeno humano total que
expresa el modo concreto de existir de lo económico; (ii) la “cosa”, resultado de la
producción y materia del intercambio mercantil, de los contratos civiles y del derecho de
propiedad, es la categoría básica para la reconstrucción del sistema jurídico moderno; (iii)
no obstante, la norma tiene un papel clave en dicha labor; (iv) el Derecho civil constituye
una dimensión fundamental del orden jurídico, pero no es absoluta ni lo agota; (v) es
imposible sostener la identidad entre forma jurídica en general, sociedad mercantil
capitalista y Derecho igual; (vi) por lo tanto, es necesario distinguir la juridicidad de las
técnicas concretas que la actualizan; (vii) la estructura del Derecho burgués es la forma
normativa de las exigencias de la reproducción ampliada del capital, la cual requiere de la
circulación de mercancías, la compraventa de fuerza de trabajo y la circulación del propio
capital; (viii) esta explicación sociológica del orden jurídico burgués se funda en la ley del
valor que expone Marx en su crítica de la economía política; (ix) la ciencia jurídica material
al servicio de la transformación social y de la democracia es una crítica del Derecho
moderno, de la ideología que lo justifica y de la sociedad que lo utiliza; (x) por lo tanto, el
objeto de la crítica jurídica marxista es la forma jurídica (Correas, 1980: 5-26; 1982: 10-11;
1983: 9-39).
Así, en su pretensión de esbozar una explicación sociológica del Derecho moderno
fundada en la teoría marxista del valor, Correas desarrolla una explicación del Derecho
civil, el Derecho laboral y el Derecho económico que luego alcanza los ámbitos del
Derecho indígena, los derechos humanos y el quehacer judicial, incursionando de por
medio en el debate de conceptos como los de Estado, norma o derecho subjetivo, así como
en la reflexión en torno a cuestiones epistemológicas y de carácter metodológico esenciales
para la comprensión de la práctica jurídica cotidiana (Correas, 1982; 1994a; 1995; 1998;
2003a; 2003b; 2005).
La relevancia particular de la obra de Óscar Correas en relación con la historia del
marxismo radica precisamente en su insistencia, desde mediados de los años setenta, en
desarrollar la crítica jurídica sobre la base de la crítica de la economía política en un
contexto teórico y político en el que reina la confusión y se suele tratar a Marx como a un
perro muerto. En contra de dicha madeja de aberraciones, cobra mayor relevancia la
posición sostenida de forma ininterrumpida por Correas desde hace más de treinta años:
“…La Crítica Jurídica, que no sería tal crítica si no tuviera inspiración marxista, tiene como
objeto develar la apariencia para revelar cómo ella oculta las relaciones sociales…”
(Correas, 2007: 40).
Además de su extensa obra personal, Correas ha logrado consolidar a la
revista Crítica Jurídica como una auténtica reserva del pensamiento jurídico-crítico
mundial, pues en sus páginas han publicado teóricos del Derecho de la talla de Hans
Kelsen, Renato Treves, Jerzy Wróblewski, Michel Miaille, Antoine Jeammaud, Umberto
Cerroni, Riccardo Guastini, Peter Fitzpatrick, José Eduardo Campos de Oliveira Faria,
Antonio Carlos Wolkmer, Edmundo Lima de Arruda Junior, JuanRamón Capella, Joaquín
Herrera, Enrique E. Marí, Ricardo Entelman, Carlos Cárcova, Roberto Bergalli, Aníbal D
´Auria, Carlos Rivera Lugo, Óscar Correas, Jaime Escamilla Hernández, Jesús Antonio de
la Torre Rangel, José Emilio R. Ordoñez Cifuentes, Manuel Ovilla Mandujano, Rolando
Tamayo y Salmorán, Jorge Fuentes Morúa, Arturo Berumen Campos, Napoleón Conde
Gaxiola y Alejandro Rosillo Martínez, entre muchísimos otros (Espinoza; 2018: 127-142).
Es de notar que, en los primeros años de la revista abundaron los textos sobre
marxismo y Derecho, situación que en gracia a la crisis del marxismo y los marxistas poco
a poco fue cambiando para que otras perspectivas epistémicas y metodológicas, deudoras
del materialismo histórico o contrarias al mismo, fueran cobrando mayor presencia.
Igualmente, en un primer momento los textos de Derecho económico, agrario y laboral
ocupaban en mayor medida las páginas de la revista. Sin embargo, posteriormente, el
Derecho indígena y el pluralismo jurídico adquirieron gran peso en Crítica Jurídica, lo
mismo que ha sucedido más recientemente con temas como la criminalización de la
protesta social y el llamado “nuevo constitucionalismo latinoamericano”. No
obstante, Crítica Jurídica sigue siendo una revista de orientación marxista, cuya historia
hace constar el desarrollo de la crítica jurídica en el paso de un siglo a otro (Espinoza,
2018: 207-255).
Cada vez que ha tenido la oportunidad, Correas se ha reivindicado marxista y ha
definido la crítica jurídica que él propone como una contribución a la visión marxista del
Derecho positivo moderno. A pesar de la oscuridad intelectual que implicó la vuelta de
siglo, Correas no dio un paso atrás. Ya sea en Argentina durante la década de los setenta, en
Puebla desde finales de esa misma década hasta principios de los noventa, en la Ciudad de
México luego de la caída del muro de Berlín y del desmembramiento de la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas, o bien mirando de frente la actual crisis mundial del
capitalismo neoliberal, Correas no ha renunciado a ver en el pensamiento de Marx la única
propuesta teórica capaz de explicar a cabalidad el mundo capitalista y, por tanto, apta para
contribuir en su transformación radical.
Los archivos de la revista, en sus ya más de treinta años, se han convertido en el
acervo histórico de buena parte del pensamiento jurídico-crítico latinoamericano y europeo,
en el testimonio viviente de la crítica jurídica marxista y del diálogo fructífero que ésta ha
sostenido en los momentos más difíciles para el pensamiento de izquierda con otros
autores, corrientes y escuelas críticas del Derecho moderno.
En este sentido, hoy en América Latina, a inicios de la segunda década del siglo
XXI y justo al atravesar por la experiencia desnuda de la irracionalidad del capitalismo
contemporáneo, ante el regreso a Marx y el retorno de los marxistas, la revaloración de la
crítica de la economía política, del materialismo histórico, de la filosofía de la praxis y de la
dialéctica materialista, la crítica del Derecho moderno que se expresa en la obra teórica y
editorial de Óscar Correas puede ser, por fin, valorada y recuperada en toda su riqueza.
Acontecimiento que supondrá para los juristas el reconocimiento de la vigencia del
pensamiento de Marx en el ámbito de la jurisprudencia crítica.
CONCLUSIONES
1. El marxismo contiene el desarrollo continuo de la crítica al capitalismo y de la
nueva sociedad. no es solo la crítica a la sociedad capitalista, sino que también es un
proyecto de nueva sociedad en constante crítica y una interpretación de la evolución
histórica, política y social.
2. Los principios que considera esta teoría marxista del Derecho se basan o están en
función a las relaciones de producción de esa época, es decir que no existe nada
absoluto y definitivo en el mundo del derecho. Carlos Marx, señalaba que
Revolución Industrial en general simplemente consistía en explotación de los
trabajadores por los capitalistas. Según él, la situación de los trabajadores se agravó
con la llegada del capitalismo. Sin embargo, Estado y Derecho surgen de las
condiciones materiales de la vida de los pueblos y son la expresión de la voluntad
dominante de aquella clase que detenta el poder en el estado. Por otro lado, la
concepción marxista del Derecho es una confirmación de que la Revolución y el
Derecho, términos que parecen antitéticos, guardan entre sí indudable relación, una
revolución se hace necesaria cuando el sistema de normas jurídicas por las que se
rige un pueblo es ineficaz o inadecuado para regular su vida o está en contradicción
con ella.
3. Una Revolución necesita para encauzar y hacer fecunda la transformación que
representa de un Derecho que la proteja y ampare, donde también supone un
Derecho nuevo y que todo Derecho que envejece es el germen de una Revolución.
Finalmente, conforme a la concepción materialista de la historia o materialismo
histórico, se sustentan en tres principios:
a. El factor, decisivo y determinante de la historia son las condiciones
económicas. Toda la realidad se encuentra en continuo proceso de
evolución.
b. Las condiciones de la producción cambian siempre, y con ellas, toda la
superestructura ideológica (filosofía, derecho, religión y moral) y
c. El factor decisivo en esta evolución son los contrastes económicos y la lucha
de clase.
4. La reflexión crítica sobre la naturaleza clasista del Derecho moderno, los debates
respecto al papel del orden normativo y las profesiones jurídicas en el cambio
social, así como la polémica en torno a la subsistencia del Derecho luego de la
extinción del Estado y la abolición de la propiedad privada en el contexto de una
revolución comunista, constituyen tópicos que se plantean regularmente en el
“marxismo jurídico”
REFRENCIAS BIBLIÓGRAFICAS

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Traducido por Pedro Scaron, Buenos Aires, Siglo XXI editores, 2004

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RAYMUNDO ESPINOZA HERNÁNDEZ: Maestro en Derecho constitucional y profesor de
la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

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