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Ensayo El Hombre Mediocre.

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UNIVERSIDAD NACIONAL

JOSÉ FAUSTINO SÁNCHEZ CARRIÓN

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES


ESCUELA PROFESIONAL DE TRABAJO SOCIAL

TRABAJO ACADÉMICO:
ENSAYO: EL HOMBRE MEDIOCRE

Presentado por:
BERNARDO SINCHE, Jheymmi Brenda
CHUMBES GONZALES, Angie Anthonela
JALCA VERDE, Graciela Cristina
ROSALES GIRON, Stefanny Rosmeri
ROMERO REMIGIO, Alejandra Mía
SUÁREZ QUEVEDO, Patricia Camila

CURSO:
LENGUA CASTELLANA

DOCENTE:
M(o). Héctor Armando Camacho Tarazona

HUACHO
FECHA: 20 / 12 / 2022
INTRODUCCIÓN

EL HOMBRE MEDIOCRE

Actualmente, es común encontrar al hombre mediocre presente. Se ha llegado al punto donde

cada vez somos más aquellos que evitamos todo, para centrarnos en el pensamiento colectivo

y cuadriculado, solo para ir por el camino fácil, los ideales se están perdiendo. Esta obra nos

muestra cuál es la división entre el hombre mediocre y un hombre idealista y exitoso, el autor

hace una recopilación de varios pensadores y autores las cuales nos da a entender y representar

la mediocridad en diferentes puntos de vista y opiniones del tema.

José Ingenieros una vez dijo: “El mediocre aspira a confundirse en los que le rodean; el original

tiende a diferenciarse de ellos. Mientras el uno se concreta a pensar con la cabeza de la

sociedad, el otro aspira a pensar con la propia. En ello estriba la desconfianza que suele rodear

a los caracteres originales: nada parece tan peligroso como un hombre que aspira a pensar con

su cabeza.”

La gran razón que tiene este señor sobrepasó sus ideales, es así como llegamos a este libro, en

donde él, como autor, busca el darle un cambio al pensamiento mediocre. Este libro está

centrado principalmente para la juventud, porque son ellos el futuro. Presentaremos así la

interpretación del libro “El hombre mediocre” de José Ingenieros.


ANÁLISIS INICIAL:LA MORAL DE LOS IDEALISTAS

a) La emoción del ideal

En esta parte de introducción de la obra del autor José Ingenieros plantea al hombre idealista

como un ser que no se detienen ante nada y que sigue su propio ideal llegando más allá de lo

real.

b) De un idealismo fundado en la experiencia

El hombre mientras va evolucionando su forma de pensar va variando y sus ideales cambian,

teniendo diferentes perspectivas basándose en la imaginación que parte de la experiencia como

fundamento. Los ideales conforme nuestra creencia aumentan van influyendo más sobre

nosotros y nos acerca a la perfección futura. La experiencia se desarrolla teniendo en cuenta la

realidad con lo cual la imaginación modifica a los ideales del ser humano. Cada generación

tiene su propia ideal, que es comprendido por ese grupo de personas que tiene como objetivo

imponerlo a las siguientes generaciones. Hay muchas personas con un propio ideal que quieren

imponer su forma de pensar como verdad a otras, que actualmente se ve mucho en nuestra

sociedad. La imaginación construye un ideal observando su alrededor y la naturaleza que es

resultado de una experiencia en la cual la imaginación se aleja de la realidad y del ideal.

c) Los temperamentos idealistas

En esta parte el autor hace una diferencia entre los principios como persona, orientando los

valores y la moral que trata de hacer y saber distinguir entre lo malo y lo bueno como ser

humano. Los hombres sin ideales son numéricos y se limitan a progresar, ellos evalúan el más

y el menos pero no son capaces de diferenciar entre lo mejor y lo peor. La humanidad tiene

como objetivo perseguir nuevos sueños y siempre llegan más allá de lo que imaginan en

comparación con los idealistas que buscan una perfección.

d) El idealismo romántico
Aquellos idealistas según el autor son más imaginativos y soñadores por lo cual hacen menos

cosas en la realidad, ellos disfrutan más su desarrollo que los resultados. No aceptan ni resisten

la experiencia crítica.

e) El idealismo estoico

Tienen sus ideales más sólidos y con firmeza, se empeñan en la perfección con la experiencia

con su propio esfuerzo siendo individualistas. Lo romántico y sentimental se convierte en

experimental y estoico siendo reflexivo. Tienen una actitud abierta en la cual les permite ser

libres y tener su propio ideal con el objetivo de alcanzar la perfección con su propio esfuerzo

adquiriendo sensibilidad individualista, con una ética de virtudes.

f) Símbolo

En esta última parte nos habla sobre el símbolo que existe entre el idealismo y la mediocridad.

Es importante admirar su propio temperamento y pensar con el corazón con ello ayudará a

poder crear nuestra propia personalidad, con el fin de proteger nuestros ideales sin ser tentados

por la mediocridad.
CAPITULO I: EL HOMBRE MEDIOCRE

a) ¿Aurea mediocritas?

En el primer párrafo nos hace una comparación de un pastor y un objeto que nos da una

referencia refiriéndose a la mediocridad en el cual nos hace entender que el pastor ve la vida

de una manera rutinaria, que las cosas nunca cambiarán. En donde admira la naturaleza, pero

no se pregunta el porqué de esta. Por otro lado, nos habla de que para poder tener ideales

debemos tener cierta educación, sin eso, siempre seremos personas mediocres, hace mención

de que si seguimos bajo ese nivel siempre nos impondrán todo y no podremos hacer nada para

cambiarlo, viviendo en ese círculo vicioso de seguir lo que otros dicen.

También nos habla sobre la desigualdad humana, comparando al hombre mediocre con

animales y la ignorancia de estos, en otro aspecto nos dice que la existencia de personas

inferiores y superiores es necesaria para que exista una estabilidad. A pesar de que tengan

deberes y derechos en nuestra sociedad, siempre habrá desigualdad, ya sea por clase social,

raza o incluso por su inteligencia.

b) Los hombres sin personalidad

En este párrafo nos define a la mediocridad como la ausencia de características, la

personalidad hace posible poder diferenciar a cada persona de acuerdo a su forma de ser, si la

persona carece de personalidad no se podrá distinguir, los hombres sin personalidad son

personas temerosas que mendigan favores, personas que son moldeadas por la sociedad como

esta lo quiera, son personas a las que no les pertenece su vida, por el contrario, siguen normas

establecidas. Se separa a los hombres y se guían por la manera en que ellos crecieron, el

ambiente en el que estuvieron rodeados, su educación, clase e incluso las personas que lo

rodean.
Las personas no se rigen por su edad, es decir, por sus años vividos, sino por cómo vivió

durante ese tiempo, cada experiencia, cada logro, cada inquietud, pero si no somos así, se podría

decir que somos hombres sin personalidad, viviendo como te lo establecen otras personas, sin

opinión ni voz. La mayoría de estas personas no reconocen que son personas mediocres que

siguen roles ajenos, y claro, ¿Quién podría reconocer esto? La mayor parte son tercas y no

admiten este tipo de cosas y el menor porcentaje que lo hace podría considerarse original. La

persona desinformada que se encierra en su mundo, que no busca más allá de las respuestas

que se le puede brindar, se les considera mediocres.

c) En torno del hombre mediocre

El hombre mediocre se define desde el punto de vista de su función social y como vive

en la sociedad. Este párrafo nos explica de que el hombre normal no existe, quiere decir, que

el hombre está en constante cambio, el hombre de ahora no es el mismo que en la antigüedad,

va evolucionando siempre. Toda la vida, nos han planteado 2 teorías como la mayoría de las

personas conocemos, la teoría de la evolución por selección natural de Darwin y la creación de

Dios de Adán y Eva.

(Ingenieros, 2006) Pretendió formular una doctrina antropológica o

social acerca del Hombre medio: su ensayo es una inquisición estadística. Nos

describe a los hombres mediocres como personas dóciles que se derrumban

fácilmente y no pueden expresarse para dar su opinión.

ch) Concepto social de la mediocridad

Este concepto no afirma ni niega que la mediocridad sea buena o mala, no les toma

importancia. Nos habla de que el hombre es el producto de dos factores, por un lado, la herencia

y por el otro la educación, la herencia transmite lo de generaciones pasadas, mientras que la


educación depende mucho del ambiente en el que vive. Las personas con las que crece el

individuo influyen bastante al momento de su desarrollo ya que estos harán que piense como

ellos lo establecen, la imitación juega un rol importante, es en donde se da la formación social.

Los comparan con sombras, no tienen la capacidad de pensar por sí mismos, siguiendo reglas

ya establecidas, sin preguntar, podemos poner de ejemplo las modas constantes que la sociedad

sigue, pero también existe el hombre superior que es todo lo contrario, es original, se cuestiona,

pregunta más allá de lo que ve.

d) El espíritu conservador

Todo lo existente es necesario, quiere decir que cada cosa que existe tiene una razón y

motivo. También nos explica porque es imposible dividir a los hombres es dos categorías, los

rebeldes en todos y los rutinarios, ya que no se podría explicar cuál es cual y más que nada

porque esto mantiene en una estabilidad a la sociedad. Necesitamos de un enemigo, llevarle la

contra a alguien, siempre debe existir el blanco y negro, frio y calor, noche y día, malo y bueno,

etc. El hombre mediocre no crea, no cuestiona, no rompe, pero defiende sus creencias. Se debe

inventar a los demás su destino.

e) Peligros sociales de la mediocridad

Nos habla de la incapacidad de conseguir la perfección y formarse un ideal, ellos moldean su

carácter a las domesticidades convencionales. Son personas indecisas por su propio

desconocimiento, tienen muchos prejuicios y se aferran al pasado constantemente, son fríos y

carecen de iniciativa. Les gusta la falsedad, comen de ella, viven de las mentiras y conflictos

que esto puede causar, viéndolo como algo normal, buscan darle la contra a todo o ver el lado

negativo a las cosas, desanimando a los demás en cosas que ellos creían que si iban a poder o

simplemente esparciendo rumores falsos.


f) La vulgaridad

Cuando hablamos de vulgaridad podemos decir que es la mezcla de la mediocridad. El

mediocre puede ser honesto y tranquilo, sin tener la necesidad de ser vulgar. La vulgaridad solo

se presenta en ciertos ámbitos, por otro lado, nos menciona sobre la conducta no es vulgar. No

les gusta tener que pensar demasiado. Se reservan su goce para la vejez
CAPITULO II: LA MEDIOCRIDAD INTELECTUAL

a) El hombre rutinario.

Lo rutinario es la negación de la experiencia. No es hija de la experiencia.

José Ingenieros nos dice que: ¨En su órbita giran los espíritus mediocres, evitan salir de

ella y cruzar espacios nuevos; repiten que es preferible lo malo conocido a lo bueno por

conocer¨ (p.41).

Los hombres rutinarios viven el día a día sin importar las experiencias, aquellas personas

carecen de personalidad; temen a conocer nuevas cosas, temen arriesgarse a conocer los hábitos

de la vida cotidiana.

Según (Ingenieros, 2006) dice que:

Las ciencias, el heroísmo, las originalidades, los inventos, la virtud

misma, paréceles instrumentos del mal, en cuanto desarticulan los resortes de

sus errores: como en los salvajes, en los niños y en las clases incultas.

Acostumbrados a copiar escrupulosamente los prejuicios del medio en que

viven, aceptan sin contralor las ideas destiladas en el laboratorio social: como

esos enfermos de estómago inservible que se alimentan con substancias ya

digeridas en lo frascos de las farmacias. (p. 41)

Los hombres rutinarios no confían en su imaginación, reniegan cuando alguien intenta

decirle la verdad. Su impotencia para asimilar ideas nuevas le obliga a frecuentar las antiguas.

La rutina, es el hábito de renunciar a pensar. Aquellas personas prefieren vivir el momento y

vivir lo que ya conocen, ya que de esa manera se sienten seguros de sí mismo y así pueden

evitar problemas porque se sienten incapaces de poder enfrentar, tienen la ideología de nacer,

crecer y morir como las plantas. Los hombres rutinarios no son curiosos, no son observadores

en cambio el hombre original observa, medita, ensaya, descubre lo que existe en su alrededor.
Así mismo comparamos con los hombres ideales, hombres excelentes que son aquellas

personas capaces de arriesgarse y experimentar nuevas cosas, son personas que prefieren tener

una opinión propia, pero respetando los comentarios de los demás. Los hombres ideales

admiten perfeccionamientos indefinidos en su vida en cambio los rutinarios no se corrigen ni

se desconvensen nunca; mientras más golpes tengan en la vida ellos se intimidan y se adentran

en su propio mundo.

b) Los estigmas de la mediocridad intelectual.

En el verdadero hombre mediocre la cabeza es solo un adorno del cuerpo, para aquellas

personas es una tontería decir que con la cabeza pensamos, razonamos.

Hacen que los mediocres sean solemne, que actúen con formalidad, pero en si no lo son,

sino solo usan un disfraz para mantener una personalidad de respeto y cubra su vacío interior,

son serios. Pueda que carezcan de pensamientos y experiencia, se dice que el mediocre es

modesto porque no tiene nada de que sentirse orgulloso, porque se presume que el modesto

nunca pretenderá ser mejor y solo se conforma con lo que tiene.

La mediocridad intelectual hace al hombre inseguro de sí mismo, le dificulta comprender

las cosas. Cuando no le envenenan la vanidad y la envidia, diríase que duerme sin soñar.

Los mediocres intelectuales son personas neutras porque son incapaces de guardar un

secreto; confiárselo equivale a ocultar un tesoro en caja de vidrio. A fuerza de paciencia pueden

adquirir alguna habilidad parcial, como esos autómatas perfeccionados que honran a la

juguetería moderna: podría concedérseles una especie de viveza, quisicosa del ser y del no ser,

intermediaria entre una estupidez complicada y una travesura inocente.

c) La maledicencia: una alegoría de Botticelli.


La calumnia invita a meditar con doloroso recogimiento.

Según (Ingenieros, 2006) dice que:

Los mediocres, más inclinados a la hipocresía que lo odio, prefieres la

maledicencia sorda a la calumnia violenta. Sabiendo que ésta es criminal y

arriesgada, optan por la primera, cuya infamia es subrepticia y sutil. La una es

audaz; la otra cobarde. El calumniador desafía el castigo, se expone; el

maldiciente lo esquiva. El uno se aparta de la mediocridad, es antisocial, tiene

el valor de ser delincuente; el otro es cobarde y se encubre en la complicidad de

sus iguales, manteniéndose en la penumbra. (p.51)

El calumniador desafía al castigo maldiciendo la esquiva. Uno es antisocial y tendrá

problemas, y el otro es cobarde e incapaz.

Los maldicientes brillan en lugares no determinados. Los mediocres prefieren la

maledicencia es decir difamar de los demás. Los mediocres olvidan su interior.

En el escritor mediocre se nota la envidia, el miedo.

El mediocre parlante es peor por sus costumbres, creencias, normas valores

que por la forma de sus rasgos peculiares: rostro de la persona.

d) El sendero de la gloria.

La popularidad o la fama suele el paso para la ilusión de la gloria. El éxito es benéfico si

es merecido; exalta la personalidad, destierra la envidia, por lo tanto, la persona al realizar un

objetivo tiene que hacerlo sin envidia o sin presumir ya que de esa manera será más victorioso

los proyectos realizados. La gloria depende de ellos mismos. El éxito les parece un simple

reconocimiento de su derecho.

El hombre excelente es aquel que no ve lo material, que no ve los vienes porque su

dignidad es más valiosa.


Para llegar a la gloria no es nada fácil, las personas se tienen que comprometer para poder

lograrlo con el esfuerzo, pero es más digna.

El éxito al principio no es fácil porque presenta un camino difícil pero después se

convierte en algo que no se puede dejar de tener en consideración. El éxito siempre será la

alegría para el corazón y el fracaso siempre nos hará infeliz.

Para el hombre acomodaticio sus éxitos son solo una imaginación.

Los nobles genios confían en sí mismos, luchan, se arriesgan para salvar cualquier

obstáculo.

Mientras que el mediocre se entrega al error colectivo que le arrastra, el superior va con

él con energías inagotables, hasta despejar su ruta.

Toda ilusión que desaparece deja tras sí una sombra que no es real.
CAPÍTULO III: LOS VALORES MORALES

a) La moral de Tartufo

Para poder comprender mejor el apartado, debemos comenzar definiendo a Tartufo,

quien es el personaje principal de la comedia de Molière, donde se le refiere como una persona

hipócrita y falsa, fingiendo así ser algo que no es para aprovecharse de Orgón y su fe.

El autor, José Ingenieros, inicia con la frase:

“La hipocresía es el arte de amordazar la dignidad; ella hace enmudecer los escrúpulos

en los hombres incapaces de resistir la tentación del mal” (p.78).

Dando a entender que la hipocresía es como la niebla, ciega el juicio correcto de las

personas, incentivándonos a creer que el escondernos tras una máscara y fingir el bien mientras

hacemos el mal no es de gran importancia. Tomando en cuenta el ejemplo de Tartufo, se

entiende mejor el qué es ser una persona hipócrita, este personaje fingía ser un gran devoto

para aprovecharse de los bienes de Orgón, por lo que al buscar lo de otros, no contaba con

ideales propios y nunca llegó a ser feliz.

Estos hombres hipócritas, son mediocres al simular ser como los demás a conveniencia,

al mentirse creyendo que esquivando las responsabilidades de sus acciones evitan el problema,

porque igual se avergüenzan en el fondo, porque siempre han de sentir que algo no anda bien

y cuando se vean acorralados por sus consecuencias, solos se han de exponer, siendo para ellos

el peor castigo del mundo.

Aquellos que se muestran como seguidores extremistas de la palabra de Dios, suelen

ser los más hipócritas, profesando la ley que interpretan a su conveniencia, realizando acciones

impuras con la idea consuelo de que en el purgatorio “pagaran en oro” su pecado. Se cuida la

apariencia para poder juzgar a los demás, pero al final hacen lo mismo.

Sus armas son parecidas a la de los hombres virtuosos, mientras estos último cuidan la

verdad, los hipócritas cuidan las versiones de su verdad que le encajen, simulando ser virtuoso,
para conseguir así víctimas a las cuales manejar con el poder de su palabra. Es así como llegan

a tal punto de ahogo en egoísmo y desconfianza, cobrando favores exagerados por mínimas

acciones de su parte, no tener amigos, con una ingratitud colosal.

El tartufismo los lleva a desconocer los límites, según Ingenieros: “El pudor de los

hipócritas, es la peluca de su calvicie moral” (p.88). Es aquí donde como “la cereza del pastel”,

aparece su perversidad, sin límites en práctica y crítica.

b) El hombre honesto

Basa sus creencias para calificar, en aquellos pensamientos del pasado. Podemos

encontrar a este arquetipo en el intermedio de los hombres virtuosos y los mediocres. Se

muestra pasivo ante la mayoría de situaciones, sin tomarle mucha importancia, pero evitando

la mediocridad.

“Olvida que no hay perfección sin esfuerzo: solo puede mirar al sol de frente los que

osan clavar su pupila sin temer la ceguera” Ingenieros J. (p.89) Los hombres virtuosos que

persiguen sus ideales son capaces de enfrentar los retos para lograr su meta, mientras que

aquellos hombres honestos prefieren no involucrarse, pero siempre respaldando la verdad.

Sin embargo, muy seguido son honestos solo por beneficio propio. Su honestidad se

basa más en el qué van a pensar los demás, que en el núcleo de la verdad. El ser honestos

entonces no es una virtud. La virtud es aquella que busca el esfuerzo, entusiasmo, pasión y

valentía, y la honestidad hipócrita sigue la conformidad, rutinas y pensamiento común, para

evitar cualquier reacción contraria a la predispuesta.

c) Los tránsfugas de la honestidad

En la definición de tránsfugas, encontramos que es la persona que pasa de una ideología

o colectividad a otra. Por lo que se entiende que aquello son los rebeldes, los que evitan el
quedarse en un solo lugar. Se dice que cada uno cree y hace su moral de la verdad a

conveniencia.

Se habla de los delincuentes como ejemplos, donde ellos no pueden acoplarse a la

sociedad, y creen en el determinismo de su destino y/o propósito. No obstante, nos habla de un

punto en común entre los hombres que están por debajo de la mediocridad, la falta de capacidad

para adaptarse y dejar de cambiar de una colectividad humana.

d) Función social de la virtud

Para iniciar, se recalca la diferencia entre virtud y honestidad, donde la primera es la

autenticidad, originalidad, perfección y el talento moral, mientras que la segunda es la

imitación de esta, donde intentan seguirla sin un resultado tan positivo, donde en vez de ir en

contra del pensamiento común, sigue sus corrientes.

Se plantea la idea de la posible situación en la que el árbol de la biblia tuviese solo los

frutos del bien y el mal, sería una moral eterna, no existirán intermedios, como el hombre

honesto. Pero se sabe que esto no es así, aquello que en el pasado fue bueno, ahora puede ser

malo y viceversa, entonces se interpreta que según como cambie el entorno y nuestra forma de

percibir el exterior, transformaran los ideales, virtudes y mediocridad.

Aquellos virtuosos son capaces de convertir las costumbres, no conformarse con el

pasado, ni resignarse al presente. En los tiempos, cambian las ideas; por lo que se puede

presentar un progreso moral colectivo, en donde aquellos con talento moral luchan por virtudes

y los honestos siguen los prejuicios.

Formulándose la moral contemporánea, se entiende a con el ejemplo dado, donde no se

puede comparar las virtudes que existían en la antigüedad, con las de ahora, puesto que cada

quién encaja en su cronología.


e) La pequeña virtud y el talento moral

Existe una jerarquía moral, habla de los hombres débiles, los cuales siguen como rebaño

a los demás, y aquellos que son tan intelectuales que no se les puede engañar. La bondad, es el

inicio del camino para la virtud. Habla de que, en nuestro camino, debemos aprender a

perdonar, pero también a no ofender. Los pequeños virtuosos a diferencia de los hipócritas,

practican la bondad, aunque suelen hacerlo a su propia forma. Pero, hay que tener en cuenta

que la bondad no es la incapacidad del mal, también que el bueno, no es el hombre más

inteligente, puedes ser intelectual, pero a la vez malo.

Se puede entender al talento moral, como el superior. Debemos encontrar el equilibrio;

el talento moral es el más cerca a entrar a la santidad, donde un hombre guía su vida un ideal.

f) El genio moral: La santidad

La santidad, es el nivel en donde encontramos a los altos rangos, hablamos de los

genios morales. A lo largo del tiempo se han encontrado grandes genios morales, por diferentes

ámbitos. Encontramos a Mahoma, Moisés y Confucio, que se encuentran en la división de

legislación, siendo héroes. Sócrates, Cristo o Zenón, son descritos como aquellos que predican

la moral, apóstoles. Finalmente, Epicuro, Antítesis o Spinoza crean doctrinas y se les considera

sabios. Estos son grandes representantes de genios morales que llegaron a la santidad por su

desbordante ímpetu.

A diferencia de los mencionados, los mediocres no practican nada de esto, si realizan

ciertas acciones “buenas” es por cierta conveniencia. Ellos no buscan la santidad para renovar

e inventar, solo para imitar ideales.

Para que sean considerados genios morales, deben a ver realizado grandes cambios a

bien, no solo el planteamiento te lleva a la santidad. Los genios morales deben adaptarse a la

evolución de la humanidad para sus ideales y mostrar gran heroísmo por el bienestar social.
Se puede decir así que los genios morales, su santidad y los ideales éticos, no se basan

exclusivamente en la religión, implican héroes, apóstoles o sabios.


CAPITULO IV:

a) Hombres de Sombra y Hueso

Las personas con caracteres mediocres no pueden ni quieren ir por sí mismos tras una

meta, ni tener ideas diferentes a su círculo social, descuidan su personalidad, cuidan su imagen

y no salen de su zona de confort. Carecen de luz, emoción y motivación.

Aquellos que poseen caracteres excelentes perseveran y afrontan con sus ideales y

valores ante cualquier dificultad. Siempre buscan la verdad.

Tienen metas altas e ideales respetables, de estas personas solo hay muy pocas y se les

reconoce por el sello que dejan. Enaltecen e impulsan las cualidades que ven en los demás para

que llegue a su mejor estado, debido a ello también son personajes que en la historia de la

humanidad han contribuido a que la Sociedad progrese.

El criterio propio y la personalidad difieren de la influencia de pensamientos ajenos, se

puede comparar a esta diferencia con el cristal y la arcilla. El cristal no es maleable y la arcilla

sí.

b) La domesticación de los mediocres

El buen lenguaje clásico llamaba doméstico a todo hombre que servía y era justo. El

hábito de la servidumbre trae consigo sentimientos de domesticidad. En los cortesanos lo

mismo que en los pueblos. Los caracteres excelentes son indomesticables, tienen su norte

puesto en su ideal su firmeza lo sostiene, su luz los guía, las sombras en cambio las degeneran.

El tiempo y el ejército adaptan a la vida servil.

c) La vanidad
El hombre es la esencia y la sombra imita. El hombre se esfuerza y se autocritica. La

sombra espera a las opiniones ajenas y no piensa en sus errores. Cuando la imitación concuerda

con alguna inseguridad, aparece la vanidad.

La persona vanidosa se compara con todo aquel que enaltece y no puede igualar,

siguiendo el sentimiento de envidia; el orgulloso solo se compara con los que considera

superiores con ideales perfectos.

d) La dignidad

El coraje del carácter noble de aquellos perfectos que no piden ni reclaman,

independientes cuyo fruto es su propia libertad.

De alguna forma el dinero da libertad, libera de la preocupación de conseguirlo; sin

embargo; los ávaros no se libran de eso ya que se preocupan por obtenerlo.

e) Critica

El autor describe las características de un hombre mediocre, este no cree en su ideal y

vive en las sombras esperando a juzgar y ser juzgado. Señala y hace recordatorio de los tiempos

de esclavitud a las personas de tez oscura y raza Negra, sobre como estos estaban obligados a

obedecer, dando a mostrar la diferencia ante el presente y como todos tenemos derechos,

aunque estos no siempre se hagan cumplir.


CAPÍTULO V: LA ENVIDIA

a) La pasión de los mediocres

La envidia es un fenómeno que ataca al hombre. Es un sentimiento común que las

personas lo padecen, no siempre aquel hombre inferior, sino todo aquel que desea algo que no

es suyo. Son esclavos de la vanidad no conformes, se sienten avergonzados, angustiados,

fastidiados, aburridos, tristes e inconformes con su propia existencia. Ese deseo por conseguir

aquello que no tiene, es inmenso y abrumador, un pensamiento egoísta al éxito de los otros solo

demuestra lo deplorable que son. El que envidia se rebaja sin saberlo, muestra inferioridad y

un carácter mediocre de las peores que pueden existir, centrar su atención en otras personas y

no en ellos mismos, solo demuestra el poco amor que se tienen y lo infeliz que pueden ser, solo

por sentirse mejor consigo mismo. Cualquier persona que envidia a otra, hará lo posible para

que esta no sepa, porque sabe que le hará sentir inferior de lo que él ya es. Hemos visto de

todas formas a la envidia interpretada en cuentos, mitos, películas, obras, desde pequeños

tenemos un concepto de lo que es. La común villana de los cuentos de princesas, que busca

lograr lo que ella tiene, siempre es interpretada como una persona hipócrita, envidiosa,

malévola, mendaz, con una vestimenta oscura, aspectos físicos no tan agradables, estas villanas

siempre terminan mal por sus actos al igual que en la realidad.

Algunas veces confunden el odio con la envidia, expresan; que una de otra está dentro de

sus conceptos. El odio es un sentimiento que llega hacia la persona cuando esta experimenta

desagradables hechos y no siempre se puede controlar, es peligroso cuando aumenta

progresivamente. A comparación de la envidia, esto surge a causa de otros, no siempre es

provocado por la misma persona, esto hace que sea más aceptado que la envidia al momento

de actuar, ya que puede haber infinidades de causas por las cuales esa persona experimenta el

odio hacia otra, con esto no se quiere decir que está bien. El odio puede empezar por distintas

razones, no siempre las personas malas son las que odian, el daño está dentro de esas personas,
por eso sigue generando ese dolor y se demuestra con odio por no saber cómo reaccionar. Sin

embargo, el odio ni la envidia te generan algo positivo, los dos pueden ser muy dañinos para

otras personas y para sí mismos, pero hay una diferencia. Las personas envidiosas siempre

tratan de sobresalir y tienen una empatía por los suelos, son así por gusto propio, no tienen

algún motivo justificado para comportarse de esa manera, solo son personas insatisfechas que

tratan de compararse continuamente.

(Mandela, 2020) nos dice que “nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, por

su trasfondo, o por su religión”.

Los hombres sin méritos están sedientos de envidia, esos mismos hombres que viven de

tras de sombras sin estar a gusto con sus vidas, impidiendo el logro de otros. Esa soledad que

sienten se transmite con llamar la atención reiteradamente, son cobardes en el fondo, débiles

mentalmente y están estancados en sus ideas de hombre mediocre, sin avance de sus propios

logros, sino pendientes de otros que saben que no podrán obtener.

b) Psicología de los envidiosos

La envidia es un enemigo silencioso, a veces no se puede diferenciar, podemos convivir

con ella mucho tiempo, sin embargo, no nos damos cuenta de que ahí está presente. Existe

variedad de personas envidiosas en nuestro entorno, más cerca de lo que creemos, el envidioso

odia al que tiene, no es un odio justo, sino de impotencia, de improductividad por no ser como

él.

Se hace mención de que estamos en una sociedad llena de personas con sed de envidia,

llena de perjuicios y cada vez menos empáticos. El envidioso pasivo trata de practicar el bien,

pero no puede, es como si la envidia penetrara su vida sin control alguno. No deja de avanzar,

le fastidia el gozo de otros, capaz de hacer lo último que se le ocurriera para lograr su cometido.

El envidioso activo es un florido al momento de hablar, no se logra diferenciar, puede

estar entre los demás. Un elocuente en su máximo resplandor, te puede engalanar con las
palabras que te dice, pero en el fondo te está aborreciendo. Es un astuto según el concepto que

se tiene a sí mismo, pues es todo lo contrario, solo es una persona con anhelos de grandeza,

pero no de su grandeza, sino de otros.

Estamos en una sociedad que está rodeada de gente con esa mentalidad. Desde tiempos

pasados hemos visto la envidia reflejada en grandes personajes de la historia, el caso de Miguel

de Cervantes Saavedra y Lope de vega, dos magníficos escritores que mantuvieron una gran

rivalidad durante todos sus años en activo; se fueron contestando en sus obras a las críticas de

uno y otro, dándose calificativos desagradables. Todo por el hecho de saber quién era

considerado el mejor en su época.

c)Los roedores de la gloria

Ser buena persona, conseguir con tu talento las cosas que tanto anhelas en la vida, marcar

la diferencia es una de las cualidades de los hombres que se esfuerzan por cumplir sus metas.

El que se esfuerza por sus sueños sabe lo mucho que le costó conseguirlos y el tiempo que se

demoró, el sentimiento de sentirse orgulloso de uno mismo es lo más sublime que puede existir.

“El que tiene méritos, sabe lo que le cuestan y los respeta; estima en los otros lo que desearía

se le estimara a él mismo” (Ingenieros, 2006, pág. 138).

Los hombres talentosos siguen con sus vidas, no se rinden, tienen esa actitud ganadora y

optimista. Avanzan por más circunstancias que existan, no se van por el camino fácil, saben

que para conseguir algo se deben de esforzar y tener disciplina. Ellos son constantes y

permanecen hasta cumplir con toda su labor, no ponen pretextos, vencen el cansancio, la pereza

y la desidia.

Todo lo contrario, a los criticastros, que se basan en sus juicios pocos confiables, ya que

solo son personas con vacíos en su ser que buscan la constante aceptación. No aceptan y valoran

el esfuerzo de los otros, más bien lo menosprecian. Son incapaces de aceptar que otra persona
pueda conseguir grandes objetivos y ellos no, la ignorancia abunda en su comportamiento

inmaduro y desatinado.

“El que ve los defectos y no las bellezas, las culpas y no los méritos, las discordancias y no las

armonías, muere en un bajo nivel donde vegeta con la ilusión de ser un crítico” (Ingenieros,

2006, pág. 141).

El verdadero castigo que pueden tener es saber que en la sociedad siempre existirán

personas con grandes talentos que querrán salir adelante, y pruebo de ello son estos grandiosos

personajes; Mahatma Ghandi, Albert Einstein, Charles Chaplin, Leonardo da Vinci, Charles

Darwin, Margaret Sanger. Unos revolucionarios en sus diferentes ámbitos, que cambiaron el

mundo para bien con sus ideas y descubrimientos, tanto varones como mujeres. Un orgullo

para la sociedad, que sirvieron de inspiración para el resto de la humanidad y dejaron un legado

inmortal para las futuras generaciones.

d)Una escena dantesca: su castigo

La envidia es una enfermedad y debería ser tratada así, saber que los que padecen son

pacientes en busca de ayuda. Son los únicos responsables de sus actos, de sus desdichas y de

lo infeliz que son sus vidas.

“El envidioso es la única víctima de su propio veneno; la envidia le devora como el cáncer a la

víscera; le ahoga como la hiedra a la encina” (Ingenieros, 2006, pág. 142).

No obstante, el hombre ya logro mucho al saber que existen personas queriendo imitarlo,

no es bueno, pero “algo bueno” debe de estar realizando para querer lo que uno tiene. El peor

castigo de un hombre mediocre y envidioso, es ver crecer a la persona sin que le afecte, lo que

haga o diga de ella en lo absoluto, es más ser quien le ayude a dejar esas ideas de comparación

constante. Es una derrota para aquel que piensa que podrá causar algún daño o interrupción en
sus planes, al saber que, en vez de miedo le tienen lástima por lo pobre que es intelectualmente

y moral.
CONCLUSIONES

A leer esta obra nos damos cuenta que no todas las personas son como nosotros creemos, hay

muchas personas excelentes, pero son muy pocas las que llegan a la excelencia en la cual nos

hace una diferencia de dos tipos de personas idealistas y mediocres, describe a las personas

mediocres como personas sin ideales ni personalidad propia que son influenciadas por el medio

que los rodea.

Nos habla de cinco tipos de personalidades en donde los hombres siguen las reglas que se les

impone, solo están en su propio mundo, son hombres temerosos que van mendigando favores

y son moldeados, sufren falta de personalidad. Nos habla de la desigualdad y lo dócil que puede

llegar a ser el hombre, que siempre sigue las normas que la sociedad les impone y no tiene

interés por conocer cosas nuevas.

Llegamos a la conclusión que todos somos diferentes, cada quien influye en su propio mundo.

Los hombres mediocres sin personalidad, no tienen valores, no tienen su propia imaginación,

sin ideales, tipos de hombres que no se quiere en la actualidad, pero lastimosamente abundan

más. En cambio, el hombre idealista es un hombre con principios, valores, tienen su propia

imaginación.

Se presentan los valores del hombre mediocre, comparándolo con Tartufo, basándose en su

hipocresía, imitando a los demás sin propios ideales. Son hombres honestos, pero eso no es

necesariamente bueno, se encuentran en el intermedio, no dándole mucha importancia al

problema, pero sí al qué dirán. Tránsfugas en todo momento, siguiendo la colectividad más

conveniente al momento. Su falta de interés sobre las virtudes cambiantes a través del tiempo,

es un hombre débil, por seguir como rebaño. Nos describe también al genio moral, el opuesto

total del mediocre, donde a la santidad pueden llegar héroes, apóstoles o sabios.
El hombre mediocre se obstruye su propio camino y no aspira a un ideal. Se vuelve servidumbre

de las consecuencias de sus acciones, sumiso a su rutina y a las opiniones externas sin

cuestionarse los motivos de sus acciones, sigue a un grupo y trata de imitar otros ideales.

El hombre opta por muchas actitudes, ya depende de él si las decisiones que tome en su vida

son buenas. El hombre mediocre es aquel que se queda estancado, no progresa, no aporta nada.

Por ello, se debe de tener en cuenta que propósito quieres realizar, ser un hombre mediocre o

uno con ideales, ganas de seguir adelante y seguir innovando.


BIBLIOGRAFIA

Ingenieros, J. (2006). El Hombre Mediocre. Lima: Ebisa.

Mandela, N. (05 de Abril de 2020). Psicología y mente. Obtenido de

https://psicologiaymente.com/reflexiones/frases-odio

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