Explicacion Letanias Lauretanas
Explicacion Letanias Lauretanas
Explicacion Letanias Lauretanas
apariciones en Fátima
• el poder de la oración de intercesión
• la existencia del Ángel de la guardia y su función
• la esperanza, confiar en Dios
• que el corazón de Jesús y de María están atentos a nuestra súplicas
• el valor de la penitencia y del sacrificio
• que la Eucaristía es el cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor
• la existencia del cielo, purgatorio e infierno
• el rezo del Santo Rosario
• la devoción reparadora del primer sábado del mes y muchísimos otro temas
más.
https://www.comorezarelrosario.com/letanias-del-santo-rosario/
https://fatimazoporlapaz.org/santa-maria-madre-de-dios/
https://fatimazoporlapaz.org/letanias-lauretanas/
La palabra letanía tiene un origen griego y quiere decir súplica. Desde los
inicios de la Iglesia, las letanías fueron utilizadas para indicar las súplicas
rezadas en conjunto por los fieles, particularmente durante las procesiones.
Cuando la casa en la que Nuestra Señora había vivido en Tierra Santa fue
transportada milagrosamente a la ciudad de Loreto, en Italia, en 1291, el
milagro se difundió rápidamente y dio inicio a numerosas peregrinaciones.
Con el tiempo, los peregrinos compusieron una serie de súplicas a Nuestra
Señora, que la invocaban por sus más importantes títulos espirituales.
Esas letanías, que empezaron luego a ser cantadas en el santuario, se
popularizaron por los peregrinos en todo el mundo católico.
La estructura de la letanía
Desde pequeña repito muchas veces esa frase que enuncia el título más
importante y la verdad más grande del primer dogma mariano: Santa María,
Madre de Dios…
¿Quién es María? Es la mujer que Dios escogió para ser la madre de su Hijo.
Ser madre es un don de Dios. Una bendición y una misión. A María, Dios le
dio ese don de una manera especial: ser la Madre de Dios. Y se lo dio a Ella
pues era una mujer excepcional, digna de tener ese honor, poseedora de la
fortaleza, amor y dedicación que conlleva la tarea de ser madre y la valentía y
responsabilidad de crecer y educar a Su Hijo.
Ante esa realidad y con la certeza de que una madre siempre cuida de todos
sus hijos es que cada día me encomiendo a ella y le pido interceda por mí
ante Dios Nuestro Señor, El que todo lo puede.
Tu, María madre mía, con el poder divino de ser Madre de Dios, ruega,
intercede y consigue que mis ruegos sean escuchados y te lo pido con estas
palabras que repito siempre:
El corazón de la Virgen María fue moldeado por la persona divina del Padre
del Hijo y del Espíritu Santo. Fue revestido de aquellas virtudes que
requería la misión que le seria encomendada: ser la Madre de
Jesucristo.
“Purísima debía ser la que llevaría en sus entrañas al Salvador del Mundo”,
teniendo un “estilo” de vida único, incomparable a cualquier otro por virtuoso
que fuese. En realidad, ante la Virgen nada es comparable por eso esta
segunda letanía o alabanza hacia su persona y virtudes reconoce la
vinculación entre ser santo y el camino de la virginidad: Ello no sólo es
compatible, sino que se exige mutuamente.
Nuestra Madre del Cielo vivió consagrada desde su más tierna infancia, por
ello ningún segundo de su vida estuvo al margen de la vivencia de esta virtud.
Esto aparece elocuentemente citado en los evangelios en el encuentro de la
Virgen con el Arcángel Gabriel el día de la Anunciación, el cual, ante el
recuerdo que hace la Virgen María en orden a estar consagrada por el voto
de virginidad, recibe como respuesta del Cielo: “El niño que tendrás será
obra del Espíritu Santo”, con lo cual antes, durante y después del parto
Ella conservaría su estado virginal, querido y aceptado por Dios mismo.
Sin duda, María siempre vivió virginalmente. La Santa Biblia señala como
signo de la venida de Cristo al mundo que “nacería de una virgen” (Isaías VII,
14). De la única mujer que la Santa Biblia aplica con propiedad el
apelativo de “Virgen” es de María Santísima:
San Lucas I, 27: “A una virgen desposada con un varón que se llamaba José,
de la casa de David; y el nombre de la virgen era María”.
San Mateo I, 23: “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y
llamarás su nombre Emmanuel, que traducido es: Dios con nosotros”.
Desde el inicio de la vida de la Iglesia los creyentes nos hemos dirigido a Ella
como “la Virgen”, reconociendo el carácter exclusivo de su total consagración.
En los Santos Evangelios se habla de los parientes cercanos a Jesús como
sus “hermanos”, lo cual se debe a que en Israel los primos y los primos
hermanos eran denominados como “hermanos” sin serlo más que por la
extensión de la pertenencia de parentesco.
Imploremos a Nuestra Madre del Cielo, la Santa Virgen de las vírgenes, ¡que
nos conceda imitar su entrega total a Dios en cualquiera que sea nuestro
estado de vida!
Digamos SI, cada vez que con gran devoción recitemos cada una de las
alabanzas que le hacemos en las letanías lauretanas, donde proclamamos
ante todo la Santidad de María.
María, nos dice ahora Juan, lleva su fe hasta la noche oscurísima del
Calvario, durante la que no ve nada, pero sigue creyendo con fe firme, y es
entonces cuando le declara Jesús la maternidad espiritual sobre todos
los creyentes diciéndole: Ahí tienes a tu hijo. Y nos comunica a continuación
a nosotros: Ahí tienes a tu madre. Desde este momento, la Iglesia,
representada por Juan, recibe a María y la cuida como Madre suya.
Mateo mira la fe como la estrella de los Magos, a los que guía hasta dar con
Jesús, al que encuentran en los brazos de María, su Madre, la cual se lo
ofrece para que lo adoren y le den el beso más tierno. De este modo, Mateo
nos presenta a María como la gran dadora de Jesús a los hombres.
REFLEXIONEMOS
María da a luz virginalmente a Jesús en Belén, y María nos da a luz a
nosotros la Iglesia al pie de la Cruz, cuando tiene su otra anunciación y
acepta ser madre de los creyentes. Darnos a luz, conllevó mucho dolor, no se
desgarraron sus entrañas, pero sí su corazón.
En el Calvario, la maternidad de María cobra una nueva dimensión, la relativa
a los discípulos de Cristo, comprendidos en el discípulo amado que
representa a toda la Iglesia. María engendra en el dolor de ese día de muerte
a una nueva familia, un nuevo pueblo.
FUENTES:
– www.aciprensa.com
-Catecismo de la Iglesia Católica
– www.es.catholic.net
Con su solicitud hacia todo cristiano, más aún, hacia toda criatura humana,
ella guía la fe de la Iglesia hacia una acogida cada vez más profunda de la
palabra de Dios, sosteniendo su esperanza, animando su caridad y su
comunión fraterna, y alentando su dinamismo apostólico.
La Virgen María tras entrar en el reino eterno del Padre, estando más cerca
de su divino Hijo y, por tanto, de todos nosotros, puede ejercer en el Espíritu
de manera más eficaz la función de intercesión materna que le ha confiado la
divina Providencia.
El Padre ha querido poner a María cerca de Cristo y en comunión con él, que
puede «salvar perfectamente a los que por él se llegan a Dios, ya que está
siempre vivo para interceder en su favor» A la intercesión sacerdotal del
Redentor ha querido unir la intercesión maternal de la Virgen. Es una función
que ella ejerce en beneficio de quienes están en peligro y tienen necesidad
de favores temporales y, sobre todo, de la salvación eterna: «Con su amor de
madre cuida de los hermanos de su Hijo que todavía peregrinan y viven entre
angustias y peligros hasta que lleguen a la patria feliz. Por eso la santísima
Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora,
Socorro, Mediadora»
Este privilegio a María es porque era muy conveniente y oportuno que fuese
totalmente purísima y resplandeciente la Virgen Madre del Cordero inocente
que quita los pecados del mundo. Esta pre-redención de María es la
manera más perfecta de redención obrada por Cristo.
Fuentes:
http://www.mariologia.org/dogmas/dogmasmarianosinmaculada013.htm
http://es.catholic.net/op/articulos/34289/cat/849/inmaculada-concepcion-de-la-
santisima-virgen-maria.html
Madre Castísima
Es rara la victoria sobre este vicio, como ya vimos al principio, según dijo San
Agustín; esto es porque no se ponen los medios para vencer. Tres son esos
medios, como dicen los maestros espirituales con San Bernardino: el ayuno,
la fuga de las ocasiones y la oración.
Dice San Juan Damasceno que María es pura y amante de la pureza. Por
eso no puede soportar a los impuros. El que a ella recurre, ciertamente se
verá libre de este vicio con sólo nombrarla lleno de confianza. Decía San
Juan de Ávila que muchos tentados contra la castidad, con sólo recordar con
amor a María Inmaculada, han vencido.
Cuando Dios quiso preparar una madre humana para su Hijo, la hizo
Inmaculada en su Concepción. La hizo SANTA aún antes de que hubiera
nacido, antes de que pudiera pensar, hablar, obrar, la preservó del pecado
original y de toda mancha. Por esto, difiere de todos los santos. ¡Toda Pura,
toda Santa es María!.
María es la primera en ser liberada del pecado (Cf. Efesios 2:5).
Dios la salvó preservándola del pecado.
En María las gracias de Cristo se aplicaron ya desde el momento de su
concepción. El hecho de que Jesús no hubiese aún nacido no presenta
obstáculo pues las gracias de Jesús no tienen barreras de tiempo y se
aplicaron anticipadamente en su Madre. Para Dios nada es imposible.
La Inmaculada Concepción de María es el dogma de fe que declara que
por una gracia especial de Dios, ella fue preservada de todo pecado
desde su concepción.
MADRE AMABLE
María, hoy te invocamos en las letanías como Madre amable. Expresión de
una doble acción: hacia Ti nuestro amor, porque eres digna de ser amada;
hacia nosotros tu amor, porque posees la más alta capacidad de amor.
Cuando alguien nos dice que una persona es amable, ¿qué es lo primero que
pensamos? Alguien que por su manera de ser con el prójimo se hace querer
con facilidad por los demás; alguien que resulta agradable escuchar; alguien
que no se ofende con facilidad y sabe perdonar y disculpar con rapidez.
Amable es la persona que, por su actitud y su trato para con los demás,
se hace amar. Es la persona que es agradable cuando nos dirige la palabra,
es quien interpreta bien y sabe disculpar los errores ajenos. Amable es
además quien acoge al que anda solitario, Quien se anticipa cuando ve una
necesidad de ayuda… quien va a consolar donde hay algún dolor. La
amabilidad sale de un buen corazón.
La amabilidad de la Virgen nace, se nutre y se dirige hacia el amor de Dios,
por ello es diferente y superior a la simple cortesía y a la buena educación.
Esto lo vemos en el episodio de la visitación de la Virgen María a su prima
Isabel. “Cómo se me concede que venga a mí la Madre de mi Señor” (Lc.
1,43). Nada más saber por el Ángel que su prima iba a dar a luz, se puso en
camino para ir a servirla. María es diligente y amorosa, consuela, ayuda,
fortalece, sirve…igual que su Hijo. ¡Asombroso ejemplo de amabilidad
servicial y humilde! Es elevada a la mayor dignidad de Madre de Dios, y acto
seguido va a servir.
El anuncio actual de las enseñanzas de Jesús y de nuestra Santa Iglesia
requiere de verdaderos testigos consagrados a la afabilidad, la amabilidad, la
cordialidad en su entorno. Cristo pasó haciendo el bien con amabilidad.
JPII señalaba que “Bastaría una palabra cordial, un gesto afectuoso, e
inmediatamente algo se despertaría: una señal de atención y de cortesía
puede ser una ráfaga de aire fresco en lo cerrado de una existencia, oprimida
por la tristeza y por el desaliento” (11 febrero 1981).
Ser amable es hacer presente a Dios en medio nuestro: “Si nos amamos
unos a otros, Dios vive en nosotros, y su amor a llegado a nosotros a la
perfección”. ¡Qué bien lo pasamos cuando tratamos amablemente a los
demás! Constatamos que el ambiente cambia, dan ganas de quedarse más
rato compartiendo, surgen iniciativas en bien de los demás. Todo se hace “de
buena gana” cuando se pide con amabilidad.
Por el contrario, quien vive imponiéndose, tratando con aspereza y desprecio
a los demás se hace simplemente insoportable. La vida social se ve
quebrantada cuando olvidamos el mandato de Jesús dado en la Ultima Cena:
“Amaos los unos a los otros como Yo os he amado”, es decir procurando
practicar con frecuencia y naturalidad las distintas obras de misericordia a
que nos invita nuestra Iglesia Católica: visitando a los enfermos, escuchando
con tiempo a nuestros abuelos, corrigiendo caritativamente a quien no se
porta bien, consolando a quien está afligido y angustiado porque la vida se le
hace difícil.
Madre nuestra, dame una voluntad fuerte y sincera.
Dame un corazón grande donde quepan todos.
Dame unos ojos limpios y un corazón nobles para mirar y acoger.
¡Ayúdame a eliminar la crítica de mi vida y alejarme del egoísmo!
¡Ayúdame, Madre de la amabilidad, a ser siempre generoso con el que lo
necesita! ¡Madre amable, ruega por nosotros! Y haznos como tú. Amén.
Fuentes: http://ourladyofmercyofclareport.blogspot.mx
http://www.mariologia.org
2. Porque toda su vida la pasó bajo la guía del Espíritu Santo, que es
Espíritu de consejo, el cual la envolvió en el momento de la Encarnación del
Hijo de Dios y la tuvo siempre bajo su sombra.
4. Porque se vio colmada como nadie de los dones del Espíritu Santo,
entre los cuales sobresale de manera muy singular el don de sabiduría,
por el cual la Virgen conoce, gusta y sabe comunicar el querer de Dios.
Por otra parte, María no se queda para sí estos dones. Los ha recibido de
Dios, y Ella los comunica a sus hijos y discípulos, utilizándolos siempre para
nuestro bien.
María ve el apuro de los novios, que van a quedar mal delante de los
invitados. ¿Cómo es posible que falte el vino en la fiesta?… María, mujer
observadora a la que no se le escapa un detalle, y con un corazón tan bello,
se da cuenta de la situación. No le ordena a Jesús, pues no se puede meter
en sus asuntos, pero nada le impide introducirse con delicadeza en el
Corazón de su Hijo: ¿Te has dado cuenta de que no tienen vino?…
Aunque no fuera más que por este hecho del Evangelio, llamaríamos a María,
con razón sobrada, Madre del Buen Consejo: nos ha enseñado a acudir
allí donde está todo el remedio para todos nuestros males y en todos
nuestros apuros: ¡en Jesucristo!
Y nos enseña además lo que debemos hacer para cumplir la voluntad de
Dios y practicar el Evangelio en toda su integridad: ¡Que lean todos —nos
dice María— y que todos hagan lo que Jesús dice!
Con gran dulzura y a la vez firmeza, nos dice la Virgen María quién es el
Mediador: ¡Jesús! Pero con igual dulzura y firmeza, nos dice: ¿quieren ir
fácilmente a Jesús? ¡Vengan a mí, que no se van a equivocar!…
Y no la dijo, pero todo salió bien, porque calladamente, sin decir una palabra,
la mejor consultora que existe, la Madre del Buen Consejo, iba guiando la
discusión, que, como todas las demás del Padre Kolbe, acababa
resolviéndose de la manera mejor. La Ciudad de la Inmaculada salió
triunfante de todo…
Referencia:
Devocionario.com
Catholic.net
Mariela Gastelum Treviño de Loret de Mola
María es la persona que más puede dar testimonio de Cristo. Dios eligió a
María para ser la Madre de Jesús, el Salvador del mundo.
Por su PUREZA y SENCILLEZ María fue escogida por Dios para ser la
Madre de su amado Hijo Jesucristo. María acogió con HUMILDE LIBERTAD
la invitación de Dios y pronunció su “Si” a la encarnación del Hijo de Dios.
María al saber que su prima Isabel esperaba un hijo, viaja de Galilea a Judea
lo que supone SACRIFICIO y ENTREGA GENEROSA para ayudar a quien
necesita. Isabel felicitó a María porque Dios la había elegido para ser la
madre de Jesús y porque había creído en lo que la había dicho el Señor.
María, con alegría, le dijo que en ella se habían cumplido todas las maravillas
que Dios hace con los que son pobres y humildes de corazón.
La Iglesia no sólo llama a María Madre de Dios, sino también Madre del
Salvador. En las letanías lauretanas, después de las invocaciones de Santa
Madre de Dios y Madre del Creador, se lee: Madre del Salvador, ruega por
nosotros.
La Madre del Salvador comprendía cada vez mejor cómo debía cumplir su
obra redentora. Le bastó con acordarse de las profecías mesiánicas bien
conocidas por todos. Isaías había anunciado las humillaciones y los
sufrimientos de Mesías, que los soportaría para expiar nuestras faltas, que
sería la inocencia misma y que conquistaría las multitudes por medio de su
muerte generosamente ofrecida. David, en el salmo 22: Dios mío Dios mío,
¿por qué me has abandonado? María conocía, evidentemente, lo anterior y lo
meditaba en su corazón.
Referencia:
Devocionario.com
Catholic.net
Virgen prudentísima.
En las Sagradas Escrituras encontramos que Salomón dice “el que modera
sus labios es prudentísimo”, y esto es exactamente lo que hizo la santísima
Virgen a lo largo de su vida terrena, Ella siempre moderó sus labios, tanto,
que solo se encuentran escasas referencias en la Santa Biblia de sus
palabras: cuando habló al Arcángel San Gabriel, cuando habló a santa Isabel,
cuando encontró al Niño Jesús en el Templo, y en las Bodas de Caná; todas
sus palabras contenían muy grande edificación y singular prudencia. Y, entre
las vírgenes prudentes, sin duda, María con toda justicia es la primera
entre ellas, porque absteniéndose de todo pecado conservó
enteramente el aceite de la Gracia.
ANÉCDOTA:
Un soldado que llevaba consigo esta prenda de devoción a María, recibió una
herida de mosquete cuando se lanzaba al asalto; pero la bala, después de
haber atravesado su uniforme, se detuvo frente al escapulario sin hacerle
ningún mal. Luís XIII, que se encontraba en el sitio, fue testigo de este
prodigio de protección. En consecuencia, se apresuró a tomar este santo
hábito cuyo efecto sorprendente acababa de ver.
Imitemos la prudencia de la Santísima Virgen, llevemos su escapulario,
porque María nos protege contra el peligro, especialmente a la hora de la
muerte.
Extractos de:
Devocionario.com
Catholic.net
MADRE ADMIRABLE
Las letanías han sido y siempre serán una hermosísima forma de alabanza
y de súplica a María, piropos de amor y de ternura. Se remontan a los
primeros siglos de la humanidad, pero siempre son vigentes ya que son un
gozo y una alegría el recitarlas para nuestra Madre que, de entre muchas
otras cualidades, hoy nos referiremos a su SER ADMIRABLE.
Una persona o cosa es admirable o digna de admiración, dice el Cardenal
Newman, cuando es perfecta, extraordinaria, por esto impresiona los
sentidos, la imaginación y el pensamiento.
María es verdaderamente admirable, porque es extraordinaria y no
hay nadie que reúna como Ella semejante grandeza de privilegios y de
virtud, por estas dos razones: sus privilegios y sus virtudes, María Santísima
es invocada con el título de Madre Admirable.
Dice el Padre Mariano De Blas, L.C. con justa razón que de María nunca
se dirá todo. No se puede, siempre hay algo más que decir de hermoso, de
dulce, de grande. Las letanías son un amable intento de decir todas las
grandezas de María, pero se quedan cortas.
Ella es admirable por sus privilegios: gentileza de Dios para Su Flor,
admirable por su sencillez, con una mano toca a Dios Omnipotente y
con otra a sus niños de la Tierra. “He aquí la Esclava del Señor”, sirve en
los atrios del Señor, dicen que sus manos son las más bellas, y que las usa
solamente para servir, para hacer el bien… admirable como el paisaje que se
mira y se vuelve a mirar y nunca se quiere dejar de contemplar, porque
infunde alegría, ternura, admiración.
Oh Madre admirable, maravillosa, eres demasiado grande para cualquier
adjetivo, Santa y hermosa, quiero mirarme en tus ojos purísimos, océano
de amor y pureza, para que por contagio algo de ti se pase a mí. Eres un
paisaje que han admirado millones de seres y seguirán admirándote sin
cansarse jamás, criatura celestial que todos se enamoran de ti de tanto
admirarte.
La gracia de Dios es la que nos hace santos, es por eso que la plenitud de la
gracia confiere la plenitud de la santidad. La gracia, semilla y fruto de la
santidad, hace que Dios esté en nosotros y nosotros en Dios.
Extractado por LRN Equipo Fatimazo por La Paz de: Redacción Mercaba |
Fuente: www.mercaba.org
http://www.mercaba.org/FICHAS/Devociones/letanias_lauretanas.htm
Y como Buena Madre está al pendiente de sus hijos, sus problemas, sus
indecisiones y los peligros que le acechan siempre dispuesta al consejo, la
guía y la defensa. Y también está presente para compartir las alegrías y
conducirnos con pasos seguros en el día a día. Ella está ahí, junto a nosotros
siempre intercesora, orientadora y madre. Una madre que nos enseña con su
ejemplo el camino perfecto hacia Dios al que adoramos. Nosotros no
podemos hacer menos que respetar y alabar su entrega y su ser.
Por eso, “La Iglesia en su Liturgia, ha coronado a María con las fiestas en su
honor introducidas en el año eclesiástico, los oficios, los himnos, las Letanías,
las procesiones, la solemne coronación de sus imágenes, etc., que
manifiestan el amor de la Iglesia hacia su Madre Celestial.
Alabemos a Nuestra Madre con fuerza, con orgullo y con todo nuestro amor
por que es digna por el poder que le dio Nuestro Dios a quien amamos por
encima de todas las cosas.
“No tienen vino”, dijo en una boda. Y qué vino más exquisito se bebió en
Caná.
Ella es la mujer que con verdad puede decir: hizo en mi favor grandes
cosas el que es todopoderoso, y en Él lo puedo todo. Es la mujer ante
cuyo poder se admira el cielo, se pasma la tierra, y tiembla el infierno.
¿En qué consiste el poder de María? ¿Es acaso porque con su FIAT hizo
bajar a Dios del cielo? ¿Será acaso por haber cargado en su virginal vientre
al HOMBRE-DIOS? Si, lo anterior es correcto, pero además María Santísima
es la mujer fuerte de la que habla Salomón, la que tiene la virtud y el poder.
Por tanto, María como Reina poderosísima del cielo, por justo derecho tiene
en su mano el cetro con el cual, en compañía de Cristo su Hijo, gobierna al
mundo.
Esta madre amorosa del cielo, siguiendo la voluntad de Dios, nos da un arma
poderosísima para enfrentar y vencer a todos los enemigos de este mundo
que buscan apartarnos del camino al cielo, ya sean vicios, placeres
desordenados, malos pensamientos, malas compañías, hasta al mismo
demonio. Esa arma poderosa es el Rosario. El rosario podría parecer una
oración frágil y propia de abuelitas, pero Dios ha querido que sirva para
detener los cañones y las bombas con que sus hijos son atacados todos los
días.
Hoy por hoy, después de la Santa Misa, el Rosario es quizás la devoción más
practicada por los fieles. Muchísimas personas han experimentado y siguen
experimentando día a día los extraordinarios favores divinos que consiguen
con esta santa devoción.
Referencias:
* Devocionario.com
* Catholic.net
VIRGEN CLEMENTE
Esta hermosa y amable virtud, prosigue Santo Tomás, nace del amor. Quien
ama a una persona no quiere que ésta sea castigada.
De esto se sigue que cuando el perdón total o la disminución de la pena son
compatibles con el verdadero bien, entonces la amorosa clemencia perdona o
pide el perdón.
Nuestra Madre Santísima nos ama porque ama a Dios. El amor de Dios y
el amor del prójimo son dos amores inseparables y nadie nos ama como
Ella.
No hay otro amor más hermoso y más fuerte que el de María porque
brota de la purísima fuente del amor de Dios.
• Porque Ella nos engendró al pie de la Cruz sobre el Calvario, allí fuimos
confiados a Ella como hijos en la persona de Juan.
Los dolores que no tuvo en el divino parto natural, debió sufrirlos en el parto
espiritual cuando fue constituida Madre de todos nosotros.
De la misma forma que Dios adornó a María con la santidad más eminente,
así la dotó de un corazón, en profundidad y en extensión, el más amante de
todos los corazones; con el que nos ama a todos, justos y pecadores,
aquellos que aunque estén en pecado buscan salir de él y se proponen
dejarlo. Ella escucha sus súplicas y los reconcilia con Dios y lo hace como
una madre que tiene más cuidado de un hijo enfermo que de un hijo sano …
como deja el buen pastor las noventa y nueve ovejas para ocuparse de
aquella que huyó del redil.
Referencias:
Virgen Fiel
Sin duda, hemos escuchado mucho sobre la crisis de fidelidad y sobre lo que
es la verdadera fidelidad, la que se espera de un cristiano. Pero la pregunta
es, si estas explicaciones nos han alcanzado íntimamente, si nos han llegado
al corazón.
Lo que nos falta, tal vez, es una síntesis vital y vívida de lo que hemos
escuchado. Lo que nos falta es un modelo, un ejemplo de fidelidad que
nos arrastre.
Así queremos también nosotros experimentar y palpar la fidelidad en una
persona concreta. Y esta persona, modelo de la fidelidad humana, es María:
la Virgen fiel.
Sabe que su FIAT no es el “Sí” de una hora, sino el sí de toda una vida.
De ahora en adelante, todo su amor, su entrega y su fidelidad dedicará a su
Hijo. Y empieza una inseparable biunidad entre María y su Hijo. Ella está con
Él, como compañera y colaboradora, en los grandes momentos de la historia
de salvación, desde la Encarnación hasta su Asunción.
Y así siguen las pruebas y exigencias de Dios durante más de treinta años. Y
siempre de nuevo, Ella repite, sin comprenderlo del todo, el Sí de la primera
hora, el Sí de su vocación y de su fidelidad.
Y entonces llega la hora del Calvario. Ella está allí al pie de la cruz, casi sola.
Los demás han desaparecido, como suele suceder en la hora de prueba. Y
en este momento oscuro María da su último y definitivo FIAT. Y es éste el
que cuenta verdaderamente. Ella, en el Calvario, es Madre de
verdad, porque se es verdaderamente Madre sólo cuando se da todo. Y
María entrega lo único que tiene: su Hijo Jesús.
Referencia bibliográfica:
Referencias:
Referencias:
Se tienen diversas fuentes de alegría y estas van desde las más simples
hasta las más complejas, las que calan profundo en el alma o aquellas que
son efímeras; tenemos también a las personas que procuran estar alegres de
muy diversas formas, por lo tanto hay cosas y personas que causan este
sentimiento.
Hay personas que se deleitan y alegran solamente con los bienes materiales,
con los honores, con las riquezas, las comodidades o un mundo de
frivolidades que van marcando un camino insaciable en medio de la
acumulación; quienes en estas acciones van radicando su alegría,
encontrarán que muchas veces es momentánea e incluso frívola pues tarde o
temprano se darán cuenta que se necesita mucho más.
En otros casos -que podemos encontrar penosos- vemos que hay quienes
encuentran alegría en la práctica del pecado, cuando para un auténtico
cristiano esta sería razón suficiente para entristecerse;dicha alegría no sólo
resulta como en el caso anterior efímera o momentánea sino incluso sería
falsa.
VASO ESPIRITUAL
“¿No dispone el alfarero de su barro y hace con el mismo barro una vasija
preciosa o una para el menaje? (Carta a los Romanos 9, 21)”
En María, Dios decidió hacer la mejor vasija para recibir a Jesús. Desde su
concepción, sin pecado concebida, fue elegida y preparada para recibir los
dones y gracias indispensables para ser la madre de Dios. Los dones y
gracias de que la proveyó, sus sentimientos, inteligencia y religiosidad la
hacen llena de espiritualidad. Aquella espiritualidad en la que Dios depositaría
a su Hijo. Así pues María es el vaso espiritual, el vaso perfecto que tuvo en
sus entrañas al hijo de Dios y que luego en sus brazos y bajo su cuidado
aprendería a ser hombre, el mejor hombre de todos, el que vino a salvarnos.
Veo a María con el Niño en sus brazos. Veo a Jesús protegido en los brazos
de su Madre. Y veo en ambos una ternura de amor y perfección sin igual.
Esos brazos en los que Dios depositó en María a su único Hijo , su Bien
Amado tenían que ser los mejores. Esa mujer bella, pura, decidida, llena de
gracia, llena de Dios y digna de esa responsabilidad es la mejor madre. Y tan
grande es su capacidad de dar y amar que Jesús sabiéndolo da cabida en su
Inmaculado Corazón para todos nosotros: “He aquí a tu Madre”.
Yo, imperfecto vaso de barro, quiero ser como María y recibir y acoger en mi
a Jesús. Amar y dar como ella. Tener un alma limpia, pura y en gracia que
me haga ser vaso digno de recibir a Jesús en mi.
VASO HONORABLE
El Santo Sepulcro, en donde solo por tres días estuvo encerrado el Cuerpo
de Jesús, es glorioso y venerado y visitado por muchísimos fieles. Ahora
bien, ¡¡cuánto mayor honor y veneración se debe a María, de cuyo cuerpo
tomó vida el Divino Hijo!!
Santo Tomás de Aquino dice que en la Sagrada Escritura los hombres son
comparados a los vasos, o se llaman vasos por cuatro razones:
1– Por cómo fue hecho; por la materia y por la forma que el artífice le da; y
que es tanto hermoso, cuanto más preciosa es la materia de la que está
hecho.
Por eso decimos en las Letanías que María es un “Vaso de Espiritual y Vaso
Honorable”, por ser tan pura, tan bella y tan hermosa de alma; la criatura más
hermosa, después de Jesús. Dios se esmeró en ella porque iba a ser la
Madre de su Hijo encarnado. Y puso todo su saber, todo su amor, todo su
arte al hacerla.
Y ninguna criatura, es más apreciable que María, porque está llena de gracia
(Llena eres de gracia, la dirá el ángel) desde el primer momento de su
concepción; llena de Dios. Y tanto más estuvo llena de Dios, cuanto más
vacía estuvo de sí misma.
María fue destinada a lo más grande que podría aspirar una criatura: su
Maternidad Divina. Por eso, Dios la dotó de todos los privilegios posibles. Y
no se quedó corto.
4– Por el fruto. El fruto suyo fue Jesucristo (Dice el Evangelio: “Por sus
frutos lo conoceréis”).
Extractos de:
Devocionario.com
Catholic.net
Extractos de:
Devocionario.com
Del libro Explicación de la letanía, del padre Francisco Javier Dornn
Servicio Católico Hispánico.
ROSA MÍSTICA
La rosa es símbolo y figura de la Virgen María.
La rosa es, más que todo, por su delicado perfume, la reina de las flores, el
ornato de nuestros jardines, el principal decoro de la primavera.
La rosa nace, crece, abre sus hermosas hojas, esparce su suave fragancia
entre las espinas; éstas la rodean y la envuelven por todas partes.
Rosa MÍSTICA. Mística, Misticismo, los dos términos derivan del griego
Mysticós, que se refiere al misterio o secreto.
En sus distintos grados, que van del recogimiento interior hasta la unión
perfecta del alma con Dios, la vida MÍSTICA se resume en UN INTENSO Y
FERVOROSO ACTO DE AMOR.
Equipo Fatimazo
Esta Torre era una construcción fuerte y muy hermosa que sobresalía sobre
la cumbre de un monte entre dos vertientes profundas, formada por gruesos
bloques cuadrados unidos con hierro y plomo fue construida por el Rey David
siglos antes de Cristo para defensa de la ciudad de Jerusalén.
Una torre cuanto más se eleva del piso mayor radio de observación tendrá
con lo cual se facilita el acecho de los enemigos; María nos ofrece este
atributo, con su elevación a los Cielos e implorando su intercesión nos
concederá un conocimiento de nuestros adversarios, pues le permitimos
vernos desde arriba si nos esforzamos en penetrar lo más íntimo de su
Corazón, con ello las verdades de la Fe reciben mayor luz, podremos tener
más clara la conciencia de nuestros deberes y descubriremos mas fácilmente
nuestros defectos para enmendarlos.
Una torre como obra de defensa, tiene que ser fuerte y resistente; María nos
concede esta fortaleza como refugio de la Iglesia militante, pues su
Corazón conoce los peligros y las debilidades de sus hijos.
Ella es nuestro escudo y nos invita a imitarla en esta gran virtud de la
Fortaleza que nos hace vencer por amor a Dios las dificultades que nos
acechan.
La fortaleza cristiana nos vigoriza y nos permite rechazar el mal optando por
la recta razón, también nos ayuda para soportar y tolerar con paciencia
aquello que sobrevenga en los problemas.
María como Torre de David es nuestro edificio, pero espiritual, el más elevado
por la bondad de sus virtudes y por sus méritos preciosos.
Es pedirle a Dios y a Ella gracia y protección para lograr aquello que con
nuestras fuerzas resultaría imposible.
—-
Esta letanía que hace referencia mediante un símbolo a Nuestra Madre nos
toma de la mano para expresar varias cualidades. En este análisis vamos a
auxiliarnos de San Luis María Grignon de Monfort en su Tratado de la
Verdadera Devoción a la Santísima Virgen. Preparación del Reinado de
Jesucristo.
Una torre cuenta entre sus características con la grandeza y fortaleza. Una
estructura admirable y refugio seguro que se construye para resguardar
algo valioso.
¿Qué nos significa a nosotros este cúmulo de cualidades? ¿Qué hace con las
obras que le ofrecemos y entregamos en devoción? “Esta bondadosa señora
las purifica, embellece, presenta a Jesucristo y hace que su Hijo las acepte.”,
“Las purifica de toda mancha de egoísmo y del apego aun imperceptible que
se desliza insensiblemente en las mejores acciones. Tan pronto como llegan
a sus manos purísimas y fecundas, esas manos -jamás estériles ni ociosas y
que purifican todo cuanto tocan- limpian en lo que le ofrecemos todo lo que
tenga de impuro o imperfecto.”, “Las embellece, adornándolas con sus
méritos y virtudes. “
Y las entrega en nuestro nombre a Dios. Para que sean más fácilmente
aceptadas por que El no rechaza a su Madre. “Ella es el camino más fácil a
Dios”. “Esta devoción es camino fácil, corto, perfecto y seguro para llegar a la
unión con Nuestro Señor, en la cual consiste la perfección cristiana.” Hay
otros caminos, “Pero por el camino de María se avanza más suave y
tranquilamente.” Todo eso hace María por nosotros. Con sus cualidades:
fuerte y tierna, admirable y pura, refugio y dulzura, segura y apacible, “…
te apoya con su poder, te ilumina con su luz, te inflama con su amor…”
CASA DE ORO
Se le llama Casa de Oro para indicar la Virtud; llamar a nuestra Señora Casa
de Oro significa que Ella es la casa en la que habitaron todas las virtudes. Lo
cual no debe de extrañarnos, pues María es la Llena de Gracia, enriquecida
por Dios con singulares y extraordinarios privilegios, que ni los santos ni los
ángeles jamás han tenido.
Llamar a María Casa de Oro es una comparación que está muy por debajo de
la dignidad y de las virtudes de la Madre de Dios, sin embargo, no deja de
tener el mérito de la justicia: ¿no se puede llamar Casa de oro a María, cuyo
seno fue el tabernáculo del Hijo de Dios vivo? ¿Aquella que es la obra
maestra de la Omnipotencia? Siendo el oro es el símbolo de la pureza,
cualidad del que es puro, aquel o aquello que está libre y exento de toda
mezcla de otra cosa que no sea suya, que no incluye ninguna condición,
excepción o restricción ni plazo, y que está exento de imperfecciones. Lo que
es puro es lo que está en su estado original sin contaminación ni deterioro.
Por tanto, María que es por siempre pura y está exenta de pecado, ¿no
merece el título de Casa de oro?
¿De qué partes consta esta Casa de Oro? El techo en esta casa es la
Caridad; los cimientos la Humildad; los cuatro muros son las 4 virtudes
cardinales: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza; además de esto, la
Fe de María es la puerta por la cual se llega a Dios; en lugar de ventanas
encontramos la Esperanza y la Confianza en Dios, porque así como por las
ventanas entra la luz del sol, así por la Esperanza entra la Luz de la Gracia al
alma.
Referencias:
* Devocionario.com
* Catholic.net
Arca de la Alianza
Esta es una de las letanías que tiene un significado muy especial, pues con
mucha razón se llama a la Santísima Virgen María , Arca de la Alianza
porque en Nuestra Señora se hallan de modo admirable las más bellas
cualidades y afectos de aquella Arca, la cual fue para el antiguo pueblo de
Israel el monumento más respetable por los judíos, fue construida siguiendo
las precisas instrucciones de Dios a los pies del monte Sinaí, fue elaborada
con madera preciosa de Acacia, que era incorruptible, la madera, simboliza
el cuerpo incorruptible de María, libre de toda corrupción y mancha, Ella
fue asunta al cielo en cuerpo y alma, con gran acompañamiento de todos
los àngeles.
Y por último vemos los Diez Mandamientos, las tablas de la antigua Ley,
monumento de la sabiduría de Dios, que fueron conservadas en el Arca, en
María figura también la Sabiduría, ya que ella es profunda conocedora y
perfecta ejecutora de la Ley Divina, el legislador de la nueva Alianza,
Jesucristo, quiso permanecer durante nueve meses, en el casto seno de
María, y si el Arca traía a los israelitas los recuerdos de la alianza que Dios
había celebrado con ellos, María nos recuerda también la nueva Alianza,
que el Hijo De Dios, nos hizo contraer con el Padre, tomando en el seno
de María la vida que entregó generosa y amorosamente por cada uno de
nosotros para rescatarnos del pecado.
Ésta MÍSTICA ARCA fue preparada para ser Sede de la Sabiduría Increada,
el tabernáculo de Aquel que por su ENCARNACIÓN es LA ALIANZA
SUBLIME, ENTRE DIOS y el ser humano de la ALIANZA ESPECIALÍSIMA,
entre el Amor Infinito y Eterno de Dios y la humanidad pecadora y
redimida por el Verbo Divino de Encarnación Redentora.
Quien ama a María, quien le tiene gran devoción, tiene la puerta abierta
para entrar al Paraíso.
Virgen María en verdad tú eres la puerta escogida por Dios para que su Hijo
viniera al mundo, gestado en tus entrañas como verdadero hombre.
Porque María es en verdad la Puerta del Cielo, pues así está establecido en
los designios de Dios:
Que nadie irá a al Padre si no es a través del Hijo, y nadie irá a al Hijo si
no es a través de María, porque, si el Señor tomó como via para venir al
mundo a María, el retorno de los hombres a Jesús se hará tambien por
María quien es Madre de las divinas gracias, Tabernáculo de Dios y
Puerta del Cielo.
Estrella de la mañana
Jesucristo es nuestro MEDIADOR ante el Padre. Nos dice San Juan: “Os
escribo esto para que no pequéis y, si alguien peca, tenemos a UNO que
ABOGUE ante el Padre: a Jesucristo” (1a. Jn. 2:1).
La Virgen es, sin duda amparo y refugio de los pecadores, a la que nos
dirigimos para que nos proteja, para que nos salve de las tentaciones,
para que nos asista en los momentos de debilidad, para que interceda
ante Jesús, para que atienda nuestras súplicas, para que nos ayude a
ser fieles siempre al Señor.
María, refugio de los pecadores: yo siento así a la Madre, siempre tan cerca
nuestro en el momento de la confesión. Siempre tan presente en este
hermoso sacramento que nos reconcilia con Dios, predisponiendo nuestra
alma para recibir con generosa bondad la misericordia divina.
Antes de confesarme le pido al Espíritu Santo que me ilumine en la verdad de
mi vida y a María para que me ayude a ser sincero ante el sacerdote y que
interceda para que me inunde de las infinitas gracias.
Siento así a la Virgen muy unida a mí, arropado por su gracia de Madre de
Dios. ¿O acaso Ella no buscó denodadamente a su Hijo durante el tiempo de
la presentación de Jesús en el templo de Jerusalén? Del mismo modo que
san José y María encontraron a Jesús, María sale a mi encuentro y se
alegra de mi reconciliación con el Señor, me fortalece en mi debilidad y
me orienta para tratar de no volver a pecar.
¡Pongo en Ti, María, toda mi confianza para que me ayudes a rectificar mis
pecados y mis ligerezas para así poder abrazar a Jesús!
Referencias:
http://es.catholic.net/op/articulos/60940/cat/1050/historia-y-explicacion-de-la-
letania-lauretana.html
http://www.mercaba.org/FICHAS/Devociones/letanias_lauretanas.htm
Jesús nos enseña a amar el sufrimiento como camino de santidad. Y nos deja
a María Santísima en estos momentos de nuestro peregrinar en el destierro
hasta la casa del Padre, como consuelo de los tristes y afligidos. Ella es la
Madre del pronto Socorro.
Y María se nos presenta como consuelo como en las bodas de Caná, “donde
María estuvo presente con una mediación que la consagró para siempre
como mediadora de la gracia y consuelo de los afligidos”. Al ordenar a los
sirvientes aquel “Haced lo que Él os diga” que transformó el agua en vino,
María “les propone lo que, en el fondo, ha sido su vida entera, algo que no le
es extraño, ni prestado ni aprendido, la entraña de su actitud de confianza
ante Dios, lo que ella desde siempre ha vivido”.
Ella supo desde que su hijito era bebé que iban a sufrir mucho El y Ella, y con
paciencia, con sencillez, con generosidad y con confianza en Dios aceptó que
su amado Hijo tuviera que padecer para redimirnos a todos.
Ella rogaba al Padre por ellos porque veía que no eran fuertes, que estaban
en una oscuridad total. Era el momento más triste de la historia del mundo.
Ella se podía haber encerrado en su dolor, pero estaba allí con ellos saliendo
a su encuentro para confortarlos.
Cristo no sólo nos redimió con el sufrimiento, sino que el mismo sufrimiento
quedó redimido.
Es de suponer que una pregunta fuera ésta “Por qué tanto dolor”. A nivel
humano no encontramos explicación, pero eso no quiere decir que no lo
tenga.
Su corazón sensible ante el dolor ajeno y su gran pesar por las grandes
injusticias, ingratitudes y tormentos por los que estaba pasando su Hijo, le
preparaban para doctorarla en la difícil asignatura del dolor salvífico es
decir, hacia el significado cristiano del sufrimiento, pues, lo que para algunos
puede ser obstáculo de su felicidad o motivo para alejarse de Dios, para un
creyente no puede ser una maldición, ya que Jesús proclamó
bienaventurados los que lloran (Mt.5,5).
Madre tus gestos consoladores para los que tienen necesidad, como fueron
tu ayuda a Isabel o tu intervención en Caná, no los hiciste sin saber lo que
duelen la soledad, el vacío, la muerte, sino desde la compasión.
Como decía San Pablo “todo coopera para el bien de los que aman a Dios”
(Romanos 8; 28
Su actitud nos sirve para consolarnos en las penas, sostener nuestro ánimo
y alimentar la esperanza de que nuestro sufrimiento puede tener un buen
fruto, cuando como Ella lo asumimos y ofrecemos al Señor.
http://es.catholic.net/op/articulos/68538/cat/1134/maria-consuelo-de-los-
afligidos.html#modal
https://www.revistaecclesia.com/29-de-mayo-maria-consuelo-de-los-afligidos-
por-angel-moreno-de-buenafuente/
Equipo Fatimazo
A la diestra del Rey, el Salmista vio a una Reina, vestida con manto de oro,
gozosa del poder que Dios le ha otorgado, de poder conceder a quien la
invoca toda clase de gracias y bendiciones.
Ella es Reina no solo de los hombres, sino también de los ángeles, que son
servidores y mensajeros de Dios, espíritus puros, que superan en perfección
a todas las criaturas visibles.
¡Qué honor tener dominio sobre estos espíritus tan nobles, ser Reina de
súbditos tan numerosos y potentes! Y esta autoridad y poder corresponde a
María Reina de los ángeles, porque les aventaja en dignidad, es más excelsa
que todos ellos.
Tomado del libro de mariología ¨Hijo, he aquí a tu Madre¨, del pbro. Carlos
Spahn.
Moisés, quien hablaba con Dios como con un amigo, es comparado a María
Santísima, no solo amiga, sino también Madre de Dios, que vivió con Él
con aquella confidente autoridad que nacía de su ser de Madre.
Referencia:
-Porque Ella fue mostrada por Dios a los Profetas de la antigua Ley, y ellos
la preanunciaron con palabras, figuras y símbolos.
Todo está predicho por los Profetas: el linaje, la familia de la cual surgirá la
estrella de Jacob; la raíz de Jesé, de la cual brotará la flor; el tiempo, el lugar
y las circunstancias del nacimiento prodigioso; la muerte con las
humillaciones, dolores y crueldades; la resurrección, la ascensión, el reino de
la Iglesia.
Pero no se podía anunciar al Sol, el Hijo del Altísimo, sin señalar a la gran
Señora que le había de engendrar en su Seno Purísimo.
-El primer profeta de María fue Dios mismo. Cuando se cometió el primer
pecado, el pecado original, Dios promete un divino Reparador que ha de
nacer de una mujer.
-Los Padres, unánimemente, y a ellos hacen eco todos los expositores, ven
expresada en la Mujer a María y en su Fruto, a su Único Hijo: Jesús.
-En el Salmo 44, el Rey Profeta canta a la Virgen María que es Ella el objeto
de las complacencias del Rey, la Virgen admirable. En este Salmo mesiánico
está delineada la excelsa Madre del Redentor.
La Iglesia invoca a María como Reina de los Profetas no sólo porque Ella fue
objeto de sus profecías, sino porque poseyó este don, en la forma más
excelsa.
Después del glorioso mensaje del Arcángel Gabriel, después del saludo de
Isabel, que la llama bendita entre todas las mujeres, porque el fruto bendito
de su vientre la había ensalzado tan extraordinariamente, María Santísima
responde entonando el cántico del MAGNIFICAT, en el cual, teniendo
presente su indignidad (respecto de Dios), proclama su altísima dignidad y su
futura gloria y todo lo atribuye a la bondad y al poder de Dios. En este himno
inmortal la Santísima Virgen se eleva a la cumbre de lo creado y con
inspiración profética canta la gloria de Dios y su propia grandeza.
María es la reina de los Apóstoles, porque Ella fue escogida por Dios para ser
Madre de Nuestro Señor Jesucristo y darlo al mundo. También fue hecha
Madre nuestra y de los apóstoles por nuestro Salvador al pie de la Cruz.
Los Apóstoles fueron llamados a seguir a Jesús y vivieron con El tres años,
pero María, desde el instante de la Encarnación del Verbo hasta la Ascensión
de Cristo, vivió en íntima unión con su Divino Hijo, los Apóstoles fueron
elegidos para predicar al mundo la divina palabra; María fue escogida para
traer a la tierra la Palabra substancial, personal, el Verbo de Dios.
María fue a maestra de los apóstoles y los primeros cristianos porque ella
admirablemente edificó a los fieles con la santidad de su ejemplo, con la
suavidad de su consuelo, con la eficacia sus oraciones, con sabiduría y el
amor para asistirlos ante cualquier duda, es así como María, da al mundo,
por segunda vez, a Jesús, mediante los apóstoles, sin ellos la obra de
nuestro salvador quedaría incompleta…. y ¿quiénes son los apóstoles de
estos tiempos?
La palabra Griega Apóstol, significa enviado, los judíos solían decir que el
enviado de un hombre es como si fuera el mismo, por eso el apóstol o
enviado tiene especialmente la función de hacer presente a quien lo envía.
Ahora bien, la palabra Discípulo viene del latín “discípulus” que sirve para
referirse a alguien que sigue una doctrina, para que exista un discípulo es
necesario que exista un maestro.
Fuentes:
Catholic.net
Aciprensa.com
Mariologia.org
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Una y otra vez hemos repetido en nuestras alabanzas del Santo Rosario,
que María es la Reina de los Confesores, pero sabemos quienes son los
confesores, ¿porqué llamamos la María así ? En el lenguaje litúrgico de la
Iglesia, se llaman Confesores a todos los Santos que no fueron mártires.
Fuentes: