Trabajo N1 Epist. Abraham Carmona
Trabajo N1 Epist. Abraham Carmona
Trabajo N1 Epist. Abraham Carmona
Autor:
Carmona Quiroz, Abraham J.
C.I. V- 29.992.575
Sección 10
Prof. Mayoris Verde
Para Platón, al igual que Sócrates, si queríamos conocer conceptos tales como la
justicia, el bien, el amor, la virtud, etcétera., era necesario alcanzar, por vía de la
dialéctica, una idea de cada uno que permitiera delimitar los casos particulares de
los que pudiera decirse que se ha obrado acorde a la justicia, al bien, al amor, a la
virtud… En efecto, de lo que se trataba era encontrar un conocimiento que
penetrara en la esencia de estos conceptos, esencia cuyo alcance debía ser
universal y cuya validez debía demostrarse eterna en el tiempo.
Así, Platón continúa la línea de Parménides, al tomar el ser parmenídeo como base
de la Idea platónica. Sin embargo, a diferencia del filósofo de Elea, no rechazaba
por completo la realidad del mundo sensible. Si bien la experiencia sensible no
podía conducirnos a la esencia de las cosas, todavía era el primer momento del
conocimiento, pero ¿Cómo?
Platón concuerda que los sentidos, presos de la naturaleza cambiante del mundo
sensible, no pueden suministrarnos información fiable acerca de las cosas; pero, no
obstante, abren una vía para que el alma, principio del conocimiento racional del ser
humano, pueda alcanzar aquella información. Platón argumenta que el alma, que es
donde reside nuestra facultad superior de conocer más allá de la experiencia
sensible, proviene del mismo mundo de las Ideas: el mundo inteligible, donde se
dedicaba a contemplarlas; pero que, al encarnar en un cuerpo, olvida todo cuanto
sabía de ellas. Sin embargo, en cuanto el alma se encuentra con los objetos
sensibles, copias imperfectas de las Ideas, empieza a recordarlas, del mismo modo
que por observar un caballo de juguete, recordamos al animal original. De este
modo, el conocimiento es una especie de reminiscencia, y éste solo es verdadera
en la medida que nos acerca a la esencia suprasensible de las cosas, y, por ende, a
la forma original de la Idea.
La Teoría de las Ideas representó el primer esfuerzo por crear una teoría
epistemológica, que pudiera aproximarnos respuestas acerca de qué y cómo
podemos conocer; no obstante, no estuvo exento de críticas, y la mayor de ellas
vino de la mano de quien fuera justamente su discípulo, un hombre llamado
Aristóteles, que sometió a una profunda crítica la Teoría de las Ideas, y, a partir de
esta refutación, creó un sistema filosófico propio, que sentaría las primeras bases
epistemológicas de las ciencias modernas.
Aristóteles pensaba, al contrario que Platón, que las Ideas (o Formas, como él las
llamaba) no existen independientemente de los entes sensibles, sino que están
unidas a ellos; se forman en nuestra mente, como resultado de la observación de
unos atributos comunes que se repiten en los diferentes entes particulares. Por
ejemplo, solo podemos tener una noción de salud en la medida que es un atributo
de todas las personas sanas, puesto que la salud no existe por sí sola.
Aristóteles asocia, por un lado, a la Forma con la esencia, y por el otro, a la Materia
con la accidentalidad; la Forma de la sustancia es aquello que hay en ella de
universal, y en tanto que representa la especificidad de la materia, es decir, la figura
concreta por medio de la cual la reconocemos como un particular, es la vía por la
que podemos alcanzar a conocer su esencia; la Materia de la sustancia, por su
parte, es aquello que hay en ella de particular, es decir, su principio de individuación,
por el cual se diferencia de otras sustancias. Reconocemos dos mesas como
diferentes porque la materia de ambas no es la misma, pero al mismo tiempo las
reconocemos como iguales en tanto que su forma es idéntica.
Del mismo modo que los entes son un compuesto de Materia y Forma, son el
producto de una sinergia entre cuatro causas activas, cuya comprensión, afirma
Aristóteles, es el camino para el conocimiento de la esencia de las cosas. Señala
una causa material, que corresponde a la materia de la que se compone un ente,
por ejemplo, la madera constituye la causa material de la mesa; señala una causa
formal, que corresponde a la forma específica que adquiere la materia, por ejemplo,
el diseño de la mesa constituye su causa formal. Dentro de la causa formal se
subsumen otras dos causas igualmente importantes: la causa eficiente, que
corresponde al agente activo que obliga a la materia a tomar una forma específica,
por ejemplo, el carpintero que fabricó la mesa constituye su causa eficiente; y, por
último, la causa final, que corresponde al propósito último de la Forma, por ejemplo,
la función de soportar sobre su superficie diferentes objetos es la causa final de la
mesa.
Tanto Platón como Aristóteles aportan visiones interesantes al debate del problema
epistemológico; sin embargo, es Aristóteles al que le debemos los primeros avances
teóricos que permitieron llevar adelante la investigación científica. Ciertamente, para
elevar nuestros conocimientos de las cosas, de la esencia subyacente a ellas,
debemos estudiar sus propiedades materiales y cómo las cosas están sujetas a un
cambio constante, lo que nos impele a estudiar incluso las propiedades materiales
del cambio mismo. Como bien decía Aristóteles, recurrir a un dualismo ontológico de
tipo platónico significaba complicar innecesariamente la realidad, por querer evitar la
aparente paradoja del cambio. Lejos de rechazar la realidad del cambio, Aristóteles
desmintió su imposibilidad, al plantearlo en términos de ser en acto y ser en
potencia, es decir, del paso de un no-ser que no es solo en la medida que es un ser
indeterminado, que debe llegar a concretarse, a un ser concreto, determinado,
específico. Y como bien sabemos, una realidad fundamental a toda la materia es
que se encuentra en perpetuo movimiento, en un proceso de cambio incesante;
puesto que incluso cuando la naturaleza parece permanecer estática frente a
nuestros ojos, al interior de cada objeto existe un movimiento de nivel atómico que
es eterno, e incluso se podría decir que el mismo acto de ser consciente implica un
movimiento a nivel neuro-eléctrico dentro de la estructura de nuestro cerebro ¿Pero
no hay nada que pueda rescatarse del pensamiento de Platón? En lo absoluto.
Platón dio un paso más allá de Sócrates, al emplear la herramienta dialéctica que su
maestro había desarrollado para explicar los fenómenos de la naturaleza, fuera de
los asuntos meramente humanos. La noción de esencia como principio único y
universal de los seres implícito en todo el desarrollo teórico de Platón sería recogida
por Aristóteles, quien solo la formularía de modo inverso: no como independiente del
mundo sensible, sino como parte integrante y cognoscible de él.
BIBLIOGRAFÍA