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Trabajo N1 Epist. Abraham Carmona

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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA


FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES
ESCUELA DE ECONOMÍA
CÁTEDRA DE ESTUDIOS SOCIALES
INT. A LA EPISTEMOLOGÍA DE LA CIENCIA ECONÓMICA

INTERPRETACIÓN CRÍTICA DEL PENSAMIENTO DE SÓCRATES, PLATÓN Y


ARISTÓTELES

Autor:
Carmona Quiroz, Abraham J.
C.I. V- 29.992.575
Sección 10
Prof. Mayoris Verde

Caracas, 24 de mayo de 2023


abrahamjcq@gmail.com
Las ciencias son sistemas de conocimientos ordenados y coherentes que emplean
el método científico para estudiar diferentes ámbitos de la realidad. Gracias a ellas,
el ser humano es capaz de comprender el comportamiento de la naturaleza, las
leyes que rigen los fenómenos naturales y las causas subyacentes a estos. Cuando
empezamos a estudiar la materia, creamos la Física y la Química; cuando
empezamos a estudiar los cuerpos celestes, creamos la Astronomía; cuando
empezamos a estudiar los seres vivos, creamos la Biología… Así, de forma análoga,
se incorporaron muchas más disciplinas científicas al gran repertorio del
conocimiento humano.

Pero si las ciencias estudian a los objetos de la actividad cognoscente ¿Qué


disciplina estudia al sujeto de dicha actividad? ¿Qué clase de “ciencia” puede
revelarnos los fundamentos, la naturaleza, la posibilidad y el alcance real del sujeto
cognoscente? La respuesta es que el estudio de este asunto corresponde a la
filosofía; más específicamente, a la rama de la filosofía dedicada a la reflexión
acerca del conocimiento, la Epistemología.

En pocas palabras, la Epistemología intenta encontrar respuestas a los


interrogantes de ¿Qué podemos conocer? ¿Cómo conocemos? ¿Qué constituye un
conocimiento verdadero? ¿Hasta qué punto somos capaces de conocer? Y un largo
etcétera de preguntas.

La discusión del problema epistemológico es tan antigua como la filosofía misma. Ya


los primeros pensadores presocráticos se cuestionaron acerca de la validez de la
experiencia sensible en la obtención de conocimiento. Parménides, quien ejerciera
una importante influencia en Platón, descartaba que el mundo sensible, sujeto al
cambio, pudiera darnos cuenta del verdadero ser de las cosas, dado que el ser es,
según sus propias palabras, eterno, inmóvil, perfecto, inengendrado e incorruptible.
El cambio, por su parte, era una ilusión, un engaño de nuestros sentidos, un velo
que escondía la realidad fija y estable de las cosas, puesto que el cambio implica
una transición desde el no-ser hacia el ser, y ¿Cómo es posible que algo pueda
generarse de la nada?

Heráclito, en línea opuesta a Parménides, consideraba que el cambio no era un


obstáculo al conocimiento, sino que el objeto del conocimiento debía ser el propio
cambio, puesto que la única realidad de todas las cosas es su naturaleza
cambiante, impermanente. “Un hombre no puede bañarse dos veces en el mismo
río” sentenciaba el filósofo. De esta manera reivindicaba la experiencia sensible, el
papel de los sentidos en la formación de conocimiento.

Tanto Heráclito como Parménides ejercerán una influencia importante en la filosofía


de Platón, quien sería el primero en desarrollar un sistema epistemológico, y trataría
de conciliar las visiones de ambos, a través de la teoría del mundo inteligible. Pero
hablar de Platón sería una tarea incompleta si no se hablara antes de su principal
acreedor intelectual: Sócrates.

La verdad es que el pensamiento de Sócrates también posee valor epistemológico,


en tanto que fue una reacción a la supuesta sabiduría de su época, personificada
por los sofistas, cuyo conocimiento se hallaba contaminado de relativismo, retórica,
y por supuesto, arrogancia. Sócrates quería encontrar la verdad, pero la verdad solo
podía ser tal en tanto que fuera el producto de una búsqueda incesante, personal,
que se nutriera de todas las evidencias particulares posibles, de forma que permita
a uno guiarse por el camino hacia el hallazgo de su esencia; es decir, en la medida
que permitiera definir un criterio general con el cual juzgar el conocimiento que
creíamos poseer acerca de la realidad. De esta manera, Sócrates buscaba llegar a
conocer la esencia de conceptos tales como el amor, la justicia, la belleza, y el bien,
de modo que los hombres pudieran adquirir una sabiduría real que les permita llevar
una vida plena y feliz, no solo consigo mismos, sino también con sus iguales. Así,
Sócrates también filosofaba acerca de la política, acerca de lo que significaba el
buen gobernar.
¿Pero de qué manera se podía llegar a la verdad? Sócrates empleaba la mayéutica,
un método que consistía en formular hábiles preguntas frente a una proposición, de
modo que se generaba un intercambio de ideas entre los interlocutores, por medio
de la cual se llegaba a vislumbrar un nuevo conocimiento. Sócrates solía acudir a
personas consideradas expertas en algún tema, les preguntaba por la definición de
algún concepto de interés como, por ejemplo, la justicia, y, a través de preguntas y
comentarios lógicos, hacía a sus interlocutores cuestionar la definición previamente
dada. De esta manera, Sócrates aspiraba a que la mayéutica lograra construir un
conocimiento real por medio de la contrastación de las diferentes opiniones y
razonamientos individuales. Posteriormente, su alumno Platón recogería este
método y bautizaría la dialéctica.

Para Platón, al igual que Sócrates, si queríamos conocer conceptos tales como la
justicia, el bien, el amor, la virtud, etcétera., era necesario alcanzar, por vía de la
dialéctica, una idea de cada uno que permitiera delimitar los casos particulares de
los que pudiera decirse que se ha obrado acorde a la justicia, al bien, al amor, a la
virtud… En efecto, de lo que se trataba era encontrar un conocimiento que
penetrara en la esencia de estos conceptos, esencia cuyo alcance debía ser
universal y cuya validez debía demostrarse eterna en el tiempo.

A partir de estas observaciones, y buscando una resolución al problema del cambio


que enfrentaba a Parménides y Heráclito, Platón desarrolla una teoría de índole
epistemológico, conocida como Teoría de las Formas o Teoría de las Ideas. Según
el filósofo afirmaba, hay unas Ideas universales, inmutables, eternas,
incondicionadas, y perfectas, que existen independientemente de los objetos
sensibles, los cuales aparecen frente a nuestros sentidos como copias imperfectas
de una Idea, a la cual intentan parecerse, pero sin lograrlo jamás. Estas Ideas
pueden entenderse como modelos ontológicos, que expresan un principio común
que une a un conjunto de entes aparentemente diferentes en una única categoría.
Un ejemplo clásico es la idea de caballo: tenemos caballos que pueden variar en
color, pero sabemos que todos pertenecen a un mismo conjunto, a una misma
noción de caballo, independientemente de que nuestros sentidos parezcan decirnos
que uno y otro caballo son individuos completamente diferentes entre sí.

Así, Platón continúa la línea de Parménides, al tomar el ser parmenídeo como base
de la Idea platónica. Sin embargo, a diferencia del filósofo de Elea, no rechazaba
por completo la realidad del mundo sensible. Si bien la experiencia sensible no
podía conducirnos a la esencia de las cosas, todavía era el primer momento del
conocimiento, pero ¿Cómo?

Platón concuerda que los sentidos, presos de la naturaleza cambiante del mundo
sensible, no pueden suministrarnos información fiable acerca de las cosas; pero, no
obstante, abren una vía para que el alma, principio del conocimiento racional del ser
humano, pueda alcanzar aquella información. Platón argumenta que el alma, que es
donde reside nuestra facultad superior de conocer más allá de la experiencia
sensible, proviene del mismo mundo de las Ideas: el mundo inteligible, donde se
dedicaba a contemplarlas; pero que, al encarnar en un cuerpo, olvida todo cuanto
sabía de ellas. Sin embargo, en cuanto el alma se encuentra con los objetos
sensibles, copias imperfectas de las Ideas, empieza a recordarlas, del mismo modo
que por observar un caballo de juguete, recordamos al animal original. De este
modo, el conocimiento es una especie de reminiscencia, y éste solo es verdadera
en la medida que nos acerca a la esencia suprasensible de las cosas, y, por ende, a
la forma original de la Idea.

La Teoría de las Ideas establece un criterio por el cual Platón clasifica el


conocimiento humano según su grado de ser, es decir, según el grado en que
corresponde al dominio del mundo de las Ideas. Así, el grado de conocimientos más
bajo sería la Conjetura (eikasia), que es producto del reflejo bruto de las cosas
sensibles, y que corresponde a las artes y los conocimientos técnicos. En un nivel
inmediatamente superior, encontramos la Creencia (pistis), que aborda a los
objetos sensibles en su manifestación real y no especulativa, y que corresponde a
las ciencias como la física o la biología. A partir de aquí, se abandona el dominio del
mundo sensible y nos adentramos en el reino inteligible, donde encontramos el
Razonamiento discursivo (dianoia), que se aproxima a las Ideas a través de
modelos basados en los objetos sensibles, como es la Idea de Ángulo, que se
deduce a partir de los múltiples ejemplos sensibles de ángulos rectos, agudos,
obtusos; y finalmente, en la cúspide, hallamos el Razonamiento intuitivo (noesis),
que corresponde a la filosofía, como conocimientos de las Ideas en sí mismas.

La Teoría de las Ideas representó el primer esfuerzo por crear una teoría
epistemológica, que pudiera aproximarnos respuestas acerca de qué y cómo
podemos conocer; no obstante, no estuvo exento de críticas, y la mayor de ellas
vino de la mano de quien fuera justamente su discípulo, un hombre llamado
Aristóteles, que sometió a una profunda crítica la Teoría de las Ideas, y, a partir de
esta refutación, creó un sistema filosófico propio, que sentaría las primeras bases
epistemológicas de las ciencias modernas.

Aristóteles pensaba, al contrario que Platón, que las Ideas (o Formas, como él las
llamaba) no existen independientemente de los entes sensibles, sino que están
unidas a ellos; se forman en nuestra mente, como resultado de la observación de
unos atributos comunes que se repiten en los diferentes entes particulares. Por
ejemplo, solo podemos tener una noción de salud en la medida que es un atributo
de todas las personas sanas, puesto que la salud no existe por sí sola.

Así, la Forma, como un atributo de los entes particulares sensibles, se encuentra


indisolublemente unida a la Materia. Entonces, todos los entes son un combinado de
Materia y Forma, de un sustrato material amorfo, desordenado, y una forma
determinada que moldea la materia de un modo específico. El ente, bajo esta
presentación en bruto, constituye una sustancia, un sujeto del que se puede
predicar todo, y que, a la vez, no es predicado de nada.
Aristóteles se interesa en el estudio del ser, visto como una propiedad fundamental
a todas las cosas que son. Observó que el ser es susceptible de distintos modos de
expresión; en efecto, podemos decir de una cosa que es una o muchas, que es de
un color o de otro, que está arriba o abajo, que es pasada, presente o futura,
etcétera; sin embargo, todos estos diferentes modos de ser remiten a un punto
común, en tanto que son predicados de algo que, a su vez, no puede ser predicado
de nada. Este punto común, unidad en la que convergen todos los modos de ser, es
la sustancia propiamente dicha, y, como se indica en el párrafo anterior, esta
sustancia se corresponde con el ente particular y concreto, tal y como se nos
presenta en la experiencia sensible, como portador del resto de modos de ser que,
en relación con él, son accidentales, no necesarios por sí mismo, sino que
condicionados por otras cosas.

Aristóteles asocia, por un lado, a la Forma con la esencia, y por el otro, a la Materia
con la accidentalidad; la Forma de la sustancia es aquello que hay en ella de
universal, y en tanto que representa la especificidad de la materia, es decir, la figura
concreta por medio de la cual la reconocemos como un particular, es la vía por la
que podemos alcanzar a conocer su esencia; la Materia de la sustancia, por su
parte, es aquello que hay en ella de particular, es decir, su principio de individuación,
por el cual se diferencia de otras sustancias. Reconocemos dos mesas como
diferentes porque la materia de ambas no es la misma, pero al mismo tiempo las
reconocemos como iguales en tanto que su forma es idéntica.

Del mismo modo que los entes son un compuesto de Materia y Forma, son el
producto de una sinergia entre cuatro causas activas, cuya comprensión, afirma
Aristóteles, es el camino para el conocimiento de la esencia de las cosas. Señala
una causa material, que corresponde a la materia de la que se compone un ente,
por ejemplo, la madera constituye la causa material de la mesa; señala una causa
formal, que corresponde a la forma específica que adquiere la materia, por ejemplo,
el diseño de la mesa constituye su causa formal. Dentro de la causa formal se
subsumen otras dos causas igualmente importantes: la causa eficiente, que
corresponde al agente activo que obliga a la materia a tomar una forma específica,
por ejemplo, el carpintero que fabricó la mesa constituye su causa eficiente; y, por
último, la causa final, que corresponde al propósito último de la Forma, por ejemplo,
la función de soportar sobre su superficie diferentes objetos es la causa final de la
mesa.

Tanto Platón como Aristóteles aportan visiones interesantes al debate del problema
epistemológico; sin embargo, es Aristóteles al que le debemos los primeros avances
teóricos que permitieron llevar adelante la investigación científica. Ciertamente, para
elevar nuestros conocimientos de las cosas, de la esencia subyacente a ellas,
debemos estudiar sus propiedades materiales y cómo las cosas están sujetas a un
cambio constante, lo que nos impele a estudiar incluso las propiedades materiales
del cambio mismo. Como bien decía Aristóteles, recurrir a un dualismo ontológico de
tipo platónico significaba complicar innecesariamente la realidad, por querer evitar la
aparente paradoja del cambio. Lejos de rechazar la realidad del cambio, Aristóteles
desmintió su imposibilidad, al plantearlo en términos de ser en acto y ser en
potencia, es decir, del paso de un no-ser que no es solo en la medida que es un ser
indeterminado, que debe llegar a concretarse, a un ser concreto, determinado,
específico. Y como bien sabemos, una realidad fundamental a toda la materia es
que se encuentra en perpetuo movimiento, en un proceso de cambio incesante;
puesto que incluso cuando la naturaleza parece permanecer estática frente a
nuestros ojos, al interior de cada objeto existe un movimiento de nivel atómico que
es eterno, e incluso se podría decir que el mismo acto de ser consciente implica un
movimiento a nivel neuro-eléctrico dentro de la estructura de nuestro cerebro ¿Pero
no hay nada que pueda rescatarse del pensamiento de Platón? En lo absoluto.
Platón dio un paso más allá de Sócrates, al emplear la herramienta dialéctica que su
maestro había desarrollado para explicar los fenómenos de la naturaleza, fuera de
los asuntos meramente humanos. La noción de esencia como principio único y
universal de los seres implícito en todo el desarrollo teórico de Platón sería recogida
por Aristóteles, quien solo la formularía de modo inverso: no como independiente del
mundo sensible, sino como parte integrante y cognoscible de él.
BIBLIOGRAFÍA

Aristóteles. (15 de marzo de 2023). En Wikipedia.


https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Aristóteles&oldid=149908166

Consellería de Cultura, Educación y Universidad (s/f.) La filosofía de Platón.


Consultado el 19 de mayo de 2023
https://www.edu.xunta.gal/centros/iesterradesoneira/system/files/platon.pdf

El problema del cambio: Heráclito y Parménides (24 de septiembre de 2012). En


Con efe de filosofía.
http://conefedefilosofia.blogspot.com/2012/09/el-problema-del-cambio-
heraclito-y.html

Metafísica de Aristóteles: la teoría de la sustancia. (s/f.). En Webdianoia.


https://www.webdianoia.com/aristoteles/aristoteles_meta_3.htm

Los cuatros causas de Aristóteles. (4 de octubre de 2022). En Wikipedia.


https://es.wikipedia.org/w/index.php?
title=Las_cuatro_causas_de_Aristóteles&oldid=146374457

Sustancia (Aristóteles). (11 de enero de 2023). En Wikipedia.


https://es.wikipedia.org/w/index.php?
title=Sustancia_(Aristóteles)&oldid=148521450

Vila Vernis, R. (2015) Sócrates: Vol. 6. Colección Aprende a pensar. RBA


Coleccionables, S.A.

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