Epistemología 1
Epistemología 1
Epistemología 1
epistemología
Nuestros antepasados estaban muy ansiosos por comprender el mundo, pero no
habían dado todavía con el método adecuado. Imaginaban un mundo pequeño,
pintoresco y ordenado donde las fuerzas dominantes eran dioses como Anu, Ea y
Shamash. En este universo las personas jugaban un papel importante, aunque no
central. Estábamos ligados íntimamente con el resto de la Naturaleza. El
tratamiento del dolor de muelas con cerveza de segunda calidad iba unido a los
misterios cosmológicos más profundos. Actualmente hemos descubierto una
manera eficaz y elegante de comprender el universo: un método llamado ciencia.
Este método nos ha revelado un universo tan antiguo y vasto que a primera vista
los asuntos humanos parecen de poco peso. Nos hemos ido alejando cada vez
más del Cosmos, hasta parecernos algo remoto y sin consecuencias importantes
para nuestras preocupaciones de cada día. Pero la ciencia no sólo ha descubierto
que el universo tiene una grandeza que inspira vértigo y éxtasis, una grandeza
accesible a la comprensión humana, sino también que nosotros formamos parte,
en un sentido real y profundo, de este Cosmos, que nacimos de él y que nuestro
destino depende íntimamente de él. Los acontecimientos humanos más básicos y
las cosas más triviales están conectadas con el universo y sus orígenes.
C. Sagan: Cosmos
La epistemología es la rama de la filosofía que se encarga de examinar los fundamentos
en los que se apoya la creación de conocimiento. Etimológicamente, este término viene
de la unión de las palabras “episteme” (conocimiento) y “logos” (estudio).
Así pues, la epistemología es una división de la filosofía que se encarga de explorar la
coherencia interna de los razonamientos que llevan a la creación de conocimiento,
la utilidad de sus metodologías teniendo en cuenta sus objetivos, los contextos históricos
en los que aparecieron esas piezas de
conocimiento y el modo en el que
influyeron en su elaboración, y las
limitaciones y utilidades de ciertas
formas de investigación y de ciertos
conceptos, entre otras cosas.
Si tuviésemos que reducir el
significado de la epistemología a una
pregunta, esta sería: ¿qué podemos
llegar a conocer, y por qué medios?
Así, esta rama de la filosofía se
encarga tanto de buscar enunciados
válidos sobre aquellos contenidos que
podemos conocer, y también sobre los
procedimientos y métodos que deberíamos usar para llegar a esa meta.
Hay que aclarar que la epistemología se ocupa de analizar la obtención de todo tipo de
conocimiento, no solo del científico, por lo menos si la equiparamos al concepto de
gnoseología, que se encarga de examinar el alcance de todo tipo de conocimiento en
general. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que la relación entre la gnoseología y la
epistemología aún sigue siendo objeto de debate hoy en día.
Las funciones de la epistemología
Hemos visto a grandes rasgos cuáles son los objetivos de la epistemología, pero hay
ciertos detalles en los que merece la pena profundizar más. La epistemología se
encarga, entre otras cosas, de las siguientes funciones.
1. Examinar los límites del conocimiento
Existen todo tipo de corrientes filosóficas que nos hablan de nuestra capacidad de
generar conocimiento universalmente válido y sólido. Está desde el realismo
ingenuo, según el cual está en nuestra mano conocer de forma fiel y detallada la realidad
tal y como es, hasta las tendencias posmodernas y construccionistas más extremas
según las cuales no es posible crear un conocimiento definitivo ni universal de nada, y
todo lo que podemos hacer es crear explicaciones totalmente opinables sobre lo que
experimentamos.
La epistemología, en este sentido, tiene la función de ver de qué modo los métodos
utilizados para investigar permiten responder satisfactoriamente a las preguntas desde
las que se parte.
2. Evaluar metodologías
Los epistemólogos se encargan también de valorar positiva o negativamente la
utilización de ciertas metodologías de investigación, ya sean herramientas de análisis
o métodos de recopilación de información, teniendo en cuenta la necesidad a la que se
supone que dan respuesta.
Por ejemplo, un epistemólogo puede hacerse preguntas acerca de la utilidad real de
realizar experimentos con animales para extraer conocimientos acerca del
comportamiento humano, mientras que un metodólogo se centrará más bien en
asegurarse que las condiciones de laboratorio y la especie animal elegida son correctas.
3. Reflexionar sobre corrientes epistémicas
Otra de las grandes funciones de la epistemología es crear un debate entre escuelas
de pensamiento que se a distintas maneras de concebir la creación de conocimiento.
Por ejemplo, cuando Karl Popper criticó el modo de investigar de Sigmund Freud y sus
seguidores, estaba haciendo también epistemología, porque ponía en duda la capacidad
del psicoanálisis para llegar a conclusiones significativas acerca de cómo funciona la
mente humana. En definitiva, estaba criticando no ya los contenidos de una de las
principales corrientes psicológicas de la historia, sino su manera de concebir la
investigación.
En un maravilloso lugar del mundo, hace veintisiete siglos, hubo un grupo de hombres
que inventaron el pensamiento racional. Fue el momento fundacional de la ciencia de
Occidente. Los griegos, a partir del siglo VI a. C. comenzaron a explicar la realidad de
manera racional. No siempre fue así. Antes sus explicaciones eran míticas. Las fuerzas
de la naturaleza estaban divinizadas. Pero esas fuerzas dejaron de pertenecer a lo
sagrado. La razón naciente, el logos griego, podía dar cuenta de la realidad. Es decir,
podía conocerla. Desde entonces, un discurso será considerado conocimiento si
responde, fundamentalmente, a los siguientes parámetros:
- Las proposiciones no deben ser contradictorias entre sí. Tienen que acordar con los
principios lógicos.
- Las afirmaciones deben derivarse lógicamente de proposiciones consistentes, o deben
estar avaladas por la experiencia.
- Los enunciados deben referirse a entes empíricos o teóricos, no a entes ficticios. Entes
empíricos son aquellos que se captan por medio de los sentidos, tales como una piedra,
una gota de agua, un terrón de azúcar. Entes teóricos son los que no se pueden percibir,
al menos por el momento, pero que sirven como principios explicativos o que se infieren
de un sistema de conocimiento. Por ejemplo, el flogisto, los quarks, los agujeros negros.
Los entes ficticios son objetos de la imaginación y no se articulan en ninguna teoría
explicativa con contenido empírico. En este nivel se encuentran los fantasmas, los
ángeles y los centauros.
Las precisiones anteriores resultan tan «lógicas» que cuesta creer que alguna vez no se
tuvieran en cuanta para determinar el conocimiento. Sin embargo, el pensamiento mítico
no las tenía en cuenta. Creía honestamente no sólo que los dioses existen sino también
que pueden adquirir distintas identidades. Consideraba que la naturaleza emite
mensajes que las pitonisas pueden descifrar y que las almas de los muertos no
sepultados deambulan sin encontrar descanso. Además, para una cultura mítica, las
afirmaciones no necesariamente deben derivarse lógicamente de otras proposiciones o
de la experiencia. Prueba de ello es que se podía llegar a considerar algo verdadero
porque lo aseveraba un mago o un poeta. No se exigía corroboración con la experiencia,
ni derivaciones que nosotros llamamos «lógicas». El ser humano vivió muchos siglos sin
pensamiento racional. También vivió muchos siglos sin ciencia. Pero las explicaciones
filosóficas y científicas, es decir racionales, resultaron tan eficientes, que se terminó
creyendo que la razón había existido siempre. Se olvidó así que, en realidad, el acaecer
del logos es un acontecimiento histórico.
La razón, tal como la entendía el griego clásico,
se autoproclamó universal y pretendió conocer
lo trascendente. Platón, por ejemplo, afirmaba
que las ideas –que residen en un mundo propio-
son más reales que las cosas de este mundo
sensible. Pero esta razón, que se consideraba
tan eficaz como para conocer la esencia de las
cosas, tenía una actitud de respeto hacia la
naturaleza, hacia la physis. La naturaleza vibra
con ritmo propio. Posee una temporalidad que no conviene alterar. La physis, entonces,
debe ser contemplada, admirada, incluso conocida, pero no violada.
Otra característica de la razón griega es su plenitud. La razón forma parte del cosmos y
se armoniza con los valores éticos. El sabio, además de conocer las cosas de este
mundo, debe ser bueno. Mejor dicho, el sabio es justo por definición. Sólo es malo el
ignorante. Si alguien es sabio, necesariamente es justo, inevitablemente es bueno.
Posee, por lo tanto, un alma bella y valor, asimismo, la belleza de los cuerpos. Lo bello
es propio de la estética, pero se hace extensivo a la noción de sabiduría. La belleza es
armonía y nada puede ser más armónico que un alma que ama la verdad, y que reside
en un cuerpo que se esfuerza por lograr el equilibrio de las formas. En consecuencia,
sabio, bueno y bello son conceptos que se corresponden. Dichos conceptos coinciden
en la búsqueda de la verdad. La Edad Media, por su parte, también produjo una razón
propia. La razón medieval siguió manteniendo –como en la antigüedad- la capacidad de
no emitir juicios contradictorios en sí mismos. La razón medieval también podía captar la
esencia de las cosas. Pero solamente de aquellas
reveladas por la palabra divina. Se trataba de una razón
vasalla. Estaba subordinada a la fe. Existen verdades
de fe que la razón no entiende. En consecuencia, la fe
es superior a la razón. La razón, que en la Grecia
clásica había nacido soberana pasó en el medioevo a
ser la ayuda de la fe. Un conocimiento determinado, al
que se habían llegado de manera racional se aceptaba
si no se oponía a una verdad de fe. Galileo debió
enfrentar a sus adversarios teóricos. Ellos decían que
la teoría heliocéntrica era falsa porque contradecía lo que dice la Biblia. Galileo ya era
moderno: algunos de sus contemporáneos permanecían medievales. En la modernidad,
nuevas relaciones de poder y nuevas formas de
vínculos humanos abrieron la posibilidad de un
saber diferente. El saber moderno difiere del
medieval. Se articula otro tipo de razón. Primero
había sido el logos griego, integrador. Luego fue la
razón medieval, sierva de la fe. Finalmente se
constituye la ratio moderna como razón científico-
técnica. Esta nueva razón sólo admite verdades
claras y distintas. Las verdades ya no son dogmas
que hay que aceptar, son evidencias que se deben buscar.
Por cierto, todo aquello que hasta ahora he reconocido como lo más verdadero lo he
recibido mediante los sentidos; más he descubierto que éstos me engañan en ocasiones,
y no es prudente depositar plena confianza en quienes nos han engañado, incluso si lo
han hecho sólo una vez. No obstante, si bien los sentidos en ocasiones nos engañan
acerca de ciertas cosas muy pequeñas o muy distantes, es posible que haya otras
muchas de las cuales no se puede dudar aunque provengan de ellos… pero por más que
me engañe, no podrá nunca conseguir que yo no exista mientras yo siga pensando que
soy algo. De manera que, una vez sopesados de forma escrupulosa todos los
argumentos, se ha de concluir que siempre que digo 'yo soy, yo existo' , necesariamente
debe ser verdad. Para hablar con precisión, soy tan sólo una cosa pensante, es decir,
una mente, o un alma, o un entendimiento, o una razón, palabras cuyo significado no
conocía yo antes" Descartes: Segunda Meditación
Para acceder a dichas verdades se necesita método, no fe. El método, con total
conciencia de serlo, es un invento moderno. Esta razón, acotada a lo que –en poco
tiempo más- será conocimiento científico, se divorcia de la ética y de la estética. El
científico no necesita hacerse planteos morales.
En la conformación griega, la razón había respetado la naturaleza. En su acaecer
medieval, respetaba la fe. En su versión moderna, es la razón la que debe ser respetada.
La razón científica se constituye así en razón absoluta. Pasa a ser fuente y paradigma
del conocimiento en general. No sólo del científico. Se pretende que el modelo de razón
por excelencia sea la razón científica. De este modo, puede verse cómo no sólo el
conocimiento de los fenómenos naturales se organiza de acuerdo a la razón científica,
sino también la política, la sociedad y la economía. Todo debe ser pensado a partir de
un paradigma racional que se maneja con cierta noción de orden y de eficiencia. La
sociedad ya no se legitimará por los valores éticos tradicionales, sino por una
racionalidad que se pretende progresiva. En poco tiempo, las nociones de orden y
progreso tomaron el lugar que antaño habían ocupado los valores morales, políticos y
religiosos. No porque desaparecieran dichos valores, sino porque deberán replegarse en
sí mismos. El accionar social se legitima por la eficiencia y la productividad. La
modernidad se despide de los dioses. Separa tajantemente conocimiento y moral. Para
conocer no es indispensable ser justo. El conocimiento no tiene nada que ver con la
ética: vale por sí mismo. El primer paso para recomponer la noción de razón fue separarla
del cosmos. Desde la modernidad, la razón reside solamente en el hombre. Luego, en
tanto produce conocimiento científico, se la separó de la ética y de la estética. No porque
no se necesite la razón para determinar lo moral. Ni porque se pueda excluir lo racional
del goce estético. Sino porque la razón científica es objetiva. Podemos no ponernos de
acuerdo sobre la belleza de una obra de arte. También podemos disentir sobre la justicia
de una acción. Pero los modernos creían que no se pueden discutir las verdades físicas
y matemáticas.
Esta nueva razón científica, por un lado, conoce y por otro domina. A partir de ello, el
conocimiento racional se tornará instrumental. El conocimiento científico moderno se
constituye en herramienta, en instrumento para manipular lo que conoce. Sólo si conozco
las leyes de la naturaleza, puedo dominarla. Puedo obligarla a que me obedezca.
También puedo dominar ciertos aspectos humanos. Pues el hombre, por un lado, forma
parte de la naturaleza y por otro, forma parte de una cultura que también es estudiada
por la ciencia. La ciencia se aplica a la realidad, se transforma en tecnología. De este
modo se construirán artefactos que le “arrancan” sus secretos a la naturaleza, se
inventarán remedios poderosos para casi todas las enfermedades, se aumentará
ostensiblemente el bienestar.
CIENCIA Y CIENCIAS
La palabra «ciencia» reviste varios sentidos. Pero hay dos que son fundamentales. Uno
de ellos es genérico. Se refiere al conocimiento que una época considera sólido,
fundamentado y avalado por instituciones. En este sentido se puede hablar de ciencia
antigua y medieval.
También con este significado se le decía «ciencia» a la filosofía, aunque la filosofía no
es una ciencia.
Otro sentido de la palabra «ciencia» refiere a un conocimiento específico y acotado que
ha surgido en Occidente a partir de la modernidad. Desde este punto de vista, la ciencia
existe desde el siglo XVI. El modelo científico por excelencia, en un primer momento, fue
el físico-matemático. Para fin del siglo XVII otras disciplinas, como la química y la
biología, lograron su propio espacio científico. Surgieron asimismo las ciencias sociales.
Actualmente solemos clasificar las ciencias en formales y fácticas. Una de las
características de las ciencias formales es que sus proposiciones no otorgan
información acerca de la realidad. Son analíticas. Esto quiere decir que su valor de
verdad se determina por el simple análisis de los componentes de sus proposiciones.
Dicho valor es lógicamente necesario (forzoso, obligatorio). También es formal, sin
contenido. La matemática y la lógica son esencias formales. No remiten a ninguna
realidad empírica. Ciencias fácticas son aquellas cuyas proposiciones informan sobre
la realidad. Se refieren a hechos. Son sintéticas. Esto quiere decir que otorgan una
información sobre algo que reside más allá de ellas mismas. En consecuencia, para
determinar su valor de verdad se debe acudir a la experiencia. Estas proposiciones son
contingentes (lo contrario de necesarias) y revisten contenido. Es decir, significado. Las
ciencias fácticas, teniendo en cuenta su objeto de estudio, se pueden agrupar en
naturales y sociales. El objeto de estudio de las ciencias naturales es lo dado, los
fenómenos naturales. El objeto de estudio de las ciencias sociales es el hombre
individual o en su relación son la sociedad. La física, la química y la biología pertenecen
a las ciencias naturales. La sociología, la psicología y la antropología son algunas de las
sociales. Las ciencias formales comenzaron a constituirse en la antigüedad. En esa
época se originó también una ciencia social e historia. Son las únicas excepciones. Por
lo demás se puede afirmar que las ciencias, en sentido estricto, surgen en la modernidad.
Obviamente, con anterioridad a la modernidad, ha habido prácticas que luego devinieron
ciencia. Pero no eran ciencias. No es lo mismo la práctica del derecho, cuya historia se
remonta al origen de las sociedades, que las ciencias jurídicas que tematizan el derecho.
No es lo mismo la práctica de la alquimia, que se preocupa por los elementos naturales,
que la química, que estudia científicamente esos mismos elementos. Ambos ejemplos,
en tanto ciencia, se consolidan recién a fin del siglo XVII.
En vista de la irrupción histórica de las ciencias podemos afirmar que los conceptos
científicos también son históricos. Hasta el siglo pasado se creía que no era así.
Pero marcar el carácter histórico –y por lo tanto cambiante- de los conceptos científicos,
no implica negar su eficacia y su racionalidad. Los conceptos científicos «en sí mismos»
constituyen conocimiento sólido. Pero ese «en sí» no es independiente del proceso
histórico. Se ensambla en dicho proceso.
Esta evolución en el conocimiento y conexión con la historia lleva al desarrollo de la
epistemología, en tanto reflexión crítica confrontando distintas posiciones acerca de la
lógica de construcción de las teorías, de su naturaleza, de sus principios generales, de
las relaciones entre estos y los hechos o fenómenos que intenta describir, explicar y si
es posible predecir y del establecimiento de los criterios para aceptar como verdadera o
falsa una teoría.
El artista concibe y realiza obras de arte, el crítico de arte las analiza. Algo similar ocurre
con la ciencia. El científico concibe y construye teorías científicas, el epistemólogo
reflexiona sobre ellas.
…No está en cuestión, la eficacia de la ciencia natural en sus
explicaciones, predicciones y aplicaciones. Tal eficacia se da de hecho. El problema
surge en relación a la validez del conocimiento científico. En tanto saber crítico, la
ciencia debe justificar sus afirmaciones. Por eso la pregunta refiere a la
fundamentación de las teorías científicas, es decir, al derecho que poseen las leyes
y teorías de la ciencia para ser consideradas verdadero conocimiento.
Esther Diaz: El Conocimiento Científico
En 1929, un importante grupo de filósofos y científicos formaron una asociación de
reflexión sobre el conocimiento científico que se
denominó Círculo de Viena. Sus integrantes se
asumían a si mismos como empiristas o
positivistas lógicos.
¿Cómo se
llega a
formular
una
hipótesis
científica?
Para los
inductivistas (o positivistas) se parte de los
hechos. La observación es el punto de partida de
la ciencia y la base segura para obtener el
conocimiento.
La primera tarea del investigador es registrar los hechos, de su campo de estudio.
Formulará entonces, enunciados observacionales en la mayor posible y en la mayor
variedad de condiciones.
La observación de los hechos irá generando una serie de proposiciones que, pese a las
diferentes condiciones, señalará coincidencias. Se reúne así una lista de enunciados
observacionales que permite pasar de un número limitado de proposiciones singulares a
una universal. La hipótesis incluye a los casos observables y a todos los demás posibles.
O sea, a partir del conocimiento de cierta propiedad o relación de algunos casos
particulares se concluye que todos poseen esa propiedad o cumplen con esa relación.
El resultado es entonces una generalización para cualquier caso.
Una vez presentada a título provisional una nueva idea, aún no justificada en
absoluto – sea una anticipación, una hipótesis, un sistema teórico o lo que se
quiera -, se extraen conclusiones de ella por medio de una deducción lógica:
estas conclusiones se comparan entre sí y con otros enunciados pertinentes, con
objetivo de hallar las relaciones lógicas (tales como equivalencia, deductibilidad,
compatibilidad o incompatibilidad, etc….Lo que se pretende con el último tipo de
contraste mencionado es descubrir hasta qué punto satisfarán las nuevas
consecuencias de la teoría —sea cual fuere la novedad de sus asertos— a los
requerimientos de la práctica, ya provengan éstos de experimentos puramente
científicos o de aplicaciones tecnológicas prácticas. También en este caso el
procedimiento de contrastar resulta ser deductivo; veámoslo. Con ayuda de otros
enunciados anteriormente aceptados se deducen de la teoría a contrastar ciertos
enunciados singulares —que podremos denominar «predicciones»—; en
especial, predicciones que sean fácilmente contrastables o aplicables. Se eligen
entre estos enunciados los que no sean deductibles de la teoría vigente, y, más
en particular, los que se encuentren en contradicción con ella. K. Popper: La lógica
de la investigación científica
La propuesta del falsacionismo sostiene:
1- El conocimiento científico parte de problemas
2- Las hipótesis son libremente inventadas con el fin de dar soluciones al problema.
3- Las consecuencias observacionales deducidas de la hipótesis, al ser contrastadas
con la experiencia, confirman
o refutan la hipótesis,
cuando, respectivamente, se
comprueba la verdad o
falsedad de esas
consecuencias.
4- Dada una hipótesis o una
teoría científica, a través e sus
consecuencias es posible
falsearla pero no verificarla.
5- Si una hipótesis o teoría es
falsada, se la modifica o sustituye, mientras no lo sea, se la acepta provisoriamente.
Todo aumento de conocimiento consiste en el perfeccionamiento del conocimiento
existente que se modifica con vistas a una mayor aproximación a la verdad.
(Popper)