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PSIENCIA. Revista Latinoamericana de Ciencia Psicológica 2250-5490

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PSIENCIA.

Revista Latinoamericana de
Ciencia Psicológica
ISSN: 2250-5490
contacto@psiencia.org
Asociación para el Avance de la Ciencia
Psicológica
Argentina

Jáquez-Cabalceta, Gladys; Mora-Gallegos, Andrea; Fornaguera Trías, Jaime


Modelos animales en roedores para el estudio de la esquizofrenia
PSIENCIA. Revista Latinoamericana de Ciencia Psicológica, vol. 9, núm. 2, junio, 2017,
pp. 1-35
Asociación para el Avance de la Ciencia Psicológica
Buenos Aires, Argentina

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=333152922006

Cómo citar el artículo


Número completo
Sistema de Información Científica
Más información del artículo Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal
Página de la revista en redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
PSIENCIA REVISTA LATINOAMERICANA DE CIENCIA PSICOLÓGICA
LATIN AMERICAN JOURNAL OF PSYCHOLOGICAL SCIENCE

ARTÍCULO TEÓRICO THEORETICAL PAPER

Modelos animales en roedores para el estudio


de la esquizofrenia
Animal Models in Rodents for the Study of
Schizophrenia
Gladys Jáquez-Cabalceta, Andrea Mora-Gallegos, Jaime Fornaguera Trías
Cómo citar Citation Centro de Investigación en Neurociencias, Universidad de Costa Rica
Jáquez-Cabalceta, G., Mora-
Gallegos, A., & Fornaguera Trías, J. gjaquezcabalceta@gmail.com
(2017). Modelos animales en
roedores para el estudio de la
esquizofrenia. PSIENCIA. Revista Resumen
Latinoamericana de Ciencia
Psicológica, 9, doi:
El cerebro humano es complejo y en muchos casos el estudio de enfermedades como
10.5872/psiencia/9.2.61 la esquizofrenia (ESQ) plantea algunos problemas éticos y logísticos, por lo que a
través de los modelos animales se trata de solventar estas dificultades. En el
Recibido Received
presente estudio se realiza una revisión sobre los modelos animales existentes para
26 / 5 / 2016
el estudio de la ESQ que de algún modo simulen los síntomas positivos, negativos y/o
Aceptado Accepted cognitivos, como por ejemplo, modelos farmacológicos, de desarrollo, de lesión y
19 / 8 / 2016 genéticos, dentro de los cuales, algunos modelos presentan una mayor validez
predictiva, aparente y de constructo que otros. Sin embargo, la aplicación de uno u
Copyright otro modelo va a depender de la hipótesis relacionada con la ESQ que se desee
© 2017 Jáquez-Cabalceta
probar. La hipótesis más desarrollada y aceptada hasta el momento, es la que
Este es un artículo de acceso abierto considera que las causas de la ESQ se encuentran principalmente asociadas con el
bajo la licencia Creative Commons
BY-NC-SA 4.0, lo que permite desarrollo cerebral temprano. En esta revisión se presentan los principales síntomas
compartirlo o adaptarlo, sin fines reproducidos en cada modelo y se mencionan las pruebas conductuales más
comerciales, con indicación del autor utilizadas. En general, todos los modelos aportan información relevante para tratar
y la fuente original. de entender la etiología de la enfermedad, sin embargo, los modelos del desarrollo
This is an open access article under parecen simularla de forma más fidedigna.
Creative Commons BY-NC-SA 4.0
license, which allows sharing or Palabras clave
adapting it in any medium, without
commercial purposes, giving credit
Esquizofrenia, Modelos animales, Modelos del desarrollo, Modelos farmacológicos,
to original author and source. Modelos de lesión, Modelos genéticos.

Abstract
The human brain is complex and in many cases the study of human diseases like schizophrenia
(SCH) showed ethic and logistic difficulties and through animal models we can solve some of
these issues. In the present study, we conducted a review about animal models in the study of
schizophrenia that simulate at least in some way the positive, negative and/or cognitive
symptoms, for example: developmental models, pharmacological models, lesion and genetic
models, and among them, some models showed higher predictive value, face value and
construct value than others. However, the application of one model or another is going to
depend on the hypothesis related to the SCH that we want to prove. The most accepted and
developed hypothesis so far, is the one that considers that SCH causes are related mainly with
the early developmental brain. In this review, we present the main symptoms reproduced in
each model and mention the most used behavioral tests. In general, all of these models, bring
information in different ways to understand the etiology of this disease, however, the
developmental models simulate it in a more reliable way.
Keywords
Schizophrenia, animal models, developmental models, pharmacological models, lesion
models, genetic models.

VOLUMEN 9 – NÚMERO 2 (JUNIO 2017)


PSIENCIA VOLUME 9 – ISSUE 2 (JUNE 2017)
DOI: 10.5872/psiencia/9.2.61 1
Modelos animales para la esquizofrenia
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LATIN AMERICAN JOURNAL OF PSYCHOLOGICAL SCIENCE Animal Models for Schizophrenia

Causas, Incidencia y Prevalencia


La esquizofrenia (ESQ) es un desorden mental crónico cuyos síntomas (positivos,
negativos y cognitivos) se presentan, en la mayoría de los casos, entre la adolescencia y
la adultez temprana (Eyles, Feldon & Meyer, 2012; Gogtay, Vyas, Testa, Wood, &
Pantelis, 2011). Las causas de la ESQ son aún un punto de debate, sin embargo, la teoría
más aceptada y desarrollada hasta el momento sugiere que es un desorden del
desarrollo cerebral temprano (Eyles et al., 2012; Piper, Beneyt, Burne, Eyles, Lewis &
McGrath, 2012). Otras causas que incrementan el riesgo de desarrollar la ESQ se
relacionan con factores ambientales, problemas obstétricos, hipoxia fetal, estación
climática en la que ocurre el nacimiento, infección de la madre durante el embarazo,
función inmunológica de la madre, estrés maternal o prenatal, malnutrición prenatal y
bajos o altos índices de masa corporal de la madre, abuso del cannabis, o paternidad y/o
maternidad tardía (Leeson, Harrison, Ron, Barnes & Joyce, 2012; McGrath, Mortensen,
Visscher & Wray, 2013; Os, Kenis, & Rutten, 2010). Por lo tanto, la ESQ se cataloga
como un trastorno multifactorial influenciado por factores tanto genéticos como
ambientales (Jones, Watson & Fone, 2011; Os et al., 2010). De hecho, hijos de ambos
padres esquizofrénicos tienen un 46% de mayor riesgo de sufrir la enfermedad (Rapp &
Bachevalier, 2013).

Se dice que la ESQ afecta aproximadamente al 0,48%-1% de la población general


(Gireud, Sirisaengtaksin & Bean, 2014; Jones et al., 2011; Simeone et al., 2015), aunque
existe controversia en cuanto a su incidencia, debido a que algunos autores reportan
que se distribuye de manera similar en el mundo (Jablensky et al.,1992), mientras que
otros autores encuentran diferencias en ambientes rurales y urbanos (McGrath, Saha,
Welham, El Saadi, MacCauley & Chant, 2004; Saha et al., 2005), reportando una mayor
incidencia en las zonas urbanas independientemente del estatus social (Sutterland et
al., 2013; Tandon et al., 2008). En relación al género, se ha encontrado una incidencia
más temprana en la aparición de síntomas psicóticos en hombres en comparación con
las mujeres (Abel, Drake & Goldstein, 2010; Jones et al., 2011; McGrath 2005; Tandon et
al., 2008), siendo la edad de inicio de la enfermedad en los hombres entre los 18 y los 25
años, mientras en las mujeres este rango oscila entre los 25 y los 35 años (Ochoa, Usall,
Cobo, Labad, & Kulkarni, 2012). En Latinoamérica, la investigación realizada es escasa
en relación con la prevalencia e incidencia de enfermedades mentales en general
(Jiménez, Raventós & Escamilla 2011). Hasta la fecha, solamente se pudo encontrar un
artículo que reporta la prevalencia de ESQ de latinoamericanos residentes en Estados
Unidos (Colombia, Perú, Puerto Rico) y es de 0,6% a 1,8% (Vicente, Rioseco, Saldivia,
Kohn & Torres, 2005).

Estudio de la ESQ
Según lo expuesto por Eyles et al., (2012), el estudio de la ESQ enfrenta múltiples
problemas tanto logísticos como éticos. Uno de ellos, es que esta enfermedad es difícil
de estudiar, debido, entre otros factores, a que los pacientes no muestran uniformidad
en la presentación de los síntomas (Young, Zhou & Geyer, 2010) y a que es difícil saber
con exactitud la aparición de los mismos, aunque normalmente se da en la post
adolescencia (Jones et al., 2011). Adicionalmente, los síntomas pueden aparecer de
manera aislada en el transcurso de la vida de la persona (Hare et al., 2010). En este
sentido se podría considerar alguna variante genética que permita realizar el
diagnóstico temprano de la ESQ, sin embargo, aún se desconocen estos marcadores.
Todos los factores anteriormente mencionados, dificultan el diagnóstico, sin mencionar
las dificultades técnicas (además de éticas) y temporales para estudiar el desarrollo
cerebral en seres humanos. En este sentido, aunque existiera la posibilidad de realizar
investigaciones desde la ontogenia, esto tomaría décadas, sería muy costoso y
complicado metodológicamente (Eyles et al., 2012).

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Por tanto, para tratar de subsanar los problemas o dificultades que se mencionaron
anteriormente, el uso de modelos animales constituye una opción considerable, que
permite ser una alternativa para reducir algunos problemas éticos y logísticos (Meyer &
Feldon 2010). Estos modelos permiten realizar aportes que son importantes para
entender la etiología de la enfermedad y posiblemente, para proponer tratamientos
más acertados y efectivos en el futuro (Lipska & Weinberger 2000). Como todos los
modelos, también presentan limitaciones, pero aportan información útil para plantear
hipótesis acerca de las causas o mecanismos subyacentes a la ESQ (Marcotte, Pearson
& Srisvastava, 2001).

Los modelos para el estudio de la ESQ en roedores (MPER), necesitan tanto modelos
para la inducción de la enfermedad como modelos cognitivo-conductuales para el
estudio de las manifestaciones de los síntomas de la ESQ (MCESE) trasladando la
sintomatología humana a comportamientos medidos en roedores. Estos incluyen
diversos análisis conductuales y aunque algunos comportamientos son equivalentes en
humanos y roedores (como la inhibición por prepulso, ver Tabla 1) ciertos síntomas en
humanos (como las alucinaciones), son difíciles de modelar utilizando animales como
sujetos experimentales. Para ello, Nestler & Hyman (2010) proponen que la comunidad
científica tenga criterios para juzgar la calidad de un modelo animal y proponen 3 tipos
de validez: de constructo, la validez aparente y la predictiva. La validez de constructo se
refiere a que al reproducir los factores de riesgo de la etiología de la enfermedad, se
obtienen los cambios neuroanatómicos y bioquímicos presentes en la misma
(McGonigle & Ruggeri, 2014; Nestler & Hyman, 2010). La validez aparente se refiere a
que un modelo simula las anormalidades bioquímicas, neuroanatómicas y de
comportamiento presentes en la enfermedad (síntomas) (McGonigle & Ruggeri, 2014;
Nestler & Hyman, 2010). La dificultad que presenta este tipo de validez, es por tanto,
que en un desorden complejo como la ESQ hay una gran varianza entre individuos en
cuanto a los síntomas y por ello es difícil de modelar de manera precisa. Por último, la
validez predictiva o farmacológica implica que el modelo responde de una manera
particular a los tratamientos farmacológicos que se utilizan en seres humanos para
tratar dicha condición (McGonigle & Ruggeri, 2014; Nestler & Hyman, 2010), es decir,
que si las anormalidades generadas por el modelo se revierten con los mismos fármacos
que se utilizan para tratar la enfermedad en humanos, se presenta una alta validez
predictiva. En conclusión, un modelo “ideal” debería tener una alta similitud con la
enfermedad en humanos en cuanto a sus bases genéticas, los mecanismos bioquímicos
subyacentes, los cambios fisiológicos y anatómicos que se presenten en la enfermedad
y además, una respuesta similar a fármacos ya conocidos para el tratamiento de la
condición patológica (McGonigle & Ruggeri, 2014).

Tabla 1. Síntomas presentes en la ESQ, sus respectivos análogos en roedores y pruebas


conductuales para medirlos encontradas en la literatura.

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Humanos Roedores Pruebas en Referencias


Roedores

Posi- Alucinaciones Hiperactividad Hiperactividad Basta-Kaim et


tivos locomotora, locomotora al. 2015; Ernst
estereotipia, espontánea, et al. 2012; Le
disminución en inducida Pen et
la PPI(PPI)* (drogas al.2011;Millan
psicotomiméti et al. 2014;
cas o novedad) Powell &
en CA o Miyakawa,
Aparato 2006;Young et
Photocell al. 2010
Beam,
orofacial
discinecia,
PPI**.

Comportamie Estereotipia * Orofacial


nto bizarro discinecia
(OD), Prueba
de
movimiento
de cabeza
(PMC)

Pensamiento No existe un Por lo tanto


desorganizado equivalente no existen
de este pruebas para
síntoma en medir este
roedores síntoma

Nega- Aislamiento Aislamiento y Prueba de Barnes et al.


tivos social agresividad interacción 2014; Le Pen et
social social (PIS) con al.2011;Millan
sus variantes et al. 2014;
Young et al.
Anhedonia Anhedonia Preferencia y 2010;Powell &
consumo de Miyakawa,
sacarosa y 2006
expresiones
faciales
debido al
consumo de
sacarosa** ,
autoestimulac
ión
intracraneal

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Apatía Falta de Pruebas de:


motivación y Recompensa
anticipación social,
de Preferencia
recompensa a de lugar
estímulos asociado a un
positivo estímulo
recompensan
te. Pruebas
que utilizan
esfuerzo para
obtener una
recompensa y
Locomoción
anticipatoria a
un estímulo
positivo y
Prueba de
efecto de
contraste
sucesivo

Aplanamiento Falta de Medición de


afectivo y contacto dichos
alogia olfatorio, comportamie
grooming ntos
social y
vocalizaciones
ultrasonicas

Cogni Disminución Disminución Laberinto Bussey et al


-tivos en la memoria en la memoria Radial de 8 2012; Le Pen et
de trabajo de trabajo brazos, al.2011; Young
Alternancia et al. 2010;
espontánea en Powell &
el Laberinto Y Miyakawa,
(LY), Laberinto 2006
de Agua de
Morris (LAM)

Déficit en Déficit en PPI, Inhibición


atención y atención y Latent (LI),
procesamient procesamient Set de
o de la o de la Atención
información información cambiante,
Prueba de
Tiempo de

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reacción
Serial de 5
opciones (5-
CSRT)

Déficit en Dedficit en Aprendizaje


flexibilidad de flexibilidad de reverso en las
aprendizaje aprendizaje Pruebas:
Laberinto
Y(LY) y
Laberinto
Acuático de
Morris (LAM)

Déficit en la Déficit en la Prueba de


función función Tiempo de
ejecutiva ejecutiva reacción
(Impulsividad, Serial de 5
comportamie opciones (5-
ntos CSRT)
perseverantes
)
Nota: ** Prueba de PPI: es tomado como síntoma positivo y cognitivo por algunos
autores (Le Pen et al., 2011; van der Buuse, 2006; Powell & Miyakawa, 2006)

En la investigación de la ESQ se dividen diferentes conductas según el tipo de síntoma


presente: positivos, negativos, cognitivos e inhibición por prepulso (ver Tabla 1). Se
propone que los síntomas positivos de la ESQ, como alucinaciones o pensamientos
anormales se deben a una disfunción dopaminérgica (para más información Howes &
Kapur, 2009). Sustancias que causan alucinaciones, como por ejemplo la anfetamina,
aumentan la cantidad de dopamina (DA) disponible en la hendidura sináptica (Farnia &
Golshani, 2016). Estas mismas sustancias causan en roedores hiperactividad
locomotora y comportamientos estereotípicos como la discinesia (Iversen & Iversen,
2007; Sun, Hu & Li, 2009). Por lo tanto, se trasladan las alucinaciones en humanos a la
hiperlocomoción y estereotipias en roedores y para esto, se utilizan pruebas ya
debidamente validadas para medir dichos comportamientos, como lo es por ejemplo, la
prueba de Campo Abierto (CA) (ver Tabla 1).

Los síntomas negativos presentes en la ESQ son por ejemplo, el aplanamiento afectivo,
aislamiento social, anhedonia, alogia, entre otros (ver Millan, Fone, Steckler & Horan,
2014), donde síntomas como el aplanamiento afectivo y la alogia son difíciles de medir
en roedores, sin embargo, el aislamiento social y la anhedonia que están relacionadas
con un déficit en los sistemas de recompensa cerebrales (Barnes, Der-Avakian &
Markou, 2014; Trezza, Campolongo & Vanderschuren, 2011) y la falta de motivación,
son comportamientos que se pueden medir en roedores (Millan et al., 2014; Trezza et
al., 2011). Para ello, se utilizan pruebas como: Prueba de Interacción Social (PIS), Prueba
de Preferencia a la Sacarosa (PPS), entre otras (ver Tabla 1). Es importante mencionar
que los síntomas negativos tienen una baja validez predictiva, ya que en la ESQ en

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humanos, al contrario de lo que se observa en animales, los fármacos no han sido muy
efectivos (Millan et al., 2014).

Dentro de los síntomas cognitivos observados en la ESQ, se encuentran déficits en


memoria, atención y procesamiento de la información, entre otros (ver Tabla 1).
Algunas de las áreas cerebrales implicadas en las deficiencias cognitivas de la ESQ son:
la corteza prefrontal y el hipotálamo (revisado en: Bussey et al., 2012; Le Pen, Bellon,
Krebs & Jay, 2011). Los síntomas cognitivos presentan la ventaja sobre los otros
síntomas, de que pueden trasladarse directamente a roedores (alta validez aparente),
únicamente adaptando el tipo de prueba para medirlos, como por ejemplo, la batería de
pruebas de atención cambiante (task-shifting) que en humanos equivale a la Prueba de
Wisconsin (Egerton, Reid, Mckerchar, Morris & Pratt, 2005). Sin embargo, es
importante mencionar que muchos de estos síntomas muestran solo una mejoría
discreta al utilizar antipsicóticos de segunda generación (Lesh, Niendman, Mizenberg &
Carter, 2011).

El presente artículo pretende recopilar, resumir y actualizar la información existente


sobre los modelos más utilizados para estudiar la ESQ, integrando en un solo lugar gran
parte de las estrategias metodológicas que de manera dispersa han sido publicadas en
numerosos artículos. Pretende así dar una panorámica sobre las ventajas y desventajas
de los diferentes acercamientos, y de su posible utilidad para entender mejor esta
condición patológica tan compleja.

Modelos animales para el estudio de la ESQ en roedores (MPER)


Los modelos animales y específicamente los que se implementan con roedores, son de
suma importancia para el estudio de los síntomas de la ESQ y otras enfermedades
psiquiátricas, pues con ellos se pueden estudiar mecanismos cerebrales subyacentes
(por ejemplo, neuroquímicos). Los roedores de laboratorio presentan la ventaja de que
son genéticamente muy homogéneos, por lo que la variabilidad en ese aspecto no será
un factor que intervenga de gran forma a la hora de sacar conclusiones.
Adicionalmente, se puede estudiar el progreso de la enfermedad desde muy temprana
edad y a través de varias generaciones, sin que el estudio tome mucho tiempo debido al
corto ciclo de vida de ratas y ratones. Otra ventaja es que (considerando todas las
normas de la ética animal) se pueden hacer estudios un poco más invasivos para medir
cambios bioquímicos y moleculares, el efecto de la deleción o mutación de algún gen,
entre otros, que no se podrían realizar en seres humanos. De ahí la importancia del
análisis, el estudio y la validación de los modelos animales, aún más en enfermedades
como la ESQ de la que aún se conoce poco y que perjudica al individuo en el ámbito
social, laboral y personal (Opler & Susser 2005).

Experimentalmente, se han creado varias cepas de rata a partir de Rattus norvegicus.


Las más frecuentemente utilizadas son: Sprague Dawley, Wistar, Lister-Hood y Long-
Evans. De igual forma, se utilizan ratones (Mus musculus) a partir de los cuales se han
desarrollado muchas más cepas: puras, híbridas, o ratones transgénicos (que presentan
alguna mutación específica para el interés de estudio). Estos son mayormente utilizados
en los modelos genéticos. De las cepas puras clásicas están la BALB/c, y la C57, entre
otras (para más información consultar: Hedrich, 2004).

Por otra parte, tomando como base la división propuesta por Ellenbroek (2010) los
MPER se dividen en: modelos pantalla (encargados de estudiar tratamientos
farmacológicos de la ESQ que se ajusten mejor a los requerimientos de la enfermedad)
(Arnt, 2000) y modelos de simulación. Estos últimos están enfocados en el estudio de la
etiología de la ESQ y se abordarán en esta revisión. Los modelos de simulación están

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compuestos por los modelos farmacológicos, los de desarrollo, los de lesión y los
genéticos (ver Figura 1).

Figura 1. Clasificación de modelos para el estudio de la ESQ según Ellenbroek (2010),


Koenig et al. (2014) y Carpenter & Koenig (2008).

Modelos de simulación
Pretenden “modelar” la mayoría de componentes de la enfermedad. Para ello, la ESQ
debe ser provocada para posteriormente estudiar los síntomas resultantes (Ellenbroek,
2010) (ver Tabla 1).

1. Modelos farmacológicos (MF)


Este modelo se centra en estudiar los mecanismos moleculares de la ESQ y existen dos
grandes hipótesis sobre su la etiología que respaldan estos modelos: la dopaminérgica y
la glutamatérgica. La primera plantea que la psicosis presente en la enfermedad es
debida a un aumento en la neurotransmisión de dopamina (DA), ya que drogas que
provocan hiperdopaminergia también causan psicosis, mientras que drogas que
disminuyen la neurotransmisión de DA provocan lo opuesto (Revisado en Gireud,
Sirisaengtaksin & Bean, 2014). La hipótesis glutamatérgica por su lado propone que el
silenciamiento de los receptores ionotrópicos de glutamato (NMDA) causa psicosis
además de otros síntomas (Tsai & Coyle, 2002; Jones et al., 2011), por lo que sustancias
antagonistas de los receptores NMDA (RNMDA), como la fenciclidina (PCP, por sus
siglas en inglés), el MK-801, y la ketamina, entre otras, son responsables de síntomas
psicóticos presentes en la ESQ e incluso causan liberación de DA (Gireud et al., 2014).
Los modelos farmacológicos, tratan de simular los síntomas de la enfermedad
mediante el uso de las sustancias anteriormente citadas (Ellenbroek 2010). Este
modelo, dependiendo de las sustancias que se utilicen, induce la mayoría de los
síntomas del espectro de la ESQ, aunque presenta la desventaja de que los síntomas se

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presentan por un corto periodo de tiempo comparado con lo que realmente sucede con
la enfermedad en humanos.

Las anfetaminas han sido utilizadas frecuentemente y evocan los síntomas positivos de
la enfermedad en seres humanos (ver Tabla 1). Se ha observado que la administración
repetida de anfetamina, de igual forma, puede causar daños estructurales y
neuroquímicos (Jones et al., 2011). Lodge & Grace (2012) encontraron que ratas
tratadas con anfetamina presentan una mayor actividad dopaminérgica en la región
medial del área tegmental ventral, involucrada en el procesamiento de la información,
especialmente en procesos de recompensa (ver Geisler & Zahm, 2005).

Otro de los modelos farmacológicos más utilizados, es el PCP (Jones et al., 2011). El PCP
y otras sustancias (como el MK-801 y la ketamina), son antagonistas no competitivos de
los RNMDA (Tsai & Coyle, 2002) y provocan una disfunción en el sistema
glutamatérgico. Estas drogas se pueden administrar de manera crónica, subcrónica o
aguda, y se ha encontrado que existe una diferencia en los cambios producidos según la
dosis de la droga a utilizar (ver: Castañé, Santana & Artigas, 2015). Al igual que en otros
modelos, estas drogas provocan diferentes síntomas negativos, positivos y cognitivos
encontrados en la ESQ en el ser humano, de ahí su validez aparente (ver Tabla 1).
También se ha encontrado una reducción en las neuronas productoras de parvalbúmina
en la corteza prefrontal y el hipocampo (Jones et al., 2011) lo cual concuerda con
hallazgos en estudios postmortem de pacientes esquizofrénicos (Mellios, Huang, Baker,
Galdzicka, Ginns & Akbarian, 2009).

La administración crónica de sustancias como la ketamina, produce síntomas negativos


y positivos (Monte et al., 2013) (ver Tabla 1) e incluso produce cambios a nivel genético,
específicamente en genes relacionados con la neurotransmisión gabaérgica de la
corteza prefrontal (Tan, Rudd & Yew, 2011). Se ha comprobado además que el MK-801
provoca daños en los procesos de aprendizaje, lo cual podría estar relacionado de
alguna manera con los daños cognitivos que se observan en pacientes con esquizofrenia
(Talpos et al., 2015). Recientemente, se ha propuesto que la serotonina también juega
un papel importante en la regulación glutamatérgica, por tanto, es igualmente un
neurotransmisor implicado en la sintomatología de la ESQ, principalmente en los
déficits cognitivos (para más información ver: Aranda, Santiago, Pérez & Villa, 2015).

Los modelos farmacológicos fueron de los primeros utilizados en la historia del estudio
de la ESQ, pero actualmente son poco utilizados comparados con otros modelos. Sin
embargo, se siguen utilizando para la búsqueda de nuevos fármacos en el tratamiento
de la enfermedad (Park et al., 2014) y para investigar nuevas vías implicadas, como la
vía serotoninérgica. De los MF expuestos el que presenta hallazgos más consistentes es
el modelo de PCP, a causa de que en él se observan tanto síntomas negativos como
cognitivos, no obstante, se ha encontrado que estos últimos no son revertidos con
antipsicóticos (Redrobe, Bull & Plath, 2010) como haloperidol (Beraki, Kuzmin, Tai &
Ogren, 2008). Queda claro que la DA y los RNMDA juegan un papel fundamental en la
ESQ, aun cuando la hiperdopaminergia no es el único mecanismo responsable de la
enfermedad, se sabe que es uno de sus rasgos más conspicuos. Otros MPER inducen un
aumento en la transmisión dopaminérgica (Seeman, 2011), por lo que presentan alta
validez de constructo y validez aparente. A pesar de ello, la validez aparente presenta
ciertos vacíos puesto que muchos de los síntomas evocados no son exclusivos de ESQ,
pues también se presentan en otras enfermedades neuropsiquiátricas.

2. Modelos del desarrollo


Estos modelos tienen sus bases en la hipótesis del neurodesarrollo, que plantea que
eventos adversos durante la gestación o en el periodo perinatal están asociados con la

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aparición y el desarrollo de la ESQ (Eyles et al., 2012) donde estudios epidemiológicos


en humanos han aportado evidencia suficiente en ese sentido (Jones et al., 2011), por
ejemplo, según lo expuesto por Lewis & Levitt (2002) la malnutrición, el estrés, la
infección de la madre o las complicaciones obstétricas, pueden ser factores de riesgo
para desarrollar ESQ, por consiguiente se utilizan como modelos, procedimientos que
reproduzcan estos factores de riesgo. Entre ellos están: agentes antimitóticos en la
gestación, crianza aislada, desafío inmunológico, estrés prenatal y déficit nutricional
(Koenig et al., 2014). De estos, Jones y colaboradores (2011) mencionan que los más
utilizados corresponden a agentes antimitóticos durante la gestación y crianza aislada,
ya que reproducen muchos de los síntomas de la ESQ.

2.1. Agentes antimitóticos


El modelo de agentes antimitóticos durante la gestación, está basado en la teoría en
humanos de que la etiología de la ESQ puede deberse a daños sutiles que afectan el
desarrollo del sistema nervioso en el segundo trimestre del desarrollo fetal (Elmer,
Sydnor, Guard, Hercher & Vogel, 2004). En este sentido, se ha propuesto el día de
gestación 17 (DG 17) en roedores como un modelo clínico para investigar la ESQ (Moore,
Jentsch, Ghajarnia, Geyer & Grace, 2006) debido a que, según lo encontrado por los
autores, los daños producidos en el DG 17 han resultado ser más sutiles en comparación
con el DG 15, donde se presentan daños más profundos que los observados en la ESQ
(Jones et al., 2011) como por ejemplo, la microcefalia (Moore et al., 2006). Igualmente,
en el DG 17 se han encontrado alteraciones muy similares a las encontradas en la ESQ
(Jones et al., 2011), por ejemplo, reducción en el grosor del hipocampo, alteraciones en
la función sensoriomotora (Braff, Grillon & Geyer, 1992; Moore et al., 2006), reducción
de la corteza prefrontal medial, y la corteza parahipocampal (Jones et al., 2011; Moore
et al., 2006), y un aumento en la actividad de neuronas dopaminérgicas (Grace, 2015).
Adicionalmente, tanto en pacientes con esquizofrenia como en modelos animales de la
enfermedad se ha encontrado una alteración en la función normal del hipocampo, que
le ha sido atribuido a una reducción en la expresión de la parvalbúmina en la región CA3
del hipocampo ventral y dorsal (Gill & Grace, 2014).

Por otra parte, según Koenig et al., (2014) los agentes antimitóticos utilizados en la
investigación del modelo del desarrollo son: el metilazoximetanol (MAM) y el
arabinósido de citosina (Ara-C), siendo el MAM el más frecuentemente utilizado. Esta
sustancia es una mitotoxina que induce perturbaciones específicamente en el momento
de la proliferación del sistema nervioso central (pero no en otros órganos del embrión),
produciendo lesiones en el ADN que pueden ocasionar cambios en el comportamiento y
en la señalización de las neuronas (Kisby, 2013; Le Pen et al., 2011). En estos animales
(ratas), se han logrado modelar una gran cantidad de síntomas positivos (por ejemplo
hiperactividad locomotora o discinesia), negativos (problemas en interacción social) y
cognitivos (procesamiento de información y memoria) (Gastambidae et al., 2015)
mencionados en la Tabla 1. Un aspecto importante es que los cambios en el
comportamiento de ratas con MAM, se presentan a partir de la pubertad, similar a lo
encontrado en la sintomatología de la ESQ en humanos (Jones et al., 2011; Moore et al.,
2006).

Finalmente, según lo expuesto anteriormente, el modelo del desarrollo usando agentes


antimitóticos MAM, muestra tanto validez de constructo como también validez
aparente. A pesar de esto, existen discrepancias con los resultados encontrados en
relación con las deficiencias cognitivas. Esto podría deberse a diferencias en la cepa y
además a una falta de estandarización general de los laboratorios en los protocolos
utilizados en las diferentes pruebas como el laberinto acuático de Morris. Pese a la
utilidad de este modelo, hay pocos estudios que relacionen MAM y los sistemas
gabaérgicos y glutamatérgicos, hiperactividad y estereotipias inducidas por drogas

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psicomotoras (anfetaminas, PCP, etc) y las que existen, no están actualizadas. Muchos
estudios se han enfocado en áreas cerebrales, tales como la corteza prefrontal e
hipocampo, pero podrían participar también otras regiones cerebrales subcorticales (Le
Pen et al., 2011). Asimismo, la validez predictiva no está debidamente probada, ya que
ha habido pocos estudios del efecto de los antipsicóticos para revertir síntomas
ocasionados por el modelo. No obstante, Le Pen et al. (2011), observaron que los
antipsicóticos fueron efectivos en el tratamiento de síntomas positivos en ratas. Los
antipsicóticos (Valenti, Cifelli, Gill & Grace, 2011) y el diazepam (Du & Grace, 2013)
redujeron la activación de neuronas dopaminérgicas de ratas MAM (Valenti et al., 2011).
En general, el modelo provee suficiente información acerca de la importancia del
neurodesarrollo y su posible papel en la ESQ e incluso es utilizado para probar nuevas
drogas para mejorar algunos síntomas de la enfermedad (Gastambidae et al., 2012; Gill
et al., 2011). A pesar de lo expuesto, aún hacen falta más investigaciones que le den
mayor solidez a las conclusiones planteadas.

2.2. Crianza aislada (IR, por sus siglas en inglés)


Este modelo consiste en el aislamiento de ciertos individuos (grupo de aislamiento) del
resto de la camada (grupo control) de 6-9 semanas post-destete (21-28 días de edad)
(Fone & Porkess 2008; Jones et al., 2011; Roncada et al., 2009). Se han reportado
diferentes efectos en el comportamiento en ratas adultas sometidas a esta condición,
los cuales se mantienen incluso después de la incorporación de los sujetos a un
ambiente social donde puedan convivir con otras ratas (Pascual, Zamora & Valero,
2006). En este modelo se reproducen síntomas positivos (hiperactividad locomotora)
(Watson, Marsden, Millan & Fone, 2012), negativos (déficit en IS, agresividad) y
cognitivos (déficits en memoria, flexibilidad cognitiva) (ver Tabla 1).

Se dice que en conjunto todos estos cambios conductuales y neurobiológicos se deben


a la afectación de áreas del cerebro que se han sugerido como centrales para la ESQ,
como lo son la corteza prefrontal, la corteza cingulada y el hipocampo (Hermes, Li,
Duman & Duman, 2011; McIntosh et al, 2013; Powell & Miyakawa, 2006). En ratas
aisladas, se ha encontrado en estas áreas una reducción en la densidad de receptores
para la DA (Jones et al., 2011; Toua, Brand, Möller, Emsley & Harvey, 2010).
Adicionalmente, se ha encontrado un aumento de receptores NMDA en la corteza
prefrontal (Toua et al., 2010), de modo que se sugiere que una disfunción en la actividad
glutamatérgica podría contribuir a los déficits de comportamiento y/o cognitivos
debidos al aislamiento (Marsden, King & Fone, 2011; Murphy et al., 2010).
Interesantemente, se encontró que un agonista del glutamato (LY404039), revirtió la
hiperactividad locomotora presente en ratas aisladas, lo que sugiere que esta sustancia
podría ser utilizada como un antipsicótico en el tratamiento de la ESQ (para más
información: Fabricius, Helboe, Fink-Jensen, Wortwein & Steiniger-Brach, 2011).

Basado en lo expuesto anteriormente, el modelo IR presenta una alta validez de


constructo y aparente, porque se pueden observar cambios de comportamiento y
neurobiológicos en roedores aislados, similares a los observados en pacientes
esquizofrénicos. Sin embargo, existe poca literatura relacionada que estudie la
anhedonia y falta de motivación. Además, algunos resultados de PPI y pruebas
cognitivas no son consistentes entre sí, posiblemente por las razones expuestas
anteriormente: la cepa utilizada, la cantidad de individuos utilizados y la diversidad de
protocolos de aislamiento. En cuanto a la validez predictiva, varios estudios han
encontrado que antipsicóticos típicos y atípicos y nuevos tratamientos, revierten
déficits cognitivos, PPI, la hiperactividad locomotora y los efectos del aislamiento social
(Fabricius et al., 2011; McIntosh et al., 2013; Möller et al., 2013; Watson et al., 2012).

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Este modelo generalmente requiere de mucho tiempo para llevarse a cabo, lo que
puede aumentar los costos (Jones et al., 2011), no obstante, al ser un modelo ambiental
y no invasivo para la madre, ni para las crías, es relativamente fácil de realizar y se
puede combinar con otros modelos haciendo más robusto el paradigma para mejorar la
investigación de la enfermedad.

2.3. Desafío inmunológico (DI)


Estudios epidemiológicos en humanos describen una asociación directa entre
infecciones durante el primer trimestre de embarazo y la ESQ (Brown & Derkits, 2010;
Meyer, 2015; Moreno et al., 2011). En roedores, el primer trimestre de embarazo
corresponde al periodo entre el día 15 y el día 19 de gestación (Jones et al., 2011). A lo
largo de los años, se han desarrollado varios modelos para probar la hipótesis de que las
infecciones durante el embarazo constituyen un factor de riesgo para presentar
desórdenes en el neurodesarrollo (Meyer, 2015; Meyer, Feldon & Fatemi, 2009). Se han
estudiado por ejemplo, el efecto que tiene la exposición de un patógeno (viral o
bacteriano) durante el neurodesarrollo utilizando infecciones bacterianas o virales, LPS,
PolyI-C y citoquinas pro-inflamatorias, tanto en el periodo prenatal como en el neonatal
(Meyer, Feldon & Fatemi, 2009; Koenig et al., 2014). El grado de afectación de las crías
varía dependiendo del agente infeccioso que se utilice (Meyer et al., 2009), por tanto,
existen diferentes opiniones acerca de cuál agente sería el más adecuado para modelar
la ESQ.

De los modelos de infecciones virales y bacteriológicas se utilizan: la infección viral por


la enfermedad de Borna (EB) y la influenza humana (IH) (Koenig et al., 2014). Al utilizar
la EB, se trata de explicar cómo una infección persistente puede afectar el sistema
nervioso y dejar como secuela enfermedades del comportamiento (Brnic et al., 2011;
Hans et al., 2004). Esta enfermedad no causa daños citopáticos en el hospedero (Hans
et al., 2004), sin embargo, el virus puede afectar la morfología de las sinapsis (incluso en
presencia de BDNF), pero sin reducir la cantidad de las mismas. Esto podría afectar
muchas de las funciones cerebrales, la cognición y el comportamiento (Brnic et al., 2011;
Hans et al., 2004). A pesar de esto, existe literatura reciente en la que no se presenta
una relación entre la EB y la ESQ (Hornig et al., 2012; Lipkin, Briese & Hornig, 2011).
También hay que agregar que la EB no está exclusivamente relacionada con la ESQ
pues también ha sido ligada con la depresión, el trastorno bipolar, y el autismo, entre
otros (Harvey & Boksa, 2012), lo que afecta su validez de constructo.

Adicionalmente, según estudios epidemiológicos, una infección causada por influenza


viral aumenta el riesgo de sufrir ESQ (Brown & Derkits, 2010). Moreno et al., (2011)
encontraron que los psicoestimulantes causan un aumento en el movimiento de cabeza
(tics) en los animales expuestos al virus y una menor actividad locomotora en animales
tratados con influenza prenatal (Moreno et al., 2011). Otros autores, encontraron
déficits en PPI y memoria de trabajo (ver Tabla 1 en Patterson, 2009).

Por su parte, los modelos del desarrollo que utilizan los agentes poli (I-C) y
Lipopolisacáridos (LPS), se fundamentan en la activación de una respuesta
inmunológica, ya sea viral o bacteriana (Meyer et al., 2009). Según lo revisado por
Meyer & Feldon (2012), poli (I-C) es un análogo sintético de ARN de doble cadena, que
es generado en caso de una infección viral. En mamíferos, es reconocido como un
agente extraño que desencadena una reacción inmunológica que involucra entre otras
cosas, respuestas inflamatorias provocadas por citoquinas (Alexopoulou, Holt,
Medzhitov & Flavell, 2001). Por lo tanto, en estos modelos se pretenden activar
respuestas inmunológicas en la madre, sin usar patógenos bacteriológicos ni virales
(Meyer & Feldon, 2012). El tratamiento consiste en exponer a las madres a poli (I-C) en
un periodo específico de la gestación, y posteriormente comparar a estas crías con un

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grupos control (crías tratadas con un vehículo) en la pre-pubertad y/o la post pubertad
de los roedores (DPN 28-35 y después del DPN 56). Muchas de las alteraciones
encontradas en la ESQ como déficits de PPI fueron encontradas en este modelo (Harms
et al., 2015).

Por otro lado, el modelo LPS tiene el mismo fundamento del anterior; son endotoxinas
de las bacterias que activan el sistema inmunológico produciendo la liberación de
citoquinas (Andersson, Nagy, Bjourk, Abrams, Holm, & Andersson, 1992; Meyer et al.,
2009). La ventaja de utilizar este modelo y poli (I-C) es que al no utilizar patógenos, se
pueden manejar sin tener que usar rigurosas medidas de bioseguridad (Meyer et al.,
2009). Además, al controlar la dosis, se puede controlar el nivel de respuesta
antiinflamatoria y tener un control más exacto del tiempo de incubación-acción, ya que
estas endotoxinas actúan dentro de un periodo de 24 a 48 horas (Meyer et al., 2009;
Meyer, Feldon, Schedlowski & Yee, 2005). La desventaja de estos dos modelos, el poli
(I-C) y el LPS es que al ser una infección inducida, no se puede observar la variabilidad
de reacciones e implicaciones que ocurren en una infección natural y sus efectos en la
enfermedad (Meyer et al., 2009). Existe evidencia robusta de que después del
tratamiento con poli (I-C) los individuos muestran una serie de anormalidades
cognitivas (pruebas de flexibilidad cognitiva, de memoria de trabajo, de atención
selectiva), de comportamiento (reflejadas en actividad sensomotora, poca interacción
social, y una exploración disminuida), y farmacológicas, que se evidencian a través de
una sensibilidad aumentada a agonistas dopaminérgicos (Vorhees et al., 2013) y NMDA
(ver Tabla 1; en Meyer & Feldon, 2012), no obstante, se han encontrado hallazgos
contradictorios al respecto (ver: Vorhees et al., 2013).

El uso de citoquinas pro-inflamatorias en el embarazo es otro tipo de acercamiento para


comprender la relación entre las infecciones prenatales y los desórdenes cerebrales
postnatales (Meyer et al., 2009). Se ha encontrado que la interleucina 6 (IL-6) tiene un
efecto específico sobre el comportamiento en roedores, a diferencia de otras citoquinas
que no lo tienen (para más información ver: Smith, Garbettn & Mirnics, 2007). Se
reporta que incluso, si IL-6 se suprime, poli (I-C) ya no es eficiente para producir cambios
en el comportamiento (Smith et al., 2007). Por lo anterior, los autores concluyen que IL-
6 es central en el proceso mediante el cual el desafío inmunológico causa deficiencias
que se mantienen incluso en la edad adulta de la camada (en PPI por ejemplo, ver Tabla
1). Samuelsson, Jennische, Hansson & Holmäng (2006) encontraron que ratas hijas de
madres tratadas con IL-6, presentaban menor aprendizaje y anormalidades
estructurales y morfológicas en el hipocampo durante la edad adulta. A pesar de esto,
existen pocos artículos relacionados con el tema, y aún no se ha determinado cuáles son
sus efectos en síntomas cognitivos, positivos y negativos por lo que carece de validez
aparente.

Como conclusión general se puede decir que el uso de agentes infecciosos, dentro del
modelo de desarrollo presenta validez aparente, debido a que, como se mencionó
anteriormente, se reproducen muchos de los síntomas encontrados en la ESQ en
humanos, aunque algunas categorías no lo cumplan debido a la carencia de
investigación (por ejemplo citocinas pro-inflamatorias). Asimismo, el modelo en general
presenta validez predictiva porque se han encontrado que por ejemplo, disfunciones en
el comportamiento presentes en ratas tratadas con poli (I-C), se revierten al administrar
antipsicóticos (Revisado por Jones et al., 2011), por consiguiente, una infección en la
gestación podría considerarse como un factor importante de riesgo para presentar ESQ
en humanos (Meyer et al., 2009), mas no es un factor de riesgo único, porque lo es del
mismo modo para muchas otras enfermedades, como autismo y depresión (Dowlati et
al.2010; Patterson, 2009).

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2.4. Estrés Prenatal (EP)


Este tipo de estudios se han realizado con ratones y ratas y se pueden inducir diferentes
tipos de estrés ya sea variable o constante (Koenig et al., 2014). En el modelo de estrés
variable , la madre se somete a varias situaciones causantes de estrés durante algún
periodo sensible de la gestación que afectará el comportamiento de las crías (Koenig et
al., 2005), como por ejemplo: 1 hora de inmovilización en un cilindro de plexiglás (con
ventilación adecuada), exposición durante 6 horas a un ambiente frío (4°C), privación de
alimento de un día para otro, luz durante 24h sin periodo de oscuridad, estrés social
inducido por muchos animales conviviendo en un espacio pequeño durante el ciclo de
oscuridad, privación de sueño durante el ciclo de luz por 90 min, 15 min de nado forzado
y reversión del ciclo de luz-oscuridad (Neeley, Berger, Koenig & Leonard, 2011; Koenig
et al., 2005). Otros ejemplos son la administración de corticosterona, shocks eléctricos
en las patas (Shalev & Weiner, 2001), o 15 min expuestos al olor de un depredador
(Mueller & Bale 2008). En el modelo de estrés crónico leve, es el mismo evento
estresante, como por ejemplo mantener a la madre por 45 minutos en un cilindro de
plexiglás bajo luces brillantes, 3 veces al día (Stevens, Su, Yanagawa, Vaccarino, 2013).

Algunos estudios afirman que el estrés prenatal causa un efecto en la cría si este se lleva
a cabo durante la tercera semana de gestación (Koenig et al., 2005, Markham, Taylor,
Taylor, Bell & Koenig, 2010; Markham, Mullins & Koenig, 2013; Wilson, Schade & Terry,
2012), pero no produce efectos observables si se efectúa en la segunda semana (Koenig
et al., 2005). Se encontró que los animales sometidos a estrés, tienen una interacción
social disminuida en la PIS, actividad locomotora y disminución PPI (Lee, Brady,
Shapiro, Dorsa, & Koenig, 2007; Koenig et al., 2005; Matrisciano, Tueting, Maccari,
Nicoletti & Guidotti, 2012). Asimismo, se encontró deficiencia cognitiva expresada en:
déficit de memoria en la prueba de reconocimiento de objetos, en memoria de
condicionamiento al miedo, en la atención sostenida (Markham et al., 2010; Wilson et
al., 2012) y memoria espacial (Benoit, Rakic y Frick, 2015). No obstante, otros autores
(Salomon, Bejar, Schorer-Apelbaum & Weinstock, 2011) no encontraron un efecto del
EP en la retención de la memoria en el LAM, entre tanto, se sugiere que estas
diferencias se deben al protocolo utilizado, temperatura del agua, cepa y sexo (Benoit
et al., 2015; Salomon et al., 2011).

Recientemente, se encontró que el EP causa cambios epigenéticos en el hipocampo de


ratones C57BL/6, expuestos a estrés variable (Benoit et al., 2015), sugiriendo que el
estrés sufrido por la madre en el embarazo genera cambios a nivel genético en sus crías
(Mandyam, Crawford, Eisch, Rivier & Richardson, 2008). Igualmente, se ha encontrado
una reducción en la proliferación celular en el hipocampo y alteraciones en las vías
corticostriatal y corticolímbica que podrían proporcionar un sustrato neurobiológico
para desarrollar ESQ (Berger, Barros, Sarchi & Tarazi, Antonelli, 2002; Skelin,
Needham, Molina, Metz & Gruber, 2015).

Según lo expuesto, el EP induce muchos cambios de comportamiento y neurobiológicos


en roedores, que han sido observados en la ESQ en seres humanos, por lo que presenta
validez aparente, de constructo y predictiva. En relación con esta última, se encontró
que la clozapina revirtió comportamientos como hiperactividad y déficit en la PIS,
además de cambios genéticos en genes relacionados con la ESQ, efectos que no se
observaron con el haloperidol (Dong, Tueting, Matrisciano, Grayson & Guidotti, 2016).
Una debilidad que presenta el modelo es que, como en otros modelos, no es un factor
de riesgo exclusivo de la ESQ pues está presente en la depresión, ansiedad y adicción
(Huizink, Mulder & Buitelaar, 2004).

2.5. Déficit nutricional (DN)

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Estudios epidemiológicos han demostrado que una malnutrición prenatal puede


aumentar el riesgo de padecer ESQ (Meyer & Feldon, 2012; Palmer et al., 2008).
Estudios de cohorte evidenciaron un aumento en el riesgo de padecer este desorden
psiquiátrico durante periodos de hambruna en Holanda durante la segunda guerra
mundial y en 1950 en China, debido a cambios socioeconómicos en ese país (Brown &
Susser, 2008; Hoek, Brown & Susser, 1998), lo que sugiere que la falta de algunos
nutrientes que juegan un papel importante en el desarrollo cerebral, puede constituirse
como factor de riesgo para desarrollar ESQ. Algunos de esos nutrientes son: el folato,
los aceites esenciales, los retinoides, los ácidos grasos esenciales, la vitamina D, hierro y
proteínas (Susser & Brown, 2008). Los modelos animales que más se utilizan son
aquellos con deficiencia de vitamina D y deficiencia proteica, siendo el primero de estos
en donde se encuentran mayor número de investigaciones actuales (Koenig et al., 2014;
Meyer & Feldon, 2010). En un estudio conducido por Palmer et al. (2008), se observó
que una deficiencia de proteína en la dieta provoca una hipersensibilidad ante la
anfetamina y la apomorfina (ver Tabla 1). Asimismo, Ranade et al (2008), encontraron
que ratas sometidas a deficiencia proteica presentaron déficits cognitivos. También se
han encontrado alteraciones en la citología del hipotálamo y en vías glutamatérgicas en
la corteza prefrontal en ratas cuyas madres tuvieron deficiencia proteica además de
otras alteraciones moleculares presentes en ESQ (Guest et al., 2012). Dado que la
información sobre este tema en particular es escasa y poco actualizada, es difícil
asegurar su validez para el estudio de la ESQ.

El modelo de desarrollo en que se somete a los animales a una deficiencia de vitamina D


(DVD) durante el período prenatal (Kesby et al., 2006) e incluso desde el período de la
concepción (Meyer & Feldon, 2010) se fundamenta en que personas nacidas en invierno
y primavera presentan un riesgo mayor de desarrollar ESQ (McGrath, 1999), puesto que
es conocido que esta vitamina juega un papel importante en el neurodesarrollo (Eyles,
Burne & McGrath, 2013). Se ha observado que ratas expuestas a una DVD, presentan
una reducción en la densidad de los RNMDA en el caudado putamen y una mayor
locomoción debida a una hipersensibilidad a MK-801 en comparación con los controles,
sin embargo no muestran déficits en PPI o en comportamiento social, por ejemplo
(Kesby et al., 2012; Kesby, Burne, McGrath &, Eyles, 2006; Harms, Eyles, Mcgrath,
Mackaysim & Burne, 2008). En cuanto a características morfológicas y moleculares,
utilizando esta estrategia metodológica, se ha encontrado un agrandamiento de los
ventrículos laterales y un adelgazamiento de la corteza (Eyles et al., 2009: Féron et al.,
2005). Por otro lado y en contraposición, Byrne y colaboradores (2013) no encontraron
ninguna diferencia en ratas con DVD, en muchos de los parámetros antes mencionados,
pero mostraron alteraciones en comportamientos relacionados con búsqueda de
recompensa e impulsividad.

Los datos señalan que el DN afecta el desarrollo cerebral en general y es un factor de


riesgo para otras enfermedades mentales como el Alzheimer y el autismo (Eyles et al.,
2013). Su validez aparente se ve afectada debido a que existen hallazgos contradictorios
en cuanto a los síntomas observados en ratas sometidas a este modelo. La validez
predictiva no ha sido aún determinada, dado que existen pocos estudios al respecto.
Otro problema que podría presentar el modelo de malnutrición en general, es quizá que
las hambrunas en épocas de crisis, aparte de tener el factor de la deficiencia alimentaria,
se acompañan de estrés y en ocasiones se presenta en la época de invierno (por ejemplo
en el caso de Holanda), por ello, no se puede definir con certeza cuál es el factor causal,
ya que si bien puede ser alguno en particular, puede ser la mezcla de todos esos factores
e inclusive otros no contemplados.

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3. Modelos de lesión
Estos modelos pretenden probar la hipótesis del neurodesarrollo, sin embargo, la
división utilizada en este artículo y propuesta por Koenig y colaboradores (2014) los
separa debido a aspectos metodológicos. Estos autores proponen lesiones en tres
diferentes regiones: amígdala, el hipocampo ventral y la corteza prefrontal. La lesión en
la corteza prefrontal no produce tantas anormalidades como las que provoca la lesión
en el hipocampo; por esta razón, Lipska, Jaskiw & Weinberger (1993) discuten que no
parece ser un modelo apropiado para la investigación de la ESQ, por lo que se revisarán
los estudios que se refieren a la amígdala y al hipocampo ventral.

La lesión de la amígdala en el día postnatal 7 (DPN 7), ha sido utilizada como un modelo
para inducir anormalidades cerebrales relacionadas con la ESQ (Solís et al., 2009). Se
encontró que la lesión en la amígdala puede ocasionar daños en las espinas dendríticas
y las neuronas piramidales en el hipocampo ventral, en la corteza prefrontal (Solís et al.,
2009; Vázquez-Roque et al., 2012) y reducción de los receptores D2 de DA en la región
mesolímbica (Bouwmeester et al., 2007).Conjuntamente, se encontró que una lesión en
la amígdala en el día postnatal 7 afecta la PIS (Daenen, Wolterink, Gerrits & van Ree,
2002) y disminuye el PPI (Vázquez-Roque et al., 2012). Además de realizar lesiones en el
DPN 7, se han realizado en el DPN 21 para hacer comparaciones por el efecto de la edad
(Bouwmeester et al., 2007; Daenen et al., 2002; Wolterink et al., 2001), las cuales son
provocadas con ácido iboténico utilizando cirugía estereotáxica (Bouwmeester et al.,
2007; Daenen et al., 2002; Vázquez-Roque et al., 2012; Wolterink et al., 2001). También
se ha encontrado que lesiones en la amígdala afectan el desempeño de ratas en una
prueba que involucra la toma de decisiones (Iowa Gambling Task) aun cuando antes de
la lesión estas ya habían aprendido la tarea (Zeeb & Winstanley, 2011). Sobre el modelo
de lesión en la amígdala, existe información escasa y desactualizada. Algunos de los
síntomas de la ESQ como problemas en la memoria de trabajo, no se encuentran
replicados en el modelo (Diergaarde, Gerrits, Brouwers & Van Ree, 2005). Al igual que
para algunos modelos anteriores, no es posible determinar precisamente si este modelo
presenta o no validez aparente y predictiva.

Por otra parte, se ha visto que el hipocampo anterior en humanos (que corresponde al
hipocampo ventral en ratas) (Tseng, Chambers & Lipska, 2009), es una zona implicada
en la ESQ (Heckers & Konradi, 2010; Suddath, Christison, Torrey, Casanova &
Weinberger, 1990). Por esa razón, y dado que el desarrollo del hipocampo en humanos
es muy vulnerable en los períodos tempranos del desarrollo (Scheibel & Conrad, 1993
como se citó en Tseng et al. 2009), se ha lesionado el hipocampo ventral en roedores en
el día postnatal 7 (Tseng et al., 2009; Vázquez-Roque et al., 2012b). La lesión (con ácido
iboténico) en esta región (Jones et al., 2011; Lispka et al., 1993), provoca anormalidades
en el comportamiento que aparecen después de la pubertad, por ejemplo en el DPN 35
(Sams-Dodd, Lispska & Weinberger, 1997) y afecta el desarrollo de la arquitectura de la
corteza prefrontal (reducción del largo y número de espinas dendríticas de las neuronas
piramidales) (Flores et al., 2005).Se encontraron síntomas positivos (aumento en la
actividad locomotora y déficits en PPI) (Bringas et al.,2012;Bychkov, Ahmed &
Gurevich, 2011; Le Pen & Moreau 2000; Naert et al., 2013; Swerdlow et al.,2012;
Vàzquez-Roque et al.,2012b), síntomas negativos (disminución en la PIS; Sams-Dodd et
al., 1997) y cognitivos como deficiencias en memoria de trabajo (Lipska, Aultman,
Verma, Weinberger & Moghaddam, 2002; Marquis, Goulet & Doré, 2008; Naert et al.,
2013), memoria de trabajo espacial (Brady,Saúl & Wiest, 2010) y déficit de atención
(Abela, Dougherty, Fagen, Hill & Chudasama, 2012). Muchos de estos efectos son
revertidos con antipsicóticos (Bringas et al., 2012).

Según la evidencia mostrada anteriormente, este modelo presenta una alta validez
aparente y predictiva, ya que reproduce los 3 dominios sintomáticos de la enfermedad

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que se pueden observar en la post pubertad como sucede en la ESQ. La mayoría de los
resultados son consistentes en la literatura, excepto aquella que se refiere a ratones.

En general, una de las debilidades que presenta el modelo de lesión es la que involucra
dificultades técnicas, principalmente en la cirugía estereotáxica, provocando que se
requiera un mayor número de animales, debido a imprecisiones en la localización de la
lesión (Powell, 2010). Además, debido a que el cerebro de un paciente con la
enfermedad no presenta una lesión análoga a la presente en estos modelos, se plantea
que carece de validez de constructo. Es probable que una enfermedad tan compleja no
sea producto sólo una lesión localizada en una región cerebral (esto se ve reflejado en la
gran variedad de síntomas), aunque esta pueda influir en otras regiones cerebrales.
Parece ser que la utilidad de este modelo, radica más en entender el rol de cada una de
estas regiones cerebrales en la ESQ, y no en proponerlas individualmente como la causa
única de la enfermedad.

4. Modelos genéticos
La ESQ es una enfermedad que puede originarse como producto, tanto de variables
ambientales como de variables genéticas (Ayhan, McFarland & Pletnikov, 2016). No
obstante, se ha sugerido que existe un riesgo mayor de desarrollar la enfermedad si se
tiene un familiar que la padece (Young et al., 2010), la transmisión de la enfermedad no
sigue las reglas clásicas de herencia Mendeliana (Harrison & Winberger, 2005), y aunque
la ESQ es una enfermedad heredable, ha sido un reto identificar los genes de
susceptibilidad que la subyacen (Sullivan, 2008; Young et al., 2010). Existen diferentes
estrategias para identificar genes susceptibles en la ESQ (Young et al., 2010). Los genes
humanos más frecuentes asociados con la ESQ han sido estudiados posteriormente en
modelos animales para generar endofenotipos (Young et al., 2010). Muchos de los
genes implicados codifican para proteínas involucradas en la plasticidad neuronal,
sinaptogénesis y actividad dopaminérgica y glutamatérgica (sinapsis, inervación)
(Harrison & Weinberger, 2005). Algunos genes propuestos por Jones y colaboradores
(2011) para estudiar la enfermedad son: disbindina, reelina y DISC1.Asimismo, se han
utilizado ratas con diferentes niveles de susceptibilidad a la apomorfina (ver más en
modelos animales en Schizopreniaforum.org), los cuales se implementan con ratas o
ratones transgénicos o naturalmente mutados, a los que se les realizan pruebas casi
siempre en la adultez, tanto de comportamiento como bioquímicas, para analizar el
posible efecto que estos genes tienen y su relación con la ESQ (Jones et al., 2011; Young
et al., 2010). Por ejemplo el gen de la neuregulina-1 (NR 1), es un gen que codifica para
diferentes tipos de proteínas con diferentes isoformas (Harrison & Law, 2006) y es un
factor de crecimiento que interviene en diferentes funciones del desarrollo cerebral
como sinaptogénesis y mielinización (Harrison & Law, 2006; Law, 2014). La condición
homocigota de la inactivación del gen es letal en ratones (Stefansson et al., 2002), pero
la heterocigosis provoca síntomas parecidos a la ESQ (Young et al., 2010).

Por otro lado, la disbindina es una proteína codificada por el gen DTNBP1 (Jones et al.,
2011; Petit, 2014); es una proteína sináptica (Jones et al., 2011) que interviene, entre
otras, en la función glutamatérgica y tráfico de vesículas de neurotransmisores
(Karlsgodt et al., 2011). Esta proteína es uno de los blancos moleculares más
prometedores para estudiar las alteraciones en la liberación de neurotransmisores que
se han reportado y sugerido en la ESQ (Jones et al., 2011), y que se ha relacionado con
los síntomas cognitivos (Petit, 2014). Por esta razón, ha crecido el interés por estudiar
cambios en el comportamiento de ratones mutantes para la disbindina (Jones et al.,
2011; Young et al., 2010). Se ha encontrado que ratones mutantes para esta proteína,
presentan déficits en aprendizaje espacial y memoria (Bhardwaj, Ryan, Wong &
Srivastava, 2014), sin encontrar diferencias en PPI, ni PIS (Petit, 2014), por lo cual, el
modelo muestra inconsistencias en la replicación de síntomas (ver Tabla 1).

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Otra candidato estudiado es la reelina, pues en pacientes con ESQ se ha encontrado una
disminución tanto de su ARN como de la proteína madura en la corteza prefrontal, en el
cerebelo y en el hipocampo (Jones et al., 2011). Esta es una proteína que está implicada
en la sinaptogénesis y plasticidad de las conexiones neuronales (Stranahan, Erion &
Wosiski-Kuhn, 2013). Aunque, se ha reportado que los ratones heterocigotas (Reelers)
para esta mutación presentan características de comportamiento y neuroanatómicas
similares a la ESQ (Costa et al., 2002; Imai et al., 2016), los hallazgos son poco
consistentes, puesto que no se han encontrado diferencias entre ratones mutantes y
controles en PIS, PPI y comportamientos depresivos, pero sí en hiperactividad
locomotora y memoria de trabajo (Sakai, Shoji, Kohno, Miyakawa & Hattoria, 2016).
Por lo tanto, aunque esta proteína puede jugar un papel importante en el
neurodesarrollo y por ende estar implicada en la patología de la ESQ, aún se requiere
más uniformidad en los resultados para poder establecer el tipo de validez que este
modelo presenta.

El gen “Disrupted in schizophrenia” DISC1 debe su nombre a que el cromosoma 1q42 se


identificó como un lugar susceptible para la ESQ, pues se encontró alterado en una
familia escocesa que presentaba ESQ y un amplio espectro de enfermedades mentales
(Hodgkinson et al., 2004). DISC1 es un gen que codifica para una proteína, que se ha
encontrado que juega un papel importante en la sinaptogénesis, neurogénesis y la
migración neuronal (Kamiya et al., 2005; Kim et al., 2009; Hodgkinson et al., 2004). Se
han encontrado muchas alteraciones de comportamiento en los ratones DISC1
equivalentes a las encontradas en la ESQ como lo son conductas asociadas a la
depresión (síntomas negativos), déficit en PPI, hiperactividad locomotora (síntomas
positivos) y en memoria de trabajo (síntomas cognitivos) (Clapcote et al., 2007). A pesar
de ello, en la literatura se presentan resultados contradictorios en algunos de los efectos
reportados (Dachtler, Elliott, Rodgers, Baillie & Clapcote, 2016; Kaminitz et al., 2014).
Algunos autores concluyen que dichas diferencias podrían deberse a que en realidad
DISC1 sólo está ejerciendo un efecto coadyuvante sutil, como factor de riesgo en la
enfermedad (Young et al., 2010) o que el método para producir los ratones transgénicos
no está suficientemente desarrollado (Jones et al., 2011).

Finalmente, se encontró que un grupo de ratas Wistar mostró una variación espontánea
que las hacía susceptibles a la apomorfina (APO-SUS) (Ellenbroek & Cools, 2002). Las
ratas con esa susceptibilidad muestran similitudes tanto de comportamiento, como
neuroquímicas con pacientes esquizofrénicos (ver Tabla 1; Ellenbroek & Cools, 2002;
Selten et al., 2016). Lo interesante de este modelo, es que al ser un grupo de ratas que
muestran esta susceptibilidad, se puede observar la interacción natural de los genes y el
ambiente, lo cual puede tener mucho valor a la hora de estudiar la ESQ (Ellenbroek &
Cools, 2002; Jones et al., 2011). Pese a esto, aún se carece de información sobre algunos
aspectos como el posible efecto de antipsicóticos en el modelo.

Los modelos genéticos presentan discrepancias e inconsistencias en los resultados por


lo que aún requieren más investigación para validarse. A pesar de que poseen alta
validez de constructo, no replican con fidelidad los síntomas de la enfermedad y por
tanto su validez aparente es baja. Algunas de las diferencias en estos modelos que
podrían dar cuenta de las inconsistencias mencionadas se dan en cuanto a la región del
gen que se modifica, a la región cerebral específica que se analiza, o si se da la
modificación en homocigosis o heterocigosis. Es importante mencionar que muchos de
estos genes como DISC1, también se han relacionado con otras enfermedades como la
depresión. Los modelos genéticos resultan útiles para estudiar los mecanismos
moleculares de la enfermedad (Lispka & Weinberger, 2000), sin embargo, se dificulta su
estudio debido a la complejidad de las interacciones entre los diferentes genes y entre
estos y el ambiente (Jones et al., 2011), por lo que se pueden encontrar en la literatura
muchos estudios que combinan la interacción de estos genes con factores ambientales,

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como estrés, ya que este, parece ser un acercamiento más fiel para el estudio de los
genes implicados en la ESQ.

Conclusiones
Este artículo presenta una revisión general acerca de los principales modelos animales
que pretenden reproducir de alguna manera la ESQ. Una de las principales dificultades
que enfrenta el estudio de esta enfermedad, es la variabilidad de los síntomas, tanto en
su edad de aparición, como en la expresión de los mismos. Además, es importante
mencionar que la carencia de estudios a nivel mundial, ha dificultado establecer la
incidencia y prevalencia de esta enfermedad. Ante este panorama, los modelos
animales en roedores, han intentado replicar los principales síntomas de esta
enfermedad y solventar así problemas éticos y logísticos presentes en la investigación
en seres humanos. Dentro de los mencionados están: los modelos farmacológicos, los
de desarrollo, los de lesión y los genéticos. Cada uno de ellos presenta fortalezas y
debilidades que se ven reflejadas en su validez aparente, de constructo y predictiva.

Los modelos del desarrollo parecen ser los más contundentes y los que presentan
mayor validez debido a que parecen simular de manera más fidedigna lo que ocurre en
la enfermedad. Sin embargo, los modelos farmacológicos de igual forma, son
importantes, entre otras cosas, porque fueron los primeros en utilizarse y permiten
estudiar de una manera más específica el funcionamiento de vías dopaminérgicas y
glutamatérgicas (principales vías afectadas en la ESQ). En este mismo sentido, se puede
mencionar el aporte de los modelos de lesión, debido a que, se centran en estructuras
cerebrales que pueden estar dañadas o afectadas en esta enfermedad, lo cual presenta
la ventaja de que se pueden encontrar áreas cerebrales “objetivo” para establecer
posibles tratamientos. Los modelos genéticos aportan información relevante para
determinar la influencia de la herencia y de posibles combinaciones genéticas
responsables de la enfermedad, pero, aún hace falta información que respalde este tipo
de modelos y aumenten su validez.

Por todas las razones anteriormente expuestas, es claro que para brindar una
explicación más holística de la enfermedad, sería ideal combinar diferentes modelos
que se complementen. Es importante subrayar que cualquier modelo (o modelos) que
se elija tiene que ser probado en las diferentes dimensiones que afectan la ESQ
(síntomas negativos, positivos, cognitivos y cambios moleculares), y es por tanto
imperativo implementar una batería de pruebas que incluya, de ser posible, la mayor
cantidad de dimensiones y variables relacionadas con ESQ.

Es importante recordar que los MPER presentan un sesgo en su validez aparente, ya que
muchos de los síntomas presentes en la ESQ, son compartidos con otras enfermedades
psiquiátricas, como depresión, autismo, trastorno bipolar, etc. y por ende se utilizan los
mismos comportamientos en roedores para medir dichos síntomas. Es posible
entonces, que muchos de los hallazgos contradictorios, se deban a una diferencia de
metodología en la misma prueba de comportamiento entre los diferentes laboratorios,
en atención a lo cual, sería importante estandarizar las pruebas y protocolos que se
utilizan para estudiar la enfermedad. En este sentido, un mejor entendimiento de la
ESQ no sólo pondría en evidencia los factores de riesgo para desarrollar la enfermedad,
sino que también fomenta las bases para el estudio de otras enfermedades psiquiátricas
como el trastorno esquizo-afectivo, el esquizo-dominante, desorden bipolar, entre
otras. Aún queda mucho camino por recorrer para tener un panorama más claro sobre
lo que es la ESQ, sus causas y posibles tratamientos, por lo que los modelos animales,
seguirán siendo procedimientos de óptima elección en este contexto, como
complemento importante de los estudios en seres humanos.

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