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Tema 1

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TEMA 1

EL PRINCIPIO

Los interrogantes acerca del origen de la vida y de las cosas han tenido siempre un lugar en
el pensamiento humano. Los descubrimientos del pasado, tales como el de los Rollos del mar
Muerto, no solo son un reto para el estudioso, sino que también fascina al laico.

El Antiguo Testamento provee una respuesta a la interrogación del hombre por lo que
respecta al pasado. Los primeros once capítulos del Génesis exponen los hechos esenciales respecto
a la Creación de este Universo y del hombre. En el registro escrito del proceder de Dios con el
hombre, estos capítulos penetran en el pasado más allá de lo que ha sido establecido o corroborado
definitivamente por la investigación histórica. Con razonable seguridad, sin embargo, el evangélico
acepta inequívocamente esta parte de la Biblia como el "primero" (y el único auténtico) relato de la
Creación del Universo por Dios.

Los capítulos iniciales del canon son fundamentales para toda la revelación expuesta en el
Antiguo y Nuevo Testamento. En toda la Biblia hay referencias a la creación y temprana historia de
la humanidad.

¿Cómo deberemos interpretar esta narración del principio del hombre y su mundo? ¿Es
mitología, alegoría, una combinación contradictoria de documentos, o la idea de un solo hombre
acerca del origen de las cosas? Otros escritores bíblicos la reconocen como una narración progresiva
de la actividad de Dios al crear la tierra, los cielos y el hombre. Pero el lector moderno debe
guardarse de leer más allá de la narración, interpretándola en términos científicos, o asumiendo
que es un almacén de información sobre ciencias recientemente desarrolladas. Al interpretar esta
sección de la Biblia —o cualquier otro texto a tal objeto— es importante aceptarla en sus propios
términos. Sin duda alguna, el autor hizo uso normal de símbolos, alegorías, figuras del lenguaje,
poesía y otros recursos literarios. Para él, al parecer, constituyó un registro sensible y unificado del
principio de todas las cosas, tal como le habían sido dadas a conocer por Dios mediante medios
humanos y divinos.

El tiempo comprendido por este período de los principios no se indica en ningún lugar de
las Escrituras. En tanto el punto terminal —el tiempo de Abraham— se relaciona con la primera
mitad del segundo milenio, los demás acontecimientos de esta era no pueden ser fechados con
exactitud. Intentos de interpretar las referencias genealógicas como una cronología completa y
exacta, no parecen razonables a la luz de la historia secular. Aunque la narrativa sigue, en general,
un orden cronológico, el autor del Génesis no sugiere en forma alguna una fecha para la creación.

Tampoco nos son conocidos los detalles geográficos de este período. Es improbable que
lleguen a ser identificadas las situaciones del Edén y algunos de los ríos y naciones mencionados. No
se señalan los cambios geográficos habidos con la expulsión del hombre del Edén y con el diablo. Al
parecer, están más allá de los límites de la investigación humana.

Al leer los once capítulos del Antiguo Testamento, pueden suscitarse cuestiones que la
narrativa deja sin contestación. Estos interrogantes merecen un estudio más extenso. De mayor
importancia, sin embargo, es la consideración de lo que se afirma; porque este material provee el
fundamento y fondo para una mayor y más completa revelación de Dios, como se manifiesta de
forma progresiva en las clases subsiguientes.

El relato de la Creación —1:1-2:25

"En el principio" introduce el desarrollo en la preparación del Universo y la creación del


hombre. Si este tiempo sin fecha se refiere a la creación original o al acto inicial de Dios en la
preparación del mundo para que el hombre, es cuestión de interpretación. En cualquier caso, el
narrador empieza con Dios como creador, en este breve párrafo introductorio (1:1-2) en relación
con la existencia del hombre y el Universo.

Orden y progreso marcan la era de la creación y organización (1:3-2:3). En el período


designado como de seis días prevaleció el orden en el Universo relativo a la tierra. En el primer día
fueron ordenadas la luz y las tinieblas para proporcionar períodos de día y de noche. En el segundo
día fue separado el firmamento para ser la expansión de la atmósfera terrestre. Sigue en el orden,
la separación de la tierra y el agua, así la vegetación apareció a su debido tiempo. El cuarto día
empezaron a funcionar las luminarias en el cielo en sus respectivos lugares, para determinar las
estaciones, años y días para la tierra. El quinto día trajo a la existencia criaturas vivas para poblar las
aguas de abajo y el cielo arriba. Culminante en esta serie de acontecimientos creativos fue el día
sexto. Fueron ordenados los animales terrestres y el hombre para la ocupación de la tierra. El último
día fue distinguido de los primeros confiándosele la responsabilidad de tener dominio sobre toda la
vida animal. La vegetación fue la provisión de Dios para su mantenimiento. En el séptimo día terminó
Dios sus actos creativos y lo santificó: como período de descanso.

El hombre es inmediatamente distinguido como lo más importante de toda la creación de


Dios (2:4b-25). Creado a imagen de Dios, el hombre se convierte en el punto central de su interés al
continuar el relato. Aquí se dan más detalles de su creación: Dios lo formó del polvo de la tierra y
sopló en él el aliento de vida, haciéndolo un ser viviente. Al hombre, no solo se le confió la
responsabilidad de cuidar de los animales, sino que también se le encargó que les pusieran nombre.
La distinción entre el hombre y los animales se hace más evidente por el hecho de que no encontró
compañía satisfactoria, hasta que Dios creó a Eva como su ayuda idónea. Como habitación del
hombre, Dios preparó un jardín en el Edén. Encargado del cuidado de este jardín, al hombre le fue
confiado el disfrute completo de todas las cosas que Dios había previsto abundantemente. Había
únicamente una restricción: el hombre no debía comer del árbol del conocimiento del bien y del
mal.
La caída del hombre y sus consecuencias —3:1 - 6:10

El punto más crucial en la relación del hombre con Dios es el cambio drástico que se precipitó por
desobediencia del primero (3:1-24). Como el más trágico desarrollo en la historia de la raza humana
constituye un tema recurrente en la Biblia.

Enfrentada con una serpiente que hablaba, Eva comenzó a dudar de la prohibición de Dios
y deliberadamente desobedeció. A su vez, Adán cedió a la persuasión de Eva. Inmediatamente se
hallaron conscientes de su decepción y del engaño producido por la serpiente y de su desobediencia
a Dios. Con hojas de higuera, intentaron recubrir sus vergüenzas. Cara a cara con el Señor Creador,
todas las partes implicadas en esta trasgresión fueron juzgadas solemnemente. La serpiente fue
maldita por encima de todos los animales (3:14). La enemistad sería puesta como relación perpetúa
entre la semilla de la serpiente, que representaba más que el reptil presente y la semilla de la mujer.
Respecto a Adán y a Eva el juicio de Dios, tiene un carácter de misericordia, al asegurar la definitiva
victoria para el hombre a través de la semilla de la mujer (3:15). Pero la mujer fue condenada al
sufrimiento de alumbrar a sus hijos y el hombre sujeto a una tierra maldita. Dios proveyó pieles para
su vestido, que implicaba el matar animales como consecuencia de ser hombre pecador.
Conscientes del conocimiento del bien y del mal, Adán y Eva fueron inmediatamente expulsados del
huerto del Edén, por miedo a que compartieran el árbol de la vida y así vivir para siempre. Perdido
el hábitat de la eterna felicidad, el hombre se encaró con las consecuencias de la maldición, con la
sola promesa de un eventual consuelo a través de la simiente de la mujer, que mitigaría su destino.

De los hijos nacidos a Adán y a Eva, solo tres se mencionan por su nombre. Las experiencias
de Caín y Abel revelan la condición del hombre en su nuevo estado cambiado. Ambos adoraban a
Dios llevándole ofrendas. Mientras que el sacrificio de un animal de Abel era admitido, la ofrenda
de vegetales de Caín era rechazada. Irritado por aquello, Caín mató a su hermano. Puesto que había
sido advertido por Dios, Caín adoptó una actitud de deliberada desobediencia, convirtiéndose así
en el primer asesino de la humanidad. No es irrazonable obtener la conclusión de que esta misma
actitud prevaleció cuando llevó su ofrenda, que Dios había rechazado.

La civilización de Caín y sus descendientes está reflejada en una genealogía que sin duda
alguna representa un muy largo período de tiempo (4:17-24). El propio Caín fundó una ciudad. Una
sociedad urbana en la antigüedad, por supuesto, implicaba el crecimiento de rebaños y manadas de
animales. Las artes se desarrollaron con la invención y producción de instrumentos musicales. Con
el uso del hierro y el bronce llegó la ciencia de la metalurgia. Esta avanzada cultura dio
aparentemente al pueblo un falso sentido de seguridad. Esto se refleja en una actitud de
despreocupación y fanfarronería ostentada por Lamec, el primer polígamo. Tuvo el orgullo de
utilizar armas superiores para destruir la vida. Característicamente ausente, por contraste, estuvo
cualquier reconocimiento de Dios por la progenie de Caín.
Después de la muerte de Abel y su pérdida y de la decepción respecto a Caín como asesino,
los primeros padres tuvieron una nueva esperanza con el nacimiento de Set (4:25). Fue en los días
del hijo de Set, Enós, que los hombres comenzaron a volverse hacia Dios. Con el paso de numerosas
generaciones y muchos siglos, otro signo de acercamiento a Dios fue ejemplificado en Enoc. Esta
notable figura no experimentó la muerte; su vida de piedad filial con Dios terminó con su asunción.
Con el nacimiento de Noé, la esperanza revivió una vez más. Lamec, un descendiente de Set, anticipó
que, a través de su hijo, el género humano sería consolado de la maldición y relevado de ella por la
cual había sufrido desde la expulsión del hombre del Jardín del Edén.

En los días de Noé, el creciente ateísmo de la civilización alcanzó una verdadera crisis. Dios,
que había creado al hombre y su hábitat, estaba decepcionado con su prevaleciente cultura. Los
matrimonios entre los hijos de Dios y las hijas de los hombres le habían disgustado. La corrupción,
los vicios y la violencia se incrementaron hasta el extremo de que todos los planes y acciones de los
hombres estaban caracterizados por el mal. La actitud de lamentación de Dios en haber creado el
género humano resultaba aparente en el plan de retirar su espíritu del hombre. Un período de
ciento veinte años de aviso precedió el juicio que pendía sobre la raza humana. Solo Noé encontró
favor a los ojos de Dios. Justiciero y sin tacha, se mantuvo en una aceptable relación con el Dios
Creador.

El diluvio: El juicio de Dios sobre el hombre —6:11 - 8:19

Noé era un hombre obediente. Cuando se le ordenó que construyese el arca, él siguió las
instrucciones (6:11-22). Las medidas del arca todavía representan las proporciones básicas utilizadas
en la construcción de embarcaciones. No estando diseñada para navegar a velocidad, el arca fue
construida para albergar y acomodar en ella todas las formas de vida que tuvieran que ser
conservadas durante la crisis del juicio del mundo. Se proveyó amplio lugar para albergar a Noé, su
esposa y sus tres hijos y sus esposas, una representación de cada animal básico y ave y alimento
para todos ellos.

Durante aproximadamente un año, Noé quedó confinado en el arca, mientras que el mundo
estaba sujeto al juicio divino. El propósito de Dios de destruir la pecadora raza humana se cumplió.
Tanto si el diluvio fue local o a escala mundial resulta de importancia secundaria, por el hecho de
que el diluvio se extendió lo bastante para incluir a toda la raza humana. Lluvias incesantes y aguas
procedentes de fuentes subterráneas elevaron, el nivel de las aguas por encima de los picos de las
más altas montañas. A su debido tiempo, el agua fue cediendo. El arca acabó descansando sobre el
monte Ararat. Una vez que el hombre abandonase el arca se enfrentó con una nueva oportunidad
en un mundo renovado.
El nuevo principio del hombre —8:20 - 11:32

La civilización tras el diluvio comenzó con ofrecimientos sacrifícales. En respuesta, Dios hizo
un convenio con Noé y sus descendientes. Jamás el mundo volvería a ser destruido con un nuevo
diluvio. El arco iris en el cielo se convirtió en el signo perpetuo de la alianza eterna de Dios con el
hombre. Bendiciendo a Noé, Dios le comisionó para poblar y adueñarse de toda la tierra. Los
animales, debidamente sacrificados, al igual que la vegetación, quedaron como fuentes de alimento
viviente. El hombre, sin embargo, quedaba estrictamente a disposición de Dios, a cuya imagen había
sido creado, para evitar el derramamiento de su sangre.

Volviendo hacia un propósito agrario, Noé plantó una viña. Su indulgencia con la ingestión
del vino resultante, dio como resultado que Cam y probablemente su hijo Canaán le faltasen al
respeto que le debían. Este incidente dio ocasión a los pronunciamientos paternales de maldición y
bendiciones hechos por Noé (9:20-28). El veredicto de Noé fue profético en su alcance. Anticipó la
pecaminosa actitud de Cam reflejada en la línea de Canaán, uno de los cuatro hijos de Cam. Siglos
más tarde, los impíos cananeos fueron objeto de severo juicio con la ocupación de sus tierras por
los israelitas. Sem y Jafet, los otros hijos de Noé, recibieron las bendiciones de su padre.

Siendo una racial y lingüísticamente, la raza humana permaneció en un lugar por un período
indefinido (11:1-9). Sobre la llanura de Sinar, emprendió el proyecto de construir un tremendo
edificio. La construcción de la Torre de Babel representaba el orgullo en los logros humanos al igual
que un desafío del mandato de Dios para poblar toda la tierra. Dios, que continuamente había
tomado interés en el hombre constantemente, desde su creación, no podía ignorarlo entonces.
Aparentemente la torre no fue destruida, pero Dios terminó con el intento por la confusión de las
lenguas. Esto dio como resultado de la dispersión de la raza humana.

La distribución geográfica de los descendientes de Noé se da en un breve sumario (10:1-32).


Esta genealogía, que representa una larga era, sugiere áreas hacia las cuales emigraron las diversas
familias. Jafet y sus hijos se situaron en las proximidades de los mares Negro y Caspio, extendiéndose
hacia el oeste en dirección a España (10:2-5). Muy verosímilmente los griegos, los pueblos indo-
germánicos y otros grupos emparentados entre sí, descienden de Jafet.

Los tres hijos de Cam descendieron hacia África (10:6-14). Subsiguientemente, se


expandieron hacia el norte y hacia las tierras de Sinar y Asiría, construyendo ciudades tales como
Nínive, Calah, Babel, Acad y otras. Canaán, el cuarto hijo de Cam, se estableció a lo largo del
Mediterráneo, extendiéndose desde Sidón a Gaza y hacia el este. Aunque camitas de origen racial,
los cananeos utilizaban una lengua muy emparentada de cerca con la de los semitas.

Cam y sus descendientes ocuparon el área norte del Golfo Pérsico (10: 21-31). Elam, Asur,
Aram, y otros nombres de ciudades estaban asociados con los semitas. Después de 2000 años a. C.
tales ciudades como Mari y Nahor se hicieron centros sobresalientes de cultura de los semitas.
Para concluir el período de los principios, el fin de los desarrollos se reduce hacia los semitas
(11:10-32). Por medio de una estructura genealógica que utiliza diez generaciones, el registro
finalmente se enfoca sobre Taré, que emigró desde Ur a Harán. El clímax es la presentación de
Abram, más tarde conocido por Abraham (Gen. 17:5) que encarna el comienzo de una nación
elegida, la nación de Israel, que ocupa el centro de interés en todo el resto del Antiguo Testamento.

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