Sueños Rotos-Guion
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Guion
Narrador: «Es como si cada uno fuera un cielo. Uno es tormenta y el otro
un día soleado».
Carolina y Damian no eran el prototipo de una pareja perfecta. Sin
embargo, ambos le pusieron definición a lo que ellos crearon. Una
historia de dos adolescentes que crean su propio boulevard ante la
llovizna que hay en sus corazones, donde se entremezcla, por un lado, un
azul cálido, y por el otro, un azul eléctrico, tiñéndose este por completo
de un gris nostálgico. ¿Quién dijo que después de la tormenta sale el sol
cuando puede haber un rayo?
Volcó los ojos, soltó un suspiro lleno de fastidio y dando una sola zancada
se acercó a mí y me ofreció su mano incitándome a que la cogiera.
Avergonzada, accedí para ayudarme y ponerme de pie. Era muy alto.
Hizo una seña con su mano que no supe interpretar. Inflé mi mejilla
derecha un poco incómoda y levanté mi mochila.
—¿Qué haces aquí? —demandó al aire libre una vez que recuperó el
aliento. Lo miré y su cara no tenía expresión alguna, era vacía y neutra;
—Claro —susurró
Perspectiva de la protagonista.
—Es la única forma en la que puedo liberar toda la mierda que siento
—habló después de unos segundos en silencio.
—Hay otras maneras de hacerlo.
—No porque nos conocimos hace tiempo quiera decir que tienes que fingir
que me conoces tan bien para hacerme cambiar de opinión acerca de esto
cuando lo he hecho antes de que aparecieras, ¿si entiendes? Deja de
meterte en lo que no te incumbe, tenemos 18 años —masculló entre
dientes.
—Tienes razón, solo intento que te des cuenta de que es malo para tu
salud y tal vez cuando lo hagas sea demasiado tarde —hablé demasiado
rápido, tanto que tomé una bocanada de aire al finalizar.
—¿Qué hacías con él? —preguntó Sev una vez que me soltó con un tono
molesto.
(Extras) Él deshizo su agarre, pasando un brazo por encima de mis
hombros, empezando a caminar una de las mesas donde se encontraban
algunos de sus compañeros del equipo, quienes al instante en que nos
vieron, empezaron murmurar entre sí, mirándonos con burla.
(extras)
Una vez que llegamos hasta la mesa, el castaño empujó a uno de sus
amigos para él sentarse después. El pelinegro —a quien sacó de su lugar
—, lo miró con recelo.
—Casi todo el instituto piensa que ustedes tienen una relación —
Informó uno de sus compañeros (Extra).
—Pero aquí sabemos que Caro babea por Jeison— otro (Extra) indicó
rápidamente, a lo que yo le lancé una mirada feroz.