Libérese Del Dolor de Espalda - Sarno, John E.
Libérese Del Dolor de Espalda - Sarno, John E.
Libérese Del Dolor de Espalda - Sarno, John E.
EXCELSIOR
erese
Dolor
D r. John E . Sarno
La Ment
ividida
Curar el cuerpo,
eliminar el dolor
Un tratamiento
definitivo
psicosomáticas
www.editorialsirio.com
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MAR 9 2012
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Si este libro le ha interesado y desea que lo mantengamos infor¬
mado de nuestras publicaciones, escribanos indicándonos cuá¬
les son los temas de su interés (Astrología, Autoayuda,
Esoterismo, Qigong, Naturismo, Espiritualidad, Terapias
Energéticas, Psicología práctica, Tradición...) y gustosamente
lo complaceremos.
© de la edición original
1991, John E. Samo
O de la presente edición
EDITORIAL SIRIO, S.A. EDITORIAL SIRIO ED. SIRIO ARGENTINA
www.editorialsirio.com
E-Mail: sirio@editorialsirio.com
I.S.B.N.: 978-84-7808-746-4
Depósito Legal: B-33.805-2010
Printed in Spain
IDOLO
7
Todo esto ha sucedido en los últimos treinta años. ¿Por qué?
¿Acaso se debe a que, tras varios millones de años de evolución, de
repente la espalda de los estadounidenses se ha vuelto incompetente?
¿Por qué tantas personas son propensas a sufrir una lesión en la espal¬
da? ¿Y por qué la medicina ha resultado ineficaz para hacer frente a
esta epidemia?
Mi propósito al escribir este libro fue contestar éstas y muchas
otras preguntas relacionadas con este problema tan común. Sostengo
la teoría de que, al igual que cualquier otra epidemia, ésta se debe a
que la medicina no ha reconocido la verdadera naturaleza del padeci¬
miento, es decir, no ha hecho un diagnóstico adecuado. En su época, la
peste asoló al mundo debido a que, en ese entonces, nadie sabía nada
acerca de la bacteriología o la epidemiología. Puede ser difícil creer
que la sofisticada medicina del siglo XX sea incapaz de identificar la
causa de algo tan simple y común como estos dolores, pero, después
de todo, los médicos y los investigadores son seres humanos, no son
omniscientes y, lo que es más importante, son propensos a perder la
objetividad.
El prejuicio más común es que estos síndromes son resultado de
anomalías estructurales de la columna vertebral o de deficiencias mus¬
culares inducidas mecánica o químicamente. Igual de importante es
otro prejuicio de la medicina convencional, según el cual las emociones
no inducen ningún cambio fisiológico. Mi experiencia con el SMT con¬
tradice ambos argumentos. Este trastorno es una aberración fisiológica
benigna (aunque dolorosa) del tejido blando (y no de la columna), pro¬
vocada por un proceso emocional.
Me di cuenta de la magnitud del problema en 1965, cuando fui
nombrado director de servicios para pacientes externos en lo que
actualmente es el Instituto Howard A. Rusk de Medicina para la
Rehabilitación, del Centro Médico de la Universidad de Nueva York. Esa
fue la primera vez que me encontré con un gran número de pacientes
con dolores en el cuello, la espalda, los hombros y los glúteos. En mis
8
Introducción
9
Parecía lógico concluir que el dolor muscular de estos pacientes podía
estar provocado también por la tensión. De ahí se deriva el Síndrome
de Miositis Tensional (SMT). (El prefijo mió significa músculo; el térmi¬
no síndrome de miositis tensional se refiere en esta obra a un cambio
doloroso en la situación muscular).
Cuando probé esa teoría y comencé a tratar a los pacientes de
acuerdo con ella, se produjo una importante mejora en los resultados
del tratamiento. De hecho, era posible pronosticar con cierta exactitud
qué pacientes se recuperarían y cuáles tenían menos probabilidades
de hacerlo. Ese fue el comienzo del programa de diagnóstico y de tra¬
tamiento descrito en este libro.
Debo insistir en que la presente obra no expone un «nuevo enfo¬
que» sobre el tratamiento del dolor de espalda. El SMT es un diagnós¬
tico nuevo, por lo que el padecimiento debe ser tratado de acuerdo con
él. Cuando los médicos comprobaron que las bacterias eran la causa
de muchas infecciones, buscaron maneras de combatirlas, y esto dio
pie al descubrimiento de los antibióticos. Si los factores emocionales
son responsables del dolor de espalda, es necesario buscar una técni¬
ca terapéutica adecuada. Podemos ver claramente que el tratamiento
físico tradicional carece de lógica. La experiencia me ha mostrado que
la única forma exitosa y permanente de tratar este padecimiento con¬
siste en enseñar a los pacientes a comprender el trastorno. Es posible
que esto no tenga mucho sentido para los no iniciados, pero comen¬
zarán a entender mejor a medida que avancen en su lectura.
¿Es esto medicina holística? Por desgracia, lo que ahora se
conoce como medicina holística es una mezcla de ciencia, pseudo-
ciencia, y folclore. Cualquier cosa que esté fuera del área de la medici¬
na convencional puede ser considerado holístico; sin embargo, la idea
predominante es la atención de «la totalidad de la persona», un sabio
concepto que con frecuencia es pasado por alto por la medicina con¬
temporánea. Sin embargo, eso no autoriza a considerar «holístico» a
todo aquello que se oponga a las convenciones médicas.
w
Introducción
11
llegado a un número limitado de personas, todas ellas relacionadas con
la medicina, principalmente médicos que trabajan en el campo de la
rehabilitación física. Recientemente se ha vuelto imposible publicar
artículos acerca del SMT, sin duda debido a que estos conceptos
desafían los dogmas médicos contemporáneos. A los médicos que lean
este libro, les diré que es más completo que cualquiera de los artículos
que he publicado y que les será útil a pesar de que ha sido escrito para
el público en general.
A juzgar por las reacciones de los médicos de mi entorno inmedia¬
to, la mayoría de ellos ignora o rechaza el diagnóstico. Algunos profesio¬
nales de mi especialidad dicen que consideran válido el diagnóstico, pero
encuentran difícil tratar a estos pacientes. Espero que las nuevas genera¬
ciones de médicos sean más capaces de tratar este tipo de problemas.
Uno de los objetivos de esta obra es llegar a esos médicos jóvenes.
¿Y los lectores que sufren dolor de cuello, hombros, espalda o
glúteos y sospechan que padecen SMT? Un libro no puede sustituir a
un médico y no es mi intención ofrecer un diagnóstico y un tratamiento
a través de esta obra. Considero que es inmoral y falto de ética consi¬
derarse a sí mismo médico, actuando tan sólo a través de un libro o de
una cinta de vídeo. Los síndromes que producen dolor siempre deben
ser estudiados adecuadamente para descartar padecimientos como el
cáncer, tumores, trastornos óseos y muchos más. Si usted padece un
dolor persistente en cualquier parte de su cuerpo, es indispensable que
acuda al médico para que le sean practicados los exámenes y las prue¬
bas pertinentes.
El propósito principal de este libro es crear conciencia dentro y
fuera del ámbito de la medicina, dado que estos síndromes representan
un importante problema de salud que no será resuelto hasta que los
médicos cambien su percepción acerca de su causa.
Habiendo expuesto cuál es el propósito de la presente obra, debo
decir que muchos de los lectores de su predecesora, el libro Mind Over Back
Pain (Cómo usar la mente para curar el dolor de espalda) experimentaron
12
Introducción
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U delSMT
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Las manifestaciones del SMT
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REDELO
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Las manifestaciones del SMT
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Los músculos
El tejido que resulta más afectado por el SMT es el muscular. De
ahí se deriva el nombre del síndrome: miositis (como hemos dicho, el
prefijo mió significa «músculo»). Los únicos músculos susceptibles al
SMT son los de la parte posterior del cuello, la espalda y los glúteos,
conocidos en su conjunto como «músculos posturales.» Reciben este
nombre debido a que mantienen la cabeza y el tronco en la postura
correcta y nos ayudan a usar los brazos de manera eficaz.
Los músculos posturales tienen una mayor proporción de fibras
musculares de «acción lenta» que los músculos de las extremidades, lo
cual los hace más aptos para el trabajo continuo, que es el tipo de acti¬
vidad que realizan. Ignoramos si ésta es la razón por la que el SMT se
limita a este grupo de músculos. Sin embargo, ello es posible, ya que
los músculos que generalmente resultan afectados son los que realizan
los trabajos más importantes. Dichos músculos son los glúteos, que se
encargan de mantener el tronco erguido sobre las piernas y evitar que
caiga hacia delante o hacia los lados. En términos estadísticos, el área
en la que con mayor frecuencia se ubica el SMT es la que comprende
la parte baja de la espalda y los glúteos.
20
Las manifestaciones del SMT
Los nervios
El segundo tipo de tejido afectado por este síndrome es el tejido
nervioso, concretamente el que compone los nervios periféricos. Como
era de esperar, los nervios que suelen resultar más afectados son
aquellos que rodean a los músculos aquejados con mayor frecuencia.
El nervio ciático se ubica en el interior de cada glúteo; los nervios
lumbares se encuentran debajo de los músculos lumbares paraespinales;
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Las manifestaciones del SMT
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Las manifestaciones del SMT
la tendonalgia suele ser una parte integral del SMT y, en algunos casos,
constituye su principal manifestación.
Es evidente que el codo no es el lugar donde las tendonalgias se
presentan más comúnmente. Según mi experiencia, la rodilla ostenta
ese dudoso mérito. Algunos de los diagnósticos usuales para el dolor
de rodilla son condromalacia, inestabilidad de la rótula y traumatismo.
Sin embargo, un examen físico revelará que uno o más de los tendones
y ligamentos que rodean la articulación presentan sensibilidad extrema,
y el dolor generalmente desaparece junto con el dolor de espalda.
Otros lugares en los que generalmente se presenta el dolor son el
pie, (ya sea en la planta, el empeine o el tendón de Aquiles) y el tobillo.
Los diagnósticos más comunes para este tipo de dolor son neuroma,
espolón óseo, fascitis plantar, pie plano y traumatismo debido a un
exceso de actividad física.
Los hombros son otros de los puntos en los que se presentan ten¬
donalgias provocadas por SMT. El diagnóstico estructural más común
es la bursitis. También en este caso es fácil identificar, por medio de la
auscultación, un punto sensible en algún tendón de la espalda. Con fre¬
cuencia, el trastorno afecta también a los tendones de las muñecas. Es
posible que lo que se conoce como síndrome del túnel carpal forme
parte del SMT. Sin embargo, no puedo afirmarlo categóricamente sin
realizar más observaciones y estudios.
Recientemente atendí a una paciente que, tras haber sufrido un
accidente menor, sufría dolor en un punto donde nunca antes lo había
experimentado. Esta paciente padecía dolor en la cadera, y las radio¬
grafías que se le habían practicado mostraban la presencia de artritis en
las articulaciones de esa zona. Dicho padecimiento era más pronuncia¬
do en el lado en el que sentía el dolor. Por ello, se le había indicado que
el mismo se debía a la artritis. Esta paciente había sido muy susceptible
al SMT en el pasado, por lo que le sugerí que viniera a verme para prac¬
ticarle un examen. Las radiografías mostraron una cantidad muy
pequeña de artritis en la articulación mencionada, aproximadamente la
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que cabría esperar en una persona de su edad. Esta paciente poseía
una excelente amplitud de movimiento en la articulación y no sentía
ningún dolor al levantar pesos ni al mover la pierna. Cuando le pedí que
tocara el sitio exacto en el que sentía el dolor, identificó una pequeña
zona en la que el tendón del músculo se une al hueso, bastante más
arriba de la articulación de la cadera. Ese punto era sensible a la pre¬
sión. Le indiqué que sospechaba que padecía una tendonalgia provo¬
cada por SMT y el dolor desapareció en unos cuantos días.
La tendonalgia de la cadera se atribuye comúnmente a lo que se
conoce como bursitis trocanterial. En este caso, ese diagnóstico no era
aplicable, ya que el punto dolorido se encontraba más arriba que el
trocánter, que es la protuberancia ósea situada en la parte superior del
costado de la cadera.
El SMT puede manifestarse en muchas partes del cuerpo y tien¬
de a desplazarse hacia otros lugares, particularmente si el paciente
hace algo para combatirlo. Con frecuencia, las personas que padecen
este trastorno experimentan dolores en otros lugares cuando la dolen¬
cia original mejora. Es como si el cerebro no estuviera dispuesto a
abandonar esta cómoda estrategia para desviar la atención del ámbito
de las emociones. Por ello, es particularmente importante que el
paciente sepa cuáles son los puntos en los que puede presentarse el
dolor. Siempre indico a mis pacientes que vengan a verme cuando sien¬
tan un nuevo dolor a fin de averiguar si forma parte o no del SMT.
En resumen, el SMT afecta a tres tipos de tejido: muscular, ner¬
vioso y el de los tendones y ligamentos. Veamos ahora cómo se mani¬
fiesta este trastorno.
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Las manifestaciones del SMT
Cuando los pacientes con SMT reciben atención médica por pri¬
mera vez, la mayoría de ellos tiene la impresión de que está sufriendo
los resultados de una lesión ya vieja, de un proceso degenerativo, de
una anomalía congénita o de alguna deficiencia relacionada con la fuer¬
za o la flexibilidad de sus músculos. La idea de que el trastorno se debe
a una lesión es quizás la más arraigada. Con frecuencia, los pacientes
la asocian con las circunstancias en las que comenzó el dolor.
De acuerdo con los datos de una encuesta que realizamos hace
algunos años, el 40% de un grupo representativo de pacientes informó
que el inicio del dolor estaba asociado con algún tipo de incidente físi¬
co. Para algunos, se trató de un accidente automovilístico menor, usual¬
mente un golpe por detrás. Las caídas en el hielo o al bajar un escalón
también fueron mencionadas con frecuencia, lo mismo que el levanta¬
miento de objetos pesados o la realización de un esfuerzo excesivo.
Asimismo, como era de esperar, en algunos casos el padecimiento se
atribuía a la práctica del atletismo, el tenis, el golf o el baloncesto. El
dolor podía comenzar minutos, horas o días después del incidente, lo
cual planteaba importantes preguntas con respecto a la naturaleza del
primero. Algunos de los incidentes mencionados eran verdaderamente
triviales, como agacharse para recoger el cepillo de dientes o girar la
cintura para alcanzar la alacena, sin embargo el dolor resultante fue tan
intolerable como si hubieran intentado levantar el frigorífico.
Recuerdo a un hombre joven que experimentó un espasmo tan
severo y persistente mientras estaba sentado en su despacho, ante su
mesa de trabajo, que tuvo que ser llevado a su casa en una ambulan¬
cia. Las siguientes cuarenta y ocho horas fueron insoportables, pues no
podía moverse sin provocar una nueva oleada de dolor.
¿Cómo puede ser que incidentes tan diversos provoquen un dolor
tan insoportable? En vista de los diferentes grados de gravedad de
27
^ESEDa^0goE^
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Las manifestaciones del SMT
El ataque agudo
Quizás la manifestación más común, y sin duda la que más ate¬
moriza del SMT, sea el ataque agudo. Usualmente surge de la nada y
el dolor que provoca suele ser intolerable, como se describe en el caso
del hombre mencionado anteriormente. Estos ataques se concentran
generalmente en la parte baja de la espalda y afectan a los músculos
lumbares, a los glúteos o a ambos. Cualquier movimiento desata una
nueva oleada de dolor, por lo que este trastorno resulta muy molesto,
por decir lo menos. Es evidente que los músculos afectados se han
vuelto espasmódicos. El espasmo es un estado de contracción extre¬
ma, que es anormal y puede ser terriblemente doloroso. Casi todos
hemos sentido alguna vez un calambre en el pie o en la pierna. Pues
bien, un calambre es un estado espasmódico, con la diferencia de que
éste se detiene cuando estiramos el músculo afectado. Sin embargo, el
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^REsEDao0iosoE^
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Las manifestaciones del SMT
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v^RESEDa00l0)?0E^f
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Las manifestaciones del SMT
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Otra forma de ver lo anterior es considerar que, durante la crisis,
dichas personas no tienen tiempo de ponerse enfermas, ya que emplean
toda su energía emocional en afrontar el problema.
La tercera posibilidad es que la crisis o situación estresante propor¬
cione el suficiente dolor emocional y la suficiente distracción, por lo que el
dolor físico no es necesario. El síndrome doloroso parece servir para desviar
la atención de la persona de las emociones indeseables reprimidas, como
la ansiedad y la ira. Cuando atravesamos por una crisis, tenemos demasia¬
das cosas en qué preocuparnos, por lo que no necesitamos un distractor.
Cualquiera que sea la explicación psicológica, el patrón descrito
es muy común y es importante reconocerlo, a fin de que el dolor de
espalda no se atribuya a algún factor «físico».
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Las manifestaciones del SMT
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vX$£RESE DEL D0/ Qi
R de esp/^^
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Las manifestaciones del SMT
¿Cuáles son los patrones comunes del SMT? ¿Qué sucede con
el paso del tiempo, cuando uno se ve aquejado por este trastorno?
Condicionamiento
Para comprender el SMT, es indispensable conocer un fenómeno
muy importante conocido como condicionamiento. Hay un término más
moderno que significa lo mismo: programación. Todos los animales,
incluidos los humanos, pueden ser condicionados. Este fenómeno salió
a la luz gracias al experimento realizado por el psicólogo ruso Pavlov, a
quien se atribuye el descubrimiento del condicionamiento. Este científi¬
co demostró, mediante sus experimentos, que los animales hacen aso¬
ciaciones que producen reacciones físicas automáticas y reproducibles.
En su investigación, Pavlov tocaba una campana cada vez que alimen¬
taba a un grupo de perros. Tras repetir esto varias veces, descubrió que
los perros salivaban cada vez que él tocaba la campana, aunque no les
llevara comida. Los animales habían sido condicionados a presentar
una reacción física al oír el sonido de la campana.
El proceso de condicionamiento o programación es muy impor¬
tante para determinar cuándo un paciente con SMT sufrirá un episodio
de dolor. Por ejemplo, muchas de las personas que padecen dolor en la
parte baja de la espalda afirman que éste se presenta invariablemente
cuando se sientan. Sentarse es una actividad tan inofensiva, que resul¬
ta sorprendente que sea la causante del dolor. Sin embargo, el condi¬
cionamiento se presenta cuando dos cosas ocurren al mismo tiempo,
por lo que es fácil imaginar que en algún momento, al inicio del trastor¬
no, la persona sufrió un dolor al estar sentada. El cerebro asocia el
estar sentado con la presencia del dolor, por lo que la persona se pro¬
grama para sentir dolor al sentarse. En otras palabras, el dolor se pre¬
senta debido a esta asociación inconsciente con el hecho de sentarse,
y no porque sentarse sea dañino para la espalda. Esta es una de las
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formas en las que puede establecerse una respuesta condicionada. Sin
embargo, es probable que existan otras de las que no estoy enterado,
dado que el sentarse es un problema tan común para las personas con
dolor en la parte baja de la espalda. Los asientos de los automóviles tie¬
nen una mala reputación, de manera que muchas de esas personas
esperan sentir dolor en cuanto se suben a un coche.
Con frecuencia, los pacientes se programan para sentir dolor
debido a lo que les han dicho sus médicos. «Nunca se incline doblando
la cintura» significa que sufrirán dolor cada vez que lo hagan, aunque
nunca antes les hubiese ello provocado dolor alguno. Algunas personas
afirman que al sentarse, el extremo inferior de la columna se comprime,
lo que, desde luego, debe producirles dolor cada vez que se sientan.
Permanecer en pie sobre el mismo lugar, levantar pesos o cargar cosas
son actividades con mala reputación y pueden incorporarse fácilmente
al patrón de condicionamientos de cualquier paciente.
Muchas personas afirman que su dolor desaparece si caminan un
poco, mientras que en otras, el hecho de caminar puede desencadenar
una crisis. Algunas sufren fuertes dolores por la noche, y ello les impi¬
de dormir. Un hombre trabajaba todo el día levantando grandes pesos
y nunca tuvo ningún signo de dolor. Sin embargo, todas las noches,
alrededor de las tres de la mañana, despertaba con un severo dolor que
persistía hasta que el paciente se levantaba. Evidentemente, se trataba
de una reacción condicionada.
Otras personas afirman dormir bien, pero el dolor se presenta
cuando despiertan y se levantan de la cama. En estos pacientes, la
severidad del dolor generalmente se incrementa a medida que trans¬
curre el día.
El historial clínico y el examen físico de estas personas demuestra
que padecen SMT, pero están programadas para creer que sufren de
algún otro trastorno. Lo que indica que estas reacciones son condicio¬
nadas es el hecho de que desaparecen pocas semanas después de que
los pacientes se someten a mi programa de tratamiento. Si estuviesen
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Las manifestaciones del SMT
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^ESEDa0otoR0E^
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Las manifestaciones del SMT
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Las manifestaciones del SMT
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La
psicología
del SMT
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TENSIÓN
ESTRÉS
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La psicología del SMT
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LA MENTE CONSCIENTE
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La psicología del SMT
EL INCONSCIENTE
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emociones. Quizás sería más conveniente usar la palabra subconscien¬
te, por lo que la utilizaremos cuando hablemos sobre los factores no
emocionales que se encuentran por debajo del nivel de la consciencia.
El inconsciente es subterráneo; es el ámbito de lo oculto y miste¬
rioso y el lugar en el que puede residir toda clase de sentimientos, no
siempre lógicos, no siempre agradables y algunos decididamente
espantosos. Nuestros sueños reflejan en cierta medida el tipo de cosas
que habitan en nuestro inconsciente. Alguien dijo que todas las noches,
cuando dormimos, todos nos volvemos locos de una manera silenciosa
y segura, ya que es entonces cuando los restos de nuestra conducta
pueril, primitiva y salvaje, que forman parte del repertorio emocional de
toda persona, pueden mostrarse a sí mismos sin estar bajo la vigilan¬
cia de la mente consciente. El inconsciente es el depósito de todos
nuestros sentimientos, sin importar si éstos son aceptables personal o
socialmente. Es muy importante conocer el inconsciente, ya que lo que
sucede en él puede ser responsable de aquellas características perso¬
nales que nos llevan a comportarnos como lo hacemos cuando esta¬
mos despiertos, además de ser el lugar donde se origina el SMT y otros
trastornos semejantes.
Es interesante que la gran mayoría de la actividad mental y emo¬
cional suceda por debajo del nivel consciente. La mente humana es
como un iceberg, en el que la parte de la que tenemos conocimiento, es
decir, la mente consciente, representa una parte muy pequeña del total.
Es en el subconsciente donde se realizan todos los complicados pro¬
cesos que nos permiten, por ejemplo, comunicarnos verbalmente o por
escrito, pensar, razonar, recordar; en pocas palabras, hacer la mayoría
de las cosas que nos identifican como seres humanos. Nuestra capaci¬
dad de dar sentido a las cosas que vemos, de reconocer los rostros, y
de realizar docenas de actividades mentales, es resultado de una acti¬
vidad cerebral de la que no somos conscientes.
Es probable que la mayoría de las reacciones emocionales ocu¬
rran en el inconsciente. Los sentimientos permanecen allí porque están
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La psicología del SMT
Baja autoestima
Me sorprende mucho la frecuencia con que las personas albergan
sentimientos de inferioridad profundamente arraigados. Quizás se deba
a algún aspecto cultural reflejado en la manera en la que fuimos trata¬
dos cuando niños y, por consiguiente, en la forma en que nos desarro¬
llamos. Este es un tema que debe ser estudiado de manera intensiva y
sin duda, lo será algún día. Estos sentimientos de inferioridad son muy
profundos y ocultos, pero se manifiestan a través de nuestra conducta.
Generalmente tendemos a compensar nuestros sentimientos negati¬
vos, por lo que, por ejemplo, si nos sentimos débiles, actuamos con for¬
taleza. Esto queda bellamente ejemplificado por el caso de un autopro-
clamado «tipo duro», que acudió a mi consulta hace ya muchos años
para atenderse de un dolor de espalda que lo tenía convertido en un
inválido. El personal me informó que el hombre alardeaba constante¬
mente de su habilidad en el combate cuerpo a cuerpo, en los asuntos
financieros y con las mujeres. Sin embargo, en mi consulta, lloró incon¬
solablemente por su incapacidad de soportar su dolor de espalda.
Emocionalmente, no era más que un niño tratando desesperadamente
de probarse a sí mismo y a los demás lo rudo que era.
Es probable que, para la mayoría de nosotros, la necesidad com¬
pulsiva de tener un buen desempeño, alcanzar el éxito y lograr nuestras
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^mSEDELDOLORDEES?^
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La psicología del SMT
Ansiedad e ira
Dado que no poseo ninguna capacitación en el campo de la psi¬
cología ni de la psiquiatría, sé que mis conceptos y explicaciones acer¬
ca de estos procesos psicosomáticos pueden resultar demasiado inge¬
nuas para los profesionales de dichas áreas. Sin embargo, este es un
libro escrito para el público en general, que seguramente agradecerá el
hecho de no usar la jerga médica ni conceptos complicados. A pesar de
mi falta de capacitación en las áreas mencionadas, es necesario que
mis observaciones acerca de este síndrome doloroso y de sus causas
sean tomadas en cuenta por los profesionales de la psicología.
Estamos hablando del territorio casi inexplorado que se encuentra entre
lo físico y lo puramente mental y emocional. Existe una relación sólida
e importante que, por desgracia, la ciencia médica contemporánea (sal¬
vo notables excepciones) no está dispuesta a explorar. La razón de esa
actitud se explica en el capítulo 7, «Mente y cuerpo». Mi experiencia en
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v®«^DaootosoE^
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La psicología del SMT
narcisismo
En páginas anteriores he descrito el papel que cumple la baja
autoestima. Junto a este sentimiento tan profundamente arraigado se
encuentra otro de igual importancia conocido como narcisismo. Éste se
refiere a la tendencia de algunas personas a amarse a sí mismas en
exceso, es decir, a volverse enormemente egoístas. La evolución de la
cultura estadounidense parece haber producido personas más orienta¬
das hacia el «yo» que hacia el «nosotros». He oído decir que en
muchas de las lenguas de los nativos americanos no existen los pro¬
nombres yo ni mi, debido a que los pueblos que les dieron origen tienen
un poderoso sentido de la colectividad y una fuerte tendencia a sentir¬
se parte de algo más grande que ellos mismos. En contraste, los esta¬
dounidenses actuales creen en el individualismo y admiran sobrema¬
nera a las personas que «trabajan solas». Sin embargo, el otro lado de
la moneda es que el individuo puede acabar centrándose demasiado
en sí mismo y, si no está motivado por ideales elevados, tiende a vol¬
verse avaro y codicioso. Es impresionante e ilustrativo observar cómo
muchos miembros respetados del ámbito gubernamental o de los nego¬
cios se ven involucrados en actos delictivos, pero ello deja de sorpren¬
der si nos damos cuenta de que ese hecho es una extensión lógica de
las tendencias narcisistas contemporáneas.
Ira
Todos los seres humanos tenemos cierto grado de narcisismo.
Cuando éste es demasiado fuerte, quien lo sufre puede tener problemas
debido a que se irrita fácilmente, y con frecuencia le resulta frustrante
estar en contacto con gente que no cumple sus órdenes o lo hace mal. El
resultado de todo esto es la ira, y si la persona es muy narcisista, es posi¬
ble que esté irritada todo el tiempo sin darse cuenta nunca, ya que la ira,
como la ansiedad, ha sido reprimida. Todo está en el inconsciente.
Aquí tenemos una aparente paradoja. Por una parte, tenemos
una baja autoestima, pero nuestro narcisismo nos lleva a comportarnos
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^«esed0.00^^
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La psicología del SMT
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^íkesed
menos, sino que su esposa también está muy apegada al bebé duran¬
te todo el día. El hombre debe dormitar en su tiempo libre, la vida social
de ambos se ha reducido considerablemente y lo que fue una larga
luna de miel antes de la llegada del bebé, ahora es un suplicio. El
paciente adquirió el dolor de espalda porque está furioso con el bebé
(¡qué ridículo!) y con su esposa porque no puede satisfacer sus nece¬
sidades físicas y emocionales como lo hacía antes (¡absurdo!) Y para
empeorar las cosas, ahora él ha pasado a ser niñera y cocinera a tiem¬
po parcial. Sin embargo, no es consciente de estos sentimientos. Están
profundamente enterrados en su inconsciente, y para asegurarse de
que sigan ahí, este hombre ha contraído el dolor de espalda o SMT.
Un gran número de psicólogos y médicos daría una interpretación
diferente a la difícil situación de este joven padre. Estos profesionales
afirmarían que su dolor de espalda se debe a que tiene que llevar al bebé
en brazos y a que no ha dormido lo suficiente, y que el dolor es intenso
porque le proporciona una muy buena excusa para no participar en el cui¬
dado del niño. Desde luego, afirmarán, todo esto es subconsciente.
Esta es la llamada teoría de la ganancia secundaria del dolor cró¬
nico. El problema de esta teoría es que presupone la existencia de una
causa estructural para el dolor, lo cual generalmente es insostenible (el
hombre de nuestro caso había sido jugador de fútbol en la universidad)
y, en segundo lugar, da preeminencia a un sentimiento secundario o
inexistente, es decir, que la persona obtiene cierto beneficio del dolor.
Sin embargo, los psicólogos conductistas aceptan esta teoría debido a
que es sencilla y a que todo lo que tiene que hacerse es recompensar
la «conducta no dolorosa» y castigar la opuesta. No tienen que tratar
con sentimientos inconscientes confusos, como la ansiedad y la ira.
Hace años, antes de iniciar mis investigaciones acerca del SMT, probé
este enfoque y lo encontré particularmente ineficaz. Era de esperarse,
ya que se basa en un diagnóstico incorrecto.
Todas las relaciones familiares tienen una carga emocional. Este
es uno de los primeros factores que deben tenerse en cuenta cuando
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La psicología del SMT
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^éffiSEDa 00^^^
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La psicología del SMT
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aérese Da ooLoi)DEE3fti^
que eso no era lo apropiado y que lo mejor era que se tragara su ira.
¡Pocos instantes después sufrió un ataque de pánico! Es probable que
el paciente estuviese más que furioso, y la necesidad de reprimir ese
sentimiento consciente e inconscientemente, exigía algún tipo de reac¬
ción. De ahí el ataque de pánico. Como veremos más adelante, esta es
precisamente la situación que provoca el SMT y otras reacciones físi¬
cas. Pero antes estudiemos el fenómeno de la represión. ¿De dónde
proviene?
La represión
Recuerdo que cierta vez una madre me contó orgullosamente
cómo había logrado que su bebé de 15 meses de edad dejara de hacer
rabietas. Su «sabio» médico familiar le aconsejó que echara un poco de
agua fría en la cara del niño cuando comenzara a hacer una rabieta. El
método funcionó maravillosamente: el niño nunca hizo otra rabieta.
Aprendió la técnica de la represión a la tierna edad de quince meses.
Fue programado para reprimir su ira debido a que ésta le producía con¬
secuencias muy desagradables, y tendría que cargar con ese dudoso
talento durante toda su vida. Cuando se enfrente a la multitud de cosas
que suceden a diario y que producen frustración, molestias y en oca¬
siones furia, el chico absorberá toda su ira y cuando ésta se acumule,
presentará SMT o alguna otra reacción en respuesta a ella.
El caso anterior señala uno de los orígenes de la necesidad de
represión: la inocente influencia de los padres. Esta puede ser la razón
más común para aprender a reprimir. Al intentar hacer que sus hijos
sean buenas personas, los padres pueden propiciar inadvertidamente
el surgimiento de dificultades psicológicas en las siguientes etapas de
la vida.
Si lo pensamos, existen muchas razones por las que reprimimos
la ira y todas ellas son lógicas y principalmente inconscientes. Todos
deseamos gustar o que nos amen; a nadie le gusta la desaprobación,
y por ello, reprimimos la conducta desagradable. Quizás nos cueste
62
La psicología del SMT
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^ESE0aDotO(;0E^
64
La psicología del SMT
revelado todo ese material psicológico tan importante con tan sólo una
sugerencia mía.
La universalidad de estos fenómenos psicológicos se apoya en el
hecho bien sabido de que en los Estados Unidos más del 80% de la
población tiene antecedentes de estos síndromes dolorosos y de que la
frecuencia de los mismos se ha incrementado geométricamente en los
últimos treinta años. Los síndromes que producen dolor en la espalda y
el cuello son la principal causa de abstencionismo laboral en este país.
Se estima que se gastan anualmente alrededor de 56 mil millones de
dólares debido a los estragos producidos por estos trastornos. Esta
epidemia virtual de síndromes dolorosos sólo puede explicarse ade¬
cuadamente con base en un proceso psicosomático universal.
65
función del síndrome doloroso no consistía en expresar las emociones
escondidas, sino en evitar que se volvieran conscientes. A esto, explicó,
se le llama mecanismo de defensa. En otras palabras, el dolor provo¬
cado por el SMT (o el malestar debido a una úlcera péptica, a la colitis,
al dolor de cabeza provocado por tensión o el terror a sufrir un ataque
de asma) surge para desviar la atención del paciente de lo que sucede
en el ámbito emocional. Su propósito es dirigir esa atención hacia el
cuerpo, desviándola de la mente. Es una respuesta a la necesidad de
evitar que esos sentimientos antisociales, crueles, pueriles, furibundos
y egoístas (es decir, los prisioneros) se vuelvan conscientes. De ello se
deduce que, lejos de ser un trastorno físico en el sentido usual, en rea¬
lidad el SMT forma parte de un proceso psicológico.
Los mecanismos de defensa contra las emociones reprimidas
desvían nuestra atención hacia algo distinto de las emociones que
mantenemos ocultas en el inconsciente. Los pacientes tienen diferentes
metáforas para describir este proceso: que la defensa actúa como un
camuflaje, que es una distracción o un desvío. Para tener éxito, debe
ocupar nuestra atención y funciona aún mejor si estamos totalmente
preocupados u obsesionados con aquello que nos distrae. A eso se
debe que los mecanismos de defensa de carácter físico sean tan efi¬
cientes, pues tienen la capacidad de atraer toda nuestra atención, en
particular si son dolorosos, producen miedo o nos incapacitan. Esto es
exactamente lo que sucede con el SMT.
Los síndromes comunes que producen dolor en la espalda, el
cuello y los hombros han alcanzado proporciones epidémicas en los
Estados Unidos (y en prácticamente todo el mundo desarrollado)
durante los últimos treinta años debido a que han sido la defensa más
utilizada contra las emociones reprimidas descritas en páginas anterio¬
res. La característica principal de un buen camuflaje consiste en que
éste no sea reconocido por lo que es y que nadie se dé cuenta de que
oculta algo. Prácticamente nadie que sufra de estos síndromes piensa
que tienen que ver con factores emocionales. Por el contrario, casi
66
La psicología del SMT
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^EDa00toj;oE^
68
La psicología del SMT
MENTE Y CUERPO
69
examinados detalladamente para descartar la posibilidad de que se deban
a procesos estructurales, infecciosos o neoplásticos. Este tema se anali¬
za con mayor detalle en el capítulo dedicado a la mente y el cuerpo.
Si bien es una buena idea descartar la posible existencia de los
llamados trastornos orgánicos, es necesario que el diagnóstico de los
padecimientos psicosomáticos se realice de manera positiva y no por
exclusión. Un diagnóstico por exclusión no es un diagnóstico. Es como
decir: «Como no sé qué es esto, probablemente sea causado por la
tensión». En lugar de ello, el médico debe decir: «Ahora que he des¬
cartado la posibilidad de que se trate de un tumor o de cáncer, puedo
actuar con confianza dado que el padecimiento físico que estoy aten¬
diendo posee todos los signos y síntomas de un proceso inducido emo¬
cionalmente». Sin embargo, esto se hace pocas veces, debido a que la
mayoría de ios médicos no reconoce el trastorno como psicosomático,
o si lo hace, se limita a tratar los síntomas del mismo, como si éste fue¬
se de origen orgánico.
70
La psicología del SMT
71
v®feRESE DEL oot OR oe Espfiph
72
La psicología del SMT
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v*«^DaootosoE^
Afrontamiento
He escuchado decir que el dolor inducido por estrés se presenta
porque quienes lo padecen son incapaces de hacer frente a sus pro¬
blemas. En realidad ocurre lo contrario: tales personas sufren de SMT
porque afrontan demasiado bien sus dificultades. Este proceso nos exi¬
ge reprimir las emociones que puedan interferir con lo que tratemos de
hacer, sin importar lo que sea, y el SMT existe para mantener esas
emociones bajo control.
Un hombre de negocios muy poderoso a quien atendí reciente¬
mente me dijo que nunca podía decir no a familiares o amigos que le
pedían algo, ya que para él, negarse era como darse por vencido. Decir
que sí y hacer lo que se le pedía era como un triunfo, sin importar su
costo emocional. Este hombre es un «afrentador» por excelencia y un
candidato perfecto para el SMT. Este caso ilustra algunas de las otras
características de la personalidad propensa al SMT: la necesidad de ser
amado, admirado, respetado; el impulso de alcanzar logros y la intensa
competitividad. Pagamos un precio por afrontar nuestros problemas:
somos grandiosos en el exterior, pero por dentro sufrimos.
74
La psicología del SMT
El rechazo al diagnóstico
Por desgracia, la mayoría de las personas rechazaría el diagnós¬
tico de SMT si le fuese presentado. Esto no es de sorprender, ya que en
nuestra sociedad existen muchos prejuicios relacionados con todo lo
que tenga que ver con los problemas psicológicos y la psicoterapia. No
importa que la gran mayoría de esos «problemas» sean leves ni que
millones de personas se sometan anualmente a psicoterapia. Las difi¬
cultades emocionales parecen encajar en la misma categoría que los
prejuicios raciales o religiosos.
A juzgar por la política existente con relación a los candidatos a
ocupar puestos públicos, los sucesos ocurridos en años recientes
sugieren que la sociedad ha avanzado más en la superación de sus
fobias raciales o religiosas que en las relacionadas con la psicología.
Los estadounidenses elegimos a John Kennedy, pero a partir de los
procesos electorales de años recientes, hemos aprendido que cualquier
antecedente de padecimientos psicológicos, sin importar su magnitud,
significa la ruina para cualquier político que aspire a ocupar un cargo
público. Es una cruel paradoja, ya que la escena política contemporá¬
nea sugiere que muchos políticos se beneficiarían enormemente con la
psicoterapia. En tales circunstancias, es muy difícil que un político admi¬
ta que padece SMT.
De igual manera, la mayoría de los deportistas rechazarían el
diagnóstico, pues los síndromes psicológicos son sinónimo de debili¬
dad, y los deportistas deben mantener su imagen de fortaleza indoma¬
ble. Sé que algunos de ellos han sido enviados a consultarme, pero
nunca han acudido.
Por supuesto, el mismo prejuicio es bastante fuerte en el ámbito
de la medicina. Los médicos prefieren tratar padecimientos físicos, pues
se sienten inseguros cuando atienden a pacientes con síntomas emo¬
cionales. Su respuesta usual consiste en recetar medicamentos y espe¬
rar que el paciente se sienta mejor. Incluso en el área de la psiquiatría
existe un amplio grupo de médicos que prefieren tratar a sus pacientes
75
principalmente con fármacos. Y conozco a varios psiquiatras que han
rechazado el concepto del SMT cuando se les ha sugerido que puede
ser la causa de su propio dolor de espalda.
Por otra parte, las personas con síntomas físicos pocas veces se
enfrentan con tales prejuicios. Los seguros médicos cubren los diagnós¬
ticos y los procedimientos terapéuticos más elaborados, pero la mayoría
de ellos excluye o limita enormemente el pago de tratamientos psicote-
rapéuticos. Las compañías aseguradoras pagarán miles de dólares por
el trasplante de algún órgano, pero asignan cantidades ridiculas a la psi¬
coterapia, que es un sistema capaz de mejorar la calidad de vida.
No es de sorprender que la mente cree estrategias para evitar la
experiencia y la apariencia de las dificultades emocionales. Inconscien¬
temente, preferimos tener una dolencia física que reconocer cualquier
tipo de trastorno emocional.
Al hablar de esto con una de mis pacientes, me hizo una obser¬
vación muy convincente, diciendo: «Si le pide a alguien que tenga
paciencia con usted porque sufre una sobrecarga emocional, no espe¬
re una reacción compasiva de esa persona. Sin embargo, si le dice que
sufre de algún problema físico, la persona se sensibilizará e inmediata¬
mente y se volverá más solícita». Cuánta razón tiene. En nuestra cultu¬
ra, es perfectamente aceptable tener un problema físico, pero la gente
tiende a huir de todo aquello que tenga que ver con las emociones.
Esta es otra de las razones por las que la mente elige una manifesta¬
ción física, en lugar de una emocional, cuando se enfrenta a fenómenos
emocionales desagradables.
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La psicología del SMT
LA SOLÜCIÓH
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GÍRESE Da^0R0EE^
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La
fisiología
del SMT
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^RESEDa00ioRDEEspfipt.
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La fisiología del SMT
LA PRIVACIÓN DE OXÍGENO:
FISIOPATOLOGÍA DEL SMT
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BÉSESE D aoct0so£Esw^
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La fisiología del SMT
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^R^EDaooLORDEesniSf.
LAS CONSECUENCIAS DE
LA PRIVACIÓN DE OXÍGENO
Los músculos
Los músculos que sufren de privación de oxígeno padecen dolor
por dos razones conocidas y quizás por otras que escapan a nuestra
capacidad de comprensión.
Los espasmos musculares constituyen la primera y más notable
de esas razones. Estas anomalías son responsables del terrible dolor
que experimenta quien sufre un ataque agudo, como se describe en el
primer capítulo de este libro. Sin embargo, una vez que el ataque ha
cedido, el músculo no sufre espasmos. En ios cientos de pacientes a
quienes he examinado en todos estos años, pocas veces he encontra¬
do que los músculos afectados sufran espasmos.
El segundo mecanismo, sugerido por los doctores Holmes y Wolfe en
un artículo impreso en 1952 con el título «Situaciones de la vida, emocio¬
nes y dolor de espalda» y publicado en Psychosomatic Medicine (Vol. 14,
p. 18), indica que la composición química de los músculos de esos pacien¬
tes está alterada, y que éstos sienten dolor a causa de la acumulación de
desperdicios químicos producidos por el metabolismo del ácido láctico.
Es interesante que tanto los espasmos musculares como la acumu¬
lación de sustancias químicas se manifiesten también en los corredores
de fondo, cuyos músculos sufren de falta de oxígeno. La presencia de
84
La fisiología del SMT
Puntos sensibles
El término puntos sensibles, conocido desde hace muchos años,
se refiere al dolor que se provoca al aplicar presión en diversos mús¬
culos del cuello, hombros, espalda y glúteos. Existe cierto desacuerdo
con respecto a cuál es el sitio preciso del dolor, aunque la mayoría de
las personas coincide en que es alguna parte del músculo. Los reu-
matólogos, que han asumido la dirección en el estudio de la fibromial-
gia (SMT), parecen evitar el uso del término, probablemente porque
con el correr del tiempo, se le ha asociado con otros trastornos. Yo no
lo uso, pero tampoco lo evito, ya que he llegado a la conclusión de que
esos puntos sensibles son simplemente las zonas centrales de priva¬
ción de oxígeno. Además, existen pruebas de que tales puntos pueden
persistir durante toda la vida en las personas susceptibles al SMT, como
yo mismo, aunque puede no haber dolor.
En el primer capítulo indicamos que la mayoría de los pacientes
con SMT tiene seis puntos sensibles clave: la cara exterior de los glú¬
teos, ambos lados de la parte estrecha de la espalda (zona lumbar) y la
parte superior de ambos hombros. Estos puntos sensibles son los
hallazgos fundamentales en el SMT y tienden a persistir aun después
de que el dolor haya desaparecido. Una parte importante de la fisiología
del SMT consiste en saber que el cerebro decidió involucrar a esos
músculos para crear el síndrome que conocemos como SMT.
En ocasiones, los pacientes preguntan si el hecho de respirar oxí¬
geno puro alivia el dolor. Esto se ha hecho y, por desgracia, no ha sido
útil. Si el cerebro pretende crear un estado de privación de oxígeno, lo
hará sin importar la cantidad de oxígeno que haya en la sangre.
85
v\í>tRESE Oq¿
°R de espN^
El tejido nervioso
El tejido nervioso es más sensible y delicado que el músculo. Es
probable que la falta de oxígeno provoque dolor en ese tejido debido a
que la reducción en la concentración de oxígeno amenaza la integridad
del nervio, lo que no sucede en el caso de los músculos. En otras pala¬
bras, el músculo puede soportar una falta de oxígeno mucho mayor que
la provocada por el SMT antes de sufrir un daño. Sin embargo, el tejido
nervioso, que es más sensible, se daña con mayor facilidad, de modo
que una ligera privación de oxígeno desencadena el dolor para adver¬
tir al cerebro que algo anda mal. Por tanto, afirmamos que, en el SMT,
el dolor del tejido nervioso es una señal de alarma.
En el SMT se producen comúnmente otros síntomas relacionados
con el tejido nervioso. El paciente puede experimentar sensaciones de
adormecimiento, hormigueo, punzadas, ardor, presión y otras menos
comunes. Esas sensaciones, al igual que el dolor, se experimentan en
la parte del cuerpo en la que está el nervio.
Los nervios son como cables que conectan al cerebro con todas
las partes del cuerpo; su función consiste en transmitir mensajes del
cerebro destinados a activar los músculos para que éstos muevan las
distintas partes del cuerpo. Pero también transmiten mensajes en la
dirección opuesta, informando al cerebro de lo que ocurre en el cuerpo.
Por ejemplo, si el lector se pincha con un alfiler, los impulsos viajan a
través de los nervios informando al cerebro que ha ocurrido algo que
produce dolor. Si el nervio sufre un daño o irritación en cualquiera de
sus partes, el dolor se siente en la parte del cuerpo donde se origina
comúnmente ese tipo de mensajes. Por ejemplo, si nuestro nervio ciá¬
tico sufre una privación de oxígeno en el área del músculo glúteo, sen¬
tiremos dolor en cualquiera de las partes de la pierna que recorre dicho
nervio. Dado que éste recorre casi toda la extremidad, existen muchas
variedades de dolor ciático. En algunos casos, este dolor se produce en
toda la parte posterior de la pierna, mientras que en otros se manifies¬
ta en el costado de la misma. O bien, el dolor puede afectar sólo a una
86
La fisiología del SMT
87
v@feRESEDaootoeoE^
RESUMEN
88
La fisiología del SMT
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■
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' • I/
El
tratamiento
del SMT
HISTORIA
91
^ÉSESE del OOLoif^ EspflpS
También fue evidente que algunas de las terapias físicas eran más efi¬
cientes que otras. Con base en esas observaciones, llegué a dos con¬
clusiones con respecto al tratamiento:
92
El tratamiento del SMT
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CONCEPTOS TERAPÉUTICOS MODERNOS
94
El tratamiento del SMT
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^EDaootosDE^
LA MENTE CONSCIENTE
EL OJO DE LA MENTE
96
El tratamiento del SMT
97
así, no existiría la necesidad de un proceso distractor como el SMT. La
existencia de este trastorno sugiere que algo trata de sacar a la luz
esos sentimientos negativos. Esto podría parecer un razonamiento cir¬
cular; sin embargo, en las obras de psicología existen pruebas bien
documentadas de que la gente muestra una amplia variedad de con¬
ductas cuyo objetivo es evitar los procesos emocionales desagradables
o dolorosos. Un ejemplo clásico es la fobia a los microbios. Las perso¬
nas que la sufren están obsesionadas con los microbios y se lavan las
manos cientos de veces al día. (Algunas personas dirían que esta es
una neurosis compulsiva, pero la compulsión de lavarse las manos es
producida por el miedo a los gérmenes y microorganismos). Desde
hace mucho tiempo se ha admitido que las conductas ilógicas como
ésta sirven para sustituir o desplazar ciertos sentimientos intensos e
inconscientes que la persona no puede afrontar; de ahí su preocupa¬
ción por los gérmenes o microbios.
El SMT sirve al mismo propósito, ya que centra nuestra atención
en el cuerpo, al igual que otros trastornos físicos como el dolor de cabe¬
za provocado por la tensión, la migraña, la fiebre de heno, los eccemas
y las palpitaciones cardíacas, por nombrar sólo unos cuantos.
ESTRATEGIAS DE TRATAMIENTO
98
El tratamiento del SMT
Piense psicológicamente
Debemos aprender todo lo que podamos acerca del SMT, qué es
lo que provoca el dolor y qué parte del cerebro es responsable de ello.
Todo esto se estudia en los capítulos relacionados con la fisiología y la
manifestación del trastorno. Después, revisamos su psicología, el
hecho de que todos los miembros de esta cultura tendamos a engen¬
drar ira y ansiedad, y que las personas más compulsivas y perfeccio¬
nistas generen una gran cantidad de dichos sentimientos. Por tanto, lo
que debemos hacer es adquirir el hábito de «pensar psicológicamente»
en lugar de hacerlo en términos físicos. En otras palabras, yo sugiero a
los pacientes que cuando se den cuenta de que son conscientes del
dolor, trasladen activa y conscientemente el centro de su atención hacia
algún factor psicológico, como alguna de sus preocupaciones, un pro¬
blema familiar o financiero crónico, una fuente de irritación recurrente,
cualquier cosa del ámbito psicológico, ya que ello envía al cerebro el
mensaje de que el dolor ya no puede engañarlos. Cuando ese mensa¬
je llega a las profundidades de la mente, es decir, al subconsciente, el
dolor desaparece.
Esto nos lleva a considerar un elemento importante. Desde luego,
todos deseamos que el dolor desaparezca de inmediato. Con frecuen¬
cia, los pacientes dicen: «Está bien, entiendo claramente lo que está
diciendo, pero ¿por qué el dolor no cesa?»
Las últimas líneas de un poema escrito por Edna St. Vincent
Millay indican la razón por la que el dolor no desaparece rápidamente:
99
v^®EDa0ot0)(0E^
es, sin duda, algo muy positivo. Si no fuese así, los seres humanos
seríamos animales muy inestables. Sin embargo, en ocasiones como
ésa, en las que deseamos que las cosas cambien rápidamente, nos
impacientamos con nuestro lento subconsciente.
Bien, entonces ¿cuánto tarda en desaparecer el dolor? Si bien no
soy muy adicto a hablar en términos numéricos, la experiencia me ha
indicado que la mayoría de los pacientes se libran de sus síntomas en
un período de entre dos y seis semanas después de las conferencias.
Sin embargo, se les advierte que ese lapso podría prolongarse si cuen¬
tan los días o las semanas, o si se desaniman si el dolor no ha desa¬
parecido cuando ellos piensan que debería haberlo hecho. Los seres
humanos no somos máquinas y existen varios factores que tienden a
modificar el tiempo que dura la resolución del problema. ¿Qué intensas
son las emociones reprimidas? ¿Con qué facilidad puede el paciente
repudiar los diagnósticos estructurales que se le han asignado?
Háblele a su cerebro
Hay otra estrategia muy útil que al principio puede parecer ridicu¬
la, pero que tiene un gran fundamento. En las conferencias, aliento a los
pacientes para que le hablen a su cerebro. Existen tantos pacientes
que afirman haberlo hecho por sí mismos, obteniendo buenos resulta¬
dos, que ahora lo sugiero cotidianamente, a pesar de que es algo que
puede generar sentimientos de insensatez. Lo que hacemos en esos
casos es tomar el control conscientemente, en lugar de sentirnos vícti¬
mas indefensas e intimidadas, lo cual es muy común en las personas
que padecen este síndrome. La persona actúa con asertividad, dicién-
dole al cerebro que no va a soportar más ese estado de cosas. Y fun¬
ciona. Los pacientes afirman que son capaces de abortar un episodio
de dolor simplemente haciendo esto. La mujer cuyo caso se describe en
las páginas 95-97 hizo justamente eso y experimentó el cese inmedia¬
to de su dolor. Se trata de una estrategia muy útil.
100
El tratamiento del SMT
101
a la actividad física que sufren las personas con estos síndromes dolo¬
rosos, especialmente los ubicados en la región lumbar, me ha llevado a
sugerir un nuevo término: físicofobia. Este es un factor muy poderoso
que contribuye a perpetuar los síndromes dolorosos de la parte baja de
la espalda.
Entre paréntesis, debo decir que el consejo de reanudar la activi¬
dad física normal, incluida la más vigorosa, se lo he dado a un gran
número de pacientes en los pasados diecisiete años. No puedo recor¬
dar a ninguna persona que posteriormente me haya dicho que esta
recomendación le hubiese provocado más problemas con su espalda.
Sugiero siempre a mis pacientes que cuando su dolor se haya
reducido significativamente y cuando sientan confianza en el diagnós¬
tico reanuden la actividad física. Si comienzan prematuramente, es muy
probable que se provoquen dolor, se asusten y retrasen el proceso de
recuperación. Los pacientes suelen estar condicionados a esperar dolor
como producto de la actividad física, por lo que no deben poner a prue¬
ba sus patrones programados y establecidos hasta que hayan adquiri¬
do un grado razonable de confianza en el diagnóstico.
Uno de mis pacientes, un abogado de alrededor de treinta y cin¬
co años de edad, tuvo una interesante experiencia al respecto. Siguió el
programa sin novedad y en pocas semanas se liberó del dolor, siendo
capaz de realizar cualquier actividad, excepto una: temía correr. Más
tarde me explicó que se había repetido internamente durante tanto
tiempo que correr es malo para la espalda, que simplemente no tenía
el valor suficiente para intentarlo, a pesar de que realizaba actividades
mucho más enérgicas que esa. Después de casi un año, un día decidió
que aquello era una tontería y que iba a correr. Lo hizo y el dolor le vol¬
vió. Ahora se hallaba en una encrucijada: ¿debía continuar corriendo o
era mejor retirarse? Me llamó para pedirme consejo, pero por desgra¬
cia yo estaba de vacaciones, por lo que tuvo que tomar la decisión por
sí mismo. Tuvo el tino de tomar al toro por los cuernos. Continuó corrien¬
do y sintiendo dolor. Luego, una noche, lo despertó un fuerte dolor en
102
El tratamiento del SMT
103
para sus espaldas. Sin embargo, esto es indispensable para establecer
firmemente en su mente lo que es importante. El ejercicio para mante¬
ner una buena salud es, por supuesto, algo distinto y lo recomiendo
encarecidamente.
104
El tratamiento del SMT
REUNIONES DE SEGUIMIENTO
EN GRUPOS PEQUEÑOS
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^EDaootoflDE^
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El tratamiento del SMT
PSICOTERAPIA
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^4RESEDa00togoE^h
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El tratamiento del SMT
ENCUESTAS DE SEGUIMIENTO
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v®i*ESEDa00tosoE^
no
El tratamiento del SMT
m
v^EDaootosoE^
a precipitar un ataque) y este último es más eficaz que el dolor para man¬
tener la atención del paciente centrada en su cuerpo y no en sus emo¬
ciones. Nuestro trabajo consiste en librarlos de este miedo generalizado.
He buscado sin descanso formas de transmitir el mensaje. Ciertas
frases pueden llegar a algunas personas pero no a otras, así que las
uso todas:
113
sentimientos de intimidación. Esto envía un mensaje al inconsciente,
indicándole que la estrategia para mantener la atención centrada en el
cuerpo está a punto de fracasar, lo que significa el fin del dolor.
114
El tratamiento del SMT
115
enseñado a depender de los tratamientos físicos como cualquier otra
persona. Ahora me cuesta algo de trabajo recordar lo difícil que fue
comenzar a comportarme como un «purista», es decir, a depender
exclusivamente del programa educativo. De hecho, y para remarcar
este punto, por la misma razón recomiendo a los pacientes que dejen
de practicar los ejercicios diseñados para sanar su espalda. Los pacien¬
tes no deben hacer nada que los lleve a centrar su atención en el área
afectada.
De la misma forma, a los pacientes se les enseña que no existe
una forma correcta de agacharse o de levantar pesos, que no deben
evitar las sillas ni los colchones blandos, que los corsés y collarines son
innecesarios y, en general, que el gran número de consejos y prohibi¬
ciones que acompañan al dolor de espalda simplemente carecen de
fundamento, ya que el SMT es un padecimiento inofensivo, por lo que
no hay ningún daño estructural en su espalda. Correr no es perjudicial
para la espalda; los músculos abdominales débiles no provocan el
dolor, ni la fortaleza de los músculos de la espalda lo evitan; es perfec¬
tamente correcto arquear la espalda, nadar de pecho o de crawl; el
hombre está hecho para caminar erguido (el homo sapiens y sus
ancestros lo han hecho durante tres o cuatro millones de años); una
pierna corta no causa el dolor de espalda... Y podríamos seguir y seguir
indefinidamente.
116
El tratamiento del SMT
117
^EDEl0otosoE^
118
El tratamiento del SMT
119
’T'L á h * ■ • -i r r«s *fc l J* «t: *# ■ :> aftd
.
S Los diagnósticos
tradicionales
(convencionales)
121
^WKEDa^Oe0EESp^
No se agache
No ande con los hombros caídos
No se siente en sillas suaves ni use colchones blandos
No arquee la espalda
No nade de crawl ni de pecho
No use tacones altos
Siempre que levante un peso, hágalo con la espalda recta
Correr es malo para la columna
Nunca corra en superficies duras
La debilidad de los músculos de la espalda es lo que pro¬
voca el dolor
Unos músculos abdominales fuertes nos protegen del
dolor de espalda
Estírese siempre antes de hacer ejercicio
Si padece dolor de espalda, evite los deportes vigorosos
122
Los diagnósticos tradicionales (convencionales)
andar de aquí para allá exige que nuestros músculos posturales que,
paradójicamente, son los únicos afectados por el SMT, estén siempre
activos, manteniendo nuestro tronco erguido sobre las piernas y a
nuestra cabeza sobre él. Y si damos una caminata vigorosa, si corre¬
mos o trotamos, esos músculos se ejercitan aún más. Sin duda, estos
son los músculos más fuertes de nuestro cuerpo.
Cuando escucho que un deportista profesional, como un jugador
de tenis, ha tenido que abandonar un torneo debido a que sufre dolor
de espalda, me sorprende lo ingenuo que resulta afirmar que dicha per¬
sona tiene una espalda deficiente. Este tipo de trastornos era práctica¬
mente desconocido hace treinta años en deportes como el tenis, el
béisbol, el fútbol o el baloncesto. Se trata de una dolencia de aparición
reciente.
Hace algunos años, atendí a una famosa deportista que sufría
dolor en los mismos músculos que utilizaba para practicar su deporte.
Por fortuna, comprendió de inmediato el concepto de SMT y su dolor
desapareció muy pronto.
123
^WKEDa^0*DEESp^
La Hernia Discal
Si bien quienes padecen de dolor de espalda no son conscientes
de ello, los estudiosos de la columna vertebral saben que el último dis¬
co intervertebral, que se encuentra entre la quinta vértebra lumbar y el
sacro, presenta cierto grado de degeneración en la mayoría de las per¬
sonas de más de veinte años de edad. Los discos intervertebrales son
estructuras que se encuentran entre los cuerpos de los huesos espina¬
les, y su función consiste en absorber los impactos recibidos por la
columna. Dichas estructuras se encuentran firmemente unidas a la par¬
te superior e inferior de los cuerpos vertebrales, de tal forma que no
pueden «resbalarse». Se componen de una capa exterior dura y resis¬
tente que encierra un denso fluido, cuya función es absorber los impac¬
tos. Debido a la gran actividad realizada por el cuello y la parte baja de
la espalda, los discos intervertebrales de esas partes comienzan a des¬
gastarse a una edad temprana, en ocasiones alrededor de los veinte
años, como he dicho anteriormente.
Aunque nadie sabe exactamente qué es lo que sucede, los discos
se aplanan, lo que sugiere que el fluido en su interior se ha secado, o
que ha formado una protuberancia en alguna parte debilitada, usual¬
mente en la cara que da hacia la espalda. Este abultamiento en la pared
del disco es lo que se conoce como hernia discal. Es algo similar a
exprimir la pasta dental del tubo. En algunos casos, el fluido no forma
124
Los diagnósticos tradicionales (convencionales)
dicho abultamiento, sino que sólo curva el disco. Todo esto puede ver¬
se mediante una tomografía informatizada o un estudio mediante reso¬
nancia magnética, que son notables técnicas de diagnóstico que mues¬
tran detalladamente los tejidos blandos. Las radiografías convenciona¬
les sólo muestran los huesos, a menos que se use algún material de
contraste.
La pregunta importante es: «¿Cuál es el daño que produce esta
protuberancia del disco?»
De acuerdo con la idea convencional, la «pasta dental» comprime
un nervio espinal cercano, produciendo dolor. Si la hernia se encuentra
entre la cuarta vértebra lumbar (L4) y L5, o entre L5 y el hueso sacro,
el dolor se producirá en la pierna. Si la hernia se ubica en el cuello, pro¬
ducirá dolor en el brazo. El dolor de pierna usualmente se conoce como
ciática.
De acuerdo con mi experiencia, la hernia discal intervertebral
pocas veces es responsable del dolor o de cualquier otro síntoma neu-
rológíco. Esta es una opinión minoritaria, pero no soy el único que la
sostiene. El Dr. Hubert Rosomoff, famoso neurocirujano y presidente de
su área en la Facultad de Medicina de la Universidad de Miami, ha lle¬
gado a una conclusión similar, explicada en su artículo «¿Producen
dolor las hernias discales?», publicado en Advances in Paín Research
and Therapy, publicado por H. Fíelds, R. Dubner, F. Cervero y L. Jones
(Nueva York, Raven Press, 1985). Este médico practicó la cirugía de
espalda durante muchos años y aparentemente basa su conclusión en
ciertas incongruencias observadas, así como en un hecho lógico de la
patofisiología neurológica, según el cual la compresión continua de un
nervio hace que éste deje de transmitir mensajes de dolor después de
un corto periodo. El resultado es el adormecimiento. Entonces, ¿cómo
puede la hernia díscal causar un dolor continuo?
El Dr. Alf Nachemson, médico e investigador sueco muy respeta¬
do que estudió este problema durante años, en su artículo «La zona
lumbar de la columna vertebral: un reto para la ortopedia», publicado en
125
1976 en Spine (vol. 1, p. 59), concluyó que, en la mayoría de los casos,
la causa del dolor de espalda se desconoce y que casi todos ellos
deberían ser tratados en forma no quirúrgica.
Mi conclusión de que la mayoría de las hernias discales son ino¬
fensivas se basa en diecisiete años de experiencia en el tratamiento de
estos pacientes con un alto índice de éxito, lo cual hace pensar que el
material protuberante no daña ninguna estructura; simplemente está ahí.
Se comenzó a sospechar la inocencia del pobre disco lesionado
cuando se observó que con frecuencia no existía ninguna correlación
entre lo que cabría esperar de una hernia discal y los resultados del his¬
torial clínico y el examen físico.
Por ejemplo, cierto estudio de diagnóstico (tomografía informati¬
zada u obtención de imágenes por resonancia magnética) mostraba
una hernia discal entre las vértebras L4 y L5. Una de las posibles con¬
secuencias de ello sería la debilidad de los músculos que elevan el pie
y sus dedos. Sin embargo, el examen reveló que existía debilidad no
sólo en esos músculos, sino también en los de la parte posterior de la
pierna, por los cuales no transita el nervio espinal que discurre por el
espacio entre las vértebras L4 y L5. Por tanto, cuando descubrí en el
examen que los músculos glúteos que se encuentran cerca del nervio
ciático sufrían dolor al presionarlos, me resultó evidente que el trastor¬
no nervioso no provenía de la región afectada por la hernia discal, sino
del nervio ciático que recorre ambos grupos musculares. El siguiente
historial ilustra lo anterior:
La paciente era una profesional de cuarenta y cuatro años de
edad, que sufría dolores recurrentes en la parte baja de la espalda y en
las piernas desde hacía quince años. Unos siete meses antes de acu¬
dir a la consulta, sufrió un severo ataque de dolor en la parte baja de la
espalda y en la pierna derecha. También se quejaba de debilidad en
dicha extremidad.
La tomografía informatizada mostró una pequeña hernia entre la
quinta vértebra lumbar y el sacro, la cual debió haber surgido hacía
126
Los diagnósticos tradicionales (convencionales)
127
v^REsEdQooío#oe^
128
Los diagnósticos tradicionales (convencionales)
129
^tRESEDa00toeoE^
130
Los diagnósticos tradicionales (convencionales)
131
v^ESEDELOoto)foE^
132
Los diagnósticos tradicionales (convencionales)
133
El suyo había sido un diagnóstico clásico de «nervio pinzado»,
con la particularidad de que no había tal cosa. Como lo demuestra cla¬
ramente este caso, el SMT está al servicio de los fenómenos psicológi¬
cos. El hecho de atribuir los síntomas a una anomalía estructural es un
lamentable error de diagnóstico.
Artritis vertebral
El término artritis vertebral generalmente se refiere a la osteoar-
tritis o a la osteoartrosis. Ambos términos aluden a los cambios nor¬
males provocados por la edad, y de los cuales he hablado en párrafos
anteriores. También se conocen como espondilosis. No he encontrado
que estas situaciones sean patológicas, por lo que no pueden producir
síntomas. La artritis reumatoide es algo completamente distinto. Se tra¬
ta de un proceso inflamatorio que puede atacar a cualquier articulación
de nuestro cuerpo y que siempre produce dolor.
Vértebra transicional
La vértebra transicional es una anomalía congénita en la que
existe un hueso adicional en el extremo inferior de la columna, usual¬
mente unido al hueso pélvico. Cuando coexiste con el dolor de espalda,
generalmente se le atribuye.
134
Los diagnósticos tradicionales (convencionales)
Espondilolistesis
La espondilolistesis es una anomalía en la que dos vértebras,
generalmente de la parte baja de la columna, no están correctamente
alineadas entre sí, quedando una frente a la otra. En las radiografías se
ve bastante amenazadora, pero he encontrado que es benigna. Desde
luego, es posible que existan algunos casos de espondilolistesis malig¬
na, pero hasta ahora no he visto ninguno.
En todos estos años he atendido casos bastante notables.
Recuerdo a un hombre de casi sesenta años aquejado de un creciente
dolor de espalda que le estaba arruinando la existencia. El paciente no
podía practicar ningún deporte, lo cual echaba de menos, y describía su
vida como «una tortura interminable». Se le había recomendado en
repetidas ocasiones que se sometiera a una operación quirúrgica, pero
el hombre tenía miedo, a pesar de lo desesperado de su situación.
El examen reveló que el paciente era un hombre extremadamen¬
te ansioso, aunque de apariencia muy sana. Sus piernas no mostraban
ningún cambio neurológico, pero todos los músculos, desde el cuello
hasta los glúteos, eran extremadamente sensibles a la presión. Era un
caso clásico de SMT.
Para mí, este paciente representaba un dilema, pues tenía dos
diagnósticos: espondilolistesis y SMT. Yo no tenía duda de que el dolor
se debía al SMT, y el paciente decía que quería creerme, pero ¿y los
médicos que le habían recomendado someterse a una operación
quirúrgica? ¿Acaso podían estar equivocados? Sugerí que, dado que
era evidente que padecía el SMT, debíamos tratar de liberarlo de él y
ver qué sucedía.
Comenzamos el tratamiento usual y el dolor comenzó a disminuir.
Cuatro semanas después de iniciar el programa, el paciente salió de
vacaciones con su esposa y la vuelta informó que había estado com¬
pletamente libre de dolor durante todo ese periodo. Cuando regresó a
Nueva York y reanudó sus actividades normales, el dolor regresó, aun¬
que en menor grado. No había ninguna duda respecto a su causa. El
135
AÉRESE
136
Los diagnósticos tradicionales (convencionales)
La Escoliosis
La escoliosis se refiere a una curvatura anormal de la columna
que se presenta comúnmente en mujeres adolescentes y suele persis¬
tir en la vida adulta. No sabemos cuál es su causa. Pocas veces provo¬
ca dolor a las adolescentes, pero comúnmente se le atribuye el dolor de
espalda de los adultos. Aún no he encontrado ningún caso en que sea
así. El siguiente es un caso característico.
La paciente era una mujer de alrededor de treinta años de edad,
que había sufrido ataques recurrentes de dolor de espalda desde su
adolescencia. Varios años antes de acudir a mi consulta, había experi¬
mentado un severo ataque en una época en la que debía hacerse car¬
go de sus hijos pequeños. Las radiografías mostraron una escoliosis
leve, a la cual se atribuyó el dolor. Se le dijo que su dolor de espalda
empeoraría gradualmente a medida que envejeciera. A pesar de este
sombrío pronóstico, la paciente se recuperó del episodio y fue bastan¬
te bien hasta dos meses antes de venir a mi consulta, en que sufrió otro
severo ataque. Me dijo que éste había comenzado mientras estaba
agachada y «sintió que algo se rompía», lo cual, como vimos en pági¬
nas anteriores, es una de las descripciones más comunes del inicio del
trastorno. La paciente estaba asustada, pues su tronco se hallaba incli¬
nado hacia un costado.
Al registrar su historial clínico, observé que había tenido varios
episodios de tendonitis en brazos y piernas, dolor ocasional en el cue¬
llo y los hombros, síntomas en el estómago y en el colon, fiebre de
heno y cefaleas. Se trataba de la clásica paciente con SMT.
Los resultados del examen físico fueron normales excepto por la
sensibilidad usual al palparle los músculos del cuello, hombros, espal¬
da y glúteos.
La paciente aceptó el diagnóstico sin problemas, participó en el pro¬
grama de tratamiento y pronto se libró del dolor. Posteriormente informó
que no había tenido más ataques, que en ocasiones sentía dolores leves,
pero que sabía que eran inofensivos, y que vivía la vida sin temor.
137
v®»ESEDaootOS0EEsp^
Osteoartritis de la cadera
La osteoartritis de la cadera es bastante conocida entre los pro¬
fanos debido a su frecuencia y al espectacular procedimiento quirúrgi¬
co con el que se reemplaza toda la articulación. Al paciente se le
implanta una nueva cavidad glenoidea y un nuevo cóndilo (la cabeza
del fémur). Este es, sin duda, uno de los grandes triunfos de la cirugía
reconstructiva.
La anomalía que se corrige mediante esta operación es el creci¬
miento excesivo del hueso y el desgaste del cartílago de la articula¬
ción, lo que hace que ésta pierda amplitud de movimiento y se vuelva
disfuncional. También se afirma que estas articulaciones osteoartríticas
producen dolor, lo cual puede ser cierto en algunos casos. Sin embar¬
go, es necesario tener cautela, ya que he atendido a varios pacientes
cuyo dolor «de cadera» era una clara manifestación de SMT.
Recientemente atendí un caso así. La paciente era una mujer de
alrededor de sesenta años que padecía dolor en la cadera. El estudio
radiológico de dicha articulación mostró sólo un cambio osteoartrítico
moderado (al que, sin embargo, se había atribuido el dolor), sin embar¬
go el examen físico reveló la verdadera causa. La capacidad de movi¬
miento de dicha articulación era perfectamente normal y la paciente no
sufría dolor al levantar pesos apoyándose en esa pierna. El lugar del
dolor se hallaba a unos cinco centímetros por arriba de la articulación y
era sensible a la presión. Lo que la paciente sufría era una tendonalgia
debida al SMT.
Con frecuencia, el dolor parte del glúteo o del nervio ciático afec¬
tado por el SMT. Puedo afirmar lo anterior con cierta confianza, ya que
cuando doy tratamiento a ese tipo de pacientes, su dolor desaparece.
138
Los diagnósticos tradicionales (convencionales)
Condromalacia
La condromalacia es un trastorno en el que la parte interior de la
rótula se vuelve áspera. Ello puede verse por medio de rayos X, y sin
duda, ésta es la razón por la cual suele atribuírsele el dolor de rodilla. A
diferencia de lo que hemos dicho acerca de la osteoartritis de la cade¬
ra, mi experiencia me indica que este trastorno nunca provoca dolor.
Invariablemente, los exámenes revelan manifestaciones de tendonalgia
debida a SMT en uno o más de los muchos tendones y ligamentos que
rodean a la rodilla. En estos casos, el dolor no es un «dolor de rodilla»
propiamente dicho, pues se genera fuera de ésta.
Espolones
La existencia de los espolones suele demostrarse mediante un
estudio radiológico. Universalmente se les atribuye el dolor del talón. No
obstante, según mi experiencia, el espolón no produce síntomas y el
dolor usualmente se debe al SMT.
139
AÉRESE ML0otOR0EEsw4p,
140
Los diagnósticos tradicionales (convencionales)
Bursitis
Las bursas o bolsas serosas son estructuras encargadas de pro¬
teger al hueso en las partes en las que está sometido a grandes pre¬
siones. Existen dos puntos en los que el dolor suele atribuirse a la infla¬
mación de estas bolsas: los hombros y la cadera. Médicamente, este
trastorno recibe el nombre de bursitis acromial o bursitis trocantérica,
dependiendo del lugar al que afecte.
El hombro es una articulación complicada y hay muchas cosas
que pueden afectarlo y causar dolor. Generalmente encuentro que la
estructura que produce el dolor es un tendón que pasa por encima de
la bolsa serosa en el lugar en el que aquél se une al hueso (acromión)
o cerca de él. Por lo tanto, la causa del dolor es una tendonalgia y no la
bursitis. Al igual que la mayoría de las tendonalgias, ésta se debe al
SMT. Por lo tanto, en muchos casos de SMT, en los que el dolor se atri¬
buye a una bursitis subacromial, la anatomía y la patofisiología son
erróneas.
Del mismo modo, el dolor que se experimenta alrededor de lo que
podríamos llamar la punta de la cadera (el trocánter) es atribuido usual¬
mente a la bursitis, sin embargo, según mi experiencia, ésta también es
una tendonalgia provocada por el SMT.
Las manifestaciones tendinosas del SMT se describen con deta¬
lle en otras secciones del libro por lo que aquí las voy a tratar muy bre¬
vemente.
Tendonitis
En el grupo de trastornos conocidos como tendonitis, el tendón es
correctamente identificado como la parte que produce el dolor, pero la
razón que se da es incorrecta. La explicación anatómica es adecuada,
pero el diagnóstico es erróneo. Generalmente se supone que el tendón
dolorido está inflamado por exceso de uso, por lo que el tratamiento
consiste en inmovilizar y hacer descansar esa parte, o en inyectarle un
esteroide (cortisona). Con frecuencia, el alivio es sólo temporal.
141
v^RESEDaootoeoE^
Coccidinia
El término coccidinia se refiere al dolor experimentado en el plie¬
gue que divide los glúteos. Generalmente se supone que el extremo
inferior del hueso, es decir, el cóccix, es el origen del dolor, a pesar de
que es muy claro que el área afectada suele ser la parte inferior del
sacro. Sea en el cóccix o en el sacro, el síntoma constituye un misterio
para el médico que hace el diagnóstico, dado que las pruebas radioló¬
gicas no revelan ninguna anomalía. Generalmente, los pacientes rela¬
cionan los síntomas con alguna caída fuerte, casi siempre ocurrida en
un pasado distante.
La coccidinia es una manifestación frecuente del SMT y proba¬
blemente se trata de una tendonalgia, ya que tanto el sacro como el
cóccix tienen músculos unidos en toda su longitud. La prueba de esto
es que el dolor desaparece con el tratamiento verbal para el SMT.
Neuroma
Es otra tendonalgia producida por el SMT, y que se atribuye a
otras causas; se ubica en la parte anterior de la base del pie. El dolor
suele producirse en la región del metatarso y con frecuencia se imputa
a un neuroma, que es un tumor benigno. El dolor desaparece al aplicar
el tratamiento contra el SMT.
142
Los diagnósticos tradicionales (convencionales)
Fascitis plantar
El dolor de la fascitis plantarse localiza en la parte inferior del pie,
a lo largo del arco. Aunque suelen ser poco precisos en cuanto a la cau¬
sa, los médicos atribuyen el dolor a una inflamación. Usualmente, el área
es muy sensible al tacto y parece ser una clara manifestación del SMT.
Mononeuritis múltiple
La mononeuritis múltiple es otro diagnóstico descriptivo para un
padecimiento cuya causa se desconoce. Se refiere a síntomas nervio¬
sos que parecen afectar a muchos nervios siguiendo un patrón aleato¬
rio. Puede presentarse con la diabetes, pero existen muchas personas
que lo padecen sin ser diabéticas. En mi opinión, este padecimiento es
un ejemplo de una neuralgia producida por SMT, ya que tiende a afec¬
tar a una gran cantidad de músculos y nervios diferentes del cuello,
hombros y espalda.
Síndrome de la articulación
temporomandibular (SATM)
El síndrome de la articulación temporomandibular es un padeci¬
miento doloroso muy común que se produce en el rostro, y que se ha atri¬
buido generalmente a una patología de la articulación de la mandíbula
(articulación temporomandibular) y, por tanto, su tratamiento se ha dejado
en manos de los odontólogos. Nunca he tratado este trastorno, pero me
inclino a pensar que su causa es similar a la del dolor de cabeza provoca¬
do por tensión y a la del SMT. Los pacientes con SMT que acuden a mi
consulta quejándose de dolor de hombros y espalda suelen tener antece¬
dentes de SATM y el músculo de la mandíbula presenta sensibilidad al tac¬
to, al igual que los músculos de los hombros, espalda y glúteos.
Inflamación
Es necesario hablar de la inflamación, pues es la explicación que
se da en muchos casos de dolor de la parte alta o baja de la espalda, y
143
^EDEt00tQ((DE^
Torcedurcis y tirones
El término torcedura debería usarse sólo en circunstancias muy
específicas de lesiones leves, como las torceduras de tobillo. No estoy
seguro de lo que se supone debe ser un tirón. Por desgracia, ambos tér¬
minos se usan con frecuencia cuando el síntoma es una manifestación
del SMT.
Habiendo explicado brevemente los diagnósticos tradicionales
para el dolor de espalda, veamos ahora cuáles son los tratamientos
convencionales.
144
Los tratamientos
tradicionales
(convencionales)
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v^SEDa0ot0fioE^
EL EFECTO PLACEBO
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Los tratamientos tradicionales (convencionales)
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^íffiSED^00^^
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Los tratamientos tradicionales (convencionales)
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**<**«*«»
150
Los tratamientos tradicionales (convencionales)
del dolor en una gran cantidad de casos. Por tanto, la extirpación del
material del disco intervertebral no ataca el problema fundamental.
Existe otro tratamiento, que puede ser considerado como pseu-
doquirúrgico, ya que su objetivo es retirar el material de la hernia de dis¬
co, al igual que la cirugía. La quimopapaina es una enzima que puede
inyectarse directamente en el material intervertebral generado, con el
propósito de digerirlo (disolverlo). Este procedimiento es menos invasi¬
vo que una operación quirúrgica, pero pueden hacérsele las mismas
críticas que a ésta, dado que el material de la hernia puede no ser la
causa del dolor. Además, en las publicaciones médicas se ha informa¬
do acerca de reacciones severas provocadas por esta enzima.
La tracción cervical, que es capaz de separar ligeramente los
huesos cervicales, es otro método para corregir una anomalía estruc¬
tural. En este caso, el procedimiento se utiliza para alargar los foráme¬
nes cervicales. Estos forámenes son los agujeros formados por cada
par de huesos espinales, a través de los cuales discurren los nervios de
la columna. La idea es agrandar esos agujeros de tal forma que los ner¬
vios no sean «pellizcados». Sin embargo, como hemos dicho anterior¬
mente, el concepto del nervio «pellizcado» suele ser erróneo, por lo
que este procedimiento resulta excesivo.
151
^«ESEDCLOOLoRmes}^
752
Los tratamientos tradicionales (convencionales)
153
^WKEDa^0*DEESp^
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Los tratamientos tradicionales (convencionales)
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^^°oLORaE^
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Mente
y
cuerpo
157
^R6SEDa°0'-«í0EESP^
CHARCOT Y FREÜD
158
Mente y cuerpo
FRATiZ ALEXANDER
159
úlcera péptica, también eran inducidas por fenómenos psicológicos, si
bien éstos son distintos a los que causan los síntomas de histeria con¬
versiva. Pensaba que ciertos trastornos, a los que llamó neurosis vege¬
tativas (como las úlceras y la colitis), eran una reacción fisiológica a
estados emocionales constantes o recurrentes, Alexander estudió los
padecimientos de los tractos gastrointestinales inferior y superior, el
asma bronquial, las arritmias cardíacas, la presión sanguínea alta, el
dolor de cabeza, diversos trastornos de la piel, la diabetes, el hipertiroi-
dismo y la artritis reumatoide. Pensaba que, en cada caso, existía una
situación psicológica específica que originaba cada padecimiento parti¬
cular; por ejemplo, la ira reprimida producía presión sanguínea alta (en
la página 170 retomaré este concepto al explicar mis teorías acerca de
la causalidad de los trastornos físicos inducidos psicológicamente).
Alexander hizo otra aportación importante al revisar la historia de
la psicología médica (en Psychosomatic Medicine, Nueva York; Norton,
1950) y señalar que, con el surgimiento de la moderna medicina cientí¬
fica en el siglo XIX, se dejó de estudiar el impacto de la psicología sobre
la salud y la enfermedad. En el ámbito de la medicina moderna se pien¬
sa que todo puede explicarse con base en la física y la química, que el
cuerpo es una máquina increíblemente complicada, y que todo lo que
hay que hacer para lograr una salud perfecta y librarse de la enferme¬
dad es aprender cómo fue armada dicha máquina y cómo reacciona
ante los ataques. Como dijimos líneas arriba, esta idea fue formulada
originalmente por Descartes como una reacción al pasado místico y
espiritual de la medicina. Por tanto, la ciencia médica menospreció a
Freud y a sus seguidores, acusándolos de acientíficos.
160
Mente y cuerpo
161
^eo,LDOLo^^
162
Mente y cuerpo
163
'=sfiffiSEDa00
que puede ser detenido por un proceso mental. Esto es, en primer
lugar, una herejía y en segundo, rebasa la capacidad de comprensión
de la mayoría de los médicos. Ningún elemento de su capacitación los
preparó para una idea así, y a ellos, semejantes ideas les suenan a
vudú. Les recuerdan con escalofríos a la antigua era de la medicina no
científica, anterior a Descartes. Paradójicamente, los profanos reflexi¬
vos son más capaces de aceptar esta idea debido a que no están abru¬
mados por una educación médica, ni por todos los sesgos filosóficos
que la acompañan. La ciencia médica contemporánea está limitada
científicamente debido a que se ha cerrado ante el progreso y no está
dispuesta a aventurarse más allá de las seguras fronteras de su tecno¬
logía conocida. Esta ciencia debe aprender mucho de la física teórica,
donde las viejas ideas son revisadas constantemente a la luz de los
nuevos conocimientos.
164
Mente y cuerpo
que vemos con nuestros ojos, las cuales carecen de significado hasta
que el cerebro las ha captado y convertido en palabras u objetos que
podemos reconocer. La mayor parte de lo que el cerebro hace (incons¬
cientemente) representa un misterio para nosotros. Entonces, ¿porqué
molestarnos por explicar cómo influyen en el cerebro y en el cuerpo los
fenómenos mentales y emocionales? Lo que sucede en el santuario de
Lourdes es real; lo que hacen los faquires es real; el efecto placebo es
real. El trabajo de la ciencia médica consiste en estudiar todos estos
fenómenos, en lugar de mofarse de ellos.
Permítame el lector destacar que, en mi opinión, la mente puede
influir en cualquier proceso físico.
La composición de la psique
Desde hace casi cien años se ha admitido que la configuración de
la estructura emocional de la mente, a la que podríamos llamar psique,
es multifacética. La psique parece estar compuesta por diferentes fuer¬
zas, que en ocasiones están en conflicto y que funcionan generalmen¬
te por debajo del nivel consciente. Esta información se la debemos en
gran medida a Freud, quien trabajó toda su vida para comprender y
describir tales fuerzas. Sus formulaciones y sus descripciones del ello,
el yo y el superyo son muy conocidas. No poseo la formación ni los
conocimientos necesarios para realizar un análisis psicoanalítico de
mis observaciones. Lo único que puedo hacer es describir lo que he vis¬
to, presentar mis impresiones acerca de lo que esto significa desde el
punto de vista psicológico, y dejar que los expertos decidan si estas
observaciones encajan en la moderna teoría psicoanalítica.
Para simplificar las cosas, podríamos considerar que este meca¬
nismo emocional multifacético equivale a la personalidad. Todos tene¬
mos una y somos conscientes de algunas de sus características; por
ejemplo, sabemos si somos compulsivos o perfeccionistas. Sin embar¬
go, hay importantes elementos de nuestra personalidad de los que no
somos conscientes, que se encuentran en el inconsciente y pueden
165
vN6WESEDELOot0foE^
166
Mente y cuerpo
167
concienzudas, ambiciosas y orientadas a los logros, todo lo cual ejerce
presión sobre su atribulado yo.
Una observación más: así como existe una poderosa tendencia a
reprimir las emociones indeseables, parece existir un impulso igual¬
mente fuerte para hacerlas conscientes. Esta amenaza de superar la
represión es lo que obliga al cerebro a crear padecimientos como el
SMT, las úlceras y las migrañas.
168
Mente y cuerpo
169
AÉRESE Da
170
Mente y cuerpo
171
Walters propuso el término dolor regional psicógeno para desig¬
nar a este padecimiento. El término psicógeno indica que el trastorno se
debe claramente a una alteración emocional o mental. (Todos los
pacientes fueron estudiados detalladamente para descartar la posibili¬
dad de que sus síntomas se debiesen a una lesión física). La palabra
regional indica que el dolor afecta a una región específica del cuerpo,
independientemente de la distribución de los nervios.
Mi experiencia me permite apoyar y complementar las observa¬
ciones del Dr. Walters. He observado tanto la presencia de dolor debi¬
do al SMT, el cual incluye dolor en músculos, nervios, tendones o liga¬
mentos, como de dolor regional psicógeno en personas con estados de
ansiedad de diversas magnitudes, lo mismo que en pacientes con tras¬
tornos esquizofrénicos y maniacodepresivos. Al parecer, cuando el
cerebro necesita defenderse contra los sentimientos aflictivos o inde¬
seables, elige de entre un gran repertorio de trastornos dolorosos y no
dolorosos. Usualmente se observa dolor regional cuando el estado
emocional es severo.
Sostengo la hipótesis de que, además de los diversos grados de
severidad del trastorno emocional (por ejemplo, ansiedad leve, mode¬
rada o fuerte), los individuos reprimen esos sentimientos en diferentes
niveles. Podría parecer que en algunas personas, estas emociones
están enterradas tan profundamente que resultaría difícil, si no imposi¬
ble, que el terapeuta lograse que el paciente las llevara al nivel cons¬
ciente. En cambio, en otras personas, dichos sentimientos están al ras
de la superficie. Sin duda, los sentimientos más dolorosos o atemori¬
zantes están enterrados más profundamente.
En mi consulta, los pacientes con los problemas más severos y
que usualmente requieren de psicoterapia además del programa edu¬
cativo, representan alrededor del 5% del total.
172
Mente y cuerpo
173
^EMLOOt0f0E^
ESTADO ACTUAL DE LA
MEDICINA CUERPO-MENTE
174
Mente y cuerpo
Los temas que más nos interesan en esta área son la hiperten¬
sión, la cardiopatía coronaria, la arteriosclerosis (endurecimiento de las
arterias), las palpitaciones cardiacas y el prolapso de la válvula mitral.
Como todos sabemos, la presión sanguínea alta (hipertensión)
es muy común y un poco atemorizante debido a que se relaciona con
problemas cardíacos y con apoplejía. Muchas personas dan por hecha
175
^ESEDaootosoE^
176
Mente y cuerpo
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Mente y cuerpo
179
GÍBESE
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Mente y cuerpo
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^tRESEDEL°OíoS0EESP^
182
Mente y cuerpo
183
fue el caso de las ratas con trastornos autoinmunes alimentadas con el
agua endulzada con sacarina.
Las implicaciones de estos hechos para la salud y la enfermedad
humanas son enormes, ya que los trastornos autoinmunes son una de
las categorías patológicas más problemáticas y menos comprendidas.
Estos experimentos sugieren que el cerebro podría desempeñar algu¬
na función en el tratamiento de esas enfermedades. Además, me indi¬
ca que las emociones podrían influir en sus causas.
Norman Cousins, en su famoso libro The Anatomía otan lllness
[Anatomía de una enfermedad), describe cómo superó una de esas
enfermedades autoinmunes, llamada espondilitis anquilosante (que es
una forma de artritis reumatoide) al admitir que ésta estaba inducida
emocionalmente, e introduciendo una especie de terapia de buen
humor y vitamina C. Con base en mi experiencia con el SMT, me incli¬
no a pensar que lo que produjo la cura fue el hecho de que el paciente
admitió la función de las emociones en el origen de la enfermedad. Es
posible que dicho trastorno, al igual que el SMT, sirva para desviar la
atención del ámbito de las emociones, y que cuando la persona se da
cuenta de que eso es lo que sucede y dirige su atención a las emocio¬
nes, el trastorno carece de propósito y desaparece.
Los que creemos que el sistema inmunológico está fuertemente
influido por las emociones, estamos en deuda con el Dr. Ader por haber
demostrado este hecho en el laboratorio. Sin embargo, él no es el úni¬
co. Otros científicos han demostrado la existencia de relaciones mente-
cuerpo igualmente notables.
Un informe que me impresionó particularmente fue el que apare¬
ció en la prestigiada publicación Science en abril de 1982, escrito por
Visintainer, Volpicelli y Seligman. Estos investigadores describieron un
grupo de ratas que sufrían del mismo tipo de cáncer, las cuales fueron
expuestas a un molesto choque eléctrico en dos situaciones experi¬
mentales distintas: uno de los grupos podía escapar de él y el otro
debía soportarlo hasta que cesara. Ambos grupos recibieron choques
184
Mente y cuerpo
185
se volvieron religiosas en diferentes formas, aunque todas buscaban
algo superior a ellas mismas; todas ellas pasaban unos momentos del
día meditando, sentadas en silencio y en estado de contemplación u
oración; todas iniciaron un programa de ejercicios y cambiaron su ali¬
mentación, consumiendo menos carne y más vegetales. Ciertamente,
parece como si los factores emocionales y sociales hubiesen desem¬
peñado una importante función en esas «curaciones milagrosas».
Pelletier es autor del famoso libro acerca de la conexión mente-
cuerpo, titulado Mind as a Healer, Mind as a Slayer {La mente como
sanador, la mente como asesino; Nueva York; Delacorte, 1977).
Para los lectores interesados, existe un libro escrito por O. Cari
Simonton, Stephanie Matthews-Simonton y James Creighton titulado
Getting WellAgain {Nuevamente sano; Nueva York: J. P.Tarcher, 1978)
en el que se describe la técnica terapéutica de Simonton para el trata¬
miento del cáncer. Estos autores abordan el problema desde el punto
de vista psicológico con la intención de comprender a sus pacientes y
descubrir formas de cambiar actitudes y conceptos, ya que piensan que
éstos son relevantes para el resultado final.
Un libro muy popular publicado recientemente es Love, Medicine,
and Miracles {Amor, medicina milagrosa), del Dr. Bernie Siegel, ciruja¬
no de Yale (Nueva York: Harper & Row, 1986). El Dr. Siegel comenzó su
carrera como cirujano, dándose cuenta de las dimensiones sociales y
psicológicas del cáncer. Posteriormente comenzó a trabajar con sus
pacientes poniendo en práctica esa percepción. Su libro es muy inspi¬
rador y, debido a su popularidad, ha logrado que mucha gente se inte¬
rese en la idea de que es posible hacer que la mente contribuya a com¬
batir el cáncer.
Es posible que exista cierta preocupación acerca de la naturale¬
za del trabajo del Dr. Siegel, ya que carece de especificidad psicológi¬
ca y fisiológica. Este médico no presenta un modelo teórico de la forma
en que las emociones influyen en la causa y la cura del cáncer, ni de la
manera en que su trabajo encaja en ese modelo. Al carecer de esos
186
Mente y cuerpo
EL SISTEMA ¡NMÜNOLÓGICO Y
LAS ENFERMEDADES INFECCIOSAS
187
^EDa00to#OE^
188
Mente y cuerpo
189
Durante años he sido alérgico a la sustancia que exudan los gatos
(solía conocerse como caspa, pero ahora se nos dice que puede ser
algún componente de su saliva, el cual se seca después de que estos
animales se lamen el pelaje y flota en el aire). Si entro en una casa y no
estoy enterado de que hay un gato en ella, mis ojos comienzan a picar¬
me. Usualmente comienzo a frotármelos sin pensar. Entonces, el gato
entra en la habitación y yo digo «Ah, ya sé por qué me picaban los
ojos» y el escozor cesa. Esto sucede porque sé que la rinitis y la con¬
juntivitis alérgicas forman parte del repertorio de tensión de mi mente y,
como vimos en el capítulo 4, en el que hablamos del tratamiento, el
hecho de reconocer estas situaciones como lo que son las invalida y los
síntomas desaparecen.
La mayor parte de la comunidad médica rechaza la idea de que
las emociones tengan algo que ver con la alergia. Los dos ejemplos
anteriores no pueden ser explicados de otra manera y demuestran que
algo sucede, además de la reacción del sistema inmunológico autóno¬
mo ante las sustancias inhaladas. ¿Cómo es posible detener los sínto¬
mas simplemente pensando? Resulta claro que, en estos casos, se
activa la misma dinámica mental-emocional descrita en el capítulo que
habla del tratamiento.
No tengo pruebas de que esta «terapia de conocimiento» funcio¬
ne con las otras alergias más comunes, por lo que no diré nada acerca
de ellas, salvo que si yo sufriese alguna de ellas, ciertamente tendría en
cuenta los factores emocionales de mi vida.
Dicho sea de paso, el hecho de reconocer la función de las emo¬
ciones no impide el uso de los tratamientos médicos convencionales.
190
Mente y cuerpo
por los profanos. Sin embargo, aunque la mayoría de las personas aún
opina que las úlceras son provocadas por la tensión, los médicos tratan
incansablemente de probar lo contrario. Si leemos atentamente cual¬
quier publicación médica especializada en el sistema gastrointestinal
(existe una con el colorido nombre de Guts (tripas), encontraremos
muchos artículos que sugieren la existencia de causas puramente «físi¬
cas», y en los que no se menciona a las emociones. Esto coincide con
la tendencia a concentrarse cada vez más en la física y la química de
la enfermedad.
En mis diecisiete años de trabajo con el SMT, he observado que
existe una correlación constante entre dicho padecimiento y los trastor¬
nos gastrointestinales. Por lo general, los pacientes tienen anteceden¬
tes de acidez, hernia de hiato (la cual parece formar parte del síndrome
ulceroso), úlcera péptica, síndrome de colon irritable, colon espástico,
estreñimiento o «gases», por mencionar sólo los más comunes. Por lo
general, los pacientes sufrieron estos padecimientos antes de contraer
el síndrome doloroso.
Al igual que el SMT, tales trastornos son resultado de lo que he
llamado una función autónoma anormal, la cual, desde mi punto de vis¬
ta, es estimulada a su vez por los mismos factores emocionales que
provocan el SMT. Estos padecimientos son menos comunes que hace
treinta o cuarenta años, pero ello se debe a que el SMT se ha conver¬
tido en la defensa física preferida contra la ansiedad y la ira. Otra razón
probable es la creación de excelentes medicamentos antiulcerosos.
Dado que tales fármacos son capaces de eliminar los síntomas, éstos
se vuelven incapaces de atraer la atención del paciente, y éste es pre¬
cisamente el propósito de los procesos psicofisiológicos. Por ello, el
cerebro elige otro recurso, como el SMT. Esta reducción en la frecuen¬
cia de dichos trastornos ha sido documentada en las publicaciones
médicas.
La prueba más contundente de que los trastornos gastrointestinales
se relacionan con las emociones, por lo que pueden ser atacados de igual
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gírese Daootoso£Es^
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Mente y cuerpo
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'^ÍSEDELDOL<*oE¡^
EL MÉDICO BRUJO
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Mente y cuerpo
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EL DR. H. K. BEECHER
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Mente y cuerpo
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'
artas
de los
pacientes
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V#RESE BEL DoLq
)R ü£ ESP/^
Dr. Sarno:
...Mi dolor en la parte baja de la espalda comenzó cuando
tenía unos veinticinco años (ahora tengo treinta y cuatro).
Cuando cumplí treinta, el dolor se había extendido a toda mi
espalda, cuello y hombros. El dolor era crónico y con fre¬
cuencia, debilitante. Después de varias sesiones infructuo¬
sas, primero con mi médico familiar y luego con un neurólo¬
go, recurrí a la atención quiropráctica por recomendación
de un amigo. Después de dos años y medio de practicarme
«ajustes» de una a tres veces por semana, el dolor dismi¬
nuyó y se mantuvo bajo control, pero no se curó de manera
permanente. Como oficial de la marina, es posible que, en
un futuro no muy lejano, deba trabajar en el extranjero y
200
Cartas de los pacientes
201
^RESEDa0otoeoE^
202
Cartas de los pacientes
203
gastrointestinales durante un periodo de estrés, así que la
idea de que mi problema en la espalda pudiera haber
comenzado como un trastorno de somatización tenía senti¬
do para mí.
Siguiendo el consejo de un amigo, que también se había
«curado» gracias a su libro, traté de ser más activo, a pesar
del dolor. A pesar de que mis primeros intentos para aumen¬
tar mi nivel de actividad me resultaron muy atemorizantes,
pronto me di cuenta que no empeoraban el dolor. También
noté que el dolor pasaba de una pierna a la otra, a pesar de
que la tomografía mostró una protuberancia sólo en el lado
derecho. Esta observación fue muy alentadora. Recordé el
momento en el que, después de caminar alrededor de la
manzana y notar el dolor en mi pierna izquierda y también
en la derecha, empecé a reír de alegría. ¡Tenía razón! Todo
este sufrimiento se debía a la tensión muscular. ¡Después
de todo, mi vida no estaba arruinada!
Dos semanas después de este descubrimiento, reanudé mi
vida. Empecé a dar largas caminatas y a sentarme normal¬
mente. El dolor fue disminuyendo gradualmente. Noté que
cuando alguien mencionaba la palabra disco en una con¬
versación, mi dolor aumentaba. Tuve que releer su libro
varias veces para mantener mi confianza y después de
cada lectura, mi dolor disminuía. Evité el contacto con mi
ortopédico y con la gente que creía tener problemas estruc¬
turales en la espalda, ya que todavía estaba demasiado
indeciso en mi nueva comprensión, y el ciclo de miedo-
dolor-miedo-dolor se reactivaba fácilmente al pensar que
usted pudiera estar equivocado.
Cuando empecé a recuperarme, consulté a un terapeuta físi¬
co que pensaba que sus ideas eran plausibles y me ayudó a
incrementar mi capacidad de movimiento y a recuperar mi
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Cartas de los pacientes
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^EDa00ios0E^
206
Cartas de los pacientes
Estimado Doctor:
Le escribo para decirle cómo he progresado desde que lo vi
por última vez en noviembre. La última vez que hablamos,
usted había revisado los resultados de un estudio de reso¬
nancia magnética que me habían practicado. En ese
momento, yo estaba próximo a aceptar su recomendación
de someterme a una operación quirúrgica; no había mejo¬
rado después de un largo período de reposo en cama y,
posteriormente, el estudio de resonancia magnética parecía
mostrar una hernia de disco.
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Cartas de los pacientes
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Cartas de los pacientes
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2\4
Cartas de los pacientes
dolorosos del abuso sexual. Pero sabía que todos los signos
de dolor en la espalda desaparecerían cuando sanaran las
heridas psicológicas.
Permítame decirle lo agradecida que estoy con usted. Sus
¡deas no sólo me proporcionaron un marco de referencia
que me permitió sanar mi dolor en la espalda, sino que tam¬
bién me ayudaron a descubrir el verdadero significado ocul¬
to tras la tensión y el dolor. Ahora, la cura completa ha
comenzado.
Muchísimas gracias.
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ndice
temático
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*t**'*Laa«**B#s>
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Indice temático
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ndice
Introducción. 7
EL INICIO DEL DOLOR: IDEAS DE LOS PACIENTES ACERCA DE LAS CAUSAS Y TIPOS ... 27
TENSIÓN . 46
ESTRÉS . 46
LA MENTE CONSCIENTE . 48
EL INCONSCIENTE . 49
MENTE Y CUERPO. 69
LA SOLUCIÓN . 77
227
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222
■
.
.
*-•
A través del trabajo clínico y de sus
continuas investigaciones realizadas
desde 1973, el Dr. Samo ha logrado
identificar la causa de la mayoría de
los dolores comunes de espalda, cue¬
llo, hombros y extremidades, desarro¬
llando un tratamiento psicosomático
revolucionario gracias al cual innume¬
rables pacientes se han liberado de sus
dolores crónicos.
Los más de setecientos cincuenta mil
lectores de sus libros comparten con
sus miles de pacientes el descubri¬
miento de que la mayoría de los dolo¬
res de espalda tienen su base en la men¬
te, y por lo tanto, también su curación.
El enfoque terapéutico del Dr. Sarno
consiste en facilitar al paciente el cono¬
cimiento y la comprensión del verda¬
dero origen del dolor.
El Dr. Sarno es profesor de
Rehabilitación Médica en la Facultad
de Medicina de la Universidad de
Nueva York y atiende en el Instituto
Rusk de Rehabilitación, perteneciente
también a la Universidad de Nueva
York. Otros libros suyos publicados en
español son: La Mente Dividida y
Curar el Cuerpo, Eliminar el Dolor.
www.healingbackpain.com
Libérese del Dolor de Espalda