Prosas Escogidas
Prosas Escogidas
Prosas Escogidas
PROSAS
ESCOGIDAS
SELECCION DE LUIS APARICIO
MINISTERIO DE EDUCACION
DIRECCION DE PUBLICACIONES
San Salvador, El Salvador, Ceutro América
Hecho el depósito
que marca la ley.
Primaa edición
Dirución Ge11eral de Cultura
del Ministerio de Educación
San Salvador, 1968.
Segundtt edición
Dirección de Publicaciones
del Ministerio de Educación
San Salvador, !9i6.
Portada de
ANTONIO FLORES HERNANDEZ
Dibuio de
CAMILO MINERO
7
Vive, pues, alegre. A toda costa, aunque te halles muy he-
rido, conserva un rinconcito luminoso en tu espíritu, para que
de allí emanes luz y serena ventura.
8
MISION Y DEBER
9
¿Y para el labrador, que sembrar? ¿,Y aun para la espina, que
punzar? ...
Dice Pitúgoras: "Que nadie, ni por sus palabras, ni por sus
hechos, te lleve jamás a decir o hacer lo que no es útil para ti".
Util, significa en este caso, acorde esencialmente con tu propia
y más elevada naturaleza.
Es deeir, que cada hombre ha de tener su órbita; y no per-
mitir que nada le desvíe de aquélla.
En ese camino, circular, constante. siempre el mismo, re-
corrido rítmicamente, hallará el hombre la salud. la bondad,
la esperanza. Sin esa órbita, la vida es un caos, y el hombre, un
juguete de las circunstancias, de los caprichos ajenos, de los
intereses extraños, del tiempo y del Destino.
Concentrada la mente en seguir su propio derrotero, no
tendrá ojos para ver. o verá escasamente los errores y los vicios
ajenos. Y entonces, nos será fácil amar a los demás, y no deses-
perar de la vida.
10
CONOCETE A TI MISMO
11
el amor a Dios realizado mediante el amor a sus criaturas, se
comprende que sólo el humilde sea capaz de tan fervoroso
deseo; pues el soberbio, sintiéndose por encima de todos, supe-
rior a todos y diverso de ellos, no puede amarles, ni verles con
ternura y respeto; antes bien, como instrumentos y satélites
de su propia gloria.
Mas el hombre que se conoce, perderá la soberbia. Se tor-
nará más y más humilde cuanto más se conozca, hasta llegar
a comprender y a sentir que toda excelencia, hasta las más
suyas y propias, no están en él sino de reflejo, pues su verda-
dera, real y perdurable residencia no es el yo, la individuali-
dad, sino el Todo, la Universalidad, que es la manifestación
de Dios.
De este conocimiento, que es caridad, se origina la sarai-
dad o perfección, que nos lleva a ser salvos.
Bien dijo quien dijo que el conocimiento de sí mismo es el
principio de toda sabiduría. Mejor dijera si dijera que es tam-
bién su camino y su coronamiento.
12
MAS ALLA ...
13
todas estas criaturas que suspiran y sueñan y cantan, las que
atraen mi conciencia y mi amor. Todo para ellas; nada para
las que hallaré en mis vidas venideras. Todo para el dolor de
aquí, y la opresión de aquí y la cárcel de aquí. Y que se abre-
ven de mi sangre, si de su jugo pueden extraer un efluvio
fragante o un fulgor de claridad.
Mañana, cuando ya no esté aquí, entonces compartiré mi
vida con esas criaturas que no adivino aún. Hoy no: hoy, son
sueños, fantasmas, visiones, quimeras. Mientras que estos mí;
seros hijos de la Tierra, son palpitantes realidades. Son el ob-
jeto y la causa de mi verdad, y yo no quiero separarme un ins-
tante de mi verdad ...
Aquí estoy. Aquí lucharé. . . y con mis pies sangrantes
sobre los guijarros del camino, extraeré de la Vida toda la miel
y toda la hiel que ofrezca su copa misteriosa . ..
14
DAR
15
llevan y la distribuyen, alcanzan el más alto grado de la exis-
tencia heroica y noble y bella.
Es una singularidad de esos tres verbos que, siendo los tres
de determinación diferente, se confundan, se unifiquen en la
forma presente, en el momento de la creación: yo soy, yo doy,
yo voy. Diríase que un astro inmenso emitiera a un tiempo
tres destellos, o como si un pájaro del tamaño del Universo,
exhalara a un tiempo tres gorjeos en los cuales se encerrara
toda la música de la vida.
Tener, retener, contener, son cosas Yulgares, al alcance de
cualquiera en quien el espíritu de la acumulación priYe y
triunfe. Tener, es la riqueza ordinaria, fea, mísera, aquella de
que se dijo, simbolizándola en un hombre, que '"donde está su
tesoro, ahí está su corazón". Se puede uno enriquecer, llenar·
se de bienes, hipertrofiarse de dinero, y ser cada vez más mez-
quino, más triste, oscuro, dañino y antipático. Se puede llegar
a millonario como se llega a charca: y multimillonario , como
se llega a pantano. Y entonces, los vapores de la riqueza, igual
que los vapores de la marisma, incuban, desarrollan y extien-
den la fiebre.
Pero también, se puede llegar a la riqueza como se llega
16
a una cima, a una cumbre, y entonces la riqueza se vuelve una
antorcha, una luminaria, y sus resplandores son vida y alegría.
Eso es lo que se llama ennoblecerse por el trabajo; extraer
de éste la riqueza, y convertir ésta en alegría y fuerza para
todos.
La nobleza es aquel de los valores humanos que ninguna
revolución ni trastorno ni cambio de ideas ni de formas socia-
les pudieron jamás abolir. Hágase lo que se quiera, los hom-
bres continúan dividiéndose en nobles y plebeyos; únicamente
que la escala para llegar a ser noble va cambiando con los
tiempos: se llegaba antes por el sacerdocio, por la sangre, por
la ciencia, por la espada, por el arte; hoy se llega por el trabajo
y por la bondad. Aquel que más trabaja y más ampliamente
comparte con los demás los frutos de su trabajo, ese es el más
noble; porque se hizo capaz de ser, y luego de dar.
Laudemos a quienes adquirieron en grande para dar en
grande; regocijémonos con proclamar la nobleza del que sabe
dar; del que atiende ya, en vida, a la necesidad que clama satis-
facción; del que no espera a morirse para agraciar a quienes
carecen; al que abre los ojos de su cuerpo, y ve, y abre luego
los de su corazón, y remedia. Proclamamos que esa es nuestra
17
vida moderna, la sola manera legítima de ennoblecerse: dar,
darse.
Seamos nobles, hombres: demos nuestro tiempo, nuestra
energía, nuestras ideas, nuestro dinero, y salgamos de la condi-
ción de ostras adheridas a la peña, o de la más triste aún, de
pulpo, en acecho de vidas que absorber.
(De "Caminos de la paz").
18
EL ELOGIO DEL SILENCIO
19
Silencio es recordar que el simple hecho de repetir lo que
otros dicen, es formar la avalancha que luego arrastra la re-
putación y la tranquilidad de los demás.
Silencio es no quejarse, para no aumentar las penas de los
otros.
Silencio es decir hice, en vez de haré.
Silencio es recordar que la palabra al pronunciarla, se
lleva una parte de la energía necesaria para realizar la idea
que aquélla encarna.
Silencio es no exponer la idea o el plan a medio concebir,
ni leer la obra en borrador, ni dar como criatura viviente lo
que apenas es un anhelo.
Silencio es la semilla, y por eso germina.
Silencio es la raíz, y por eso sostiene.
Silencio es la savia, y por eso alimenta.
Silencio es recordar que si para nuestras cuitas y esperan-
zas es nuestro corazón un relicario, el corazón ajeno puede ser
una plaza de feria y hasta. un muladar.
Silencio es el capullo donde la oruga se cambia en mari-
posa, y silencio es la nube donde se forma el rayo.
20
Silencio es concentrarse, seguir la propia órbita , hacer In
propia obra, cumplir el propio designio.
Silencio es meditar, medir, pesar, aquilatar y acrisolar.
Silencio es la palabra justa, la intención recta, la promesn
clara, el entusiasmo refrenado, la devoción que sabe a donde
va.
Silencio es ser uno mismo, y no tambor que resuena bajo
los dedos de la muchedumbre.
Silencio es tener un corazón de uno, un cerebro de uno, y
no cambiar de sentimientos o de opinión porque así lo quieran
los demás.
Silencio es hablar con Dios antes que con los hombres,
para no arrepentirse después de haber hablado.
Silencio es hablar uno calladamente con su propio dolor,
y contenerlo hasta que se convierta en sonrisa, en plegaria o
en canto.
Silencio es, en fin , el reposo del sueño y el reposo de la
muerte, donde todo se purifica y se restaura, donde todo se
iguala y se perdona.
tDe " Caminos de la paz" ).
21
PLEGARIA
23
devuelvas la fuerza y el ritmo de mis movimientos, es porque
ya aprendí a beber el cáliz, y sé que sonreír, mientras las espi-
nas nos taladran las sienes, es una suerte de profunda oración.
Y así, n!lda te pido; mirando las nubes que divagan, me
contento de mi quietismo; y escuchando el ímpetu del trueno,
me consuelo de mi debilidad.
Señor, yo nada pido. De tus tesoros infinitos, yo no anhelo
sino mi sorbo de a_gua y el hálito imperceptible que basta a mi
respiración. Si pudiera, comería el grano desnudo que me ofre-
ce la espiga, la fruta que la rama no quiere sostener, y las
hojas adultas que la mata de hierba no puede por más tiempo
alimentar. Y sería feliz, bebiendo el agua en el cuenco de mi
mano, durmiendo sobre el césped, bajo· el claror de las estre-
llas, y esperando a que el cuervo me llevara, una vez cada día,
el sobrante de su parvo sustento.
Señor, tú sabes que es así, y aún, si tú quisieras, yo sería
un pino rumoroso que viviera de sayia, de sol y de rocío; o
una calandria diminuta, feliz con su cantarcito y sus alitas, y
hasta un simple y mudo guijarro que se abandona, humilde,
al capricho de las aguas inquietas.
Señor, yo nada te pido, sino que me des luz, que apacigües
24
mi alma; que el sorbo de agua límpida que me dejaste como
única merced, no se haga impuro al roce de mis labios. Aspire
yo tu luz con ojos luminosos, y el agua transparente que con-
forta mi sed se haga más diáfana al refrescar mi lengua.
Señor, yo nada pido; no más hágase en mí tu claridad, y
sienta yo la suprema ventura de no cambiar en cieno el agua
diamantina que destilaron las nubes invioladas.
¡Señor, yo nada pido! ... Nada, sino la gracia de que los
lirios que me diste, al salir de mis manos, se hayan tornado
estrellas ...
(De "Caminos de la paz").
25
HAZTE UN CRISTAL
A ti, que naciste para ser una voz.
27
gemidos de las criaturas tristes, que padecen porque no tienen
voz. Lámina igual y diáfana, para no deformar las palabras
hondas que ya fueron escritas, y que vienen a ti para que las
hagas entender a los sencillos y a los ignorantes.
Hazte un cristal: sé medianero de luz; sirve de puente a la
Aurora, que ansía descender hasta el alma tenebrosa del hom-
bre, y al enfermo corazón del hombre, que anhela subir a pu-
rificarse y a diafanizarse en la Aurora.
Tu misión es hacerte un cristal. Mas al cristal sólo se llega
por la senda de la Humildad, de la Pureza, de la Sencillez, de
la Alegría y del Silencio. De la perfecta humildad; de la per-
fecta pureza; del perfecto silencio; de la perfecta sencillez; de
la perfecta alegría.
¿Puedes tú devenir un cristal? ...
Perfecta es la pureza de aquel que destierra de sí, todo an-
helo que no sea el anhelo de recibir y esparcir la luz.
Perfecta sencillez es la de aquel que se mantiene simple,
sin engastes ni adornos, confiado en la sola belleza de la diafa-
nidad, en la virtud suprema de ser verdadero y transparente.
Perfecta es la alegría de aquel que no se deja empañar por
nieblas ni tinieblas; que sabe irisar sus propias lágrimas; que
28
olvida su propio dolor, porque sabe que la luz es serenidad y
alborozo, y el dolor ajeno transforma en oración -en deman-
da de luz-, porque sabe que toda oscuridad y toda pena se
curan con la luz.
Tu misión es hacerte un cristal .. .
¿Quieres tú devenir un cristal? .. .
(De "Las Siete Cuerdas de la Lira").
29
LA PRIMERA PIEDRA
31
nmguna participación en su pecado), le arro1e la pnmera
piedra''.
Fácil es sentenciar a muerte o a prisión perpetua a un cri-
minal. ¿Pero es justo?
32
HAZME SUAVE EL INSTANTE
33
gesto cordial, es medicina y alivio para mi atribulado corazón.
Después, ya perdido en las tinieblas del sepulcro, nada me ser-
vua.
Ahora me puedes dar amor. Después, sólo palabras vanas
y lágrimas tardías.
Por eso, hazme suave el instante; hazme suave el instante,
si es que sientes deseos de endulzarme el amargo vivir.
Después, ¿qué? . . . ¿Qué haré yo con tus negros vestidos
y tu semblante contristado? ¿De qué me servirá que suspi-
res, y descubras en mí cien virtudes y gracias que antes no
conociste? ¿De qué me servirá que enaltezcas mi nombre y te
abismes en la contemplación de mi ser?
¿Fui bueno, malo, cariñoso, áspero, cordial o incompren-
sivo? Fui .. . ya no soy. . . Ahora soy, no más, una sombra,
un nombre, nada. Ahora, que me recuerdes o me olvides, es
igual, y todos tus lamentos los cambiaría yo por una sola sua-
vidad que me hicieras cuando yo aún existía.
Por eso, hazme suave el instante, este instante que es la
realidad, la sola y accesible realidad.
Si nos separamos sin fundirnos, ya nunca más nos hallare-
mos. Porque tendremos que aprender una lección distinta de
34
la vida. El Destino arrastrará a cada uno a expiar y apren-
der la lección que no logró aprender y la culpa que no alcan-
zara a expiar. Un huracán dispersará nuestras almas, y un
foso inmenso dividirá nuestras vidas.
Acaso andaremos el uno junto al otro, sin sospechar que
tm tiempo nos amamos, o creímos amarnos. Y por no haber
sabido amarnos, porque todo no era sino egoísmo y vanidad
andaremos extraños el uno junto al otro. Y ya nunca sabremos
quién es ni adónde fue aquel a quien no supimos amar!
Por eso, hazme suave el instante, este instante, este único
instante en que tu corazón puede aislarme de la eternidad.
Sí, hazme suave el instante ...
35
DORMIR
37
CANCION
39
Todas las cosas, para incubar, nacer y crecer, necesitan
tiempo. Más las que son más grandes y trascendentes.
Recordad, en los momentos de laxitud y desánimo, que la
vida, en sí misma, por sí misma, es una criatura viva, que
actúa y lucha, aunque se desaliente y deserte aquel que la
engendró. Lo que merezca triunfar, triunfará.
(De "El rosal deshojado").
40
PURIFICACION DE LA MENTE
(FRAGMENTO)
41
HARAS A TU HIJ0 1
43
Y de eso, tuya será la gloria o la vergüenza.
Nos interesa extremadamente que hagas bien a tu hijo:
haz medianamente, si no puedes mejor, tu libro, tu estatua, tu
cuadro, tu gobierno, tu hacienda. Sé mediano, si no puedes ser
eminente, y sé vulgar si no puedes ser mediano. Te perdonare-
mos tu medianía y tu vulgaridad, puesto que, al cabo, no po-
drás hacernos mucho daño; pasarás con nosotros; más o menos,
te desvanecerás en la muerte al mismo tiempo que nosotros.
Pero tu hijo vivirá junto con nuestros hijos, y a éstos no
queremos tolerar que se les dañe: son lo más querido de no-
sotros, las flores de nuestra vida, y no debemos consentir que
por negligencia o estupidez quede con ellos un elemento de
ruina o de dolor.
Forja bien a tu hijo; pon todas tus fuerzas; junta cuantos
rayos de luz vagan dispersos en tu alma y empléalos en esa
obra de vida o de muerte.
Si quieres, no tengas ninguna otra cosa, si no puedes, vive
oscuro, tranquilo, retirado, y exento de toda lucha. Te exone-
ramos de todo trabajo social o político, y te concedemos la paz
y la libertad a cambio de que nos dejes un hombre.
44
EL HIJO ESTA AQUP
(1) Se asigna este título a un fragmento del capítulo "El Espíritu" del libro
"Las Siete Cuerdas de la Lira", Direcció n General de Publicaciones, San
Salvador, El Salvador, 1963, pág. 204. (N. del E.).
45
Lradas; en el café, que excita a mi cerebro, y me revela las es-
condidas armonías de la palabra ya ritmada; en la mano que
pulsa la cuerda del violín, y en el arquillo que la roza, arran-
cándole secretos y querellas; en la piedra y la arena, en el
viento y en la onda, en la escama y la pluma, en las mil formas
que el espíritu crea y modela y sinfoniza, para cantar el canto
de la vida.
¡Vibración, ritmo, canto! He ahí la tarea y la aspiración
de todo lo que alienta.
¡Ritmo y Canto! He ahí la Belleza, la Purificación y la
Verdad.
¡Canto! He ahí la voluntad del Padre y lo que pide a toJas
sus criaturas ...
¡Canto!
Cantemos , ¡oh hermanos! ... Hagamos de nuestra vida
un cántico, y entonces, cada uno de nosotros será el Hijo, y
veremos al Padre, y oiremos su inefable canción ...
46
DE UDN
( l) Se asi¡:na este título a un párrafo del capítulo "El Viaje del Espíritu'', de
•·L-¡s :-íicte Cucrdns de la Lira". Dirección General de Publicaciones, San
Salvador, El Salvador, 1963. pág. 127. (N. del E. ).
47