Tema 9.
Tema 9.
Tema 9.
Y POR RAZÓN
DE SEXO EN LAS
EMPRESAS
TEMA 1 - APROXIMACIÓN CONCEPTUAL AL
ACOSO SEXUAL PÁGINA 2
TEMA 2 - CONTEXTO DONDE SE PRODUCE
EL ACOSO PÁGINA 15
TEMA 3 – REPERCUSIONES DEL ACOSO
PÁGINA 18
TEMA 4 – DIRECTRICES PARA LA
SUPRESIÓN DEL ACOSO PÁGINA 20
TEMA 5 – CLAVES PARA LA INTERVENCIÓN
ANTE EL ACOSO SEXUAL Y EL ACOSO POR
RAZÓN DE SEXO EN LAS ORGANIZACIONES
LABORALES PÁGINA 31
1
1. APROXIMACIÓN
CONCEPTUAL AL ACOSO
SEXUAL
El acoso sexual supone la vulneración de varios derechos fundamentales: el derecho a
la libertad sexual, a la dignidad, a la intimidad, y, por supuesto, a la no discriminación
por razón de sexo y a la salud y la seguridad en el trabajo.
Este tipo de prácticas sociales, al igual que otras de parecido tenor (que, además de
darse en ámbitos institucionalizados, pueden tener lugar en la calle, en los transportes
2
o en otros muchos lugares y ámbitos como, por ejemplo, el de la prestación de
servicios), deja de ser natural o incuestionable cuando se empieza a ver con los ojos
del feminismo o, lo que es igual, cuando su lectura se realiza a través de un corpus
teórico que vincula esa práctica con un sistema intergrupal de poder que subordina a
las mujeres. Desde ese momento, esas prácticas dejan de interpretarse de manera
anecdótica y aislada o, como diría Celia Amorós (2008), se politizan. La visión de las
mismas se efectúa con dimensión y en clave sistémica. El reconocimiento del sistema
sexo-género (antes patriarcado) teorizado por el feminismo es, pues, el marco que
suministra el alcance interpretativo que hace que lo que durante mucho tiempo se ha
considerado “natural” o “biológico” se pueda poner en cuestión. Es lo que logra poner
nombre a lo que antes, por no tenerlo, se consideraba inexistente.
De hecho, según relata Siegel el término “sexual harassment” surgió en una sesión de
toma de conciencia (consciousness-raising session) llevada a cabo por Lin Farley en
1974 como parte de un curso sobre mujeres y trabajo en la Cornell University.
3
Mediante estas sesiones se ponía de relieve el alcance de una práctica centenaria
experimentada por un amplísimo número de mujeres empleadas en el servicio
doméstico y, desde finales del siglo XIX y comienzos del XX, en fábricas y oficinas.
Esas mujeres, independientemente de su color, ponían en común su experiencia,
también común, de ser requeridas sexualmente en un contexto laboral.
“El daño del acoso sexual es colectivo porque afecta al status de todas las mujeres en
el lugar de trabajo donde se produce, en el mercado laboral, y en la sociedad en su
conjunto. Aunque el acoso sexual causa un daño personal a la víctima, es un mal
social y un daño social que acontece a nivel personal”.
4
distinción, se podría decir que la dimensión grupal laboral es la que hace que el daño o
los efectos negativos producidos por el acoso no se vean reducidos a la persona
directamente acosada, sino que se extienda al “ambiente” laboral y, en especial, a las
personas que pertenecen a su mismo grupo en el lugar de trabajo, que se ven
subsumidas e implícitamente juzgadas según el patrón que reproduce de su grupo el
acoso. A su vez, la dimensión grupal sistémica hace que el daño del acoso se extienda
no sólo a quienes trabajan en el mismo lugar y forman parte del mismo grupo, sino a
las personas que forman parte del mismo grupo en todo el ámbito de lo social, que son
víctimas de la reproducción del patrón con el que van a ser consideradas.
Por lo demás, el planteamiento grupal y sistémico del feminismo sirve también para
diferenciar lo que puede ser una conducta de acoso sexual a un hombre y a una
mujer. Así, partiendo del hecho de que el sistema sexo-género coloca a hombres y
mujeres en una posición respectiva de dominio-subordinación, una conducta sexual de
acoso a un hombre puede que cercene el dominio de los hombres, pero en ningún
caso perpetúa su subordinación. Y esta observación tiene gran calado, en tanto pone
en cuestión la bilateralidad del fenómeno (y del concepto) del acoso sexual.
Formulándola expresamente: ¿pueden ser los hombres víctimas de acoso sexual?
Pues parece claro que, para cierto sector del feminismo, no, aunque haya quienes, a
su vez, intenten acomodar al mismo esquema del acoso sexual como opresión de
género los casos en los que las víctimas directas son hombres acudiendo al
argumento de que refuerza los estereotipos de género y, en ese sentido, beneficia en
último término a los hombres.
5
Bajo el enfoque de las diferencias, el acoso sexual es una discriminación sexual en sí,
porque la práctica lesiona de manera diferenciada a un grupo definido en una esfera -
la sexualidad en el empleo- en la que se puede comparar el trato a las mujeres y a los
hombres”.
Hay que destacar de este planteamiento que ese per se dé la caracterización del
acoso sexual de MacKinnon como discriminación sexual no tiene nada de esencialista,
sino que su fuente es la mirada a la realidad y los datos estadísticos: si hombres y
mujeres fueran víctimas de acoso sexual en igual medida, no cabría hablar de
discriminación sexual. La sexualidad es universal en las mujeres, pero no es exclusiva
de ellas. Todas las mujeres poseen sexualidad femenina, por lo que el atributo en
cuestión es una característica de género. Pero los hombres también poseen
sexualidad y podrían ser objeto de acoso sexual. Cuando resulta que no lo son, y lo
son en cambio las mujeres, aflora el trato desigual por género. Si sólo los hombres
fueran víctimas de acoso sexual, también sería un trato arbitrario por razón de sexo, y
de ahí la discriminación sexual. Siguiendo esta misma línea argumentativa, si lo fueran
ambos sexos, probablemente el trato no estaría basado en el género, de ahí que no
resultara discriminatorio por sexo. De este modo, el acoso sexual de las mujeres
trabajadoras es un trato inadmisible por razón de sexo bajo ambos enfoques.
6
La intersección sexo-género, el mercado laboral y el lugar de trabajo
“El acoso sexual perpetúa la estructura entrelazada por la que las mujeres han sido
sexualmente esclavizadas a los hombres y mantenidas en la parte más baja del
mercado de trabajo. Dos fuerzas de la sociedad estadounidense convergen: el control
de los hombres sobre la sexualidad de las mujeres y el control del capital sobre la vida
laboral del personal a su servicio. Las mujeres han sido históricamente requeridas
para intercambiar servicios sexuales por bienes de subsistencia, de una u otra forma”.
Pero los sistemas de poder cambian con los tiempos, y lo mismo ocurre con los
fenómenos inscritos en ellos. En los años setenta, el acoso sexual al que presta
atención originariamente el feminismo presenta unas características específicas. Se
concibe fundamentalmente como una práctica en la que quien acosa utiliza su posición
económica y sus recursos para asegurarse el acceso sexual con mujeres que de otro
modo no obtendría. Sin embargo, cuando el acoso sexual así entendido se va
haciendo un hueco en el ámbito jurídico, la práctica del acoso cambia de fisonomía. La
7
causa se encuentra en las variaciones operadas en el mercado laboral en esos años,
cuando las mujeres se van incorporando a trabajos reservados tradicionalmente a los
hombres y estos lo viven como un intrusismo. En el nuevo escenario el acoso sexual
cumple una función diferente. Lo había avanzado Farley: “La función del acoso sexual
en trabajos no tradicionales es mantener a las mujeres fuera: su función en el sector
tradicionalmente feminizado es mantenerles abajo”.
No es que el escenario del acoso sexual en los años 70 haya desaparecido. De hecho,
se siguen dando casos en los que las mujeres se ven forzadas a mantener relaciones
sexuales si quieren mantener su trabajo, pero el esquema deja de ser ya el de la
transacción sexo por subsistencia económica. De hecho, en la nueva fisonomía del
acoso los hombres no utilizan el poder económico para asegurarse el acceso sexual a
las mujeres que de otra manera no podrían conseguir, sino que los hombres usan
conductas tanto de naturaleza sexual como no sexual para comunicar a las mujeres su
condición de intrusas en el lugar de trabajo.
8
el “acoso sexual” como “acoso de género” (gender harassment), entendiendo que lo
determinante no es el diferente sexo de la víctima, ni el carácter sexual de la conducta,
ni tan siquiera que lo realice un hombre a una mujer, sino que refleje o perpetúe
estereotipos de género en el lugar de trabajo o, en otros términos, que arbitre “una
tecnología del sexismo” (Franke, 1997, p. 696).
Bajo este esquema puede ser interpretado precisamente otro famoso caso de la
jurisprudencia estadounidense que aborda el acoso sexual entre personas del mismo
sexo, como es Oncale v. Sundowner Offshore Services (1998). En él se enjuicia un
supuesto de acoso que tiene lugar en una plataforma de petróleo instalada en el golfo
de México y en el que un grupo de trabajadores somete a otro compañero a conductas
explícitamente sexuales (como las de presionar sus penes contra su cuerpo mientras
lo mantienen abajo, hacerle tocamientos en la ducha, etc.). Como de nuevo advierte
Siegel el acoso hombre-hombre de este caso bien podría ser asimilado al acoso
hombre-mujer del caso Harris: “Desde esta perspectiva, los acosadores de Oncale
estarían desplegando una conducta sexualizada hacia roles laborales con marca de
género, a pesar de que no haya mujeres en la escena -en un sentido importante para
asegurar que ninguna mujer aparezca nunca en la escena. Las plataformas petroleras
en el Golfo de México, al igual que las empresas de alquiler de equipos de
construcción, son espacios “masculinos”, y la realización de ciertas masculinidades en
el desempeño de su trabajo es al parecer un importante mecanismo para mantenerlos
así”.
9
Las teorías de la dignidad enfocan el acoso sexual como un ataque a los derechos y a
otras características de las personas que constituyen su dignidad. La teorización de
Wall resulta particularmente significativa al respecto. Para este filósofo, el acoso
sexual es condenable en tanto viola los derechos morales de autonomía y de
privacidad de la víctima. Sería un caso de lo que denomina “comunicación ofensiva”
(wrongful communication). Wall presenta como “necesarias y conjuntamente
suficientes” para que se pueda hablar de acoso sexual las siguientes condiciones
1. X comunica con éxito a Y, el interés sexual que X o alguien más ha manifestado por
alguien (que puede ser Y o alguien más).
Así pues, cuando se cumplen las cuatro condiciones (contenido sexual, falta de
consentimiento de la parte receptora, repetición de la conducta y angustia emocional)
se podría decir que X ha acosado sexualmente a Y.
“El daño más importante del acoso sexual es un daño dignitario: por humillar, intimidar,
atormentar, presionar, o burlar a las personas en sus lugares de trabajo, el acoso
sexual es un insulto a la dignidad, la autonomía y la personalidad de cada víctima; tal
acoso viola el derecho de cada persona a ser tratada con el respeto y la consideración
que le es (to her) debida como ser humano pleno e igualmente valioso”).
10
jurídica individualizada, que se propone articular en torno al derecho a la dignidad, a la
autonomía y a la personalidad.
Sin embargo, mientras en el Derecho alemán la cuestión está bastante clara (el acoso
sexual viola la dignidad individual en el trabajo), no ocurre lo mismo con el Derecho
comunitario, que, aunque descansa en la dignidad como elemento definitorio, utiliza la
bipolaridad.
11
la aplicación del principio de igualdad de trato entre hombres y mujeres en lo que se
refiere al acceso al empleo, a la formación y a la promoción profesionales, y a las
condiciones de trabajo, donde se introduce una distinción donde se hace referencia
expresa al acoso sexual. Lo que ocurre es que, como se verá a continuación, al mismo
tiempo se introduce un elemento de confusión que desvirtúa el planteamiento del
sistema sexo-género como marco interpretativo del acoso que sufren las mujeres.
12
como discriminación se efectúe apodícticamente. Queda claro que el acoso, al igual
que la discriminación, queda prohibido, pero no se concreta la manera en la que se
rompe en ese supuesto la igualdad de trato. Tiene razón pues Baer (2004, p. 590),
cuando dice que en Alemania tanto como en la Comisión europea, las mujeres
lucharon por la adopción del prisma de la igualdad, pero perdieron frente a la cultura
jurídica dominante que consiguió que venciera el enfoque de la dignidad en el derecho
contra el acoso sexual en el trabajo.
13
continuar siendo las víctimas potenciales; g) se lamente que la estrategia defensiva
más utilizada por las mujeres siga siendo la espera y el encerramiento en el silencio;
h) se prescriba que la información no se reserve sólo a las mujeres, sino que deba de
dirigirse igualmente a los hombres, haciéndoles tomar consciencia del hecho que todo
el mundo puede ser la víctima “sea directamente (las mujeres) o indirectamente (sus
mujeres o hijas)”; o que, en fin, g) se llame a combatir el sexismo vehiculado por el
lenguaje y se anime a cuidar las representaciones que se emiten sobre las mujeres.
Dicho esto, a la luz de documentos posteriores cabe decir que el tratamiento del acoso
sexual y, más en general, de la violencia contra las mujeres en la Unión Europea sigue
siendo desconcertante. Así, mientras en la Recomendación, el Código de conducta y
en las Directivas se plasma, como se ha dicho, la bilateralidad, en la más reciente
Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo, al Comité
Económico y Social Europeo y al Comité de las Regiones titulado “Estrategia para la
igualdad entre mujeres y hombres 2010-2015”, el acoso sexual vuelve a encontrar
acomodo en la violencia contra las mujeres.
14
2. CONTEXTO DONDE SE
PRODUCE EL ACOSO
El acoso sexual y el acoso por razón de sexo son reflejo de las relaciones sociales de
poder entre mujeres y hombres, por lo que sus causas están relacionadas con los
roles atribuidos a los hombres y a las mujeres en la sociedad, y como consecuencia,
afecta a las relaciones de poder en el ámbito laboral.
Como constatan diferentes estudios realizados, el hecho de que las mujeres sean
mayoritariamente el objeto de estas situaciones tiene que ver con estas relaciones de
poder, en las que se las percibe como sujetos carentes de poder o en inferioridad de
condiciones al respecto. Así, por ejemplo, el perfil más frecuente de la víctima de
acoso sexual no es la trabajadora joven y atractiva, sino que con mayor frecuencia
aparecen otros rasgos que señalan a una mayor vulnerabilidad social:
Por otra parte, también la percepción de las mujeres como competidoras por el acceso
al poder lleva a que éstas se conviertan en objeto de acoso sexual y de acoso por
razón de sexo, especialmente en los casos de acceso de mujeres a actividades y
puestos de trabajo con fuerte tradición masculina.
Otro hecho revelado por las investigaciones desarrolladas en torno al acoso sexual y
el acoso por razón de sexo es el reducido índice de denuncias registrado. Numerosas
víctimas encuentran serias dificultades para expresarlo o hacer partícipe a alguien de
15
su entorno (ya sea personal o profesional), y más aún para denunciarlo. Se pueden
establecer varios factores que limitan la visualización y denuncia de estas situaciones.
En primer lugar, está la propia dificultad para definir la naturaleza de lo que constituye
una situación de acoso. Un mismo hecho puede, o no, ser considerado como acoso
sexual por diferentes personas.
Así, de igual manera que quien acosa puede sorprenderse de que su conducta se
considere ilícita, una víctima de acoso puede inhibirse de denunciar su malestar por
miedo a estar malinterpretando un acto de camaradería, una conducta normal. Otra
dificultad añadida para las víctimas a la hora de dar el paso de denunciar el acoso es
decidir respecto al momento adecuado:
Una denuncia demasiado pronto puede considerarse como exagerada, como una mala
interpretación de un acto de confianza, lo cual puede generar un clima de
animadversión hacia la propia víctima y restar credibilidad a cualquier otra conducta
agresiva que pudiera producirse en el futuro.
Una denuncia tras varias agresiones podría poner en tela de juicio la coherencia de su
actuación, debiendo justificar porqué se ha tolerado o “permitido” la conducta de acoso
hasta ese momento, disculpando la conducta de quien ha cometido el acoso.
La frecuencia con las que se han producido estas situaciones y la gravedad de las
mismas, han llevado a que desde la normativa se haya invertido la carga de la prueba
en los casos de acoso y otras medidas para la protección y tutela de las víctimas en el
caso de denuncia.
16
Esta combinación de situaciones y percepciones vienen a reiterar la necesidad de que
las organizaciones laborales comprendan que la inexistencia de denuncias no significa
necesariamente que no existan situaciones de acoso sexual o de acoso por razón de
sexo y que adopten posiciones y establezcan medidas que hagan patente su
intolerancia ante situaciones que mermen la salud y la seguridad de trabajadoras y
trabajadores en el entorno laboral.
1. De acuerdo con las Leyes procesales, en aquellos procedimientos en los que las
alegaciones de la parte actora se fundamenten en actuaciones discriminatorias, por
razón de sexo, corresponderá a la persona demandada probar la ausencia de
discriminación en las medidas adoptadas y su proporcionalidad.
17
3. REPERCUSIONES DEL
ACOSO
Los efectos negativos del acoso sexual y del acoso por razón de sexo se hacen sentir
sobre:
La persona acosada
La organización laboral
La sociedad
La persona acosada
Por último, aunque no por ello menos importante, este desgaste de la salud se traduce
en un deterioro de su desempeño en el trabajo, una menor productividad, e incluso
absentismo causado por los trastornos de salud.
En última instancia, el acoso puede llevar incluso hasta el abandono del puesto de
trabajo, para no tener que enfrentarse a un hostigamiento diario.
La organización
18
Por otra parte, se genera un ambiente de trabajo tenso y hostil, que afecta
negativamente a la motivación del personal que no es objeto del mismo, pero que es
testigo o conoce la existencia de dicho comportamiento, lo que deriva en un detrimento
de la rentabilidad de la organización.
La sociedad
Finalmente, hay que considerar que este fenómeno no es exclusivo del ámbito laboral.
El acoso es reflejo y manifestación de la desigualdad social entre hombres y mujeres,
por lo que la sociedad en su conjunto se ve afectada por esta forma de discriminación.
El acoso sexual y el acoso por razón de sexo suponen costes en el sistema de salud,
la seguridad social, el sistema judicial, las polí- ticas sociales, etc.
19
4. DIRECTRICES PARA LA
SUPRESIÓN DEL ACOSO
La eliminación de las conductas de acoso sexual requiere que se modifiquen los
patrones de relaciones de poder desigual de mujeres y hombres en la sociedad, en
general, y en el ámbito laboral, en particular.
El fomento de un entorno laboral libre de acoso sexual precisa que los valores de la
igualdad entre mujeres y hombres sean compartidos por todas las personas
integrantes de la organización. Fundamentalmente, esto se ve facilitado por la
implementación de acciones de sensibilización, de diferentes formas y desde
diferentes estancias. Una organización que asume la aplicación del principio de
igualdad entre mujeres y hombres, como elemento central de su cultura puede:
20
Elaborar códigos de conducta y buenas prácticas.
Facilitar información a la plantilla respecto de la tipificación de las conductas
que se consideran acoso sexual y de las sanciones que acarrea.
Informar de los cauces y procedimientos previstos para la denuncia de
situaciones de acoso en la organización.
Realizar acciones formativas cuyo objetivo y contenidos favorezcan el
desarrollo de actitudes abiertas a la igualdad entre mujeres y hombres,
dirigidos al conjunto de la plantilla y especialmente al personal directivo y de
mando intermedio.
Llevar a cabo actividades (jornadas, campañas publicitarias, etc.) orientadas a
la formación y/o fortalecimiento de actitudes favorables a la igualdad entre
mujeres y hombres.
Las organizaciones, no cuentan solo con sus equipos directivos en esta labor de
prevención y de cambio cultural, sino que cuentan con la participación de la
representación legal de trabajadores y trabajadoras, que tiene un importante papel
como apoyo y promotora de actuaciones en esta materia. Desde esta perspectiva, las
actuaciones de prevención se pueden fortalecer con la intervención de la RLT
mediante:
21
Ejemplos de Buenas Prácticas:
22
Los dos primeros apartados (posición de la organización y tipificación) tienen un
carácter orientador y contextualizan (incluyendo el marco normativo) las actuaciones
que se van a llevar a cabo para la eliminación de las conductas de acoso sexual en el
entorno laboral.
Tienen, además, un valor sensibilizador, ya que muestran tanto el rechazo que genera
este tipo de comportamientos, como las conductas no aceptadas.
En primer lugar, es necesario establecer qué personas van a desarrollar las labores de
apoyo, asesoramiento e investigación de las denuncias. Para ello, se puede constituir
un equipo de trabajo o Comisión de Asesoramiento, en la que estén representadas la
dirección de la organización y la representación legal de trabajadores y trabajadoras.
Tanto en este caso, como en el caso de que la persona denunciada formara parte de
esta Comisión, se deben prever los mecanismos para su reemplazo (puntual, salvo en
el caso de que se prueben los cargos contra la persona denunciada en el último
supuesto, cuyo reemplazo debe ser definitivo). Las funciones de la Comisión podrían
incluir:
23
Cuando proceda, instar a la dirección de la organización a abrir expediente
disciplinario, informando de las sanciones impuestas
Supervisar el cumplimiento efectivo de las sanciones
Velar por las garantías del protocolo de actuación
La/s persona/s de referencia en los casos de acoso puede proceder del departamento
de Recursos Humanos, del Comité de Seguridad y Salud, o del departamento de
Igualdad, si existe o la propia Comisión de Asesoramiento.
Una característica que deben tener los procedimientos es que han de ser ágiles y
rápidos en su desarrollo, sin que ello suponga una merma en el rigor, para evitar
situaciones que perturban el desarrollo habitual del trabajo durante mucho tiempo.
24
Puesto que en la mayoría de los casos tan solo se busca el cese de la situación de
acoso, deben incluirse tanto procedimientos formales de resolución como
procedimientos informales.
Para ello, podría ser suficiente con que la persona que presenta la denuncia exponga
a la persona denunciada que su conducta no es deseada, que entorpece el
desempeño de su trabajo y enrarece el ambiente laboral.
En algunos casos, por el tipo de relación laboral entre ambas partes o por tratarse de
un acontecimiento suficientemente grave, es recomendable prescindir de los
procedimientos informales y pasar directamente a un tratamiento formal del conflicto.
25
Es importante que en aquellos casos en que la persona denunciante y la denunciada
compartan espacios de trabajo o tengan una relación jerárquica de trabajo se
establezcan medidas cautelares para prevenir el agravamiento del problema.
Siempre que sea posible, se puede establecer el desplazamiento de una de las dos
personas a otro departamento o área de la organización, dando prioridad a la víctima
para elegir si quiere ser la desplazada o prefiere mantenerse en su puesto.
Artículo 10.
Los actos y las cláusulas de los negocios jurídicos que constituyan o causen
discriminación por razón de sexo se considerarán nulos y sin efecto, y darán lugar a
responsabilidad a través de un sistema de reparaciones o indemnizaciones que sean
reales, efectivas y proporcionadas al perjuicio sufrido, así como, en su caso, a través
de un sistema eficaz y disuasorio de sanciones que prevenga la realización de
conductas discriminatorias.
Artículo 8.
“11. Los actos del empresario que fueren contrarios al respeto de la intimidad y
consideración debida a la dignidad de los trabajadores.
26
13. El acoso sexual, cuando se produzca dentro del ámbito a que alcanzan las
facultades de dirección empresarial, cualquiera que sea el sujeto activo de la misma.
27
C. Quiénes intervienen en la prevención y actuación frente al acoso.
Dado que el acoso sexual y el acoso por razón de sexo se producen en el ámbito
laboral y que repercuten sobre la salud de las personas trabajadoras, el tratamiento de
estas situaciones debe realizarse desde la práctica de la salud laboral en la
organización. En este escenario, la principal responsabilidad recae sobre la dirección
de la organización, tal como señala la Ley 31/1995 de Prevención de Riesgos
Laborales:
Artículo 14.
Por otra parte, como conducta discriminatoria por razón de sexo, también la Ley
Orgánica 3/2007 para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres establece la
responsabilidad de las empresas (y organizaciones laborales) de garantizar un
ambiente laboral libre de acoso y de establecer medidas para la prevención y la
actuación y sanción del acoso sexual y del acoso por razón de sexo:
Artículo 48.1
“Medidas específicas para prevenir el acoso sexual y el acoso por razón de sexo en el
trabajo.
Las empresas deberán promover condiciones de trabajo que eviten el acoso sexual y
el acoso por razón de sexo y arbitrar procedimientos específicos para su prevención y
para dar cauce a las denuncias o reclamaciones que puedan formular quienes hayan
sido objeto del mismo.
28
Con esta finalidad se podrán establecer medidas que deberán negociarse con los
representantes de los trabajadores, tales como la elaboración y difusión de códigos de
buenas prácticas, la realización de campañas informativas o acciones de formación.”
Asimismo, señala la posibilidad de incorporar estas medidas como una de las materias
de los planes de igualdad en las organizaciones laborales:
Artículo 46.2.
Artículo 48.
“Medidas específicas para prevenir el acoso sexual y el acoso por razón de sexo en el
trabajo.
29
Las actuaciones para la erradicación y sanción de las conductas de acoso sexual y de
acoso por razón de sexo no acaban en el contexto de la empresa u organización.
Actuar de oficio, vigilando el cumplimiento del mandato de la norma por parte de las
empresas y/o organizaciones laborales.
Asimismo, la Ley Orgánica 3/2007 establece medidas para la protección y tutela de las
víctimas en el caso de denuncia:
Artículo 12.
3. La persona acosada será la única legitimada en los litigios sobre acoso sexual
y acoso por razón de sexo.”
30
5. CLAVES PARA LA
INTERVENCIÓN ANTE EL
ACOSO SEXUAL Y EL
ACOSO POR RAZÓN DE
SEXO EN LAS
ORGANIZACIONES
LABORALES
1 El acoso sexual y el acoso por razón de sexo son situaciones sobre las que se
debe actuar tanto desde la perspectiva de la igualdad entre mujeres y hombres
como desde la de la salud laboral.
31
5 El acoso conlleva graves consecuencias sobre toda la organización: ocasiona
daños a la salud de la persona que sufre la situación de acoso, pero también
afecta negativamente sobre el resto de las personas trabajadoras que conviven en
un clima de tensión y discriminación, y para la empresa, supone una pérdida de
productividad, que se agrava por los costes que conlleva el absentismo, la rotación
del personal, la baja productividad, etc.
7 Las personas que sufren acoso sexual a menudo son reacias a quejarse.
Pueden pensar que denunciarlo no tiene objeto porque no puede hacerse nada al
respecto, porque no se les tomará en serio, o por temor a las represalias. La
aplicación de medidas preventivas, así como de denuncia y sanción facilita la
formación de un clima laboral en el que esos temores se reducen.
32