La Ilustración
La Ilustración
La Ilustración
Entre los siglos XVII y XVIII ocurrieron cambios fundamentales en la mentalidad de los europeos. Luego de un periodo de avances
científicos, apareció una nueva corriente de pensamiento: la Ilustración.
La revolución científica en el siglo XVII. En el siglo XVII en Europa se generó una revolución en los campos
de las ciencias y las humanidades. Entre los científicos más importantes de ese periodo estuvieron:
Galileo Galilei (1564-1642), científico italiano que demostró la exactitud científica de la teoría
heliocéntrica. También logró avances en el campo de la mecánica y enunció el principio de inercia.
Johannes Kepler (1571-1630), científico alemán que formuló las leyes de las órbitas de los
planetas e introdujo el lenguaje matemático en la astronomía.
Isaac Newton (1643-1727), científico inglés que realizó investigaciones sobre óptica y la luz, y
formuló la ley de gravitación universal.
La filosofía también se puso al servicio de la ciencia. El inglés Francis Bacon (1561-1626) formuló el método experimental, según el cual
todo lo que sea demostrable por la experiencia puede ser considerado cierto. El francés René Descartes (1596-1650) estableció la duda
metódica como base del conocimiento, exaltando así el uso de la razón. Por ello, a su pensamiento se le conoció como racionalismo.
La expansión de la Ilustración. Desde la primera mitad del siglo XVIII, el pensamiento ilustrado se expandió por toda Europa, y Francia se
convirtió en el centro de esa difusión. Los focos principales fueron las ciudades portuarias (Amberes, Londres o Hamburgo) y las grandes
capitales europeas: París, Viena, Madrid, Lisboa, Berlín y San Petersburgo.
Los ilustrados se apartaron de las universidades y de las academias oficiales. El principal lugar de encuentro de los intelectuales fueron
los salones de la burguesía, donde se celebraban tertulias. Como medios de difusión emplearon la prensa y los libros. La edición de libros,
folletos, revistas y periódicos prosperó, pues a pesar de las censuras y las prohibiciones, siempre encontraron un lugar para imprimirlos
y una organización para distribuirlos.
El nacimiento de la opinión pública. La Ilustración se distinguió de los otros movimientos intelectuales precedentes por el destinatario
de su mensaje: las mayorías letradas. Esto no hubiese sido posible sin el progreso de la alfabetización en la Europa del siglo XVIII, lo cual
permitió el desarrollo de lo que ahora se conoce como opinión pública. Así, las discusiones y debates de ideas ya no se restringían a los
espacios cerrados de la élite, sino que alcanzaban a una población más amplia.
La Ilustración fue un fenómeno básicamente europeo, pero pronto sus ideas se extendieron por muchos de los territorios coloniales de
las potencias europeas, en especial en la América hispana y británica.
La Enciclopedia. En la segunda mitad del siglo XVIII, apareció en Francia la Enciclopedia o Diccionario razonado de ciencias, artes y oficios,
cuyo objetivo fue volcar todo el saber humano en una gran obra. Fue dirigido por dos de los académicos más destacados de la época:
Jean Le Rond d’Alembert y Denis Diderot, y constaba de 28 volúmenes. En la redacción intervinieron unos 130 colaboradores de distinta
procedencia y pensamiento, entre ellos los mayores sabios y científicos de la época. Además de exponer la cultura de su época, la
Enciclopedia postulaba las nuevas ideas económicas y la igualdad entre la burguesía y la aristocracia, a la vez que criticaba la religión, la
Iglesia y la filosofía medieval. Estas ideas generaron la reacción de la Iglesia y del poder secular. La Enciclopedia fue condenada por la
Inquisición y prohibida en muchos países (Francia, España y sus colonias americanas).
Los avances tecnológicos. La ciencia en el siglo XVIII experimentó grandes avances en todas las ramas del saber. La característica principal
de este periodo fue la necesidad de aplicar las innovaciones y los descubrimientos científicos en la mejora de las condiciones de vida de
los individuos a través de la tecnología y los inventos prácticos.
La tecnología para la producción. Los nuevos inventos fueron la base del desarrollo de la futura Revolución Industrial. Así, por ejemplo,
la máquina de vapor creó la posibilidad de emplear una fuente de energía tanto en bombas para desaguar minas inundadas como en
máquinas para hilar, tejer y desmotar algodón. La utilización del carbón tostado (“coque”) para fundir hierro evitó, a su vez, que siguieran
talándose bosques en Inglaterra para usar la leña como combustible.
Las innovaciones en el transporte y las comunicaciones. En 1783, los hermanos Joseph y Jacques Montgolfier idearon globos aerostáticos
impulsados por aire caliente que podían llevar tripulantes en una barquilla. Por otro lado, la creación de un “cajón neumático” permitió
crear zonas secas en el lecho de los ríos para
construir el basamento de los puentes, mientras se difundía la construcción de canales.