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Golpe de Estado

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Para comenzar a hablar sobre este suceso histórico, debemos ponernos en contexto sobre

todo lo ocurrido previamente. Salvador Allende Gossens se inició en la política entrando al


grupo Avance, llegando a ser vicepresidente de la Federación de Estudiantes de la
Universidad de Chile “FECh” en 1930, pero, debido a su oposición a ciertas posiciones del
grupo durante los meses previos a la caída de la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo, fue
expulsado de él. A pesar de este suceso, siguió actuando como líder estudiantil, lo que le
valió su detención.
En el año 1933, participó en la fundación del Partido Socialista de Chile, organizando la
sede de Valparaíso y manteniéndose en este partido durante toda su vida. Se comprometió
fuertemente con el proyecto del Frente Popular, al que los socialistas se integraron tras un
Congreso general realizado en el año 1936, y pronto se convirtió en presidente de dicha
organización en Valparaíso. Dentro del Partido Socialista de Chile, fue jefe de núcleo en el
año 1933, secretario seccional en 1934 y secretario del comité regional de Valparaíso desde
el año 1937 hasta 1939.
Su partido lo proclamó candidato a diputado por la 6ta agrupación departamental de
Quillota y Valparaíso y resultó electo junto a otros dos socialistas. Inició su vida
parlamentaria con la petición al presidente de la Cámara de que los 17 diputados socialistas
prometieran y no juraran, lo cual fue aceptado y participó fundamentalmente en la creación
de distintos proyectos de leyes relacionadas a problemas sociales.
Durante la campaña presidencial de Pedro Aguirre Cerda, Allende dirigió dicha campaña
en la ciudad de Valparaíso. Dejó su escaño para unirse al nuevo gobierno de Pedro Aguirre
Cerda como ministro de Salubridad, desde agosto del año 1939.
En el año 1943, se convirtió en secretario general del Partido Socialista, dicho cargo
ocuparía hasta junio de 1944. Al año siguiente fue elegido senador por Valdivia,
Llanquihue, Chiloé, Aisén y Magallanes y en el año 1953, por Tarapacá y Antofagasta.
Por primera vez se postuló a la Presidencia de Chile en el año 1952, consiguiendo un 5,44%
de los votos, lo que se debió en parte a la división de un sector del socialismo que apoyó a
Carlos Ibáñez y a la exclusión del comunismo.
El 6 de agosto del año 1952, protagonizó el último duelo de honor registrado en la historia
de este país, el desafiante fue el senador Raúl Rettig, quien contradijo los dichos de Allende
en el senado. El duelo fue a pistola y ambos erraron sus disparos, aunque se dispararon a
matar, sin resentimientos volvieron a ser amigos.
En 1958, Allende se presentó nuevamente como candidato de la alianza socialista
comunista Frente de Acción Popular, consiguiendo el 28,91% de los votos. Esta vez se
atribuyó la derrota de Allende a la participación de un candidato populista, Antonio
Zamorano, el cual le habría quitado votos de los sectores populares.
Se postuló a la Presidencia por tercera vez en el año 1964, nuevamente representando al
Frente de Acción Popular. La elección ocurrió en una competencia entre Allende y Eduardo
Frei Montalva. Por temor a que triunfara Allende, el electorado de derecha mostro su apoyo
hacia Frei en lugar de al radical Julio Durán, que era su candidato inicial. Enfrentado a dos
de los tres tercios de la política chilena, Allende finalmente fue derrotado por tercera vez
con un 38,92% de los votos contra el 55,6% de Eduardo Frei.
La opción golpista a estas alturas estaba latente en la oposición del gobierno de Allende.
Richard Nixon, quien era el presidente actual de los Estados Unidos en este tiempo, veía en
el gobierno chileno a un enemigo y a una amenaza. Por lo cual, Estados Unidos no podía
permitir que existiera otro país socialista en Latinoamérica.
Desde antes que asuma Allende la presidencia, el gobierno de los Estados Unidos presionó
para provocar el Golpe de Estado. Una víctima de este accionar fue el general René
Schneider, quien defendía la Constitución nacional y estaba en contra de la intervención de
las fuerzas armadas en la política. Fue el día 22 de octubre del año 1970 cuando Schneider
es asesinado en manos de dos generales pagados por Estados Unidos. El objetivo de este
asesinato era evitar la sesión del Congreso que nombraría presidente a Salvador Allende.
Finalmente todo este accionar en contra del general René Schneider fue completamente en
vano, ya que después de tres tentativas para las elecciones presidenciales en los años 1952,
1958 y 1964, Salvador Allende Gossens logra ser Presidente de la República chilena en el
año 1970, pero no con la mayoría absoluta de los votos requerida en aquel entonces, sino
que con el voto final del Congreso fue designado.
Siendo miembro de la Unidad Popular, un partido político socialista y comunista que
reagrupaba a todos los partidos políticos de la misma tendencia política existentes en Chile,
y a la cabeza de éste partido unificador, Allende tiene un objetivo claro “la vía chilena al
socialismo”, es decir establecer una política social y marxista en Chile.
Esta tendencia política se reflejaba notablemente en el programa electoral de Allende y su
llegada al poder no es casualidad, sino que depende de un contexto político, social y
económico característico.
Salvador Allende y la Unidad Popular impulsan un proyecto político de carácter socialista,
lo que significa fuertes transformaciones en la estructura económica y en la propiedad de
los medios de producción, aunque dentro de los limites institucionales. Igualmente, ejecuta
programas sociales de auxilio hacia los sectores más desposeídos de nuestro país, impulsa
las organizaciones populares de base, profundiza el proceso de Reforma Agraria y lleva a
cabo la nacionalización del cobre.
Estas iniciativas no son muy aceptadas por los sectores conservadores de la sociedad
chilena, los cuales sumados a la oposición de los sectores medios agrupados en la
Democracia Cristiana y a las divisiones al interior de la propia izquierda, concluyen en una
lógica de confrontación política aguda. Desde el segundo semestre del año 1972 se
desencadena una profunda crisis económica con índices de inflación y estancamiento
industrial bastante altos.
En este contexto, los intentos de una salida política fracasan y el día 22 de agosto del año
1973 el Congreso Nacional, el cual se encontraba en poder de la oposición, acuerda
declarar el quebrantamiento institucional y legal de la República, manifestando tal acuerdo
al presidente de la República y a los ministros del Estado miembros de las Fuerzas
Armadas y del Cuerpo de Carabineros. Entre los meses de julio y agosto del año 1973, el
diálogo entre el gobierno y la oposición, que tenía como fin poner freno a la crisis política y
económica, terminó en un completo fracaso.
Así, el día 11 de septiembre del año 1973, se lleva a cabo un golpe de Estado, una acción
militar ejecutada por la Fuerzas Armadas y Carabineros, para derrocar al presidente
Salvador Allende y a su gobierno de izquierda de la Unidad Popular. A esto le siguió, un
período de alta polarización política y convulsión económica y social. Los militares
tuvieron apoyo de la derecha política e igualmente de un sector del Partido Demócrata
Cristiano.
El golpe fue planeado inicialmente por un sector de la Armada de Chile, contando
igualmente con el apoyo de los Estados Unidos, liderado por el Vicealmirante de
la Armada, José Toribio Merino, y por el comandante de la Fuerza Aérea, Gustavo Leigh,
el golpe fue planificado para el 11 de septiembre, debido a que en este día el ejército se
encontraba enfocado en la ciudad de Santiago, ya que se realizaba la celebración de las
Glorias del Ejército. El día 8 de septiembre, el general Arellano Stark solicitó el apoyo del
general Pinochet, pero éste no dio una respuesta definitiva. Al siguiente día, Salvador
Allende comunico al comandante en jefe y a otros generales del Ejército que había decidido
convocar a un plebiscito, con la finalidad de dar una salida a la grave crisis política. En ese
mismo día, los cabecillas del golpe de estado tuvieron el apoyo del general Augusto
Pinochet.
El comandante en jefe del ejército, general Augusto Pinochet decide asumir la dirección del
complot. También hubo bastante influencia de parte de varios grupos de poder nacionales e
internacionales, entre los que se destacan el presidente Nixon, el vicepresidente de Estados
Unidos, Gerald Ford, George H. W. Bush y la CIA.
Los hechos comenzaron a desarrollarse temprano. Informado de la conspiración de la
Armada, Allende se dirigió rápidamente al Palacio de La Moneda a las 7:30 horas, el que se
encontraba custodiado por tanquetas de carabineros. Luego de ser conocido el primer
comunicado de la Junta Militar, poco a poco se fueron retirando. Minutos después, se daba
inicio al ataque dirigido contra el palacio de gobierno, por tierra.
Cerca de las once de la mañana, el presidente Salvador Allende se dirigió al país, siendo
este su último mensaje, a través de una cadena de radioemisoras, las cuales apoyaban el
actual gobierno. En este último mensaje Allende comunicaba su decisión de no abandonar
la casa de gobierno. Además, dijo que se mantendría firme en su postura de seguir
defendiendo a Chile.
Al mediodía se da inicio al bombardeo sobre La Moneda, el que se extendió
aproximadamente 15 minutos. Aviones Hawker Hunter de origen británico de la Fuerza
Aérea de Chile, después de sobrevolar su objetivo, atacaron la sede del gobierno con
cohetes llamado "rockets", los cuales destruyeron dependencias y provocaron el incendio
de dicho edificio. A los pocos minutos después cae La Moneda y el presidente Salvador
Allende era encontrado muerto en el salón principal junto al arma con la cual se suicidó. Al
día siguiente del hecho, toda la prensa del país mostraba en primera plana el Palacio de La
Moneda destruido y humeante, el cual con tres siglos de historia había albergado a
veintitrés presidentes de la República de Chile, y nunca antes había sido destruido.
El golpe de Estado puso fin a casi 50 años de desarrollo de la institucionalidad democrática
en nuestro país, inaugurada con la aplicación de la Carta del año 1925 tras la caída de la
dictadura de Carlos Ibáñez del Campo en el año 1931. Dicha institucionalidad venía
experimentando desde comienzos de los años 60 un fuerte desgaste resultado de los
proyectos mutuamente excluyentes de los sectores políticos dominantes. El golpe de estado
suspendió totalmente la "vía chilena al socialismo" largamente esperada por los sectores de
izquierda, creando un largo período de caracterizado por la concentración casi total del
poder en la Junta de Gobierno y en la figura del General Pinochet, así como una fuerte
represión sobre los sectores opositores y oponentes, a través de organismos de seguridad
creados para el efecto, realizando reiteradas violaciones a los derechos humanos
fundamentales.
Luego del Golpe de Estado, las fuerzas armadas establecieron una Junta Militar de
Gobierno que se encontraba conformada por un miembro de cada fuerza. Esta junta era
liderada por el general Augusto Pinochet perteneciente al ejército, José Toribio Merino de
la armada, Gustavo Leigh de la fuerza aérea y César Mendoza de carabineros.
Entre el año 1973 y 1978, el general Augusto Pinochet reafirma su poder por sobre los
demás miembros de la Junta Militar, asumiendo de forma consecutiva los diferentes cargos
de jefe Supremo de la Nación, presidente de la República y Capitán General, al mismo
tiempo conserva el cargo de comandante en jefe del Ejército. A su vez, la Junta Militar
decide reemplazar al Congreso en el ejercicio de la función legislativa, quedando investida
de los poderes Legislativo y Constituyente, facultad que ejerce, a través de la dictación de
Decretos Leyes.
El 11 de septiembre de 1973 se da comienzo a una de las etapas más difíciles que hemos
enfrentado como País, conocida como La dictadura militar, la cual fue un régimen
dictatorial encabezado por el general Augusto Pinochet Ugarte, el objetivo de la dictadura
militar era terminar con la influencia del marxismo en la política nacional, para así acabar
con los partidos de izquierda, a través de una fuerte represión, y restablecer una política
económica marcada por el liberalismo, para que beneficie a los sectores poderosos de la
sociedad. El gobierno de Allende se caracterizó por la nacionalización de empresas y
recursos estratégicos como el cobre, la dictadura militar fue en contra de esto, llevando
adelante una política de privatizaciones.
La dictadura tuvo un modelo autoritario, establecido sobre principios que emanan de la
extrema derecha, algunos como el anticomunismo, la prohibición legal de los partidos
políticos, la prohibición de los sindicatos, la limitación de la libertad de expresión, el
reemplazo del Congreso Nacional, el cual fue sustituido por una Junta Militar de Gobierno
y la ausencia de democracia.
El régimen militar se caracterizó por practicar una amplia represión política, dicha labor
estuvo en manos de la Dirección de Inteligencia Nacional conocida como DINA.
En Junio del año 1974 se creó la Dirección de Inteligencia Nacional
, un servicio de policía secreta que se encontraba a cargo del general Manuel Contreras, que
tenía por objeto detener, torturar, sacar información y encarcelar a personas en campos de
concentración, como Pisagua e Isla Dawson, y en centros de detención, tortura y
ejecuciones, como Villa Grimaldi y Londres, entre otros. Las torturas, entendidas como un
acto que provoca dolor físico o mental y que haya sido cometido por un agente del Estado
en contra una persona con el fin de obtener confesiones o de intimidarla, estas torturas
contenían golpes, heridas cortantes, electrochoques, violencia sexual, asfixia, hasta
provocar la muerte y también la desaparición de personas.
Con la DINA, la represión alcanzó la esfera internacional puesta en evidencia
principalmente con el asesinato del general Carlos Prats y el de su esposa Sofía Cuthbert en
Buenos Aires en el año 1974, el atentado ocurrido en Roma contra el ex ministro del
Interior de Freí Montalva, Bernardo Leighton, y su señora Anita Fresno en el año 1975, y la
muerte del ex canciller y ministro de defensa de la UP, Orlando Letelier, y su secretaria
Ronnie Moffitt en Washington en 1976. Frente a las críticas internas y externas en 1977 la
DINA fue remplazada por la Central Nacional de Informaciones “CNI”, pero esta
igualmente siguió cumpliendo el mismo rol que su predecesora.
Esto derivó en abusos y atropellos a los Derechos Humanos, miles de ciudadanos son
detenidos, se provocan allanamientos masivos y se cometen múltiples torturas, asesinatos y
desapariciones de un gran número de personas, que afectan especialmente a los militantes y
simpatizantes de la destituida Unidad Popular. En este contexto, un número importante de
chilenos se refugia en embajadas extranjeras o se van del país.
Lo dicho anteriormente se ve reflejado en las constantes y múltiples violaciones de los
derechos humanos cometidas por la dictadura militar, registrándose al menos 28.259
víctimas de prisión política y tortura, 2.298 ejecutados y 1.209 detenidos que se encuentran
desaparecidos. Algunas víctimas de la represión pinochetista fueron sindicalistas, ex
funcionarios del gobierno de Allende, miembros del Partido Socialista, del Partido
Comunista y del MIR, docentes, alfabetizadores, artistas, etcétera.

Se eliminaron derechos básicos de los ciudadanos, como el derecho a la


circulación mediante la instauración del “toque de queda”, medida que prohibía
estar en la calle después de una determinada hora. El toque de queda restringíó el
desplazamiento nocturno, además de permitir a los militares realizar detenciones
sin fiscalización pública. Asimismo, se restringíó el derecho a reuníón, pues se
intervinieron las organizaciones sindicales y se desarrollaron purgas entre sus
dirigentes, quienes fueron remplazados por personas designadas por los militares.
Por otra parte, la libertad de expresión fue suprimida mediante la censura que se
aplicó a medios de comunicación como la televisión y la prensa escrita.
Intervención de instituciones. Tras el golpe militar se eliminaron las principales
instituciones del sistema democrático. Luego de clausurar el Congreso, la junta
militar gobernó a través de bandos y decretos con fuerza de ley con los que
suprimíó la Constitución de 1925. Clausuró también el registro electoral y se
prohibieron las elecciones y los partidos políticos de la Unidad Popular, mientras
que la Democracia Cristiana y los partidos de derecha quedaron en receso, para
luego caer bajo proscripción en 1977. Con respecto a las universidades, se
nombró a autoridades delegadas, quienes en su mayoría fueron militares, y se
expulsó a estudiantes, funcionarios y académicos que tenían ideas consideradas
como marxistas. Al mismo tiempo, se cerraron unidades académicas
consideradas “peligrosas”, como fue el caso del Instituto Pedagógico.

También se tuvo participación en el Plan Cóndor, que coordinó las


políticas represivas de las dictaduras sudamericanas para detener,
secuestrar o asesinar a opositores y militantes de izquierda. En este
marco, en 1974 fueron asesinados en Buenos Aires el ex vicepresidente
chileno Carlos Prats y su esposa Sofía Cuthbert.
Frente a la violación sistemática de los derechos humanos, surgieron organismos
civiles y religiosos en defensa de las víctimas del terrorismo de Estado.

En Octubre de 1973, surgíó el Comité Pro Paz, organización de carácter


ecuménico que reuníó a diversas iglesias y que entregó apoyo legal y social a las
víctimas y sus familiares. El comité tuvo que enfrentar una férrea presión por
parte del régimen y fue disuelto unos años después.
En 1975 se creó la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos,
cuyo principal objetivo fue que las personas pudieran conocer el paradero de su
familiar detenido.
En 1976, en remplazo del Comité Pro Paz, el Cardenal Raúl Silva Henríquez
solicitó al papa Pablo VI la creación de la Vicaría de la Solidaridad,
organización que se encargó de prestar asistencia de distinto tipo a las víctimas
del régimen.
Por último, en 1980, se creó el Comité de Defensa del Pueblo (Codepu)
formado por asistentes sociales y abogados con el objetivo de asistir a las
víctimas y familiares de detenidos desaparecidos.
Junto con estas organizaciones internas, diversos organis- mos internacionales y
países condenaron los críMenes perpetrados por la dictadura militar. La ONU,
por ejemplo, creó una comisión para analizar el tema, y países como Suecia,
Venezuela y México apoyaron a los exiliados que escapaban de la represión
política ejercida por el régimen.

Durante este periodo, Chile experimentó una notoria transformación económica, social, cultural y
política.

Económicamente, se produce una pugna entre los partidarios de un proyecto nacionalista y

desarrollista y aquellos que sustentan la implementación de un esquema económico neoliberal, con

énfasis en el protagonismo del sector privado y en el desarrollo de una estrategia de apertura del

comercio exterior, la rebaja de los aranceles a la importación y la reducción del Estado con la venta

o privatización de sus empresas, dejando a éste en un rol subsidiario.

Son éstos últimos quienes, desde 1975, logran imponer su proyecto económico, el que se aplica en

Chile de manera extensiva y sin contrapesos, en vista de la desaparición de toda oposición.

Asimismo, se instaura una legislación acorde, destacando la promulgación del Plan Laboral,

conjunto de textos legales que establecen el nuevo modelo normativo de las relaciones laborales,

restringiendo fuertemente el poder de los sindicatos y las materias de negociación. La

implementación de la política económica de los denominados “Chicago boys” logra frenar la

inflación y da un importante impulso a las exportaciones de productos primarios, permitiendo

asimismo el acceso a una variada gama de productos importados. Por otro lado, significa un duro

golpe a la industria nacional, la que se ve sumergida en una aguda crisis desde la segunda mitad de

la década de 1970.

La implementación de una reforma laboral que limitó la sindicalización y


buscó aumentar la flexibilidad de contratación y despido de trabajadores.
La puesta en marcha de una reforma previsional, que dejó en manos de
administradoras de fondos de pensiones la recaudación de los aportes
jubilatorios de los trabajadores y el pago de pensiones y jubilaciones.

En lo social, significó el dominio sin contrapeso de los sectores empresariales, el aumento sostenido
de la desigualdad de ingreso, junto con un incremento en la precariedad e inestabilidad laboral de
los sectores asalariados.
En lo cultural, dio lugar al denominado “apagón cultural”, caracterizado por la represión y auto
represión de ciertas manifestaciones culturales consideradas contrarias a la línea oficial.

A nivel político, la situación interna dentro del régimen atravesó su primera crisis de importancia.
El 24 de julio de 1978, la Junta de Gobierno destituye a uno de sus miembros, el general Gustavo
Leigh Guzmán, debido principalmente a conflictos de poder con el general Pinochet. En su
reemplazo, asumió como miembro de la Junta el general Fernando Matthei Aubel, quien se
mantuvo hasta el final del régimen militar. Se produce la clausura del Congreso
Nacional y la prohibición de las actividades de todos los partidos
políticos por tiempo indeterminado.
Luego de un largo proceso de elaboración, se implementa una de las mayores obras del régimen
militar, la Constitución Política de 1980, dando inicio a la institucionalización del régimen. En ella
se establece un régimen presidencialista marcadamente autoritario, con una Presidencia de 8 años,
un Congreso de poderes limitados y con un tercio de senadores designados, y una serie de
mecanismos institucionales que garantizan la influencia militar en los futuros gobiernos.

Un ejemplo de esto fue la inamovilidad de los comandantes en jefes de las Fuerzas Armadas, el
carácter de "garante de la institucionalidad" otorgado a estas mismas instituciones, y la existencia
del Consejo de Seguridad Nacional conocido como COSENA, son manifestaciones de la influencia
militar en la Constitución de 1980. Además, el texto se complementó con veintinueve artículos
transitorios que le otorgaban amplias atribuciones al general Pinochet. Como por ejemplo, su
elección en el cargo de Presidente de la República por ocho años más, al cabo del cual se realizaría
un plebiscito para ratificarlo para un segundo mandato hasta el año 1997.

Llamada a su aprobación mediante un plebiscito efectuado el 11 de septiembre de 1980, éste no


cuenta con las garantías necesarias para garantizar su legitimidad, en vista de la proscripción de la
oposición, la censura de prensa y la inexistencia de registros electorales. El resultado arroja una
aprobación del 67%. Seis meses más tarde, el 11 de marzo de 1981, comienza a regir la
Constitución Política y el general Pinochet asume su mandato presidencial por ocho años. Por ello
deja de pertenecer a la Junta Militar, cargo que fue ocupado por el general de mayor antigüedad. De
este modo, formaron parte de dicha Junta los tenientes Generales César Benavides (1981-1985),
Julio Canessa Robert (1985-1986), Humberto Gordon (1986-1988), Santiago Sinclair (1988-1990) y
Jorge Lucar Figueroa (1990). En 1990, pocos días antes del retorno a la democracia, José Toribio
Merino fue sucedido por Jorge Martínez Busch, como comandante en jefe de la Armada y, por
ende, como miembro de la Junta.

La década de 1980 se inaugura con positivas cifras de crecimiento, expansión del crédito y del
comercio, especialmente de artículos importados y por la formación de una nueva clase empresarial.
Sin embargo, esta bonanza económica tiene un abrupto final en el año 1982. El aumento del precio
del petróleo, la caída en las exportaciones y la quiebra masiva de bancos e industrias sumen al país
en una severa recesión. El explosivo aumento del desempleo y del endeudamiento provoca una ola
de malestar que se traduce en las primeras protestas nacionales en contra de la dictadura. Estas
manifestaciones de descontento se expresan a través de huelgas, marchas callejeras,
enfrentamientos con la policía, barricadas en poblaciones marginales y bocinazos y golpeteo de
cacerolas en los barrios de clase media. Las protestas, impulsadas por sectores gremiales y
sindicales, se expanden hacia el estudiantado, los pobladores y los partidos políticos, quienes
resurgen tras un largo receso. Organizada la oposición bajo el alero de los partidos políticos de
centro e izquierda, éstos demandan la renuncia de Pinochet, la derogación de la Constitución de
1980 y la realización de elecciones libres y democráticas.

El boom del consumo producido por la bonanza de los años anteriores de 1977 a 1980,
llegó a su fin a mediados de 1981, cuando el modelo económico comenzó a resentirse.
Esto fue producto, en parte, de factores internacionales, a partir del alza del petróleo
acordada por la OPEP en 1980.

Esto significaría que los créditos bancarios se suspendieron, se elevaron las tasas de
interés, los precios de las materias primas cayeron y algunas empresas quebraron, como
IRT, Frutera Sudamericana, Rayonhil, Fanaloza, Manufacturera Chilena de Algodón y
Codina.

En junio de 1982 se procedió a la devaluación del peso, poniéndose fin a la política de


estabilidad cambiaria mantenida hasta ese momento. La medida perjudicó enormemente
a todos aquellos que habían adquirido deudas en dólares.

El gobierno intervino ocho instituciones financieras, con un costo de casi ochocientos


millones de dólares para el país. El desempleo alcanzó el 18%. El PGB (Producto
Geográfico Bruto) no superó el 5% y la inflación llegó al 9,5%.

El año 1985, la Iglesia Católica buscó lograr puntos de entendimiento y de consenso amplio
que aseguraran el regreso al sistema democrático. El cardenal Juan Francisco Fresno
solicitó a tres personalidades de distinta orientación política la redacción de un programa
para alcanzar un acuerdo nacional de transición a la democracia. Ellos fueron Fernando
Léniz, José Zabala, presidente de la Asociación de Empresarios Cristianos, y Sergio
Molina, ex ministro del gobierno de Frei Montalva.
Tras varios meses de complicadas negociaciones, en agosto de ese mismo año, los
representantes de partidos de diversas tendencias firmaron el Acuerdo Nacional, en el que
junto con expresar el deseo de entendimiento político, exigían plenas libertades civiles y
elecciones parlamentarias y presidenciales libres.
El proceso de vuelta a la democracia empezó a mediados de la década de los 80 con las
primeras protestas sociales en contra del régimen. El motivo principal de la movilización fue
la crisis económica que estaba atravesando el país como consecuencia de la crisis económica
mundial. El detraimiento de las inversiones extranjeras, especialmente en el sector del cobre,
habían provocado un aumento del paro. Las manifestaciones, no tardaron en abarcar otros
asuntos como la estructura política dictatorial del país o la represión social que se venía
produciendo desde el golpe de estado. Las protestas fueron duramente reprimidas pro el
régimen, destacando los casos de “Los Degollados” de 1985 y el de “Quemados” en 1986. El
primero de ellos se produjo contra tres trabajadores de la Revista Cauce, que había sido la
primera en publicar un testimonio de las torturas por parte de alguien relacionado con el
régimen. El segundo se produjo en el verano de 1986 durante una manifestación en contra del
gobierno. En esa ocasión las fuerzas armadas chilenas detuvieron a dos personas, Rodrigo
Rojas de Negri y Carmen Gloria Quintana, y los quemaron usando gasolina para acelerar el
proceso. Rodrigo Rojas murió como consecuencia de ello, Carmen Gloria Quintana logró
sobrevivir, aunque con graves secuelas.
El fracaso de las protestas y de la lucha armada para derrocar al régimen provoca que la
oposición, excepto el Partido Comunista y otros grupos de izquierda como el Frente
Patriótico Manuel Rodríguez y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, acepte
insertarse dentro de la institucionalidad existente en la Constitución de 1980. Esto significa
participar en el plebiscito que la Carta estipula para el año 1988 y derrotar a Pinochet en las
urnas. Agrupados en la denominada “Concertación de Partidos por el No” demócrata
cristianos, socialistas, radicales, humanistas y sectores de derecha liberales se lanzan en una
campaña que culmina el 5 de octubre de 1988, con la victoria de la opción “No” en el
plebiscito, con un 54% de los votos. Esto significa el llamado a elecciones presidenciales y
parlamentarias para el año siguiente.
De esta forma, en las elecciones del 14 de diciembre de 1989, Patricio Aylwin, demócrata
cristiano y candidato de la ahora denominada Concertación de Partidos por la Democracia,
gana las elecciones con un 55% de los votos, sobre Hernán Buchi y Francisco Javier
Errázuriz, marcando el fin del régimen militar.
Con la elección presidencial y parlamentaria de 1989, se inicia el largo y complejo proceso
de transición democrática en Chile. Así, el 11 de marzo de 1990, Aylwin se ciñe la banda
presidencial en el edificio del Congreso Nacional en Valparaíso, poniendo fin a 17 años de
dictadura militar.
La dictadura militar acabó en 1990 con la entrega de mando de Augusto Pinochet al nuevo
presidente Patricio Aylwin.
Con ello se inició un período de transición a la democracia que se caracterizó, en sus primeros años,
por la tensión existente entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas, aún bajo el mando de Augusto
Pinochet pues, tras entregar el poder el 11 de marzo de 1990, este continuó como Comandante en
Jefe del Ejército, tal como lo establecía la Constitución dictada durante su gobierno.
A pesar de que, tras el fin de la dictadura, la Concertación obtiene la Presidencia de la República y
la mayoría de votos en el Congreso Nacional, debe enfrentar una serie de obstáculos políticos e
institucionales para restaurar un sistema democrático pleno. La presencia de Augusto
Pinochet como Comandante en Jefe del Ejército, los enclaves autoritarios de la Constitución de
1980 y la férrea defensa de éstos por los partidos de derecha dificultan esta labor. Por otra parte, el
gobierno democrático se ve en la obligación de cumplir su compromiso de hacer verdad y justicia
en relación a las violaciones de los Derechos Humanos durante la dictadura. Este conflicto entre
demandas ciudadanas y limitaciones políticas desemboca en la denominada “democracia de los
acuerdos”, es decir, la búsqueda de consensos políticos entre la Concertación y las fuerzas de la
derecha, antes que la competencia directa y el enfrentamiento entre ambos conglomerados. Esta
estrategia política permite dar estabilidad al proceso de transición, integrar a la derecha al juego
democrático y mantener a los militares en sus actividades profesionales, pero al mismo tiempo hace
que el avance de las reformas democratizadoras sea gradual y moderado.

El 11 de marzo de 1998, al día siguiente de abandonar la comandancia en jefe, Pinochet volvió a


participar activamente en la política del país cuando asumió como senador vitalicio. Sin embargo,
su fuero parlamentario no impidió que se iniciaran diversos procesos judiciales en su contra. Caso
emblemático fue su detención en Londres en octubre de 1998 y el caso Riggs, que lo acusaba de
malversación de fondos públicos.
En el año 1998 el juez Nicholas Evans firmó la orden de detención de Augusto Pinochet, poco
después fue detenido para ser juzgado por crímenes de genocidio y terrorismo. Desde ese
momento el juez de la Operación Cóndor, Baltasar Garzón, y el de la rama chilena de la
misma, Manuel García Castellón, pidieron su extradición a España para que fuera juzgado.
Pinochet se hallaba en Gran Bretaña, lo cual produjo un gran debate interno en el gobierno
de Tony Blair. Finalmente, en el año 2000 se decidió no extraditar a Pinochet a España debido
a la fragilidad de su salud. En marzo de ese mismo año aterrizó en el aeropuerto chileno de
Pudhauel. El 1 de diciembre del año 2000 se acusó a Pinochet como autor intelectual de
la Caravana de la Muerte y el día 24 de enero del 2001 fue interrogado acerca de las
violaciones de Derechos Humanos.
Hasta su muerte en el día 10 de diciembre de 2006, el Día internacional de los Derechos
Humanos, Augusto Pinochet fue llamado a juicio en varias ocasiones para comparecer acerca
de determinados casos de Violaciones de Derechos Humanos. La sociedad chilena se dividió a
su muerte, mientras que unos estaban delante del Hospital Militar de Santiago llorando su
muerte otros se concentraban en la Plaza de Italia para celebrarla. Por su parte el estado le
negó un funeral oficial y la rendición de honores, pero aun así el ejército decidió celebrar su
entierro en la Escuela Militar de Chile.

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