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La Psicología Humanista..

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Autor:

Joel Alexander De La Cruz Sánchez(2023-0771).

Materia:
Seminario de teoría y sistemas psicológico (PSI-019-71).

Maestro/a:
Mariano Peñaló.

Tema:
La Psicología Humanista.
Introducción
Al introducir este importante tema que se denomina como Psicología humanista a un
movimiento de la Psicología que surge en el siglo XX y se desarrolla fundamentalmente
en las décadas de los años 50 y 60.
Nace en Estados Unidos con el lanzamiento del manifiesto Bugental, como reacción al
psicoanálisis y conductismo más ortodoxo que imperaban en la práctica
psicoterapéutica en aquel entonces. Sin embargo, esta corriente no se ha considerado
nunca a sí misma como competitiva con las otras dos sino con vocación de
complementarlas, e incluso integrarlas en un contexto teórico más amplio.

Principales aportes de la psicología humanista


El enfoque humanista se ocupa de desarrollar el potencial humano y no se contenta con
su adecuado funcionamiento. En una palabra, la psicología humanista representa un
compromiso para llegar a ser humanos, un acentuar la totalidad y unicidad del
individuo, una preocupación por mejorar la condición humana, así como por entender al
individuo (Carpintero, Mayor y Zalvidea, 1990).
La psicología humanista es más un movimiento que una escuela, e incluso más aún el
reflejo de una actitud sobre el ser humano y el conocimiento. Las ideas que sobre salen
más del enfoque humanista son:
• La importancia que se le asigna al individuo, a la libertad personal, al libre
albedrío, a la creatividad individual y a la espontaneidad.
• Se hace hincapié en la experiencia consciente.
• Se pone énfasis en todo lo relacionado con la naturaleza humana.
Además, los integrantes del movimiento comparten:
• El afán por centrarse en la persona, su experiencia interior, el significado que la
persona da a sus experiencias y en la auto presencia que esto supone.
• Enfatización de las características distintivas y específicamente humanas:
decisión, creatividad, autorrealización, etc.
• Mantenimiento del criterio de significación intrínseca en la selección de
problemas a investigar, en contra de un valor inspirado únicamente en el valor
de la objetividad.
• Compromiso con el valor de la dignidad humana e interés en el desarrollo pleno
del potencial inherente a cada persona; es central la persona tal como se
descubre a sí misma y en relación con las restantes personas y grupos sociales.

Algunos teóricos humanistas:


Rollo May
Es uno de los más importantes representantes del humanismo norteamericano. Critica el
reduccionismo del psicoanálisis freudiano en su tratamiento del hombre, pero no quiere
desechar la obra de Freud. Humanista no dogmático:
Impulsa la visión humanista de la psicoterapia, pero critica la exclusión de los elementos
negativos de la naturaleza humana que postulan algunos autores humanistas.
Un concepto central en la psicología de May: el dilema del hombre. Se origina en la
capacidad de éste para sentirse como sujeto y como objeto al mismo tiempo. Ambos
modos de experimentarse a sí mismo son necesarios para la ciencia de la psicología,
para la psicoterapia y para alcanzar una vida gratificante. El psicoterapeuta alterna y
complementa la visión del paciente como objeto, cuando piensa en pautas y principios
generales de la conducta, y como sujeto, cuando siente empatía hacia su sufrimiento y
ve el mundo a través de sus ojos. Rechaza las dos alternativas de la consideración del ser
humano como “puramente libre” o “puramente determinado” argumentando que
ambas suponen negarse a aceptar el dilema del hombre. Introdujo como fundamentales
en el contexto de la terapia las experiencias existenciales de la ansiedad, el amor y el
poder.
Abraham Maslow
Propone integrar el conductismo y el psicoanálisis en sistemas más amplios. Tuvo gran
interés por las personas humanamente excepcionales, lo que le llevó a una visión del
hombre que muestra lo que puede llegar a ser y lo que se puede frustrar. El concepto
central en la psicología de Maslow es el de autorrealización, entendida como
culminación de la tendencia al crecimiento que Maslow define como la obtención de la
satisfacción de necesidades progresivamente superiores y, junto a esto, la satisfacción
de la necesidad de estructurar el mundo a partir de sus propios análisis y valores.
Maslow establece su jerarquía de necesidades, la más conocida de sus aportaciones
definiendo en su pirámide las necesidades básicas del individuo de una manera
jerárquica, colocando las necesidades más básicas o simples en la base de la pirámide y
las más relevantes o fundamentales en la cima de la pirámide, a medida que las
necesidades van siendo satisfechas o logradas surgen otras de un nivel superior o mejor.
En la última fase se encuentra con la «autorrealización» que no es más que un nivel de
plena felicidad o armonía.
La teoría de la personalidad de Abraham Maslow se describe a menudo como una
pirámide que consta de cinco niveles: los cuatro primeros niveles pueden ser agrupados
como «necesidades de déficit»; al nivel superior lo denominó «autoactualización»,
«motivación de crecimiento», o «necesidad de ser». «La diferencia estriba en que
mientras las necesidades de déficit pueden ser satisfechas, la necesidad de ser es una
fuerza impelente continua». La idea básica de esta jerarquía es que las necesidades más
altas ocupan nuestra atención sólo cuando se han satisfecho las necesidades inferiores
de la pirámide. Las fuerzas de crecimiento dan lugar a un movimiento ascendente en la
jerarquía, mientras que las fuerzas regresivas empujan las necesidades prepotentes
hacia abajo en la jerarquía.

Carl Rogers
Su método terapéutico, la terapia centrada en el cliente, o terapia no directiva, parte de
la hipótesis central de que el individuo posee en sí mismo medios para la
autocomprensión y para el cambio del concepto de sí mismo, de las actitudes y del
comportamiento autodirigido (Pezzano, 2001). El terapeuta debe proporcionar un clima
de actitudes psicológicas favorables para que el paciente pueda explotar dichos medios.
Rogers sostiene que la crianza y sobre todo el papel de la madre es un factor básico para
lograr una personalidad adulta. De 1942 en su Counseling and Psychotherapy, funda las
bases de su client-centered therapy o Terapia centrada en el cliente, piedra angular del
movimiento de la Psicología Humanista (Pezzano, 2001). La Psicoterapia de Rogers se
centra en la persona, que él llama cliente y no paciente, porque no es pasivo sino activo
y responsable en el proceso de mejorar su vida, debiendo decidir consciente y
racionalmente qué está mal y qué debe hacer al respecto. El terapeuta es como un
confidente o consejero que escucha y alienta en un plano de igualdad, con una actitud
comprensiva, entendiéndolo. A esta actitud que debe tener terapeuta la denomina
“encuentro”.
Sus teorías abarcan no sólo las interacciones entre el terapeuta y el cliente, sino que
también se aplican a todas las interrelaciones humanas. La terapia cogerían contrasta
con las perspectivas psicológicas freudianas y las sociales de Alfred Adler y de Albert
Bandura, por el uso preferente de la empatía para lograr el proceso de comunicación
entre el cliente y el terapeuta o, por extensión, entre un ser humano y otro. En el
enfoque centrado en la persona Carl Roger dejó el papel de terapeuta frío y rígido del
terapeuta pasivo y obtuvo grandes resultados, mediante esta práctica encontró
actitudes que son necesarias para promover el desarrollo humano, estas son:
• La congruencia hacia el otro: Esto se refiere a que la persona debe negar lo menos
posible lo que está experimentando al relacionarse con su cliente, es necesario que
se dé cuenta de lo que está pasando en esa relación, no tomar una actitud
defensiva, tratar de estar en contacto consigo mismo para poder expresarse cuando
considere que es significativo para el trabajo que se está haciendo o para su
paciente. Roger proponía que esta actitud que tomara el profesional hacia su cliente
facilitaría su trabajo para que el paciente se diera cuenta también de su propia
experiencia.
• Otra de las actitudes que propuso fue la consideración positiva: se refiere a
despojarse de los juicios, considerando a las personas que irán aumentando con
mayor conocimiento del otro, cuando el paciente logra captar esta aceptación,
también es capaz de darse cuenta de que se le tiene confianza y fe y así logra
sentirse en libertad de ser lo que es.
• La última es la empatía: se habla de tener la capacidad de ponerse verdaderamente
en el lugar de la otra persona, de visualizar al mundo como la otra persona
realmente lo ve, sin perder la cualidad de uno mismo.
Carl Rogers creía que la personalidad de cada persona se desarrollaba según el modo en
el que consigue ir acercándose a (o alejándose de) sus objetivos vitales, sus metas. Esta
idea de que el desarrollo personal y el modo en el que el individuo lucha por llegar a ser
como se quiere ser es una idea central de la psicología humanista, pero para Carl Rogers
tiene especial importancia, porque para él es a través del desarrollo personal como se
forma el carácter y el modo de ser.
Las personas altamente funcionales se caracterizan por estar en un proceso constante
de autoactualización, es decir, búsqueda de un ajuste casi perfecto con los objetivos y
las metas vitales. Este proceso de desarrollo personal se encuentra en el presente, por lo
que siempre está en funcionamiento. De este modo, la personalidad de las personas
altamente funcionales es, para Carl Rogers, un marco en el que fluye en tiempo real un
modo de vivir la vida que se adapta a las circunstancias constantemente. Según Carl
Rogers, los rasgos de la personalidad que definían a las personas altamente funcionales
están definidos según las siguientes características.
1. Apertura a la experiencia
2. Estilo de vida existencial
3. Confianza en uno mismo
4. Creatividad
5. Libertad de elección
6. Carácter constructivo
7. Desarrollo personal

Bibliografía de Psicoterapia Humanista

FRANKL, V. (1992). Ante el vacío existencial. Barcelona: Herder FROMM, E. (1990).


El miedo a la libertad. Barcelona: Paidós KLEINKE, C. (1998).

Principios comunes en psicoterapia. Bilbao: Desclée de Brower. LAING, R.D. (1977)

. La política de la experiencia. Barcelona: Crítica. MARTORELL, J. L. (2002).

El guion de vida. Bilbao: Desclée de Bouwer. MARTORELL, J. L.(2004).

Psicoterapias. Escuelas y conceptos básicos. Madrid: Pirámide. MARTORELL, J. L. (2008).

La psicología humanista. En J.L. Martorell y J.L. Prieto: Fundamentos de Psicología.


Madrid: Ed. Ramón Areces MASLOW, A. (1973).

El hombre autorrealizado. Barcelona: Kairós (Orig. 1963). MAY, R. (2000).

El dilema del hombre. Barcelona: Gedisa (Orig. 1967). PÉREZ ÁLVAREZ, M. (1996).
Tratamientos psicológicos (cap. 8). Madrid: Universitas. POCH, J. y ÁVILA, A. (1998).

Investigación en psicoterapia. La contribución psicoanalítica. Barcelona: Paidós.


REVISTA DE

PSICOTERAPIA (2004). El legado humanista,Vol 15, nº57. ROGERS, C. (1968). El proceso


de convertirse en persona. Buenos Aires: Paidós. ROJÍ, B. y SAÚL, L. (Coords.) (2005).
Introducción a las psicoterapias experienciales y constructivistas.

Madrid:

UNED. SAFRAN, J. (20005). La alianza terapéutica. Bilbao: Declée de Brower.

SHEM, S. (2000). Monte Miseria. Barcelona: Anagrama. SMITH, G., GLASS, G.V. y
MILLER, T.I. (1980). The benefits of psychotherapy. Baltimore: The John Hopkins.
Conclusión
Para la Psicología Humanista, el hombre es libre y autodeterminado; su
comportamiento y su perspectiva son altamente subjetivos y son
importantes en la terapia. Según los humanistas, el sujeto es esencialmente
bueno y se desarrolla gracias a su deseo de realización.

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