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Tesis de grado

"El autismo y su relación con el lenguaje"

Una mirada desde el psicoanálisis

Alumna: Berdun Maira Belén

LU: 386786790

Tutor: Beltrán Mauricio

DNI: 29.105.064

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ÍNDICE

➢ Introducción …………………………………………................................... 2
➢ Pregunta de investigación ………………………………………………….. 3
➢ Objetivos ……………………………………………………………………… 3
➢ Metodología ………………………………………………………………...... 3
➢ Marco teórico ………………………………………………………………… 4
➢ Estado del arte …………………………………………………….…….…. 10
➢ Desarrollo …………………………………………………………………… 14
El autismo no es una psicosis …………………...……….. 14
La operación de la alienación ………………………...…... 15
La operación de la separación …………………...….…… 16
El grafo del deseo ………………………….……….….….. 17
El lenguaje desde la obra de Lacan …………….……..… 17
El autismo y los trastornos en el lenguaje …………….… 18
La forclusión del agujero en el autismo y el lenguaje …... 22
Recorte clínico: Caso Owen …………...……………..…… 23
Discusión del material clínico ………………………..……. 23
➢ Conclusión ………………………………………………………………...... 25
➢ Referencias bibliográficas …………………………………………..…..… 26

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● INTRODUCCIÓN

La presente tesis se encuentra enmarcada dentro de la Licenciatura en


Psicología de la Universidad de Buenos Aires y tiene como objetivo dar cuenta
del recorrido académico realizado en dicha institución.
El tema elegido para la confección de dicha tesis es el Autismo, más
específicamente la relación que tienen los niños autistas con el lenguaje. En la
actualidad, el autismo sigue generando muchos interrogantes a su alrededor,
es mucho lo que queda por aprender sobre él. No hay una causa única que
pueda explicar la gran variedad con la cual se manifiesta ya que cada caso
tiene su propia singularidad. Por lo mismo, los trastornos del lenguaje no se
dan de la misma manera en todos los niños con autismo ya que cada uno de
ellos avanza en la adquisición del lenguaje de una manera diferente.

Mi interés por el tema surgió tras haber cursado la materia optativa del Ciclo de
Formación Profesional llamada “Clínica del autismo y la psicosis en la infancia”,
la cual me brindó mi primera aproximación teórica sobre el Autismo.

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● PREGUNTA DE INVESTIGACIÓN

¿Cómo se manifiesta el lenguaje en los niños con autismo?

● OBJETIVOS

Objetivo general

 Describir la relación de los niños autistas con el lenguaje desde el


Psicoanálisis.

Objetivos específicos
 Definir la noción de autismo desde la perspectiva psicoanalítica
lacaniana.
 Describir el proceso normal de adquisición del lenguaje en los niños.
 Examinar cuales son los trastornos del lenguaje más comunes en el
autismo.

 METODOLOGÍA

El método que escogí para llevar adelante mi tesis de grado es un estudio de


carácter cualitativo - descriptivo a partir de la recolección de datos de orden no
numérico (Sampieri, Collado y Baptista, 1997). Para dicho objeto, se tomarán
distintas fuentes bibliográficas tanto de libros, revistas y publicaciones
académicas, realizando un recorrido teórico por conceptos que resultan
fundamentales para poder profundizar luego en el tema elegido.
A fin de ilustrar teóricamente estos desarrollos presentados, se establecerá una
articulación teórico-clínica con un material clínico (Caso Owen) para dar un
ejemplo de cómo se manifestó el lenguaje a partir de una invención propia del
sujeto autista.

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 MARCO TEÓRICO

Con el fin de fundar las bases para poder describir los trastornos del lenguaje
que presentan los niños con trastorno del espectro autista (TEA), considero
necesario poner en común varios conceptos y terminologías que usaré a lo
largo de mi tesis. En primer lugar, describiré el trastorno del espectro autista.

El vocablo autista fue usado por primera vez dentro de la literatura médica por
el psiquiatra suizo Paul Eugen Bleuler en 1911. En su obra "Dementia praecox
or the group of schizophrenias" define al autismo como uno de los síntomas
patognomónicos de la esquizofrenia, el repliegue en su propio mundo que
implicaba un alejamiento de la realidad externa y evitación de las relaciones
sociales.

En 1943 Leo Kanner, psiquiatra estadounidense, publicó un artículo llamado


"Autistic disturbances of affective contact” allí introduce el cuadro de “autismo
infantil precoz” como una patología diferente a la esquizofrenia infantil a partir
de sus observaciones en el Hospital John Hopkins de Baltimore de 11 niños
desde 1938 hasta 1943. Kanner considero que los criterios diagnósticos
principales del autismo infantil precoz eran el gusto por la soledad y la
inmutabilidad. El primero se refiere a la imposibilidad de mantener cualquier
tipo de contacto con los demás desde su nacimiento, mientras que la
inmutabilidad se refiere al deseo de vivir en un mundo estático donde no eran
aceptados ningún tipo de cambio. También junto a ellos considero la relación
intensa con los objetos, el aspecto físico normal, la conservación de una
fisonomía inteligente y pensativa y una alteración en la comunicación verbal
manifestada por un mutismo o por un tipo de lenguaje desprovisto de intención
comunicativa. Kanner destacó también que los primeros síntomas aparecían
desde el nacimiento.

En 1944, Asperger describe un cuadro similar al autismo infantil precoz al que


denominó psicopatía autista. Se trataba de pacientes que mostraban un patrón
de conducta caracterizado por la falta de empatía, ingenuidad, poca habilidad
para establecer lazos sociales, torpeza motora, un lenguaje repetitivo, una
pobre comunicación no verbal y un interés muy fuerte por determinados temas.

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Dentro del Psicoanálisis, autores como Margaret Mahler, Bruno Bettelheim,
Donald Meltzer y Frances Tustin realizaron aportes muy importantes para la
comprensión del autismo. A continuación, los mencionaré brevemente.

Margaret Mahler resalta la importancia que tiene el rol de la figura materna en


el desarrollo psíquico y emocional del bebé, pero también tiene en cuenta los
factores biológicos en el origen y el desarrollo de la psicosis infantil. En su libro
"Simbiosis humana: las vicisitudes de la individuación" introduce un nuevo
término "psicosis infantil simbiótica" a la cual diferencia de la "psicosis
autística". Para Mahler no existe un único estado psicótico en la infancia sino
que se trata de dos tipos de psicosis instaurados en diferentes fases. La
primera fase llamada "autismo normal" se produce en las primeras semanas de
vida y se caracteriza por un estado en el cual el bebé no diferencia entre el
mismo y su entorno. En esta fase además se crea un caparazón frente a los
estímulos externos. Alrededor de los tres meses de edad, según Mahler, el
bebé descubre el objeto materno que lo saca de la ficción del narcisismo
primario. El objetivo principal de esta fase es obtener un equilibrio homeostático
con el ambiente, si esto no se logra el bebé no podrá construir la noción de
figura materna y se constituirá la psicosis infantil autística. La etapa siguiente,
la fase simbiótica, se inicia a partir del segundo mes y hay una leve conciencia
del objeto satisfactor que permite diferenciar las experiencias placenteras de
aquellas que no lo son. En esta etapa no hay diferenciación entre el self y el
objeto. En la psicosis infantil simbiótica, el bebé está fusionado a su madre de
manera regresiva ya que no tuvo lugar el proceso de individuación. Esta
psicosis se trata de una regresión a la etapa de simbiosis normal. Esta fase
simbiótica corresponde a la caída del caparazón conformando una fusión con la
madre. La próxima y última fase es la de separación-individuación donde el
proceso de individuación remite a la adquisición de una individualidad diferente
mientras que la separación lleva a la desvinculación de la figura materna y a un
cierto logro de constancia objetal. En relación al autismo, Mahler (1968) lo
considera como una defensa frente a la necesidad de simbiosis con la figura
materna.

Bruno Bettelheim, psicoanalista austríaco, centro sus estudios respecto al


autismo en gran parte en relación a su propia experiencia como prisionero de

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un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. En "La
fortaleza vacía" (1967) define al autismo como un estado mental que se
desarrolla como reacción al sentimiento de vivir en una situación extrema que
los llevó a retirarse del mundo. Bettelheim señala que la tarea del terapeuta es
crearle un niño un mundo diferente del que abandonó para que pueda incluirse
en él y que deje de percibirlo como destructor.

Donald Meltzer, psicoanalista estadounidense, considera que el autismo puede


convivir con otras estructuras mentales. Junto a su grupo de colaboradores
planteó una forma especial de disociación llamada desmantelamiento que
podría desarrollarse hasta el proceso de desmentalizacion donde se produce
un cese de la vida mental. En "Exploraciones del autismo" (1979) expresa que
el autismo es una estructura mental y a la vez un estado desmetalizado que se
caracteriza por la suspensión temporaria del reconocimiento del paso del
tiempo. A su vez describió diferentes dimensionalidades para hablar de los
mecanismos del psiquismo. La unidimensional se caracteriza por ser radial y
tener su centro en el self. El mundo bidimensional concibe el objeto como una
superficie como lo es el yo, no hay introyección de los objetos y el tiempo es
vivido de forma circular. La tridimensionalidad posibilita una relación en
profundidad con el objeto y el self ya que aparecen orificios en ellos. Los
objetos y el self se convierten en continentes de espacios potenciales. La
capacidad de un objeto para proteger y controlar sus propios orificios es una
condición para que el self pueda ser continente. El tiempo comienza a tener
una tendencia direccional propia. Por último, la tetradimensionalidad se logra
cuando se renuncia a la omnipotencia que imponen la intrusión y el control
sobre los objetos del mundo interno y externo. Es aquí donde se pueden
desarrollar las identificaciones introyectivas.

Frances Tustin en "Autismo y psicosis infantiles" (1972) afirma que los niños
autistas se acorazan con una armadura que les permite protegerse del
intolerable mundo de los estímulos. Considera que el autismo es el resultado
de una deficiencia en el ambiente debido a la falta total o parcial de cuidados
elementales. Aunque esta dificultad en la crianza puede deberse también a
impedimentos del niño tales como un estado de ceguera, sordera, incapacidad
mental, disfunción cerebral, entre otras. En cuanto a la relación con su madre,

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Tustin plantea que el autista ha experimentado de forma traumática la
separación corporal. Toma de Winnicott la idea de la pérdida del pecho
materno y a partir de allí plantea que se puede producir en el niño la sensación
de que le falta algo de su propio cuerpo. Esto produciría un vacío, que la autora
llama “el agujero negro de la psiquis”. Según Tustin, el trauma de esa
separación puede fomentar, en el caso de los niños autistas, el aislamiento los
hace carecer de vínculos.

En conclusión, para Mahler el autismo se trata de la regresión libidinal más


profunda; para Meltzer el autismo es el funcionamiento más desfalleciente del
self; para Bettelheim, será la angustia más extrema, y para Tustin el autismo
representa el fantasma más catastrófico (Maleval, 2011).

Dentro de las diferentes publicaciones del Manual Diagnóstico y Estadístico de


los trastornos mentales el lugar que tuvo el autismo fue variando. Tanto en el
DSM-1, publicado en 1952, como en el DSM-2, publicado en 1968, el autismo
era considerado un síntoma más de la esquizofrenia. En 1980 se publica el
DSM-3 que introduce por primera vez el término de autismo infantil. El DSM-3-
R (1987) conservó la categoría de trastornos generalizados del desarrollo,
aunque suprimió el término de autismo infantil y lo reemplazó por el de
trastorno autista. El DSM-4 (1994) y el DSM-4-TR (2000) definió al autismo
bajo tres categorías diagnósticas que eran la alteración en la interacción social;
alteración en la comunicación; y patrones de comportamiento, intereses y
actividades restringidos, repetitivos y estereotipados. En su última versión, el
DSM-5 (2013), los subtipos vigentes en el DSM-4-TR llamados trastorno
autista, trastorno desintegrativo infantil, trastorno de Asperger y trastorno
generalizado del desarrollo no especificado son ubicados dentro de la categoría
llamada trastornos del espectro autista. Las características principales del
trastorno del espectro autista son los deterioros persistentes de la
comunicación social recíproca y la interacción social y los patrones de
conducta, intereses o actividades restrictivos y repetitivos. No se especifica a
qué edad aparecen los primeros síntomas sino sólo que aparecen durante las
primeras fases del período del desarrollo. Se menciona que el trastorno del
espectro autista puede ir acompañado o no de un déficit intelectual, también
presentar un deterioro del lenguaje o estar asociado a una afección genética u

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a otro trastorno del neurodesarrollo mental o del comportamiento. La
prevalencia del TEA, según el DSM-5, se estima que gira alrededor del 1% de
la población afectando tanto a niños como adultos.

En el DSM V se consideran tres niveles de gravedad del TEA, en todos ellos se


tiene en cuenta las dificultades en la comunicación social y la presencia de
comportamientos restringidos y repetitivos en diferentes grados. Dentro de las
características diagnósticas para el DSM V se describe que los deterioros de la
comunicación y la interacción social son prolongados y que las deficiencias
verbales y no verbales de la comunicación social tienen diferentes
manifestaciones según la edad, el nivel intelectual y las capacidades
lingüísticas del individuo. Las deficiencias lingüísticas varían entre la ausencia
completa del habla por retrasos del lenguaje hasta la escasa comprensión del
habla de los demás, la ecolalia o lenguaje poco natural y demasiado literal.

Para describir al lenguaje es importante destacar que si bien existen muchas


definiciones, todas ellas lo consideran como un sistema compuesto por signos
lingüísticos cuya organización interna se puede describir de forma estructural o
formal; también tienen en cuenta que la adquisición y uso de un lenguaje
posibilita formas particulares de relación y acción sobre el medio y por último,
que el lenguaje al materializarse da lugar a formas concretas de conductas
(Belinchón, Igoa y Riviere, 1992 citado en Colombo, 2008).

Las funciones principales del lenguaje son la función representacional y la


función de comunicación (Parret y Ducrot, 1995 citado en Colombo, 2008).
Entre los rasgos de la función representacional del lenguaje se pueden
destacar la ambigüedad de los enunciados lingüísticos; la posibilidad de decir
algo falso que no concuerda con la realidad; la transmisión de mensajes
contradictorios entre la organización lingüística y la prosódica y la existencia de
connotaciones que modulan el significado de los signos en función de las
interacciones de las personas (Colombo, 2008). En relación a la función de
comunicación del lenguaje, está remite a que el lenguaje nos permite entender
a otras personas y hacernos entender porque tenemos información que
queremos transmitir a otra persona. La comunicación como proceso es el
intercambio de información entre dos individuos, hay un emisor que envía un

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mensaje y un receptor que lo comprende. El intercambio de información puede
hacerse a través de diversos canales: puede ser a través del tacto, a través de
la mirada, a través de los gestos de la cara o movimientos del cuerpo, a través
de la voz, etc.

El habla como la expresión verbal del lenguaje comienza a manifestarse a


comienzos del segundo año de vida del niño. Las primeras formas de
comunicación en un bebé son el llanto, la sonrisa a la que luego se suman los
primeros gestos. En general, a las 12 semanas el niño sonríe cuando le hablan
y produce sonidos de carácter vocal modulado que lo mantiene por 15 o 20
segundos. A las 20 semanas, no sólo emite sonidos de carácter vocal sino que
lo entremezclan con consonantes. A los 6 meses, aparece un balbuceo y a los
8 meses se hacen más frecuentes las repeticiones. A los 9 meses, aparece la
comunicación gestual cuando comienzan a señalar objetos con el dedo para
pedir o compartir ese objeto. A los 10 meses, las emisiones se mezclan con
sonidos de juego y empiezan a realizar imitaciones de sonidos. Al final del
primer año, el niño emite sus primeras palabras que en principio se refieren a
objetos y a personas. Entre los 18 y 20 meses, los niños comienzan a formar
frases que constan por lo general de 2 palabras. Una vez que se logra el
dominio de dos palabras comienza la explosión de la gramática infantil, entre
los 2 y 3 años el niño posee un vocabulario que excede las 50 palabras. Entre
los 3 y 4 años se produce un abandono progresivo de las estructuras
elementales del lenguaje infantil y van siendo sustituidas por construcciones
cada vez más acordes con el lenguaje de los adultos (Colombo, 2008).
Los déficits en el lenguaje se pueden clasificar dentro de diferentes categorías,
estas son la fonología, la semántica, la sintaxis y la pragmática. La fonología
hace referencia a la percepción y a la producción de las unidades de sonido y
significado que son las palabras; la semántica trata del significado de las
palabras en particular; y la sintaxis hace referencia a la estructura de las
palabras dentro de las oraciones. Por último, la pragmática se relaciona con las
convenciones y normas del uso del lenguaje en la comunicación (Borrellas,
Schroeder, Ximénez y Hinzen, 2016).
Desde el Psicoanálisis, el lenguaje tiene otro significado el cual se describe en
profundidad en el desarrollo de la presente tesis.

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 ESTADO DEL ARTE

Torres, León y Figueroa (2018), en su estudio se plantearon como objetivo


analizar el desempeño fonético fonológico en niños con TEA de pre kínder a
tercero básico a través del uso de la Clasificación de Ajustes Fonético
Fonológico del habla infantil (CLAFF). La población estudiada fueron 25 niños y
niñas entre 4 y 10 años con diagnóstico de TEA. La toma de las muestras se
realizó a través de la aplicación de la prueba TREFF que consiste en la
repetición directa de 90 ítems, las respuestas de cada uno de los evaluados
fueron grabadas. Se seleccionaron las palabras portadoras de AFF (cualquier
realización del habla infantil que no coincidía con el modelo fonológico del
español estándar) que fueron analizadas mediante las pautas de CLAFF. Los
resultados principales mostraron que los niños con TEA evaluados presentaban
dos marcadas tendencias de estrategias de ajustes para modificar las palabras,
a los rasgos del fonema y a la sílaba. Consideran que la presencia de dichos
AFF podría considerarse como alteraciones del nivel fonético fonológico de los
niños evaluados ya que se espera que se encuentran desarrollados para su
edad y además significaban un obstáculo en su comunicación oral.

Borrellas, Schroeder, Ximénez y Hinzen (2016) se propusieron como objetivo


examinar el papel del lenguaje en el trastorno del espectro autista (TEA) para
ello utilizan un método de investigación de tipo cualitativo a partir de la revisión
de bibliografía sobre el tema. En primer lugar tienen en cuenta que los déficits
de lenguaje en el TEA no suelen considerarse puramente lingüísticos ya que se
atribuyen a problemas de comprensión del contexto donde se usa el lenguaje y
de las reglas de interacción o de una falta de motivación para comunicarse.
Además, mencionan que existen tests estándar como el Autism Diagnostic
Observation Schedule (ADOS) y el Autism Diagnostic Interview - Revised (ADI -
R) y que ninguno de los dos considera el lenguaje como una categoría
independiente en la valoración del autismo. Siguiendo a Boucher, describen
que el déficit en el lenguaje se clasifican en distintas categorías que son la
fonología, la semántica, la sintaxis y la pragmática. La fonología se hace
referencia a la percepción y a la producción de las palabras, la semántica se
refiere al significado de las palabras, la sintaxis se relaciona con el lugar de las

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palabras dentro de las oraciones y la pragmática remite a las normas del uso
del lenguaje. Consideran que hay un acuerdo en que los niños con TEA tienen
un retraso en la adquisición de la fonología aunque siguen el mismo patrón que
los niños típicamente desarrollados. Desde los aportes de Tager - Flushberg
dirán que en el autismo las deficiencias fonológicas y sintácticas son
relativamente independientes de las deficiencias semánticas y las pragmáticas.
Dentro de la categoría de déficit semántico se incluyen la ecolalia, que no
ocurre en todos los casos del TEA. También destacan que es frecuente el uso
de palabras idiosincráticas que son aquellas palabras que tienen un significado
inusual. Refieren que la falta de capacidad simbólica imaginación suele estar
dentro de los déficits semánticos. También se hace mención a estudios en los
cuales se encontró que era frecuente el uso de oraciones con estructuras más
reducidas, que el habla espontánea tenía un nivel inferior en cuanto a la
complejidad y que presentaban dificultades para entender las creencias e
intenciones de los otros. Al mismo tiempo, afirman que la diversidad lingüística
presente en el autismo se ha abordado de una manera modular porque se
consideran como componentes independientes la articulación y el sonido, la
estructura y el significado de las palabras en un determinado contexto. Surgen
como preguntas si el lenguaje es un aspecto inherente del desorden y también
si el lenguaje puede proporcionar alguna clave para la comprensión de la
cognición asociada al TEA. Como conclusión hacen mención a la necesidad de
un análisis más detallado del perfil lingüístico de las personas con TEA para
poder diseñar terapias más efectivas para su tratamiento.

Fortea-Sevilla, Escandell-Bermúdez, Castro-Sánchez, Martos-Perez (2015)


plantearon como objetivo de su investigación demostrar la efectividad de los
sistemas de comunicación aumentativa y alternativa (SAAC) para desarrollar el
lenguaje oral en niños pequeños no verbales con diagnóstico de trastorno de
TEA. Decidieron usar sistemas alternativos de comunicación que combinarán la
palabra con apoyos visuales, uno de ellos fue el programa de comunicación por
intercambio de imágenes (PECS) y el programa de comunicación total (PCT). A
través del diseño de un programa de intervención sobre el área lenguaje,
basado en el uso de comunicación total por parte del terapeuta y un
entrenamiento del niño en el sistema de comunicación por intercambio. Luego

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de un año, se evaluaron los aspectos formales del lenguaje a través de la
prueba de lenguaje oral de navarra revisada. Trabajaron con 30 niños a los que
se les había diagnosticado TEA. Los niños iniciaron un programa de
intervención temprana en un centro de psicología infantil, fueron cuatro
sesiones semanales de 45 minutos de duración durante un año, ninguno de
esos niños presentaba desarrollo del lenguaje oral en el momento de la
evaluación. Además los padres asistían a sesiones semanales de dos horas a
lo largo de 6 semanas para que pudieran comprender el funcionamiento
psicológico de sus hijos al mismo tiempo que aprendían el uso de los SAAC
usados, el PECS y el PCT. Un año después, se evaluó la forma el contenido y
el uso del lenguaje oral a través de la prueba de lenguaje oral de Navarra
revisada (PLON - R). El resultado mostró que todos los niños habían
desarrollado el lenguaje oral en alguna medida en un periodo de un año,
aproximadamente la mitad de la muestra había experimentado una mejoría
significativa en la categoría "forma" (evalúa fonología, morfología y sintaxis). En
la categoría "contenido" (evalúa el léxico de conceptos espaciales, corporales,
colores y vocabulario básico) 22 niños habían mostrado mejoría y 14 de ellos
habían alcanzado una puntuación media o por encima de ella. Por último, con
respecto a la categoría "uso" (evalúa funciones comunicativas de
denominación, narración, conversación, autorregulación, petición de
información y atención) 24 niños habían experimentado una mejoría
acercándose a la puntuación media. Sólo 1 de cada 4 niños obtuvo
puntuaciones muy inferiores a la media. Como conclusión, plantearon que la
atención temprana y el uso de SAAC con apoyos visuales favorecen el
desarrollo del lenguaje oral en niños con trastorno del espectro autista en los
primeros años de vida.

Garrido, Carballo, Franco y García-Retamero (2014) iniciaron una investigación


que tenía el objetivo de profundizar en la comprensión de aspectos
estructurales del lenguaje en niños con TEA y conocer la influencia del déficit
comprensión del lenguaje de esos niños en las percepciones sobre la calidad
de vida en sus familias. A partir del análisis de la comprensión verbal en 26
niños no verbales con TEA y en 26 niños con desarrollo típico igualados en
edad de vocabulario utilizando medidas estandarizadas de lenguaje receptivo.

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Los criterios de inclusión para el grupo con TEA fueron, haber recibido el
diagnóstico de TEA basado en los criterios del Manual diagnóstico y estadístico
de los trastornos mentales IV TR y en la administración a los padres de la
entrevista para el diagnóstico del autismo, no presentar ningún trastorno
comórbido y no tener lenguaje verbal o que éste fuera no funcional. Los
participantes en el grupo con desarrollo típico no debían presentar ningún
trastorno previo no tampoco tener historia familiar previa de TEA. Los
resultados que obtuvieron es que comprobaron que el nivel de vocabulario
receptivo en los niños con TEA está por debajo del que corresponde a su edad
y que difiere significativamente de aquellos niños con desarrollo típico. Es decir,
que si bien los grupos estaban igualados en vocabulario receptivo, la
comprensión de lenguaje estaba muy deteriorada en los niños no verbales con
TEA. Por otra parte, destacan que los padres de niños con TEA informaban
graves problemas de comunicación en sus hijos y falta de apoyo social.
Además, encontraron que el estrés emocional de los padres de los niños con
TEA parecía estar ligado a los problemas de comunicación de los niños lo que
en consecuencia afectaba la calidad de vida familiar. Como conclusión,
afirman que existe una relación entre las habilidades de lenguaje receptivo en
los niños con TEA y las percepciones sobre la calidad de vida en sus familias.
Dado que en este estudio no se pudo evaluar el lenguaje expresivo en los
niños con TEA, los resultados no se pueden generalizar a los niños verbales
con TEA.

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 DESARROLLO

El Autismo no es una Psicosis

Silvia Tendlarz en "Relaciones y diferencias entre el autismo y la psicosis en la


infancia", plantea que el autismo no debe pensarse como una psicosis porque
hay muchas diferencias entre ambos. En primer lugar, destaca que el autismo
se caracteriza por tener un inicio precoz ya que se lo diagnostica desde el
nacimiento o en la temprana edad mientras que en la psicosis hay
desencadenamientos variables, puede suceder en la niñez, en la adolescencia
o en la vida adulta. Refiere que en el autismo hay un funcionamiento constante
ya que hay ciertas características que no se modifican a lo largo del tiempo, en
cambio en la psicosis hay momentos de ruptura y de estabilización.

Refiere también que en el autismo no hay cuerpo sino que se construye un


neoborde a través del encapsulamiento autista, en cambio en la psicosis se
presenta un cuerpo fragmentado. Siguiendo a Laurent, refiere que en el
autismo se produce la forclusión del agujero y en la psicosis se habla de la
forclusión del nombre del padre a partir de la teorización de Lacan sobre la
psicosis. Destaca también, la hipótesis del retorno del goce sobre el borde en el
autismo que plantea Laurent y lo contradice con el retorno del goce sobre el
cuerpo o el Otro que se produce en la psicosis. Además Tendlarz, señala que
en el autismo no hay delirio y en cambio en la psicosis si lo hay y además se
presenta la certeza.
Tendlarz también considera la hipótesis de Maleval sobre el rechazo al goce
asociado al objeto voz que determina las perturbaciones del lenguaje en el
autismo.
Antes de describir el modo particular de funcionamiento del lenguaje dentro del
autismo considero importante señalar la forma en que Maleval entiende al
autismo.
Maleval (2011) considera que el autismo no es una enfermedad y que es en
vano intentar comprenderlo a partir de la suma de sus síntomas porque se trata
de un funcionamiento subjetivo singular que perdura a lo largo de toda la vida
del sujeto. Según este autor (2008), las características principales del autismo
son el rechazo de la alienación significante y el retorno del goce sobre el borde.

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Este rechazo impide que el goce se embarque en la palabra, y en su lugar
retorna sobre un borde que funciona como una formación protectora frente a un
Otro amenazante. Este borde dispone de tres componentes esenciales: la
imagen del doble, los islotes de competencia y el objeto autista.
Siguiendo la temática del presente trabajo, considero importante desarrollar a
continuación lo que implica el rechazo de la alienación significante tomando
como punto de partida el concepto de alienación para Jacques Lacan.

La operación de la alienación

Lacan en el Seminario 11 “Los cuatro conceptos fundamentales del


psicoanálisis”, ubica en los capítulos XVI y XVII, las operaciones “alienación” y
“separación” como operaciones lógicas que le permiten describir el proceso de
la constitución subjetiva del sujeto.
En el capítulo XVI: “La alienación” del Seminario 11, señala que todo surge de
la estructura del significante y que la relación del sujeto con el Otro se produce
a partir de un proceso de hiancia. Lacan menciona allí que el Otro es el lugar
donde se sitúa la cadena del significante. En la relación del sujeto con el Otro
se articulan la alienación y la separación.
Muñoz (2011) expresa a partir de la idea de que un significante es lo que
representa a un sujeto para otro significante que allí funcionan a la vez la
alienación y la separación porque el sujeto no es tal sin los significantes del
Otro (alienación) pero al mismo tiempo no es ningún significante del Otro
(separación).
El término alienación no es simplemente la dependencia del Otro sino también
una división lógica que produce el significante sobre el sujeto ya que la
alienación plantea la estructura del vel que remite a una elección obligada entre
el ser y el sentido. Si se escoge el ser, el sujeto desaparece porque cae en el
sin-sentido; y si se escoge el sentido, éste sólo subsiste cercenado por el
inconsciente. Es a partir del campo del Otro, que por la función del significante,
ese ser viviente pasa a ser sentido a partir del S1.
Siguiendo a Muñoz (2011), cuando el S1 representa el sujeto para otro
significante S2 el sujeto se limita a ser un significante. Si bien el S1 designa al

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sujeto no le otorga ningún sentido ya que lo designa en su ser, en cambio el S2
le da sentido pero produce la afanisis.
A partir de la lingüística de Saussure, Lacan toma la noción de significante y le
otorga primacía sobre el significado. Menciona que un significante por sí solo
no significa nada, sino que puede tener muchos sentidos y que estos dependen
de su relación con otro significante. Además, que un significante es aquello que
representa a un sujeto para otro significante lo cual se produce en el campo del
Otro y hace surgir el sujeto de su significación. En la alienación se produce el
primer apareamiento significante, en el cual el sujeto aparece primero en el
Otro, en la medida en que el primer significante, el significante unario, surge en
el campo del Otro y representa al sujeto para otro significante, cuyo efecto es la
desaparición.
La alienación funda al sujeto que aparece como significante binario, por un lado
como sentido producido por el significante y por el otro aparece como
desaparición. La alienación significante permite la inclusión del ser viviente en
la cadena significante al identificarse con el S1 del Otro. Gracias a esta
operación se constituye en sujeto al inscribirse en el lenguaje.

La operación de la separación

En el capítulo XVII Lacan desarrolla la operación de la separación, por medio


de la cual el sujeto encuentra el punto débil de la pareja primitiva de la
articulación significante. Dentro del intervalo entre S1 y S2 se aloja el deseo a
partir del discurso del Otro. La salida del vel de la alienación es por vía del
deseo, el surgimiento del sujeto a nivel del sentido se da por su afanisis en el
Otro.

A partir de la operación de la alienación y la separación, Lacan ubica una


diferencia entre la neurosis y las psicosis. En las psicosis, se produce la
alienación al otro que introduce al sujeto en el campo del lenguaje pero falla la
separación porque no hay pérdida del objeto a. El sujeto no queda allí
atravesado por la falta, porque el Otro queda como un Otro completo. Se
produce la holofrase lo que genera que el objeto a quede retenido y no se lo

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demande al Otro. Las alucinaciones o las voces que escuchan los psicóticos
serán algunas de sus consecuencias.
En la neurosis, en cambio, el objeto a se pierde y se lo demanda al Otro. El
fantasma por un lado sostiene la falta del objeto a y al mismo tiempo lleva
adelante la búsqueda en el campo del Otro.

El grafo de deseo

Lacan en Escritos: “Subversión del sujeto y la dialéctica del deseo del


inconsciente freudiano”, desarrolla el grafo del deseo para dar cuenta de la
relación del sujeto con el significante y ubica al Otro como “A”, como el campo
de los significantes. Primordialmente es la madre quien lo encarna y es la
función en la que el sujeto se encuentra con el significante. El sujeto se
encuentra con el significante en la madre, el discurso del otro instaura en el
sujeto el inconsciente. Por eso Lacan en su primera enseñanza, años 50´, dice
que el inconsciente está estructurado como lenguaje.

El lenguaje desde la obra de Lacan

Rebeca Puche (1971) explica que a partir del estructuralismo el psicoanálisis


comienza a buscar la forma de establecer las relaciones entre los fenómenos
psíquicos, en particular las leyes del inconsciente. Además, Puche describe
que Lacan a partir de la utilización del método lingüístico encuentra un modelo
para representar su objeto.
En la obra de Lacan el inconsciente es definido como un sistema de
significantes donde el interés se ubica en la forma en la cual los significantes
circulan dentro de un conjunto y la forma en la cual se organizan entre sí. La
noción de cadena significante sería el sistema en el cual cada significante
remite a otro significante y así sucesivamente. El significante por sí solo no
tiene sentido sino que lo toma a partir de su relación con otro significante.
Los términos de la metonimia y la metáfora le sirven a Lacan para formular las
leyes fundamentales que operan en el proceso inconsciente (desplazamiento y
condensación). La metonimia corresponde a la idea de que es la conexión de
dos palabras en un solo significante, mientras que la metáfora es la fórmula

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según la cual un significante sustituye a otro tomando su lugar dentro de la
cadena significante. Es decir, que la metáfora es una estructura en la que se
trata de la sustitución de significante y significante lo que genera la
significación, mientras que en la metonimia se trata de la figura que señala la
conexión existente entre un significante y otro. La metonimia es el mecanismo
donde se encuentra el punto de suspensión de la cadena significante.

El autismo y los trastornos en el lenguaje

Maleval (2008) refiere que el rechazo de la alienación significante en el autismo


pasa por la instauración de un clivaje entre el objeto y el S1. Por medio de este
rechazo se designa el hecho de que los sujetos autistas si bien participan de la
alienación significante, rechazan embarcar el goce en el significante y ceder el
objeto de goce de la voz. Al no producirse la pérdida del objeto voz, aparecen
perturbaciones en el lenguaje porque la voz no es falicizada y permanece en lo
real. Maleval denominó “trastornos de la enunciación” a los modos particulares
que usan los autistas para dirigirse a otros. La enunciación en el autismo puede
presentarse de cuatro maneras diferentes, la enunciación puede ser muerta,
desfasada, borrada o técnica. La enunciación muerta hace alusión al mutismo.
La enunciación desfasada se presenta cuando el sujeto hace hablar a un doble
en su lugar, Maleval por ejemplo, menciona a un sujeto autista que habla a
través de sus marionetas. Por último, la enunciación técnica consiste en un
lenguaje técnico que se basa en algún interés específico o islote de
competencia. Según Maleval, estar en el lenguaje para los autistas significa
escuchar el angustiante objeto del goce vocal y no hay nada que los angustie
más que eso.
En el texto “Más bien verbosos los autistas”, Maleval hace mención a la
utilización de la verborrea en los casos de sujetos autistas. Esta modalidad del
habla que consiste en un empleo excesivo de palabras, implica al mismo
tiempo una ausencia en la enunciación y de una implicación subjetiva. La
hipótesis de Maleval es que hay una angustia en relación al objeto voz, el
autista se defiende del goce de ese objeto a través de la verborrea y las otras
modalidades de enunciación anteriormente mencionadas. Este autor subraya
que nada angustia más al autista que el objeto vocal ya que tiene un goce

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desregulado que lo vive como un exceso, y que por eso cuando alguien le
habla pueden llegar a taparse los oídos para protegerse de la voz del Otro.
Para Maleval, los autistas están incluidos en el lenguaje a pesar de que
rechacen la alienación significante y se protegen de la aparición de la voz por
medio de dos formas. Si se trata de su propia voz por medio del mutismo o la
verborrea y si se trata de la voz del Otro evitan cualquier interlocución. En otras
palabras, se puede decir que no se trata de un déficit cognitivo sino que se
debe a una relación particular con el significante.
Maleval (2008), señala que es importante instruir las expresiones autistas que
pasan por el S2, por los signos y aquellas que pasan por el S1 de lalengua. Un
ejemplo del S2 es la ecolalia y del uso de los S1 como significantes amos son
aquellas frases que dicen en momentos de mucha angustia o neologismos que
no tienen función significante.
García (2002) refiere que los trastornos de la comunicación en el autismo
suelen ser notorios a partir del tercer mes de vida del niño porque hay
anomalías en las conductas y en las habilidades pre lingüísticas. Destaca
además la importancia de tener en cuenta que estos trastornos de la
comunicación no se dan de la misma manera en cada persona con autismo
porque cada uno de ellos avanza en la adquisición del lenguaje de una manera
diferente.
Siguiendo a García (2002) se pueden enumerar ciertas características del
lenguaje de las personas con autismo. Ellas son:
● La ecolalia: consiste en la repetición de palabras y frases emitidas por
otros. Puede ser inmediata, diferida o matizada; entendiendo por
inmediata la repetición literal de lo que la persona acaba de escuchar, la
diferida se refiere a la repetición literal en un contexto diferente al que lo
ha escuchado y la ecolalia matizada refiere a una modificación del
mensaje original. La ecolalia es un fenómeno normal en las primeras
etapas del desarrollo del lenguaje, pero empieza a ser una característica
definitoria del autismo cuando se presenta después de los tres años.
● La Inversión pronominal: La persona con autismo suele referirse a sí
misma en segunda o tercera persona o utilizando su nombre. Tiene
dificultades para utilizar el pronombre “yo” cuando habla de él mismo.

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● Semántica: Por lo general no les suele costar adquirir vocabulario de
conceptos simples y de categorías específicas, suelen empezar a
adquirir conceptos relacionados con objetos inanimados y estáticos. La
presencia de verbos en su lenguaje está muy limitada.
● Disprosodia: Mantienen un tono de voz alto y monótono. El volumen de
la voz es variable, mostrando normalmente una entonación ascendente.
● Trastornos en la pragmática: Presentan dificultad para utilizar el lenguaje
de una forma comunicativa y socialmente aceptada. Algunas
deficiencias en la pragmática incluyen una capacidad deteriorada para
establecer conversaciones significativas, poca iniciativa para iniciar
conversaciones o un escaso o inexistente contacto visual. Estás
deficiencias en la pragmática son el rasgo que mayor diferencia el
lenguaje en el autismo de otros trastornos del lenguaje en personas no
autistas.
A partir de los patrones deficitarios en fonología, semántica, sintaxis y
pragmática se pueden diferenciar distintos síndromes de lenguaje en el autismo
(Rapin, 1977, citado en Artigas, 1999):
● Agnosia auditiva verbal: refiere a la incapacidad para decodificar el
lenguaje recibido por vía auditiva, es el trastorno del lenguaje más grave
en el autismo sake en su forma más severa se caracteriza por la
ausencia casi total de lenguaje a lo largo de la vida de la persona
(Rapin, Mattis y Rowan, 1977 citado en Artigas, 1999).
● Síndrome fonológico-sintáctico: Este síndrome también es conocido
como síndrome mixto receptivo-expresivo, aquí están comprometidas la
comprensión y la expresión. Remite a una pobreza semántica y
gramatical junto a una vocalización deficiente necesitan desarrollar un
gran esfuerzo para poder hablar. Por lo general palabras con función
sintáctica tales como los artículos, las preposiciones no están presentes
en el aula de los autistas con este tipo de síndrome del lenguaje. Todo
esto condiciona a un lenguaje poco inteligible sobre todo para los
adultos que no están familiarizados con su forma de hablar. El
pronóstico del mismo varía según los individuos pero son frecuentes las
mejorías lo que lleva a pensar qué puede significar solamente un retraso
en la adquisición del lenguaje.
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● Síndrome léxico-sintáctico: los niños con este síndrome pueden sufrir un
retraso en el inicio del lenguaje, tienen dificultades para poder encontrar
palabras y para poder comprender expresiones complejas.
● Síndrome semántico-pragmático: es el trastorno de lenguaje más
estudiado los niños autistas. Se refiere a las alteraciones del uso social o
comunicativo de lenguaje. Los aspectos pragmáticos del lenguaje
dependen de las habilidades lingüísticas y las cognitivo-sociales. Los
aspectos pragmáticos del lenguaje que pueden estar alterados en los
trastornos autistas son el turno de la palabra durante la conversación, la
capacidad para iniciar una conversación o para cambiar de tema, el
lenguaje figurado (se referirse al uso de metáforas, significados
implícitos y dobles sentidos) y el uso de clasificaciones que se usan
cuando el receptor no entiende algo durante una conversación y es
necesario repetir el mensaje de una forma diferente para que ese
mensaje tenga el sentido que quería transmitir el emisor (Artigas, 1999).
Artigas (1999) considera junto a esos síndromes del lenguaje al mutismo
selectivo y a los trastornos de la prosodia. Los niños que padecen de mutismo
selectivo tienen la capacidad para hablar normalmente pero en determinadas
situaciones no utilizan prácticamente ningún lenguaje (Gillberg, 1989 citado en
Artigas, 1999). Los trastornos de la prosodia se refieren a la entonación y el
ritmo que se aplica al lenguaje. En ocasiones, el tono de voz que utiliza el niño
puede producir una sensación de pedantería y en otros momentos expresarse
con una entonación muy aguda o con formas de voz muy particulares donde se
marca la extravagancia del lenguaje.
Dentro de los aportes de diferentes psicoanalistas podemos encontrar posturas
contrarias respecto de la función que cumple el lenguaje en los niños autistas
ya que no todos consideran que tenga una intención de comunicación. Liliana
di Vita (2001) considera que los ruidos guturales, la repetición ecolálica de
palabras y frases que se presentan en el lenguaje de los niños autistas están
desconectadas de sentido porque escapan a las formas lingüísticas y
destruyen el mismo acto de habla por lo que se trataría de un lenguaje
automático sin direccionalidad ni subjetividad. En cambio, Marie Laznik (1995)
sostiene que si bien la manera de enunciar la palabra de un niño autista da la
impresión de que no se está dirigiendo a nadie ni que tuviera un deseo de
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comunicar, sí tiene un sentido. Considera que si los sonidos se construyen en
mensajes para otras personas que lo reciben como tales, se producen efectos
sobre el niño que se puede llegar a reconocer como agente de ese mensaje.
Para esta autora, la escucha atenta de los enunciados de los niños autistas es
clave ya que por ejemplo a través de la imposibilidad que tienen los niños
autistas de invertir los pronombres personales se puede pensar que es aquello
que tiene que llegar del Otro para que el niño pueda tomar el lugar del sujeto
de su propio enunciado.

La forclusión del agujero en el autismo y el lenguaje

Eric Laurent (2013) propone que la operación estructural propia del autismo es
la forclusión del agujero. Su tesis parte del señalamiento de Miller de que los
autistas están inmersos en lo real. Miller (2014) indica que en el autismo falta la
falta porque el autista está sumergido en lo real. Al faltar el agujero en la
estructura, el autista trata de crear un agujero real a través de la automutilación
como una manera de disminuir el exceso de goce que invade su cuerpo. Esto
sería la primera consecuencia clínica de la forclusión del agujero.
Schejtman (2013) plantea que hay dos tipos de agujeros reales, el agujero
corporal y el agujero del inconsciente y que la idea de forclusión del agujero
propuesta por Laurent implica la afectación de ambos. El agujero del
inconsciente está representado en la obra de Lacan por la A mayúscula
barrada que se trata de lo simbólico en tanto que agujereado por no tener todos
los significantes. El Otro no está tachado en el autismo, plantea Schejtman
(2013), sino que falta el borde que hace de ese vacío un agujero. Frente esa
falta, el autista crea el encapsulamiento o neo-borde a partir del retorno del
goce que no fue limitado.
Una de las consecuencias de la forclusión del agujero es el no pasaje de la
lalengua al lenguaje en los sujetos autistas. En su última enseñanza, Lacan
postuló que lo simbólico está precedido por un tiempo anterior que es el de
lalengua. Lacan define la lalengua como una integral de equívocos formada por
palabras sin sentido, los S1. Eric Laurent (2013) considera que el autista
permanece en el murmullo de lalengua ya que la forclusión del agujero no le da
la posibilidad de encadenar los S1 de lalengua al sistema del lenguaje. En el
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autismo se produce la repetición de un mismo significante, un S1 que no remite
a ningún otro S2 pero que produce efecto de goce en su repetición. La
imposible separación del ruido de la lengua se manifiesta como un real
insoportable y constituye la dimensión alucinatoria presente en el autismo.

Recorte clínico: Caso Owen

Owen Suskind era un niño con un desarrollo normal hasta el momento en que
desapareció su lenguaje verbal y comenzó a emplear balbuceos. Le
diagnosticaron autismo a la edad de 3 años. Sus padres decían que Owen
había desaparecido dentro de sí mismo y que ya no los miraba. Owen tenía un
interés muy fuerte por las películas de Disney y fue a través de ellas que
aprendió a comunicarse y relacionarse con otros. Luego de dejar de hablar, la
única palabra que Owen decía era “jus”, pero un día mirando la película de La
Sirenita dijo la palabra "juicervose". Su madre comprendió que en realidad la
palabra que quería decir Owen era “just your voice” (justo tu voz) la cual era
una palabra usada dentro de una canción de la Sirenita. A los nueve años,
Owen pudo comenzar a expresar algunas de sus emociones y afectos. Los
diálogos de las películas de Disney fueron usados por Owen y su familia para
comunicarse entre sí, por ejemplo a través de la imitación de las voces de los
personajes.

Discusión del material clínico

Eric Laurent en "Variedades del baño del lenguaje en el autismo" (2015) trabaja
en relación al caso de Owen que fue publicado por su padre Ron Suskind en el
libro titulado "Life, animated: a story of Sidekicks, Heroes and Autism" en el
cual describe cómo fue posible establecer una vía de comunicación con su hijo
usando las películas de Disney.
Cuando la familia interpreta la frase "juicervoce" que emite Owen como "just
your voice", la consideran como un signo con el cual buscaba encontrar su
propia voz. Por medio de las películas de Disney, Owen pudo comprender
quien era y cuál era su lugar en el mundo (Laurent, 2015).

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El interés que tenía Owen por las películas de Disney era muy fuerte hasta el
punto de saberse de memoria los diálogos presentes en muchas de ellas, fue
en esas películas en las que Owen encontró un medio para poder comunicarse.
Sobre los intereses específicos que tienen los niños autistas surgen los
interrogantes sobre si existe o no la posibilidad de poder articular la repetición
con algo nuevo, si es bueno o no incentivar sus intereses particulares o como
darle usos diferentes a aquello que repiten. Lo que aquí estoy nombrando
como intereses específicos, Maleval los denomina islotes de competencia.
Éstos constituyen junto con la imagen del doble y el objeto autista los
componentes del borde autista que es una formación protectora frente a un
Otro que es vivenciado como amenazante. Hay diferentes tipos de bordes el
primero de ellos se construye como superficie corporal a partir de auto
estimulaciones. El borde objetal hace referencia al momento en el cual se
produce una separación del borde en relación al cuerpo y toma forma de un
objeto concreto, el objeto autista. Luego se puede establecer el borde
dinámico, el cual implica una construcción por parte del sujeto y por último
puede producirse su borramiento que tiene lugar cuando es posible elaborar
una cesión de goce a partir de la pérdida de elementos del borde dinámico.
Cuando el borde se concretiza se pueden sumar al objeto autista, la imagen del
doble y el interés específico los cuales se vuelven más o menos
independientes a medida que el borde se torna más complejo (Maleval, 2014).
En el caso de Owen, podemos pensar que esto ocurrió efectivamente ya que
borde autista con el cual se protegía se complejizo hasta dar lugar al islote de
competencia. En el caso de Owen, su invención fue respetada e incentivada
porque su entorno hizo uso de los intereses específicos y esto fue lo que los
ayudó a tener una forma de relacionarse con él por medio del lenguaje. La
base de la invención del sujeto autista es la iteración de los intereses
específicos, ahí la importancia recae en obtener en cada caso algo nuevo de la
repetición teniéndolos en cuenta. En caso de Owen esto fue posible porque
además tuvo la posibilidad de plantear sus propias elecciones y hubo un
entorno que lo acompañó en ese proceso. Maleval (2011) refiere que el
funcionamiento autístico más perfecto es cuando el sujeto es capaz de asumir
actos fundamentales que surjan desde su propia subjetividad sin que estos
sean dictados por su entorno.
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 CONCLUSIÓN

La exposición y articulación del material teórico desarrollado en la presente


tesis de Licenciatura en Psicología, me permitió examinar como es el modo
particular en el cual el lenguaje se puede manifestar o no en los casos de niños
con autismo. Si bien algunos de ellos pueden hablar y otros no, el lenguaje no
llega a desarrollarse como tal. En relación al lenguaje en el autismo, hay
muchas posturas diferentes ya que algunos autores consideran que en sus
diferentes formas de manifestación éste tiene un fin de comunicación en
cambio otros no van a pensar lo mismo. Algunos psicoanalistas consideran que
en esa repetición ecolálica de palabras se presenta un goce que no quiso ser
cedido, porque hubo un rechazo a esa operación como por ejemplo lo plantea
Maleval. Escuchar la voz de otra persona o la propia es algo que los angustia.

Las teorizaciones sobre el autismo que desarrollan Jean-Claude Maleval,


Jacques-Alain Miller, Eric Laurent y Silvia Tendlarz me permiten arribar a la
conclusión de lo importante que es considerar al autismo como un modo de
funcionamiento subjetivo singular para poder trabajar desde el psicoanálisis
con las invenciones de estos niños que surgen desde su propia singularidad sin
importar lo básicas o complejas que sean.

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