Laura Prado
Laura Prado
Laura Prado
Noviembre 2023
Al igual que Javier el personaje del libro El amor es una droga dura1. Creo tener el síndrome
de Stendhal. Se siente, luego se piensa. Me despierto de madrugada y observo mi
habitación iluminada apenas -por apenas- la luz de la luna y quiero contemplarla, lo necesito
insoslayablemente. No hay noción del tiempo. Se difumina, se paraliza, en consonancia con
mi reloj sin batería detenido en 3.33". La obnubilación es de tal porte que en el encuentro lo
intangible se puede capturar, en un espacio invisible y profundo. Ya sé reconocer el estado,
es algo que me ha ocurrido toda mi vida al admirar la belleza y quedar extasiada tratando
de poseerla, de desentrañarla.
Cada día se vuelve más intenso. En el inicio era imperceptible, no me detenía en ese
entonces a admirar «admirarla». Mi mente volaba por otras galaxias, entre Venus y Marte.
Tenía, en ese entonces, el cuerpo y el alma subyugados ante la conmoción generada en el
devenir del encuentro.
Luego, sin percibir exactamente cómo ni cuándo con exactitud, se volvió el objeto de deseo
-el deseo es gramática- allí, cada palabra, sonido, mimo, se vuelve un gesto sincero y
despojado, la risa ¡qué sonrisa! me bañaba el corazón y me producía la cara más patética
del mundo. Provocaba cosquillas que recorrían todo mi cuerpo del meñique a la punta del
pelo. Mordidas inconscientes -el deslumbramiento causa movimiento involuntario y
evidente- y el placer por la contemplación. Otra vez el tiempo se detiene, otra vez no sé qué
es lo que dice, no lo entiendo, porque soy incapaz de procesar cualquier razonamiento
lógico, siento que habla de poesía, pero no es así, nada más lejos que eso -¿Entendés lo
que digo Laura? No, para nada no sé lo que dice, o de que habla, pero sin embargo estoy
completamente invadida, poseída por su presencia. Mis ojos la siguen, como si fueran una
cámara que busca capturar cada uno de sus gestos y movimientos -Hoy está mal, pobre. La
gente buena no merece sufrir- pienso en mi mente de estúpida enamorada. Somos
fecundadas subrepticiamente. Y vuelvo en sí para no quedar incuestionablemente
doblegada. El amor es dación y dependencia.
1
Una novela de Cristina Peri Rossi, de prosa exquisita sobre lo efímero del placer y la tragedia de la belleza y el
deseo, cuyos protagonistas transitan incómodos por concepciones arraigadas en la cultura atribuidas a hombres
y mujeres.
2
PAS: Personas altamente sensibles. Alta sensibilidad existe cuando una persona posee un sistema
neurosensorial más desarrollado que la mayoría de la gente, con lo cual la persona con Alta Sensibilidad recibe
en proporción, mucha más información sensorial simultánea que alguien simplemente con una sensibilidad
media.
Pero al igual que la mayoría de mis grandes pasiones fue y es platónica, imposible. Mi
cerebro no logra bifurcar lo alcanzable de lo contrario. En vez de eso, tanto el alma, como el
cuerpo me animan a seguir contemplando seres que no están en mi eje de rotación. Y es
que justamente ésta incapacidad de elegir, es la que turba, distorsiona y nos causa
disociación sincrónica.
Son cuestiones que no responden a la verdad, son discusiones metafísicas que tal vez se
busquen subsanar en alguna noche de verano - Valizas con amigas- arremansado el cuerpo
entre las estrellas amigas y la música sanadora. Si pellizcamos un poquito, en una de esas
podemos intentar descifrar posibles interrogantes: los por qué. Pero la evidencia o los
argumentos siempre son vacuos. La explicación queda corta y la discusión se vuelve
ingrávida.
Que meritorio el tiempo, a pesar de ser lo que no se ve y siendo sin embargo por todos
reconocido -nos atraviesa, noble y generoso- altamente eficaz, precioso antídoto contra el
desamor.
Conseguimos de esta manera, gracias a este subterfugio librarnos de eso que nos toma de
forma deliberadamente inapropiada, nos vuelve tediosamente vulnerables, como si lo
precisáramos, como si lo necesitáramos para subsistir. Nada de lo que hace el otro puede
estar mal, tenemos un optimismo inusual, ansiedad, angustia y palpitaciones. Nos aliena.
Nos priva de ser conductores de nuestro propio destino.