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BULLYING

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BULLYING: VIOLENCIA EN LA ESCUELA

¿Qué es el bullying?

El bullying es una expresión de la violencia humana en la escuela. El concepto se instituyó para señalar un
evento extraordinario, algo que se miraba como una anomalía peligrosa en las escuelas: “un estudiante es
víctima de acoso escolar cuando está expuesto, de forma reiterada a lo largo del tiempo, a acciones negativas
por parte de otro u otros estudiantes”. Es decir, el concepto se creó buscando desvincularlo de la violencia
humana y del mundo adulto que envuelve a esos niños que se pegan.

Un estudiante es víctima de acoso


escolar cuando está expuesto, de
forma reiterada a lo largo del tiempo, a
acciones negativas por parte de otro u
otros estudiantes.

El bullying es parte de un problema viejo: la violencia en la historia de la humanidad. Fue destacado por las
ciencias sociales a finales del siglo veinte como una conducta inadmisible, recurrente y creciente en las
escuelas. Una vez reconocido, los ejemplos ahora se socializan y visibilizan como si antes no existieran, lo
que ha escandalizado al universo, realzado su importancia. Se considera cada vez más como un asunto en
las escuelas que debe preocupar a las sociedades del planeta.

Sin embargo, el bullying no refleja adecuadamente, en términos de violencia humana, lo que se vive en la
escuela ni en los hogares de los niños de cualquier lugar. La violencia se origina en el mundo adulto y en los
ambientes institucionales que a su vez crean el espacio de los niños.

El bullying, al hablar de cierto tipo de violencia entre niños, esconde persistentemente sus orígenes y los
entornos que favorecen la violencia de los padres en los hogares, las discordias en la comunidad y las
conductas escolares hostiles, agresivas o indiferentes de profesores y autoridades. Aislado, reducido en su
definición y alcances, se banaliza el fenómeno de la violencia generalizada y tampoco posibilita su abordaje
en tanto que bullying. Al no reconocer su origen y causas; al no hablar de la compleja violencia humana en
sus diferentes formas, las soluciones que se encuentran son una suerte de placebos que lo convierten en un
mal crónico. Simplificado, las soluciones que se presentan como lógicas suelen ser: eliminar la permisividad
de los padres y adultos (la llamada falta de límites), vigilar los ambientes escolares, advertir al victimario de las
consecuencias de sus actos y proteger a los niños que tienden a ser víctimas. Lo demás no le toca a la
escuela, “nosotros nos dedicamos a enseñar”, suelen repetir profesores y autoridades. Es decir, las
soluciones no eliminan los problemas de violencia, sino que aspiran a controlarlo. La lógica es: evitemos que
ciertos niños agresivos se conviertan en golpeadores recurrentes y que otros caigan en la posición de
víctimas, como si ese control eliminara la problemática.

Rastrear en la naturaleza humana

Mirada planetariamente, la naturaleza humana nos acerca a nuestro origen biológico, natural y cósmico.
Somos parte del reino animal, estamos incluidos en la biosfera y pertenecemos a un cosmos que opera
desordenadamente. Catastróficamente crece, decrece, se auto organiza y se destruye. Es decir, nuestro
origen y el entorno cósmico incluyen de manera relevante el caos, la destrucción. El orden y la organización
son sólo una posibilidad. Como parte del orden biológico, compartimos la violencia como una de las
estrategias de sobrevivencia de las especies animales. Conocemos y estamos familiarizados con las
rivalidades y conflictos al interior de estas especies.

Como seres vivos de este planeta dependemos vitalmente de la biósfera terrestre; y debemos reconocer
nuestra muy física y muy biológica identidad terrenal. Sin embargo, nuestro proceso de conformación como
especie nos separa brutalmente. Sin negar nuestro ser biológico, el proceso de hominización desarrolló
nuestro cerebro, nuestra postura, nuestras habilidades; pero hizo depender nuestra humanización de la
cultura auto creada por la especie y con ella nos distanció del orden natural al que también pertenecemos.

El ser humano es, entonces, plenamente biofísico y plenamente psico-socio-cultural. La animalidad y la


humanidad nos definen y nos hacen extraordinarios y contradictorios. Tenemos un cerebro potente, una
condición juvenil prolongada que descansa en el ser mamífero:

Es un hipermamífero, dado que, marcado hasta la edad adulta por la simbiosis infantil con la madre, desarrolla
como amor y ternura, cólera y odio, la afectividad de los mamíferos, conservando en forma de amistades
adultas sus fraternidades juveniles ampliando las solidaridades y rivalidades, expandiendo las cualidades de
memoria, inteligencia, afectividad, propias de esta clase, forzando hasta el extremo la aptitud de amar, gozar y
sufrir.

El cerebro procesa nuestros impulsos y afectos, codifica la información, lo juvenil potencia nuestra capacidad
afectiva y creativa. Pero nuestra mente no sólo obedece a nuestro cerebro que decodifica información de todo
tipo (datos, imágenes, deseos, impulsos), que provienen del mundo físico, biológico y también de la cultura.
Es decir, responde a los saberes, tradiciones, mitos, deseos individuales y colectivos de la comunidad a la que
pertenecemos. Somos seres plenamente arraigados a la naturaleza y desarraigados de ella. Cien por ciento
biológicos, cien por ciento sociales, y solemos desconocer nuestra doble naturaleza. “Experimenta la
autoridad del Superyó social, la impronta y la norma de la cultura; vive sin cesar la dialógica puesta de relieve
por Freud entre el superyó, el ello pulsional y el yo”.
HABLEMOS DE BULLYING
“La definición de bullying contempla una intimidación constante, periódica e intencional, del mismo sujeto
hacia la misma persona o grupo, en una relación de pares, dentro del contexto escolar. Estamos hablando de
un evento violento, es decir, hay un contexto en donde el agresor sabe que tiene cierto poder y lo ejerce”,
explicó la doctora Ana Carolina Rodríguez, investigadora del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de
la Facultad de Medicina, durante la quinta sesión de preguntas y respuestas del ciclo “Todo lo que siempre
quisiste saber y no te atrevías a preguntar”.

La especialista reiteró que la problemática gana terreno cuando los niños que usualmente interactúan en
diferentes contextos perciben violencia de manera cotidiana, hecho que les ayuda a normalizarla. De tal forma
que cuando van a la escuela, además de aprender conocimientos generales, también forman vínculos con sus
compañeros, y las maneras en que se establezcan éstos serán parte de la formación escolar.

“¿Qué factores se han visto relacionados con el surgimiento del bullying? las normas flexibles y la poca
supervisión. De pronto se tiene un reglamento escolar, pero no se les instruye del por qué hay que tener esas
normas y su funcionalidad. Entonces el joven va a decir: ‘no las voy a acatar porque no tienen ningún sentido
para mí’”, mencionó.

Este problema es multifactorial, pero principalmente son las familias y las escuelas los principales implicados,
por lo que tener una sincronización adecuada en los valores que se le enseñan a los niños entre estos dos
contextos, cobra importancia. Si el menor ve violencia en casa, es probable que la normalice y cuando la
experimente en la escuela, le parezca normal observarla, recibirla o ejercerla.

En cuanto a la identificación de los victimarios, la investigadora indicó que suelen ser muy sociables, incluso
podrían ser divertidos, extrovertidos, sin presencia de culpa en su conducta y con el poder de subordinar a un
grupo; mientras que las consecuencias del torturado suelen ser la victimización, depresión, conductas
suicidas, aislamiento e indefensión aprendida.

Hay soluciones

“En todos los grados escolares existen manifestaciones de bullying, desde primaria hasta universidad, lo que
se ha podido observar es que van cambiando los métodos: los primeros años las formas de violentarse es a
través de conductas agresivas físicas y verbales; una vez pasada la preparatoria, las formas son más
relacionales”, explicó.

Para prevenir es muy importante tener una comprensión real del bullying, qué es, cómo se genera, cuáles son
las señales y cómo detenerlo adecuadamente. Por ello, los tutores deben estar al tanto de sus hijos, en caso
de que sean los agredidos, o los agresores, para actuar temprana y rápidamente sobre este mal.

Uno de los principales consejos que ofrece la doctora Ana Carolina Rodríguez es tener una buena
comunicación familiar, para así poder identificar los cambios que el niño o joven tenga, incluso hacer sentirlo
en un ambiente seguro y tomar en cuenta la ayuda psicológica.

“Además, promover constantemente formas de interactuar no violentas, y si se da un evento de ese tipo los
tutores lo señalen, hagan evidente lo que está sucediendo a todo el grupo, y principalmente al agresor hacerle
entender el daño que provoca. Ya existen herramientas de cómo atender estos conflictos”, concluyó.
CAMBIEMOS LA MANERA DE RELACIONARNOS PARA ERRADICAR
EL BULLYING
• Es urgente aprender a construir sociedades en la convivencia, considera Nelia Tello Peón al
referirse al Día Mundial contra el Acoso o Bullying, que se conmemora hoy 2 de mayo
• Las redes sociodigitales contribuyen al crecimiento de esa práctica que afecta a seis de cada 10
niños, añade

De acuerdo con el estudio oficial de la organización no gubernamental internacional Bullying Sin


Fronteras para América, Europa, Asia, Oceanía y África, realizado de enero 2021 a febrero de 2022
con el apoyo de 20 prestigiosas universidades del mundo, los casos de bullying en el planeta
continúan en aumento: seis de cada 10 niños sufren todos los días algún tipo de acoso y
ciberacoso. A nivel mundial, esa práctica es causante directa de más de 200 mil fallecimientos cada
año, por homicidio o inducción al suicidio.

Según la investigación de la citada ONG para América Latina y España, realizada de enero 2020 a diciembre
de 2021, los casos en México se incrementan: siete de cada 10 niños y adolescentes lo sufren.

El crecimiento del fenómeno es “explosivo” en los últimos años: 180 mil casos graves
de bullying y ciberbullying en ese lapso, colocan a nuestro país con mayor cantidad de sucesos en el orbe.
Los otros dos son Estados Unidos, con seis de cada 10; y China, 5.8 por cada 10.

La coordinadora del Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Violencia Escolar de la UNAM, Nelia Tello
Peón, refiere: estamos ante un problema fuerte que está en todos lados, que no es de ahora, y que debemos
revertir. Para erradicarlo se necesita cambiar comportamientos, la manera en que nos relacionamos con los
otros.

Es urgente aprender a construir sociedades en la convivencia. “En vez de usar mi fuerza para destruirte, debo
usarla para construir junto contigo, pero para eso tengo que aceptar que eres diferente a mí, que tus
expresiones y fortaleza son distintas a las mías y que se complementan. Solo así podremos construir de
verdad una sociedad más humana”, recalca la académica de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS)
de la Universidad Nacional.

En ocasión del Día Mundial contra el Acoso o Bullying, que se celebra el 2 de mayo, la exdirectora de esa
entidad académica menciona que no sabemos construirnos como una sociedad entre iguales, porque nadie
nos enseña. Por el contrario, varios tienen la idea de que es “malo”, “extraño” o “ajeno” ser diferente, y eso
“hay que desaparecerlo”.

Dominio y sumisión

El acoso escolar, explica Nelia Tello, es una forma específica de violencia continua entre iguales,
caracterizada por una relación de dominio y sumisión con un vínculo de orden emocional presente. No se trata
de un hecho aislado, sino que acontece de forma persistente y provoca ansiedad en los participantes.

Una persona que sufre y ejerce bullying generalmente ha vivido ese tipo de relaciones en su familia; se trata
de comportamientos que se aprenden. La experta precisa que no se aprende a relacionarse entre iguales en
el entorno familiar, vecinal, comunitario, laboral, etcétera. “Una organización jerárquica funcional la
convertimos en una jerarquía humana”.

Por lo general, subraya, el agresor está rodeado de un grupo que lo sigue, apoya y lo hace más fuerte en la
presencia del acosado. “Las personalidades débiles no se ven, se vuelen difusas, indiferentes para los demás,
pero en el momento en que están en una situación donde son el centro de atención, es como si comenzaran a
existir, pero de manera muy peligrosa, con miedo e incertidumbre”.
Este fenómeno, reitera la experta, es de siempre por la presencia de una persona fuerte y una débil. “Antes
hablábamos del ‘puerquito del salón’, y no era algo vergonzante. Hoy, por lo menos, es reconocido”.

Parecía que este fenómeno tenía su máxima expresión en el nivel secundaria. Sin embargo, se registra
además en las primarias, con otras formas y expresiones, quizá con menos intensidad emocional, así como
en el bachillerato y las universidades. Ahora que lo reconocemos vemos que se ha extendido y hay que
preguntarnos por qué, alerta Tello Peón.

“Tengo el supuesto de que los dos años de socialización que nos ‘comió’ la pandemia han agudizado
el bullying, porque en ese tiempo no se desarrollaron las habilidades sociales y emocionales, las que nos
permiten interrelacionarnos con el otro de manera que tengamos una convivencia más igualitaria y solidaria.
Vivimos dos años de mucha tensión, angustia, incertidumbre, pero sobre todo tuvimos pérdidas, miedo de
enfermar cuando no había un lugar en los hospitales, y nos sentimos vulnerados por el otro”, asevera.

El acoso escolar tiene raíces en este ambiente que vivimos, en una sociedad violenta en donde la muerte, el
balazo y los jalones de cabello se presentan a diario, destaca la académica de la ENTS.

En el pasado, esta práctica concluía junto con las clases, pero ahora, debido a las redes sociodigitales,
prosigue, se hace grande y llena de angustia la vida de la víctima. “El anonimato, las redes, la rapidez con que
ocurre, ayudan a su crecimiento”, resalta.

Incluso, se habla de una “pandemia de bullying”, porque nos invade. “Nos encanta el dominio, ese es el
problema. Pero nos tiene que dejar de gustar la desigualdad y la jerarquía, y aceptar que para vivir en una
sociedad más equitativa y sin violencia, lo nuestro debe ser la construcción con el otro”.

El acoso, acota la académica, está tipificado como un delito en la Ley General de los Derechos de Niñas,
Niños y Adolescentes, donde también se establecen sanciones. Esas situaciones deberían estar bajo control
social, pero como así no ha funcionado, se han vuelto de control legal.

Para prevenir el acoso escolar se requiere que haya suficientes docentes y un equipo de atención
multidisciplinario; es decir, a los profesores se deben sumar psicólogos y trabajadores sociales capacitados,
como establece la Ley.

“Hemos insistido que todas las escuelas deben contar con un trabajador social, porque los problemas que
suceden ahí son sociales, y atender a tiempo los conflictos, antes de que sean noticia y escándalo”. En tanto,
los padres de familia y el resto de la sociedad deben dejar de guardar su indignación en lo personal y volverla
colectiva.

Tello Peón recuerda que en el año 2000 realizó un estudio en secundarias, el cual arrojó que 78 por ciento de
jóvenes encuestados decía que no había violencia en su escuela. Antes de la pandemia el porcentaje era de
17 por ciento; “con ellos hay que trabajar, porque quienes no son capaces de verla, son quienes más la
reproducen”.

A partir de 2011, el 2 de mayo se celebra el Día Internacional contra el Bullying o el Acoso Escolar, fecha
establecida por asociaciones de padres y diversas organizaciones no gubernamentales con el objetivo de
concienciar sobre el riesgo de ese fenómeno en los niños y jóvenes a nivel mundial.

“Qué bueno que ya reconocemos esta situación tan grave y que la comprendamos como problema social,
para que todos contribuyamos a cambiarla”, apunta Nelia Tello.
ACOSO O BULLYING PUEDE APRENDERSE EN CASA

• Su incremento es muestra de la problemática general que atraviesa la humanidad: Erika Villavicencio Ayub
• El 2 de mayo se conmemora el Día Internacional contra el Bullying o el Acoso Escolar

La insistencia de incomodar a otra persona, denostarla, resaltar ciertas características o actitudes negativas
de ella, pueden ser aprendidas, y no corregidas, en su entorno familiar, expone la coordinadora de Psicología
Organizacional de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, Erika Villavicencio Ayub.

Debido a que el contexto en el hogar propicia conductas hacia el exterior, si al interior existen antecedentes de
violencia psicológica, física o de cualquier otro tipo, algún integrante tendrá mayor probabilidad de sufrir o
infringir agresión, explica.

El acoso también tiene que ver en gran parte con nuestra cultura, y es muestra de la problemática en general
que atraviesa la humanidad, acota la experta.

“Las agresiones son resultado del cúmulo de frustraciones, de necesidades no cumplidas en diferentes
aspectos. Por eso, cuando alguien te provoca, puedes reaccionar de manera agresiva debido a que hay
personalidades que se les facilita más la reacción hacia la violencia, inclusive han encontrado reforzadores
para mantener estas conductas porque les dan resultados que para ellos son satisfactorios: ser el popular, el
que controla, el obtener algo en función de mantener estas actitudes”, describe.

Villavicencio Ayub recuerda que el acoso o bullying no es un fenómeno nuevo, porque ha acompañado el
desarrollo del ser humano en un sentido de sobrevivencia, “de que gane el más fuerte”; sin embargo, se ha
extendido a otros ámbitos o vías “novedosas”, como la digital.

Destaca que las últimas cifras publicadas el año pasado indican un crecimiento significativo del fenómeno.
Con base en datos revelados en el First World Report por la organización International NGO Bullying Without
Borders, correspondientes a 2020-2021, México registra hasta 180 mil casos reportados de bullying y
de ciberbullying.

El primero puede presentarse a partir de edades tempranas, en la niñez; en cambio, el otro fenómeno está
más relacionado con los jóvenes porque son quienes tienen mayor interacción con las tecnologías, expone la
experta a propósito del Día Internacional contra el Bullying o el Acoso Escolar, que se conmemora el 2 de
mayo.

Cabe mencionar que el objetivo de esta conmemoración es concientizar a nivel mundial sobre el riesgo de
este fenómeno (presencial y digital) en los menores y jóvenes a nivel mundial, así como buscar los
mecanismos para evitarlo.

Esta iniciativa, planteada en 2013 por Javier Miglino, fundador de la organización no gubernamental “Bullying
Sin Fronteras”, fue aprobada por la UNESCO el mismo año.

Situación propicia

El ciberacoso, prosigue Villavicencio Ayub, ha crecido de forma exponencial debido al confinamiento y por el
auge de las tecnologías. En consecuencia, esta facilidad es aprovechada para alcanzar a miles de personas.
Como es un entorno virtual, a veces en la mente del victimario se considera un juego. Se escuda diciendo:
“no, eso no está pasando”. Hemos encontrado personas que no están conscientes de que hay un daño
psicológico, asevera Villavicencio Ayub.

Al abundar, señala que el ciberacoso, el cual se realiza en internet, redes sociales, plataformas de juego,
mensajería, inclusive telefonía móvil, parte en gran medida del anonimato. “Este fenómeno psicológico, donde
la gente se puede esconder, le permite hacer una serie de cosas perversas con mayor facilidad”.

Es reciente porque está alineado o relacionado con las nuevas tecnologías, aquí no hay una sola forma de
cómo se presenta, puede ser a través de intimidación, ofensas, maltratos, insultos, chantajes, presiones. El
agresor trata de humillar, atemorizar, poner en una situación vergonzosa a la víctima. En ocasiones hasta
puede suplantar su identidad y amenazarlo con exponer imágenes o contenido que le afecte, previene la
universitaria.

“Tenemos casos lamentables porque pueden llegar a afectaciones en la salud mental e inclusive física,
porque la gente se empieza a aislar, puede alterar hábitos de sueño, de alimentación, hemos encontrado
autolesiones porque llegan a tener tanta tristeza, miedo, soledad, que es una manera de desahogarse, de
depositar un poco el estrés”, afirma la doctora en Salud Ocupacional.

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