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Etica de La Sedacion

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CONSEJO GENERAL

DE COLEGIOS OFICIALES DE MEDICOS

La Asamblea General del Consejo General de Colegios Oficiales de


Médicos, en sesión celebrada el día 21 de febrero de 2009, adoptó el
acuerdo de aprobar la siguiente Declaración elaborada por la Comisión
Central de Deontología y Derecho Médico de este Organismo:

ÉTICA DE LA SEDACIÓN EN LA AGONÍA

Introducción:

1. En Medicina se entiende por sedación la administración de fármacos


para disminuir la ansiedad, la angustia y, eventualmente, la conciencia del
enfermo.
En Medicina Paliativa se entiende por sedación la administración de
fármacos apropiados para disminuir el nivel de conciencia del enfermo
ante la presencia de un síntoma refractario a los tratamientos disponibles.

2. Los pacientes que padecen una enfermedad en fase terminal,


oncológica o no, presentan, a veces, en sus momentos finales algún
síntoma que provoca un sufrimiento insoportable, que puede ser difícil o,
en ocasiones, imposible de controlar.

3. La frontera entre lo que es una sedación en la agonía y la eutanasia


activa se encuentra en los fines primarios de una y otra. En la sedación se
busca conseguir, con la dosis mínima necesaria de fármacos, un nivel de
conciencia en el que el paciente no sufra, ni física, ni emocionalmente,
aunque de forma indirecta pudiera acortar la vida. En la eutanasia se
busca deliberadamente la muerte inmediata. La diferencia es clara si se
observa desde la Ética y la Deontología Médica.

4. La sedación en la agonía se ha de considerar hoy como un


tratamiento adecuado para aquellos enfermos que, en los pocos días u
horas que preceden a su muerte, son presa de sufrimientos intolerables
que no han respondido a los tratamientos adecuados.
5. La necesidad de disminuir la conciencia de un enfermo en las horas
anteriores de su muerte ha sido y es objeto de controversia, en sus
aspectos clínicos, éticos, legales y religiosos. Además, quienes no conocen
las indicaciones y la técnica de la sedación o carecen de experiencia en
medicina paliativa, pueden confundirla con una forma encubierta de
eutanasia.

6. La Comisión Central de Deontología estima oportuno ofrecer


criterios sobre los aspectos éticos de la sedación en la agonía, a fin de
mostrar que si está bien indicada, bien realizada y autorizada por el
enfermo o en su defecto por la familia, constituye una buena práctica
médica en el adecuado contexto asistencial.

El respeto médico a la vida del enfermo en fase terminal:

7. La Ética y la Deontología Médica establecen como deberes


fundamentales respetar la vida y la dignidad de todos los enfermos, así
como poseer los conocimientos y la competencia debidos para prestarles
una asistencia de calidad profesional y humana. Estos deberes cobran una
particular relevancia en la atención a los enfermos en fase terminal, a
quienes se les debe ofrecer el tratamiento paliativo que mejor contribuya
a aliviar el sufrimiento, manteniendo su dignidad, lo que incluye la
renuncia a tratamientos inútiles o desproporcionados de los que sólo
puede esperarse un alargamiento penoso de sus vidas.

8. Respetar la vida y la dignidad de los enfermos implica atender su


voluntad, expresada verbalmente o por escrito, que deberá constar
siempre en la historia clínica, mitigar su dolor y otros síntomas con la
prudencia y energía necesarias, sabiendo que se está actuando sobre un
organismo particularmente vulnerable cuando su curación ya no es
posible.

9. En la situación de enfermedad terminal, la ética médica impone


también la obligación de acompañar y consolar, que no son tareas
delegables o de menor importancia, sino actos médicos de gran relevancia
para la calidad asistencial. No tiene cabida hoy, en una medicina
verdaderamente humana, la incompetencia terapéutica ante el sufrimiento
terminal, ya tome la forma de tratamientos inadecuados por dosis
insuficientes o excesivas, ya la del abandono.

Valor ético y humano de la sedación en la fase de agonía

10. Tiempo atrás, cuando no se había desarrollado la medicina


paliativa, la sedación en la agonía pudo haber sido ignorada u objeto de
abuso. Hoy, una correcta asistencia implica que se recurra a ella sólo
cuando está adecuadamente indicada, es decir, tras haber fracasado todos
los tratamientos disponibles para el alivio de los síntomas.
La sedación en la agonía representa el último recurso aplicable al
enfermo para hacer frente a síntomas biológicos, emocionales o
existenciales cuando otros recursos terapéuticos hayan demostrado su
ineficacia.

11. La sedación, en sí misma, es un recurso terapéutico más y por tanto


éticamente neutro; lo que puede hacer a la sedación éticamente aceptable
o reprobable es el fin que busca y las circunstancias en que se aplica. Los
equipos que atienden a enfermos en fase terminal necesitan una probada
competencia en los aspectos clínicos y éticos de la medicina paliativa, a fin
de que la sedación sea indicada y aplicada adecuadamente. No se la podrá
convertir en un recurso que, en vez de servir a los mejores intereses del
enfermo, sirva para reducir el esfuerzo del médico. La sedación en la fase
de agonía es un recurso final: será aceptable éticamente, cuando exista
una indicación médica correcta y se hayan agotado los demás recursos
terapéuticos.

12. La sedación implica, para el enfermo, una decisión de profundo


significado antropológico: la de renunciar a experimentar conscientemente
la propia muerte. Tiene también para su familia importantes efectos
psicológicos y afectivos. Tal decisión no puede tomarse a la ligera por el
equipo asistencial, sino que ha de ser resultado de una deliberación
sopesada y una reflexión compartida acerca de la necesidad de disminuir
el nivel de conciencia del enfermo como estrategia terapéutica.

Las indicaciones de la sedación en la fase de agonía:

13. En la actualidad, la necesidad de sedar a un enfermo en fase


terminal obliga al médico a evaluar los tratamientos que hasta entonces
ha recibido el enfermo. No es legítima la sedación ante síntomas difíciles
de controlar, pero que no han demostrado su condición de refractarios.

14. Las indicaciones más frecuentes de sedación en la fase de agonía


son las situaciones extremas de delirio, disnea, dolor, hemorragia masiva
y ansiedad o pánico, que no han respondido a los tratamientos indicados y
aplicados correctamente.
La sedación no debe instaurarse para aliviar la pena de los familiares o la
carga laboral y la angustia de las personas que lo atienden.

15. Es necesario transmitir a la familia que el enfermo adecuadamente


sedado no sufre.

16. Como en cualquier otro tratamiento se debe realizar una evaluación


continua del nivel de sedación en el que se encuentra y necesita el
enfermo. En la historia clínica y en las hojas de evolución deberán
registrarse con el detalle necesario los datos relativos al ajuste de las
dosis de los fármacos utilizados, a la evolución clínica de la sedación en la
agonía y a los cuidados básicos administrados.
17. Para evaluar, desde un contexto ético-profesional, si está justificada
la indicación de la sedación en un enfermo agónico, es preciso considerar
los siguientes criterios:

17.1.- La aplicación de sedación en la agonía exige, del médico, la


comprobación cierta y consolidada de las siguientes circunstancias:

a. Que existe una sintomatología intensa y refractaria al tratamiento.


b. Que los datos clínicos indican una situación de muerte inminente o
muy próxima.
c. Que el enfermo o, en su defecto la familia, ha otorgado el adecuado
consentimiento informado de la sedación en la agonía.
d. Que el enfermo ha tenido oportunidad de satisfacer sus necesidades
familiares, sociales y espirituales.

Si tuviera dudas de la citada indicación, el médico responsable deberá


solicitar el parecer de un colega experimentado en el control de
síntomas. Además el médico dejará constancia razonada de esa
conclusión en la historia clínica, especificando la naturaleza e
intensidad de los síntomas y las medidas que empleó para aliviarlos
(fármacos, dosis y recursos materiales y humanos utilizados) e
informará de sus decisiones a los otros miembros del equipo
asistencial.

17.2.- Es un deber deontológico abordar con decisión la sedación en la


agonía, incluso cuando de ese tratamiento se pudiera derivar, como
efecto secundario, una anticipación de la muerte.

17.3.- El inicio de la sedación en la agonía no descarga al médico de su


deber de continuidad de los cuidados. Aunque esta sedación pueda
durar más de lo previsto, no pueden suspenderse los cuidados básicos
e higiénicos exigidos por la dignidad del moribundo, por el cuidado y el
aseo de su cuerpo.

18. La sedación en la agonía no es un tratamiento excepcional; el


incremento de personas que precisan cuidados paliativos constituye
actualmente un paradigma que debe estar presente en la enseñanza de
las Facultades de Medicina y en los Programas de Formación Continuada y
en la conciencia de todos los médicos.

Madrid, 23 de febrero de 2009


EL VICESECRETARIO

Vº Bº
EL PRESIDENTE
Fdº Francisco Toquero

Fdº Isacio Siguero Zurdo

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