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Respecto de la población colonial se poseen datos parciales por regiones, que permiten llegar a la
siguiente aproximación: Población colonial (excluidos los indios no integrados) en la primera mitad
del siglo XVII: 300.000 habitantes. Población en la segunda mitad del siglo XVIII: 382.000
habitantes. Población a fines del siglo XVIII: 310.000 habitantes.
A fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, poblaban el actual territorio más de 400.000 habitantes,
entre blancos, mestizos, negros, mulatos e indios integrados. Además se estima que había entre
200.000 y 300.000 aborígenes rebeldes dispersos, que en buena medida se asimilarían, con el
tiempo, a la comunidad hispanoamericana. Entre esa fecha y la correspondiente al primer censo
nacional (1869) no se producen cambios cuantitativos ni cualitativos de gran relevancia, al menos
comparables a los que se registran a partir de la segunda mitad del siglo XIX, esto es,
prácticamente, a contar de ese censo.
Las fuentes de información anteriores al primer censo son tan numerosas como imprecisas:
tentativas de recuentos en los órdenes nacional, provincial o municipal, y otras formas de
empadronamiento, registros de parroquias (tal vez las más importantes fuentes de estudio) y
estimaciones de geógrafos de la época. Pero ninguna permitió llegar a la apreciación cierta que
abarque la totalidad del país. Como consecuencia de lo que acaba de verse, sólo es posible recurrir
a estimaciones de destacados geógrafos de la época y al censo de Derqui de 1857, aunque fue
incompleto. La recopilación más seria y más completa fue la realizada por Martín de Moussy
(cuadro 9.1), que hemos reconstruido a partir de documentos de la época y se incluye sólo a título
ilustrativo. En síntesis, puede decirse que a partir de 1810 se produce un aumento considerable de
la población, como consecuencia de haberse dejado de lado la política «cerrada» de la Colonia.
Si consideramos los valores que corresponden a cada continente, tenemos que Asia ocupa el
primer lugar, con 94 hab/km2, y Europa el segundo, con 71 hab/km2, o sea ambas muy por
encima del promedio mundial. En el otro extremo se ubica Oceanía, con una densidad de tan sólo
4 hab/km2. Por su parte, África tiene una densidad de 34 hab/km2; América Latina y el Caribe, 24
hab/km2 y América Anglosajona (EE. UU. y Canadá), 20 hab/km2. La densidad media de la
población argentina, sin incluir el territorio antártico ni las islas del Atlántico Sur, según los datos
del censo poblacional de 2010, es de 14,4 hab/km2 (10,7 hab/km2 incluyendo esos territorios). En
el cuadro 9.3, se detalla la población y la densidad poblacional de cada provincia argentina.
Además, en el mapa 9.1, se puede observar la gran heterogeneidad en la distribución de la
población de nuestro país. En un extremo tenemos la caba, con una densidad de 14.450,8
hab/km2 y, en el otro, se encuentra la provincia de Santa Cruz, con sólo 1,1 hab/km2. La provincia
de Tierra del Fuego, considerando el territorio antártico y las islas del Atlántico Sur, tiene sólo 0,1
hab/km2.
surge que, la población argentina se encuentra prácticamente distribuida del siguiente modo: un
tercio en la región metropolitana,5 un segundo tercio en la región pampeana y, el otro tercio, en el
resto del país. Es decir que, las regiones metropolitana y pampeana en conjunto –cuya superficie
equivale a tan sólo el 30% del país– encierran casi el 70% de la población total argentina. Esto se
repite, aunque con menor intensidad, en el resto del país. En casi todas las provincias, los centros
urbanos más importantes –por lo general las capitales– representan el 25% de la superficie y el
50% de la población provincial respectiva. Las causas de ese intenso proceso de concentración
fueron, por una parte, el desplazamiento hacia la pampa húmeda del grueso de la actividad
agropecuaria destinada a la exportación y al mercado interno, y la concentración de las actividades
comerciales ligadas al proceso mismo, así como el comercio de importación. Por otra parte, el
desarrollo industrial comenzó precisamente donde encontró mejor mercado, tanto en número de
consumidores como en capacidad de compra de los habitantes. Esta situación se daba en el área
metropolitana, en la cual también había más disponibilidad de mano de obra.
Al mismo tiempo que actuaba ese polo de atracción del área urbana, la total ocupación de las
tierras de cultivo y de ganadería de la región pampeana, que se produjo a partir de 1930,
determinaba el rechazo de los excedentes de población rural. Igual fenómeno de rechazo se opera
a causa de la mecanización de los cultivos (sobre todo de la cosecha) que permite prescindir de
gran cantidad de mano de obra. Estos dos factores pasaron a conformar verdaderos polos de
repulsión, que conducen a la población hacia las zonas industriales en busca de trabajo. Surgen así
los asentamientos urbanos de carácter precario, que en nuestro país se conocen como villas de
emergencia o «villas miseria». Sin embargo, a pesar de lo antedicho, en el gráfico 9.4, podemos
observar, de un censo a otro, una leve pero constante disminución del peso relativo de la región
Pampeana, que de representar el 42,1% en 1947 pasó al 34,3% en 2010. Por su parte, la Patagonia
que representa el menor valor porcentual, es la región que muestra un mayor crecimiento entre
un censo y otro, al punto de que en 2010 su importancia es más del doble que la que tenía en
1947. Si consideráramos la población de esta región en valores absolutos, tendríamos que casi se
ha sextuplicado en relación a 1947. Sólo para hacer una comparación, la región Pampeana, apenas
superó la duplicación de sus habitantes entre los mismos años. Por lo dicho en estos últimos dos
párrafos, parecería observarse, entre censo y censo, una muy lenta pero constante
“descentralización” de la población de las áreas Metropolitana y Pampeana, en favor de las otras
regiones argentinas.
Formas de concentración demográfica como fenómeno estructural. Población rural y urbana
Es muy difícil establecer con precisión cuándo una población es urbana y cuándo es rural. Con el
fin de que las estadísticas sean comparables, la mayoría de los países ha adoptado el siguiente
criterio cuantitativo, ratificado por las Naciones Unidas: «Se entiende por población rural la que
habita en municipios que no sumen más de 2.000 habitantes», sin tener en cuenta si reside
propiamente en el campo o no.9 Se llama urbanismo, en el sentido demográfico, a la tendencia al
predominio de la población urbana sobre la rural, el fenómeno inverso se denomina ruralismo. El
interés en el estudio de estas formas de distribución demográfica es que una y otra tienen
comportamientos distintos, tanto en lo demológico propiamente dicho como en lo
socioeconómico.
Así, por ejemplo, la población rural acusa siempre una natalidad más alta y, por lo general, una
mortalidad más elevada, así como un mayor índice de masculinidad (número de hombres cada 100
mujeres). En lo económico el nivel de vida siempre es más bajo que el del poblador urbano, aun en
los países de agricultura muy tecnificada. También los hábitos son distintos, lo cual se traduce en
variaciones en el consumo de bienes y servicios. La Argentina, como todos los países de agricultura
de tipo extensivo, es un país agrario con población urbana. En el mismo caso se hallan Australia y
Canadá, entre otros. Este fenómeno se advierte, como tendencia, desde el segundo censo
nacional (1895). A ello debe agregarse que no toda la población calificada como rural, según la
definición, vive en el campo, sino en poblados pequeños; de modo que la proporción real será
todavía menor.
En todo el mundo las proporciones entre población urbana y rural varían fundamentalmente
según el nivel de desarrollo. Las regiones menos desarrolladas acusan porcentajes elevadísimos de
población rural y, aunque sea paradójico, son los que más padecen el flagelo del hambre. En el
punto intermedio están los países europeos de agricultura intensiva. Insistimos en que no debe
confundirse población rural con población activa ocupada en la agricultura. El fenómeno del
urbanismo en la Argentina Cuando se analizó el caso argentino de macrocefalia se vio con claridad
que en nuestro país predomina la población urbana, o sea la que se agrupa en núcleos de más de
2.000 habitantes. A pesar de ello, y de que la fundación de pueblos y ciudades data de muy
antiguo, el proceso de urbanización es lento, con excepción del enorme conglomerado del Gran
Buenos Aires y otras ciudades importantes del interior del país.
Una conjunción de factores socioeconómicos condujo a una de las más grandes concentraciones
urbanas del mundo. Su origen data desde los primeros años de nuestra existencia como país
independiente, pero en particular desde que, al desplazarse el centro de gravedad de nuestra
estructura económica hacia el litoral, el puerto cobró una importancia singular en la vida de la
nación; desde esos tiempos lejanos la población se concentra en la ribera y se va irradiando hacia
la periferia, siguiendo el diagrama que le trazaran los ferrocarriles, desde el puerto de Buenos
Aires (de ultramar) y La Boca del Riachuelo y Tigre (puertos de cabotaje). Así van surgiendo la gran
urbe y sus satélites, que en conjunto concentran más del 30% de la población total del país. Este
hecho es la característica ecológica más sobresaliente de la Argentina y tal vez sea un caso único
en el mundo para países del tamaño del nuestro. La estructura demográfica (composición por
edades) del Gran Buenos Aires se caracteriza por el predominio de la población en edades activas,
como consecuencia de la inmigración de adultos procedentes del interior y también por los
efectos de la disminución de la natalidad en relación con otras épocas
La población de la caba, se mantiene prácticamente estable desde 1947, mientras que la de sus
satélites se incrementa sin cesar. En 1869 el 80% del conjunto residía en la caba. En la actualidad
esa proporción se ha reducido al 23%, mientras que el 77% vive en los alrededores. Por su parte, el
peso de la población de la Capital Federal respecto de la población total del país decrece en cada
censo, y en 2010 sólo representa el 7%. Además de la caída absoluta de la población, este hecho
debe atribuirse a la menor inmigración externa, al desplazamiento del crecimiento hacia sus
alrededores y, últimamente, al mayor desarrollo del interior.
El Gran Buenos Aires o Área Metropolitana comprende a la caba y los 24 partidos que la rodean:
Almirante Brown, Avellaneda, Berazategui, Esteban Echeverría (cede tierras a los partidos de
Cañuelas y San Vicente y para la creación de los partidos de Ezeiza y Presidente Perón), Ezeiza (se
crea con tierras del Partido de Esteban Echeverría), Florencio Varela (cede tierras para la creación
del partido de Presidente Perón), General San Martín, Hurlingham (se crea con tierras del partido
de Morón), Ituzaingó (se crea con tierras del partido de Morón), José C. Paz (se crea con tierras del
partido de General Sarmiento), La Matanza, Lanús, Lomas de Zamora, Malvinas Argentinas (se crea
con tierras del partido de General Sarmiento e incorpora un sector del partido de Pilar), Merlo,
Moreno, Morón (cede tierras para la creación de los partidos de Hurlingham e Ituzaingó), Quilmes,
San Fernando, San Isidro, San Miguel (se crea con tierras del partido de General Sarmiento), Tigre,
Tres de Febrero y Vicente López. Estos partidos forman, con la caba, un “contorno urbano” o
“conurbación”.
De lo dicho se deduce que, el partido de General Sarmiento, que cede la totalidad de sus tierras a
los partidos de José C. Paz, Malvinas Argentinas, Pilar y San Miguel, ha dejado de existir. Por su
parte, la superficie del resto de la Provincia de Buenos Aires, ha sido modificada a raíz de los
siguientes cambios: el partido de Pilar cede tierras al partido de Malvinas Argentinas. Por otra
parte, los partidos de Cañuelas y San Vicente reciben tierras del partido de Esteban Echeverría; el
partido de Presidente Perón recibe tierras de los partidos de Florencio Varela y Esteban Echeverría
y el partido de Pilar recibe tierras del partido de General Sarmiento.
Decimos que el aire está contaminado cuando contiene una cantidad excesiva de impurezas
naturales o, principalmente, impurezas producidas por la acción del hombre. Nos referiremos a
estas últimas. Las fuentes de contaminación del aire pueden ser fijas o móviles. Entre las primeras
podemos citar las emanaciones producidas por la industria y la incineración de la basura. Estos
agentes contaminantes pueden presentarse en forma de polvo, hollín o distintos tipos de gases.
En cuanto a las segundas, se refieren principalmente a los gases emanados de los vehículos. Este
tipo de contaminantes tiene importantes consecuencias sobre la salud de las personas. La
Argentina no está incluida entre los países más contaminados, probablemente debido a sus
grandes extensiones despobladas y semidesérticas. Sin embargo, nuestro país no escapa al flagelo
de la combustión de los motores, las emisiones de gases industriales, y a la presencia de partículas
tóxicas y cancerígenas dispersas en la atmósfera. El microcentro de la caba registra tasas de
monóxido de carbono (co) que superan con holgura la máxima tolerable según la Organización
Mundial de la Salud (oms).
Desde tiempos inmemoriales los mares, ríos y lagos recogen los residuos producidos por la
actividad humana. Pero es a partir del siglo que acaba de finalizar, sobre todo en los últimos años,
que esto se ha incrementado y con sustancias cada vez más contaminantes. A los desagües
cloacales se han ido sumando pesticidas, desechos químicos, metales pesados, residuos
radiactivos, etcétera. El ciclo natural del agua, que consiste en pasar a la atmósfera por
evaporación para después volver al suelo por condensación y precipitación, tiene una gran
capacidad de purificación, pero en muchos casos esa capacidad es saturada por la gran cantidad
de sustancias tóxicas que se introducen en el agua. En nuestro país las cuencas hídricas que
rodean y atraviesan la caba y el conurbano, como los ríos de La Plata, Matanza, Riachuelo y
Reconquista, provocan el deterioro ambiental de las zonas aledañas, debido a su alto nivel de
contaminación.
Si bien los diferentes impactos humanos de la urbanización suelen ser difíciles de definir y evaluar,
el de la contaminación sonora y visual es quizás el de mayor complejidad. El ruido provocado por
los vehículos particulares y públicos, la construcción, los lugares de diversión, las industrias, los
altavoces y parlantes, el tráfico aéreo, etc., pueden provocar la disminución de la audición, fatiga,
pérdida de memoria y alteraciones del sueño, entre otros problemas de salud. Por su parte, los
numerosos «impactos visuales» de distintos tipos de anuncios publicitarios, producen efectos
psíquicos perjudiciales en quienes están expuestos a ellos. La caba se considera como una de las
más ruidosas del mundo.
Insuficiencia de espacios verdes
Entendemos como tales a aquellas áreas naturales, parquizadas, de uso público y gratuito, que
tienen la finalidad del esparcimiento, la recreación, el descanso, las prácticas deportivas, etcétera.
En la caba existen unas 800 hectáreas de espacios verdes públicos. Esta cifra representa menos de
3 m2 de espacio verde por habitante. Sin embargo, según la Organización Mundial de la Salud, lo
recomendable es disponer de 10 m2 por habitante (15 m2/hab es lo óptimo). Si además de este
aspecto cuantitativo tenemos en cuenta el aspecto cualitativo del problema, nos encontraremos
con que estos espacios verdes están mal distribuidos y, en algunos casos, deteriorados y mal
equipados.
Producción de residuos
Los residuos pueden clasificarse en diversas categorías: sólidos urbanos, industriales, agrarios,
patológicos y radiactivos. En este apartado sólo nos ocuparemos de los primeros. Los residuos
sólidos urbanos (rsu) son los que se originan en la actividad doméstica y comercial de las ciudades.
En los países desarrollados, en los que se ha generalizado cada vez más el hábito de «usar y tirar»,
el volumen de producción de residuos es cada vez mayor, con el consecuente impacto ambiental.
Los residuos producidos por los habitantes de las ciudades están compuestos por basura
doméstica, embalajes, muebles y electrodomésticos en desuso, etcétera. La basura doméstica, a
su vez, puede estar integrada por: materia orgánica, papel, cartón, plásticos, vidrio, metales,
etcétera. La generación de residuos es un indicador importante del nivel de actividad de un país o
región.
Para el estudio de la población por edades se ha convenido en dividir la población total en tres
grandes sectores:
• Activos: de 15 a 64 años.
Para algunos países el sector de los pasivos transitorios abarca las edades de 0 a 19 años; por lo
tanto, el sector de los activos comprende los individuos de 20 a 64 años.
El envejecimiento de la población
Indicadores de envejecimiento de la población Son varios los indicadores que permiten medir este
fenómeno en la población. Nos referiremos en particular a los siguientes, obtenidos del Censo
2010: a) Edad mediana: es la edad que divide a la población en dos grupos con igual número de
personas. En nuestro país la edad mediana es de 29,78 años. Esto significa que existe la misma
cantidad de personas que tienen más de esa edad que las que tienen menos de esa edad. El valor
más alto se da para la caba (36,8 años) y el más bajo para la provincia de Misiones (23,9 años). b)
Índice de envejecimiento: es el cociente entre la población de 65 años y más y la población de 0 a
14 años por 100 (cociente entre pasivos definitivos y transitorios). Para nuestro país es igual a
40,2. En la caba, es de 100,3, lo que se debe interpretar como que existe la misma cantidad de
pasivos definitivos que transitorios. c) Índice de dependencia de mayores: es el cociente entre la
población pasiva definitiva y la población activa por 100. En nuestro país es igual a 15,9. d) Índice
de dependencia potencial de padres: es el cociente entre la cantidad de personas de 80 años y
más y la población de 50 a 64 años (potenciales hijos de personas en edades extremas) por 100. En
nuestro país es igual a 18,0.
Pirámides demográficas
La pirámide Torre de Eiffel responde a una natalidad elevada, con una base dilatada. La
disminución de la población a medida que avanzan las edades se realiza en forma rápida como
producto de una mortalidad elevada, sobre todo en los niños. El grupo de pasivos transitorios es
elevado mientras que el de pasivos definitivos es muy reducido. La pirámide triangular tiene una
forma regular y compacta, con una base mas restringida que la anterior y una disminución regular
y constante a través de toda la figura. Responde a una natalidad y mortalidad media y el nivel de
reemplazo es óptimo.
La pirámide campana presenta una base más angosta que la anterior resultado de una natalidad y
mortalidad media a débiles. Se engrosa el grupo de activos, disminuyen los pasivos transitorios y
aumentan los definitivos.
La pirámide urna funeraria corresponde a sociedades maduras con natalidad y mortalidad débiles.
Acusa un envejecimiento en la base con una elevada proporción de adultos y ancianos.
La de forma de pera presenta una disminución muy importante en la base como consecuencia de
una baja en la natalidad por efectos de métodos de control, ya que el resto de la estructura se
comportan en forma simétrica y con disminución escalonada.
La de forma de gota presenta un vaciamiento de las edades jóvenes que resulta una natalidad casi
nula, con un engrosamiento en las edades adultas y viejas. Las pirámides irregulares o atípicas
presentan una asimetría en los sexos y en las edades con profundas irregularidades y
desequilibrios que impide su inclusión y clasificación precisa
Entre los tipos de pirámide de población existentes, podríamos destacar los 4 tipos principales:
pirámide poblacional progresiva, pirámide estacionaria o estancada, pirámide regresiva y pirámide
desequilibrada.
El dibujo, por tanto, nos muestra una base ancha y una cima más delgada.
Así, hablamos del tipo de pirámide que caracteriza a los países ricos, los cuales presentan, y como
sabemos muy bien, una tasa de natalidad muy baja en contraste con la que presentan los países
en desarrollo y los subdesarrollados. De la misma forma, al poseer una esperanza de vida muy
alta, la zona elevada de la distribución, donde se concentra la población más envejecida, presenta
una gran densidad de población.
Por tanto, el dibujo que vemos en este tipo de pirámides es el opuesto al anterior. Las bases
suelen ser delgadas y las partes altas, o lo que denominamos como las cimas, suelen ser gruesas,
pues cuentan con escasa población joven, y mucha población adulta y envejecida.
Este tipo de pirámide poblacional presenta una natalidad y una mortalidad que, por lo general, no
sufren variaciones significativas durante un largo periodo de tiempo. Algunos expertos consideran
esta pirámide como el paso intermedio entre una pirámide progresiva y una pirámide regresiva.
Por tanto, el dibujo que vemos en este tipo de pirámides es el de una base y estructura similar a lo
largo de toda la pirámide, reduciéndose esta progresivamente a partir de un determinado rango
de edad.
Es el tipo de pirámide que caracteriza a países en los que ha ocurrido un suceso que ha alterado la
estructura demográfica, generando desproporciones significativas como las que veremos a
continuación.
Así, hablamos de un tipo de pirámide que podemos ver en países que han participado en una
guerra, y ha sufrido la pérdida de una gran parte de la población masculina. También en países que
han sufrido olas migratorias, donde niños y mujeres han tenido que abandonar en masa el país por
algún suceso concreto. En general, países que se hayan visto afectados por algún suceso
destacable, dejando desproporcionada la población.
Por tanto, el dibujo que se observa en este tipo de pirámides no sigue ningún patrón. Se
caracteriza por ser irregular y presentar formas aleatorias, que no se corresponden al otro lado de
la pirámide, y así a la inversa.
Natalidad.
Se llama natalidad absoluta a la cantidad de nacimientos registrados en un país o región durante
un año. La tasa bruta de natalidad (tbn) es la cantidad de nacimientos anuales cada mil habitantes.
Se calcula dividiendo la cantidad de nacimientos acaecidos durante el año en ese país o región por
la población total de ese país o región en la mitad del mismo año y el resultado se multiplica por
1.000
Mortalidad.
Censo:
En el curso del siglo que acaba de finalizar, en casi todo el mundo desarrollado se registró una
notable disminución de las tasas de natalidad. La Argentina no ha sido ajena a este hecho. La
natalidad absoluta en la Argentina en 2010 fue de 756.176 nacidos vivos (algo más de 2.000 por
día), lo que arrojó una tasa bruta de natalidad del 18,7‰. Como se aprecia en el gráfico 10.2, la
tasa bruta de natalidad de nuestro país se ubica ligeramente por debajo de la tasa promedio del
mundo. Sin embargo, no es uniforme en todo el país. Es más baja que la media en los centros
urbanos y más alta en los rurales. La más baja registrada en 2010, se da en la caba (14,9‰) y las
tasas más elevadas se dan en Santa Cruz (26,0‰) y Misiones (22,2‰). La mortalidad bruta de
nuestra población en 2010 fue de 318.602 habitantes (algo menos de 900 personas por día), lo
que arroja una tasa bruta de mortalidad del 7,9‰. Al analizar esta tasa por distritos, tropezamos
con el inconveniente que señalamos al comienzo de este capítulo. Es muy particular el caso de la
caba, dado que registra la mayor tasa bruta de mortalidad (10,8‰ en 2010), debido a que es el
distrito que presenta el mayor grado de envejecimiento de población. Sin embargo, cuando
calculamos la tasa de mortalidad ajustada por edad y por sexo, presenta los valores más bajos del
país. Por su parte y, volviendo a los valores de tasa bruta de mortalidad, los más bajos se registran
en Tierra del Fuego (3,3‰) y Neuquén (4,9‰). En el gráfico 10.3, se puede observar que nuestra
tasa bruta de mortalidad es coincidente con la tasa bruta de mortalidad mundial. Las principales
causas de muerte en Argentina son las enfermedades cardiovasculares y, en segundo lugar, los
tumores.
Otro método de medición de la pobreza es el llamado método de la Línea de Pobreza (lp), según el
cual son pobres todos los hogares cuyos ingresos son inferiores al valor de la Canasta Básica Total
(cbt). La cbt está formada por el conjunto de necesidades alimentarias y no alimentarias
consideradas esenciales para la población. Por su parte, el método de la Línea de Indigencia (li),
considera como indigentes a todos aquellos hogares cuyos ingresos son inferiores al valor de la
Canasta Básica de Alimentos (cba). Ambos valores (cbt y cba) están medidos en pesos y se
determinan mensualmente para el “adulto equivalente”2 teniendo en cuenta el Índice de Precios
al Consumidor (ipc). Para determinar en qué situación se encuentra cada hogar, se calcula la
composición del hogar con el criterio del “adulto equivalente” y se calcula cuáles deberían ser los
ingresos de ese hogar para cubrir la cbt y la cba. Luego se comparan los ingresos reales del hogar
con los valores calculados de cbt y cba, pudiendo presentarse las siguientes situaciones :
• Hogares con ingresos comprendidos entre los valores de la cba y la cbt: hogares pobres no
indigentes.
Los 31 aglomerados urbanos a los que hicimos referencia en el párrafo anterior conforman las 6
regiones geográficas en las que el indec divide a nuestro país. Estas son (entre paréntesis figura la
cantidad de aglomerados que las componen):
• Gran Buenos Aires (1): Ciudad de Buenos Aires y Partidos del Gran Buenos Aires.
• Cuyo (3): Gran Mendoza, Gran San Juan, San Luis - El Chorrillo.
• Noroeste (6): Gran Catamarca, Gran Tucumán - Tafí Viejo, Jujuy - Palpalá, La Rioja, Salta, Santiago
del Estero - La Banda.
• Pampeana (11): Bahía Blanca - Cerri, Concordia, Gran Córdoba, Gran La Plata, Gran Rosario, Gran
Paraná, Gran Santa Fe, Mar del Plata - Batán, Río Cuarto, Santa Rosa - Toay, San Nicolás - Villa
Constitución.*
• Patagónica (6): Comodoro Rivadavia - Rada Tilly, Neuquén - Plottier, Río Gallegos, Ushuaia - Río
Grande, Rawson - Trelew,* Viedma - Carmen de Patagones.* En las distintas mediciones
registradas por la eph, la región que ha mostrado los valores más altos de pobreza e indigencia ha
sido la región del Noreste.
De acuerdo con la metodología utilizada por el indec, un hogar con necesidades básicas
insatisfechas es aquel en el que se presentan uno o más de los indicadores siguientes:
• Hacinamiento: hogares con una relación de más de dos personas por cuarto.
• Vivienda: hogares que habitan en una vivienda de tipo inconveniente (pieza de inquilinato,
vivienda precaria u otro tipo).
• Asistencia escolar: hogares con algún niño en edad escolar que no concurre a la escuela.
Volveremos sobre las nbi al tratar, en el próximo capítulo, el tema de la pobreza en la Argentina.
Tipos de migración
De todos los países limítrofes, Paraguay, Bolivia y Chile son los que históricamente representaron
un mayor aporte migratorio. A fines del siglo XIX, los paraguayos se radicaron particularmente en
Corrientes, atraídos por las afinidades raciales y climáticas y mayores fuentes de trabajo; luego los
contingentes se orientaron hacia el Chaco, Formosa y Misiones. En las provincias de Jujuy y Salta,
el ingreso permanente o transitorio de bolivianos es muy importante, tanto que la mayor parte de
los extranjeros residentes en ambas provincias es de esa nacionalidad. En Tucumán, lo mismo que
en Salta y Jujuy, es considerable el ingreso de habitantes del Altiplano en la época de la zafra
azucarera. En la época del primer censo nacional, los habitantes de origen chileno eran bastante
numerosos, particularmente en las provincias cuyanas. El segundo censo (1895) ya indica
importantes núcleos de transcordilleranos en Neuquén. Ya entrado el siglo XX (censo de 1914) se
advierte el avance de esas corrientes hacia el Sur (Patagonia) donde también se registran
migraciones chilenas de tipo «golondrina» en la época de la esquila. La corriente migratoria del
Uruguay le sigue en importancia a las anteriores. La parte más considerable de la inmigración de
este origen se registra en la primera década del siglo XX y luego declina. Las principales zonas de
instalación son la capital argentina y las provincias de Buenos Aires y Entre Ríos. Anteriormente,
habían llegado a Santa Fe y Corrientes. Los brasileños constituyen la corriente numéricamente
menos importante. Sin embargo, según el censo de 1895, el 75% de la población extranjera de
Misiones estaba constituido por personas de esa nacionalidad. Luego disminuyen esas corrientes y
se desplazan hacia el litoral platense, particularmente Buenos Aires y otras provincias. Con ello,
esta inmigración deja de tener el carácter de ser exclusivamente fronteriza.
Migraciones internas
Son desplazamientos de población dentro del propio país, que pueden ser estacionales,
ocasionales o permanentes. Las migraciones estacionales responden a la demanda de brazos en
determinados momentos de la producción agropecuaria, como por ejemplo las cosechas de
granos, la zafra azucarera, la recolección de algodón, de la yerba mate, de la fruta, de la uva, de la
papa, la esquila, etc. Este tipo de migración afecta tanto a la población nacional como a la de
países limítrofes, en cuyo caso son de carácter fronterizo, como acaba de verse. Como veíamos
antes, se trata del «trabajador golondrina». Cada una de estas migraciones tiene su ritmo
(estacionalidad) y su caudal. Así, por ejemplo, la zafra azucarera produce desplazamientos hacia
Tucumán, Salta y Jujuy desde otras provincias en el período julio-octubre. El desplazamiento
interno y el ingreso de extranjeros para la cosecha de algodón y de la yerba mate se inicia en
diciembre-enero y se prolonga hasta marzo-abril; el máximo se registra en febrero. La cosecha de
uva atrae también braceros de otras provincias y de Chile hacia Cuyo y Río Negro, desde fines del
verano y durante el otoño. La cosecha de granos, que hasta no hace muchos años atraía
trabajadores de todo el resto del país y también de Europa, ha dejado de tener significación en ese
sentido como consecuencia de la mecanización (a partir de la cual la necesidad de mano de obra
disminuye significativamente). Las cosechas de papa y algunas verduras y hortalizas atraen
también a cierto número de cosecheros desde otras zonas hacia el cinturón hortícola de las
ciudades de Buenos Aires y Rosario, particularmente.
El Índice de Desarrollo Humano (idh) que es calculado todos los años por el pnud, contempla no
sólo aspectos económicos de bienestar sino algunos otros fundamentales, que hacen a la “calidad
de vida” de la población. Es así como el idh tiene en cuenta tres aspectos:
• Nivel de vida: medido por el ingreso per cápita, ajustado por paridades de poder adquisitivo
(para compensar los desvíos producidos por las diferencias en los tipos de cambio).
Uruguay en el lugar 48 y Cuba en el lugar 51. El pnud clasifica a los países en cuatro niveles de
desarrollo humano, en función del lugar que ocupan en el referido ranking. Es así como, a los 47
primeros países los considera de Desarrollo Humano Muy Alto; a los 47 siguientes, como de
Desarrollo Humano Alto; al tercer grupo de 47 países, como de Desarrollo Humano Medio y,
finalmente, a los últimos 46 países, como de Desarrollo Humano Bajo. De acuerdo a esto último, la
Argentina se encuentra catalogada dentro de los países de Desarrollo Humano Muy Alto. En el
informe de idh 2011, se desglosa también el idh, considerando por un lado sólo el indicador
relacionado con los ingresos y por otro, el que considera la salud y la educación en forma
conjunta. Para el primer caso, la Argentina desciende 9 lugares pasando a ocupar el lugar 54 y,
para el segundo caso, asciende 3 lugares, compartiendo el puesto 42 con Georgia.
Índice de Desarrollo Humano ajustado por la desigualdad (idh-d). Este indicador contempla las
desigualdades que se dan en la población para cada uno de los tres componentes del idh. Es decir,
para un caso ideal de un país en que los tres indicadores sean homogéneos para toda la población,
el idh-d sería igual al idh. De su cálculo surge para la Argentina un idh-d igual a 0,641, es decir, casi
un 20% inferior al idh mostrado en el gráfico 11.4 (0,797), debido fundamentalmente a la
desigualdad en los ingresos de la población. De esta manera, para este indicador, la Argentina
desciende al puesto .
Este es un índice compuesto que mide la pérdida de logros en tres dimensiones del desarrollo
humano: salud reproductiva, empoderamiento y mercado laboral, debido a la desigualdad entre
hombres y mujeres. Para este indicador, contrariamente a los anteriores, cuanto más bajo sea el
valor, mejor es la situación (menor desigualdad de género). Para la Argentina es igual a 0,372,
ubicándose en el lugar.
De acuerdo con la metodología utilizada por el indec, un hogar con necesidades básicas
insatisfechas es aquel en el que se presentan uno o más de los indicadores siguientes: •
Hacinamiento: hogares con una relación de más de dos personas por cuarto. • Vivienda: hogares
que habitan en una vivienda de tipo inconveniente (pieza de inquilinato, vivienda precaria u otro
tipo). • Condiciones sanitarias: hogares sin retrete. • Asistencia escolar: hogares con algún niño en
edad escolar que no concurre a la escuela.
Este criterio –al que nos hemos referido en el capítulo 12 al analizar el problema de la vivienda en
la Argentina– considera un hogar con necesidades básicas insatisfechas y, por lo tanto se
constituye en un hogar pobre, cuando presenta uno o más de los siguientes problemas:
hacinamiento, vivienda inconveniente, deficiencia en las condiciones sanitarias o algún niño en
edad escolar que no asiste a la escuela. La medición de las nbi se realizó por primera vez en el
Censo de Población y Vivienda del indec del año 1980. Posteriormente se llevó a cabo por el
mismo organismo en los respectivos censos de 1991 y 2001. Decimos que el criterio de las nbi es
un criterio de medición de la pobreza de largo plazo dado que está referido a la pobreza
estructural, es decir a aquellas condiciones de pobreza más difíciles de revertir en el corto plazo,
como son las recién enunciadas.
Otro método de medición de la pobreza es el llamado método de la Línea de Pobreza (lp), según el
cual son pobres todos los hogares cuyos ingresos son inferiores al valor de la Canasta Básica Total
(cbt). La cbt está formada por el conjunto de necesidades alimentarias y no alimentarias1
consideradas esenciales para la población. Por su parte, el método de la Línea de Indigencia (li),
considera como indigentes a todos aquellos hogares cuyos ingresos son inferiores al valor de la
Canasta Básica de Alimentos (cba). Ambos valores (cbt y cba) están medidos en pesos y se
determinan mensualmente para el “adulto equivalente”2 teniendo en cuenta el Índice de Precios
al Consumidor (ipc). Para determinar en qué situación se encuentra cada hogar, se calcula la
composición del hogar con el criterio del “adulto equivalente” y se calcula cuáles deberían ser los
ingresos de ese hogar para cubrir la cbt y la cba. Luego se comparan los ingresos reales del hogar
con los valores calculados de cbt y cba, pudiendo presentarse las siguientes situaciones (ver
gráfico 13.2):
• Hogares con ingresos comprendidos entre los valores de la cba y la cbt: hogares pobres no
indigentes.
En cambio, el criterio de las nbi considera problemas más estructurales, los que, como se dijo, son
más difíciles de revertir en el corto plazo. Para completar la explicación de la metodología utilizada
para la medición de la pobreza y la indigencia de corto plazo, haremos algunas aclaraciones. Hasta
el año 2002 inclusive, esta medición, llevada a cabo por el indec a través de la Encuesta
Permanente de Hogares (eph), se realizaba en forma puntual en mayo y octubre de cada año. A
partir del año 2003 se comenzó a medir en forma continua, brindándose información en el
primero y segundo semestre de cada año. El relevamiento llevado a cabo mediante la eph se
realizó en 28 aglomerados urbanos hasta el primer semestre de 2006. A partir del segundo
semestre de 2006, los aglomerados pasaron a ser 31
Características habitacionales
El cuadro 1 muestra la incidencia del hacinamiento crítico, en virtud de las limitaciones que este
genera a los miembros de los hogares en materia de privacidad, salud y generación de entornos
aptos para el estudio y la socialización. Se consideran hogares con hacinamiento crítico aquellos en
los que habitan más de tres personas por cuarto. El 97,8% de los hogares, que alberga al 95,9% de
las personas, habita en condiciones que no reflejan hacinamiento crítico. A su vez, en los hogares
sin hacinamiento crítico, en el 84,9% habitan menos de 2 personas por cuarto y en el 12,9%
habitan de 2 a 3 personas por cuarto. Por otro lado, el 2,1% de los hogares se encuentra en una
situación de hacinamiento crítico, lo cual involucra al 4,1% de las personas. Ello implica que viven
en estas condiciones 214.000 hogares compuestos por 1.209.000 personas.
Se presentan a continuación los resultados referidos al saneamiento, considerando la tenencia de
baño, su ubicación (dentro o fuera del terreno), la exclusividad o no de su uso, el tipo de desagüe y
su instalación. Se definen como hogares con saneamiento inadecuado aquellos que tienen al
menos una de estas características: a) no poseen baño, b) poseen el baño fuera del terreno, c)
comparten el baño con otros hogares, d) el desagüe del baño no está conectado a la red pública
(cloaca) ni tampoco a cámara séptica, o e) el baño no tiene descarga de agua.
se considera exclusivamente la tenencia de baño con descarga de agua, debido a que su ausencia
resulta una situación crítica dentro del conjunto de hogares con saneamiento inadecuado. Este
indicador refiere al equipamiento sanitario mínimo para el desarrollo de ciertas funciones
biológicas (eliminación de las excretas) en condiciones saludables4. El 93,6% de los hogares (y el
91,3% de las personas) habita en viviendas que poseen baño con descarga de agua. En cambio, el
6,4% de los hogares no posee baño con descarga de agua, lo cual implica al 8,7% de las personas.
Otro indicador contemplado es la distribución de los hogares y las personas según la disponibilidad
de agua en la vivienda, es decir, si acceden al agua dentro o fuera de esta. El 98,0% de los hogares,
que alberga al 97,6% de las personas, tiene disponibilidad de agua en el interior de la vivienda. A
su vez, dentro de estos hogares se distinguen aquellos que obtienen el agua a través de la red
pública de agua corriente (89,1% de los hogares) o a través de perforación con bomba a motor
(8,7%). No obstante, el 2,0% de los hogares debe acceder al agua fuera de la vivienda. Este
porcentaje asciende al 2,4% en el caso de las personas.
Servicios públicos
El siguiente conjunto de gráficos muestra el acceso de los hogares a los servicios de suministro de
agua corriente y gas a través de redes públicas, y a las redes de desagües cloacales. El 90,5% de los
hogares cuenta con acceso a la red de agua corriente; el 67,1% accede a la red de gas natural y el
74,6%, a la red de cloacas. De allí surge que el 9,5% de los hogares no accede a la red pública de
agua corriente; el 32,9% no dispone de gas de red; y el 25,4% carece de conexión a las redes
cloacales.
Si bien aquí se presentan los resultados para el total de los 31 aglomerados urbanos relevados en
forma continua por la EPH, cabe señalar que este indicador puede presentar resultados disímiles
según región, en función de cuán extendidas se encuentren estas redes en cada territorio. Por otra
parte, el acceso a estos servicios no solo depende de la existencia de las redes en las
inmediaciones de la vivienda, sino también de que, en caso de que existan, los hogares puedan
realizar las conexiones domiciliarias a estas.
El 54,8% de los hogares, que abarca al 49,2% de las personas, accede a los servicios de agua
corriente, cloacas y gas natural antes mencionados. Como complemento, el 45,2% de los hogares,
en los que habita el 50,8% de las personas, no accede a al menos uno de los servicios
considerados. Si bien este indicador se presenta aquí a través de una variable dicotómica, cabe
señalar que existen distintas situaciones dentro del conjunto de hogares que no acceden a estos
servicios. Por ejemplo, entre quienes no acceden a los desagües cloacales se encuentran aquellos
que disponen de cámara séptica y pozo ciego, solo de pozo ciego, de hoyo/excavación en la tierra,
o quienes no poseen baño.
El cuadro 5 presenta dos indicadores que permiten caracterizar a los hogares según la zona en la
cual se encuentra ubicada la vivienda en la que residen. Por un lado, se tiene en cuenta la cercanía
a basurales considerando una distancia de tres cuadras o menos. Por otro lado, se contemplan las
viviendas ubicadas en zonas inundables, considerando como tales aquellas en las que haya habido
inundaciones en los doce meses anteriores al momento de la encuesta.
El 60,0% de los hogares son propietarios de la vivienda y del terreno, mientras que el 6,8% de los
hogares son propietarios de la vivienda solamente. Por su parte, el 21,8% de los hogares son
inquilinos. Dentro de la categoría de ocupantes que aquí se presenta, se incluyen aquellos
ocupantes por pago de impuestos o expensas, los ocupantes gratuitos con permiso y los
ocupantes de hecho (sin permiso); en conjunto, representan el 9,2% del total de hogares.
Finalmente, en la categoría otros se incluye a los ocupantes en relación de dependencia, a los
hogares que habitan viviendas en sucesión y otras situaciones no contempladas en las opciones
anteriores.
Cobertura médica
Se observa que los hogares donde todos sus miembros cuentan con cobertura de obra social,
prepaga, mutual o servicio de emergencia suman el 63,3% de los casos. Luego, se indica el
porcentaje de hogares en los cuales al menos uno de sus miembros tiene cobertura solo por el
sistema público y se distingue, dentro de este conjunto, a los hogares en los cuales todos los
miembros se encuentran en dicha situación. El 36,7% de los hogares tiene al menos algún
miembro cubierto solo por sistema público. Esto significa que hay 3.687.000 hogares en los cuales
al menos uno de sus miembros no dispone de cobertura a través de obras sociales, prepagas, etc.
A su vez, dentro de este conjunto, hay 1.737.000 hogares en los cuales todos los miembros tienen
cobertura solo del sistema público, lo cual equivale al 17,3% del total de los hogares.
Educación
La asistencia escolar más elevada se registra en NNyA de 4 a 17 años que viven en hogares de
clima educativo medio, alto y muy alto, con porcentajes de asistencia que se ubican entre el 98,0%
y el 98,6%. En el caso de NNyA que viven en hogares con clima educativo bajo, se observa un
porcentaje de asistencia escolar del 97,2%; mientras que en el caso de aquellos que pertenecen a
hogares de clima educativo muy bajo, la asistencia es del 96,1%.
se presenta la población de 25 años y más, según el máximo nivel educativo alcanzado, por grupo
de edad. Asimismo, se muestra en forma agregada la finalización del nivel primario, el nivel
secundario y la educación superior. A modo de ejemplo, se señalan los resultados respecto a la
finalización del nivel secundario: el 25,6% de la población de 25 a 29 años no finalizó dicho nivel,
porcentaje que asciende al 34,4% en el caso de la población de 30 a 64 años y al 57,2% si se
considera la población de 65 años y más.
Serie semestral
Al respecto, se señala que gran parte de los indicadores aquí contemplados son de carácter
estructural. Por otra parte, es importante tener presente que, como en toda encuesta por
muestreo, los resultados obtenidos son valores que estiman el verdadero valor de cada tasa y
tienen asociado un error, cuya cuantía también se estima, lo que permite conocer la confiabilidad
de dichas estimaciones. En este sentido, el presente informe se publica en forma conjunta con los
coeficientes de variación de cada indicador, en cuanto constituyen medidas de la precisión de las
estimaciones (ver “Anexo metodológico).
• Servicios públicos: agua corriente, gas de red, desagües cloacales, combinación de los tres
servicios
• Cobertura médica: tipo de cobertura combinada entre los miembros del hogar
Entre los no pobres, el acceso asciende a 91,3%; entre los pobres no indigentes, accede el 83,5%; y
entre los pobres indigentes, el 82,4%. El acceso al gas de red presenta una cobertura de 61,9% en
la población total. En las personas que se ubican sobre la línea de pobreza ese valor asciende a
74,0%. Por otra parte, las personas pobres no indigentes acceden en un 45,5% y las personas
pobres indigentes en un 35,8%. En lo referente a las redes de desagües cloacales, el 70,7% de la
población total cuenta con este tipo de desagüe. Los no pobres acceden a este sistema en un
76,9%, los pobres no indigentes en un 61,1% y los pobres indigentes en un 54,3%. La combinación
de los tres servicios muestra un acceso de 49,2% de la población total. Los no pobres acceden en
un 60,5%. Por otro lado, los pobres no indigentes y los pobres indigentes acceden en un 33,1% y
27,3%, respectivamente.
El 6,0% de la población total habita cerca de basurales. Entre las personas por encima de la línea
de pobreza ese valor desciende a 4,4%, mientras que entre los pobres no indigentes es de 8,0%, y
entre los pobres indigentes, de 9,1%. Por otra parte, en zonas inundables habita el 8,1% de la
población total; característica que alcanza al 7,1% de la población no pobre. A su vez, 11,5% de los
pobres no indigentes y 12,6% de los pobres indigentes habita en zonas inundables. La combinación
de tipo de cobertura médica entre los miembros del hogar muestra que en un 53,5% de la
población total, todos los miembros tienen cobertura. Esta proporción asciende a 73,7% entre los
no pobres, es de 29,6% entre los pobres no indigentes y de 16,2% entre los pobres indigentes. En
lo referente al clima educativo del hogar, si se considera la población total, la mayoría se
concentra en los niveles medio (36,4%) y bajo (35,7%). Los no pobres presentan los niveles alto
(19,6%) y muy alto (14,2%) más elevados. Los pobres no indigentes y los pobres indigentes
aumentan su representación en el nivel bajo: 49,3% y 50,3%, respectivamente.
Cada una de sus dimensiones fue abordada empíricamente a partir de indicadores construidos con
dicha fuente, que cumplen los siguientes requisitos: son observables en todo el universo de
hogares, permiten reconocer diferentes aspectos de la privación y son susceptibles de elaborarse
con otras fuentes además de la censal, tales como la Encuesta Permanente de Hogares. Para la
construcción del indicador referido a la calidad de los materiales de la vivienda en que habita el
hogar, se consideraron tres rubros:
- Insuficiente (I): ladrillo suelto o tierra. Cubierta exterior del techo: se consideran las propiedades
de los distintos materiales en cuanto a su durabilidad, resistencia, aislamiento térmico e
hidrófugo, que presentan las categorías referidas solo al material predominante de los techos, y se
agrega un elemento adicional –presencia de cielorraso en el techo–, que se utiliza,
fundamentalmente, para los techos de chapas de metal y fibrocemento.
- Suficiente (S): pizarra/teja, baldosa/losa sin cubierta, membrana/cubierta asfáltica con cielorraso
y chapa de metal o fibrocemento con cielorraso y departamentos en propiedad horizontal que
desconozcan el material, con cielorraso.
- Parcialmente insuficiente (PI): pizarra/teja, baldosa/losa sin cubierta, membrana/cubierta
asfáltica y departamentos en propiedad horizontal que desconozcan el material, sin cielorraso.
- Insuficiente (I): chapa de cartón, caña/tabla/paja y chapa de metal o fibrocemento sin cielorraso.
Considerando estos criterios, la calidad de los materiales de la vivienda es:
Hacinamiento
Se consideran hogares con hacinamiento crítico aquellos en los que habitan más de tres personas
por cuarto. Para ello, se toma en cuenta la cantidad de ambientes/habitaciones que tiene el hogar
para uso exclusivo (excluyendo cocina, baño, pasillos, lavadero, garaje), es decir, sin compartir con
otros hogares.
En este sentido, se considera ambiente/habitación todo cuarto separado por tabiques o paredes
desde el piso hasta el techo.
Saneamiento
En este informe, se incluye una variable que clasifica los hogares según las condiciones de
saneamiento que presentan. Se definen como hogares con saneamiento inadecuado aquellos que
tienen al menos una de estas características: a) no poseen baño, b) poseen el baño fuera del
terreno, c) comparten el baño con otros hogares, d) el desagüe del baño no está conectado a la
red pública (cloaca) ni tampoco a cámara séptica, o e) el baño no tiene descarga de agua. Los
hogares que no presentan ninguna de estas características disponen de un saneamiento
adecuado.
A su vez, el informe distingue por separado los hogares según dispongan o no de instalación de
baño con descarga de agua (botón/mochila/cadena) en el inodoro, porque resulta una situación
crítica dentro del conjunto de hogares con saneamiento inadecuado. Este indicador equivale al
indicador de condiciones sanitarias que integra el IPMH, en el cual se define a los hogares sin
instalación de baño con descarga de agua como hogares con condiciones sanitarias insuficientes.
Este indicador se construye distinguiendo los hogares entre aquellos que disponen de agua por
cañería dentro de la vivienda y aquellos que acceden al agua fuera de la vivienda, ya sea que el
agua esté disponible dentro o fuera del terreno. A su vez, los hogares que disponen de agua
dentro de la vivienda se desagregan según la fuente del agua, es decir, si procede de la red pública
de agua corriente, de perforación con bomba a motor, de perforación con bomba manual u otra
fuente.
Servicios públicos
Los servicios públicos contemplados en este informe incluyen los de suministro de agua corriente y
de gas a través de redes públicas, y también las redes de desagües cloacales. El acceso de los
hogares a dichos servicios depende, en primer lugar, de la existencia de estas redes en las
inmediaciones de la vivienda y, en segundo lugar, de que se hayan realizado las conexiones
domiciliarias correspondientes.
Si bien los indicadores de acceso a los servicios públicos se presentan en este informe de modo
dicotómico –distinguiendo los hogares según accedan o no a estos–, cabe señalar que las variables
utilizadas para la construcción de dichos indicadores contienen un conjunto de categorías que
permite caracterizar los hogares que no acceden a las redes públicas según las distintas
modalidades a través de las cuales se proveen de agua o combustible, y también los distintos tipos
de desagüe de las excretas. Entre los hogares que no acceden al agua corriente, se distinguen
aquellos que acceden al agua a través de una perforación con bomba a motor, con bomba manual,
u otra fuente (ríos, camión aguatero, lluvia, etc.).
Con respecto al gas, entre quienes no acceden a la red de gas natural, se distinguen quienes
utilizan gas de tubo/garrafa, kerosene, leña, carbón u otro combustible. Finalmente, entre quienes
no acceden a los desagües cloacales, se encuentran aquellos que disponen de cámara séptica y
pozo ciego, solo d pozo ciego, de hoyo/excavación en la tierra o quienes no poseen baño.
Se incluyen aquí indicadores que permiten caracterizar los hogares según la zona en la cual se
encuentra ubicada la vivienda.
Por un lado, se tiene en cuenta la cercanía a basurales, considerando una distancia de tres cuadras
o menos. Se entiende por basurales a los terrenos o lugares en donde habitualmente se arrojan
residuos y desperdicios.
Por otro lado, se consideran las viviendas ubicadas en zonas inundables. Se entienden por zonas
inundables las áreas en las que, ya sea por lluvia o crecida, el agua llega al umbral de la puerta de
entrada de la vivienda o de las viviendas que se encuentran a tres cuadras o menos de un arroyo,
río o laguna. Se consideran aquellos casos en los cuales haya habido inundaciones en los doce
meses anteriores al momento de la encuesta.
En este informe se incluye la distribución de los hogares según régimen de tenencia de la vivienda,
agrupando algunas de las categorías relevadas en la encuesta. La pregunta utilizada en el
relevamiento incluye
las siguientes categorías:
4) Ocupante por pago de impuestos/expensas: hogar no propietario que ocupa la vivienda por el
solo pago de impuestos/expensas.
5) Ocupante en relación de dependencia: hace uso de una vivienda que es alquilada por el
empleador o es propiedad de su empleador.
6) Ocupante gratuito (con permiso): hace uso de la vivienda con autorización de su propietario y
sin pago alguno, aunque sí puede hacerse cargo de los servicios propios del hogar (luz, gas,
teléfono, agua).
7) Ocupante de hecho (sin permiso): hace uso de la vivienda sin autorización del propietario.
8) Está en sucesión: la vivienda se encuentra en esa situación legal por fallecimiento de alguno de
sus propietarios. En este caso, si bien el hogar o los hogares que allí habitan pueden en cierto
momento acceder al total o parte de la propiedad de la vivienda, en la actualidad no pueden
disponer libremente de ella para venderla o darla como garantía.
Cobertura médica
Este indicador se basa en la variable relevada por la EPH sobre cobertura médica, para conocer si
los miembros del hogar tienen algún tipo de cobertura médica por la cual pagan o les descuentan.
Dicha variable incluye las siguientes categorías:
• mutual/prepaga/servicio de emergencia
• no paga ni le descuentan
• Ns/Nr
Estas opciones se refieren a tener cobertura paga o por descuento, aunque la persona esté afiliada
o asociada por un tercero y el pago lo efectúe otra persona (por ejemplo: obra social del padre o la
madre, concubinos, etc.). En algunos casos, el pago puede ser efectuado por personas o familiares
que no viven en el hogar (por ejemplo: obra social o prepaga de exesposo/a). Como puede
observarse, se contemplan los casos en los cuales la persona tiene más de una cobertura (por
ejemplo: obra social y servicio de emergencia).
Las personas que tienen cobertura solo del sistema público son aquellas que no cuentan con un
sistema pago de cobertura y aquellas que tienen algún plan o seguro público.
Educación
c) a ningún miembro adulto del hogar se le puede determinar situación de asistencia o inasistencia
a un establecimiento educativo formal,
En relación con cada uno de los grupos de edad utilizados para la presentación, estos casos
excluidos representan menos del 0,2%.
La variable de clima educativo del hogar presentada en este informe es definida como el promedio
de años de estudio alcanzados por el conjunto de las personas mayores de determinada edad que
residen en el hogar. Respecto a la edad, se consideró a la población de 18 años y más, dado que es
la estipulada para la finalización de la educación obligatoria, de acuerdo con la legislación vigente.
Para la construcción del clima educativo del hogar se tiene en cuenta la cantidad de años de
estudio que implica formalmente cada nivel educativo para su aprobación. Para aquellos casos en
los que no se concluye un nivel, se identifica el nivel educativo comenzado y se asume que el
individuo ha cursado el total de años de escolarización necesarios para la aprobación del nivel
anterior, cifra a la cual se le adicionan los años aprobados del nivel incompleto. Cabe aclarar que
no se consideran para este indicador los años de escolaridad de las personas que hayan asistido a
establecimientos de educación especial, ya que, por sus características, no es posible asignar años
de escolaridad equivalentes.