1TEXTO 2. Educacion. Lectura de Apoyo
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1. Educación
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l. Concepto de educación
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Educación, del latín educatio: acto de criar (animales, plantas), y, por extensión, formación
del espíritu, instrucción. El vocablo latino educatio, onis, deriva del verbo educare, formado por e
(afuera) y ducare (guiar, conducir).
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- integración, continuidad, progreso;
- realidad de cada uno;
- necesidades individuales y colectivas.
1. ACTUAR CONSCIENTEMENTE FRENTE A NUEVAS SITUACIONES DE VIDA. Este aspecto pro-
cura mostrar el carácter dinámico de la educación, y, asimismo, evidenciar que ella es
mucho más que un simple adiestramiento. Educar no es preparar para repetir, sino para
tomar conciencia de situaciones nuevas que exigen soluciones originales, teniendo en
cuenta que los hechos de la vida no se repiten. Ésta presenta al individuo situaciones
diferentes y problemáticas. Quien pretenda actuar según "recetas" estará condenado al
fracaso. La vida social, la ciencia, la filosofía, están en continua transformación. Lo
necesario, pues, es una toma de conciencia de la problemáticapresente, que es siempre
una situación nueva, para resolverla con eficiencia y de manera satisfactoria, tanto para
el individuo como para la colectividad. La solución eficiente requiere, no obstante, el
aprovechamiento de la experiencia anterior.
2. APROVECHAMIENTO DE LA EXPERIENCIA ANTERIOR. Esto equivale a decir que "el pasado
no muere". La educación es, además, acumulativa. Los esfuerzos del pasado no pueden
perderse. Deben contribuir a resolver las dificultades presentes. El aprovechamiento
de la experiencia anterior se comprende en el sentido de hacer más eficientes las
respuestas a las dificultades presentes, aplicando el comportamiento que se manifestó
útil en experiencias anteriores, y modificándolo de acuerdo con las peculiaridades de la
nueva situación. El aprovechamiento de la experiencia anterior puede serlo tanto de la
colectividad, ajena, como del propio individuo. Aprovechar la experiencia ajena y la de
generaciones pasadas es aprovecharse de su propia experiencia para resolver nuevas
situaciones de la vida.
3. INTEGRACIÓN. Éste es uno de los aspectos más importantes, pues se refiere a la
inclusión espiritualdel individuo en la sociedad, no como un número o cosa, sino como
persona que comprende y ama a su medio y a sus semejantes. Entre él y los demás
miembros de la comunidad existe un ámbito común de ideales, aspiraciones y esfuer-
zos, La integración social, cuando se realiza, lleva al individuo:
- a identificarse con las preocupaciones y aspiraciones de su grupo;
- a sentir y a querer lo que el grupo siente y quiere;
- a tomar conciencia de los problemas de su comunidad¡
- a querer asumir responsabilidades dentro del grupo; esto implica querer ejercer funciones
que no sean meramente lucrativas, sino que configuren un papel de importancia para la vida
en común dentro de la colectividad;
- a querer, en suma, participar de manera responsable en la vida del grupo.
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entonces, progreso en el sentido de ampliación de la herencia cultural para atender las
nuevas exigencias sociales, y de su profundización, para tornarla más eficiente.
6. REALIDAD DE CADA UNO. Este aspecto exalta la necesidad de la educación de ajustarse
a las peculiaridades del educando, de modo que se lo pueda encaminar para que ocupe,
dentro de la sociedad, el lugar que mejor armonice con sus posibilidades biopsicológi-
cas. De dicha actitud surge el reconocimiento de las diferencias individuales y el
respeto que ellas merecen. La educación no debe empeñarse en que todos produzcan la
misma cosa, sino en que produzcan lo máximo según las aptitudes y posibilidades de
cada uno. Solamente así podrá empeñarse en la formación de la personalidad del
educando, llevándolo a ser lo que es en el más alto grado y sin perder de vista su
aprovechamiento social.
7. LAS NECESIDADES INDIVIDUALES y COLECTIVAS. No se trata de acordar la razón al
individualismo o al colectivismo. Conviene destacar que ninguna educación tendrá
valor si no proporciona satisfacción al individuo y si no armoniza con la sociedad; del
mismo modo, carece de sentido la educación que conduce a una satisfacción individual
dentro de una linea egoísta, dejando de lado las necesidades colectivas, toda vez que no
se puede separar al individuo del grupo. Ambos forman un binomio, tan interdependien-
te que puede ser considerado equivalente a una unidad. El problema es, pues, formar al
hombre no divorciado de la sociedad ni en función de ella, sino en perfecta armonía con
la sociedad.
De manera más amplia puede formularse el siguiente concepto: "La educa-
ción es el proceso que tiene como finalidad realizar en forma concomitante las
potencialidadesdel individuo y llevarlo a encontrarse con la realidad, para que
en ella actúe conscientemente, con eficiencia y responsabilidad, con miras, en
primer lugar, a la satisfacción de necesidades y aspiraciones personales y
colectivas y, en segundo lugar, al desarrollo espiritual de la criatura humana,
adoptando, para ello, la actitud menos directiva posible, y enfatizando la
vivencia, la reflexión, la creatividad, la cooperación y el respeto por el
prójimo".
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nos, viéndolos en su realidad humana, a fin de encaminarlos a realizarse dentro
de sus posibilidades, sin comparaciones que exalten o disminuyan, pero con
estímulos apropiados que favorezcan la competición consigo mismo, para ser
más útiles a la comunidad.
La educación se resumiría, así, en autosuperación como técnica y bien
común como objetivo.
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2. Educación intencional o sisteméiice; cuando obedece, deliberadamente, al
designio de influir en el comportamiento del individuo de una manera organizada, tal
como ocurre, principalmente, en las siguientes instituciones: hogar, iglesia, escuela.
La escuela es la institución social destinada, específicamente, a realizar la educa-
ción intencional. Es el órgano de educación por excelencia, de ahí que toda su organiza-
ción se vuelque hacia esa meta. Así, puede decirse que la escuela es una institución
técnicamente organizada para realizar la educación, y que viene a satisfacer las necesi-
dades sociales fundamentales, de acuerdo con las siguientes características:
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cada uno ser lo que es y no lo que deseamos que él sea con desmedro de la realidad
humana del individuo.
La educación puede ser encarada, además, como proceso de eliminación de las
contradicciones del comportamiento que se advierten en el educando. La coherencia ha
sido el ideal de generaciones. Pero el sentido de la coherencia, en educación, consiste
en brindar a cada uno la posibilidad de ser lo que es, de manera que se contemplen las
aspiraciones individuales y las necesidades sociales. En este sentido, la educación debe
ayudar al individuo a sustraerse de las incoherencias para que pueda ofrecer un
comportamiento cada vez más auténtico, sin las deformaciones que anulan al individuo
como persona.
V. Educación permanente
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VI. Educación y desarrollo
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VII. Fines de la educación
2. En sentido individual:
-proporcionar una adecuada atención a cada individuo, según sus posibilidades,
de modo que se favorezca el pleno desenvolvimiento de su personalidad;
-inculcar al individuo sentimientos de grupo, a fin de inducirlo a cooperar con
sus semejantes en empresas de bien común, sustituyendo la competición por la
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colaboración, el vencer a los otros por el vencerse a sí mismo, en un esfuerzo de
autoperfeccionamiento.
3. En sentido trascendental:
-orientar al individuo hacia la aprehensión del sentido estético y poético de las
cosas, de los fenómenos y de los hombres, con el objeto de posibilitarle vivencias
más profundas y desinteresadas¡
-llevarlo, además, a tomar conciencia y a reflexionar sobre los grandes proble-
mas y misterios de las cosas, de la vida y del cosmos, a fin de proporcionarle
vivencias más hondas.
2
VIII. Objetivos de la educación
2
Los fines son aspectos más generales y teóricos perseguidos por la educación. Los objetivos
son más particulares y prácticos, que tienden a la realización de los fines de la educación a través
de todos los niveles de enseñanza.
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En la formación de una mentalidad de la higiene en el educando deben
tornar parte activa las cátedras de Educación Física, Ciencias Naturales,
Geografía, con la indispensable participación de la Orientación Educacional.
Ésta podría, además, promover las semanas de la "Alimentación racional",
"Cuidados higiénicos", "Cómo ser fuerte y saludable", etc.
Esto no quiere decir que otras disciplinas no deban contribuir en esta
empresa, que es fundamental para los individuos y para la nación. Es indiscuti-
ble que los trabajos manuales y el dibujo resultan indispensables para la
ejecución de carteles y otros materiales afines para clases y campañas que
propendan a la conservación de la salud.
Deben ser tenidas en cuenta, por su importancia durante toda la vida del
educando, las siguientes campañas:
CAMPAÑA DE LA BUENA DENTADURA. Encareciendo los cuidados indispensables para
conservarla y tratarla. a través de la higiene bucal.
CAMPAÑA DE LOS OJOS. Mostrando el valor inestimable de estos órganos y los cuidados
que se deben tener con ellos en lo tocante a la iluminación y posición que debe
adoptarse para la lectura, como así también los cuidados higiénicos indispensables
para su buena conservación.
CAMPAÑA DE LA BUENA POSTURA EN EL PUPITRE. Mostrando los posibles males provenien-
tes de la mala postura y que pueden afectar el sistema óseo.
CAMPAÑA DE LA HIGIENE CORPORAL. Destacando la importancia del baño diario, la ropa
limpia y el lavado oportuno de las manos. La campaña de la higiene debe complemen-
tarse con las directivas acerca de lo~ cuidados corporales que deben tenerse en la
escuela, en la casa y en la calle, mostrando el deber que tenemos de cuidar de la higiene
del lugar donde estudiamos, vivimos y transitamos.
CAMPAÑA DE LA.ALIMENTACIÓN.A través de la cual se debe convencer al educando de que
el hombre come para vivir y no vive para comer. El adolescente es fácilmente impresio-
nable por dolencias y por factores que puedan afectar su salud o su poderío físico e
intelectual y su apariencia estética. La belleza es, sin duda, la preocupación de los
adolescentes de ambos sexos. Así, explotando su consabida debilidad en lo tocant.e a
salud y belleza, podemos inducir al educando a una práctica alimentaria sana, toda vez
que le evidenciemos las molestias que pueden provenir de una alimentación inadecua-
da. Los egresados de la escuela, conscientes de estos aspectos fundamentales de la
salud -higiene y alimentación-, podrán ser elementos influyentes para la futura prole y
los menos favorecidos culturalmente, que lleguen a convivir con ellos.
Otros dos aspectos en cierto modo ligados a la salud, son la reforestación y
la erosión. Por intermedio de las cátedras de Geografía y de Ciencias Natura-
les, la escuela podría trabajar para formar una ment.alidad de reforestación,
inculcando el amor al árbol, no sólo por la belleza del vegetal, sino, fundamen-
talmente, teniendo en cuenta su importancia en el paisaje y en la vida humana.
Es preciso ensalzar, continua y oportunamente, el valor de los vegetales, su
utilidad y necesidad, de manera práctica y vívida. Los hijos de agricultores, al
asumir la conducción de los predios familiares, podrían actuar positivamente
en el sentido de que fuesen reparados los terribles males -verdadera desgracia
necionei- que constituyen la devastación de los bosques y la erosión. Si estos
jóvenes fuesen movilizados para detener el proceso de formación de desiertos
que se advierte en todo el territorio nacional (con el agravante de la tala
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indiscriminada de árboles, sin reforestación), ya habríamos conseguido
mucho. -
La escuela debiera procurar el desenvolvimiento de técnicas, prácticas y
sugestiones que llevase a los educandos a sentir la necesidad de dicha refores-
tación, como, por ejemplo:
Plantación de árboles, en la escuela o en la casa del educando, el día del aniversario
de la escuela o de su cumpleaños.
Dar el nombre de los alumnos a los árboles plantados, para que ellos cuiden de los
mismos.
Solicitar, de los municipios, terrenos baldíos para que se planten árboles, de modo
que -una vez arbolados- sirvan para la comunidad. Cada curso o grado podría cuidar de
un pedazo de tierra, entrando en competición entre unos y otros en lo que atañe a los
cuidados que se dispensan a los árboles.
Todas las ceremonias cívicas o significativas de la escuela deberían incluir la planta-
ción de árboles de acuerdo con planes previamente elaborados, tanto en la escuela
como en las in.mediaciones.
Instalación de un "Servicio de forestación o de plantación de árboles", dirigido por
los alumnos, teniendo en cuenta la plantación y cuidado de árboles enjardines, paseos y
huertas de la localidad.
Campañas, conferencias, charlas y publicaciones, con el objeto de combatir la tala de
árboles y los incendios, estimulando, al mismo tiempo, las replantaciones y el amor a la
tierra y a los árboles3•
3. Integración social
Corresponde a la escuela encaminar al educando hacia la mejor comprensión
de su medio social, para su adecuada integración al mismo. La integración
social debe ser, también, preocupación de todos los grados de la enseñanza.
Este objetivo, sin embargo, es primordial para la enseñanza media brasileña
que, :por un lado, debe realizar una integración al medio próximo, y por el otro,
con relación al país, lo que resulta más difícil, teniendo en cuenta las diversas
zonas y las tan variadas condiciones geográficas, económicas, culturales y
sociales.
La geografía, la historia, las ciencias naturales y el canto coral pueden
prestar inestimable ayuda para la consecución de estos objetivos. La geografía,
revelando las condiciones, posibilidades y riquezas del medio; la historia,
mostrando la formación de la comunidad junto con las figuras del pasado y del
presente que contribuyen a formarla; el canto coral, presentando las canciones
populares que expresan el folklore local.
Además de iniciar los estudios regionales (agricultura, ganadería, minería,
condiciones mesológícas, etc.), el profesor de geografía podría promover
excursiones educativas para que los alwnnos tomaran contacto con instalacio-
3
En la República Argentina funciona la Asesoría Técnica de Clubes de Niños Jardineros,
dependiente del Consejo Nacional de Educación, entre cuyos objetivos figuran específicamente
los que postula el autor para el Brasil. (N. del T.)
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nes representativas de la economía y de la vida local, tales como industrias,
comercio, instituciones de la administración de justicia, instituciones oñcía-
les, etc.
El profesor de ciencias naturales podría tomar, como punto de partida de su
labor didáctica, las realidades naturales próximas. Cabría al profesor de histo-
ria, además de tomar como punto de iniciación de sus clases el estudio
histórico de la comunidad, invitar a personas importantes y ancianas (o de
edad madura) para que hicieran relatos referidos a los acontecimientos salien-
tes de la localidad. Los alumnos podrían escribir biografías de personas
ilustres que contribuyen al progreso de la comunidad.
El profesor de canto coral podría revivir, en clase, las músicas y costumbres
regionales que los alumnos presentarían en la conmemoración de efemérides
locales.
En lo que concierne a la integración con el resto del país, es obvio que las
mismas disciplinas pueden desarrollarse siguiendo un plan similar, si bien sin
las mismas posibilidades de objetivación al desarrollado para el conocimiento
de la comunidad y del país. Este aspecto será focalizado con mayor precisión
en el siguiente objetivo, que se refiere al fortalecimiento de la conciencia
nacional.
4. Socialización
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Por eso, la escuela debe apoyar las actividades que exijan la colaboración de
muchos, sin omitir, claro está, los trabajos de carácter individual, que son tan
necesarios como los de grupo, precisamente porque éste sólo se beneficia si
está constituido por individualidades bien formadas, que contribuyan con lo
que puedan para el trabajo en conjunto.
Socializar no quiere decir nivelar, igualar, uniiottnizer. Por el contrario,
quiere decir diferenciar, para que cada uno pueda contribuir, con lo que le sea
propio, al enriquecimiento del grupo. Socializar quiere decir conferir la capaci-
dad de entenderse con sus semejantes, teniendo presente el reconocimiento
de cuánto dependemos de los demás y en qué medida ellos dependen de
nosotros.
Socializar quiere decir capacitar para trabajar en grupo, buscando la solu-
ción de problemas comunes. El individuo socializado se siente miembro
responsable frente a sus semejantes. Socializar es más que integrar:
La integración lleva al índíviduo a que se una a la comunidad próxima teniendo en
vista intereses y aspiraciones comunes.
La socialización lleva al reconocimiento de la condición social del hombre, conven-
ciéndolo de la necesidad de cooperar con sus semejantes y de refrenar su egoísmo, en
beneficio de todos.
En otras palabras, integrsr es llevar al individuo a identificarse con los
intereses de determinado grupo; socializar es crear disposiciones y actitudes
de colaboración con sus sernejántes de cualquier grupo (que no le sea hostil),
reconociendo que los problemas sociales tienen un denominador común que
exige la participación de todos para su solución.
Como ya hemos visto, no hay duda de que la escuela debe integrar al
adolescente en su medio, identificándolo con las aspiraciones de su comuni-
dad, p~ro que, además, debe también socializarlo para que él pueda cooperar
con otras comunidades además de la suya. El mejor camino para: lograr esto es
el trabajo en grupo, que lleva a la maduración de la responsabilidad social de
cada uno.
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El reconocimiento y el aprovechamiento de la diversidad de las zonas del
país pueden y deben ser factores de unidad en mérito a la interdependencia
que se debe establecer entre ellas; con la cooperación de las demás, cada una
de estas zonas puede alcanzar todavía mayor desarrollo. En esta urgentísima
tarea corresponde a la escuela un papel preponderante, en primer lugar,
orientando a los alumnos hacia un estudio más serio de los problemas de
nuestra tierra, y desenvolviendo, además, una acción más intensa para que las
diversas zonas del país se sientan más unidas por la simpatía y por la solida-
ridad.
Indicamos a continuación algunas actividades escolares que podrían f orta-
lecer la conciencia nacional de modo que las mismas contribuyan a la afirma-
ción de la unidad patria:
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hará que el individuo se sienta, en cierto modo, "ciudadano del mundo",
merced a la comprensión que obtiene de las formas de vida y manifestaciones
culturales de otros pueblos. Contribuirá, así, a que haya mayor tolerancia para
con otros pueblos, otras costumbres y otros valores.
La tolerancia es el factor decisivo para las buenas relaciones entre los
individuos y entre los grupos o comunidades. Ciertamente, la cultura general
es indispensable -junto a una preparación para la vida dernocrátíca-, toda vez
que se aspire a que una actitud tolerante evolucione en el espíritu de los
futuros ciudadanos.
El educando, a través de la cultura general, podrá valorar la evolución y el
esfuerzo del progreso humano, y asimismo, podrá situarse en el escenario
universal desarrollando un sentimiento de simpatía hacia toda la humanidad.
Así, la cultura general bien administrada tiene la posibilidad de humanizar al
individuo, de darle una perspectiva universal a su vida y hacerlo sentir parte
integrante no de este o aquel grupo humano, de esta o aquella nacionalidad,
sino de toda la humanidad.
En la historia, su estudio no debe acentuarse tanto en el tema de los
guerreros, de las batallas, soldados muertos o capturados. Tampoco deben
retratarse las grandes figuras como héroes que supieron "dilatar las fronteras
de sus reinos" a costa de otros pueblos. En cambio deben ser relatados los
esfuerzos llevados a cabo en el sentido de las conquistas espirituales y materia-
les, y destacadas las figuras que supieron colocarse al servicio de todos los
hombres por amor a esos mismos hombres.
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8. Oportunidades de manifestación y desenvolvimiento
de las peculiaridades individuales para lograr
el pleno desarrollo de la personalidad
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9. Participación en la vida social
mediante el ejercicio de una profesión
Este objetivo ya fue mencionado, en los dos últimos enfoques - 7 y 8-
desarrollados. Pero, no obstante, lo tratamos por separado dada la importan-
cia que tiene para el futuro del educando.
Uno de los objetivos fundamentales de la educación es el de conducir al
educando al ejercicio de una profesión. Ésta representa una forma de emanci-
pación individual y, a la vez, constituye tanto una exigencia como una necesi-
dad social.
Socialmente, el hombre se realiza a través de la posición política, por la vía
del casamiento y mediante la profesión.
La escuela no puede permanecer ajena al problema de la orientación profe-
sional; de ahí la necesidad que ella tiene de propiciar la manifestación de las
diferencias individuales, de modo que se suministre al educando, en la época
más oportuna, un consejo sobre qué estudios le son convenientes o en qué
profesión tendrá más probabilidades de éxito.
Entiéndase bien que la palabra "consejo" es tornada aquí en sentido figura-
do, porque lo que la escuela debe hacer es llevar al educando a tornar concien-
cia de su propia realidad y de la realidad social, para que decida, por sí, con la
colaboración de la orientación educacional, sobre su futuro profesional.
Urge, entonces, que los servicios de orientación educacional de las escuelas
se preparen cada vez mejor, para ayudar al alumno a decidir allí mismo la
elección de la profesión que le sea más conveniente, teniendo en cuenta las
posibilidades del interesado y las del medio social.
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ser aprovechado por otras personas que están pasando hambre; y así sucesiva-
mente.
El servicio de orientación educacional podría dar su ayuda en este aspecto
por medio de campañas de economía, acompañadas de carteles significativos
y leyendas sugerentes. Charlas sobre economía hogareña y aprovechamiento
de restos de comida, en el hogar, podrían ser programadas. También sería
interesante establecer debates sobre cuestiones de economía, a fin de orientar
al alumno hacia una efectiva toma de conciencia del problema.
Para inducirlo al uso adecuado del dinero, la escuela podría hacer funcionar
el banco y la cooperativa escolares. Esta formación también debería llevarse a
cabo en el hogar, donde el hijo puede ser orientado prácticamente a percibir el
costo de las cosas y también al uso racional del dinero.
La economía podría ser inducida, asimismo, haciendo que el educando (en
su hogar) apague las lamparitas eléctricas cuando no es indispensable mante-
nerlas encendidas; que cierre los grifos o canillas cuando no se necesita más
agua, etc.
La formación económica en lo tocante a las posibilidades económicas del
medio y del país, con nociones de economía política, puede ser encarada
inicialmente por la geografía, las ciencias naturales, los trabajos manuales y la
economía doméstica.
El educando debería ser orientado hacia el estudio de las posibilidades
económicas de la región, del aprovechamiento racional de la producción y de
los remanentes de la misma, de las bases económicas de la comunidad, ya sea
como un análisis de la importancia de la economía en la vida de una colectivi-
dad y también como un estudio de los fenómenos sociales en general.
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Otro recurso para la formación estética consistiría en fundar, junto al
"Museo Escolar", una "Galería de Arte", en donde quedarían expuestos los
trabajos artísticos producidos por los alumnos y también copias o reproduc-
ciones de célebres obras pictóricas.
Los recursosnaturales son los que proporciona la naturaleza y están repre-
sentados por sus colores y sus formas. Las disciplinas que mejor se avienen
para colaborar en esta empresa son el dibujo, la geografía y las ciencias
naturales. Todas deben acentuar las bellezas de la naturaleza, enseñando al
alumno a descubrirlas y apreciarlas, esto es, enseñarle a contemplar las
sierras, el mar, los bosques, las campiñas, los valles, el nacimiento y la puesta
del sol, el claro de luna, etc.
Es importante enseñar a apreciar la naturaleza, con sus maravillas ínagota-
bles y que siempre están a nuestra disposición, como un perfecto museo
particular de arte. Quien aprende a quererla, tiene un repositorio de novedades
que se actualiza constantemente, y también un museo de bellas artes gratuito y
a su disposición. Se trata solamente de aprender cómo apreciar y amar a la
naturaleza.
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para el desenvolvimiento del sentido de responsabilidad. Éste se ve favorecido
cuando se asignan al alumno tareas a través de las cuales sienta y valore los
efectos de sus actos y se convenza de lo que los otros esperan de él, teniendo
en vista la organización social, que sólo puede sostenerse fundándose en la
responsabilidad de sus miembros.
El mejor camino para la maduración del sentido de responsabilidad es el
ejercicio de actividades que exijan responsabilidad que la escuela está. en
condiciones de proporcionar. Tanto las actividades extraclase como las orga-
nizaciones dirigidas por los propios alumnos sirven a estos objetivos, ya que de
ellos depende, en última instancia, la vida y el desenvolvimiento de las mismas.
Creemos no ser exagerados si señalamos que una serie de males que padecen
el individuo y la sociedad surgen de la falta de iniciativa. Se advierten las
posibilidades de hechos o episodios desagradables, pero quienes las observan
se quedan esperando que otros adopten las providencias del caso.
Es necesario no olvidar que la vida es una sucesión de situaciones problemá-
ticas que reclaman nuestra participación activa e inmediata para su solución.
Fracasará quien permanezca a la espera de que las situaciones se resuelvan
por sí, o que otros sean quienes adopten la iniciativa para solucionarlas. Uno de
los grandes males de los llamados regímenes fuertes reside en la inhibición del
espíritu de iniciativa que transmiten a sus ciudadanos: eljefe providencial todo
lo ve, todo lo prevé y todo lo hace.
No están exentos de provocar semejante anomalía los padres y los profeso-
res excesivamente autoritarios o protectores, que terminan por coartar el
espíritu de iniciativa de hijos y alumnos. Para desenvolver la iniciativa indivi-
dual es indispensable un ambiente adecuado. Un ambiente de presión, de
coacción, de autoritarismo y de falta de respeto hacia la personalidad, no es el
más indicado para el desenvolvimiento del espíritu de iniciativa.
Tomar la iniciativa o tener iniciativa, requiere condiciones propias como el
trato de igual a igual, el reconocimiento del derecho ajeno, y otras que den
oportunidad de expresión individual. ,
El ambiente de la escuela, el tipo de relaciones entre directores, profesores y
alumnos, contribuyen a estimular o a inhibir el espíritu de iniciativa de los
educandos. A la familia y a la escuela se les atribuye, casi siempre, la inhibición
que pesa desde la infancia sobre los individuos. Veamos algunos casos.
Cuando el niño se propone realizar algo, nosotros, adultos, le decimos:
"Deja, hijito mío; eso no es para ti. Todavía eres muy pequeño y no sabes
hacerlo ... " A veces, es peor todavía:
"No hagas eso; tú sólo sirves para crear problemas. Lo mejor es que te dejes
de fastidiar ... "
Y con estas reprimendas, se pierden muchas iniciativas.
Que se haga algún barullo; que se levante un poco de polvillo; que se
desarregle la casa; que se quiebren algunas lozas; que en lugar de limpiar se
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ensucie más ... ¡pero que no se mate. por eso la voluntad de participar y no se
inhiba la iniciativa del niño!
En este caso, el procedimiento didáctico del profesor puede ser decisivo.
Muchas veces el aniquilamiento del espíritu de iniciativa proviene de las clases
dictadas, en las cuales los alumnos únicamente se ejercitan en la captación de
un dictado de larga duración, o solamente copian lo que se va escribiendo en el
encerado (lo que no pasa de ser otra forma de dictado), sin que participe,
discuta, emita su opinión, o simplemente, interrogue al profesor acerca del
terna que se está desarrollando.
Frases como éstas circulan por muchas escuelas:
"¡Cállate ... tú no sabes lo que dices!"
"[No quiero saber nada de preguntas. Sólo sirven para crear confusión en la
,,,
case
l ....
"¿Quién dice que esto debe hacerse así? Deja de ser entremetido. ¡Es así
corno yo lo quiero!"
El profesor está en las mejores condiciones para hacer desarrollar el espíri-
tu de iniciativa a través de su magisterio aprovechando al máximo las sugeren-
cias de los alumnos. No debe ridiculizar sus errores¡ por el contrario,
debe hacer que se sientan cómodos, que participen de las clases; que argumen-
ten, discutan, experimenten, verifiquen, etc.
En algunas clases, en nombre de la disciplina, los alumnos no pueden decir
palabra, y si lo hicieran sin ser preguntados, serían expulsados del aula.
Entiéndase que no estarnos defendiendo la indisciplina o el desorden, sino
los incentivos que posibiliten la participación, la iniciativa del alumno, ya que,
de otro modo, no estará creciendo, no se estará educando; solamente se estará
atrofiando con indigestiones de coises decoradas... •
Las actividades extraclase constituyen un excelente instrumento para desa-
rrollar el espíritu de iniciativa, por cuanto colocan al educando en contacto
directo con situaciones nuevas que él mismo debe resolver.
No debe olvidarse, entonces, que todo el ambiente escolar, dentro y fuera de
las salas de clase, debe favorecer la iniciativa del educando. Debe, asimismo,
estimular su participación activa en todos los sectores de la vida escolar, de
manera que pueda desenvolver y fortalecer el espíritu de iniciativa, actitud
esencial para el progreso individual y colectivo.
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Grande debe ser, pues, la preocupación de la escuela acerca de lo que podrá
hacer el futuro ciudadano en su tiempo libre. Esta preocupación debe ser
constante en la acción educativa ya que, como decimos, las horas de ocio van
en aumento. Y es bueno que esto ocurra, para que cada uno pueda dedicar más
tiempo a su propia existencia, a la familia y a la vida social.
No obstante, esas horas libres, si se trata de personas sin formación adecua-
da, son una puerta abierta para los vicios y desvíos de todo tipo, como el juego,
la bebida, el libertinaje, la maledicencia, la indolencia mental y ñsíca, etc. Son
horas que pueden transformarse en motivo de ocio, pasando a ser altamente
perjudiciales en lugar de ser efectivamente útiles.
Es necesario, por lo tanto, desarrollar en el educando una preparación que lo
libere de estos posibles males futuros. ¿Cómo hacerlo? Promoviendo en él una
o varias preferencias, que serán utilizadas al margen de la profesión ejercida.
Estas preferencias pueden ser: la música, la pintura, el teatro, la literatura, los
trabajos manuales, las excursiones, las actividades filantrópicas, los deportes,
los estudios científicos o humanísticos, el folklore, el cultivo de la tierra, etc.
Pero principalmente, es preciso hacer que el educando aprenda a utilizar sus
propias manos, para que todos los pequeños trabajos de la casa sean hechos
por él (electricidad, pintura, carpintería, albañilería, etc.).
Sería interesante, asimismo, que la escuela orientase hacia la formación del
"Taller de reparaciones" familiar, esto es, un pequeño taller que puede ser
instalado en todos los hogares, destinado a arreglos y mejoras de la casa.
También los padres debieran tomar parte en el mismo. Sería una oportunidad
de aproximación entre padres e hijos, y asimismo, de mejorar las relaciones
entre ambos. Juntos trabajarían en la reparación y ornamento del techo
común. Sería también una manera de desarrollar la capacidad creadora de los
hijos y de retenerlos el mayor tiempo posible y de una manera agradable, en el
hogar.
Por cierto que este "Taller de reparaciones" debería funcionar, previamente,
en la propia escuela, y que su quehacer estaría orientado a conservarla y
mejorarla mediante la participación decisiva de los alumnos.
En una ocasión, cuando estábamos dirigiendo un colegio oficial, se dio el
caso de que faltaron los fondos destinados a la conservación. Resolvimos,
entonces, pedir ayuda a los alumnos. Así fue como se formaron los pelotones
de reparacionesespecializados, esto es, grupos que debían tener un mínimo de
conocimientos, proporcionados por el mismo colegio, que sirviesen para
efectuar las reparaciones previstas.
Daba gusto ver cómo se llevó a cabo el arreglo de tacos, cerraduras, puertas,
tejados, goteras, muebles, embaldosados, cortinas, grifos, pintura de muebles
y paredes, etc. Era un verdadero placer observar, durante el desarrollo de las
faenas, el entusiasmo, las habilidades que se revelaron, las amistades que se
iniciaron y consolidaron, la camaradería que se estableció entre todos, y
fundamentalmente, el amor a la escuela, que se renovó en forma concreta,
pues cuando alguien trataba de ocasionar cualquier tipo de perjuicio en contra
de ella, eran los alumnos los primeros en impedir que tal cosa ocurriese.
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Una excelente orientación ocupacional para las horas libres consiste en
estimular y desarrollar el amor a la tierra, a través de pequeñas tareas rurales y
actividades de jardinería corno, por ejemplo, enseñar a formar un jardín y
apreciar las flores que habrán de adornar la calle y la casa donde vive el
educando; enseñar, asimismo, cómo formar una huerta o un vergel, y hacer
resaltar, al mismo tiempo, la satisfacción que resulta de saborear lo que uno
mismo plantó. Conocernos personas que, en trances difíciles de su vida,
resolvieron su situación merced a los cuidados que prodigaron a las plantitas
de la huerta y a los árboles del vergel, que, como los niños, reclamaban el
cuidado de sus padres.
Debe enseñarse a producir para el consumo doméstico, y por añadidura,
para constituir un pequeño comercio. Enseñarle al alumno a aprovechar los
elementos y los desechos de la producción del lugar en la época de las
cosechas; a coser, a bordar, a encuadernar, y tantas otras cosas necesarias,
prácticas y útiles, es contribuir a que el aprendizaje no se restrinja dentro de
los limites de las palabras y quede solamente en ellas.
De este modo, la escuela estará preparando al alumno para que en el futuro
sepa qué hacer en sus horas de ocio. Muchos hogares se salvarán de la
desgracia merced a esta previsión, pues nada hay más destructivo que no tener
o no saber qué hacer.
La preparación para el "tiempo libre" en los días que corren está asumiendo
proporciones nunca vistas hasta hoy, por obra de la automatización, y asimis-
mo, por la tendencia a disminuir los días y horas de trabajo. Quedan abiertas,
así, nuevas perspectivas para la educación que, por su parte, debe dar un
"sentido vital" al tiempo que, en breve, cada uno tendrá a su disposición. Es
posible que se produzca una verdadera invasión de escuelas debido al reflore-
. cimiento de preocupaciones culturales y artesanales.
42
En nuestra opinión, los directores y profesores en el ejercicio de sus funcio-
nes no deberían manifestar color partidario alguno. El educando debe tener la
mayor confianza en ellos, y esa confianza se perdería --0 difícilmente se
lograría- si hubiese en la clase una declarada posición político-partidaria.
No obstante, la escuela puede ser política en dos sentidos:
a) en el sentido de conceder toda la importancia que se merece la vida democrática
como el sistema que más conviene al respeto y a la dignidad del hombre;
b) en el sentido de realizar una adecuada formación política, evidenciando los
deberes y derechos del ciudadano y resaltando la importancia capital que tiene el
derecho al voto para la vida de un país democrático.
43
Es la forrna de comportamiento social que abomina de los privilegios, tanto
para sí corno para los demás.
El ciudadano democrático actúa responsablemente teniendo en vista tanto
a su persona corno a la colectividad. Es el que se siente capaz e independiente,
pero con todo, está dispuesto a la cooperación con sus semejantes, sin olvidar
el bien común. Es el que actúa socialmente a favor de la comprensión, el deber
y el respeto de sus semejantes.
La formación democrática sólo puede ser llevada a cabo por un organismo
democrático que se desenvuelva en un ambiente democrático. De ahí la
necesidad de democracia que tiene la escuela, esto sea dicho en el sentido de
estar abierta a todos los niños y adolescentes y también en el sentido de
funcionar en un ambiente donde sean dadas las oportunidades de actualiza-
ción de sus posibilidades y sean respetados en su personalidad, y, al mismo
tiempo, sean conducidos a respetar a sus condiscípulos y a sus superiores.
Es imperativo tener presente que sólo la práctica de la democracia educa
democráticamente. La forrnación democrática no es privilegio de ningún
profesor, pues todos deben cooperar en este sentido, del mismo modo que
deben hacerlo también los directores. En suma: todo el ambiente escolar debe
,)
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necesidad de que su hijo constituya un hogar, y de los deberes y virtudes que
éste implica.
La preparación para el matrimonio sobreentiende adecuada orientación
sexual que lo mismo podría ser llevada a cabo por el hogar o por la escuela.
Todas las materias deberían participar de este empeño, aprovechando las
situaciones ocasionales; pero las que mayor oportunidad tienen de hacerlo son
las ciencias naturales, la economía doméstica y la educación física.
Un papel destacado y sistemático le estaría reservado a la orientación
educacional. Ésta podría promover no sólo charlas y debates sobre el matri-
monio y la educación sexual, sino también engalanar la escuela promoviendo
campañas de divulgación con carteles alusivos al asunto, focalizando aspectos
sanos del amor y enalteciendo la nobleza del casamiento y los deberes de los
cónyuges para con la sociedad y con la prole.
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del espíritu crítico «eoería ser objetivo común de todos los tipos y grados de
enseñanza.
La adolescencia, a pesar de las apariencias en contrario, es la mejor fase
para desarrollar el espíritu crítico, ya que están en plena expansión, en el
individuo, los nuevos ..esquernas de las consideraciones y deducciones lógicas.
El adolescente comienza a abandonar el espíritu mágico que lo dominaba, e
inicia su ingreso en el mundo de las consecuencias lógicas.
Para desarrollar el espíritu lógico, los adultos, cuando son sorprendidos en
contradicción, no deben salir al cruce con sofismas o con el clásico: "¡Cállate.
Tú no sabes lo que estás diciendo!" Por el contrario, debería hacerse notar lo
procedente de los argumentos, estimularlos, y, si llega el caso, reconocer el
propio error. Además, no hay nada que eduque tanto ni que eleve al adulto ante
los ojos del alumno inmaduro, corno el hecho de reconocer, honestamente, sus
propias fallas. Es de esta actitud de donde puede nacer la verdadera autoridad
y el verdadero respeto.
Urge, también, para que haya fortalecímíento del espíritu critico, que la
escuela abandone, de una buena vez, los métodos de enseñanza basados en la
memorización y en la repetición. Hasta en la matemática, lamentablemente, ha
sido éste el camino trillado para su enseñanza: memorizar y repetir. Es común
comprobar, en la enseñanza de esta disciplina, la simple copia de teoremas y
las demostraciones "prefabricadas", debiendo ser todo memorizado para ser
luego repetido, punto por punto, en las pruebas de verificación del aprendizaje.
Los procesos de memorización y repetición atrofian, sencillamente, el racio-
cinio, ya que, de un modo general, la simple memorización se opone al
dinamismo de la inteligencia, anulándolo. Se han visto casos en que el estu-
diante;"viciado" por esta manera de estudiar, s~ subleva cuando se le exige un
mínimo de raciocinio y de autonomía en sus estudios.
- Memorizando, el estudiante no es conducido a retlexiotier, a discernir, a
descubrir, a hacer uso de su inteligencia corno instrumento de investigación y
de busca de la verdad.
Repetimos: sólo el espíritu crítico podrá salvar al hombre de errores, y de los
ludibrios de toda especie a que está sujeto, en todos los sectores. El desarrollo
de dicho espíritu no es privilegio de ninguna disciplina. Todas se prestan
admirablemente para este fin. Para ello dependen únicamente de las técnicas
de enseñanza empleadas y del sentido de vitalidad y de articulación con la
realidad viva y palpitante que se les confiera.
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produce interrupción en la asistencia a clase. Empero, el cómo estudiar
debería iniciarse en los bancos de la escuela primaria, toda vez que es lo que va
a posibilitar la autoeducación.
Puede hasta decirse que enseñar a estudiar o aprender a aprender es uno de
los objetivos máximos perseguidos por la enseñanza renovada y que satisface
una apremiante necesidad del individuo, como es la de enfrentar las situacio-
nes problemáticas que la vida en general le presenta constantemente y siempre
con mayor frecuencia.
'Enseñar a estudiar representa, pues, la posibilidad de que el individuo
enfrente mejor un mundo sometido a constantes y cada vez más profundas
transformaciones.
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El hombre es un ser esencialmente moral, impresionado por el valor, la
razón y el significado de sus actos.
Uno de los motivos de la crisis de la adolescencia deriva del hecho de que .el
individuo ponga en duda el valor y la sinceridad de los actos de sus semejantes.
El esfuerzo educativo, en esta etapa de la vida, consiste en llevar al adolescente
a restablecer su confianza en el prójimo, a que acepte aquellas normas y
valores que dignifican el comportamiento del hombre y que deben ser instila-
dos desde la infancia.
La formación moral debe ser fruto, principalmente, del ejemplo continuado
y de la coherencia. No hay nada que impresione más desagradablemente al
inmaturo que la incoherencia de los adultos.
Así, dicha formación no debe ser fruto de sermones o de consejos, sino de
buenos y continuados ejemplos, de coherencia, de respeto y de debates
amplios y sinceros sobre los asuntos morales que preocupan al educando.
Los ideales de vida moralmente elevada, recta y honesta, deben ser instila-
dos discreta y continuamente, en todas las circunstancias, principalmente en
aquéllas en que los mentores de su educación pueden actuar de acuerdo con
dichos ideales, pues, como hemos dicho, nada impresiona más al educando
que el ejemplo.
Cabe destacar que la acción del profesor, como ejemplo moral, no cesa con
la terminación de su clase. Por el contrario, aumenta fuera de la escuela. El
docente tiene que ser un ejemplo dentro y fuera del establecimiento. Su
comportamiento es seguido por los alumnos en toda instancia, y les impresio-
na mucho más lo que él hace fuera de la clase que lo que realiza dentro de ella.
De esta suerte, el profesor tiene un compromiso de coherencia moral con sus
alumnos, que se extiende durante las 24 horas del día.
La escuela debe constituirse en ambiente moralmente sano, funcionando
como elemento condicionante para la formación del educando. En cuanto a
este último objetivo, la orientación educacional también podrá prestar su
eficiente colaboración, programando temas de naturaleza moral para los
debates, promoviendo campañas de esa índole con fijación de carteles y
murales alusivos a los temas tratados, en toda la escuela.
En lo que concierne a la formación religiosa, ésta debe llevarse a cabo
paralelamente a la formación moral. También el profesor laico debe preocu-
parse por la formación religiosa del educando, no en el sentido de hacer
proselitismo para este o aquel credo, sino para contribuir a la formación del
espíritu religioso que, sobre todo tratándose de jóvenes, es tan necesario.
Así, para que esa acción alcance a todos los alumnos, indistintamente, el
profe sor podría colaborar en la formación religiosa de los mismos aprove-
chando, en primer lugar, los incidentes reales de la vida cotidiana. Al mismo
tiempo que iría inculcando respeto por las convicciones religiosas de los
demás, los estimularía para que cada uno sea mejor religioso dentro de sus
propias creencias, en el sentido de un mejor servirse a sí mismo, al prójimo y a
Dios. El profesor estaría desarrollando así en el alumno la actitud de toleran
cia, tan necesaria para una vida comunitaria verdaderamente democrática.
Inculcaría, además, respeto y meditación frente a las dudas que asolan al
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hombre y que la ciencia, con todos sus progresos, está lejos de explicar, pues
quedará siempre vigente el gran misterio de todo Jo que existe, explicado o no
cientiñcemente.
Ése sería uno de los caminos para llevar a pensar en Dios como Creador
Supremo, del cual, en última instancia, todos dependemos. El profesor debe
asignar importancia al aspecto referido a Dios, padre de todos los hombres,sin
distinción de credo, de raza, de color o de nacionalidad, por el cual todos los
hombres deben quererse y respetarse como hermanos. La religión serviría, así,
para dar sentido al ideal de fraternidad universal.Y todos los docentes podrían
colaborar en esa auténtica cruzada de fraternización.
Al margen de las clases de religión, la escuela debe entrar en contacto con
representantes de diversas religiones, y solicitarles auxilio cuando los alum-
nos necesitasen asistencia religiosa más eficiente y directa. Esa acción debería
tener la colaboración del departamento de Orientación Educacional.
Los alumnos de temperamento más meditativo, y volcados hacia los proble-
mas de la fe, deberían merecer atención especial por parte de la dirección de la
escuela, a fin de que tuviesen oportunidad para manüestar y desenvolver sus
tendencias religiosas.
4H
Como siempre estamos sufriendo y ejerciendo influencia, podemos decir
que todos somos, simultáneamente, educandos y educa.doresdurante la vida
entera.
A despecho de eso, algunos dejan de ser educandos con la muerte, pero
continúan siendo educadores después de ella. Eso ocurre con las almas
extraordinarias que sienten, por encima de todo, el deber de socorrer al
hombre en sus flaquezas y limitaciones, orientándolo hacia caminos más
amplios, en el intento de hacerlo más conocedor de sí mismo, más eficiente,
más humano y más feliz.
La educación es un proceso general que envuelve a la sociedad y al hombre.
Es la preocupación de todas las colectividades desde que la supervivencia de
la vida social, su continuidad, estabilidad y progreso dependen fundamental-
mente de ella. Una sociedad sobrevive y tiene continuidad si sus valores
culturales fueron transmitidos a las nuevas generaciones, confiriendo cierta
identidad entre el pasado y el presente.
Pero no se trata solamente de sobrevivir: también es preciso progresar.Una
sociedad que no progresa, cae fatalmente en la rutina y ésta se encarga de
hacerla regresar, retroceder o, si cabe, desaparecer.
El progresar es, pues, imperativo de superviviencia.
Pero no solamente es preciso transmitir y conservar, sino también perfec-
cionar la herencia cultural y crear nuevas formas de comportamiento que
vengan a satisfacer las nuevas exigencias de la vida social, que está en continua
evolución.
Surge, aquí, otra tarea para la educación: la de favorecer el progresosocial.
Cuando una sociedad no se prepara convenientemente para atender las
transformaciones sociales, tiende a perecer o se inclina hacia una revolución.
. Así, para que una sociedad sea fiel a sus tradiciones y, al mismo tiempo,
marche hacia la realización de su destino, que es el progreso, debe servirse de
la educación. Esta educación, para ser válida, debe reflejar el pasa.do, debe
atender las exigencias del presentey debe encaminar las aspiraciones colecti-
vas hacia la realización del futuro. Únicamente así no habrá estancamiento ni
regresión. Sólo así se evitará la revolución.
La educación es la mayor arma antirrevolucionaria de que puede disponer
una sociedad. Es de mucho mayor alcance y eficacia que cualquier otro
procedimiento de naturaleza represiva. El lema consiste, pues, en educar.
Hacerlo en el sentido de formar personalidades conscientes de las realidades
sociales de que participan. Educar en el sentido de transmitir la aspiración de
mejoramiento espiritual y material, a fin de que la existencia pueda ser cada
vez más rica, más amplia y de mayores posibilidades. Educar en el sentido de
suministrar fundamentos mentales y técnicos capaces de conducir al hombre
a una acción social plenamente integrada en las realidades y exigencias del
momento. Educar en el sentido de posibilitar al hombre el disfrute de la belleza
y de la poesía que la naturaleza y la sociedad pueden ofrecerle a cada instante.
Educar para que las relaciones humanas se establezcan dentro de un clima de
responsabilidady de igualdad,para que todos puedan sentir la dignidad de ser
hombres, sin la condición humillante de la subalternización forzada, de la
50
"menorvalía social", derivadas de la falta de oportunidad para una conveniente
realizaciónpersonal.Educar, en suma, para que la cultura deje de ser fuente de
privilegios y pase a ser motivo de nuevas y mayores obligaciones sociales para
el individuo.
Es necesaria, para que haya mayor participación en la vida social, una
adecuada preparación mental del hombre, no sólo para el mejor aprovecha-
miento de sus posibilidades intelectuales, sino también para una mejor inte-
gración dentro de los actuales y futuros patrones de comportamiento, requeri-
dos por la sociedad en constante evolución.
No olvidamos la necesidad de perfeccionar, cada vez más, el espíritu crítico
del hombre, único instrumento eficaz de defensa contra las sugestiones y
estímulos desordenados que la creciente actividad social, en su aspecto de
competición, le va arrojando, en cascadas, a través de la radio, de la televisión,
de la prensa, de las diversas organizaciones comerciales, políticas, y también
científicas. Todas estas formas de estímulos son capaces de confundir y
reducir el hombre a. cero, en lo que respecta a su propia determinación de
orientar su vida.
Solamente el espíritu crítico puede salvar al hombre de los falsos ídolos que
se levantan en todas partes para aplastarlo en lo que él tiene de propio e íntimo,
que es su libertad.
Se nos hace difícil decir que es preciso llevar al hombre incluso a prevenirse
de la misma ciencia que, día a día, se está erigiendo en nuevo y temible dios
pagano que todo lo puede, que todo lo sofoca. La ciencia, como creación del
hombre, tiene que subordinarse al propio hombre y no el hombre a ella, sea por
el miedo o por su mal uso.
Es necesario destacar, también, que es imprescindible la preparación técni-
ca del hombre, a fin de posibilitarle la utilización y el gobierno de los instru-
mentos creados por la ciencia, toda vez que éstos van aumentando en ritmo
creciente, en cantidad y en diversificación, infiltrándose y haciéndose indis-
pensables en todas las actividades. O el hombre se prepara técnicamente y
participa de la producción y del consumo proporcionados por la ciencia, o no
se prepara y queda al margen de la vida, relegado a las más ínfimas posibilida-
des sociales.
¿Qué posibilidades de realizarse socialmente evidencia en nuestros días el
ciudadano sin calificación profesional? ¿A qué espectáculo asistimos, con
referencia a los que abandonan el medio rural para volcarse sobre las ciudades
en busca de mayores salarios? En su mayoría, estos hombres, sin preparación
mental ni técnica, acaban fracasando cuando deben enfrentar las condiciones
de la vida industrial.
Esto no ocurre exclusivamente con los emigrados de las zonas rurales;
ocurre también con los habitantes de las zonas urbanas que apenas si reciben
la educación a medias; que únicamente reciben preparación técnica con
prescindencia de su preparación mental. Es difícil, en estas circunstancias, la
aprehensión y la comprensión de los valores culturales de nuestra civilización.
Se forma así, aquella mentalidad de lo inmediato, de Ja trivialidad de los
sentidos, de lo vulgar. La vida, en estas circunstancias, no es plenamente
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vivida. La fórmula de acción -y no es raro- pasa a ser simplemente ésta:
obtener ventajas materiales a costa de cualquier cosa.
Así, los valores culturales de la ciencia, del arte, de la filosofía, de la religión,
y también lo humano y lo sublime de la vida, desaparecen o se convierten en
una diluida fuerza motivadora, no tienen sentido.
Estos individuos -víctimas de una educación defectuosa- cuando se vuel-
can hacia algo que no sea Jo inmediato, lo hacen de una manera intransigente,
intolerante, fanática. Es que su mirada no va más allá de lo que, por casualidad,
fue más o menos aprendido, erigiéndolo en una verdad incontrastable, única.
En estas condiciones, el individuo no puede participar plenamente en la vida
social, por cuanto los valores culturales le son adversos. No viven en él. No los
siente ni los comprende.
Resumiendo: para que el hombre pueda integrarse en la sociedad moderna,
necesita una preparación mental y técnica adecuada que sólo puede propor-
cionarle una educación conveniente. La formación de una conciencia colecti-
va, moldeada en la educación para todos los ciudadanos, puede determinar
una disminución de las distancias sociales, principalmente económicas, y
llegar a atenuar las fuentes de fricción entre las clases y los grupos sociales,
que son las que llevan a las revoluciones.
Las transformaciones sociales serán atendidas no mediante la violencia, sino
por medio de la cooperación e integración de todos en el complejo social, bajo
la égida de la educación. Sólo la educación puede preparar al hombre para
practicar la gran verdad cristiana de que todos somos hermanos, todos somos
iguales, en los aspectos básicos de las necesidades mínimas para una vida
efectivamente digna. -
Otra importante tarea le está reservada a la educación, inicialmente de
naturaleza individual, pero con reflejos colectivos. Es la de recibir y orientar al
individuo, tal como es él, para una mejor integración en la sociedad.
La educación tiene, entre sus objetivos principales, el de formar la personali-
dad del educando, teniendo en cuenta sus peculiaridades. Se debe educar
respetando la individualidad, tratando de no diluir el individuo en el grupo,
sino resaltando lo que él tiene de propio, para que pueda colaborar mejor en la
obra común de la sociedad. En vez de nivelar, se debe diversificar para unificar
mejor. Pero esto sólo puede ser logrado tomando en consideración la realidad
de cada uno. El individuo debe ser visto en sus peculiaridades como persona
que siente, que tiene sus posibilidades y posee una sensibilidad diferente de la
de los demás.
La educación no puede realizarse sobre la base de un prototipo ideal fijo,
único, que deba ser inculcado a todos los educandos. El escolar debe ser
respetado en su individualidad y no puede ser forzado a ser lo que no es, ni
humillado por medio de comparaciones que, en última instancia, nada signifi-
can. A través de la educación, cada uno debe ser llevado a hacer lo que pueda, y
no lo que deseamos que haga. Todo individuo tiene derecho a ser lo que es, sin
apelar al espantajo de un estereotipo para encontrar su lugar en la sociedad. La
educación debe favorecer en lugar de dificultar la manifestación y el desenvol-
vimiento de las peculiaridades de cada uno. Únicamente así, la vida del
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individuo puede tener sentido, al mismo tiempo que la sociedad se va enrique-
ciendo con la mayor diversificación de sus actividades.
La educación debe contribuir a hacer más explícitas las posibilidades de
cada uno en lugar de pretender ajustarlas a un patrón según un tipo ideal e
inexistente de individuo. La realidad de cada uno no tiene ni ha tenido el
reconocimiento ni la asistencia que sería de desear por parte de los responsa-
bles de la formación del alumno.
El educando es visto como hijo, alumno o creyente; difícilmente se lo ve
como persona original, aislada, que puede actuar en forma limitada y diferente-
mente de los otros; que se sensibiliza de un modo distinto de los demás, y que
aspira a un plano propio de vida.
Para economizar esfuerzos y para facilitar el control, queremos, acaso, que
los individuos sean uniformes. Pero, si entre nuestros deseos éste es el que
mejor se ajusta a las exigencias administrativas y disciplinarias, bien distinta
es la realidad humana, que se presenta extraordinariamente variada, al punto
de que cada individuo es diferente de los otros.
Por eso, los procesos de la educación deben ser, en lo posible, amplios,
variados y flexibles, a fin de que los individuos puedan ser atendidos en su
realidad propia y única. Urge, para eso, que todos nosotros -padres, profesores
y sacerdotes- nos reeduquemos para podernos sentir hombres en nuestra
calidad de personas únicas. Verlo y sentirlo, no a través del concepto abstracto
de hombre, sino a través de su realidad palpitante, dinámica y original, que se
manifiesta en cada uno de nosotros.
Para podernos orientar, realmente, hacia la formación, cabe que nos esfor-
cemos por comprender y sentir lo que pasa 'en el individuo. Necesitamos
identificarnos con él. Solamente así estaremos en condiciones de conducirlo
para que se realíce en el sentido que le sea más propio y más conveniente.
Dejar de ver en el individuo lo que le es propio, para deformarlo y aprisionarlo
en un molde artifical (que casi nunca le queda bien), es bastante perjudicial
para su formación. La manera de ser de cada uno, como ya hemos dicho y
volvemos a repetir, no es conocida. Veamos algunos ejemplos:
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Reparemos: " ... exijo lo mismo de todos ... " como si todos pudiesen responder
a los mismos estímulos; como si todos tuviesen las mismas posibilidades y
revelasen las mismas tendencias ...
Otra queja común por parte de los profesores es la de que, en años anterio-
res, se obtenía mayor aprovechamiento y que la manera de desarrollar el
programa y de dictar las clases sigue siendo la misma ...
Esta expresión es significativa: " .. Ja manera de desarrollar el programa y de
dictar las clases sigue siendo la misma ... ", sin advertir ellos que el mal reside
precisamente en eso: desarrollar el programa y dictar las clases del mismo
modo, sin tener en cuenta el cambio en el tipo de alumnos que le han sido
confiados.
3º Muchos sacerdotes también, se quejan de que sus enseñanzas no son
.apreciadas por todos los fieles y que sus prédicas catequísticas no llegan a ser
asimiladas por el número razonable de personas que sería de esperar.
El problema es el mismo. La misma prédica dirigida a todos, con las mismas
palabras, los mismos argumentos ... cuando cada oveja presenta situaciones
conflictivas diferentes y reclama atención y asistencia especiales ...
En cierta ocasión lamentábase un piadoso sacerdote de que la asistencia a
los sermones disminuía a ojos yista y no atinaba a dar con las causas de esta
deserción. Le respondimos, entonces, que hiciese la experiencia de poner en
funcionamiento una especie de consultorio, para realizar en él entrevistas con
sus parroquianos, de manera que pudiesen ellos relatar sus dificultades espiri-
tuales y materiales, y así pudiese la religión asistirlos en forma más objetiva y
eficiente. No sabemos si la sugerencia fue puesta en práctica.
Otro aspecto que debe destacarse: las escuelas imponen las mismas discipli-
nas, los mismos programas y las mismas actividades a todos los alumnos,
. como si todos presentasen idénticas virtualidades y aptitudes, y manifestasen
los mismos intereses.
La falta de diversificación de las actividades escolares está llevando a
resultados conocidos, tales como el abandono de la escuela y las reproba-
ciones.
La escuela (principalmente la escuela media) debe exigir mayor diversifica-
ción en sus planes de estudio para poder atender a los alumnos de acuerdo con
sus posibilidades reales.
Por todo eso es que decimos no estar habituados a ver al individuo como él
es, en su realidad, en aquello que tiene de idéntico y en lo que tiene de diferente
de los demás.
Es necesario hacer notar lo siguiente: lo que cada uno tiene de diferente no
debe ser sofocado¡ debe ser perfeccionado y orientado en un sentido de
aceptación social, para su mejor aprovechamiento, en beneficio del individuo
y de la colectividad.
Solamente así cada uno puede ser lo que es, de manera que llegue a ser mejor
ciudadano. Son, pues, oportunas, dos recomendaciones:
l. Miremos al ser humano en su realidad efectiva, ayudándolo en sus necesidades y
llevándolo a realizarse en aquello que verdaderamente puede hacer, según sus posibili-
dades y aspiraciones.
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2. No utilicemos los mismos estímulos para todos los educandos. Los estímulos
deben ser diferenciados a medida que vayan siendo diferentes los individuos.
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