Dar de Todo Corazón
Dar de Todo Corazón
Dar de Todo Corazón
MBR
INTRODUCCIÓN
Debido a que estoy plenamente convencido de que forma parte intrínseca de nuestra
naturaleza sentirnos satisfechos cuando damos y recibimos algo de forma solidaria, hay dos
preguntas que me han producido siempre una íntima desazón. ¿Qué ocurre cuando nos
apartamos de esa actitud solidaria, cuando nos conducimos de forma violenta y abusamos
de nuestro prójimo? Y a la inversa, por qué algunas personas son consecuentes con esta
actitud solidaria incluso en las circunstancias más adversas?
Cuando se extinguió la alarma y se inició el periodo escolar, descubrí que un apellido puede
ser tan peligroso como el color de la piel. En clase, el primer día que el maestro pronunció
mi nombre, dos chicos me miraron fijamente y soltaron un silbido. "Así que eres un kike",
dijeron. No sabía a qué se referían ni tampoco que algunas personas usaban aquella palabra
de manera despectiva para referirse a los judíos. A la salida de clase, los dos chicos me
estaban esperando y, de un empujón, me derribaron al suelo y me propinaron una tanda de
puntapiés y una soberana paliza.
Desde aquel verano del año 1943, he estado analizando las dos preguntas que he formulado
al principio. ¿Qué nos incita, por ejemplo, a mantenernos vinculados a nuestra naturaleza
solidaria aun en las peores circunstancias? Pienso en personas como Elly Hillesum, que
supo mantenerse solidaria con el prójimo pese a verse sometida a las aberrantes
condiciones de un campo de concentración alemán. En el diario que escribía hizo constar lo
siguiente:
No me asusto fácilmente. No porque sea valiente, sino porque sé que trato con seres
humanos y debo esforzarme en comprender sus actos. Lo que realmente importa en lo que
me ha ocurrido esta mañana no es que un funcionario de la Gestapo, exasperado, me haya
increpado a gritos, sino que yo no me haya enfadado y que, por el contrario, haya
procurado comprenderlo a él y hasta me hayan entrado ganas de preguntarle: ¿Fuiste
infeliz cuando eras niño? ¿Te ha dejado la novia?". Sí, el chico tenía un aire atormentado,
un aire de víctima, estaba triste, parecía sentirse indefenso. ¿Por qué no me habré ocupado
de él en aquel mismo momento? Sé que cuando los jóvenes se sienten desgraciados se
convierten en un peligro para los demás.
ELLY HILLLSUM,
A Memoir
Cuando me dispuse a estudiar los factores que afectan a nuestra capacidad de ser
compasivos, me sorprendió comprobar la función primordial que desempeñan tanto el
lenguaje en sí como el uso que hacemos de las palabras. Fue entonces cuando descubrí ese
enfoque específico de la comunicación -hablar y escuchar- que nos Ileva a darnos a los
demás de todo corazón, a conectar con nosotros mismos y con otras personas de manera
que aflore nuestra compasión natural. He dado a este enfoque el nombre de "Comunicación
No Violenta"; uso la expresión "no violenta" en el mismo sentido en que la utilizaba
Gandhi al referirse a la compasión que el ser humano expresa de un modo natural cuando
su corazón renuncia a la violencia. Pese a que quizá no consideremos "violenta" nuestra
actitud al hablar, a menudo nuestras palabras ofenden o hieren no sólo a los demás, sino
también a nosotros mismos. En algunas comunidades, el proceso que describo se denomina
Comunicación Compasiva. A lo largo de este libro, utilizo la sigla "CNV" para referirme a
la Comunicación No Violenta o Comunicación Compasiva.
La CNV nos brinda orientaciones que nos permitirán reestructurar nuestra forma de
expresarnos y de escuchar a los demás. En lugar de obedecer a reacciones habituales y
automáticas, nuestras palabras se convertirán en respuestas conscientes con una base firme
en lo que percibimos, sentimos y deseamos. Nos sentiremos impulsados a expresarnos con
sinceridad y claridad y a prestar una atención respetuosa y empática a los demás. En
nuestro trato con otras personas, tendremos en cuenta tanto nuestras necesidades más
profundas como las ajenas. La CNV nos enseña a observar cuidadosamente y detectar
conductas y situaciones que nos afectan. Con ella aprendemos a identificar y expresar con
claridad lo que esperamos en concreto de una situación dada. El método es simple, pero su
poder de transformación es extraordinario.
Dado que la CNV apunta a sustituir nuestras antiguas pautas de defensa, evitación o ataque
desencadenadas ante los juicios y las críticas de otras personas, nuestra actitud hará que nos
veamos a nosotros y veamos a los demás bajo una nueva luz, y que percibamos desde otro
ángulo nuestras intenciones y relaciones. Las reacciones de resistencia, defensa y violencia
quedarán reducidas al mínimo, ya que cuando nos centramos en clarificar lo que
observamos, sentimos y necesitamos, en lugar de dedicarnos a diagnosticar y juzgar,
descubrimos cuán profunda es nuestra compasión. Dado que la CNV se centra
principalmente en escuchar con atención -no sólo a los demás, sino también a nosotros
mismos-, propicia el respeto y la empatía y engendra un deseo mutuo de darnos de todo
corazón.
Es conocida la anécdota de un hombre que estaba a gatas en el suelo buscando algo debajo
de una farola. Un policía que pasaba por el lugar le preguntó qué hacía. "Estoy buscando
las llaves del coche", respondió el hombre, que estaba algo borracho. "¿Se le han caído
aquí?", siguió inquiriendo el agente. "No, se me han caído en el callejón", fue la respuesta
del hombre. Al ver la expresión de desconcierto del policía, se apresuró a explicar: "Pero
aquí hay más luz".
Cuando damos algo de corazón, sentimos una alegría que nos sale de dentro, porque
deseamos enriquecer la vida de la otra persona. Es algo que beneficia tanto al que da como
al que recibe. Este último goza de lo que le ha sido dado sin inquietarse por las
consecuencias que acompañan siempre a las cosas que se ofrecen por miedo,
remordimiento, vergüenza o el deseo de obtener algo a cambio. El que da siente crecer su
autoestima, una reacción que experimentamos al ver que nuestros esfuerzos contribuyen al
bienestar de otra persona.
Llevar a la práctica la CNV no exige que las personas con las que nos comunicamos
conozcan las particularidades de este proceso, ni siquiera que estén motivadas hasta el
punto de querer establecer una relación con nosotros basada en la compasión. Si nos
atenemos a los principios de la CNV, sólo con la motivación de dar y recibir de una manera
compasiva, y hacemos todo cuanto esté en nuestra mano para que los demás entiendan que
este es el único impulso que nos guía, se unirán a nosotros en el mismo proceso y
acabaremos respondiéndonos mutuamente con compasión. No digo que esto pueda
conseguirse en un momento, pero mantengo que la compasión surgirá de manera
indefectible si nos atenemos fielmente a los principios y el proceso de la CNV.
EL MODELO DE LA CNV
Si queremos llegar a ese deseo mutuo de dar de todo corazón, hemos de enfocar la luz de la
conciencia de modo que ilumine cuatro zonas, a las que vamos a referirnos como los cuatro
componentes del modelo de la CNV.
En primer lugar observaremos lo que ocurre realmente en una situación dada, lo que dicen
o hacen los demás: ¿sirve para enriquecer nuestra vida o no? El truco consiste en saber
expresarlo claramente de modo que no incorpore ningún juicio ni evaluación, poder decir
simplemente qué cosas nos gustan y cuáles no de las que hace la gente. Seguidamente
investigaremos cómo nos sentimos una vez hecha esta observación. ¿Nos sentimos
ofendidos, asustados, alegres, divertidos, irritados, etc.? Y en tercer lugar diremos cuáles de
nuestras necesidades guardan relación con los sentimientos que hemos descubierto.
Siempre que nos servimos de la CNV para expresar de forma clara y sincera cómo nos
sentimos, está presente en nosotros la conciencia de estos tres componentes.
Por ejemplo, una madre puede manifestar esos tres aspectos del proceso diciéndole a su
hijo adolescente: "Félix, me molesta ver dos calcetines sucios hechos una. bola debajo de la
mesilla del café y otro al lado del televisor, simplemente porque me gusta que las
habitaciones de la casa que compartimos entre todos estén ordenadas".
Acto seguido, la madre abordará el componente número cuatro, que es una petición muy
específica: "¿Quieres hacer el favor de recoger los calcetines y llevártelos a tu habitación o
meterlos en la lavadora?". El componente número cuatro se centra en lo que esperamos que
haga la otra persona para enriquecer nuestra vida o la de los dos.
Así pues, una buena parte de la CNV consiste en expresar de manera muy clara, ya sea
verbalmente o por otros medios, estas cuatro parcelas de información. El otro aspecto de la
comunicación consiste en recibir de otras personas esas mismas cuatro parcelas.
Conectamos con los demás percibiendo primero lo que ellos observan, sienten y necesitan,
y descubriendo después qué enriquecerá su vida al escuchar la petición que nos formulan.
Cuando centramos nuestra atención en los aspectos citados y ayudamos a los demás a hacer
lo mismo, establecemos una corriente de comunicación que discurre en los dos sentidos y
se manifiesta de una manera natural: observo, siento y averiguo qué necesito; qué me hace
falta para enriquecer mi vida; qué observa, siente y necesita la otra persona; qué le hace
falta para enriquecer su vida...
El modelo de la CNV
Cuando nos servimos de este modelo, podemos empezar expresándonos de una manera
personal o empática a través de estas cuatro parcelas de información que nos proporcionan
los demás. A pesar de que en los capítulos que van del tercero al sexto aprenderemos a
escuchar y a expresar verbalmente cada uno de estos componentes, conviene tener presente
que la CNV no es una fórmula inamovible, sino que se adapta a diversas situaciones y a los
diferentes estilos personales y culturales. Aun cuando yo me refiero a la CNV como un
"proceso" o un "lenguaje", se pueden manifestar las cuatro facetas del modelo sin necesidad
de articular una sola palabra. La esencia de la CNV está en la conciencia que tenemos de
esos cuatro componentes, no en las palabras en sí que intercambiamos.
relaciones íntimas ;
familia;
escuela;
organizaciones e instituciones;
terapia y asesoramiento psicológico;
negociaciones diplomáticas y comerciales;
disputas y conflictos de todo tipo.
Hay quien se sirve de la CNV para hacer que sus relaciones íntimas sean más profundas y
afectuosas:
Cuando comprobé todo lo que se puede recibir (oír) y todo lo que se puede dar (expresar)
a través de la CNV, renuncié a vulnerar los sentimientos de los demás, abandoné el papel
de víctima y me dispuse a prestar oído atento a las palabras de la otra persona y a tratar
de descubrir los sentimientos que estaban soterrados en ellas. Descubrí entonces a un
hombre herido con el que hacía veintiocho años que estaba casada. El fin de semana
anterior al día en que inicié el taller sobre la CNV, mi marido me había comunicado que
quería divorciarse. Diré para resumir que hasta la fecha seguimos juntos, y que valoro la
contribución que ha tenido la CNV en ese final feliz... Aprendí a prestar atención a sus
sentimientos, a expresar mis necesidades, a aceptar ciertas respuestas que no siempre
había querido oír. Él no existe sólo para hacerme feliz, y yo no existo sólo para hacerle
feliz. Hemos evolucionado los dos, hemos aprendido a aceptarnos y amarnos de modo que
cada uno pueda realizarse por su cuenta.
Otros se sirven de la CNV para crear unas relaciones más efectivas en su lugar de trabajo:
Cada vez me sirvo más de la CNV en la práctica de la medicina. Algunos de mis pacientes
incluso me preguntan si soy psicólogo debido a que no están acostumbrados a que los
médicos se interesen por su vida ni por su manera de enfrentarse con la enfermedad. La
CNV me ha ayudado a entender las necesidades de mis pacientes y me ha revelado qué
quieren escuchar en cada momento. Es una actitud que me resulta particularmente útil en
mi relación con quienes padecen de hemofilia y/o sida, porgue estos enfermos llevan tanta
rabia y tanto dolor acumulados dentro que eso acaba por afectar seriamente la relación
entre el paciente y el médico. Hace poco, una mujer enferma de sida, a la que trataba
desde bacía cinco años, me dijo que lo que más la había ayudado en nuestra relación eran
mis esfuerzos por encontrar maneras de que disfrutara de su vida cotidiana. En este
aspecto me ha sido de gran utilidad la CNV. Antes, cuando me enteraba de que uno de mis
pacientes su fría una enfermedad mortal, solía dejarme arrastrar por el diagnóstico y me
era muy difícil darle ánimos y empujarlo a que siguiera adelante con su vida. Gracias a la
CIVV he adquirido una nueva conciencia y un nuevo lenguaje. Me sorprende ver hasta qué
punto se adapta a mi práctica médica. Ahora me siento más lleno de energía y alegría en
mi trabajo.
Un médico de París
Otros utilizan este proceso en el campo político. Una ministra francesa, en el curso de una
visita a una hermana suya, observó una gran diferencia con respecto al pasado en el trato
entre dicha hermana y su marido, así como en su manera de comunicarse y responderse
mutuamente. Animada por las descripciones que le hicieron de la CNV, les dijo que la
semana siguiente debía negociar ciertas delicadas cuestiones entre Francia y Argelia. Pese a
que disponíamos de un tiempo limitado, enviamos a París a una persona de habla francesa,
experta en la materia, a fin de que pudiera instruir convenientemente a la ministra en
cuestión. Más tarde ella misma atribuiría una gran parte del éxito de las negociaciones que
llevó a cabo en Argelia a las técnicas de comunicación recién adquiridas.
La CNV se utiliza ahora en todo el mundo como valioso recurso para aquellas comunidades
que se enfrentan a conflictos violentos y a graves tensiones étnicas, religiosas o políticas.
Es para mí una gran satisfacción ver la utilidad de la difusión de la CNV y de su aplicación
a la mediación para resolver conflictos en Israel, entre las autoridades palestinas, en
Nigeria, Ruanda, Sierra Leona y otros lugares. Recientemente algunos de mis
colaboradores estuvieron conmigo en Belgrado, donde pasamos tres días de intensa labor
preparando a los ciudadanos para que trabajaran por la paz. En cuanto llegamos, lo primero
que advertimos fue la expresión de desesperanza grabada visiblemente en los rostros de la
gente del país que acudía en busca de consejo, prisionera de la guerra brutal desatada en
Bosnia y Croacia. Así que hubimos avanzado un poco en nuestras enseñanzas, no tardamos
en disfrutar oyendo sus risas, lo que nos permitió participar de su profunda gratitud y su
alegría por haber encontrado el aliento que andaban buscando. En el curso de las dos
semanas siguientes, durante las sesiones informativas celebradas en Croacia, Israel y
Palestina, volvimos a tener ocasión de ver a más ciudadanos víctimas de la desesperación
en países desgarrados por la guerra y pudimos comprobar que recuperaban el ánimo y la
confianza gracias a las enseñanzas que recibieron sobre la CNV.
Me considero afortunado por haber tenido la oportunidad de viajar a través del mundo
instruyendo a la gente en un proceso de comunicación que le aporta fuerza y alegría. Y
ahora, con este libro, siento una gran satisfacción y un enorme entusiasmo al poder
compartir con mis lectores toda la riqueza que encierra la Comunicación No Violenta.
RESUMEN
La CNV nos ayuda a conectar con nosotros mismos y con los demás, permitiendo que
aflore nuestra compasión natural. Nos orienta de tal manera que nos permite reestructurar
nuestra forma de expresarnos y de escuchar a los demás, haciéndonos conscientes de lo que
observamos, sentimos y necesitamos, y lo que les pedimos a los demás para hacer más rica
nuestra vida y la suya. La CNV favorece la escucha atenta, el respeto y la empatía, y
propicia el deseo mutuo de dar de todo corazón. Hay quien se sirve de la CNV para llegar a
una comprensión de sí mismo; hay quien aspira a llegar con ella a una relación más
profunda con sus semejantes, y hay quien quiere construir a través de ella unas relaciones
más efectivas en su lugar de trabajo o en el campo político. En el ámbito mundial, la CNV
sirve para resolver disputas y conflictos a todos los niveles.
Fuente: Comunicación no violenta, Marshall B. Rosenberg (2000), Ediciones Urano,
Barcelona España
Capítulo 1, reproducción autorizada por gentileza de los editores.