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La Maleta de Federico

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OFF - En el verano de 2002, el anticuario cordobés Esteban Moliner Cruz encontró, en un

viejo almacén que estaba a punto de ser demolido, una maleta que tras pasar
estrictos certificados periciales y contrastar diversos testimonios, hoy se puede
asegurar, sin ningún género de dudas, que perteneció a Federico García Lorca. En
su interior se hallaron recuerdos, manuscritos, libros… Lorca fue, por esencia y por
oficio, un ameno y culto comunicador. Oigamos un fragmento de una entrevista que
en 1928 le hiciera Jiménez Caballero.

(Dos sillas y un velador. Luz tenue. El periodista sentado. Entra el poeta. Se


saludan. Toman asiento.)
P— ¿En qué año has nacido?
F.G.L. — En mil ochocientos noventa y nueve, cinco de junio.
P— ¿Dónde?
F.G.L. — En Fuente \/aqueros, Granada.
P— ¿Cómo se llaman tus padres?
F.G.L. — Federico García Rodríguez y Vicenta Lorca.
P— ¿De dónde son?
F.G.L. — Andaluces, granadinos.
P— ¿Qué has heredado de tu padre?
F.G.L. — La pasión.
P— ¿Y de tu madre?
F.G.L. — La inteligencia.
P— Dame más datos para tu solución de herencias.
F.G.L. — Yo no soy gitano.
P— ¿Qué eres?
F.G.L. — Andaluz, que no es igual, aun cuando todos los andaluces seamos algo gitanos.
Mi gitanismo es un tema literario y un libro nada más.
P—Dime tu infancia.
F.G.L. — Mi padre se casó viudo con mi madre. Mi infancia es la obsesión de unos
cubiertos de plata y de unos retratos de aquella otra «que pudo ser mi madre»,
Matilde de Palacios. Mi infancia es aprender letras y música con mi madre, ser un
niño rico en el pueblo, un mandón.
P— ¿Qué estudiaste?
F.G.L. — Estudié mucho. Estuve en el Sagrado Corazón de Jesús, en Granada. Yo sabía
mucho, mucho. Pero en el Instituto me dieron cates colosales. Luego, en la
Universidad. Yo he fracasado en Literatura, Preceptiva e Historia de la Lengua
castellana. En cambio, me gané una popularidad magnífica poniendo motes y
apodos a las gentes.
P— ¿Cuántos hermanos tienes?
F.G.L. —Tres.
P— ¿Cómo viniste a la Residencia de Estudiantes?
F.G.L. — Yo estudiaba Derecho y Letras en Granada, Antes había estudiado música. Me
tenían preparado el que me marchara pensionado a Bolonia. Pero mis
conversaciones con Fernando de los Ríos me hicieron orientarme a la «Residencia»
y me vine a Madrid a seguir estudiando Letras.
P—Aquí, ¿tus camaradas habituales…?
F.G.L. —Dalí, Buñuel, Sánchez Ventura, Vicéns, Pepín Bello, Prados y tantos otros.

OFF – Como por ejemplo, Gerardo Diego. En abril de 1928 Federico publicó “Soledad” en
la revista poética Carmen, que dirigía el poeta santanderino.
Fotos de F.G.L. y G.D.
Soledad pensativa
sobre piedra y rosal, muerte y desvelo
donde libre y cautiva,
fija en su blanco vuelo,
canta la luz herida por el hielo,
Soledad con estilo
de silencio sin fin y arquitectura,
donde la planta en vilo
del ave en la espesura
no consigue clavar tu carne oscura.
En ti dejo olvidada
la frenética lluvia de mis venas,
mi cintura cuajada:
y rompiendo cadenas,
rosa débil seré por las arenas.

OFF.- El 1 de diciembre de 1933, coincidiendo con su estancia en Buenos Aires, se


estrenó en el teatro Avenida, La Zapatera prodigiosa. Una zapatera a la que García
Lorca define como espejo poético del alma humana.
Casa del Zapatero. Banquillo herramientas. Habitación completamente blanca. Gran ventana y
puerta. El foro es una calle también blanca, con algunas puertecitas y ventanas en gris. A la derecha e
izquierda, puertas. Toda la escena tendrá un aire de optimismo y alegría, exaltada en los más pequeños
detalles.
Una suave luz naranja de media tarde invade la escena.
Al levantarse el telón, la ZAPATERA viene de la calle toda furiosa y se detiene en la puerta. Viste
traje verde rabioso y lleva el pelo tirante, adornado con dos grandes rosas. Tiene un aire agreste y dulce al
mismo tiempo.
ZAPATERA
Cállate, larga de lengua, penacho de catalineta, que si yo lo he hecho..., si yo lo he
hecho, ha sido por mi propio gusto... Si no te metes dentro de tu casa te hubiera
arrastrado, viborilla empolvada; y esto lo digo para que me oigan todas las que están
detrás de las ventanas, Que más vale estar casada con un viejo que con un tuerto,
como tú estás. Y no quiero más conversación, ni contigo ni con nadie, ni con nadie,
ni con nadie. (Entra dando un fuerte portazo.) Ya sabía yo que con esta clase de
gente no se podía hablar ni un segundo…; pero la culpa la tengo yo, yo y yo..., que
debía estar en mi casa con casi no quiero creerlo, con mi marido. Quién me hubiera
dicho a mí, rubia con los ojos negros, que hay que ver el mérito que esto tiene, con
este talle y estos colores tan hermosísimos, que me iba a ver casada con…, me
tiraría del pelo. (Llora. Llaman a la puerta.) ¿Quién es? (No responden y llaman otra
vez.) ¿Quién es? (Enfurecida.)
NIÑO. (Temerosamente.)
Gente de paz.
ZAPATERA. (Abriendo.)
¿Eres tú? (Melosa y conmovida.)
NIÑO
Si, señora Zapaterita. ¿Estaba usted llorando?
ZAPATERA
No, es que un mosco de os que hacen piiiiii, me ha picado en este ojo.
NIÑO
¿Quiere usted que le sople?
ZAPATERA
No, hijo mío, ya se me ha pasado... (Le acaricia.) ¿Y qué lo que quieres?
NIÑO
Vengo con estos zapatos de charol, costaron cinco duros, para que los arregle su
marido Son de mi hermana la grande, la que tiene el cutis fino y se pone dos lazos,
que tiene dos, un día uno y otro día otro, en la cintura.
ZAPATERA
Déjalos ahí, ya los arreglarán
NIÑO
Dice mi madre que tenga cuidado de no darles muchos martillazos, porque el charol
es muy delicado, para que no se estropee el charol.
ZAPATERA
Dile a tu madre que ya sabe mi marido lo que tiene que hacer, y que así supiera ella
aliñar con laurel y pimienta un buen guiso como mi marido componer zapatos.
NIÑO. (Haciendo pucheros.)
No se disguste usted conmigo, que yo no tengo la culpa todos los días estudio muy
bien la gramática.
ZAPATERA (Dulce.)
¡Hijo mío! ¡Prenda mía! ¡Si contigo no es nada! (Lo besa.) Toma este muñequito.
¿Te gusta? Pues llévatelo.
NIÑO
Me lo llevaré, porque como yo sé que usted no tendrá nunca niños...
ZAPATERA
¿Quien te dijo eso?
NIÑO
Mi madre lo ha hablado el otro día, diciendo: «La zapatera no tendrá hijos», y se
reían mis hermanas y la comadre Rafaela.
ZAPATERA. (Nerviosamente.)
¿Hijos? Puede que los tenga más hermosos que todas ellas con más arranque y
más honra, porque tu madre..., es menester que sepas…
NIÑO
Tome usted e muñequito, ¡no lo quiero!
ZAPATERA. (Reaccionando.)
No, no, guárdalo, hijo mío... ¡Si contigo no es nada!
(Aparece por la izquierda el ZAPATERO. Viste traje de terciopelo con botones de plata, pantalón
corto y corbata roja Se dirige al banquillo.)
ZAPATERA
¡Válgate Dios!
NIÑO. (Asustado.)
¡Ustedes se conserven bien! ¡Hasta la vista! ¡Que sea enhorabuena! ¡Deo gratias!
(Sale corriendo por la calle.)
ZAPATERA
Adiós, hijito. Si hubieras reventado antes de nacer, no estaría pasando estos
trabajos y estas tribulaciones. ¡Ay dinero, dinero!, sin manos y sin ojos debería
haberse quedado el que te inventó.

OFF – El retablillo de don Cristóbal fue una de las farsas que Federico escribió para su
teatro de monigotes humanos, los Títeres de Cachiporra, primos hermanos de los
Cristobicas de Cádiz. En la maleta se hallaron dos muñecos.

Maleta-guiñol
CRISTOBAL
Señora.
MADRE
Caballero
de pluma y tintero.
CRISTOBAL
No tengo sombrero.
Usted sabrá
que me quiero casar.
MADRE
Yo tengo una hija,
¿qué dinero me das?
CRISTOBAL
Una onza de oro
de las que cagó el moro
una onza de plata
de las que cagó la gata,
y un puñado de calderilla
de las que gastó su madre cuando era chiquilla.
MADRE
Y además quiero una mula
para ir a Lisboa cuando sale la luna.
CRISTOBAL
Una mula es mucho; no puedo, señora.
MADRE
Usted tiene plata, señor don Cristóbal
Mi Rosita es joven y usted es ya viejo.
Viejo, viejo pellejo.
CRISTOBAL
Y usted es una vieja,
que se limpia el culito con una teja.
MADRE
¡Borracho! ¡Indecente!
CRISTOBAL
Te voy a poner la barriga caliente.
Cuenta con la mula. ¿Dónde está Rosita?
MADRE
En camisa en su cuarto.
Y está solita.
Ja, ja, ja
CRISTOBAL
¡Ay!, cómo me pongo.
MADRE
¡Ay! Con el sorongo, ¡ay! Con el sorongo.
CRISTOBAL
Déme su retrato.
MADRE
Pero firmemos antes el contrato.
CRISTOBAL
Rosita, por verte
la punta del pie
si a mi me dejaran,
veríamos a ver.
MADRE
Le darás el pie
cuando esté contigo.
Si me das dinero
hará lo que digo.
(Se va cantando. Música.)
OFF – García Lorca cultivó, con enorme pasión y dedicación, la amistad. Compartía con
vehemencia las penas y alegrías de sus camaradas. Tanto en el trato personal como
en el epistolar, Lorca siempre les trataba todos con sumo cariño y llaneza de espíritu.
Tal es el caso de la singular carta que escribiera a la pintora e hija ilustre de
Santander, María Blanchard, en abril de 1932.
Cuadros de M.B.
F.G.L.- Querida María Blanchard: dos puntos… dos puntos, un mundo, la almohada
oscurísima donde descansa tu cabeza.
M.B.- Si los niños te vieran, de espaldas exclamarían «¡la bruja, ahí va la bruja!» Si un
muchacho ve tu cabeza asomada en una de esas diminutas ventanas de Castilla,
exclamaría: «¡el hada, mirad el hada!» Bruja y hada, fuiste ejemplo respetable de
llanto y claridad espiritual. Todos te elogian ahora, elogian tu obra los críticos y tu
vida tus amigos. Yo quisiera decirte con toda sinceridad que te he llamado jorobada
constantemente y no he dicho nada de tus hermosos ojos, que se llenaban de
lágrimas, ni he hablado de tus manos magistrales. Pero hablo de tu cabellera y la
elogio, porque tenías una mata de pelo tan generosa y tan bella que quería cubrir tu
cuerpo como una palmera. Eras jorobada, ¿y qué?
F.G.L.- Los hombres entienden poco las cosas y yo te digo, María Blanchard como amigo
de tu sombra, que tú tenías la mata de pelo más hermosa que ha habido en España.
OFF - En 1929 Federico realizó un viaje transoceánico que le llevaría a N.Y.
F.G.L – Fui a estudiar a la Universidad de Columbia. New York es algo tremendo…
Desagradable… Tiene un ritmo furioso y una arquitectura extrahumana. Tuve que
asistir al formidable espectáculo del último “crac”. Fue algo doloroso, pero una gran
experiencia.

Fotos y dibujos de Lorca


Debajo de las multiplicaciones
hay una gota de sangre de pato.
Debajo de las divisiones
hay una gota de sangre de marinero.
Debajo de las sumas, un río de sangre tierna;
un río que viene cantando
por los dormitorios de los arrabales,
y es plata, cemento o brisa
en el alba mentida de New York.
Existen las montañas, lo sé.
Y los anteojos para la sabiduría,
lo sé. Pero yo no he venido a ver el cielo.
He venido para ver la turbia sangre,
la sangre que lleva las máquinas a las cataratas
y el espíritu a la lengua de la cobra.
Todos los días se matan en New York
cuatro millones de patos,
cinco millones de cerdos,
dos mil palomas para el gusto de los agonizantes,
un millón de vacas,
un millón de corderos
y dos millones de gallos,
que dejan los cielos hechos añicos.
OFF – 1927 fue un año prolífico para Lorca. Publica en La Gaceta Literaria, de Madrid, en
el suplemento literario de La Verdad, de Murcia, en Verso y Prosa, el libro Canciones
en ediciones Litoral; expone sus dibujos en la Galeria Dalmau, de Barcelona, y
precisamente en esta ciudad, con decorados y trajes del propio Federico y de su
amigo Salvador Dalí, estrenó el 24 de junio en el teatro Goya y el 12 de octubre en el
teatro Fontalba, de Madrid, Mariana Pineda.

ESTAMPA TERCERA
Convento de Santa María Egipciaca, de Granada. Rasgos árabes. Arcos, cipreses, fuentecillas y
arrayanes. Hay unos bancos y unas viejas sillas de cuero. Al levantarse el telón está la escena solitaria.
Suenan el órgano y las lejanas voces de las monjas. Por el fondo vienen corriendo de puntillas y mirando a
todos lados para que no las vean DOS NOVICIAS. Visten toquitas blancas y trajes azules. Se acercan con
mucho sigilo a una puerta de la izquierda y miran por el ojo de la cerradura.
ESCENA PRIMERA
NOVICIA 1ª
¿Qué hace?
NOVICIA 2ª (En la cerradura.)
¡Habla más bajito!
Está rezando.
NOVICIA 1ª
¡Deja!
(Se pone a mirar)
¡Qué blanca está, qué blanca!
Reluce su cabeza
En la sombra del cuarto.
NOVICIA 2ª
¿Reluce su cabeza?
Yo no comprendo nada.
Es una mujer buena,
y la quieren matar.
¿Tú qué dices!
NOVICIA 1ª
Quisiera
mirar su corazón
largo rato muy cerca.
NOVICIA 2ª
¡Qué mujer tan valiente! Cuando ayer
vinieron a leerle la sentencia
de muerte, no ocultó
su sonrisa.
NOVICIA 1ª
En la iglesia
la vi después llorando
y me pareció que ella
tenía el corazón en la garganta.
¿Qué es lo que ha hecho?
NOVICIA 2ª
Bordó una bandera.
NOVICIA 1ª
¿Bordar es malo?
NOVICIA 2ª
Dicen que es masona.
NOVICIA 1ª
¿Qué es eso?
NOVICIA 2ª
Pues... ¡no sé!
NOVICIA 1ª
¿Por qué está presa?
NOVICIA 2ª
Porque no quiere al rey.
NOVICIA 1ª
¿Qué más da? ¿Se habrá visto?
NOVICIA 2ª
¡Ni la reina!
NOVICIA 1ª
Yo tampoco los quiero.
(Mirando.)
¡Ay Mariana Pineda!
Ya están abriendo flores
que irán contigo muerta.
(Aparece por la puerta del foro SOR CARMEN BORJA.)
CARMEN
Pero, niñas, ¿qué miráis?
NOVICIA 1ª (Asustada.)
Hermana…
CARMEN
¿No os da vergüenza?
Ahora mismo, al obrador.
¿Quién os enseñó esa fea
costumbre? ¡Ya nos veremos!
NOVICIA 1ª
¡Con licencia!
NOVICIA 2ª
¡Con licencia!
(Se van. Cuando la MADRE CARMEN se ha convencido de que las otras se han marchado, se
acerca también con sigilo y mira por el ojo de la llave.)
CARMEN
¡Es inocente! ¡No hay duda!
¡Calla con una firmeza!
¿Por qué? Yo no me lo explico.
(Sobresaltada.)
¡Viene!
(Sale corriendo.)

OFF – Lorca también sentía un gran entusiasmo por la música. Fue un estudioso del
folklore con sentido de poeta. Recopiló, armonizó e interpretó numerosas canciones
populares: Los cuatro muleros, los pelegrinitos, zorongo…

Coreografía
1
En el café de Chinitas
dijo Paquiro a su hermano:
«Soy más valiente que tú,
más torero y más gitano. »
2
En el café de Chinitas
dijo Paquiro a Frascuelo:
«Soy más valiente que tú.
más gitano y más torero.»

3
Sacó Paquiro el reló
y dijo de esta manera:
«Este toro ha de morir
antes de las cuatro y media.»

4
Al dar las cuatro en la calle
se salieron del café
y era Paquito en la calle
un torero de cartel.

OFF.- El Romancero gitano fue su primera obra popular tardó cinco años en publicarse y
sus páginas, más que gitanas parecen de un poeta del gótico con sus retablos.

Dibujos de Lorca
En la mitad del barranco
las navajas de Albacete,
bellas de sangre contraria,
relucen como los peces.
Una dura luz de naipe
recorta en el agrio verde,
caballos enfurecidos
y perfiles de jinetes.
En la copa de un olivo
lloran dos viejas mujeres.
El toro de la reyerta
se sube por las paredes.
Ángeles negros traían
pañuelos y agua de nieve.
Ángeles con grandes alas
de navajas de Albacete.
Juan Antonio el de Montilla
rueda muerto la pendiente,
su cuerpo lleno de lirios
y una granada en las sienes.
Ahora monta cruz de fuego,
carretera de la muerte.
El juez, con guardia civil,
por los olivares viene.
Sangre resbalada gime
muda canción de serpiente.
Señores guardias civiles:
aquí pasó lo de siempre.
Han muerto cuatro romanos
y cinco cartagineses.
OFF.- Lorca gozaba de la amistad de insignes hombres de nuestra tierra como fueron
José Mª Cossio o Regino Saiz de la Maza. Seguramente animado por ellos llego a
nuestra ciudad al frente de la Barraca, en el 33, para actuar en la Universidad de
Verano. Repitió visita en el 34, y estando entre nosotros, se entero de la mortal
cogida de Ignacio Sánchez Mejías en la plaza de toros de Manzanares.

Velas e invitación al público.


A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y solo muerte
a las cinco de la tarde.

El viento se llevó los algodones


a las cinco de la tarde.
Y el óxido sembró cristal y níquel
a las cinco de la tarde.
Ya luchan la paloma y el leopardo
a las cinco de la tarde.
Y un muslo con un asta desojada
a las cinco de la tarde.
Comenzaron los sones del bordón
a las cinco de la tarde.
Las campanas de arsénico y el humo
a las cinco de la tarde.
En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la tarde.
¡Y el toro solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde.
Cuando el sudor de nieve fue llegando
a las cinco de la tarde,
cuando la plaza se cubrió de yodo
a las cinco de la tarde,
la muerte puso huevos en la herida
a las cinco de la tarde.
a las cinco de la tarde.
A las cinco en punto de la tarde.

OFF.- Federico García Lorca siempre llevaba en su maleta la foto que le dedicara la
insigne actriz, Margarita Xirgu.
F.G.L.- Margarita Xirgu es un caso extraordinario de talento. Cada tarde, en la penumbra
fría del escenario, me sorprende su arte genial con un nuevo matiz, conseguido la
noche anterior en el silencio estudioso de sus insomnios.
Las actrices que representen a la MADRE, a YERMA y a BERNARDA llevarán una
media máscara de Margarita Xirgú.
ÚLTIMO CUADRO DE BODAS DE SANGRE
[…]
(La escena sola. Aparece la MADRE con una VECINA. La VECINA viene llorando.)
MADRE
Calla.
VECINA
No puedo.
MADRE
Calla, he dicho. (En la puerta.) ¿No hay nadie aquí? (Se lleva las manos a la frente.)
Debía contestarme mi hijo. Pero mi hijo es ya un brazado de flores secas. Mi hijo es
ya una voz oscura detrás de los montes. (Con rabia, a la VECINA.) ¿Te quieres
callar? No quiero llantos en esta casa. Vuestras lágrimas son lágrimas de los ojos
nada más, y las mías vendrán cuando yo esté sola, de las plantas de los pies, de mis
raíces, y serán más ardientes que la sangre.
VECINA
Vente a mi casa; no te quedes aquí.
MADRE
Aquí. Aquí quiero estar. Y tranquila. Ya todos están muertos. A medianoche dormiré,
dormiré sin que ya me aterren la escopeta o el cuchillo. Otras madres se asomarán a
las ventanas, azotadas por la lluvia, para ver el rostro de sus hijos. Yo, no. Yo haré
con mi sueño una fría paloma de marfil que lleve camelias de escarcha sobre el
camposanto. Pero no; camposanto, no, camposanto, no; lecho de tierra, cama que
los cobija y que los mece por el cielo. (Entra una MUJER de negro que se dirige a la
derecha y allí se arrodilla. A la VECINA.) Quítate las manos de la cara. Hemos de
pasar días terribles. No quiero ver a nadie. La tierra yo. Mi llanto y yo. Y estas cuatro
paredes. ¡Ay! ¡Ay! (Se sienta transida.)
VECINA
Ten caridad de ti misma.
MADRE. (Echándose el pelo hacia atrás.)
He de estar serena. (Se sienta.) Porque vendrán las vecinas y no quiero que me
vean tan pobre. ¡Tan pobre! Una mujer que no tiene un hijo siquiera que poderse
llevar a los labios.

ACTO SEGUNDO

CUADRO SEGUNDO
[…]
YERMA
[…] ¡María! ¿Por qué pasas tan deprisa por mi puerta?
MARÍA
Cuando voy con el niño lo hago… ¡como siempre lloras!
YERMA
Tienes razón. (Coge al niño y se sienta.)
MARÍA
Me da tristeza que tengas envidia.
YERMA
No es envidia lo que tengo es pobreza.
MARÍA
No te quejes.
YERMA
¡Cómo no me voy a quejar cuando te veo a ti y a otras mujeres llenas por dentro de
flores, y viéndome yo inútil en medio de tanta hermosura!
MARÍA
Pero tienes otras cosas Si me oyeras podrías ser feliz.
YERMA
La mujer de campo que no da hijos es inútil como un manojo de espinos, y hasta
mala, a pesar de que yo sea de este desecho dejado de la mano de Dios. (MARÍA
hace un gesto corno para tomar al niño.) Tómalo, contigo está más a gusto. Yo no
debo tener manos de madre.
MARIA
¿Por qué me dices eso?
YERMA (Se levanta.)
Porque estoy harta. Porque estoy harta de tenerlas y no poderlas usar en cosa
propia. Que estoy ofendida y rebajada hasta lo último, viendo que los trigos apuntan,
que las fuentes no cesan de dar agua y que paren las ovejas cientos de corderos, y
las perras y que parece que todo el campo puesto de pie me enseña sus crías
tiernas, adormiladas, mientras yo siento dos golpes de martillo aquí en lugar de la
boca de mi niño
MARÍA
No me gusta lo que dices.
YERMA
Las mujeres cuando tenéis hijos no podéis pensar en las que no los tenemos. Os
quedáis frescas, ignorantes, como el que nada en agua dulce y no tiene idea de la
sed.
MARÍA
No te quiero decir lo que te digo siempre.
YERMA
Cada vez tengo más deseos y menos esperanzas.
MARÍA
Mala cosa.
YERMA
Acabaré creyendo que yo misma soy mi hijo. Muchas noches bajo yo a echar la
comida a los bueyes, que antes no lo hacía, porque ninguna mujer lo hace, y cuando
paso por lo oscuro del cobertizo mis pasos me suenan a pasos de hombre.
MARÍA
Cada criatura tiene su razón.
YERMA
A pesar de todo, sigue queriéndome. ¡Ya ves cómo vivo!
MARÍA
¿Y tus cuñadas?
YERMA
Muerta me vea y sin mortaja si alguna vez las dirijo la conversación.
MARÍA
¿Y tu marido?
YERMA
Son tres contra mí.
MARÍA
¿Qué piensan?
YERMA
Figuraciones. De gente que no tiene la conciencia tranquila. Creen que me puede
gustar otro hombre y no saben que, aunque me gustara, lo primero de mi casta es la
honor Son piedras delante de mi. Pero ellos no saben que yo, si quiero, puedo ser
agua de arroyo que las lleve.
(Una HERMANA entra y sale llevando un pan.)
MARÍA
De todas maneras, creo que tu marido te sigue queriendo.
YERMA
Mi marido me da pan y casa.
MARÍA
¡Qué trabajo estás pasando, qué trabajos! Pero acuérdate de las llagas de Nuestro
Señor. (Están en la puerta.)
YERMA (Mirando al niño.)
Ya ha despertado.
MARÍA
Dentro de poco empezará a cantar.
YERMA
Los mismos ojos que tú, ¿lo sabías? ¿Los has visto? (Llorando.) ¡Tiene los mismos
ojos que tienes tú! (YERMA empuja suavemente a MARÍA y esta sale silenciosa.
YERMA se dirige a la puerta por donde entró su marido.)

ACTO PRIMERO

CRIADA
[…] (Limpia.) Suelos barnizados con aceite, alacenas, pedestales, camas de acero
para que traguemos quina las que vivimos en las chozas de tierra con un plato y una
cuchara. Ojalá que un día no quedáramos ni uno para contarlo. (Vuelven a sonar las
campanas.) Sí, sí, ¡vengan Clamores! ¡Venga caja con filos dorados y toalla para
llevarla! ¡Que lo mismo estarás tú que estaré yo! Fastídiate, Antonio María
Benavides, tieso con tu traje de paño y tus botas enterizas. ¡Fastídiate! ¡Ya no
volverás a levantarme las enaguas detrás de la puerta de tu corral! (Por el fondo, de
dos en dos, empiezan a entrar MUJERES DE LUTO, con pañuelos grandes, faldas y
abanicos negros. Entran lentamente hasta llenar la escena, la CRIADA, rompiendo a
gritar.) ¡Ay Antonio María Benavides, que ya no verás estas paredes ni comerás el
pan de esta casa! Yo fui la que más te quiso de las que te sirvieron. (Tirándose del
cabello.) ¿Y he de vivir yo después de haberte marchado? ¿Y he de vivir?
(Terminan de entrar las doscientas MUJERES y aparece BERNARDA y sus cinco HIJAS.)
BERNARDA. (A la CRIADA.)
¡Silencio!
CRIADA. (Llorando,)
¡Bernarda!
BERNARDA
Menos gritos y más obras. Debías haber procurado que todo esto estuviera más
limpio para recibir al duelo. Vete. No es este tu lugar. (La CRIADA se va llorando.)
Los pobres son como los animales; parece como si estuvieran hechos de otras
sustancias
MUJER 1ª
Los pobres sienten también sus penas.
BERNARDA
Pero Las olvidan delante de un plato de garbanzos.
MUCHACHA. (Con timidez.)
Comer es necesario para vivir.
BERNARDA
A tu edad no se habla delante de las personas mayores.
MUJER 1.ª
Niña, cállate.
BERNARDA
No he dejado que nadie me dé lecciones. Sentarse. (Se sientan. Pausa. Fuerte.)
Magdalena, no llores; si quieres llorar te metes debajo de la cama. ¿Me has oído?
MUJER 2.ª (A BERNARDA.)
¿Habéis empezado los trabajos en la era?
BERNARDA
Ayer.
MUJER 3.ª
Cae el sol como plomo.
MUJER 1.ª
Hace años no he conocido calor igual.
(Pausa. Se abanican todas.)
BERNARDA
¿Está hecha la limonada?
LA PONCIA
Sí Bernarda. (Sale con una gran bandeja llena de jarritas blancas, que distribuye.)
BERNARDA
Dale a los hombres.
LA PONCIA
Ya están tomando en el patio.
BERNARDA
Que salgan por donde han entrado. No quiero que pasen por aquí.
MUCHACHA. (A ANGUSTIAS.)
Pepe el Romano estaba con los hombres del duelo.
ANGUSTIAS
Allí estaba
BERNARDA
Estaba su madre Ella ha visto a su madre A Pepe no lo ha visto ella ni yo.
MUCHACHA
Me pareció...
BERNARDA
Quien sí estaba era el viudo de Darajalí. Muy cerca de tu tía. A ese lo vimos todas.
MUJER 2.ª (Aparte, en voz baja.)
Mala, más que mala
MUJER 3.ª
¡Lengua de cuchillo!
BERNARDA
Las mujeres en la iglesia no deben de mirar más hombre que al oficiante, y ese
porque tiene faldas. Volver la cabeza es buscar el calor de la pana.
MUJER 1.ª (En voz baja.)
¡Vieja lagarta recocida!
LA PONCIA. (Entre dientes.)
¡Sarmentosa por calentura de varón!
BERNARDA
¡Alabado sea Dios!
TODAS. (Santiguándose.)
Sea por siempre bendito y alabado.
BERNARDA
Descansa en paz con la santa
compaña de cabecera!
TODAS
¡Descansa en paz¡
BERNARDA
Con el ángel San Miguel
y su espada justiciera.
TODAS
¡Descansa en paz!
BERNARDA
Con la llave que todo lo abre
y la mano que todo lo cierra.
TODAS
¡Descansa en paz!
BERNARDA
Con los bienaventurados
y las lucecitas del campo.
TODAS
¡Descansa en paz¡

BERNARDA
Con nuestra santa caridad
y las almas de tierra y mar.
TODAS
¡Descansa en paz!
BERNARDA
Concede el reposo a tu siervo Antonio Maria Benavides y dale la corona de tu santa
gloria.
TODAS
Amén.
BERNARDA. (Se pone en pie y canta.)
«Requien aeternam dona ejs Domine.»
TODAS. (De pie y cantando al modo gregoriano.)
«Et lux perpetua luceat eis .» (Se santiguan.)
MUJER 1.ª
Salud para rogar por su alma. (Van desfilando.)
MUJER 3.ª
No te faltará la hogaza de pan caliente.
MUJER 2.ª
Ni el techo para tus hijas (Van desfilando todas por delante de BERNARDA y
saliendo.)
(Sale ANGUSTIAS por otra puerta que da al patio)
MUJER 4.ª
El mismo trigo de tu casamiento Io sigas disfrutando.
LA PONCIA (Entrando con una bolsa.)
De parte de los hombres esta bolsa de dineros para responsos.
BERNARDA
Dales las gracias y échales una copa de aguardiente.
MUCHACHA. (A MAGDALENA.)
Magdalena...
BERNARDA. (A MAGDALENA que inicia el llanto.)
Chiss. (Salen todas. A las que se han ido.) ¡Andar a vuestras casas a criticar todo lo
que habéis visto! ¡Ojalá tardéis muchos años en pasar el arco de mi puerta!
LA PONCIA
No tendrás queja ninguna. Ha venido todo el pueblo.
AMELIA
¡Madre, no hable usted así!
BERNARDA
Es así como se tiene que hablar en este maldito pueblo sin río, pueblo de pozos,
donde siempre se bebe el agua con el miedo de que esté envenenada. […] En ocho
años que dure el luto no ha de entrar en esta casa el viento de la calle. Hacemos
cuenta que hemos tapiado con ladrillos puertas y ventanas. Así pasó en casa de mi
padre y en casa de mi abuelo. Mientras, podéis empezar a bordar el ajuar.

Oscuro.

OFF DE LORCA:
"... que todos sepan que no he muerto;
que hay un establo de oro en mis labios;
que soy el pequeño amigo del viento Oeste;
que soy la sombra inmensa de mis lágrimas..."

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