La Arquitectura Española Del Sig Estado de La Cuestión
La Arquitectura Española Del Sig Estado de La Cuestión
La Arquitectura Española Del Sig Estado de La Cuestión
Estado de la Cuestión
Pedro Navascués Palacio.
E.T.S.A. Madrid.
L o s problemas quepucucii aicciai a ia iiistur ia ur ia ar- VCICIIIUS CI U U V I C a s p e c t o negativo que tal oora ruvo. r o r
quitectura española del siglo XIX, como disciplina, no un lado la obra de Gaya, lejos de alentar el estudio de
son muy diferentes de los que tiene planteados la histo- un período al que juzgaba en lo arquitectónico como «era
ria del arte español en general, y si se me permite ir más de errores y desvaríor, convenientemente disfrazados de
allá, de las limitaciones que condicionan en nuestro país suficiencia pedante y prosopopeya torpísima)) ', frenó
la investigación y conocimiento de la Historia l . cualquier iniciativa en este sentido y siguió desvi ando a
los e$tudiosos hacia el campo de la pintura, confiindien-
d o una vez más y en la mejor tradición decimoltuIllLa . .
El estudio de la arquitectura del siglo XIX, probable- "n".,--
mente uno de los capítulos más jóvenes de la historia del historia ciel arte con historia de la pintura.
arte español, ha debido de romper inicialmente una se-
rie de prejuicios graves que, arrastrándose a lo largo de Por otra parte, la desconsideración global de Gaya ha-
la primera mitad del siglo XIX y con algunas excepcio- ,:. l..
cia ia ..-,
aiquitectura del siglo XIX llegó a ser tal que no
nes, acabó cristalizando en el libro de Gaya Nuño, Arte se recato en lamentar su subsistencia y así la inte:resada
del siglo XIX, apareciendo en 1966 formando parte de operación de derribos de edificios, «sin interés)),no en-
la prestigiosa colección «Ars Hispaniae)) '. Recalco el contró freno alguno y estuvo justificada académic;amen-
adjetivo de prestigiosa porque de este modo las opinio- te. De este modo se empobreció considerablementc I I U c b -
nes allí vertidas, y en este caso descalificadoras, tenían tro patrimonio arquitectónico y prácticamente nadie se
una mayor fuerza. Si a ello añadimos que la fecha de su atrevió a escribir en favor de la arquitectura del 1pasado
publicación coincide con los años del desarrollo y de la siglo, más allá de unas notas sentimentales de pren za para
especulación inmobiliaria, que en gran medida jugó con dolerse de la pérdida de tal o cuál edificio, o de a
el suelo ocupado por la ciudad burguesa del siglo XIX, iniciativas valientes para defender de la ~ i a u e t anl
' y el CSIC.puhlica-
1 Sobre este punto veanse las ponencias y conclusione~de los encuentros celebrados en 19RR, bajo el auspicio
das con el titulo Tendencias en hisroria. Madrid, 1990. Personalmente pienso que la ponencia sobre el ,,L,,,,, .. ;...?:A"
,,,,al de la inve\,,,,,,,,,,
en historia del arte» firmado por V. Nieto y J. Yarza (ob. cit. pp. 81-83). no recogen con ohjetix idad el a lcance real <jel cccrecimii:ntr>,. de
la investigación en esta parcela de la historia del arte, donde la estructura autonomica del pai.; n o ha sid O necesaria! nente nepat ila. Ello
ha supuesto nuevos cauces para la publicación de tesis doctorales y estudio5 terio\ que antaño no hahriírn teni<lo la menor opa rt unidad
.
-. 1 .
de darse a desconocer. Puede ser que haya rido a costa de «localismos>rpero el halance final ha sido. a mi ]u icio. pocitivc7 . Creo que Itampoco
se puede desconocer el impacto historiopráfico prodiicido tras \;ir creaciRn de la c\pecialidad de Flirtorla del ;\rie en ia ~'niver\idad,a\i corno
el mantenimiento. en ocaciones herbico. de tina serie de rnistac que permiten defeciar iina virzlicfad nada decdeñahle de Inr tii\toriadorcs
del arte. Vitalidad que erra. en todo cato. reclamando una coordinacicin con apo-o e'iatal a ira\c\ ifc la L'ni\cr\idad. F-l prohlcm;~no et1.i
ya en que n o se cono;.can, por n o llegar. determinadas re\istar e\tran~eras,v n o en qiic habitualmente no <e conoce ia in\ectic:icion en ciirro
q u e realiza la propia Universidad ecpafioln. ,Cuanto< Ocpartamenrn.; han definido h c i i n pi!biisas !a\ linear de rnvectic;icirin conforme
marca la legislacidn vigente?
G.t\.i\ NL'<O,J. z\.: "Arte del siplo XIX>., \0l. SIS de la col. Arr Hiqrpanrae. >fa drid, Plus C 'Itra, 1966. Ftta ohra d,c G a l a Niiri o es por
otra parte y merced a su difusión. la1 única que Fe maneja por quiene\ siri ser historiaidorm del ar te ewriben sohre arte. In cual puede producir
Tn recicland,n aci los ern>re\. Feto o (:urre con la. Ifrrtorra
. ohrac m i s recientes y de gran ,difiixi<
visiones tan desgraciadas como falc,as en otrac .. ,.~ ~ . .
de E~pañade la ed. Planeta. que en su vol. Y. <,La tranticibn de! Antieiio ai - u n o regimen 1 i 7 ~ ~ - l c ' J )inarcetona. i v u '). inclu!e unas
páginas de Jo* Mana \alverde dedimdas a "La cultura^^ en las que la arquitectura ípp. !':-!")aparece d-y recada decdi:el d s c o n m
G . u t NK%: ob. cit. p. 26-.
iificio sino toda una comente tan singular como la del fue preocupación compartida con la filosofía, la religión,
eomudéjar madrileño 4. el pensamiento político, la literatura, etc. dio lugar a dos
actitudes. Una de carácter optimista, la iniciada por el
Afortunadamente se produjo casi al tiempo una reac- propio Caveda, quien reconociendo la cortedad de los
ción favorable hacia este capítulo de la arquitectura es- medios confiaba en el resurgir de una arquitectura mer-
pañola, sostenida hasta nuestros días salvo algún que ced a los arquitectos «que concilian la libertad con los
ntro gesto extemporáneo que no merecería recordarse si buenos principios, y el conocimiento de las antiguas es-
o fuera por el alcance de su edición En efecto, en cuelas, con el tacto necesario para producir nuevos ti-
)mo a 1970 un grupo de entonces jóvenes profesores, pos en que aparezcan de acuerdo el gusto y las exigen-
n desdeñar un ápice el vigor de la historia del arte tra- cias de la época» s.
icional llevaron las fronteras de éstas más allá de aquel
finis teme» que suponía entre nosotros el mundo neo- La segunda posición fue, por el contrario, claramen-
Iásico de Villanueva. te pesimista y entiendo que se halla bien encarnada en
Juan de Dios de la Rada y Delgado y su discurso acadé-
Hasta allí habían llegado Llaguno y Ceán y nadie, mico pronunciado en 1882, que a falta de título yo bau-
salvo Caveda, se arriesgó después a plantear dentro de ticé con el de «Cuál esy debe ser el carácterpmpioy dis-
unas coordenadas serias la arquitectura de su propio si- tintivo de la arquitectum de nuestm siglo», tomando un
glo. Caveda, por el contrario, lo hizo de un modo ma- párrafo del interesantísimo texto 9. Este no tiene desper-
gistral en sus conocidas Memorias, publicadas en 1867, dicio y ningún comentario exime de su lectura comple-
donde incluye un capítulo de inapreciable interés para ta. Desdeñando y sin comprender la realidad ecléctica
nosotros que titula «Laarquitectum actualmente»'. En de la arquitectura que vive, Rada sobrelleva con pesa-
él hace un certero y moderno diagnóstico de la salud de dumbre aquella circunstanca «sin que esto sea obstácu-
la arquitectura de su tiempo que, muy lejos de ser cróni- lo para que pueda fomarse andando el tiempo y pasado
ca fría de obras y autores, se convierte en una viva y ma- el período de transición que atravesamos, un estilo pro-
tizada historia crítica. Caveda señaló las causas del «nue- pio, con peculiares caracteres de originalidad)). Las pa-
vo carácter» de la arquitectura, su libertad frente al «ex- labras de Rada destilan constantemente amargura, se
clusivismo de los antigos preceptistasn traducida en to- queja del materialismo de la época y de la pérdida de fe
lerancia y eclecticismo. la vuelta a la Edad Media y el fe- en los principios cristianos para terminar su discurso con
nómeno de la restauración monumental, el papel de la la dura imagen pagana del mito de Sísifo.
Escuela de Arquitectura de Madrid, los abusos del eclec-
ticismo y su condena por la filosofía y la historia, el pro- No resulta menos notable en esta visión negativa de
greso del arte, etc, resultando sus páginas de mucho ma- la arquitectura, arrastrada por todos los males del siglo,
yor interés que lo que Gaya escribiera un siglo más tarde. la contestación académica por parte del marqués de Mo-
nistrol: «El espíritu de la duda tanto en la religión como
En realiclad la mal a prensad le la arquiltectura de'l siglo en el arte se ha apoderado del dominio público: se cree
:IX come1?zóen la r)ropia centuna cuanido, con u n sen- en todo y no se cree en nadan. Exclamaciones como
. L . _como
- -
._~.. - --.- - .- -
--ZL,-. -- L-L <(;cuándifícil será escribir la historia de los pueblos del
tiao autocritico
3 - -
posioiemenLe nunca sr riaoía da-
do hasta entonces, se pusieron en cuestión la teoría y la siglo XIX por los destrozados restos de sus edificios que
práctica de la arquitectura, iniciando un debate sobre el puedan llegar hasta los venideros siglos!», o profecías
carácter que la arquitectura debía tener para estar en con- como que la «confusa amalgama de estilos discordan-
sonancia con su siglo y ser imagen fiel de su época, co- tes... como grandiosa máscara trágica» supondrá la «de-
mo anteriormente lo habían sido las arquitecturas góti- sesperación de futuros críticos e historiadores del arte,
ca, barroca o neoclásica de otros tantos períodos histó- . auisieran
aue . buscar en ellos -los edificios- los carac-
ricos. Esta búsqueda de identidad con el siglo que ani- teres arquitectónicos del siglo en que aquellos monumen-
dó en el corazón de la arquitectura, pero que sabemos tos se labraron)), traducen cristalinamente la subjetiva
CHLIFCA . .: a:El neomudibjar, Ultima n'ctima de la piqueta madileiiam, en Madrid. ciudad con vocacidn de capiral. Santiago de
Cb r r t ~ F
Composte la, 1974, pp. 377-390. E ste texto. es^crito en moinentos muy particulares, traduce bien el clima de demoliciones que vive 5ladrid.
.-. .
y respondt: a una conf ercncia Droriunciada coiI motivo de la Exposición sobre el Neomudéjar celebrada en 1970. De esta exposición se hizo
. ,. .
una cuerte ae catalogo nreve con textos y rotos romaaas del numero monogrhfico que la revista Arqiritecfura (n." 125, mayo 1%9) dedicó
al ((Neo-mujkjar en Madrid*, realizado por A. Gonzilez Ame~queta,y precedido de una dedicatoria al Alcalde de Madrid, Carlos Arias
Navarro, firmada por Carlos de hliguel. en la que se solicitaba el indulto para las Escuelas Apuirre, obra singular de Rodriguez Ayuso y
amenarada de derribo inmediato.
%ferefiero a la reciente Hlsrorra de la Arquirecrum española. Zarapoza, 1985. de la que nos interesa la parte correspondiente al siglo XIX
redactada por Mario (36mez-hlor.án (pp. 1627-1732). quien desconoce el tema mismo que esta tratando, por lo que el autor decide, ponién-
doce en evidencia. fri volizar de niodo burlesco su contenido. No se entiende la aceptación editorial de este tipo de colaboraciones.
L L G C V OE. y CEAW- BFRVVDFZ, A,: Noticias d e los arquitecfos y arquitectura de EspoAa desde su res~auración.Madrid, 1829.
' CA\.ED~\,J.: Memoria ;para la hisifona de la Academia de San Fernando .v de las Bellas Artes en España. Xladrid, 186' (2 vols.). El capitu-
lo al que se hace referencia se ~ncluveen el squndo tomo. pp. 305-136.
~ : cit. ~ 0 1 1. 1 . p. 329.
P. C A V E D0b.
R A D ~y D E L G ~ DJ. O .DE D.: C u d es y debe ser el carácrer propio de la arquitectura de nuesfro s i ~ l o .Madrid, 1882.
censura de las actitudes más conservadoras que siempre los colores a la arquitectura griega» l 3 o el artículo de
añoran la historia monumental del pasado en su versión Cabello y Aso sobre la influencia de Gándara en la ar-
más simple y utópica: pirámides egipcias, templos grie- quitectura española 14,entre otros. La propia fragmen-
gos y catedralesgóticas. Como mucho el marqués de Mo- tación de los textos seleccionados dejan, muchas veces,
nistrol aceptaba las recreaciones historicistas vistas en pasajes que tienen tanta o mayor significación que los
Munich, Berlín y Viena, pero negaba el pan y la sal a la reproducidos, por lo que hubiera sido de mayor interés
arquitectura verdaderamentepropia, representativa y ori- hacer una selección más ajustada al fin propuesto y re-
ginal del siglo XIX: «dejad a un lado ese ostentoso pa- producir íntegramente los textos, lo cual no habría ex-
lacio del Trocadero en sus pretensiones de grandisidad; cedido el volumen publicado. Como cuestión de fondo
esa Nueva Opera, engendro monstruoso de mármoles no participo del planteamiento maniqueo de la «deca-
que ha costado centenares de millones...,abandonad las dencia del arquitecto» frente al «éxito del ingeniero)). Na-
orillas el Sena...» lo. die pone en duda que hubo y habrá enfrentamientos por
cuestiones de competencia profesional, pero de ahí a en-
Si nos hemos detenido en esta citas, que podrían mul- tender el ascenso social del ingeniero a costa del descen-
tiplicarse en pro y en contra de la arquitectura del ocho- so del arquitecto, como si se tratara del desequilibro de
cientos, es para hacer ver al lector parte del debate sub- una balanza, hay mucha diferencia. Al margen de la exis-
yacente que bien en los discursos académicos, bien a tra- tencia de los arquirectos, el cometido especifico del in-
vés de revistas especializadas, cuyo numero y calidad no geniero, y en especial del ingeniero de caminos primero
es nada desdeñable. o en las sesiones de los congresos y del industrial a partir de 1850, responde a una deman-
de arquitectura celebrados en nuestro país, fue plañtean- da producida tras la Revolución Industrial que tiene unos
do y discutiendo abiertamente todos y cada uno de los objetivos muy espcíficos y que sólo muy tangencialmente
problemas que afectaban a la arquitectura, desde los pu- afecta a la arquitectura, a pesar de los ruidosos artícu-
ramente conceptuales hasta los más prosaicos de índole los que unos y otros escriben como respuesta a los ab-
profesional. surdos y constantes vaivenes de ia legislación que sobre
formación y competencias se produce a lo largo del si-
Todo este rico panorama, hasta ahora prdcticamente glo XIX.
inexplorado, en el que radican muchas de las claves pa-
ra la comprensión correcta de este episodio arquitectó- Pero hay una cuestión anterior y fundamental, y es que
nico, ha sido objeto de un reciente y modélico estudio las competencias del nuevo ingeniero civil del siglo XIX
de forzosa consulta debido a Angel Isac: Eclecticismo son en realidad una herencia de las que desempeñaba el
y pensamiento arquitectónico en España. Discursos, re- ingeniero militar del siglo XVIII y sólo muy circunstan-
vistas y congresos (1846-1919)11.La obra está sólida- cialmenteel arquitecto. Si bien éste estaba facultado para
mente estmctrada y permite al lector el conocimientocó- trazar caminos, construir puentes, abrir canales, etc., la
modo de las fuentes impresas más importantes, de tal for- práctica había puesto en manos de los ingenieros mili-
ma que se convierteen un instrumento de trabajo de pri- tares a lo largo del siglo XVIII -y aún antes- tales co-
mer orden, además del interés de su discurso. Obra ésta metidos. La importancia de la obra civil realizada en
de la que, por cierto, carece la bibliografía extranjera. nuestro país por los ingenierosmilitares, en especial por
ingenieros franceses, bajo los Borbones, es realmente in-
Como complemento a lo que hemos llamado fuentes gente ''. El nombre de Lemaur podria ser símbolo en re-
impresas cabe citar la antología de textos debida a A. Bo- lación con el trazado de carreteras en Galicia, Málaga
net, F. Miranda y S. Lorenzo, titulada La polémica y el célebre paso de Despeñaperros, además de proyec-
ingenieros-arquitectosen Espaiia. Siglo XIX (Madrid, tar el palacio compostelano de Rajoy que es por lo que
1985), con cuya metodología e introducciones l 2 perso- habitualmente le conoce el hictoriador del arte. ¿Cuán-
nalmente no coincido. Encuentro que muchos de los tex- tos nombres de arquitectos aparecen en la construcción
tos no se refieren al tema que el libro persigue, como su- del Canal Imperial de Aragón, en la Real Fábrica de Ta-
cede con el discurso de Jarefio sobre «La aplicación de bacos de Sevilla, en el desdichado puente de Molins de
1872, T. l., p. 475 y SS.)y su interés va más allá del color en la arquitectura griega por cuanto plantea la po<~hilida<t del color en ia arquitectu-
ra contemporánea.
l4 En a t e articulo publicado en la Revista de la Sociedod Centmlde Arquitectos (30-VI-1877). el autor suscita una vez mar la cuestión canden-
te del eclecticismo, encontrándose en una linea negativa análoga a la de RADA y DFLLXDO p mencionada.
Una aproximación a esta cuestión puede verse en MIGUELARRANZ:«Els en~in-veis militars en lbrquirecturo r I'urbanlrme del segle XVIIIw,
Artilugi, 1982, núm. 14, p. 3 y 5s.
Rey o en la urbanización de Barceloneta? Ninguno. En po profesional que más les inquietaba y que n o eran los
cambio es larga la relación de ingenieros militares. La for- ingenieros sino los maestros de obras, quic .les ciertamen-
mación que éstos traían de su país de origen, en el caso te hacían «arquitectura» y muy buena en ocasiones 1 7 .
de los ingeriieros extrrinjeros, sobre matemáticas, descrip- La supresión de las enseñanzas de los maestros de obras
tiva, mecáriica, dibu.jo, materiales, construcción, técni- (1871) y la extinción del título de tales es, sin duda, uno
cas de med ición,
. - etc.
..
,o bien la que los naturales podían de los éxitos de los arquitectos que de este modo vieron
adquirir en la Keal Academia Militar de Matemáticas de multiplicarse los encargos particulares.
larcelona (1720), era muy superior a la recibida por los
rquitectos en la Real Academia de Bellas Artes de San Al propio tiempo, si bien los arquitectos n o lograron
ernando y en las que a ésta siguieron. Ello no tiene na- constituirse en un Cuerpo del Estado, que es tema recu-
d a de extraño y arroja una realidad análoga a la que pue- rrente a lo largo del siglo XIX, sí que consiguieron in-
d a verse en Francia o Inglaterra. Resulta muy aleccio- troducirse como funcionarios en la Administración, pri-
nador consultar uno de los textos utilizados en la men- mero a través de una ((Juntade Policía Urbana» (1852)
cionada Academia Militar. como pueda ser la traducción y luego a través de las plazas d e arquitecto municipal,
y adiciones hechas plor ~ á n c h:zc Taramais al Tmta,do de de distrito y provincial (1858). Sumemos a éstas las pla-
Fortificacidn de Mu ller (Barcc:lona, 175)6), dondc:ade- zas de arquitectos diocesanos, y las de Arquitectos del
más de hablar de arqiiiitectura
. .
estrictameinte
. .
castrenise in- Estado en los distintos ministerios, de los que el de Fo-
cluye con análoga amplitud toda una serie de cometidos mento contaba con una plantilla propia, así como el he-
que pertenecen ((al beneficio público» como puentes, ca- cho d e n o ser incompatibles para ejercer la profesión li-
nales, puertos. acueductos, etc., que son las obras que bremente, y tendremos un marco profesional bastante ha-
pasan como competencia preferente al nuevo Cuerpo de lagüeño al que no parece cuadrarle el término «decaden-
Ingenieros Civiles del siglo XIX. Estos se llaman así pre- te» IR. De este modo se entiende mejor a un Enrique
cisamente para afirmarse como diferente del Real Cuerpo Mana Repullés y Vargas, retratado por Sorolla y Ben-
d e Ingenieros del Ejército (1711) del que toman algunas Iliure.
de sus competencias, como las referentes a Caminos,,que
era una de las tres secciones que componían el Cuerpo Si se tratara d e reconocimiento internacional podría-
de Ingenieros del Ejército. Por todo ello difícilmente pue- mos citar el caso de José Urioste y Velada que pertene-
d e aceptarse que la actividad del arquitecto, en el siglo cía al Real Instituto Británico d e Arquitectos, al Insti-
XIX, se viera mermada por la aparición de ingeniero ci- tuto Americano de Arquitectos, a la Sociedad de Arqui-
v tectos de Bélgica, a la Sociedad Central de Arquitectos
Franceses, a la Asociación artística para el Fomento de
nte sobre 1a pretendi da pérdid;io disminución la Arquitectura de Roma, etc. ¿Decadencia? Si busca-
. ., .. . ,.
de1 prestigio por parte aei arquitecto en runcion aei as-
. r 18 .
mos una mayor repercusión en la vida pública pondría-
censo social del ingeniero, entiendo que salvo lo que en mos el ejemplo de Enrique Fort que, además de muy
otro tiempo supuso a título individual la fortuna del ar- buen arquitecto, lo era del ministerio de Hacienda, del
quitecto del rey, de la catedral o d e la ciudad, los arqui- Banco Hipotecario de España, vocal de la Junta Muni-
tectos, como grupo profesional, no habían conA-:-'- UClUU cipal de Sanidad de Madrid, consejero titular de la Jun-
nunca la relevancia social que alcanza en el siglo XIX, ta Superior de Prisiones, vocal secretario de la Junta Fa-
dentro y fuera de nuestras fronteras, al margen del mun- cultativa de Construcciones Civiles, vocal y secretario de
d o de la ingeniería. Entre otras razones porque se orga- la Junta de Urbanización de obras del ministerio de Go-
nizan corporativamente, como sucede fuera, en torno a bernación, arquitecto director d e las obras dependien-
la Sociedad Central de Arquitectos que aquí empezó a tes del ministerio de Instmcción Pública, vocal represen-
funcionar en 1849, con el objetivo claro de crear una con- tante de la Asociación de propietarios afectados por la
ciencia d e «clase», utilizando el término que ellos em- Gran Vía de Madrid, Presidente de la Sociedad Central
Pilearon 16, que les diera mayoIr fuerza (:omo en t:fecto de Arquitectos ... ¿ascenso social y títulos nobiliarios a
Sucedió. E sta fuerza la supiercon emple: ir frente a I gru- través de la arquitectura? El marqués de Cubas que Ile-
1% noción de «clase» se repite con insistencia m las primeras y modatisimas memorias anuales, como por ejemplo en la correspondiente
a 1852: Memoria leida en la jrrnra ~ e n e mcele l bmda por 16r Sociedad de Arquitectos el dia 25 de enero de 1853, Madrid. Imp. del Semanario
8.- --l.-."
Pintoresco y de la Ilustraci6n. 1853. 1 1 pp. Faiid ,>U[ iidLer la historia interna de la Sociedad Central de Arquitectos cuyo estudio arrojaría
l9 PAR~S.
P.: «i!Art en Espagne er en Portugal de la fin du XVIII siecle ;i noc joun),. cap. XIX de la Hirtoire de Iürt. diripida por A. %Ir.
CHEL, tomo VIII, 2.' parte, cap. XIX. La visión dada por París es escueta pero objetiva.
20 La primera edición apam-ida en Harmondcworth, 1978, formaba parte de la filican Histor-v of Art y se tradujo al caetellano con el titulo
de Arquitecrura d e los siglos X I X y X X en 1981. El texto de Hitchcock se ha mantenido prácticamente intacto a lo larpo de cu$ numerosas
ediciones, si bien ha ido incorporando algunas novedades bihlioerAficac.
2 1 CALZAD^, A.: Historia de la Arquitectura erpofiola. Barcelona, 1933. El ultimo capitulo está dedicado a la arquitectura e*>aliola del siglo
XIX de la que solo reproduce una obra.
22 LOZOYA. Marques de: Historio del Arte Hispdnico, vol. V. Barcelona, 1949. Recoge abundante información. bien structurada e iluctrada.
Esta obra y la de Román Loredo, «La arquitectura», en el apéndice del tomo VI de la Hirtoria del Arte de K . WQERHAY(Madrid, 1925).
en la que se basa Lozoya, son los dos trabajos más interesantes de nuestro siglo anteriores a los años 70.
2' H m c o c ñ : ob. cit., versión espafiola, p. 307.
24 Trad. al castellano, ed. Aguilar, 1979.
Mayor concordancia hay en el libro de Claude Mig- cia, e1teatro de Alicante, el Palacio de la Música de Bar-
not, LArchitecture au XIX si XIXe sikcle (Friburgo, celona, el Kiosco de la Alameda en Santiago de Com-
1983), quien sin ser un especialista ordena ponderada- postela, la Bolsa de Madrid o los edificios de la Exposi-
mente los materiales apoyado por una excelente docu- ción Iberoamericana de Sevilla proyectados por Aníbal
mentación gráfica. En su bibliografía aparecen citadas González. En ocasiones muchos de estos proyectos se pu-
dos obras de quien esto escribe y, al menos, en el texto blicaron en revistas extranjeras de la época, como suce-
se recogen breves notas sobre nuestro neomudéjar, con dió entre otros, con el de Repullés para la referida Bolsa
dos reproducciones, una mostrando la actual Plaza de madrileña publicada con gran lujo de detalles por las
Toros de las Ventas de Madrid pero acompañada de un Monographies des batiments modernes (1893) o el de la
pie que comenta la desaparecida plaza de toros de Ro- Basíiica de Atocha de Arbós, reproducido en la Archi-
dríguez Ayuso, y la segunda reproduce la estación de fe- tectural Review (1903), lo cual supone, cuando menos,
rrocarril de Huelva, obra de Font (1880), esta vez sin erro- un cierto interés y reconocimiento hacia nuestra arqui-
res. tectura. Acepto las diferenciasreales que existen entre és-
ta y la que se produce allende nuestras fronteras, como
Fuera de estos casos sería tarea ingrata relacionar la en cualquier obro período de la historia, pero de ahí a
bibliografía internacional que omite la existencia de la negar la realidad objetiva de una arquitectura de gran
arquitectura espailola, pero mencionaré un caso de si- interés en nuestro suelo, digna de estudiarse y capaz de
lencio culpable cual es el de L. Patetta y su magnífico producir entusiasmo, hay un gran paso que sólo la falta
libro L'architettura del1 Eclertismo,fonti, teoríe, mode- de sensibilidad puede dar.
l[k 1750-1980 (Milán, 1975), donde ignora todo lo espa-
ilol de modo inexcusable en capítulos como el de la aar- ¿En qué estado se encuentran actualmente los estu-
chitectura neomorisca)).Patetta que, como otros muchos dios sobre la arquitectura del siglo XIX en nuestro país1
historiadores del arte y de la arquitectura no ha tenido ¿Qué autores están trabajando sobre este tema? ¿Cómo
la menor curiosidad por lo que sucede en nuestro país, se hace esta indagación? ¿Qué falta por hacer? ¿Se pue-
desconoce desde los levantamientos de Villanuwa, Ar- de establecer ya un balance general?
nal y Hermosilla de la Alhambra y Córdoba, hasta el ri-
quísimo fenómeno del «alhambrismo» y «neomudéjan). Comenzaré por esta última interrogación y pasaré des-
Recoger los ecos europeos de este «orientalismo» ger- pués a responder a las demás haciendo un recorrido por
minado en nuestro suelo sin detenerse a pensar en la po- el mapa autonómico, a fin de poder ofrecer una visión
sibilidad al menos de un «rwival» propio, denota una de conjunto a partir de lo que conozco personalmente
falta de rigor o imaginación difícil de explicar. y disculpándome de antemano por las omisiones invo-
luntarias que pudieran producirse.
Cabria preguntarse si estos y otros silencios se deben
al relativo interés de nuestra arquitectura en el concier- Hace unos años (1979) intenté hacer un primer balance
to internacional, lo cual bien pudiera ser. Por otra par- muy personal, sin duda arriesgado por cuanto que el ma-
te, siendo la arquitstura fiel reflejo de una triple coyun- yor numero de monografía5 aparecerían en la década si-
tura socioeconómicay cultural, reconozcamosque nues- guiente, valiéndome de reflexiones propias y apoyado en
tro país no tuvo desde luego el poder de la Inglaterra Vic- una bibliografía desigual y dispersa que, sin embargo,
toriana, ni la riqueza del Segundo Imperio francés, ni era la primera y más amplia que hasta ese momento po-
la vitalidad artística de Italia, ni el desarrollo tecnológi- día ofrecerse 25. El hecho de que aquel texto se concibie-
co de los paises germánicos, ni la joven energía de los ra como manual universitario me obligó a cuidar su es-
Estados Unidos. Cualquier parangón resultaría desdi- tructura, equilibrar el contenido y ser claro en el mensa-
chado, sí, pero a su vez ello no impidió que contáramos je para contrarrestar anteriores valoraciones, de tal mo-
con unos arquitectos de talento, unos maestros de obras do que el estudiante pudiera sentirse atraido por un pro-
de sólida formación, que los edificios públicos y priva- ceso que en si tiene mucho atractivo, entre otras razones
dos alcanzaran, especialmente en el último tercio de si- por su carácter problemático y, digamosló, «moderno»
gio, unos niveles de calidad muy dignos, que nuestras ciu- como tránsito a la realidad del siglo XX. Estudiar un pe-
dades conocieran ensanches y reformas interiores nada nodo en el que la concepción tradicional de la arquitec-
desdeñables, aunque no hayamos sabido o querido con- tura hace crisis, ver en qué medida la industria incide en
servarlos. etc., de tal modo que entre Villanuwa y Gau- la arquitectura, cómo se acerca el arquitecto al edificio
di hay algo más que un vacío. Justamente este espacio medieval para su restauración, la forma en que se persi-
es el que hemos intentado cubrir en una ardua tarea de gue una arquitectura nacional o los distintos modos de
decantación que finalmente nos permite admirar sin interpretar el modernismo, son, entre otras, cuestiones
complejos el castillo de Butrón, los mercados de Valen- que no pueden dejar indiferente a nadie y menos a un
25 NAVASCUI?~, P.: ((Laarquitectura» en Del ne~clasicismoo1 moú'ernisma vol. V de la Historia del Arte Hispánica Madrid, 1979. pp. 1-146.
La organización del contenido se corresponde con determinados períodos políticos, dent:.o de los cuales se intenta señalar unas caractensti-
cas propias, pasando después a comentar las obras citando a sus autores, todo ello en un contexto que no esconde los problemas estilísticos
al tiempo que da entrada a cuestiones básicas como pueda ser la creación de la Escuela de Arquitectura.
estudiante de los últimos años de carrera. Quiero creer muy dudc)sa utilida d. Pero incluso aceptando este plan-
que aquellas páginas que hoy habría que poner al día 2h, teamientc y- puesto
.---
que se fija la fecha de 1900 para cor-
1
sirvieron a algunos para acercarse mas cómodamente a tar el siglo XIX, cuando ya nadie sostiene esta cesura,
la arquitectura del siglo XIX. ¿por qué no aparece la obra de Doménech y Montaner
o la de Gaudí? El primero había nacido en 1850, es de-
Muy recientemente acaba de aparecer uina más arriplia
visión de conjunto debida a Javier Hernanao, ~rquitec-
- 3 - . cir, vivió medio siglo XIX, y la obra d e Gaudí, nacido
en 1852, es anterior a 1900, a excepción de las casas Batlló
tura en Espaíia 1770-1900 (Madrid. 1989), que supone y Milá, así como los modelos parciales de la Sagrada Fa-
un gran esfuerzo para quien nunca ha escrito sobre el te- milia. ¿Cuándo y en qué contexto ideológico, teórico, so-
ma como es el caso. Por esto, y sólo por esto, es merito- cial y tipológico se hablará del palacio episcopal de As-
ria esta obra que adolece del conocimiento de quien ha torga, de la Editorial Montaner y Simón de Doménech,
participado desde dentro en la configuración de este par- o de la arquitectura de la Exposición Universal de Bar-
ticular paisaje historiográfico. Hernando cita, sí, a los celona de 1888? Si se ha pensado relegarlos al siglo XX
autores en que se basa, pero también cuando no los men- se producirá una nueva distorsión. ¿Por qué se exige ri-
ciona sigue siendo un discurso prestado. En el momen- gor en todos los frentes a quienes hacen la historia de
to en que abandona este auxilio se producen capítulos la arquitectura renacentista y barroca, desde un deter-
seriamente discutibles, como el referente a «los neome- minado grado de especialización. y, en cambio. se pue-
dievalismos como discurso religioso)) ", pero incluso de escribir sobre el siglo XIX con todo tipo de licencias?
cuando utiliza determinados apoyos bibliográficos, al Hay, ciertamente, mucho de abuso en el libro que comen-
n o scmeterlos a una mínima crítica, le llevan a inter pre- tamos que alcanza incluso a las ilustraciones, fotogra-
taciones de determinados episodios, como el de «1: i ar- fías y dibujos, tomadas de otros autores -en este caso
quitectura neoárabe o neomusulmana», verdaderamente sin citarlos- y torpemente reproducidas por laeditorial
extremas y arriesgadas. Según Hernando «si ese giusto sin eliminar, en ocasiones, el pie que acompaña a dicha
prendió en la burguesía fue debido a que lo oriental SUS- ilustración en el libro del que están plagiadas. Ello aten-
citaba paraísos prohibidos por la moral burguesa, sclbre ta igualmentea la propiedad intelectual y está persegui-
todo paraísos sexuales...)) ''. ¿Consiste en estas aprer i a - do por la ley.
ciones «la preferencia otorgada a factores de índole teó-
rico, estilística y tipológico (sic.) frente los de orden bio- Con el deseo de que estas líneas pudi eran servi r tam-
gráfico y cronológico~~. que al parecer es lo que ha he- 1bién de introducción bibliogr áfica a la arquitectiira es-
cho «la historiografía tradicional))según expresa el aL,,, t a t n r
pañola del siglo XIX, haré uii- ULI C V C rccor ----:A- --. . - - A
r iuu auturiu-
en la introducción? ¿Se cree el autor que ha utilizado ver- mico señalando los trabajos más notables y sobre todo
daderamente ((criteriosde orden teórico, ideológico, so- recientes, en los cuales habitualmente se recoge prácti-
cial y cultural»? Mucho me temo que tan equivocado está camente toda la bibliografía existente sobre aquella ciu-
en ese punto como en descubrirnos, por ejemplo, que la dad o provincia. segun los casos. Ello permitirá cono-
restauración de monumentos es ((un capítulo esencial» cer fácilmente el estado actual de estos estudios ein rela-
de la arquitectura del siglo XIX. Tengo la impresión que ción con su distribución geopráfica, períodos crc~noló-
tal descubrimiento es personal y que d e haber maneja- gicos abordados y temas sectoriales hechos o por hacer.
d o un bibliografía apropiada habría encontrado nuc Hay que señalar que casi todo S estos tralbajos está.n con-
horizontes a descubrir e incorporar a su trabajo. :ebidos como historias de la a rquitectur a local, b: isadas
:n la documentación inédita Ide los arcliivos muniicipa-
En fin. entiendo que es una obra muy vulnerable la les y que han supuesto una apvl L ~ C ~ original
-,.-.,...:A-
V I ~ c1- i --: t~i i 1-
de Javier Hernando a la que pondría un reparo último mer orden. Prácticamente todos han sido objeto cfe una
difícil de silenciar. El autor declara en la introducción lenta maduración como desarrollo de una tesis d octoral
que «no se contempla la cronología como pauta dorsal o de licenciatura, esto es, dentro del marco de la U niver-
de la organización, pues en orden a los criterios señala-
dos es imposible buscar encajes cronológicos» y ello le
sidad, sin desconocer las aportaciones valiosas, pei;n rnn-
tadas, procedentes de organizaciones corporativas como
"-"..-
lleva a un ir y venir contínuo, desde 1770 a 1900, ofre- los Colegios de Arquitecto's que han hecho una la1>orde
ciendo al lector realidades últimas, no sólo cronológi- catalogación en aleunos casos excelente. Muchos de los
cas sino conceptuales, colocadas delante de aquéllas que trabajos que a continuación se reseñan han ente- >: 2
en el tiempo les precedieron incluso como premisas in- bien que la arquitec:tura del siglo XlX n10se term ina en
soslayables. El resultado es una historia invertebrada de 1900, sino que ésta se: prolonga hasta la al3aricion dcrl Mo-
z9 COSTA,P. y MORENAS,
J.: Santiago de Compostela. 1850-1950, Santiago, COAG, 1989.
?O VV. AA. R.: Gon:álec Villar e a súa época, Vigo. COAG, 1975.
3' MART~NEZ SUAREZ, J. L.: Arquitecrum Modernista. A Coruña 1900-1914, La Coruña, COAG, 1978. FREIRECORZO,X. F.: Arquitectura
modernisra en Ferrol. 1900-1920. La Coriiña, CO.4G. 1979; I G L E ~ I Rouco, AS L. S. y GARRIWRODR~GUEZ, X.: Vigo. Arquitectura moder-
nisra. 1900-1920, Vigo, CO.4C;. 1980.
3' Jose Fr:nu.\Nnrz FTRN~NDFI, va a publicar en brwe un estudio monográfico sobre Pedro Marino y Ortega, que es figura clave de este pe-
riodo en el panoranin sallego. El propio Jose Fernhndez ultima ahora su tesis doctoral sobre el siglo XIX en Galicia que permitirá estructural
~eoprificay cronol6$icarnente este capitiilo de tantisima personalidad como es la arquitectura gallega.
'3 \l\ariur/ S ~ I A R IJ. - 2L.:
, ;1s ~alrriasdo .tfnriña a C'onrña. 1869-1884, La Coruña, COAG. 1987. Este trabajo supera con mucho en rigor
al trahaio de S. iw C A ~ T. ~ RR~I N FOS lihro
: da'i ~aleriargale,ra.~,La Coruña, 19'5. Martinez Suarez y J. CASARELL.~ redactaron igualmente
el <'ur~lopr> de Arquirecrtrra. ;! Coruña. 1890-1940. 1.a Coruña, COAG, 1984.
x4 !S~OR\I r.; Smn. M. C.: Oviedlo. arqtritectum.v dmarmllo ttrhann Deleclecrici.~moal Movimiento Modernq OvIeda 19M; y Gijón, 1890-1920
l a urqrritectrrra y sir entorno. Gijon, 19'8.
' 5 %IOR.\L F\ S.\RO, M. C.: Roherro Frasinelli. El alemán de Como, Bilbao. 1987.
t ~S.\RO, hl. C. y otros autorex: Arquifectrtm de indianos en Asturias, Oviedo, 1987.
' h h i o ~ FS
'' FERN.\FDFZ ~ I O L I N J.
A ,R. y G O N Z ~ L MORIYON.
EZ J.: La arquitecttrm del hierro en AsrirrIas. Oviedo, 1980.
'Qlo~.\ir;s CARO.31. C.: Javier Gon;ález de Riancha orqiritecro llR8I-1953). Oviedo, 1983. Se recogen aqui una interesantísima colección
de dibujos y proyectos inéditos de gran belleza.
l3asc.m. N.: Leonardo Rircuhado J la arqiritectirm monrañeso, Bilbao, 1986. Rucabado fue un extraordinario dibujante con una cunosi-
dad infinita hacia todo lo que era o tenia que ver con la arquitectura popular sobre la que se conservan varias decenas de dibujos. ORDIE-
RFS DIEZ,ha publicado El óihirrn de Apuntes de Leonardo Rircahado (Bilbao, 1987) que es una muestra bellisima de estas inquietudes del
arquitecto que miichas veces nutrieron su propia obra.
esta pagina del regionalismo es la mejor conocida de la nómicas y políticas pero también, a mi juicio, por ser en-
arquitectura santanderina lo subraya el libro de Ramón tonces cuando llega a su madurez todo un procc:SO es-
Rodnguez Llera, quien incorpora otros nombres menos trictamente arquitectónico. interno, conceptual, qiue em-
conocidos que los anteriores como Lavín Casalís, Lavín pieza a encontrar seguridad en su expresión. Por rito -nu- -1,-
del Noval, Gonzalo Bringas, etc., que forman un grupo es de extrafiar que sea esta etapa la má.S codicia~ ja por
bastante homogéneo alrededor de lo que se ha venido los historiadores como sucede con Asiinción de Orbe,
en llamar la arquitectura m o n t a ñ e ~ a ~
En~ .todo caso al estudiar el caso de Pamplona 4'. Se trata de. un traba-
.
faltaría ahora retroceder en el tiempo y buscar las obras jo ejemplar bien medido e interpretado, donde el ensan-
y los hombres d e los años de Isabel 11 y la Restauración che de Artega va a permitir ver la obra nueva de arqui-
que tanto en la costa como en el interior dejaron obras tectos como Ansoleaga, Goicoechea y Manuel Martínez
muy singulares. Ubago, en sus primeros proyectos, sin excluir a los últi-
El País Va sco es un;3 de las comunidades que cuenta mos maestros d e obras que trabajan en la capital nava-
con menos e studios sobre su arquitectura del siglo XIX rra (Villanuwa, Aramburu, Arrieta). Para la actividad
pese a ser un a de las á reas más ricas. Los pocos trabajos edilicia anterior a aquella generación de mediados de si-
con que contariius ---
su11muy desiguales pues mientras San
--a- glo tanto en Pamplona como en los lugares mas nota-
Sebastián tiene un muy brwe estudio sobre su arquitec- bles de Navarra y sus conexiones con el Pais Vasco y Ara-
tura publica debido a Rodnguez Sorondo 4t y nada so- gón, puede con~ultarseel trabajo de Marin Larumbe
bre sus arquitectos, ensanche, o arquitectura privada, Bil- Martín, fruto de una extensa teqis doctoral que arroja
bao n o cuenta con ninguna visión de conjunto y a c: lJna larga nómina de arquitectos y maestro5 de ohras, así
bio podemos acercarnos a uno de sus arquitectos, ! :omo una circunstainciada his uanto ata!
nuel María de Smith Ibarra, a través de una monurr lrquitectura navarr;3 entre 17 46
ALCOY.R.: «La arquitectura religiosa de Joan Martorell y el eclecticismo fin de siglo*, DMrt. nP 10, mayo de 1984, pp. 221-239 (D'Art
es la revista del Departamento de Arte de la Universidad de Barcelona).
51 HEREU,P.: L'aquitectum d'Elías Rogent. Barcelona, 1986 y Vers una arquitectum nacional, Barcelona, 1987.
52 BASSEGODA NONELL,J.: El gran Gaudi, Barcelona, 1989. Juan Bassegoda es, probablemente, el mejor conocedor de la arquitectura barce-
lonesa del ochocientos y su producción literaria resulta tan ingente como imposible de mencionar aquí, teniendo en cuenta que una parte
importante de sus trabajos han aparecido en la prensa diaria, especialmente sobre arquitectos y edificios del siglo XIX barcelonés. Para
nuestro propósito podnamos recordar desde El templo romano de Barcelona (Barcelona, 1974) que recoge la obra neoclásica de CELLES
hasta el Modernisme a Cata1un.v~(Barcelona, 1988). o monografías como Lo Pedrera de Caudi(Barcelona, 1987,2.' ed.) o la breve y prieta
dedicada a Jujol (Barcelona, 1990).
53 SOLA-MORALES, 1 de: Jujol, Barcelona, 1990.
54 Catálogo de la Exposición Doménechi Montaner. Arquitecto modernista, Barcelona, 1989 (Tkxtos de Lluis DOMÉNECH y Lourdes FIGUE-
RAS); y Catilogo de la Exposición J. Puig y Cadalfoch: la arquitectura entre la casa y la ciudad, Barcelona, 1989 (Textos de J. ROHER,
J. de SOLA-MORALES, X. BARRAL y J. TORMES).
55 Entre tanto se puede utilizar con aprovechamiento el trabajo de André BAREY, «Barcelona: de la ciutat pre-industrial a fenbmen modernis-
ta», publicado por Cuadernos de arquitecturay urbanismo. nP 138 y 139, 1980. Igualmente resulta de utilidad el manejo de la guía Aqui-
tectum de Barcelona (Barcelona, 1972) bien ilustrada y comentada por J. E. HERNANDEZ-CROS, G. MORAy X. PAUPLANA.
56 Exposición Universal de Barcelona. Libro del Centenario, 1888-1988, Barcelona, 1988. La obra ha sido dirigida por R. GRAUy cuenta con
textos suyos así como de un largo equipo de colaboradores de los que recordaremos los nombres de M. LOPEZ,A. FELIN,M. FREIXA y
M. ARRANZ,entre otros, por afectar más directamente a nuestro objetivo.
57 Arquitectum i ciutat a I'Exposició Universal de Barcelona. 1888, Barcelona, 1988 (El libro está dirigido por P. HERN, autor de alguno
de sus capitulas, y cuenta con las colaboraciones de X. FABRE,A. GARC~A ESPUCHE,M. GUARDIA, M. JovÉ, F. J. MONDU,J. L. OYON,
J. ROSELLy B. de RIQUER).
no se circunscribe sólo a la capital sino que recorre la tos- un archivo municipal que ha producido unos fmtos ex-
ta desde Blanes a Portbou y se adentra en el interior celentes, permitiendo documentar gran parte de la ar-
(Olot, Ripoll, etc) buscando las arquitecturas más sig- quitectura, incluso aquella que hoy ha desaparecido pe-
nificativas 58. El arquitecto gemndense que mejor cono- ro que en su momento representó un eslabón real en la
cemos es Roca i Bros gracias a la monografía que estu- historia física de la ciudad. Para un hipotético ~Llagu-
dia su obra en Figueras 59. no» del siglo XIX en que estoy trabajando, selecciona-
n a los nombres de Camaña, Belda, Calvo, Carbonell,
Esta loable iniciativa de ir confeccionando guías de Martorell, Mora, Ribes, Peris y J. Goerlich de entre los
arquitectura como durante unos años acometió el Cole- que se citan en el mencionado libro, sin olvidar a los
gio Oficial de Arquitectos de Cataluña, hizo posible que maestros de obras que en Valencia tienen una gran res-
hoy contemos con una dedicada a Menorca, de Josep ponsabilidad en la arquitectura urbana, como sucede con
Martorell y otra sobre Ibiza y Formentera de Elías To- Bochons y Mustieles. Una de las figuras de mayor per-
rres Ambos trabajos, si bien nos son específicos del sonalidad, la de Demetrio Ribes, ha sido objeto de una
siglo XIX, recogen noticias preciosas sobre mercados, monografía debida a Inmaculada Aguilar 64, que pue-
cementerios, teatros, faros, hoteles, etc., que obligan a de dar idea de la hondura de muchos de estos arquitec-
tener en cuenta su publicación a la hora de establecer es- tos y de la necesidad de abordar este tipo de trabajos,
tas coordenadas bibliográficas. Si a esto se suma el es- cuando incluso, como en el referido libro de Daniel Be-
pléndido trabajo de Catalina Cantarellas sobre Mallor- nito Goerlich, es posible contar todavía con archivos fa-
ca resulta que en líneas generales podemos decir que miliares. Falta igualmenteabordar las generaciones aca-
conocemos bastante bien y de forma equilibrada la ar- démicas de la época de Fernando VI1 y los arquitectos
quitectura balear. El trabajo de Cantarellas es posible- del período isabelino, en el que concretamente echamos
mente uno de los más completos que se han hecho en los muy de menos un estudio sobre Sebastián Monleón. De
últimos diez años sobre el siglo XIX danto a conocer as- los arquitectos formados en San Carlos conocemos al
pectos absolutamente inéditos y de gran interés no ex- menos cuántos, quénes eran y algunos de sus datos bio-
clusivamente local. Allí aparecen por fin bien perfilados gráficos gracias a Joaquín Bérchez y Vicente Corell que
arquitectos como los Sureda, Juan y Antonio, o Barto- publicaron los dibujos de la Academia de San Carlos 65.
lomé Ferrá, se estudia la actividad de la Academia de Be-
llas Artes de Palma, los problemas estilísticos, las pro- La ya citada Inrnaculada Aguilar, a quien nos referi-
puestas urbanísticas, etc., en un cuadro muy completo. remos más adelante al hablar de la arquitectura indus-
El estudio se detiene en la Restauración Alfonsina sin trial, ha publicado una interesante monografía sobre la
adentrarse en el mundo mociernista, pero para esto se arquitectura ferroviaria en Valenciae, que junto a otros
puede consultar el trabajo de Seguí Aznar ". En sus pá- trabajos de esta índole, poco habituales entre los temas
ginas aparecen reflejados tanto la estancia mallorquina de estudio, sitúan historiográficamente a la arquitectu-
de Luis Doménech y Gaudí, como la obra personal de ra valenciana en un lugar muy ventajoso.
Bennazar y Roca, máximos exponentes de un modernis-
mo que no puede olvidar el mundo ecléctico del que pro- Nada de Castellón de la Plana y poco de Alicante, más
cede. allá de algunos datos en guías de arquitectura 67, siendo
mejor conocido el fenómeno modernista tenazmente
De la comunidad valenciana conocemos bien la arqui- abordado por Irene García Antón, quien ha dedicado
tectura de Valencia capital a través del libro de Daniel muchos trabajos a este capítulo que se apoya principal-
Benito Goerlich, quien estudia la actividad edilicia en mente en Alicante, Alcoy, Elche y Novelda 68. Parte de
aquella ciudad entre 1875 y 1925 63. ES ésta una de las la obra allí estudiada entra con seguridad dentro de lo
revisiones más exhaustivas de las que se han hecho en que llamamos modernismo, pero otra no menos impor-
58 TARROS,J. y COMADIRA, N.:«Guía de I'Arquitectum dels segles XIX i XX a la pmvincia de Gironan Cuadernos de Arquitectura y Urba-
nismo, nP 129-130, 1977-1978, pp. 3-162. Si bien esta guía recoge las arquitecturas de diferentes épocas hay una importante proporción que
se refiere al siglo XIX: cementerios, mercados, casas de renta, etc.
59 ~ N S DE O MEDINA, M. A. y CERVERA, B.: Ln formacio d'una ciutat durant el neoclasicismr Figuerm i I'arquitecte Roca i Bms, Barcelo-
na, 1980. El libro, como su título inicial indica, considera además la génesis urbana de Figueras desde la constmcción del castillo de San
Fernando, e incluye la actividad de los maestros de obras mas importantes.
MARTORELL, J.: Guía d'arquitecturade Menorca, Barcelona, 1980. Este trabajo apareció inicialmente en Cuadernos de arquitectura y Ur-
banismo, nP 134-135, 1979. TORRES, E.: «Guia de Arquitectura de Ibiza y Formentera (Islas Pitiusas)», Cuadernos de Arquitectura y Ur-
banismo (1980).
CANTARELLAS, C.: LII urquitectum mallorquina desde la IIu~t~Cidn a la Restaumción, Palma de Mallorca, 1981.
62 SEGU~ AZNAR,M.: ia arquitectura modernista en Baleares, Palma de Mallorca, 1975.
BEMTOGOERLICH, Daniel:u.!, arquitectum del eclecricismo en Valencia, Valencia. 1983. Esta obra rebasa en amplitud al primer acerca-
miento que sobre el propio tema hizo T. Sim6 en Lo arquitectum de la renovación urbana en Valencia, Valencia, 1973.
AGUILAR, 1.: Demetri Ribes, Valencia, 1980.
65 B~RCHEZ, J. y CORELL, V.: Disefios de arquitectura de la Real Academia de BB. AA. de San Carlos de Valencia. 1768-1846. Valencia, 1981.
66 AGUILAR, 1.:- Historia de los estaciones. Arquitecturu ferroviaria en Valencia, Valencia, 1984.
67 CALDUCH, J. y VARELA, S.: Guía de urquitectura de Alacant, Alicante, 1979.
68 GARC~A A N T ~ N1.:, L<I urquitectum de principios de siglo en Alicante y provincia. Alicante, 1980.
tante se sigue moviendo en el terreno del eclecticismobri- que, entiendo, trasciende lo meramente local para con-
llante cuya composición general convive bien con una vertirse en un modelo paradigmático de cómo hacer his-
decoración claramente modernista, bien sea el mobilia- toria de la arquitectura, decubriéndonos a todos un pa-
rio, los hierros o la decoración mural, como sucede en norama difícil de imaginar y que habíamos reducid^ a
la magnífica Casa Museo Modemista de Novelda. la Exposición Ibero-Americana de 1929. Me interesa re-
petir una vez más que dicho regionalismo cronológica-
El primer trabajo serio sobre la arquilrcrura murcia- mente pertenece, en efecto, a nuestro siglo XX, pero que
na se lo debemos a Javier Pérez Rojas quien en un pri- está alimentado más que nunca por una «tradición» de-
mer hbro sobre los casinos de Murcia, ya apuntaba las cimonónica. Sus grandes artífices como Hernández Ru-
biografías de Pedro Cerdán y Víctor Beltríh9.Sin em- bio, Arévalo, los Gómez Millán, Aníbal González, Es-
bargo la obra de mayor alcance, al margen de otros tra- piau, Talavera o Vicente Traver, son hombres que han na-
bajos menores, de Pérez Rojas es su tesis doctoral, ya pu- cido y / o titulado en el siglo XiX,dentro de una comente
blicada, sobre la ciudad y arquitectura de Cartagena en caractensticamente ochocentista que arrastra ya con mu-
el periodo 1874-1936 que puede ponerse como mode- cha fuerza hacia un final sin retorno. Algunos de estos
lo metodológico en el análisis de una ciudad, agotando arquitectos han sido objeto de magníficas monografías
las fuentes, relacionando los problemas y ambientando complementarias debidas al propio Alberto Villar 74 y
la arquitectura hasta límites difíciles de igualar. La últi- Víctor Pérez Escolano 7 5 . Resulta difícil resumir aquí la
ma aportación a la arquitectura murciana se la dehemos
- - ---- - - labor de Alberto Villar en su indagación sobre el moder-
a D. Nicolás, quien ha publicado una monograf ía sobre nismo andaluz pero recordaré el libro sobre la arquitec-
Pedro Cerdán ". Sabemos de otros trabajos y in iciados, tura modernista en Córdoba 76 y la Actas del Congreso
como el de Elvira Tornés, que miran hacia atrás t:n el de- Internacional sobre el modemismo español e Hispanoa-
seo de completar un siglo que cuenta con la obra ur A s 1P.r n
mericano 77.
Bolarín, padre e hijo, Juan Ibáñez, Juan Peralta, Jeró-
nimo Ros, los Berenguer, padre e hijo, Mancha, José Ma- La c:iudad de Swilla caimpleta suI particular historia
rín Baldo, etc. .
con el libro de Si~ á r e Gan
z . , mendia quie aborda su estudio
partienao ae ia ocupacion rrancesa y fraccionando des-
1 .
En An dalucía fiie Albertc) Villar Morellán quien ini- pués la centuria en tres tercios. De forma ordenada apa-
ció los primeros est:udiosserios sobre 1: 1 arquitectura que recen allí reflejadas las principales vicisitudes, arquitec-
m.
ahora nos concierne. EI comenzo con un libro sobre el tos y maestros de obras, si bien pienso que algunos epi-
modernismo en Swilla 72,visto sin duda con recelo por sodios tan importantes como la ruina del crucero de la
S
quienes pensaban que Sevilla era medieval, renacentista catedral, el concurso para la terminación de las facha-
o barroca, pero nunca «modemista». Sin embargo el es- das de ésta, proyectos presentados y realización final, po-
tudio de Alberto Villar era de tal rigor que pronto con- dían h aber sido objeto de un análisis más profundo 78.
venció a todos. En su trabajo se refiere a la arqu itectura
swillana de entre 1900y 1914, pero allí se adviertien otras Después de Sevilla es la ciudad de: Almena la que tie-
cosas que cristalizan en su obra más importante de con- ne un c:uadro más compleí:o esta vez trazado por Emilio
sulta obligada para quienes se mueven en esta línea, me A-. ,
- . Villanuwa quien, en un sentido lato, abarca el pe-
n.,orl
refiero a su tesis doctoral publicada con el título Arqui- ríodo 1780-193679.En el primer volumen analiza la wo-
tectura del Regionalismo en Sevilla7'. Fue esta obra la lución del núcleo urbano, reformas interiores y proyec-
que primero y abiertamente reivindica la trascendencia tos de ensanche, que nos legó una gratísima ciudad que
de la arquitectura regionalista devolviéndolaa la vida tras el egoísmo desarrollista de los 60 y los intereses de la ad-
la postergación y olvido que supuso la moda y el modo ministración municipal han machacado literalmente.
racionalista. El análisis, matizaciones, argumentosy cn- Con la ciudad se fue parte de su arquitectura en un pro-
tica que el autor hace del regionalismo swillano es tal ceso especulador que abruma a quien conoció la ciudad
" PASIDR,E: Arquitectura dom6stica del siglo XIX en Múlaga, bfgaga, 1980.
MORALES,J. M.: Málaga en el siglo XIX, Málaga, 1982.
CIRICI NARVÁEZ, J. R.: Arquitectura isabelina en CÚdic Cádiz, 1982.
D A R I APR~NCIPE,
~ A.: Arquitectura y arquitectos en las Canarias occidentales. 1874-1931, Santa Cruz de Tenerife, 1985. A este autor se
deben otras monografías como Arte e historia en la sede del Parlamento Canario (Santa Cmz de Tenerife, 198% que se cita aqui por ser
un edificio singular del pasado siglo.
GALANTE, F.: Arquitectura Canaria. El ideal claFica, Las Palmas de Gran Canaria, 1989.
PIZARRO, F. J.: Arquifecruray urbanismo en Tnjillo (Siglos XVIII y XIX), Cáceres, 1987.
86 BALDELUIU, M. A.: Tradicióny cambio en la arquitectura de Guadalajara (1850-1936), Madrid. 1989.
86 bis En =te sentido ya hay . un primer
- intento en el libro de R. del Cerro, Arquitectura y espacios para el ocio en Toledo durante el siglo
XIX, Toledo, 1990.-
GARC~A POZUELO, D. y HERNANDEZ, E.: Arquitectura de Logroño, Logrofio, 1980. Dada la escasa información sobre esta ciudad mencio-
namos aqui el folleto publicado por el Colegio Oficial de Arquitectos de Aragón y Rioja, Logroño ayer, una imagen retrospectiva de nuestra
. - . 1978). con breves noticias acerca de sus edificios más característicos del siglo XIX. al final del cual el arquitecto Luis
ciudad (Lomofio.
Barrón parece ser el más importante.
IGLESIAS ROUCO,L. S.: Urbanismo y arquitectum de Valladolid. Primera mitad del siglo XIX, Valladolid, 1978.
IGLESIAS ROUCO,L. S.: Burgos en el siglo XIX. Arquitectura y urbanismo 11813-19001, Valladolid, 1979.
mo sucede con Lampérez, quien en Burgos dejó incluso tauración Alfonsina - consolidación del capitalismo -
obra modemista. auge de la arquitecturaque conoce ahora sus mejores fm-
tos. En cadauna de estas etapas señalé obras,-tracé las
El segundo trabajo sobre Valladolid y definitivo para primeras biografías de los arquitectos, busqué la trama
los años 1851-1936, se debe a María Antonia Virgili 90, interna de la arquitectura y, sobre todo, sometí aquellos
con una organización próxima al de Burgos de Lena S. materiales a una valoración crítica a través de una elec-
Iglesias, posiblemente por estar orientados ambos por ción selectiva. A pesar de ello y transcurridos veinticin-
el profesor Martín González, que se cuenta entre los pri- co años desde el inicio de aquel trabajo, hoy veo sus li-
meros en alentar este tipo de investigacióndesde su Uni- mitaciones, que antaño no podía intuir, al tiempo que
versidad de Valladolid. En esta línea habna que incluir algunas premoniciones se vieron luego confirmadas po-
también, aunque se trate de una obra menor como fru- sitivamente. A tal efecto he ido danto a conocer otros
to de una «tesina» que fue, el libro de Marta Herrero so- trabajos, corrigiendo errores y ampliando cuestiones tan
bre arquitectura ecléctica y modemista en Valladolid 91. sólo a~untadasen la tesis. aue se Dubiicó en 1973 93.. Y-
~~l resto de la comunidad de c a s t i l l a - ~ ó npoco más recogidos al final del pres%e artiiulo en un apéndice.
podemos o sabemos decir a excepcion de una pequeña
monografía sobre Joaquín Odriozola, arquitecto muni- A este planteamiento inicial ha seguido el de otros
cipal de Segovia de una actividad verdaderamente nota- autores que se han centrado en cuestiones particulares
ble 92, y de una excelente y difícil tesis sobre Avila, aho- enriqueciendo el panorama y ampliando horizontes, tal
ra en curso de publicación, debida a José Luis Gutiérrez es el caso de Díez de Valdeón y su tesis sobre arquitectu-
que, además de darnos a conocer lo que en el siglo XIX ra y clases sociales M, O el de Angel L. Fernández Mu-
se hizo en esta ciudad castellana, en la que por ejemplo ñoz y su estudio monográfico sobre arquitectura tea-
la iglesia de San Vicente sirvió de ensayo restaurador a tral 95, ambos referidos a Madrid naturalmente. Por su
la par que la catedral de León, nos proporciona una in- parte José Ramón Alonso Pereira ha avanzado en el tiem-
formación extraordinaria sobre etapas pretéritas de la po y partiendo del 98 hace llegar su trabajo hasta 1931,
ciudad abulense en la que actuaron los arquitectos del de tal modo que Madrid tiene al menos, bien trazadas
XIX. las líneas maestras de su discurso arquitectónico%. A
otros les ha atraído más el empleo de determinados ma-
Por último no queda sino referirse a Madrid, sobre cu- teriales como el ladrillo 97 o el hierro 98 y ello puede dar
ya arquitectura trabajé durante varios años preparando idea de las posibilidades que el estudio de la arquitectu-
una arriesgada tesis doctoral que por primera vez some- ra del siglo XIX encierra, cuando se le somete al mismo
tía ante un tribunal académico una investigación sobre proceso analítico que otras etapas de la historia. Deja-
la denostada arquitectura del siglo XIX. No existían en- remos el caso de Madrid mencionando el libro de María
tonces referencias metodológicas específicas ni ordena- del Carmen Ariza sobre los jardines mardrileños del si-
ciones similares, ni tan siquiera pude conocer los lími- glo XIX 99, obra de gran interés tanto por su vincula-
tes de mi propio trabajo hasta su terminación. Sin em- ción con la arquitectura y la ciudad como por lo escaso
bargo, bien orientado por mi maestro don Fernando de los estudios históricos sobrejardines de esta centuria.
Chueca Goitia, concebí la orquestación de los materia-
les acomodándolos a las vicisitudes políticas que curio- Como complemento a esta rápida visión autonómica
samente tenían una cierta correspondencia conceptual cabe hacer referencia a otros estudios de carácter temá-
y formal en la arquitectura: Fernando VI1 - neoclasicis- tico más allá de las circunstancias administrativas, co-
mo - absolutismo, por una parte; en segundo lugar, Isa- mo es, por ejemplo, el libro de Mireia Freixa sobre el mo-
bel 11 - liberalismo - romanticismo; y por último, Res- dernismo en España,''O' que resulta ser una excelente y
VIRGILI BLANQUET, M. A.: Desarrollo urbanístico y arquitectdnico de Valladolid (1851-1936), Valladolid, 1979. La autora desarrolla aquí
un trabajo verdaderamente exhaustivo en relación con las fuentes documentales y su aportación global, sin concesiones, es de una solidez
no contestable. De entre los arquitectos estudiados recordaríamoslos nombres de Gándara, Ortk de Urbina, Ruiz Sierra, Repullés y los Sam'ar.
9' HERRERO DE LA FUENTE, M.: Arquitectura ecléctica y modernista de Valladolid, Valladolid, 1976.
" GARC~A, J. 1. y GARC~A, L. M.: Joaquín Odriozola y Grimaud. 1844-1913, Segovia. 1987. Sobre este arquitecto existe una monografía inédi-
ta de 1. QUINTANILLA que, como otros trabajos universitarios de esta índole quedan desgraciadamente inéditos, sin que tan siquiera se pu-
blique un resumen breve con las novedades más significativas.
93 NAVASCU~S PALACIO,P.: Arquitectura y arquitectos madrileños del siglo X I X . Madrid, Instituto de Estudios Madrileiíos, 1973.
M DiEZ DE B A L D E ~C.: N , Arquitectura y clases sociales en el Madrid del siglo X I X , Madrid, 1986.
95 FERNÁNDEZ MuSdz, A. L.: Arquitectura teatral en Madrid, del corral de comedias al cinematógmfo, Madrid, 1988.
% ALONSO PEREIRA, J. R.: Madrid, 1898-1931. De Corte a Metrópoli, Madrid, 1985. El catálogo del Museo Municipal dedicado a la Arqui-
tectura madrileña de la primera mitad del siglo X X (Madrid, 1987). incluye arquitectos como Arbós, del siglo XIX.
ADELLA R G I L ~J.S ,M.: Arquitectura de ladri/los del siglo X I X . Técnicay forma, Madrid, 1986. Aunque el título no lo indica se refiere
exclusivamente a Madrid. Es bueno el análisis técnico y excelente el gráfico, pero carece de trabazón histórica.
98 Esta tesis, leída en la Escuela de Arquitectura de Madrid y en trance de publicación estudia el hierro no tanto como elemento estructural
sino como ornamento que juega un papel de primer orden en la composición final del edificio. Cerrajeros, talleres, modelos y un cuidado
repertorio de dibujos hacen de este trabajo una obra original de gran interés por su posible aplicación medotológica a otros núcleos urbanos.
99 ARIZA M ~ o z M.1
, del C.: Los jardines de Madrid en el siglo X I X , <Madrid, 1988. Esta obra es un extracto de su tesis doctoral.
'00 FREIXA. M.: E l modernismo en España, Madrid, 1986.
ponderada puesta al día de los distintos Irnfoques 1pro- cos, las instituciones, los medios económicos, los hom-
ducidos sobre el modernismo, superando exclusivisimos bres y las obras más importantes, todo ello bien engar-
difíciles de sostener hoy lo1. zado en su correspondiente coyuntura histórica, de tal
forma que su publicación será posiblemente una de las
Entre los temas de mayor novedad e interés, y como aportaciones más nlotables quie se hayal1 hecho scibre el
campo en el que prácticamente está casi todo por hacer, siglo XIX desde el c:ampo de la historia1 del arte Jr de la
destacaremos el de la arquitectura industrial que cuenta arquitectuIra.
con interesantes aproximaciones parciales como las de
J. Corredor-Matheos y J. M. Montaner sobre la arqui- Sin pretender nada más que, como final, señalar al-
tectura industrial de CataluÍíai02,si bien es sobre todo gunas de las muchas vías de investigación de seguro re-
una excelente y selectísima colección fotográfica debi- sultado positivo y todavía inexploradas, se puede traer
da a J. Isern. Si se incluyen en este apartado las estacio- aquí la necesidad de iniciar estudios sobre tipologías bá-
nes de ferrocarril así como aquellas arquitecturas com- sicas como teatros, plazas de toros, mercados, viviendas,
plementarias vinculadas al muy rico mundo ferroviario, ayuntamientos, balnearios y un larguísimo etcétera, que
citaremos los trabajos de M. López lo' y muy especial- posibilite de aquí a unos años cruzar la trama de los es-
mente de Inmaculada Aguilar, quien ha dedicado varias tudios locales con la urdimbre de las tipologías, esto es,
monografías a esta cuestión en una línea de envidiable comprensar la visión general de todas las arquitecturas
rigor IM. Así mismo la arquitectura del hierro y del ace- de un lugar con el análisis específico de cada una de ellas
ro, en su más amplio aspecto, están esperando trabajos más allá de las limitaciones espacio-temporales.
en la línea de los ya publicados por Deswarte, Lemoine Todo esto es necesario también para dar a conocc:r fue-
y Roisecco. Una obra muy completa dentro de este apar- ra nuestra arquitectura e integrarla en su corresponcdiente
tado es la de Miguel González Vílchez sobre la presen- proporción en el contexto internacional. Ello evitaría si-
cia inglesa en Huelva 'Od bis. tuaciones como la de Geist en su hermoso libro Lr- rus-n--
'02 CORREDOR-~~THEOS, J. y MONTANER, J. M.: Arquitectum industrial t?nCatalutia. Del 1732 al ,f929, Barc
'O3 L ~ P E GARC~A,
Z M.: M.Z.A. Historia de sus estaciones, Madrid, 1986.
AGUILARCIVERA,1.: i.u estación de ferrocarril, puerta de la ciudad, \ralencia, 198
.,18 (2 vols.). El primer V I
P
.
na historia igeneral
de la estación en la que señala las tipologias básicas y su proceso de transrormacion a través del ttempo, para rererirse iuego en concreto
al caso español. El volumen segundo es una ejemplar historia de la Compafiia de los Caminos de Hierro del Norte de España. Inmaculada
Aguilar ha publicado, además de otros artículos de la monografía ya citada en nota 66, y los catálogos Trens i estacions (Barcelona, 1981,
con una colaboración de M. PALAU),y Trens, e s t a c i ~ ni ~ rranvies del País va'o(encia,Valencia, 1981. La autora es buena conocedora además
de otras áreas industriales como es el mundo fabnl, sobre el que prepara próximas monografias.
100 bis GONZALEZ V~LCHEZ, M.: Historia de la arquitectum inglesa en Huelvu, Sevilla, 1981.
1" ALVAREZ LOPERA,J.: «La A]hambra entre la y la restauración (1900-1915). Cuadernos de Arte de la Universidad de Granada
(1977). Pese a publicarlo esta revista granadina se trata de una extensa y documentadisima monografía de 221 páginas, con interesantes
datos anteriores a las fechas fijadas en el título como, por ejemplo, la labor de los Contreras, padre e hijo. En este sentido es igualmente
importante la colaboración de Angel l w c en el volumen dedicado al Plan esencial de protección y reforma interior de la Alhambra -v Al;-
jures, Granada, 1986. Este y otros textos habrian enriquecido el reciente y sugestivo libro de T. REQUEJO, Elpalacio encantado. Lo Alham-
bra en el arte británico (Madrid, 1990), especialmente para deslindar aquello que tiene auténticas raíces nazaries de lo que es de estirpe
hindú, tan fácil de explicar en el medio británico. Así mismo, el fenómeno del «alhambrismo», tan literario y musical y subsidiariamente
arquitectónico, cuenta con un «revival» hispánico que no debiera desconocerse. Por otra parte no es un fenómeno exclusivamente británico
y ahi está el libro de patetta que la autora, tan informada por Otra parte. no conoce O no utiliza. Finalmente entiendo que hav una omición
importante en =te mundo seudoislámico y no siembre neogranadino, como es la de Portugal tan ligada a Inelaterra en determinadas cuestio-
nes y ahí está el proyecto de J. 1. KNOWLESpara Monserrate, cerca de Sintra, cuyo paraje tanto admiraron BYRON y BECKFORD.
106 M m o z C O S ~ A.: i.u cOme,-vacióndelpatrimonio arquitecrdnico esporiol. Madrid, 1989. Este mismo autor prologa brevemente el volu-
men publicado'también por el Ministerio de Cultura sobre Fuentes documentales para el estudio de la restaumción de monumentos en
Espatia (Madrid, 1989). que en realidad recoge los expedientes posteriores a 1940.
'O7 GEIST,J. F.: Le Passage. Un rype urquitecturule du XIXe ~iecle,Lieja, 1989 (l.' ed. Munich 1%9).
'08 GEIST:ob. cit., pág. 148.
109 Una primera aproximación la encontramos en el trabajo de M'. JOSCBUENOFIDEL,Arquirecrum y nacronalismo. Pabellones esp
en 1 a s E ~ p o s i c ; ~ ~
Universales
es delsiglo XIX, ((Málaga. 1987), que puede dar una idea de 10 que podna hacerse con las decenas de exposi-
ciones que de distintos alcance se celebraron en nuestro país en el pasado siglo.
nante munao a e ia escenografía "O, el estudio de los bal- arquitectura del siglo XIX como R. Camacho, R. Faes,
nearios en los que se dan cita elementos muy señalados M. Moli, J. Rosell, F. Moreno, B. Muro, F. Taberner, P.
de la arquitectura burguesa del siglo XIX, la importan- Rivas, J. Godoy, etc., pero ya se dijo que dichas aporta-
te presencia francesa en la arquitectura española, el fe- ciones no entraban en el propósito de estas páginas. En
nómeno de la Alhambra y su repercusión en nuestra ar- esa misma línea también reconocemos la especial sensi-
quitectura ll1, son otros tanto temas aún por estudiar bilidad hacia esta arquitectura de revistas como Estudios
cuya relación completa han'an estas líneas interminables, Pro-Arte, CAU, Q, el Boletín de Arte de la Universidad
Dero aue deseo mencionar para animar a los indecisos. de M l a g a o el Boletín Académico de la Escuela Técni-
ca Superior de Arquitectura de La Comña, entre otros,
hduchas sotn las pers~ onas que, además dle las citaclas, que siguen contribuyendo al mejor conocimiento del si-
. . . . " .1s tésis inéditas, COIi. interesar
hari.contribu ido con si . . ites
articulas de revista, rolletos, etc., al conocimiento ae la
. glo XIX.
''0 Excelente la obra de 1. BRW, L'Escenogmfa catalana (Barcelona, 1986). que aeoe servir de estimulo para iniciar traoajvs cii nia linea.
Vid nota 1C