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B. Clase N°6

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Universidad Nacional del Comahue

Sociología para Psicología


- Cursada 2020 modalidad en línea-

Equipo de cátedra: Giaretto/Alfieri/Sancho/Zapata/Dolcemascolo

CLASE N°6: Los aportes de Foucault a la Sociología

Estos recursos complementarios para la comprensión integral de los contenidos se encuentran


todos subidos en Aula PEDCO “Sociología 2020”.

1. Textos:

 Foucault, Michel 1989 (1975) Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión. Buenos Aires:
Siglo XXI Editores. Apartados seleccionados: I El cuerpo de los condenados (Pág. 11 a
37) y II Los medios del buen encauzamiento (Pág. 175 a 198).
 Emiliozzi, Sergio 2004, “Michel Foucault: una aproximación en torno al concepto de
poder.” En García Raggio (comp.) Del poder del discurso al discurso del poder. Bs. As.:
EUDEBA. Pág. 101-135.

2. Presentación Power Point N° 6

3. Videos explicativos: https://vimeo.com/417210930 (Clave: sociologia2020)

Hola a todxs, ¿cómo están?

Esta semana estamos devolviendo por comisiones los parciales corregidos. Quienes hayan aprobado ya tienen
que empezar a pensar en el segundo parcial y quienes hayan desaprobado tienen que reforzar el estudio para
poder rendir la semana que viene el recuperatorio.

Independientemente de cuál sea la situación, les recomendamos que sigan con las lecturas de los textos.
Como ya les indicamos la clase anterior, para el eje 2 les compartiremos –además de las clases teóricas-
breves videos explicativos y guías de lecturas como actividad práctica.

Ahora, vamos a recorrer algunos ejes centrales sobre los textos del programa en torno a Michel Foucault.

1. Michel Foucault: presentación

Michel Foucault nació y murió en Francia en los años 1926-1984 respectivamente. Vivir en ese tiempo en
Francia significó vivir y experimentar la II Guerra Mundial, la independencia de Argelia (colonia francesa), el
mayo francés. También significó ser parte de una generación de pensadorxs de gran importancia como Jean
Paul Sartre (1905-1980), Simone de Beauvoir (1908-1986), Claude Levi-Strauss (1908-2009), Louis Althusser
(1918-1990), y –seguramente más conocido por ustedes- Jacques Lacan (1901-1981).
Foucault estudió filosofía y psicología y –por la influencia de su familia- sus intereses estaban bastante ligados
a la medicina, tanto que su tesis doctoral del año 1961 versó sobre la historia de la locura en la edad clásica.
1
Se dedicó por muchos años a la docencia, en los años ’70 fue profesor en el College de France en la cátedra
Historia de los Sistemas de Pensamientos. De esas clases se han publicado –y se siguen publicando- una gran
cantidad de libros.

En un contexto político donde muchxs intelectuales de izquierda estaban siendo encarceladxs, Foucault
participó del Grupo de Información sobre las Prisiones (GIP), que denunciaba la situación carcelaria a través
de los datos e información que brindaban los propios presos, lo cual era un enfoque original e innovador.

Los aportes de Foucault son de gran importancia para distintas disciplinas, entre ellas, la sociología. Su obra
se puede dividir en tres grandes ejes según los problemas en los que se focaliza:

1) El saber: fundamentalmente en la década del ’60 Foucault se enfocó en el método arqueológico y al


estudio de las formaciones discursivas. En este eje ubicamos dos grandes libros “Las palabras y las cosas”
(donde cita a Borges en el prólogo) y “Arqueología de saber”.
2) El poder: el método genealógico y el estudio de las tácticas y estrategias del poder fueron sus
preocupaciones centrales en la década del ’70, con la publicación de “Vigilar y Castigar” y el tomo I de
“Historia de la sexualidad”.
3) La gubernamentalidad: estas preocupaciones son las que trabajó sobre todo en los últimos años de su
vida en los cursos del College de France, abordando temas como las tecnologías del yo, la construcción de
subjetividad y las formas de relacionarse con unx mismx.

A nosotrxs, en esta clase nos interesa el segundo eje, el del poder. A través de los capítulos seleccionados
de “Vigilar y Castigar”, trabajaremos su concepto de poder como relaciones de fuerza; el surgimiento del
poder disciplinario mediante el pasaje del suplicio a la configuración del complejo científico-judicial; la
vigilancia jerárquica, la sanción normalizadora y el examen como instrumentos simples de las disciplinas; y el
dispositivo del panóptico.

2. El poder como relaciones de fuerza según Foucault

Desde la sociología y la ciencia política siempre se había pensado al poder vinculado al Estado o a las
relaciones de explotación en términos económicos. Podemos recordar lo que vimos en el eje 1 con Weber
sobre el poder y sobre el Estado, o con Marx sobre las relaciones de explotación de una clase sobre otra. Pero
la visión de Foucault sobre el poder va a romper con estas miradas clásicas.

Foucault sostuvo una postura fuertemente crítica de la sociedad moderna, su preocupación central siempre
fue la cuestión del poder, esto significaba preguntarse cómo se construye la dominación y la violencia. Para
responder esa pregunta Foucault puso patas para arriba la forma de concebir hasta ese momento al poder.

Por un lado, se alejó de la postura materialista que considera que la estructura económica condiciona o
determina en última instancia a la superestructura. Para Foucault es importante lo económico para explicar
los procesos sociales, pero lo posiciona en el mismo plano de importancia que otras dimensiones, de manera
que propone una multicausalidad, que de alguna manera es lo que él llama genealogía. Ésta es un método
que ubica al cuerpo en el centro del análisis y, en lugar de buscar el origen de algo, analiza la procedencia
(comienzos innumerables) y la emergencia (principio de aparición marcado por el azar, el combate, las
diferentes interpretaciones).

Y, por otro lado, rompió con los análisis del poder que parten de un escenario social dividido en dos, en el
cual estaría de un lado los poderosos/dominantes y, del otro lado, los dominados. Esto no significa que
Foucault no considere al poder en el Estado, sino que para él esas son las formas terminales del poder. Y en
contraposición, lo que a él le interesa es analizar otras innumerables formas de poder, mirar los puntos
descentrados de lo social, por eso pone el ojo en los lugares de trabajo, en la familia, en la prisión, los
cuarteles militares, etc.

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Entonces, hasta acá sabemos cuáles son las formas que Foucault no utiliza para analizar el poder. Pero
entonces… ¿cómo lo entiende? ¿cómo lo estudia? Lo analiza en términos de guerra, de lucha, de
enfrentamientos. Y establece una serie de recaudos metodológicos para estudiarlo, que bien podemos pensar
como características de este concepto peculiar de poder. Las enumeramos:

1) El poder es capilar: no hay que mirar solo las formas reguladas y legítimas del poder desde el centro,
sino que hay que mirar las extremidades, donde se hace capilar. En este sentido, cuando propone la
microfísica del poder, refiere a mirar lo más pequeño.
2) El poder se ejerce: no es algo que se tiene o se pierde, sino que es algo que circula y transita por los
individuos. Foucault propone una imagen reticular, es decir, como una red que va tejiendo el poder
al transitar.
3) El poder es ascendente: como decíamos antes, no hay una división entre dominantes y dominados,
entre quienes tienen el poder y quienes no lo tienen. Entonces el Estado aparece como el punto
terminal al analizar al poder de manera ascendente. Esto quiere decir, mirar los mecanismos más
pequeños que tienen su propia historia. No hay que partir de la dominación global y analizar cómo
ella se extiende hacia las esferas más capilares del cuerpo social, sino partir de esas esferas capilares
para indagar el modo en que fueron capturadas por tecnologías de mayor envergadura.
4) El poder marca los cuerpos: Foucault mira las formas de las relaciones de poder, las marcas que
dejan en los cuerpos.
5) El poder es inmanente: las relaciones de poder no son exteriores al resto de las relaciones, sino que
toda relación es una relación de poder, en este aspecto, el poder tiene un papel productor.
6) El poder produce saber y el saber tiene efectos de poder: con saber Foucault se refiere a lo que un
grupo de gente comparte y decide que es la verdad y, a su vez, la verdad define lo que es correcto
e incorrecto.
7) Siempre que hay poder, hay resistencia.

La perspectiva que construye con estos recaudos, le permite analizar los procesos continuos ininterrumpidos
que someten a los cuerpos. La gran pregunta es: ¿Cómo se construyen los sujetos?

Más arriba decíamos que Foucault mantuvo una postura fuertemente crítica de la sociedad moderna. Pero,
¿qué le critica? Esta pregunta la podemos responder metiéndonos en el concepto de poder disciplinario.

3. Poder disciplinario: genealogía e instrumentos

Foucault caracteriza a la sociedad moderna como una sociedad disciplinaria, como la edad del control social,
de la ortopedia social. Puntualmente en el libro “Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión” elabora
una genealogía del poder disciplinario, en otras palabras, reconstruye cómo se fue gestando el complejo
científico-judicial y un nuevo tipo de subjetividad.

Fiel a su estilo, Foucault detalla una serie de reglas generales del estudio. Brevemente, 1) No hay que mirar
solamente el aspecto represivo de la punición, sino sobre todo su aspecto productivo. ¿Qué produce el castigo?
¿qué genera?; 2) Hay que analizar los métodos punitivos dentro del campo más general del poder, no depende
solo del derecho ni de la ética. Hay que analizarlo desde la táctica política; 3) Hay que establecer las relaciones
entre el derecho penal y las ciencias humanas; 4) Hay que analizar qué efectos tienen en el cuerpo, es decir,
analizar el cuerpo marcado por las relaciones de poder.

En el primer capítulo del libro, contrapone dos estilos penales muy distintos entre sí, a través de dos imágenes.
La primera, es la imagen del suplicio de Damiens, ocurrido en 1757. Damiens fue un parricida, quien intentó
asesinar al Rey Luis XV. La segunda, es la transcripción del Reglamento de la Casa de Jóvenes Delincuentes
de París del año 1830.
Del suplicio al reglamento solo transcurren 73 años, un período de tiempo muy corto para un cambio muy
grande. ¿Cómo pudo cambiar tan drásticamente la forma de castigo en apenas 70 años? La contraposición
de esas dos imágenes nos muestra el fin de los espectáculos punitivos, el cuerpo dejó de ser el blanco de los

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castigos. Pero, ¿por qué? Una respuesta apresurada hablaría de humanización, algunxs dirían que las formas
de vida modernas no tolerarían semejantes horrores. Pero Foucault dice NO. Efectivamente es el fin de los
suplicios, pero eso no responde a la bondad ni a la humanización de los modernos, sino que responde a
reordenaciones más profundas. Y nuevamente Foucault nos conduce a la pregunta que ya formulamos y que
es en definitiva la que está detrás de sus análisis: ¿Cómo son fabricados los sujetos?

Ya hemos visto, en el apartado anterior, que el sujeto está atravesado por relaciones de poder, por lo tanto,
para entender cómo son fabricados los sujetos, Foucault tiene que estudiar el poder. Y las formas de penalidad
hacen inteligibles las formas de poder: hacer una historia de la prisión, del nacimiento de la prisión, no es
más que una forma de mirar las transformaciones en el ejercicio del poder; cómo el cuerpo es atravesado por
las distintas formas de ejercicio del poder.

La imagen del suplicio de Damiens es la manera en la que nuestro autor grafica el diagrama del poder
soberano. Lo sitúa en los siglos XIV-XV, con las monarquías absolutas y los estados territoriales. En ese
caso, el soberano mismo es la ley, por lo tanto, los crímenes son una ofensa al Rey y el castigo es el derecho
del soberano a responder: reafirma su poder cuando mata. En este sentido, el cuerpo es el blanco de la
represión, los castigos se destacan por su ferocidad (suplicios, penas físicas) y por el efecto de resonancia,
es decir, por mostrar públicamente qué sucede con quien ofende al Rey. En el poder soberano el eje está
puesto sobre la muerte, en la capacidad de matar del soberano.

Muy distinto es lo que sucede con el diagrama del poder disciplinario (S.XIX), donde los crímenes no
ofenden al soberano, sino que afectan a la sociedad en general, el crimen es un daño social. Quien no respeta
la ley está rompiendo con el pacto social, es un enemigo interno de la sociedad. Frente a esto, los castigos
pierden intensidad, la pena ya no es corporal. Este es un poder centrado sobre la vida como cuerpo
individualizado (anatomía política) y como especie/población (biopolítica). El papel productivo del poder es –
al revés que en el poder soberano- asegurar la vida al cuerpo social. Se destaca el carácter esencialmente
correctivo de la pena. En esta instancia es que aparece una red de instituciones disciplinarias tales como la
escuela, la fábrica, la prisión, el hospital, la familia, etc.

Definitivamente, entre los siglos XVIII y XIX desaparecen los espectáculos punitivos y la penalidad ya no
apunta al cuerpo. Entonces ¿a qué se refiere Foucault con que este pasaje del poder soberano al poder
disciplinario responde reordenaciones más profundas? A que cambia la penalidad porque en realidad cambia
el objetivo. En el siglo XIX la penalidad busca controlar, reformar moral y psicológicamente las actitudes y los
comportamientos individuales. La operación punitiva apunta ahora a las conductas, a los pensamientos, a las
voluntades, a las disposiciones. Aparece así la noción de peligrosidad, que analiza a los sujetos según sus
virtualidades, sus potencialidades. Es una penalidad de control en el sentido que controla los comportamientos
de los individuos atendiendo lo que pueden llegar a hacer. Por eso, el control penal excede a la justicia penal.
Ya no alcanza la justicia para la reforma, sino que se necesitan las múltiples instituciones de vigilancia y
corrección, que tejen una red por la cual en algún momento de la vida los individuos pasan. Con el objetivo
de la corrección, este conjunto de instituciones disciplinarias encuadra a los individuos a lo largo de su
existencia.

Las disciplinas son definidas por Foucault como el conjunto de técnicas, de procedimientos, de saberes, de
descripciones, de datos que controla los cuerpos; como las técnicas de distribución de los cuerpos, los
individuos, los tiempos, las fuerzas de trabajo. Estas técnicas de control minucioso de los cuerpos garantizan
la sujeción constante. Son un arte del cuerpo humano en tanto que aumentan sus habilidades actuando sobre
los detalles: cuerpos, gestos, actitudes. Así, fijan a los individuos a aparatos de normalización,
enderezan/encauzan conductas en base a un patrón de normalidad. Los sujetos que fabrica el poder
disciplinario entonces, son sujetos normales. Y ¿qué significa que sean normales? Que hayan interiorizado
determinadas normas, que sus conductas se ajusten a las normas. Que sean sujetos útiles y dóciles.
Económicamente útiles/rentables/productivos y políticamente dóciles.
Este poder múltiple –está en todos lados-, anónimo –funciona en silencio- y automático usa tres instrumentos
simples: 1) la vigilancia jerárquica, 2) la sanción normalizadora y 3) el examen. Veamos en qué
consiste cada uno: 1) El poder disciplinario vigila de manera jerarquizada, continua y funcional. Es una mirada

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que ve sin ser vista, de manera que las instituciones disciplinarias son aparatos de observación, de registro,
de encauzamiento de conductas sin apelar a la fuerza. 2) El poder disciplinario normaliza, establece un patrón
de normalidad distinguiendo lo normal de lo patológico. La norma homogeniza, estandariza, individualiza,
jerarquiza, establece rangos, todo mediante una micropenalidad, un sistema de premios y castigos que va
reduciendo las desviaciones. 3) El poder disciplinario califica, clasifica y castiga. El examen combina las
técnicas de la vigilancia jerárquica y la sanción normalizadora. Establece sobre los individuos una visibilidad
que los diferencia y sanciona, superponiendo relaciones de poder y relaciones de saber.

Con toda esta información, volvamos ahora a los cuerpos útiles y dóciles que fabrica el poder disciplinario.
El control minucioso sobre esos cuerpos garantiza la sujeción constante, encauza las conductas en base al
patrón de normalidad, fija a los individuos a un aparato productivo, aumenta sus habilidades, multiplica sus
fuerzas. En el marco del capitalismo, construir sujetos sometidos es construir fuerza de trabajo: para acumular
capital primero es necesario acumular hombres.

Ahora, es necesario que le dediquemos algunas líneas al panóptico. Éste fue una idea arquitectónica de
Jeremy Bentham a fines del siglo XVIII. Consistía en un diseño para fábricas, escuelas, hospitales, prisiones,
etc., para todas las instituciones que necesitaban reunir inspección y vigilancia. Lo central del diseño –pueden
ver imágenes en el libro y en el power point- es la forma de anillo dividido en celdas con doble ventana que
permite que la luz atraviese la celda, con una torre central desde donde se vigila. Entre las celdas y la torre
se da un efecto de contraluz: desde esa torre, el vigilante tiene la facultad de ver con una sola ojeada todo
lo que ocurre, y -lo más importante- es que puede ver sin ser visto, ya que no se puede comprobar si el
vigilante está o no, pero el resto actúa como si estuviera. La sensación de vigilancia está instalada, es un
poder visible pero inverificable.

A Foucault le interesó este modelo porque lo analizó como la utopía de un tipo de sociedad y de poder. Un
modelo que reúne encierro y vigilancia, que mantiene un estado consciente de permanente visibilidad. Este
tipo de vigilancia construye un saber sobre aquellos que vigila, organizado a través del examen y de la norma.

Por último, que el poder disciplinario sea un poder de corrección, no quiere decir que las prisiones
efectivamente corrijan. Foucault lo señala: desde sus inicios la prisión ha fracasado. Entonces ¿por qué
pervive? En este punto se hace evidente el análisis del poder en términos productivos: a Foucault le interesa
analizar qué es lo que habilita ese supuesto fracaso, ¿qué produce la prisión? El sistema penal tiene una clara
dirección de clase, lo que el autor denomina administración diferencial de los ilegalismos. La selectividad está
en que, así como algunos ilegalismos son castigados, muchos otros son tolerados.

El momento que analiza Foucault, da cuenta de cómo con el desarrollo de la sociedad capitalista se da una
reestructuración de la economía de los ilegalismos: lo que se castiga son sobre todo los delitos contra la
propiedad privada, los robos, los hurtos. Y esto es un doble movimiento, porque al seleccionar un conjunto
de ilegalismos, otros se reservan, se ocultan, se dejan en la sombra para ser tolerados.

Al referirse a la prisión como una fábrica de delincuentes, Foucault señala que no solo no corrige, sino que la
prisión delimita un tipo de delincuencia, un ilegalismo manejable que tiene un papel instrumental. Por un
lado, son utilizados como la mano de obra de las ilegalidades de los poderosos y, por otro lado, cierra el
círculo entre policía – prisión – delincuencia. Según Foucault: la policía lleva infractores a la prisión; la prisión
los transforma en delincuentes; los delincuentes son auxiliares de la policía y devuelven más infractores a la
prisión. Y esta delincuencia justifica, o hace tolerable, la presencia de la policía en las calles.

Esperamos que con esto tengan una buena guía que lxs acompañe en la lectura de los textos. La semana que
viene vamos a trabajar con el último tema del eje 2, que son los textos de Silvia Federici y el de Barbarismos
queer y otras esdrújulas para problematizar la situación de las mujeres y otras identidades no hegemónicas
en el capitalismo.

¡Saludos!
Cátedra de Sociología.

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