512 - Anatomía de Una Tragedia
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Planeta
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A N A T O M ÍA D E U N A T R A G E D IA
2016-2022. APUNTES, RETRATOS Y OPINIONES
SOBRE UN PAÍS QUE NOS ESMERAMOS EN DESTRUIR
(£) 2022, Um berto Jara
CORRECCIÓN DE ESTILO:
Jorge Ciraldo Sánchez
Derechos reservados
. © 2022, Editorial Planeta Perú S. A.
Av. Juan de Aliaga N.° 425, of. 7 0 4 - Magdalena del Mar. Lima - Perú
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Epílogo 213
UNA HISTORIA DE ESTE TIEMPO
U mberto Jar a
La señora Maria del Carmen Miró Quesada Arias, M aki para sus
amigos, ha sido nombrada embajadora del Perú ante la República
de Argentina. Maki, experta en decoración de interiores, es algo
así como una Kim Kardashian nacional pre-Facebook, pre-Insta-
gram, pre-Twitter. Si no se entiende, digamos que pertenece a la
pre-historia de nuestro país. Fue la última mujer de Manuel Ulloa
Elias, primer ministro cuando PPK fue ministro de Belaunde, y
tras un larguísimo silencio cobró presencia cuando, hace unos
años, asomó como columnista de El Comercio exponiendo su
insigne pensamiento. En ellos demuestra el talento singular de
llevar de la ficción a la realidad a ese personaje racista llamado la
China Tudela.
¿Por qué es cuestionable que haya sido nombrada embajadora
del Perú ante Argentina? Porque, precisamente, en estos días está
ocurriendo en el hermano país algo que, por supuesto, PPK, zam
bullido en la piscina del Country Club El Golf, no sabe: su amigo,
el presidente Mauricio Macri, ha dispuesto un cambio en las leyes
migratorias argentinas para evitar el ingreso de lo que suele llamar
«gente de dudosos antecedentes». La gota que rebasó el vaso y dio
origen a este cambio en la ley migratoria se debe a un delincuente
peruano menor de edad, hijo de narcos peruanos, que asesinó en
la calle a un jovencito de quince años propinándole un balazo de
lante de su abuelo. El autor de la atrocidad fue expulsado y se vino
al Perú con su padre. Aquí, por supuesto, nadie ha dicho nada
hasta que en algún momento este sujeto asesine a alguien.
El problema es que un cambio en las normas migratorias argen
tinas afectará a los peruanos que quieran ir de paseo, a estudiar o
a trabajar en el hermoso país argentino. Cuando se dictan normas
migratorias restrictivas se suele meter en el mismo saco a ciudada
nos honestos con gentes de mal vivir. Entonces, en ese escenario
se necesita que la embajada peruana vele por los derechos de los
peruanos que puedan sufrir discriminación por el simple hecho
de ser morochos y haber nacido en esta hermosa tierra del sol y el
indómito inca.
Pues bien, allí está el problema. Resulta que doña M aki Miró
Quesada — elegante y pulcra en francés, inglés o castellano—
piensa que cuando a un inmigrante peruano le dicen en Buenos
Aires: «Perucho, negro de mierda, andate a tu país» no es ni ra
cismo ni insulto. Su filosofía quedó plasmada el 1 de marzo de
2014 en el diario familiar El Comercio. En un sugerente artículo de
aire pre-Trump — ella, siempre a la moda, anticipando la tenden
cia de la temporada— redactó este bello párrafo: «Y no les digo los
comentarios de los porteños sobre nuestros compatriotas. Desde
indios o negros de m ... para abajo, todo vale. ¿Racismo? Nah.
Qué va. Hartura de vivir en una sociedad que premia la vagancia,
penaliza el trabajo, santifica el ocio y le quita a Juan (el contribu
yente que labura, como dicen allá, y paga impuestos) para darle a
Pedro (el inmigrante descrito más arriba)».
Es decir, la socialité M aki toma como suyo el pensamiento de
un sector de argentinos que sostiene sin tantas vueltas lo mismo
que dice Maki: «Que se vayan los peruchos, bolitas y paraguas que
nos vienen a quitar el laburo». Cabe acotar que ese sector argen
tino es minoritario porque, a diferencia de lo que se divulga en el
mundo, la Argentina es un país generoso y acogedor.
Entonces, si la flamante embajadora del Perú ante Argentina
piensa que el migrante peruano es «un negro de mierda» que causa
molestias en la nación de San Martín, nuestro procer compartido,
cabe la pregunta: ¿a quién va a representar la embajadora Miró
Quesada? Obvio: a sus amigas de La Planicie (y Miami) cuando
ellas vayan en first class a alojarse en el Faena Hotel y a cenar en
La Bourgogne, en el Alvear Palace. El problema es que eso valía
hace ya muchos años cuando en este país aún no se había dado el
pujante avance del cholo power.
Si ajustamos el lente veremos que, en rigor, el problema no es
Maki. A final de cuentas, ella pertenece a una especie minoritaria.
El problema es que el presidente Pedro Pablo Kuczynski sigue in
sistiendo con ahínco, con persistencia, con afán en habitar la nube
heredada de su maestro y guía: Fernando Belaunde Terry. Y las
caídas desde la nube son, ay, dolorosas.
Mauricio Macri, el presidente argentino, tiene ante sí la gran
oportunidad de retrucar con una ironía, ese divertido sello rio-
platense: si Perú ha designado como embajadora a Maki Miró
Quesada entonces que nombre a la deportada modelo cordobesa
Julieta Rodríguez como embajadora gaucha en Perú, autora de la
frase «Los peruanos son indios marginales». Total, Maki y Julieta
piensan igual: los peruanos somos eso: unos indios marginales.
EL ABOGADO DE PPK
2 1 DE DICIEMBRE DE 2 OI 7
] 2.4
mos hablando de la misma ministra de Salud, Pilar Mazzetti Soler,
esa caricatura de médica que razona como el Dr. Elmer Huerta.
Si alguna alma piadosa en esta ciudad timorata sostiene que es
un exceso llamar ineptos a Sagasti y su corte morada, los invito a
leer estas frases escritas en septiembre de 2020: «Las cifras sugie
ren, más bien, que cada vez hay más certeza de que no vendrá una
segunda ola. Por regla de tres simple, actualmente podrían existir
alrededor de 16 millones de peruanos que han sido infectados,
50 % de la población total (...). Estamos en la dirección de alcan
zar la inmunidad de rebaño».
¿Sabe usted quién describió tal escenario triunfalista, ese anun
cio feliz de final de pandemia basado en la regla de tres simple?
El actual ministro de Economía, Waldo Mendoza, y publicó su
anuncio «científico» en el diario Gestión con el título «Salud y eco
nomía: novedades en el frente».
Es imposible que esta clase de funcionarios sea capaz de ge
nerar medidas inteligentes, sensatas y pragmáticas para navegar
en el caos fatal del coronavirus. Cualquier persona medianamente
informada sabía que la pandemia, con o sin segunda ola, iba a con
tinuar en todo el planeta. Así son las pandemias, desde hace siglos.
Pero Sagasti y su elenco tienen capacidades diferentes. Pertenecen
a una especie dañina: el inepto con poder, el populista con ansia
de aplausos. Esa especie se esmera en justificar sus errores para
seguir cometiéndolos. Digo esto porque el gobierno morado de
Sagasti es la segunda parte del criminal gobierno de Vizcarra y,
salvo la ausencia de Richard Swing, está compuesto por ineptos
cargados de tinte ideológico. En suma, disponer una nueva cua
rentena es un recurso siniestro para esconder sus incapacidades
y no para encontrar soluciones.
¿Qué hacer? Cada quien encuentre su respuesta. La mía, si a
alguien le interesa, es muy personal: la cuarentena no debe ser
acatada. Hay que cuidarse el triple, pero las actividades deben con
tinuar para no terminar sumando al colapso sanitario el colapso
económico, y el hambre y la desesperación de los más necesitados.
¿Qué hacemos con el Gobierno? Exigirle que haga lo que en
horas de desgracia hacían los antiquísimos hombres: convocar a
los sabios de la tribu para encontrar una salida. El problema es
que en Perú los necios creen ser sabios. Y los peruanos, en su gran
mayoría, cultivan la sumisión con esta detestable frase: «Por algo
pasan las cosas». No es así. Somos nosotros los que permitimos que
pasen las cosas.
Disculpen tanta franqueza, pero no canto Contigo Perú ni creo
en la solidaridad de los que aplauden desde los balcones. Con el
auxilio de Mario Benedetti, puedo resumir mi idea diciendo: «No
soy un pesimista, soy un optimista bien informado».
SAGASTI Y LA M ISERIA MORAL
2 1 DE FEBRERO DE 2 0 2 1
envían las vacunas». Una cualidad inútil tienen los bobos: piensan
que los demás también lo somos.
La ineptitud política y la miseria moral de Sagasti y su séquito
les impiden entender que la verdad asomará porque hay delitos
cometidos y centenares de miles de muertos. Existen algunas pre
guntas que se callan a pesar de que las conocen en las redacciones.
¿Es cierta la versión que sale de Palacio de Gobierno y de Torre
Tagle señalando que en la lista oculta de los vacunados clandesti
nos aparecen varios que tienen el hombro morado? ¿Es cierto que
en el Gobierno ya sabían de la vacunación clandestina y usaron la
presentación de Mazzetti en el Congreso como pretexto para su
renuncia alegando un maltrato, como si las rudas discrepancias no
fueran pan de cada día en este agreste país? Esa renuncia fue un
fracasado operativo proimpunidad.
Revisemos las declaraciones conmovedoras de quienes pidieron
que se quede la Mazzetti y clamaron por la injusticia de retirar
del cargo a la procer de la medicina. Las manifestaciones de dolor
tuitero —pinchazos del alma— fueron de Allan Wagner: «Solicito
al presidente Francisco Sagasti que no acepte la renuncia de la
Dra. Pilar Mazzetti y ruego a ella que la retire»; Gino Costa: «El
maltrato en el Pleno y la amenaza de una censura fueron suficien
tes para Pilar Mazzetti. Los golpistas irán por más. ¿Qué dice la
Generación del Bicentenário?»; Daniel Olivares: «Gracias por su
enorme servicio, doctora Mazzetti. Verla trabajar sin descanso por
su país ha sido inspirador»; Alberto de Belaúnde: «Muchas gracias
por su invalorable y sacrificado servicio al país, doctora Mazzetti.
La historia le dará su lugar, y juzgará a los mezquinos y saboteado
res»; Julio Guzmán: «La mayoría congresal ocasionó la renuncia de
la ministra Mazzetti, justo cuando llegan 700 mil vacunas mañana
y se iniciaba el plan de vacunación nacional». Sagasti tampoco se
quedó fuera de esta lista, pues declaró: «Ha sido injusto el trata
miento que se le ha dado». Solo faltó un aviso de defunción en el
diario favorito.
Lo curioso es que a todos estos personajes les dio una amnesia
selectiva y olvidaron que el acto grave de una vacuna clandestina a
favor de la ministra de Salud, era mucho peor por la mentira que
semanas antes declamó Pilar Mazetti pensando que jamás sería
descubierta: «Como corresponde, el capitán es el último en aban
donar el barco. Una vez que todos los que trabajen en el sistema
estén vacunados, recién será nuestro momento, como debe ser».
Si el Twitter fuera de papel diríamos que todos aquellos men
sajes fueron cortados por la misma tijera. Entonces, cuando el
canciller Allan Wagner empieza su campaña de instalar el miedo
diciendo, primero en RPP, y luego en El Comercio'. «Hay que tener
mucho cuidado con nuestras relaciones con la República Popular
China» y el mismo mensaje lo da en radio Exitosa el volátil Daniel
Olivares, están buscando una manera de evitar dar dos respuestas
concretas a dos preguntas ineludibles: ¿cuándo van a entregar la
verdadera lista VIP de vacunados clandestinos? Y, ¿cuándo van a
tomar acciones reales ante los delitos cometidos?
Gallardo y valiente, en noviembre pasado, Sagasti había dicho,
aplastando un delicioso cupcake-. «A mí no me tiembla la mano
ni cuando escribo, ni cuando acaricio, ni cuando golpeo». Una
mentira que lo emparenta con Vizcarra. A final de cuentas, son la
continuidad de un mismo gobierno.
LA IGUALDAD SEGÚN SAGASTI
I DE MARZO DE 2 0 2 1
En 86 años de vida el único domicilio fijo que tuvo fue una celda
que habitó durante 29 años en una prisión de máxima seguridad.
Desde su nacimiento fue siempre un forastero. Nació en una casa
fugaz en La Aguadita, en Moliendo. A los días fue al poblado de El
Arenal a casa de la abuela materna con el estigma de ser hijo fur
tivo de un padre que se negó a reconocerlo. A los seis años apareció
en Sicuani porque la madre fue tras un comerciante árabe que no
lo acogió. A los ocho años fue entregado a un tío en Chimbóte y a
los once recogido por familiares maternos a cambio de ser sirviente
en una casa en el puerto del Callao. Cuando cumplió quince años,
una señora chilena, Laura Jorquera, casada con su padre, fue la
madrastra que lo acogió porque ella recogía a los hijos de las aven
turas de Abimael padre.
Las ajenas casas de paso siguieron en su traslado a la ciudad de
Ayacucho, donde alquilaba un lugar cada vez que lo echaban de
otro por las detenciones policiales a causa de los tumultos que or
ganizaba en la Universidad San Cristóbal de Huamanga. Después
vino la clandestinidad y la vida en escondites. Siempre un foras
tero. Un hombre sin arraigo ni afectos. Cuando esas experiencias
ocurren, llega un momento en que un hombre necesita elegir.
O entiende las circunstancias de su vida y busca la reflexión y
el equilibrio, o prefiere sucumbir al rencor y al resentimiento.
Guzmán eligió el odio. Un odio violento que no le permitió tener
ningún arraigo y, así, su único domicilio constante, pero siempre
ajeno, terminó siendo una celda de concreto y acero. A Guzmán
lo retrata una sentencia escrita por García Márquez: «Se sentirá
forastero en todas partes, y eso es peor que estar muerto».
En las aulas de la Universidad Nacional San Agustín de
Arequipa conoció a Miguel Ángel Rodríguez Rivas, un catedrá
tico que le abrió las puertas a una excusa para convertir su rencor
en política: el marxismo-leninismo. Fue la chispa que encendió
la pradera de su fanatismo. Cuando llegó a los escritos de Mao
Tse-Tung — pensamiento excluyente y represor feroz— , su exalta
ción se convirtió en idolatría cuando visitó tres veces la República
Popular China y fue adiestrado en política y acciones militares.
Abimael Guzmán lo relataba así: «Cuando terminábamos el curso
de explosivos, nos dijeron que todo se podía explosionar; entonces,
en la parte final cogíamos el lapicero, reventaba; nos sentábamos,
también reventaba; era una especie de cohetería general, eran co
sas perfectamente medidas para hacernos ver que todo podía ser
volado si uno se ingeniaba para hacerlo».
En 1980, cuando decidió el «inicio de la lucha armada» de
Sendero Luminoso, Abimael Guzmán era ya un fanático poseído
por una psicopatía y dispuesto a que «corran ríos de sangre para
instaurar la República de Nueva Democracia». Fueron doce años
de demenciales atrocidades, primero en la sierra sur y luego en
Lima. Los cartuchos de dinamita usados en la minería se convir
tieron en un arma para volar por los aires torres de alta tensión que
cortaban el servicio de luz eléctrica; destruían puentes, carreteras,
casas y edificios con inocentes ocupantes adentro. A falta de balas
en sus fusiles y revólveres, los militantes de Sendero Luminoso uti
lizaban machetes, cuchillos y piedras para dar muerte a pobladores
inocentes en el campo, a pequeños comerciantes en las ciudades
provincianas y a autoridades en macabras parodias llamadas «jui
cios populares».
Después, Guzmán ordenó asaltos cruentos en las ciudades —
en su demencia decía avanzar del campo a la ciudad— y el regis
tro de esos doce años es atroz: mujeres embarazadas destripadas;
niños sacrificados como niños-bomba con cartuchos de dinamita
atados al cuerpo; cadáveres volados en pedazos como si no bastara
su asesinato. Viudas, huérfanos, mutilados. Doce años de horror
que cesaron cuando fue capturado el 12 de septiembre de 1992 por
valerosos policías que integraban el Grupo Especial de Inteligencia
(GEIN).
Después de la captura de Abimael Guzmán Reinoso, se abrió
otra desdicha: los peruanos no supimos aprender las lecciones que
dejó ese fatal periodo generado por el senderismo. Nadie quiso
entender que, guste o no, el horror no debe ser olvidado, porque
la necia naturaleza humana busca la comodidad del olvido para
eludir la realidad. En cambio, en los últimos veinte años, los alu
cinados herederos de Abimael Guzmán percibieron que usando la
permanente pobreza de la sierra podían obtener réditos políticos
con la excusa del «pensamiento Gonzalo» (una mentira, porque
no existe una sola línea doctrinaria de Abimael Guzmán). Así, en
el año de la muerte de Guzmán, lograron arribar al Gobierno de
Perú con votos de la pobreza, pero con la paradoja de contar con
el apoyo de sectores de clase media urbana, cuya grotesca ignoran
cia les impidió entender que Sendero Luminoso significa para este
país, cuerpos apilados en morgues, muerte en las calles, horror,
desesperación. Hoy, los seguidores de Abimael Guzmán se disfra
zan de demócratas, pero la paternidad que le deben al cabecilla
senderista no los libera.
Ha muerto Rubén Manuel Abimael Guzmán Reinoso. En un
país de cultos fúnebres donde la muerte abre compasiones irracio
nales, inventa virtudes inexistentes, improvisa apologías irrespe
tuosas, uno se pregunta a dónde van los criminales tras su muerte.
En la Divina Comedia de Dante se dice que habitan el séptimo
círculo del infierno en un río de sangre hirviente vigilados por
centauros armados de arcos y flechas. No sé si así sea. Pero las de
cenas de miles de muertos victimados en los doce años de horror,
merecen una flor de respeto en sus tumbas.
EL YUNQUE BELLIDO
6 DE OCTUBRE DE 2 0 2 1
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