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Patologías

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¿Qué son las patologías en el embarazo?

La obstetricia es una de las pocas especialidades en que el médico enfrenta


simultáneamente a dos pacientes y no puede manejar a uno sin pensar en el otro,
excepto en aquellos embarazos con fetos no viables, en los que el manejo se centra
específicamente en la madre. Por lo tanto, siempre se debe recordar que la mujer
embarazada puede tener una serie de patologías agudas o crónicas, no
relacionadas con la gestación, además de las patologías obstétricas.

Patología de anexos ovulares

Son las enfermedades o alteraciones de la placenta, el líquido amniótico, las


membranas y el cordón, que es preciso seguir y tratar durante todo el embarazo.
El riesgo de las patologías de este tipo es mayor en embarazos gemelares y en
pacientes con antecedentes de múltiples cirugías uterinas y cicatrices de cesáreas,
ya que estas características condicionan un mayor porcentaje de ubicaciones
anormales de la placenta.

Detección de patología fetal

El desarrollo de la pediatría, la neonatología y la terapia fetal ha originado una


medicina propia para el feto enfermo, que constituye una nueva especialidad en
torno al ambiente perinatal. La educación de la madre con respecto al embarazo es
un factor fundamental. Para identificar los factores de riesgo, se debe caracterizar a
la madre en las primeras entrevistas de control de embarazo o incluso antes,
porque, cuando se hace un seguimiento con fines de planificación familiar o por
alguna patología, hay que aconsejar respecto de futuros embarazos.

Patología crónica materna

La lista de patologías crónicas maternas que pueden afectar el embarazo es muy


extensa, pero algunas de ellas tienden a complicarse más en este estado. Ellas son
las cardiopatías, la hipertensión establecida y la diabetes no bien manejada, por el
riesgo de descompensaciones y malformaciones.
El embarazo es un gran desafío fisiológico para la mujer, porque condiciona una
serie de cambios que ponen a prueba su capacidad de adaptación y su reserva, y
las patologías que alteran esta capacidad de adaptación pueden manifestarse con
fuerza durante el embarazo. El consumo de drogas, tabaco y alcohol son factores
de riesgo independientes.

Detección de patología materna

La medicina debe ser integral y completa. Esto significa que es necesario revisar la
sintomatología general de la embarazada en todos los controles y, si consulta de
urgencia, para precisar si tiene una patología general o del embarazo. En todos los
controles se deben descartar las patologías más frecuentes, que están
sistematizadas por trimestre. El peso debe aumentar al menos 20 % del valor inicial,
que en promedio corresponde a unos 10 kilos, lo que significa una lucha
permanente, porque todas las mujeres quieren quedar delgadas y piensan que con
7 ó 9 kilos es suficiente. Entre feto, líquido amniótico, placenta y músculo uterino,
que llega a pesar por sí solo un kilo, más el aumento del volumen sanguíneo, que es
hasta de un litro y medio, equivalentes a dos kilos, suman entre 8 y 10 kilos que no
son de la mujer, ni agua, ni grasa, ni pecho, sino que solamente útero, placenta,
sangre y tejidos fetales. Por supuesto que el 20% depende del peso inicial. Para una
mujer de 50 kilos, son 10 kilos; para una de 80 kilos, el valor es mayor y, por otra
parte, la mujer que parte desnutrida debe tratar de recuperarse, al menos
parcialmente, de ese estado. El examen físico segmentario debe ser completo para
mantener controladas las patologías básicas de la mujer y detectar las del
embarazo. La mujer que tiene un asma bronquial necesita someterse a un examen
pulmonar, la que es portadora de enfermedad periodontal necesita controlarse con
un especialista, porque esta alteración se asocia con una serie de patologías
obstétricas, etc.
Se debe hacer hincapié en el examen, en relación con los motivos de consulta, y
aclarar las dudas relativas a los síntomas del embarazo, que generalmente son
musculoesqueléticos, contracciones o palpitaciones. Además de examinar siempre
el área de la sintomatología, debe realizarse el screening de laboratorio rutinario en
el embarazo, que comprende glicemia, hematocrito, VDRL, HIV, exámenes de orina
y grupo sanguíneo. Estos exámenes se orientan en el contexto y además se pedirán
otros, según los antecedentes de la madre.

Durante el embarazo pueden surgir complicaciones como diabetes gestacional,


preeclampsia o la placenta previa, entre otras, que pueden poner en riesgo la salud
de la madre y del bebé. Por ello, es tan importante acudir a todas las revisiones del
obstetra durante el periodo de gestación para poder realizar un buen seguimiento
del embarazo. En estas consultas periódicas se podrán identificar posibles
problemas de salud de forma temprana para tomar las medidas necesarias que
protejan la salud de la madre y del feto en desarrollo. enfermedades y
complicaciones más frecuentes que se pueden desarrollar durante el embarazo.

1. Diabetes gestacional: La diabetes gestacional se produce cuando los niveles de


azúcar en sangre son demasiado altos durante el embarazo. La mayoría de las
veces, la afección se detecta cuando se realiza la prueba inicial de sobrecarga de
glucosa conocida como test de O´Sullivan, en torno a las semanas 24-28 de
embarazo, seguida, en caso de positividad, de un test confirmativo o diagnóstico. La
diabetes gestacional aumenta el riesgo de sufrir otras afecciones, como:
Macrosomía: cuando el bebé es demasiado grande Preeclampsia: una afección
marcada por un aumento súbito en la presión arterial de la mujer embarazada
Cesárea El tratamiento de la diabetes gestacional incluye control de los niveles de
azúcar en sangre mediante una dieta saludable y ejercicio, y mediante
medicamentos como la insulina, si los valores de azúcar en sangre siguen siendo
altos.

2. Preeclampsia: La preeclampsia (PE) es el aumento de la presión arterial


asociada a la aparición de proteína en la orina que se da después de las primeras
20 semanas de embarazo. La PE precoz es la que se inicia antes de la semana 34
de gestación, suele ser de mayor gravedad y se asocia a un mayor riesgo de
complicaciones maternas y fetales, que requieren la finalización de la gestación
antes del término. Otras veces, el síndrome es de inicio tardío, menos severo y
conlleva a la inducción del parto, generalmente a término. La evolución clínica de la
preeclampsia es variable y puede causar desde síntomas leves como la hinchazón
de manos y cara, a otros más graves como dolor abdominal, visión borrosa, mareos
y dolores de cabeza. En algunos casos, la embarazada puede sufrir convulsiones, lo
que se denomina eclampsia. La preeclampsia no tiene tratamiento, únicamente la
finalización del embarazo. No obstante, existe la forma de reducir su aparición
mediante la toma de medicamentos como la aspirina en pacientes de alto riesgo
determinado durante la ecografía de la semana 11-13+6.

3. Placenta previa: Esta afección se produce cuando la placenta cubre parte de la


apertura del cuello uterino dentro del útero, lo que puede causar sangrado sin dolor
durante el segundo y el tercer trimestre. Además, los problemas con la placenta
pueden afectar la forma en que se produce el parto del bebé. En los casos de
placenta previa, el especialista puede recomendar reposo y si el sangrado es
abundante y continúo puede ser necesaria la hospitalización.

4. Desprendimiento de la placenta: El desprendimiento de la placenta se produce


cuando esta se separa de la pared uterina interna, lo que puede ocasionar
sangrado, contracciones o sensibilidad uterina. El tratamiento dependerá de la
gravedad del desprendimiento, que puede ser leve, moderada o grave, y de lo
avanzado que esté el embarazo. En los casos graves, cuando el feto no puede
recibir el oxígeno y los nutrientes que necesita para sobrevivir, puede requerir un
parto prematuro.

5. Hiperémesis gravídica: Las náuseas y vómitos son una situación clínica muy
frecuente en el embarazo. Sin embargo, algunas mujeres embarazadas
experimentan náuseas y vómitos graves y persistentes durante el embarazo que
van más allá de las típicas “náuseas matinales”. Esta afección grave conlleva, si no
se trata a tiempo, a un déficit nutricional y a la pérdida importante de peso. A
menudo, esta afección desaparece en torno a la semana 20 de embarazo. El
especialista puede recetar medicamentos para ayudar a controlar las náuseas. En
algunos casos, las mujeres con hiperémesis gravídica pueden requerir
hospitalización para recibir los líquidos y nutrientes que necesitan mediante un
catéter en una vena.

6. Anemia por deficiencia de hierro: Un trastorno que se caracteriza por la falta de


glóbulos rojos sanos que transporten la cantidad de oxígeno adecuado a los tejidos
del cuerpo. Durante el embarazo, es necesario duplicar la cantidad de hierro para
fabricar más sangre y suministrar más oxígeno al bebé. Si no tienes suficientes
reservas de hierro o no consumes suficiente hierro durante el embarazo, puedes
padecer anemia por deficiencia de hierro. Los síntomas de deficiencia de hierro
incluyen fatiga, debilidad, palidez, mareos o aturdimiento, dificultad para respirar,
dolor de cabeza, latidos del corazón irregulares, dolor en el pecho, además de
manos y pies fríos. La anemia grave durante el embarazo aumenta el riesgo de
nacimiento prematuro, bajo peso del bebé al nacer y depresión posparto. En caso
de padecer este tipo de anemia, el especialista podrá recomendarle suplementos de
hierro.

7. Infecciones del tracto urinario: La infección del tracto urinario (ITU) es quizás la
complicación médica que más frecuentemente aparece durante la gestación y que,
además, puede tener una repercusión importante tanto para la madre como para la
evolución del embarazo. Desde el punto de vista clínico, puede presentarse tanto
como infección sin síntomas o bien con síntomas tales como dolor o ardor cuando
orinas, fiebre, cansancio, temblores, impulsos seguidos de orinar, presión en el
vientre inferior, orina con fuerte olor, turbia o rojiza, náuseas o dolor de espalda. En
estos casos, la embarazada debe hacerse un análisis de orina para confirmar o
descartar una posible infección. Además, dado que una infección sin síntomas
puede derivar en una complicación grave, es recomendable realizar a todas las
embarazadas un cultivo de orina en el primer trimestre para descartar la infección.

8. Hipotiroidismo: El embarazo influye de forma notable en la función de la


glándula tiroidea. Un tiroides que funciona con normalidad y tiene un aporte de yodo
adecuado se adapta a las nuevas necesidades aumentando la producción
hormonal. En gestantes con una reserva tiroidea limitada previa o en caso de una
dieta deficitaria en yodo, el embarazo puede dar lugar a la aparición de un
hipotiroidismo. Por tratarse de una enfermedad frecuente, y para la que se dispone
de un tratamiento efectivo y sin riesgos, se recomienda que se evalúe la función
tiroidea a todas las mujeres embarazadas, realizando una analítica antes de la
semana 10 de gestación.

9. Depresión y ansiedad: Si hablamos de enfermedades comunes durante el


embarazo, tenemos que citar estados emocionales alterados. La depresión, un
trastorno mental caracterizado fundamentalmente por sentimientos de tristeza y un
bajo estado de ánimo, afecta hasta al 7 % de las mujeres embarazadas. Aunque el
cóctel hormonal que caracteriza a esta fase vital pueda hacer que la mujer fluctúa
mucho a nivel emocional, no hay que dejar pasar los signos y síntomas que indican
un posible cuadro depresivo. Entre los pensamientos y sentimientos que más se
asocian a la depresión gestacional, destacan la preocupación excesiva por el
nacimiento del bebé, la autoestima baja, la incapacidad para encontrar disfrute en
actividades que antes sí lo creaban, la respuesta pobre a la reafirmación, el uso de
drogas o la desatención al embarazo. La atención psiquiátrica es esencial tras el
diagnóstico de este cuadro y, además, se pueden utilizar diversos antidepresivos
durante el embarazo de forma segura.

Enfermedades infecciosas

Las enfermedades infecciosas son poco frecuentes durante el embarazo, sin


embargo es posible evitarlas. Las más conocida y prevenible es la Toxoplasmosis,
producida por un parásito llamado Toxoplasma Gondii y adquirida por la ingestión de
productos cárnicos crudos o poco cocinados
Menos conocida pero también prevenible es la Listeriosis, producida por una
bacteria (Lysteria Monocytogenes) y transmitida a través de productos lácteos no
pasteurizados contaminados.
El contagio de la gripe es también posible ya que se transmite de persona a persona
al hablar, toser, besar o estornudar. Evitar el contacto humano es posible, pero la
mejor prevención es la vacunación.
El EGB (Estreptococo del grupo B) Es una infección frecuente que puede
transmitirse al bebé en el momento del parto. La provoca una bacteria que habita en
la vagina y en el recto.
Desde 2015, se conoce una nueva infección con efectos desfavorables para el
bebé, transmitida por la picadura de un mosquito portador del Virus Zika.

Patologías en el feto:

A lo largo de las exploraciones ecográficas de una gestación normal, en ocasiones


se detectan anomalías en el desarrollo o la anatomía fetal. Los trastornos fetales
pueden ser adquiridos (como la aloinmunización); genéticos (como la hiperplasia
suprarrenal congénita); o esporádicos (como muchas malformaciones estructurales).
Entre las distintas patologías que se manejan en esta unidad se encuentran:
Anomalías del sistema nervioso. Durante el desarrollo diversos elementos del
sistema nervioso central pueden verse afectados dando lugar a diversas patologías
(hidrocefalias, anomalías de línea media, patología de la maduración cortical,
patología de fosa posterior, espina bífida, etc.).

Cardiopatías congénitas. Se trata de un campo amplísimo con múltiples patologías


(tetralogía de Fallot, transposición de grandes arterias, comunicación
interventricular, canal atrioventricular, etc). Existe la posibilidad de asesoramiento
por parte de cardiólogos especializados en Cardiología Infantil y ecocardiografías
fetales especializadas. La presencia de anomalías específicas de otros órganos y
sistemas (fisuras de labio o paladar, patología torácica y pulmonar, anomalías
digestivas o de pared abdominal, patología nefrourológica, anomalías de miembros,
etc.) son asesorados de forma individualizada por parte de los especialistas
correspondientes (cirujanos maxilofaciales, cirujanos pediátricos, etc.).

Otras anomalías congénitas. La presencia de anomalías específicas de otros


órganos y sistemas (fisuras de labio o paladar, patología torácica y pulmonar,
anomalías digestivas o de pared abdominal, patología nefrourológica, anomalías de
miembros, etc.) son asesorados de forma individualizada por parte de los
especialistas correspondientes (cirujanos maxilofaciales, cirujanos pediátricos, etc.).

Anemia fetal: La anemia es resultado de aloinmunización, infección, trastornos


genéticos o hemorragia fetomaterna. La aloinmunización eritrocítica se deriva de la
transferencia transplacentaria de anticuerpos maternos que destruyen a los
eritrocitos fetales. La aloinmunización genera sobreproducción de eritrocitos fetales
y neonatales inmaduros (eritroblastosis fetal), una enfermedad que ahora se conoce
como enfermedad hemolítica del feto y el recién nacido (HDFN, hemolytic disease of
the fetus and newborn).

Laparosquisis: La laparosquisis es una anomalía congénita de la pared abdominal


que implica una hernia del intestino y en ocasiones del tracto genitourinario a través
de un defecto parietal abdominal, por lo general a la derecha del ombligo.
Consecuencias

Algunas mujeres experimentan problemas de salud durante el embarazo. Estas


complicaciones pueden afectar la salud de la madre, la salud del feto o la de ambos.
Incluso las mujeres que estaban sanas antes de quedar embarazadas pueden tener
complicaciones. Estas complicaciones pueden hacer que el embarazo sea un
embarazo de alto riesgo.

La presión arterial alta: también denominada hipertensión, ocurre cuando se


estrechan las arterias que transportan la sangre del corazón a los órganos del
cuerpo. Esto hace que la presión aumente en las arterias. Durante el embarazo,
esto puede dificultar el pasaje de la sangre hasta la placenta, la cual le proporciona
nutrientes y oxígeno al feto. La reducción del flujo sanguíneo puede enlentecer el
crecimiento del feto y aumentar el riesgo para la madre de trabajo de parto
prematuro y preeclampsia.

Las mujeres que tienen presión arterial alta antes de quedar embarazadas tendrán
que seguir monitoreando y controlando este problema, con medicamentos si es
necesario, durante todo el embarazo. La presión arterial alta que se desarrolla
durante el embarazo se denomina hipertensión gestacional. En general, la
hipertensión gestacional ocurre durante la segunda mitad del embarazo y
desaparece después del parto.

La diabetes gestacional: Ocurre cuando una mujer que no tenía diabetes antes del
embarazo desarrolla la afección durante el embarazo.

Normalmente, con la digestión, el cuerpo transforma parte de los alimentos en un


azúcar llamada glucosa. La glucosa es la fuente principal de energía del cuerpo.
Después de la digestión, la glucosa ingresa a la sangre para proporcionar energía al
cuerpo. Para que la glucosa pase de la sangre a las células del cuerpo, el páncreas
produce una hormona denominada insulina. En la diabetes gestacional, los cambios
hormonales del embarazo hacen que el cuerpo no produzca suficiente insulina o
que no la use con normalidad. En cambio, la glucosa se acumula en la sangre y
causa lo que se conoce como diabetes o niveles altos de azúcar en sangre.
Controlar la diabetes gestacional siguiendo un plan de tratamiento indicado por un
proveedor de atención médica es la mejor manera de reducir o prevenir problemas
asociados con los niveles altos de azúcar en sangre durante el embarazo. Si no se
la controla, puede causar presión arterial alta debido a la preeclampsia y que el
bebé tenga un tamaño muy grande, lo cual aumenta el riesgo de parto por cesárea.

Las infecciones: incluidas algunas infecciones de transmisión sexual (STI, por sus
siglas en inglés), pueden ocurrir durante el embarazo y/o el parto y pueden
ocasionar complicaciones para la mujer embarazada, el embarazo y el bebé
después del parto. Algunas infecciones se pueden transmitir de la madre al bebé
durante el parto cuando el bebé pasa a través del canal de parto; otras infecciones
pueden ser transmitidas al feto durante el embarazo. Muchas de estas infecciones
se pueden prevenir o tratar con cuidados adecuados previos a la concepción,
prenatales y de seguimiento posterior al parto.

Complicaciones con el líquido amniótico. Demasiado o muy poco líquido


amniótico en el saco que contiene al feto puede significar un problema para el
embarazo. Si sobra líquido puede causar demasiada presión en el útero de la
madre, lo que provocaría un parto prematuro. También puede presionar el diafragma
de la madre, lo que le puede causar dificultades respiratorias. Los líquidos tienden a
acumularse en casos de diabetes no controlada, embarazo múltiple, grupos
sanguíneos incompatibles o defectos de nacimiento. La presencia escasa de líquido
puede ser un signo de defectos de nacimiento, retardo en el crecimiento o mortinato.

Sangrado. El sangrado durante la útlima etapa del embarazo puede acarrear


complicaciones en la placenta, una infección vaginal o de cuello del útero, o un parto
prematuro. Las mujeres que sangran durante la última etapa del embarazo pueden
tener un mayor riesgo de perder el feto y experimentar un sangrado excesivo.
Deberá informar inmediatamente a su proveedor de atención médica sobre
cualquier tipo de sangrado que ocurra durante el embarazo.

Embarazo ectópico. Un embarazo ectópico es el desarrollo del feto fuera del útero.
Esto puede ocurrir en las trompas de Falopio, el canal del cuello del útero o la
cavidad pélvica (vientre). La causa de un embarazo ectópico generalmente es el
tejido cicatricial de la trompa de Falopio a raiz de una infección o una enfermedad.
El riesgo de embarazo ectópico aumenta en mujeres que se sometieron a
procedimientos para ligar las trompas, especialmente en aquellas que tenían menos
de 30 años al momento de la ligadura.
Los embarazos ectópicos se presentan en aproximadamente 1 de cada 50
embarazos, y pueden poner en riesgo la vida de la madre. Los síntomas pueden
incluir sangrado vaginal ligero y cólicos. Cuanto más dure el embarazo ectópico,
mayor será la posibilidad de que se rompa una trompa de Falopio. Para confirmar el
diagnóstico, se pueden llevar a cabo análisis de sangre y ecografías. El tratamiento
para el embarazo ectópico puede incluir medicación o la remoción quirúrgica del
feto.

Aborto espontáneo o pérdida del feto. Un aborto espontáneo es la pérdida del


embarazo que se presenta hasta las 20 semanas de gestación. La mayoría ocurre
antes de las 12 semanas. Los abortos espontáneos suceden en alrededor del 15%
de los embarazos, y generalmente se deben a anormalidades genéticas o
cromosómicas.
Usualmente, se presentan luego de la aparición de sangrado vaginal ligero y cólicos
fuertes. Para confirmar un aborto espontáneo, pueden realizarse análisis de sangre
y ecografías. A menudo, el feto y el contenido del útero se expulsan naturalmente.
Si esto no sucede, será necesario un procedimiento llamado "dilatación y raspado".
Este procedimiento se realiza con instrumentos especiales para quitar el embarazo
anormal.
Puede haber una pérdida del feto durante el segundo trimestre, si el cuello del útero
es débil y se abre muy prematuramente. A esto se lo denomina "cuello
incompetente". En algunos casos de cuello incompetente, el proveedor de atención
médica puede ayudar a prevenir la pérdida del embarazo al coser el cuello y
mantenerlo cerrado hasta el momento del parto.

Complicaciones placentarias. En circunstancias normales, la placenta se adhiere


a la pared uterina. Sin embargo, pueden producirse dos tipos de complicaciones
placentarias, que incluyen:
Desprendimiento prematuro de la placenta. Algunas veces, la placenta se separa
de la pared uterina demasiado pronto. A esto se lo llama "desprendimiento
prematuro de la placenta" y puede ocasionar sangrado y menor cantidad de oxígeno
y nutrientes enviados al feto. La separación puede ser total o parcial. Usualmente se
desconoce la causa del desprendimiento prematuro de la placenta. Este
desprendimiento se presenta aproximadamente en 1 de cada 100 nacidos vivos.
El desprendimiento prematuro de la placenta es más común en mujeres fumadoras,
mujeres con hipertensión y/o embarazo múltiple. También se presenta en mujeres
que ya hayan tenido hijos o con antecedentes de desprendimiento prematuro de la
placenta.
Los síntomas y tratamientos para esta complicación dependen del grado de
separación. Los síntomas pueden incluir sangrado, cólicos y sensibilidad abdominal
(vientre). El diagnóstico generalmente se confirma a través de un examen físico
completo y una ecografía. Las mujeres que padecen de esta condición usualmente
necesitan internación. Además podrían tener que dar a luz en forma prematura.
https://ginefem.com/enfermedades-mas-frecuentes-durante-el-embarazo/

https://www.medwave.cl/puestadia/aps/1960.html#:~:text=Son%20las%20enfermeda
des%20o%20alteraciones,tratar%20durante%20todo%20el%20embarazo.

https://www.gynenova.com/embarazo/enfermedades-asociadas-al-embarazo/

https://vivolabs.es/10-enfermedades-comunes-durante-el-embarazo/

https://www.quironsalud.com/hospital-madrid/es/cartera-servicios/ginecologia-obstetr
icia/unidad-obstetricia/diagnostico-prenatal/patologia-fetal

https://accessmedicina.mhmedical.com/content.aspx?bookid=3103&sectionid=2636
68081

https://www.stanfordchildrens.org/es/topic/default?id=complicationsofpregnancy-85-
P04296

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