Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Mariano César Bartolomé (2004) - Conflictos Asimétricos y Nuevas Guerras

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 27

VI Jornadas de Sociología.

Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos


Aires, Buenos Aires, 2004.

Conflictos asimétricos y
"nuevas guerras".

Mariano César Bartolomé.

Cita: Mariano César Bartolomé (2004). Conflictos asimétricos y "nuevas


guerras". VI Jornadas de Sociología. Facultad de Ciencias Sociales,
Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.

Dirección estable: http://www.aacademica.org/000-045/613

Acta Académica es un proyecto académico sin fines de lucro enmarcado en la iniciativa de acceso
abierto. Acta Académica fue creado para facilitar a investigadores de todo el mundo el compartir su
producción académica. Para crear un perfil gratuitamente o acceder a otros trabajos visite:
http://www.aacademica.org.
CONFLICTOS ASIMÉTRICOS Y "NUEVAS GUERRAS"

Mariano César Bartolomé

Universidad del Salvador (Fac.Historia y Letras)

mcbartolomé@hotmail.com

Introducción

Un análisis de la situación y las perspectivas del sistema internacional, en estos

albores del siglo XXI, obliga a prestar especial atención a las cuestiones de

Seguridad internacional. Si este campo de análisis define su agenda en función de

las "amenazas a un orden (entendido como reglas de juego) existente" 1, lo que ha

cambiado en relación al enfrentamiento Este-Oeste es la naturaleza misma de

tales amenazas.

Para comprender en su justa dimensión los alcances de la referida mutación,

resulta conveniente repasar las características más importantes de la Seguridad


Internacional durante la etapa de la política internacional que culminó con la caída

del Muro de Berlín. Esas características las condenso en lo que en este trabajo

denomino "modelo Westfalia" y "modelo Clausewitz".

Nuestro postulado es que, mientras el modelo de conflicto armado moderno

continúa reflejando contenidos clausewitzianos y westfalianos, encarnado en la

idea de Revolución de los Asuntos Militares (vide infra), la realidad indica lo

contrario: la preeminencia de formas de empleo de la violencia que se apartan

radicalmente de ese modelo. En esta línea, en primer lugar describiremos

brevemente los dos modelos de referencia; segundo, nos dedicaremos a su

erosión y a la aparición de la idea de "asimetría"; en tercer término, nos

enfocaremos en las llamadas "nuevas guerras", como caso paradigmático de

conflictos asimétricos; finalmente, elaboraremos unas breves conclusiones.

Los modelos Westfalia y Clausewitz

Por modelo Westfalia estoy haciendo alusión a los parámetros conceptuales

desarrollados a lo largo de más de tres siglos y medio desde la Paz de Westfalia

en 1648, que consolidan al Estado como actor único (en las perspectivas teóricas

del realismo) o descollante (en las visiones liberales) del escenario internacional.

La traducción de este enfoque en términos de Seguridad Internacional tuvo dos

claras consecuencias directas: por un lado, el Estado monopolizó los roles de

1
MEHROTRA, O.N.: "International Security and Ethnic Crisis", Strategic Review XXIII:2, May 1999, pp.
325-337
sujeto y objeto de la Seguridad; por otra parte, como producto de lo anterior, en el

sistema internacional la dinámica de la seguridad se expresó a través de

relaciones interestatales.

A estas dos consecuencias se le puede sumar una tercera, de aparición más

reciente: la condición de un Estado en materia de seguridad se asociaba, casi con

exclusividad, al poder duro (militar). Esto se constata en la definición que proponía

Stephen Walt: "el estudio de la amenaza, uso y control de la fuerza militar". Por

cierto, quienes adherían a esta óptica rechazaban todo intento de redefinirla,

argumentando que cualquier eventual modificación de la agenda de seguridad

destruiría la coherencia intelectual que se registraba en este campo de análisis 2.

Si la Seguridad del Estado estaba asociada al poder militar, la forma en que éste

era empleado nos remite al modelo Clausewitz, por el cual hago referencia a la

"guerra convencional" entre ejércitos nacionales. El historiador militar Martin Van

Creveld, basándose en el pensamiento clausewitziano, la denomina "guerra

trinitaria" por sus tres componentes esenciales: un gobierno que representa al

Estado, monopoliza la fuerza y la emplea contra otros Estados; un ejército

organizado, que la ejecuta; y un pueblo que permanece al márgen de las

acciones, salvo que sea incorporado al instrumento militar a través de la

movilización3.

2
DEL ROSSO, Stephen: "The Insecure State (What Future for the State?)", Daedalus 124:2, Spring 1995
3
VAN CREVELD, Martin : The Transformation of War, Free Press, New York 1991, pp. 33
La erosión de los modelos y la idea de "asimetría"

Hoy, buena parte de los postulados del modelo Westfalia y el modelo Clausewitz

han quedado perimidos. Esta caducidad relativa ha sido el resultado de la

interacción de diversos factores, que escapan al alcance del presente trabajo. Sí

nos interesa, en cambio, destacar que los parámetros conceptuales que

constituyeron el tradicional abordaje westfaliano han dejado lugar a nuevos

abordajes a la Seguridad Internacional donde:

 Existen otros actores-sujetos de la Seguridad, amén del Estado

 Existen otros actores-objetos de la Seguridad, amén del Estado

 Las cuestiones de Seguridad pueden plantearse en términos

transnacionales

 Los poderes blandos adquieren una jerarquía, en materia de Seguridad,

equivalente a la del poder duro

¿Qué decir, en tanto, respecto al modelo Clausewitz? Que el mismo parece ser

cada vez menos representativo de las formas de empleo de la violencia que se

registran en la post Guerra Fría. Es interesante notar que, particularmente a partir

de la Guerra del Golfo, existe una vasta literatura según la cual el paradigma de

los futuros conflictos armados serán guerras trinitarias caracterizadas por un

intensivo empleo de tecnologías de vanguardia; en particular, de Tecnologías de la

Información (TI).
Esta orientación se refleja actualmente en el empleo intensivo del concepto

"Revolución de los Asuntos Militares" (RMA). En forma atemporal y

descontextualizada de las actuales circunstancias, ha sido definida por

Krepinevich de la siguiente forma: "lo que ocurre cuando la aplicación de nuevas

tecnologías en un número significante de sistemas militares se combina con

conceptos operacionales innovadores y adaptaciones a la organización, en una

manera tal que se altera fundamentalmente el carácter y conducta del conflicto (...)

haciéndolo a través de un dramático incremento en el poder de combate y la

efectividad militar de las Fuerzas Armadas" 4.

Una RMA presupone la continuidad de las guerras trinitarias, sólo que

transformadas cualitativamente, en las cuales ambos contendientes la adoptan,

desarrollando consecuentemente modos de combate similares. Y el hecho es que

la post-Guerra Fría presenta el desafío de emplear el poder militar en "conflictos

asimétricos". En estos conflictos, la respuesta de uno los protagonistas frente a su

oponente no enfatiza en la búsqueda de una paridad de fuerzas, sino en el empleo

de tácticas no convencionales; desde el punto de vista de las Fuerzas Armadas,

esa forma de operar es percibida como profundamente diferente a la que orientó

su organización y el desarrollo de sus sistemas de armas.

4
KREPINEVICH, Andrew: "Cavalry to Co mputer: The Pattern of Military Revolutions", en Strategy and
Force Planning Faculty: Strategy and Force Planning. Naval War College, Newport 1997, pp. 430-446
En este sentido, podemos decir que en las guerras convencionales, derivadas del

modelo Clausewitz, los Estados beligerantes "buscan la disimetría pero no la

asimetría". La diferencia es clara: la disimetría indica una diferencia cuantitativa

entre fuerzas beligerantes, o Estados; la asimetría, en cambio, subraya las

diferencias cualitativas en los medios empleados, en el estilo y en los valores 5. Así

queda plasmado en la definición de asimetría que propone Max Manwaring:

"Actuar, organizar y pensar de manera diferente al oponente, en orden a

maximizar ventajas de uno mismo, explotar una debilidad del oponente,


6
retener la iniciativa, y/o ganar mayor libertad de acción "

Nuevas guerras

En los últimos años, novedosos abordajes a la Seguridad Internacional centraron

su atención en el cambio de morfología de la violencia en conflictos que, en tanto

suelen involucrar entre sus protagonistas al Estado y al menos un actor subestatal,

son asimétricos. Estos conflictos, más allá de sus causas específicas (que varían

de caso a caso), son la manifestación extrema de la erosión de la autoridad del

Estado; su debilidad de representacion; la pérdida de confianza en la capacidad

estatal para responder a las demandas públicas; su ineptitud (o falta de voluntad)

gubernamental para regular la privatizacion e informalización de la violencia. Entre

5
BISHARA, Marwan : " La Era de las Guerras Asimétricas", Le Monde Diplomatique (ed. en español) Octubre
2001, pp. 6-7
6
MANWARING, Max: "La Política de Seguridad de EE.UU. en el Hemisferio Occidental: ¿por qué
Colo mb ia? ¿por qué ahora? ¿qué debe hacerse?", Argentina Global Nº 6, Ju lio-Septiembre 2001.
http://www.geocities.co m/globargentina/Manw01.ht m
los autores que han explorado esta temática se incluyen Phillipe Delmas, Lucien

Poirier y Eric de la Maissoneuve (Francia); Ralph Peters (EE.UU.); Martin Van

Creveld (Israel) y Mary Kaldor (Reino Unido).

Para denominar a estos fenómenos, parece útil el concepto que propone Kaldor:

"Nuevas Guerras". Éstas, en la visión de la investigadora británica, borran el límite

-otrora claro- entre "paz" y "guerra". Y pueden ser percibidas como "fallas de

protección", desde el momento en que la legitimidad de las instituciones políticas

está íntimamente ligada a la protección física de los ciudadanos 7.

Independientemente de las causas de s u surgimiento -cuyo análisis no constituye

el objeto de análisis de este trabajo-, pueden agregarse cuatro comentarios a la

cuestión de las Nuevas Guerras, sea o no que se las denomine así:

 En su carácter intraestatal, cuantitativamente constituyen la forma de conflicto

armado más usual de la post Guerra Fría

 Están íntima y directamente relacionadas con el concepto de gobernabilidad

 Su estudio es pasible de ser enfocado desde las teorías que correlacionan el

conflicto y las formas de organización política predominantes en determinada

época.

7
KA LDOR, Mary: Cosmopolitanism and Organised Violence, paper prepared for Conference on "Conceiving
Cosmopolitanism", Warwick, April 2000. The Global Site (www.theglobalsite.ac.uk)
 En el sistema internacional post Guerra Fría, su forma más recurrente de

manifestación ha sido bajo la fisonomía de conflictos de identidad

Predominio cuantitativo en la post Guerra Fría

El empleo de la violencia en los conflictos intraestatales revela formas alternativas

a la guerra convencional interestatal, única aceptada por los modelos westfaliano y

clausewitziano, y porcentualmente la desplaza en el escenario de la post Guerra

Fría. Al contrario de quienes sugieren la consagración en la escena internacional

de los conflictos armados clásicos, ahora enmarcados en una RMA, los conflictos

intraestatales son la forma predominante de empleo de la fuerza en la actualidad.

Durante el primer decenio de la post Guerra Fría el 93,5 % de los conflictos

armados acontecidos en el mundo (101 casos) fueron de naturaleza interna. En

términos absolutos, los años en los cuales se registró mayor cantidad de conflictos

armados intraestatales fueron 1991 (50 casos sobre 51) y 1992 (54 casos sobre

55). Desde un punto de vista porcentual, la mayor participación de los conflictos

intraestatales dentro del total de conflictos armados tuvo lugar en 1993 y 1994,

con una tasa del 100 % (Cuadro 1) 8.

8
Las cifras consignadas para el lapso 1989-1998, fueron tomadas de la investigación desarrollada
conjuntamente por la Universidad de Uppsala y el Instituto Internacional de Investigacion es sobre la Paz
(PRIO) de Oslo. En WALLENSTEEN, Peter & SOLLENBERG, Margareta: “Armed Conflict, 1989 -1998”,
Journal of Peace Research 36:5, September 1999, pp. 593-606
Cuadro 1

CONFLICTOS ARMADOS REGISTRADOS A NIVEL GLOBAL, LAPSO 1989-

1998

TIPO DE 198 199 199 199 199 199 199 199 199 199 TOT

CONFLICTO 9 0 1 2 3 4 5 6 7 8 AL

INTRAESTATAL 43 44 49 52 42 42 34 33 30 32 92

S/PE

INTRAESTATAL 1 2 1 2 4 0 0 1 3 2 9

C/PE

INTERESTATAL 3 3 1 1 0 0 1 2 1 2 7

TOTAL 47 49 51 55 46 42 35 36 34 36 108

NOTA: S/PE: sin participación extranjera / C/PE: con participación extranjera

De todos modos, ni el incremento cuantitativo de los conflictos armados

intraestatales, ni su creciente participación en el universo de conflictos armados

existentes, son notas exclusivas del fin de la bipolaridad. Una mirada atenta

confirma que asistimos a la aceleración de una tendencia iniciada en el siglo 19:

esa centuria mostró un promedio de 18 conflictos armados por década, 65 % de

los cuales eran intraestatales. En el siglo recientemente concluido, ese promedio

de conflictos ascendería a 27 casos por decenio, aunque variaría sustancialmente

su composición cualitativa: los mismos representarían el 80 % de los eventos en


los años 70, llegarían al 90 % en los años 80 y -como se dijo- oscilarían entre ese

porcentaje y un virtual 100 % en los años 90 9.

Gobernabilidad y "Estados fallidos"

Las Nuevas Guerras reflejan cuadros de fragmentación social que fomentan la

proliferación de grupos subculturales. Es decir, sectores sociales con tendencia a

formar sus propias normas y valores, que se aislan a menudo del resto de la

sociedad y acentúan de ese modo su tendencia al particularismo y a la

interpretación parcial de la realidad.

Paralelamente, se incrementan los niveles de anomia social, entendiendo como tal

al debilitamiento de los mecanismos de control normativos e institucionales, de

valores tradicionales y pautas de conducta social 10. O lo que es básicamente lo

mismo, aunque en forma inversa, decae el grado de institucionalidad (concepto

más conocido por su palabra en inglés, governance), en referencia a las normas

abstractas o reglas del juego -formales e informales- que definen los actores, los

procedimientos y los medios legítimos de la acción colectiva 11.

Resulta claro que este escenario afecta negativamente la gobernabilidad,

concepto político que, en lo que podríamos llamar una visión "tradicional" o

9
PASCHA LL, Rod: LIC 2010. Special Operations & Unconventional Warfare in the Next Cent ury, Brassey`s
(US), New Yo rk 1990., p. 17
10
WALDMA NN, Peter: "Anomia social y violencia", en Alan Rouquié (co mp.): Argentina, hoy, Siglo XXI
Ed itores, Buenos Aires 1982, pp. 206-248
11
PRATS CATALÁ, Jordi: " Gobernabilidad y globalización", en Fernando Carr illo Flórez (ed.): Democracia
"estrecha", básicamente consistiría en la capacidad del Estado de contar

simultáneamente con legitimidad y eficacia, condiciones esenciales para

garantizar su existencia. En última instancia, la existencia misma del Estado se

plasma en su posibilidad de ejercer en forma continuada el poder político legítimo

mediante la obediencia cívica del pueblo; contrariamente, en condiciones de

ingobernabilidad, no hay forma de ejercer el poder político ni de controlar los

acontecimientos 12.

Conceptualizaciones más complejas y abarcativas de la gobernabilidad entienden

que ésta no es un atributo del Estado, sino de la sociedad, y que depende de la

capacidad de los gobernantes, los ciudadanos y sus intermediarios para lograr

consensos que hagan posible formular políticas que permitan responder

equilibradamente a lo que la sociedad espera del gobierno 13.

En un punto extremo, la caída de los niveles de gobernabilidad puede producir un

virtual colapso estatal, configurando el escenario que usualmente denominamos

“Estado fallido”, caratulado por algunos analistas como la mayor amenaza a la

estabilidad internacional para los próximos años 14.

en déficit. Gobernabilidad y desarrollo en América Latina , BID, Washington DC 2001, pp. 79-99
12
ARBÓS, Xabier & GINER, Salvador: La gobernabilidad. Ciudadanía y democracia en la encrucijada
mundial, Siglo Veintiuno Editores, Madrid 1996
13
TOMASSINI, Luciano: "Gobernabilidad y políticas públicas en América Latina", en Carrillo Flórez,
op.cit., pp. 45-78
14
WOODWARD, Susan: "Failed States. Warlord ism and `Tribal' Warfare", Naval War College Review LII:2,
Spring 1999; MOORE, W ill & DA VIS, David : Does Ethnicity Matter? Ethnic Alliances and International
Interactions. University of Califo rnia, Institute on Global Conflict and Cooperation (IGCC), Policy Paper
Nº20, June 1995
Un Estado fallido revela una clara incapacidad para mantener la estabilidad en su

territorio, independientemente de la forma consensual o coercitiva que ésta

adopte15. Usualmente se le asignan a esta categoría de unidades políticas seis

características básicas: escasas instituciones estatales en funcionamiento; pocos

o nulos servicios públicos; falta de la autoridad estatal necesaria para adoptar

decisiones que alcancen a todos los ciudadanos; incapacidad del Estado para

ejercer el control físico sobre su territorio; disputa del monopolio legal de la fuerza,

y fragmentación social 16.

En un Estado fallido se rompe el acuerdo de naturaleza contractual que existe

entre la ciudadanía y el aparato estatal, por lo cual este último monopoliza la

violencia. Para algunos investigadores, la pérdida de ese monopolio es el aspecto

más saliente de estos casos. La razón de esta línea argumental es que pueden

emerger nuevos actores con mejor capacidad que el Estado para reestablecer el

orden, en un contexto de relaciones sociales fragmentadas y autoridades frágiles e

informales. Y en la medida en que esos actores no estatales logren restablecer el

orden sobre porciones de territorio, pueden captar la lealtad de la población del

lugar, en base a un tácito acuerdo de reciprocidad.

Respecto a lo antedicho, De la Maissoneuve expresa la gravedad que implica "la

desesperanza de hombres y mujeres que, no teniendo nada que ganar (con la

15
Hablamos de estabilidad consensual cuando está construida en torno a instituciones políticas en
funcionamiento, mientras la estabilidad coercitiva se refiere a situaciones en las cuales el Estado provee a los
habitantes de seguridad física y "órden", aunque al costo de un recorte de las libertades individuales y la
eventual violación a los Derechos Humanos.
16
BAKER, Pauline & AUSINK, John: “State Co llapse and Ethnic Vio lence: Toward a Predictive Model”.
observancia del acuerdo contractual con el Estado), no tendrían tampoco nada
17
que perder (con su rescición)" . Su connacional Edgard Morin se manifiesta en

similar sentido hablando de un "mito del progreso", entendiendo como tal a la

esperanza de un futuro mejor que justifique los padecimientos del presente; y en el

contexto de determinadas culturas políticas, la desaparición de ese mito puede

hacerle perder legitimidad al Estado 18.

Las visiones de estos dos franceses, es descripta sombríamente por Dorff en los

siguientes términos:

"Frustrado por la falta de habilidad de los gobiernos para ayudar, el pueblo

puede alejarse del Estado soberano y abrazar grupos pequeños y más

efectivos. De esa manera, las presiones a favor de la fragmentación a

menudo están relacionadas con la decreciente habilidad del Estado para

responder a las necesidades de sus ciudadanos".

El algunas circunstancias, los Estados fallidos dan lugar a nuevas entidades

políticas, tema éste que retomaremos al hablar de conflictos de identidades (vide

infra). En otros casos, en cambio, el país continúa existiendo oficialmente (siendo

en esto de vital importancia el reconocimiento internacional), o más gráficamente

"persiste", pero sin capacidades concretas.

Parameters, Spring 1996, pp. 19-31.


17
DE LA MAISONNEUVE, Eric: La Metamorfosis de la Violencia. Ensayo sobre la Guerra Moderna, GEL,
Buenos Aires 1998, p.20
18
MORIN, Edgard : " El Mito del Progreso murió", Clarín 5 de septiembre de 1996
La comprensión de ese status ficticio, meramente nominal, que suelen ostentar

muchos Estados fallidos, remite directamente a la cuestión de cómo se crean los

Estados. En este plano, con el tiempo se consolidaron dos escuelas teóricas

sobre su conformación y reconocimiento: la teoría declaratoria y la teoría

constitutiva (uno de cuyos principales referentes es el jurista Ha ns Kelsen).

Ambas le otorgan una capital importancia a cuatro factores capitales: un territorio

definido, una población permanente, un gobierno efectivo y la capacidad de

establecer relaciones con otros Estados.

Para la teoría declaratoria, la satisfacción de los referidos elementos hace que

una entidad pueda ser considerada un Estado, independientemente de la acción

que tome la comunidad internacional. Para la teoría constitutiva, en cambio, esas

condiciones son necesarias pero no suficientes, debiendo agregarse a las mismas

el reconocimiento de la entidad como Estado, por parte de la comunidad

internacional. Dicho en otros términos, mientras para la teoría constitutiva la

consagración de un Estado es un hecho legal, para la teoría declaratoria es un

hecho fáctico y natural.

Estas dos escuelas dan lugar a sendas concepciones diferentes de la soberanía,

pudiendo ésta ser positiva o negativa. La soberanía positiva repara en la cuestión

de las capacidades de los Estados, pues considera que el reconocimiento legal y

formal es insuficiente. En cambio, la soberanía negativa sólo es contemplada por

la teoría constitutiva; es decir, una condición legal y formal, por lo cual se admite o
decide la existencia de Estados (y de gobiernos) incapaces de avanzar como

tales por sí mismos 19. Otra forma en que se han explicado las diferencias entre las

dos tipologías es señalando que el status de soberanía es negativo cuando es

otorgado desde el exterior, correspondiendo los límites y formas del nuevo Estado

a una decisión exógena; en tanto, es positiva la soberanía cuando el nuevo

Estado accede a la misma sustentado en sus propias acciones, sin contar con la

ayuda inicial de la comunidad internacional 20.

El apego irrestricto a la soberanía positiva comienza a ser dejado de lado luego

de la Segunda Guerra Mundial, a caballo de los procesos de autodeterminación y

de descolonización. En esos momentos el deseo o la aquiescencia de las

potencias coloniales de reconocer a nuevos Estados impulsados por tendencias

etnonacionalistas se transforma en un criterio más importante que su grado de

organización y su forma de funcionamiento interno; el principio de no intervención,

de hecho, auspiciaba este desentendimiento.

De esa manera, la persistencia de un Estado fallido como miembro de la

comunidad internacional sólo es entendido a partir de la teoría constitutiva, con

predominio de soberanía negativa, soslayando otros factores domésticos.

Conflictos de nueva generación

19
ECKERT, A my: The Construction of States in International Politics, International Studies Association
(ISA), 40 th Annual Convention, Washington DC February 1999
20
HOLM, Hans-Henrik: The Responsibility That Will Not Go Away: Weak States in the International System,
paper prepared for Failed States and International Security: Causes, Prospects and Consequences, Purdue
University, West Lafayette, February 1998
Si las llamadas Nuevas Guerras están asociadas a la erosión del poder del

Estado, y este desgaste no es inconexo de desafíos exógenos, entonces aquellas

constituyen una "nueva generación" de conflictos, enraizados en las

características de la época.

De la Maissoneuve, por ejemplo, habla de "revoluciones estratégicas" que se

vinculan con la forma predominante de expresión de la violencia organizada; por

eso, también se refiere a ellas como sucesivas "metamorfósis de la violencia"

(concepto que dá nombre a su principal obra en español).

La primera de esas revoluciones estratégicas tiene lugar en el Renacimiento, de la

mano de la aparición de la pólvora, elemento éste que le brinda a las potencias de

entonces los medios para satisfacer su sed de poder y riquezas. Por imperio de

las circunstancias, surgen los ejércitos regulares y permanentes, dotados de una

compleja organización, cuya manutención exige recursos (financieros, logísticos,

humanos) que sólo puede proveer una administración centralizada. Así, la

revolución militar renacentista, caracterizada por la aparición del arma de fuego y

la constitución de ejércitos regulares, incide de manera directa en la conformación

del Estado moderno.

Hoy, al cabo de otras revoluciones, el Estado moderno pierde el control de una

violencia que abandona el formato de la guerra convencional y simétrica, para

tornarse multiforme. Este hecho demanda un aggiornamiento estatal que, de no


llevarse a cabo, podría producir un colapso de esa institución política. En este

punto, De la Maissoneuve detecta una paradójica inversión de factores: las

amenazas que permitieron que los Estados se "hicieran" en una adversidad

designada podrían, más de dos siglos después y con nuevas formas, llevarlo a
21
"deshacerse" .

Si, como anticipáramos, las Nuevas Guerras constituyen una "nueva generación"

de contiendas armadas, cuya lógica es indisociable de las características de la

época, para algunos son conflictos de cuarta generación.

La idea de conflictos de cuarta generación, bastante popularizada en los últimos

años, se desprende de un desarrollo teórico difundido inicialmente desde las

publicaciones del Marine Corps estadounidense. Uno de los primeros trabajos en

la materia, aparecido en las postrimerías de la década del ´80, asocia este

concepto a la transición en la morfología bélica registrada durante el Siglo XX,

identificando dos grandes hitos que marcan el final y el inicio de tres generaciones

de conflictos: en el primer hito, el incremento del poder de fuego, aunado al

desarrollo del arte táctico, decretan que el poder de fuego masivo reemplace al

poder humano masivo tácticamente pobre; en el segundo, al poder de fuego se le

suma una mayor movilidad. Secuencialmente, cada una de las tres generaciones

identificadas genera una ampliación del campo de batalla y de la capacidad de

maniobra del contendiente.

21
DE LA MAISONNEUVE, op.cit., pp. 32-34 y 152
En esta línea de pensamiento, los conflictos de cuarta generación reconocen

como campo de batalla a la Sociedad en su conjunto (y a su cultura), buscando su

implosión. Estos eventos no reconocen límites claros entre guerra y paz, o entre

combatientes y no combatientes, ni permiten identificar con precisión los frentes

de batalla. Son eventos signados por una gran dispersión geográfica y valorizan,

en mayor medida que en cualquier generación anterior, el rol de las operaciones


22
psicológicas y el manejo de los Medios de Comunicación Social .

Otra concepción de los conflictos de cuarta generación también asocia esta idea a

una transición en la morfología bélica, pero abarca un perído que excede

holgadamente el Siglo XX y toma elementos de la Ciencia Política, en el marco de

la Teoría de las Épocas de la Guerra. Ésta postula que la evolución de la guerra

se basa en la aparición de nuevas formas de combate que desafían a aquellas

consideradas aceptables por las instituciones políticas vigentes en el momento y

que, pese a ser rechazadas por criminales o moralmente corruptas, persisten y se

consolidan debido a que reflejan cambios más profundos, referidos a la

organización social de los individuos. En otras palabras, la evolución de la guerra

está signada por sus cambios de paradigma.

Desde esta perspectiva, como puede observarse en el Cuadro 2, la actual

incompatibilidad entre los conflictos convencionalesa y las nuevas formas de

violencia debe ser entendida como el tercer desafío histórico a la tradición bélica

22
LIND, William; SCHMITT, John; SUTTON, Joseph & WILSON, Gary: "The Changing Face of War: into
the Fourth Generation", Marine Corps Gazette October 1989, pp. 22-26
de Occidente, tras la aparición de la caballería liviana y de las armas de fuego,

dando lugar a una cuarta época (vg. generación) de la guerra 23.

Un trabajo relativamente reciente califica como conflictos de cuarta generación a

conflictos asimétricos, generados a partir de la pérdida del monopolio de la fuerza

por parte del Estado, caracterizados por contextos políticos volátiles; entre sus

manifestaciones estarían incluídos el terrorismo y el crimen organizado, tanto en

sus formas tradicionales como en sus últimas versiones, aunque las futuras

fisonomías de los conflictos de cuarta generación aún permanecerían no

identificadas24.

Cuadro 2

TEORÍA DE LAS ÉPOCAS DE LA GUERRA

FORMA DE APARICIÓN
ÉPOCA ORG. DESAFÍO

23
La Teo ría de las Épocas de la Guerra habría sido concebida en 1987 por Lindsay Moore y aplicada
posteriormente en Robert Bunker, "The Transition to Fourth Epoch War," Marine Corps Gazette Nº 78,
September 1994, pp. 20-32; el presente trabajo se basa en BUNKER, Robert: “Epoch al Change: War Over
Social and Political Organization”, Para meters, Su mmer 1997, pp. 15-25
24
WILSON, G.; BUNKERS, F & SULLIVA N J.: Anticipating the Nature of Next Conflict, Emergency
Research Response Institute (ERRI), February 19, 2001. http://www.emergency.com/ Emergent-thrts.htm
SOCIAL COMBATE DEL DESAFÍO

VIGENTE VIGENTE

Clásica Imperio Legiones de Insurgentes Fines del siglo

Infantería montados IV a inicios del

(Caballería siglo VIII

Liviana)

Medieval Reinos Caballería con Mercenarios Mediados del

Feudales armas de con armas de siglo XIV a

puño fuego mediados del

(arcabuces) siglo XVII

Moderna Estado Fuerzas Insurgentes Desde fines del

Armadas no estatales siglo XX-

estatales

Conflictos de Identidad

En épocas de la post Guerra Fría, la principal forma de manifestación de las

llamadas Nuevas Guerras está constituida por conflictos de identidad; más

específicamente, por conflictos armados intraestatales de raíz étnica.


Aunque no es objetivo de este trabajo analizar in extenso a los conflictos

intraestatales, tema que hemos abordado en varios trabajos anteriores 25,

recordemos que éstos comenzaron a proliferar desde fines de la Guerra Fría y

rápidamente escalaron horizontal y verticalmente 26. Así, el fin de la bipolaridad fue

un momento en que el sistema internacional experimentó tendencias opuestas y

simultáneas; una rara circunstancia que alguien describió como “la coexistencia de

la Fusión y la Fisión”: fusión hacia mayores niveles de diálogo y entendimiento, y

fisión de Estados y sociedades enteras, que se fragmentaban y desintegraban 27.

Estos eran acontecimientos excepcionales para el sistema internacional pues, tras

el proceso de descolonización que siguió a la Segunda Guerra Mundial, no se

habían registrado procesos separatistas exitosos, con la única excepción de

Bangladesh en 1971. En todo caso, lo que se había observado durante la época

del enfrentamiento bipolar era lo opuesto, es decir anexiones: Goa por la India;

Timor Oriental por Indonesia; Gaza, Cisjordania y Jerusalem Oriental por Israel y,

desde cierto punto de vista, Vietnam del Sur por Vietnam del Norte.

Esta amenaza no tenía visos de decrecer en el corto y mediano plazos, sino todo

lo contrario, en lo que se configuraría como una ruptura del "principio del

25
Ver BARTOLOM É, Mariano: "Conflictos intraestatales de raíz étnica: factores de incidencia,
gobernabilidad y opciones posibles", Boletín de la Sociedad Argentina de Análisis Político Nº 10, otoño 2000,
pp. 7-36. Y BA RTOLOM É, Mariano: "Un enfoque alternativo al “determinismo polemológico” predo minante
en la post Guerra Fría", en Adolfo Koutoudjián (comp.): Geopolítica y Globalización. Estado-Nación,
autodeterminación, región y fragmentación, Eudeba, Buenos Aires 2001, pp. 95-147
26
Hablamos de escalada vertical en relación a un incremento en la magnitud e intensidad de la violencia
emp leada, en términos de destrucción material y muerte; los límites que se violan son de natura leza legal y
social. Cuando nos referimos a escalada horizontal, hacemos referencia a la expansión de los límites
geográficos de un conflicto; los límites que se violan son de naturaleza territorial.
umbral" 28. Un diagnóstico de la situación global efectuado por Daniel Patrick

Moynihan ante el periódico New York Times se inscribe en esta óptica: en las

próximas décadas podría asistirse a la aparición de unos 50 nuevos Estados-

Naciones, la mayoría de ellos como producto de graves colapsos estatales con

empleo de la violencia 29, sin descartarse que algunas de las nuevas unidades

estatales se subdividan a su vez en otras menores ("efecto matrozka"). En sentido

similar, François Thual no descartaba que el siglo XXI se constituya en la centuria

de la balcanización política del planeta y la tribalización del mundo 30.

Apreciaciones como las de Moynihan y Thual cuentan, a simple vista, con un

argumento a favor, que es precisamente la diferencia existente entre la división

política mundial y la distribución de etnias en la superficie del planeta. Resultado

de este contraste, aproximadamente el 40 % de los Estados existentes encierran

en sus fronteras cinco o más grupos étnicos claramente identificables, mientras en

el otro extremo del espectro sólo un 20 % de los Estados registran ad intra cierta

homogeneidad étnica. El reflejo de estos datos es que aproximadamente un sexto

de la población mundial pertenece a grupos étnicos que son minoritarios en sus

27
SOLOM ON, Hussein: Towards the 21 st Century: A New Global Security Agenda?, Institute of Security
Studies (ISS), Occasional Paper Nº 6, South Africa, June 1996
28
"Principio del umb ral". Así denomina Hobsbawn a la idea desarrollada inicialmente por la escuela histórica
de economistas alemanes del siglo XIX para determinar la v iabilidad de una nación. Una nación, para ser
considerada como tal, t iene que ser del tamaño suficiente como para formar una unidad de desarrollo que
fuese viable. Por debajo de ese umbral, no tenía justificación histórica. Esta lectura ben eficia a los Estados de
gran tamaño (Grossstaaten) y propone la constitución de un sistema político internacional formado por
grandes Estados (Grossstaatenbildung). Así se comprende el sentido negativo con que suele emplearse la idea
de balcanización, y las causas por las cuales países como Lu xemburgo y Liechtenstein fueron considerados
durante mucho tiempo como ano malías sistémicas.
En HOBSBAWN, Eric: Naciones y nacionalismo desde 1780, Crítica, Barcelona 1991, pp. 39-40
29
BAKER & AUSINK, op.cit.
30
TELLO, Angel: " Globalización y conflictos", en TELLO, Angel (comp.): Conflictos y Comunicación en la
Globalización, Ediciones de Periodismo y Co municación, La Plata 1999, pp.109 -110
Estados. En un sentido similar, en tanto los Estados oficialmente reconocidos

rondan las dos centenas, los grupos étnicos existentes se estiman en unos 8 mil.

En definitiva, la forma en que se evalúe el impacto de la aparición de nuevos

Estados en la estabilidad del sistema internacional, dependerá de la manera en

que se aplique un concepto que ya hemos mencionado al hablar de Estados

fallidos: el de soberanía (vide supra). En los procesos separatistas de la URSS y

Yugoslavia se legitimó como Estados a entidades que prácticamente no cumplían

con ningún atributo básico en ese sentido, aunque satisfacían medianame nte

otras condiciones de reconocimiento accesorias, que exigía Occidente. Esta

última opción es la que sombríamente anticipa De la Maisonneuve, quien subraya

los efectos negativos para la seguridad internacional que generaría la

multiplicación de Estados-Naciones, teniendo en cuenta que su limitada viabilidad

los transformaría en futuras fuentes de inestabilidad. De allí su frase "demasiados

Estados corresponden muy a menudo a demasiado poco Estado"31.

Conclusiones

En el campo de la Seguridad Internacional, los tiempos actuales exigen una

flexibilidad analítica que no pueden satisfacer la rigidez westfaliana, ni el modelo

clausewitziano de conflicto armado interestatal.

31
DE LA MAISONNEUVE, op.cit., p. 135
Hoy, las amenazas más importantes a la seguridad de los miembros del sistema

internacional en su conjunto parecen concentrarse menos en disputas armadas

"trinitarias" entre Estados, y más en conflictos asimétricos, de naturaleza

intraestatal, bajo la fisonomía de Nuevas Guerras. Estas contiendas -junto con las

llamadas amenazas transnacionales- no coinciden con los parámetros

conceptuales desarrollados a lo largo de más de tres siglos y medio de duración

de pensamiento estadocéntrico, inaugurado con la Paz de Westfalia.

Tal vez lo más importante (y a la vez lo más preocupante) de esta línea

argumental, en términos de Seguridad Internacional, sea que el Estado moderno

puede no estar preparado para enfrentar esta metamorfosis de la violencia, por la

sencilla razón de no entenderla. La causa de esta incomprensión gira básicamente

en torno a la persistencia de enfoques de la seguridad propios de la Guerra Fría.

De la Maisonneuve explica esta limitación conceptual, en torno a lo que él llama

"amenazas concretas", por la falta de costumbre a considerar como amenazas a la

seguridad a nuevos fenómenos, que sí lo son, al tiempo que se retienen en el

imaginario colectivo viejas amenazas que tal vez ya hayan dejado de serlo. ¿La

razón? La falta de organismos estatales de reflexión estratégica, que lo privan de

la "caja de herramientas intelectual" que le permita entender los cambios. En sus

propias palabras32:

32
DE LA MAISONNEUVE, op.cit., pp. 60, 137-140, 151-156
"De esta manera, todo parece mostrarse como una amenaza, todo salvo lo

que nos habíamos acostumbrado a designar como tal. La amenaza era

extranjera, es interna; era militar, se volvió civil; era a menudo visible y burda,

es vaga e insidiosa; estaba perfectamente localizada, no está en ningún lado

y está en todas partes; nos reforzaba y nos unía, nos debilita y nos

divide...pero todo eso esencialmente es porque no nos animamos a llamarla

por su nombre".

Lo que el pensador galo sugiere entre líneas, en el párrafo precedente, es un

círculo vicioso: la aparición de nuevas formas de expresión de la violencia,

heterogéneas e híbridas, desafía la capacidad de comprensión de un Estado

acostumbrado a pensar en términos tradicionales; frente a ese desafío, su

respuesta reside en ignorar o subestimar cualitativamente los factores de cambio,

manteniéndose en su posición de siempre; finalmente, la falta de aggiornamiento

del Estado a la nueva situación le impide lidiar con la misma de manera efectiva,

facilitando que las nuevas formas de expresión de la violencia aumenten,

recomenzando el ciclo.

Los únicos damnificados, en esta dinámica, serían el Estado, la sociedad y los

individuos que la componen. Por eso, desde el punto de vista prescriptivo,

concluimos este trabajo sugiriendo la conveniencia de flexibilizar los enfoques

clausewitzianos y westfalianos vigentes, complementándolos con nuevos puntos

de vista que subrayen el carácter asimétrico e intraestatal que predomina en los

conflictos armados contemporáneos; que tengan en cuenta los vasos


comunicantes que se observan entre esos factores y la gobernabilidad; y, en cada

caso, que identifique los clivajes de este escenario en identidades étnicas y/o

religiosas.

También podría gustarte