Desierto
Desierto
Desierto
1ra semana(Esperanza)
“Estén despiertos”
Reflexión
La Palabra de Dios nos convoca en este primer domingo del tiempo de Adviento,
tiempo de la espera, tiempo de la preparación, tiempo de la conversión a la venida
del Señor que viene lleno de poder, lleno de gozo, lleno de esplendor, lleno de
fuerza, lleno de Luz.
Muchos hoy crucificados por el dolor, por la pena, por la angustia, por la soledad,
otros privados de libertad, y tantos otros que caminan sin rumbo, sin saber dónde
está el Señor.
2da semana(Conversión-fe)
Reflexión.
Juan Bautista que proclama el desierto y hace invitación a la conversión.
“Conviértanse porque el Reino de los Cielos esta cerca”. Esta predicación de Juan
Bautista tiene que ver con un bautismo del arrepentimiento, un bautismo de la
conversión. Sobre todo, marcando un nuevo camino para aquellos que se acercan a
recibir la gracia del bautismo. Pero Juan Bautista al encontrarse en la fila, a los
Fariseos y saduceos les aclara y les dice, con un término muy fuerte: “raza de
víboras quién les enseño a escapar de la ira de Dios que se acerca, produzcan
frutos de una sincera conversión”.
San Juan Bautista se refería a los escribas y fariseos de este modo porque
seguramente entendían que no había una conversión profunda. Seguramente veían
ellos que no había un deseo de cambio, un deseo para ser verdaderos hijos de
Dios. Como dice el evangelio: “verdaderos hijos de Abraham”. Sin embargo,
después el relato sigue más abajo y pone de manifiesto lo que indica esta propuesta
de Juan Bautista y lo usa con la imagen del hacha puesta en la raíz de los árboles,
aquel que no da frutos serán cortados y aquellos que frutos producirán mucho más
y, sobre todo, mientras va relatando estas imágenes habla, sobre todo, de la
grandeza de Jesús y del nuevo bautismo que nos dice Jesús. Si bien el bautismo de
Juan, es el bautismo de la conversión, el bautismo de Jesús es a través de la fuerza
del Espíritu Santo y por medio del fuego del amor de Dios. Es la novedad que trae
Jesús, un bautismo de la paz, un bautismo del amor, un bautismo de la misericordia,
un bautismo que de alguna manera nos hace sentirnos hijos en el Hijo.
Durante este tiempo pensemos, cómo esta nuestro corazón si realmente estamos
pidiendo al Señor que nos convierta desde lo profundo. Si realmente estamos
aprovechando este tiempo para encontrarnos con el Señor y, sobre todo, y
queremos y estamos dispuestos a renovarnos a través de la fuerza del Espíritu
Santo que le da fuego y le da calor a nuestro corazón. Y de alguna manera nos
invita anunciar el Reino de Dios y su justicia.
Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Éste vino como testigo,
para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la
luz, sino testigo de la luz.
Éste es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron desde
Jerusalén a unos sacerdotes y levitas para preguntarle: “¿Quién eres tú?” Él
reconoció y no negó quién era. Él afirmó: “Yo no soy el Mesías”. De nuevo le
preguntaron: “¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?” Él les respondió: “No lo soy”. “¿Eres el
profeta?” Respondió: “No”. Le dijeron: “Entonces dinos quién eres, para poder llevar
una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?” Juan les contestó:
“Yo soy la voz que grita en el desierto: ‘Enderecen el camino del Señor’, como
anunció el profeta Isaías”.
Los enviados, que pertenecían a la secta de los fariseos, le preguntaron: “Entonces
¿por qué bautizas, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?” Juan les respondió:
“Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen,
alguien que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle las correas de
sus sandalias”.
Esto sucedió en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan bautizaba.
Reflexión
La lectura presenta a Juan como precursor del Mesías, Juan el Bautista fue enviado
por Dios con la misión de ser testigo de la luz que es Cristo y sin afán alguno de
privilegio. El Evangelio comienza reconociendo inmediatamente a aquél que está por
venir como la Luz y a Juan Bautista como un testigo de esta luz.
Sin embargo ¿Estoy dispuesto a dar testimonio de mi fe en Cristo sin importarme las
consecuencias?, nosotros estamos llamados a llevar la luz de la verdad a quién no la
conoce, pero sabemos que hoy en día los jóvenes no tienen un corazón dispuesto a
hablar de Dios la mayoría tiene miedo o vergüenza de ser juzgados, de ser tachados
de tener ideas y creencias conservadoras, anticuadas y aburridas, es por ello que
decidimos evadir el tema, pero recuerden que como dice el evangelio de mateo
“Pero cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré
delante de mi Padre que está en los cielos”, es por eso que yo les exhorto a que no
temamos a hablar con la verdad, no temamos a predicar la palabra del señor, ya que
nuestras obras serán recompensadas en el reino de los cielos.
¿Vivo en la Luz y trato de ser luz para todos a mi alrededor?
Es momento de cuestionar cómo estoy viviendo mi fe, qué tan congruente son mis
acciones con lo que intento predicar, ¿acaso estoy conforme con la persona que soy
actualmente? ¿Qué quiero mejorar acerca de mí? Si queremos imitar a Jesús ¿qué
sería lo primero que deberíamos hacer? Saber cómo es Él, y por ello, la necesidad de
alcanzar un conocimiento profundo de Su persona. Les invito a cuestionar que debo
cambiar para ser vivir en luz y ser luz para los demás.
4ta semana(Paz)
Reflexión
Tanto María como José hicieron nuevas las cosas porque se dejaron influenciar por
Dios. No tuvieron miedo a lo que los demás les dijeran y muchos menos se
quedaron en la frase: “Siempre se ha hecho así”. Hicieron nuevas las cosas y así
nuestro Salvador puso su morada en medio de nosotros. La novedad de Dios trae
fruto abundante.
Seamos como María y José, siervos buenos y obedientes ante la voluntad de Dios,
no temamos al futuro que está por venir, aprovechemos este tiempo de esperanza y
conversión, para preparar su llegada, estemos atentos y en vela porque vendrá a
nuestra vida, ven señor Jesús.