05 La Resurrección de La Carne
05 La Resurrección de La Carne
05 La Resurrección de La Carne
«Así como en primavera los rayos del sol hacen brotar y abrir las yemas
en las ramas de los árboles, así también la irradiación que surge de la
resurrección de Cristo da fuerza y significado a toda esperanza humana, a
toda expectativa, deseo, proyecto.
Por eso, todo el universo se alegra hoy, al estar incluido en la primavera
de la humanidad, que se hace intérprete del callado himno de alabanza
de la creación. El aleluya pascual, que resuena en la Iglesia peregrina en
el mundo, expresa la exultación silenciosa del universo y, sobre todo, el
anhelo de toda alma humana sinceramente abierta a Dios, más aún,
agradecida por su infinita bondad, belleza y verdad 'En tu resurrección,
Señor, se alegren los cielos y la tierra'».333
* Evocación bíblica
- AT: Notamos un movimiento progresivo de pensamiento
acerca d e la fe en la resurrección. Elementos de la preparación creyente
a la verdad de la resurrección:
«Que nos digan los que afirman lo contrario, es decir, los que
contradicen a su salvación.
¿en qué cuerpo resucitarán la hija muerta del gran sacerdote, y el hijo de
la viuda al que llevaban muerto cerca de la puerta de la ciudad, y Lázaro
que había estado ya en la tumba cuatro días? Evidentemente, en aquellos
mismos cuerpos en que habían muerto; porque s no hubiera sido en
aquellos mismos, no habrían sido ya estos muertos los mismos que
resucitaron». .
-Nuevo Testamento.
Evocación cristológica.
Él era uno con la Vida indestructible y, por tanto, podía dar su vida
dejándose matar, pero no podía sucumbir definitivamente a la muerte: en
concreto, en la última Cena anticipó y aceptó por amor su propia
muerte en la cruz, transformándola de este modo en entrega de sí, en el
don que nos da la vida, nos libera y nos salva.
,
Así pues, su resurrección fue como una explosión de luz, una explosión
de amor que rompió las cadenas del pecado y de la muerte. Su
resurrección inauguró una nueva dimensión de la vida y de la realidad,
de la que brota un mundo nuevo, que penetra continuamente en nuestro
mundo, lo transforma y lo atrae a si».
Notamos que siempre nos encontramos con la iniciativa del Resucitado,
con el proceso de reconocimiento por parte de los discípulos, «que había
elegido», con la misión que los convierte en testigos de los que «oyeron
y vieron con sus propios ojos y tocaron con sus propias manos». La
experiencia pascual - objetiva y subjetiva al mismo tiempo, por la fuerza
del encuentro entre el Viviente y los 'suyos', se presenta co1no
experiencia transformante:
«Jesús muestra a los discípulos las llagas de las manos y del costado,
signos de lo que sucedió y que nunca se borrará: su humanidad gloriosa
permanece «herid,1». Este gesto tiene como finalidad confirmar la
nueva realidad de la Resurrección: el Cristo que ahora está entre los
suyos es una persona real, el mismo Jesús que tres días antes fue clavado
en la cruz.
Por tanto,
Implicaciones escatológicas.
Cuando Jesús habla del Reino de Dios, lo describe como una comida de
bodas, como una fiesta con amigos, como el trabajo· que hace que la
casa esté perfecta: es la sorpresa que hace que la cosecha sea más rica
que la siembra. Tomar en serio las palabras evangélicas sobre el Reino
permite que nuestra sensibilidad disfrute del amor activo y creador de
Dios, y nos pone en sintonía con el destino inédito de la vida que
sembramos. (... )
En efecto,
«Pudo Dios librarnos por otra vía que por la pasión y la resurrección de
Cristo; pero, una vez que decretó librarnos de ese modo, es evidente que
la resurrección de Cristo es causa de nuestra resurrección»; «La
resurrección no es propiamente hablando, causa meritoria de nuestra
resurrección, pero es causa eficiente y ejemplar.
* El Magisterio
«Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que
crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna». En estas palabras del
evangelio de san Juan el don de la vida eterna constituye el fin último del
plan de amor del Padre. Ese don nos permite tener acceso, por gracia, a la
inefable comunión de amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: «Ésta es
la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú
has enviado, Jesucristo».
La vida eterna, que brota del Padre, nos la transmite en plenitud Jesús en
su Pascua por el don del Espíritu Santo. Al recibirlo, participamos en la
victoria definitiva que Jesús resucitado obtuvo sobre la muerte.
«Lucharon vida y muerte - nos invita a proclamar la liturgia - en
singular batalla y, muerto el que es la Vida, triunfante se levanta»
(Secuencia del domingo de Pascua). En ese evento decisivo de la
salvación Jesús da a los hombres la vida eterna en el Espíritu Santo.
·
Así, en Cristo, «todos resucitarán con los cuerpos de que ahora están
revestidos», pero nuestro cuerpo se transfigurará en cuerpo glorioso, en
«cuerpo espiritual». San Pablo, en la primera carta a los Corintios, a los
que le preguntan: «¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo
vuelven a la vida?» responde usando la imagen de la semilla que muere
para abrirse a una nueva vida:
En la Eucaristía Jesús nos da, bajo las especies del pan y del vino, su
carne vivificada por el Espíritu Santo y vivificadora de nuestra can1e
con el fin de hacemos participar con todo nuestro ser, espíritu y cuerpo,
en su resurrección y en su condición de gloria. A este respecto,
«Cuando Jesús habló por primera vez a los discípulos sobre la cruz y la
resurrección, éstos, mientras bajaban del monte de la Transfiguración, se
preguntaban qué querría decir eso de
«resucitar de entre los muertos». En Pascua Cristo no ha quedado en el
sepulcro, su cuerpo no ha conocido la corrupción; pertenece al mundo de
los vivos, no al de los muertos; Él es Alfa y al mismo tiempo Omega; por
tanto, existe no solo ayer, sino también hoy y por la eternidad.
Pero, en cierto modo, vemos la resurrección tan fuera de nuestro
horizonte, tan fuera de todas nuestras experiencias, que, entrando en
nosotros mismos, continuamos con la discusión de los discípulos: ¿En
qué consiste propiamente eso de «resucitar»? ¿Qué significa para
nosotros? ¿Y para el mundo y la historia en su conjunto? (...)
Pero precisamente la resurrección de Cristo es algo más, algo distinto.
Si podemos usar por una vez el lenguaje de la teoría de la evolución, es la
mayor «mutación», el salto absolutamente más decisivo hacia una
dimensión totalmente nueva, que jamás se haya producido en la larga
historia de la vida y de su desarrollo: un salto a un orden completamente
nuevo.
Por tanto, la discusión que comenzamos con los discípulos comprendería
las siguientes preguntas: ¿Qué ·es lo que sucedió allí? ¿Qué significa eso
para nosotros, para el mundo en su conjunto y para mí personalmente?
También:
«Por su resurrección Jesús supera los límites del espacio y del tiempo.
Como Resucitado, recorre la universalidad del mundo y de la historia (...)
El Señor sufre nuestras angustias junto con nosotros, nos acompaña a
través de la última angustia hasta la luz (...) Vida, muerte y
resurrección de Jesús son para nosotros la garantía de que
verdaderamente podemos fiarnos de Dios. De este modo se realiza su
reino».
«Ahora, Jesús ya no está encerrado en un espacio y tiempo
determinados, sino que su Espíritu, el Espíritu Santo brota de Él y entra
en nuestros corazones, uniéndonos así a Jesús mismo y, con Él al Padre, al
Dios uno y trino (..) Al subir al cielo y entrar en la eternidad Jesucristo fue
constituido Señor de todos los tiempos. Por eso, se hace nuestro
compañero en el presente (..) dejándonos vislumbrar el alba más bella
de toda nuestra vida que de Él irradia, es decir, la resurrección en
Dios. El futuro de la humanidad nueva es Dios (...) El futuro es
Dios.
La Teología
2. Hombre y mujer
..
En la Familiaris consortio, San Juan Pablo II afirmó: « En cuanto e spíritu
encarnado, es decir, alma que se expresa en el cuerpo y cuerpo
informado por un espíritu inmortal, el hombre está llamado al amor en
su totalidad unificada. El amor abraza también el cuerpo humano y el
cuerpo es hecho partícipe del amor espiritual». Creados a in1agen de
Dios, los seres humanos están llamados al amor y a la comunión. Puesto
que esta vocación se realiza de manera peculiar en la unión procreadora
entre marido y mujer, la diferencia entre el hombre y la mujer es un
elemento esencial en la constitución de los seres humanos hechos a
imagen de Dios.
Así pues, también el cuerpo del hombre y de la mujer tiene, por decirlo así,
un carácter teológico; no es simplemente cuerpo, y lo que es biológico en el
hombre no es solamente biológico, sino también expresión y realización de
nuestra humanidad. Del mismo modo, la sexualidad humana no es algo
a11adido a nuestro ser persona, sino que pertenece a él. Sólo cuando la
sexualidad se h a integrado en la persona, logra dar un sentido a sí
misma».
Síntesis dogmática
Y agregaba también: