Vida y Muerte de Sócrates
Vida y Muerte de Sócrates
Vida y Muerte de Sócrates
Sócrates,fundador de la filosofía ática, nació hacia el año 469 a. de J.C., procedente de una
familia humilde perteneciente al demo de Alopece. Su madures coincidió con el gobierno
de Perícles, época conocida como el siglo de oro de Grecia. Atraídos por el esplendor de
Atenas, acudían a ella los personajes más eminentes de la Hélade, llegaban de todas las
regiones de la península, se reunían en el ágora de la ciudad, que era el lugar de los grandes
foros. Allí hacían demostración de sabiduría, les llamaban, los sofistas. Sócrates se
acercaba a ellos para aprender de su ciencia, sin embargo, persuadido de que más bien la
negaban, estudió la dialéctica para combatirlos con sus propias armas.
La juventud dorada de Atenas sentía gran atracción por aquellos sofistas que impresionaban
al publico con sus actitudes teatrales. Se vestían con largo manto de púrpura, como los
antiguos rapsodas, y se presentaban en publico, no para recitar los poemas homéricos, sino
para lucir su destreza en la retórica, como elocuentes oradores que podían defender o
refutar cualquier cosa, con la misma habilidad, mala o buena que fuese, Su arte y su
doctrina la enseñaban a los jóvenes mediante un salario, y llegaban a reunir de este modo
una envidiable fortuna.
Sócrates, en cambio, no pretendía divulgar ninguna doctrina en especial, por que, según
afirmaba insistentemente, lo, único que sabía, era que no sabía nada. Su divisa
reproducía la máxima "conócete a ti mismo", inscrita en el frontón del templo de Delfos,
en la cual resumió la finalidad fundamental de los estudios filosóficos, es decir, la
naturaleza de la virtud y el vicio, el modo conducente a lograr la fuerza del carácter, el
dominio de sí, la justicia para con los semejantes y la piedad hacia los Dioses.
Nuestro filosofo, que no escribió nada, daba sus enseñanzas paseándose por la plaza
publica; trabando conversación con la gente, ponía en juego la ironía, que fingiendo
ignorar, interrogaba. Así como la mayéutica o arte de llevar a sus interlocutores a dar por si
mismo con la verdad. En sus conversaciones, mas bien que transmitir una verdad, insita a
sus discípulos a que indaguen por si mismo, y que en sus reflexiones, aprendan a buscar el
camino de la investigación y de la exactitud, si es que esta ultima existiera como verdad
absoluta.
Sócrates se conquistó con su actitud, entre las almas ruines de sus compatriotas. Odios y
enemistades que, a la postre fueron el motivo fundamental de su condenación. En efecto,
acusado de haber introducido en su patria Dioses nuevos y señalado por sus detractores
como corruptor de la juventud, fue enjuiciado y condenado a beber la cicuta, -brebaje
venenoso que utilizaban los atenienses para ejecutar a los sentenciados a muerte- después
de defenderse en su apología, escrita por Platón y en los últimos momentos de Sócrates,
narrados por su discípulo mas ilustre Fedón.
El pensamiento Socrático, que tan profunda influencia a ejercido en la filosofía de todos los
tiempos, nos es conocido gracias a las obras de Platón y algunos de los escritores de
Jenofontes, particularmente los memorables o conversaciones con su maestro, en la que
este es presentado como un ciudadano probo y piadoso; La apología, destinada a demostrar
la inocencia del filosofo Ateniense y El banquete, relato de una comida durante la cual
expone Sócrates su teoría acerca del amor.
Empieza el alba, la nave de Delos llegaba. Fedón el discípulo más ilustre y querido de
Sócrates, fue el primero en llegar al ágora de Atenas, punto de reunión de los condiscípulos
para despedir en la cárcel, quien fuera en ese momento, su gran maestro, y poder estar con
el en su ultimo día de vida terrenal. Uno por uno van llegando con la tristeza de saber que
verán por ultima vez a su filosofo. El bueno de Apolodoro, Critóbulo y su padre el rico y
generoso Critón, Hermógenes y Epígenes; el cínico Antístenes, que tanto aprenderá en ese
día; Ctesipo y Menéxeno; Simias , Cebes y Fedondas, los tres tebanos; Euclides y Terpsión;
megarenses ambos, el primero creador de esa escuela que sirvió de cenáculo a los
socráticos en el momento de miedo y cobardía que siguió a la muerte del maestro. Todos
están allí. Faltan tal vez algunos cobardes, y Platón está enfermo y no ha podido acudir.
Lo encuentran como era ya una costumbre, sentado en el habitáculo de la prisión, pero esta
vez estaba desatado pues en su ultimo día, el reo recibe consideraciones especiales. Se frota
las piernas, adoloridas por las cadenas que ha soportado en la prisión todo el tiempo en
espera de la ejecución de la sentencia
Su mujer Xantipa, sentada junto a él, prorrumpe en gritos al ver entrar a cada uno de sus
amigos. Son esos gritos que en los países latinoamericanos se oyen siempre, sin ningún
pudor, en los entierros: ¡Ay, Sócrates, que es la última vez que habláis! ¡Ay, que por última
vez ves a tus amigos!
Sócrates no puede sufrirlo más y le ruega a Critón,- que como hombre rico que era se
habría hecho acompañar de sus esclavos-, que se llevasen a la infeliz Xantipa, la cual tenía:
nos dice Platón, a su hijo más pequeño en brazos. Hay que observar que esta conducta no
era entonces tan dura como nos parece a nosotros, ya que la mujer distaba de estar a la
misma altura social que el marido, y, por otra parte, bastaba con que los amigos llegasen
para que la mujer desapareciera, conforme a las costumbres de los atenienses.
Sócrates se incorporó en su asiento, apoyó los pies en el suelo y mirando con estima y
afectividad a sus discípulos empieza su acostumbrada conversación y doctrinaje. Esta
actitud del maestro, muy común en el, y en este caso se trataba nada menos de no confundir
la buena disposición que el tenía para el encuentro de la muerte con el suicidio. No en vano
Sócrates moría en un punto en que el despego del vivir podía convertirse en una peligrosa
epidemia. Era necesario llenar la vida de espontaneidad religiosa, para que no venciese la
muerte.
Es probablemente el Sócrates histórico el que en nombre de la religión tradicional se opone
al misterio que dice que el cuerpo es una cárcel o tumba del alma, y que lo mejor que
podemos hacer es huir de ella y buscar la verdadera resurrección y libertad. Es ética
tradicional, vieja religión, lo que Sócrates en Platón toma del pitagorismo y enarbola como
razón suprema. –Lo Dioses - dice - son nuestros amos; nosotros somos tan suyos como
si fuéramos su rebaño y ellos nuestros pastores. No podemos, pues, disponer de
nosotros mismos ni hacernos daño-.
Era en la religión heredada, donde Sócrates buscaba la razón suprema para resistir a la
desesperación que iba a invadir el alma antigua. Y esto, sin dejar de afirmar,
desconcertadamente, que el filósofo debe acudir gozoso a la muerte. Sus discípulos no
comprenden todavía bien las dos cosas: si la muerte es deseable, ¿por qué no- buscarla? si
no lo es, ¿cómo se explica la serenidad ante ella?
Sócrates estaba aquí, como en todo lo demás de su vida, en un equilibrio tan difícil, que
resultaba incomprensible aun para sus más fieles discípulos. En el fondo, su filosofía
consistía esencialmente en ese desprecio del instinto que nos liga desesperadamente a la
vida.
Platón sabía que había que buscar para Sócrates una razón en su sacrificio, y creyó que lo
mejor era fundamentar su serenidad en la fe en la inmortalidad y en la providencia de los
Dioses. Pero, en realidad, Sócrates no necesitaba esta fe para correr hacia la muerte. Es este
uno de los momentos más extraños en los últimos días de Sócrates. .
Sócrates se exalta. Critón le dice de parte del verdugo que no se excite en la conversación
pues si se acalora, el veneno tardará más en hacer efecto. «No le hagáis caso -dice
Sócrates-, que se ocupe de su menester y que prepare lo que haga falta, aunque sea
ración doble y aún triple »
No es precisamente con base en creencias con lo que Sócrates corre hacia la muerte, sino
privado por el cultivo de la filosofía del instinto que se agarra a la vida. «Los que cultivan
bien la filosofía -dice- , los demás no se dan cuenta de que lo único que cultivan es la
muerte.»
La filosofía socrática se nos descubre en estos momentos últimos como una verdadera
preparación para la muerte. Todo lo que la filosofía socrática tiene aparentemente de vulgar
se convierte en cosa sublime y extrahumana. Tanto que, acentuando mucho lo que se había
iniciado en Pitágoras y en los misterios, y en general en las doctrinas helénicas de
inmortalidad, el alma queda separada del cuerpo.
No cabe duda que este aspecto de Sócrates fue Platón el que mejor lo comprendió y el que
supo recogerlo como herencia. La filosofía se convierte así en una sublimación de la
corriente religiosa purificatoria, se hace la purificadora por excelencia, la que por
anticipado, mientras Dios llega a liberarlo, nos purifica del contacto con el cuerpo. En lo
que no consiste esta pureza es precisamente en la verdad, con lo que la doctrina tiene un
sello intelectualista que revela su origen socrático.
Cuando le preguntan acerca del entierro, Sócrates dice una frase alada como una flecha:
«Como queráis, que no me escaparé de vuestras manos.» Los discípulos sienten crecer
su asombro. Sócrates habla de sus funerales con una calma y una naturalidad que están bien
lejanas de los lamentos de los héroes homéricos.
«Después de hablar así, Sócrates se levantó y pasó a otra cámara para bañarse, y Critón le
siguió, y nos mandó aguardar. Estábamos, pues, hablando unos con otros acerca de todo lo
que se había dicho y repasándolo, y nos lamentábamos de cuán gran desgracia nos había
sobrevenido, en la creencia de que íbamos a pasar el resto de nuestra vida como huérfanos
privados de su padre .
Luego que se hubo bañado y trajeron junto a él a sus hijos y llegaron las mujeres de su casa,
habló con ellos en presencia de Critón y les dió las órdenes que quiso; despidió a las
mujeres y los niños, y vino hacia nosotros. Ya era cerca de la puesta del sol, pues había
gastado mucho tiempo dentro. Llegó ya bañado, se sentó, y no le dio tiempo de hablar
mucho, cuando llegó el servidor de los once y, de pie junto a él, le dijo:
-Sócrates, no pensaré de ti lo que pienso de otros que se enfurecen contra mí y me maldicen
porque les traigo la orden de beber el veneno,según obligan los magistrados .De ti ya he
conocido este tiempo en todo que eres el hombre más noble, paciente y bueno de cuantos
jamás vinieron aquí, y ahora sé bien que no te enojas contra mí, sino contra los culpables,
que ya los conoces, Ahora, pues, como sabes lo que vengo a comunicarte,adiós ,y procura
soportar sencillamente lo inevitable.
Y llorando dio la vuelta y se marchó .
Sócrates, mirándole, dijo:
-Salud también a ti, y yo haré lo -que me dices.
Y luego a nosotros nos dijo: ¡Que amable es! Todo el tiempo solía visitarme y a veces
hablaba conmigo, y era un hombre excelente, y ahora, qué noblemente me llora.
Mas ea, Critón, obedezcámosle, y que alguien traiga el veneno si ya está molido, y si no,
que lo maje el hombre.
Y Critón dijo: Me parece a mí, Sócrates, que todavía está el sol más alto que los montes y
que aún no se ha puesto. Y además sé que otros lo han bebido ya muy tarde después de
recibir la orden, luego de cenar y de beber y de gozar a alguien que acaso les apetecía. No
tengas prisa, que aún hay tiempo.
Y Sócrates dijo: Con razón esos que tú dices lo hacen, pues creen que ganan algo con
hacerlo, y con razón yo no lo haré, pues no me parece que sacaría otro provecho con beber
un poco más tarde que el que se rieran de mí por aferrarme a la vida y andar ahorrando lo
que ya nada es. Así que -dijo- obedeceré y no me desatiendas.
Critón, entonces. hizo una señal al esclavo que estaba cerca, y el esclavo salió, y después de
gastar un poco de tiempo ,volvió acompañado por el que había de dar el veneno, que lo
traía disuelto en una copa. Cuando Sócrates le vio, dijo al hombre: -Vamos, amigo, tú que
sabes de esto, ¿qué es lo que hay que hacer?
-Nada más -dijo- que dar unas vueltas después de beber, hasta que te venga en las piernas
pesadez, y entonces has de acostarte y de esta manera hará su efecto.
Y con esto alargó la copa a Sócrates. Él la tomó, y muy serenamente, sin temblar ni
alterársele ni el color ni el rostro, sino, según solía, mirando de reojo como un toro, al
hombre dijo: -¿Qué dices sobre si con esta bebida es lícito hacer una libación? ¿Se puede o
no?
-Disolvemos, Sócrates, lo que pensamos que es lo justo para beber.
-Comprendo -dijo él-, más es lícito y necesario orar a los Dioses que sea feliz el traslado
desde este mundo hacia allá; lo cual yo les suplico, y así sea. Y diciendo así, aplicó la copa
a los labios y con toda sencillez apuró la bebida. Y la mayoría de nosotros,que hasta
entonces había podido contener el llanto, cuando, vimos que había bebido, ya no pudimos
más y las lágrimas me brotaban con fuerza -cuenta Fedón, el testigo sobre cuya fe lo refiere
Platón- y a hilo, de manera que me hube de cubrir con el manto y gemía por mí mismo, que
no por él, sino por mi desgracia de perder tal amigo. Y Critón aún antes que yo, como no
era capaz de contener las lágrimas, se levantó y salió.
Apolodoro ,que en todo el tiempo anterior no había cesado de llorar ,entonces se puso a
lamentarse y gemir y enfurecerse, y no dejó de quebrantar el ánimo de ninguno de los
presentes, excepto del mismo Sócrates.
Y él dijo: -¿Qué hacéis, hombres desconcertantes? Precisamente por ese motivo despedí a
las mujeres, para que no cometieran estos excesos, pues en verdad tengo oído que se debe
morir en religioso silencio. Así, pues, no alborotéis y conteneos.
Y nosotros al oírle tuvimos vergüenza y retuvimos el llanto. Y él ,después de haber dado
unos paseos, dijo que le pesaban las piernas y se acostó boca arriba, que así le había
mandado aquel hombre, y en seguida, el que le bahía dado el veneno le tocó, y dejando
pasar un poco de tiempo, le examinaba los pies y las piernas, y después le apretó
fuertemente los pies y le preguntó si lo sentía, y él dijo que no. Y después le volvió a tocar
las piernas, y subiendo así, nos mostró cómo se enfriaba e iba poniendo rígido. Y le iba
tocando y dijo que cuando le llegase hacia el corazón entonces se extinguiría.
Ya estaba frío el bajo vientre, cuando Sócrates se descubrió, pues estaba cubierto con un
velo, y dijo y esto fue su última palabra: Critón, a Esculapio le debemos un pagádselo y
no lo descuidéis.
Así será -le dijo Critón-; y mira si tienes algo más que decir.
A esta pregunta que le hizo ya no respondió, sino que después de pasar un poco tiempo se
movió, y el hombre le descubrió, y tenía ya los ojos parados; y viendo esto Critón, le cerró
la boca y los ojos.
Esta fue la muerte de nuestro amigo, hombre del que podemos decir que fue el mejor de
cuantos en su tiempo conocimos y además el más prudente y el más justo.
Ante una injusticia tan grande, se daba expresión con esas historias al afán de venganza de
la muerte de Sócrates. Así surge la leyenda de que los atenienses condenaron la muerte o
desterraron a los acusadores, arrepentidos de su decisión, y en cuanto a Meleto, hasta se
llegó a decir que le condenaron a muerte.
Estas fantasías son tanto más explicables cuanto que ya en Jenofonte se interpreta
tendenciosamente el mal fin del hijo de Anito, como si fuera una especie de castigo por la
iniquidad que cometió el padre del joven contra Sócrates y Antistenes por su parte,
convertido en el vengador oficial de su maestro y contra el que se centran los tiros de los
restauradores pronuncia una frase que debió impresionar: «Las ciudades perecen cuando no
saben distinguir los buenos de los malos.»
Un paso más en las historias vengativas, y surge la de que los de Heraclea expulsaron de su
ciudad a Anito el mismo día que llegó. Era como una maldición que perseguía a los
culpables del crimen. Pero aunque el sentido de la justa venganza quede satisfecho, no hay
que hacerse ilusiones de que todas estas historias sean verdades.
Poco puede añadirse a la sublime prosa platónica, en la que quedó para siempre, como en
inmortal relieve, la última escena de la vida del maestro. La filosofía antigua no supo
conformarse, sin embargo, con el admirable relato platónico, aunque los añadidos no tienen
la menor verosimilitud. Por ejemplo:
Hallamos en la tradición la historia del famoso manto filosófico, de ese manto que fueron
los cinicos los encargados de glorificar y convertir en una especie de hábito o librea del
filósofo.
En este contexto se cuenta que: después de beber la cicuta, Apolodoro quiso ceder al
maestro su hermoso manto para que se acostase sobre él.
«Pero, ¿cómo? -dijo Sócrates-, ¿habrá sido bueno mi manto para vivir y no lo va a ser para
morir?»
Los Cínicos heredarían el manto de la verdadera filosofía socrática.
La muerte de Sócrates, que tan sobria como elevadamente nos ha contado Platón, les
pareció a todos los discípulos, tanto los presentes como los ausentes, hermosa, y la
memoria de sus últimas plática, produjo en todos imborrable impresión. Los más íntimos
entre los discípulos quedaron sorprendidos ante la inaudita serenidad con que no alteró su
vida mientras esperaba la fatal nave de Delos, en estos treinta días de plazo que
prolongaron, con la angustia de los discípulos, pero con la actitud sublime y equilibrada de
este genio pensante.
Solo una pequeña leyenda brota sobre la ignorada tumba de Sócrates. Se cuenta que un
muchacho espartano llegó a Atenas lleno de devoción hacia Sócrates. Cuando se hallaba ya
a las puertas de la ciudad, supo que Sócrates había muerto; preguntó entonces por su tumba,
y cuando se la señalaron, después de hablar con la estela y lamentarse, esperó la noche y
durmió sobre ella. Antes de que amaneciera del todo, besó el polvo de la tumba y se volvió
a su patria.
Pálida leyenda, pero bastante religiosa es, si se piensa que tuvo fuerzas para surgir sobre el
sepulcro de quien con arcaico pesimismo y pleno uso de razón dijo después de ser
condenado a muerte: «Vosotros salís de aquí a vivir; yo, a morir; Dios sabe cuál de las
dos cosas es mejor.»
1. Introducción
2. Reseña histórica de Sócrates
3. Obras principales
4. Aportes
5. Conclusiones
6. Bibliografía
…. ¡Mil Gracias!
Introducción
El segundo período lo abarca la filosofía ática, cuyos exponentes son los sofistas como
Protágoras de Abdara y Georgias de Leontino, el primero sostiene un individualismo
relativístico, donde destaca que el hombre es la medida de todas las cosas, en el segundo
encontramos tres tesis, la primera es que nada existe, la segunda es que si algo por acaso
existiera no podría ser conocido y por último, si pudiera ser conocido, no podría ser
expresado, predicando así un relativismo absoluto, a manera de ejemplo, una pregunta
relativista absoluta sería, ¿el cinco existe?, bueno, ¿el seis existe?, etc. También en este
periodo, aparece la Edad de Oro de la filosofía ática cuyos máximos exponentes son
Sócrates, Platón y Aristóteles. El primero no busca el saber científico, sino conocerse así
mismo, su anhelo es enseñar la virtud, el hombre nunca podrá saberlo todo. Mediante la
dialéctica y la Mayéutica, su búsqueda tiende a inducir lo universal de lo particular y a
mostrar tanto la inconsistencia de los valores comunes como la inmoralidad de algunos
sofistas que cobran por enseñar, por su franqueza y claridad en señalar los males y la
corrupción, fue acusado a envenenamiento. Platón, discípulo de Sócrates, cree firmemente
en la validez e importancia del conocimiento, se destaca por sus ideas políticas y los
derechos de las élites, hace diferencias entre el trabajador común, los soldados y los
gobernantes, estableciendo privilegios, según su estatus. Finalmente Aristóteles, discípulo
de Platón, afirmó que la única realidad existente está basada en la física y el método del
conocimiento científico se lo asigna a la lógica.
El último período de la etapa griega se basará en la filosofía helenístico-romana,
subdividida en cuatro corrientes, la primera referida a los Epicúreos, cuyo representante
será Epicuro de Samos quién a su vez sostiene que el mundo está conformado por átomos,
luego vendrá la corriente de los Estoicos, entre los cuales destaca Zenón de Citio con su
transferencia del conocimiento mediante las sensaciones y luego al alma, también Panecio
de Rodas el cual manifiesta que la filosofía es práctica y no teoría, luego aparecerá Lucio
Anneo Seneca con el concepto central de la ética en la virtud y Marco Aurelio, quién
predica que todo hombre es una parte del mundo y debe, por lo tanto, someterse al todo y
todos deben amarse los unos a los otros. En la corriente de los Escépticos destacan Pirrón
de Elide hace referencia a la inexistencia de la verdad y Timón de Fliunte acepta el hecho
de la imposibilidad de conocer la verdad. Finalmente tenemos la corriente del
Neoplatonismo liderado por Plotino quién acentúa la unidad y la trascendencia de Dios,
afirmó que Dios no es cognoscible por la razón, sino se le puede conocer sólo a través de
una intuición pura y culmina esta corriente con Porfirio de Tiro, criticando los dogmas de la
creación, factible sólo si ama la belleza y logra el éxtasis. A continuación se desarrollará la
vida y obra de Sócrates.Los Autores
Según Guthrie (2003), menciona que Sócrates no escribió ninguna obra y lo que se conoce
de él es por medio de cuatro fuentes, a saber, la mayor parte de lo conocido proviene del
historiador Jenofonte, éste manifiesta lo sabio que era, buscaba el conocimiento y la virtud,
pero podía tocar la vulgaridad cuando era necesario, también encontramos al comediógrafo
Aristófanes quién lo resaltó en su comedia "las nubes" en el año 423 A.C. y destacó las
sátiras e ironías que hacía Sócrates en sus discursos. Uno de los que destaca más una
imagen idealizada e importante de él, es Platón en sus "diálogos", éste aparece como
personaje principal y en su obra "Apología de Sócrates" da una versión del discurso que
Sócrates pronunció en su defensa ante los tribunales atenienses, en el juicio en el que se lo
acusó de corromper a la juventud y de no creer en los dioses de la polis y finalmente
encontramos a Aristóteles, haciendo énfasis en la búsqueda de la felicidad basada en la
virtud, enseñanza esta de Sócrates.
Según Domínguez (2004), nace en la antigua Atenas en el año 469 A.C., hijo del escultor
Sofronisco y de la comadrona Faenarete, después de recibir educación ateniense normal en
música, geometría y gimnasia, practicó las artes de su padre, cuando llegó a la adolescencia
se distanció del taller de su padre. Siendo joven fue a la guerra, como todos los atenienses,
se acostumbró desde temprano a una vida sobria, laboriosa y dura. No le gustaba el lujo, ni
echaba de menos tener riquezas. Participó en varias batallas como soldado de infantería en
la de Samos durante el año 440 A.C., en Potidea en 432 A.C., en Delio en 424 A.C. y su
última batalla fue en Anfípolis durante el año 422 A.C.
Se dice que en su juventud a la edad de 17 años ya tenía una agudeza en sus razonamientos
y su facilidad de expresión, en sus discursos, completándolo con una ironía elegante con la
cual hacia enojar grandes pensadores de su época, incluso, esta forma discursiva será
tomada como provocadora al final de sus años, cuando los jueces lo acusen y lo sentencien
a muerte. Se casó a los 40 años con Jantipa, una mujer de 19 años con un mal genio, quién
puso a prueba su paciencia y moderación en muchas ocasiones, tan era el grado de rebeldía
de la mujer o de impaciencia de ella tenía, que después de haberlo insultado, no había
logrado alterar aquel hombre, logrando según Domínguez (2004), arrojarle desde una
jofaina, agua en la cabeza, sin embargo Sócrates sin perder su serenidad le dijo: "Después
de tanto tronar había de seguir el aguacero" (p.15). Sin embargo, Platón llega a mostrar que
dicha relación matrimonial era normal e incluso buena, además menciona dos hijas y un
hijo en dicha unión.
Sócrates era un hombre de figura corpulenta, con vientre prominente, ojos saltones y labios
gruesos, poco ordenado en su vestimenta, deambulando por las plazas y mercados de
Atenas. Lograba tomar el centro de atención en lugares públicos y le agradaba dialogar con
campesinos, mercaderes y artesanos de los cuales se nutría con el conocimiento popular y
este a su vez le brindaba las herramientas de la lógica para que ellos lo aplicaran en sus
diálogos, muy contrario era cuando se encontraba con gente erudita y con cierto nivel
elevado de conocimiento, aquí él le gustaba desempeñar el rol de ignorante y se dedicaba
solo a preguntar cada cosa conocida que su interlocutor hablaba, luego de tanto preguntar,
dicho interlocutor manifestaba su ignorancia en el tema, así que Sócrates mediante la ironía
y la mayéutica, por medio de un diálogo en el que el filósofo proponía una serie de
preguntas, se daba cuenta y ponía reparos a las respuestas recibidas, de modo que al final
fuese posible reconocer si las opiniones originales de su interlocutor eran una apariencia
engañosa o de un verdadero conocimiento, en cierto modo, le gustaba destrozar a los
egocéntricos eruditos y sabios que encontraba en su camino. (Pérez, 2007).
Sócrates pensó que él debía ser el único que reconocía su ignorancia y fue Querefonte
quién le manifestó lo sabio que era en toda la región de Atenas, así que logró llegar a la
conclusión de que solo hay un bien, el cuál es el conocimiento y solo hay un mal, la cuál
era la ignorancia. Sócrates era un hombre tan superior, que reconoció los dislates y la
falsedad de la Mitología y sin revelación comprendió que no había ni podía haber sino un
solo Dios verdadero. Sócrates fue acusado por Melito ante el Areópago (tribunal), fue
condenado por éste a muerte. Dicha acusación se basaba en que Sócrates no creía en los
dioses oficiales y en corromper a la juventud, basado en sus enseñanzas y discursos, éste
fue condenado a muerte y a beber "La Cicuta", la cuál era una bebida a base del néctar de
esta planta. Sócrates aceptó el veredicto aunque no lo compartió, pero dijo que es mejor
obedecer las leyes aún si uno no está de acuerdo, sus discípulos planearon la fuga de él,
pero no la aceptó. Muere a los 70 años pese haber demostrado su inocencia en el año 399
A.C.
Obras principales
Cuadro Nº 1
Obras de Sócrates
Relata Sobrino (2008), que cuando se entraba al templo de Delfos, estaba la inscripción
"conócete a ti mismo", dicha advertencia invitaba al ser humano a indagar en su naturaleza,
en su esencia, es decir, en el mismo individuo, ese "yo interior". Sócrates optó por
dedicarse a reflexionar sobre sí mismo, sobre la vida del hombre en la polis, sobre las
individualidades y su interrelación con los demás.
La Definición y la Dialéctica
Intelectualismo Moral
El mismo Echegoyen (2009), manifiesta que el intelectualismo moral es una teoría que se
basa en la conducta moral desde el conocimiento del bien y la justicia, dicha tesis afirma
que sí solo se conoce a fondo estos dos conceptos (bien y justicia) se podrá realizar, es
decir, sí se conoce, entonces es realizable.
Aportes
El secreto de la sabiduría era reconocer sus propios errores y los errores de los demás,
cuando Sócrates conocía algún sabio, este creía que lo sabía todo, y Sócrates le daba a
relucir sus errores, partiendo de la premisa de que no hay que alimentar el ego, pues el ego
destruye la sabiduría. Él mismo llegó a decir: "Sólo sé que no sé nada".
Para Sócrates, era necesario tener dominio de sí mismo, dominar las pasiones, sus apetitos
y tener control sobre sí mismo. Es importante saber quién es cada uno y el rol que cumple
en una sociedad, por ejemplo, para ser un buen zapatero implica conocer los zapatos, sus
formas, los tipos y su función, ahora bien, sí queremos preguntarnos en qué consiste ser un
hombre bueno (o mujer buena), lo primero que necesitamos saber, es en qué consiste eso de
ser bueno y para saberlo necesariamente tenemos que conocernos, indagar nuestras
fortalezas y nuestras debilidades, una vez que nos conozcamos, podremos aprender a cuidar
de nosotros, pero si no, nunca lo haremos.
Definición y Dialéctica
La definición expresa el núcleo común de todos los actos virtuosos y sólo ella sirve de
criterio para diferenciarlos de los que no lo son. La universalidad de la moral se sustenta en
la razón, fijando así la esencia inmutable de la realidad investigada a través de la inducción,
es decir, extrayendo a partir de determinadas observaciones o experiencias particulares y
basado en cuatro principios básicos: la observación y la anotación de todos los hechos; el
análisis y el orden de los hechos; la obtención inductiva de una generalización a partir de
los hechos; y la contrastación. Esto supone que, tras una primera fase de observación,
análisis y clasificación de los hechos, se deriva una hipótesis que soluciona el problema
planteado. Una manera de llevar a cabo el método inductivo es proponer, a partir de la
observación repetida de objetos o acontecimientos de la misma naturaleza, una conclusión
para todos los objetos o eventos de dicha naturaleza.
3. Reducción al absurdo. Con ella se refutan las tesis contrarias Si nuestra tesis es p,
llegamos a una contradicción con (p (tesis contraria) y deducimos p. Formalización:
Cuadro Nº 2
Cuadro Nº 3
Como puede verse, en el segundo ejemplo todas las premisas son verdaderas, pero la
conclusión es falsa.
El Intelectualismo Moral
Según Echegoyen (2009), un hombre bueno es el que obra bien, pero para ello ha de
conocer qué es el bien. Sócrates sostiene que el bien es la máxima felicidad, por ello, el que
conoce el bien no obra mal, pues siente que puede perder esa felicidad. Para llegar al
Intelectualismo Moral es necesario y obligatorio definir que es el bien y los demás términos
morales.
Cuadro Nº 4
Concepto de Sabiduría.
Quien obra mal es porque desconoce qué es el bien, sino su propia voluntad le
obligaría a obrar bien.
El intelectualismo moral de Sócrates negará el escepticismo y el relativismo,
afirmando que sin el conocimiento no existe la virtud, es decir, solamente el que
sabe llega a ser justo.
Solo hay un bien: El Conocimiento
Solo hay un mal: La Ignorancia
En esta moral no existe lugar para el sentimiento de culpa, el que obra mal es,
simplemente, ignorante y más que un castigo, precisa educación.
Conclusiones
Una de las razones que justifican el estudio de la filosofía es que nos enseña a pensar con
mayor claridad en un amplio conjunto de problemas. Los métodos del pensamiento
filosófico resultaran útiles en muchas situaciones, porque el análisis de los argumentos en
pro o en contra de una determinada posición se puede aplicar a cualquier orden de la vida.
Por lo tanto la filosofía es una actividad humana que se motiva en la necesidad de
comunicar las particularidades de nuestra experiencia, ese vivir produce asombro y el
asombro es solo uno de los comienzos en que llegamos a planteamos preguntas, las
analizamos, las contestamos y argumentamos las respuestas. Ahora bien, dicha actividad
humana también se ocupa de examinar cuidadosamente los conceptos y las estructuras
conceptuales con base en las cuales pensamos nuestra realidad que inducen o posibilitan los
cambios sociales, políticos, artísticos y morales, todo esto requiere de una actitud crítica, la
cual consiste en estar en disposición de examinar todas nuestras creencias, la cual envuelve
a su vez la actividad de razonar, que sencillamente nuestra capacidad de comprender y
evaluar razones mediante el argumento. La disciplina que evalúa argumentos es la lógica,
por lo tanto, para hacer filosofía hay que comprender los procesos básicos de ella. El saber
argumentar pasa por las proposiciones, las premisas, la conclusión, la verdad, la validez y
su aplicabilidad, todo esto fue planteado por Sócrates y es por ello que muchos filósofos
concuerdan que él fundador de la filosofía moral, la cual ha tenido peso en la filosofía
occidental, incluso en nuestros días.
1. Introducción
2. Sócrates
3. La Educación
4. Conclusión
5. Bibliografía
Introducción
Sócrates nació en Atenas el año 470 a. c. de una familia, al parecer, de clase media. Su
padre era escultor y su madre comadrona, lo que ha dado lugar a alguna comparación entre
el oficio de su madre y la actividad filosófica de Sócrates. Los primeros años de la vida de
Sócrates coinciden, pues, con el período de esplendor de la sofística en Atenas.
El interés de la reflexión filosófica se centraba entonces en torno al ser humano y la
sociedad, abandonando el predominio del interés por el estudio de la naturaleza.
Probablemente Sócrates se haya iniciado en la filosofía estudiando los sistemas de
Empédocles, Diógenes de Apolonia y Anaxágoras, entre otros. Pero pronto orientó sus
investigaciones hacia los temas más propios de la sofística.
Desarrollo:
Sócrates
Desde muy joven, llamó la atención de los que lo rodeaban por la agudeza de sus
razonamientos y su facilidad de palabra, además de la fina ironía con la que salpicaba sus
tertulias con los ciudadanos jóvenes aristocráticos de Atenas, a quienes les preguntaba
sobre su confianza en opiniones populares, aunque muy a menudo él no les ofrecía ninguna
enseñanza.
Asumiendo una postura de ignorancia, interrogaba a la gente para luego poner en evidencia
la incongruencia de sus afirmaciones; a esto se le denominó «ironía socrática», la cual
queda expresada con su célebre frase «Yo sólo sé que no sé nada» (?? ??da ?t? ??de? ??da
[en oida oti ouden oida]). Su más grande mérito fue crear la mayéutica, método inductivo
que le permitía llevar a sus alumnos a la resolución de los problemas que se planteaban por
medio de hábiles preguntas cuya lógica iluminaba el entendimiento. Según pensaba, el
conocimiento y el autodominio habrían de permitir restaurar la relación entre el ser humano
y la naturaleza.
Esto le convierte en una de las figuras más extraordinarias y decisivas de toda la historia;
representa la reacción contra el relativismo y subjetivismo sofista, y es un singular ejemplo
de unidad entre teoría y conducta, entre pensamiento y acción. A la vez, fue capaz de llevar
tal unidad al plano del conocimiento, al sostener que la virtud es conocimiento y el vicio
ignorancia.
El poder de su oratoria y su facultad de expresión pública eran su fuerte para conseguir la
atención de las personas.
Sócrates no escribió ninguna obra porque creía que cada uno debía desarrollar sus propias
ideas. Conocemos en parte sus ideas desde los testimonios de sus discípulos: Platón,
Jenofonte, Aristipo y Antístenes, sobre todo. Tales testimonios no son convergentes, por lo
que no resulta fácil conocer cuál fue el verdadero pensamiento de Sócrates
La Educación
Sócrates fue en su tiempo un docente innovador, crítico y humilde, que impulsó a sus
discípulos que eran quienes estuvieran dispuestos a conversar con él en jardines, calles o
plazas, a pensar, y esto le valió una condena a muerte, la que esperó con gran serenidad,
acusado de corromper a los jóvenes.
Fue contemporáneo de los sofistas, pero éstos cobraban por sus lecciones, mientras
Sócrates enseñaba gratuitamente, pues consideraba que enseñar era una misión sagrada.
Además Sócrates no decía como los sofistas poseer la sabiduría sino que se hallaba en su
constante búsqueda.
Lo primero para él, era el conocimiento personal, de uno mismo, luego vendría el
conocimiento del universo exterior. El control de los impulsos, la serenidad de espíritu, el
alejamiento del lujo y las pasiones eran la enseñanza que daba Sócrates, sobre todo con su
ejemplo, pudiendo ser considerado el fundador de la ética.
En una primera instancia, el maestro se dedica a criticar el discurso que escuchaba de quien
con él conversa, haciéndole ver sus falacias e incluso llegando a ponerlo en ridículo
indicándole sus contradicciones. Esta parte se denomina ironía.
Luego viene la mayéutica a efectos de extrae la verdad que subyace en el intelecto humano,
que puede exteriorizarse ayudado por preguntas del maestro, que cumple un oficio similar
al de la partera (profesión de la madre de Sócrates) que ayuda a que la vida salga al
exterior. En este caso lo que nace es la verdad, llegando a la raíz del objeto de
conocimiento
Aparece ya en Sócrates el rol del maestro como guía que orienta a quien necesita descubrir
por sí mismo, y no como dueño del saber a transmitir ante un estudiante pasivo.
Método socrático:
Sócrates no predicaba la virtud directamente, sino más bien, invitaba a reflexionar sobre
ella.
Por eso, son de suma importancia los dos métodos, o para ser más correcto, los dos
momentos del mismo método, que Sócrates empleaba en la mencionada búsqueda de la
verdad y de la virtud, las mismas las llamaba: ironía y mayéutica, respectivamente.
Ironía
Sócrates pertenece a una especie de hombres que no tienen amor propio en las discusiones,
y que aceptan encantados la refutación si así se descubre la verdad. Confiesa que su única
cualidad es la ironía, consistente en interrogar a los sabios y procurar sacar la verdad que
hay en el fondo de sus respuestas.
En Sócrates la Ironía se mezcla con la cortesía cuando éste extrema su modestia hasta decir
de que él es lento y gárrulo, y que no llega a poner en claro las cosas.
Tal es el fundamento del famoso sólo sé que no sé nada, la afirmación socrática más
concluyente e indubitable, resultado de una fundamental desconfianza. Y es que si Sócrates
discute siempre para descubrir si efectivamente sabe o no, es porque no quiere hacerse
ilusiones de que sabe algo cuando nada sabe. Por todo ello, con una modestia que es la más
firme base de todo método de conquista de la verdad, grita Sócrates: Atenienses que me
escucháis; no sé nada, y ante vosotros me presento desnudo y sin los adornos de una
mentirosa certeza.
Además, la ironía o modestia socrática es grande en cuanto que por ella se traza límites. Así
no incurre en la insensatez de discutir de omni re scíbili, como por principio hacían los
sofistas. Y es que el vino de los saberes recién descubiertos no se le subió a Sócrates a la
cabeza. Conservó un afán tan grande de saber que la apariencia de sabiduría en los
maestros-sábelo-todo le parecía mera elocuencia. En este sentido, la ironía socrática
representa también un afán de sinceridad que le aleja de todo culto a las meras apariencias.
Mayéutica
Del griego maieutiké (arte de las comadronas, arte de ayudar a procrear). La mayéutica es
el método filosófico de investigación y enseñanza propuesto por Sócrates. Consiste
esencialmente en emplear el diálogo para llegar al conocimiento. Aunque Sócrates nunca
sistematizó la mayéutica, seguramente es correcto destacar las siguientes fases en este
método:
en un primer momento se plantea una cuestión que, en el caso del uso que Sócrates hizo de
este método, podía expresarse con preguntas del siguiente tipo ¿qué es la virtud?, ¿qué es la
ciencia?, ¿en qué consiste la belleza?;
a continuación se sigue una discusión sobre el tema que sume al interlocutor en confusión;
este momento de confusión e incomodidad por no ver claro algo que antes del diálogo se
creía saber perfectamente es condición necesaria para el aprendizaje, y Sócrates lo
identifica con los dolores que siente la parturienta antes de dar a luz;
la discusión concluiría cuando el alumno, gracias a la ayuda del maestro, consigue alcanzar
el conocimiento preciso, universal y estricto de la realidad que se investiga (aunque en
muchos diálogos de Platón no se alcanza este ideal y la discusión queda abierta e
inconclusa).
La idea básica del método socrático de enseñanza consiste en que el maestro no inculca al
alumno el conocimiento, pues rechaza que su mente sea un receptáculo o cajón vacío en el
que se puedan introducir las distintas verdades; para Sócrates es el discípulo quien extrae de
sí mismo el conocimiento. Este método es muy distinto al de los sofistas: los sofistas daban
discursos y a partir de ellos esperaban que los discípulos aprendiesen; Sócrates, mediante el
diálogo y un trato más individualizado con el discípulo, le ayudaba a alcanzar por sí mismo
el saber.
No eran, pues, propiamente filósofos pero tenían en común una actitud que sí puede
llamarse filosófica: el escepticismo y relativismo. No creían que el ser humano fuese capaz
de conocer una verdad válida para todos. Cada quien tiene "su" verdad.
No eran, pues, propiamente filósofos pero tenían en común una actitud que sí puede
llamarse filosófica: el escepticismo y relativismo. No creían que el ser humano fuese capaz
de conocer una verdad válida para todos. Cada quien tiene "su" verdad.
Los Sofistas enseñaban la areté requerida para estar a la altura de las nuevas circunstancias
sociales y políticas (recordemos que la palabra areté, traducida generalmente por virtud.
La primera exigencia de esa areté era el dominio de las palabras para ser capaz de persuadir
a otros. "Poder convertir en sólidos y fuertes los argumentos más débiles", dice Protágoras.
Gorgias dice que con las palabras se puede envenenar y embelesar. Se trata, pues, de
adquirir el dominio de razonamientos engañosos. El arte de la persuasión no está al servicio
de la verdad sino de los intereses del que habla. Llamaban a ese arte "conducción de
almas". Platón dirá más tarde que era "captura" de almas.
Como los sofistas, hablaba y enseñaba sobre la areté, pero mientras los sofistas decían que
no podemos conocer nada. Ahora bien, si se trata de la areté de todo hombre -de la que
pretendían ser maestros los sofistas-.
Pensamiento:
Sócrates no escribió nada y, a pesar de haber tenido numerosos seguidores, nunca creó una
escuela filosófica. Las llamadas escuelas socráticas fueron iniciativa de sus seguidores.
Acerca de su actividad filosófica nos han llegado diversos testimonios, contradictorios entre
ellos, como los de Jenofonte, Aristófanes o Platón, que suscitan el llamado problema
socrático, es decir la fijación de la auténtica personalidad de Sócrates y del contenido de sus
enseñanzas. Si creemos a Jenofonte, a Sócrates le interesaba fundamentalmente la
formación de hombres de bien, con lo que su actividad filosófica quedaría reducida a la de
un moralista práctico: el interés por las cuestiones lógicas o metafísicas sería algo
completamente ajeno a Sócrates. Poco riguroso se considera el retrato que hace Aristófanes
de Sócrates en "Las nubes", donde aparece como un sofista jocoso y burlesco, y que no
merece mayor consideración.
Más problemas plantea la interpretación del Sócrates platónico: ¿Responden las teorías
puestas en boca de Sócrates en los diálogos platónicos al personaje histórico, o al
pensamiento de Platón? La posición tradicional es que Platón puso en boca de Sócrates sus
propias teorías en buena parte de los diálogos llamados de transición y en los de madurez,
aceptándose que los diálogos de juventud reproducen el pensamiento socrático. Esta
posición se vería apoyada por los comentarios de Aristóteles sobre la relación entre
Sócrates y Platón, quien afirma claramente que Sócrates no "separó" las Formas, lo que nos
ofrece bastante credibilidad, dado que Aristóteles permaneció veinte años en la Academia.
Los sofistas habían afirmado el relativismo gnoseológico y moral. Sócrates criticará ese
relativismo, convencido de que los ejemplos concretos encierran un elemento común
respecto al cual esos ejemplos tienen un significado. Si decimos de un acto que es "bueno"
será porque tenemos alguna noción de "lo que es" bueno; si no tuviéramos esa noción, ni
siquiera podríamos decir que es bueno para nosotros pues, ¿cómo lo sabríamos? Lo mismo
ocurre en el caso de la virtud, de la justicia o de cualquier otro concepto moral. Para el
relativismo estos conceptos no son susceptibles de una definición universal: son el
resultado de una convención, lo que hace que lo justo en una ciudad pueda no serlo en otra.
Sócrates, por el contrario, está convencido de que lo justo ha de ser lo mismo en todas las
ciudades, y que su definición ha de valer universalmente. La búsqueda de la definición
universal se presenta, pues, como la solución del problema moral y la superación del
relativismo.
Esa verdad que se buscaba ¿Era de carácter teórico, pura especulación o era de carácter
práctico? Todo parece indicar que la intencionalidad de Sócrates era práctica: descubrir
aquel conocimiento que sirviera para vivir, es decir, determinar los verdaderos valores a
realizar. En este sentido es llamada la ética socrática "intelectualista": el conocimiento se
busca estrictamente como un medio para la acción. De modo que si conociéramos lo
"Bueno", no podríamos dejar de actuar conforme a él; la falta de virtud en nuestras acciones
será identificada pues con la ignorancia, y la virtud con el saber.
La influencia de Sócrates:
Sócrates ejercerá una influencia directa en el pensamiento de Platón, pero también en otros
filósofos que, en mayor o menor medida, habían sido discípulos suyos, y que continuarán
su pensamiento en direcciones distintas, y aún contrapuestas. Algunos de ellos fundaron
escuelas filosóficas conocidas como las "escuelas socráticas menores", como Euclides de
Megara (fundador de la escuela de Megara), Fedón de Elis (escuela de Elis), el ateniense
Antístenes (escuela cínica, a la que perteneció el conocido Diógenes de Sinope) y Aristipo
de Cirene (escuela cirenaica).
Conclusión
El no cobraba las lecciones que les brindaba a los ciudadanos, no pronunciaba discursos ni
escribió.
Sócrates no respondía las preguntas, él quería que los hombres se hagan las preguntas y que
ellos mismos las respondieran, de esta manera nseño a pensar, a buscar la verdad y saber
que es posible alcanzarla.
Sócrates enseñaba que el "arete" era conocimiento, por ello le parecía evidente que si los
hombres llegaban a entender lo que era el bien y lo justo, escogerían eso, nadie escoge el
mal conscientemente, si lo hacen es por ignorancia.