Nulidad y Anulabilidad
Nulidad y Anulabilidad
Nulidad y Anulabilidad
La nulidad es un supuesto específico de la categoría de invalidez que se configura por una patología de los
elementos esenciales del negocio jurídico. La anulabilidad es un supuesto específico de la categoría de la
invalidez, no obstante el acto cuente con todos sus elementos esenciales, se configura un vicio de la
voluntad.
Todas las causales de nulidad como aquellas de anulabilidad se presentan al momento de celebrar el acto.
Las causales de nulidad al igual que las de anulabilidad suponen siempre un defecto en la estructura del
acto jurídico, pero en todos los casos debe declararse judicialmente.
Mientras no exista una resolución judicial debidamente ejecutoriada que declare expresamente la nulidad
o anulabilidad de un negocio jurídico, no podemos afirmar que tales contratos son inhábiles; por lo tanto,
la nulidad y la anulabilidad de un contrato deben ser pronunciadas judicialmente por un órgano
jurisdiccional competente.
La nulidad no se produce por sí sola; por lo tanto requiere de una declaración judicial; es decir, es
declarada por el juez competente porque existe un proceso previo donde se ha impugnado ese acto.
La declaración de nulidad y de anulabilidad viene determinada directamente por la ley civil en forma
expresa; por lo tanto, para que así sea declarada debe ser verificada y resuelta por el órgano jurisdiccional
correspondiente.
La acción de nulidad y de anulabilidad constituye el necesario mecanismo para conseguir que un contrato
que adolezca de alguno de los vicios que lo invalidan con arreglo a la ley, deje de producir efectos en la
esfera jurídica; por lo tanto, es imprescindible su ejercicio para destruir la eficacia del contrato.
EFECTOS DE LA NULIDAD Y ANULABILIDAD
Cuando se declara judicialmente nulo un contrato es como si el mismo nunca hubiera nacido a la vida
jurídica; por lo tanto, sus efectos se retrotraen al momento de la formación, teniéndolo como inexistente;
sin embargo, el juzgador no puede ser ciego, porque el mismo pese a la nulidad deja huellas que deben
extinguirse o restituirse los contratantes lo que han recibido.
Señala el profesor Ruggiero que “la acción tendente a conseguir la nulidad de un contrato y por lo tanto, la
sentencia que se dicte a su consecuencia, tiene un carácter constitutivo, ya que no se limita a constatar la
realidad de una situación preexistente, sino que ocasiona un cambio jurídico privando de validez a un contrato
que ese momento la poseía, como así la nulidad busca un efecto restitutorio, para volver a la situación existente
al tiempo de la perfección del mismo”.
Por ejemplo, la resolución de un contrato surte efectos con carácter retroactivo, salvo en los contratos de
ejecución sucesiva o periódica en los cuales la resolución no alcanza a las prestaciones ya efectuadas y estipulan
la restitución de las mismas.
Restitución.-
Cuando un contrato se declara nulo o anulable impera el principio de la restitución de las prestaciones que han
realizado los contratantes, que básicamente consiste en primer lugar, ver si el contrato no ha sido consumado, en tal
caso las partes quedan libres pero, si se ha consumado en todo o en parte, están obligados los contratantes a
restituirse mutuamente cuando hubieren recibido por virtud del contrato.
El efecto nuclear es que las obligaciones incumplidas se extinguen por su inejecución: pero si el contrato ha
sido cumplido total o parcialmente, las partes deben restituirse mutuamente lo que hubieran recibido.
En el caso concreto de restitución por efectos de la nulidad del contrato por incapacidad de uno de los
contratantes, el principio general de la restitución sufre una excepción porque cuando la nulidad procede de la
incapacidad de uno de los contratantes, no está obligado el incapaz a restituir sino en cuanto se enriqueció con
la cosa o precio que recibiera.
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Efectos del contrato en caso de ilicitud.-
Recordemos en primer lugar que la causa es ilícita cuando es contraria al orden público o a las buenas
costumbres o cuando el contrato es un medio para eludir la ampliación de una norma imperativa. Existe objeto
ilícito en todo contrato prohibido expresamente por las leyes.
Un contrato es ilegal cuando viola a la ley; es decir, un acuerdo es ilícito cuando vulnera principios claramente
previstos por la ley, impuestos mediante prohibiciones expresas que entrañan la invalidez del negocio,
conforme a lo previsto en el Art. 489 del Código Civil (1976).
La última parte de la norma en estudio establece otra excepción al principio de la restitución, porque establece
que el contrato que ha sido anulado por ilícito, el juez puede, según los casos rechazar la repetición; por lo
tanto, no podrá repetirse lo que se haya dado o pagado por un objeto o causa ilícita a sabiendas.
El profesor Farina argumenta que “es perfectamente explicable que si una persona a plena conciencia
interviene en un acto contrario al ordenamiento jurídico, se le niegue toda acción y derecho, porque la ley no
puede utilizarse para obtener ventajas que tienen como soporte la ilicitud. Sin embargo, como la sanción es
grave en cuanto impide la restitución de lo entregado en razón del contrato nulo, el legislador sólo reprime al
contratante que actúa en el negocio jurídico a sabiendas de la ilicitud”.
En los casos en que intervengan varios agentes y en los que las prestaciones de cada 5
uno de ellos vayan dirigidas a la consecución de un fin común, la nulidad y anulabilidad que afecte el vínculo de
una sola de las partes no importará la nulidad del acto, salvo que la participación de ella deba considerarse
como esencial en el contrato, de acuerdo con las circunstancias del caso; es decir, en los contratos plurilaterales
(donde participan varias partes), estando las prestaciones de los sujetos dirigidas a la consecución de un fin
normal, la nulidad o la anulación del vínculo que afecta a una de las partes no importa la nulidad o anulación del
contrato, a menos que su participación se considere esencial de acuerdo a las circunstancias.
Tratándose de un contrato plurilateral de venta, si uno de los vendedores es analfabeto, las normas de
protección para validar su consentimiento, previstas por el art. 1299 del Cód. Civ., están para precautelar los
intereses de éste, pero de ninguna manera pueden favorecer o perjudicar a los demás contratantes, de ahí el
espíritu que envuelve a la norma prevista por el art. 548 del mismo sustantivo que establece expresamente que
la nulidad del vínculo que afecta a una de las partes no importa la nulidad del contrato cuando éste es de
carácter plurilateral.
En forma general el contrato es nulo cuando en su formación no se han cumplido con los requisitos de
formación del contrato que exige el Art. 452 del Código Civil (1976). En este caso el negocio jurídico ha tenido
sólo una vida aparente que jurídicamente no ha nacido a la vida contractual que no puede surtir efectos
jurídicos.
Por el principio de legalidad si la nulidad no está expresamente prevista en la ley, no puede declararse la
nulidad del contrato; porque, la nulidad la establece la ley y no el juzgador o las partes.
Es habitual que señalar el objeto del contrato responde a la pregunta ¿Qué se contrata?, mientras que la
causa se refiere a la interrogante ¿para qué se contrata?. Por tal motivo el objeto del contrato está
constituido siempre por relaciones jurídicas que crea, modifica o extingue una relación jurídica.
En conclusión, las cosas objeto de los contratos, deben ser determinadas en cuanto a su especie, aunque no
lo sean en la cantidad, con tal que ésta pueda determinarse en el futuro.
Además oportunamente el profesor Salvat argumenta: “La oferta del convenio debe tener los elementos
constitutivos del contrato, y la aceptación debe ser total, lo cual lleva a sostener que el objeto es
determinado o determinable. De lo contrario podría darse una afectación grave de la libertad si alguien
quedara obligado a algo indeterminado. La doctrina ha tratado este tema en relación a la determinación de
la prestación, que es, como dijimos, el objeto de la obligación”.
Conforme a la segunda parte del Art. 487 del Código Civil (1976) deja claro que si la determinación de la
cantidad queda libra a un tercero; pero sí, el tercero no especifica el precio o niega hacerlo, o lo realiza con
mala fe, con absoluta desproporción, y las partes no se ponen de acuerdo para sustituirlo, el contrato es
nulo por falta de objeto.
La nulidad debe ser intentada en cualquier tiempo por la parte interesada y perjudicada en proceso de conocimiento
(ordinario) ante el Juez Público en materia civil.
Cuando las cosas futuras fueren objeto de los contratos, la promesa de entregarlas está subordinada al
hecho que lleguen a existir y no las veda una norma legal; es decir, las cosas futuras pueden ser objeto de
los contratos, excepto en los casos prohibidos por la Legislación. En este caso el contrato será nulo.
Lo que no existe en este momento puede o no existir en el futuro, empero, para que pueda hablarse de
cosa futura o derecho futuro debe existir la posibilidad que ese derecho o cosa va a existir en el tiempo; por
consiguiente, con algunas modalidades y características nuestra legislación permite la venta de cosas
futuras, porque para el derecho son cosas futuras las que no existen al momento de la celebración, pero hay
un grado de probabilidad suficiente de que existan en el futuro y que las partes toman en cuenta esta
situación para contratar6.
De acuerdo a nuestra Legislación los contratos que deben celebrarse por documento público son:
La hipoteca voluntaria.
La anticresis.
El objeto debe ser materialmente posible (física) de acuerdo al estándar de lo razonable, como así no debe
existir una imposibilidad jurídica, como ocurre con una cosa que está fuera del comercio o la venta se
encuentra prohibida por ley.
El objeto del contrato debe ser determinado o determinable; es decir, que no sería posible obligar al
deudor al pago de una cosa o de un hecho si no se puede precisar cuál es la cosa o hecho debido. El objeto
es determinable cuando en forma posterior al contrato se lo establece. Por ejemplo, no es determinado un
contrato sobre un bien inmueble si no se establece concretamente de qué inmueble es objeto el contrato
de compraventa o no se precisa de qué automóvil se trata.
Es válido el contrato, en el que se establecen las pautas claras, para determinar en el futuro, la cantidad y el
precio. Por ejemplo, en el contrato de venta de uva, puede pactarse que el precio será fijado determinando
a la cantidad y el grado de azúcar de la vid.
Finalmente, el objeto del contrato debe ser lícito, porque todo objeto contrario a la ley es inválido, como
sería el caso de compraventa de droga (cocaína), trata de blancas, que una persona contraiga matrimonio
con determinado sujeto, la venta de órganos humanos, etc.
Hay asimismo objeto ilícito en las deudas contraídas en juego de azar, en la venta de libros cuya circulación
es prohibida por autoridad competente, láminas, dividís, pinturas, discos, grabaciones, y estatuas obscenas
y de impresos condenados como abusivos de la libertad de prensa y generalmente de todo contrato
prohibido por las leyes.
La norma en investigación es clara cuando señala que la causa es ilícita cuando es contraria al orden público o
a las buenas costumbres o cuando el contrato es un medio para eludir la ampliación de una norma imperativa;
por eso, importante determinar que se entiende en primer lugar por “orden público” y para eso que mejor que
analizar la
Un contrato es ilegal cuando viola a la ley; es decir, un acuerdo es ilícito cuando vulnera 2
principios claramente previstos por la ley, impuestos mediante prohibiciones expresas que entrañan la invalidez
del negocio. Por ejemplo, el contrato de arrendamiento no puede ser más de cinco (5) años, como así que la no
puede vender una sucesión no abierta, no se puede otorgar usufructo por más de treinta (30) años a personas
jurídicas, etc.; por lo tanto, cualquier contrato que contradiga estas disipaciones legales será nulo por ilicitud de
la causa3.
Por ejemplo, se presenta el error esencial cuando uno de los contratantes cree que está vendido una cosa
determinada y el otro contratante cree que se lo están regalando o donando. También, cuando se redacta un
contrato a plazo y el otro considera que existe una condición resolutoria.
También, se presenta el error esencial cuando existe un contrato sobre una cosa diferente de aquélla sobre la
que se quería contratar, contrato sobre una cosa de distinta especie, contrato sobre diversa cantidad, extensión
o suma, o quizá sobre un hecho diverso al pactado. 4
Para que el error invalide el consentimiento, deberá recaer sobre la sustancia de la cosa que fuere objeto del
contrato, o sobre aquellas condiciones de la misma que principalmente hubiera dado motivo a celebrarlo.
Por ejemplo, los documentos privados otorgados por analfabetos son nulos si éstos no colocan sus impresiones
digitales en presencia de dos testigos que sepan leer y escribir que suscriban al pie, así como la persona que
firme a ruego, conforme al Art. 1299 del Código Civil. (1976).
La segunda parte del Art. 628 del Código Civil (1976), con referencia a la evicción señala que “aun cuando se
pacte la exclusión de responsabilidad en el vendedor está siempre sujeto a la responsabilidad por un hecho
propio. Es nulo todo pacto contrario”.
El Art. 1021 del Código Civil (1976) dispone: “La aceptación y la renuncia de la
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herencia son irrevocables, pero podrán ser impugnadas por terceros interesados. II. Los acreedores podrán
demandar la nulidad de la aceptación de una sucesión insolvente, o pedir al juez les autorice para aceptar la
herencia en lugar del renunciante; en este caso la renuncia sólo se anula a favor de los acreedores y hasta la
concurrencia de sus créditos, pero no favorece al renunciante”. El Art. 658 del Código Civil (1976) dispone que
“la donación de cosa ajena es nula. La donación tampoco puede comprender bienes futuros, a menos que se
trate de frutos no separados todavía”.
Para comprender las prohibiciones que establece la norma en estudio (cosas ajenas y futuras), es preciso,
primero establecer qué bienes o cosas pueden donarse.
Por un principio general del derecho sólo se puede donar los bienes propios; por consiguiente, la donación de
cosas o bienes ajenos es nula, siendo esta acción imprescriptible10.
La donación de bienes futuros es nula; por lo tanto la donación debe comprender a los bienes presentes del
donante. La prohibición establecida por la ley se justifica por una razón de política legislativa que tiende a evitar
la prodigalidad, porque es bueno que el donante tenga conciencia exacta del alcance de su liberalidad.
Jurídicamente es normal y frecuente que la nulidad simplemente afecte en parte del contrato o sobre
determinadas cláusulas contractuales; por lo tanto, es correcto que la nulidad parcial del contrato o de una o
más de sus cláusulas no acarrean la nulidad del mismo en forma general, a menos que esas cláusulas expresen
el motivo determinante del convenio; es decir, es posible que los efectos de la nulidad puedan abarcar todo el
contrato o que se declare la nulidad de sólo alguna de sus cláusulas.
Por ejemplo, en contrato de compraventa es nula la cláusula que exige de responsabilidad por el saneamiento
y evicción; empero esta situación no acarrea la nulidad en ningún caso la nulidad de todo el contrato y
especialmente del contrato de compraventa que ha sido realizado válidamente entre las partes.
En todo contrato debe buscarse siempre la conservación del acto jurídico, por eso cuando en un contrato sea
legal anular parte de un contrato (especialmente una cláusula), debe mantenerse las demás partes, en aras de
dar seguridad jurídica a los contratantes y terceras personas que actúan de buena fe.
Queda claro que la nulidad puede ser demandada únicamente por las personas que tengan un interés legítimo para
beneficiarse de la nulidad de un contrato,
Por ejemplo, podrían ser en primer lugar las partes contratantes, sus herederos o causahabientes o sus
representantes legales o judiciales, terceras personas que se encuentran ligadas directamente o indirectamente
con los efectos del negocio jurídico, los acreedores cuando consideren que sus derechos han sido violados o se
les cause un perjuicio, etc. También pueden pedir la nulidad el represente del Ministerio Público, Procuraduría
y de instituciones públicas, cuando actúen en interés de la moral o de la ley.
La acción de nulidad es una pretensión jurídica de impugnación abierta (no restringida) por el orden público de
esta institución; sin embargo, la acción de nulidad puede ser interpuesta por cualquier persona que tenga un
interés legítimo; por lo tanto, si el actor no demuestra interés legítimo (persona interesada) en la nulidad, no se
le abre la vía judicial, que puede ser repelida por el demandado mediante la excepción perentoria de falta de
acción o derecho o legitimación para obrar6.
En materia de contratos y la nulidad de éstos, no debe perderse de vista que las reglas que las regulan son de
orden público, particularmente en lo relativo a la nulidad y es por
ello que la ley otorga legitimación activa a toda persona que tenga interés legítimo, dispone que la acción es
imprescriptible y que es inconfirmable el contrato nulo7.
En este caso la legitimación procesal para demandar la nulidad está dada en el interés público, ya que en la
nulidad se busca garantizar el cumplimiento de normas de orden público o colectivo, mientras que en la
anulabilidad tiende a proteger un interés jurídico más restringido e individualizado.
No es correcto y justo por el principio de la culpa que la persona que ha provocado expresamente la nulidad,
porque o sabía, conocía o debía conocer perfectamente del vicio que afectaba el contrato, y luego pretenda
beneficiarse de la nulidad del contrato.
La acción de nulidad es imprescriptible.-
En palabras sencillas cuando nos referimos a que la acción de demandar la nulidad es imprescriptible, es
que la misma (pretensión jurídica de nulidad) podemos accionar o demandar en cualquier tiempo, porque
no importa cuánto tiempo ha transcurrido desde que se ha presentado la causa de la nulidad y la fecha de
presentación de la demanda
La acción de nulidad puede y debe ser ejercida por vía de acción sobre la base del contrato nulo y dicho
mecanismo no está sujeto a plazo alguno de prescripción; es decir, que el transcurso del tiempo no afecta a
la acción de nulidad, por efectos de la norma en estudio.
La profesora López enseña con mucho criterio: La acción de nulidad es una acción declarativa
imprescriptible, pues la invalidez, y consiguiente ineficacia, es absoluta e insanable. La nulidad cae fuera
del ámbito de la autonomía de la voluntad; el particular carece de poder (a menos que una regla especial lo
autorice) para dar fuerza (tanto mediante actuación o abstención) o lo que el derecho se lo ha negado. El
negocio no puede sanarse mediante la confirmación o paso del tiempo”1.
Nuestra legislación consagra el principio de que los contratos nulos son inconfirmables, porque considera
que el vicio que afecta el negocio jurídico es de orden público (de cumplimiento obligatorio) que no
interesa simplemente a los contratantes sino a la sociedad en su conjunto y como en el mismo se ha
violado un requisito de formación del contrato, no es posible sanear y confirmar un acto que en realidad
ha nacido muerto a la vida jurídica.
En el derecho civil se busca actos válidos antes que inválidos; razón, por lo cual el instituto de la
confirmación tiene fines nobles, da mayor seguridad jurídica a las partes y a terceros de buena fe y
básicamente los interesados pueden dar plena validez a un contrato que adolece inicialmente de vicios que
pueden ser subsanados en el tiempo. En la confirmación existe un perdón de las partes dejando atrás los
posibles vicios que afectan al negocio jurídico en aras de tener un acto jurídico válido que surte plenos
efectos jurídicos para los contratantes.
Pasado el filtro de la conciliación previa obligatoria (ser negativa), corresponde iniciar el proceso de
conocimiento ordinario oral, conforme a las reglas previstas entre los artículos 362 al 368, donde
básicamente tiene una fase escrita (demanda, contestación, excepciones y reconvención) y una segunda
fase oral (audiencia preliminar y complementaria).
Dictada la sentencia de primera instancia, puede interponerse recurso ordinario de apelación en el plazo
de diez (10) días y finalmente el de casación en el mismo plazo; por lo tanto, tiene dos instancias y
casación.
Es la situación o estado de un contrato inicialmente eficaz pero que, por estar afectado de un vicio, puede
ser invalidado (contrato anulable), siempre que se ejercite la acción oportuna dentro del plazo legal.
La anulabilidad es, en derecho, una causa de invalidez de un acto jurídico, que deriva de un vicio de la
voluntad o de un defecto de capacidad de la parte contratante. No hay que confundir la anulación con la
derogación o la denuncia de un acto. La anulación implica que el acto nunca ocurrió, y por lo tanto, nunca
produjo efectos jurídicos. Se asemeja en gran medida a la figura jurídica de la nulidad, pero tiene
importantes diferencias: puede ser subsanable y para que tenga efecto debe existir un acto de parte del
interesado1.
Según la jurisprudencia y opinión doctrinal mayoritaria, los contratos anulables aunque válidos y eficaces,
están aquejados de un vicio o defecto que provocará su invalidez y consiguiente ineficacia, si quien está
legitimado para ello lo solicita, en el plazo legalmente establecido.
Los contratos anulables reúnen todos y cada uno de los requisitos necesarios para su validez, esto, es lo
que exige el Art. 452 del Código Civil (1976) y su contenido o quiebra norma alguna imperativa o
prohibitiva, más su eventual nulidad deriva de la existencia de algún vicio que haya contribuido a
malformar la voluntad de alguno de los contratantes o de la ausencia de algún requisito de capacidad por
parte de alguno de los que concurre a la perfección del contrato; por eso, la anulabilidad constituye una
medida protectora para el que ha sufrido el vicio o para el que, sin tener capacidad necesaria para
contratar, lo hace pese a ello.
La anulabilidad o nulidad relativaes aquélla de ineficacia contractual que depende del ejercicio de la
correspondiente acción impugnatoria por parte de aquellas personas a las que la ley reconoce legitimación
para ello.
Cuando un acto es nulo de pleno derecho, no tiene ningún efecto jurídico, y cualquier juez debería
aplicar la nulidad de oficio. También se le conoce como nulidad absoluta o insanable. Por ejemplo,
un reglamento ilegal, será siempre declarado nulo.
Cuando un acto es anulable, existen unos interesados que pueden pedir la anulación del mismo.
Mientras tanto, el acto es válido. También se le conoce como nulidad relativa o saneable. Por
ejemplo, un Acto Administrativo, será siempre declarado anulable.
En el caso que nos ocupa, el motivo principal de anulabilidad de un acto procede de la ausencia de
capacidad de la persona que lo firmó. En este caso, cuando la persona adquiere capacidad
necesaria, puede optar por anular el acto si así lo desea, o mantenerlo como está (subsanarlo).
Por ello, en el caso de un contrato, la persona que contrató con un menor de edad puede
encontrarse con la anulación del mismo (si el menor cuando alcanza la mayoría de edad, o su
representante antes de eso, así lo estiman), pero no podría solicitarlo él a un juez. Con ello, se
busca la protección de la parte más débil.
La nulidad de es imprescriptible con el tiempo, mientras que la anulabilidad prescribe a los cinco
años.
Causas de anulabilidad.-
La anulabilidad de un acto puede producirse por muchos motivos, entre los cuales podemos mencionar
(entre los más sobresalientes):
Ausencia de la capacidad de las personas que realizan el acto: menores de edad o incapaces.
4
Anulabilidad por falta de consentimiento.-
Recordemos que el consentimiento, autorización, visto bueno, conformidad, anuencia, entendimiento,
acuerdo u otro término análogo para conjuncionar la voluntad de dos personas o partes es fundamental en
la formación del contrato, porque es necesario que en primer lugar los contratantes (ambas partes) se
pongan de acuerdo sobre sus voluntades para dar nacimiento al consentimiento y posterior formación del
contrato; por consiguiente, el contrato es anulable si falta el consentimiento para la formación del mismo.
Debemos partir del principio que conocer no es consentir; por lo tanto, quiere decir que el consentimiento
es un acto de voluntad que ha de ser claro e inequívoco, aunque no importe la forma (expresa o tácita),
entendiéndose que hay consentimiento cuando se realizan ciertos actos llamados concluyentes y que no
dejen la duda del consentimiento, que puede ser aun el silencio.
El consentimiento puede ser expreso o tácito; es expreso cuando se manifiesta verbalmente o por escrito o
por signos inequívocos; es tácito cuando resulta de hechos o de actos que lo presupongan o autoricen a
presumirlo6.
Recordemos que en forma general se llama capacidad a la aptitud de la persona para ser titular de
relaciones jurídicas y contraer obligaciones. La capacidad es una calidad inherente de la personalidad
jurídica que no puede faltar en los individuos; por lo tanto, toda persona tiene capacidad jurídica por el
solo hecho de nacer con vida.
La mayoría de edad se adquiere a los dieciocho (18) años cumplidos y a partir de ese momento la persona
puede ejercer por sí mismo todos los derechos y actos de la vida civil. En el tema que nos interesa pueden
legalmente contratar o están plenamente habilitados para realizar personalmente todos los actos jurídicos
y contratos que ven conveniente, sin necesidad de representación legal y que puedan ser impugnados de
inválidos (anulabilidad) por falta de capacidad.
Las personas que presentan incapacidad de obrar presentan carencia de la aptitud para ejercer por sí
mismos sus derechos; por lo que necesitan que su representante legal o judicial lo represente para que sus
actos sean válidos, bajo conminatorias de caer dichos actos en el campo de la anulabilidad.
Anulabilidad del contrato realizado por persona no sujeta a interdicción, pero incapaz de querer o
entender en el momento de la celebración.- La anulabilidad es un mecanismo de protección jurídica para
cautelar la libertad y el conocimiento de una parte que participó en la celebración del contrato en una
situación de disminución de voluntad; por tal razón, existe la anulabilidad del contrato realizado por
persona no sujeta a interdicción, pero incapaz de querer o entender en el momento de la celebración del
contrato; por consiguiente, estamos protegiendo la verdadera voluntad de las personas.
Hay dementes que están declarados como tales en proceso judicial y los que no están. Los primeros no
tienen capacidad por lo que al momento de impugnar el contrato no hay mayores problemas, pero los que
no han sido declarados judicialmente (porque no acabó el proceso o nunca se inició) se reputan en
principio capaces (porque se presume la capacidad salvo prueba en contrario), pero los contratos que
realizan los mismos pueden ser declarados inválidos si se demuestra que esa persona al momento de
ejecutar el contrato no se encontraba en su sano juicio, porque no comprendía lo que hacía y se le causo
perjuicio en su patrimonio. En conclusión procede la anulabilidad del contrato realizado por persona no
sujeta a interdicción judicial, pero incapaz de querer, entender y comprender en el momento de la
celebración el negocio jurídico bilateral, se considera como hecho por persona incapaz, con la condición
que del contrato resulta grave perjuicio para el autor y hay mala fe del otro contratante.
Anulabilidad por violencia, dolo o error esencial sobre la materia o sobre las cualidades de la cosa.-
El contrato es igualmente anulable por violencia, dolo o error esencial sobre la materia o sobre las
cualidades de la cosa, porque tales situaciones afectan el verdadero consentimiento de los contratantes.
La violencia física o síquica ejercida sobre una persona es un vicio del consentimiento que invalida el
consentimiento de la parte y por ende es causal de anulabilidad del contrato.
El contratante que actúa bajo la influencia de la fuerza o del temor puede pedir la anulabilidad del acto
jurídico; es decir, la violencia invalida el consentimiento aunque sea ejercida por un tercero.
La violencia pueden provenir de una de las partes o de un tercero ajeno a la relación contractual pero que
ha sido influido por el otro contratante o este tenía pleno conocimiento de la intimidación con el fin de
conseguir el consentimiento de la contraparte.
Existe error esencial cuando el error es sobre la especie del acto o contrato y sobre la identidad de la cosa;
es decir, es esencial cuando recae sobre la naturaleza o sobre el objeto del contrato.
En el error esencial o error intrínseco, está relacionado a hechos o circunstancias que tienen íntima relación
con la función económica – social del contrato celebrado al fin perseguido por las partes, en contraposición
al error extrínseco que es el referido a elementos extraños a la propia naturaleza del contrato.
También, se presenta el error esencial cuando el contrato sobre una cosa diferente de aquella sobre la que
se quería contratar, contrato sobre una cosa de distinta especie, contrato sobre diversa cantidad, extensión
o suma, contrato sobre un hecho diverso al pactado.
En el error esencial se requiere que la persona que pretende utilizar esta causal de invalidación del
consentimiento sea una persona común que presto una diligencia exigible, lo que requiere una carga de
autoinformación.
El error sustancial sobre las cualidades de la cosa, es aquel error en que incurren las partes contratantes
con relación a los beneficios, caracteres que posee aquella cosa que es objeto del contrato.
El error sustancial sobre la identidad del otro contratante, es aquel error en que incurre una de las partes
contratantes con relación a la identificación de la otra parte u otras partes contratantes; es decir, que exista
un error sustancial sobre la identidad del otro contratante cuando una de las partes contratantes piensa al
momento de la celebración del contrato, que el otro contratante es determinada persona, cuando en
realidad es otra persona y fue el motivo por el cual celebro el contrato.
El error de hecho vicia el consentimiento cuando la sustancia o calidad esencial del objeto sobre que versa
el contrato, es diversa de lo que se cree; empero, el error acerca de otra cualquiera calidad de la cosa no
vicia el consentimiento de los que contratan, sino cuando esa calidad es el principal motivo de una de ellas
para contratar y este motivo ha sido conocido de la otra parte; es decir, el error sustancial se presenta
cuando recae sobre la sustancia o sobre las cualidades de la cosa, siempre que tales cualidades sean
determinantes del consentimiento y debe ser compartido por las partes contratantes.
El error sustancial sobre las cualidades de la cosa se presenta cuando efectivamente se contrata sobre el
objeto sin equivocación alguna, pero hay una equivocación sobre la cualidad de la cosa. Se pensaba que la
cosa tenía una calidad y no era así. Por ejemplo, compramos una movilidad (camioneta) pensando que la
misma tenía doble tracción porque es para trabajo agrícola, pero en realidad no tiene esa cualidad y este
hecho ha sido el motivo para el contrato de compraventa. Como así que compro un bien inmueble para
realizar una construcción y luego resulta que esto no es posible por imperio de la normativa urbanística que
impone la Alcaldía Municipal.
5 Es también causa de anulabilidad el error sobre la identidad o las cualidades de la persona con quien se
ha contrato, cuando esa identidad o esas cualidades han sido la causa única o principal del contrato; es
decir, cuando el error recae sobre la identidad o sobre las cualidades del contratante, siempre que aquélla o
éstas hayan sido determinantes del consentimiento de la parte.
Normalmente, en los contratos no importa o es indiferente con quien se contrata, pero en otros por las
cualidades de la persona o identidad de la misma, es el motivo preponderante para contratar.
Por ejemplo, una persona dona un bien inmueble a otro individuo porque creía que era su hijo o cuando se
pretende que un determinado artista realice una obra de arte y se presenta otra persona por el citado
artista.
Pueden ejercitar la acción de anulabilidad de los contratos los obligados principal o subsidiariamente en virtud
de ellos. Las personas capaces no podrán, sin embargo, alegar la incapacidad de aquellos con quienes
contrataron; ni los que causaron la intimidación o violencia, o emplearon el dolo o produjeron el error, podrán
fundar su acción en estos vicios del contrato.
Los contratos celebrados por los menores o incapacitados podrán ser anulados por sus representantes legales.
Como hemos visto anteriormente. Los contratos que un cónyuge realiza sin contar con el consentimiento del
otro cuando lo requiera la Ley, sólo podrán ser anulados a instancia del cónyuge cuyo consentimiento se haya
omitido o de sus herederos.
Legitimados pasivamente lo serán todos los afectados por la acción de nulidad, es decir, en principio, la otra
parte contratante o sucesores y causahabientes.
La acción de anulabilidad es más restringida con relación a la acción de nulidad del contrato, porque
básicamente no toda persona puede demandar, sino simplemente aquellas personas a quien supuestamente
afecta el motivo de la invalidación del contrato y no haya sido el que haya provocado el vicio o el motivo de la
anulabilidad; es decir, la anulación del contrato puede ser demandada sólo por las partes en interés o
protección de quienes ha sido establecida la anulabilidad.
La anulabilidad o nulidad relativa es aquélla de ineficacia contractual que depende del ejercicio de la
correspondiente acción impugnatoria por parte de aquellas personas a las que la ley reconoce legitimación para ello.;
por consiguiente, la anulación del negocio jurídico puede ser demandada sólo por las partes en 2
interés o protección de quienes ha sido establecida.
En este caso la legitimación procesal para demandar la nulidad (que fue analizada en el anterior capítulo) está
dada en el interés público, ya que en la nulidad se busca garantizar el cumplimiento de normas de orden público
o colectivo, mientras que en la anulabilidad tiende a proteger un interés jurídico más restringido e
individualizado. Esta es una de las diferencias fundamentales de estas instituciones del Derecho Civil.
No olvidemos que por tratarse de acción catalogada como de anulabilidad, la legitimación para pretenderla
viene conferida a aquéllos que hubieren sido obligados principal o subsidiariamente en el contrato 1.
No sería justo y correcto que la persona que haya ejercido la violencia para conseguir el consentimiento de la
contraparte, quiera posteriormente demandar y alegar la anulabilidad del contrato por esa causa. Esto es
contrario al derecho a las buenas costumbres y al principio de buena fe que deben asumir las partes en el
proceso judicial y en los negocios jurídicos.
En definitiva, la anulabilidad no puede ser alegada por otras personas que aquellas en cuyo beneficio la
establece la ley; por lo tanto, la legitimación de acción la establece la ley y no el capricho de las partes o del
juzgador.
La norma en análisis no deja duda que la acción de anulabilidad prescribe por el transcurso del tiempo; es decir,
la acción de anulación prescribe en el plazo de cinco (5) años.
En los casos de violencia, error o dolo, desde el día en que éstas hubieran cesado o descubierto tales
vicios que afectan el consentimiento.
Cuando la acción se refiera a los contratos celebrados por menores o incapacitados, desde que adquieren
la mayoría de edad o salieran de la tutela.
En los demás casos como falta de consentimiento, etc., desde la consumación o conclusión del contrato.
Excepción de anulación.-
Las excepciones son medios de defensa que tiene el demandado para hacer valer sus derechos de defensa en
un proceso judicial. Una de estas es la excepción de anulabilidad, con el objeto de que el contrato quede sin
efecto por efectos de la anulabilidad del mismo.
“Se entiende por excepciones a toda defensa que el demandado opone a la pretensión del actor, sea que
niegue los hechos en que funda la demanda, sea que desconozca el derecho que de ellos pretenda derivarse,
sea que se limite a impugnar la regularidad del procedimiento”.
En el presente caso deja claramente establecido la norma en estudio que cuando por medio de un proceso
judicial se demande alguna acción relacionada con el contrato suscrito entre las partes, el demandado puede
por vía de excepción oponer en el la anulabilidad del contrato; es decir, que el demandado en un proceso judicial
puede defenderse para dejar sin efecto el contrato, mediante la excepción de anulación.
Por ejemplo, si se demanda el cumplimiento del contrato y una vez citado legalmente el demandado, el mismo
puede oponer la excepción perentoria de “anulación del contrato”, con el objeto de tratar que por este medio
se invalide el mismo.
Cuando se plantea la “excepción de anulación del contrato” debe tener su propio fundamento; es decir, debe
estar fundada en alguna causal de anulabilidad del contrato que establece el Art. 554 del Código Civil u otra
disposición legal, caso contrario no procedería la excepción.
Esto quiere decir que cuando se demanda por vía principal la anulabilidad del contrato, la misma prescribe a los
cinco (5) años conforme regula expresamente el Art. 556 del Código Civil (1976), pero cuando debe plantearse
por vía de excepción no existe ya prescripción porque puede proponerse aún fuera de ese plazo.
La excepción de anulabilidad debe ser planteada en la primera presentación del demandado en el proceso.-
El hecho que la excepción de prescripción es imprescriptible, no significa que pueda realizarse en cualquier
momento en el proceso, sino que debe plantearse en la primera presentación del demandado en el proceso.
La defensa y excepción de anulabilidad del contrato debe oponerse en la primera presentación que efectue el
demandado en el juicio o al contestar la demanda si no hay una presentación anterior, o en cualquier estado del
proceso, de manera que quien no ha comparecido a la citación practicada y lo hace después del plazo legal, aun
rebelde, puede en esa primera presentación invocar la excepción de anulabilidad. De tal modo, quien se
presentara en el proceso por cualquier motivo que fuese, debe oponer la excepción a anulabilidad en ese
momento y de no hacerlo así pierde el derecho de prevalerse de la excepción. Finalmente, lo que importa
destacar es que la excepción de anulación del contrato debe ser opuesta en la primera presentación en juicio, si
se la pretende hacer valer, porque de lo contrario pierde su derecho en forma posterior; es decir, que si el
demandado es citado con la demanda, se presenta en el proceso contestando la demanda y no opone la
excepción su derecho a precluido en forma
La confirmación del contrato es aquella declaración de voluntad dirigida a la sanación de los vicios
concurrentes en un contrato, mediante la renuncia al ejercicio de la acción de anulabilidad por parte de
quien podría invocarla; por consiguiente, mediante la confirmación del negocio jurídico, se subsanan los
vicios, omisiones y causas que adolecía el contrato y que lo afectaban con una posible anulabilidad.
La confirmación del contrato anulable se presenta cuando el vicio del contrato es susceptible de ese
remedio, pudiendo ser expresa o tácita. Es tácita cuando el que pudiendo impugnar el contrato
voluntariamente ejecuta la obligación contraída.
En definitiva, los contratos anulables pueden ser expurgados por confirmación, es decir, por un acto
jurídico que hace desaparecer los vicios de que adolecían y en razón de los cuales eran pasibles de
anulabilidad.
Efectos de la confirmación.-
Los efectos que produce la confirmación son los siguientes:
No queda dudas que la confirmación del negocio jurídico hace eficaz el contrato retroactivamente al
momento de la celebración, sin perjuicio del derecho de los terceros que actuaron de buena fe.
En la confirmación la misma persona subsana los defectos. En la ratificación la persona da por bien hecho
lo realizado por un tercero a su nombre que no tenía poder o mandato para hacer ese acto.
Por ejemplo, si un menor vende a una persona mayor de edad, pero este no lo inscribe en el registro de
derechos reales. Luego el vendedor, ya en su mayoría vuelve a vender a un tercero el mismo bien, y
confirma para el primero, pero es ineficaz; el título del primero es inoponible.
En este caso, cuando el contrato es anulado y no puede afectar derechos de terceras personas,
simplemente la persona que ha logrado judicialmente la anulabilidad, debe reclamar daños y perjuicios a la
contraparte; por consiguiente, el efecto retroactivo no perjudica los derechos de terceros que han actuado
de buena fe en forma posterior al contrato que tiene una causa de anulabilidad.
La anulabilidad no perjudica los derechos adquiridos por terceros de buena fe a título oneroso; ésta surte
sus efectos con carácter retroactivo; vale decir, que repone las cosas en su estado original, porque los
alcances de la sentencia sólo comprenderán a las partes que intervienen en el proceso y a las que trajeren
o derivaren sus derechos de aquéllas.
Por ejemplo, si un menor de edad vende un inmueble a determinada persona y esta posteriormente la
transfiere a una tercera que ignora que el primer vendedor era incapaz. En este caso si el menor demanda
la anulabilidad del contrato y así se declara judicialmente; no tiene derecho a que le restituyan el inmueble
sino exigir al primer comprador resarcimiento de daños y perjuicios.
Anotación preventiva de la demanda.-
Para que funcionen los efectos previstos en la norma en análisis, la parte interesada debe haber realizado
oportunamente la medida precautoria de anotación de la demanda.
La anotación preventiva de la demanda es una medida precautoria real que tiene por objeto registrar la
demanda en la oficina de Derechos Reales, para dar publicidad al proceso que se ventila y evitar que en lo
posterior terceras personas aleguen haber actuado de buena fe.
No siempre el actor dispone de los elementos necesarios para trabar embargo preventivo sobre bienes de
su deudor o para obtener la inhibición de éste y como la simple presentación de la demanda no impide la
enajenación o afectación de la cosa litigiosa, no podría aquél oponer la sentencia al tercer adquiriente de
buena fe, por tal situación y para impedir esta situación, la ley establece la anotación preventiva de su
respectivo derecho.
Esta medida precautoria se dirige a asegurar la publicidad de los procesos relativos a bienes inmuebles y
bienes muebles sujetos a registro, para el supuesto de que las sentencias que en ellos se dicten hayan de
ser opuestas a terceros adquirentes del bien litigioso a cuyo favor se constituya un derecho real sobre éste.
A diferencia de lo que sucede con el embargo preventivo, la anotación de litis no impide la libre
disposición del bien litigado, el que, por lo tanto, puede ser enajenado o gravado por la parte demandada,
sin cometer ningún delito de estelionato.
BIBLIOGRAFIA
Castellanos Trigo, Gonzalo
/ Gonzalo Castellanos Trigo - 1a. ed. - Sucre, Bolivia : Gaviota, 2011 - 602 p. ; 21 cm.