Expediente Rojas Nasa Reports 1 2 3
Expediente Rojas Nasa Reports 1 2 3
Expediente Rojas Nasa Reports 1 2 3
NASA REPORTS
1/2/3
Pierre Monteagudo
Prólogo de Eloy de la Pisa
Busca aquí:
Las Doce Claves del Misterio...
(palabras en español y en inglés)
EXPEDIENTE ROJAS
NASA REPORTS 1/2/3
Pierre Monteagudo
Título: Expediente Rojas, NASA Reports 1/2/3.
Inscrito en el Registro General de la Propiedad Intelectual, en Madrid
(España), bajo el número de asiento registral 00 / 2016 / 3305.
ISBN: 978-84-16912-00-1
Depósito legal: 581-2016
AGRADECIMIENTOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
PRÓLOGO DE ELOY DE LA PISA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
PRIMERA PARTE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
I. MAR DE LA TRANQUILIDAD, 20 DE JULIO DE 1969 . . . . . 25
II. «AÚN HOY EN DÍA MI ALMA LLORA DEBIDO A ESTA
GRAN PÉRDIDA» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
Bajo la sombra del árbol de caujaro comenzó todo . . . . . . . . . . 34
III. PERSIGUIÓ SUS SUEÑOS HASTA EL FINAL . . . . . . . . . . . . . 43
IV. LA DULCE VIRGINIA ME ESPERABA CON EL
TESORO EN PARÍS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
Diciembre de 2015 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
V. NASA REPORTS 1/2/3 LA CONFIRMACIÓN . . . . . . . . . . . . . 57
VI. ¡MADRE MÍA! QUÉ GENTE TAN DESCUIDADA
VIVE EN ESTE PLANETA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
VII. EL MEMORÁNDUM KISSINGER . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
VIII. LA METÁFORA DEL MAL «THE AGENCY» . . . . . . . . . . . . . 81
IX. GUERRA FRÍA, TRAICIÓN Y SILENCIAMIENTO . . . . . . . . .87
X. AÑOS DE SUFRIMIENTO PRECEDIERON AL
DESCANSO ETERNO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
XI. EL DESCUBRIMIENTO… . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
GLOSARIO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195
AGRADECIMIENTOS
15
valiosas opiniones y el excelente trabajo de fotografía y
diseño gráfico. Gracias, Basyl Macias, por la gestión rea-
lizada para encontrar la información publicada hace casi
cinco décadas. ¡Deseo que el Universo te bendiga y tra-
baje para la consecución de tus sueños!
16
PRÓLOGO
Eloy de la Pisa
Expediente Rojas. «The Agency», la metáfora del mal. ¿La
historia de un científico apartado por sus sugerencias? ¿Un
tipo inteligente menospreciado? ¿Políticos y tecnócratas?
¿Conspiraciones en la Tierra de la Libertad? Vamos a ver:
Cuando Pierre me presentó el tema y me lo esbozó con su
calmado y preciso lenguaje de divulgador científico acos-
tumbrado a escoger siempre la combinación de sílabas más
acertada, lo primero que pensé fue que allí estaba otra vez
una teoría conspirativa más. Buenos y malos, en la que los
malos son tan malos que nunca dejan a los buenos asomar
el cuello y gritar a voces la única verdad.
Otra más, me dije. ¡Uf!
Pero cuando alguien a quien aprecias y en quien confías
y del que admiras la valentía que posee para enfrentarse a
esos momentos en los que la vida se empecina en tocarte
la moral te pide un favor, tus consideraciones personales
pasan de inmediato a un segundo plano.
—¿Está reconociendo que si no hubiera sido por esa amis-
tad nunca habría leído y escrito esto?
—Claro, eso es. ¿No le pasa eso a usted en muchos mo-
mentos de su vida?
La diferencia, probablemente, es que a mí, el escepti-
cismo se me empezó a curar según fui enfrentándome a la
figura del doctor Rojas vista a través de los ojos de Pierre.
19
Este palentino tiene muchas virtudes, pero hay una que me
llama mucho la atención: es capaz de trasmitir vehemencia,
pasión y ardor sin levantar la voz, con solo la fuerza de sus
palabras envueltas en el sedoso acento sudamericano del
que le ha ido dotando su periplo vital por los pueblos de
Venezuela y Colombia.
Es premisa aceptada comúnmente que las cosas no su-
ceden porque sí. Hasta el tifón que asola Filipinas nace de
la mariposa que agitó a destiempo las alas en el altiplano
boliviano. La teoría del caos es el mayor enemigo que tie-
ne el conspiracionismo, pero para la simplista y cómoda
mente humana es tarea más asequible y motivante atribuir
las situaciones que no terminamos de entender a las velei-
dades de los poderosos y su afán por impedir que los más
brillantes les hagan sombra y los apeen de sus tronos de
mediocridad en los que tan cómodamente se asientan.
Pero lo del doctor Rojas no fue así. Al menos no des-
pués de la prolija y rigurosa investigación de Pierre Mon-
teagudo. Es obvio que no pienso revelar una sola clave de
las apasionantes páginas que siguen a la que está usted
leyendo. Si de algo vale mi opinión, que espero que sí,
piense que yo me enfrenté a todo ello desde el escepti-
cismo y acabé en la duda. Rojas era un problema para al-
gunos. Es fácil entender porqué lo era; lo que no resulta
tan sencillo es terminar de comprender las motivaciones
de quienes quizá cercenaron, o retrasaron, el nuevo ca-
mino científico que podía iniciarse. Excusas o argumentos
como el bien superior, la sociedad no estaba preparada y
20
demás parafernalia de escasa entidad y solidez no vienen
aquí al caso. Realmente subyacía algo más, algún aspecto
que solo puede descubrirse devorando las páginas.
Al final uno puede creerse o no creerse lo que narra y
descubre Pierre Monteagudo. Eso entra ya en la profun-
didad de cada uno. Yo he pasado del no al quizá. Habrá
quien pase del no al de ninguna de las maneras. Y los habrá
que empezarán en esto seguros de que es así y acabarán
reafirmándose en sus creencias. Cualquiera de esas posi-
ciones, u otras que puedan imaginar, con ser importantes
no son lo que realmente da importancia al trabajo que se
dispone a leer. El valor auténtico de la investigación está
en sacar a la luz una figura científica desconocida y rele-
vante, un ser humano al que la inteligencia quizá no le dejó
ser tan feliz como podemos ser los que con dificultades
llegamos a la media, pero que tuvo la honradez de expo-
ner lo que creía, aun a riesgo de sufrir unas consecuencias
severas. Rojas vivió en un momento complicado, en el que
la ciencia era un arma política más que una fórmula para
profundizar en el conocimiento. Los gobernantes, ahora
y siempre, han considerado el dinero de los impuestos
como un cheque en blanco con el que establecer las prio-
ridades. El mandato de las urnas, suele ser la frase con la
que acaban esas discusiones. Y Rojas molestó al poder. Y
el poder lo laminó como lamina un embalse la crecida de
un río: frenándolo y no permitiéndole avanzar por mucho
que se empeñara.
¿Pero qué es lo que dijo Rojas? ¿Qué hizo? ¿Qué propuso?
21
Adelante, gire el picaporte, traspase la puerta, cruce el
umbral, pase la página y empiece a descubrirlo. Y cuando
termine la lectura me dice.
22
PRIMERA PARTE
I. Mar de la Tranquilidad, 20 de julio de
1969…
25
en Houston, y ambos vivieron el acontecimiento en prime-
ra línea. El doctor Rojas había dedicado los últimos años de
su vida a trabajar en la definición del mejor lugar posible
para el aterrizaje en la Luna de una nave espacial tripula-
da. Las investigaciones que he llevado a cabo así lo demues-
tran. Y hay más, mucho más…
¿Qué vieron ese día estos dos hombres de ciencia? En
principio nada que no pueda ser explicado científicamente,
ni naves extraterrestres, ni alienígenas, ni construcciones
artificiales en la Luna. No dudo que haya vida inteligente en
el Universo, pero ese día no hubo ninguna manifestación al
respecto, y todo lo acontecido fue cosa de humanos.
La maniobra de aterrizaje se inició con la separación de
los módulos lunar y de mando, y ahí comenzaron los proble-
mas. El sistema de acoplamiento no estaba totalmente des-
presurizado y el vehículo espacial, bautizado como Águila
(Eagle, en inglés) salió despedido a presión como si del cor-
cho de una botella de cava se tratase.
Una vez que el vehículo se orientó espacialmente para en-
cender el motor de frenado, las comunicaciones con las esta-
ciones en la Tierra se perdieron. La antena de alta ganancia
del módulo lunar estaba programada con una máscara para
eludir el propio vehículo, pero un signo equivocado hacía que
la antena mirase a la nave cuando creía mirar a la Tierra.
Lo primero que pensaron en la estación de la NASA en
Robledo (Madrid) fue que tenían un problema en los equipos
de recepción, entonces las pulsaciones de todas las personas
presentes se dispararon. Cuando comprobaron que la señal
26
del Columbia se recibía con nitidez, a pesar de que había otra
antena, la de 9 metros de la isla de Ascensión, que también
había perdido la señal, se relajaron un poco hasta que, por
fin, la comunicación se recuperó en Robledo.
Uno de los legendarios astronautas de aquel viaje espa-
cial fue Edwin (Buzz) Aldrin, quien desde el interior orientó
manualmente la antena durante todo el descenso a la super-
ficie lunar para poder recuperar y mantener las comunica-
ciones.
Por si no fuera suficiente contratiempo, al poco de iniciar
la maniobra, surgió súbitamente la alarma 1202 registrada
en el ordenador de a bordo. A efectos prácticos la «máster
alarma» se expresaba en forma de señal lumínica de color
rojo intenso, cuyo constante parpadeo golpeaba el rostro de
los astronautas, mientras, en el control central en la Tierra
los técnicos se afanaban por comprender el origen y alcance
del fallo que se estaba produciendo.
Al cabo de unos segundos, Houston indicó continuar la
maniobra de descenso con normalidad, sin prestar la menor
atención al incidente registrado. Si se piensa un momento,
resulta increíble que aquella odisea espacial tuviera éxito uti-
lizando ordenadores cuya capacidad era menor que la de los
dispositivos electrónicos que utilizamos de manera cotidia-
na. La memoria RAM no llegaba a 33 Kb. mientras que el dis-
co duro apenas superaba el medio megabyte (589.824 Kb.).
Para hacerse una idea de la proeza realizada, hay que pensar
que los teléfonos móviles de la actualidad superan con creces
esa capacidad de procesamiento de información.
27
Dice un autor muy conocido que si algo va mal se puede
poner peor, y eso fue precisamente lo que sucedió en el vuelo
de aproximación del Águila hacia la superficie escarpada de
la Luna. Mientras los astronautas soportaban la tensión del
rojo centelleante de la primera alarma, se activó la segunda,
la 1201, indicaba que el ordenador había traspasado el lími-
te de su operatividad dejando de realizar ciertas funciones.
Llegados a este punto, los intrépidos astronautas solo tenían
dos alternativas: utilizar el motor de despegue del habitáculo
en el que se encontraban o aterrizar como fuera. En el man-
do central, en Houston, el personal estaba muy nervioso y
quería que se abortara la misión. En ese caso, se tendría que
haber activado el mecanismo de propulsión para catapultar
la nave de escape de los astronautas hasta la órbita para aco-
plarse al módulo de mando.
Neil Armstrong, al igual que sus compañeros, se había
preparado intensamente durante años para dejar su huella
en la historia de la humanidad, y no estaba dispuesto a aban-
donar en el último momento, cuando solo unos metros lo
separaban de poner el primer pie en la Luna. Muy pocas per-
sonas saben lo que sucedió en ese instante. Lo que pudo ser
un día trágico se convirtió, gracias a la pericia de Armstrong
y Aldrin, en un momento glorioso para el programa espacial
estadounidense. Habían decidido aterrizar como fuera, aun-
que sus vidas corrieran un grave peligro.
En una mezcla de intrepidez y valentía, Armstrong
tomó los mandos de la nave y, pasando a modo semiauto-
mático, realizó la maniobra de alunizaje manualmente. En
28
el complejo científico de Madrid, se encontraba Carlos Gon-
zález monitorizando las constantes vitales de los astronau-
tas, por lo que pudo observar como a medida que se llevaba
a cabo la delicada tarea de aterrizar, las pulsaciones de Arm-
strong iban en aumento hasta superar las 150 por minuto. En
un momento dado, el magnífico piloto dijo por radio «vamos
largos», lo que significaba que el análisis de las marcas topo-
gráficas de la Luna que servían de guía en la trayectoria hacia
el lugar de aterrizaje indicaba que la nave superaba los pun-
tos de cuatro a seis segundos antes de lo previsto. Armstrong
supo entonces que aterrizaría en una zona diferente de la
definida y en un área que se encontraba sin cartografiar. Ni
siquiera un problema considerable y potencialmente peligro-
so como este pudo persuadir al astronauta de desistir de su
histórica misión. El experto piloto continuó guiando el Águila
en vuelo rasante sobre una zona agreste de la superficie lunar
llena de rocas y pendientes. Mientras Armstrong maniobraba
sin poder encontrar un lugar adecuado donde posarse, por la
radio se escuchó alto y claro «30 segundos»: el control cen-
tral avisaba de que a la nave solo le quedaban unas gotas de
combustible, suficiente para ese exiguo tiempo de vuelo. En
el momento en que Houston indicaba abortar la misión, el
piloto realizó un giro desesperado para llegar hasta una lla-
nura sin rocas, descendiendo suavemente para protagonizar
un gran salto en la historia de la conquista del espacio con el
primer alunizaje tripulado. Todo el mundo respiró aliviado al
saber que los tripulantes se encontraban bien y que la nave
permanecía intacta. Al hacer las comprobaciones se pudo
29
determinar que tan solo quedaba en los depósitos carburante
para 17 segundos de navegación. En definitiva, el aterrizaje
había tenido lugar con éxito a ocho kilómetros de la zona pre-
vista inicialmente en el Mar de la Tranquilidad.
En una de sus innumerables conferencias, pregunté a
Carlos González si en su condición de experto en misiones
espaciales de la NASA podría afirmar que el hombre llegó a
la Luna tal como fue contado al mundo el 20 de julio de 1969,
y su respuesta fue categórica. «No tengo la menor duda al
respecto. Lo viví en vivo y en directo y las pruebas son con-
cluyentes».
Durante toda la misión del Apolo 11, González fue el en-
cargado de verificar las constantes vitales de los astronautas,
y pudo constatar de primera mano como el pulso de Arm-
strong, Aldrin y Collins iba y venía según las vicisitudes del
momento. Por otro lado, con la antena de veintiséis metros
de Fresnedillas se pudo captar la señal del vuelo espacial
proveniente de la Luna con una precisión increíble: no ad-
mitía ni una desviación de doscientas cincuenta milésimas
de grado, ya que hubiese sido imposible la recepción de los
datos. Los radares permitieron medir la distancia a la que se
encontraba la emisión de la señal recibida. Viajando a la ve-
locidad de la luz que es de 300.000 kilómetros por segundo,
la información llegaba en un tiempo de 1,2 segundos, que es
el equivalente a realizar un recorrido de unos 390.000 kiló-
metros, o sea, la distancia aproximada que en ese momento
separaba la Luna de la Tierra.
30
La divulgación al mundo del acontecimiento se produjo
casi cinco horas más tarde, porque había que esperar a una
hora televisiva razonable para emitir en todo el territorio de
los Estados Unidos. En el momento de anunciarse la gran
noticia era madrugada en España.
En cuanto a la polémica sobre las fotos tomadas a Neil
Armstrong mientras descendía por la escalerilla del Apo-
lo 11, queda claro que fueron hechas de forma automática
por una cámara fotográfica especialmente adaptada por la
NASA para funcionar soportando las condiciones extremas
de temperatura y gravedad. Dicha cámara estaba ubicada en
una de las patas del módulo lunar.
Por su brillante trayectoria al servicio de la NASA, le fue
concedido a Carlos González uno de los más altos galardones
que la Agencia Espacial otorga a sus empleados no estadou-
nidenses, la medalla por servicios públicos excepcionales.
31
II. Aún hoy en día mi alma llora debido
a esta gran pérdida
33
cito: «En el mundo se ha implantado un sistema que nubla la
percepción de lo verdadero y se nos encamina hacia una vida
que solo persigue remuneraciones comerciales, aptitudes
seudopolíticas y una mediocre mentalidad ante lo venide-
ro». Si se analiza con detenimiento se puede llegar a la con-
clusión de que se trata de ideas que siguen siendo de total
actualidad más de cuatro décadas después.
34
seis metros, aunque puede haberlos de hasta diez metros de
altura. La fruta madura del caujaro se torna de color blanco
transparente y su pulpa a menudo se usa como pegamento
casero en la elaboración de cometas de papel multicolor.
Afortunadamente, este suceso fortuito y original per-
mitió que se activara mi memoria fotográfica para recordar
por siempre detalles increíbles de lo compartido con aquel
singular personaje. Es difícil de explicar, pero ese día sentí
el llamado de la ciencia y mi vida cambió para siempre. Con-
vertí el estudio de los fenómenos científicos más cotidianos
en una auténtica pasión que, a la postre, me ha permitido al-
canzar un atisbo de conocimiento sobre la forma cómo fun-
cionan las cosas en el mundo y el Universo.
Del mismo modo que sucede con tantos proyectos mara-
villosos, este se vio truncado por la imposibilidad de lograr el
apoyo necesario para organizar la expedición académica. A la
postre, el doctor Rojas, decepcionado por las circunstancias
adversas, decidió viajar en persona a Washington D.C. y pre-
sentar su proyecto a los estadounidenses con la esperanza
de recabar su apoyo. Más adelante me referiré con amplitud
al contenido de esa propuesta realizada por el astrofísico en
plena «Guerra Fría», y la reacción de los funcionarios impli-
cados. En las conversaciones estuvo presente el doctor Rojas
acompañado por un joven científico y amigo llamado Jorge
Augusto Crespo, que continúa permaneciendo en silencio
aún en la actualidad. Por el Departamento de Estado ameri-
cano el «anfitrión» fue Addison E. Richmond Jr., funcionario
35
comisionado por el secretario de estado Kissinger para que
lo mantuviera informado de todo lo tratado en la reunión.
Los documentos que he podido analizar indican la más
que probable asistencia de representantes de la Casa Blan-
ca. De este encuentro no existen indicios que se conozcan
sobre la figura omnipresente de la Agencia Central de In-
teligencia (CIA). No obstante, cualquiera de los presentes,
excepto el doctor Rojas, podía perfectamente ser un activo
de «The Agency». El objeto de todos los estadounidenses era
escuchar lo que tenía que decir ese hombre de ciencia, al que
siempre habían considerado un europeo al servicio de los Es-
tados Unidos, sin reparar en que su patria era Venezuela.
Unos días antes de partir, el doctor Rojas no tenía el
semblante muy animado ante la posibilidad de recibir el
apoyo del Gobierno de Estados Unidos, en el marco de un
programa bilateral de cooperación científica y tecnológica.
Con la proximidad de su viaje celebró un encuentro priva-
do con mi padre, quien luego me comentaría la importan-
cia de lo hablado. Mi progenitor tenía una relación especial
con el doctor Rojas, era su colaborador más cercano, ade-
más de alumno aventajado en los estudios sobre la Luna y
el Universo. Quizás por esta razón, el científico le entregó
un manojo de documentos «confidenciales» que contenían
abundante información acerca de sus propias investiga-
ciones. El material que tuve a la vista estaba constituido
por una veintena de folios de un papel cebolla grueso en
formato muy parecido al A3 (29,7 x 42 centímetros), sobre
36
los que había escrito a mano un repertorio interminable
de ecuaciones, notaciones científicas y un lenguaje técni-
co tan complejo que su significado, aún hoy en día, no po-
dría comprender en lo más mínimo. Cuando mi padre me
enseñó el «expediente» quedé atónito e impresionado ante
aquel orden caótico de jeroglíficos técnicos y científicos,
entonces le pregunté: ¿qué es esto?, a lo que él respondió:
son los papeles que el doctor Rojas me entregó para que los
conserve. No podía salir de mi asombro, por lo que formu-
lé instintivamente una nueva pregunta: pero, ¿qué dice? La
respuesta inmediata de mi padre fue: «son los experimentos
que el doctor Rojas hizo en sus viajes a la Luna». Al igual que
cada lector puede estar preguntándose, yo lo he hecho du-
rante más de cuatro décadas: ¿Es posible que ese astrofísico
delgado y de baja estatura visitara la Luna? En caso afirma-
tivo, y existen indicios, ¿por qué no lo contaron? Esto es lo
que he descubierto al respecto:
37
que debían tomar durante su caminata lunar. Más
concretamente, recomendó a Neil Armstrong y Buzz
Aldrin, dos cosas:
1. El cuidado que debían tener al caminar sobre la
superficie de la Luna por el posible escape de ga-
ses a través de pequeños cráteres.
2. La clase de informaciones que debían tratar de
obtener, dentro de los límites de tiempo dispo-
nible para la misión.
• En febrero de 1969, casi seis meses antes del viaje del
Apolo 11, el doctor Rojas se preparaba para compare-
cer en el cuartel general del Centro Espacial de Vuelos
Tripulados de la NASA, en Washington D.C. (Office of
Manned Space Flight, NASA Headquarters, en inglés).
El objeto era discutir los detalles de su posible viaje a
la Luna en un plazo de uno a dos años.
• El científico estuvo trabajando en la agencia espacial
estadounidense hasta principios de 1971. Por increí-
ble que parezca, las cuentas cuadran.
38
A la vista tuve los papeles de trabajo de uno de los cien-
tíficos venezolanos más prominentes de todos los tiempos.
Sobre la naturaleza del contenido de aquella especie de per-
gaminos modernos, pienso que se trataba de información
clasificada, considerada secreta, relacionada con el progra-
ma espacial estadounidense, sobre experimentos realizados
por Héctor R. Rojas, acerca de fenómenos cuya naturaleza
no fue revelada. De hecho, el objeto del posible viaje espacial
del astrofísico, era que pudiera observar diferentes cuerpos
cósmicos desde la superficie lunar.
En aquel momento no tenía ni idea de que el destino
me llevaría, más de cuarenta años después, a encontrar los
NASA Reports en la encantadora ciudad de París, mientras
me encontraba en el curso de la investigación previa a la pu-
blicación del libro que tiene en sus manos en este momento.
Toda la carrera profesional del doctor Rojas en Estados
Unidos al servicio de la NASA, ha quedado envuelta en el más
absoluto secretismo y misterio que las agencias del Gobierno
estadounidense tienden sobre las informaciones de carácter
tecnológico y científico, que primero se usan con fines mili-
tares y años o décadas después llegan a conocerse y aprove-
charse en el ámbito civil.
Tras la muerte de mi padre, este material científico que-
dó bajo mi custodia. Lo conservé como si de un tesoro se tra-
tara. A menudo les echaba un vistazo con la ilusión de quien
observa un trozo de la historia de grandísimo valor. Un día,
motivado por el interés que tenía en llegar a descifrar el
significado exacto de la información contenida en aquellos
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«papiros», hablé del tema con un señor muy educado y culto
que a diario venía a la cafetería en la que por aquel entonces
me ganaba la vida con poco más de quince años. Durante un
respiro en la actividad, mientras le servía su habitual café
matutino, le hablé de los documentos en cuestión. Viendo
que Mauro, un hombre ya entrado en edad, se reía en tono
burlesco de mis sinceras afirmaciones, le ofrecí llevar al día
siguiente todo el material en mi poder con la condición de
que me ayudara a analizar su contenido.
Esa tarde llegué a casa emocionado ante la posibilidad
de poder conocer la información de esa colección de sím-
bolos ininteligibles para mí. Era la oportunidad largamen-
te esperada de mi vida para comprender el significado de
aquellos documentos top secret. Al traspasar el umbral de la
puerta, corrí hasta mi armario y busqué donde habitual-
mente guardaba los papeles manuscritos del doctor Rojas.
No obstante, debajo de la ropa donde los tenía siempre no
había nada, revisé por todas partes sin suerte. Ya desespe-
rado ante la búsqueda infructuosa se me ocurrió preguntar
a mi madre si los había visto.
Por aquel entonces, mi madre había sido abducida por
una fuerza terrenal muy poderosa. Se había integrado visce-
ralmente en el seno de un extraño culto religioso de alabanza
a Dios. Aparte de lo loable que pueda resultar dicha activi-
dad, llegó a profesar un fanatismo de tal magnitud que veía
la acción del demonio en todas partes y a todas horas. Una de
las estrategias más cuestionables de estos grupos es infundir
el miedo a sus fieles seguidores para evitar las deserciones.
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Está bastante claro que es una forma de manipulación psico-
lógica. Un día, para mi desgracia, mi progenitora al revisar
mis cosas se topó con mi «tesoro», los papeles de trabajo del
doctor Rojas. Al no encontrarlos sospeché que ella podría te-
ner algo que ver con la desaparición de tan preciado botín,
mi reacción fue dirigirme a paso veloz hacia el otro extre-
mo de la casa. Dejé atrás las habitaciones, atravesé el salón
y, saliendo al jardín, me encontré de frente con mi madre, a
la que pregunté de sopetón: ¿has visto los documentos que
tenía guardados en mi armario? La respuesta que me dio
como si no ocurriera nada, me partió el alma, fue como si un
clavo ardiente me penetrara las entrañas. Sin el más mínimo
apuro me dijo que esos papeles eran cosa del diablo y que los
había tirado a la basura. En ese instante fui presa de la deses-
peración, me llevé las manos a la cabeza, empecé a vociferar
maldiciendo mi mala suerte, al tiempo que gritaba pregun-
tándole cómo era posible que hubiera hecho tal cosa. Empe-
cé a correr de un lado a otro intentando hallar el cubo de la
basura, pero mi madre terminó confesando que los había de-
positado el día anterior en el contenedor de la calle. Aunque
hice todo lo humanamente posible, dadas las circunstancias,
jamás volví a ver tan valioso legado.
Aún hoy en día mi alma llora por esta gran pérdida. Estu-
ve ante la oportunidad de la vida para un investigador y di-
vulgador científico de lo misterioso y se esfumó de la forma
más incomprensible.
Cuatro décadas después de estos acontecimientos, al es-
cribir estas líneas por primera vez, he tenido que detenerme
41
varias veces a lamentar mi infortunio. Se trata del episodio
de mi vida más relevante en mi relación con la ciencia y a la
vez el más absurdo, estúpido y descabellado de todos, ya que
constituyó la pérdida irreparable de un material de incalcu-
lable valor científico. Había sido víctima de un rezago de la
«santa inquisición medieval».
42
III. Persiguió sus sueños hasta el final
43
muchos años, mientras escribo estas líneas me embarga
una gran tristeza por lo que tuvo que padecer para realizar
su sueño y por la forma vil en que fue tratado. Es especial-
mente duro, porque lo conocí personalmente, cuando tenía
una mente lúcida y privilegiada.
A mediados de los años setenta, Rojas vivía en una casa
modesta en el barrio la Barraca, en mi ciudad natal Maracay,
en el Estado Aragua, en Venezuela. En esencia, su sueño era
enseñar los conocimientos que había adquirido en diferen-
tes áreas científicas durante sus trabajos con distintas enti-
dades como la NASA, la Institución Carnegie de Washing-
ton, el Observatorio de París-Meudon o el Observatorio de
Potosí (México). El lugar ideal para realizar su sueño era el
ámbito universitario y anhelaba impartir clases en las Uni-
versidades de Latinoamérica y Europa.
El doctor Rojas sentía una necesidad especial de compar-
tir la ciencia conocida de la época con sus congéneres, deseaba
por vocación y convicción transmitir todos esos interesantes
y valiosos conocimientos acerca del funcionamiento del Cos-
mos. Así se lo hizo saber a los gobernantes, tanto en Venezue-
la, como en Estados Unidos. No obstante, en aquel tiempo y
espacio ningún político supo entender el alcance y la magni-
tud de sus propuestas. Al contrario, tuvieron un gran recelo
hacia las ideas del ilustre científico, por lo cual en su propio
país fue marginado debido a la ignorancia y los prejuicios.
En este sentido fue muy ingenuo y tuvo que pagar las
consecuencias de su «osadía» al proponer cosas impensables
para algunos políticos del momento. El mundo se encontraba
44
en plena «Guerra Fría», con el enfrentamiento entre Estados
Unidos y la antigua Unión Soviética. La potencia dominante
no quería compartir nada que pudiera ayudar al enemigo a
ganar la carrera espacial.
Si hay algo que debo enfatizar, luego de una larga inves-
tigación sobre la vida profesional de Héctor R. Rojas, es que
destacó en el estudio de la astrofísica, hasta el punto de lle-
gar a ser considerado por la NASA como un autor relevante,
merecedor de la publicación de todos sus trabajos a finales
de los años sesenta. No obstante, en la actualidad, hay que
preguntarse: ¿Por qué el historiador jefe de la NASA afirma
no tener ninguna información del doctor Rojas? ¿Qué juego
es este? No sabe, no contesta. O, quizás: ¿Podría ser un ocul-
tamiento orquestado por el Departamento de Estado Ameri-
cano? Poco a poco iré respondiendo a estas cuestiones.
Héctor R. Rojas tenía una mente prodigiosa, pero luego
de sus estudios, experimentos y logros científicos, se convir-
tió en una persona incómoda para el orden establecido. Su
sueño de enseñar ciencia, compartir conocimientos, coope-
rar para el desarrollo y progreso de las sociedades latinoame-
ricanas y europeas, resultó demasiado ofensivo y peligroso
para los sectores más retrógrados dentro de las instituciones
norteamericanas.
En un momento dado, el astrofísico entró en contacto con
el Gobierno de Estados Unidos. A finales de 1974 escribió una
carta enviada a la Casa Blanca a través de la embajada esta-
dounidense en Caracas. El 18 de julio de 1975, se produjo la
respuesta del Departamento de Estado Americano mediante
45
el memorándum registrado con la clave R182203Z, en el que
se otorgaba un salvoconducto a Héctor R. Rojas para viajar a
Washington D.C. solo o acompañado de su amigo el científico
de dieciocho años de edad Jorge Augusto Crespo. Más adelan-
te, hablaré de los detalles del contenido de esta prueba excep-
cional a la que denomino con el apellido del personaje político
que la firma: «Memorándum Kissinger».
46
IV. La dulce Virginia me esperaba con
el tesoro en París.
Diciembre de 2015…
47
noroccidental de Venezuela y es la segunda ciudad en impor-
tancia económica del país. Maracaibo es mundialmente cono-
cida por sus explotaciones petrolíferas y la intensa actividad
empresarial que generan a lo largo de toda la ribera oriental
del lago del mismo nombre. Como curiosidad, quiero men-
cionar la designación de Maracaibo como capital mundial del
relámpago. Después de un minucioso estudio de la NASA, en
mayo de 2016, se anunció; que la zona del Lago de Maracaibo,
es el lugar del mundo donde mayor concentración de relám-
pagos, rayos y centellas se precipitan a la Tierra.
El doctor Rojas vino al mundo en el seno de una familia
muy humilde, pero su fuerza y determinación lo llevarían a
convertirse en un prominente científico. ¡Tenía una volun-
tad de hierro!
Durante su más tierna infancia se trasladó con toda su
familia a la ciudad de Puerto Cabello, donde su madre con
mucho amor y ternura, le enseñó las primeras letras. El niño
Héctor Rafael hizo el primer curso de primaria en la escuela
Bartolomé Salom y aprobó con muy buenas calificaciones.
Sin embargo, en ocasiones, debido al aburrimiento, dejaba
de asistir a algunas clases y se marchaba a jugar a la playa o
a pasear por la plaza. Al año siguiente, cuando Héctor Rafael
contaba con solo ocho años de edad, la familia se trasladó a
la ciudad de Maracay, donde muchos años después este ser-
vidor tendría el honor de conocerlo meses antes de su último
viaje a Washington D.C. Los tres cursos académicos siguien-
tes, hasta cuarto de primaria inclusive, los hizo como interno
en el colegio Padre Antonio Leyh de La Trinidad. Completó
48
esta etapa de formación cursando dos años en la escuela Fe-
lipe Guevara Rojas.
Una vez culminada la primaria, el joven Héctor Rafael
comenzó sus estudios de bachillerato en el prestigioso Liceo
Agustín Codazzi. Eran los años cuarenta del pasado siglo, una
época en la que sus amigos lo llamaban cariñosamente «Ro-
jitas». Por espacio de cuatro años compaginó la asistencia a
clase con la actividad laboral. De esa manera, contribuyó a la
economía familiar. Se sabe que trabajó en la tipografía Ma-
rio,y también, en la enseñanza a niños y niñas de quinto y sex-
to de primaria. Por las noches daba clases en el grupo escolar
República de México, todo ello en la ciudad de Maracay.
Después de cursar cuatro años, viajó a la ciudad de Cara-
cas para finalizar esta etapa de formación en el Liceo Fermín
Toro.
Estando en la capital de Venezuela, ya graduado como
bachiller, realizó las gestiones para matricularse en la Sor-
bona de París. La ilusión que tenía por estudiar en la uni-
versidad parisina, era tan grande, que un día, poco antes de
viajar a Francia, el joven Héctor Rafael visitó una sastrería
y explicó al dueño los detalles de su inminente viaje. Con el
atrevimiento de quien iba a realizar sus sueños y a empren-
der una increíble aventura por el mundo, le pidió al sastre
que le confeccionara dos trajes. Aunque en aquel momento
no tenía dinero, se comprometió a volver una vez que se
hubiese graduado para realizar el pago correspondiente.
El buen hombre impactado por la petición de aquel ado-
lescente, no solo confeccionó los trajes, sino que además se
49
los regaló. Conociendo al personaje, con la perspectiva pri-
vilegiada que me concede la investigación realizada, puedo
llegar a sentir una pequeña dosis de la gran emoción que
pudo experimentar.
Para realizar sus estudios universitarios en la capital
francesa, el joven Héctor Rafael contaba con el ofrecimien-
to de una beca de 500 bolívares (entre diez y quince mil de
las antiguas pesetas), pero solo recibió el dinero dos meses,
ya que un político de nombre Julio de Armas, que por aquel
entonces era ministro de educación de la República de Vene-
zuela, le revocó la ayuda sin que se sepa con certeza la razón,
aunque seguramente haya sido debido a recortes presupues-
tarios, que son cosas de políticos de todos los tiempos.
Todos podemos imaginarnos lo que significaría encon-
trarnos estudiando en un país diferente del nuestro y sin
dinero. ¿Qué haríamos? A buen seguro volver a casa lo an-
tes posible. En estas difíciles circunstancias, el joven Héctor
Rafael apeló a su espíritu de sacrificio y férrea voluntad para
enfrentar la adversidad en un país extraño y poder continuar
con sus estudios. Al principio fue especialmente duro, du-
rante algún tiempo logró ocultar la crítica situación a su ma-
dre. No obstante, un buen día, en unos grandes almacenes
de la ciudad, corrió el rumor de que el profesor Carlos Clave-
ri y algunos alumnos del Liceo Agustín Codazzi hacían una
colecta para enviar dinero a Francia. El dinero recogido iba
destinado a la compra de libros para un estudiante venezola-
no en París. Inevitablemente, la madre terminó enterándose
de la crisis por la que atravesaba. La familia le envió toda la
50
ayuda que pudo y con mucho esfuerzo continuó sus estudios
de física y matemáticas en la Sorbona, sin ningún apoyo por
parte del Gobierno venezolano.
A lo largo de su vida de estudiante universitario tuvo que
trabajar muy duro para costearse todos los gastos. Durante
un tiempo fue limpiador de vidrieras. Una buena tempora-
da, todos los días laborables se levantaba a las dos de la ma-
drugaba para ir a trabajar en el mercado de París, mientras
que los fines de semana se iba a recoger leña a la montaña
que luego vendía en la ciudad.
Con el paso de los años, el joven Héctor Rafael que había
pasado la parte más importante de su vida de estudiante en
la cautivadora ciudad de París, se convirtió en el doctor Ro-
jas. Se graduó el 07 de junio de 1956, con la más alta mención
francesa «Mention Très Honorable» (Summa Cum Laude).
El 11 de septiembre de 1958, regresó a Venezuela con su fami-
lia y amigos, pero por muy poco tiempo.
El régimen político de entonces recelaba de un hombre
tan preparado y de sus ideas de poner la ciencia al servicio
de las personas y el progreso social. Era visto y considerado
por el sistema como un posible problema, así que los políti-
cos, astutamente, lo nombraron embajador plenipotenciario
solo para hacerlo viajar fuera del país. Cansado de tanta po-
litiquería, el científico salió de Venezuela el 5 de febrero de
1959, rumbo a Francia, sin saber que ese era el propósito de la
Junta de Gobierno, pero al mismo tiempo contento por dejar
atrás ese ambiente incomprensible de animadversión hacia
el conocimiento.
51
En estos años la actividad profesional del doctor Rojas fue
muy intensa. Viajó a México para trabajar en el Tecnológico
de Monterrey, una de las mejores universidades privadas del
país, que se encuentra ubicada en el Estado de Nuevo León.
En esa época, el importante centro académico contaba
con una cátedra de astrofísica. El científico trabajó como
profesor–investigador responsable de dirigir un proyecto de
observación astronómica llevado a cabo en el Observatorio
de Potosí, que por entonces funcionaba en el Cerro del mis-
mo nombre.
Mientras se encontraba sumergido en este proyecto
científico hizo su mayor descubrimiento, el denominado
«Método Rojas» para facilitar el aterrizaje de naves espa-
ciales tripuladas en la Luna con mayores garantías de éxito.
Por este hallazgo recibió el reconocimiento de la comunidad
científica y se sentaron las bases de su futura colaboración
en el programa Apolo de la NASA.
Entre 1961 y 1962 fue miembro de la Institución Carnegie
de Washington. Realizó múltiples observaciones de estruc-
turas galácticas con el telescopio Hale de Monte Palomar,
equipado con un espejo de 5,08 metros de diámetro, que du-
rante muchos años fue el mayor telescopio óptico del mundo.
Este importante observatorio astronómico estadounidense,
está situado en una montaña de unos 1700 metros de altura,
al sur de la ciudad de Los Ángeles, en California.
He podido comprobar como figura su nombre en los anua-
rios de esta prestigiosa organización sin ánimo de lucro que,
desde su fundación en 1902, tiene independencia financiera
52
para evitar cualquier forma de manipulación política. Afir-
man con orgullo que los científicos de la Institución Carnegie
son exploradores de nuevas áreas de investigación en la fron-
tera del conocimiento, para preparar el camino a las siguien-
tes generaciones.
Entre 1962 y 1964 el astrofísico trabajó en el Pan Ameri-
can College, en la ciudad de Edinburg, Texas (Estados Uni-
dos), donde se desempeñó como científico colaborador en
astronomía.
Debido a su brillante expediente académico y a los des-
cubrimientos que había realizado, recibió el apoyo económi-
co del Consejo de la Sección de Ciencia de la Organización
del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Este organismo, le
notificó el otorgamiento de una beca para financiar la conti-
nuación de sus investigaciones en el legendario Observato-
rio astronómico de París-Meudon. En ese centro científico
francés pasaría los siguientes dos años, entre 1964 y 1966, lle-
vando a cabo estudios sobre estrellas muy brillantes.
Fruto de sus observaciones astronómicas durante esta
etapa en Meudon, Rojas presentó la tesis doctoral cuyo títu-
lo original en francés es: Classification spectrale des étoiles B
et mesure d’intensité des raies d’hydrogène en émission d’étoiles
Be lo que viene a representar una clasificación espectral de
estrellas tipo B, que son muy masivas, como bolas gigantes-
cas de gas que pueden llegar a tener quince veces el tamaño
de nuestro Sol y generar un calor muchísimo mayor.
Es importante destacar la opinión de un astrónomo ex-
perto que me ha asesorado en los detalles técnicos. Luego de
53
leer e interpretar el resumen de la tesis doctoral de Héctor R.
Rojas, dijo: «Puedo afirmar que se trata de un trabajo muy
completo para caracterizar las estrellas de tipo B con líneas
de emisión». Y agregó: «Un hecho muy interesante es que
en la primera página se menciona a los investigadores que
integraron el tribunal que en la Sorbona de París dictaminó
sobre el contenido del trabajo presentado».
Para lectores conocedores de la materia, sugiero revisar
una breve explicación adicional en la página 131.
Si bien estoy muy agradecido por la colaboración recibi-
da, con total conocimiento y responsabilidad, omito el nom-
bre de mi asesor científico para evitar que pueda ser objeto
de posibles represalias.
Hasta aquí, me he referido de forma abreviada a los días
previos al comienzo del trabajo estelar del doctor Rojas en el
Programa Apolo, al que ingresó en 1966, para su desempe-
ño en el NASA Manned Spacecraft Center (centro de vuelo
de naves tripuladas de la Agencia Espacial Estadounidense),
ubicado en Houston (Texas). En febrero de 1973, este enorme
e importante complejo militar y científico pasó a llamarse Ly-
ndon B. Jonhson Space Center por decisión de los políticos.
En relación con la beca concedida al doctor Rojas, aun-
que solicité más información al archivo central de la OTAN
en Bruselas, no fue posible obtener nada más. ¿O quizás sí?
Según afirmaron, todo lo demás que tenían sobre el astro-
físico es información «clasificada», lo que equivale a decir
que no están dispuestos a compartirla. Sin embargo, a tra-
vés de otras fuentes he podido saber que mientras trabajaba
54
en París, Héctor R. Rojas, fue asesor científico y miembro de
una comisión consultiva de la OTAN, que le otorgó uno de
los reconocimientos más importantes que recibiera en vida.
Resulta muy llamativo que en la actualidad manifiesten no
tener conocimiento. «Si hubo algún documento sobre este
reconocimiento, fue destruido», según me dijo una funcio-
naria del archivo de esa entidad.
¿Qué tenemos hasta ahora? Información clasificada
y documentos destruidos, lo cual es una buena manera de
mantener el secretismo y correr un tupido velo sobre la in-
formación que no desean que sea de conocimiento público.
En este punto es inevitable preguntarse: ¿por qué? Analizaré
ampliamente las posibles respuestas más adelante.
55
V. NASA Reports 1/2/3 La confirmación
57
y que, gracias a la amabilidad de su personal, había concer-
tado previamente su traslado a París para poder consultar el
expediente con mayor facilidad. La bibliotecaria me dijo que
esperara un momento y se dirigió a una pequeña oficina ad-
junta. Por momentos, mi corazón palpitaba con más fuerza
de lo habitual en espera de aquellas noticias, ¿estarían allí los
informes? Después de unos minutos la hermosa joven regre-
só y, con una gran sonrisa en los labios, depositó en mis ma-
nos los informes que arrojarían luz sobre una etapa crucial
de la vida profesional del doctor Rojas. Ese fue un momento
muy emotivo y glorioso en mi investigación porque llegaba
la confirmación irrefutable de que Héctor R. Rojas fue un
prominente científico que no figura en ningún lugar, a pe-
sar del extraordinario trabajo que realizó para el programa
espacial de Estados Unidos.
Aunque los tenía ante mí, me costaba trabajo creerlo, eran
los tres informes originales en inglés que el doctor Rojas ha-
bía escrito para la NASA mientras trabajaba en el Programa
Apolo, en Houston (Texas). Esta información es la base del
misterio que nos ocupa (en ese momento no tenía la menor
idea de la existencia de un cuarto trabajo publicado por la
NASA). Otros dos documentos consultados fueron la tesis
doctoral y su resumen presentado a la Facultad de Ciencias
de la Sorbona de París, con el fin de obtener el doctorado.
Con esto quedaba disipado cualquier intento de sembrar
un ápice de duda sobre la actividad y nivel profesional del
personaje. En alguna oportunidad se dio el caso de que al-
gún envidioso había tratado de insinuar que la formación
58
académica del astrofísico no era real, incluso llegó a tratar-
se de un intento de desacreditación orquestado por parte de
funcionarios venezolanos de la época, que actuaron tanto
por su cuenta como bajo presiones de los estadounidenses.
Existe constancia de comunicaciones oficiales (telegramas
electrónicos) de marzo de 1976, entre el Departamento de
Estado Americano y Cordiplan (Ministerio de Venezuela),
donde se menciona al funcionario venezolano Carlos Ortiz
como el enlace en el caso de Héctor R. Rojas. Más adelante,
explicaré cuál fue el papel de Ortiz en todo este asunto.
En un giro retorcido de la política de secretismo de al-
gunas organizaciones gubernamentales estadounidenses,
esta información fue literalmente retirada de circulación.
Los informes tienen el estatus de «desclasificados» pero a la
americana, es decir, no se pueden leer, porque no figuran en
ningún sitio. No están alojados en ningún servidor de inter-
net o solo aparecen los títulos de los informes con una no-
menclatura, pero no los contenidos.
Esta situación me resultó tan inquietante que decidí in-
vestigar en profundidad. Algo extraño tenía que haber ocurri-
do para que la historia de un brillante científico y su aporta-
ción a la ciencia hubiesen caído en el más absoluto anonimato.
La valoración de los primeros indicios me hizo sospechar aún
más. Mi intuición me llevó, con mucho esfuerzo, a un recón-
dito lugar del mundo donde estaba el material. Gracias a mi
tenacidad en la búsqueda de la verdad, y debido a la ayuda que
he recibido de muchas fuentes, pude examinar con detalle un
material de suma importancia que, por otro lado, nadie más
59
iba a leer porque muy pocas personas saben o recuerdan que
existe. En esto se basa una parte de la política de secretismo
que consiste en afirmar que la información está desclasificada
sin que nadie pueda acceder, leer o consultar su contenido. Así
funciona el mundo de la era de la desinformación en el que
nos encontramos.
Los NASA Reports 1/2/3 son una serie de informes que
el doctor Rojas preparó durante la fase previa al primer alu-
nizaje tripulado. De su lectura se deduce que pueden existir
varios documentos más, producto de investigaciones en las
que el científico habría trabajado para la Agencia Espacial
Estadounidense (el 8 de abril de 2016, mis fuentes me con-
firmaron la existencia del NASA Report 4). Estos informes
adicionales constituirían un segundo bloque de estudios
realizados por el astrofísico, que nunca se han dado a cono-
cer públicamente.
Esta documentación fue fundamental a la hora de deter-
minar la mejor zona posible para el aterrizaje en la Luna del
Apolo 11 y misiones posteriores.
Pero vayamos por partes: ¿qué información contiene el
NASA Report 1?
El primer informe elaborado por Héctor R. Rojas y pu-
blicado por la NASA se titula originalmente en inglés: A Me-
thod of Predicting the Optimum Lunar Landing Area for a Man-
ned Spacecraft, cuya traducción es: un método de predicción de
la zona óptima para el aterrizaje en la Luna de una nave espacial
tripulada. Se preparó por encargo de la NASA y fue elabo-
rado íntegramente por el científico cuando trabajaba en la
60
División de Sistemas Aeroespaciales de la Lockheed Elec-
tronics Company, en Houston (Texas). La Agencia Espacial
lo recibió en diciembre de 1966.
Como he mencionado antes, el doctor Rojas hizo uno de
sus descubrimientos más importantes mientras se encon-
traba trabajando en México. Durante el curso de esa inves-
tigación, el científico creó un método para definir con total
exactitud la inclinación del sitio del alunizaje, a fin de evitar
problemas y de reducir en todo lo posible el riesgo para la
vida de los astronautas.
De eso trata este primer informe, en el que se habla de
una tabla de coeficientes espaciales, muy útil para recopilar
datos que sirven para calcular, con precisión matemática, la
mejor zona para el aterrizaje de una nave espacial tripulada.
Con este hallazgo el doctor Rojas despertó un extraordi-
nario interés en Estados Unidos y Europa, siendo sus ser-
vicios requeridos por la NASA para trabajar en el programa
Apolo. Aunque la Agencia Espacial lo ha mantenido en es-
tricto secreto, probablemente por orden del Departamento
de Estado, su descubrimiento constituyó una gran aporta-
ción al programa espacial estadounidense y al proyecto de
enviar al hombre a la Luna. «El método Rojas» simplificaba
el proceso, evitando muchos problemas a la hora del aterri-
zaje o en el despegue de la superficie lunar para la vuelta a
la Tierra de los astronautas. Una de mis fuentes, altamente
cualificada, lo describe de la siguiente manera:
61
punto, hecha por las sondas espaciales Surveyor, y la magnitud del
brillo o color de la Luna, sobre la base de observaciones realizadas
desde la Tierra. Es muy interesante ver cómo el doctor Rojas creó un
método que permite, con la medida en un solo punto, inferir la tem-
peratura a su alrededor observando desde la Tierra».
62
Lunar Landing Site for an Astronaut. Este informe entregado
a la NASA en julio de 1967, es la segunda aplicación del mé-
todo original de transformaciones sucesivas para predecir
el lugar más seguro para el aterrizaje en la Luna de una
nave espacial con astronautas a bordo.
En este tercer informe el científico utiliza su método
para analizar la cantidad de luz que refleja un planeta, lo que
se conoce con el nombre de albedo. Estudia diferentes dis-
tribuciones de formaciones topográficas, cráteres y laderas
en función de su albedo y su forma. También analiza mi-
nuciosamente la composición de la Luna observando la luz
que refleja (albedo lunar). El astrofísico llega a la importante
conclusión de que la superficie lunar debe estar compues-
ta por una capa de rocas, tierras o material volcánico con
irregularidades de entre 10 micras y 1 centímetro. Fruto de
este trabajo propone una serie de acciones adicionales que
debían llevarse a cabo para estudiar con mayor precisión las
diferentes zonas de aterrizaje, así como las formas de medir
las pendientes en la superficie de nuestro satélite natural.
Al final de este informe, el doctor Rojas hace una serie de
reconocimientos dirigidos a las personas que hicieron suge-
rencias y revisiones para la elaboración de los NASA Reports
1/2/3.
Se mencionan a Mr. J. Keith Westhusing, del laboratorio
de geofísica de Lockheed Electronics Company y Mr. Roland
R. Vela, del Departamento de Trazado de Mapas Científicos.
Se agradece el tiempo y esfuerzo dedicados para contribuir
a la elaboración de los informes a las siguientes personas:
63
Kenneth Renfro, D. Spooner, Frank Wilhite, Bruce Kates
y William Barker, este último director general del Área de
Geofísica. Se menciona también a los compañeros de traba-
jo más cercanos al doctor Rojas: Rollie Woodruff (Director),
Dr. Jackson Barnes (Supervisor) y los colegas Mrs. Elizabeth
Dillinger, Dr. Luis Flores, Dr. B. S. Carroll y Dr. M. Meicler,
del Departamento de Análisis de la Lockheed.
Estos agradecimientos son una prueba más de la dimen-
sión del trabajo realizado por el científico, que en sus por-
menorizados informes advierte de todas las acciones previas
que se debían llevar a cabo en su ámbito de estudio, para te-
ner éxito en el aterrizaje de una nave espacial en la Luna, ate-
nuando los riesgos para su tripulación.
El asesor científico que ha revisado los NASA Reports
concluye su dictamen diciendo: «ha sido muy interesante
leer los informes y darse cuenta de que, probablemente, en
el momento de enviar al Apolo 11 a la Luna, se sabían mu-
chas menos cosas y con menos precisión de la Luna, de lo
que hoy sabemos de Marte o Venus; y sin embargo, aún falta
mucho para dar el paso de enviar astronautas a explorar a
esos planetas. A la vista de los informes que he podido revi-
sar, se puede afirmar que el trabajo realizado por el doctor
Rojas fue muy importante para uno de los mayores hitos de
la investigación espacial».
Por la enorme utilidad de sus conocimientos y debido a
la importancia de su trabajo para el programa espacial, Hé-
ctor R. Rojas continuó, en septiembre de 1967, su desempe-
ño en el George Marshall Space Flight Center (MSC por sus
64
siglas en inglés). Se trata de uno de los centros de vuelo es-
pacial más importantes de la NASA. Tiene su sede en Hunts-
ville (Alabama), y era dirigido en la época por Werner Von
Braun, un legendario hombre de ciencia. El inmenso com-
plejo contaba con talleres, laboratorios de pruebas, área de
lanzamiento y control de misiones, entre otras instalaciones.
Durante estos años, el doctor Rojas tuvo la delicada res-
ponsabilidad de analizar la composición morfológica y la to-
pografía de la superficie lunar. Debía mejorar lo realizado
previamente, mediante observaciones detalladas de la Luna
y experimentos con modelos fotométricos, para preparar el
descenso de Armstrong y Aldrin. Las informaciones y foto-
grafías que analizó habían sido recopiladas por las sondas
espaciales Surveyor, Ranger y Orbiter.
En el ejercicio de sus funciones, el doctor Rojas tuvo un
papel relevante en el feliz vuelo del Apolo 8. La noticia fue re-
señada ampliamente por la prensa nacional de Venezuela. Era
la segunda misión tripulada y estaba formada por los astro-
nautas Frank Borman II, James Lovell Jr. y Williams Anders.
Se les había encomendado la misión de observar con detalle la
superficie lunar, describirla y tomar fotos, que luego servirían
al doctor Rojas y su equipo científico para determinar con ma-
yor precisión el área más adecuada para el futuro alunizaje de
naves tripuladas. Para ello, debían centrar su atención en una
zona conocida como Mar de la Tranquilidad, que siete meses
después sería el lugar designado para el aterrizaje del Apolo 11.
Una cámara especialmente adaptada fue utilizada por
los astronautas para tomar las fotos a través de una pequeña
65
ventana. En los momentos más idóneos a lo largo del vuelo
orbital se tomaron hasta setecientas fotos de los lugares de
mayor interés. La información recabada en esta misión es-
pacial fue crucial para los cálculos que los técnicos hicieron
posteriormente en la Tierra.
Dada la naturaleza del trabajo que había realizado, ante
la proximidad de la misión Apolo 11, destinada a permitir la
caminata del hombre sobre la Luna, en diciembre de 1968 el
doctor Rojas fue enviado al Centro Espacial John F. Kennedy,
donde viviría los emocionantes momentos que condujeron a
la conquista del satélite natural de la Tierra.
Estados Unidos había construido este complejo cientí-
fico para que sirviera a su programa espacial como base de
lanzamiento de los poderosos cohetes Saturno V, encarga-
dos de llevar al espacio las naves tripuladas y las misiones
robóticas.
Cabe destacar que este centro ha sido utilizado en todas
las misiones tripuladas de la NASA desde octubre de 1968.
Fue en el Centro Espacial Kennedy donde el doctor Rojas se
preparó para el proyecto más importante de su vida: viajar a
la Luna en misiones posteriores al Apolo 11.
¿Qué pruebas apoyan esta afirmación? De forma direc-
ta, ninguna. ¿O quizás sí? Cada lector debe sacar sus propias
conclusiones a partir de la lectura de las siguientes líneas:
En los prolegómenos del viaje a la Luna, entre enero y
julio de 1969, los periódicos más importantes de Venezuela
difundieron la noticia del exitoso trabajo del astrofísico en el
Programa Apolo. Esas informaciones permitieron saber que
66
la NASA había publicado cuatro libros escritos por el doctor
Rojas en los que se recoge el contenido de los NASA Reports
1/2/3/4.
En las cartas dirigidas a su amigo, el economista Ezio
Ruffino, queda claro que el científico era un idealista y un
patriota. Aspiraba ingenuamente a que sus logros profesio-
nales en Estados Unidos fueran reconocidos también como
un triunfo de su patria. Expresó con meridiana claridad que
prefería no firmar más «papeles» (contratos) con la NASA,
siempre y cuando Venezuela lo apoyara con el pago de sus
honorarios de un año (1969) en la Agencia Espacial.
Las confesiones hechas por el hombre de ciencia a su anti-
guo compañero de estudios, el Dr. Ruffino, me han permitido
hacer una reconstrucción forense de los hechos. No tengo un
atisbo de duda sobre la veracidad de las afirmaciones. Años
después, en particular por la exhaustiva investigación realiza-
da en la actualidad, he podido hacer las debidas comprobacio-
nes hasta donde el secretismo de las entidades implicadas me
lo ha permitido. Mientras investigaba la conexión azteca de la
vida profesional del doctor Rojas, un científico mexicano me
dijo unas sabías palabras: «Cabe recordar que el viaje a la Luna
era un proyecto de secreto extremo, de seguridad nacional,
pues significaba un hito de la Guerra Fría y, por lo tanto, los
técnicos involucrados debían llevar una vida muy poco públi-
ca... Por lo que entiendo la dificultad de lograr rescatar regis-
tros de tránsito, académicos, etcétera».
No obstante, a pesar de las limitaciones, tenemos lo si-
guiente:
67
Fragmento de la carta dirigida a Ezio Ruffino.
Querido amigo:
[…]El viaje interplanetario del Hombre alrededor de la Luna
ha resultado ser un éxito grandioso2. Yo me siento feliz de que mi
colaboración personal, de la cual ya tú eres conocedor por los pri-
meros libros que te envié desde Houston hace más de un año, haya
dado buenos resultados3. […] En mis pensamientos y actos yo busco
servir a nuestra Patria, aun cuando ella ignore mi existencia. En el
próximo trabajo que voy a realizar, me gustaría que el nombre de
nuestro País tuviera su debida representación en el NASA Manned
Spacecraft Center […]
Después del éxito mencionado del primer viaje del Hombre al-
rededor de la Luna, los proyectos para alunizar serán acelerados.
Para esto último, la nueva colaboración científica que tengo para
ofrecer es la definición exacta de la inclinación del sitio de alunizaje
seleccionado desde la Tierra, esto con el fin de evitar insospechados
problemas de aterrizaje, o de salida de la superficie lunar. Se evita
así riesgos de las vidas de los hombres que se “pasearán” sobre el
suelo de nuestro satélite natural.
68
Sinceramente,
Héctor R. Rojas
1302-Q Boxwood Drive
Huntsville, Alabama, 35805»
Querido amigo:
Perdóname el hecho de no haber respondido antes tu atenta car-
ta del 24 de Enero. Yo recibí recientemente carta de mi madre donde
menciona las publicaciones del 29 de Enero, hechas por los Diarios…
De esa manera supe que tú habías recibido las cartas que te envié
desde Huntsville y Saint Louis.
Mi trabajo para la futura exploración lunar del APOLLO-11 va
en buen camino, pero creo que yo mismo habré de ir a la Luna, qui-
zás un año después de la primera exploración de la superficie del
satélite nuestro. En los momentos presentes, y al mismo tiempo que
preparo el trabajo que ya tú conoces, debo ir a Washington D.C.
para discutir sobre ese asunto con el Office of Manned Space Flight
del NASA Headquarters. Como tú sabes, los primeros hombres que
desembarcarán en la Luna no son científicos y ya la NASA considera
69
la necesidad de reemplazar los militares por equipos de hombres más
adecuados para el estudio de su superficie.
El obstáculo mío es que mi cuerpo es bastante débil por natura-
leza. Sin embargo, es también probable que dicho obstáculo sea ven-
cido mediante las nuevas medicinas creadas después del examen1
hecho a los primeros astronautas que orbitaron nuestra Tierra, sin
contar los perfeccionamientos que serán obtenidos después del exa-
men de los astronautas del APOLLO-8.
Sinceramente,
Héctor R. Rojas». 2
1 Revisión médica
2 Firma manuscrita
70
VI. ¡Madre mía! que gente tan descui-
dada vive en este planeta
71
al Columbia (módulo de mando) en órbita. Entonces se de-
cidió que todo lo que no era absolutamente imprescindible
debía ser abandonado. Entre las cosas que se dejaron en
la superficie lunar están los trajes espaciales, las botas, los
cascos, las cámaras Hasselblad y un recipiente con todos
los residuos biológicos de los tres astronautas desde que sa-
lieron de la Tierra, se situaron en la órbita lunar y bajaron al
satélite para dejar su huella biológica, nunca mejor dicho.
Con la satisfacción de quien ha cumplido una misión, el
doctor Rojas regresó a su país en 1971. En su barrio fue re-
cibido como un héroe por familiares y amigos. Sus vecinos
lo agasajaron con ocasión de su vuelta a casa. Manifestaron
públicamente el orgullo que sentían por la trayectoria vital y
extraordinaria labor científica llevada a cabo por su ilustre
compatriota. Una de las personas que mejor conoció y más
compartió con el doctor Rojas fue su vecino y amigo Pedro
Pablo Montes de Oca, quien trabajó en la biblioteca Agustín
Codazzi junto a la Casa de la Cultura. Allí veía a menudo al
joven Héctor Rafael consultando libros y estudiando duran-
te sus años de bachillerato.
Aunque era un hombre ecuánime, tranquilo y pausa-
do, su mente estaba constantemente inquieta por el deseo,
que se tornaba en necesidad, de difundir el conocimiento.
Al poco tiempo de volver a su humilde morada en la ciudad
de Maracay fue invitado a trabajar como asesor cultural del
Ministerio de Educación de la República de Venezuela, lle-
vando a cabo funciones académicas en el prestigioso Institu-
to Pedagógico El Mácaro, que ese mismo año fue convertido
72
en centro de capacitación y perfeccionamiento docente, con
actuación en los ámbitos rural y urbano.
Aunque el doctor Rojas era apolítico, tenía cierta inclina-
ción hacia las reivindicaciones de carácter social y, en ocasio-
nes, se pronunció públicamente sobre los desmanes e injusti-
cias cometidos por algunos políticos, lo cual le generó más de
un problema. A comienzos de 1958, hizo unas declaraciones a
un importante diario de circulación nacional: en esa oportuni-
dad se manifestó en desacuerdo con la persecución empren-
dida contra un ilustre médico y científico llamado Humberto
Fernández Morán. Este inventor había sido Ministro de Edu-
cación a solicitud de la Junta de Gobierno por espacio de unos
diez días, justo antes del derrocamiento del dictador Marcos
Pérez Jiménez. Fernández Morán había nacido en la misma
ciudad que Rojas, en Maracaibo, tan solo cuatro años antes
que el astrofísico, por lo que eran hombres de ciencia que se
habían entrevistado en varias oportunidades y seguramente
también eran amigos.
A partir de ese momento, el objeto de persecución y des-
conocimiento fue el propio Rojas. Los partidarios de la co-
rriente ideológica que se instaló en el poder después de la
dictadura impidieron el ingreso del astrofísico en la Univer-
sidad Central de Venezuela. Más tarde, fue obligado a mar-
charse del país, con el encargo de adquirir unos equipos para
el Observatorio Cajigal que a la postre fueron desembarca-
dos en un puerto venezolano donde permanecieron dete-
riorándose por tiempo indefinido.
Aunque había pasado bastante más de una década, la po-
litiquería barata le seguía persiguiendo. No es una casualidad
73
que el doctor Rojas trabajara como asesor del Ministerio de
Educación y profesor en el Instituto Pedagógico El Mácaro
durante los tres últimos años del primer gobierno del social-
cristiano Rafael Caldera.
En diciembre de 1973, se celebraron las elecciones presi-
denciales que llevaron a Carlos Andrés Pérez al poder en su
primer período (1974-1979). Este personaje pasaría a la histo-
ria por ser el único presidente de la República de Venezue-
la destituido por corrupción durante su segundo mandato
(1989-1994). Posteriormente fue condenado por malversa-
ción de fondos públicos, en mayo de 1996. Funcionarios ve-
nezolanos pertenecientes a este Gobierno subordinado a las
órdenes de agentes estadounidenses, actuaron para borrar
el historial laboral y profesional de Héctor R. Rojas. Desde
entonces, fue objeto de un desconocimiento absoluto de
toda su trayectoria profesional, que se ha prolongado hasta
nuestros días.
Ha sido la inspiración de su esfuerzo, la tenacidad fren-
te a la adversidad y la profunda admiración que sentimos
los que lo conocimos en vida y aquellos que hemos recibido
testimonio de sus logros científicos, lo que me ha llevado a
este pequeño gran homenaje en forma de libro que recopi-
la, hasta dónde es posible, una parte importante de su hacer
humano.
74
VII. El memorándum Kissinger
75
relación con Francia y sus vínculos con España, ¡no las tenía
todas consigo! ni mucho menos. Su semblante era más serio
de lo habitual y denotaba preocupación. ¿Quizás el astrofísi-
co en su fuero interno, intuía el riesgo que estaba corriendo
al proponer cosas que podían disgustar a los americanos?
A finales de 1974, el doctor Rojas se había dirigido por
carta a la Casa Blanca solicitando una entrevista con el en-
tonces presidente de Estados Unidos Gerald Ford. El propó-
sito era presentar sus propuestas de cooperación bilateral en
el ámbito de la ciencia y la tecnología. (Ver encabezado del
documento desclasificado Nº 1 en la página 159).
Después de esperar muchos meses, el 30 de julio de 1975,
el Departamento de Estado americano dio respuesta a esa
carta. El asunto del telegrama es muy explícito y no deja lu-
gar a dudas, la traducción es: «Respuesta a la carta dirigida
al presidente en la que solicita una entrevista». En la misma
línea aparecen juntos dos nombres, precedidos de la nomen-
clatura que se utiliza en estos casos:
«TAGS: OGEN, VE, (FORD, GERALD R.) (ROJAS, HÉC-
TOR)». (Ver documento desclasificado Nº 3 en la página 175).
El mensaje enviado por un funcionario del Departamen-
to de Estado llamado George S. Springsteen estaba dirigido a
un empleado de la Casa Blanca de nombre Brent Scowcroft.
En el texto se informaba de todos los preparativos para la
visita del doctor Rojas a Washington D.C. Estos personajes
conocen bien toda la historia, ya que aparecen en múltiples
documentos relacionados con el científico. De hecho, Brent
Scowcroft es la misma persona a la que se menciona en otro
76
telegrama como el receptor de la carta que el astrofísico ha-
bía enviado a la Casa Blanca el miércoles, 02 de octubre de
1974.
En este punto, sin saberlo, el doctor Rojas se encontraba
solo ante el peligro. Finalmente, había recibido la autoriza-
ción para abordar un avión militar con destino a Washing-
ton D.C. El propósito del viaje era entrevistarse con Addison
E. Richmond Jr., comisionado especial de Henry Kissinger,
para escuchar las propuestas de cooperación científica y tec-
nológica que quería hacer aquel hombre de ciencia. De todo
lo hablado debía informarse al secretario de estado.
En otro documento desclasificado, Richmond explica
que la embajada de Estados Unidos en Caracas contactó
por teléfono con un joven científico venezolano de diecio-
cho años de edad llamado Jorge Augusto Crespo (también se
menciona la dirección de su domicilio en aquella época), al
que a petición de Rojas solicitaron que acudiera a la reunión
junto con él.
El doctor Rojas había conocido y entablado amistad con
Crespo durante la época de estudiante de este último en la
ciudad de Houston (Estados Unidos), donde pasó muchos
años como tantos otros venezolanos. Este personaje ha per-
manecido en el anonimato, pero por motivos muy diferen-
tes. Hasta el presente no ha dicho ni una sola palabra sobre el
terrible daño infligido a Héctor R. Rojas por parte de funcio-
narios del Departamento de Estado Americano. Puede ser
porque aún vive y trabaja en Estados Unidos y sigue tenien-
do miedo de aquellos que lo amenazaron si contaba algo. He
77
seguido el rastro de Crespo y conocido detalles de su vida
actual. No obstante, aunque le he pedido que me cuente su
versión de los hechos, no ha realizado manifestación alguna
al respecto.
El memorándum que menciona estos hechos fue descla-
sificado el 06 de julio de 2006 por la funcionaria Margaret
P. Grafeld, directora mundial de control de información del
Departamento de Estado Americano. Su función básica es
censurar y limitar lo que el público puede conocer acerca de
las actividades de su Gobierno. Es habitual que sirva de en-
lace y celebre reuniones con representantes de infinidad de
instituciones públicas de su país, entre ellas, la Agencia Cen-
tral de Inteligencia (CIA). Lo más sorprendente del asunto es que
este memorándum lleva la firma de Kissinger, que como ya he men-
cionado era el secretario de estado americano en la época, conocedor
de todos los hechos y máximo responsable de impartir las órdenes en
relación con la suerte que debía correr el doctor Rojas.1
El 24 de marzo de 1976, en otro telegrama electrónico de
Kissinger (como se puede ver H.K. aparece por todos lados
en esta historia), se establece contacto diplomático clasi-
ficado con funcionarios venezolanos pertenecientes a un
ministerio de planificación llamado Cordiplan. El objeto de
la comunicación era indicar el procedimiento que se debía
seguir en Venezuela para el total desconocimiento público
de la trayectoria profesional de Héctor R. Rojas. El funcio-
nario en Venezuela al que le impartieron las órdenes desde
78
Estados Unidos fue Carlos Ortiz, el mismo al que por otros
canales se le notificó acerca de la inminente operación de
devolución a su país del científico venezolano, al que habían
mantenido retenido durante varios meses en Estados Unidos.
En esos días se produjo la llamada telefónica de un hom-
bre no identificado a casa de la madre del doctor Rojas. En
ella se le indicaba la fecha y la hora en que debía acudir a
recogerlo al Aeropuerto Internacional de Maiquetía Simón
Bolívar (Caracas-Venezuela).
¿Por qué estuvo privado de libertad? ¿Qué le hicieron
durante ese tiempo? ¿Por qué la salud de un hombre joven
y sano se deterioró tanto? ¿Qué dijeron los médicos que le
atendieron a su regreso? Pronto responderé hasta donde me
resulta posible a estas cuestiones.
La comunicación del 24 de marzo de 1976 enviada por el
Departamento de Estado a Caracas, estaba clasificada como
«solo de uso oficial». Aunque el contenido ha sido desclasi-
ficado recientemente, solo se puede leer el encabezado, el
texto no se encuentra disponible por estar «irrecuperable»,
lo cual es un eufemismo que viene a significar, que más de
cuarenta años después de ocurridos los hechos, el público no
debe conocer lo sucedido. En este punto y dadas las eviden-
cias, ¡es inevitable pensar que de nada bueno se trata!
Lo que sí se lee con claridad son dos nombres en línea
precedidos de la nomenclatura y que escribo literalmente;
«TAGS: PFOR, TGEN, VEN, US (KISSINGER, HENRY A.),
(ROJAS, HÉCTOR R.)».1
79
Esto tiene una doble lectura: por un lado muestra la im-
portancia que se otorgó a las gestiones realizadas por el as-
trofísico venezolano, cuyas propuestas fueron conocidas al
más alto nivel y al mismo tiempo intimida. Aún hoy en día
da mucho miedo saber que el doctor Rojas estuvo tan estre-
chamente relacionado con un personaje tan siniestro como
Kissinger. Sin embargo, ese hecho arroja luz sobre el destino
que correría el prominente científico.
En esos días hubo una intensa actividad telemática entre
Washington y Caracas, en la que se hacía alusión directa al
doctor Rojas, pero sin que se permita aún en la actualidad
leer los contenidos de las comunicaciones registradas como
contactos diplomáticos. Más adelante, el lector tendrá la
oportunidad de conocer algunos detalles que se han intenta-
do mantener ocultos aún en la actualidad.
El 30 de marzo de 1976, se produjo el que a la postre pare-
ce ser el último contacto sobre este asunto, cuyo texto ha sido
destruido y declarado irrecuperable por el Departamento de
Estado. Lo único que se puede leer no es menos importante,
ya que permite establecer la conexión entre funcionarios de
los dos gobiernos que se pusieron de acuerdo sobre la polí-
tica de desconocimiento público de Héctor R. Rojas y su de-
volución a Venezuela en un vuelo regular con llegada a Cara-
cas. Se utiliza la nomenclatura habitual, siendo el origen del
telegrama el «State Department» y el destino perfectamente
expresado de la siguiente manera: «TAGS: PFOR, TGEN, VE,
US, CORDIPLAN, (ROJAS, HÉCTOR R.) (ORTIZ, CARLOS)».1
80
VIII. La Metáfora del mal «The Agency»
81
del misterio empezaban a encajar. Quedó claro que hay gente
muy mala en el mundo, grupos de personas realmente malé-
volas que se ocultan tras las siglas de infinidad de institucio-
nes seudogubernamentales.
«The Agency» es el nombre metafórico que doy a esa en-
tidad que engloba la perversión elevada a la dimensión des-
conocida que campea a sus anchas por el mundo, sin que ni
siquiera nos demos cuenta. Son muy hábiles y sigilosos, ac-
túan en función de sus oscuros intereses y su presupuesto es
muy holgado; vamos, que no tienen problemas para finan-
ciar sus operaciones de conveniencia a lo largo y ancho del
planeta. Son auténticos entramados criminales enquistados
en el interior de los grupos de poder que dirigen las activida-
des mundiales desde la sombra. No los sientes ni percibes,
pero a buen seguro están ahí. Su objetivo y razón de ser no es
otro que el de continuar dominando y manteniendo viva la
llama del conflicto que les permita perpetuarse en el control
y la supremacía mundial.
«The Agency» está en todas partes y funciona bajo dife-
rentes banderas, tiene ingresos ordinarios y extraordinarios,
obtenidos de forma legal o ilícita, que le permiten sufragar
sus «actividades». También cuenta con partidas secretas mi-
llonarias que administra de la forma que crean conveniente
sus líderes negativos, sin rendir cuentas a nadie o a casi nadie.
Esta entidad maquiavélica defiende la idea de que el fin justi-
fica los medios y actúa en consecuencia; no vacila en fabricar
pruebas, en crear informes falsos para dar soporte y aspec-
to de legalidad a sus maléficos planes. Comprar conciencias
82
aquí y allá es una forma utilizada habitualmente para el logro
de sus objetivos.
Si alguna persona incomoda a «The Agency» se lo harán
saber de diferentes maneras: mensajes, cartas anónimas, lla-
madas, visitas, accidentes o silenciamiento, son sus métodos
preferidos para hacer desistir a cualquiera que pretenda en-
trometerse en sus planes hegemónicos.
En este punto, me explicaré mejor mediante un ejemplo
mezcla de mito y leyenda; si todo el poder maléfico combina-
do de Lucifer y sus ejércitos satánicos se aglutinase en una
sola entidad para dar origen a una institución de la maldad,
esa precisamente sería «The Agency».
Cuando una persona se convierte en una molestia ma-
yor para esta corporación del horror, a buen seguro, recibi-
rá la visita de dos o más hombres altos y corpulentos, ele-
gantemente trajeados de oscuro, a menudo de negro, que
con amabilidad o sin ella transmitirán al «entrometido» un
mensaje muy contundente: ¡O te callas o la próxima vez no
lo contarás! En una situación así, no conviene hacerse el va-
liente, los acontecimientos podrían degenerar en todo tipo
de situaciones realmente tétricas.
Los esbirros del mal no dudarán en neutralizar a cual-
quiera que suponga una amenaza para sus propósitos, sobre
todo si osa comentar sus oscuros intereses. Cuando alguien
llama por su nombre a las cosas calificando las actuaciones
de «The Agency» como delitos execrables y crímenes horren-
dos, se sitúa en el punto de mira de individuos sin escrúpulos,
de dedo ligero y gatillo fácil. Pueden ocurrir muchas cosas;
83
los maestros del horror actúan como facilitadores para or-
questar tenebrosas campañas de descrédito personal y pro-
fesional, utilizando todos los medios de difusión conocidos.
Es muy habitual que «The Agency» organice la desaparición
temporal o permanente de individuos que airean sus oscuros
propósitos, en este último caso no se volvería a saber nada del
infortunado. De otra forma, puede aparentarse una muerte
natural, un desgraciado accidente o simularse un suicidio,
cuando en realidad se está ante un silenciamiento. ¡Se las
saben todas! Conocen muy bien las técnicas para torturar e
infligir un terrible sufrimiento a sus víctimas. Son muy per-
suasivos y en el improbable caso de que no puedan hacerte
desistir de tus intenciones, irán a por tus seres queridos para
obligarte a través del chantaje emocional.
¿Sabes que es lo más sorprendente de todo? Hasta los
propios miembros de «The Agency» son prescindibles en
cualquier momento. Si estás dentro y te vuelves incómo-
do, serás eliminado, si te surgen inquietudes y preguntas, o
sientes escrúpulos y padeces un repentino ataque de remor-
dimientos, acabarás silenciado.
El misterio y la ficción me sirven de herramienta para
ilustrar como fluye la maldad en el mundo hasta llegar a
constituir una entidad supranacional que lo controla y di-
rige todo sin que tan siquiera nos lleguemos a enterar. En
la práctica, al gran público solo le cuentan el 10 % de lo que
sucede aderezado con ingentes cantidades de información
intrascendente en unos casos, o sesgada y falsa en la mayor
parte de las ocasiones. De la inmensa mayoría de las cosas
84
que suceden en nuestro mundo no nos informan nunca o
nos enteramos por una casualidad del destino, a veces por
una filtración de organizaciones como WikiLeaks, que sa-
can a la luz las informaciones que algunos no quieren con-
tarnos, o por la lectura de un libro.
Muchas personas lo ignoran, otras no lo recuerdan y
otras tantas no le dan importancia, pero es una gran reali-
dad: la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Es-
pacio (NASA) realiza estudios científicos de diversa índole
relacionados con el espacio, que permiten obtener avances
científicos y tecnológicos cuya primera y principal aplica-
ción es en el ámbito militar. En esta faceta poco conocida de
la NASA, esta prestigiosa institución científica se ha conver-
tido sin quererlo y sin poder evitarlo, en un instrumento más
de la expresión del mal que representa «The Agency».
¡No me cabe la menor duda! El doctor Rojas fue una víc-
tima de toda esta ranciedad que impregna el comportamien-
to humano de algunos sectores dentro de ciertas institucio-
nes pertenecientes al ámbito político, militar y científico en
el mundo.
85
IX. Guerra fría, traición y silenciamiento
87
secretos que conocía acerca del programa espacial estadou-
nidense?, fue lo que pensaron. A medida que el científico iba
exponiendo su sueño de promover un intercambio cultural
para el fomento de la ciencia en América Latina y Europa
como herramienta de progreso social, los que le escuchaban
montaban en cólera.
La «Guerra Fría» estaba en su apogeo con incursiones
aéreas frecuentes de rusos y estadounidenses probándose
mutuamente. Querían demostrar fortaleza frente al enemi-
go y, al mismo tiempo, verificar la eficacia de las defensas
del contrario. Se dedicaban a medir la verdadera capacidad
operativa del adversario para detectar un hipotético ataque
nuclear. El juego mortal consistía en prepararse para ser ca-
paz de destruir al contrario antes de que pudiera reaccionar
y lanzar un ataque nuclear masivo. Así era la mentalidad de
los dirigentes militares y políticos de estos países.
Las incursiones de los soviéticos se realizaban continua-
mente desde el este, a través del Círculo Polar Ártico, o desde
Siberia cruzando el estrecho de Bering en vuelo de aproxi-
mación a las tierras de Alaska.
El programa espacial conjunto (entre ambos países), que
se inició a mediados de 1975, sirvió para confirmar la rivali-
dad existente y no constituyó en absoluto el fin de la «Guerra
Fría». Al contrario, se trataba de viejos rivales que aprove-
charon la ocasión para espiarse mutuamente. Muchas per-
sonas en prominentes cargos dentro de la administración
estadounidense consideraron este acercamiento a los comu-
nistas como una grave amenaza a los intereses de Estados
88
Unidos. Para los más radicales estaba en juego la suprema-
cía mundial, lo cual era injustificable. Había que mantener
el dominio. El fin justificaba los medios sin que hubiera dis-
cusión posible. Nadie debía cometer la osadía de disputar a
la potencia dominante su papel hegemónico en el mundo,
pensaban muchos miembros de la élite política.
En medio de ese escenario de geopolítica se encontraba
el doctor Rojas, para expresar sus ideas de promover la edu-
cación, la ciencia y la tecnología para beneficio de los pue-
blos del mundo. Cabe preguntarse, ¿dónde estaba el proble-
ma? Aunque no se haya contado, el gran escollo fue que sabía
demasiado sobre el programa espacial estadounidense, se
disponía a contarlo al mundo y quería atribuir parte del mé-
rito a su patria.
Los iluminados que percibían amenazas en todas partes,
no estaban dispuestos a compartir nada que pudiera servir
para que otros países tomaran la delantera en la carrera es-
pacial o en cualquier otro ámbito del conocimiento. Hay que
recordar que, a fin de cuentas, todo avance en cualquier ma-
teria tenía y sigue teniendo en la actualidad, como premisa
fundamental, su aplicación en el sector militar. Así quedó
demostrado con el uso restringido y secreto de internet por
parte de los militares durante décadas.
Por otro lado, hay que considerar como probable que los conoci-
mientos, estudios y experimentos del doctor Rojas fueran más allá de
la observación de estrellas, el análisis de la superficie lunar o la inven-
ción de un método para simplificar el aterrizaje de naves espaciales.
89
Con pleno conocimiento de lo que afirmo, a la luz de los indicios, evi-
dencias, testimonios y recuerdos propios, considero que no se puede
descartar la posibilidad de que parte de las investigaciones realizadas
por Héctor R. Rojas tuvieran lugar en la órbita o sobre la superficie de
la Luna, por el interés de su posible uso en el ámbito militar.
90
persona y prominente científico. Sus vecinos en el barrio La
Barraca estaban muy orgullosos de él, porque a pesar de sus
logros y frecuentes salidas al extranjero siempre regresaba
y seguía viviendo junto a ellos en su casa de toda la vida de
una forma muy modesta, lejos de la opulencia que había co-
nocido en sus viajes por el mundo.
Cuando el doctor Rojas fue devuelto a Venezuela, su perfil
médico había cambiado completamente. Su estado de salud
era deplorable, sufría los rigores de un mal desconocido. Los
médicos que le atendieron en el Hospital Central de Maracay
no encontraron explicación, ni entendieron su padecimiento.
Como ya he mencionado antes, su familia recibió una lla-
mada para anunciar el día y hora de su regreso en un vuelo
regular procedente de Estados Unidos. Esta comunicación
telefónica fue atendida por su madre y le provocó una pro-
funda consternación y sufrimiento. No era nada habitual y
desde luego no presagiaba nada bueno. Al colgar el teléfono
pensó que algo muy malo tenía que haber ocurrido para que
Héctor Rafael, como lo llamaban en su entorno familiar, no
se comunicara personalmente con ella, tal como hacía cada
vez que sus múltiples responsabilidades se lo permitían. La
intuición de la afligida mujer era correcta.
Había más preguntas que respuestas. ¿Qué le habían
hecho?
Tratando de averiguar lo sucedido, un grupo de alle-
gados se dirigió a la sede del Instituto Pedagógico El Má-
caro, lugar donde el doctor Rojas había trabajado durante
tres años, a fin de pedir una explicación. La respuesta de
91
las autoridades en ese momento y por siempre fue que no
lo conocían de nada y que nunca había trabajado en ese
centro educativo. La familia y los amigos del astrofísico no
lo sabían, pero ya estaba en marcha la operación global de
desconocimiento del científico, cuyo nombre ha permane-
cido injustamente en el anonimato hasta nuestros días. En
fechas recientes, he vuelto a preguntar en El Mácaro por los
años de desempeño del doctor Rojas como profesor en esa
institución. La búsqueda realizada por el personal actual,
totalmente ajeno a lo sucedido, ha tenido idéntico resulta-
do: en los archivos ¡no hay nada sobre Héctor R. Rojas!
En este punto, tengo que afirmar sin ambages que todos
los indicios, pruebas y testimonios recabados durante mi in-
vestigación señalan que toda la información sobre el brillante
científico fue eliminada de los archivos públicos donde se en-
contraba durante el primer Gobierno de Carlos Andrés Pérez.
Era la continuación del marginamiento del astrofísico inicia-
do por la misma corriente ideológica de Pérez a comienzos de
1958, cuando el doctor Rojas había pedido públicamente un
trato justo para el prominente hombre de ciencia e inventor
Humberto Fernández Morán. Además, ahora se profundizaba
en el desconocimiento, porque así fue solicitado por funciona-
rios estadounidenses que lo hicieron desaparecer de sus pro-
pios archivos, incluidos los de la NASA.
A lo largo de este libro se hace evidente que el doctor
Rojas trabajó en la NASA durante años y contribuyó en mu-
chos episodios estelares de la carrera espacial. Cuando llegó
el momento oportuno encontré la manera de solicitar a la
92
Agencia Espacial Estadounidense la información que quisie-
ran aportar sobre Héctor R. Rojas y su trabajo en el Progra-
ma Apolo. La reacción que obtuve del organismo científico
fue guardar absoluto silencio. Me queda claro haber logrado
enviar a la NASA un mensaje 5X5, esto significa ¡alto y claro!
expresado en la jerga militar, pidiendo su opinión para ser
incluida en este homenaje póstumo. El canal utilizado para
hacer la consulta fluyó al más alto nivel, sin que pueda co-
mentar los detalles. La única respuesta obtenida de la NASA
fue un sospechoso silencio, hasta que llegó la confirmación
del desconocimiento del trabajo realizado por el doctor Ro-
jas, a través de una extensa comunicación electrónica del
Historiador Jefe de la NASA, el señor Williams Berry, en la
que afirmó lo siguiente: Hemos examinado los registros que
tenemos en la sede de la NASA y no hemos encontrado nin-
guna información sobre el señor Rojas. Esto no es insólito.
Los documentos contenidos en la Colección de Referencia
Histórica son principalmente sobre asuntos de normativas
del funcionamiento de la sede de la NASA. Tenemos muy
poca información detallada sobre los centros de la NASA y
no tenemos informes personales (no nos está permitido ar-
chivar ese tipo de documentos).
93
X. Años de sufrimiento precedieron al
descanso eterno
95
posibilidad de suprimir ciertos recuerdos traumáticos que
pueden ser precursores de graves enfermedades, afectar
sensiblemente el bienestar o incluso llegar a ser invalidan-
tes en el caso de algunas personas.
Sin embargo, estos experimentos ya fueron realizados
antes, con fines inconfesables, en el ámbito de la inteligencia
militar desde hace, al menos, sesenta años en Estados Uni-
dos y otros países. Los avances han permitido la supresión
o borrado selectivo de recuerdos en personas sometidas a
medicamentos conocidos, drogas experimentales, descar-
gas eléctricas y técnicas que aún hoy en día se mantienen en
secreto. El principio utilizado es muy simple, la mejor mane-
ra de guardar una información secreta es que quien la haya
conocido no la recuerde. Todos los indicios señalan que esto
pudo haberle sucedido al doctor Rojas.
Consideremos lo siguiente: en un estudio de 2013, in-
vestigadores de una prestigiosa universidad intentaron
con éxito suprimir en personas el recuerdo de un acciden-
te de tráfico o agresión física. Para ello, utilizaron electro-
choques aplicados después de anestesiar a los individuos.
Los científicos piensan que cada vez que evocamos un
episodio alojado en nuestra memoria, su representación
neuronal se desestabiliza. Es en ese momento cuando se
pueden manipular los recuerdos para modificarlos o su-
primirlos. Los investigadores pudieron constatar el efecto
previsto al observar que las personas objeto del estudio te-
nían grandes lagunas en el recuerdo de la historia grabada
96
en su memoria antes de la aplicación de las descargas eléc-
tricas. (Ver página 135).
La información que no desean que se conozca está rela-
cionada con el «tratamiento» que le dieron al doctor Rojas
durante los meses de su retención en Estados Unidos.
Durante gran parte de la investigación mi intuición me
señalaba el posible devenir de los acontecimientos. Luego
llegaron más evidencias, pruebas y testimonios de personas
cercanas al científico, que lo conocieron en vida y tuvieron la
oportunidad de recibir información de primera mano sobre
algunas de las vivencias del astrofísico. La ausencia prolon-
gada, sin justificación, del doctor Rojas, fue evidente y llegó
a ser calificada por algunos de «secuestro».
Tiempo después cuando el doctor Rojas fue devuelto a su
país por las autoridades estadounidenses, llegaría a afirmar
ante personas de su confianza lo siguiente: «Me pusieron
una máquina en la cabeza y me dejaron casi a cero», lo cual a
la luz de los hechos, se puede considerar como una referen-
cia clara a la pérdida de memoria experimentada después del
«tratamiento». También agregó: «Me había preparado para
ese momento y resistí». De esas afirmaciones se infiere que
el científico era consciente de lo que le podía suceder, ya que
entre otras cosas, conocía perfectamente la intensa prepara-
ción a la que eran sometidos los astronautas, bajo hipnosis,
para poder soportar los rigores de los viajes espaciales. Por
supuesto, no se puede comparar el terrible sufrimiento que
pudo experimentar el doctor Rojas, al ser víctima de proce-
dimientos invasivos, dolorosos y perjudiciales para la salud,
97
más parecidos a una forma de tortura, con el entrenamiento
voluntario que reciben los astronautas.
La exposición a potentes campos electromagnéticos po-
dría ser la explicación de los terribles padecimientos que el
doctor Rojas sufrió a lo largo del resto de su vida, hasta su
fallecimiento el 13 de mayo de 1991. Es aquí donde cada apre-
ciado lector debe sacar sus propias conclusiones. Solo pue-
do agregar que no sabemos a qué técnicas o medicamentos
pudo estar expuesto Héctor R. Rojas durante el período de
tiempo de su retención, pero los daños cognitivos y las se-
cuelas para su salud fueron permanentes. No debo, ni quiero
profundizar en este tema lleno de sombras y oscuridad.
98
XI. El Descubrimiento…
99
siete años fue paracaidista en la Fuerza Aérea de Venezue-
la, con un total de trescientos cincuenta y un saltos desde el
avión, actualmente se encuentra en situación de reserva.
Por diferentes medios y en múltiples oportunidades se
hizo evidente la amistad genuina que unió al médico con el as-
trofísico y aun más, la admiración del doctor Silva Cazar hacia
el genio y figura de Héctor R. Rojas, expresada claramente al
afirmar: «Tuve la gran suerte de haberlo conocido». En varias
ocasiones, me han conmovido y motivado a seguir adelante
con este homenaje, sus palabras acerca de los impresionantes
logros del doctor Rojas, su humildad y sabiduría.
En ese momento comprendí que era la respuesta a mi
intuición y a las inquietantes palabras de Eloy de la Pisa, el
prologuista de este libro.
Hacía mucho que me preguntaba si no había algo más
profundo y complejo en la vida profesional del doctor Rojas.
Más allá de las investigaciones astronómicas ¿existiría algo
más? ¿Otro tipo de experimentos? Pensé que tenía que haber
un móvil muy poderoso para que dos gobiernos se pusieran
de acuerdo en la comisión de atrocidades hacia un científico.
¿Qué había sucedido para que dieran rienda suelta a tanta
maldad? ¿Qué más podía saber el astrofísico?
Quizás en plena «Guerra Fría», la información sensible
que tenía ¿podía caer en manos del enemigo?
El decimotercer libro que pensaba publicar el doctor Ro-
jas, me aportó una respuesta que antes solo intuía. En total
el prominente científico venezolano había publicado doce li-
bros sobre sus investigaciones. Su siguiente obra describiría
100
el funcionamiento de un rayo muy potente, capaz de desin-
tegrar un avión en el aire. Mientras pensaba en ese proyecto,
manifestó con claridad su deseo de que la tecnología fuera
para su país, y expresó, al mismo tiempo, su preocupación
por la posibilidad de ser objeto de un plagio.
La información no me extrañó. En sus años de trabajo
en Estados Unidos, el doctor Rojas había recibido adverten-
cias de todo tipo. Aunque estuvo en la NASA, una entidad
de carácter científico, es muy probable que presionado por
quienes financian a la Agencia Espacial haya participado en
investigaciones que tuvieran por objeto el uso de la tecnolo-
gía con fines militares.
En los años posteriores a su regreso definitivo a Vene-
zuela, en 1971, la vigilancia sobre el doctor Rojas era noto-
ria. Tenía asignados vehículo oficial y escoltas para su pro-
tección, aunque al referirse al asunto, en confidencia a un
buen amigo, el astrofísico dijo: «Me están vigilando». Era
la consecuencia lógica del trabajo científico con posibles
aplicaciones en el campo militar, que el doctor Rojas había
realizado para los estadounidenses.
¡Pero aún hay más! En aquellos días, el doctor Rojas tuvo
una reunión con el presidente de Venezuela, Dr. Rafael Cal-
dera. No era la primera, ni la última, pero ese fue un encuen-
tro especial que pudo influir en los hechos posteriores. El
astrofísico recibió el encargo de viajar a la Unión Soviética
en misión secreta hasta la fecha. La idea no le gustó en lo
más mínimo. Conocía muy bien las implicaciones que po-
día tener un viaje a ese país, considerando sus vínculos con
101
el Gobierno americano. No obstante, el científico se sintió
obligado por el político, cosa muy habitual, y realizó el viaje
poco después. Del tiempo de permanencia y las actividades
del doctor Rojas en la Unión Soviética no se tiene ninguna
noticia.
102
SEGUNDA PARTE
El Cosmos fue el objeto de estudio al que dedicó toda su
vida el doctor Rojas. No se me ocurre mejor colofón a esta
obra, que resumir para los lectores mis propias reflexiones
sobre el Universo, las posibilidades de vida más allá de la Tie-
rra, y un regalo muy especial, algo jamás contado, mi rela-
ción personal con el fenómeno OVNI…
105
XII. Un hogar llamado Universo
107
mos porque su expansión es tan rápida que la luz que emite
nunca llegará hasta nosotros. Ahora conoce una manera de
ilustrar algo muy complejo de tal forma que hasta un niño de
doce años lo pueda entender.
108
¿Hay vida en el Universo?
109
producido en la última década, la realidad es que apenas es-
tamos empezando a atisbar las posibles señales de vida en
el Sistema Solar y el Universo conocido. Aunque esta sea la
realidad no debo dejar de afirmar, sin temor a equivocarme,
que la humanidad avanza sin prisa pero sin pausa hacia los
descubrimientos más importantes de su historia en relación
con la existencia de vida extraterrestre. Están en marcha y
en pleno desarrollo infinidad de proyectos científicos mul-
tidisciplinarios con la participación de cosmólogos planeta-
rios, astrofísicos, astrobiólogos, matemáticos, ingenieros y
multitud de especialistas. Un magnífico ejemplo es Cárme-
nes, que gracias a un convenio hispano-alemán, se desarro-
lla en el Observatorio astronómico de Calar Alto, en Almería
(España). Funciona impulsado por un consorcio de entida-
des europeas y en los próximos años permitirá multiplicar el
número de planetas similares al nuestro, descubiertos en el
entorno de algunas estrellas (exotierras).
Hoy sabemos que solo en nuestra galaxia, llamada la Vía
Láctea, existen miles de millones de planetas donde las con-
diciones son favorables para que hayan evolucionado formas
de vida simples, complejas, o incluso inteligentes. Científi-
cos con gran reputación en el mundo entero piensan que
solo es cuestión de tiempo para que encontremos vida en
nuestro propio Sistema Solar. Entre los mejores candidatos
están Encélado (satélite natural de Saturno) y Europa (luna
de Júpiter), pero también podrían aparecer formas de vida
exótica en los lagos de metano de la luna Titán.
110
En nuestro vecindario cósmico hay evidencias de la exis-
tencia de moléculas orgánicas, agua y calor, que son elemen-
tos vitales. La sopa prebiótica que dio origen a la vida en la
Tierra podría estar presente en algunas de las lunas que gi-
ran en órbita alrededor de los planetas de nuestro Sistema
Solar. Aún no lo sabemos, pero es muy posible que así sea. En
estos días, la exploración espacial robótica está generando
hallazgos sorprendentes.
La sonda espacial Cassini sigue investigando en el siste-
ma formado por Saturno y sus lunas. Lo que era impensable
hace solo dos décadas ahora es una realidad, se están anali-
zando muestras de agua expulsada a gran velocidad a través
de grietas en la superficie de Encélado, la pequeña bola de
hielo que gira en torno al majestuoso planeta de los anillos.
Se buscan señales indirectas de alguna forma de vida, cuya
existencia se intuye debido al inmenso océano que baña el
interior del satélite.
Para ampliar esta información le sugiero que lea en la
parte final de este libro, en la sección de lecturas recomen-
dadas, el artículo que se titula: ¿Hay vida en Encélado? una his-
toria para comprender mejor hasta qué punto nos encontramos ante
la posibilidad de demostrar científicamente el florecimiento de la
vida en el Cosmos. (ver página 139).
Desde el año 1995, en que se descubrió el primer planeta
fuera del Sistema Solar, hasta el último recuento disponi-
ble a mediados de 2016, se han descubierto al menos 3541
planetas extrasolares y 2656 sistemas planetarios. Aunque
sea una cantidad modesta, constituye un salto cuántico en
111
la búsqueda de vida en el Universo. Los estudios científicos
confirman nuestras limitaciones para detectar «exopla-
netas» más pequeños y rocosos, del tipo de la Tierra, pero
sabemos que están ahí y en una cantidad tan abrumadora-
mente grande que ni siquiera la podemos concebir.
Con la entrada en funcionamiento del instrumento óp-
tico Cármenes, trabajando a pleno rendimiento desde co-
mienzos de 2016, la confirmación de la existencia de plane-
tas cuyas condiciones son adecuadas para la vida aumentará
exponencialmente. Este artilugio tiene la singularidad de
permitir la observación astronómica simultánea en los cana-
les de luz visible e infrarroja.
En la actualidad, se están descubriendo planetas de ta-
maño similar a la Tierra o un poco más grandes, que orbitan
en la zona habitable en torno a su estrella, de tal manera que
es muy factible que puedan tener una temperatura en su su-
perficie compatible con la existencia de agua líquida.
En una década se podrá determinar si esos planetas emi-
ten las señales características del proceso de fotosíntesis
que realizan los organismos vivos. En ese caso, tendremos
indicios muy sólidos que nos permitan afirmar la existencia
de actividad fotosintética en remotos lugares del Universo.
Para no extenderme sugiero al interesado leer la entrevista
que realicé a uno de los principales astrofísicos del proyecto,
cuyo titular es: Cármenes, el cazador de exotierras «habitables»
entra en funcionamiento. La puede encontrar al final del libro
en lecturas recomendadas, página 143.
En la década de los años ochenta del pasado siglo, cuando
apenas se empezaba a hablar de la inmensidad del Universo
112
y de la cantidad de maravillosos objetos cósmicos que con-
tiene, recuerdo perfectamente que se decía con asombro que
el Cosmos tenía unas 300.000 galaxias. En aquella época no
se sabía lo más mínimo sobre la existencia de planetas fuera
del Sistema Solar, la presencia de agua, salvo en la Tierra, o
las probabilidades científicas del surgimiento de vida extra-
terrestre.
Hoy en día, debido a los avances de la ciencia y al uso de
nuevas técnicas de investigación cosmológica, sabemos sin
la menor duda, que el Universo es espacialmente tan gran-
de que nos resulta imposible concebirlo. En el Cosmos que
conocemos gracias a las observaciones astronómicas, exis-
te un número de galaxias tan inmensamente grande que
resulta imposible de discernir para la mente humana. Hay
miles de millones de millones de estrellas de todos los ta-
maños posibles, que están hechas de los mismos materiales
que nuestro Sol.
Estudios científicos recientes señalan que en la Vía Lác-
tea habría una gran cantidad de planetas, cuyas condiciones
son favorables para permitir la evolución de la vida. Las pre-
visiones indican que existe un número incontable de planetas
interiores rocosos en los que puede haber agua líquida, debi-
do a que se encuentran en la llamada zona de habitabilidad.
Se parecen a la Tierra, porque no hace ni demasiado frío, ni
un calor abrasador y las moléculas necesarias para la vida son
abundantes. Por otro lado, hay que tener presente que la vida
en el Universo puede haber surgido de formas diferentes a la
que conocemos basada en la química del carbono.
113
¡Pero lo mejor está por llegar! Hay proyectos en curso como
el Telescopio Europeo Extremadamente Grande (E-ELT, son
sus siglas en inglés) al que irá acoplado entre otros; el instru-
mento HIRES-Super Cármenes. Cuando entre en funciona-
miento en el año 2024, será el «ojo» más grande del mundo
para observar el Universo. También está el telescopio espacial
James Webb mucho más potente que el Hubble, que nos ha
dado las fotos más impresionantes del Cosmos que hayamos
podido soñar. Previsiblemente entrará en órbita alrededor de
la Tierra en el año 2018.
El E-ELT será un coloso de la observación astronómica
dotado de varios instrumentos adicionales con nombres tan
especiales como: Harmoni, Micado, Maory o Metis, entre
otros, que estarán instalados en un telescopio con un espejo
primario de 39 metros.
Después de años de preparativos, su construcción en el
desierto chileno comenzó en 2016. Con esta tecnología se po-
drán resolver algunos de los enigmas más grandes en la his-
toria de la cosmología y quizás dar respuesta a la eterna pre-
gunta de si estamos solos en el Cosmos. Si se logra descifrar
la estructura y composición de la materia oscura y la energía
oscura se podrá explicar el funcionamiento del Universo. En
la sección de lecturas recomendadas podrá leer un poco más
sobre este apasionante tema. (ver página 153).
114
XIII. Mi experiencia personal con el
fenómeno OVNI
115
crecí al calor de grupos de estudio científico como el coor-
dinado por el doctor Rojas, pero debo dejar muy claro que el
brillante científico y astrofísico venezolano nunca manifestó
el más mínimo interés en las cuestiones relacionadas con los
no identificados. No obstante, conocí a muchos otros inves-
tigadores interesados en seguir la evolución de este contro-
vertido y misterioso fenómeno.
Era una noche tranquila en la que solo se oía el mur-
mullo de los grillos que rompía un silencio sepulcral que a
ratos me llegaba a intimidar. Completamente solos en mi-
tad de un descampado, apreciábamos la majestuosidad de
un cielo estrellado cuando, de pronto, un punto luminoso
de intensidad moderada pero muy nítido surgió sin más,
para descender situándose a pocos metros sobre la cresta
de una cadena montañosa que observábamos en la lejanía.
Justo frente a nosotros se alzaba una imponente montaña
cuya cumbre divisamos sinuosa a lo largo de muchos ki-
lómetros. Apareció en el horizonte, a unos pocos metros
sobre la cúspide, en un recorrido lento de este a oeste. Era
una esfera de luz que por momentos variaba de moderada
a intensa y que presentaba centelleantes matices de color
rojizo. A medida que el objeto se desplazaba por encima
de lo alto de la montaña, observamos atónitos cómo pro-
yectaba sobre la vegetación múltiples haces luminosos que
originaron un fuego que fue propagándose por la ladera.
En ese momento, permanecimos atentos siguiendo los
acontecimientos en pleno desarrollo desde nuestro impro-
visado puesto de observación. En poco más de una hora,
116
un fuego de considerable magnitud abarcaba una gran
extensión de la montaña y curiosamente se propagaba de
arriba hacia abajo.
Allí estábamos tres testigos del fenómeno, en un paraje
apartado, lejos de la actividad humana y en presencia de una
enigmática manifestación ufológica. Era un tema sobre el
que habíamos hablado y reflexionado muchas veces.
En un instante, pasamos de la sorpresa al auténtico estu-
por. La inquietud nos invadió al darnos cuenta que el objeto
luminoso modificaba su trayectoria para describir un ángu-
lo de 90 grados, trazando una perpendicular en dirección a
nuestra posición. Con la perspectiva que otorgan los años y
la experiencia, debemos recordar que no existe artefacto al-
guno creado por los humanos, al menos no lo han informa-
do, que pueda cambiar su dirección de desplazamiento en el
espacio describiendo una ele, ya que las leyes de la física que
rigen el funcionamiento de nuestro mundo no lo permiten.
A medida que transcurrían los minutos el objeto se apro-
ximaba cada vez más a nuestra ubicación en una zona des-
habitada. Era un lugar privilegiado para la observación del
acontecimiento que marcaría, en mayor o menor medida,
el devenir de nuestras vidas. ¿Qué sucedió aquella noche?
Veíamos con una mezcla de interés, sorpresa y nerviosismo
los movimientos que describía aquel objeto luminoso en tra-
yectoria de aproximación hacia nosotros. Mi padre era un
observador meticuloso, muy intuitivo y estudioso de las di-
ferentes expresiones y misterios que encierra el fenómeno
117
OVNI. No daba nada por hecho, siempre analizaba e incluso
cuestionaba la información preexistente, buscando en la evi-
dencia científica el respaldo a las afirmaciones que surgían,
sin fantasear sobre el asunto.
Desde el momento en que se produjo el cambio de rumbo
del no identificado, solo tardó unos instantes en entrar en
pánico al percibir lo que podría suceder, llegando a sentir li-
teralmente en sus carnes el estremecimiento producido por
una sensación de indefensión frente a este fenómeno que ha
generado tantos episodios macabros en la historia.
Allí estábamos, una familia humana, pasadas las dos
de la madrugada en una zona recóndita, frente a una gran
montaña observando un OVNI en la lejanía, que había he-
cho un giro imposible para iniciar su aproximación hacia
nosotros. En un momento, salimos de la estupefacción:
cuando oímos el grito de «nos vamos», mi padre, con gran
agitación, nos indicó espasmódicamente, con movimien-
tos corporales y voz aguda, que debíamos subir al coche y
salir pitando del lugar. Por supuesto, lo hicimos sin perder
tiempo en pedir una explicación. Recuerdo que mientras
regresábamos a casa prácticamente no hablamos de nada.
Al día siguiente, en mi ingenuo y limitado entendimiento
en aquella época de lo que podía significar un contacto con
hipotéticos seres extraterrestres o lo que es peor, con huma-
nos siniestros, pregunté y en cierto modo hice un reproche
a mi padre. ¿Por qué había abandonado el lugar del avista-
miento? Nos encontrábamos ante una oportunidad para lle-
gar hasta el límite de la observación del fenómeno y quizás
118
contactar con seres inteligentes no humanos. Recuerdo sus
pacientes explicaciones al decirme que, aunque lo había es-
perado durante mucho tiempo, no estaba preparado para
tal acontecimiento.
Años después, cuando vivíamos en España, mi padre lle-
garía a manifestar su arrepentimiento por no haber perma-
necido en el lugar propiciando el contacto, quizás entre espe-
cies diferentes, con la esperanza de poder llegar a congeniar
y aprovechar las circunstancias para aprender algo que fuera
útil para la humanidad. Intuyo que muy en su interior tenía
la sensación de quien ha perdido una ocasión única en su
vida de realizar un viaje a lo desconocido y aproximarse a la
posible solución de uno de los enigmas más importantes de
todos los tiempos.
119
XIV. Aquella noche podían haber suce-
dido cosas horribles
121
Una buena forma de contarlo es estableciendo parale-
lismos a partir de un famoso caso de abducción que soporta
el análisis más riguroso que se puede hacer. Me refiero a la
experiencia vivida por Betty y Barney Hill. Este matrimonio
protagonizó uno de los encuentros mejor documentados en
la historia de la ufología. En la madrugada del 19 de septiem-
bre de 1961, en un lugar cercano a la frontera entre Canadá
y Estados Unidos, se encontraron con una nave discoidal,
coloquialmente conocida como platillo volante. Testimonios
de la pareja bajo hipnosis, describen un reconocimiento mé-
dico-científico practicado por Entidades Biológicas no Hu-
manas y/o humanos sin escrúpulos.
No me detendré en este caso acerca del cual hay abun-
dante información disponible. Solo afirmo que, basado en
este y otros relatos creíbles de personas abducidas, realizo
un ejercicio de imaginación acerca de uno de los posibles
desenlaces.
En la actualidad, más de cuatro décadas después, cuando
escribo estas líneas para mis congéneres con todos los da-
tos e informaciones que poseo, puedo discernir y relatar lo
que podría haber sucedido si no abandonamos el lugar de
los hechos en el momento en que lo hicimos. Puestos en la
perspectiva de los tripulantes de la nave, con una tecnología
más avanzada, no éramos más que dos adultos, un macho y
una hembra en edad fértil acompañados de una cría de una
especie evolutivamente inferior, la humana. Si mi progeni-
tor en su inmensa sabiduría no hubiese tomado la decisión
de marcharnos del lugar, podríamos haber sido presa fácil
de las criaturas inteligentes que controlan esos artilugios.
122
Al llegar hasta nuestra posición, la nave se habría situa-
do sobre nosotros, para desplegar un campo de fuerza capaz
de neutralizar la acción de la gravedad sobre nuestros cuer-
pos y hacernos flotar hasta el interior del OVNI sin la menor
posibilidad de poder evitarlo. Estaría en marcha entonces
una operación clásica de abducción extraterrestre, o mejor
dicho, secuestro de personas por parte de Entidades Biológi-
cas no Humanas, mal llamadas extraterrestres, con un com-
portamiento tan despreciable como el de algunos humanos.
Apreciado lector, ¿le suena esto de algo? ¿No es cierto que los
científicos humanos hacen exactamente lo mismo con ani-
males no humanos, en ocasiones muy inteligentes como el
chimpancé o el delfín? ¿Recuerda haber oído que los japone-
ses cazan miles de ballenas con la vulgar excusa de los fines
científicos? Estos son claros ejemplos de que el ser humano
comete auténticas atrocidades en nombre de la ciencia, o de
cualquier otra excusa peregrina.
¿Por qué tendrían que actuar de forma distinta las En-
tidades Biológicas no Humanas, tripulantes de una nave
presuntamente extraterrestre que toman contacto con seres
humanos inferiores? Las evidencias indican que no tienen
ningún reparo en hacer y tomar lo que quieren.
En este momento, voy a narrar algo que no sucedió. Por
tanto, es mera ficción, pero me resulta de utilidad para ilus-
trar lo que ha pasado en algunas ocasiones. Hay que conside-
rar como posible que vuelva a suceder.
Algunos científicos terrestres o supuestamente extrate-
rrestres (léase entidades biológicas no humanas) justifican
123
por igual sus actos de extrema crueldad, carentes de ética,
con el pobre argumento de la búsqueda del progreso de la
ciencia o más bien de sus intereses particulares.
El pulpo es un fascinante animal del que se puede afir-
mar que tiene una inteligencia superior, asimilable a la del
ser humano. Aprende a realizar tareas complejas en el labo-
ratorio tan solo observando como otro de su especie reali-
za el trabajo propuesto por los investigadores, con el fin de
obtener su alimento como recompensa. Hace muchos años
empecé a recibir información sobre los estudios realizados
con estas fascinantes criaturas. Al conocer los detalles, muy a
pesar de mi deleite gastronómico, dejé de comer pulpo. Pro-
gresivamente fui dejando de alimentarme con animales no
humanos hasta suprimirlos por completo de mi dieta. Fue
un ejercicio de reflexión largamente meditado. Una decisión
tomada sobre la base de convicciones y valores personales.
Aunque nos hemos apartado un poco del tema central de
este libro, esta breve reflexión me permite establecer un pa-
ralelismo con el caso que nos ocupa.
Por suerte, al menos que se sepa, los extraterrestres no
secuestran humanos para alimentarse de ellos. ¿O quizás sí?
Aunque no hay evidencia que respalde la práctica generali-
zada de actos de canibalismo entre especies de inteligencia
superior, o mejor dicho para hablar claro, entre humanos y
entidades biológicas no humanas, es muy recomendable que
estemos prevenidos, alerta y en guardia ante tal posibilidad.
Me explico: no debemos despreciar estas ideas por desca-
belladas que parezcan. Con el actual nivel de conocimiento
124
sobre el fenómeno OVNI y sus repercusiones, es necesario
estar psicológicamente preparados para lo que pueda surgir
en las próximas dos décadas, a medida que se empiecen a
filtrar los detalles ocultos por los gobiernos del mundo sobre
este tema.
Existen cientos de casos fiables con abundantes pruebas,
bien documentados y con testimonios sólidos acerca de se-
res humanos abducidos por naves y seres vinculados con el
fenómeno. Son muchos los casos de personas que tras haber
pasado por este trance, han sido víctimas de serias lesiones,
mutilaciones, quemaduras o incluso han muerto.
En este punto, prefiero continuar con lo que podría
haber ocurrido en nuestro encuentro con el fenómeno
analizado desde la perspectiva de los paralelismos y mis
reflexiones de toda una vida, con el fin de ilustrar mejor
estas ideas. Una vez dentro de la nave nuestra conciencia
ya estaría completamente anulada, y seríamos incapaces
de ofrecer resistencia al secuestro. El OVNI se situaría en
una posición defensiva, camuflado por un manto de invi-
sibilidad similar al que usan los militares terrestres en sus
naves y aeronaves de guerra para lograr la supremacía bé-
lica. Al mismo tiempo, en el interior del no identificado,
nos tumbarían en lo que llamaremos camillas para hacerlo
comprensible, y procederían a un reconocimiento exhaus-
tivo de la biología de nuestros cuerpos.
¿Cómo hubiera sido ese hipotético reconocimiento?
Probablemente habrían tomado mechones de pelo de
los tres individuos abducidos, células epiteliales, trozos de
125
uñas y muestras de todos los fluidos corporales, incluido el
semen, que funciona como vehículo de la reproducción hu-
mana. No habría faltado la recolección de células reproduc-
toras, óvulos y espermatozoides, al tratarse de humanos en
edad fértil. En el caso de mi progenitora, habría podido ser
objeto de una punción intrauterina al estilo de una moderna
laparoscopia practicada por médicos humanos. La finalidad
esencial sería obtener muestras para realizar experimentos
genéticos.
¿Qué tipo de pruebas realizarían los supuestos científi-
cos extraterrestres con material genético humano?
En este ámbito, como casi todo en la vida, «la realidad
supera a la ficción». Una vez terminada la recogida de mues-
tras biológicas pertenecientes a tres miembros de una mis-
ma familia humana, los alienígenas habrían procedido a co-
locar implantes en nuestros cuerpos. Se trata de pequeños
dispositivos tecnobiológicos, combinación de nanotecnolo-
gía y biología molecular, que están diseñados con un reves-
timiento de tejido celular, que evita la posibilidad de recha-
zo por parte del cuerpo humano. Estos dispositivos realizan
una monitorización del funcionamiento del cuerpo humano
y sus constantes vitales como parte de un estudio a largo pla-
zo, más avanzado, profundo y completo, sobre la fisiología
de los humanos abducidos.
Está claro que nuestros genomas pasarían a formar par-
te de un banco de datos de ADN humano en poder de una
especie biológica no humana, más evolucionada, con fines
inconfesables.
126
Una vez concluidos todos los experimentos, en el me-
jor de los casos habríamos despertado en nuestro coche sin
recordar nada de lo sucedido. Esto se logra mediante técni-
cas de supresión selectiva de los recuerdos que son de uso
común en el ámbito militar humano. Se notaría una varia-
ción en el tiempo. Habrían transcurrido sin que tuviéramos
constancia de ello, minutos, horas o incluso días. Con el paso
de las semanas, la sensación de haber sido objeto de prác-
ticas invasivas iría creciendo, hasta llegar a convertirse en
una desagradable colección de borrosos recuerdos de todo
el trance sufrido. Los hechos se podrían revivir con lujo de
detalles a través de un proceso de regresión hipnótica.
En el peor de los casos, podríamos haber sido devueltos
a un tiempo en el futuro muy diferente del nuestro, con le-
siones de diferente consideración: abrasiones, quemaduras,
punciones o heridas de distinta gravedad, producidas por la
exposición a algún tipo de fuente de calor o sustancia peligro-
sa para nuestro tejido corporal. Sobre estas posibilidades hay
tan abundante información y testimonios que no me detengo
más en ello. Solo le pido que se dé por informado, que no le
tome por sorpresa, si en un futuro cercano sale todo a la luz.
En estos casos, existe la posibilidad de desaparecer para
siempre, sin dejar más rastro que nuestro coche abandonado
en un paraje apartado de la población. Habríamos sido vícti-
mas de los avances tecnológicos de seudocientíficos no huma-
nos que ni siquiera necesitan justificar sus actuaciones.
En un escenario extremo, pero factible, tan solo se encon-
trarían nuestros cuerpos inertes, quizás por haber sufrido un
127
infarto o muerte debida al terror experimentado en una si-
tuación como la descrita. El lector tiene que ser plenamente
consciente de que estas cosas ya han sucedido, y debe pre-
pararse mental y psicológicamente para enfrentar cualquier
manifestación del fenómeno en el momento en que se vuelva
a producir.
Por fortuna, esto que perfectamente podría haber ocu-
rrido, no pasó gracias a la prudencia de mi padre, que nos
evacuó del improvisado puesto de observación, poco antes
de que llegara el OVNI a nuestra posición.
128
LECTURAS RECOMENDADAS
Sobre la tesis doctoral de Héctor
R. Rojas
131
Rojas propuso una nueva forma de medir las líneas teniendo
en cuenta el contorno de los espectros teóricos y el de la línea
de emisión real, con el fin de evitar algunas incertidumbres.
También propuso una calibración entre el subtipo espectral
y las propiedades de las líneas de hidrógeno, observando que
algunas de esas líneas presentaban variabilidad. Adicional-
mente, estudió el efecto de la composición.
132
El Observatorio de París-Meudon
133
trabajadores entre científicos, técnicos y administrativos. El
acceso está restringido al personal del Observatorio de París
y científicos visitantes bajo estrictas medidas de seguridad.
Desde el año 2007, en los jardines del sitio de Meudon hay
una preciosa maqueta del Sistema Solar a escala, que recorre
toda la terraza del observatorio explicando con sencillez las
enormes distancias que separan los planetas y haciendo una
comparativa de sus diferentes tamaños.
Desde la terraza, las vistas de los alrededores de París y
de la Torre Eiffel en la lejanía son espectaculares. Todo el lu-
gar está rodeado por amplios jardines y monumentos histó-
ricos de arquitectura clásica. Para ser justos, hay que decir de
Meudon que es un lugar de ensueño que conserva el encanto
de la ciencia clásica integrado en una pequeña villa.
Su mayor atracción es La Gran Cúpula, que tiene 18,5
metros y alberga un enorme telescopio. Desde 1926, Meudon
forma parte del complejo científico formado por el Observa-
torio de París. Indiscutiblemente, ambos lugares son sitios
históricos.
Desde su creación ha sido un centro científico de élite a
nivel mundial. En la actualidad, sus técnicos diseñan instru-
mentos para ser acoplados en los modernos telescopios que
se instalan en lugares del mundo mucho más apropiados
para la observación astronómica.
134
Los recuerdos ya no son nuestros
135
una técnica que permite modificar o suprimir los recuerdos
pidiendo a los voluntarios que vieran las imágenes poco an-
tes de recibir las descargas eléctricas. Un día después, las
personas sometidas al estudio experimentaron una pérdi-
da considerable de la información que habían evocado poco
antes de ser sometidos al electrochoque. Se espera que este
tipo de tratamientos pueda ser de utilidad en pacientes con
enfermedades psíquicas.
Este «método del olvido» sería beneficioso en el trata-
miento de personas con enfermedades derivadas del estrés
producido por haber sufrido una experiencia traumática
como ocurre en los casos de violencia de género o accidentes
de tráfico.
Otros estudios sugieren que mediante una técnica de
estimulación magnética del cerebro se podría llegar a tener
una supermemoria.
El estado actual de los avances científicos en el ámbito
civil no permite afirmar si en un futuro cercano los inves-
tigadores serán capaces de implantar falsos recuerdos en el
cerebro. Pero el debate está en pleno desarrollo. En la actua-
lidad, las técnicas de manipulación de la memoria humana
son objeto de controversia en todo el mundo por sus impli-
caciones éticas. Es necesario considerar los aspectos éticos
de tales prácticas. En 2008, el experto en bioética Matthew
Liao y el neurólogo Anders Sandberg, ambos de la Univer-
sidad de Oxford, alertaron sobre la necesidad de valorar las
consecuencias que puede tener la aplicación de estas técni-
cas de manipulación de los recuerdos. Estos investigadores
136
son críticos con la posibilidad de optimizar la memoria con
estos métodos y se preguntan si no sería fuente de proble-
mas mayores.
Desde hace al menos 50 años se sabe que los recuerdos
de las personas se pueden falsear con diferentes métodos,
técnicas y estrategias psicológicas. De hecho, es posible im-
plantar recuerdos en la mente de algunas personas. En un
interesante experimento realizado recientemente en Ingla-
terra y Canadá, un equipo de psicólogos logró convencer al
70 % de los participantes en el estudio de una idea falsa. Me-
diante una técnica de sugestión, los investigadores conven-
cieron a los sujetos de que habían cometido un delito. En la
tercera entrevista, los individuos explicaron con lujo de de-
talles su participación en un atraco y expresaban su conven-
cimiento de haber recordado un hecho real que con el paso
del tiempo habían olvidado.
En animales como los ratones la modificación de sus re-
cuerdos se efectúa mediante manipulación genética. Se lo-
gra introduciendo en el cerebro una proteína sensible a la
luz asociada al recuerdo de una situación en la que tuvo mie-
do. Cada vez que el investigador activa la luz, el ratón evoca
el recuerdo y vuelve a sentir miedo. Es inquietante pensar
que algo parecido se pueda hacer con personas. Aunque se
ha informado acerca de resultados parciales en humanos, lo
cierto es que no se puede descartar que en secreto se hayan
usado métodos, medicamentos y técnicas invasivas para ma-
nipular recuerdos en el ámbito militar.
137
Artículo publicado en El Norte de Castilla.
16 de marzo de 2016.
h t t p : // w w w. e l n o r t e d e c a s t i l l a . e s /s o -
ciedad/201603/16/recuerdos-nues-
tros-20160316172316.html
138
¿Hay vida en Encélado?
139
que fluye agua muy caliente repleta de minerales que sirven
de alimento a infinidad de especies. Allí donde se pensaba
que no podía haber vida, en ausencia de fotosíntesis, resul-
ta que hay gusanos, gambas, almejas y nuevas e inusuales
especies son constantemente descubiertas en exóticos eco-
sistemas. De forma análoga, bajo una gruesa capa de hielo
a una profundidad de 30-40 kilómetros se extiende por todo
Encelado un océano de hasta diez mil metros de profundi-
dad, donde la vida podría ser abundante.
Unos potentes chorros (géiseres) de vapor de agua, par-
tículas de hielo y moléculas orgánicas que salen de grietas en
la superficie helada de Encélado, alertaron a los investiga-
dores acerca de la posibilidad de la existencia de un océano
interior. Los estudios determinaron que la temperatura del
agua que emana de los géiseres, puede superar los 90 gra-
dos centígrados. Ahora, se habla de la posible existencia de
chimeneas hidrotermales y microorganismos en el satélite
de Saturno, similares a las que en los fondos oceánicos de la
Tierra dan lugar a ecosistemas rebosantes de vida.
El 28 de octubre de 2015, la nave Cassini se situó a solo
49 kilómetros de la superficie de Encélado, para zambullir-
se en uno de esos géiseres y recoger una sola gota de agua
que ahora se analiza para determinar el grado de habitabi-
lidad. Los resultados no serán inmediatos, habrá que espe-
rar varios meses. Un dato clave es la cantidad de hidrógeno
molecular en la muestra obtenida, ya que indicará el grado
de actividad geotermal precursora de vida en el océano inte-
rior de Encélado. Científicos implicados en la misión hablan
140
abiertamente de una nueva era en la exploración de mundos
oceánicos en nuestro Sistema Solar «con un gran potencial
para ser un oasis para la vida» según afirmó Curt Niebur.
141
Cármenes: el cazador de exotierras
«habitables» entra en funcionamiento
143
¿Qué es Cármenes?
145
¿En qué fase de la búsqueda de «exo-
planetas» nos encontramos?
147
¿Cuándo empiezan las pruebas con el
«Ojo» infrarrojo de Cármenes?
149
En el campo de la Astronomía, ¿qué
nos depara el futuro?
151
El ojo que debe ver todo…
153
rigen el funcionamiento del Cosmos podrían ser descifradas,
dando lugar a uno de los mayores avances en la historia.
El descomunal telescopio hará el seguimiento de plane-
tas similares a la Tierra, que orbitan dentro de la «zona habi-
table» de su estrella, donde no hace ni mucho frío, ni dema-
siado calor en su superficie, haciendo posible la existencia de
agua en estado líquido. Con el supertelescopio E-ELT al que
irá acoplado el instrumento HIRES «Super Cármenes» en-
tre otros, se podrán analizar las atmósferas de exoplanetas
(planetas fuera de nuestro Sistema Solar) y se multiplicarán
las posibilidades de descubrir señales de actividad fotosinté-
tica, con lo que se podría inferir la existencia de organismos
vivos en recónditos lugares del Universo.
La comunidad de astrónomos ya empieza a frotarse las
manos pensando en los descubrimientos que tendrán lugar
con la puesta en funcionamiento de este artilugio y las nue-
vas e imprevisibles preguntas que surgirán. Quizás nos este-
mos aproximando a la respuesta a la eterna pregunta de si:
¿estamos solos en el Cosmos?
El emplazamiento del E-ELT - HIRES «Super Cármenes»
es en el cerro Armazones, una montaña de 3064 metros en
la región chilena de Antofagasta. Es una zona excepcional
para la observación astronómica, sin contaminación lumí-
nica y que cuenta con un cielo despejado todo el año. Allí se
encuentra el Observatorio Europeo Austral (ESO).
Un equipo multidisciplinar de ingenieros y científicos
están ya planificando las especificaciones de los instrumen-
tos ópticos MOS e HIRES que serán acoplados al telescopio
154
más grande del mundo. El Instituto de Astrofísica de Anda-
lucía (IAA-CSIC) participa en ambos instrumentos.
155
DOCUMENTOS
DESCLASIFICADOS
Documento Nº 1
159
EO Systematic Review 30 JUN 2005 Enclosure: N/A or
Blank -Concepts: FOREIGN POLICY POSITION, MEE-
TINGS, SCIENTIFIC COOPERATION TAGS: Techno-
logy and Science--Technology [TECH] United States
[US] Venezuela [VE] Office: -- N/A or Blank -Document
Character Count: -- N/A or Blank -Date: 1974 October 2,
00:00 (Wednesday).
Margaret P. Grafeld Declassified/Released US Depart-
ment of State EO Systematic Review 06 JUL 2006».
160
Documento Nº 1 (TRADUCCIÓN)
161
Ciencia -Tecnología [TECH] Estados Unidos [US] Ve-
nezuela [VE] Oficina: -- N/A o Sin Respuesta -Docu-
mento Número de letras: -- N/A o Sin Respuesta -Fe-
cha: 2 Octubre 1974, 00:00 (Miércoles).
1 Fuente: https://www.wikileaks.org/plusd/cables/P750005-
1538_b.html
162
Documento Nº 2
163
BY OES/APT/BMP: MBEAUBIEN ARA/NC:
TSONANDRES (INFO) S/S-S:
SSHEA (INFO)
127742 R 182203Z JUL 75 FM
SEC. STATE WASHDC TO: AM EMBASSY CARACAS
UN CLAS STATE 170053. E.O. 11652:N/A - TAGS: TGEN,
VE
SUBJECT:
WASHINGTON VISIT OF DR. HECTOR R.ROJAS
1. A. E. RICHMOND, JR., DIRECTOR, BILATERAL/
MULTILATERAL S&T PROGRAMS, DEPARTMENT OF
STATE, RECEIVED A COMMERCIAL CABLE FROM
DR. HECTOR R. ROJAS, CALLE 7, SUR, CASA 20 BA-
RRIO LA BARRACA, MARACAY, VENEZUELA, STA-
TING THAT HE WOULD QTE TAKE THE MILITARY
PLANE AT ANYTIME TO COME TO WASHINGTON
TO DISCUSS S&T COOPERATION BETWEEN VENE-
ZUELA AND THE U.S. UNQTE.
2. DR. ROJAS HAD WRITTEN THE WHITE HOU-
SE LATE LAST YEAR PROPOSING U.S. VENEZUELA
S&T COOPERATION.THE LETTER WAS REFERRED
TO THE DEPARTMENT AND ANSWERED ROUTI-
NELY NOTING THAT MR. RICHMOND COULD IN-
FORMALLY MEET WITH ROJAS TO HEAR HIS SUG-
GESTIONS SHOULD ROJAS BE IN WASHINGTON.IT
WAS THEN LEARNED THAT IT IS JORGE AUGUSTO
CRESPO, A YOUNG (18 YRS OLD) SCIENTIST FRIEND
OF ROJAS, WHO WOULD LIKE TO VISIT.
164
3. EMB IS REQUESTED TO ADVISE JORGE AUGUS-
TO CRESPO AT HIS OWN ADDRESS (AV VALPARAI-
SO EDIF VALPARAISO, 2 PISO, NO. 6 LOS CAOBOS,
CARACAS), BY PHONE, OR MEMO THAT MR. RICH-
MOND UNCLASSIFIED
PAGE 02STATE170053
WILL MEET WITH HIM AND/OR DR. ROJAS WHEN
HE DESIRES
Margaret P. Grafeld Declassified/Released US Depart-
ment of State EO Systematic Review 06 JUL 2006
AND REQUEST THAT ROJAS OR CRESPO ADVISE
WHEN THEY, TOGETHER OR SEPARATELY, WILL BE
IN WASHINGTON.ANY COMMENT EMB MAY HAVE
IS APPRECIATED, BUT NOT NECESSARY. OES HA-
PPY TO EXTEND COURTESY VISIT.BELIEVE THIS
WILL SATISFY MULTIPLE INQUIRIES WITHOUT
FURTHER ADO.
KISSINGER.
Margaret P. Grafeld Declassified/Released US Depart-
ment of State EO Systematic Review 06 JUL 2006
Message Attributes:
Automatic Decaptioning: X Capture Date: 01 JAN
1994 Channel Indicators: n/a Current Classification:
UNCLASSIFIED Concepts: SCIENTIFIC COOPERA-
TION Control Number: n/a Copy: SINGLE Draft Date:
18 JUL 1975 Decaption Date: 01 JAN 1960 Decaption
Note: Disposition Action: n/a Disposition Approved
on Date: Disposition Authority: n/a Disposition Case
165
Number: n/a Disposition Comment: Disposition Date:
01 JAN 1960 Disposition Event: Disposition History:
n/a Disposition Reason: Disposition Remarks: Docu-
ment Number: 1975STATE170053. Document Sour-
ce: CORE Document Unique ID: 00 Drafter: C.THO-
MAS Enclosure: n/a Executive Order: N/A Errors: N/A
Film Number: D750250-0714 From: STATE Handling
Restrictions: n/a Image Path: I Secure: 1 Legacy Key:
link1975/newtext/t19750741/aaaabkor.tel Line Count:
67 Locator: TEXT ON-LINE, ON MICROFILM Office:
ORIGIN OES Original Classification: UNCLASSIFIED
Original Handling Restrictions: n/a Original Previous
Classification: n/a Original Previous Handling Res-
trictions: n/a Page Count: 2 Previous Channel Indica-
tors: n/a Previous Classification: n/a Previous Hand-
ling Restrictions: n/a Reference: n/a Review Action:
RELEASED, APPROVED Review Authority: Shaw DG
Review Comment: n/a Review Content Flags: Review
Date: 03 JAN 2003 Review Event: Review Exemptions:
n/a Review History: RELEASED <03 JAN 2003 by Tho-
mas VJ>; APPROVED <22 MAR 2004 by Shaw DG> Re-
view Markings:
Review Media Identifier: Review Referrals: n/a Review
Release Date: n/a Review Release Event: n/a Review
Transfer Date: Review Withdrawn Fields: n/a Secure:
OPEN Status: NATIVE Subject: WASHINGTON VISIT
OF DR. HECTOR R. ROJAS TAGS: TGEN, OTRA, VE,
US, (ROJAS, HECTOR R), (CRESPO, JORGE AUGUSTO)
166
To: CARACAS Type: TE Markings: Margaret P. Grafeld
Declassified/Released US Department of State EO Sys-
tematic Review 06 JUL 2006».
167
Documento Nº 2 (TRADUCCIÓN)
169
1. A. E. RICHMOND, JR., DIRECTOR, PROGRAMAS
S&T (CIENCIA Y TECNOLOGÍA) BILATERALES/MUL-
TILATERALES, DEPARTAMENTO DE ESTADO, RECI-
BIÓ UN TELEGRAMA COMERCIAL DEL DR. HECTOR
R. ROJAS, CALLE 7, SUR, CASA 20 BARRIO LA BARRA-
CA, MARACAY, VENEZUELA, QUE DECÍA QUE ÉL.
COMILLAS. TOMARÍA EL AVIÓN MILITAR EN CUAL-
QUIER MOMENTO PARA VENIR A WASHINGTON A
DISCUTIR COOPERACIÓN CIENTÍFICA Y TECNO-
LÓGICA ENTRE VENEZUELA Y LOS ESTADOS UNI-
DOS. CERRAR COMILLAS.
170
PERSONAL (AV VALPARAISO EDIF VALPARAISO,
2 PISO, NO. 6 LOS CAOBOS, CARACAS), POR TELÉ-
FONO, O MEMO DE QUE EL SEÑOR RICHMOND
SE REUNIRÁ CON ÉL Y/O DR. ROJAS CUANDO LO
DESEEN.Y SOLICITE QUE ROJAS O CRESPO LE IN-
FORMEN DE CUANDO ELLOS, JUNTOS O POR SEPA-
RADO, VAYAN A ESTAR EN WASHINGTON. AGRADE-
CEREMOS LAS OBSERVACIONES DE LA EMBAJADA,
PERO NO SON NECESARIAS. OFICINA DE ESTADO
ESTÁ DE ACUERDO EN OFRECER UNA VISITA DE
CORTESÍA. CREEMOS QUE ESTO SATISFARÁ MÚL-
TIPLES CONSULTAS SIN MÁS PREÁMBULOS. KIS-
SINGER (SIN CLASIFICAR)NNN
171
n/a Fecha de la resolución: 01 ENERO 1960 Ocasión de
la Resolución: n/a Historia de la Resolución: n/a Moti-
vo de la Resolución: n/a Comentarios de la Resolución:
n/a Documento Número: 1975STATE170053. Origen del
Documento: CORE Identificador Único del Documen-
to: 00 Redactado por: C.THO- MAS Anexo: n/a Orden
Ejecutiva: N/A Errores: N/A Número de Film: D750250-
0714 Departamento: ESTADO Restricciones de Mane-
jo: n/a Ruta de Imagen: I Seguridad: 1 Clave de Legado:
link1975/newtext/t19750741/aaaabkor.tel Número de
Líneas: 67 Localizador: TEXTO EN-LÍNEA, EN MICRO-
FILM Oficina:
ORIGEN OES Clasificación Original: SIN CLASIFICAR
Restricciones de Manejo Originales: n/a Clasificación
Previa Original: n/a Restricciones de Manejo Origina-
les: n/a Número de páginas: 2 Indicadores Previos de
Canal: n/a Clasificación Previa: n/a Restricciones de
Manejo Originales: n/a Referencia: n/a Acción tras la
Revisión: PUBLICADO, APROBADO Revisión Autori-
zada por: Shaw DG Comentario de la Revisión: n/a Ad-
vertencias del Contenido de la Revisión: n/a. Fecha de
Revisión: 03 ENERO 2003 Ocasión de la Revisión: n/a
Excepciones de la Revisión: n/a Historia de la Revisión:
PUBLICADO <03 ENERO 2003 por Thomas VJ>; APRO-
BADO <22 MAR 2004 por Shaw DG> Calificación de la
Revisión:
Código de Identificación de la Revisión de Medios de
Comunicación: Referencia de la Revisión: n/a Fecha de
172
Publicación de la Revisión: n/a Ocasión de la Publica-
ción de la Revisión: n/a Fecha de Transferencia de la Re-
visión: n/a Áreas Exentas de la Revisión: n/a Seguridad:
ABIERTA Nivel: NATIVO Asunto: VISITA A WASHIN-
GTON DEL DOCTOR HECTOR R. ROJAS ETIQUETAS:
TGEN, OTRA, VE, US, (ROJAS, HECTOR R), (CRESPO,
JORGE AUGUSTO)
1 Fuente: https://www.wikileaks.org/plusd/cables/1975STA-
TE170053_b.html
173
Documento Nº 3
175
Executive Order (E.O.): -- N/A or Blank -Markings:
Margaret P. Grafeld Declassified/Released US Depart-
ment of State EO Systematic Review 05 JUL 2006 Enclo-
sure: -- N/A or Blank -Concepts: N/A OR BLANK -TAGS:
Gerald Ford [FORD, GERALD R] Operations--General
[OGEN] Venezuela [VE] Office: -- N/A or Blank -Docu-
ment Character Count: -- N/A or Blank -Date: 1975 July
30, 00:00 (Wednesday)
Capture Date: 01 JAN 1994 Channel Indicators: n/a Cu-
rrent Classification: UNCLASSIFIED Concepts: n/a
Control Number: S7513215 Copy: SINGLE Draft Date:
30 JUL 1975 Decaption Date: 01 JAN 1960 Decaption
Note: n/a Disposition Action: n/a Disposition Appro-
ved on Date: n/a Disposition Authority: n/a Dispo-
sition Case Number: n/a Disposition Comment: n/a
Disposition Date: 01 JAN 1960 Disposition Event: n/a
Disposition History: n/a Disposition Reason: n/a Dis-
position Remarks: n/a Document Number: P750125-
1754 Document Source: CORE Document Unique ID:
00 Drafter: n/a Enclosure: n/a Executive Order: N/A
Errors: N/A Film Number: P750125-1754 From: OES SS
SPRINGSTEEN, GEORGE S. Handling Restrictions:
n/a Image Path: n/a I Secure: 1 Legacy Key: link1975/
newtext/w1975072/aaaaaexz.wcs Line Count: -- N/A or
Blank -Locator: TEXT ON MICROFILM Office: ORIGIN
OES Original Classification: UNCLASSIFIED Original
Handling Restrictions: n/a Original Previous Classifi-
cation: n/a Original Previous Handling Restrictions:
176
n/a Page Count: -- N/A or Blank -Previous Channel
Indicators: n/a Previous Classification: n/a Previous
Handling Restrictions: n/a Reference: n/a Review Ac-
tion: RELEASED, APPROVED Review Authority: More
fi RH Review Comment: n/a Review Content Flags: n/a
Review Date: 16 OCT 2003 Review Event: n/a Review
Exemptions: n/a Review History: RELEASED <16 Oct
2003 by More fi RH>; APPROVED <16 Oct 2003 by More
fi RH> Review Markings: n/a.
Review Media Identifier: n/a Review Referrals: n/a
Review Release Date: N/A Review Release Event: n/a
Review Transfer Date: n/a Review Withdrawn Fields:
n/a Secure: OPEN Status: NATIVE Subject: REPLY
TO LETTER TO THE PRESIDENT REQUESTING AN
APPOINTMENT TAGS: OGEN, (FORD, GERALD R)
(ROJAS, HECTOR) To: WHITE HOUSE S. COWCROFT,
BRENT.
Type: ME Markings: Margaret P. Grafeld Declassified/
Released US Department of State EO Systematic Re-
view 05 JUL 2006 Margaret P. Grafeld Declassified/Re-
leased US Department of State EO Systematic Review
05 JUL 2006».
177
Documento Nº 3 (TRADUCCIÓN)
179
del documento: -- N/A o Sin Respuesta -Fecha: 30 Julio
1975, 00:00 (Miércoles)
Fecha de Captura: 01 ENERO 1994 Indicadores de Ca-
nal: n/a Clasificación Actual: SIN CLASIFICAR Con-
ceptos: n/a Número de Control: S7513215 Copia: ÚNI-
CA Fecha del Borrador: 30 JUL 1975 Fecha de Inicio del
Archivo: 01 ENERO 1960 Nota en el Archivo: n/a Acción
Subsecuente a la Implementación de la Resolución: n/a
Resolución Aprobada en Fecha: n/a Resolución Autori-
zada por: n/a Número de Caso de la Resolución: n/a Co-
mentario de la Resolución: n/a Fecha de la resolución:
01 ENERO 1960 Ocasión de la Resolución: n/a Historia
de la Resolución: n/a Motivo de la Resolución: n/a Co-
mentarios de la Resolución: n/a Documento Número:
P750125- 1754 Origen del Documento: CORE Identi-
ficador Único del Documento: 00 Redactado por: n/a
Adenda: n/a Orden Ejecutiva: N/A Errores: N/A Núme-
ro de Film: P750125-1754 De: OES SS SPRINGSTEEN,
GEORGE S. Restricciones de Manejo: n/a Ruta de
Imagen: n/a I Seguridad: 1 Clave de Legado: link1975/
newtext/w1975072/aaaaaexz.wcs Número de Líneas: --
N/A o Sin Respuesta -Localizador: TEXTO EN MICRO-
FILM Oficina: ORIGEN OES Clasificación Original:
SIN CLASIFICAR Restricciones de Manejo Originales:
n/a Clasificación Original Previa: n/a Restricciones de
Manejo Originales: n/a Referencia: n/a Acción tras la
Revisión: PUBLICADO, APROBADO Revisión Autori-
zada por: More Fi RH Comentario de la Revisión: n/a
180
Advertencias del Contenido de la Revisión: n/a. Fecha
de Revisión: 16 OCTUBRE 2003 Ocasión de la Revisión:
n/a Excepciones de la Revisión: n/a Historia de la Re-
visión: PUBLICADO <16 OCTUBRE 2003 por More fi
RH>; APROBADO <16 Oct 2003 por More fi RH> Califi-
cación de la Revisión: n/a.
Referencia de la Revisión: n/a Fecha de Publicación de la
Revisión: n/a Ocasión de la Publicación de la Revisión:
n/a Fecha de Transferencia de la Revisión: n/a Áreas
Exentas de la Revisión: n/a Seguridad: ABIERTA Nivel:
NATIVO Asunto: RESPUESTA A LA CARTA AL PRESI-
DENTE SOLICITANDO UNA REUNIÓN ETIQUETAS:
OGEN,(FORD, GERALD R) (ROJAS, HECTOR) A: CASA
BLANCA S. COWCROFT, BRENT.
1 Fuente: https://www.wikileaks.org/plusd/cables/P750125-
1754_b.html
181
Documento Nº 4
183
UNRETRIEVABLE, TEXT ON MICROFILM Referen-
ce(s): n/a Executive Order (E.O.): -- N/A or Blank -Mar-
kings: Margaret P. Grafeld Declassified/Released US
Department of State. EO Systematic Review 04 MAY
2006 Enclosure: N/A or Blank -Concepts: DIPLOMATIC
COMMUNICATIONS, SCIENTIFIC COOPERATION,
TECHNOLOGICAL EXCHANGES, TEXT TAGS: Henry
Kissinger [KISSINGER, HENRY A] Political Affairs-
-Foreign Policy and Relations [PFOR] Technology and
Science--General [TGEN] United States [US] Venezue-
la [VE] Office: -- N/A or Blank -Document Character
Count: 120 Date: 1976 March 24, 00:00 (Wednesday)
MRN: 1976STATE 071020 SEGMENT NUMBER: 000001
EXPAND ERROR ENCOUNTERED; TELEGRAM TEXT
FOR THIS SEGMENT IS UNAVAILABLE.
Capture Date: 01 JAN 1994 Channel Indicators: n/a
Current Classification: UNCLASSIFIED Concepts:
SCIENTIFIC COOPERATION, TEXT, TECHNOLO-
GICAL EXCHANGES, DIPLOMATIC COMMUNICA-
TIONS Control Number: n/a Copy: SINGLE Draft Date:
24 MAR 1976.
Decaption Date: 01 JAN 1960 Decaption Note: n/a Dis-
position Action: RELEASED Disposition Approved on
Date: n/a Disposition Authority: Shaw DG Disposition
Case Number: n/a Disposition Comment: 25 YEAR
REVIEW Disposition Date: 28 MAY 2004 Disposition
Event: n/a Disposition History: n/a Disposition Reason:
n/a Disposition Remarks: n/a Document Number: 1976
184
STATE 071020. Document Source: CORE Document
Unique ID: 00 Drafter: n/a Enclosure: n/a Executive
Order: N/A Errors: CORE2 Film Number: D760111-0707
From: STATE Handling Restrictions: n/a Image Path:
n/a I Secure: 1 Legacy Key: link1976/newtext/t19760326/
aaaaawnv.tel Line Count: 4 Locator: TEXT ON MICRO-
FILM, ADS TEXT UNRETRIEVABLE.
Office: ORIGIN ARA Original Classification: LIMITED
OFFICIAL USE Original Handling Restrictions: n/a
Original Previous Classification: n/a Original Previous
Handling Restrictions: n/a Page Count: 1 Previous
Channel Indicators: n/a Previous Classification: LIMI-
TED OFFICIAL USE Previous Handling Restrictions:
n/a Reference: n/a Review Action: RELEASED, APPRO-
VED Review Authority: ShawDG Review Comment:
n/a Review Content Flags: ANOMALY Review Date: 21
JUL 2004 Review Event: n/a Review Exemptions: n/a
Review History: RELEASED <21 JUL 2004 by Boyle JA>;
APPROVED <01 NOV 2004 by Shaw DG> Review Mar-
kings: n/a
Margaret P. Grafeld US Department of State. EO Syste-
matic Review 04 MAY 2006.
Review Media Identifier: n/a Review Referrals: n/a Re-
view Release Date: n/a Review Release Event: n/a Re-
view Transfer Date: n/a Review Withdrawn Fields: n/a
Secure: OPEN Status: NATIVE Subject: BILATERAL
COOPERATION IN SCIENCE AND TECHNOLOGY
TAGS: PFOR, TGEN, VE, US, (KISSINGER, HENRY
A), (ROJAS, HECTOR R.) To: CARACAS Type: TE Mar-
kings: Margaret P. Grafeld Declassified/Released US
Department of State».
Documento Nº 4 (TRADUCCIÓN)
187
-- N/A o Sin Respuesta –Número de Letras del Docu-
mento: 120 Fecha: 24 Marzo 1976, 00:00 (Miércoles)
MRN: 1976STATE 071020 NÚMERO DE SEGMENTO:
000001 EXPANDER EL ERROR ENCONTRADO; EL
TEXTO DEL TELEGRAMA CORRESPONDIENTE A
ESTE SEGMENTO NO ESTÁ DISPONIBLE.
Fecha de captura: 01 JAN 1994 Indicadores de Canal:
n/a Clasificación Actual: SIN CLASIFICAR Concep-
tos: COOPERACIÓN CIENTÍFICA, TEXTO, INTER-
CAMBIOS TECNOLÓGICOS, COMUNICADOS TEC-
NOLÓGICOS Número de control: n/a Copia: ÚNICA
Borrador Fecha: 24 MAR 1976.
Fecha de inicio del archivo: 01 JAN 1960 Nota de Ar-
chivo: n/a Acción Subsecuente a la Implementación
de la Resolución: PUBLICADO Resolución Aprobada
en Fecha: n/a Resolución Autorizada por: Shaw DG
Número de Caso de Resolución: n/a Comentario de
la Resolución: REVISIÓN A LOS 25 AÑOS Fecha de la
Resolución: 28 MAYO 2004 Ocasión de la Resolución:
n/a Historia de la Resolución: n/a Motivo de la Resolu-
ción: n/a Comentarios de la Resolución: n/a Número
de Documento: 1976 STATE 071020. Origen del Docu-
mento: CORE Identificador Único del Documento:
00 Redactado por: n/a Adenda: n/a Orden Ejecutiva:
N/A Errores: CORE2 Número de Film: D760111-0707
De: ESTADO Restricciones de Manejo: n/a Ruta de
Imagen: n/a I Seguridad: 1 Clave de Legado: link1976/
newtext/t19760326/ aaaaawnv.tel Número de Líneas:
188
4 Localizador: TEXTO EN MICRO- FILM, ADS TEXTO
IRRECUPERABLE.
Oficina: ORIGEN ARA Clasificación Original: USO LI-
MITADO OFICIAL Restricciones Originales de Mane-
jo: n/a Clasificación Original Previa: n/a Restricciones
Originales de Manejo: n/a Número de Páginas: 1 Indi-
cadores de Canales Previos: n/a Clasificación Previa:
USO OFICIAL LIMITADO Restricciones Originales de
Manejo: n/a Referencia: n/a Acción Subsecuente a la
Revisión: PUBLICADO, APROBADO Autorización de
la Revisión: ShawDG Comentario de la Revisión: n/a
Advertencias del Contenido de la Revisión: ANOMA-
LÍA Fecha de la Revisión: 21 JUL 2004 : n/a 2003 Oca-
sión de la Revisión: n/a Excepciones de la Revisión:
n/a Historia de la Revisión: PUBLICADO <21 JUL 2004
por Boyle JA>; APROBADO <01 NOV 2004 por Shaw
DG> Calificación de la Revisión: n/a
Margaret P. Grafeld US Departamento de Estado. Or-
den Ejecutiva Revisión Sistemática 04 MAYO 2006.
Identificación de la Revisión en los Medios de Co-
municación: n/a Referencia de la Revisión: n/a Fecha
de Publicación de la Revisión: n/a Ocasión de la Pu-
blicación de la Revisión: n/a Fecha de Transferencia
de la Revisión: n/a Áreas Exentas de la Revisión: n/a
Seguridad: ABIERTA Nivel: NATIVO Asunto: COOPE-
RACIÓN BILATERAL EN CIENCIA Y TECNOLOGÍA
ETIQUETAS: PFOR, TGEN, VE, US, (KISSINGER,
HENRY A),(ROJAS, HECTOR R.) A: CARACAS Tipo:
189
TE Calificación: Margaret P. Grafeld Desclasificado/
Divulgado por el Departamento de Estado de los Es-
tados Unidos».1
1 Fuente: https://www.wikileaks.org/plusd/cables/1976STA-
TE071020_b.html
190
Documento Nº 5
191
Electronic Telegrams Type: TE Locator: ADS TEXT UN-
RETRIEVABLE, TEXT ON MICROFILM Reference(s):
76 STATE 71020 Executive Order (E.O.): -- N/A or Blank
-Markings: Margaret P. Grafeld Declassified/Released
US Department of State. EO Systematic Review 04
MAY 2006 Enclosure: -- N/A or Blank -Concepts: MEE-
TINGS, SCIENTIFIC COOPERATION, TECHNOLO-
GICAL EXCHANGES TAGS: Political Affairs--Foreign
Policy and Relations [PFOR] Technology and Scien-
ce--General [TGEN] United States [US] Venezuela [VE]
Office: -- N/A or Blank -Document Character Count:
120.
Date: 1976 March 30, 00:00 (Tuesday).
Subject: BILATERAL COOPERATION IN SCIENCE
AND TECHNOLOGY TAGS: PFOR, CORDIPLAN, (RO-
JAS, HECTOR R.), (ORTIZ, CARLOS) To: STATE.
Type: TE Markings: Margaret P. Grafeld Declassified/
Released US Department of State. EO Systematic Re-
view 04 MAY 2006».
192
Documento Nº 5 (TRADUCCIÓN)
193
Fecha: 30 Marzo 1976, 00:00 (Martes)
Asunto: COOPERACIÓN BILATERAL EN CIENCIA Y
TECNOLOGÍA ETIQUETAS: PFOR, CORDIPLAN, (RO-
JAS, HECTOR R.), (ORTIZ, CARLOS) A: STATE. Tipo:
TE Calificación: Margaret P. Grafeld Desclasificado/
Divulgado por el Departamento de Estado de los Esta-
dos Unidos».1
1 Fuente: https://www.wikileaks.org/plusd/cables/1976CA-
RACA03636_b.html
194
GLOSARIO
Aeroespacial: se define de esta manera a todo lo que concier-
ne simultáneamente a la aeronáutica y la astronáutica.
197
ello, analiza información sobre distintas atmósferas,
en planetas y lunas, con la expectativa de encontrar las
señales que indiquen una posible evolución de la vida.
198
Alunizaje: aterrizaje en la Luna. Emplear este término re-
sulta muy práctico para expresar dicha acción, aun-
que nada impide generalizar con el uso de las voces
aterrizaje o aterrizar. Si se adopta una denominación
especial para cada futura acción de aterrizaje sobre la
superficie de un planeta tendremos una serie de com-
plicados y extravagantes verbos en función del nom-
bre de cada uno. Por ejemplo, amartizar, para referirse
al aterrizaje en la superficie de Marte.
199
Departamento de Estado (Estados Unidos): entidad perte-
neciente al poder ejecutivo de los Estados Unidos res-
ponsable de las relaciones internacionales. Su máximo
representante es el secretario de estado cuyo rango
puede ser asimilable al de un ministro.
200
Exoplanetas: es todo aquel planeta que gira en torno a una
estrella diferente de nuestro Sol, por lo cual, se encuen-
tra fuera del Sistema Solar. Su detección se produce
mediante métodos indirectos.
201
observa el cielo nocturno y despejado se puede de-
cir que es una franja brillante de luz de estrellas que
atraviesa el horizonte.
202
HIRES: es un consorcio de entidades europeas cuyo proyec-
to científico construye el mayor telescopio terrestre
del mundo. Estará dotado de una serie de instrumen-
tos ópticos que permitirán la observación astronómica
simultánea en luz visible e infrarroja, multiplicando la
capacidad de detectar «exotierras» en el Universo.
203
Lunar Orbiter: fueron una serie de cinco satélites artificiales
pertenecientes al programa Apolo. Su principal obje-
tivo consistió en fotografiar los lugares más apropia-
dos para el aterrizaje del Apolo 11 y sucesivas misiones
tripuladas. Estas sondas espaciales estaban dotadas de
dos cámaras, una de ellas provista de un teleobjetivo.
Permitieron obtener valiosas imágenes que han sido
estudiadas intensamente por los astrónomos. Desde
la Tierra se podía modificar la órbita para obtener un
plano más cercano de la superficie lunar y en conse-
cuencia fotos más detalladas.
204
Módulo: cada uno de los elementos independientes que
forman una nave espacial. El Apolo 11 constaba de un
módulo de mando, un módulo de servicio y un módu-
lo lunar.
205
coordinar y dirigir las investigaciones aeronáuticas y
espaciales de Estados Unidos.
206
las principales estaciones de la red de seguimiento ae-
roespacial de la NASA en el mundo. El centro de Robledo
jugó un papel muy relevante en todo el programa Apolo.
207
Sorbona: es el nombre con que se conoce a la Universidad
de París. Es una institución académica de reconocido
prestigio a nivel mundial.
208
Vía Láctea: es una galaxia en forma espiral a la que pertenece
el Sistema Solar. En una zona apartada de su centro en
uno de sus brazos se encuentra la Tierra.
209
Las Doce Claves del Misterio
(Solución)
1. Astrofísico.
2. NASA.
3. París
4. Washington.
5. Secretismo.
6. State Deparment.
7. Wikileaks.
8. ExpedienteX.
9. WhiteHouse.
10. The Agency.
11. Caracas.
12. Misterio.
Preguntas al autor:
expedienterojas@gmail.com