ESI - Modúlo 3
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ESI - Modúlo 3
Módulo 3
¿A qué nos referimos con una mirada integral
del cuerpo y la salud?
Introducción
Estimadas y estimados docentes: nuevamente les damos la bienvenida a este
tercer módulo, ¡ya nos encontramos en la mitad de nuestro recorrido
compartido!
En el módulo anterior, profundizamos en el eje “Garantizar la equidad de género”
y lo recorrimos desde las diferentes puertas en que la ESI entra a nuestras
instituciones.
Este módulo intentará recorrer la pregunta: ¿a qué nos referimos con una mirada
integral del cuerpo y de la salud?, interpelando nuestras miradas y concepciones
para acercarnos a lo que nos propone la ESI.
Objetivos
● Que incorporen una mirada integral del cuerpo, que interpele la perspectiva
biologicista, centrada en la higiene y la prevención, y reconozcan sus
dimensiones emocionales, sociales y políticas.
● Que aborden el eje cuidar el cuerpo y la salud, desde una perspectiva integral,
relacionado a otros ejes conceptuales de la ESI.
● Que reconozcan y valoren la función corporizante docente en las prácticas
cotidianas del jardín.
● Que comprendan el concepto de salud en tanto derecho, no reductible a la
ausencia de enfermedad.
Contenidos
Diferencia entre cuerpo y organismo y el lugar de la subjetividad: dimensiones
emocionales, sociales y políticas. La función corporizante docente. Cuerpos
sexuados en la escuela: niñas, niños y docentes. Impacto de la pandemia en los
cuerpos y en el desarrollo de la autonomía. El derecho a la salud desde una
perspectiva integral.
El cuerpo en el jardín
En el jardín, el encuentro entre cuerpos es ineludible, abrazos, caídas,
experimentación, llantos, gritos y risas. Se hace presente el cuerpo de las niñas y
los niños, y los cuerpos de quienes enseñamos, acompañamos, consolamos… y
nos agotamos en el proceso. Estos cuerpos son siempre sexuales. Niñas y niños
se exploran con curiosidad los cuerpos propios y los de otras y otros, afirman su
identidad genérica e incorporan, pero también discuten mandatos
estereotipados. Las y los docentes, en tanto sujetos sexuados, también somos
interpeladas e interpelados y sentimos desde estas construcciones de la
sexualidad.
A la hora de pensar en
desarrollar
capacidades para el
cuidado del cuerpo y
la salud desde una
perspectiva integral,
¿es suficiente lo que
se expresa en estas
frases? ¿Desde qué
concepción de salud y
corporalidad parten?
Si bien aprender las partes del cuerpo, que mucho chocolate puede hacernos mal
o que hay que lavarse las manos, es muy importante, reconocemos que no es
suficiente, ya que debemos tener siempre presente otras dimensiones que hacen
a la perspectiva integral. Esta perspectiva incluye, entre otras cuestiones, la
interacción social y lo afectivo. Entonces, que trabajemos el cuerpo en las salas
no necesariamente implica que lo abordemos desde la ESI, ya que podemos
llevarlo a cabo desde una mirada puramente preventiva o biologicista. Abordarlo
desde la ESI es hacerlo desde la idea de construcción social, integralidad,
transversalidad y tomando en cuenta el cruce con los otros ejes de la ESI: cuerpo
y derechos, diversidad, género, afectos.
Desde la modernidad, la medicina −junto al resto de las ciencias y la filosofía
mecanicista− construyó al cuerpo como mero organismo, entendiendo la salud
como la ausencia de enfermedades orgánicas. Esta concepción reduccionista fue
redefinida por la OMS (y es la que toma la ESI y las políticas públicas de salud)
desde una perspectiva integral, como “un estado de completo bienestar físico,
Aunque busquemos
superar los llantos o
golpes como únicas
manifestaciones
comunicativas, es
Hasta hace pocos años, por ejemplo, podía leerse en informes comentarios como
“Juan prefiere jugar con las niñas”, que funcionaba como una suerte de
eufemismo para preguntarse sobre la sexualidad de Juan. Hoy sabemos que la
El corto de Zamba, que compartimos más arriba, o la lámina del PNESI son
muy buenos recursos, siempre que estemos dispuestas o dispuestos a dialogar
con ellos, interpelándolos desde otras miradas, que alojen la diversidad
sexo-genérica.
Volvamos a Juan, que “prefiere jugar con niñas”. Podría ser que prefiera jugar con
las niñas porque se siente niña, pero es muy posible también que disfrute más
los juegos que realizan estas, y que seamos nosotras y nosotros quienes
debamos revisar nuestros prejuicios y estereotipos en relación al juego y los
géneros. Además, podemos interpelar antiguas prácticas y preguntarnos: ¿en
qué sentido habría sido relevante que Juan prefiera jugar con niñas? ¿No hubiera
sido más interesante relevar que Juan puede jugar, y disfruta haciéndolo, entre
pares?
¿Prohibido tocar?
Necesitamos poner a la luz estas cuestiones y revisarlas también con las familias
dado que impactan tanto en los vínculos como en la construcción de nuestros
cuerpos y el de las niñeces. ¿Por qué?
Recordemos que el cuerpo no es “natural”, se construye en la relación con un
otro en el marco de una cultura y los primeros años de vida son centrales en ese
proceso. Las personas adultas participan en la construcción del cuerpo de la niña
y del niño cuando la o lo mira, habla, toca o acaricia.
Escuchemos a Daniels Calmels (2009):
Entonces si aceptamos que el adulto participa activamente en la
corporización del niño, también podemos decir que su ausencia es entendida
como carencia y se transforma en una falta. La ausencia o el retaceo de la
corporeidad del adulto produce en el niño una anemia corporal, un
debilitamiento de la expresividad gestual, de la mímica facial, de la actitud
postural, de la capacidad para mirar, de escuchar, de contactar, de saborear,
de oler, de producir una voz propia. El retaceo de la corporeidad crea una
verdadera debilidad corporal.
Este autor también plantea: si “ser acariciado quizás sea, junto con el sostén, una
de las formas más primarias de la existencia inaugural del cuerpo”. ¿Qué pasa
entonces, con esta construcción cuando tememos a ese contacto o más aún,
cuando el miedo impide que registremos nuestra necesidad y la de la pequeña o
pequeño de ser tocada tocado?
Las niñas y los niños perciben el tono muscular de quien los sostiene, acaricia o
rechaza. La ausencia o retaceo al contacto en los primeros años de vida no son
inocuas, impactan debilitando o empobreciendo el cuerpo de las chicas y los
chicos. Por el contrario, la caricia habilita a la piel para recepcionar y albergar al
otro. El abrazo, el sostén corporal ayuda a calmar ansiedades. En esos cuidados
se transmiten modos de subjetivación. Ellas, ellos, nosotras y nosotros nos
vamos constituyendo en ese vínculo, en ese contacto.
El niño tiene un cuerpo y una historia (1974). “Con ojos de niño” (1983) Francesco Tonucci.
Volvamos a Daniel Calmels (2009). Este autor realiza una diferencia entre
organismo y cuerpo que resulta valiosa para pensar algunas cuestiones en
relación al tema que venimos compartiendo.
Calmels refiere al cuerpo como producto de una cultura, en tanto el organismo
está más ligado a lo biológico, a la especie. El cuerpo se construye, de manera
única y original en la relación corporal con las personas adultas que rodean a la
niña y al niño, así es considerado como medio de comunicación y expresión. El
organismo es provisto por la herencia, tiene memoria genética. En cambio, la
memoria del cuerpo está inscrita en los primeros vínculos fundantes.
El autor postula que actualmente existe un detrimento de la vida del cuerpo,
perdiendo sus capacidades de expresión y comunicación, y va cobrando una
mayor presencia el lenguaje que designa al organismo.
Cabe preguntarnos, entonces, si no contribuimos a ese detrimento cuando
minimizamos el impacto de dejarlas o dejarlos sucias y sucios o al no tocarlas ni
tocarlos, al no darles un abrazo. Cuando miramos a una o un bebé y no la o lo
cambiamos, ¿estamos mirando a un cuerpo o un organismo, según lo planteado
por Calmels?
Vale la pena, entonces, pensar qué nos pasa, y cómo transitar la tensión entre la
necesidad de “prevenir el abuso” pero sí generar miedo y desconfianza de las
niñas y los niños hacia sus referentes cercanos. Preguntarnos cómo puede
desplegarse placenteramente la sexualidad infantil, si lo que ofrecemos es un
marco de terror cada vez más extendido al contacto físico.
Por otra parte, coincidimos con Daniel Brailovsky (2020) cuando refiere a que
“Cambiar el pañal es un gesto educativo en sí mismo, del mismo modo que
conversar lo es, porque al hablar con otro, cuidándose mutuamente, prestándose
tiempo y atención, cuidamos y educamos”.
En esta misma línea, es muy importante como docentes, poner en palabras lo
que vamos haciendo mientras las y los cambiamos, anticiparles nuestras acciones
y especialmente, pedirles permiso cuando las y los vamos a cambiar e higienizar,
entendiendo que son sujetos de derecho y que el cuerpo de cada niña y de cada
niño es “su territorio”.
Por otro lado, además de señalar el impacto de estas restricciones en la
construcción del cuerpo y de la sexualidad, necesitamos reconocer que al no
Parte 1.
Parte 2.
Cuerpo y pandemia
Si concebimos al cuerpo como una construcción en el marco de una época, no
podemos dejar de mencionar y abrir preguntas respecto de qué pasó con
nuestros cuerpos y el de las y los niños en contexto de cuarentena y de
pandemia.
¿Qué tiempos y/o espacios encontramos durante tal período extraordinario para
atender a nuestros propios cuerpos?, o ¿estuvieron siempre al servicio de los
demás? ¿Cómo nos afectó la restricción al contacto, en nuestros vínculos y, en
especial, en el regreso a la presencialidad a nuestro trabajo? ¿Cómo lo fuimos
tramitando? ¿Encontramos nuevos modos de conectarnos con nosotras o con
nosotros y con los demás, atravesando o sorteando distancias?
Para cerrar, les dejamos de regalo una canción que nos habla de los abrazos,
que tanto aprendimos a valorar en estos tiempos.
Brailovsky, D. y otros. (2020). Pedagogía del nivel inicial: mirar el mundo desde
el jardín. Buenos Aires: Noveduc.
Calmels, D. (2009). Función corporizante. En Infancias del cuerpo, (pp.
104-106). Buenos Aires: Ediciones Puerto Creativo. Disponible en:
https://www.dgeip.edu.uy/IFS/documentos/2016/sexual/Funcioncorporiza
nte-Infanciasdelcuerpo.pdf