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Quin Estereotipos Medios

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“La representación y creación de estereotipos”

Robyn Quin

Una preocupación central del estudio de los medios de comunicación (los


“medios”, de aquí en adelante) es el tema de representación. Esta
preocupación existe porque los medios no enseñan ni pueden mostrar el
mundo tal como es. Si los medios fuesen solamente una ventana abierta al
mundo, capaz de presentar la realidad sin mediación alguna, no tendría sentido
en absoluto hacerlos el objeto de estudio. Los medios y la vida real serían
exactamente la misma cosa. Pero está claro que esto no es así. Cuando nos
dan una fotografía en la que aparecernos nosotros, somos conscientes,
inmediatamente, de que nosotros somos la persona de la fotografía y, a la vez,
no lo somos -es un parecido paro no es la persona real-; la fotografía es una
representación de uno mismo. Es decir, todos los textos visuales son
representaciones -se parecen, más o menos, a las personas, lugares y sucesos
que representan-. El término representación abarca un número de conceptos.

En primer lugar, abarca la idea de representación -presenta algo de nuevo-.


Los medios representan personas reales y sucesos que jugaron y siguen
jugando, posiblemente, un papel activo en el mundo real. No obstante, en el
acto de presentar algo de nuevo, no todas las personas o todos los aspectos
de un suceso pueden ser reproducidos por los medios. Debe haber una
selección. Durante este proceso de selección, deben tomarse decisiones sobre
quién y qué se va a mostrar; qué gente y qué sucesos, y cómo esta gente y
estos sucesos serán presentados. Tales decisiones se basarán en una serie de
criterios: su interés como noticia, la familiaridad del espectador, las
convenciones, costumbres, su valor como entretenimiento, motivo, punto de
vista, etc. Es importante tener conciencia que las selecciones no se hacen sin
prejuicio y, consecuentemente, que las imágenes que resultan de tal proceso
de selección tampoco están libres de prejuicio.

Segundo, el término en cuestión abarca la idea de que una representación es


de algún modo algo representativo, en otras palabras, que es algo típico o
característico de la persona o grupo, representado. A menudo, lo que se pone
en cuestión cuando se habla de imágenes en los medios, es hasta qué punto
éstos nos presentan las imágenes como algo típico o representativo de un
grupo. Cuando una serie limitada de símbolos se representan repetidamente
como algo típico del grupo, pasamos a la cuestión de la creación de los
estereotipos. Esto es una consideración política y social importante para
muchos grupos: ¿representan los medios al ama de casa como la mujer típica
de todas las mujeres? ¿El uso de la droga como típico de la juventud? ¿El
hurto corno típico de los gitanos? O como sucede en mi cultura, ¿el consumo
de alcohol como comportamiento típico de los aborígenes?

La tercera idea que la palabra representación abarca es la que considera que


una imagen «representa» algo en el sentido de que habla por un grupo. Por
ejemplo, nuestro representante político local nos representa en el Parlamento,
es decir, vemos cómo habla por nosotros. Muchas imágenes que vemos en los
medios bien podrían interpretarse erróneamente como algo que habla por parte
de un grupo. Cuando vemos cualquier imagen, debemos preguntar: ¿Quién
habla aquí?
Debemos preguntar si la imagen que nos presentan es la misma que el grupo
hubiese elegido para representarse a sí mismo o si fue elegida por otros. En el
caso de la propaganda, la respuesta es relativamente simple. Habla el que
hace la propaganda y éste selecciona, sencillamente, la imagen como vehículo
para vender el producto. El asunto es más complejo cuando se trata de
imágenes de grupos minoritarios o de imágenes que no son comerciales.
Entonces la pregunta debe ser: ¿Quién decide quién habla por quién?
El cuarto significado del término representación se aclara con la pregunta:
¿Qué representa la imagen para mí? Aquí se hace prominente el tema de la
interpretación del espectador. No todo el mundo comprende las imágenes de
manera idéntica. Nuestro sexo, raza, cultura, política y experiencia de la vida
nos hace ver el mundo de un modo diferente. Por lo tanto, es bien probable que
no todos interpretemos idénticamente una imagen. En Gran Bretaña, por
ejemplo, salió a la calle un anuncio de un coche de la fábrica Fiat que, lucía el
siguiente eslogan publicitario: «Si este coche fuera una dama te pellizcarías el
trasero». Debajo de estas palabras, alguien escribió: “Si esta dama fuese un
coche te atropellaría”.
Este graffiti es un ejemplo simple de algo que puede interpretarse
diferentemente.

Así, pues, aunque la mayor parte de imágenes llevan instrucciones


explícitas de cómo deben ser interpretadas a través del uso de palabras o de la
voz de un locutor, no se puede asegurar una interpretación predeterminada por
parte del público.

Antes de examinar cómo podemos tratar algunos de estos temas en


clase, quiero resumir los motivos por los cuales el acto de representación es un
concepto tan importante en el estudio de los medios: dicho acto proporciona
preguntas claves sobre qué puede decirnos una imagen acerca del mundo;
preguntas sobre puntos de vista distintos, de quién elige las representaciones y
que opinión ofrecen éstas; preguntas de poder: ¿quién habla y por parte de
quién se habla? Preguntas, también, sobre el público y cómo éste interpreta las
imágenes.
Este artículo pretende explorar algunos de estos temas, haciendo
resaltar los estereotipos que los medios divulgan.
El estudio de estereotipos en los medios es un modo útil de estudiar el
nexo entre imagen e ideología. Los estereotipos indican qué consideramos
típico o característico de un grupo y nos ofrecen ejemplos concretos y
accesibles de la ideología en la práctica. Cuando examinamos estereotipos de
categorías sociales como las mujeres, los jóvenes, los ancianos y grupos
étnicos en los medios, analizamos costumbres culturales que tienen
ramificaciones políticas y sociales significantes.
El enfoque que adopto en este trabajo hace énfasis en diversos aspectos del
significado y la función del estereotipo. Una pregunta indispensable es: ¿quién
se beneficia mediante el uso de estereotipos negativos de determinados grupos
sociales? Por necesidad, me hago servir de ejemplos de mi cultura, pero
espero que puedan aplicar las ideas a la representación de grupos sociales en
su propia cultura.
La naturaleza y función del estereotipo

Un estereotipo, según uso el término en este trabajo, se define -de la siguiente


manera. Primero, un estereotipo es una representación repetida
frecuentemente que convierte algo complejo en algo simple. Es un proceso
reduccionista que suele causar, a menudo, distorsión. porque depende de su
selección, categorización y generalización, haciendo énfasis en algunos
atributos en detrimento de otros.

Segundo, los estereotipos son conceptos de un grupo, lo que un grupo piensa


de otro. Son algo que comparte un grupo existiendo consenso acerca de su
contenido. Dado que el estereotipo es una manera de categorizar y describir a
un grupo, cualquier estereotipo es predominantemente evaluativo. La función
del estereotipo es justificar la conducta del grupo que cree en él en relación al
grupo que se valora. Esto explica la «naturalidad» de los estereotipos: parecen
naturales y obvios porque casi todo el mundo comparte el conocimiento de su
existencia.

Tercero, los estereotipos, a través de la simplificación y la generalización, nos


permiten organizar información sobre el mundo. Sirven para establecer marcos
de referencia y- maneras de orientar nuestras percepciones. El estereotipo
funciona a modo de sistema cognitivo selectivo para organizar nuestro
pensamiento.
Cuarto, los estereotipos son a la vez ciertos y falsos. Las características que se
seleccionan para categorizar a un grupo social no se inventan, sino que se
escogen de una lista enorme de posibilidades. La selección en sí se basa en
una serie de prejuicios sobre el grupo. La veracidad del estereotipo yace en la
selección de las características; su falsedad yace en la distorsión que resulta al
seleccionar determinados rasgos característicos que se aceptan como rasgos
representativos del grupo.

Muy a menudo, los estereotipos se crean como respuesta a una amenaza, una
amenaza percibido, por lo menos, contra el grupo dominante social. Para
explicar esta observación, tomo como ejemplo la formulación de un antiguo
estereotipo de las gentes indígenas australianas: los aborígenes.
Australia era una colonia que fue poblada por inmigrantes blancos británicos a
principios de la octava década del siglo pasado. Las normas sociales de los
primeros colonos libres eran, principalmente, las de la clase media baja de una
sociedad liberal y capitalista sometida a la gran influencia del pensamiento
católico irlandés y a la filosofía no conformista de Wowser.
En esa época se exaltaban las virtudes del trabajo, las posesiones materiales,
el comercio y la familia como unidad social.. La cultura del aborigen no
valoraba la competición, la ganancia económica, el progreso o el trabajo. Los
sistemas de valores de ambos grupos, no obstante, tenían en común su
dependencia de la tierra. Para los colonos, el progreso significaba la
adquisición de tierra, cosa muy esencial para su sustento. La tierra era
igualmente imprescindible para el sustento y organización social de los
aborígenes. El aborigen amenazaba el progreso material del colono y defendía
su tierra con el uso de las armas. Esta, amenaza suscitó una reacción dura y
de índole racista en los medios de información de aquellos tiempos, una
reacción que reflejaba, en parte, el punto de vista de los blancos y que, en
parte, contribuyó a formular el mismo.

Las citas que siguen (tomadas de «Racism and the Press», en Racism:
The Australian Fxperience, vol. 1, Sydney and New Zealand Book, 2ª edición,
pág. 152, 1974) prueban que la reacción de los medios de comunicación creó
el estereotipo del salvaje violento:

Está claramente comprobado por experiencia fatal y sanguínea que,


como no se extermine o se quite del medio al negro, toda esperanza de
que éste cese su agresión es algo sumamente absurdo. Toda la
conciliación, toda merced -toda bondad-, todos los ruegos y esfuerzos
que hemos mostrado para procurar que estas infelices tribus
comprendan los beneficios de la civilización no han servido para nada;
su única respuesta ha sido recurrir a la matanza y al saqueo, con la
obvia determinación de exterminar a todo blanco de tal manera (Hobart
Toum Colonial Advocate, 1 de mayo, 1828).

A juzgar por las salvajadas que desde hace mucho tiempo el aborigen
comete contra el colono, podríamos pensar que son los colonos
europeos, no los aborígenes, quienes necesitan «Protectores»... No
hace muchos días, conversamos con un caballero que tiene tierra y
ganado un poco más lejos de los límites fronterizos de esta colonia, con
la sanción del gobierno... : Éste nos contaba que está en su derecho al
asegurarnos que dispararía contra los aborígenes como si fueran fieras
salvajes si los sorprendía robando o cazando sus ovejas o vacas con
lanzas. (Herald, 1837.)

Protejan al colono blanco y a su familia del peligro de los puercos


y brutales caníbales de Nueva Holanda. Les aconsejamos a los colonos
que se protejan a sí mismos, ya que el gobierno no se esfuerza
suficientemente para protegerlos; y si el salvaje feroz se propone
saquear o destruir su propiedad o matarlos a ustedes, o a su familia, o a
sus criados, haga con él lo que haría con cualquier ladrón o asesino
blanco: MATENLO A BALAZOS. (Sydng Thunderer, 14 de noviembre,
1839.)

Es decir, la fuerza de un estereotipo, su acogimiento y uso como


concepto comunicativo, se mide en relación directa al grado en que éste es
percibido por sus oyentes corno representación válida de la realidad. El
estereotipo del salvaje violento es erróneo en el sentido que toda
generalización simplificada no toma en cuenta las diferencias que existen entre
diversos grupos. Sin embargo, el estereotipo del salvaje violento, propagado
por los medios es percibido como válido por el público porque está arraigado
en la realidad objetiva observable: las condiciones materiales y sociales de los
aborígenes. El grupo desplazado, los aborígenes, luchó contra los invasores
para defender su derecho: su tierra, la cual significaba para ellos su único
modo de supervivencia. La condición material es la falta y necesidad de tierra
que tiene el aborigen; la situación social es, su resistencia armada contra el
colono blanco. Su condición social es el resultado directo de su condición
material. Los medios evalúan negativamente esta condición y describen a los
aborígenes peyorativamente como salvajes violentos. Tal evaluación peyorativa
se convierte entonces en una característica innata del grupo y se ignoran las
causas históricas de dicha condición. Los aborígenes son vistos como asesinos
violentos, incapaces de apreciar los beneficios de la civilización que está
destruyendo su modo de vida y de supervivencia. Esta característica innata, la
de salvaje violento, es presentada por los medios como la causa de su
condición en vez de su efecto. En otras palabras, se piensa que el aborigen no
tiene tierra porque es un salvaje violento que se merece, por tanto, su suerte.
Con la inversión de la causa y efecto, la representación por medio del
estereotipo puede «comprobarse» como algo cierto y así se justifica ésta. Tal
proceso de identificación de una condición social, su evaluación negativa, su
acogimiento como característica innata y negativa y, finalmente, la inversión de
la causa y efecto es lo que Perkins identifica como una parte instrumental de
todo estereotipo. El proceso es dinámico porque las condiciones sociales
cambian y, consecuentemente, el estereotipo se modifica de acuerdo al
cambio.
El identificar el proceso de cómo se crean los estereotipos no explica por
qué se crean los estereotipos. En este caso, el estereotipo del salvaje violento
y atrasado funcionó para racionalizar el comportamiento del colono blanco. La
filosofía de los colonos consistió en apoderarse de la tierra y usarla para que
produjera; fue una filosofía que estaba en conflicto directo con los intereses de
los dueños tradicionales: los aborígenes.

El proceso de crear un estereotipo de un grupo racial, de hacer la


representación representativa, como hemos visto arriba, ha comenzado ya. Es
imperativo saber cómo funciona este proceso para comprender la función
ideológica del estereotipo y del papel que juega para lograr reducir el peligro
percibido por la cultura dominante.
El ejemplo anterior del aborigen como salvaje sirve también para
demostrar cómo los cambios en la condición social pueden incorporarse en una
versión más moderna del mismo estereotipo. El siglo veinte ve nacer en los
medios de comunicación una representación nueva del aborigen australiano.
Es la visión del aborigen como ser infantil, estúpido, perezoso e irresponsable.
La representación no es verdaderamente nueva, ya que incorpora las
imágenes originales del «salvaje violento», pero ahora se hace énfasis, por
primera vez, en su calidad infantil y en su estupidez.
¿Por qué surgió tal estereotipo y cómo funcionó ideológicamente? Una
vez más, la condición social del grupo proporcionó una base afincada en la
realidad para construir el estereotipo citado. El peligro de oposición a la
expansión territorial del colono blanco se había neutralizado gracias a los
recursos superiores de los colonos.
Los aborígenes fueron dispersados en grupos pequeños a través de una
gran extensión de tierra. Dentro de estos grupos existía una estructura política
amorfa y escasez de recursos económicos, factores que no les permitía
negociar su posición con los terratenientes blancos. Esta falta de poder dio
lugar a una forma rapaz de colonización rara vez vista previamente. El proceso
de desposeer al aborigen de sus tierras fue total, ya que los primeros colonos
necesitaban la tierra pero no sus habitantes originales y resolvieron, por tanto,
desterrar al aborigen completamente.
Esta arremetida concertada de la sociedad blanca tuvo éxito en herir
gravemente la estructura socioeconómica de la cultura indígena, algo que creó
grupos tribales desmoralizados, llenos de odio, sin suficiente autonomía y
orden para poder reorganizarse y adaptarse al cambio de modo constructivo.
En la década de los años treinta de este siglo, la enfermedad y la depravación
redujeron el número de aborígenes y afectaron la salud de muchos
sobrevivientes. Este cambio en la condición social de los aborígenes, el de
convertirse en una gente aislada y desmoralizada, después de haber defendido
activamente su tierra, fue evaluado negativamente por los medios que
describieron al aborigen como ser apático, indolente y estúpido.
El asesoramiento peyorativo de su condición social fue presentado en
los medios como la causa de tal condición. A los aborígenes se los representó
en los medios consistentemente como gente inferior intelectual y socialmente y,
por implicación, como merecedores de su destino. Las causas históricas de su
condición fueron ignoradas y sus efectos se presentaron en los medios de
comunicación como la causa de su desastrosa suerte.

El papel de los Medios de Comunicación

Los Medios de comunicación refuerzan las opiniones generales de la gente y


sirven para definir el contenido del estereotipo para su público, recurriendo a la
presentación y repetición de representaciones coexistentes. El contenido del
estereotipo que aparece en los medios viene de la interpretación social de un
grupo. Estas interpretaciones son invariablemente negativas, y parece ser que
el estereotipo emerge a través de estas evaluaciones negativas. Los medios
nunca explican los cambios en la condición social en términos históricos. La
historia se evapora y no se toman en cuenta las causas de la condición social.
Ciertos atributos del grupo que radican en su condición social son descritos
como si fuesen la causa de la misma condición social. Se invierten causa y
efecto y los efectos se evalúan negativamente y se citan como la causa de la
situación inferior del aborigen, como en el ejemplo de los aborígenes y su
problema con el alcohol y su combatividad.

Este vínculo con las condiciones sociales le da validez al estereotipo. Al ser en


parte verdad, se convierte en un componente de nuestra ideología: la gente
puede identificar su grano de verdad y así, pues, el estereotipo se difunde
efectivamente.
Por regla general, el estereotipo llega a ser conocido por la comunidad, aunque
no todos lo adopten corno verdad; como tal, el estereotipo sirve como poderoso
instrumento de información.
El papel del educador es intentar superar las nociones simplistas de los
estereotipos. No es suficiente enseñarle al estudiante que los estereotipos son
falsos, o que éstos conciernen a gente que desconocemos. Es simplista
enseñar que tenemos habilidad para rechazar los estereotipos. La enseñanza
debe concentrar sus esfuerzos para educar al estudiante sobre las funciones
de los estereotipos, y cómo organizan y limitan nuestro modo de ver el mundo.
Una vez que el estudiante tenga conciencia de cómo funcionan los
estereotipos, más oportunidad tendrá de rechazar el modo de pensar simplista
que los medios de información suscitan.

Conceptos claves sobre los estereotipos

- Un estereotipo es una representación repetida frecuentemente que


convierte algo complejo en algo simple (causando distorsión en dicho
proceso porque se hace más énfasis en algunos aspectos del grupo
mientras que se ignoran otros).
- El estereotipo es un modo de categorizar el mundo real, de darle
significado a un aspecto específico de ese mundo en vez de otro. El
estereotipo nos permite organizar información sobre el mundo.
- Algunos estereotipos pueden parecer obvios porque son conocidos
por todos. Estos se convierten en un modo natural. de pensar, de hablar
y de bromear acerca de grupos sociales reales como las mujeres, los
aborígenes, etc.
- Los estereotipos “codifican” nuestras reacciones con la gente y
nuestras ideas sirven para construir y a la vez reforzar un sistema de
convenciones sociales que presentamos y utilizamos.
- El estereotipo es un concepto de “grupo”. Es algo que comparte un
grupo y hay mucha uniformidad sobre su contenido. (No se puede tener
estereotipos “privados”)
- Un estereotipo describe a un grupo, usualmente en lo que se refiere a
sus rasgos característicos.
- Los estereotipos suelen ser descripciones basadas en lo subjetivo, no
lo objetivo. Por ejemplo: rubia tonta, negro sucio.
- El estereotipo es un concepto, un sistema selectivo de organización
cognitiva y es un aspecto del pensamiento humano.
- Hay dos maneras de “tener” un estereotipo:

a) podernos creer en su veracidad;


b) no podemos creer en su veracidad pero sabemos que existe y cual
es su contenido.

- En Australia, por ejemplo, existen estereotipos sobre: grupos


estructurales: color, género, edad, clase grupos significantes: suegras,
judíos, irlandeses, científicos, etc. grupos aislados: homosexuales,
gitanos, comunistas, drogadictos grupos adversarios: fascistas,
chauvinistas, esnobs, grupos socialmente insignificantes: rubias,
pelirrojas, vendedores de coches de segunda mano.
- Los estereotipos sirven para proteger los intereses de algunos grupos
y no los de otros. Generalmente, el estereotipo se aplica a grupos que
luchan por el poder político del que carecen: mujeres, negros,
homosexuales, por ejemplo.
- El estereotipo sirve para justificar o racionalizar nuestra conducta en
relación a la categoría que representa; es decir, sirve para justificar
nuestro acogimiento o rechazo de un grupo.
- Un estereotipo es efectivo en el grado que invoca un consenso. El
estereotipo representa una opinión común acerca de un grupo social.
- El consenso que invoca un estereotipo es menos real de lo que
aparenta porque, por lo normal, nuestras ideas sobre grupos sociales
son el producto de estereotipos.
- La fuerza de un estereotipo, es decir su aceptación y uso como un
concepto comunicativo tiene una relación directa al grado en que éste es
percibido por su público corno una representación válida de lo real.
- El estereotipo se crea con:

1. la identificación de una condición social;


2. la evaluación negativa de tal condición social;
3. la formulación de esta evaluación como una característica
innata del grupo.
4. la presentación de esta evaluación negativa como la causa
de la condición social en vez del efecto de la misma.

Con la invención de la causa efecto, en que el efecto se presenta como la


causa, se “prueba” y, por tanto, se justifica el estereotipo.

El texto "Representación y estereotipos” de Robyn Quin pertenece al libro “La


Revolución de los medios audiovisuales" coordinado por Roberto Aparici. (Ediciones
de la Torre, Madrid, 1996, páginas 225-232). Agradecemos a Ediciones de la Torre
la autorización para reproducir este artículo. Para más información sobre éste u
otros títulos de Ediciones de la Torre visitar: http://www.edicionesdelatorre.com

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