Tema 1
Tema 1
Tema 1
Lo que es válido para una persona adulta, no tiene por qué serlo para un niño/a.
Aunque muchos trastornos psicológicos son comunes en cuanto a su denominación, sus manifestaciones
específicas pueden ser muy diferentes (p.ej., depresión).
Importancia de adaptar las técnicas de evaluación y tratamiento.
El/la terapeuta es quien debe adaptarse y ponerse en la mente del niño/a, y nunca al revés → somos
nosotros/as quienes tenemos que ser capaces de ver el mundo desde sus ojos.
Los niños/as no son mini adultos
o Podemos considerar los 11-12 años como la edad de referencia para hablar ya de adolescentes.
Importancia de los estadios de desarrollo cognitivo, social y de la personalidad:
o Al contrario que sucede con adultos, los niños/as y adolescentes están en un periodo constante de
grandes cambios y desarrollo a nivel cognitivo, social y de la personalidad.
Generalmente se considera que el desarrollo de estos aspectos se estabiliza entorno a los
20-25 años.
o En la intervención con niños/as y adolescentes debemos conocer bien los diferentes estadios
“normales” del desarrollo. Por ejemplo:
Hasta los 4-5 años no se desarrolla la Tª de la Mente.
Entre los 4-7 años hay un marcado egocentrismo (facilidad para la culpabilización).
Hasta los 10-11 años no se comprenden bien las cuestiones temporales.
Los niños no son los demandantes de ayuda. Puede que ni siquiera exista conciencia de problema: la
demanda la pueden realizar o recomendar padres, pediatra, profesor
¿Qué les decimos sobre el psicólogo?
o Cuando son muy pequeños (antes de los 8 años), con informarles el mismo día es suficiente.
o A mayor edad, con algo más de antelación para que puedan elaborarlo y plantear la dudas que les
surjan.
o No usar la figura del psicólogo como elemento de coerción.
< 4 años directamente que vamos a visitar a…Clara.
≥ 4 años podemos recurrir a la figura del profesor: nos va a enseñar cosas divertidas y
vamos a jugar y hablar de las cosas que te gustan…es…Dar un mensaje positivo, de calma y
tranquilizador.
A partir de los 8-9 años podemos profundizar más: vamos a visitar a una persona experta en
las emociones y en ayudar a los niños (podemos utilizar la palabra psicóloga).
o En todo momento dar control y reducir la incertidumbre del niño adaptándonos a su edad.
Como terapeutas debemos siempre adaptar nuestro lenguaje al del niño/a o adolescente con quien
estemos trabajando:
o Con niños/as más pequeños deberemos utilizar:
Vocabulario sencillo.
Frases cortas.
Asegurarnos de que nos comprende (preguntarle, decirle que nos lo diga con sus palabras).
Hacerle muy partícipe en todo momento.
Vocabulario emocional simple (emociones primarias).
Uso del juego.
o Con adolescentes:
Podemos emplear un vocabulario más complejo.
Lenguaje coloquial y cercano (sin ser vulgares). • Vocabulario emocional complejo
(emociones secundarias).
Conocimiento de la jerga del momento.
Cuando trabajamos con niños/as y adolescentes, debemos tener siempre muy presente que, en gran medida,
estamos trabajando con sus padres/madres (y familiares).
o Esto es especialmente clave hasta los 10-12 años (el peso principal de la evaluación e intervención
ha de ser con los padres/madres, y no con el niño/a).
Los padres/as madres son el principal factor predictor de éxito o fracaso de la intervención con menores.
o Es por esto que debemos incorporarlos en todo momento a la terapia, desde el inicio.
o Muchas veces van a ser ellos/as la principal dificultad dentro del trabajo terapéutico, por lo que
hemos de saber lidiar con esta cuestión.
Importancia de los padres/madres o figuras de referencia
Otras características relevantes (García-Vera y Sanz, 2016):
o Manejar los tiempos (la paciencia) y las aproximaciones sucesivas.
o Guiar los pasos de los padres sin juzgarles, aceptar sus ambivalencias, aceptar sus limitaciones y
dificultades, reconocer sus dificultades como padres y sus esfuerzos.
o Centrar la atención en sus emociones “positivas” para con sus hijos.
o Ayudar a manejar las emociones “negativas” de los padres detectando sus creencias disfuncionales
(incompetencia, culpa, tiene que hacer todo lo que yo le diga).
o Ayudar a encontrar las diferentes motivaciones para el cambio, sean o no compartidas por todos los
implicados.
o Monitorizar como refuerzan los padres y como el menor lo percibe. Ej: ves como lo haces bien
cuando te pone coherencia: ante misma situación no se puede responder un día negativamente y
otro positivamente.
Principales dificultades que podemos encontrar en padres/madres:
o a) Negación de la problemática de su hijo/a.
o b) Poca implicación → esto es cosa del psicólogo/a, nosotros no tenemos que hacer nada.
o c) Sobreimplicación → padres/madres que asfixian a sus hijos/as y no permiten ni fomentan su
autonomía.
o d) Falta de recursos de afrontamiento.
o e) Problemas personales → valorar si los padres/madres tienen dificultades de manera individual (o a
nivel de relación de pareja) que puedan estar influenciando en la problemática de su hijo/a.
Características:
o Niños:
Los padres/madres siempre deben formar parte de la evaluación e intervención.
Debemos darles información (lo que no significa contar todo lo que los niños/as nos cuenten
en terapia → filtrar).
¿Sabe el niño/a a lo que viene con nosotros/as? Saber qué se le ha explicado.
Cuidado con padres/madres que hayan podido representar al psicólogo/a como castigo →
como te portas mal, vas a ir al psicólogo.
o Adolescentes:
Valorar si los padres/madres deben formar parte de la evaluación e intervención (y en qué
medida).
Importancia de respetar los límites que nos marque el/la adolescente en este sentido
(siempre que sea posible).
A partir de los 14 no hay obligación de informar a los padres (confidencialidad como con
adultos).
Menor peso en la intervención de los padres/madres, aunque pueden ser excelentes
coterapeutas si hay buena relación.