Cuento
Cuento
Cuento
" Esta noche quiero enloquecer, reirme hasta que me duela la panza y poder ver las estrellas...
Me acompañas???"
"Estoy en la puerta"
-nunca te hicieron una propocision mejor en tu vida- río, mientras entraba a mi apartamento
con su mochila repleta de cosas.
Quedé parado en la puerta mirándola mientras ella se descia de todas sus cosas, se dio vuelta
y me miro.
-a donde?- pregunté
- a la playa, al parque, a tu azotea, no importa donde, solo tiene que ser un lugar donde no
haya mucha gente y se vean las estrellas-
- bien, traje una colcha vieja para poder tirar en el piso, habría que llevar almohadones- miro a
su alrededor y divisó los del sofa- estos están bien. Llevamos hielo? Traje tres botellas de vino-
río - los vasos no son necesarios-
La azotea del edificio donde vivía era un décimo quinto piso, no había nada más alto a su
alrededor. Desde ahí se podía ver un pedazo de mar y de noche se divisaban las estrellas, no
era la primera vez que subíamos con ella a tomar algo y disfrutar de la vista.
Tome mis cuadernos de dibujo y algunos lápices, mi celular para tener música, el saca corcho y
un cenicero. Cerré la puerta y la alcancé.
Cuando llegue ya había tendido la colcha en el suelo,al lado de un muro bajo que nos servía de
respaldo y dónde había acomodado los almhoadones.
Me acomode donde ella había dejado las cosas y saco dos tapers con comida y los acomodo
en un costado.
Había unos pedazos de Piza, una media torta de coco con dulce de leche, también una bolsa
de papas chips y una botella de pomelo.
Nos quedamos en silencio viendo como empezaban a aparecer las primeras estrellas de la
noche.
- vi cosas- dijo- cosas que no entiendo, como estrellas fugaces que van callendo y de pronto se
detiene y salen de nuevo hacia arriba, capas encontramos alguna, no se sin son OVNIS- río
mirandome- pero estrellas seguro que tampoco, o si, ni idea, pero fuese lo que fuese yo les
pedí un deseo, por las dudas, es como ver una lámpara y no frotarla, por las dudas lo haces,
mira si aparece un genio y te concede tres deseos- quedó pensativa mirando el cielo que ya
había oscurecido y estaba con luna menguante- vos qué pedirias?- dijo al rato. Tome la botella
y le di un trago largo, se la pasé.
- tendrías que hacerlo- contesto segura- mira si un día te pasa y no sabes que pedir o pedís
cualquier cosa por no haberlo pensado antes- tomo un trago de la botella y me dijo- a ver,
pensemos, no puede ser la paz a nivel mundial, ni nada de eso, no creo que cumplan deseos
asi, tampoco puede ser que alguien se enamore de vos... Tampoco revivir muertos- río como si
fuera obvio lo que me decía.
Me recosté poniendo la almohada en mi cabeza y estaba pensando, tres deseos, cuáles serían?
Nunca lo había pensado, no existían las lámparas mágicas ni los genios que cumplan deseos.
- creo que pediría... Ser inteligente- reímos los dos - inteligente en el sentido de poder lograr
encontrar una forma de economia que no genere demasiado trabajo pero si buenas ganancias,
aunque capas que más fácil es pedirle una tarjeta de crédito platino que se pagué sola y no se
me pierda- reímos nuevamente- como el martillo de Thor que siempre vuelve a su mano. Una
cosa así.- yo la miraba, me encantaba cuando salía con esas ocurrencias.
-que más? Ese es uno, te faltan dos- dije todavía riendome. Ella me pasó la botella mientras
agarraba un pedazo de piza y me ofrecía.
- aprender rápido y bien lo que quiero aprender- dijo mientras volvía a tapar el taper.
- si, pero me gustó más lo de la tarjeta platino- carcajeamos los dos y casi me ahogo con el
pedazo de piza que estaba comiendo. Levante las manos y ella me golpeó en la espada. Nunca
supe si eso realmente funciona, pero mi abuela me decía que lo hiciera y yo lo hago más por
costumbre que porque crea que funciona y ella me golpea la espalda porque sabe que es lo
que tiene que hacer ella, más por complacer mi costumbre que por convicción.
Cuando nos recuperamos del momento me dijo - y bueno el tercero sería que no te vayas a
morir ahogado con un pedazo de piza- reímos con ganas de nuevo.
Reímos imaginandonos si pudiéramos decir todo lo que pensamos a la gente que se nos cruza
por la calle, a los vecinos, a cualquiera.
Hablamos de las religiónes , del cine, de la felicidad, de los olores que despiertan recuerdos.
Reímos hasta que nos dolió la panza de todas las veces que por apurados o por torpes caímos
haciendo el ridículo en algún lugar lleno de gente y también de esas veces que no hubo nadie
para vernos.
- nos queda solo una botella- dijo descorchandola- pone música- dijo señalando mi celular-
algo lento, sin letra.
Eleji una lista de reproducción de música instrumental de los 80 y lo deje apoyado en el muro
que nos servía de respaldo.
Fue hasta el borde de la azotea, el muro era alto,podías apoyarte en el y mirar sin problemas el
horizonte que a esas horas era solo una pared negra llena de puntitos.
-Me niego a creer que la vida es solo lo que vemos- dijo después de un suspiro y quedó callada
mirando la nada.
Yo tome mis hojas y un lápiz y comencé hacer un boceto de ese momento, no sé si fui capaz de
plasmar todo lo que sentia en ese momento. El alcohol ya había comenzado a hacer efecto en
nosotros y esa sensación que deja la risa, la risa compartida con ganas, esa que te hace
lagrimiar y doler la panza se empezaba a desvanecer dejando lugar a la calma.
Me consentre en mi dibujo que ya había dejado de ser un simple boceto, no sé cuánto tiempo
paso hasta que me di cuenta de que ella estaba bailando.
Ahí, sola,se movía al ritmo dulce de las guitarras,saxos, batería y algunos instrumentos más.
Quedé mirándola. Ella de ojos cerrados, disfrutando, moviéndose, sonriendo ajena al mundo y
al mañana.
- el pensaba- dije como si estuviera leyendo un libro- que es hermoso verte bailar libre,
disfrutando, y que me gustaría poder hacer esto más seguido. Poder desacerme del día a día,
no acordarme de lo que pasa 15 pisos más abajo, tener el celular solo para pasar musica y...-
calle, no sabía si realmente quería decir todo lo que pensaba- vos que estabas pensando?-
pregunté.
- estaba pensando que no sé cómo es besarte- me dijo mientras me miraba a los ojos y luego
bajaba su mirada a mi boca-
Yo sonreí nervioso, no solo porque no esperaba eso sino porque también lo estaba pensando.
Ella se acercó a mi boca y Apollo sus labios en los míos. Estaban calientes, sabían a vino y
tabaco. Su lengua se introdujo tímidamente en mi boca, la mía la estaba esperando. Enrede
mis manos en su pelo y absorbi su suspiro. Ella Apollo sus brazos en mis hombros y
comenzamos un juego de lenguas, mordiscos, gemidos.
Mis manos bajaron por su espalda y la apreté contra mi pecho, podía sentir mi corazón latir
desbocado y su respiración acelerada.
Mi lengua penetró más en su boca mientras mis manos empujaban su cadera contra mi
erección que ya se hacía notar.
Ella suspiró cuando me sintió y sus manos se enredaron en mi pelo, mis manos marcaron el
ritmo a sus caderas, un ritmo lento y cadencioso que acompañaba la música que seguía
sonando. Ya no había como detenernos, yo no quería determe y supe cuando retire mi boca de
la suya y comenzar a besar su cuello que ella tampoco. Baje mis manos hasta sus nalgas
recorriendolas, apretandolas y empujandolas contra mi erección que peleaba para salirse de
mi vaquero.
- hola- respondí yo todavía oculto detrás del muro mientras trataba de acomodar mi erección
en mi pantalón para pararme y ver quién era el que interrumpía por primera vez en 5 años en
la azotea.
- perdón, no sabía que había alguien aca- asome la cabeza de detrás de muro y pude ver quién
era.
Vivía en uno de los pisos de abajo, tendría 16 años y con el una muchacha que creo sería la
novia ya que no era la primera vez que los veía juntos.
- está linda la noche y pensamos que no habria nadie,- dijo el muchacho en forma de disculpa.
- hola- dijo ella asomándose mejor con la botella en la mano - está muy linda la noche, calor y
no habia mosquitos- río ella de su chiste.
- nosotros ya estábamos pensando en bajar, el piso despuesde un rato deja de ser comodo-
dije yo mientras me paraba y le extendía la mano a ella.
- si quieren les dejamos la manta y los almohadones para que estén más cómodos- dijo ella. El
muchacho sonrió y agradecio.
- dejalo en la puerta del apartamento, es el piso 7- dije mientras juntaba las cosas y apagaba el
celular.
Llegamos al acensor y entramos los dos callados, no dijimos nada cuando apreté el botón del
piso 7 ni mientras el ascensor descendía, tampoco cuando bajamos y abrí la puerta de mi casa
para dejarla pasar.
Al principio sería, yo no sabía que decir, quería seguir dónde nos habían interrumpido.