Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Herberto Helder Antologia

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 80

Antología personal

Herberto Hélder
Herberto Hélder en castellano
Antología personal

Herberto Hélder
El poema

Trad. Xosé Lois García

Un poema crece inseguro


en la confusión de la carne.
Sube aún sin palabras, sólo ferocidad y placer,
tal vez como sangre
o sombra de sangre por los canales de ser.

Fuera existe el mundo. Fuera, la espléndida


violencia
o los granos de uva de donde nacen
las raíces minúsculas del sol.
Fuera, los cuerpos genuinos e inalterables
de nuestro amor,
los ríos, la gran paz exterior de las cosas,
las hojas durmiendo el silencio
— la hora teatral de la posesión.

Y el poema crece tomando todo en su regazo.


Y ya ningún poder destruye el poema.
Insustentable, único,
Invade las órbitas, la superficie amorfa de las
paredes,
7
y la miseria de los minutos,
y la fuerza equilibrada de las cosas,
y la redonda libre armonía del mundo.
—Abajo, el instrumento perplejo ignora
la dificultad del misterio.

—Y el poema se hace contra el tiempo y la carne.

8
En marte aparece tu cabeza

En Marte aparece tu cabeza –


yo quería decir. En el lugar donde
desapareció la ventana,
la cabeza de vaca de fuego, aparece
la cabeza. Donde estaba la cortina fría,
de pájaro escuchando.
En Marte, como la ropa bate en el viento
y en la Tierra las herraduras baten
en mi cabello.
Como el fuego dentro de la piedra turquesa,
en Marte aparece tu
cabeza de vaca. Por detrás de la fría cortina –
yo quería decir.

Ahora sé que debo saber, solo.


Las letras de la lluvia locas a espaldas –
escribiendo, escribiendo.
Solo, yo la sé dormir. Con un ramo
de peces y un violín
en medio de los ll, de los mm, de los ii
de la lluvia.

9
Con mi ramo de violines, yo solo
en medio de la lluvia. Ahora
sé que debo escribir mis peces.
Tu cabeza
aparece en la ventana de Marte en fuego.

El fuego que anda en ti que andas como una


piedra turquesa,
al lado de la fría cortina. Mirando, escuchando
como un pájaro, donde llueve.

Como sólo ahora sé con las letras.

La lluvia te abre, el día bate, la ropa


tropieza con las herraduras
en mi cabello. Y sólo ahora haces
tu gesto con lluvia, en medio de las letras.
Abrete, oh ábrete. En la cortina,
ahora, tu cabeza al lado de los peces –
escuchando, escribiendo,
como sólo ahora yo sé: mi ramo
de violines.
Escucha: el vaso, la catedral, el libro,
el candil.
Yo ahora sé escribiendo de lado el fuego
de la cabeza. Escucha: descascaro
manzanas, como manzanas, las manzanas
en su color al medio – y se juntan
10
entre sí, y soñarán. Escucha:
lloviendo, escuchando, escribiendo.
La ropa bate en el viento.
Escucha como ahora sólo bate el color
en las manzanas. Tu cabeza, la cortina fría.

Te doy las letras de los peces, escuchando –


sólo ahora, sólo ahora.
Escuchando en ti, abriendo
con tu llave todas tus manzanas
en su color. Sólo ahora
escribiendo yo sé.

11
La pasión griega

He leído en algún lugar que los antiguos griegos


no escribían necrológicas,
cuando alguien moría apenas preguntaban:
¿tenía pasión?
cuando alguien muere yo también quiero saber
de la calidad de su pasión:
si tenía pasión por las cosas generales, agua,
música,
por el talento de algunas palabras para moverse
en el caos,
por el cuerpo salvado de sus precipicios con
destino a la gloria,
pasión por la pasión,
¿tenía?
y entonces indago en mí si yo mismo albergo
pasión,
si puedo morir griegamente,
¿qué pasión?
los grandes animales salvajes se extinguen en la
tierra,
los grandes poemas desaparecen en las grandes

12
lenguas que desaparecen,
hombres y mujeres pierden el aura
en la usura,
en la política,
en el comercio,
en la industria,
dedos conexos, hay dedos que inspiran a los
objetos la espera,
trémulos objetos entrando y saliendo
de los diez tan escasos dedos para tantos
objetos del mundo
y lo que así hay en el mundo que responda a la
pregunta griega,
se puede mantener la pasión con la fruta comida
aún viva,
y hacer después con sal gorda una canción curtida
por las cicatrices,
palabra soplada a qué horno con qué fuelle,
que alguien preguntase: ¿tenía pasión?
alejen de mí la pimienta del reino, el jengibre, el
clavo de la india,
pongan muy alta la música y que yo baile
fluido, interminable,
sostenido por toda la luz antigua y moderna,
los ciegos, los templados, ah no, que al menos me
encontrase la pasión
y me perdiese en ella
la pasión griega
13
De A Faca não Corta o Fogo

que yo aprenda todo desde la muerte,


pero no me llamen por un nombre ni por el uso
de las cosas,
cuchara, ropa, bolígrafo,
ropa intensa con la respiración dentro de ella,
y tu mano sangra en la mía,
brilla completamente si un poco de mi mano
sangra y brilla,
al tocar entre los ojos,
en la boca,
en la reescritura de cada cosa ya escrita en las
entrelíneas de las cosas,
fiat cantus! y hágase el canto esdrújulo que regula
la tierra,
el canto común a dúo,
el inexhaurible,
el cuanto se trabaja para que la noche aparezca,
y por la noche se ve la luz que desaparece en la
mesa,
me llama por tu nombre, me cambia,
me toca
en la boca sin idioma,
ya no te has llamado nunca,
ya estás lista,
ya eres toda
14
El amor en visita
De A colher na boca
[La cuchara en la boca] 1953

Dame una joven mujer con su arpa de sombra


y su arbusto de sangre. Con ella
encantaré la noche.
Dame una hoja viva de yerba, una mujer.
Sus hombros bajaré, la piedra pequeña
de la sonrisa de un momento.
Mujer casi increada, mas con la gravedad
de sus senos, con el peso lúbrico y triste
de la boca. Sus hombros bajaré.

Cantar? Largamente cantar.


Una mujer con quien beber y morir.
Cuando afuera se abre el instinto de la noche y
un ave
lo atraviesa traspasada por un grito marítimo
y el pan es invadido por las olas —
su cuerpo arderá mansamente bajo mis ojos
palpitantes.
Él — imagen vertiginosa y alta de cierto
pensamiento
de alegría y de impudor.
Su cuerpo arderá para mí
sobre una sábana mordida por flores con agua.
15
En cada mujer existe una muerte silenciosa.
Y en cuanto el dorso imagina, bajo los dedos,
las cuerdas de la melodía,
la muerte sube por los dedos, navega la sangre,
se deshace en embriaguez dentro del corazón
hambriento.
— Oh cabra en el viento y en el brezo, mujer
desnuda bajo
las manos, mujer de vientre escarlata donde la sal
pone su espíritu,
mujer de pies en el blanco, transportadora
de la muerte y de la alegría.

Dame una mujer tan nueva como la resina


y el olor de la tierra.
Con una flecha en el costado, cantaré.
Y mientras mana de mi carne una vid de sangre,
cantaré su sonrisa ardiente,
sus senos de pura sustancia,
la curva quemante del cabello.
Beberé su boca, para después cantar la muerte
y la alegría de la muerte.

Dame un torso doblado por la música, un ligero


cuello de planta,
donde una llama empiece a florecer el espíritu.
Sobre la piel de su rostro se moverán las aguas,
16
debajo de su rostro estará la piedra de la noche.
— Entonces cantaré la exaltante alegría de la
muerte.

No siempre me incendian el despertar de la


hierba ni la estrella
despeñada de su órbita viva.
Sin embargo, tú siempre me incendias.
Olvido el arbusto impregnado de silencio diurno,
la noche
imagen punzante
con su dios aplastado y ascendido.
Sin embargo, no te olvidan mis corazones de sal y
de blandura.
Se aturde mi aliento con la sombra,
tu boca penetra mi voz como la espada
se pierde en el arco.
Y cuando hiela la madre en su distancia amarga,
la luna
se atrofia, el paisaje regresa al vientre, el tiempo
se deshila, invento para ti la música, la locura
y el mar.

Toco el peso de tu vida: la carne que fulge, la


sonrisa,
la inspiración.
Y sé que has cercado los pensamientos con mesa
y arpa.
17
Voy hacia ti con la belleza oculta,
el cuerpo iluminado por las luces alargadas.
Digo: yo soy la belleza, su rostro y su durar. Tus
ojos
se transfiguran, tus manos descubren
la sombra de mi cara. Tomo tu cabeza
áspera y luminosa, y digo: ¿oyes, mi amor?, yo soy
aquello que se espera para las cosas, para el
tiempo;
yo soy la belleza.
Entera, tu vida lo desea. Para mí se alzan
tus ojos desde lejos. Tú misma duras en mi velada
belleza.

Entonces me siento a tu mesa. Porque es de ti


de quien me viene el fuego.
No hay gesto o verdad donde no duerman
tu noche y tu locura,
no hay vendimia o agua
en los que no estés posando el silencio creador.
Digo: mira, es el mar y la isla de los mitos
originales.
Y me das tu mesa, despliegas en la vastedad de la
tierra
la carne trascendente. En ti
principian el mar y el mundo.

18
Mi memoria pierde en su espuma
la señal y la viña.
Plantas, animales, aguas han crecido como
religión
sobre la vida; y yo en eso he tardado
mi frágil instante. Sin embargo
tu silencio de fuego y leche restablece la fuerza
maternal, y todo circula entre tu soplo
y tu amor. Las cosas nacen de ti
como las lunas nacen de los campos fecundos,
los instantes se originan de tu ofrenda
como las guitarras tienen su inicio en la música
nocturna.

Más inocente que los árboles, más vasta


que la piedra y la muerte,
la carne crece en su espíritu ciego y abstracto,
tiñe la aurora pobre,
insiste de violencia la inmovilidad acuática.
Y los astros se quiebran en luz sobre
las casas, la ciudad se arrebata,
los animales alzan sus ojos dementes,
arde la madera, para que todo cante
por tu poder cerrado.

Con mi cara llena de tu espanto y tu belleza,


sé cuánto eres el íntimo pudor
y el agua inicial de otros sentidos.
19
Comienza el tiempo donde la mujer comienza,
es su carne lo que del minuto oscuro y muerto
se devuelve a la luz.
En la muerte rehierve el vino, y la promesa tiñe
los párpados
con una imagen.
Espero al tiempo con la cara asombrada junto a
tu pecho
de sal y de silencio, concibo para mi serenidad
una idea de piedra y de blancura.
Eres tú quien me acepta en tu sonrisa, quien oye,
quien se alimenta de deseos puros.
Y el espíritu se une al viento, se enrarece la
aureola,
la sombra canta en bajo.

Comienza el tiempo donde la boca se deshace en


la luna,
donde la belleza que transportas como un arduo
peso
se quiebra en gloria junto a mi costado
martirizado y vivo.
Para consagración de la noche alzaré un violín,
besaré tus manos fecundas, y en la madrugada
daré mi voz confundida con la tuya.
Oh teoría de instintos, don de inocencia,
copa en la que beber junto a la perturbada
20
intimidad
en que me acoges.

Comienza el tiempo en la insoportable ternura


con la que te adivino, el tiempo donde
el vario dolor implica al barro y la estrella, donde
el encanto liga el ave al trébol. Y en su medida
ingenua y cara, lo que presiente el corazón
a lo lejos engasta de brillo su contorno.
Bueno será el tiempo, bueno será el espíritu,
buena será nuestra carne presa y morosa.
Comienza el tiempo donde la vida se une
a nuestra breve vida.

Estás profundamente en la piedra y la piedra en


mí, tú, urna
salina, imagen cerrada en su fuerza y pungencia.
Y lo que se pierde de ti, como espíritu de música
atrofiado
en torno a las violas, la muerte que no beso,
la hierba incendiada que se derrama en la íntima
noche,
lo que de ti se pierde, mi voz lo renueva
en un estilo de plata viva.

Cuando el fruto agarra un instante la eternidad


entera, yo estoy en el fruto como sol
y deshecha piedra, y tú eres el silencio, la cerrada
21
matriz de jugo y vivo gusto.
Y las aves mueren para nosotros, los luminosos
cálices
de las nubes florecen, la resina tiñe
la estrella, el aroma distancia el fango rojo de la
mañana.
Y estás en mí como la flor en la idea
y el libro en el espacio triste.

Si te aprehendiesen mis manos, forma del viento


en la cebada pura, de ti vendrían llenas
mis manos sin nada. Si una vida durmieses
en mi espuma,
¿qué frescura vacilante quedaría en mi sonrisa?
Aunque eres tú quien se moverá en la materia
de mi boca, y serás un árbol
durmiendo y despertando donde existe mi sangre.

Besar tus ojos será morir por la esperanza.


Ver en el aro de fuego de una entrega
tu carne de vino rozada por el espíritu de Dios
será crearte para luz de mi pulso e instante
de mi perpetuo instante.
Yo debo rasgar mi cara para que tu cara
se llene de un minuto sobrenatural,
debo murmurar cada cosa del mundo
hasta que seas el incendio de mi voz.

22
Las aguas que un día nacieron donde marcaste el
peso
joven de la carne aspiran largamente
nuestra vida. Las sombras que rodean
el éxtasis, los animales que llevan al fin del
instinto
su bárbaro fulgor, el rostro divino
impreso en el lodo, la casa muerta, la montaña
inspirada, el mar, los centauros
del crepúsculo,
aspiran largamente nuestra vida.

Es por eso que estamos muriendo en la boca


uno del otro. Es por eso que
nos deshacemos en el arco del verano, en el
pensamiento
de la brisa, en el lino, en el pez,
en el cubo, en la sonrisa,
en el mosto abierto,
en el amor más terrible que la vida.

Beso el peldaño y el espacio. Mi deseo trae


el perfume de tu noche.
Murmuro tus cabellos y tu vientre, tú, la más
desnuda
y blanca de las mujeres. Corren por mí el lacre
y el alcanfor, descubro tus manos, se alza tu boca
al círculo de mi ardiente pensamiento.
23
¿Dónde está el mar? Aves ebrias y puras que
vuelan
sobre tu sonrisa inmensa.
En cada espasmo yo moriré contigo.

Y le pido al viento: trae del espacio la luz inocente


de los brezos, un silencio, una palabra;
trae de la montaña un pájaro de resina, una luna
encarnada.
Oh amados caballos con flor de retama en los
ojos nuevos,
casa de madera de la planicie,
ríos imaginados,
espadas, danzas, supersticiones, cánticos, cosas
maravillosas de la noche. Tú, mi amor,
en cada espasmo yo moriré contigo.

De mi reciente corazón la vida entera sube,


el pueblo renace,
el tiempo gana el alma. Mi deseo devora
la flor del vino, envuelve tus caderas con una
espuma
de crepúsculos y cráteres.
Tú, pensada corola de lino, mujer que el hambre
encanta en la noche equilibrada, imponderable:
en cada espasmo yo moriré contigo.

Y a la alegría diurna despliego las manos. Se


pierde
24
entre la nube y el arbusto el olor acre y puro
de tu entrega. Animales se inclinan
hacia dentro del sueño, se levantan rosas
respirando
contra el aire. Tu voz canta
al huerto y el agua, y yo camino por las calles frías
con
el lento deseo de tu cuerpo.
Besaré en ti la vida inmensa, y en cada espasmo
yo moriré contigo.

25
Estilo
(De Os passos em volta
[Los pasos alrededor] 1963)

— Si yo quisiera, enloquecería. Sé una cantidad de


historias terribles. Vi muchas cosas, me contaron
casos extraordinarios, yo mismo… En fin, a
veces ya no consigo ordenar todo eso. Porque,
¿sabes?, se despierta a las cuatro de la mañana en
un cuarto vacío, se enciende un cigarro… ¿Ves?
La pequeña luz del fósforo levanta de repente
la masa de las sombras, la camisa tirada sobre la
silla gana un volumen imposible, nuestra vida…
¿comprendes?... nuestra vida, la vida entera, está
ahí como… como un acontecimiento excesivo…
Hay que ordenarla muy deprisa. Ya está felizmente
el estilo. ¿No calculas lo que es? Veamos: el estilo
es un modo sutil de transferir la confusión y
violencia de la vida al plano mental de una unidad
de significación. ¿Se me entiende? ¿No? Bien, no
aguantamos el desorden estuporoso de la vida. Y
entonces damos en ella, la reducimos a dos o tres
tópicos que se equiparan. Después, por medio de
una operación intelectual, decimos que esos tópicos
se encuentran en el tópico común, pongamos, del
Amor, o de la Muerte. ¿Entiendes? Una de esas
abstracciones que sirve para todo. El cigarro se
consume, ¿no es así?, la calma vuelve. Mas ¿puedes
26
imaginar lo que es esto todas las noches, durante
semanas o meses o años?
Una vez fui a un médico.
— Doctor, estoy loco – dije. — Debo estar loco.
— ¿Hay locos en la familia? – preguntó el médico.
– ¿Alcohólicos, sifilíticos?
— Sí, señor. O peor. Locos, alcohólicos, sifilíticos,
místicos, prostitutas, homosexuales. ¿Estaré loco?
El médico tenía sentido de humor, y me recetó
barbitúricos.
— No necesito medicamentos –dije yo. –Sé
historias tenebrosas acerca de la vida. ¿De qué me
sirven los barbitúricos?
La verdad es que yo aún no había encontrado
el estilo. Pero escuchas, mi amigo: conozco por
ejemplo la historia de un hombre viejo. Conozco
también la de un hombre joven. La del viejo es
mejor, pues era muy viejo, y ¿qué podía él esperar?
Pero ve, presta mucha atención. Ese hombre
viejísimo no se resignaría nunca a prescindir del
amor. Amaba las flores. En medio de su soledad
tenía vasos de orquídeas.
El mundo es así, ¿qué quieres? Es difícil encontrar
un estilo. Sería bueno colocar grandes certezas en las
calles, anunciar en la televisión y los cines. Procura
tu estilo si no quieres dar en atascaderos. Adquirí
mi estilo estudiando matemática y escuchando un
poco de música. – Johann Sebastian Bach. ¿Conoces
27
el Concierto de Brandenburgo no 5? Conoces
con certeza esa cosa tan sencilla, tan harmoniosa
y definitiva que es un sistema de tres ecuaciones
con tres incógnitos. Elemental, rudimentario.
Resolví millares de ecuaciones. Después escuchaba
Bach. Conseguí un estilo. Lo practico en la noche,
cuando despierto a las cuatro de la madrugada.
Es sencillo: cuando despierto aterrorizado, viendo
grandes sombras incomprensibles irguiéndose en
el medio del cuarto, cuando la pequeña luz se
hace en la yema de los dedos, y toda la inmensa
melancolía del mundo parece subir de la sangre
con su voz obscura… Comienzo a hacer mi estilo.
Admirable ejercicio, este. A veces uso el proceso
de vaciar las palabras. ¿Sabes cómo es? Escojo una
palabra fundamental: Amor, Enfermedad, Miedo,
Muerte, Metamorfosis. La digo en voz baja veinte
veces. Ya nada tiene significado. Es el modo de
alcanzar el estilo. Ve ahora esta artimaña:
Los niños enloquecen en cosas de poesía.
Escucha un instante como se detienen
en lo alto de ese grito, como la eternidad los
recibe
mientras gritan y gritan.
(...)
— Y no somos nada más que el Poema
donde los niños
se distancian locamente.
28
Se trata del extracto de una poesía. ¿Te gusta la
poesía? ¿Le tienes miedo a la poesía? ¿Tienes el
demoníaco júbilo de la poesía?
Pues mira. Es también un estilo. El poeta no
muere la muerte de la poesía. Es el estilo.
¿Oyes como esos niños gritan y gritan, entrando
en la eternidad? Date cuenta: somos el Poema
donde ellos se distancian. ¿Cómo? Locamente.
¿Quién soportaría esos gritos magníficos? Pero el
poeta hace el estilo.
¿Sabes de qué te estoy hablando? ¿De la
vida? ¿De la manera de desenmarañarse de ella?
Bien, el señor no es estúpido, pero tampoco es
muy inteligente. Conozco. Conozco el género.
Quizás yo ya había sido así. Practica las artes
con parsimonia: no la poesía, sino las poesías. Se
cultiva, evidentemente. Se está demasiado en la
posesión de un estilo. Pero, escucha esto, la locura,
la tenebrosa y maravillosa locura… En fin, ¿no
sería esto más noble, digamos, más conforme al
secreto de nuestra humanidad?
Quizás el señor es más inteligente que yo.

29
De tal manera en el tiempo…

.
de tal manera en el tiempo si es que se engañan de
tal manera
siempre se engañan en cualquier cosa se engañan
en el poco tiempo que tienen para morir —
de tal manera se engañan en las palabras que se
engañan
en la cabeza que tienen
que tienen poca —
y por eso cuando meten los dedos en la materia
se ve que la materia no estaba aún madura —
¿qué prisa es esa? es la de que ya les huya enero y
estén aún
en septiembre u octubre —
¿de qué les valen las flores de la estación si cambian
rosas por margaritas silvestres?
de tal manera los aromas en las narinas de los
búfalos

30
y las mariposas de plata se posan
apenas en nombres vagos no en corolas feroces
en las primaveras con grandes espacios entre
palabras —
¿pero qué buscan? ¿nombres?
¿apenas nombres entre tantos desastres?
yo no sé, yo tiemblo de dolor apenas
ante los nombres no vistos y tan aspirados que
desee
morir por un nombre o dos o tres
juntos, exactos, repetidos,
como exactamente en pleno trance loco
entre las flores de los nombres como:
diccionario hoja tras hoja,
y aun así es como una especie de miedo,
con un temblor en el fondo de nuestra edad
que vamos a ver dónde están las personas que han
huido
de nuestra vida, y cuándo fue que los tocamos,
o en la camisa o en el cabello o al azar en los dedos,
y qué nombres eran los nombres de ellos entre
todos los nombres de la tierra,
y cuándo fue: si fue en el descubrimiento
o en los fines de mes o
en medio de una tarea leve como peinarse,
o resucitar en plena luz por
primera vez
o por última vez, justo antes de salir de las tinieblas
31
hacia las grandes danzas entre el aire y el agua,
sal ahora: y corta el cordón,
y entre sangre, ojos cerrados, abre toda la boca,
y respira mucho hasta casi caer borracho o loco
por la voz: el nombre y sobre todo nombre a
nombre
cada cosa alrededor hasta que lo alcance
la ciencia de todos los nombres,
cosa a cosa de la tierra al final tan pequeña
que incluso él la domina,
en el dominio de los nombres,
y entonces lo suspende todo con miedo a que
acabe allí con un solo nombre
el múltiple mundo matricial,
el mundo de las madres locas

32
Bicicleta

Allá va la bicicleta del poeta en dirección


al símbolo, en un día de verano
ejemplar. De pulmones en la espalda y boca
al aire, el poeta patilargo le da a la pata
en los pedales. Un gran recuerdo, las señales
de días sobrenaturales y la historia
secreta de la bicicleta. El símbolo es sencillo.
Los émbolos del corazón al ritmo de los pedales,
allá va el poeta en dirección a sus
señales. Le da a la pata
como los otros animales.

El sol es blanco, las flores legítimas, el amor


confuso. La vida es para siempre tenebrosa.
Entre las rimas y el sudor, aparece y des
aparece una rosa. En el día de verano,
violenta, la fantasía olvida. Entre
el nacimiento y la muerte, el movimiento de la
rosa florece
sabiamente. Y la bicicleta se espacia
del milagro. El poeta aprieta el manillar y derrapa
en el instante de la gracia.

De pulmones en la espalda, la vida es para siempre


tenebrosa. La pata del poeta
apenas osa ahora pedalear. En mitad del aire

33
se distrae la flor perdida. La vida es corta.
Puta vida subdesarrollada.
La boca del poeta recorre los puntos cardinales.
El sol es blanco, el campo plano, la muerte
cierta. No hay sombra de señales.
Y el poeta la da a la pata como los otros animales.

Si la noche cae ahora sobre la rosa pasada,


y el día de verano se recoge
a su nada, y la única dirección es la propia noche
¿hallada? De pulmones en la espalda, la vida
es tenebrosa. Muerte es transfiguración,
por la imagen de una rosa. Y el poeta patilargo
de rosa interior le da a la pata en los pedales
de la confusión del amor.
Por la noche secreta de los caminos iguales,
el poeta le da a la pata como los otros animales.

Si el sur es hacia atrás y el norte es para el lado,


es para siempre la muerte.
Agarrado al manillar y pulmones a la espalda
como un neumático pinchado,
el poeta pedalea el corazón transfigurado.
En el recuerdo más antiguo la dirección de la
muerte
es la misma que la del amor. Y el poeta,
al final más mortal que los otros animales,
le da a la pata en los pedales para un verano interior.

34
Gárgola
.
Por dentro la lluvia que la hincha, por fuera la
piedra misteriosa
que la mantiene suspendida.
Y la boca demoníaca del prodigio se vacía
en el caos.
Ese animal, alzado al trono de una estrella,
que se asoma hacia donde
oscurezco. Por los flancos construyo
la criatura. Donde corre el escalofrío, de los
omóplatos
hacia el fondo, con fuerza atenta. Construyo
aquella masa de tetas
y uñas, por la espina, rosas abiertas de las branquias,
ombligo,
mandíbulas. Hasta el centro de su
arduo tajo de estrella.
Su agujero de agua en mi boca.
Y construyendo hablo.
Soy lírico, aterrador.
La consagro en el baño bautismal de un poema.
Inauguro.
Fuera y dentro inauguro el nombre de que muero.

35
El prestigio de la poesía
.
El prestigio de la poesía es menos el que no acabe
nunca que el que realmente empiece. Es un inicio
perenne, nunca una llegada, sea a lo que fuere. Y
nos quedamos tendidos en las camas, afrontando la
perturbada imagen de nuestra imagen, así, mirados
por las cosas que miramos. Aprendemos entonces
ciertas astucias, por ejemplo: es preciso atrapar la
ocasional distracción de las cosas, y desaparecer;
huir hacia otra parte, donde ellas ni sospechen de
nuestra conciencia; y atraparlas cuando cierran
los párpados, un instante, rápidas, y rápidamente
ponerlas bajo nuestro dominio, atrapar las cosas
durante su distracción fortuita, un interregno, un
instante oblicuo, y enriquecer e intoxicar la vida con
esas misteriosas cosas robadas. También robamos la
cara llameante a los espejos, robamos a la noche y
al día sus inextricables imágenes, robamos la vida
propia a la vida común, y somos conducidos por ese
robo a un equívoco: la condenación o condañación
de inquilinos de la irrealidad absoluta. Lo que excede
la insolvencia biográfica: con los nombres, las cosas,
los sitios, las horas, la pequeña medida de cómo se
respira, la muerte que no se refuta con ningún verbo,
ningún argumento, ningún latrocinio. Vivimos
demoníacamente toda nuestra inocencia.
36
Poemacto

Me acuesto, me levanto, pienso que es enorme


cantar.
Una rama canta blanco.
Una ciudad canta luces.
Pienso ahora que es profundo encontrar las manos.
Encontrar instrumentos dentro de la angustia:
clavicordios y liras o laúdes
intencionados.
Cantar rosetones de piedra en la neblina.
Cantar la sangrienta neblina.
El amor atravesado por un dardo
que estremece al hombre hasta las bases.

Cantar nuestro propio dardo lanzado


a la bestia que atraviesa el mundo.
Al nombre que sangra.
Que va sangrando y dejando un rastro
por la culminante noche afuera.
Eso es el nombre del amor que es el nombre
del canto. Canto en la soledad.
El amor obsesivo.
La obsesiva soledad cantante.

37
Me acuesto, y es enorme. Es enorme levantarse,
cegar, cantar.
Tener las manos como la neblina ardiendo.

Las casas son fabulosas, cuando digo:


casas. Son fabulosas
las mujeres, si conmovido digo:
las mujeres.
Las cortinas en la cima de las ventanas
fulguran como relámpagos. Yo vivo
cantando a las mujeres incendiarias
y a la inmensa soledad
verídica como un vaso.
Porque un vaso canta en mi boca.
Canta la bebida en mí.
Verídicamente, yo canto en el mundo.

Que hablen deprisa. Extiéndanse


en mi pensamiento.
Sumerjan su voz en mi
tiniebla como una garganta.
Porque yo desearía tanto despertar
dentro de tu voz en mi boca.
Ahora sé que las estrellas están habitadas.
Tu existencia dura y caliente
es la masa de una estrella.
Porque esa estrella canta en el sitio
donde va a ser mi vida.
38
Quema tu noches a la gloria
de mi amor. El amor es fuerte.
Qué fuerte cosa es la locura.
Porque la locura canta minada de puertas.
Nosotros salimos por las puertas, nosotros
entramos en el interior de la locura.
Las sillas cantan a los que están sentados.
Cantan los espejos la juventud
adjetiva de los que se miran.
Estoy inquieto y ciego. Canto.
La muerte me canta al fondo.
Es un canto absoluto.

Imagino mi cuerpo, una colina.


Mi cuerpo escalera de estrella.
Nata. Flecha. Objeto cantante.
Cuerpo con su muerte que canta.
Imagino una colina con voces.
Una escalera con canto de estrella.
Imagino esa espesa nata cantante.
Una que canta flecha.
Imagino mi voz total de la muerte.
Porque todo canta y cantar es enorme.

Imagino la delicadeza. La sutileza.


El toque casi aéreo, casi
aéreamente brutal.
39
Ser tocado por las voces como ser herido
por los dedos, por los rudos clavos
de la planicie.
Ser despertado, despertado.
Porque cantar es un subterráneo.
Después es un patio.
Imagino que las voces son escaleras.
Voces para alcanzar el canto.
El canto es mi cuerpo purificado.

Porque mi cuerpo tiene una muerte suya


tocada incendiariamente.
La muerte –dice el canto– es el amor enorme.
Es enorme estar ciego.
Canta mi gran cuerpo ciego.
Relucir en lo alto por el silencio adentro.
El silencio canta alojado en la muerte.
Me acuesto, me levanto, pienso que es enorme
cantar.

II

Mi cabeza se estremece con todo el olvido.


Yo intento decir cómo todo es otra cosa.
Hablo, pienso.
Sueño sobre los tremendos huesos de los pies.
Es siempre otra cosa, una
sola cosa cubierta de nombres.
40
Y la muerte pasa de boca en boca
con la leve saliva,
con el terror que hay siempre
en el fondo informulado de una vida.

Sé que los campos imaginan sus


propias rosas.
Las personas imaginan sus propios campos
de rosas. Y a veces estoy enfrente de los campos
como si muriera;
otras, como si ahora solamente
yo pudiera despertar.

A veces todo se ilumina.


A veces sangra y canta.
Yo digo que nadie se perdona en el tiempo.
Que la locura tiene espinas como una garganta.
Yo digo: rueda a lo lejos el otoño,
¿y qué es el otoño?
Los párpados golpean contra el gran día masculino
del pensamiento.

Echo cosas vivas y muertas en el espíritu de la obra.


Mi vida se extasía como una habitación de
antorchas.

Era una casa –¿cómo diré?– absoluta.

41
Yo juego, yo juro.
Era una casinfancia.
Sé que era una casa loca.
Yo metía las manos en el agua: me adormecía,
rememoraba.
Los espejos se rajaban contra nuestra juventud.

Palpo ahora el girar de las brutales,


líricas ruedas de la vida.
Hay en mi olvido, o en el recuerdo
total de las cosas,
una rosa como una alta cabeza,
un pez como un movimiento
rápido y severo.
Una rosapez dentro de mi idea
desvariada.
Hay vasos, tenedores embriagados dentro de mí.
Porque el amor de las cosas en su
tiempo futuro
es terriblemente profundo, es suave,
devastador.

Las sillas ardían en los lugares.


Mis hermanas habitaban en la cima del movimiento
como seres pasmados.
A veces se reían en alto. Se tejían
en su oscuro terrífico.
La menstruación soñaba podrida dentro de ellas,
42
en la boca de la noche.
Cantaba muy bajo.
Parecía fluir.
Rodear las mesas, las penumbras fulminadas.
Llovía en las noches terrestres.
Yo quiero gritar masallá de la locura terrestre.
Era húmedo, destilado, inspirado.

Había rigor. Oh, ejemplo extremo.


Había una esencia de taller.
Una materia sensitiva en el secreto de los fruteros,
con sus manzanas centrípetas
y las uvas colgadas sobre la madurez.
Había la magnolia caliente de un gato.
Gato que entraba por las manos, o magnolia
que salía de la mano hacia el rostro
de la madre sombríamente pura.
Ah, madre loca a la vuelta, sentadamente
completa.
Las manos tocaban por encima del ardor
la carne como un trozo extasiado.

Era una casabsoluta –¿cómo


diré?–, un
sentimiento de que algunas personas morirían.
Demencia para sonreír elevadamente.
Tener moras, hojas verdes, espinas
con pequeña tiniebla por todos los rincones.
Nombre en el espíritu como una rosapez.
43
Prefiero enloquecer en los pasillos arqueados
ahora en las palabras.
Prefiero cantar en los balcones interiores.
Porque había escaleras y mujeres que quedaban
minadas de inteligencia.
El cuerpo sin rosácea, el lenguaje
para amar y rumiar.
La leche cantarina.

Yo ahora me sumerjo y asciendo como un vaso.


Trago hacia arriba esa imagen de agua interna.
Bolígrafo del poema disuelto en el sentido
primacial del poema.
O el poema subiendo por el bolígrafo,
atravesando su propio impulso,
poema regresando.
Todo se levanta como un clavo,
un cuchillo levantado.
Todo muere su nombre en otro nombre.

Poema no salido del poder de la locura.


Poema como base inconcreta de creación.
Ah, pensar con delicadeza,
imaginar con ferocidad.
Porque yo soy una vida con furibunda
melancolía,
con furibunda concepción. Con
alguna ironía furibunda.
44
Soy una devastación inteligente.
Con caléndulas fabulosas.
Oro por encima.
La madrugada o la noche triste tocadas
en trompeta. Soy
alguna cosa audible, sensible.
Un movimiento.
Silla conjeturándose en la cavidad
hecha al sentarse.
O flores bebiendo el jarrón.
El silencio estructural de las flores.
Y la mesa debajo.
Soñando.

III

El actor enciende la boca. Después los cabellos.


Finge sus caras en las charcas interiores.
El actor se pone y quita la cabeza
de búfalo.
De venado.
De rinoceronte.
Pone flores en los cuernos.
Nadie ama tan desalmadamente
como el actor.
El actor enciende los pies y las manos.
45
Habla lentamente.
Parece que se difunde a bocados.
Bocado estrella.
Bocado ventana hacia afuera.
Otro bocado gruta hacia adentro.
El actor toma las cosas para echar fuego
al pequeño talento humano.
El actor restalla como sal quemada.

Lo que rutila, lo que arde destacadamente


en la noche, es el actor, con
una voz pura monótonamente golpeada
por la soledad universal.
El espantoso actor que quita y pone
y retira
el adjetivo de la cosa, la sutileza
de la forma,
y precipita la verdad.
De un lado extrae la manzana con su
divagación de manzana.
Fabrica peces sumergidos en la propia
llamarada de peces.
Porque el actor está como la manzana.
El actor es un pez.

Sonríe así el actor contra la faz de Dios.


Ornamenta a Dios con simplicidades silvestres.
El actor sustrae a Dios de Dios,
46
y da velocidad a los lugares aéreos.
Porque el actor es una astronave que atraviesa
la distancia de Dios.
Envuelve. Desvela.
El actor dice una palabra inaudible.
Reduce la humedad y el calor de la tierra
a la confusión de esa palabra.
Recita el libro. Amplifica el libro.
El actor enciende el libro.
Levita por los campos como la dura agua del día.
El actor es tremendo.
Nadie ama tan repelentemente
como el actor.
Como la unidad del actor.

El actor es un adverbio que se ha ramificado


de un sustantivo.
Y el sustantivo retorna y gira,
y el actor es un adjetivo.
Es un nombre que proviene últimamente
del Nombre.
Nombre que se murmura en sí, y se agita,
y enloquece.
El actor es el gran Nombre lleno de reflectores.
El nombre que ciega.
Que sangra.
Que es la sangre.
Así el actor levanta el cuerpo,
47
llena el cuerpo con melodía.
Cuerpo que tiembla de melodía.
Nadie ama tan corporalmente como el actor.
Como el cuerpo del actor.

Porque el talento es transformación.


El actor transforma la propia acción
de la transformación.
Solidificándose. Gasificándose. Complicándose.
El actor crece en su acto.
Hace crecer al acto.
El actor actificándose.
Es enorme el actor con su osamenta de base,
con sus tantas ventanas,
las calles…
el actor con la emotiva publicidad.
Nadie ama tan públicamente como el actor.
Como el secreto actor.

En estado de gracia. En compacto


estado de pureza.
El actor ama en acción de estrella.
Acción de mímica.
El actor es un tenebroso recogimiento
de donde brota la pantomima.
El actor ve aparecer la mañana sobre la cama.
Ve la serpiente entre las piernas.
El actor ve fulminantemente
cómo es de puro.
48
Nadie ama el teatro esencial como el actor.
Como la esencia del amor del actor.
El teatro general.

El actor en estado general de gracia.

49
Los perros comunes ladran

.
los perros comunes ladran a las lunas que labran
por los desiertos fuera,
pero la gota de agua tiembla y brilla,
no utilices las uñas sino en las líneas más puras,
y la gran constelación del perro pasa a través de la
noche del mundo llena de aire y de arena
y de fuego,
y no interrumpe ningún ministerio ni ningún
elemento,
y tú mira a la escrita la estricta gota de agua
inmarcesible
contra la torva sed de la jauría,
con tu línea limpia cruzas cactus, escorpiones,
arduos agujeros negros:
quieres solo aquella gota viva entre las uñas,
mientras que en torno bajo las lunas los perros se
huelen los culos unos a otros
en busca de oro

50
Poema

Quería tocar la cabeza de un leopardo loco, su lujo


mandibular. Sentir que los dedos se volvían
de granito. Sentir que la deslumbrante
resaca de pelo
bajo me arrebataba furiosamente los cinco dedos.
Como cinco balas de granito.
Una estrella voltaica.
Y tragarla. Y que de pronto toda aquella púrpura
nocturna
entrara dentro de mí, de la mano a la cara.
O una herida que me cogiera de pierna a pierna.
Que entrara en mí
la fábula de la demencia y de la animal
elegancia. Sé que la sangre me puntúa, y me
estremezco
de poro a poro
con tanto oro sudado que me envenena.

Sé que toco.
Que hay una combustión en las partes sexuales
de mi muerte. Y si miro ese espejo exhalado
de mí mismo, veo
perlas, la anestesia de las perlas. Pero
el fósforo se precipita donde
51
se enfría la carne, y se vuelve ligera. Y un dolor
instrumental, mi propia música
descubierta, me atrapa como el sonido atrapa
los tubos de un órgano.

Y entonces ninguna razón me oscurece más allá


del crimen,
de la metáfora directa
de un leopardo alunado como una joya. Y él
levanta
su constelación craneal. Su boca avanza, límpida
llaga
hasta mi rostro. Y en este espejo de las cosas de
repente
unidas todas, me besa por dentro hasta
el corazón.
En el centro.
Donde se muere el silencio central
de la tierra.

52
Poema

Yo no duermo, respiro apenas como la raíz sombría


de los astros: raya la laceración sangrienta,
estancada entre el sexo
y la garganta. Yo nunca
duermo,
con la herida de mi propio sueño.
A veces muevo las manos para sostener la luz que
salta
de la boca. O la vena negra que irrumpe de esa
estrella
salvaje implantada
en medio de la carne, como en el fondo de la noche
el hueco fuerte
de la sangre. La vena que me corta de punta a
punta,
que arrastra todo lo oscuro del mundo
hacia la cabeza. A veces muevo los dedos como si
las uñas
se alumbraran.
Pero nunca duermo entre mis brazos
pulsando
como grandes carótidas
que alimenten la belleza y rapidez del rostro sobre
músculos cerrados.
En cuanto el sol rompe las membranas
de los espejos: no danzo, no
53
duermo, no respiro más que la tierra despedazada
por las llamas
lunares.
No trabajo tanto como en el verano la sangre
bajo el pelo
inferior
de los animales, la elegancia violenta,
el alimento.
Hay días en que las manos se mueven por sí
mismas,
mal tocando en las grietas
el temblor hirsuto de un cometa clavado desde las
orillas
a las sábanas. Nunca sé
dónde está la noche: una sala como un párpado
negro
separa
la barrera de la luz que soporta la tierra.
- Ahora, la hondura de una
labranza aérea, el trueno, una piedra con mi
tamaño
cubierto
de poros, o tendones para unir
archipiélagos límpidos
en la penumbra. Estos,
los oscuros fulcros de la locura.
Alguien debería tocarme para sentir que estoy vivo,
que soy
54
una estaca atravesada por la sangre, y de ella brotan
por ejemplo: brasas. Esto es una fábrica de
demencia:
palabras
donde se maniobra el púrpura, donde
el aroma que mata asciende de jardines construidos
levemente
en la oscuridad. Y una imagen cierra
todo lo que se cierra: cuartos,
días sobre sí mismos, las frutas redondas por fuerza
de la dulzura interna. Cuando las voces
feroces se desbordan, la tierra
se mueve como un músculo encharcado entre la
boca
y el corazón que no duerme
nunca. – Y todas mis vísceras son
inocentes.ETC.

Como el centro de la frase es el silencio y el centro


de este silencio
es el nacimiento de la frase comienzo a pensar en
todo de varios modos –
el modo de la edad que aquí se compara a un mapa
roturado
por una cicatriz de oro
o el miedo que se aproxima de nuestra delicadeza
y que tratamos con el poder de nuestra delicadeza

55
hemos de entrar en la zoología fabulosa con un
talento bastante fabuloso
pues también somos la víctima de nuestra víctima

y ofrezco a la indagación apenas una frase con
huecos
señalando una cabeza escritora
así era – decía la propia cabeza – un queso suizo
al fermentar como Arcturo fermenta en la
oscuridad celeste
y apresura los volúmenes y la cualidad de los
volúmenes
de la luz –
desde que la atención creó en las cosas su
movimiento
las formas quedaron bajo la amenaza de su mismo
movimiento –
lo más extraordinario de los nombres siempre
chocó
consigo mismo
con el poder extraordinario de ser dicho –
vagar es siempre muy deprisa y toda la rapidez
es lenta – basta mirar para el paisaje de la escritura
ya antes
cuando comienza a abatirse por su peso y el espíritu
de su culpa –
porque una frase trabaja en su culpa como el
paisaje
56
trabaja en su estación –
el mérito de ver quién llega a él primero
al hueco del corazón – ver o ser visto –
al hueco que transpira en medio del oro
si es él el oro o si el oro está de vuelta temblando
como un nudo vivo implantado de lleno en la
madera –
y la única meditación moderna es sobre el nudo
absorbiendo la madera toda – una especie de
precipitación
convulsa de la materia para su propio abismo –
y sobre la tabla desnuda incorporando cada nudo
que queda
a palpitar con la fuerza del tejido entero
de la tabla
y lanzando sobre la tabla su energía escondida
de nudo –
porque en toda la palabra está el silencio de esa
palabra
y cada silencio fulgura al centro de la amenaza
de su palabra –
como un hueco dentro de un hueco en el oro
dentro del oro
y
cabe también hablar del desafío del espectáculo –
el teatro
dentro del teatro –
el travestí shakespeareano en la doble zona de la
57
forma y de la inclinación
para el sentido enigmático –
la niña vestida de muchacho interpretando la
función oblicua de niña
ante el muchacho vestido de niña interpretando
la misteriosa verdad corporal de muchacho –
lo que se pide a la escena es apenas el delirio de una
cosa exacta
a través de engaños –
porque el vértigo es un acceso a las últimas
posibilidades
de equilibrio
entre la verdad que es otra y la otra verdad que es
una verdad de una nueva verdad continuamente –
otra regla del espectáculo es inventar
la forma siguiente del enigma de modo que la frase
visible
quede junto al rapto –
empujar el rostro a las tinieblas – o retirar de la
danza
los pies y quedar a la luz de una especie de
inmovilidad –
el brillo del rostro ya sin el rostro pero con toda la
energía
y todo el impulso de un rostro ser el rostro teatral –
porque también la máscara era la abolición de una
falsa libertad
del rostro –
58
y entonces no era el rostro que estaba más
la eternidad de un teorema –
la abdicación de las formas que mueren de sí
mismas –
un salto hacia el centro –
y las presencias muy blancas llenan la escena
apenas de blancura
central implantada ciega en el paraje del tiempo –
perder el nexo que liga las cosas porque hay sólo
una cosa
dada por indicios –
una centella un soplo un vestigio un llamado una
voz –
que la metáfora sea atendida como alusión a la
metáfora
de la metáfora
como cada cosa es la metáfora de cada cosa –
y el sistema de los símbolos se represente como el
símbolo
posible de un sistema
de símbolos del símbolo que es el mundo –
el mundo apenas como nuestra pasión puesta ante
sí –
la pasión de la pasión –
ninguna frase es dueña de sí misma –
y entonces el teatro que representa la frase no es
dueño de nada
sino sólo del recurso
59
de ganar una regla y negar la regla ganada –
así como la voz abdica en el silencio y el silencio
abdica en la voz para decir apenas que es una forma
de silencio –
un genio animal inexplicable como una caída en
la sombra –
en cuanto las voces son cada vez más astrológicas
y bestiales –
y desaparecemos en el silencio llevando con una
gran
levedad la llaga entera en la cabeza

1974

60
Mano: A Mano
(De Antropofagias)

El corazón de lleno
en el cuerpo, Un soplo
en el corazón,
Y la carne refluye toda,
Una brazada alta,
Refluye
el remolino al agua áspera,
Ardua madeja de sangre
de mano a mano en lo oscuro, Bajo
la ropa que la luna
exalta,
Escafandrista
que defendiera el remolino de aire
en los pulmones
del remolino del abismo,
O defendiera
el insomnio de la sorda invasión del miedo,
Abrazado a esa bolla,
Toque
levedad bautismal
centro,
Oh sombría natación con un relámpago,
Camisa mojada
61
hasta las entrañas: secando a la luna entre
agua y pesadilla,
Visto
esa camisa brillando sobre
un hueco un
oscurecimiento,
La transfusión de las imágenes,
Hendido
en medio de los ojos, Por donde penetra la agudeza
del mundo:
y me
transforma, Quien
entierra un diamante y no sabe
que lo entierra
en sí, Y fuera: por la costura
elemental: un párpado
por encima de un
aparejo de la alucinación un
organismo del sueño,
Alguien que se arrojase
como un grito
dentro: y despertara con ese grito
por la boca fuera,
Que fuese
una paja encontrada
en el viento: cuando es por alguien
que el viento se levanta,
Y los dedos ataran
62
y desataran el sonido
en los orificios – música
herramienta
la pasión,
Que fuera
de trueno a trueno, Cualidad
de la cosa que se nombra,
Y todo me estremece
- El nombre al ocupar una persona
como la luz ocupa el viento,
O la herida llena el recuerdo,
Mantengo
los objetos
las llamas:
la fuerza
de respiración: de carne amarga,
Se piensa que la cabeza es toda
brusca:
la belleza rudimental
por la blancura,
Con una vara de sal
es que tocaron fondo
y me alumbraron
Y me estremezco
de ese dardo: de ese palazo en la cabeza
lleno de sangre y soplo:
y de ese
alumbramiento,
63
Es un arte en pie ardiendo a la vista,
que se filtra en la materia
acerba
la lumbre, Un oficio:
su maravilla:
me asustan,
Y en la madera
se labren a pulso los genitales: los miembros:
el ombligo
y la garganta,
De la carnicería de las gramáticas
arranco la música
el nombre
el número
Trabajo a raíz del oro
frío, Tan agudo tan agudo,
Si toda la pieza de carne está varada
por una vena inocente:
me vara
la iluminación vocabular
de la memoria,
Movida por lunaciones como la hembra
la masa fermenta
O en el poema
la parte hembra compuesta por la
magnificencia,
Lo que en él se talla
en sonido escrito: órgano,
64
Mano que revuelves la sustancia primordial,
Barro
fundamento, Que el soplo atienda a la fuerza
respirada
por la carne en poder,
El nudo
coronario de una estrella,
Peso y melancolía
de la riqueza
y del miedo, Y que me lleve Dios a las partes
altas: con su guante súbito
en el abismo
Es a mi nombre que regreso: a la amenaza,
La limpidez
me atraviesa por los poros naturales
ardidos,
Entra un astro
por mi interior:
me hace capaz y baila,
Que toda la noche del mundo te torne humana:
obra

65
Texto 1

Todo el discurso es apenas el símbolo de una


inflexión
de la voz
la insinuación de un gesto una temperatura
a su extraordinario desorden preside un
pensamiento
mejor diría “un esfuerzo” no coordinador (en
modo alguno)
pero de “moldear” preguntaban ¿“están para crear
moldes”?
no señores para eso habría de preexistir un
“modelo”
una idea organizada un canon
queremos sugerir cosas como “imagen de
respiración”
“imagen de digestión”
“imagen de dilatación”
“imagen de moción”
¿“con las palabras”? preguntaban ellos y debo
decir que era
una pregunta peligrosa una alarma colocando
para siempre
algo como el confesado amor de las palabras
en el centro
66
no intentamos crear calabazas con la palabra
“calabazas”
no es un sentido propicio del lenguaje
introducimos furtivamente planos a ocasionales
ocupaciones (“des-sintonizar” abierto el camino
para antiguas explicaciones “discursos de
discursos de discursos” etc.)
fijemos esa idea de “planos”
podemos admitirlos como “una especie de casas”
o “una especie de campos”
y entonces evidentemente para ser habitados
recorridos gastados
¿será que se pretende todavía identificar
“lenguaje” y “vida”?
una vez que se designó mano para que la mano
fuera
una vez el discurso sugirió la mano para que la
mano fuera
una vez el discurso fue la mano
se partía siempre de un entusiasmo arbitrario
era ese el “espíritu” el “destino” del lenguaje
ahora comenzamos a ver las palabras como
posibilidades
de respiración digestión dilatación moción
experimentamos la pequeña posibilidad de una
inflexión caliente
“¡ellas están andando por sí mismas!” exclama
alguien
67
comienzan a hablar a andar unas con otras
a hablar unas con otras
se lanzan allá afuera a guiñar el ojo a tener
inteligencia
por todos lados
sugiriendo oblicuamente que se comunican
a un nuevo universo al cual es posible asistir
“ver”
como se ve lo que comporta una cierta inflexión
de voz
es una especie de cine de las palabras
o una forma de vida temerariamente juvenil
si encajan nos destruirán bajo el título
“los autómatas invaden” pero ¿invaden qué?
La sangre bombeando en la locura,
Del miedo
al modo de escribirlo, Entra
por el papel dentro, Quema
todo – los días que se atreven
en el mundo: las masas de oro:
la médula,
Se entierra de noche un diamante: y la tierra
se mueve, corazón cerrado
fondo, Como si me penetrase un tubo
vocalmente
hasta las amígdalas,
Soplo pulmonar vuelto pasión
de música
68
labilidad
inocencia,
Áspero ligero ardido, Un lento
desenvolvimiento: lo que se escribe
acerbamente puntuado a fuego, La frase
el habla
Ligada por venas pungentes al gran
hueco de la cabeza: a la boca,
A cada poro que al toque ilumina
los tejidos:
dulcemente los objetos: los animales
y la madera, Calcinando
lengua y dedos
hasta las uñas: el pelo como el pelo
en una estrella – sobre la frente, O los brazos que
fulguran
como espadas en el tronco,
La punta de las falangetas temblando
Una flema por el cauce vocal,
Crespa canción: el mover de las manos
en torno: y el golpe
cortado de las arterias:
la pesadilla,
Y es tan compacta la malla
de la carne tan
ruda, El flujo que se
desenreda, Como si todo el cuerpo fuera una
vena,
69
Una traquea de donde irrumpiera un sonido
- arduo arduo
y agudo,
Y la boca respirando se volviese
una bolla,
El rostro como una víscera,
Que brillara varada por la sangre: alta
y ríspida: y brillara todavía
cuando el día transparente transpusiera:
puerta
a puerta:
todo, Las manos: la cabeza
entre las manos: la voz
entre trueno y escritura, En las cavernas
del mundo

“Transformase el amante en la cosa amada” con


su
sonrisa feroz, los dientes,
las manos que relampaguean en lo oscuro. Trae
ruido
y silencio. Trae el sonido de las olas frías
y de las ardientes piedras que están dentro de
ellas.
Y cubre ese ruido rudimentario con el asombrado
silencio de su última vida.
El amante se transforma de instante en instante,
70
y se siente el espíritu inmortal del amor
creando la carne en extremas atmósferas, encima
de todas las cosas muertas.

Transformase el amante. Corre dentro de las


formas.
Y la cosa amada es una bahía estanque.
Es el espacio de un candelabro,
la columna vertebral y el espíritu
de las mujeres sentadas.

Transformase en noche extintora.


Porque el amante es todo, y la cosa amada
es una cortina
Donde el viento del amante bate en lo alto de la
ventana
abierta. El amante entra
por todas las ventanas abiertas. El golpea, golpea,
golpea.
El amante es un martillo que machuca
Que transforma la cosa amada.

Ella entra por los oídos, y después la mujer


que escucha
se queda con aquel grito para siempre en la
cabeza
para arder como el primer día del verano. Ella oye
y se va transformando, mientras duerme, en aquel
grito
71
del amante.
Después despierta, y va, y se da al amante.
Le da su grito.
Y el amante y la cosa amada son un único grito
anterior del amor.

Y gritan y golpean. Él la golpea con su espíritu


de amante. Y ella es golpeada, y lo golpea
con su espíritu de amada.
Entonces el mundo se transforma en este ruido
áspero
del amor. Mientras encima
el silencio del amante y de la amada alimentan
el imprevisto silencio del mundo
y del amor

72
Comunicación académica
(de la máquina lírica)

Gato durmiendo debajo de un pimentero: gato


amarillo hojas verdísimas pimientos rojos: sueño
redondo: sombras pequeñas de pimientos rojos
en el sueño del gato: hojas sombrías dentro del
amarillo: pimientos durmiendo en un gato rojo:
verdes redondos en el sueño del pimentero: el
amarillo: de la cabeza del gato nacen pimientos
verdísimos de sueño: sueño rojo: sombras
amarillas en el gato redondo de sueño verdísimo
debajo de un pimentero amarillo: la sombra del
gato dando hojas redondas soñando amarillo sobre
los pimientos: agua: sequedad sombría del gato
rojo: el sueño del agua duerme en el pimentero:
la sombra de la cal de las paredes secas duerme en
el gato de agua amarilla: la cal da pimientos que
sueñan en las hojas del gato: el sueño de la cal da
sombras redondas en el gato envuelto en el rojo:
el agua es una sombra el gato es una hoja el sueño
es un pimentero: la cal es lo verdísimo del sueño
seco dando sombra en el amarillo: pimentero
redondo: pimientos de cal envueltos en el sueño
del silencio amarillo: el silencio da gatos que
sueñan pimientos que dan sueño en la cal que da
sombra en las hojas que dan agua en la sequedad
del tiempo rojo: el tiempo se envuelve debajo de
la cabeza del pimentero que se envuelve en el gato
73
de cal del sueño amarillo: el sueño de dentro de los
pimientos debajo del redondo verdísimo envuelto
en el sueño: y duerme el pimentero con las sombras
del gato redondo envolviéndose en las hojas:
silencio de sueño sueño de tiempo: todo amarillo:
noche del pimentero sueño de la cal hojas del gato
sueño de las sombras del verdísimo rojo: sequedad
de la noche: noche del gato en la noche de la cal
con la noche de las hojas dentro de la noche del
verdísimo debajo de la noche del sueño delante de
la noche del pimentero después la noche del agua
conforme la noche debajo con la noche envuelta
contra la noche del amarillo desde la noche de
las sombras consonante la noche redonda para la
noche de dentro durante la noche del rojo detrás
de la noche de los tiempos debajo de la noche
sin a la frente del con de la noche conforme la
noche conforme: la noche de los tiempos: un
gato de dentro desapareciendo en un pimentero:
pimentero desapareciendo: la cal muriendo en el
sueño de las hojas pequeñas: el silencio de todo en
el mundo entero:
y caeteramente suyo entero:

herberto helder :
en enero:
mil novecientos sesenta y tres
1963

74
No sé cómo decirte

No sé cómo decirte que mi voz te busca


Y la atención comienza a florecer, cuando sucede
una noche
Espléndida y colosal.
No sé qué decir, cuando lejanamente tus muñecas
Se llenan de un brillo luminoso
Y te estremeces como un pensamiento íntimo.
Cuando,
Iniciado en el campo, el centeno inmaduro se
ondula tocado
Por el presentir de un tiempo distante,
Y en la tierra crecida los hombres entonan una
vendimia
- yo no sé cómo decirte que cientos de ideas,
Dentro de mí, te buscan.

Cuando las hojas de la melancolía arremeten


contra los astros
Al lado del espacio
Y el corazón es una semilla inventada
En su fondo oscuro y en su huracán diario,
Tú arrebatas los caminos de mi soledad
Como si toda la casa ardiese descansando en la
noche.
75
- Y entonces no sé qué decir
Junto a la taza de piedra de tu silencio tan joven.
Cuando los niños despiertan sobrecogidos en la
luna
De donde caen a veces en medio del tiempo
- no sé cómo decirte que la pureza,
Dentro de mí, te busca.

Durante la primavera entera aprendo


Los tréboles, el agua sobrenatural, el leve y abstracto
Correr del espacio -
Y pienso que voy a decir algo con sentido,
Pero cuando la sombra cae de la ávida curva
De mis labios, siento que me faltan
Un girasol, una piedra, un ave - cualquier cosa
extraordinaria.

Porque no sé cómo decirte sin milagros


Que dentro de mí está el sol, el fruto,
El niño, el agua, el dios, la leche, la madre,
El amor,

Que te buscan.

76
Versos
1966

Nos tocamos todos como los árboles de un bosque


en el interior de la tierra. Somos
un reflejo de los muertos, el mundo
no es real. Para poder con esto y no morir de
espanto
-las palabras, palabras.

¿Oyes el grito de los muertos?


- El tiempo.
Es preciso crear palabras, sonidos, palabras
vivas, oscuras, terribles.
Es preciso crear a los muertos con la fuerza
magnética de las palabras.
A través de paciencia,
el esfuerzo del hombre tiende hacia
la creación de los muertos.

Hay palabras que requieren una pausa y silencio.


El lento acordar de las voces sumergidas: una
tiniebla
viva, un agujero de tinieblas.

77
Historia

El señor del monóculo


Usaba una boca desdeñosa
Y en la botonera, la insolencia
De una rosa

Era el poeta.

Cuando pasaba
-figura sutil y correcta,
toda la gente decía
que era el poeta.
-Era, por tanto, el poeta
Mas un día
El señor del monóculo
Quebró el monóculo,
Guardó la boca desdeñosa
Y olvidó en la mesa de cabecera
La flor que puso en la botonera,
La insolente rosa

Entró en las tabernas y bebió,


Ciñó el cuerpo de las prostitutas
Jugó a los dados y perdió,
Dio la mano a los operarios,
Besó todos los calvarios
-y aprendió.
78
Y el mundo,
Que lo llamaba poeta,
Olvidó;
Y cuando lo veía pasar
Se limitaba a exclamar:
-el vagabundo!

Mas el señor del antiguo monóculo,


De la antigua figura sutil y correcta,
Sentía voces dentro de sí,
Voces de júbilo que decían:
-es el poeta! Es el poeta!...

[Herberto Helder (entre 1948 y 1952)]

79

También podría gustarte