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Tesis Objeción de Conciencia

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Ana Clariss

sa Zelaya
a Ménde
ez

El Derech
ho de Ob
bjeción de Conc
ciencia
con
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mento en ertad de religión
e la libe n
o de
e concie n el ámbito interrnaciona
encia en al
y su
u aplicac
ción en el
e orden
namiento
o jurídic
co
guattemaltec
co

Guate
emala, 2018
La presente tesis fue elaborada por
Ana Clarissa Zelaya Méndez, en cumplimiento
con el artículo1º, inciso h) del Reglamento de Colegiación
del Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala
y para todos los efectos de Ley.
UFM
UNIVERSIDAD
FACULI'AD
FRANCI§CO
r¡IARROQUíN de DERECHO

Guatemala, 19 de junio de 2018

Señorita
Ana Clarissa Zelaya Méndez
Ciudad

Estimada Clarissa,

Tengo el gusto de informarle que de acuerdo con los dictámenes favorables,


emitidos por la M.A. María Regina Morales de Fernández, Directora del
Seminario de lnvestigación, Lic. Alejandro Maldonado Aguirre, lector de fondo, y
Dr. Arturo Higueros García, lector de estilo, se autoriza la impresión de su
trabajo de tesis titulado "El derecho de Objeción de Conciencia con
fundamento en Ia libertad de religión o de conciencia en el ámbito
internacional y su aplicación en el ordenamiento jurídico guatemalteco".

Sin otro particular, aprovecho la


la oportunidad para suscribirme de usted,
atentamente.

MJdeM/ac

cc. Expediente
$ECRETARIA
FACULTAD DE DERECHO

6 Calle final. zona l0


Ediñcio Académico. 6'piso, D-608, Guatemala, Guatemala 0[010
Tel.: (+502) 2338-7756 l7 o Fax: t+502)2361-2421 o PBX: 2338-7700 ¡ web page: www.ufm.edu
UFM
I,JNlVE&§IPAD TACUIIAD
rxANcr§co
ilAñROQUíN de D§R§CH§

Guatemala, 15 de junio de 2018

Señores:
Consejo de la Facultad de Derecho,
Universidad Francisco Marroquín

Estimados Señores:

Por este medio y en cumplimiento a lo preceptuado en el Reglamento de


Tesis y de lnvestigación de la Facultad de Derecho, me permito presentarles el
informe final sobre el desarrollo del trabajo de tesis "El derecho de Objeción de
Conciencia con fundamento en la libertad de religión o de conciencia en el
ámbito internacional y su aplicación en el ordenamiento jurídico
guatemalteco" que de conformidad con lo acordado por el Consejo de la
Facultad, le fuera autorizado a la señorita Ana Clarissa ZelayaMéndez y asignado
al Seminario de Derecho Público que presido.

A la fecha hago de su conocimiento que la sustentante cumplió con la


elaboración de su tesis. Al efecto, cabe decir que la sustentante efectuó una
prolífica investigación doctrinal y jurídica del tema,. Consultó las más variadas y
actualizadas fuentes, revisó y citó casos, resoluciones, opiniones y sentencias;
trabajando con dedicación y seriedad.

A su tiempo arribó a las conclusiones respectivas congruentes a la


investigación realizada.

La tesis cumplió .ón ,",leída y revisada por el licenciado Alejandro


Maldonado Aguirre, quien como lector de fondo emitió opinión favorable a la
misma el día 9 de mayo de 2018. A su vez, el trabajo redactado en idioma español
fue revisado por el Dr. Arturo Higueros García, a quien se le encargó su
corrección idiomática, y quien emitió el informe correspondiente el29 de mayo
del mismo año.
Y1.,: :..i:,-.ifi*áIÉ} i-)
-t'r r- ,:i!:::it*;:;i.' ,'; : ;1-'
=*-ffi¡=:-r-:.1-

\
Por lo anterior, y habiéndose cumplido con lo exigiOo, considero que el
trabajo está terminado y puede ordenarse su impresión.

Sin otro particular, aproveeho [a ocasión para suscribirme con las


muestras de mi consideración,

Atentamente,

Fe¡nández
O¡arematA 9 de mayo & 20f8
h,LA lttarh nr?Éns Morelcs & Fcrn¡inda
Ilircctora& Semiuario
Facultadde Mo
Universiffi Frmüsm n¡amqfn
Gr¡atemala

Señora tli¡ectqe

Recibido el mbrmiento de lector & foúde Ia úm aca&nie de Ana Cfnrisúa ?Ányatt¡fodca


que ha elabordo para la Fmrltad de Derecho & la Unftrersidad Frarcisco lúamoquin, p€$cibí la
responsabilidad $rc Erc eucomdaba rma & las rnís prcstigimas cirsffi de estudim superiores de
nuestro paie- fmp€ndiólaammasesu¡ilio &rmtema$E cautiv¡lporsupmñdidad, ann cr¡anfuno
hn sido ftectrm €!r nuesm mdio tro cmovensim fidiciales qrc enfuemm lre altera*irras
hiumaoas eutrre eI ordenmiemo fomal positivo y ohligatodo, y la opcién de la coucienciaradicada en
rralores innatm. La posible disifuia del semimimo ¡rofrdo, es fuif la rcnvicción ürm & lo
juso y & lo htm, inhemute a la n*r¡¡aleza espfuitml del iffifu rnrm¡rCI, fñeme a proúrcms
nflrrultivos de la sociedad que impore (imlüso confonne une prsunciótr política & verrdfu y
com¡euientes parael cmjuuo) como mnrxlamisrtoe úlig*orios y coerrcitivos"

El ma indica €n sil úulo tro solo m csnpleiidart dm también s¡ trascrufuia: El Mp fu


Objeción de C-orciercio wr furúornento en lo libetd fu rcligíón o de wrcimcío en el ámbiu
í¡rer¡wcional y ru aplicrciónelnel orderlurlniarta jwíüm grctanwltco-"

Srngen algms cuesim qrc eI esurlio tmta de @jm ta disyuntirm mrr€rial e úedeq,
c¡¡mplierdo o h¡r'ie*b cr¡IIrilif, r¡ne ley pmitiva que esfiryierc en cont¡ar¡eneión grave con un
selrtimiento o una Índma de lesión a rm prircipio proñmdo y armige en Ia mral del
conminado. Obedecer o ejeo*ar lm maffio oerc¡tivo, inctrusive ryero'U¡A ¡x)r rrna sarción o pena
r€§pecto de su inorylimimosr desvío.

En elc¡so, Ixn dfu ffi elcwimientoimerioddbien y &lnul De dhíruge


la disyuntiva del nrjeto & ec*rer rm mamdato de Ia legdied foúma¡, que esrima, s€damfe, cfuanre
§on sü popio esqtrema de rr¿lores mrales, o & rchelarse aúe rm cr¡rplimiemo foreado por el
principio eimpocicirén inexomble $re seprcsrelacryaaeri*icarkt @alegisldivo. Laleyv'imrrla
formalmente pm la amciencia de lojwo y verddero irrqir¡íra al $úefo opm ptr s¡1rfosrño.

El tema que apenffi se empieza a abordar eu atgunas leglslaciffi{t aüryrc en ciertm aspstm ffi
nrateria de medic & la frivolilH y no pnopimeme & la cimia juridícq ehcidanfu el prnto e
tolerancia a Ia 4re pede llegu el dmcho positivo ftme a ¡swúos de la nrbjetividd hrmana ¡xlr no
decir en casui de Ia livimda{ abilEa" por ahq po lo rrerxls cire rryítutroe anrcialesb m a§rre
rnÉs funrrnllarfue $rc eu mso ffivía ircipiprúeq sirnfu ales: a) la li|¡erM rtiigiosq b) prcmión
del servicio militn; c) iuemryclón nolumaria del embuazo (dfi dfrscüo a la vida qienal d) Iibertafu
de preferencim sexules; e) lm ffierrs dvicu, ircluyffi el reryeto a lc dmboloe @ios y a las
aütodd& (en C*mernnla la Cotte & Cffiimlia61 fuIff6 igga5ün¡cio*l et elfto &
desacarq de tal forma q¡e despenatizó a dqgiera que *memirzare, injqiarc, calurnniare o &
cuslquier om M ofendiere m $r dignidad o fu a una aümidd en el ejercicio de or"s fumim
o son trasi&r de ellá§". Esto lo dedüó la Corte de Cminrciomlidd (el voto frre rm;foime y por ello
tmé pare elt es¡e crurseuil] €miti& ctM lm & eleoúnicas rx] eran fusüm€úo de aoonimistas o
&rnnrxlilones)

§l caso, y en mrrúre ciruffitris el foffiq m es reciere, pes la hi*qia y la miologia effiá llsrfl
de esas desarm & ta coúroa- De ahí r¡ue, paÍa ihffar eI cmflicto, la arroua m recuerda el
escenario mitologico & AutÍgona desafiado a Creonte. El asrmto tieue diversas perspectivm: socia!
política rcligiosq mtral tlbica en esB sucso mitologico el enfunumiento del $emido tnmano,
umemado en la trdicitín y los vÍrculc prottr de la divinidd. §rno un Éugo nryerior mallrm
válido frenúe a üna fuisión política de pofu form,tlmm obligante. Iuyoca la fisident" loe r¡aloro
superims de los dime {5r ta trdici'ón) fteute a Ia @ de mmdo legisltrivo que cwrrcnía nna
lry natural Esüa oh escrita más & cuatro siglc ams del üi$ianiffio, dictpa la nue'na ffca que
hrce prwaleceq tadie al mo dcü sül¡re saoifrciro, la escata de valo¡es que informa la teoría
actual de Ia objeción de comiffiia ftetrr a un poder oercibte aque Frdiera pmrenir del m;ás
tegífmo (inclushrc mlco) o¡eryo legFsl*ivo.

El plmemiemo de úsenrc uná aoñlrlde grñda pc Ia pryclón poMa de k mcitria, pilte


de rye se ffiufo radica en la narmalsa de la persona h¡mena, corrxl gufu .k lM {esto s, lo que
d& o no debe hacer según anai$rc eu un sentimimto legítim del bien propio y del ajeno). No es
crÉado especmcmem om semi& rcgulffiio, cütro es carffierísis de Ia § común, sim se ha
forua& por la tradid& mesral derft¡ada de la nmmteza lnrn¡¡na, ffigida y multiplicale, fu& ms
rcmotísimm oríSenes- De ahí la te*is de qrre cierts aoos (ordenfu o prohibidm) por el derecho
positino y formalisf,, pro&rcto & la decisión política &l ser colectino, p& ser miu¡sadoa (o, por
aormariq ej€rcifu) ptr rür smimienm e jelaryfu mffal rdicafu en Ia proMa cmviscióo dd
individuo. Frelrte a la ufu o me¡rlsto de ley, p¡¡ede rucgfu que al offigilb tre surja h eda süJetiva
de suvalidez, eoutrl leatormentó lameute del{mlet, & sero tro s€r.

El Égilm polltico qlorat prscisa lm respeivm cffiqm§ & M fümal, cre& o recmocido
pof el §§tatb, investido {s legitimirfád para dic6r y hacer ejeolrar las le.ys. Esto es, el ordcnamiemo
jutídim o legal de rm prcblo. Se presme su conocimiento y mlifu y de mmecuencia su cryacidad
para hacertm cumptir & manem in€xorabte. De ahí ta frecreme erryresifu & qne lro leyes hau de
en cl Estab & Derecho.

X{o úatante eu toda sociedd lnr¡nane, especiallm en lro Micm & lih elryrcsftin y de
rtiqideneia, puedeu sügir opinioes y posu¡ras rtm¡ents a omplir fuelminfu rrmrdatrx legales pu
un sentimieuto íltimo que los e!Íide süx) radicaheme inmmp*ibles aon percepciom proñrndas
de orfu moral, rcligico o, €n su CIEo ertr@, eis lguelnmte anárqnico, que rtpugne mda forma
& poder y ss símbolos. Esüo, m úsme $rc elr el e$& ffi, se h¡n omtgure sisemas
efectivos para contrrolar su cohermcia con ¡m conjrmto de r¡alores sociales, generalmente estableddo§
elr las tromus suprremffi y m loc instnrlmtos internaci.onales de recomimieuto a esa jrrarquía

Esüffidiferems Sndrlsire, en algms cffi, §úrc l,o disúinfo, f;máticmme pgnaces)


§m, corno correryd, meteria de dprlcffo & h fi65ofia &l derech, & fa qllal §lrgen las t€o{íils del
pmitivism y el naturalimo. IYtngum ¡n¡* exchlir rdicalueute a Ia ma, s¡¡lgiodq entorces, la
vtuü¡d jurídica de la compoaiclón grc pemia Ia emada futrro &l prircipio de dualida{ a qrellm
formas rye dopen la tolerarcia & lo cwedido y raumable.
Disoemir la opción eilre el Mo positiyo y el fuecüo nanral es evifuE proecm de la Mm
& mco6er m la enouciida política & lo mán jnsto y, pq ello, de maytr cmr¡eniencia No
Ñtante siendo la mma impcitftra proú¡cto el po@ lm fenómetrG de disifucia individual no
msattabru en el histmial del dwcho. De ahíIa iryuancia dmhóIifia e latragedia &Antígorn, por et
planteamiento & una opcirón lwal y, pG{ üo I&,
su ¡mplecahle migo La &¡rera &l deber &
ejercer elpoder demo de sus límites rxlrm¡tinoa y el cor4ie de su desefro imrocane Ia sújdividad de
valores éticos o rcligioem irrmtos delidiviúmhmeno

Muck ilüorcs se oclrparm det fuech y la pontica, y rc poc6 & m relruióm con l,a ética En ese
ru¡rm también §il$ió n{uetle oeci.ón $¡g euhffia la wiencia con la fa!ón fofmal Tanto oftrfi}
incluir lo absmcm fteúe a la maffria" En s¡r caso, nada melx§ que la mgustiosa tarea de cereza de la
justickylaefeaivirH&lrIer&.Discrsiónyenálisisdelosyaluesfrmdamemalcs compatiblescon
el @iruftlico y h utioilacnón &l sistema devalses krrn¡rm"

El oonfliao plM pu Sófocls, a em Q¡oca qrc vfttimoq errrertn en poporción imólita en


cuffio la remcia (rye p* ser ¡rroión o fenarisrrro) ha mmovido a gmn parb e h sociff que ha
observado atónita erxlrrr§ crfuenes trlrfta idefre y sorprdidoo sercs que hn sido desuoudw
pu m;iquinm (dahólicaq eso d) oe€rdffi por faratire rcIigiosm que, según est(§, o¡mplen con ur
deber mi*ico de corcitrk qrc desrm cualquier üdÉn juídico pffiitivo, cuyo ün pimrdial es k
vida con sus ingrediemes inalimables de libertad e isualdad-

La tesis de Zelaya sin úda se iryira en la ecrimmitfu de orfu espirimat que ofrezca mayu jerarquía
ética sobre cualquien merrlato¡uiilico fomat qrc c@rc o disierta con rralores qrre la persona e$ima
srperiores. De ahí que mzmablmnte, pma el oblisado, es Iegitima su disideneia moral atr€ rm orden
positivo que afuenta ur peÍspectiy¿ lnrmnniffi.

Toda actividd del srje*o, por eloda o ffi qne ella fuere, se rclmioua con k ética C& rFrisr,
por sr naürralsa, vhorla m vidaala mión de lo hruo- Se rupme que en idiv¡ó¡o arrría¡mpulsa¿o
por su iüterÉs o por Ia satisfaceióm de sus idealee rcifm& & la vfutud qtre la justifique. La ética le
idicañi el rejor cmirc hacia el fin más tnli6o.

&lnff.do lme fu mil fu pu UIpiro $rc lxocmizaba €n r¡tra frre el arrryIio esqrma de la
civilidad: lf;r,ir ltorrrssmente, no ffir aorwJr fur a cafu wn Io sq¡ro.

Cmsecwi¿ & esos primipios, y dYtrti&a $E ro to&s lc


h$rrflnm coimiffan cr tales
ftmdamentos' habin de rurgir no solo por quridd y cmsemencia recíproca las formas de ubicuos
cnn seunido de igualffi y rcclpmocidd. Esto eq un mecmimo regulado4 el demch qüe a lm ideates
a¡nrnta¿m le agqmá Ia oercib{Iidad Erc loe gimamizra C,smo se co$ge, d derú
es un pro*rcto
qtlbrctó ctxno med¡adm effie curflicto y twq
s rm im¡ento del¡M
&I orfu sociat
Esa visión de la whmM tnnnenn spacitada a op6tr pu ta n¡ta & lo cualit*ivo, la perdbió Smto
Tomás en tfuminoo & sr sentificada snt¡idnrí¡ "(--.-) ta ley & h nannalea exige del hbreque
affieponga la paz y el orden a nrs prro¡úm dere&os. Bero si el demck positivo pescribe o permie algo
que está en conflicm diremo am algtún msnd¡rto frdmal especnnco &l futcho münal (tal cmo
Ésre es enseñ& e fumerpffi pula rgles¡a), crrfrnrces pofus y fu resisirnoe al reyy a la§
errtoridede; porque entoncs el derecho ya tro es M sino fuepa brua y el rey ya m es rey, sino
'n tirano.' (Citado en'Café de tori# pfuim í)a)
ta sustmtante de la tesis haMo lm re$rrrnn & la teoría e
Ie jrsticia oon lm p¡rctpates elmeutos
{Iue lainfumn, enpartioilarporg¡e, por sunat¡raleza está cmpuesta de lm fuúmprtm filmróücr¡s
que, desde varios siglm, ¿espertamn m el pmmicnto humano la obvia aspiracién por la ceÍeza.
n*m¡s, m podían falm Ias alusiom al pragmxim & su eñcacia que time süsteüto eu la polÍtica
esto es elpe. Un prhcipio sin positividd tfrrtín, en lo sociaf Ia ryarieucia de rrna remlnne sin
badajo- Y- visto a la imrcrs4 rne dispmición coercible por la fuerza pero sin melato con la raán
haria un mfrn§bilo del más poderc§o. Así aimo- l,o P€úcibió Hoübe§ en zu Leviatan

Elderccbpositir¡oyelder&mtralcoexim,bienffito "rocnelffiCI,obielrcrrrffraltem*fua&
peferencia según tants factores mcrunentes: h€a", tiempo, iúspiruiróü, jerarquíay ünalidd-

El rotmto se ha e§$¡emdizae en h sectqizacióm de{ muñ mrmativo a fu escrrelro: el fuecbo


ñanrral y el derrech positivo, mftm¡áufulos a rreicres c«xfir si mzonablemente fuera posiHe rdicalizar
elpensamiento (e inchrsive el sentimiemo) en estmcos iurfuaibles. Cierüo es $re, porejemplo, para el
ejercicio & Ia ct¡dadanía se requiere ur¡n edad mfrrima codn a todm, stn o¡do algums mis
jóvenes oftezcam sigtros e mdnpz eha y üoq ptr cffitrüio, flm sil¡perda ta ednd irxlirad¡r r¡o
puedan ac§¡ar con I;a spnsefez que la § pcitfuta presrme- Aquí ftneía que intrrnenir uno de los
elementos esenciales &l derecho positivo: Ia seguddad jurídica Por oño lado, con legítima libertad de
impartir educación nna agrup:rcióm rctigima üim liffiia para Aemr .¡ra escuda: ¿Iloeiil rechazar
la insaipcién de rm alumm qre profma rm crcdo diferente, iuclusive de prircipim muy opuctm?
Indudablemeute ro,tmto porel dereúo trffiral& libertad de crmia eomo el fomal de dmdo a la
eürcacióny de no diseriminacióm

Et derccüo pcitivoFfr€ge lavidahrn¡rana fude sn cwtpción (artícuto 1& ta Constinclón)y debe


sr{ponerse que & igul mnera esti entdido ¡ru merrlato natuat Es un hech biokigico qtre el frto
normalmerte se fuarrolle en el vient¡e de Ia mujer hasta que, segrún su tiempo, imrmpa hncia su
nacimknto. En em acmbcimi€nto vital se h plmtedo el sryrcsto & vohrntd & iurcmpción por
crulquier aryrrmto jtmitcantto, mryen¿me rm der& e d@osicfuún & m pdenciál vida ajena
pem no como r¡n ü¡tela juriilica permlsiva sino como rm asrmto de conciencia- El caso, ¡¡rmque se
enfoque coa oulquier jusiñcación (qdzis vá¡ida pra el engdador) choca froutahente cou La
mnna del dercsho pmitivo, sigrdo rcrymatiti¿a¿ ro E$afu pmüeger Ia vida hrrnana desde sn
concepción

En el PoN Vlg veusión poétim & Sm C"olop,la joven lxquic, hiia & krchrma Kik, ñrc errgffia
sin sr anuemia peño st eÉtafu, peúcibifu por srpa@ dio mivo para qüe écte orfunra a troa tecolotes
Ete le dieran mueúe a Ia doreILa. Los sicarioa recomieron, crlrno acto de concieneia,la jera¡Wía det
derechoa lavid¿Así,mgañ¡ndoasuamoltevrffilemnnnjícmetsryestooorazfumarcdoala
adolesceute,le hicieron aeer crmplida su onden-Así emarm a lavi& bs mylAlirqtrb Junaffi m;ás
tarde vencedores de lm señorc del mal. &jecién de onciercia de quienes inomplieron la orden
rcrtal de alguien Src tgnía poder para diceda-

Ilesde ona pelspeahn de la trc¿ así cmo los srbaltem sntv'aur la vi& de kquic, que se afemró a
su defersa tanto por ella como pu la fucsne"rria qr¡e llerraba en su üffi& trredc prcsentarse el
conflicto jruídico, también rdicado en la conciencia, desafiante de la norma pmitiva que preconiza el
reconocimierto elemental de sa msemrrcióm- For §emplo, el caso de aquel {¡trc quiere telmfuarla por
súfuta de manera irexorable pu incmble. Así lo um,ó etr un li¡m dictm ao p,ou" refiñ rm
enfermo con lesión $re no le pemitía rnover más que lm ojos y el habl,a Ramón Sanpedrro,
cuadraplegico, srylicaba le adminisnaren rm ñ de dejar su exigeucia angrstiosa Así dicfabtr 'Si
p defeúer el bien, o el futrr:ds clollerriw, x jrrsrifiu nú
lo tntterto, del miffirc x prefu jt@car la
rnuerte perwrtal- La ptwrw tflnbi&, pt& fuidir srrrr:ificrrr sr vtda rya defaúer an ptia
prsowl de la humillrciút y esr:lwiañ del do/ü.Iris razutes fil@crc (&cre) pra rrrr:ificw la
popia vida en ilefarrr del iltet& ¡rrsma, ,¡w ¡rnrr-en igual (si tw ntás) qre los qrimidre pra
defender la prrtia colariru. C-orn Ia fiirerte ¡xrsorwl ty:, * úc¡ttfl crlrtftu Io vifu lwtww otüno
MweW sitw wfi:a uru&fu rrwlrcia sfue lagqim fu &§,y el úwy asfu
el lavifu
puede rarmincrse, o en E e cfuwoncius la ü$ridod tierc rfu valor que la vida- 1urtrc M et
fuúe¡rr,. CÍr$lo de Lectaes, Barera Xn+)

Um situsción siüitrr Foeúo m romdido ffirefiuídiao el croo Terry S&iavo, de quien el Tiihmal
culminré el con*¡orrersial caso fuermirado que debirn fuMarselosübm qrc sost€nían rrne vida
imposible.

Acerca del tma e obrodón & cffiieuci4 curm & moe en que h tenie elgm.r imenrmitún
académica, dlizo aryumeffios del mundo limario (indnye el rinpm*togrífire) para nuxili¡rr
didácticamente alguas idem del ámbio de h cieucia juídica Un caso mtry singr¡lar & la újeción de
conciencia, lo wmé en la clfoica pelísúa (1945) o&orno, G.fud abiefid de Rosdlini Yarim
pamiotas itelia@ incluyñ elg¡¡nes mujere y niño+ realizan ffiffi de sabot4ie oonfra las ñmzffi
nazis de ocupación. Cryüúdo el sace*Iote Don Pietrro, que en el iuttnryatodo se niega a denuucim, es
sertencido a fusilamiento to m a una silla y rma &ama & soldfu formm el peldrfu que dche
ejecutarlo. Reciben Ia ordnm & hrcrr'trcgor, diryilü al mísmo pero n¡ngn¡u ffiiem a herir e[
ür€lpo del reo. Ei*o e, §lpncios¡mcr¡tp y sin haberse omeüado, todos coincidieron en desúedecer la
or&n.

Esa ética idividual olM en legltilm sprüimiffibs rCIrales que se rcbehn ft,ente al M
positivo" es preisameútf fa omim n& fícil que olamea la srsnmante- §u esdio retrela
originalidd aborflaudo rm terna que no ha sido ftrecueute en rtl¡esfto medio y que no de¡a de prerrocar
&das acerca delmlo s€g¡riddirríilica qtrc impm la imxsabilfuM & la ley pcitiya"

Lo impotante en el murdo acadérnico (que es pilüE el qrr,ehnctr sodal de rm pais) es ef abo@ie de


todo asm¡o o tema qrrc nscite offiirén o inertfutmbre ffierca de ta cert€Ea de 16 iffircirc
§ociales,untolamdasporelsistemapolÍticucomolm§rgcitadsenlasreflexironeshumenr. Como
diio el ñlósofo: ol*§rrrtw W y tM¡fu ¡le lo iwrurc nrc 6 ajaiu.." Ningrma ley poeitina -re permiüo
iiventü¿tr- rcierta en Ia conviccirón & m exaaiM e infelihiltulnd. Todo es proúrto &l hhe o de la
ñujer, y por mry e¡nnado y pmñdo qrc el legislador tmte su tarEq nunce podná blmooar &
infelibilidad" Sieryre habrá rm resool& para la iqiusticin, el erceso o la misién- Eso que es ft,ecueme
eu la imtir¡cionalidd nngánic*, crdnto E¡is podrá sedo al tmüar eI yo pofiú & Ia tufitunidad dd
sqieto (y, ¿¡lc $re m agtqado§? oxtsrreit{e qmhién al raamiento & moe sercs vinm & la
naturaleza).

La sstentame fl6 fu tesis tiene anE¡lítimn rau¡6n al pnoclmar el imperio & la @trcitria *e 16
impmiciones artificiales $rc la contradien- to yemoe a diario en el tratamiento del derecüo
fundammtal y sagrado de ader at rmir¡erso crc& por la [Xvfuidd y las cortapisas $re tratan &
imponcrse a rm $rcesl, naüral del concebfth. Dese hrcgo, lm euamtrare en lm coM¡eimeq l§
leyes ordinarias y la rcglampnteftórl. Eso sin c(Frtnr m las érrlénes ejecr*furas o judiciale, m lx)cls
vece$ arbitrarias, abomdm y, algtmasffiq prepdentes o exhibicionigas.

FJI¡r ha trat&rm üema -a mi esc¿rxt crffixloer- my poo 6 resi nsln txfiú eir lc
esmdim de 16
aradenrips. El asmto rierro muchos ráng¡üm' po §emplo Ia diferwia de perspectlva de la trca de
al$mas religiones qrre oÉm por laviolmiay et smifrcio oiminal oum forma de acceder ala gloria
& su mrmfu celestial auizñ§, r¡mh¡én, como fuvío de mfuctc crimimtes o furmffi flricida§ &
lu&a coürtxa s§ €tr€m¡gos, Es decL el cmo tiene pempecfivm histfuicm, rmials o fenntiraliles. Tlquí
mismo tro se ha abisto ma eftctir¡a polémica acersil e h opción por el migo frsico y pÍblico cCIrm
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ÍNDICE

Introducción .......................................................................................................................................................... 1

Capítulo I
Generalidades y conceptos fundamentales preliminares
del derecho de objeción de conciencia

1.1. Derecho Natural y Derecho Positivo ................................................................................................. 6


1.1.1. Derecho Natural .......................................................................................................................... 6
1.1.1.1. Corrientes y autores............................................................................................... 11
1.1.1.2. Iusnaturalismo ........................................................................................................ 12
1.1.2. Derecho Positivo .......................................................................................................................... 13
1.1.2.1. Iuspositivismo ......................................................................................................... 17
1.2. Concepto de justicia ................................................................................................................................... 19
1.3. Teoría de la justicia .................................................................................................................................... 20
1.3.1. La Justicia ...................................................................................................................................... 20
1.3.2. Ley justa e injusta ...................................................................................................................... 24
1.3.3. La Obediencia del Derecho .................................................................................................... 26
1.3.4. La Desobediencia del Derecho .............................................................................................. 27

Capítulo II
La objeción de conciencia, antecedentes y fundamento jurídico

2.1. Conciencia .................................................................................................................................................... 31


2.2. Objeción de conciencia ........................................................................................................................... 35
2.2.1. Algunos antecedentes de la objeción de conciencia ...................................................... 37
2.2.2.1. La Flor de Mayo ....................................................................................................... 40
2.2.2.2. La Tragedia de Antígona ...................................................................................... 41
2.2.3. Ámbitos de aplicación ................................................................................................................ 45
2.2.3.1. Objeción de conciencia médica ........................................................................ 46
2.2.3.2. Objeción de conciencia fiscal ............................................................................ 49
2.2.3.3. Objeción al servicio militar ................................................................................ 50
2.2.3.4. Objeción al culto cívico ........................................................................................ 51
2.2.3.5. Objeción a las prácticas abortivas .................................................................. 52
2.2.4. Fundamento jurídico del derecho de objeción de conciencia o libertad
de conciencia ................................................................................................................................ 53

Capítulo III
La Objeción de Conciencia en el Derecho Comparado, tomando como referencia
a Estados Unidos de América y Colombia

3.1. Objeción de Conciencia en Estados Unidos de América .......................................................... 59


3.1.1. Antecedentes ................................................................................................................................ 59
3.1.2. Legislación .................................................................................................................................... 64
3.1.3. Jurisprudencia ............................................................................................................................. 71
3.2. Objeción de Conciencia en Colombia ................................................................................................. 76
3.2.1. Antecedentes ................................................................................................................................ 76
3.2.2. Legislación .................................................................................................................................... 78
3.2.3. Jurisprudencia ............................................................................................................................. 79

Capítulo IV
El Derecho de Objeción de Conciencia con fundamento en la libertad de religión o
libertad de conciencia en instrumentos internacionales en materia de derechos
humanos, así como en los instrumentos aplicables a Guatemala en virtud del
Bloque de Constitucionalidad

4.1. El Bloque de Constitucionalidad en Guatemala .......................................................................... 86

4.2. Instrumentos internacionales de mayor importancia en Guatemala, derivado de


su incorporación al ordenamiento jurídico guatemalteco por ratificación y
aceptación de los mismos, así como por su incorporación al bloque de
constitucionalidad ................................................................................................................................... 92
4.2.1. Convención Americana de Derechos Humanos ............................................................ 92
4.2.2. Declaración Universal de Derechos Humanos ............................................................... 97
4.2.3 Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos .................................................... 100
4.3. Otros instrumentos internacionales que protegen la libertad de religión y/o
de conciencia ............................................................................................................................................. 104
4.3.1. Protocolo adicional a la Convención Americana de Derechos Humanos
en Materia de Derechos Económicos, Sociales o Culturales, también
conocido como Protocolo de San Salvador ..................................................................... 104

4.3.2. Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la


Violencia contra la Mujer, también conocida como Convención de
Belem Do Para .............................................................................................................................. 105
4.3.3. Principios y Buenas Prácticas sobre la Protección de las Personas
Privadas de Libertad en las Américas, de la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos ............................................................................................................. 105
4.3.4. Carta de la Organización de Estados Americanos ........................................................ 107

Capítulo V
Disposiciones y Anotaciones Finales

Disposiciones y Anotaciones Finales .......................................................................................................... 109

Conclusiones ....................................................................................................................................................... 117

Bibliograϐía .......................................................................................................................................................... 119


Introducción

Al estudiar la Teoría de la Justicia, se encuentra el tema de la obediencia del derecho y las


circunstancias en las cuales debe ser acatado, pero tomando en cuenta que no son absolutas,
sino que existen ciertos límites a ella. Es aquí en donde se tratan dos figuras jurídicas que, de
forma pacífica, pueden ser utilizadas para oponerse al cumplimiento u obediencia del derecho
de forma absoluta, conforme se den ciertas situaciones caracterizadas por elementos
específicos que eximen al ciudadano de su acatamiento. La primera de estas figuras es la
desobediencia civil; esta figura implica “el acto ilegal público, no violento, de conciencia pero de
carácter político, realizado habitualmente con el fin de provocar un cambio en la legislación o en
la política gubernativa.”1 La objeción de conciencia, en cambio, es la garantía por medio de la
cual los ciudadanos están facultados para oponerse al cumplimiento de una norma jurídica o
mandato legal por contradecir sus creencias morales, religiosas o éticas.

Es así como se puede considerar la objeción de conciencia el derecho subjetivo de resistirse al


acatamiento de mandatos provenientes de una autoridad, invocando motivos relacionados con
los principios morales, es decir, razones de conciencia para obedecer el Derecho. Esta figura
jurídica se pone en juego cuando existe una colisión entre un mandato jurídico que obliga o
determina una conducta, independientemente del tipo que sea, y una norma moral, ética o
religiosa que rechaza dicha conducta; y es sobre esta conducta que tratará este trabajo de tesis.

Como se verá más adelante, la objeción de conciencia no es un derecho que se pueda ejercer sin
cumplir con un deber u obligación aparte; requiere que el mandato legal o norma jurídica que
proteja tal derecho exponga también la actitud, acto o actos que el objetor de conciencia debe
efectuar para compensar el deber jurídico dejado de cumplir, imponiendo un deber jurídico
alterno, igualmente cumplidor del objetivo final de la norma jurídica objetada.

De los ejemplos más recurrentes para la aplicación de la institución de la objeción de conciencia


se encuentra la práctica de abortos por médicos que prestan servicios en el sector público o

1
RAWLS, J. Teoría de la Desobediencia Civil, citado por Álvarez, M. Introducción al Derecho, McGraw Hill,
México, 1995, p. 377.
1
privado, la autorización de matrimonios a personas del mismo sexo y la prestación del servicio
militar. Sin embargo, aún cuando sí se explicarán y analizarán cada uno de ellos, se hará
únicamente como ejemplo, ya que la investigación se centrará principalmente en utilizar el
fundamento constitucional de la objeción de conciencia, siendo la libertad de religión y de libre
emisión del pensamiento.

Si bien es cierto, no se encuentra reconocida en la Constitución Política de la República de


Guatemala como tal, la Carta Magna guatemalteca sí reconoce en su artículo 36 la libertad de
religión o libertad religiosa, como es llamada en otras legislaciones, de manera que protege la
posibilidad de los ciudadanos guatemaltecos de practicar su religión o creencia, imponiendo
como únicos límites el orden público y a la dignidad de la jerarquía y a los fieles de otros credos.
Adicionalmente, la Constitución Política de la República de Guatemala reconoce también la
libre emisión de pensamiento en su artículo 35, lo cual implica el derecho de las personas de
expresar sus ideas, creencias y pensamientos de forma libre, sin limitación alguna, ni siquiera
mediante ley. Al amparo de la libertad religiosa y de la libre emisión del pensamiento, como
derechos constitucionales, es posible afirmar que la objeción de conciencia es también
reconocida en forma implícita en nuestro ordenamiento jurídico, pero que dicho derecho
subjetivo debiese encontrarse ya protegido en forma expresa.

Es por lo anterior, que se hace importante la presentación de un proyecto o iniciativa de Ley de


Objeción de Conciencia, para sentar las bases a fin de brindar la protección debida a lo que es
tan esencial para el ser humano como su conciencia, basándose en su moral, ética o religión.
Esto se convertiría en la herramienta principal a ser utilizada por aquellos ciudadanos que
buscan practicar su culto, religión o simplemente su conciencia, por medio de parámetros
objetivos para la determinación de la posibilidad que existe en cada caso determinado de
objetar una ley o norma jurídica por contradecir la propia religión, moral o ética.

Debido a que el tema del derecho de objeción de conciencia es uno que ha sido escasamente
tratado en nuestro ordenamiento jurídico y en nuestra jurisprudencia, se realizará un análisis de
derecho comparado de doctrina, jurisprudencia y legislación internacional sobre el referido
tema. Específicamente, se estudiará la jurisprudencia y legislación de Estados Unidos, México y
2
Colombia, que son países cercanos al Estado de Guatemala y por lo cual pueden ser utilizados
de referencia para entender la problemática social y jurídica de la ausencia de regulación y
estudio del tema, así como los efectos que ha tenido su regulación y análisis en las más altas
cortes de dichos Estados.

Según como fue expresado previamente, la figura jurídica de la objeción de conciencia se ha


reconocido a nivel internacional en legislación, jurisprudencia y doctrina para proteger el eficaz
ejercicio de la moral personal, la ética e incluso la religión, aspectos sumamente importantes
para la integridad y la dignidad de la persona humana. Es por esto que Guatemala ya no debe
continuar con un vacío legal en un tema tan importante como éste y que, por tanto, debe
realizarse un análisis comparativo de la regulación y tratamiento de la figura jurídica de la
objeción de conciencia en grados internacionales. Para eliminar este vacío legal, una ley que
promueva la correcta y eficiente protección de la libertad de por medio del ejercicio de
derechos como la objeción de conciencia, es posiblemente una de las alternativas más
atractivas para dicha finalidad.

De esta forma, se busca arribar a conclusiones sobre la importancia y efectos que puede tener
en el ordenamiento jurídico guatemalteco la regulación y protección de la objeción de
conciencia, tomando en consideración que existe ya fundamento constitucional para realizarlo.
Al ciudadano guatemalteco debe dársele la herramienta para defender su pensamiento, su
moral, ética y religión frente a posibles contraposiciones que pueda eventualmente encontrar
en el sistema jurídico guatemalteco. Dos de estas herramientas pueden ser normativas jurídicas,
entiéndase una ley que proteja la figura en cuestión, y también fallos jurisprudenciales que
sostengan la protección a la libertad de religión o de conciencia, por medio del reconocimiento
del derecho de objeción de conciencia.

3
Capítulo I

Generalidades y conceptos fundamentales preliminares del

Derecho de Objeción de Conciencia.

En la definición de lo que es el Derecho, normalmente los juristas encuentran dificultad por la


amplitud de acepciones que abarca y luego de años de estudio, aún se hace difícil enmarcar la
actuación del Derecho en una sola definición. Sin embargo, para efectos académicos y a manera
de resumen, se desarrolla la siguiente definición, propia de la autora, para dar inicio a este
trabajo de investigación: el Derecho es el conjunto de principios jurídicos fundamentales,
normas jurídicas y jurisprudencia emanada de los órganos estatales competentes para crearlas,
y que son de carácter general y abstracto, en principio, aplicables a toda la población o a
aquellos sujetos a quienes va dirigido específicamente, con la finalidad de garantizar el bien
común y el buen desarrollo de la sociedad y de las relaciones interpersonales entre los sujetos
que conforman la comunidad o Estado respectivo. Uno de los principales valores que el Derecho
protege es la justicia, y de él parten todos los demás valores y principios jurídicos.

Atendiendo a que el Derecho tiene como finalidad la realización del bien común y velar por el
correcto funcionamiento de la sociedad, encaminado a satisfacer las necesidades e intereses de
los individuos que forman parte de una sociedad, todo para atender a la justicia, se debe
comenzar por definir lo que es la justicia.

Durante la historia de la humanidad, la justicia siempre ha estado íntimamente relacionada, en


incluso confundida, con el Derechos, debido a que el mundo del Derecho se manifiesta al ser
humano dentro de un ideal de justicia, fuera de lo cual, aparentemente el ser humano no podría
subsistir. Esto se puede comprobar, incluso, con el origen etimológico de Derecho y justicia, en

5
donde iuses el derecho y iustumes lo justo. El término Derecho deriva del término en latin
directum, que quiere decir lo recto, correcto y justo.2

Ninguna concepción del Derecho se entiende exactamente, si antes no va de la mano del


concepto “justicia”. Es por esto que vale hacerse la pregunta: ¿Debe el Derecho siempre ser
justo? La pregunta se debe realizar para comprender que el problema de la justicia se ubica
dentro de la dimensión filosófica del Derecho, encontrando íntima relación con su validez u
obligatoriedad, y con su eficacia.3 Es para esto que se debe analizar, según las dos principales
corrientes filosóficas del Derecho –el iuspositivismo y el iusnaturalismo– las cuales serán
desarrolladas más adelante, cuándo una norma es justa y cuando no lo es, acarreando como
consecuencia su obligatoriedad para los sujetos pasivos.

1.1 Derecho Natural y Derecho Positivo

La filosofía del Derecho encuentra su principal asentamiento en las dos posturas fundamentales
que afrontan el problema de la justicia o injusticia del Derecho y de qué factores depende. Estas
dos principales ramas son el iusnaturalismo o derecho natural y el iuspositivismo o derecho
positivo.

1.1.1 Derecho Natural


Según Luis Recaséns, el derecho natural está constituido por los principios intrínsecamente
válidos, según los cuales debe ser fabricado el Derecho humano y el Derecho positivo.4 Este
derecho, se puede decir que está basado en el principio de la libertad, por la razón que a
continuación se expone. El Derecho da a las personas la seguridad y tranquilidad de tener
ciertos beneficios que no le pueden ser quitados y de los que es dueño por el simple hecho de
haber nacido. Le da al hombre la capacidad de obrar como desee, siempre y cuando asuma las
consecuencias, y no dañe el espacio y el derecho de la otra persona; la persona humana tiene

2MARTÍNEZ ROLDÁN, Luis y FERNÁNDEZ, A. Jesús, Curso de teoría del Derecho, Editorial Ariel, Barcelona,
España, 1999, p. 213.
3
V. Pag. 309, Álvarez, Mario, Introducción al Derecho, McGraw Hill, México, 1995. P. 377.
4
RECASENS SICHES, L. Introducción al Estudio del Derecho, Editorial Porrúa, México, 1985, séptima
edición, p. 42.
6
plena libertad para actuar según su voluntad, prohibiéndole solamente determinadas conductas
para conseguir el bienestar en la sociedad. Se puede decir que el derecho de una persona
termina cuando empieza el de la otra persona.

Una definición sencilla de Derecho puede ser “un conjunto de reglas aptas que resuelven los
conflictos jurídicos humanos, viviendo conforme a la razón. Además, éste dicta e inspira a las
personas a hacer o dejar de hacer algo, logrando relaciones de respeto a las estructuras de una
colectividad.”5Al indicarse que éste se manifiesta al vivir conforme la razón, es importante tener
en cuenta que a los principios y valores jurídicos que inspiran el Derecho se puede acceder por
medio de la razón, la cual es connatural al ser humano y que lo conduce a buscar razones
concretas que expliquen su actuar y determinen el valor que en éste se puede encontrar.
Consecuencia de lo anterior, el derecho natural es independiente de cualquier legislación o
norma creada por el hombre. Así, hace referencia a ideas generales y eternas de justicia y
Derecho, siendo obligatorias para todos los seres humanos.6 Este Derecho proviene de la
divinidad, la razón (otorgada por Dios) y la naturaleza, todos elementos que, en conjunto, llevan
al conocimiento de lo justo y lo correcto.

Como se indicó anteriormente, uno de los elementos que fundamenta el derecho es el principio
de la libertad. El economista y filósofo Friedrich von Hayek dice “La idea de libertad bajo el
derecho, en los 2,500 años que han transcurrido desde que los antiguos griegos la concibieron,
se ha conservado permanentemente sólo entre los pueblos que tomaron el derecho, no como la
voluntad de ciertas personas, sino como el resultado de un proceso impersonal.”7 Este proceso
impersonal se desarrolla de ciertos principios, valores y deberes jurídicos, que fungen como
fuente de inspiración de las normas jurídicas, creadas por medio de un proceso preestablecido.
El derecho natural ha estado siempre entre los hombres y permanecerá así hasta la eternidad,
aun siendo que en muchas ocasiones se afronte el dilema de la existencia. Sin embargo, el ser

5
Ibid. p. 42.
6
BODENHEIMER E. Teoría del Derecho, Editorial Fondo de Cultura Económica, México, 1994, segunda
edición, p.129.
7
VON HAYEK F. Equivocaciones acerca del estado jurídico, Austria,
7
humano no lo ha clasificado o reconocido desde el principio, sino que han existido y continuarán
existiendo diversas corrientes que sostienen una u otra postura.

“Se entiende que esos primeros principios o criterios de razón, ellos, por sí mismos, aún no
contienen una regulación apta para la organización de la vida social.”8Esto, porque dichos
principios por sí solos no son suficientes para normar la conducta social y determinar
parámetros concretos de lo que está permitido y lo que está limitado.

Con base en esos principios y normas, deben ser creadas y seguidas las normas instituidas por el
hombre, el Derecho positivo, mas no se debe olvidar que el positivo debe estar en constante
reforma y cambio, un cambio progresivo que se adapte a la necesidad del hombre en un tiempo
y espacio determinado. Hay ocasiones en las que el Derecho positivo parece injusto e indebido,
e incluso, se llega a la afirmación que no debería ser considerado como tal, entonces lo que sí
debería ser considerado como derecho y derecho justo es a lo que se denomina derecho
natural, aunque no esté absolutamente consciente de la afirmación que se realiza. Afirma el
autor Bobbio que el iusnaturalismo es dualista, mientras que en positivismo es monista9; en el
sentido que al depender el iusnaturalismo de un estándar de valor que atiende al elemento
formal de la creación de una norma, así como al cumplimiento de los valores y principios que
inspiran el derecho, siendo estos anteriores a la norma formal; por el contrario, el derecho
positivo es monista porque depende solamente de un estándar valorativo, y es el acatamiento
del procedimiento formal preestablecido para la formación de una norma jurídica.

Los primeros en plantear el Derecho natural fueron los griegos, específicamente Heráclito. Eran
principalmente los sofistas los que sostuvieron dicha teoría. Uno de los principales en afirmarla
fue el sofista Trasímaco, mientras que Calicles, aristotélico, al igual que Carneades, sostuvieron
lo contrario.

8
RECASENS SICHES, L.,Ob. Cit., p. 42.
9
BOBBIO, citado por ROSS A. Citado por ÁLVAREZ, M. Introducción al Derecho, McGraw Hill, México,
1996, p. 79.
8
Esta corriente del Derecho crea un tipo de contrapeso al Derecho positivo que en ocasiones se
puede llegar a cuestionar si concuerda con la moral y la ética o no. Implica la preeminencia de
un orden atemporal y obligatorio para darle validez al derecho positivo, creando principios
ideales de justicia, y basándose precisamente en los valores ideales. Se habla de orden
atemporal, porque a la naturaleza se le entiende como algo de orden estable y permanente que
no incluye objetos artificiales ni la intervención humana. Se ha sostenido en esta corriente
filosófica, que el Derecho no se crea ni se obtiene, se descubre, se reconoce. “Al Derecho que se
atribuyen esas características de parámetro permanente, principio, fuente de inspiración y guía
o contrapeso del Derecho positivo.”10 Claro está que los principios son obtenidos por medio de
la razón y han sido “creados” para llegar a la idea de la libertad humana que es regida por leyes
morales, pero eso no significa que los derechos naturales son creados por los humanos, sino
que existen a priori y llegan a ser reconocidos por el ser humano por medio de la razón natural.

Siendo el derecho natural e inherente a las personas y no dado por nadie más que por la
naturaleza misma, por la razón o incluso, según algunos filósofos, por Dios mismo, debe estar
por encima del positivo que es creado por el hombre como una necesidad. Claro ejemplo de
esto son los derechos fundamentales reconocidos en la Constitución Política de la República.
Los primeros artículos, hablan sobre los derechos humanos de los ciudadanos, como el derecho
a la vida, libertad, acción, etc. Desde un análisis prima facie, se puede llegar a creer que es la
Carta Magna la que los otorga, no obstante, no los crea ni los concede, sino los reconoce, ya que
con base en el derecho natural, se afirma que existen y son anteriores al ser humano mismo,
inherentes a él.

El iusnaturalismo es “una expresión que indica la existencia, como presencia vigente en una
determinada área cultural o social, de un sistema de ideas centrado en torno a la afirmación del
Derecho natural.”11 Por esta razón, a todas las personas que estudian y prefieren el Derecho
natural se les llama iusnaturalistas. Una mejor forma de definir el iusnaturalismo es empezando

10
ÁLVAREZ, M. Introducción al Derecho, McGraw Hill, México, 1996, p. 78.
11
LEGAZ L. y LACAMBRA, “Iusnaturalismo”, Gran Enciclopedia Rialp, Editorial Rialp, 1991, disponible en
http://www.mercaba.org/Rialp/I/iusnaturalismo.htm consultado el 17 de febrero de 2011.
9
desde sus raíces romanas. Para los romanos iuses la esencia del derecho, el derecho mismo,
siendo naturalismo referente a lo natural, por lo tanto iusnaturalismo significa el “derecho
natural”. Es entendible que es la corriente que admite una diferenciación entre el Derecho
natural y el positivo refiriéndose al natural como que es anterior al positivo.

Con base en la anterior afirmación, es dable sostener que el Derecho natural, existe y ocurre
antes que el Derecho positivo. Esto sucede dado que el natural es inherente a las personas,
mientras que el positivo es creado por el hombre para mantener un orden. Partiendo de eso,
surge la cuestionante de ¿cuál debe tener primacía sobre cuál? En casos determinados puede
llegarse a creer que las normas y leyes impuestas por el Estado son injustas o inmorales. Han
sido los ciudadanos mismos, los que ponen en cuestionamiento cualquier norma o mandato
impuesto por el Estado y principalmente si les parece injusto.12

Alf Ross, filósofo del Derecho danés, afirma que “(…) desde un punto de vista político‐práctico,
las teorías iusnaturalistas han sido tanto conservadoras como evolucionistas o revolucionarias.
En el ámbito de la filosofía política todos los sistemas políticos, desde el absolutismo extremo
hasta la democracia directa, han sido justificados por los filósofos del derecho natural.”13De una
u otra manera, el actuar del ser humano siempre puede ser juzgado y fundamentado en
principios de derecho natural. Dichos principios y valores jurídicos anteriores a la razón del ser
humano, deben siempre ser, en esencia, los mismos, pero la forma en que se manifiestan como
derecho natural sí debe adaptarse a las condiciones de tiempo y espacio. Si el Derecho no
cambiara y por el contrario, estuviese siempre tal y como fue creado en el principio, no se
podría lograr justicia alguna, debido a que las normas ya no aplicarían a las situaciones actuales
porque el ser humano en sí mismo es mutable y se adapta a las condiciones en que habita.

A esta corriente, como se indicó con anterioridad, se le da la característica de ser dualista. Lo


que esto significa es que tomando en cuenta el hecho de que un derecho es superior al otro,
acepta los dos como tipos de derecho importantes y relevantes. De este pensamiento se deriva

12
ÁLVAREZ, M., Ob. Cit., p. 78.
13
ROSS A. Citado por ÁLVAREZ, M., Ob. Cit., p. 79.
10
la teoría de la superioridad, siendo que uno va antes que el otro (el Derecho natural). Además
de ser dualista, es razonable y considera que el ser humano siempre ha tenido en sí mismo algo
que le dice qué se debe o no hacer, la conciencia. Lo que permite la conciencia es que se tenga
una noción de los tres principios naturales principales en los que se basa todo Derecho: vida,
propiedad y libertad. De la conciencia se hablará con más profundidad más adelante en este
trabajo para entender los fundamentos de los juicios de valor que el humano impone en los
actos de la vida cotidiana, ya sea propios, de terceros o de la autoridad.

1.1.1.1 Corrientes y autores


Según Carlos Nino, existen dos tesis principales del derecho natural. De acuerdo con dichas,
tesis los iusnaturalistas toman dos distintas posturas.

1. La primera tesis afirma que hay ciertos principios que son válidos y universales y por esta
razón deben ser cumplidos por todos independientemente de si van de acuerdo con la
virtud de cada persona.
2. La segunda indica que de las normas jurídicas, ninguna, puede ser clasificada como
Derecho si no van de acuerdo con lo que dice la primera tesis,14 es decir, si no son
universalmente válidos, asequibles a la razón humana y cuya validez no tenga
dependencia estricta en los órganos competentes para la creación de las normas
jurídicas.

Para las dos posturas del derecho natural se toma en cuenta la existencia y necesidad de la
validez formal, que es el procedimiento que lleva a una norma y es de carácter legal, haciendo
referencia a la forma de dicha norma. El otro tipo de validez que también se debe considerar es
la validez material y significa el contenido de la norma, es decir, el fondo. Este segundo tipo de
validez es al cual el derecho natural da mayor importancia, debido a que se centra en aquello a
que la norma jurídica hace referencia y no solamente a que haya sido elaborada con base en el
procedimiento formal preexistente para su creación.

14
NINO, C. Introducción al Análisis del Derecho, Ariel, Barcelona, España, 1983, p. 16 y ss.; Ética y
Derechos Humanos, Paidós, Buenos Aires, Argentina, 1984, p. 24 y ss, citado por Álvarez.
11
Ahora, se dan también dos posturas de los filósofos y de los autores iusnaturalistas que se
pueden tomar respecto de la justicia o injusticia de las normas jurídicas, según las dos tesis
indicadas anteriormente:

1. La primera se caracteriza por los que están de acuerdo con que hay un Derecho natural
como un conjunto de principios que hablan sobre la justicia y tienen validez universal y
se hacen de forma racional, y que si no se cumple con los principios, no se puede
calificar como Derecho. Se le llama iusnaturalismo ontológico. Los que toman esta
postura están de acuerdo con las dos tesis. Para ellos, el Derecho debe estar siempre
acompañado de la moral, convirtiendo a la moral como un elemento imprescindible para
la consecución de la justicia de una norma jurídica.
2. La segunda postura está sustentada por aquellos que están de acuerdo con la primera
tesis pero no con la segunda. Se le denomina iusnaturalismo deontológico. Éste no niega
el carácter jurídico del Derecho positivo, pero sostiene que tal sistema jurídico es injusto
o inválido moralmente, si las normas jurídicas que contiene no están dotadas de un
contenido moral y basado en principios y valores jurídicos.15
1.1.1.2. Iusnaturalismo

Así como el derecho natural es la rama del Derecho cuyo pensamiento se fundamenta en ideas
de ética, moral y justicia para darle validez a las normas jurídicas, el iusnaturalismo es más
concretamente la corriente de pensamiento filosófico que da inicio al Derecho Natural. Se
define el iusnaturalismo como una tradición de pensamiento filosófico jurídico que postula la
existencia de derechos determinados por la naturaleza humana, que son previos al
ordenamiento jurídico y que pueden ser accedidos por el ser humano por medio de la razón.16
Encuentra el iusnaturalismo su justificación en la distinción entre lo justo natural o lo justo
legal.17

15
ÁLVAREZ, M., Ob. Cit., p. 81.
16
FABRA ZAMORA, Jorge Luis y NÚÑEZ VAQUERO, Álvaro, Enciclopedia de Filosofía y Teoría del Derecho,
UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, México, 2015, Capítulo 1 de TRUJILLO, Isabel, p. 6.
17
Ibid. p. 4.
12
La pareja de iusnaturalismo – iuspositivismo y las contraposiciones que esta idea acarrea, es
relativamente reciente, posiblemente inició desde que se dio la codificación18, debido a que fue
ahí cuando se hizo necesario determinar en qué momento la norma jurídica, por muy
procedimental que sea, adquiere validez fáctica, no solamente jurídica, es decir, cuándo
comienza a hacerse exigible a los individuos. De cierta forma, además, podría sostenerse la tesis
que indica que el iuspositivismo se encuentra enraizado en el iusnaturalismo, siendo aquel
heredero de este último, por lo que habría entre ambos una continuidad histórica, cuyo último
punto de evolución sería el iuspositivismo.19

1.1.2. Derecho Positivo


Se le llama de esa manera al Derecho puesto y creado por los hombres. El derecho natural, por
el contrario, debiese ser el fundamento del derecho positivo, ya que en él se fundan las ideas de
principios y valores supremos, anteriores y superiores al ser humano y a toda creación que de él
provenga. También se dice que es el derecho vigente; el conjunto de leyes no derogadas y las
costumbres imperantes.20 Este derecho es entendido por la norma para satisfacer a la sociedad
y sus necesidades. Es así que se puede concluir que nace por la voluntad mientras que el natural
surge por los elementos de la naturaleza misma. Otra comparación que se puede hacer entre el
derecho positivo y el natural es que éste se separa del derecho natural al sostener que la justicia
no es el único principio posible en que se puede fundamentar.21 Por el contrario, el principio de
formalidad, en el derecho positivo, es uno de los que mayor vigencia cobran para darle validez y
justicia a la propia norma.

Analizada la definición de derecho positivo, no se puede pasar el concepto de positivismo, que


es, simplemente, la corriente filosófica que estudia el derecho positivo. Para entender a
cabalidad el concepto de “positivismo” se debe retroceder en el tiempo, hasta los tiempos de
Augusto Comte en el siglo XIX. Comte fue un filósofo y matemático francés fundador del

18
Id.
19
Id.
20
CABANELLAS DE TORRES, G. Diccionario Jurídico Elemental, Editorial Heliasta SRL, Buenos Aires, 2008,
decimonovena edición, p. 122.
21
ÁLVAREZ, M., Ob. Cit., p. 96.
13
positivismo moderno. Su teoría afirma que hay tres estados de la evolución de la humanidad,
uno de los cuales es el positivo, que se limita a la observación de hechos en forma empírica,
siguiendo los métodos usados por las ciencias naturales, es decir, sin ir más allá de las
apariencias físicas.22 Por esta razón se dice que el derecho positivo no estudia la metafísica, en
este caso, el origen de las leyes, sino se limita a su cumplimiento. Se le llama “positivo” porque
estudia únicamente los hechos positivos, observables, admitiendo solamente los métodos
deductivo y inductivo. De esta forma rechaza todas las ideas a priori y las sobrenaturales
también.23

Esta corriente del Derecho, satisface ciertas necesidades humanas sociales y lo hace según
pautas derivadas de ciertos valores. Los valores que toma como precedente para actuar son el
valor de la justicia, la dignidad y autonomía de cada persona, igualdad ante la ley y de
oportunidades, seguridad y el bienestar general.24 Los hacedores o que crean el Derecho
positivo, deben tomar en cuenta e inspirarse en principios iusnaturalistas para crear las normas,
al igual que en el momento de hacer alguna reforma a una determinada ley. Esto también tiene
que ver con el hecho que todas la personas se rigen por los principios.

En otras palabras, puede decirse que el Derecho Positivo hace referencia a aquel Derecho y las
normas que conlleva, que no son inalienables ni inherentes a las personas, sino son creados por
el hombre como resultado de una necesidad de orden y justicia. “Para el positivismo jurídico la
única ley que vale es la puesta por el legislador y no existe ninguna otra ley superior a ésta.”25
No toma en cuenta la ética ni la moral para regir, simplemente se basa en normas y leyes,
usualmente impuestas por el Estado. Para este Derecho, es irrelevante y no importante si una
norma es justa o injusta, moral o inmoral, mientras sea una norma debe ser acatada. Cuando se
está frente a la situación en que una norma pudiese no ser justa, se dice que esa no debería ser
considerada regla ni parte del Derecho. El autor Andrés Ollero indica que “por derecho que es

22
BODENHEIMER E., Ob. Cit., p. 309.
23
ARGUETA M., Análisis del Concepto de Derecho, tesis de la Universidad Francisco Marroquín, para
obtener el grado de doctor en Derecho, Guatemala, 2002, p. 36.
24
RECASENS SICHES, L., Ob. Cit., p. 43.
25
ARGUETA M., Ob. Cit., p. 35.
14
se entendería el derecho positivo o puesto, por contraposición a un derecho natural al que
habría que considerar meramente supuesto. Éste no sería susceptible de captación racional, nos
perdería en evaluaciones de justicia –más morales que jurídicas‐ y tendría por supremos
intérpretes a quienes no se han sometido al contraste legitimador de las urnas.”26

Para que sea más fácil de entender, se puede decir que según la corriente de Derecho que
actualmente se analiza, el Derecho es válido por su fuente, de donde fue creado, y no por su
contenido. Tampoco basta esto para que una norma se considere válida en sí misma, se debe
llevar a cabo un procedimiento que es indicado en otra norma para que sea efectivo y
verdadero. Es decir, que para la creación de una ley, se lleva a cabo todo un proceso que al final
aceptará o negará una propuesta de ley como norma. Por esto, según Kelsen “sólo lo jurídico
puede fundar y validar lo jurídico; sólo la moral puede fundar y validar la moral” significando
que no se deben mezclar uno con el otro, sino que como todo positivista sostendría, basta con
que la norma sea jurídica, y esto implique el cumplimiento del procedimiento formal, para que
sea fundada y válida.

Esta corriente sostiene que por medio del ordenamiento jurídico se pueden crear normas para
lo que sea requerido en determinado momento, así como también puede prohibir ciertas
conductas. Una de las principales características que tiene esta corriente de pensamiento del
Derecho y no lo tiene el natural, es que recibe una pena o sanción su incumplimiento, que ha
sido fijada en el momento en que se formó la norma jurídica positiva en cuestión. Son
impuestas a los ciudadanos de un área particular.27Si bien los fundamentos del derecho natural
–moral, principios, religión, valores, etc.‐ no establece sanciones, el producto de estos
fundamentos, es decir el derecho natural una vez se constituye como derecho y adquiere
coercitibilidad, sí puede contener sanciones; la diferencia entre ambos radica en su fundamento
y qué es lo que lo dota de certeza y coercitividad.

26
OLLERO, Andrés, El Derecho en Teoría, Editorial Aranzadi, S.A., Navarra, España, 2007, p. 41.
27
VILANOVA, José, Elementos de Filosofía del Derecho, Editorial Abeledo‐Perrot, segunda edición, Buenos
Aires, Argentina, 1984, p. 234‐240.
15
El derecho positivo está completamente desligado de la moral, a esto dice Kelsen, “Una
jusitficación del derecho positivo por la moral sólo es posible cuando aparece una oposición
entre las normas de la moral y las del derecho, cuando puede darse un derecho moralmente
bueno y un derecho moralmente malo.”28

Se dice que éste, a diferencia del Derecho natural que es dual, según se mencionó
anteriormente, es monista porque afirma que solo existe y debe existir el positivo y basta con el
cumplimiento del único requisito formal del que está dotado para su existencia y posterior
validez: el procedimiento formal de creación. Además, existe la discusión entre estos dos en la
que se argumenta que la moral debe estar, o en el caso del positivo, que no debe estar
vinculada al Derecho. Junto con otras razones, este debate ha sido el que provoca tensión entre
las dos ramas estudiadas.

Existen dos grupos en los cuales se divide el positivismo. El primero es el positivismo analítico
que hace análisis e interpretaciones de la normas jurídicas vigentes y que son efectivas, siendo
creadas y aceptadas por los distintos órganos del Estado. Por otro lado, el segundo grupo es el
positivismo sociológico que investiga, describe y analiza las fuerzas sociales que tienen
influencia en la creación y desarrollo del Derecho. No analiza las reglas, sino el grupo que las
crea.29

Para que sea más fácil comprenderlo, a continuación se enumeran las principales características
del positivismo:

1. Emana del legislador o una autoridad competente a través de un proceso previamente


establecido.
2. Es dado en términos fácticos.
3. No importa si se basa en derecho naturales, lo que le importa es el bien común o la
razón del Estado.

28
KELSEN, citado por ÁLVAREZ, M., Ob. Cit., p. 93.
29
BODENHEIMER E., Ob. Cit., p. 312.
16
1.1.2.1 Iuspositivismo
Según Norbeto Bobbio, el iusnauralismo es “la teoría de la superioridad del derecho natural
sobre el derecho positivo; por positivismo jurídico, en cambio, la teoría de la exclusividad del
derecho positivo.” 30 Al ser el iuspositivismo la corriente filosófica que se contrapone al
iusnaturalismo, se puede entender que es la corriente del Derecho positivo creado por el
hombre para mantener un orden en la sociedad. El iuspositivismo estudia y define al Derecho
solamente por sus hechos y garantiza o se asegura que la norma jurídica se cumpla como lo
dicta la ley. No buscan las leyes inherentes al ser humano, sino que se rigen únicamente por la
normas y reglas creadas por el Estado, cuyo fin ha sido determinado previamente.

Con lo que podría decirse que el derecho positivo consiste en un conjunto de normas puestas
por el hombre el positivismo jurídico o iuspositivismo tiende a identificarse con el normativismo
jurídico.31

Para concluir con los aspectos de contraposición de las dos teorías filosóficas expuestas con
anterioridad, se debe atender a una de las principales diferencias entres ambas y es que la
corriente del iuspositivismo, a diferencia del iusnaturalismo, no admite la existencia de un
derecho natural, sino se limita a la existencia y validez del positivo. Además de esta diferencia,
se pueden enumerar las siguientes:

1. El iuspositivismo es monista, por aceptar únicamente la existencia de sí mismo como


corriente filosófica y fuente creadora del derecho, mientras que el iusnaturalismo es
dualista ya que acepta que existe tanto el derecho natural como el positivo.
2. Al iuspositivismo se le conoce también con la teoría de la exclusividad y al iusnaturalismo
teoría de la superioridad dado que viene antes del positivo.
3. Al no aceptar el derecho positivo al derecho natural, aquel llama a las normas
contenidas o aludidas en el derecho natural como morales ideales prácticamente

30
BOBBIO N. Citado por ÁLVAREZ, M., Ob. Cit., p. 81.
31
OLLERO, Andrés, Op. Cit. p. 41.
17
inalcanzables y que prácticamente permanecen en el mundo de las ideas, sin que el ser
humano pueda llegar a ejercerlos plenamente.
4. Cuando el Estado es el generador del derecho positivo, convirtiendo a los derechos en
un producto humano, el derecho natural, por su parte, es anterior y superior al Estado.
La mayor diferencia entre ambos es el proceso de percepción y de construcción de los
derechos.
5. “Mientras el iusnaturalismo es heredero de una concepción del mundo como conjunto
ordenado con arreglo a un logos que le desborda, la tradición positivista heredera de
Hobbes presenta a la norma jurídica como expresión de un mandato imperativo del
soberano, cuyo contenido resulta irrelevante.”32

Para los iuspositivistas, el Derecho sigue siendo Derecho, siempre y cuando sea una norma
jurídica, independientemente de si es justo o no lo es. En este sentido, se parece un poco a la
postura deontológica del Derecho natural, según Carlos S. Nino. Lo que esto quiere decir es que
se mira al Derecho como un hecho, un valor y cuyo contenido determina lo que es y debe ser,
convirtiéndose completamente en objetivos e imparciales, o como Bobbio considera
“éticamente neutral”. Por el contrario, para los iusnaturalismas el contenido de la norma
jurídica es lo que cobra mayor relevancia para que pueda ser considerada ley o Derecho, de
modo que si se considera que no se cuenta con un contenido éticamente correcto, moral o
atendiendo a los principios y valores jurídicos que inspiran dicha norma (o debiesen inspirarla),
no puede hablarse de Derecho, y por ende, dejaría de ser coactivo, dejando así de cumplir su
función.

Esta discordancia que existe entre el iusnaturalismo y el iuspositivismo da lugar al análisis sobre
la moralidad o inmoralidad de las normas jurídicas, atendiendo a su contenido y a si este
contenido conlleva los principios y valores jurídicos en los cuales se basa el Derecho. Para Isabel
Trujillo, jurista mexicana, “La discordancia entre el derecho positivo y el derecho natural es
además el terreno de cultivo de preguntas cruciales, por ejemplo sobre la obediencia moral que

32
OLLERO, A., Op. Cit., p. 43
18
se debe al derecho existente, pregunta que es posible solamente si derecho y moral son dos
cosas distintas.”33

1.2. Concepto de justicia

No se puede dejar de estudiar el significado y concepto de la justicia si se quiere llegar a conocer


sobre la validez o invalidez de las normas jurídicas, según el grado de justicia del que estén
dotadas. A lo largo de toda la historia de la humanidad, el concepto de justicia ha tratado de ser
definido por diversos autores, juristas, filósofos, entre otros, pero se ha encontrado dificultad
para encontrar un significado que sea lo suficientemente general como para entenderse, pero
con el grado de especificidad necesario para poderlo aplicar a casos concretos.

El concepto de justicia tiene dos acepciones principales: a.) la primera de ella siendo la virtud
universal, suma y compendio de todas las demás virtudes; b) la segunda siendo el principal
criterio o medida ideal para el Derecho. En este trabajo, interesa principalmente la segunda
acepción34, ya que es por medio de ella que se sientan las bases para definir los objetivos del
Derecho en su sentido más amplio. La idea de justicia ha venido a implicar una pauta de
armonía, de igualdad, un medio armónico de cambio y distribución en las relaciones humanas,
o, como bien dijo el reconocido jurista romano, Ulpiano: “la constante y perpetua voluntad de
dar a cada uno su derecho.”35

El anterior concepto, sin embargo, acarrea el problema de que no define qué es lo que deba ser
considerado como singularmente suyo, de cada quién. Para esto se utiliza como uno de los
principales fundamentos, la igualdad, en el sentido que se le debe dar el mismo trato ante la ley
a todas las personas. El problema, entonces, radica en averiguar cuáles son las perspectivas de

33
FABRA ZAMORA, Jorge Luis y NÚÑEZ VAQUERO, Álvaro, Enciclopedia de Filosofía y Teoría del Derecho,
UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, México, 2015, Capítulo 1 de TRUJILLO, Isabel, p. 9,
disponible en https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/8/3875/4.pdf.
34
RECASÉNS SICHES, Luis, Introducción al Estudio del Derecho, Editorial Porrúa, México, 2006, p. 311.
35
IGLESIAS, Juan, Derecho Romano, Editorial Ariel, décimotercera edición, España, 2001, p. 58.
19
igualdad que deben prevalecer y cuáles deben ser tomadas en consideración para regular
jurídicamente las diversas situaciones sociales, a fin de encontrar la debida armonía al aclarar
qué es lo que le corresponde a cada quién.36 Para esto será necesario definir, en su momento
oportuno y posiblemente mediante la labor intelectiva de un legislador o de un juez, según sea
el caso, cuáles son aquellas desigualdades reales que no son relevantes para el Derecho y cuáles
sí lo son.

Una vez definidas las situaciones de desigualdad relevantes para el Derecho, los sistemas
jurídicos procurarán una clase de igualdad en la cual se otorgue un mismo trato a aquellos que
se encuentran en situaciones de igualdad, pero un trato diferente a las personas que se hallen
en hipótesis distintas. No se trata de la más alta justicia, como aquella justicia que abarca todas
las demás virtudes, sino se trata más bien de la justicia terrena, que atiende a cierta igualdad
entre los hombres, con la finalidad de conseguir el bien común.37 Es esta justicia la que acarrea
consigo la idea de proteger los intereses de los individuos, atendiendo a sus circunstancias
específicas y a los supuestos normativos en los que cada uno encuadra. No se puede, por tanto,
proteger el interés de uno, desprotegiendo el interés, derechos y/o bienestar de otro.

1.3. Teoría de la justicia

1.3.1 La Justicia

El Derecho comporta consigo un doble estándar valorativo, uno de los cuales estándares está
compuesto por un grupo de valores, o el objeto axiológico del Derecho y el otro con el objeto
formal del Derecho, todo con la finalidad de facilitar la convivencia y cooperación sociales.
Dicho grupo de valores son: el orden, la seguridad y la igualdad jurídicas y se utilizan como
instrumentos para propiciar un ambiente de paz y de seguridad entre las personas. Este grupo
de valores surgen y se derivan de la naturaleza misma de lo que es el Derecho como un orden
normativo, y que requiere, por ende, la ordenación de la conducta, prescribiendo formas
determinadas de un adecuado comportamiento. Formar parte de una sociedad, como

36
V. Op. Cit. RECASÉNS SICHES, Luis, p. 312.
37
IGLESIAS, Juan, Op. Cit. P. 58.
20
organización humana sometida a un ordenamiento jurídico propio, implica la renuncia al uso
particular de la fuerza, para entregar la potestad de utilizarla, a una autoridad.38

Se describe a continuación la forma en que el Derecho, al fijar un marco normativo de


actuación de los individuos, atiende a la plena realización de los tres valores anteriormente
descritos. Para comenzar, desde que el Derecho crea un conjunto de reglas de forma
sistemática y estructurada, definiendo la conducta del ser humano, cuál es permitida, cuál es
prohibida y las sanciones específicas para las infracciones cometidas, así como la actuación de
los entes y órganos estatales, sus límites y potestades, está atendiendo a la consecución de un
orden en la sociedad.

Una vez conseguido el orden jurídico al cual se hace referencia en el párrafo anterior, se
prosigue con la propiciación de seguridad jurídica, otorgando un grado de mayor certidumbre a
los ciudadanos destinatarios de las normas jurídicas. Es así que, a través de la creación y
publicación de normas jurídicas, los individuos conocen previamente la correcta y legal forma
de conducta, así como las consecuencias jurídicas ante el incumplimiento de dicha conducta.39
Es para otorgar seguridad jurídica, que el ordenamiento jurídico debe siempre ser coherente –
ausente de antinomias–, pleno –carente de lagunas– y unitario –enmarcado dentro de una
estructura única y jerárquica que la da validez a la norma jurídica inmediata inferior.

Por último, el ordenamiento jurídico atenderá a procurar el valor de la igualdad, con la finalidad
de otorgar un mismo tratamiento a los individuos que se encuentren en una misma posición
jurídica o que encuadren en una sola hipótesis normativa. Asimismo, con la protección de este
valor se brinda a los desiguales un trato desigual40 unos frente a los otros, es decir, que las
consecuencias jurídicas variarán dependiendo de si los individuos implicados en la hipótesis
jurídica se hallan en situaciones de igualdad o de desigualdad.

38
ÁLVAREZ, Mario, Introducción al Derecho, McGraw Hill, México, 1995, p. 311.
39
ÁLVAREZ, Mario, Op. Cit., p. 311.
40
Ibid, p. 312.
21
En otras palabras, el Derecho pone a disposición de los valores jurídicos como la equidad,
justicia, igualdad y seguridad jurídica sus técnicas de regulación de la conducta en sociedad. La
herramienta más utilizada para la consecución de esos fines es la coacción41, el uso de la fuerza
para facilitar la convivencia, la paz social y el bien común. Una vez aclarado el doble estándar
valorativo del Derecho, se podrá dar una definición un tanto más clara de la idea de justicia. En
principio, solo cuando las normas jurídicas satisfacen el doble estándar valorativo del Derecho, –
el Derecho en su función axiológica instrumental, y el Derecho en su función formal tendiente a
fijar los procedimientos formales para la creación y aplicación de una norma– es viable indicar
que el Derecho es justo.42 Por el contrario, si una norma jurídica no tiene un contenido de los
tres principios indicados con anterioridad –orden, seguridad e igualdad– y no está dotada de un
procedimiento formal que sirvió para su creación, no se puede afirmar que exista justicia en
dicha norma jurídica.

Considerado lo anterior, si una norma jurídica se circunscribe a satisfacer sus propios valores
jurídicos, sin atender a los valores jurídicos superiores que la inspiran, podrá decirse que la
misma está dotada de legalidad, mas no de justicia, dado que estaría traicionando los valores
jurídicos que la infunden. Esto, siempre y cuando haya emanado del órgano competente para
formularla y se haya cumplido con el procedimiento formal para crearla.

Debido a que se hizo alusión en el párrafo anterior al término “legalidad”, cabe hacer mención
que la legalidad brinda al ordenamiento jurídico una obligatoriedad o facultad de coacción de
primera apariencia. De esta forma, si está dotado del elemento formal, se presumirá que es
legal y por lo tanto ejecutable, hasta que se demuestre que contradice los principios y valores
jurídicos que inspiran el Derecho.43 Es tal la suposición de que si es formalmente válida, es legal
y justa, que incluso socialmente, se ha llegado a amparar la creencia que lo prescrito por el
Derecho es justo en sí mismo, sin necesidad de un análisis posterior. Para ese ordenamiento
jurídico específico, la norma continuará vigente y, por tanto, deberá ser obedecida, hasta que se

41
Ibid.,p. 314.
42
Id.
43
Ibid.,p. 315.
22
declare lo contrario, ya sea por medio de su derogación o por declarase inconstitucional al
violentar los principios amparados en la Carta Magna que le sirve de fundamento.

En otras palabras, el Derecho pone a disposición de los valores jurídicos como la equidad,
justicia, igualdad y seguridad jurídica, como primer estándar valorativo del Derecho, dotándolo
de su validez formal, sus técnicas de regulación de la conducta en sociedad. La herramienta más
utilizada para la consecución de esos fines es la coacción44, el uso de la fuerza para facilitar la
convivencia, la paz social y el bien común. Al cumplir con una norma jurídica, de cierta forma
tácitamente se está cumpliendo y aceptando el sistema de valores que justifica dicho
ordenamiento jurídico y al cual el Derecho busca proteger.45 Lo anterior no es ni debe ser
justificación para que ciertos gobernados obedezcan al derecho por el hecho de que está
dotado de coercitividad y por tanto por razones de mera obediencia, aún cuando contradice de
cierta manera sus convicciones morales o religiosas.

Es por esto que la justicia no se agota en la legalidad ni en la ética, sino que se contempla como
el valor supremo a ser protegido por el Derecho. Al cumplirse y protegerse todos los principios y
valores jurídicos, se consigue la realización del valor más grande de ellos: la justicia. Sin
embargo, es ante esta situación precisamente donde cabe preguntarse concretamente qué es la
justicia y en qué casos específicos se puede justificar determinadas conductas atendiendo a la
protección de dicho valor; si la justicia es dar a cada uno lo que le corresponde, lo propio,
entonces cómo se podría definir qué es lo que a cada individuo le corresponde. No es tan fácil
como afirmar que con el hecho de que se cumplan o atiendan a los valores y principios que
inspiran el derecho, entonces ya se estaría dando cumplimiento a la justicia.

Tomando en consideración lo anterior, resulta que la justicia se ve afectada por la historia y por
la cultura, el entorno en que cada persona se desenvuelve. Al volverse una cuestión que
depende del momento histórico y de elementos culturales y sociales, no puede decirse que ni la
justicia ni el Derecho sean absolutos o inmutables.46 La justicia absoluta, si se afirmase que

44
Ibid.,p. 314.
45
Ibid.,p. 316.
46
Ibid., p. 317.
23
existe, no puede ser alcanzada por el ser humano mientras sea ser humano porque su
capacidad racional es limitada y por lo tanto no le es posible atender a las diversas situaciones
de forma totalmente objetiva, porque siempre incluirá en su razonamiento los elementos
subjetivos del caso concreto, las circunstancias específicas. Además, el ser humano siempre guía
su conducta y razonamientos según, como se indicó anteriormente, el momento histórico y las
influencias culturales.

Así entonces, los diversos valores, o su aceptación general y de la moral afecta el tema de la
justicia. El punto de partida para determinar lo que constituye la justicia en cada caso, será la
posición en la que cada persona esté ubicada en el momento de juzgar el caso concreto; no
obstante, esto no se debe confundir con una aceptación generalizada de cualquier posible
postura y su validez por el simple hecho de que para una persona pueda parecer justo o moral.
Esto sería justificar un relativismo a ultranza, el cual se consume en la tolerancia e inhabilita la
toma de decisiones: diciendo que todas las posiciones morales le resultan igualmente válidas,
siendo esto éticamente inaceptable e incoherente con el constante optar que conforma la vida
cotidiana.47

1.3.2 Ley justa e injusta

Según ha sido abordado previamente al buscarse definir las situaciones en las cuales una norma
jurídica está dotada de justicia y las situaciones en que no, así como las corrientes filosóficas
que dan una u otra respuesta, la ley tiene una serie de facetas para llegar a ser considerada ley,
dos de las cuales se podría afirmar son las más importantes: por una parte el contenido,
relacionándose esto con su aspiración al cumplimiento de ciertos principios y valores jurídicos;
en otras palabras, una ley, si injusta, puede ser considerada imperfecta, defectuosa o viciada, es
ley pero injusta.48 Y por otra parte, la segunda faceta es el procedimiento utilizado para su
creación, tomando en consideración que haya sido emitido por el órgano competente para
hacerlo. Este segundo aspecto, es lo que dota a la ley o norma jurídica de coercitividad y

47
Ibid., p. 317.
48
FABRA ZAMORA, Jorge Luis y NÚÑEZ VAQUERO, Álvaro, Enciclopedia de Filosofía y Teoría del Derecho,
UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, México, 2015, Capítulo 1 de TRUJILLO, Isabel, p. 9.
24
obligatoriedad, si no se cumpliera con el procedimiento predeterminado, sin lugar a dudas no
podría hablarse de la existencia de una ley, y mucho menos de su validez.

No debe dejarse de lado, sin embargo, el análisis sobre si el hecho de que la norma jurídica sea
coercitiva y obligatoria, la convierte entonces en una norma justa y por tanto acatable por los
sujetos pasivos de ella, o bien dirigiéndose a una segunda postura, podría preguntarse,
entonces, si no es suficiente el solo hecho del cumplimiento del procedimiento de creación de
una ley para que sea justa y acatable por los ciudadanos, sino que es necesario que acontezcan
otras circunstancias para que esté dotada de justicia y sea, entonces, obligatoria para los
ciudadanos. Una tercer postura, aún más radical, podría ser que aún cuando la norma no llegue
a considerarse justa, por no aspirar a los principios y valores jurídicos que la inspiran, pero sí
habiéndose creado por medio del procedimiento preestablecido para dicha circunstancia,
entonces debe ser obedecida por sus sujetos pasivos, no pudiendo argumentar en ningún
momento, la posible injusticia contenida en dicha norma jurídica, al estar vacía de principios y
valores jurídicos superiores, que debieron haberla inspirado.

Al darse, entonces, situaciones en que la norma jurídica puede perder validez, implicaría que
bajo circunstancias determinadas, el ordenamiento jurídico deja de ser de obligatorio
cumplimiento para los individuos. En palabras de la ya mencionada jurista mexicana, Isabel
Trujillo, “La tesis según la cual a determinadas condiciones de extrema injusticia la ley puede
perder su juridicidad es en realidad una doctrina del iusnaturalismo contemporáneo (la tesis de
Radbruch), que de alguna manera hace ya las cuentas con las críticas del iuspositivismo y con su
exigencia principal: definir el concepto de derecho sin incluir elementos morales (o tesis del
positivismo metodológico).49

Habiendo hecho la anterior acotación, se preguntaría entonces cuándo podría afirmarse que
una ley es justa y cuándo es injusta. ¿Bastará con que se cumpla con el procedimiento
correspondiente para que una norma jurídica o una ley sean consideradas justas? ¿Es necesario,
en cambio, que además de cumplir con el procedimiento legal, para que una norma jurídica se

49
FABRA ZAMORA, Jorge Luis y NÚÑEZ VAQUERO, Álvaro, Op. Cit. p. 10.
25
considere justa, atienda y contenga protección de una serie de valores y principios jurídicos, que
además son socialmente aceptados?

Para responder las anteriores preguntas, se han formulado en el mundo jurídico dos posturas
opuestas que tratan de abarcar el tema y plantear las posibles posturas que sirvan de base para
la comprensión de la ley justa o de la ley injusta. Dichas corrientes serán tratadas a
continuación, siempre teniendo en mente lo que Mario Álvarez señaló sobre la justicia al
expresar: “La justicia no se consume ni en la legalidad ni en la ética, viene a ser la realización
jurídica, por tanto práctica, de los valores superiores a los que el Derecho sirve en sociedad.”50
Se examinará, entonces, desde qué punto de vista el Derecho puede considerarse obligatorio
para todos los individuos, debiendo ser obedecido, y en qué momento, si posible en absoluto,
puede dejar de ser obedecido.

1.3.3 La Obediencia del Derecho

Para abordar el problema de la obediencia del Derecho, la primera pregunta que debiese
realizarse es si se está obligado moralmente a obedecer el Derecho. Se entra aquí a discutir
entonces una problemática que torna más política, debido a que al formar todos los ciudadanos
parte de una comunidad política51, se crea la responsabilidad de obrar en forma que se
mantenga la armonía en dicha comunidad, razón precisa por la cual existe el ordenamiento
jurídico en primer lugar.

Se sitúa, como se indicó con anterioridad, la obediencia del Derecho dentro de las obligaciones
políticas, por lo cual se debe determinar el fundamento último que justifica nuestro
comportamiento frente a disposiciones emitidas por los órganos estatales. Consecuentemente,
se podrá determinar cuál es, si existe, la conducta ético político que deberá cumplir el
ciudadano.52De lo anterior, puede surgir la pregunta sobre si, por el hecho de que exista un
ordenamiento jurídico como uno de los elementos de una sociedad, todo individuo que forma

50
ÀLVAREZ, Mario, Op. Cit., p. 363.
51
Ibid., p. 375.
52
Ibid. p. 376.
26
parte ella está obligado o no su cumplimiento, sin entrar a efectuar análisis alguno sobre su
contenido, si éste es moral o no, o incluso sobre su justicia o injusticia. A este respecto, Eusebio
Fernández expresa: “Tratar acerca de la obligación política y de la obligación moral de obedecer
al Derecho justo es también conectar, hasta donde sea posible y necesario, la moral y el
Derecho, la ética y la política, la legalidad y la legitimidad justa, al hombre virtuoso con el
ciudadano justo. Es, al fin y al cabo, preguntarse por la naturaleza de la ética y más
concretamente de la ética jurídica.”53 No puede, por tanto, desligarse la existencia, validez y
justicia de una norma jurídica, de su contenido valorativo y moral existente o carente en ella.

1.3.4 La Desobediencia del Derecho

El ser humano puede optar por distintas actitudes frente a la obligatoriedad del ordenamiento
jurídico; por un lado puede, decidir obedecer el derecho o desobedecerlo. Las actitudes que
implican desobedecer el ordenamiento jurídico pueden verse reflejadas de dos formas: de
forma pacífica y de forma rebelde o revolucionaria, lo cual incluso puede llegar a ser de manera
violenta. Dentro de las formas rebeldes se puede encontrar la rebeldía o revolución, y dentro de
las formas pacíficas se puede descubrir la desobediencia civil y la objeción de conciencia.

El primer extremo, entonces, puede reflejarse mediante la acción revolucionaria en donde el


actor de dicha conducta considera que la norma contra la cual se está oponiendo es
moralmente injusta y por tanto no se ve obligado a acatarla. En esta figura, el que la ejecuta
busca lograr un cambio en el sistema político o legal, pero lo lleva a cabo de dos formas: con
medios violentos o sangrientos, y por otro lado de formas asistemáticas o inconstitucionales.54

Por otra parte, en el extremo opuesto, se encuentra una actitud de sumisión total, en donde los
gobernados no muestran ningún tipo de oposición ni de cuestionamiento55 de las normas
jurídicas que están, en principio, obligados a acatar. En este segundo extremo, puede suceder

53
FERNÁNDEZ, E. Estudios de Ética Jurídica, Debate, Madrid, España, 1990, p. 111, citado por ÁLVAREZ,
Op. Cit. P. 376.
54
MALEM SEÑA, J. Concepto y Justificación de la Desobediencia Civil, Ariel, Barcelona, España, 1988, p.
47‐48.
55
ÁLVAREZ, Juan, Op. Cit. p. 377.
27
que la norma jurídica en cuestión pudiese llegarse a considerar injusta, pero los ciudadanos en
ningún momento osan ni siquiera en dudar su legitimidad o justicia.

Como se indicó precedentemente, dentro de las formas pacíficas de oponerse a la obediencia


del Derecho por considerar la existencia de contenido inmoral, injusto o éticamente incorrecto,
está la desobediencia civil y la objeción de conciencia. Podría afirmarse que estas conductas se
encuentran dentro de un punto medio entre la acción revolucionara –actitud violenta– y la
sumisión total –actitud totalmente pasiva, mas no necesariamente pacífica–. En doctrina
jurídica, se ha concluido que las conductas medias para desobedecer el Derecho son actitudes
ético‐políticas aceptables para ser asumidas frente a mandatos de índole legal56 que puedan
transgredir o confrontar su contenido ético o moral, y por tanto, de las personas obligadas a su
cumplimiento.

A continuación se procederá a dar una definición de las dos formas pacíficas de incumplimiento
de los mandatos legales. Por una parte, para John Rawls, “la desobediencia civil es el acto ilegal
público, no violento, de conciencia pero de carácter político, realizado habitualmente con el fin
de provocar un cambio en la legislación o en la política gubernativa.”57 Diferente a la acción
revolucionaria en donde se recurre a las armas o la violencia para la consecución del cambio
político o jurídico deseado y se realiza por medios inconstitucionales, en la desobediencia civil
se encuentra una inconformidad con una norma o con el sistema jurídico en sí, buscándose así
un cambio, pero de manera pacífica y por medios constitucionales o sistemáticos. Según ha
expresado Rawls en su libro Teoría de la Desobediencia Civil: “Quienes recurren a la
desobediencia civil para protestar contra leyes injustas no están dispuestos a desistir si los
tribunales se manifiestan en desacuerdo con ellos (…)”, sin embargo, de acuerdo con Mario
Álvarez, sí están dispuestos a sufrir las consecuencias legales de la infracción a la ley, debido a

56
Ibid, p. 377.
57
RAWLS, J. Teoría de la Desobediencia Civil, Fondo de Cultura Económica, México 1978, p. 171, citado
por Álvarez, p. 377.
28
que han jurado fidelidad al ordenamiento jurídico en conjunto, apelando a la justicia como valor
superior que inspira la norma jurídica, y no exclusivamente su legalidad.58

Por su parte, objeción de conciencia implica “el incumplimiento de un precepto legal o


administrativo más o menos categórico que suele argüir razones religiosas o de moral crítica o
individual, es decir, razones de conciencia, para no obedecer el Derecho.”59De esta definición se
puede extraer que no se invocan, en la objeción de conciencia, razones relacionadas con
convicciones comunitarias o sociales, sino más bien haciendo hincapié en las convicciones
morales individuales del sujeto pasivo de la norma jurídica. En este caso, el individuo considera
que el precepto legal cuestionado se contrapone, o incluso, violenta sus principios morales y / o
religiosos. Oponerse a la obediencia de un mandato legal, arguyendo objeción de conciencia,
muchas veces es aplicado por determinados individuos con la finalidad de escuchar o satisfacer
la conciencia que tiene, como persona virtuosa que cree ser.

El análisis efectuado en este capítulo sirve como punto de partida para comprender que la ley
por el solo hecho de ser ley, no es suficiente para que se considere de obligatorio cumplimiento
para todos los casos. Según la postura que se adopte, podría sostenerse la idea de que no todo
aquello que se denomine norma jurídica o ley es, por tanto, justo y coercitivo, sino que depende
también de que su creación se fundamente en principios y valores que buscarán, finalmente, la
consecución de la verdadera justicia, como el valor máximo que inspira el Derecho.

En el capítulo subsiguiente, se entrará a profundizar en el análisis de lo que es la conciencia


humana, y consecuentemente, de la objeción de conciencia como figura jurídica adoptada
doctrinariamente, en principio, pero posteriormente también en jurisprudencia y en legislación.
Adicionalmente, se estudiará la ética y su posible vinculación con la conciencia humana.

58
ÁLVAREZ, Op. Cit. p. 378.
59
RAWLS, J. Op. Cit., citado por ÁLVAREZ, M. Op. Cit.
29
Capítulo II

La objeción de conciencia, antecedentes y fundamento jurídico

2.1. Conciencia

Para poder hablar de lo que es la conciencia, es necesario primero definir de dónde viene este
concepto. Proviene del latín conscientia, que quiere decir “conocimiento compartido”, y de cum
scientĭa, “con conocimiento” se define, en términos generales, como el conocimiento que un ser
tiene de sí mismo y de su entorno. Conciencia se refiere al saber de sí mismo, al conocimiento
que el humano tiene de su propia existencia, estados o actos. También puede referirse a la
moral o a la recepción normal de los estímulos del interior y el exterior. El diccionario de la Real
Academia Española define la conciencia como “El conocimiento del bien y el mal que permite a
la persona enjuiciar moralmente la realidad y los actos, especialmente los propios.”60 Y en otro
apartado lo define como “conocimiento espontáneo y más o menos vago de una realidad.”61 Se
puede definir también como “un juicio o dictamen práctico, que califica la bondad o la malicia
de un acto hecho o por hacer.”62

De esta forma, la conciencia se define desde tres perspectivas distintas:

1. La perspectiva psicológica: esto conlleva la percepción o idea que un sujeto pueda tener de
un objeto, situación o bien de sí mismo, y por ende, las características que dicho individuo
le atribuye a la respectiva situación, objeto, sujeto o, incluso a sí mismo. Es una forma de
reconocimiento de la realidad y de sus circunstancias propias. Desde esta perspectiva, la
psicología se ha inclinado por afirmar que es a partir de los 7 años de edad cuando la
persona comienza a desarrollar una conciencia o un conocimiento racional de las
realidades. A partir de esta edad, el niño ya es capaz de no confundir su propio punto de

60
Diccionario de la Real Academia, disponible en http://dle.rae.es/?id=A8k1FxD, consultado el 27 de
abril de 2017.
61
V. Op. Cit. Diccionario de la Real Academia Española.
62
GÓMEZ PÉREZ, R. Deontología Jurídica, Editorial Eunsa, España, 2006, p. 211.
31
vista con el del resto de personas, sino que disasocia estos últimos para coordinarlos.63 La
afectividad de los 7 a los 12 años conlleva una aparición de nuevos sentimientos morales y
de una especie de organización de la voluntad; empieza el niño a formar una relación
bilateral de moral y respeto, no solo hacia sus padres, sino hacia su entorno en general.
Pero este respeto mutuo conduce a nuevas formas de sentimientos morales, distintas de la
obediencia inicial; por ejemplo, surge un sentimiento de obediencia hacia las reglas. Para
estos, como para el resto de seres humanos, las reglas auténticas son eternas, es decir, “no
emanan de los niños: son los “papás” o los “señores del municipio”, los “primeros
hombres” o Dios, quienes han impuesto las reglas.”64 Esto, que al principio para el niño son
solamente normas de conducta (morales o sociales), posteriormente se convierten en las
normas jurídicas, aquellas a las que está obligado a aceptar, pero por ser parte de un
ordenamiento jurídico, cuya principal característica es la coercitividad de dichas normas.

Como se indicó con anterioridad, la conciencia implica un conocimiento de la realidad y de


las percepciones. “Es un término general que se refiere a la conciencia y al pensamiento, al
igual que a actos mentales específicos como percibir, atender, interpretar, recordar, creer,
anticipar.”65 Esta conciencia y pensamiento resulta en la efectuación de actos mentales y
físicos, que van, en principio, de conformidad con lo dictado con la conciencia, con la
finalidad de arribar a un estado de tranquilidad frente al actuar de conformidad con lo que
se conoce, lo que se entiende como bien o como mal, y las consecuencias previstas, así
como las no previstas. Se puede dar, entonces, la situación de enfrentamiento entre los
dictados de la conciencia y los dictados de la autoridad, quedando, finalmente, a
disposición del individuo en cada caso concreto la decisión de inclinación por la una o la
otra postura.

Finalmente, con la conciencia está relacionada la voluntad, ya que una vez se tiene
conocimiento de la realidad, del deber ser y de lo justo e injusto, se puede proceder a

63
PIAGET, J., Seis Estudios de Psicología, Editorial Labor, S.A., Colombia, 1995, p. 53.
64
PIAGET, J., Op. Cit. p. 76.
65
LARSEN, R., y BUSS, D., Psicología de la Personalidad, Editorial McGraw Hill, 2 edición, México, 2005, p.
377.
32
ejercer la voluntad, inclinándola hacia un camino o uno alterno. “La voluntad es, por tanto,
el auténtico equivalente afectivo de las operaciones de la razón.”66

2. La perspectiva gnoseológico‐metafísico: para entender esta perspectiva, se debe tener en


cuenta que la gnoseología es la rama de la filosofía que estudia el origen, naturaleza y
límites del conocimiento humano. En otras palabras, la gnoseología es la teoría general del
conocimiento, analizando la relación existente entre el sujeto y el objeto o situación que
conoce, es decir, esta rama de la filosofía estudia la forma, origen, naturaleza y razón de ser
de la relación entre el sujeto y el objeto externo. Por otra parte, la metafísica es la rama de
la filosofía que no solo estudia la realidad y la naturaleza, sino también estudia aquellos
aspectos de la realidad que no son accesibles ni comprobables científicamente, son
inmateriales, es decir, se basa en un estudio de la realidad abstracta, aquella que no es
comprobable, pero que existe.

3. La perspectiva moral o ética: desde esta perspectiva, el ser humano reconoce el contenido
moral o inmoral de los objetos, circunstancias, personas o de sí mismo; aprende a
diferenciar lo justo de lo injusto, lo correcto de lo incorrecto y lo moral de lo inmoral.
Consecuentemente, al tener conocimiento de lo que está bien y mal, el humano desarrolla
una tendencia a elegir entre uno y otro y asumir las consecuencias de dicha elección. Una
de esas consecuencias es el sentimiento que conlleva la toma de una decisión de ese tipo.
Lo anterior debido a que la moral es tan connatural al ser humano, como la propia
naturaleza misma, es tan natural al ser humano, como lo es la necesidad de alimentos,
sueño, etc. Una vez que se desarrolla la conciencia moral, es difícil para el humano
deshacerse de ella, sin acarrear consigo sentimientos de culpa.

En cuanto a moral, se puede afirmar que la regla subjetiva de conducta es la conciencia


verdadera y la invenciblemente errónea. Con esta segunda categoría, se muestra que aún
estando en yerro, se continúa con la convicción de tener el conocimiento de lo verdadero o
de carecer de los medios para refutar la teoría que se tenga en cada caso determinado. Lo

66
Ibid, p. 79.
33
que sucede en esta segunda es que, en tanto y en cuanto el error no sea comprobado o
desechado, lo correcto es rechazar la teoría en cuestión, únicamente mientras se llega a
salir de la duda, de lo contrario se estaría actuando contrario a la conciencia.67 Actuar
contra la conciencia, finalmente, resultaría en posibles sentimientos de insatisfacción, ya
sea internos o externos. Con estos segundos, se hace referencia especialmente a la
percepción que se pueda llegar a generar socialmente frente a la comisión de actos que,
aparente o realmente, puedan encontrarse en confrontación con los dictados de la razón y
de la conciencia, teniendo como base la moral.

Habiendo hecho las aclaraciones anteriores, el concepto de objeción de conciencia tiene su


fundamento en el hecho que el individuo tiene arraizado en sí mismo el conocimiento profundo
de las realidades, de sus creencias, de lo que presupone está bien o mal y de la diferencia entre
lo que es justo y lo que no es justo. Derivado de este conocimiento de las cosas y realidades, el
ser humano busca constantemente estar en paz con su conciencia, en otras palabras, actuar
conforme le es dictado por su conciencia. Es por esto que, cuando una persona se ve obligada o
forzada a actuar en contra de lo indicado por la conciencia, o bien, aún siéndolo de forma
voluntaria, pero igualmente en contra, dicha acción puede ir seguida de sentimientos de
culpabilidad. Sin embargo, no es únicamente por la posibilidad de un sentimiento posterior, el
que una persona actúe conforme su moral, principios, y en general, su conciencia, sino más bien
por tener la firme convicción de rectitud de acción e intención. La necesidad humana de
obedecer los juicios de la conciencia, no se circunscribe a un sentimiento de miedo, sino a una
convicción de actuar conforme a las rectas y honorables intenciones y mandatos de la
conciencia.

67
HERVADA XIBERTA, Javier, Libertad de conciencia y error sobre la moralidad de una terapéutica,
Artículo ubicado en Persona y Derecho: Revista de fundamentación de las Instituciones Jurídicas y de
Derechos Humanos, Universidad de Navarra. España. 1984. P. 18, disponible en:
http://dadun.unav.edu/handle/10171/12442, consultado el 20 de abril de 2017.

34
2.2. Objeción de conciencia

La objeción de conciencia es hoy en día reconocida en los principales pactos y declaraciones de


derechos humanos como un derecho contenido dentro de la libertad de pensamiento,
conciencia y religión.68 Todo individuo tiene derecho a libertad de pensamiento, conciencia y
religión, y de tal manera ha sido dispuesto en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos de 196669 En tal puede observarse que no se hace diferenciación en los tres derechos
ahí contemplados. Sin embargo, a lo largo de la historia de dicho derecho, se ha realizado una
diferenciación, a la cual se abordará más adelante. A manera de ejemplo, se puede hacer
referencia al Pacto de San José de Costa Rica de 1969, en donde se engloban en uno solo el
derecho de conciencia y religión, y en un apartado distinto se protege la libertad de
pensamiento.70

A continuación se indicará una serie de definiciones de la objeción de conciencia.

"La objeción de conciencia, es definida por Vendi como 'la resistencia a obedecer un
impera vo jurídico invocando la existencia de un dictamen de conciencia que impide sujetarse al
comportamiento prescrito”.71

Asimismo, tratadistas como Hernán Or z, definen la objeción de conciencia como:


“un acto individual, privado, no violento, de fidelidad a unos principios morales del fuero
interno, no pretende el cambio ni la modificación de una ley, aquí no cabe la actuación colec va,
ni el actuar en nombre de un tercero, salvo que sea a través de un representante legal.”72

68
LONDOÑO LÁZARO, M.C. y ACOSTA LÓPEZ, J. I., La Protección Internacional de la Objeción de
Conciencia: análisis comparado entre sistemas de derechos humanos y perspectivas en el sistema
interamericano, Anuario Colombiano de Derecho Internacional, Bogotá, Colombia, 2016, p. 233‐272,
disponible en: https://revistas.urosario.edu.co/index.php/acdi/article/viewFile/4497/3227, consultado
el 22 de abril de 20177. p. 235
69
v. Arts. 18 y 19, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, 1966.
70
V. Art. 12 y 13, Pacto de San José de Costa Rica, 1969.
71
SUAREZ PERTIERRA, Gustavo, La objeción de conciencia al servicio militar en España, en "Anuario de
Derechos Humanos”, Instituto de Derechos Humanos, Facultad de Derecho, Universidad Complutense,
Madrid, España, 1990. Pág. 251.

35
Se define el derecho de objeción de conciencia, en palabras de Javier Hervada, “la conciencia es
el dictamen de lo que moralmente puede hacerse u omitirse en una situación concreta en la
que se encuentra el hombre (…) No consiste en enunciados generales, sino en el juicio respecto
de la conducta concreta que el sujeto está en trance de realizar, que se manifiesta en
satisfacción o remordimiento.”73 Este derecho se fundamenta en la libertad de expresión y en la
libertad de religión, que es el punto central de este trabajo, aduciendo que es común a todo ser
humano el deseo de hacer ver sus consideraciones morales y éticas, especialmente respecto de
aquellas imposiciones que lo obliguen, en principio, a actuar de determinada manera.

El autor Muñoz Priego afirma al respecto: “Por objeción de conciencia se entiende la actitud de
quien se niega a obedecer una orden de la autoridad o un mandato legal invocando la
existencia, en su fuero interno, de una contradicción entre el deber moral y el deber jurídico, a
causa de una norma que le impide asumir el comportamiento prescrito.”74 Se alude, por tanto, a
razones morales o religiosas, por lo común, que el individuo que las invoca no puede dejar de
considerar, por las razones expuestas en el apartado que estudia la conciencia en este trabajo.
El derecho de objeción de conciencia se basa, no solamente en cuestiones morales, éticas o
religiosas, sino también puede tener como fundamento convicciones filosóficas, humanitarias o
políticas. Este trabajo, no obstante, se basa en la idea de la objeción de conciencia como una
forma de garantizar la libertad religiosa de los individuos.

No se debe dejar de lado, sin embargo, el hecho de que el ejercicio del derecho de objeción de
conciencia implica que, si bien se objeta el cumplimiento de determinada norma jurídica, se
sustituye este incumplimiento por el cumplimiento de un deber legal que sustituye el mandato

72
ORTIZ RIVAS, Hernán, Obediencia al Derecho, Desobediencia civil y Objeción de Conciencia, Ediciones
Liberia la Cons tución, 1era edición, 1945.
73
HERVADA, J., Op. Cit., citado por José Javier Juárez Barillas en la tesis “El Derecho de la Objeción de
Conciencia ante la Ley de Acceso Universal y Equitativo de Servicios de Planificación Familiar y su
Integración en el Programa Nacional de Salud Reproductiva, Decreto 87‐2005”, Universidad del Istmo de
Guatemala, tesis para obtener el título de Abogado y Notario y el grado de Licenciado en Ciencias
Jurídicas y Sociales, Guatemala, 2013, p. 28.
74
MUÑOZ PRIEGO, Blas Jesús, La Objeción de Conciencia, 2010, disponible en http://www.
bioeticacs.org/iceb/seleccion_temas/objecionConciencia/La_Objecion_de_Conciencia.pdf, consultado el
7 de mayo de 2017.
36
original requerido.75 Se presentan entonces, alternativas al cumplimiento de la norma, las
cuales deben estar determinadas por el legislador o por el juez en cada caso concreto. Es así
como, según se estudiará más adelante, el derecho de objeción de conciencia implica también
una serie de límites que deben ser tomados en cuenta, para que no se considere solamente un
acto de rebeldía, sin contrapeso alguno.

Principalmente, para abordar el tema de la objeción de conciencia es indispensable


cuestionarse sobre la legitimidad y límites de ejercer el derecho de objeción de conciencia, para
que deje de ser una situación meramente subjetiva y se convierta en una situación objetiva y
comprobable. La cuestión, por tanto, reside en determinar si cierta conducta humana, que por
errónea resulta dañosa, está o no está protegida por la libertad religiosa o de conciencia,
pudiéndose en ese caso objetar de conciencia y, en consecuencia, si es o no punible por las
autoridades competentes, impuestas por el ordenamiento jurídico.76

El derecho de objeción de conciencia no es solamente un asunto interno y moral, sino que


implica una relación entre un individuo y una circunstancia externa, que lo obliga a proteger o
poner de manifiesto sus principios naturales, moral, o religión frente a una norma jurídica que
se contrapone a los mismos. “Las libertades de pensamiento, de religión y de conciencia
constituyen el núcleo fundamental de la libertad cívica, en lo que atañe al desarrollo del mundo
del espíritu propio de la persona humana.”77 Debido a que no se trata de cuestiones meramente
subjetivas o internas del sujeto en cada caso determinado, sino que forman parte de todo un
andamiaje de libertad cívica, deben, en todo caso, fijarse parámetros objetivos para determinar
cuánto se está frente a una situación de posible contraposición con la conciencia, acarreando
consecuentemente el ejercicio de la objeción de conciencia.

2.2.1. Algunos antecedentes de la objeción de conciencia

El derecho de objeción de conciencia, podría afirmarse, es tan antiguo como la existencia del ser
humano y del Estado como organización social para el mantenimiento del orden en sociedad.

75
MORA RESTREPO, Op. Cit. P. 259.
76
HervadaXiberta, Javier. Op. Cit. P. 20.
77
HervadaXiberta, Javier, Id.
37
Por ejemplo, en el año 167 a.C. Antíoco IV Epifanes de Siria, revocó los privilegios jurídico –
religiosos anteriormente otorgados a los judíos, mediante la implementación de políticas que
profanaron determinadas prácticas judías y de la Ley Mosaica. Con ocasión de dichas políticas,
los judíos de la época opusieron resistencia y esto dio lugar a la primera persecución religiosa
que enfrentaron. Eleazar, maestro de la ley judía, fue detenido y posteriormente pretendían
forzarlo a comer alimento prohibido, por lo que lo escupió y se dirigió al lugar del suplicio
prefiriendo morir al rechazar lo que no estaba permi do, cons tuyendo así una de los primeras
manifestaciones históricas de objeción de conciencia en la en el mundo, puesto que objetar se
consideraba en esos días, como una oposición,78

Del derecho de objeción de conciencia como se conoce en la actualidad, surgió la primera figura
respecto de la prestación del servicio militar. En tiempos de antaño, y en la actualidad aún en
algunos países, existe como mandato legal la prestación del servicio militar obligatoria para los
hombres de determinada edad. Esto ha ocasionado mucha controversia, específicamente con
relación a aquellos individuos que sostienen y defienden una religión, ética, moral u otras
formas de normas sociales, de convivencia o de conciencia, que no les permite efectuar ciertas
ac tudes que son parte inherente del servicio militar. Por ejemplo, en el año 200 d.C., Marcelo
Taraco y Maximiliano, már res cris anos, hicieron uso de la objeción de conciencia al servicio
militar ante el gobernador de Sicilia, argumentando que la religión cris ana les impedía seguir
cumpliendo con sus deberes militares79, por lo que no podían ignorar los mandatos de su
religión y, consecuentemente, de su conciencia.

Un caso que atrajo fuertemente la atención en el mundo, fue el caso Clay v. Estados Unidos,
ocurrido a principios de los años setentas en Estados Unidos y que trató sobre la negación al
ejercicio del derecho de objeción de conciencia al servicio militar por parte de Cassius Clay,

78
MATEUS MANCILLA, July Alejandra y VELASO PARRA, Javier Ricardo, La Objeción de Conciencia como
Derecho Constitucional Consagrado en la Legislación Colombiana y Su Estudio en el Derecho Comparado,
Universidad Industrial de Santander, Facultad de Ciencias Humanas, Escuela Política de Derecho y
Ciencia Política Bucaramanga, trabajo presentado para optar al título de Abogado, Colombia, p. 41,
disponible en http://repositorio.uis.edu.co/jspui/bitstream/123456789/8115/2/133936.pdf, consultado
el 10 de mayo de 2017.
79
MATEUS MANCILLA, July Alejandra y VELASO PARRA, Javier Ricardo, Op. Cit., p. 42.
38
también conocido como Muhammed Ali, situación que fue conocida primeramente por la Corte
Distrital de Texas hasta llegar finalmente al conocimiento de la Corte Suprema de Justicia. Dicha
Corte resolvió, por unanimidad, que la decisión de la denegación de clasificar a Muhammed Ali
como objetor de conciencia al servicio militar debía ser revocada, ya que en las instancias
previas al denegarse el permiso como objeto de conciencia no se había demostrado ni razonado
el fundamento legal para su denegación, y que la normativa alegada como fundamento legal
para clasificar como objetor de conciencia, por parte del actor, era constitucional.80 En otras
palabras, la sentencia fue unánime al ordenarse la revocación de la decisión inicial, pero la Corte
no entró a conocer a fondo las razones e interpretación jurídica respecto del derecho de
objeción de conciencia al servicio militar.

La objeción de conciencia al servicio militar fue reconocida por primera vez en las Cons tuciones
de Holanda (1922), R. F. A (1968), Portugal (1976), España (1978). En otros países su
reconocimiento se hizo por la vía de la legislación ordinaria, como en Suecia (1902), Gran
Bretaña (1916), Noruega (1922), Dinamarca (1933), Austria (1955), Luxemburgo (1953), Francia
(1953), Bélgica (1964), Italia (1970) y en Finlandia (1959).81 Esto es respuesta al necesario
resguardo de cuestiones como la libertad religiosa, constituyendo uno de los principales
fundamentos del derecho que en este trabajo se estudia.

Se describirán a continuación dos casos, uno real y otro mitológico, que revelan, para algunos
más que para otros, la importancia y esencialidad del derecho de objeción de conciencia.
Importante para analizarlos será recordar el papel fundamental que juega la religión y la moral
en la vida de las personas, estando tan arraigadas a la persona humana, que no fácilmente
podrá desprenderse de ellas.

80
Clay vs. United States (n.d.) Oyez, consultada en diciembre de 2017, disponible en
https://www.oyez.org/cases/1970/783.
81
RAMOS MORENTE, Miguel, Guía de la objeción de conciencia, Málaga, Ayuntamiento y Diputación
Provincial, 1990, pp. 113 y 114.
39
2.2.2.1. La Flor de Mayo

Como ejemplo, se realiza una breve descripción del caso Mayflowerpara conocer uno de los
antecedentes del derecho de objeción de conciencia y la necesidad latente de su protección. Si
bien este pasaje de la historia americana no llega a abarcar más de un par de páginas en los
libros de los Estados unidos de América, algunos autores han llegado a considerar que las
acciones tomadas por los Peregrinos de la Flor de Mayo (Mayfloweren inglés) llegan a
asemejarla con la historia de Juan sin Tierra en Inglaterra, la cual dio paso a la primera Carta
Magna en una sociedad organizada.82

En 1607, una pequeña comunidad de cristianos se vio obligada a ejercer de manera secreta sus
prácticas religiosas por causa de persecuciones que buscaban a la uniformidad de creencia
religiosa de su propio monarca: Jacobo I; ante varias acusaciones y persecuciones de todo tipo –
las cuales, incluso, culminaron con la muerte y encarcelamiento de muchos religiosos‐, los
cristianos decidieron emigrar hacia los Países Bajos. 83 Incluso allí, en los Países Bajos, la
persecución de Jacobo I alcanzó a los peregrinos; pero esa persecución no era por concebir que
las acciones de los religiosos fuese en contra de la sangre real de Jacobo I, sino en contra de la
ideología del Estado y de sus convicciones.84

Aunque las razones eran completamente válidas y lo suficientemente fuertes como para
abandonar aquella empresa y callar ante la atrocidades cometidas por Jacobo I, los peregrinos
decidieron salir hacia tierras inhóspitas impulsados por una sola motivación: no tener miedo,85
vivir en libertad y la posibilidad de practicar sus ideales y creencias, según fuere impulsado por
sus conciencias. Es precisamente esa falta de miedo lo que a lo largo de la historia de la
humanidad ha sido la inspiración de muchos grupos para luchar por sus ideales y cuestionar las
del Estado. Son estas actitudes de firmeza y reciedumbre en las que se pone en evidencia esa

82
AGESTA, L. Curso de derecho constitucional comparado, Universidad Complutense, Madrid, 1988, 7da
edición, p. 172, citado por MORA‐RESTREPO, Gabriel, Objeción de Conciencia, Estudio Socio – Jurídico,
Bogotá, Colombia, 2011, p. 252
83
BRADFORD, W., Of Plymoth Plantation, citadopor MORA‐RESTREPO, p. 252
84
Ibid, p. 253.
85
Id.
40
convicción de obrar por algo más que lo que la ley positiva y el monarca de turno estipula,
creando modelos comunes que fijan parámetros de la actitud a asumir un objetor –como los
peregrinos en este caso‐ ante los casos más graves de violación de derechos.86

2.2.2.2. La Tragedia de Antígona

Otro de los casos que sirven de antecedente de la objeción de conciencia, aunque mitológico,
pero tomando en cuenta que la mitología siempre encuentra sus fundamentos en realidades
objetivas, es La Tragedia de Antígona.

La actitud de Antígona es contraria a la ley promulgada por Creonte, le parece injusta y


desvalorizada; y considera un deber sagrado, por encima de las leyes de los hombres, el dar
sepultura a su hermano muerto. El Decreto promulgado por Creonte daba prohibición expresa a
este hecho, ya que aquellos quienes no habían muerto como héroes, sino como traidores de la
ciudad, eran vetados de su derecho a tener un entierro digno. Antígona, por otro lado,
considera que es su deber de acuerdo con las leyes sagradas de los Dioses, enterrar dignamente
a su hermano, debido a que para los griegos era un deber ineludible enterrar a los muertos, ya
que las almas de los que no recibían sepultura ni rito funerario alguno, estaban condenadas a
vagar eternamente y a perseguir a sus parientes por haber descuidado el cumplimiento de los
preceptos religiosos con los difuntos. Por eso decide intentar enterrar a su hermano, pese a que
su hermana Ismene le aconseja que no lo haga, por temor a que el peso de la ley caiga sobre
ella.87

“He creído que tus decretos, como mortal que eres, puedan tener primacía sobre las leyes no
escritas, inmutables de los dioses. No son de hoy ni ayer esas leyes; existen desde siempre y
nadie sabe a qué tiempos se remontan.” (Antígona dirigiéndose a Creonte).88

86
Ibid p.254
87
SÓFOCLES, Antígona, Pehuén Editores, Chile, 2001, disponible en
http://assets.una.edu.ar/files/file/artes‐dramaticas/2016/2016‐ad‐una‐cino‐antigona‐sofocles.pdf,
consultado el 6 de mayo de 2017.
88
SÓFOCLES, Op. Cit., p. 12.
41
Los guardias sorprenden a Antígona enterrando el cuerpo de Polinices, la apresan y la llevan
ante Creonte que castiga esta desobediencia con la pena de muerte.89 Antígona es llevada a una
cueva y encerrada allí hasta el día de su muerte. Hemón, hijo de Creonte y prometido de
Antígona, suplica a su padre que le perdone la vida a Antígona, pero Creonte se niega. Hemón
visita a Antígona, quien se ha suicidado. Hemón también se suicida junto al cuerpo de su
prometida, antes de que Creonte pueda evitarlo. En palacio, la mujer de Creonte y madre de
Hemón, Eurídice, se entera por un mensajero del suicidio de su hijo y ella mismo se suicida. La
tragedia termina con el lamento de Creonte, que se considera responsable de las muertes de su
mujer y de su hijo.90

Cabe mencionar que el Decreto de Creonte no se regía de acuerdo con la voluntad de los
Dioses, sino que era conformado según su leal saber y entender. El mismo pueblo de Tebas no
estaba de acuerdo con los mandatos de Creonte, pero guardaban silencio y obedecían por
temor a él y a las posibles consecuencias que podrían atribuírseles por su desobediencia. En
este mismo orden de ideas, cabe mencionar que para Pericles, “la ley de un rey que no es
aceptada por el pueblo, no tiene carácter de ley.”

A Creonte se le culpa también de abuso de autoridad, el cual ya era tipificado como un delito,
cuya pena estaba también preestablecida, por lo que era ley positiva. Se argumentó que
Creonte hacía su propia voluntad difundiendo temor entre la población. De esto era testigo
Antígona, que en la parte conducente de la novela expresa que “los tiranos cuentan entre sus
ventajas la de poder hacer y decir lo quieren(…)”91

En la “Tragedia Antígona”, puede observarse la existencia concurrente de dos tipos de leyes: la


ley natural de los dioses, una ley eterna que siempre ha existido; y, por otro lado, la ley positiva
que se traduce en el Decreto de Creonte. Esta ley es creada por el hombre y, según
determinadas doctrinas como la iusnaturalista, debe concordar con la voluntad propia de los
dioses. En este caso concreto, el Decreto de Creonte sobrepasaba los excesos y versaba

89
SÓFOCLES, Antígona, Longseller, Buenos Aires, Argentina, 2007 Pág. 62
90
Ibid., Pehuén Editores, p. 15 y ss.
91
Ibid., Pehuén Editores, p. 13.
42
totalmente en contra de lo dispuesto por los Dioses, según eran las creencias del pueblo griego
en esos momentos. De hecho, se considera que a Creonte, puede imputársele la Hybris, que era
el pecado en el que caían las víctimas del ego exagerado que nublaba su visión y los volvía
prepotentes y déspotas hacia los dioses, al punto de desobedecer el orden que habían dado al
universo o sobrepasar los excesos. Inclusive, dentro de la tradición griega, se tenía la creencia
de que, si bien el Rey era delegado por los Dioses, no siempre actuaba de conformidad con lo
dispuesto por ellos; sus Decretos podían versar o no, en el mismo orden de ideas de la voluntad
de los Dioses, por lo que en ocasiones, el propio rey podía desobedecer a los Dioses e ir en
contra de su voluntad por medio de la imposición de leyes que fueran en contra de este legado.
Para Antígona en este caso, la ley natural tuvo prevalencia sobre la ley positiva puesto que la
primera debiere sentar las bases para el contenido de la segunda.

En el juicio a Antígona y Creonte ante el coro de ancianos, a Antígona se le declaró inocente de


todos los delitos imputados (desobediencia del mandato del rey, blasfemia, herejía) por los
argumentos presentados. Se encontró a Creonte responsable de abuso de autoridad y de ir en
contra de la voluntad de los Dioses92o de las leyes divinas.

Estas historias se fundamentan en la creencia de algunos firmes de convicción que creen:


“Porque mis convicciones son buenas, desobedezco. Porque existe un bien más alto y un
derecho no necesariamente escrito, de mayor vigencia que los decretos de un hombre que los
viola.” 93 El individuo conoce las posibles contingencias de desobedecer la imposición del
soberano, pero aún así decide desobedecerla para obedecer los dictados de su conciencia, al
amparo de la existencia de un bien mayor. En otras palabras, aquel que actúa conforme su
conciencia le ordena, asume el riesgo de las consecuencias jurídicas o legales derivadas de la
objeción, pero guarda tranquilidad con su interior. Podría decirse que esto no debiese ser así,
no se debería fomentar el ignorar los mandatos de la conciencia por obedecer aquellos que,
como fue explicado con anterioridad, no por ser mandatos legales son justos; por el contrario,

92
Ibid, Pehuen Editores.
93
MORA‐RESTREPO, Gabriel, Objeción de Conciencia, Estudio Socio – Jurídico, Bogotá, Colombia, 2011, p.
253.
43
una sociedad más justa debiese permitir que, en determinadas circunstancias y siempre y
cuando esto no produzca desorden público.

No siempre se tuvo el interés, ni se estudió doctrinariamente el derecho de objeción de


conciencia con la profundidad con que actualmente se realiza. Es justo afirmar que el interés en
cuanto a este tema “se ha acrecentado por el auge que cobraron, a partir de la Segunda Guerra
Mundial, los estudios de derechos humanos y en particular sobre la protección jurídica de la
libertad religiosa, de pensamiento y de conciencia. Es un reflejo también de la inquietud actual
por fijar claramente los límites del poder polí co, frente a un Estado cada vez más invasivo,
como son los modernos Estados de bienestar.“94

Adicionalmente, es de recordar que si bien existieron razones políticas e intereses sobre


dominio territorial que provocó la Segunda Guerra Mundial, e incluso, se podrían escribir libros
completos sobre sus orígenes y causas, uno de los efectos fue el arraigo de diferencias y
contradicciones religiosas y raciales entre individuos que buscaban imponer su propia creencia
frente al mundo, erradicando cualquier individuo que presentara un “obstáculo” para este fin.
Podría, entonces, hablarse de un caso que se funda en motivaciones raciales, pero que tuvo
implicaciones en materia, no solo de raza, sino también de religión y de fe. Evidencia de esto,
relativamente reciente, auge por la protección de los derechos humanos es la creación de la
Organización de Naciones Unidas y la actual conciencia que se tiene sobre la necesidad de
protección de los derechos humanos.

Afirma el tratadista Buergenthal en una de sus obras, 95 que antes de que surgiera La
Organización de las Naciones Unidas y de las consiguientes declaraciones y pactos
internacionales de derechos humanos, ya se había reconocido el derecho a la libertad religiosa y
de cultos como uno de los derechos humanos más importantes, pero también vulnerables, y
exis an por tanto, algunos mecanismos que reglamentaron su protección, especialmente en

94
La Objeción de Conciencia, en Objeción de Conciencia, Cuadernos, Instituto de Investigaciones Jurídicas,
1 edición, México, 1998, p. 2, disponible en
https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/7/3083/3.pdf, consultado el 14 de mayo de 2017.
95
BUERGENTHAL, Thomas, Derechos Humanos Internacionales, Ediciones Gernika, 2 EdiciónMéxico,
1996. p. 32‐46.
44
favor de algunas minorías religiosas. Ejemplos del reconocimiento de la libertad de religión y/o
de culto a nivel internacional, previo a la creación de la Organización de las Naciones Unidas y
todo lo que vino con ella, fue la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de
1789, que protegía ya la libertad de religión, al igual que la Constitución de Estados Unidos de
1789, entre otros. Sin embargo, no fue sino hasta la consolidación de esta organización
internacional, la Organización de las Naciones Unidas, luego de las dramá cas consecuencias
que dejaron las sangrientas guerras mundiales, que el tema de la protección internacional de los
derechos humanos alcanzó gran relevancia, permitiendo de esta manera, la conformación de un
sistema internacional que brindara una mayor y mejor protección de los derechos humanos en
general.96

Esta necesidad, sin embargo, ha sobrepasado, en muchos casos, los límites de la racionalidad,
llegando incluso, a proteger en extremo determinados derechos, teniendo como consecuencia
la desprotección de otros derechos humanos igual de importantes.

Se ha resumido la evolución histórica de la objeción de conciencia de tal manera que se pueda


comprender los rasgos fundamentales de loa antecedentes de dicho derecho. Se asume, por
tanto, el riesgo de una excesiva e imprecisa simplificación, pues tan sólo se desea proporcionar
un breve repaso histórico que ayude a ubicar un tema demasiado complejo, e incluso filosófico,
como lo es la objeción de conciencia como garantía de la libertad de religión.

2.2.3 Ámbitos de aplicación

El tratadista Mario Madrid‐Malo hace una clasificación de los ámbitos en los cuales el derecho
de objeción de conciencia cobra mayor relevancia a nivel mundial. Cita entre estos 97 una serie
de formas de objeción de conciencia; sin embargo, para este trabajo se ha tomado únicamente
algunos de ellos, los que se considera pueden tener mayor injerencia en la actualidad:

96
NIETO MARTÍNEZ, Leydi, El Derecho a la Libertad Religiosa y de Cultos en la Legislación Colombiana,
Pontificia Universidad Javeriana, tesis para optar al título de abogada, Bogotá, Colombia, 2005, p. 53,
disponible en http://www.javeriana.edu.co/biblos/tesis/derecho/dere7/DEFINITIVA/TESIS%2013.pdf,
consultado el 21 de mayo de 2017.
97
GARIZÁBAL MADRID‐MALO, Mario, Estudio Sobre Derechos Fundamentales. 3R Editores. Tercera
edición. Colombia. 2004, p. 419‐421.
45
2.2.3.1. Objeción médica: la ejerce quien se opone a intervenir en cuestiones
relacionadas con la interrupción previa y voluntaria del embarazo –comúnmente
conocido como aborto‐, la manipulación de genes humanos o bien cualquier forma
de terminación voluntaria de la vida humana, especialmente de las personas que
tienen alguna enfermedad mortal o que se encuentran en estado vegetal, muerte
cerebral o coma. En concreto, la objeción de conciencia médica se desenvuelve en
los siguientes aspectos, sin limitarse a ellos:
1. Aborto. Implica una negativa a ejecutar o cooperar, ya sea de forma directa o
indirecta en la concreción de prácticas abortivas. Esta es una de las formas más
tajantes de objeción de conciencia, debido a que quienes la practican aseguran
que tal proceder constituye una grave infracción de la ley moral, de los usos
deontológicos o de la norma religiosa. Normalmente, esta forma de objeción de
conciencia suele ser planteada por miembros de personal médico cuando son
requeridos de ejecutar o colaborar en la ejecución de prácticas que resultan en la
terminación anticipada del embarazo, cuando el aborto es legal en la jurisdicción
de que se trata en cada caso concreto. Además, esta práctica se ha extendido
también a aquellos profesionales que, por hechos como la utilización de la
reconocida “píldora del día después”, incurren en ejercer la objeción de
conciencia; por ejemplo, profesionales farmacéuticos.98
El ejercicio de la objeción de conciencia en relación al aborto, podría afirmarse,
goza de una doble protección constitucional en la mayoría de Estados, ya que la
tendencia actual constitucional es a brindar resguardo jurídico a la vida como
valor supremo tutelado, y también a la libertad de conciencia o libertad de
religión, según sea definido en cada jurisdicción. Esto ha conllevado que
necesariamente sea un tema abordado por los doctrinarios, órganos legislativos y
órganos judiciales alrededor del mundo, imperando la necesidad de su estudio y
análisis.

98
PALOMINO LOZANO, Rafael, Manual Breve de Derecho Eclesiástico del Estado, Universidad
Complutense de Madrid, España, 2013, p. 127.
46
A pesar de lo dicho con anterioridad, aún existe conflicto en cuanto a la
prevalencia de uno u otro derecho, ante la circunstancia en que exista colisión
entre el derecho de la madre gestante a la utilización de mecanismos abortivos
permitidos por la ley –evidentemente solamente en los casos en que dicho
ordenamiento jurídico lo contemple y avale– frente al derecho del objetor de no
ser gravado por el hecho de su objeción. 99 Esta situación cobra especial
relevancia cuando se enfrentan circunstancias graves como la salvaguardia de la
vida misma. La cuestión en esos casos sería: ¿cuál derecho prevalece? Es opinión
de algunos que debe prevalecer el derecho de la mujer, por tener ésta
autonomía sobre su cuerpo y ello conlleva derecho de decisión; al mismo tiempo,
es criterio opuesto el que indica que debe prevalecer el derecho a la vida y
también el derecho de quien objeta de conciencia la imposición de una norma
que le dicta actuar de forma contraria.
2. Eutanasia. Etimológicamente, el término “eutanasia” proviene del griego “eu‐
thanatos” que quiere decir “buena muerte”, por lo que se puede aseverar que se
relaciona con una muerte apacible, sin dolores. El término fue acuñado por el
científico Francis Bacon en 1623. Se puede definir como el acto deliberado de
poner fin a la vida de un paciente, aunque sea por voluntad propia o a petición
de sus familiares,100 con la finalidad de evitar sufrimiento o concibiéndose como
una forma de implementar un paliativo del dolor o sufrimiento por el que pueda
pasar una persona, consecuencia de una enfermedad grave.
Según la Organización Mundial de la Salud, existen dos tipos de eutanasia: la
eutanasia activa y la pasiva. La eutanasia activa o directa es entendida como la
proporción de una inyección letal, u otra substancia, al paciente, con la finalidad

99
Ibid, P. 129.
100
Declaración de la Asociación Médica Mundial sobre la Eutanasia, adoptada por la 39 Asamblea
Médica Mundial, Universidad de Navarra, Madrid, España, 1987, disponible en
http://www.unav.es/cdb/ammmadrid4.html, consultado el 16 de mayo de 2017.
47
de ponerle fin a su vida; por el contrario, la eutanasia pasiva o indirecta implica la
no proporción del soporte básico para la supervivencia del paciente.101
La controversia, entonces, surge cuando se da la posibilidad de practicar
eutanasia sobre un paciente que se encuentra en condiciones de salud grave y /
o que padece enfermedad grave incurable. Se da la situación de que, ya sea el
paciente lo dejó preestablecido que al darse determinada situación se le
practique eutanasia, o bien que los familiares y / o doctores consideran que no
existe esperanza de vida ya, por lo que esa sería la forma idónea de proceder;
todo esto con el objetivo de “darle fin al sufrimiento del paciente” porque de lo
contario, éste no tendrá más “una vida digna”.
Los objetores de conciencia, que tengan un interés en el caso concreto,
argumentarían que eso atenta contra el derecho a la vida y que en ningún caso se
puede afirmar con certeza que no hay posibilidad alguna que el paciente recobre
la salud. Además, quién podrá determinar qué se considera una vida digna y qué
no lo es. ¿Acaso solo la vida con salud y éxito es una vida digna, una vida por la
que valga la pena luchar, una vida que valga la pena? Ninguna realidad es tan
tajante que se pueda determinar que la vida no debe prevalecer sobre cualquier
cosa. Es así que los objetores de conciencia sostendrían el criterio que no se
puede obligar ni a los parientes, ni a los médicos y mucho menos al paciente en
situación terminal o grave, a dar por terminada la vida de una forma anticipada.
3. Manipulación de genes humanos. Esto se hace con la finalidad de
experimentación, evaluación, e incluso, con el objeto de crear formas nuevas de
vida, que no son aquellas que el hombre y la mujer naturalmente llevan a cabo.
4. Manipulación de células reproductivas masculinas y femeninas o de embriones
humanos.102 Esta forma de práctica médica, también conocida como ingeniería
genética, consiste en la obtención de los genes de un organismo para

101
SOUBRIER, Jean‐Pierre, productor de la versión del documento, Prevención del Suicidio, Un
Instrumento Para Médicos Generalistas, Organización Mundial de la Salud, Ginebra, 2000, disponible en
http://www.who.int/mental_health/media/general_physicians_spanish.pdf?ua=1, consultado el 16 de
mayo de 2017.
102
GARIZÁBAL MADRID‐MALO, Mario, Op. Cit., p. 419.
48
transferirlos a cualquier lugar del mismo organismo o de otro, pero en diferente
combinación, alterando las características hereditarias del organismo.
En la práctica de la medicina, la cual es efectuada por individuos de distintas profesiones
como médicos, enfermeras, bioquímicos, farmacéuticos, etc., se da una usual
confrontación que gira entorno a la forma de proceder frente a determinados casos en
los cuales surge la opción de llevar a cabo ciertas prácticas médicas. Estas prácticas
médicas muchas veces están reguladas en leyes o reglamentos que las ordenan y a las
cuales, en principio, todo ciudadano a quien dichas normas están dirigidas está obligado
a acatar. Las obligaciones surgidas de estos cuerpos normativos conllevan, en ciertos
casos, conceptos y mandatos que se contraponen con la ética y deontología médica,
incrementando la frecuencia de conflictos entre el médico o el agente de salud –de
entre los denominados anteriormente– y el paciente al existir desacuerdos que
innegablemente comprometen la autonomía e independencia en el actuar de ambos y
en la toma de decisiones.
2.2.3.2. Objeción fiscal: es la que se da por quien rehúsa pagar tributos destinados a
cuestiones de guerra, por ejemplo, a financiar eventos o actos relacionados con ella.103
Estos objetores, como en cualquier forma de ejercicio de la objeción de conciencia,
tienen límites preestablecidos, no pudiendo ejercer el derecho en cuestión simplemente
por encontrar disconformidad con el mandato jurídico. Es así que los objetores fiscales
solicitan que el monto debido en virtud del tributo sea tomado con fines sociales, y no
de guerra.
Además, también se manifiesta esta figura en la pretensión de impago de tasas o
tributos en favor del Estado u otras entidades de Derecho Público que servirán de base
para financiar actividades contrarias a la conciencia, principios, ética, moral o religión de
los contribuyentes. Aunque en algunas ocasiones se ha planteado el debate de si esta
actitud pudiese implicar evasión fiscal, la respuesta inmediata a esta cuestionante es que
no constituye evasión fiscal, debido a que la intención primordial del objeto no es
debilitar la recaudación fiscal, sino más bien no contribuir a ciertos gastos que puedan

103
GARIZÁBAL MADRID‐MALO, Mario, Op. Cit. P.
49
considerarse contrarios a la moral, ética o prácticas religiosas de quien objeta.104 Este es
un ejemplo de la forma de sustitución o compensación de la primera conducta ordenado
por la norma jurídica objetada, con la nueva conducta a ser efectuada por el objetor,
como un elemento limitante del derecho de objeción de conciencia. De esta forma, se
demuestra que con el ejercicio de este derecho, no se busca solamente incumplir o
rebelarse, sino que existen, para quien objeta, razones de peso y de fondo que lo llevan
a tomar tal postura.
En Guatemala no sería procedente esta figura, ya que la recaudación de impuestos por
parte del Estado, en principio, no tiene un destino específico, sino que dicha percepción
de tributos se hace para cubrir el gasto público en general. Son solo determinados
tributos, como por ejemplo los arbitrios y las tasas municipales, las que tienen, desde el
momento de su instauración, un objetivo o destino específico. Es así que, no podría un
ciudadano guatemalteco objetar de conciencia el pago de un tributo, ya que no tendría
un fundamento para aducir que su recaudación es contraria a los mandatos de su
religión o de su conciencia.
2.2.3.3. Objeción al servicio militar: es la de quien objeta cumplir el servicio que se presta
siendo soldado, o algún otro puesto militar, en conflictos bélicos, guerras o, incluso, la
portación y utilización de armas. Esta forma de objeción de conciencia como se conoce
en la actualidad, fue la primera en encontrar sus manifestaciones, no solo en la práctica,
sino también en términos de legislación y jurisprudencialmente; por ejemplo, tal es el
caso del artículo 30 de la Constitución Española de 1978, y del 53 de dicho texto
supremo 105 , que garantiza la objeción de conciencia de una forma especial y

104
PALOMINO LOZANO, Rafael, Manual Breve de Derecho Eclesiástico del Estado, Universidad
Complutense de Madrid, España, 2013, p. 122.
105Constitución Española, 1978. Artículo 30. 1. Los españoles tienen el derecho y el deber de defender a

España.
2. La ley fijará las obligaciones militares de los españoles y regulará, con las debidas garantías, la
objeción de conciencia, así como las demás causas de exención del servicio militar obligatorio, pudiendo
imponer, en su caso, una prestación social sustitutoria.
3. Podrá establecerse un servicio civil para el cumplimiento de los fines de interés general.
4. Mediante ley podrán regularse los deberes de los ciudadanos en los casos de grave riesgo, catástrofe o
calamidad pública.
50
particular.106 Por esto se dice que la objeción de conciencia a la prestación del servicio
militar como el arquetipo, es decir, el antecedente formal primero, a partir del cual se
inicia la regularización, conceptualización y estudio de otras formas de manifestación del
derecho de objeción de conciencia.
Suele definirse como “la negativa a cumplir la obligación legal que impone el servicio
militar obligatorio o la participación de un sujeto individual en una guerra a través de su
reclutamiento forzoso”.107 En la edad moderna, se presenta el ejercicio de este derecho,
principalmente mas no exclusivamente, entre grupos religiosos de origen cristiano, los
cuales se niegan a practicar actos violentos108, debido a que su religión se fundamenta
en principios de paz social y respecto al prójimo. Es justo aclarar que, como fue indicado
precedentemente en este párrafo, no se manifiesta esta conducta solamente en
individuos practicantes de la religión cristiana, sino también en aquellas religiones cuyos
cimientos consagran el amor al prójimo, el respeto, la paz y otras formas derivadas de
dichos principios.
Un ejemplo claro de la práctica de la objeción de conciencia en la prestación del servicio
militar puede ser la dispensa que Napoleón realizó a los Menonitas para que no tuviesen
que prestar el servicio militar, por lo cual tendría que destinar sus actividades a servicios
auxiliares del ejército.109 Nuevamente, esta es una muestra de la forma de sustitución o
compensación del no cumplimiento de la norma jurídica que en determinado momento
se cuestione, sustitución a la cual se hizo referencia en el apartado de definición de la
objeción de conciencia. De esta manera, no se dispensa totalmente al individuo objetor
del cumplimiento del mandato legal, sino que se le impone un deber jurídico alternativo.
2.2.3.4. Objeción al culto cívico: se manifiesta por aquel que rehúsa participar en
ceremonias públicas cuya finalidad sea honrar el Estado o rendir homenaje elevado a sus
emblemas o símbolos. Este tipo de objeción de conciencia se presenta especialmente en

Artículo 53. 2 […] Este último recurso [de amparo] será aplicable a la objeción de conciencia reconocido
en el artículo 30.
106
PALOMINO LOZANO, Op. Cit. p. 121.
107
Ibid, p. 121.
108
MATEUS MANCILLA, July Alejandra y VELASO PARRA, Javier Ricardo, Op. Cit., p. 50.
109
DURANY, I., La Objeción de Conciencia, Navarra Gráfica de Ediciones, Pamplona, España, 1998, citado
por MATEUS MANCILLA, July Alejandra y VELASO PARRA, Javier Ricardo, Op. Cit., p. 50.
51
los Testigos de Jehová, cuya religión les prohíbe tributar honores a la bandera, prestar
juramento de fidelidad a sus símbolos, e incluso cantar el himno nacional, etc.
2.2.3.5. Adicionalmente y fuera de la clasificación efectuada por el autor Mario Madrid‐
Malo, se encuentra la objeción de conciencia a las prácticas de aborto. Si bien es cierto,
esta forma de objeción se encuentra también contenida en la clasificación de “objeción
de conciencia médica”, este tipo se puede también estudiar como una clasificación
aparte por el grado de importancia que muestra, no solo por la naturaleza de dicha
práctica, sino por su amplia difusión en la actualidad. Corresponde a la resistencia de
miembros de categorías profesionales relacionadas con la prestación de servicios de
salud a la realización de prácticas abortivas o anticonceptivas110, una vez ya ha habido
fecundación y el feto humano se encuentra en fase de formación. Esta práctica se ha
difundido también a otros sectores, también profesionales, pero no necesariamente
relacionados con prácticas médicas, sino también a quienes ejercen profesiones liberales
que, en determinado momento, pudiesen tener necesidad de oponerse a cuestiones
relativas a la práctica que aquí se analiza: la interrupción prematura del embarazo.
Esta forma de objeción de conciencia cobra relevancia debido a que por medio de ella,
más que proteger la libertad de religión, se busca proteger la vida, como fundamento
primario de la obligación de los Estado. Es por esto que el valor tutelado por el médico
no es el derecho a objetar, sino a la vida misma.111 Se toma en cuenta que el derecho a
la vida es reconocido no solamente en los Textos Supremos de los Estados, sino también
en diversos instrumentos jurídicos internacionales, los cuales serán tratados más
adelante en este trabajo.

Sin embargo, esta práctica del derecho de objeción de conciencia, cobra relevancia
especialmente en aquellos Estados que han reconocido las prácticas abortivas o
anticonceptivas como legales. Son minoría los países en el mundo que restringen de
forma absoluta la práctica del aborto, es decir, que no admiten ni siquiera el bien

110
MATEUS MANCILLA, July Alejandra y VELASO PARRA, Javier Ricardo, Op. Cit., p. 53
111
GONZALEZ DEL VALLE, José, Derecho Eclesiástico Español, Civitas Ediciones, S.L., 6ta edición, España,
2005, p. 230 y ss. **
52
conocido aborto terapéutico, que ocurre cuando por razones de salud de la mamá se
permite la interrupción del embarazo. Dentro de estos Estados se encuentra República
Dominicana, El Salvador, Nicaragua, el Vaticano y Malta. Por otra parte, son 58 los
Estados que permiten en forma absoluta e irrestricta la práctica del aborto112, todos
ellos, lugares en donde se podría dar la necesidad de ejercer el derecho de objeción de
conciencia, por ejemplo el caso de un médico a quien se le solicite llevar a cabo la
práctica, o bien, de una enfermera que tenga que apoyar en el mismo
procedimiento.Por su parte dentro de los países cuya legislación es más liberal para la
práctica de los abortos está Argentina, Perú, Estados Unidos, Canadá, Bélgica, Portugal,
Dinamarca, entre otros.113

2.2.4. Fundamento jurídico del derecho de objeción de conciencia ‐ libertad de conciencia

En muchos ordenamientos jurídicos del mundo, se plantea como única protección al derecho de
objeción de conciencia, el cual se deriva –como se indicó con anterioridad– de la libertad de
conciencia o de religión, la protección constitucional del ya analizado derecho de libertad de
religión. Sucede con el ordenamiento jurídico español, que en su Constitución Española, artículo
30.1 y 53.2, lo menciona de la siguiente manera, respectivamente:

“30. 1. Los españoles tienen el derecho y el deber de defender a España.


2. La ley fijará las obligaciones militares de los españoles y regulará, con las debidas
garantías, la objeción de conciencia, así como las demás causas de exención del servicio
militar obligatorio, pudiendo imponer, en su caso, una prestación social sustitutoria.
3. Podrá establecerse un servicio civil para el cumplimiento de los fines de interés general.

112
“Los cinco países en los que el aborto está completamente prohibido”, agosto 2017, artículo obtenido
de la página web de BBC Mundo, disponible en http://www.bbc.com/mundo/noticias‐america‐latina‐
40677494, obtenido el 17 de diciembre de 2017.
113
WorldAbortionPolicies 2007, Departamento de Políticas Económicas y Sociales, Organización de las
Naciones Unidas, disponible en “Los cinco países en los que el aborto está completamente prohibido”,
agosto 2017, artículo obtenido de la página web de BBC Mundo, disponible en
http://www.bbc.com/mundo/noticias‐america‐latina‐40677494, obtenido el 17 de diciembre de 2017;
información disponible también en la página web de la Organización Mundial de la Salud.
53
4. Mediante ley podrán regularse los deberes de los ciudadanos en los casos de grave riesgo,
catástrofe o calamidad pública.”

“53. 2 […] Este último recurso [de amparo] será aplicable a la objeción de conciencia reconocido
en el artículo 30.”114

Por su parte, la Ley Fundamental de la República de Alemania, en su artículo 4 protege también


la libertad de conciencia de la siguiente manera:

“Articulo 4. Libertad de creencia, de conciencia y de confesión.


(1) La libertad de creencia y de conciencia y la libertad de confesión religiosa e ideológica son
inviolables.
(2) Se garantiza el libre ejercicio del culto.
(3) Nadie podrá ser obligado, contra su conciencia, a realizar el servicio militar con armas. La
regulación se hará por una ley federal.”115

De hecho, es justo afirmar que en la mayoría de Estados dicha protección constitucional es la


única forma de resguardo de tan importante derecho humano. Queda, entonces, la objeción de
conciencia en un limbo jurídico, al no saberse la forma o procedimiento específico de su
garantía. Se convierte en una tarea difícil para cada poder judicial respectivo brindar la
protección, al presentársele casos que lo ameritan. Contrariamente, existen ya algunos
ordenamientos jurídicos que, justamente, sí se han dado a la tarea de legislar el tema de
objeción de conciencia, creando los mecanismos, requisitos, elementos, excepciones,
prohibiciones, entre otros, para la exacta y correcta protección de aquellos que sean objetores
de conciencia, analizando los aspectos propios de cada caso concreto.

114Ibid, Constitución Española.


115
Ley Fundamental de la República Federal de Alemania, Traducción:
Prof. Dr. Ricardo García Macho, Universidad Jaime I (Castellón); Prof. Dr. Karl‐Peter Sommermann,
Deutsche HochschulefürVerwaltungswissenscha enSpeyer, versión disponible en https://www.btg‐
bestellservice.de/pdf/80206000.pdf, consultada el 17 de diciembre de 2017.

54
Dicho lo anterior, se presenta en este apartado una menor clasificación de las dos formas de
sistemas jurídicos a nivel mundial que en un nivel constitucional protegen el derecho de
objeción de conciencia, dando pie, por ende, a la formación de un cuerpo legal específico que
trate tan crucial derecho.

1. Ordenamientos jurídicos que ya sea en forma expresa o implícita –haciendo alguna otra
invocación a una deidad, religión u otra forma de expresión de la moral– muestren
tendencia al debido resguardo de una libertad de conciencia o libertad de religión. Lo
importante de tomar en cuenta en este tipo de sistemas jurídicos es que dan un
principio para que posteriormente se pueda argumentar, en un rango judicial, la
violación y respectiva garantía de la posibilidad de objetar de conciencian normas,
estipulaciones o mandatos jurídicos que puedan vulnerar la libertad de conciencia o
religión.

Ejemplo de esta primera manifestación de ordenamientos jurídicos que dan pie a la


protección de la libertad de religión, y consecuentemente, al ejercicio de la objeción de
conciencia es el reconocido Bill of Rights, específicamente en la primera enmienda de la
Constitución de Estados Unidos de América. La referida primera enmienda dice lo
siguiente: “El Congreso no podrá hacer ninguna ley con respecto al establecimiento de la
religión, ni prohibiendo la libre práctica de la misma; ni limitando la libertad de
expresión, ni de prensa; ni el derecho a la asamblea pacífica de las personas, ni de
solicitar al gobierno una compensación de agravios.116La traducción al español de dicho
artículo queda de la siguiente forma: “El Congreso no hará ley alguna por la que adopte
una religión como oficial del Estado o se prohíba practicarla libremente, o que coarte la
libertad de palabra o de imprenta, o el derecho del pueblo para reunirse pacíficamente y

116
The Constitution of theUnited States, National Constitution Center, disponible en
http://leg.wa.gov/LIC/Documents/EducationAndInformation/U.S.%20Constitution.pdf, consultado el 12
de mayo de 2017. ““Congress shall make no law respecting an establishment of religion, or prohibiting
the free exercise thereof; or abridging the freedom of speech, or of the press; or the right of the people
peaceably to assemble, and to petition the Government for a redress of grievances.”
55
para pedir al gobierno la reparación de agravios.” 117 Dos cláusulas de la primera
enmienda garantizan la libertad de religión. La cláusula de establecimiento
(Establishment Clause) prohíbe que el gobierno apruebe leyes que impongan una
religión oficial o muestren preferencia por una religión sobre otra. Por otra parte, la
segunda cláusula es la cláusula del libre ejercicio prohíbe que el gobierno, en la mayoría
de los casos, intervenga en la práctica religiosa de las personas.

2. Ordenamientos jurídicos que de ninguna manera fundamentan el amparo de la libertad


de religión o libertad de conciencia desde un punto de vista constitucional. Por el
contrario, en los sistemas jurídicos donde no existe siquiera mención alguna de la
libertad de religión o conciencia, es muy difícil, incluso, pensar en defender o proteger a
las personas de las posibles violaciones a dicho derecho humano y, mucho menos,
plantearse la posibilidad de ejercer la objeción de conciencia. Para las naciones que
sostienen esta postura, la instancia última es acudir a organismos internacionales de
justicia, al amparo de los tratados, convenios y acuerdos internacionales sobre derechos
humanos que incluyen, dentro de la gama de derechos que protegen, la libertad de
religión o conciencia.

Ejemplo de esta primera manifestación de ordenamientos jurídicos que dan pie a la


protección de la libertad de religión, y consecuentemente, al ejercicio de la objeción de
conciencia es el ordenamiento jurídico francés, el cual es tajante en la separación de
Estado y religión, y que por ende, ha encontrado diversos enfrentamientos entre las
formas de practicar la religión y las normas jurídicas que estipulan ciertas prohibiciones
con relación al tema. De esta manera, se puede notar que en ningún momento en la
Constitución de la República de Francia se protege dicho derecho. Además, con la
promulgación de la Ley de Separación de la Iglesia y del Estado, de 1905 en Francia118, se

117
Constitución de los Estados Unidos de América, 1787, obtenido de la página web oficial de National
Archives de Estados Unidos en español, disponible en
https://www.archives.gov/espanol/constitucion.html, consultado el 12 de mayo de 2017.
118
MORANGE, Jean, Las Relaciones Entre el Estado y las Iglesias en Francia, Universidad Pantheón‐Assas,
París, Francia, publicación para Revista Catalana de Dret Públic, 2006, p. 7.
56
llega a prohibir en forma tajante determinadas manifestaciones religiosas, constituyendo
en el lado opuesto de la balanza, una clara violación al reconocido derecho internacional
de libertad religiosa.

57
Capítulo III
La Objeción de Conciencia en el Derecho Comparado, tomando como referencia a
Estados Unidos de América y Colombia

3.1. Objeción de conciencia en Estados Unidos de América

3.1.1. Antecedentes

La problemática de la libertad de religión ha jugado un papel significativo en la historia de los


Estados Unidos de América. Los europeos, como se verá más adelante, llegaron a Estados
Unidos con la esperanza de escapar la opresión religiosa y la imposición de creencias e
ideologías religiosas que se vivían en Europa, especialmente por iglesias como la Iglesia Católica
Romana y la Iglesia de Inglaterra. Derivado de esto, se gestó entre los americanos, incluyendo
inmigrantes, el deseo de crear una organización en donde la separación de la Iglesia y Estado, y
la libertad para practicar la propia fe sin temor de persecuciones, estuviera garantizada. Esta
garantía, entonces, se consagró en la Primera Enmienda de la Constitución119, la cual será
descrita y analizada más adelante.

En Estados Unidos de América, se vino dando una serie de sucesos que contribuyeron a que en
1791 se creara uno de los “ammendments” a la Constitución Política de Estados Unidos. Para
ese momento, cada uno de los 13 Estados tenían su propio arreglo en cuanto a Iglesia‐Estado, lo
que implicaba que existía para cada uno de ellos una regulación interna que regía la forma de
desenvolverse las relaciones humanas religiosas, frente al Estado. La decisión, entonces, fue de
permanecer con esos arreglos, prohibiendo al gobierno federal interferir con la libertad

119
DEMAR, Gary, America’s Christian History, The Untold Story, American Vision, Inc., Estados Unidos de América,
2008, p. 52, disponible en: https://www.amazon.com/Americas‐Christian‐History‐Untold‐Story/dp/0915815168,
consultado el 28 de mayo de 2017.

59
religiosa, con acciones que fueran desde instaurar una religión oficial nacional o restringiendo el
libre ejercicio de la libertad de cualquier otro modo.120

Por la importancia que tiene para el presente análisis, tal como se efectuó en el capítulo
anterior, se transcribe a continuación la primera enmienda a la Constitución de Estados Unidos
en donde se da protección, por primera vez, a la libertad de religión, separando la injerencia
que en un momento determinado pudiese tener el gobierno:

El Congreso no podrá hacer ninguna ley


Con respecto al establecimiento de la religión,
Ni prohibiendo la libre práctica de la misma;
Ni limitando la libertad de expresión, ni de prensa;
ni el derecho a la asamblea pacífica de las personas,
ni de solicitar al gobierno una compensación de agravios.121

Esta fue una nueva forma de proteger el derecho de libertad de religión, que no había sido
expresamente amparado con anterioridad en cuerpos legales. Y no solo se fundó la protección
de este derecho, sino que además, se protegió en forma que se elevó a un derecho humano
fundamental.122

La historia de los Estados Unidos de América con relación a la regulación de la religión, en


primer lugar, y posteriormente de la libertad de religión, es compleja por la diversidad cultural
en cada uno de los Estados y también por el largo recorrido que se necesitó para arribar a esto.

120
GLENDON, Mary Ann, Religious Freedom Yesterday, Today, and Tomorrow, Edward Cardinal Egan Catholic
Center at New York University, The 2015 Cardinal Egan Lecture, disponible en
http://www.magnificat.com/foundation/pdf/M_A_Glendon_2015.pdf, consultado el 2 de junio de 2017.
121
Primera Enmienda, Constitución de Estados Unidos de América, 15 de diciembre de 1971, “Congress
shall make no law respecting an establishment of religion, or prohibitingthe free exercise thereof; or
abridging thefreedom of speech, or of the press; or theright of the people peaceably to assemble, and to
petition the Government for a redressof grievances.
122
GLENDON, Mary Ann, Religious Freedom Yesterday, Today, and Tomorrow, Edward Cardinal Egan
Catholic Center at New York University, The 2015 Cardinal Egan Lecture, disponible en
http://www.magnificat.com/foundation/pdf/M_A_Glendon_2015.pdf, consultado el 2 de junio de 2017.
60
Se intenta a continuación realizar un breve resumen de lo ocurrido en la referida Nación y que
fundó las raíces para la protección de la libertad de conciencia o religión, según se estudia en
este trabajo.

Para comenzar, cabe afirmar que los reconocidos pilgrims llegaron a América a bordo del
Mayflower, buscando conseguir la libertad religiosa en 1620. Seguidamente, los puritanos
siguieron su ejemplo y por la misma razón. A partir de ese momento, como ellos, millones de
disidentes de sus propios países siguieron el mismo ejemplo, viajando hacia América en busca
de la libertad y el cese de la persecución religiosa. Todo esto con la esperanza de encontrar una
nación en donde la libertad de religión fuera realmente libertad.123 A partir de la llegada de los
europeos en las costas americanas, la religión ha sido objeto de escrutinio, llegando a ser
utilizada para discriminar y oprimir.

La llegada de estos pilgrimsy puritanos a Nueva Inglaterra en los principios de los años 1600
resultó, en definitiva, como una respuesta a la persecución que estos habían experimentado en
Inglaterra. De tal manera, los puritanos de la Massashusetts Bay Colonyno llegaron dispuestos a
soportar la oposición religiosa que pudiera surgir en su contra, debido a que casos de oposición
existieron y muchos. Por ejemplo, los más famosos disidentes de las colonias y que pertenecían
a la comunidad puritana fueron desterrados, derivado de desacuerdos sobre teología y políticas.
Por otra parte, los puritanos de Boston y los católicos (papistas) eran llamados “anatemas” y
fueron, también, desterrados de sus colonias, junto con otros no puritanos. Cuatro cuáqueros
fueron colgados en Boston entre 1659 y 1661 por regresar en forma continua a la ciudad a
poner en alto sus creencias religiosas.124

A lo largo de la era colonial, creció la antipatía anglo americana contra los católicos,
especialmente aquellos católicos franceses y españoles; llegó al punto de verse reflejada en los
sermones de los cléricos y en estatutos discriminatorios de los católicos en materia de
propiedad y votación. Los cuáqueros de América colonial desarrollaron la creencia de que la

123
Id.
124
Ibídem, GLENDON, Mary Ann.
61
esclavitud, de cualquier tipo era inmoral por lo que lucharon por su abolición.125 Muchas veces
estas, luchas se fundamentaron en una fuerte creencia religiosa de lo moral e inmoral de los
actos humanos.

Cuando Estados Unidos se independizó, se creó una serie de normas legales relacionadas con la
religión, las cuales se ejemplifican a continuación, haciéndose una referencia a la regulación
estatal de la religión. En Massachusets, por ejemplo, se le permitía a los cristianos ciertos
privilegios que a nadie más se le concedían. Algunos de estos ejemplos lo constituía el hecho
que solamente los cristianos podían tener ciertos puestos públicos, sin embargo, para los
católicos existía el acceso a estos cargos públicos solamente en la medida en que renunciaran a
la autoridad papal, es decir, dejaran de seguirla. Por otra parte, en 1777, la Constitución del
Estado de Nueva York prohibió a los católicos el ejercicio de cargos públicos hasta 1806.
Alrededor del año 1777 en Maryland, si bien los católicos tenían los mismos derechos civiles que
cualquier otro ciudadano, no ocurría lo mismo con los judíos126 a quienes de alguna manera se
les restringía más vehementemente el ejercicio de sus derechos civiles.

En ciertos Estados, sin embargo, las cosas comenzaron a cambiar alrededor de 1779. El Estado
de Virginia juega un papel importante en la historia de la libertad de religión, fijando las bases
para su posterior protección.127 Por ejemplo, Thomas Jefferson, quien en ese momento era el
gobernador de Virginia, redactó una ley que garantizaba la igualdad para los ciudadanos de
cualquier religión o también para aquellos que no tuviesen religión. Se fundamentó en afirmar

125
GILL, Anthony, The Political Origins of Religious Liberty, Cambridge studies in social theory, religion,
and politics, University of Washington, Cambridge University Press, Cambridg, Reino Unido, 2008, p. 32,
disponible en http://cnqzu.com/library/To%20Organize/Books/Gill%20‐
%20The%20Political%20Origins%20of%20Religious%20Liberty.pdf, consultado el 10 de junio de 2017.
126
SANFORD, H. Cobb, The Rise of Religious Liberty in America; a history, University of Michigan,
Michigan, 1968, p. 302 y 408, disponible en https://archive.org/details/risereligiousli03hoadgoog,
consultado el 10 de junio de 2017.
127
DEMAR, Gary, Op. Cit. p. 52.
62
que “No me ocasiona ningún daño el hecho que mi vecino afirme que existen 20 dioses o
ninguno. No implica un asalto a mi bolsa, ni tampoco me fractura la pierna.128

Sin embargo, este deseo de Jefferson no llegó a concretizarse, sino hasta que Patrick Henry
introdujo la ley de 1784 que garantizaba y fomentaba la protección de los catequistas de la
religión cristiana. Esto no progresó de forma fácil, sino que se enfrentó a oposiciones como la
efectuada por James Madison, quien posteriormente fue presidente de Estados Unidos, y que
sentó razones para afirmar que el Estado no tenía por qué apoyar la enseñanza cristiana. No
obstante, los ciudadanos del Estado de Virginia firmaron una petición demostrando las razones
por las cuales prestaban su inquebrantable apoyo a lo promovido por Jefferson, que si bien
implicaba una separación de Iglesia‐Estado, brindaba la posibilidad de todas las personas de
ejercer su religión libremente.129 La libertad de religión fue catalogada por Madison como un
derecho fundamental, inalienable al ser humano.

Finalmente y después de años de años de lucha, Madison concluyó que el cristianismo logró
esparcirse de cara a la persecución de las potencias humanas, y no con su ayuda. Así entonces
cita: “El cristianismo desaprueba de una dependencia de los poderes del mundo, ya que es bien
sabido que el cristianismo, tanto existió como floreció, no solo sin el apoyo de las leyes
humanas, sino a pesar de cualquier oposición sobrevenida.”

Luego de largo debate, la propuesta de Patrick Henry no fue aprobada. En cambio, la legislatura
de Virginia siguió el plan de Jefferson para conseguir la separación de Iglesia – Estado. En 1786,
la Ley de Virginia para Establecer la Libertad de Religión –Virginia Actfor Establishing Religious
Freedom‐ se convirtió en ley. El objetivo de la ley, como su mismo nombre lo indica, era brindar

128
Ibídem, GLENDON, Mary Ann. El texto original en inglésquedó de la siguientemanera: “But it does me
no injury for my neighbor to say there are twenty gods or no God. It neither picks my pocket nor breaks
my leg.”
129
Id.
63
cobertura de protección a los judíos, gentiles, los cristianos, los musulmanes, hindúes y los
infieles de cualquier denominación.130

En conclusión, la Primera Enmienda de la Constitución, que también se denomina en inglés –The


Establishment Clause‐ determina que el Congreso no está facultado para legislar respecto del
establecimiento de religión o prohibiendo su libre ejercicio. Por otra parte, la relación entre
Iglesia‐Estado o iglesia y política fue creada mediante el artículo 4 de la Primera Enmienda, la
cual en su parte conducente especifica que no se requerirá de un examen religioso como parte
de una calificación a cualquier puesto o cargo público. Y con la finalidad de retornar a un
gobierno centralizado, se concretó la Carta de los Derechos, Declaración de los Derechos ‐Bill of
Rights, por su texto en inglés‐ a la Constitución de Estados Unidos, con la ratificación de Virginia
y Nueva York131, también teniendo como una de las finalidades, continuar con un gobierno
secular y que, por tanto, no se pudiese, por medio de una ley, obligar a los individuos a
comprometer sus principios éticos o religiosos.132

3.1.2. Legislación

Debido a que Estados Unidos de América es una nación que se rige por un sistema federal, a lo
largo del tiempo se ha aprobado una vasta cantidad de normas jurídicas que de alguna manera
sientan bases o protegen en forma directa el derecho de objeción de conciencia para
determinados temas y en ciertas circunstancias. Es por esto que en el presente trabajo se ha
buscado analizar solamente aquellas que son más relevantes y que se encuentran vigentes, es
decir, solamente aquellas normas jurídicas vigentes a nivel federal y no estatal.

130
Id.
131
DEMAR, Gary, America’s Christian History, The Untold Story, American Vision, Inc., EstadosUnidos de
América, 2008, p. 78 y 148.
132
DAVIS, Kenneth, America’s True History of Religious Freedom, Smithsonian Magazine, Washington DC,
Octubre 2010, disponible en http://www.smithsonianmag.com/history/americas‐true‐history‐of‐
religious‐tolerance‐61312684/, consultado el 2 de junio de 2017.
64
Para comenzar, cabe hacer mención que Estados Unidos promulgó la primera ley sobre el
derecho de objeción de conciencia en 1916. En dicha ley, se contemplaba una exención para
aquellos miembros de las confesiones religiosas que prohibieran a sus miembros participar en
guerras de cualquier índole133, de manera que no estaban obligados estos a prestar servicio
militar si formaban parte de una de estas confesiones religiosas.

Posteriormente, en 1940 fue promulgada una ley de reclutamiento militar obligatorio, en la cual
se enlistaban los requisitos y condiciones para poder objetar de conciencia la prestación del
servicio militar. Se señalaba, que aún para el servicio militar no combatiente se podía objetar de
conciencia134, pero evidentemente se asentaba una serie de requisitos para poderlo ejercer y se
ordenaba también la forma en que esta conducta podía y debía ser compensada.

El problema de la objeción de conciencia tuvo mayor prominencia alrededor de la década de los


70, cuando los profesionales de la salud se opusieron a proveer servicios con los cuales ellos
encontraban contradicción desde un punto de vista moral o ético. Tuvo, posteriormente, aún
mayor auge cuando la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos en 1973 emitió el fallo
en al caso Roe vs. Wade para legalizar el aborto. Pocas semanas después y como consecuencia
de dicha sentencia, en el Congreso se aprobó el “Church Amendment” (su nombre proviene de
antiguo senador Frank Church), como parte de Health Programs Extension Act (o la Ley de
Extensión de los Programas de Salud, según su traducción en español).135 Esta enmienda
determina que los oficiales públicos no pueden requerir a individuos particulares o a
organizaciones que reciben un porcentaje de fondos públicos, a llevar a cabo abortos o
procedimientos de esterilización, o bien crear facilidades o personal disponible para llevar a

133
MADRID‐MALO, Mario, Estudio Sobre el Derecho de Objeción de Conciencia, Bogotá, Colombia, 1994,
p. 94.
134
135
BRESSLER, S., Martin, VON BERGEN, C.W., A matter of conscience: do conflict beliefs and workplace
demands constitute religious discrimination?, Journal of Behavioral Studies in Business, Southeastern
Oklahoma State University, p. 4, disponible en http://www.aabri.com/manuscripts/10705.pdf,
consultado el 20 de julio de 2017.
65
cabo dichos procedimientos, si tal circunstancia pudiese ser contraria a las creencias religiosas o
convicciones morales de los individuos obligados a llevarlos a cabo.136

Adicionalmente, esta enmienda determina que la obtención de fondos federales en diversos


programas de salud, no requerirá que hospitales o individuos participen en la ejecución de
abortos, si ellos objetan de conciencia basados en principios morales o convicciones religiosas.
También contiene una prohibición hacia los hospitales que tienen los referidos programas de
salud, de condicionar el empleo o desempleo de una persona a su voluntad de efectuar estos
procedimientos abortivos o anticonceptivos.137 Podría afirmarse que esta ley es la primera
cláusula de libertad de conciencia o cláusula de objeción en el contexto de empleo que surgió y
subsiste en Estados Unidos.138

Después, en 1996, el Congreso de Estados Unidos de América aprobó una enmienda a la que se
denominó The Coats Amendment, derivado del nombre del congresista Dan Coats, y como parte
de la Ley del Servicio Público de Salud (o Public Health ServiceAct, por su nombre en inglés). El
Coats Amendment instaura la protección a las objeciones de individuos relacionadas con las
prácticas abortivas139. Fue introducida luego de que se adoptaran estándares profesionales en el
Concejo para la Acreditación de Educación Médica de Postgrado (o Accreditation of Council for
Graduate Medical Education, ACGME, según su denominación en inglés), en los cuales se
requería a los residentes de obstetricia y de ginecología proveer entrenamiento en prácticas
abortivas. Es así como por medio del Coats Amendmentse mantiene el financiamiento federal y
el status legal de las instituciones médicas que no ofrecen entrenamiento en prácticas abortivas
o bien, para aquellas que no refieren a los individuos que buscan efectuar prácticas abortivas en
otras instituciones médicas que sí provean el servicio. Adicionalmente, la enmienda prohíbe las
prácticas discriminatorias en contra de instituciones e individuos que se nieguen a proveer el
136
V. Health Programs Extension Act, 1973, at § 300a‐7(b), disponible en
https://www.law.cornell.edu/uscode/text/42/300a‐7
137
BRESSLER, S., Martin, VON BERGEN, C.W., Ob. Cit. P. 4.
138
Briggs, M. S., Exempt or not exempt: Mandated prescription contraception coverage and the religious
employer.Oregon Law Review, EstadosUnidos, 2005, p. 84.
139
V. Coats Amendment, 42 U.S. Code § 238n, disponible en
https://www.law.cornell.edu/uscode/text/42/238n
66
referido entrenamiento. Así entonces, al amparo de la enmienda, aquellos programas e
individuos exentos de prestar el servicio en mención, no deben ya invocar objeciones morales
derivadas de su incumplimiento.140

Otra cláusula de conciencia se trata del Weldon Amendment, derivado del nombre del
congresista Dave Weldon, formalmente conocida como la Ley de No Discriminación de Aborto
(o Abortion Non‐Discrimination Act, por su nombre en inglés). Dicho cuerpo normatico fue
aprobado como ley en 2004, como parte de la Ley de Apropiación de los Departamentos de
Trabajo, Salud y Servicios Humanos y Agencias Relacionadas (o Departments of Labor, Health,
and Human Services and Education and Related Agencies Appropriation Act, por su nombre en
inglés). La enmienda prohíbe tanto a las agencias federales como estatales, discriminar en
contra de entidades de cuidados de la salud que se nieguen a ofrecer procedimientos abortistas
o anticonceptivos, y las entidades a las que cubre son de gran variedad, yendo desde médicos,
hasta hospitales, seguros de salud, y cualquier otro tipo de entidades de cuidados de la salud.
Cualquier ley o reglamento que ordenara a estas entidades, efectuar las prácticas que en la
enmienda se consignan, se arriesgan a perder el financiamiento federal que les corresponde, al
amparo del Labor Education Bill.

Por último, cabe afirmar que con relación a temas de salud, la principal ley federal que protege
los actos de conciencia, especialmente aquellos actos que implican una objeción de conciencia
es la denominada Código de Estados Unidos número 42, Título VI de 1964. Esta ley abarca tanto
a los empleadores públicos y privados con 15 o más empleados y prohíbe la discriminación en el
empleo por razones de religión.141 La Comisión para Oportunidades Empleo Equitativo (o The
Equal Employment Opportunity Commission, EEOC, por su nombre en inglés) define que las
prácticas religiosas incluyen creencias éticas o morales que determinan qué es correcto y que es
incorrecto, las cuales están íntimamente relacionadas con las creencias religiosas tradicionales.
Aún cuando estas definiciones solamente son guías y no constituyen una norma jurídica

140
BRESSLER, S., Martin, VON BERGEN, C.W., Ob. Cit. P. 5.
141
V. Title VII, 1964, at § 2000e‐2(a), disponible en https://www.law.cornell.edu/uscode/text/42/2000e‐
2
67
coercitiva, las Cortes en Estados Unidos se han decantado por amparar la creencias éticas y
morales, que muchas veces sirven de fundamento para libertad de conciencia y religión, de
conformidad con las guías mencionadas.142

Derivado de la recién estudiada enmienda, también se puede ejercer el derecho de objeción de


conciencia por médicos, enfermeras y empleados de prisión en relación a sentencias penales de
ejecución o aplicación de la pena de muerte. El estatuto asegura que empleados del
Departamento de Justicia de los Estados Unidos (o Department of Justice of the United States,
según su nombre en inglés, del Buró Federal de Prisiones (o Federal Bureau of Prisons, según su
nombre en inglés), y el Cuerpo de Alguaciles de los Estados Unidos (o United States Marshals
Service, según su nombre en inglés) puedan objetar de conciencia la aplicación de la pena de
muerte o pena capital cuando exista sentencia firme que la ordene. Incluso da la posibilidad de
objetar de conciencia la persecución penal que tenga implicaciones de pena capital,143
buscando sustituir ésta pena por otro tipo de sanción, según la gravedad del delito cometido.

Tal es la importancia de la protección de la objeción de conciencia por las diversas


circunstancias en que pueda hacerse necesario su ejercicio, que por medio del estatuto en
mención, incluso, se contempla la posibilidad de un individuo que pertenece a determinada
organización haga público los actos de corrupción, fraude o ilegalidades que se cometan dentro
de la misma organización a la que él pertenece, invocando razones de conciencia para
denunciar tales actos; tal es el caso de Mgmt. Info. Techs. v. Alyeska Pipeline Serv. Co. (1993).

Como una última normativa, se hace referencia a los eventos sucedidos respecto del muy
conocido Obama Care. Es un proyecto de ley que fue aprobado durante el gobierno del
Presidente Barack Obama en Estados Unidos; este proyecto fue firmado por el Presidente
Barack Obama como ley para reformar la industria de los cuidados de la salud el 23 de marzo
del 2010, y fue confirmada por la Corte Suprema de Justicia el 28 de junio del 2012.Muchos de
los edictos de Obama Care ya están en vigencia. El resto del programa continúa habilitándose

142
BRESSLER, S., Martin, VON BERGEN, C.W., Ob. Cit. P. 6.
143
Id.
68
hasta el 2022. A esta ley se le conoce también por el nombre de Ley de Protección a los
Pacientes y de Cuidados de la Salud Asequibles (Patient Protection and Affordable Care Act –
PPACA). También se le conoce como Obama Care, reforma de salud o Ley de Cuidados de Salud
Asequibles (Affordable Care Act – ACA).

El objeto de esta ley es dar acceso a los americanos a seguros médicos de calidad de acuerdo
con sus posibilidades económicas y reducir el gasto en cuidados de salud en los
EE.UU. Principalmente, trata de dar disponibilidad de seguros médicos públicos y privados
mediante la protección al consumidor, regulaciones, subsidios, impuestos, intercambios y otras
reformas.144Esta ley busca ampliar la cobertura para incluir a 30 millones de estadounidenses no
asegurados, debido a sus subvenciones, la expansión de Medicaid y por un aumento previsto
del número de seguros de salud suscritos con arreglo al llamado mandato individual.145

Por otra parte, se le ha criticado por presentar el HHS Mandate por medio del cual se multa a
empleadores y patronos que se nieguen a pagar por un aborto de una empleada, ocasionando
un aumento en el uso de drogas de terminación anticipada de embarazos, al mismo tiempo que
ordena que los empleadores provean a sus empleados este tipo de drogas y mecanismos
anticonceptivos y contraceptivos. Esto lo hace imponiendo a los seguros de salud colectivos y
de grupo que proveen las empresas a sus empleados, una cobertura que se extienda también a
anticonceptivos o contraceptivos, que son abortivos y que incluyen la “pastilla del día
siguiente”, o la “pastilla de la semana después”.

Todo lo anterior presenta una fuerte amenaza en contra de la libertad religiosa al imponer a
patronos, religiosos y no religiosos, cristianos y no cristianos, a contratar seguros que cubran
este tipo de drogas, aún y cuando esto vaya en contra de sus creencias religiosas y convicciones
cristianas, ya que impone fuertes multas a quien no cumpla con las disposiciones de dicha ley.
Quedan exentos de esta disposición las iglesias y denominaciones eclesiales que tengan menos

144
AffordableCareAct, Congreso de Estados Unidos de América (marzo 2010), Corte Suprema de Justicia
(junio 2012), disponible en http://www.hhs.gov/healthcare/rights/law/index.html , consultado el 17 de
junio de 2017.
145
Obama Care Facts: Factsonthe Affordable Care Act, Obama Care Facts, disponible en
http://obamacarefacts.com/obamacare‐facts/, consultado el 17 de junio de 2017.
69
de 50 empleados. No obstante, no quedan exentos de dicha disposición las demás
organizaciones religiosas, las ONG, o empresarios religiosos que no deseen acatarla por ir en
contra de sus convicciones, es decir, que elimina cualquier posibilidad de objeción de
conciencia.146 En otras palabras, los empleadores religiosos están exentos únicamente si el
propósito de la compañía, empresa, entidad, etc. es inculcar doctrina religiosa, si contratan
exclusivamente a personas que profesan su misma fe y religión, y si califican como una iglesia u
orden religiosa según una definición sumamente restrictiva dada en la ley.

Por lo anterior, el problema de todo esto es que los miembros de dichas instituciones se ven
forzados no solo a apoyar, sino hasta a pagar por el seguro médico relacionado con pastillas
abortivas y anticonceptivas, violando no solo su derecho de libertad religiosa, sino también el
derecho a la vida por apoyar prácticas que evidentemente van en contra de la vida. Permitir la
libertad religiosa y la objeción de conciencia no es cerrar las puertas al uso de anticonceptivos,
que ya se encuentran fácilmente en el mercado y al cual se tiene inmediato acceso, pero sí, en
cambio, se violan derechos fundamentales de las personas que buscan practicar con convicción
sus creencias religiosas, yendo primordialmente en contra de la primer enmienda de la
Constitución de Estados Unidos, además de violar también uno de los principios contenidos en
el Bill of Rights el cual contiene el derecho de defender y practicar las creencias religiosas.

Frente a la oposición recibida, el 10 de febrero de 2012, el Presidente Obama ofreció un tipo de


“accomodation” o acomodación, por medio de la cual las aseguradoras, en lugar de los
empleadores, tendrían que pagar por los servicios contra los cuales dichos empleadores
tuvieran objeciones morales. Sin embargo, esto no resolvió el problema, ya que luego de todo lo
regulado por el HHS Mandate, de igual manera se continúa forzando a los empleadores a
proveer planes de salud que incluyan anticonceptivos, contraceptivos, métodos de esterilización
y drogas de inducción de aborto de forma gratuita, caso contrario serán sujeto de imposición de

146
Obama Care and its Mandates Facts Sheet, Alliance Defending Freedom, disponible en:
http://www.alliancedefendingfreedom.org/content/docs/facts/ObamaCare‐and‐its‐Mandates.pdf,
consultado el 17 de junio de 2017.
70
multas.147 Además de esto, resulta con un efecto redondo, en el sentido que recae, de nuevo y
finalmente, sobre los empleadores el pago de tales prácticas y mecanismos, ya que los fondos
utilizados por las compañías aseguradoras provienen de los empleadores que pagan por el
seguro en primer lugar.

Aún así y con toda la objeción que ha recibido tal ley, el HHS o Employer Mandate seguirá
requiriendo que las organizaciones y entidades de todo tipo provean el plan y contenido del
Obama Care a sus empleados, aún y cuando la ley individual (Obama Care Sec. 5000A(a), Pg.
126) sea declarada inconstitucional, ya que las leyes o mandatos, como sucede en el caso
concreto, son independientes, a menos que la Corte Suprema de Justicia decida que ambos
cuerpos legales se analicen en conjunto.148

3.1.3. Jurisprudencia

A continuación se hace referencia de dos casos conocidos por la Corte Suprema de Justicia de
Estados Unidos, uno pendiente de ser resuelto y el otro ya resuelto. En ellos se demuestran las
diversas violaciones al derecho de libertad de religión o libertad de conciencia a los que ciertos
individuos se ven sometidos. Seguidamente, se citarán fallos de dicha Corte en donde se
protege la libertad de conciencia o religión, y por tal, la objeción de conciencia, con la finalidad
de darle mayor fundamentación, y por tanto, recalcar la importancia que tiene la protección de
este derecho a nivel mundial, sirviendo de parámetro para su aplicación en el Estado de
Guatemala.

147
Whythe HHS Mandate Matters, TheLibertyInstitute, disponible en:
https://www.libertyinstitute.org/why‐hhs‐mandate‐matters, consultado el 17 de junio de 2015.
148
Op. Cit. Obama Care and its Mandates Facts Sheet, Alliance Defending Freedom.
ReligiousFreedomRestorationAct.

71
Masterpiece Cakeshop v. Colorado Civil Rights Commission

Dos hombres presentaron una denuncia ante el Estado de Colorado después de que un artista
pastelero, Jack Phillips, se rehusó a utilizar sus habilidades artísticas para prestarlas en una
ceremonia de matrimonio homosexual aún cuando hubiesen otros artistas pasteleros que
estaban dispuestos a realizar el trabajo.

La Corte Suprema de Colorado rechazó tomar el caso después de que la Corte de Apelaciones de
dicho Estado confirmara la resolución de la Comisión de Derechos Civiles de Colorado de mayo
2014. Dicha resolución ordenaba que Phillips y sus empleados realizaran pasteles que
celebraran y avalaran matrimonios homosexuales y requerían que Phillips cumpliera con la Ley
de Antidiscriminación de Colorado, reeducando a sus empleados y reportando periódicamente a
dicha comisión durante 2 años.

Uno de los argumentos utilizados por los abogados defensores de Phillips, fue que en 2015 la
misma Comisión que resolvió en contra de Phillips, razonó que 3 otros artistas pasteleros de
Denver no eran culpables de discriminación (cargo que se le imputa a Phillips), cuando se
rehusaron a cocinar y decorar un pastel, solicitado por un cristiano, en donde se demostraba su
oposición religiosa a los matrimonios homosexuales.149 La pregunta, entonces, sería por qué a
estos otros 3 pasteleros sí se les permitió denegar la hechura del pastel y a Phillips no, cuando
las razones invocadas por ambos eran las mismas. Argumentan también que, la diferencia que
ha hecho el caso de Phillips, es que éste (el Masterpiece Cakeshop) incluye la invocación de la
libertad de expresión, derecho que no ha sido invocado en casos similares.

Por otro lado, cabe entonces también cuestionar si es necesario determinar la prevalencia de
unos derechos sobre estos; en este caso, el derecho de la libertad de conciencia y de religión,
frente a los llamados derechos sexuales y reproductivos. Es preciso tomar en cuenta que, tal
como se argumentó en este caso, aquí no solo se pone en riesgo la libertad de religión o

149
V. MasterpieceCakeshop vs. Colorado Civil Rights Comission, disponible en
https://www.adflegal.org/for‐attorneys/cases/conscience‐cases, consultado el 20 de junio de 2017.
72
conciencia, sino también la libertad de expresión. ¿Hasta qué punto puede un gobierno obligar
a una persona a actuar de determinada forma, por sobreponer los derechos de otro individuo
que busca, a todas luces, imponer una supuesta forma de aceptación de la conducta de este
segundo? La otra cuestionante que es válido plantearse es por qué se ha llegado a considerar
como una forma de “discriminación” el no aceptar una imposición de la conducta de otros, que
atañe a una persona en particular, cuando esta conducta contraría algo tan fundamental y tan
arraigado al ser humano como lo es su conciencia y / o su religión.

El caso llegó hasta la Corte Suprema de Justicia en donde esta Corte resolvió finalmente si el
gobierno puede forzar a un artista pastelero a crear un pastel para boda homosexual, si éste
aduce que tal situación contraría sus principios morales o religiosos. Los abogados de Jack
Phillips solicitaron a la Corte Suprema que resolviera que el gobierno no puede coaccionarlo a
efectuar obras que comunican un mensaje con el cual él se opone fundamentalmente.
Finalmente la Corte Suprema de Justicia, el 4 de junio del presente año resolvió el fondo del
asunto. Con una mayoría de 5 votos sobre 7, la Corte optó por la protección del derecho de
libertad de expresión y de religión, a favor de Jack Phillips. Parte del razonamiento utilizado por
la Corte fue que el “Colorado Civil Rights Comission”, ante quien se presentó la primera
denuncia, actuó en violación del derecho de libertad de religión del ciudadano Jack Phillips y
que dejó de ser neutral desde una perspectiva religiosa. El Estado debiese, en todo caso, por
ser un Estado laico, permanecer neutral ante las posturas religiosas, sin dejar de proteger la
libertad de conciencia y religión, reconocidos y protegidos a nivel constitucional. Sin embargo, al
no haber actuado así el “Colorado Civil Rights Comission”, actuó vulnerando la cuarta enmienda
de la Constitución de Estados Unidos de América.150

150V. MasterpieceCakeshop vs. Colorado Civil RightsComission, disponible en


https://www.adflegal.org/for‐attorneys/cases/conscience‐cases, consultado el 5 de junio de 2018.
73
State of Washington v. Arlene’s Flowers / Ingersoll v. Arlene’s Flowers151

Barronelle Stutzman es la propietaria de una floristería denominada Arlene’s Flowers en


Washington. Llegada la ocasión, ella se rehusó a realizar los arreglos florales de una ceremonia
de matrimonio homosexual de un cliente habitual, Robert Ingersoll, a quien ella había realizado,
con anterioridad, arreglos florales para diversos eventos, los cuales no incluían una ceremonia
homosexual. La American Civil Liberties Uniony el Fiscal General de Washington, quien decidió
perseguirla penalmente, reclaman que ella es culpable de discriminación ilegal al haber ella
actuado conforme los dictados de su conciencia.

Los abogados de Barronelle solicitaron a la Corte que desestimara la denuncia efectuada por el
fiscal general, debido a que no tenía implicaciones directas en el caso, y en cambio,
interpusieron una contrademanda. Adicionalmente, se le solicitó a la Corte que protegiera a
Barronelle de ataques personales en su contra, efecutados por ACLU y el Estado, y que
restringiera las demandas efectuadas a su negocio: Arlene’s Flowers.

La Corte resolvió en contra de Barronelle y le ordenó que pagar las penalidades y costas
procesales. Los abogados de Barronelle acudieron ante la Corte Suprema de Washington para
que conociera el caso, el cual fue admitido para su trámite y conocido por dicha Corte. La Corte
finalmente resolvió, en febrero de 2017, que el gobierno sí puede obligar, tanto a ella como a
otros ciudadanos del Estado de Washington, a crear expresiones artísticas y participar en
eventos con los cuales ellos encuentran desacuerdo. Consecuencia de esto, se solicitó a la Corte
Suprema de Justicia de Estados Unidos que conozca el caso, por lo que aún se encuentra
pendiente de resolver.152

De los casos que siguen a continuación, únicamente se tratarán en forma sucinta para hacer
referencia a diversos casos en los cuales se ha resuelto en favor del derecho de objeción de

151
V. State of Washington v. Arlene’s Flowers / Ingersoll v. Arlene’s Flowers, disponible
enhttp://www.adfmedia.org/News/PRDetail/8608, consultado el 20 de junio de 2017.
152
V. Ingersoll v. Arlene's Flowers, disponible en https://www.aclu‐wa.org/cases/ingersoll‐v‐arlenes‐
flowers‐0, consultado el 21 de junio de 2017.
74
conciencia, fundamentado en la libertad de religión, exponiendo solamente el argumento
principal utilizado.

Burwell v Hobby Lobby and Little Sisters of the Poor v Burwell153

El Juez Gorsuch resolvió que el requerir a los empleados, especialmente por medio del
ObamaCare, que fue analizado previamente, cubrir métodos anticonceptivos o contraceptivos
por medio de la inclusión de seguros de salud, infringía su libertad de religión, porque los pone
en circunstancias donde se ven prácticamente forzados a cubrir estos planes que atentan contra
su conciencia, debido a que provienen estos mandatos del gobierno central, lo cual acarrea
consigo una fuerza coercitiva.

Lynch v. Donnelly (l984)154

La Corte sostuvo que la demostración pública de un nacimiento en un parque público con la


finalidad de celebrar las fiestas navideñas y rendirle culto a los orígenes de esa tradición, no era,
bajo ningún punto de vista, una inconstitucionalidad. Defendió que este tipo de demostraciones
son fruto de un sano ejercicio del derecho de libertad de religión y que la propia Constitución de
Estados Unidos protege tal derecho y sanciona la limitación del mismo cuando sea sin
fundamento, discriminatoria o irracional.

153
V. Burwell v Hobby Lobby and Little Sisters of the Poor v Burwell , disponible en
https://www.billofrightsinstitute.org/educate/educator‐resources/landmark‐cases/, consultado el 21 de
junio de 2017.
154
V. Lynch v. Donnelly (l984), disponible en https://www.billofrightsinstitute.org/educate/educator‐
resources/landmark‐cases/, consultado el 21 de junio de 2017.
75
Board of Education of Westside Community Schools v. Mergens (1990)155

La Ley de Acceso Equitativo de 1990, que requería que las escuelas públicas brindasen a los
grupos religiosos el mismo acceso a las facilidades que se le otorgaba a otros grupos
extracurriculares, se mantuvo. De esta forma, se concluyó que permitir a los clubes y grupos
religiosos continuar sus asociaciones no presentaba una violación de la Establishment Clause.

3.2. Objeción de conciencia en Colombia

3.2.1. Antecedentes

Se reconocen antecedentes de la objeción de conciencia en Colombia desde el primer congreso


obrero de 1924, cuando una dirigente obrera reclamó que el servicio militar fuese obligatorio
para los jóvenes obreros y campesinos; de igual manera algunas madres cabeza de familia
expresaron su libertad de conciencia objetando el reclutamiento de sus hijos y esposos para
combatir en la guerra contra el Perú́.

Con el paso del tiempo, el legislador es mó conveniente incluir en el ar culo 53 de la


Constitución de 1886 la libertad de conciencia, pero reducida a la conciencia religiosa; en ese
sentido no contemplaba la libertad de conciencia civil o laica.

Ahora bien, años más tarde, la Corte Suprema de Jus cia, extendió el espectro interpreta vo de
dicha norma, incluyendo ya a finales de los años sesenta un concepto de libertad de conciencia
civil, no sólo en los temas a nentes a la religión sino también de libre pensamiento y opinión.
Este se concretaría con base a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, promulgada el
10 de Diciembre de 1948 y la cual en su ar culo 18 estatuye que:

155
Board of Education of Westside Community Schools v. Mergens (1990), disponible en
https://www.billofrightsinstitute.org/educate/educator‐resources/landmark‐cases/, consultado el 25 de
junio de 2017.
76
“Toda persona ene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este
derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de
manifestar su religión o su creencia, individual y colec vamente, tanto en público como en
privado, por la enseñanza, la prác ca, el culto y la observancia”156

Durante los años 80 y 90 fue constante la figura del objetor de conciencia en relación con el
deber de prestación del servicio militar, por lo que se configuró una agrupación en pro de la
lucha del derecho a la objeción de conciencia consignado en la resolución E/CN/4/1987/173
expedida por la Naciones Unidas, la cual fue firmada por Colombia y que dicta lo anteriormente
mencionado. Como se verá más adelante, en la Constitución Política de Colombia de 1991 se
consagró el derecho humano fundamental de libertad de conciencia que da pie a la posterior
protección legal expresa de la objeción de conciencia. Esto marca un hito para el resguardo de
un derecho humano tan importante como lo es la libertad de religión. De esta forma lo destaca
el cons tuyente Manuel José Cepeda:

“Establecer la libertad de conciencia como una libertad separada e independiente de la de


religión y cultos, garan zada en el art. 18, es un avance frente a la filoso a del art. 53 de la
an gua Cons tución. Así se reconoció que el ámbito de cada libertad era diferente y que la
libertad de conciencia no se reduce a proteger exclusivamente convicciones o creencias
religiosas... contribuyendo a ampliar el camino de la tolerancia, fundamental en toda sociedad
democrá ca, pues sólo si las personas toman por norma de conducta respetar las ideas y
opiniones de los demás, aunque no las compartan, se promoverá el pluralismo ideológico
indispensable para alcanzar una democracia participativa.”157

156
V. Declaración Universal de los Derechos Humanos, disponible en http://www.un.org/es/, consultado
el 17 de junio de 2017.
157
CEPEDA, Manuel, “Los derechos fundamentales en la Cons tución de 1991”. Editorial Temis, Bogotá,
Colombia, 1992, p. 16.
77
3.2.2. Legislación

En 1991, se promulgó una nueva Constitución Política, lo que generó entre los ciudadanos y
entre los juristas el interés sobre la protección, o más bien, alguna forma de proteger la libertad
de conciencia y/o de religión. Esto provocó que civiles se movilizaran para el logro de la
inclusión del derecho que en este trabajo se estudia, por lo cual fueron presentadas 6
propuestas distintas sobre leyes de objeción de conciencia y libertad de religión; sin embargo,
ninguna fue aprobada. Esto no fue óbice para que en dicha Constitución se reconociera, en el
artículo 18, el derecho humano de no ser obligado a actuar en contra de su conciencia.158

Como se mencionó antes, finalmente quedó contemplada la objeción de conciencia en el


ar culo 18 de la Cons tución Polí ca de Colombia, que consagra la libertad de conciencia de la
siguiente forma:

“Ar culo 18. Se garan za la libertad de conciencia. Nadie será molestado por razón de sus
convicciones o creencias ni compelido a revelarlas ni obligado a actuar contra su conciencia.”159

La libertad de conciencia se consagra, entonces, como un derecho fundamental con


independencia de la libertad de cultos, del cual cualquier ciudadano puede hacer uso. Aquí,
como se puede notar, se dio una primer semilla que sirvió de fundamento para defender el
derecho de objeción de conciencia, no porque estuviera expresamente reconocido, sino porque,
como se mencionó en el capítulo segundo del presente trabajo, el fundamento para la creación
de normas legales de objeción de conciencia es el reconocimiento de la libertad de religión o
libertad de conciencia a nivel constitucional, debido a que es en la Carta Magna en donde,
usualmente, se reconocen los derechos humanos fundamentales.

158
MADRID‐MALO GARIZABAL, Mario, Op. Cit., p. 160.
159
V. Art. 18, Constitución Política de Colombia, 1991.
78
3.2.3. Jurisprudencia

Si bien en Colombia no existe una norma legal que expresamente reconozca el derecho de
objeción de conciencia, sí se estipulan en el Texto Supremo, la protección al derecho de libertad
de religión o conciencia. Dicha Constitución en su artículo 18, mediante la protección del
derecho humano fundamental de libertad de religión o conciencia; y por otra parte, en la propia
Constitución Política, como fue analizado previamente, se instaura la protección al derecho de
libertad de conciencia.

Al respecto de la libertad de conciencia, la Corte Suprema de Justicia, en sentencia del 11 de


diciembre de 1969, dijo: “En virtud de tal facultad, garan zada por el Estado, nadie puede ser
constreñido a profesar una religión en la cual no cree, ni a participar en sus ritos, ni a ejecutar
acto alguno inspirado en una fe que no se profesa. Por esta razón el mismo ar culo 53 precisa
más la orientación que acaba de señalarse en los siguientes términos: Nadie será molestado por
razón de sus opiniones religiosas, ni compelido a profesar creencias ni a observar prác cas
contrarias a su conciencia' "160.

Por otra parte, se ha protegido la objeción de conciencia por parte de la Corte Cons tucional de
Colombia en la Sentencia C‐355 de 2006 que legalizó el aborto en Colombia en el año 2006161,
mediante la precitada sentencia la Corte Constitucional autorizó la prác ca de la interrupción
voluntaria del embarazo en tres casos, siendo estos: 1) médicos, cuando exista grave peligro
para la salud de la madre; 2) criminológico, cuando la concepción ha sido fruto de una violación
criminal; 3) embriopático o eugenéisco. Asimismo, ordenó a los médicos y profesionales de la
salud practicar la medida, siempre y cuando cumpla las condiciones legales impuestas por dicho
pronunciamiento; de la misma forma contempla una objeción de conciencia para los

160
V. Sala de Casación Civil número 7‐2017, disponible en:
http://www.cortesuprema.gov.co/corte/index.php/jurisprudencia/, consultado el 18 de junio de 2017.
161
V. Sentencia C‐355‐06, Corte Constitucional de Colombia, disponible en
http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2006/C‐355‐06.htm, consultada el 25 de junio de 2017.
79
profesionales que osen negarse a practicar la medida en cumplimiento de sus principios
religiosos.

Procede la Corte a expresar una definición de la libertad de conciencia indicando lo siguiente:


“Entendida como posibilidad de tener la concepción del mundo y convicción que se quiera,
especialmente en materia política y religiosa. Nadie puede ser molestado por razón de sus
convicciones o creencias, ni compelido a revelarlas, ni obligado a actuar contra su conciencia
(posibilidad de objeción de conciencia). La libertad de conciencia implica también la posibilidad
de comunicar nuestro pensamiento a nuestros congéneres y de exteriorizarlo. La razón es que la
conciencia como tal puede ser inviolable (Hegel decía que el esclavo seguía siendo libre en su
conciencia), pero sus manifestaciones siempre pueden ser violadas.”162

Así entonces, en otro apartado de la sentencia, la Corte expresamente dispuso:

“La objeción de conciencia no es un derecho del cual son titulares las personas jurídicas, o el
Estado. Solo es posible reconocerlo a personas naturales, de manera que no pueden existir
clínicas, hospitales, centros de salud o cualquiera que sea el nombre con que se les denomine,
que presenten objeción de conciencia a la práctica de un aborto cuando se reúnan las
condiciones señaladas en esta sentencia. En lo que respecta a las personas naturales, cabe
advertir, que la objeción de conciencia hace referencia a una convicción de carácter religioso
debidamente fundamentada, y por tanto no se trata de poner en juego la opinión del médico
entorno a si está o no de acuerdo con el aborto, y tampoco puede implicar el desconocimiento
de los derechos fundamentales de las mujeres; por lo que, en caso de alegarse por un médico la
objeción de conciencia, debe proceder inmediatamente a remitir a la mujer que se encuentre en
las hipótesis previstas a otro médico que si pueda llevar a cabo el aborto, sin perjuicio de que
posteriormente se determine si la objeción de conciencia era procedente y pertinente, a través
de los mecanismos establecidos por la profesión médica.”163

162
Ibid.
163
Ibid.
80
El cambio de precedente cons tucional trajo consigo una nueva reglamentación sobre la
objeción de conciencia en casos de aborto, solo aplicable para profesionales de la salud que
individualmente consideren estar actuando en contra de sus principios religiosos o de su moral
o é ca, condicionado a que estos principios hayan sido prac cados por más de un año y los
manifiesten a su empleador.164 Se hace la indicación de que debe ser “individualmente”, debido
a que, según se indicó en el capítulo precedente, es un derecho que no puede ser ejercido en
forma colectiva, ya que atiende a razones muy personales e internas que no permiten a un
individuo desatender su conciencia. También se puede ver que se estipulan en la precitada
Corte Constitucional colombiana, dos requisitos necesarios para que pueda ejercerse dicho
derecho:
1. Que los principios o moral religiosos invocados para ejercer el derecho de objeción de
conciencia hayan sido practicados por más de un año antes del pronunciamiento en
contra; y,
2. Que tales principios o moral religiosos hayan sido expresados al empleador con
anterioridad, primordialmente antes del momento de contratación, siendo que este es
un elemento fundamente de la persona humana.

El artículo 216 de la Constitución dice:

Todos los colombianos están obligados a tomar las armas cuando las necesidades públicas lo
exijan para defender la independencia nacional y las instituciones públicas.

La Ley determinará las condiciones que en todo tiempo eximen del servicio militar y las
prerrogativas por la prestación del mismo.”

Frente a los casos presentados sobre objeción de conciencia, la Corte Constitucional en sus
sentencias, en lugar de buscar un punto medio entre los dos artículos, ha optado por

164
MATEUS MANCILLA, July Alejandra y VELASCO PARRA, Javier Ricardo, La Objeción de Conciencia como
Derecho Constitucional Consagrado en la Legislación Colombiana y su Estudio en el Derecho Comparado,
tesis para optar el título de Abogado, Universidad Industrial de Santander, Colombia, 2010, p. 67.
81
sobreponer la obligación constitucional de tomar las armas frente al derecho a la libertad de
conciencia respecto a la no prestación del servicio militar obligatorio (SMO).

La Corte Constitucional dijo en su sentencia T‐409/92:

La garantía de la libertad de conciencia no necesariamente incluye la consagración positiva de la


objeción de conciencia para prestar el servicio militar. Esta figura, que en otros sistemas permite
al individuo negarse a cumplir una obligación como la mencionada cuando la actividad
correspondiente signifique la realización de conductas que pugnan con sus convicciones íntimas,
no ha sido aceptada por la Constitución colombiana como recurso exonerativo de la indicada
obligación.”165

La misma Corte dijo en su sentencia C‐511‐94:

Tampoco resulta violatoria la normativa acusada por omisión a la libertad de conciencia


consagrada en el artículo 18 de la Carta. Esta Corporación ha tenido oportunidad de indicar, que
no existe en nuestro régimen relacionado con el servicio militar la figura de la "objeción de
conciencia", por cuanto no resulta del fuero propio de las exigencias del servicio militar el
autorizar a los ciudadanos para no atender este deber esencial, cuyos basamentos se
encuentran no sólo en lo dispuesto en la ley sino justamente en la conciencia del propio
compromiso social.”166

Y en la sentencia T‐363/95 la Corte dijo:

En efecto, el servicio militar no es per se algo que implique violencia, daño a los demás, ejercicio
ciego de la fuerza o vulneración de derechos fundamentales. Se trata de un deber en abstracto,
cuyos contenidos concretos están sometidos a la Constitución y a la ley. (…) La Corte rechaza de
manera enfática las pretensiones del accionante, por cuanto, de admitirse su viabilidad a la luz

165
V. Sentencia T‐409/92, Corte Constitucional de Colombia, disponible en
http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1992/t‐409‐92.htm, consultado el 24 de junio de 2017.
166
V. Sentencia C‐511‐94, Corte Constitucional de Colombia, disponible en
http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1994/C‐511‐94.htm, consultado el 24 de junio de 2017.
82
de la Constitución, se estaría entronizando la voluntad de cada uno como regla y medida del
cumplimiento del deber, que por su misma naturaleza se impone independientemente del querer
y los deseos de aquél a quien corresponde acatarlo.”

Y es que los deberes, que se establecen como contrapartida de los derechos, mientras sean
razonables y no desatiendan el orden jurídico, son exigibles sin lugar a preferencias ni
discriminaciones y no por serlo violentan la libertad de conciencia, ni ninguna otra libertad.”1

En conclusión, la situación en la jurisprudencia colombiana ha determinado que respecto del


servicio militar, no existe el derecho a la objeción de conciencia en frente el servicio militar
obligatorio (SMO). Es criterio de la autora de este trabajo, que tal situación implica, a todas
luces, una violación a la libertad de conciencia o religión, ya que como la misma Corte lo indicó
en su momento, citando a Hegel, la conciencia como tal puede ser inviolable pero sus
manifestaciones siempre pueden ser violadas. A manera de ejemplificación, Hegel afirmaba que
el esclavo seguía siendo libre en su conciencia.167

No obstante, en el año 2014 se dio un cambio de precedente en el criterio de la Corte


Constitucional de Colombia, al resolver:

“La objeción de conciencia al servicio militar obligatorio es un derecho fundamental y una causal
de exención a la prestación de dicho servicio, que tienen raigambre constitucional y, por ende,
supra legal, como se ha explicado en esta sentencia. Por ende, no exige una prescripción legal
expresa para que tenga carácter jurídico vinculante y puede ser alegado por cualquier obligado
al servicio militar, quien demuestre que por convicciones personales profundas, sinceras,
continuas y exteriorizadas, tiene razones de conciencia que le impiden ejercer la actividad
militar.”168

En conclusión, puede afirmarse, por medio del análisis de los casos y sentencias emitidas por los
altos tribunales de los dos Estados estudiados, que la protección del derecho de objeción de

167
V. Sentencia C‐355‐06, Ibid.
168
V. Sentencia T‐455/14, Corte Constitucional de Colombia, disponible en
http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2014/T‐455‐14.htm, consultado el 3 de julio de 2017.
83
conciencia es necesaria y de hecho se realiza. Además, como se puede ver, por medio de estas
sentencias no solo se protege el derecho de objeción de conciencia, sino también su génesis,
que es el derecho de libertad de conciencia o libertad de religión, según sea regulado en cada
ordenamiento jurídico. Pueden estos casos hacer la visualización de la necesidad de brindar la
debida protección legal a los referidos derechos tan fundamental como lo propio de la esencia
de la naturaleza humana: su conciencia.

84
Capítulo IV

El Derecho de Objeción de Conciencia con fundamento en la libertad de religión o libertad de


conciencia en instrumentos internacionales en materia de derechos humanos, así como en
los instrumentos aplicables a Guatemala en virtud del Bloque de Constitucionalidad

Como se ha podido visualizar a lo largo del presente trabajo, en Guatemala sí existe un


fundamento que puede utilizarse para la protección del derecho de objeción de conciencia, y es
el artículo treinta y seis constitucional, el cual brinda amparo al derecho a la libertad de religión
o de conciencia, como se le denomina también en la doctrina. Asimismo, se ha visto que la
libertad de religión sirve de fundamento principal para la posterior protección del derecho de
objeción de conciencia, ya que se deriva de aquel. Sin embargo, por si fuera poco, en Guatemala
no solo la Constitución Política de la República ha reconocido la libertad de religión, sino que
también lo ha hecho por otras vías que también pueden considerarse constitucionales.

En el presente capítulo, se pretende hacer un análisis de los instrumentos internacionales de


derechos humanos que, dentro de su articulado, brindan resguardo a la libertad de conciencia o
de religión, y han sido ratificados por Guatemala. Además, se estudiará, de igual manera, el
mecanismo constitucional en virtud del cual forman parte de la propia Constitución
guatemalteca y así, se consideran supremos a cualquier legislación interna; es más, toda ella (la
legislación interna) debe atender a lo establecido en la Carta Magna. Debe tomarse en cuenta,
para esto, que la Corte de Constitucionalidad no ha efectuado un listado taxativo de los
instrumentos internacionales que forman parte del bloque de constitucionalidad, sino que se ha
reservado la facultad de irlos determinando caso con caso. 169

Adicionalmente, este estudio se realiza de tal manera, con la finalidad de demostrar que en caso
la propia Constitución Política de la República de Guatemala no fuese suficiente en un caso

169
Expediente 1822‐2011, Inconstitucionalidad General Parcial, Corte de Constitucionalidad, Guatemala.
85
determinado, para atender a la protección de la libertad de religión y conciencia, y por ende, del
derecho de objeción de conciencia, existen otros cuerpos normativos internacionales que
posiblemente sí fijan parámetros más claros sobre la aplicabilidad y extensión del derecho que
en este trabajo se estudia. En otras palabras, si la terminología y normativa aplicable fuese
escasa para un caso determinado, los tribunales jurisdiccionales y constitucionales
guatemaltecos, podrían recurrir a la aplicación (para efectos de claridad e interpretación), de los
cuerpos normativos internacionales referidos.

El objetivo de lo explicado en el párrafo precedente es para darle fuerza a la ya protegida


libertad de religión y de conciencia en Guatemala. Es, por tanto, innegable la importancia de su
defensa, como fundamento, además, del derecho de objeción de conciencia, tan necesario para
el eficaz ejercicio de todas las religiones, creencias, principios y moral de cada ser humano.

Adicionalmente, se estudiarán algunos instrumentos internacionales que, si bien no han sido


reconocidos expresamente como parte del bloque de constitucionalidad, sí pueden utilizarse
como referencia y precedente para la debida práctica de la religión y los principios morales y
éticos.

4.1 El Bloque de Constitucionalidad en Guatemala

El término y concepto de “bloque de constitucionalidad” fue introducido primariamente en los


años setentas por parte del Consejo Constitucional francés. Dicho órgano constitucional en una
sentencia indicó que se había declarado competente para censurar leyes que fuesen contrarias
a los derechos y libertades fundamentales, y se fundamentó en que el 27 de septiembre de
1973, el presidente del Senado formuló una petición, debido a que el Consejo se opuso a una
ley que consideró contraria a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de
1789.170 De esta manera, se puede notar cómo el referido tribunal aplicó lo contenido en un

170
FAVOREAU, Louis, Tribunales Europeos y Derechos Fundamentales, Centro de Estudios
Constitucionales, Madrid, 1985, p. 58 y 59, disponible en http://www.corteidh.or.cr/tablas/5695.pdf,
consultado el 1 de agosto de 2017.
86
instrumento internacional, como lo es la Declaración de 1789, anteponiéndola a una situación
concreta, y aplicándola, finalmente, para brindar una solución al caso. Se podría afirmar, de esta
manera, que el referido órgano constitucional le dio aplicación e interpretación a dicho
instrumento, como si fuera parte literal del ordenamiento jurídico interno.

Son los instrumentos internacionales aquellos que mayormente y de forma más efectiva
resguardan los derechos humanos fundamentales de forma conservadora y aún, sin extender
estos derechos humanos que ahora son sobre explotados y utilizados. Es derivado de esto, que
la misma Corte de Constitucionalidad de Guatemala ha reconocido a algunos de ellos para
fundamentar el control de constitucionalidad y hacer un examen sobre la constitucionalidad,
tanto a nivel local como internacional, de la normativa interna guatemalteca, reconociendo
ciertos instrumentos internacionales como parte de la Constitución Política guatemalteca. A
este mecanismo y principio puede llamársele bloque de constitucionalidad, cuyo fundamento
legal son los artículos 44 y 46 de la Constitución Política de la República de Guatemala.171

Puede considerarse el bloque de cons tucionalidad como el grupo amplio de principios y reglas
de derecho posi vo que comparten con los ar culos de la carta cons tucional la mayor jerarquía
normativa en el orden interno, son parámetros de control cons tucional de las leyes que
reconocen la prevalencia de tratados internacionales. 172 De esta forma, se incorpora al
ordenamiento jurídico una serie de cuerpos normativos internacionales que pasan integrarlo

171
“Derechos inherentes a la persona humana. Los derechos y garan as que otorga la Cons tución no
excluyen otros que, aunque no figuren expresamente en ella, son inherentes a la persona humana. El
interés social prevalece sobre el interés par cular. Serán nulas ipso jure las leyes y las disposiciones
guberna vas o de cualquier otro orden que disminuyan, restrinjan o tergiversen los derechos que la
Cons tución garan za.”
Artículo 44, Constitución Política de la República de Guatemala; y “Preeminencia del Derecho
Internacional. Se establece el principio general de que en materia de derechos humanos, los tratados y
convenciones aceptados y ratificados por Guatemala, tienen preeminencia sobre el derecho interno.”
Artículo 46, Constitución Política de la República de Guatemala.
172
MATEUS MANCILLA, July Alejandra y VELASCO PARRA, Javier Ricardo, La Objeción de Conciencia como
Derecho Constitucional consagrado en la Legislación Colombiana y su Estudio en el Derecho Comparado,
Universidad Industrial de Santander, Facultad de Ciencias Humanas, Escuela de Derecho y Ciencia
Política, tesis para obtener el título de Abogado, Colombia, 2010, P. 123, disponible en
http://tangara.uis.edu.co/biblioweb/tesis/2010/133936.pdf, consultado el 1 de agosto de 2017.
87
por reconocimiento expreso del máximo tribunal constitucional. En otras palabras, se podría
afirmar que la Constitución Política estaría compuesta, ya no solo por todas aquellas normas,
principios y prerrogativas en ella contenidas, sino que se extendería a aquellas normas,
principios y prerrogativas dispuestas en aquellos instrumentos internacionales reconocidos
expresamente como parte del bloque de constitucionalidad.

Expresa Eduardo Cifuentes, magistrado de la Corte Constitucional de Colombia, dice que “el
bloque de cons tucionalidad está compuesto por aquellas normas y principios que, sin aparecer
formalmente en el ar culado del texto cons tucional, son u lizados como parámetros del
control de constitucionalidad de las leyes. Ello bien porque se trata de verdaderos principios y
reglas de valor constitucional, como sucede con los convenios de derecho internacional
humanitario, o bien porque son disposiciones que no tienen rango constitucional pero que la
propia Carta ordena que sus mandatos sean respetados por las leyes ordinarias, tal y como
sucede con las leyes orgánicas y estatutarias en determinados campos”.173

Según el jurista Rodrigo Uprimmy, “La noción de bloque de constitucionalidad puede ser
formulada recurriendo a la siguiente imagen paradójica: el bloque de constitucionalidad hace
referencia a la existencia de normas constitucionales que no aparecen directamente en el texto
constitucional. ¿Qué significa eso? (…) que una constitución puede ser normativamente algo más
que el propio texto constitucional, esto es, que las normas constitucionales, o al menos
supralegales, pueden ser más numerosas que aquellas que pueden encontrarse en el articulado
de la constitución escrita.”174La normativa internacional que es reconocida como parte del
bloque de constitucionalidad, ocupa un mismo rango con la Carta Magna, sin ser parte de la
constitución escrita.

173
Sentencia C.358/97, Corte Constitucional de Colombia, 1997, disponible en
http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1997/c‐358‐97.htm, consultado el 15 de julio de 2017.
174
UPRIMMY, Rodrigo, El bloque de cons tucionalidad en Colombia. Un análisis jurisprudencial y un
ensayo de sistema zación doctrinal, Universidad Nacional, Colombia, 2005, p. 3.
88
En Guatemala, aún existen autores y juristas que disienten con la viabilidad del bloque de
constitucionalidad, argumentando, principalmente, que estos “restan sistemá camente
importancia al texto cons tucional, expreso posi vo y vigente, para supeditarlo a principios y
valores que consideran superiores y que igualmente consideran indispensables al momento de
realizar las labores de interpretación y aplicación de la norma cons tucional, lo que les permite
dar a la misma el contenido que subjetivamente deseen (...) 175 Aún así, la Corte de
Constitucionalidad se ha abierto paso para la implementación y aplicación del respectivo bloque
de constitucionalidad, arguyendo la apertura que efectivamente contiene la propia Carta Magna
guatemalteca en los artículos constitucionales precitados. Es más, la propia Corte de
Constitucionalidad desde su primera magistratura (1986‐1991) ya comenzaba a citar artículos
de la Declaración Universal de Derechos Humanos, Convención Americana sobre Derechos
Humanos, Carta de las Naciones Unidas, Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, aun
cuando no de aplicación supletoria por encontrar suficientes garantías en la legislación
constitucional interna.

Contrarrestando la postura que rechaza la viabilidad del bloque de constitucionalidad, que


argumenta el demérito de la Constitución Política al implementarse el mismo, la Corte de
Constitucionalidad, en el caso Ríos vs. Tribunal Supremo Electoral (Apelación en Amparo ‐280‐
90)176 sostuvo que el Pacto de San José no tiene primacía sobre la Constitución. “El art. 46 (de la
Constitución Política de la República de Guatemala) jerarquiza tales derechos humanos con
rango superior a la legislación ordinaria o derivada, pero no puede reconocérsele ninguna
superioridad sobre la Constitución, porque si tales derechos (…) guardan armonía con la misma,
entonces su ingreso al sistema normativo no tiene problema, pero si entraren en contradicción
con la Carta Magna, su efecto sería modificador o derogatorio, lo cual causaría conflicto con las
cláusulas de la misma que garantizan su rigidez y superioridad y con la disposición que
175
COMPARINI ALQUIJAY, Hilario, El bloque de constitucionalidad ¿es viable en Guatemala?, en: Opus
Magna Constitucional, Tomo VIII, Instituto de Justicia Constitucional, Guatemala, 2013. p. 197, citado por
OVIEDO SOTO, José Roberto, El Bloque de Constitucionalidad en Guatemala. Su aplicación en las
Resoluciones Judiciales Emitidas por los Órganos Jurisdiccionales, tesis de posgrado para la Maestría en
Derecho Constitucional, Universidad Rafael Landívar, p. 47.
176
V. Sentencia de Apelación de Amparo, de fecha 19/10/1990, expediente número 280‐90, Corte de
Constitucionalidad, Guatemala.
89
únicamente el poder constituyente o el refrendo popular, según sea el caso, tienen facultad
reformadora de la Constitución.” Con esto, la propia Corte de Constitucionalidad le continúa
reconocimiento a la Carta Magna su primacía, incluso, por cualquier norma internacional en
materia de derechos humanos que contradiga los principios reconocidos en dicho texto
supremo.

Si bien, como se mencionó previamente, existen posturas en Guatemala que argumentan la no


viabilidad del bloque de constitucionalidad, argumentando que éste demerita el valor y
supremacía de la propia Constitución Política de la República escrita, es criterio de la autora del
presente trabajo, que los artículos cuarenta y cuatro y cuarenta y seis constitucionales, sí son
suficientes para dar paso a la aplicación de ciertos instrumentos internacionales. Parece ser que
no solo es posible la aplicación de los referidos instrumentos, sino que es necesario, debido a
que la Constitución Política, en determinadas ocasiones, no será suficiente para solventar todos
los casos de conflicto que se enfrenten a ella. Es así como el recurrir a documentos
internacionales en ciertas circunstancias, será menester por la insuficiencia en que pueda verse
el propio ordenamiento jurídico guatemalteco por sí solo.

En Guatemala, la Corte de Constitucionalidad en diversas ocasiones ha sostenido el criterio de


que existen ciertos tratados internacionales que se deben utilizar como una forma de control de
constitucionalidad, es decir, como un parámetro para determinar la constitucionalidad o no de
una norma jurídica, o bien, de un caso concreto. Por ejemplo, en la sentencia de fecha
veintiocho de junio de dos mil uno, el referido tribunal constitucional indicó que la Corte
solamente debía analizar aspectos relacionados con la preeminencia de la normativa
constitucional a la luz del amparo de los derechos humanos fundamentales, así como la
aplicación de los tratados internacionales aceptados y ratificados por Guatemala, debido a que
su aplicación podía, en determinado caso, brindar aún más protección a la persona humana que
la propia legislación interna.177

177
Expediente 872‐2000, sentencia de fecha 28/06/2001, Corte de Constitucionalidad, Guatemala.
90
La anterior es una forma de otorgar validez a determinados instrumentos internacionales en
materia de derechos humanos, incluso, como formando parte de la propia Carta Magna
guatemalteca. Adicionalmente, en sentencia de fecha fecha nueve de julio de dos mil nueve, la
Corte de Constitucionalidad sostuvo que “el ar culo 46 de la Cons tución Polí ca de la
República le otorga preeminencia a esos cuerpos norma vos sobre el derecho interno, ello
únicamente provoca que, ante la eventualidad de que la disposición legal ordinaria de ese orden
entre el conflicto con una o varias normas contenidas en un tratado o convención internacional
sobre los derechos humanos, prevalezcan estas úl mas...”178. Nuevamente se evidencia la forma
en que el máximo tribunal constitucional da pie a la aplicación de instrumentos internacionales
reconocidos y ratificados por Guatemala.179

Finalmente, en palabras de José Roberto Oviedo Soto, “resulta importante destacar que al dictar
la sentencia expediente 1094‐2013‐, la Corte de Cons tucionalidad emi ó tres fallos contestes,
en el sen do del reconocimiento del bloque de cons tucionalidad y en la aceptación de los
Tratados y Convenios internacionales en materia de derechos humanos, como parte de la
Cons tución material guatemalteca, lo que a la luz del ar culo 43 de la Ley de Amparo,
Exhibición Personal y de Cons tucionalidad, formó doctrina legal y por lo tanto su observancia
es de obligatorio cumplimiento.”180 Consecuentemente, no existe duda alguna de la aceptación
que ha efectuado el máximo tribunal constitucional guatemalteco respecto de la posibilidad de
incorporar a la Constitución Política guatemalteca, aquellos instrumentos internacionales
reconocidos como parte del bloque de constitucionalidad.

En general, los instrumentos internacionales que protegen la libertad de religión y fundamentan


así la protección del derecho de objeción de conciencia, no evidencian un fundamento filosófico
y moral en concreto, de los derechos proclamados en ellos, debido a la existencia de diversas
178
Expediente 3396‐2008, sentencia de fecha 09/07/2009, y expediente 280‐90, Corte de
Constitucionalidad, Guatemala.
179
Ver también Expediente 1356‐2006, sentencia de fecha 11/10/2006, y expediente 280‐90, sentencia
de fecha 19/10/1990, expediente 929‐2008, sentencia de fecha 07/07/2009, expediente 1822‐2011,
sentencia de fecha 17/07/2012, expediente 4136‐2016, sentencia de fecha 06/03/2017, Corte de
Constitucionalidad, Guatemala.
180
OVIEDO SOTO, José Roberto, Op. Cit. 67.
91
posturas e ideologías contrapuestas en los órganos creadores de ellos. Por ello la afirmación
filosófica más audaz resulta ser la que afirma “la dignidad inherente a todos los miembros de la
familia humana y sus derechos iguales e inalienables”.

Derivado de ello, se tratará de hacer a continuación un llamamiento y descripción de los


diversos cuerpos normativos internacionales que protegen la libertad de conciencia y/o libertad
de religión, a partir de lo cual se puede también dar una protección al derecho de objeción de
conciencia. En principio, estos cuerpos normativos internacionales serán aquellos que
Guatemala ha ratificado y forma parte. Sin embargo, se han incluido también aquellos tratados
que, si bien Guatemala no ha ratificado, pueden servir de referencia y sentar precedente para
que en Guatemala se comience con la protección a nivel judicial y legislativo con una mayor
protección del derecho de objeción de conciencia.

4.2. Instrumentos Internacionales de mayor importancia en Guatemala derivado de su


incorporación al ordenamiento jurídico guatemalteco por su ratificación y aceptación, así
como por su incorporación al bloque de constitucionalidad

4.2.1. Convención Americana de Derechos Humanos

La Convención Americana de Derechos Humanos –CADH‐, también conocida como el Pacto de


San José es el instrumento internacional en materia de derechos humanos con mayor
reconocimiento a nivel latinoamericano. Fue suscrita en la Conferencia Especializada
Interamericana sobre Derechos Humanos, en San José de Costa Rica en noviembre de 1969.181
Este instrumento internacional contiene una serie de derechos y obligaciones fundamentales
para la persona humana, instaurando también un sistema de protección de dichos derechos
fundamentales, creando consigo la Comisión Internacional de Derechos Humanos y la Corte
Interamericana.

181
Convención Americana de Derechos Humanos, disponible en
https://www.oas.org/dil/esp/tratados_b‐32_convencion_americana_sobre_derechos_humanos.htm,
consultado el 15 de julio de 2017.
92
La Convención que en este apartado se estudia, o Pacto de San José, fue firmada por Guatemala
el 22 de noviembre de 1969 y posteriormente ratificada el 27 de abril de 1978; 182 fue
incorporada al bloque de constitucionalidad guatemalteco mediante una serie de sentencias
emitidas por el tribunal competente para el efecto: la Corte de Constitucionalidad. Dentro de las
referidas sentencias, se puede encontrar la que se citará a continuación: “En el fallo de veintidós
de noviembre de dos mil trece emitido en el expediente 1094‐2013, la Corte afirmó que, por vía
del bloque de constitucionalidad, es dable esgrimir lo preceptuado por la Convención Americana
sobre Derechos Humanos como parámetro para establecer la legitimidad constitucional de una
disposición infraconstitucional. (…) En el expediente 3340‐2013, cuyo fallo fue emitido el
dieciocho de diciembre de dos mil catorce, este Tribunal indicó que, dada la figura del bloque de
constitucionalidad, es de obligada observancia lo preceptuado en la Convención Americana
sobre Derechos Humanos y, por estar sometidos a la jurisdicción de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, resulta obligatoria la observancia de las sentencias emitidas por esa Corte,
aunque en estas no figure el Estado de Guatemala como parte, ya que en ellas se establece la
forma de interpretar el contenido de las normas de la Convención y su alcance.” Y “(…) esta
Corte ha identificado como bloque de constitucionalidad al conjunto normativo que contiene
principios o disposiciones materialmente constitucionales, tanto las contenidas expresamente en
la Constitución como las que, aunque no residan directamente en esta sino en instrumentos de
carácter internacional, desarrollan o complementan el catálogo de derechos fundamentales
contenidos en aquella, con lo cual se garantiza, por un lado, la coherencia de la legislación
interna con los compromisos exteriores del Estado y, por otro, la debida observancia de los
derechos esenciales de sus habitantes [sentencia dictada dentro del expediente un mil
ochocientos veintidós‐dos mil once (1822‐2011)]. De esa suerte, sí es dable esgrimir lo
preceptuado por la Convención Americana sobre Derechos Humanos como parámetro para
establecer la legitimidad constitucional de una disposición infraconstitucional.”183

182
Ibid.
183
Expediente 1006‐2014, expediente 1094‐2013, respectivamente; y expediente 1732‐2014 y
expedientes acumulados 3308‐2014 y 3347‐2014, expediente 5864‐2014, expediente 4871‐2015,
expediente 4‐2016, Corte de Constitucionalidad, Guatemala.
93
La referida Convención ampara, en su artículo 12, una expresa protección al derecho a la
libertad de conciencia y religión; lleva consigo la facultad de manifestar la religión o principios
de conciencia (morales o éticos) según le corresponda a cada uno. Además, afirma también que
ninguna persona puede ser objeto de medidas legales que de alguna manera restrinjan el
referido derecho. Esto implica que ante la situación de que a un individuo se le violente o se
amenace con violentar su derecho a libertad de conciencia y de religión, y todo lo que implica,
podrá oponerse al amparo del artículo mencionado. Por razones de claridad para el lector, se
transcribe a continuación:

“Artículo 12. Libertad de Conciencia y de Religión


1. Toda persona tiene derecho a la libertad de conciencia y de religión. Este derecho implica la
libertad de conservar su religión o sus creencias, o de cambiar de religión o de creencias, así
como la libertad de profesar y divulgar su religión o sus creencias, individual o colectivamente,
tanto en público como en privado.
2. Nadie puede ser objeto de medidas restrictivas que puedan menoscabar la libertad de
conservar su religión o sus creencias o de cambiar de religión o de creencias.
3. La libertad de manifestar la propia religión y las propias creencias está sujeta únicamente a
las limitaciones prescritas por la ley y que sean necesarias para proteger la seguridad, el orden,
la salud o la moral públicos o los derechos o libertades de los demás.
4. Los padres, y en su caso los tutores, tienen derecho a que sus hijos o pupilos reciban la
educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.”

Históricamente, este derecho fue nombrado como libertad de conciencia y también como
libertad de culto. La libertad religiosa ha sido reconocida por la Corte Interamericana como
uno de los “cimientos de la sociedad democrática” y por la doctrina jurídica especializada
como “la primera de las libertades” dada su importancia histórica y política tanto en el proceso
de constitución de los Estados nación modernos en la independización de los poderes

94
absolutos de carácter político‐religioso como en la configuración de las libertades
individuales184 características de la modernidad.

Por otra parte, la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre (DADDH) valoró
positivamente la dimensión espiritual del ser humano en su Preámbulo185 y luego proclamó el
derecho de libertad religiosa en su artículo 3 186 . Tener en cuenta lo anterior resulta
importante, ya que implica que el sistema interamericano no permanece indiferente a la
espiritualidad de sus pueblos. 187 Esto se debe al reconocimiento de que los pueblos
latinoamericanos tienden a una dinámica de mayor espiritualidad y creencias religiosas
fuertemente arraigadas entre ellos.

Ahora bien, la Convención Americana de Derechos Humanos proclamó la libertad de religión


bajo la estructura de afirmar primeramente la dimensión positiva de dicha libertad en el inciso
primero del artículo 12, de describir su dimensión negativa en el inciso segundo, de enumerar
las limitaciones a su ejercicio para finalmente consagrar el derecho de los padres a educar a sus
hijos de acuerdo con sus propias convicciones.188 Pero no es el único artículo de la Convención
Americana que aborda el tema religioso con relevancia jurídica. También existen otras
disposiciones en sus artículos 1º y 27º inciso 1 (no discriminación religiosa), 13º (prohibición del
discurso de odio religioso), 16º (libertad de asociación religiosa), 22º (non‐refoulement en caso
de riesgo de violación a la libertad religiosa) y 27º inciso 2 (no suspensión de la libertad religiosa
en situaciones de emergencia).

184
HUACO PALOMINO, Marco, en Convención Americana sobre Derechos Humanos Comentario, Christian
Steiner y Patricia Uribe (editores) , Fundación Konrad Adenauer Stiftung, Plural Editores, Bolivia, 2014, p.
291.
185
“Es deber del hombre servir al espíritu con todas sus potencias y recursos porque el espíritu es la
finalidad suprema de la existencia humana y su máxima categoría”
186
“Artículo III. Toda persona tiene el derecho de profesar libremente una creencia religiosa y de
manifestarla y practicarla en público y en privado”.
187
HUACO PALOMINO, Marco, en Convención Americana sobre Derechos Humanos Comentario, Christian
Steiner y Patricia Uribe (editores) , Fundación Konrad Adenauer Stiftung, Plural Editores, Bolivia, 2014, p.
293.
188
HUACO PALOMINO, Idem. p. 292.
95
Es posible que se haya notado a lo largo de este trabajo que no se hace en él, distinción entre la
libertad de religión y la libertad de conciencia. Esto ha sido debido a que las diversas
legislaciones y ordenamientos jurídicos han tratado ambos términos, eligiendo entre uno u otro
de forma indistinta. Estas dificultades para definir lo religioso tienen consecuencias negativas en
los ordenamientos jurídicos nacionales, los que deben afrontar el desafío de diseñar regímenes
constitucionales y legales específicos a entidades y personas religiosas, para lo cual se
encuentran obligados a circunscribir previamente el ámbito de aplicación de esos regímenes.189

Sin embargo, tales complicaciones no son relevantes para el sistema interamericano de


derechos humanos ya que su objetivo es simplemente controlar el respeto del principio de no
discriminación e igualdad de todas las creencias, religiosas, y en particular el del derecho
humano a la libertad de religión y de conciencia. En ese sentido, tampoco es necesario para el
sistema interamericano diferenciar conceptualmente entre conciencia y religión dado que
ambos son formulados conjuntamente como una sola libertad190, es decir, se contempla como
“libertad de religión y conciencia” y no se formulan como dos facultades del individuo por
separado. Es por esto que la Convención Americana ni los órganos que promueven su
cumplimiento se han preocupado en definir un concepto operativo de “religión” o de “fines
religiosos”: siendo que “conciencia” y “religión” son ámbitos protegidos en plano de igualdad.

En efecto, para la Convención Americana es claro que la libertad de religión y de conciencia


constituyen una sola libertad con dos ámbitos: el religioso y el no religioso. En otras palabras, no
se ejerce este derecho de forma independiente uno de otro, sino que al ejercerse, se deberá
invocar las razones propias de cada uno, pudiendo ser religiosas o no religiosas. Lo anterior se
deriva del hecho que la persona humana está conformada, así como regida, por tanto por
principios religiosos, como morales. Viene a bien afirmar que no es solamente la religión el
orden humano que rige el comportamiento en cuanto a ética y principios de los seres humanos,
sino también una moral que se puede encontrar desligada de él.

189
HUACO PALOMINO, Op. Cit. p. 293.
190
HUACO PALOMINO, Op. Cit. p. 296.
96
Por otro lado, la CADH no es el único instrumento interamericano en atender la materia. Existen
otros instrumentos regionales que contienen normas sobre el derecho de libertad religiosa
como la propia Carta de la OEA al referirse al derecho de la persona al desarrollo espiritual, en
evidente eco de la Declaración Americana (que por lo demás fue sancionada en la misma
Conferencia internacional).

4.2.2. Declaración Universal de Derechos Humanos

La Declaración Universal de los Derechos Humanos es un documento que marca un hito en la


historia de los derechos humanos, cuya finalidad es fungir como un documento orientativo, así
como la de los pactos y tratados es ser instrumentos vinculantes para los estados firmantes. Fue
elaborada por representantes de todas las regiones del mundo con diferentes antecedentes
jurídicos. La Declaración fue proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en
París, el 10 de diciembre de 1948 en su Resolución 217 A (III), como un ideal común para todos
los pueblos y naciones, buscando la protección de los derechos humanos en todo el mundo.191
Se constituye ésta como uno de los instrumentos internacionales en materia de derechos
humanos de mayor relevancia, no siendo ratificada por estados, debido a que no es un tratado,
sino una declaración. No obstante, hoy en día, todos los Estados Miembros de la Organización
de las Naciones Unidas han ratificado al menos uno de los tratados internacionales sobre
derechos humanos y, de hecho, el 80% de ellos ha ratificado cuatro o más.192

La unión de esta declaración y los Pactos Internacionales de Derechos Humanos y sus Protocolos
comprende la Carta Internacional de Derechos Humanos. La diferencia en cuanto a sus efectos,
es que mientras la Declaración constituye, generalmente, un documento orientativo, los Pactos
son tratados internacionales que obligan a los Estados firmantes a cumplirlos. En la actualidad,
todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas han ratificado al menos uno de los 9

191
La Declaración Universal de Derechos Humanos, Página web de la Organización de las Naciones Unidas
–ONU‐, disponible en http://www.un.org/es/universal‐declaration‐human‐rights/, consultado el 20 de
julio de 2017.
192Idem.

97
tratados internacionales en materia de derechos humanos. Por otro lado, al menos el 80% de
dichos Estados Miembros han ratificado al menos 4 de estos 9 tratados internacionales. Así se
puede demostrar la universalidad de la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Es el presente, otro instrumento internacional aplicable a Guatemala, no por ser nación


signataria (ya que, como se indicó previamente, es un documento guía y no un tratado o pacto),
sino por ser Estado miembro de la Organización de las Naciones Unidas,193 . Además, este
instrumento que protege la libertad de religión, lo cual podría, como se mencionó
anteriormente, ser el fundamento para el derecho de objeción de conciencia. La Corte de
Constitucionalidad ha reconocido este tratado como parte del bloque de constitucionalidad,
citándose a continuación una de ellas: “En cuanto a la invocación del artículo 8 de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, el cual establece: “Toda persona tiene derecho a un recurso
efectivo ante los tribunales nacionales competentes, que la ampare contra actos que violen sus
derechos fundamentales reconocidos por la constitución o por la ley.”, debe recordarse que esa
normativa, en concordancia con sus consideraciones y su articulado, está declarando derechos
de “todos los seres humanos” , según lo expresa su artículo primero, indicando que nacen libres
e iguales en dignidad y derechos, pero una entidad municipal no queda incluida en el concepto
de ser humano capaz de gozar de libertad y de poseer dignidad personal que busca proteger esa
Declaración Universal (…)”194

Se puede ver de la transcripción anterior, que la Corte de Constitucionalidad no ha incluido


dentro de su texto, el término “bloque de constitucionalidad” expresamente. Sin embargo,
sucede que sí le da aplicación al artículo 8 de la referida Declaración, en su considerando IV,
analizándolo junto con los artículos 152, 154 y 265 del Texto Supremo guatemalteco. De esta
forma, incorpora dicha Declaración en forma tácita al bloque de constitucionalidad, debido a
que al incorporarlo como una normativa con base en la cual dictó un fallo, y tomando en cuenta

193
La Declaración Universal de Derechos Humanos, Página web de la Organización de las Naciones Unidas
–ONU‐, disponible en http://www.un.org/es/universal‐declaration‐human‐rights/, consultado el 20 de
julio de 2017.
194
Expediente 56‐2014, sentencia de fecha 03/04/2014, Corte de Constitucionalidad, Guatemala.
98
los artículos 44 y 46 constitucionales, por ser un instrumento internacional en materia de
derechos humanos aplicable para Guatemala, como Estado miembro de las Naciones Unidas,
entonces se le estaría dando un valor superior, respecto del ordenamiento jurídico interno,
equiparándolo así, a la propia Constitución Política de la República de Guatemala.

Como se verá a continuación, el artículo 18 de esta Declaración, que protege la libertad de


pensamiento, conciencia y religión, no hace distinción clara entre una y la otra. Sin embargo,
procede a efectuar una declaración sobre lo que ese derecho incluye, por lo cual se puede
concluir que, en efecto, sí se da una dicotomía entre el significado de cada uno. Se puede notar
la existencia de tres libertades autónomas a pesar de ser planteadas como si formasen una sola:
la libertad de religión, la libertad de conciencia y la libertad de pensamiento.195 En dicho
instrumento, se sugiere que la libertad de pensamiento tiene como ámbito las “creencias”
(entendidas como creencias de tipo secular), la libertad de conciencia las “convicciones”
(aquellas de carácter ético no religioso) y la libertad religiosa contendría entonces a “la religión”
la cual abarcaría creencias religiosas y convicciones ético‐religiosas.

. “Artículo 18.‐ Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y


de religión, este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así
como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente
tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la
observancia”.196

Al contemplarse en este instrumento la posibilidad de manifestar la propia religión o creencia,


por medio de la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia, se abre una puerta muy amplia
para determinar las razones que pueden invocarse en el ejercicio de este derecho. Por otra
parte, sirve de fundamento para que cualquier ciudadano pueda practicar el derecho de
objeción de conciencia en el momento en que su libertad de manifestar su religión o creencia,
por medio de la enseñanza, la práctica, el culto e, incluso, la observancia. Esto resulta derivado

195
HUACO PALOMINO, Op. Cit., p. 297.
196
V. Art. 18, Declaración Universal de Derechos Humanos, Organización de las Naciones Unidas.
99
de la promulgación de normas jurídicas que se los coartan, por la emisión de resolución que
puedan tener implicaciones en este ámbito, o bien por medio de cualquier acto de autoridad
que de alguna manera vulnere el derecho aquí consignado.

4.2.3. Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos

El presente instrumento jurídico internacional es producto de un largo proceso de discusión y


debate en la Asamblea General de las Naciones Unidas, que comenzó con la creación de la
Declaración Universal de Derechos Humanos. Este pacto fue adoptado por la Asamblea General
de las Naciones Unidas el 16 de diciembre de 1966 y entró en vigor el 23 de marzo de 1976, en
conjunto con el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.197 La razón
de creación de ambos pactos fue una de las razones, el hecho de que la Declaración Universal
de Derechos Humanos, como se explicó anteriormente, es un documento meramente
declarativo, directivo y no vinculante, por lo que se necesitaba darle fuerza. Tal fin se consiguió
con la elaboración de los dos recién mencionados Pactos, los cuales sí tendrían efectos
vinculantes.

El pacto que en este apartado se estudia, desarrolla los derechos civiles y políticos y las
libertades que han sido recogidas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Este pacto se encuentra dividido en seis partes. La primera de ellas encuadra el derecho de
todos los pueblos, no de los individuos a la libre determinación. La segunda parte señala las
condiciones generales para su aplicación; se encuentran aquí, aspectos más formales de dicho
pacto. La tercera parte revela los derechos sustantivos, civiles y políticos de todos los individuos;
y es así en donde se centra la atención de este trabajo, ya que es en el artículo 18 que se
protege la libertad de pensamiento, conciencia o religión. La cuarta parte hace referencia a
temas institucionales de vigilancia del cumplimiento del referido instrumento, lo cual incluye la

197
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, Council of Europe Portal, disponible en
http://www.coe.int/es/web/compass/the‐international‐covenant‐on‐civil‐and‐political‐rights,
consultado el 2 de agosto de 2017.
100
designación del órgano facultado para ello. La quinta y sexta versan sobre ciertas obligaciones
de los Estados parte de la Carta de las Naciones Unidas y de los aspectos de la firma y su
entrada en vigor.198

El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, fue primeramente ratificado por


Guatemala, adhiriéndose, el 16 de febrero de 1992, mediante el Decreto 9‐92 del 19 de febrero
de 1992.199Por su parte, ha sido incorporado al bloque de constitucionalidad por la Corte de
Constitucionalidad guatemalteca en sentencia de fecha 21 de julio de 2016, Expediente 5327‐
2015, utilizando como fundamento de su fallo el artículo 12 de la Constitución Política de la
República de Guatemala, el artículo 14, numeral 1, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos y el artículo 8, numeral 1, de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; así
como el artículo 7 del Código Procesal Penal, como parte del ordenamiento jurídico interno.

Se transcribe a continuación la parte conducente de dicha sentencia: “es preciso indicar que este
constituye una garantía integrante del debido proceso y, en materia penal, implica que toda
persona sometida a proceso debe ser juzgada por autoridad judicial competente y
preestablecida, lo que incluye la prohibición de crear tribunales ad hoc o especiales para juzgar
determinados casos o personas. Esta garantía se encuentra reconocida en el Artículo 12 de la
Constitución Política de la República de Guatemala, así como en el Artículo 14, numeral 1, del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y en el Artículo 8, numeral 1, de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos; en el ordenamiento legal interno, en el Artículo 7 del
Código Procesal Penal.”200

198
BARRENA, Guadalupe, El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, Comisión Nacional de los
Derechos Humanos, México, 2012, p. 16, disponible en http://www.corteidh.or.cr/tablas/r29904.pdf,
consultado el 28 de julio de 2017.
199
Pagína oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores, Guatemala, disponible en
http://www.minex.gob.gt/pBase.aspx?ID=/MAYT/MAYT_TRATADO_ACUERDO/MAYT_TRATADO_ACUER
DO_VIGENTEWebReport.aspx, consultado el 1 de agosto de 2017.
200
Expediente 5327‐2015, sentencia de fecha 21/07/2016. Ver también expediente 1006‐2014,
expediente 1467‐2014, expediente 1732‐2014, expediente 5864‐2014, expediente 4871‐2015 y
expediente 4‐2016.
101
Como se mencionó en el párrafo precedente, existe una parte de este instrumento dedicado
específicamente a la salvaguarda de ciertos derechos de los individuos en particular. Dentro de
estos derechos, el artículo 18 establece la protección al derecho a la libertad de pensamiento,
conciencia y religión. Nuevamente, esto sirve de fundamento para la salvaguarda del derecho
de objeción de conciencia, debido a que si se le brinda un resguardo legal a la facultad de cada
individuo de no solo tener una religión y una conciencia, sino de practicarla según los mandatos
propios de cada una (siempre teniendo como límite el derecho ajeno), entonces esto conllevará
la posibilidad de objetar de conciencia aquellos mandatos legales que contravengan la
conciencia o la propia religión.

Se transcribe a continuación el artículo 18 en cuestión, el cual, como se verá enseguida, es


prácticamente igual al artículo 12 del Pacto de San José:

“Artículo 18
1. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este
derecho incluye la libertad de tener o de adoptar la religión o las creencias de su elección, así
como la libertad de manifestar su religión o sus creencias, individual o colectivamente, tanto en
público como en privado, mediante el culto, la celebración de los ritos, las prácticas y la
enseñanza.
2. Nadie será objeto de medidas coercitivas que puedan menoscabar su libertad de tener o de
adoptar la religión o las creencias de su elección.
3. La libertad de manifestar la propia religión o las propias creencias estará sujeta únicamente a
las limitaciones prescritas por la ley que sean necesarias para proteger la seguridad, el orden, la
salud o la moral públicos, o los derechos y libertades fundamentales de los demás.
4. Los Estados Partes en el presente Pacto se comprometen a respetar la libertad de los padres
y, en su caso, de los tutores legales, para garantizar que los hijos reciban la educación religiosa y
moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.”201

201
Artículo 18, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, Organización de las Naciones Unidas.
102
Las implicaciones de la forma en que está redactado el pasado artículo, son que la libertad de
conciencia y de religión conlleva la posibilidad de manifestar la propia religión o creencias
(éticas, morales, espirituales, etc.), lo cual podría implicar, en determinado momento, el
derecho de oponerse al cumplimiento de mandatos que de alguna manera (comprobable)
dañen o vulneren el derecho aquí consignado. Esto se concretaría en el ejercicio del derecho de
objeción de conciencia. Asimismo, y para reafirmar lo expuesto anteriormente, el mismo
artículo contempla el derecho a no ser objeto de medidas coercitivas que pudiesen conllevar
una vulneración a la práctica de la propia religión, o bien, de los principios y/o creencias morales
o éticas.

Una vez estudiados y analizados los instrumentos internacionales que forman parte del bloque
de constitucionalidad en Guatemala y que a su vez, protegen el derecho de libertad de
conciencia y libertad de religión (indistinta o separadamente), se hará a continuación alusión a
otras herramientas internacionales que también, de una u otra manera, resguardan la libertad
de religión o de conciencia. Se verá a continuación que cada instrumento brinda amparo a la
posibilidad de los individuos de ejercer y practicar su religión y sus creencias morales, según los
dictados de su propia conciencia, pero cada uno lo efectúa de forma distinta, utilizando
diferentes términos y dando diversos matices a tan importante derecho. Esto se hará
únicamente de manera ilustrativa, sin incurrir en un análisis de cada uno de los cuerpos
normativos siguientes, debido a que se considera que el estudio correspondiente fue elaborado
en los párrafos precedentes y respecto de aquellos cuerpos normativos internacionales de
mayor injerencia y de alguna manera, reconocidos por nuestro máximo tribunal constitucional
como parte del bloque de constitucionalidad, o bien, utilizados como fundamento de sus
respectivos fallos.

103
4.3. Otros instrumentos internacionales que protegen la libertad de religión y/o de conciencia

4.3.1. Protocolo Adicional a la Convención Americana de Derechos Humanos en Materia de


Derechos Económicos, Sociales o Culturales, también conocido como Protocolo de San
Salvador

El Protocolo de San Salvador incluye una disposición sobre no discriminación religiosa (artículo
3o) y referencias al necesario respeto del pluralismo ideológico, la tolerancia y la participación
en la sociedad pluralista en el ámbito educativo (artículo 13o),

. “Artículo 3: Obligación de no Discriminación. Los Estados partes en el presente Protocolo


se comprometen a garantizar el ejercicio de los derechos que en él se enuncian, sin
discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones
políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición social”.
. “Artículo 13: Derecho a la Educación. (...) 2. Los Estados partes en el presente Protocolo
convienen en que la educación deberá orientarse hacia el pleno desarrollo de la
personalidad humana y del sentido de su dignidad y deberá fortalecer el respeto por los
derechos humanos, el pluralismo ideológico, las libertades fundamentales, la justicia y la
paz. Convienen, asimismo, en que la educación debe capacitar a todas las personas para
participar efectivamente en una sociedad democrática y pluralista, lograr una
subsistencia digna, favorecer la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las
naciones y todos los grupos raciales, étnicos o religiosos y promover las actividades en
favor del mantenimiento de la paz”.202

202
Protocolo de San Salvador, Organización de los Estados Americanos, disponible en
https://www.oas.org/juridico/spanish/tratados/a‐52.html, consultado el 20 de julio de 2017.
104
4.3.2. Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la
Mujer, también conocida como Convención de Belem Do Para

La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer


(Convención de Belém do Pará) prevé una norma sobre libertad religiosa (artículo 4o) y otra
sobre la no discriminación religiosa (artículo 6o),

. “Artículo 4 Toda mujer tiene derecho al reconocimiento, goce, ejercicio y protección de


todos los derechos humanos y a las libertades consagradas por los instrumentos
regionales e internacionales sobre derechos humanos. Estos derechos comprenden,
entre otros: (...) i. el derecho a la libertad de profesar la religión y las creencias propias
dentro de la ley”,
. “Artículo 6 El derecho de toda mujer a una vida libre de violencia incluye, entre otros:
a. el derecho de la mujer a ser libre de toda forma de discriminación”.

4.3.3. Principios y Buenas Prácticas sobre la Protección de las Personas Privadas de Libertad
en las Américas, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos

Finalmente también debe considerarse a la resolución203 sobre “Principios y Buenas Prácticas


sobre la Protección de las Personas Privadas de Libertad en las Américas” el cual es el único
instrumento interamericano de softlaw204que más se ha extendido en la consideración de la

203
Resolución Resolución 1/08 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos”, suscrita en
Washington el 13 de marzo de 2008.
204
Se puede definir el “softlaw” como aquel conjunto de normas e instrumentos jurídicos no vinculantes,
que sirven para interpretar y para informar el entendimiento y aplicación de las normas jurídicas que sí
son vinculante. De esta manera, aun siendo normas y herramientas que carecen que vínculo u
obligatoriedad, tienen efectos legales debido a que forman la comprensión social de aquello que
constituye un comportamiento contrario a la norma jurídica vinculante, subyacente. V. GUZMÁN,
Andrew T. Y MEYER, Timothy L., Internacional SoftLaw, Journal of Legal Analysis, Estados Unidos de
América, 2010, p. 174, disponible en
https://watermark.silverchair.com/api/watermark?token=AQECAHi208BE49Ooan9kkhW_Ercy7Dm3ZL_9
Cf3qfKAc485ysgAAAbYwggGyBgkqhkiG9w0BBwagggGjMIIBnwIBADCCAZgGCSqGSIb3DQEHATAeBglghkgB
ZQMEAS4wEQQM7w3t8HfokcOjphbDAgEQgIIBacv2OBVO4QScjb6k3tyb1Cu2j6l1NguoOyqUbNgxR2I3STN
105
libertad de religión al proponer los principios siguientes:

1. Principio de no discriminación religiosa (principio II), el cual en su parte conducente


literalmente indica: “Bajo ninguna circunstancia se discriminará a las personas privadas
de libertad por motivos de su raza, origen étnico, nacionalidad, color, sexo, edad,
idioma, religión, opiniones políticas o de otra índole, origen nacional o social, posición
económica, nacimiento, discapacidad física, mental o sensorial, género, orientación
sexual, o cualquiera otra condición social.”
2. Principio de respeto a la identidad religiosa en la recepción de alimentos y vestido
(principios XI y XII), del cual se transcribe enseguida su parte conducente: “Las personas
privadas de libertad tendrán derecho a recibir una alimentación que responda, en
cantidad, calidad y condiciones de higiene, a una nutrición adecuada y suficiente, y tome
en consideración las cuestiones culturales y religiosas de dichas personas, así como las
necesidades o dietas especiales determinadas por criterios médicos.” y “El vestido que
deben utilizar las personas privadas de libertad será suficiente y adecuado a las
condiciones climáticas, y tendrá en cuenta la identidad cultural y religiosa de las
personas privadas de libertad.” respectivamente.
3. Definición de libertad de religión (principio XV) y del derecho a participar en actividades
religiosas (principio XXII). Los anteriores principios afirman: “Las personas privadas de
libertad tendrán derecho a la libertad de conciencia y religión, que incluye el derecho de
profesar, manifestar, practicar, conservar y cambiar su religión, según sus creencias; el
derecho de participar en actividades religiosas y espirituales, y ejercer sus prácticas
tradicionales; así como el derecho de recibir visitas de sus representantes religiosos o
espirituales. En los lugares de privación de libertad se reconocerá la diversidad y la

3NsnoNCln0HihTccJO7j4xsgREFl5ClxSlYpyOeODMw‐e9xa6W2zvUduM‐Jnwt‐
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Jqjk3DZX0DE, consultado el 16 de septiembre de 2017.
106
pluralidad religiosa y espiritual, y se respetarán los límites estrictamente necesarios para
respetar los derechos de los demás o para proteger la salud o la moral públicas, y para
preservar el orden público, la seguridad y la disciplina interna, así como los demás límites
permitidos en las leyes y en el derecho internacional de los derechos humanos.”205

4.3.4. Carta de la Organización de Estados Americanos

Por su parte, la Carta de la Organización de Estados Americanos, al referirse al derecho de la


persona al desarrollo espiritual, hace evidente eco de la Declaración Americana de Derechos
Humanos (que por lo demás fue sancionada en la misma Conferencia internacional).206Al
protegerse el derecho al desarrollo espiritual, se puede entender que esto incluye también la
protección de todos los principios morales, éticos o religiosos que cada individuo posee y busca
ejercer.

• “Artículo 45: Los Estados miembros, convencidos de que el hombre sólo puede alcanzar
la plena realización de sus aspiraciones dentro de un orden social justo, acompañado de
desarrollo económico y verdadera paz, convienen en dedicar sus máximos esfuerzos a la
aplicación de los siguientes principios y mecanismos: a) Todos los seres humanos, sin
distinción de raza, sexo, nacionalidad, credo o condición social, tienen derecho al
bienestar material y a su desarrollo espiritual, en condiciones de libertad, dignidad,
igualdad de oportunidades y seguridad económica”.

En conclusión, una vez la propia Corte de Constitucionalidad guatemalteca ha reconocido en


forma expresa y en diversas sentencias, tal como fue demostrado en el inicio del presente
capítulo, el bloque de constitucionalidad, se entiende que existe aceptación de determinados

205Principios y Buenas Prácticas sobre la Protección de las Personas Privadas de Libertad en las Américas,
Organización de los Estados Americanos, disponible en
http://www.oas.org/es/cidh/mandato/Basicos/PrincipiosPPL.asp, consultado el 20 de julio de 2017.
206
Carta de la Organización de los Estados Americanos, Organización de los Estados Americanos,
disponible en http://www.oas.org/es/sla/ddi/tratados_multilaterales_interamericanos_A‐
41_carta_OEA.asp, consultado el 20 de julio de 2017.
107
cuerpos normativos internacionales. La consecuencia de esto es que los instrumentos
internacionales que formen parte del bloque de constitucionalidad, según llamado de la Corte
de Constitucionalidad, se considerarán como parte del articulado de la mismísima Constitución
Política de la República de Guatemala, cuya incorporación sucede por la mención del máximo
tribunal constitucional de tal situación, fundamentándose en los artículos 44 y 46
constitucionales.

Por último, según se pudo visualizar a lo largo del presente capítulo y del capítulo que precede,
el derecho de objeción de conciencia en Guatemala, si bien no se encuentra regulado de forma
expresa, por cuestiones de lógica, practicidad y costumbre, puede incluirse dentro del derecho a
la libertad de religión, expresamente reconocido en el artículo 36 constitucional. Debido a que
la regulación del artículo recién mencionado es limitada y no muestra mayor claridad o
profundidad en cuanto a criterios de aplicabilidad, libertades que conlleva, consecuencias, etc.
se ha pretendido efectuar un estudio de los pactos, tratados, convenios, declaraciones y demás
documentos de naturaleza internacional que regulen también la libertad de conciencia o
libertad de religión, como fundamento del derecho de objeción de conciencia. Dentro de dicho
análisis, se pudo ver que no solo aquellos instrumentos internacionales que forman parte del
bloque de constitucionalidad han reconocido el referido derecho humano, sino que también
otra amplia gama de ellos. Sin embargo, es menester darle mayor importancia, y por ende la
razón del estudio y análisis profundo, de aquellos que sí forman parte del bloque de
constitucionalidad.

108
Capítulo V

Disposiciones y anotaciones finales

Como se ha podido comprender en este trabajo, el principal objetivo del Derecho como ciencia
que analiza y contiene una serie de principios, preceptos, procedimientos y normas jurídicas
que regulan la conducta del ser humano en sociedad, con la finalidad de conservar un orden y
un respeto social, debe también conseguir dicho fin con diversas herramientas que le sirven de
fundamento. Es decir, los principios que inspiran el Derecho, deben también acompañarlo hacia
la consecución del principio magna amparado por el Derecho: la justicia. Al reconocerse la
justicia como finalidad última, debe podérsele definir; y con ello no se refiere exclusivamente a
dar una definición del concepto, sino más bien, determinar de qué forma la justicia puede ser
aplicada al caso concreto.

Existen diversas teorías o corrientes de pensamiento filosófico jurídico que apuntan hacia el
posible origen de los principios y normas jurídicas obligatorios para los individuos
pertenecientes a una sociedad. En concreto, son dos las principales corrientes filosóficas: el
Derecho Natural y el iusnaturalismo, entendido este último como la corriente filosófica
propiamente dicha y no la rama del Derecho en sí misma; y por otro lado, el Derecho Positivo y
el iuspositivismo.

Esta primera se centra, según sus diversas etapas históricas, en que todos aquellos principios y
preceptos jurídicos que inspiran el ordenamiento jurídico entero, son anteriores a la existencia
del ser humano. A estos principios solamente se puede acceder por medio de la razón, de su
utilización para reconocer la existencia de principios filosóficos que conllevan mucha mayor
trascendencia. Adicionalmente y como uno de los principales puntos o características del
Derecho Natural, considera que debido a que la finalidad del Derecho en sí mismo es alcanzar la
justicia en la sociedad y para cada caso concreto, cada norma jurídica emitida, cada ley,
reglamento, tratado, y demás cuerpos legales, debe estar dotado de justicia. La norma jurídica,

109
además, no podrá considerarse legal, y por ende, obligatoria, si no es justa y si no atiende a la
protección y revelación de los principios y valores jurídicos que la inspiran en primer lugar.

La otra rama del Derecho se denomina Derecho Positivo o iusnaturalismo, la corriente filosófica
que estudia dicha vertiente. Esta segunda versa sobre la aplicación, interpretación y
cumplimiento de las normas jurídicas y mandatos legales obligatorios para todos los individuos
sin distinción, por el solo hecho de haber cumplido con el procedimiento legal preestablecido
para su creación. El Derecho Positivo no toma en cuenta los principios o valores jurídicos que
inspiran las normas jurídicas, sino que expresa que la norma jurídica es justa por el solo hecho
de haber emanado del órgano legal competente para tal fin y por haber cumplido con el
procedimiento legal creado a priori. Esta corriente de pensamiento filosófico difícilmente
permitiría la objeción de un individuo a cumplir con una norma jurídica, fundamentándose en la
contradicción que ésta implica para su conciencia, moral o la práctica de su religión. Lo anterior
con la salvedad de que si es la propia norma jurídica quien lo permite, entonces por el hecho de
constituir esta norma jurídica, derecho positivo, su cumplimiento y acatamiento será también
obligatorio.

Una vez hecha las anteriores acotaciones, se puede concluir que el alcance de la justicia es la
finalidad última del Derecho como ciencia y como conjunto de principios y normas jurídicas.
Debe siempre proteger al individuo que se rige por los preceptos del ordenamiento jurídico, de
una forma completa e integral. Es decir, el Derecho no puede ni debe amparar solamente una o
algunas facetas de la persona humana, entiéndase por esto su desarrollo en cuanto a intelecto,
profesión, familia, salud, etc., sino que debe buscar resguardarlo desde todas sus dimensiones,
dentro de las cuales se encuentra la espiritual, psicológica o en relación a la psiquis. Esta última
dimensión a la que se ha hecho referencia es la que incluye la posibilidad, o mejor dicho, la
necesidad del individuo de poder vivir, practicar y manifestar su religión, su moral, su ética, e
incluso, su conciencia con plena libertad en la sociedad, tomando, como límite el derecho ajeno
y el orden social.

110
Precisamente, la última afirmación efectuada en el párrafo que precede, es la que toma en
cuenta el límite del ejercicio del pensamiento, moral, ética, religión, etc., es la que determina y
confirma que ningún derecho es ilimitado. Además, también rinde cuenta de que para el
ejercicio de cualquier derecho, se deberá siempre tomar en cuenta la importancia que amerita,
la necesidad de unidad y orden en la sociedad. No sería válido que con el objeto de brindar
protección a la parte interna, psicológica o espiritual de la persona humana, se dejen de cumplir
los preceptos, bien creados por un órgano legal y competente, ya que esto conllevaría, en
principio, una falta de aplicación de los mandatos legales, y eventualmente una desobediencia
constante, y podría suceder, el irrespeto total de las normas jurídicas que teóricamente, son
siempre creadas atendiendo a finalidades específicas sociales.

Con fundamento en la recién mencionada protección a la espiritualidad de las personas, es que


en muchos, si no en todos o la mayoría, los ordenamientos jurídicos del mundo se han dado a la
tarea de brindar resguardo al derecho a la libertad de pensamiento, de expresión y de religión o
conciencia, para que el individuo pueda verse practicando aquello en lo que tan profundamente
cree, como son los mandatos de la conciencia, de la moral, ética o de la religión de cada persona
de forma plena y libre, sin abusos de parte de la autoridad. Ha quedado demostrado en este
trabajo, que en muchas legislaciones se brinda protección a estos derechos espirituales o
internos del ser humano, y que lo han hecho, muchos, a través de su Carta Magna –véase la
importancia que ejerce este tan llamado, aludido y acudido documento– y también por medio
de los instrumentos jurídicos que el Derecho Internacional Público ha proveído, vinculantes o
no, pero siempre mostrando indicativos de la necesidad que existe de proteger la libertad de
conciencia o libertad de religión, según sea denominado en los diversos casos.

Como quedó demostrado en esta investigación, el derecho humano a la libertad de religión y/o
libertad de conciencia es el que sienta la principal base para poder, más adelante, ejercer
también el derecho de objeción de conciencia. En otras palabras, aunque no se afirme de forma
expresa, la protección constitucional o legal del derecho de libertad de religión y/o de
conciencia, da pie a ejercer en determinado momento y según las necesidades del caso, el

111
derecho de objetar de conciencia aquellos mandatos legales que de alguna forma, comprobable
(esto es clave), vulneren, violen o pongan en riesgo aquel derecho humano, el cual, a su vez,
también debe ser comprobable. En otras palabras, el objetor de conciencia debe comprobar el
acaecimiento de dos circunstancias:

1. Que en su vida es claro y evidente que la religión, o bien determinados principios


morales y religiosos le son fundamentales y son ejercidos día a día. Por ejemplo, si lo que
el individuo alega es que se vulnera o amenaza su libre ejercicio de su religión y los
mandatos que le ordena, debe comprobar que efectivamente ostenta y practica tal
religión en forma habitual o recurrente en su vida cotidiana.
2. Que la norma jurídica o el mandato legal que atañe a cada caso concreto y que lo obliga
a llevar a cabo determinados actos o conductas, o bien omisiones, en forma efectiva
vulnera o viola su derecho de ejercer su libertad de religión de conciencia. Debe no solo
probar que posee una religión o moral que le impide dar estricto cumplimiento a
determinada o determinadas normas jurídicas, sino que además,esta religión o moral
también se ve violentada al obligarse a dar cumplimiento a la o las normas jurídicas del
caso concreto.

El último paso o requisito para el correcto ejercicio del derecho de objeción de conciencia es
que la norma jurídica que permite la práctica del derecho en cuestión, señale también otras
actitudes con que deberá cumplir el objetor para compensar la norma dejada de acatar. En caso
el fundamento del derecho de objeción de conciencia no indique la conducta alterna a ser
producida por el objetor de conciencia, entonces corresponde a un juez efectuar la labor
intelectiva para determinar de qué forma se podrá llenar ese vacío legal que de momento se
estaría dejando.

Como se mencionó antes, la protección a la libertad de religión o libertad de conciencia da pie al


ejercicio del derecho de objeción de conciencia. Esto debido a que si se otorga protección a la
religión de cada persona, o bien a sus principios y valores éticos o morales derivados de la

112
conciencia o del aprendizaje, se permitirá su práctica atendiendo a aquello que definitivamente
no pueden dejar de lado: su conciencia. El libre ejercicio de este derecho, como se vio de las
diversas formas de proteger el referido en los instrumentos jurídicos correspondientes, conlleva
que no pueden las autoridades vedarle este derecho.

Consecuentemente, el individuo no puede ser objeto de medidas coercitivas, impuestas por las
autoridades competentes, que le restrinjan de forma clara y evidente su derecho de profesar y
practicar su propia religión o creencia; esto, claro está, que dicha libertad de manifestar la
propia religión o las propias creencias estará sujeta únicamente a las limitaciones prescritas por
la ley que sean necesarias para proteger la seguridad, el orden, la salud o la moral públicos, o los
derechos y libertades fundamentales de los demás. Se efectúa de esta manera, debido a que no
puede desprotegerse o desbalancearse los intereses de la sociedad, los de cada individuo y los
fines del Derecho.

Libertad de religión en Guatemala

Para el caso concreto de la República de Guatemala, que es el que atañe, se ha demostrado que
el artículo treinta y seis de la Constitución Política de la República de Guatemala afirma el
derecho de libertad de religión como un derecho humano fundamental, al estar contemplado
en la parte dogmática de la referida Carta Magna. En este artículo se estipula que es libre el
ejercicio de todas las religiones, lo cual implica la práctica tanto en público como en privado, por
medio de la enseñanza, el culto y la observancia, sin más límites que el orden público y el
respeto debido a la jerarquía y a los fieles de otros credos.

Como se ve, se ha instaurado en nuestro Texto Supremo que la libertad de religión implica
también la posibilidad de su práctica y fija como únicos límites el orden público y el respeto
debido a la jerarquía y a miembros de otros credos. Bajo este supuesto, no podrían imponerse
medidas coercitivas a aquellos individuos que ejercen su religión y su moral sin alterar el orden
público y las demás limitaciones. Viene a la mente entonces, ¿cómo podría definirse el orden

113
público y cuándo se podría ver alterado al estar, uno o varios ciudadanos guatemaltecos,
ejerciendo su derecho de libertad de religión? En otras palabras, se está frente a la situación y
necesidad de definir cuáles serían esos supuestos concretos o parámetros específicos para
poder determinar cuándo se está frente a una alteración del orden público, y por ende, no se
podría ya ejercer libremente el derecho de libertad de religión.

El orden público se manifiesta siempre como un límite a la autonomía de la voluntad. Se puede


definir en forma general como el conjunto de principios y valores fundamentales de la
comunidad tendentes a conseguir el bien común de la sociedad, la estabilidad y tranquilidad
social en todos los sentidos. Derivado de esto, aún resulta difícil delimitar esos principios y
valores propios de la comunidad, cuyo fin es la consecución del bien común, dado que varían de
comunidad en comunidad. Aún así, le correspondería, por lo tanto, a un juez determinar para
cada caso concreto si los hechos y circunstancias que se conocen en un momento determinado,
constituyen la alteración del orden público por vulnerar esos principios de la comunidad.

Tomando en cuenta el artículo anterior, se puede afirmar que en Guatemala sí existe protección
expresa al derecho de libertad de religión, lo cual podría servir como fundamento para la
protección del derecho de objeción de conciencia. Sin embargo, como se pudo ver en la
descripción del mencionado artículo constitucional, la regulación que muestra el ordenamiento
jurídico guatemalteco es bastante escasa, lo que podría dificultar la aplicación y defensa de este
derecho, debido a que no se señalan parámetros para su interpretación y aplicación en los casos
concretos.

Es por esto que se estudiaron diversos instrumentos internacionales, algunos de ellos


reconocidos como parte del bloque de constitucionalidad y otros no, ya que pueden, en
determinado momento, otorgar mayor claridad en cuanto a la forma de sustentarse el
estudiado derecho. De todas maneras, quedó probado que los instrumentos internacionales
referenciados en el capítulo 4 de este trabajo, son de aplicación literal e inmediata en
Guatemala, no solo por haber sido firmados y ratificados por Guatemala, sino también porque

114
han sido proclamados como parte del bloque de constitucionalidad, y por tanto, incorporados a
nuestra Constitución Política, en virtud de los artículos constitucionales 44 y 46, que dan pie a la
aprobación del referido bloque de constitucionalidad.

Cabría entonces preguntarse si en Guatemala aún es necesaria la aprobación de una ley que
proteja expresamente el derecho de objeción de conciencia y que fije parámetros, condiciones y
consecuencias para su correcta aplicación. La autora de este trabajo considera que podría ser
útil para el país, en el sentido que no deja a merced de la interpretación de los artículos
constitucionales (tanto de la propia Constitución Política, como de los instrumentos
internacionales incorporados a ella por otras vías), que en su momento debiese ser efectuada
por los jueces y magistrados guatemaltecos, de tan amplia regulación al respecto. Esto obligaría
a la creación y aplicación de parámetros claros y objetivos que protejan la libertad de los
ciudadanos guatemaltecos de ejercer su libertad de conciencia y de religión, incluso por medio
de la objeción de conciencia cuando sea necesario.

115
Conclusiones

Como se ha demostrado a lo largo de este trabajo de investigación, el derecho de objeción de


conciencia encuentra su principal fundamento en el reconocido derecho de libertad de religión
o de conciencia, según sea regulado en cada ordenamiento jurídico. Esto se deriva del hecho
que con la libertad de religión o libertad de conciencia se protege, en general, la posibilidad de
cada persona de practicar sus creencias religiosas, morales, éticas o de conciencia en forma
pública y pacífica sin que autoridad alguna pueda tener injerencia en la forma en que esto se
lleve a cabo. Asimismo, como consecuencia de la protección de la anteriormente descrita
libertad, las autoridades gubernamentales se ven limitadas en la creación de normas jurídicas
que puedan limitar, de forma ilegal, irracional o sin fundamento el libre y pleno ejercicio de la
religión o de las creencias morales o éticas que cada persona defienda.

Para esto, se ha tomado como base el hecho que la religión y/o la moral son elementos que se
encuentran arraigados en la naturaleza del ser humano, sin los cuales se vería sujetado
solamente a sus tendencias e instintos naturales, dejando por un lado la razón que acompaña
todo principio ético, moral o religioso. A fin de cuentas, lo propio del Derecho es la búsqueda de
la protección integral del humano, en todas sus facetas, con la finalidad última de conseguir el
bien común y la paz en la sociedad. Si se descuida un elemento tan importante de la sociedad y
de la propia persona humana, no sería posible conseguir la finalidad para la cual el Derecho está
creado.

Una vez protegida la libertad de religión o libertad de conciencia, según lo regule cada
ordenamiento jurídico, lo propio es el amparo del derecho de objeción de conciencia, siendo
aquel derecho en virtud del cual el individuo puede oponerse, o más concretamente, objetar a
toda aquella norma jurídica (ley, reglamento, acuerdo, etc.) que lo obligue o impida algo que
contradiga sus principios éticos, morales o, incluso, religiosos. De esta manera, si el individuo se
encuentra como sujeto pasivo de un mandato legal que de alguna manera, fundamentada,
cierta y racional, se contraponga a los mandatos de su conciencia y/o de su religión, podría
objetar su cumplimiento. Evidentemente, esto no implica una desobediencia arbitraria de los

117
mandatos del ordenamiento jurídico, sino que más bien conlleva la compensación de esta
actitud de objeción, mediante la realización de algún otro acto u omisión que a criterio de la
autoridad competente, pueda sustituir el cumplimiento de lo ordenado por la norma jurídica
objetada primero. Es por esto que no se puede argüir que el ejercicio del derecho de objeción
de conciencia es un acto que implique una rebeldía, o que bajo dicho supuesto, cualquier
mandato legal puede ser desobedecido. Solamente podrían ser objetados de conciencia
aquellos mandatos legales que por juicio de la autoridad competente y con base en una
comprobación eficaz y fehaciente por parte del objetor, vulneren o violen sus principios o
creencias éticas, morales o religiosas y, por tanto, impliquen una vulneración a la plena y libre
práctica de la libertad de religión o de conciencia.

En el ordenamiento jurídico guatemalteco, específicamente en la Constitución Política de la


República, se encuentra protegida la libertad de religión, de manera que cualquier ciudadano
tiene la facultad de practicar su religión y sus creencias según mejor le parezca, sin más límites
que el orden público y el respecto a la dignidad de la jerarquía y a los fieles de otros credos. De
la manera en que este derecho está regulado, toda persona tiene derecho a practicar su religión
o creencia, tanto en público como en privado, por medio de la enseñanza, el culto y la
observancia. Esta clara protección a la recién mencionada libertad, sirve de fundamento para el
ejercicio del derecho de objeción de conciencia cuando sea una necesidad. Sin embargo, no
existe en Guatemala una norma jurídica que proteja en forma expresa el derecho de objeción
de conciencia, por lo cual se efectuó un análisis doctrinario de su fundamento, pero también de
los instrumentos internacionales ratificados por Guatemala y que protegen, de forma más
detallada y específica, así como la jurisprudencia de diversos países que resuelve en favor del
derecho de objeción de conciencia. Finalmente, de esta forma ha quedado demostrada la
importancia de la protección del referido derecho de objeción de conciencia y la forma en que
puede ser aplicado en Guatemala, ya sea tomando en cuenta los argumentos utilizados por
distintos tribunales de alto rango internacionales, como por medio de la forma en que este
derecho y su fundamento, el derecho de libertad de religión o de conciencia, ha sido regulado
en el derecho comparado.

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