Qué Es La Ansiedad
Qué Es La Ansiedad
Qué Es La Ansiedad
La ansiedad es un sentimiento de miedo, temor e inquietud. Puede hacer que sude, se sienta inquieto y tenso, y tener
palpitaciones. Puede ser una reacción normal al estrés. Por ejemplo, puede sentirse ansioso cuando se enfrenta a un
problema difícil en el trabajo, antes de tomar un examen o antes de tomar una decisión importante. Si bien la ansiedad
puede ayudar a enfrentar una situación, además de darle un impulso de energía o ayudarle a concentrarse, para las
personas con trastornos de ansiedad el miedo no es temporal y puede ser abrumadora.
Los trastornos de ansiedad son afecciones en las que la ansiedad no desaparece y puede empeorar con el tiempo. Los
síntomas pueden interferir con las actividades diarias, como el desempeño en el trabajo, la escuela y las relaciones entre
personas.
• Trastorno de ansiedad generalizada: Las personas con este trastorno se preocupan por problemas comunes como la
salud, el dinero, el trabajo y la familia. Pero sus preocupaciones son excesivas y las tienen casi todos los días durante
al menos 6 meses
• Trastorno de pánico: Las personas con trastorno de pánico sufren de ataques de pánico. Estos son repentinos y
repetidos momentos de miedo intenso sin haber un peligro aparente. Los ataques se producen rápidamente y
pueden durar varios minutos o más
• Fobias: Las personas con fobias tienen un miedo intenso a algo que representa poco o ningún peligro real. Su miedo
puede ser por arañas, volar, ir a lugares concurridos o estar en situaciones sociales (conocida como ansiedad social)
No se conoce la causa de la ansiedad. Factores como la genética, la biología y química del cerebro, el estrés y su entorno
pueden tener un rol.
Los factores de riesgo para los diferentes tipos de trastornos de ansiedad pueden variar. Por ejemplo, el trastorno de
ansiedad generalizada y las fobias son más comunes en las mujeres, pero la ansiedad social afecta a hombres y mujeres por
igual. Existen algunos factores de riesgo generales para todos los tipos de trastornos de ansiedad, incluyendo:
• Ciertos rasgos de personalidad, como ser tímido o retraído cuando está en situaciones nuevas o conoce personas
nuevas
Los diferentes tipos de trastornos de ansiedad pueden tener síntomas diferentes. Pero todos muestran una combinación de:
• Pensamientos o creencias ansiosos difíciles de controlar: Le hacen sentir inquieto y tenso e interfieren con su vida
diaria. No desaparecen y pueden empeorar con el tiempo
• Síntomas físicos, como latidos cardíacos fuertes o rápidos, dolores y molestias inexplicables, mareos y falta de aire
• Cambios en el comportamiento, como evitar las actividades cotidianas que solía hacer
El uso de cafeína, otras sustancias y ciertos medicamentos pueden empeorar sus síntomas.
Para diagnosticar los trastornos de ansiedad, su profesional de la salud le preguntará sobre sus síntomas e historial médico.
También es posible que le hagan un examen físico y pruebas de laboratorio para verificar que otro problema de salud no sea
la causa de sus síntomas.
Si no tiene otro problema de salud, recibirá una evaluación psicológica. Su proveedor puede hacerlo, o puede ser derivado a
un profesional de salud mental para ello.
Los principales tratamientos para los trastornos de ansiedad son psicoterapia (terapia de conversación), medicamentos o
ambos:
• Psicoterapia: Puede ayudar a reconocer y cambiar emociones, pensamientos y conductas preocupantes. Para que
sea eficaz, debe centrarse en sus ansiedades y necesidades específicas. Hay muchos tipos; Algunos de los tipos
utilizados para los trastornos de ansiedad incluyen:
• Terapia de aceptación y compromiso: Puede ayudar con algunos trastornos de ansiedad. Utiliza estrategias
como la atención plena y el establecimiento de objetivos para reducir el malestar y la ansiedad
• Los medicamentos para tratar los trastornos de ansiedad incluyen medicamentos contra la ansiedad y
ciertos antidepresivos. Algunos tipos de medicamentos pueden funcionar mejor para tipos específicos de trastornos
de ansiedad. Debe comunicarse bien con su profesional de la salud para identificar qué medicamento es mejor para
usted. Es posible que deba probar más de un medicamento antes de encontrar el correcto
Los grupos de apoyo y las técnicas de manejo del estrés también pueden resultar útiles.
La ansiedad es una sensación de nerviosismo, preocupación o malestar que forma parte de la experiencia humana
normal. También está presente en una amplia gama de problemas de salud mental, incluyendo el trastorno de ansiedad
generalizada, el trastorno de angustia y las fobias. Si bien cada uno de estos trastornos es diferente, todos presentan una
aflicción y una disfunción específicamente relacionadas con la ansiedad y el miedo.
• Cuando las personas experimentan ansiedad, a menudo también presentan síntomas físicos, como dificultad para
respirar, mareos, sudoración, taquicardia y/o temblores.
• Los trastornos de ansiedad a menudo cambian sustancialmente el comportamiento diario de las personas,
llevándolas incluso a evitar ciertas cosas y situaciones.
• Los medicamentos, la psicoterapia o ambos pueden ayudar sustancialmente a la mayoría de las personas con
trastornos de ansiedad.
La ansiedad es una respuesta normal a una amenaza o una situación de estrés psicológico. Está relacionada con la sensación
de miedo y cumple una importante función en la supervivencia. Cuando alguien tiene que afrontar una situación peligrosa,
la ansiedad desencadena una respuesta de lucha o huida. Esta respuesta proporciona al cuerpo, a través de distintos
cambios fisiológicos como el incremento del flujo sanguíneo en los músculos y en el corazón, la energía y la fuerza
necesarias para afrontar situaciones amenazantes para la vida, como huir de un animal agresivo o enfrentarse a un
atracador. La ansiedad puede ayudar a una persona a adaptarse a factores estresantes más comunes al motivarla a
prepararse, practicar y ensayar. Incluso puede incitar a una persona a abordar situaciones potencialmente peligrosas con la
debida cautela.
• Es de tal intensidad y duración que interfiere en el desarrollo de la actividad habitual de la persona (es decir,
conduce a un comportamiento inadaptado)
Los trastornos de ansiedad son más frecuentes que cualquier otra clase de trastorno mental y afectan aproximadamente a
un tercio de los adultos en Estados Unidos en algún momento de su vida. La ansiedad significativa puede persistir durante
años y la persona afectada puede comenzar a sentirla como algo normal. Por esta y otras razones, los trastornos de ansiedad
a menudo no se diagnostican ni se tratan. También pueden estar asociados con pensamientos e intentos de suicidio.
• Mutismo selectivo
• Fobia específica (animal, entorno natural, lesión por inyección de sangre, situacional, otras situaciones)
• Trastorno de angustia
• Agorafobia
• Otro trastorno de ansiedad específico (se aplica cuando una persona tiene síntomas significativos pero no cumple
los criterios para ningún trastorno de ansiedad específico)
La mayoría de estos trastornos se desarrollan en la edad adulta, pero la ansiedad por separación y el mutismo selectivo
suelen empezar durante la infancia. El médico también evalúa a las personas que presentan ansiedad grave por trastorno de
ansiedad inducido por sustancias o por medicación y ansiedad debida a otra afección médica.
Otros trastornos que a menudo se presentan con ansiedad prominente son el trastorno de estrés agudo, los trastornos de
adaptación, y el trastorno por estrés postraumático (TEPT). Estos trastornos son la consecuencia de experiencias traumáticas
o estresantes (véase Introducción a los trastornos relacionados con traumas y factores de estrés).
Los trastornos de ansiedad tienden a ocurrir junto con otras afecciones médicas y de salud mental:
• Trastornos de la salud mental: depresión, trastorno bipolar, trastornos por consumo de sustancias, trastornos de la
personalidad y otros trastornos de ansiedad.
Los efectos de la ansiedad sobre el rendimiento de una persona se pueden representar mediante
una curva. A medida que el nivel de ansiedad aumenta, la eficiencia del rendimiento aumenta de
forma proporcional, pero solo hasta cierto punto. A partir de ese punto, si la ansiedad sigue
aumentando, la eficiencia del rendimiento disminuye. Antes del máximo de la curva, la ansiedad se
considera adaptativa, porque ayuda a la persona a prepararse para una crisis y mejorar su actividad
global. Más allá del máximo de la curva, la ansiedad se considera adaptativa, ya que produce
angustia y perjudica el desempeño de las actividades globales de la persona.
Las causas de los trastornos de ansiedad no son totalmente conocidas, pero pueden estar implicados los siguientes factores:
• Factores ambientales y del entorno (como el hecho de experimentar estrés o un acontecimiento traumático)
• Una afección física (por ejemplo, una glándula tiroidea hiperactiva, una insuficiencia cardíaca)
• Medicamentos, drogas ilegales u otras sustancias (por ejemplo, cafeína, corticoesteroides, cocaína)
Un trastorno de ansiedad puede desencadenarse como una respuesta al estrés ambiental, por ejemplo ante la ruptura de
una relación importante o la exposición a un desastre que amenaza la vida de la persona. Sin embargo, muchas personas
desarrollan un trastorno de ansiedad en ausencia de un desencadenante identificable.
Cuando una persona responde con intensidad a los factores estresantes o está abrumada por los acontecimientos, puede
aparecer un trastorno de ansiedad. Por ejemplo, algunas personas encuentran estimulante hablar en público. Otras, en
cambio, temen hacerlo, y ante tales situaciones experimentan ansiedad, miedo, sudoración, temblores y aumento de la
frecuencia cardíaca. Pueden incluso llegar a evitar hablar en un pequeño grupo.
La ansiedad suele ser una característica familiar. Los médicos creen que esta tendencia a la ansiedad puede ser en parte
hereditaria, pero también es probable que tenga un componente aprendido al vivir con personas ansiosas.
¿Sabías que...?
• Las personas con trastorno de ansiedad presentan un riesgo más elevado de depresión que el resto de la población.
La ansiedad puede aparecer debido a la existencia de un trastorno orgánico o por el consumo o la interrupción (abstinencia)
del consumo de una sustancia. Los problemas médicos que pueden causar ansiedad son los siguientes:
• Trastornos cardíacos, como insuficiencia cardíaca y anomalías del ritmo cardíaco (arritmias)
• Trastornos pulmonares (respiratorios), como el asma, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y la apnea
del sueño
Es normal que las personas tengan cierto nivel de ansiedad cuando tienen una afección médica que temen que les haga
enfermar o incluso causar la muerte. No existe una respuesta correcta sobre cuánta ansiedad es razonable o excesiva para
una persona o una enfermedad en particular. Sin embargo, si causa angustia o interfiere en el funcionamiento diario, la
persona puede tener un trastorno de ansiedad que requiere tratamiento.
Las drogas, medicamentos u otras sustancias que pueden desencadenar la ansiedad son los siguientes:
• Alcohol
• Cafeína
• Cocaína
• MDMA (éxtasis)
• Algunos productos adelgazantes de venta libre, como los que contienen hierba de guaraná, cafeína o ambos
La abstinencia de alcohol o sedantes, como las benzodiazepinas (utilizadas para tratar los trastornos de ansiedad; véase la
entrada apropiada en la tabla Fármacos utilizados para el tratamiento de los trastornos de ansiedad ), puede causar
ansiedad y otros síntomas, como insomnio e inquietud.
Muchas personas desarrollaron ansiedad y trastornos relacionados con el trauma y estrés durante la pandemia de COVID-
19, y algunas personas continúan teniendo ansiedad asociada con la pandemia o una infección por COVID-19. Los factores
que causaron miedo y ansiedad o empeoraron la situación incluyen el riesgo de enfermedad o muerte, síntomas como
dificultad respiratoria, tratamiento con corticosteroides, enfermedad o muerte de un ser querido, la necesidad de medidas
preventivas (mascarillas, lavado de manos, confinamientos) y muchos otros factores personales o sociales (como cambios
importantes en las rutinas diarias, aislamiento social o cambios en la escuela, el trabajo, la familia o la comunidad). Además,
algunos expertos creen que la infección por COVID-19 induce una respuesta inmunitaria del huésped que conduce a
síntomas neuropsiquiátricos (por ejemplo, ansiedad, cambios de humor, disfunción neuromuscular). Estas reacciones
neuropsiquiátricas pueden ser agudas o formar parte de un síndrome conocido como COVID persistente.
La ansiedad también puede ocurrir en personas con una afección potencialmente mortal como resultado del miedo a la
muerte, el dolor y la dificultad para respirar (véase Síntomas durante una enfermedad mortal: depresión y ansiedad).
La ansiedad puede aparecer de manera repentina, como en el caso de la angustia, o gradual, en el transcurso de minutos,
horas o días. La duración de la ansiedad es muy variable, de pocos segundos hasta varios años. Además varía en intensidad,
desde una inquietud apenas perceptible hasta una verdadera crisis de angustia, durante la cual la persona puede
experimentar sensación de ahogo o de falta de aire, mareos, aumento de la frecuencia cardíaca y temblores.
Los trastornos de ansiedad pueden inducir muchos síntomas físicos, que incluyen
Puede ser útil para la persona llevar un diario detallado del pánico o preocupación para escribir las descripciones de los
síntomas y los factores que se asociaron con ellos (día, hora, cualquier causa conocida de la ansiedad). Después de los
hechos, puede resultar difícil recordar los detalles para informar al médico. Las estrategias de tratamiento con mayor éxito
suelen depender de abordar los detalles específicos.
Los trastornos de ansiedad pueden provocar un intenso malestar e interferir significativamente en la vida habitual de la
persona, a veces de manera tal que conducen a la aparición de una depresión. De hecho, el riesgo de padecer depresión es
al menos dos veces mayor en las personas con trastornos de ansiedad (con excepción de algunas fobias muy específicas,
como el miedo a las arañas) que en la población general. A veces, las personas primero sufren depresión y luego desarrollan
un trastorno de ansiedad. Las personas pueden tratar de controlar su ansiedad consumiendo alcohol o drogas, en cuyo caso
desarrollan un trastorno por consumo de sustancias.
En ocasiones, puede resultar complicado decidir cuándo la ansiedad es lo suficientemente grave como para ser considerada
un trastorno. La capacidad de tolerar la ansiedad varía entre las personas, de modo que determinar cuándo existe una
ansiedad anómala puede no ser tarea fácil. Por lo general, se siguen los siguientes criterios específicos establecidos por la
comunidad médica:
Los médicos buscan otros trastornos que puedan causar ansiedad, como una depresión o una alteración del sueño. También
preguntan si los familiares han tenido síntomas similares, porque los trastornos de ansiedad tienden a ser hereditarios.
También se realiza una exploración física. Se pueden realizar análisis de sangre y otras pruebas con objeto de detectar otras
enfermedades orgánicas que puedan provocar síntomas de ansiedad.
• Educación
• Técnicas de relajación
• Psicoterapia
• Medicamentos
El diagnóstico preciso es importante porque el tratamiento varía según el trastorno de ansiedad. Además, es necesario
distinguir entre la existencia de trastornos de ansiedad y la de aquellos otros trastornos de la salud mental que incluyen
síntomas de ansiedad, y que requieren enfoques terapéuticos distintos.
Si la causa de la ansiedad es otro trastorno médico o un medicamento, se intenta corregir la causa. Se espera que la
ansiedad remita tras el tratamiento del trastorno orgánico o una vez transcurrido el tiempo suficiente desde la supresión del
fármaco para que se produzca la desaparición de cualquier síntoma de abstinencia. Si la ansiedad persiste, se emplean
fármacos ansiolíticos o psicoterapia (como la terapia conductual).
Muchas personas con trastornos de ansiedad se automedican con sustancias como alcohol, marihuana y benzodiazepinas
(medicamentos ansiolíticos). No solo les puede dar vergüenza admitirlo ante su médico, sino que también pueden no estar
dispuestos a renunciar a estas sustancias hasta que su médico presente una alternativa viable. Automedicarse de esta
manera es peligroso y puede conducir a un círculo vicioso de ansiedad de rebote al dejar el consumo, seguido de la
necesidad urgente de automedicarse una y otra vez.
Si se diagnostica un trastorno de ansiedad, los fármacos y la psicoterapia (como la terapia cognitivo-conductual), ambas en
combinación o empleadas de manera aislada, pueden reducir de manera significativa el malestar de la persona y la
disfunción asociada. Se pueden utilizar diferentes tipos de psicoterapias, como la terapia cognitivo-conductual, la reducción
del estrés basada en la conciencia plena, la hipnosis y la psicoterapia de apoyo.
Las benzodiazepinas (como el diazepam) se prescriben habitualmente. Para muchas personas, los antidepresivos, tales como
los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), funcionan tanto para los trastornos de ansiedad como para
la depresión.
Todos los trastornos de ansiedad pueden ocurrir junto con otras afecciones de salud mental. El médico debe tratar todas las
afecciones relacionadas con la ansiedad. Por ejemplo, los trastornos de ansiedad a menudo ocurren junto con un trastorno
por consumo de alcohol. Es poco probable que el tratamiento del trastorno por consumo de alcohol sin tratar la ansiedad
sea eficaz, ya que la persona puede estar usando el alcohol para disminuir la ansiedad. Por otro lado, tratar la ansiedad sin
abordar el trastorno por consumo de alcohol puede no tener éxito porque los cambios diarios en la cantidad de alcohol en la
sangre pueden hacer que los niveles de ansiedad fluctúen.
Aunque popularmente la ansiedad tenga connotaciones negativas, en realidad, se trata de un mecanismo del organismo
desarrollado para la supervivencia. Técnicamente, los psicólogos prefieren referirse a la ansiedad como “una respuesta de
lucha-huida”, ya que esta se pone en funcionamiento rápidamente ante la aparición de una amenaza y con el fin de que el
cuerpo huya o pelee contra dicho peligro.
El problema surge cuando no existe realmente ningún peligro y, no obstante, se desencadena esa respuesta. En este caso, la
ansiedad puede considerarse un trastorno.
Los trastornos por ansiedad son, en conjunto, la enfermedad mental más frecuente. Según datos de la Organización
Mundial de la Salud, el número de personas con depresión o ansiedad, entre 1990 y 2013, aumentó en cerca de un 50%, de
416 millones a 615 millones de personas en todo el mundo.
• Ansiedad generalizada: es uno de los trastornos más comunes. La persona se siente extremadamente preocupada
por todo lo que acontece en su vida y cree que todo saldrá mal, aunque no haya ninguna causa que lo provoque.
• Obsesiones: pensamientos inapropiados que producen una marcada ansiedad o angustia. El paciente es capaz de
reconocer que las obsesiones son producto de su propia mente y que no son impuestas desde fuera.
• Trastorno por estrés postraumático: se caracteriza por la aparición de síntomas específicos tras la exposición a un
acontecimiento estresante y muy traumático.
• Fobias de todo tipo: su rasgo esencial es la presencia de un temor irracional y persistente a algo que representa
poco o ningún peligro real.
• Palpitaciones o taquicardia.
• Sudoración.
• Temblores o sacudidas.
• Sensación de atragantarse.
• Sensación de irrealidad.
• Escalofríos o sofocos.
Estas manifestaciones del cuerpo no suponen ningún riesgo para la vida del paciente, ya que la ansiedad es un mecanismo
predispuesto por la naturaleza para nuestra supervivencia. En cualquier caso, aunque la aparición puntual de las
sensaciones anteriormente descritas es normal, cuando se repiten y se suceden en el tiempo, pueden alterar notablemente
la vida de las personas y convertirse en un problema clínico. En este último caso, debemos estar alerta y determinar si, a los
cambios fisiológicos anteriormente descritos, se unen otros como:
• Falta de apetito o imposibilidad para comer (estómago cerrado), aunque en algunos casos, se ingieren grandes
cantidades y de manera ansiosa.
• Irritabilidad casi permanente, a flor de piel: se llora sin motivo aparente y se tiene ganas de gritar.
• Sudoración acentuada.
• Estado agitado.
• Incapacidad para estarse quieto o tranquilo en algún sitio.
• Dificultad para poder pensar o concentrarse en actividades que antes se hacían con normalidad.
• Síntomas físicos que hacen creer que se está enfermo: boca seca, dolor de cabeza, mareos y náuseas, escalofríos…
Si bien los cuadros de ansiedad pueden aparecer a cualquier edad, son especialmente habituales en la juventud, al tratarse
de un momento de la vida en el que hay que afrontar decisiones vitales importantes. Así mismo, las mujeres son más
propensas que los hombres a ser diagnosticadas con un trastorno de ansiedad (Organización Mundial de la Salud, Salud de
la Mujer).
Existen numerosas teorías para explicar la aparición de la ansiedad; se habla de causas genéticas -heredadas en los genes;
causas médicas -está relacionada con un problema de salud-; y de causas circunstanciales, donde ciertos hechos o vivencias
personales pueden provocar este trastorno.
Pero, en la mayoría de los casos, se trata de una combinación de vulnerabilidad personal con un período de estrés, aunque
la persona no lo esté advirtiendo. El problema reside en que, tras haber superado el primer episodio de ansiedad, muchas
personas se siguen sintiendo constantemente angustiadas por miedo a que se repita, lo que, de hecho, favorece su
reaparición.
En cualquier caso, es probable que de manera general, el ritmo frenético de nuestra sociedad actual y sus exigencias
laborales, tan extendidas en el tiempo, jueguen un papel importante en la aparición de este problema.
No obstante, también es cierto que las sensaciones de ansiedad se consideran, a veces, de gran utilidad para el individuo, al
ser señales de alarma sobre el ritmo de vida que se está llevando o sobre las decisiones que se están adoptando en un
período determinado, indicando que deben disminuirse o cambiarse.
La ansiedad puede causar dificultades graves en la vida de la persona que la padece, lo que puede conducirle a la depresión.
De igual modo, un nivel de ansiedad constante y elevado puede generar efectos perjudiciales y duraderos en la salud, entre
los que se incluyen:
• Abuso de sustancias.
• Dolores de cabeza.
Desde un punto de vista farmacológico, para tratar la ansiedad se suelen prescribir ansiolíticos por su efecto tranquilizante y
prácticamente inmediato. Pero la ansiedad generalizada suele estar asociada a conflictos psicológicos subyacentes. De ahí
que, para algunas personas, la psicoterapia puede ser eficaz para ayudar a comprender y a resolver dichos conflictos.
• Mostrar al paciente que la ansiedad es una reacción normal del organismo, un mecanismo gracias al que
sobrevivimos; en consecuencia, no puede ser perjudicial orgánicamente.
• Analizar cómo acontece la ansiedad: en qué situaciones, ante qué personas (puede que se produzca cuando uno se
encuentra solo), con qué intensidad o con qué frecuencia le afecta.
• Ayudar a cambiar los pensamientos catastrofistas y exagerados asociados a la ansiedad o a las circunstancias que se
viven.
• Enseñar al paciente a tolerar mejor esos estados ansiosos, a desenvolverse en la vida con ellos y a no perder de
vista sus metas vitales, aunque se halle ante estas circunstancias difíciles.
• Ensayar en su vida real procedimientos para ir actuando -y, en consecuencia, sintiéndose- de forma diferente,
siempre de manera progresiva y controlada.
• Menores cantidades de orina, ausencia de orina durante 8-12 horas u orina de color oscuro.
Desde otro punto de vista, algunas personas consideran que la solución para la ansiedad es la medicación o aprender alguna
técnica de relajación eficaz, pero no creen que tengan que cambiar nada de su vida. Haciendo una analogía, es lo mismo que
creer que puede seguir haciendo un ejercicio físico que perjudica la rodilla si, gracias a un analgésico, deja de sentir el dolor.
Evidentemente, en ocasiones no es posible cambiar la situación laboral, sentimental o familiar, pero sí que puede ser posible
enfocar estas circunstancias de otra manera y modificar nuestra actitud ante esas circunstancias.
• 3. Céntrate en lo positivo.
Una actitud optimista te ayudará a resolver los problemas o a aceptarlos hasta el punto de que ya no te preocupen,
al menos de una manera tan perjudicial como antes.