Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                
0% encontró este documento útil (0 votos)
25 vistas94 páginas

GÉNESIS 1-11 - Cursillo

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1/ 94

1

LABIBLIA
Y LOS ORÍGENES
DE LA HUMANIDAD
Lectura de Gn 1-11
P. Antonio Vidales
2

SUMARIO
Introducción 2

1. Primer relato de la creación (Gn 1, 1-2,4a)


1.1. Introducción al relato 13
1.2. Comentario al texto 17
2. El drama de los primeros pasos de la humanidad (Gn 2, 4b-3,24)
Introducción 27
Acto primero: el paraíso 31
Acto segundo: La caída 43
Acto tercero: Interrogatorio y sentencia 54
Epílogo 59
Excursus sobre el pecado original 62
3. Caín y Abel (Gn 4, 1-24)
4.1. Introducción 66
4.2. Comentario al texto 68

4. Historia de los descendientes de Adán (5, 1-32 76

5. El diluvio universal (Gn 6,1 – 9,17) 77


5.1. Introducción
5.2. Comentario al Texto
6. La torre de Babel 89
6.1. Introducción
6.2. Comentario al texto
3

INTRODUCCIÓN

Antes de contar la “historia” de Abrahán, padre del pueblo hebreo, el Génesis dedica sus 11
primeros capítulos a describir la creación del cosmos y los orígenes de la humanidad y a buscar
las causas de algunas realidades que necesitan explicación y de algunos problemas y sufrimientos
que la aquejan. Estos capítulos son quizás los más conocidos y con frecuencia los peor
interpretados de toda la Biblia.

Jean L´Hour dice: “Los once primeros capítulos del Gn han seducido a pensadores, teólogos y
artistas. En forma poética y llena de imágenes, nos hablan de Dios, de la creación y del ser
humano. Estos capítulos son un monumento de la literatura. Desde hace 2.500 años no dejan de
avivar, más allá incluso de cualquier creencia religiosa, la curiosidad de los comentaristas, de
interrogar a pensadores y teólogos, de alimentar la imaginación de los artistas. Además de la
excepcional calidad literaria de los relatos, su horizonte universal y su realismo cotidiano los
convierten naturalmente en un patrimonio de toda la humanidad”.

1. Una lectura fundamentalista de este texto opaca su verdad y su mensaje

Durante muchos siglos estos relatos o narraciones de los orígenes del mundo y de la humanidad
se han leído como si fueran una historia y como si sus protagonistas fueran personajes históricos
individuales y concretos, cuando, en realidad, aquí la Biblia pone en escena a personajes con
nombres simbólicos, como Adán, Eva, Abel, Caín, etc. Estos capítulos no son ni historia ni ciencia
y, por tanto, su mensaje y su verdad no se pueden buscar con criterios de física, biología o
historia.

La lectura creacionista de este texto ha perjudicado su verdadera comprensión. El creacionismo


es una doctrina que se desarrolló desde finales del s.XIX en Estados Unidos. Parte de una lectura
“fundamentalista” o al pie de la letra de los textos bíblicos. Según esta doctrina, la Biblia debe ser
leída literalmente en todos sus detalles y, en consecuencia defienden que Dios creó el mundo en
siete días de 24 horas, que la humanidad procede de una sola pareja, él llamado Adán y ella Eva.
El creacionismo rechaza las teorías de la evolución. Como dice la Pontifica comisión Bíblica
criticando esta doctrina dice que ella “rechaza admitir que la Palabra de Dios inspirada se ha
expresado en lenguaje humano y que ha sido escrita bajo la inspiración divina por autores
humanos cuyas capacidades y posibilidades eran limitadas”. Esto quiere decir que la Biblia es
Palabra de Dios en palabra humana dentro de la cual podemos encontrar mensajes de Dios.
4

Todavía hoy y para siempre hablamos de Dios en un lenguaje humano, porque no tenemos otro,
hablamos de él por analogía o comparación con los seres humanos, como si él fuera uno de
nosotros, pero en grande. Pero Dios no pertenece al género humano, sino que es el totalmente
otro. Por eso los que más han avanzado en el conocimiento de Dios, se han dado cuenta de que
Dios es indecible y no se atreven a decir nada de él porque todo lo que intentan decir les parece
sumamente inadecuado. En realidad nos encontramos con el mismo problema que los redactores
de Génesis, aunque hayamos perfeccionado nuestras ideas y nuestro lenguaje.

Con todas estas limitaciones y condicionamientos, en los primeros capítulos del Génesis la Biblia
nos enseña que Dios creó el universo y todo lo que contiene. Para describir los orígenes del
mundo y de la humanidad, utiliza los conocimientos e imágenes comunes de su época, hoy
superados o desfasados. El género literario y el lenguaje del relato de los orígenes son
mitológicos, lenguaje que ha caído en desuso en los pueblos desarrollados. Olvidando todo esto y
haciendo una lectura al pié de la letra de estos relatos o narraciones se ha creído durante siglos
que la humanidad procede de una sola pareja y que el pecado de esta pareja ha desatado los
males que padece la humanidad. Gracias a Dios, hemos renunciado, aunque sea desde hace
poco y no todos, a atribuir a un primer hombre y a una primera mujer históricos tanto la aparición
de la humanidad en la tierra, como la fuente de todos nuestros males. Sabemos que la mujer no
fue creada a partir de una costilla del varón, y que jamás hubo un diluvio universal, a pesar de que
las inundaciones eran corrientes en la cuenca del Éufrates.

“Liberémonos de todas las representaciones falsamente históricas en la lectura de estos textos


para poder descubrir hasta qué punto afectan a lo humano las grandes afirmaciones que ahí
encontramos. Una vez más hay que afirmarlo: la Biblia no nos describe las circunstancias del
comienzo del mundo, eso corresponde a la ciencia, sino que nos revela el sentido de su origen”1.

Liberados de lecturas fundamentalistas, estamos en mejores condiciones de preguntarnos por el


sentido de estos relatos, el sentido que trataron de darles los escritores bíblicos y el que pueden
tener hoy para nosotros.

2. El Pentateuco

Estos relatos de los orígenes están colocados en las primeras páginas de la Biblia, al comienzo
del libro del Génesis, que es el primero de los cinco libros que constituyen el pentateuco. La
palabra “pentateuco”, de origen griego, significa cinco estuches en referencia a los cinco libros o

1
Bernard Sesboüé, Invitación a creer, p. 400
5

rollos que se guardaban en esos estuches y que son: Génesis, Éxodo, Números, Levítico, y
Deuteronomio.

Durante muchos siglos, hasta el final de la Edad Media, tanto judíos como cristianos pensaban
que el autor del Pentateuco era Moisés, y todavía algunas sectas lo siguen defendiendo. Por eso
al conjunto de estos cinco libros se le daba el nombre de Moisés o La ley. Las ciencias bíblicas,
particularmente la crítica histórica y la crítica literaria han demostrado que las sucesivas
redacciones de estos textos son muy posteriores a Moisés. En esos libros aparecen datos y
referencias que pertenecen a épocas muy posteriores a Moisés. Incluso en ellos se narra la
muerte de Moisés, cosa que, evidentemente, él mismo no pudo escribir. Para solucionar este
inconveniente, algunos dicen que esa parte la redactó su fiel amigo y discípulo Josué.

Las repeticiones y hasta las contradicciones que se encuentran en estos libros, el hecho de dar a
Dios nombres muy distintos y de tener estilos literarios muy diferentes, llevaron a pensar que no
podían ser obra del mismo redactor. La impresión que dan estos libros es más bien la de un tejido
literario integrado por elementos sacados de diversas tradiciones orales o escritas que no siempre
han sido bien articuladas.

En un primer momento, Jean Astruc defendió en el siglo XVIII que Moisés, para componerlos,
había usado tradiciones y fuentes distintas, pero los había escrito él. Dos siglos después, dando
ya por supuesto que Moisés no había escrito estos libros, se formuló la teoría de las cuatro
fuentes o documentos básicos que los redactores del Pentateuco habían utilizado para escribir
esos cinco libros.

Comúnmente se admite hoy día que son cuatro las tradiciones o fuentes principales con las que
se han compuesto estos cinco libros.

a) Muchos piensan que la más antigua es la llamada “Yavista”, que puede datar del siglo IX a.
C. Otros piensan que esta fuente es más tardía y algunos la sitúan en tiempos del destierro
de Babilonia (siglo V a.C.) Entre las características de esta fuente o tradición está el hecho
de llamar siempre a Dios con el nombre de Yahvé. Por eso al escritor de eta fuente se le
llama el “yavista”. Su sigla es la letra J.
b) La tradición Elohísta se suele situar un siglo después de la Yahvista. Se le da este nombre
porque al hablar de Dios lo llama “elohim”. Se cree que se desarrolló en el reino del Norte.
Su sigla es la letra E. Pronto se fusionó con el Jahvista. Veremos como ya en los once
primeros capítulos muchas veces a Dios se le llama Jahvé-Elohim, juntado los dos
nombres.
6

c) La tradición deuteronomista. Algunos la sitúan en el siglo VII y en el reino del Norte. Su


sigla es la letra D. Deuteronomio significa segunda ley.
d) La tradición o fuente sacerdotal data de los años del destierro de Babilonia y la vuelta a
Israel (s.VI y V a.C.) Se le llama sacerdotal porque se cree que fue redactada por un grupo
de sacerdotes desterrados en Babilonia, tarea que prosiguieron cuando regresaron a su
tierra. Su sigla es la letra P porque en alemán la palabra sacerdote comienza por P
(Priester)

El Pentateuco ha tenido varias redacciones. La última la realizó un equipo coordinado por Esdras
en el siglo V a.C. entre los años 450-400. Esdras era un sacerdote judío que pertenecía a una de
las familias que se quedaron en Babilonia al finalizar el destierro. Más tarde los persas, al
conquistar Babilonia, lo enviaron a Jerusalén para que organizara al pueblo judío.

Esdras quiso poner como base de la reconciliación entre los judíos que regresaron del destierro y
los que no habían sido desterrados la Ley de Moisés, es decir, lo que hoy llamamos el pentateuco,
del que existían ya redactas muchas partes. Esdras con su equipo recogió todas esas partes y las
ensambló para hacer una obra unitaria en cinco libros. En el equipo de Esdras predominaban los
sacerdotes, por eso la obra tiene sabor litúrgico.

Parece casi seguro que en su forma actual, los once primeros capítulos del Génesis surgieron
fundamentalmente de dos grandes escritos, uno perteneciente a la escuela sacerdotal llamado P
y el Yavista. Actualmente, en lugar de “yavista”, algunos prefieren hablar de un documento “laico”
o también “no sacerdotal”.

Ambos relatos beben de múltiples fuentes (santuarios, tribus, archivos genealógicos, folklore,
mitos) El editor final los ensambló entre sí. Así el capítulo 1 y el 2, 1-4a pertenecen al P. Los
capítulos 2, 4b al 4, 26 son del Yavista. El capítulo 5 del sacerdotal. En los capítulos siguientes
están mucho más mezclados ambos relatos.

3. El momento histórico y las preguntas que éste suscita

El hecho de situar la última redacción del Pentateuco en la época del destierro en Babilonia y el
retorno al país, nos permite descubrir la problemática que afronta. ¿Qué cuestiones se planteaban
a la comunidad del destierro vuelta al país?

Recordemos la historia de esos años. En marzo del 597 a.C. Nabucodonosor, rey de Babilonia, se
apodera de Jerusalén, se lleva los tesoros del templo y del palacio real, deporta al joven rey
Yoyaquín, y con él se lleva a su corte y a una buena parte de las personas más destacadas en el
7

ámbito intelectual y artesanal. Diez años después sus tropas invaden una vez más el reino de
Judá y, después de haber destruido el palacio, el templo y las murallas, saquean Jerusalén y se
llevan al exilio a los últimos notables religiosos llamados “el pueblo de la tierra” (2Re 24, 10-16)
Los últimos resistentes importantes opuestos a la invasión babilónica huyen a Egipto, entre ellos,
el profeta Jeremías.

Así, tras la conquista de Samaria por parte de los asirios a finales del siglo VIII, en el 722 a.C. y la
desaparición con ello del reino del Norte o de Israel, se produce en el siglo VI el destierro de
Babilonia y la desaparición del reino del Sur o de Judá. De lo que fue un pueblo reunido en su
tierra, en torno a su rey y a su templo, no quedaron más que ruinas dispersas por las que lloraban
desde el destierro, como dice un salmo: “Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos a llorar
acordándonos de Sión” (Sal 137 5-6)

En esa situación, había muchas preguntas a las que responder. La ruina de Jerusalén y de Judá,
¿no suponían ante todo la derrota de Yahvé, su Dios? Las naciones se burlaban de Israel e Israel
se preguntaba por su Dios. ¿Qué futuro le queda a un pueblo a partir de ahora privado de su
tierra, de su templo, de su rey, aparentemente abandonado por su Dios, disperso por todo el
Oriente y rodeado de naciones hostiles? ¿No sería Yhavé sólo un dios nacional condenado a
desaparecer con la desaparición de aquellos a los que tenía que haber protegido? Según el salmo
42, los enemigos le preguntaban a un judío: ¿Dónde está tu Dios? ¿Por qué tanta violencia entre
los pueblos, las naciones, los individuos? ¿Por qué el mal? ¿Por qué la injusticia? ¿Por qué la
muerte? Sobre todo eso reflexionan las élites civiles y sacerdotales deportadas en Babilonia.
Todos los protagonistas del destierro y del regreso van a tratar de responder, cada cual a su
manera, a estas preguntas. Para dar respuesta a esas preguntas se redacta el Pentateuco
utilizando las fuentes antes mencionadas, fuentes que, a su vez, respondían a cuestiones
parecidas de épocas anteriores.

Estos interrogantes manifiestan la necesidad de explicar la presencia del mal en su vida y en su


historia. Los cinco libros tratan de dar una respuesta teológica, desde la teología israelita de aquel
tiempo, al acuciante problema del mal que entonces se revelaba amenazante y destructor,

4. El género literario

Como ya dije, los 11 primeros capítulos del Gn no son una historia como la entendemos hoy día.
Ni Adán ni Eva ni Caín ni Abel son personajes individuales e históricos con nombre y apellido, de
los que se pudiera hacer un documento de identidad. Estos capítulos no tienen carácter histórico.
Son una reflexión de fe sobre Dios, sobre el mundo y sobre el ser humano, espoleada por los
8

grandes interrogantes que, como hemos dicho, se planteaba el pueblo de Dios disperso y
humillado.

Esta reflexión se podía haber hecho en forma tratado teológico racionalmente bien armado o en
forma de un discurso compuesto con argumentos y conclusiones bien fundamentadas, pero los
autores de los libros lo hacen mediante narraciones mitológicas y leyendas que el pueblo sencillo
entendía sin dificultad mientras que nosotros hoy necesitamos largas explicaciones para
entenderlas.

En efecto, en el Pentateuco hay materiales tomados de tradiciones y culturas extranjeras


generalmente de Mesopotamia2, zona de la que procedían los antepasados de Israel y a la que
volvieron después como desterrados, tanto en el dsestierro de Asiria, en el siglo VIII, como en el
de Babilonia, en el siglo VI.. La comparación literaria de los relatos del Gn con algunos relatos
semejantes de Mesopotamia confirma esta teoría, pero el contenido de esos capítulos ha sido
radicalmente influido y cambiado por la fe y la teología israelita.

Los israelitas se preguntan por las mismas cuestiones fundamentales que esos pueblos antiguos:
qué es el ser humano, de dónde viene, cuál es su destino, por qué muere, por qué existe el odio y
la violencia entre hermanos, por qué existe el mal, etc. Al dar respuesta a estas cuestiones, los
escritores bíblicos tienen delante las respuestas que ya habían dado esos otros pueblos a través
de sus leyendas y relatos mitológicos.

Las leyendas, mitos y otras piezas literarias que más han influido en los once primeros capítulos
del Génesis son estos:

a) El poema babilónico Enuma Elish en honor del dios babilónico Marduk, que se recitaba en
Babilonia en las fiestas del comienzo de año. En él puede estar inspirado el primer relato
de la creación (Gn 1-2, 4a)
b) La layenda de Gilgamesh, originaria de Sumeria (Mesopotamia) que habla de la creación
del ser humano por parte de los dioses influyó en el relato de Adán y Eva.
c) La epopeya, también sumeria, Atra-Hasis del siglo XVI a. C. en la que hay una descripción
del diluvio muy parecida a la del Génesis influyó también en el relato bíblico del diluvio.

Todo ello lo veremos con más detalle al leer y comentar esos capítulos del Génesis.

2
La palabra “Mesopotamia” significa literalmente “Entre Ríos” porque está situada entre los grandes ríos Tigris y Éufrates, zona
geográfica en la que se asentaron los imperios tanto asirio como babilonio.
9

El pueblo de Israel nace de la organización de las tribus aproximadamente en el siglo XII a.C. y el
Gn está inspirado en relatos de siglos anteriores procedentes de Sumeria, Acadia y Babilonia.

Los autores bíblicos recurren a los mitos y leyendas porque a través de ellos transmiten de
manera más asequible al pueblo sencillo los mensajes. Pero al utilizar los mitos y leyendas de los
pueblos vecinos las transforman profundamente, gracias a su fe en un único Dios. La imagen de
Dios y del hombre que ofrecen es muy distinta de la que ofrecían los mitos originales. Los judíos
parten siempre de la experiencia de que Dios los liberó de Egipto y por tanto es un Dios que
quiere al ser humano. Según algunos mitos de los pueblos vecinos los dioses crearon a los
hombres para que los descargaran de sus trabajos. Según la Biblia, Dios crea al ser humano por
amor, para que sea el rey de la creación, para que sea feliz. Según Atra-Hasis los dioses mandan
el diluvio para castigar al ser humano y eliminarlo de la tierra porque, en lugar de ayudar a los
dioses, los molesta. Según la Biblia Dios manda el diluvio para sacar a la humanidad de la
corrupción y crear una humanidad nueva. Igualmente la Biblia desdiviniza el sol, la luna y las
estrellas que los mitos habían convertido en dioeses.

5. Los mitos

Los mitos son muy frecuentes en los pueblos de la antigüedad anteriores a Israel, como Egipto,
Sumeria o Babilonia, y en los pueblos contemporáneos de Israel, como Grecia. Los mitos son
historias irreales y fantásticas en las que entran en escena dioses, diosas y héroes antiguos. A
través de esas historias fascinantes el ser humano quiere dar respuesta a grandes problemas e
interrogantes que le preocupan y para los que no encuentra una respuesta satisfactoria. Por
ejemplo: ¿De dónde viene el mundo? ¿De dónde viene el ser humano? ¿Por qué existe el
sufrimiento y la muerte? ¿Cómo explicar la misteriosa atracción entre los sexos? ¿Por qué la
belleza de la mujer desata, a veces, grandes tragedias?

A estos interrogantes se puede responder con fríos razonamientos filosóficos que siempre son de
corto alcance, pero se puede responder ambién con fantásticos mitos que siempre dejan la
ventana abierta para mirar a lejanos y profundos horizontes.

Se dice que los mitos "cuentan lo que nunca fue y expresan los que siempre ha existido". En
efecto, mediante historias y personajes irreales que, como tales, nunca han existido, expresan
realidades, problemas, situaciones y experiencias de la vida cuya existencia nadie puede negar
porque la tiene delante de los ojos todos los días.

Recordemos, como ejemplo, el famoso mito griego de Pandora y veamos qué realidades
indudables quiere expresar mediante una historia que jamás sucedió. El mito dice que un ser
10

humano llamado Prometeo robó el fuego a los dioses y Júpiter, para castigarlo, mandó a Vulcano
(dios del fuego) que modelase una mujer de barro tan bella y encantadora que causase la
desdicha de los hombres. Para hacerla, Vulcano empleó una tierra arcillosa. Después dio a la
estatua la facultad de hablar, la fuerza vital y las facciones de las diosas. Minerva (diosa de la
guerra) le dio sus armas; Mercurio su astucia y su atrevimiento; recibió de los dioses el nombre de
Pandora, que significa todos los dones que ella tenía. Pandora se llevó del cielo a la tierra una
caja que contenía todos los males y cuando la abrió se extendieron por todo el mundo.

Según este mito griego, la primera mujer constituye un don fatal que los dioses concedieron a los
hombres por haber robado el fuego del cielo. Antes de Pandora la humanidad vivía felizmente, sin
conocer las enfermedades y los dolores. Cuando Pandora destapó la caja todas las calamidades
se desataron sobre la humanidad. Este mito, con una historia que nunca ha existido, no explica el
origen de los males, que siempre han existido.

El mito se escribe desde la historia de males y sufrimientos que el grupo está viviendo para
iluminarla. Nunca un pueblo escribe un mito teórico para, a partir del mismo, comenzar a vivir su
historia. Es al revés, el mito pertenece a la misma historia que se vive y trata de darle o buscarle
su sentido más hondo a lo que el pueblo está viviendo. La imagen de Dios, del mundo y del ser
humano que presenta Gn 1-11, obedece a lo que Israel, a lo largo de su historia había ido
descubriendo acerca de Dios, del mundo y del ser humano.

El mito permite expresar las realidades más íntimas, más profundas, más difíciles, más indecibles
que el ser humano encuentra en su historia.

Lo repito, los mitos son el lenguaje más adecuado para transmitir un mensaje a las personas de
aquellos tiempos. Nosotros hemos sido educados en un riguroso racionalismo y nos hemos vuelto
incapaces de entender un mito. Nos lo tienen que explicar traduciéndolo en razonamientos que lo
mutilan.

Como ya he dicho, los relatos de los 11 primeros capítulos del Génesis están llenos de mitos,
tomados de varias culturas ajenas a Israel. El lenguaje mitológico penetra toda la Biblia, incluso el
Nuevo Testamento. Pero Israel transforma totalmente los mitos en conformidad con su fe en un
solo Dios. Por eso en sus mitos no entran otros dioses y diosas, porque no los hay. Además
Yahvé, el único héroe de sus mitos, es un Dios bueno que quiere el bien de los seres humanos.
¡Qué diferencia entre el mito de Pandora y mito bíblico de la creación de la primera mujer?
Pandora fue creada para castigo de los hombres, Eva, al contrario, fue creada por Dios para que
los seres humanos sean felices en la reciprocidad del amor. Lo mismo ocurre, como ya dije, con la
11

narración del diluvio: según los pueblos sumerios de donde la tomó la Biblia, los dioses mandan el
diluvio para destruir a la humanidad; Yahvé lo manda para crear una humanidad nueva.

También la creación del ser humano de barro (Gn 2,7) es un mito tomado de la mitología egipcia.
Pero la Biblia lo carga de un significado nuevo: el ser humano es la más hermosa obra de arte
hecha por Dios, pero es frágil, de greda, y se quiebra si se cae de sus manos, si se aparta de él.

6. La estructura de Gn 1-11

El libro del Génesis se divide en dos partes: historia primitiva, que comprende desde el capítulo 1
al 11 e historia de los patriarcas (capítulos 12 al 50) La historia primitiva, que es de la que vamos
hablar, se puede dividir en los 13 puntos siguientes. (Detrás de cada uno se indica, con su sigla, la
fuente de procedencia del relato o narración)

1) Creación del mundo y del ser humano (1,1-2,4a) (P)


2) Creación del varón y de la mujer (2,4b-25) (J)
3) La caída de Adán y Eva (3, 1-24) (J)
4) Caín y Abel (4, 1-16) (J)
5) Genealogía: los descendientes de Caín (4, 17-26)(J)
6) Genealogía desde Adán hasta Noé (5, 1-32) (P)
7) Prólogo del diluvio (6, 1-22 (J y P)
8) El diluvio (7, 1-8,22) (J y P)
9) Alianza de Dios con Noé (9, 1-17) (J y P)
10) Los hijos de Noé (9, 18-27) (J)
11) Los pueblos o naciones de la tierra (10) (J y P)
12) La torre de Babel (11, 1-9) (J)
13) Genealogías conclusivas (11, 10-32) (P y J)

El Dios de Israel fue considerado a la luz de esos acontecimientos, como el Dios de toda la
naturaleza y de toda la historia. En consecuencia, esta historia primitiva es la interpretación
teológica de los acontecimientos importantes para el desarrollo ulterior de la propia historia de
Israel.

7. Contenido de Gn 1-11
12

Antes de hablar de la intervención de Dios en la historia de Israel, que comienza con Abrahán (Gn
12) el autor del Génesis, preocupado por encontrar los orígenes del mal, presenta un breve
esbozo de la relación con Dios del mundo y de la humanidad desde los orígenes hasta la época
de Abrahán.

Dos realidades muy contrastantes nos presentan estos primeros capítulos del Génesis: la obra de
Dios, que lo hizo todo bien, y la obra del ser humano, que llevado por el egoísmo, es la fuente de
los males (Gn 3-11)

7.1. La obra de Dios

La primera afirmación es ésta: nuestro único Dios es autor de cuanto existe; Él lo hizo todo bien y
todo bueno. Su omnipotencia se revela en la total eficacia de su palabra que crea lo que dice. El
ser humano supera en perfección a todos los demás seres creados. Por decisión de Dios, la mujer
es la compañera apropiada del varón, comparte su dignidad y está unida a él por el vínculo
indisoluble del matrimonio.

7.2. La obra del ser humano

El estado original del ser humano era la inocencia y la amistad con Dios. Instigado a alcanzar un
estado por encima de su naturaleza creada, el hombre pecó. Los efectos de este primer pecado
afectan a todos sus descendientes. Los efectos del pecado son: la perdida de la amistad divina, la
falta de estima mutua entre Adán y Eva (3,7) males físicos de acuerdo a la naturaleza del varón
(trabajo sudoroso) y de la mujer (dolores en el parto) y una lucha constante contra el poder del
mal. Habiéndose revelado contra Dios, el hombre se reveló también contra su prójimo. El
asesinato, la venganza, la poligamia y la concupiscencia de la carne marcaron la historia del
hombre y de la civilización. La justicia divina se manifestó en las catástrofes que sobrevinieron al
ser humano. Su misericordia y su voluntad salvadora se manifestaron en la salvación del Justo
(Noé) Pero la alianza de Dios con el Justo se fue rompiendo por la continua perversidad moral de
las personas (9, 20-27), la cual tuvo como resultado que la sociedad humana se apartó de Dios y
los seres humanos se dividieron y se enfrentaron entre sí (11, 1-9)

Gn 1-11 ve en el egoísmo del ser humano la fuente de los males:

- Ese egoísmo ambicioso que lleva a Adán y Eva al pecado de pretender ser como Dios (Gn
3)
- El egoísmo lleva a la envidia, a la violencia y al asesinato. Caín y Abel (Gn 4)
13

- El egoísmo se adueña incluso de los grupos llamados a combatirlo (patriarcas anteriores al


diluvio, y también Noé y sus hijos) (Gn 5-9)
- El egoísmo que se adueña de las grandes naciones de la tierra (Gn 10)
- El egoísmo convertido en estructura socio-religiosa de opresión, es confundido por Dios: La
torre de Babel (Gn 11)
14

PRIMER RELATO DE LA CREACIÓN (Gn 1,1-2, 4a)

I. INTRODUCCIÓN

Este relato comprende el primer capítulo del Génesis y tres versículos y medio del capítulo
segundo. Para comentar el texto es necesario tener en la cuenta algunos datos que nos pueden
ayudar a interpretarlo mejor.

1. Su género literario o tipo de literatura que utiliza el autor

El contenido y el mensaje de este texto no es de ciencia ni historia, sino de religión, de teología; es


una reflexión acerca de Dios y su relación con el cosmos, el mundo y la humanidad; es una
composición poética, un himno al Dios Creador. Con materiales sobre el origen del mundo y del
ser humano, tomados de otros pueblos orientales, los autores sacerdotales, representados por la
letra P, componen un relato que busca, mediante el artificio literario de la poesía proclamar su fe
en que Dios es el autor de toda la creación.

Para los fieles judíos tentados por la atractiva religión babilónica con su culto y sus ritos, el poema
es toda una catequesis, un canto a la resistencia que invita a mantenerse firmes en la fe en el
único y verdadero Dios de Israel.

No se trata de una teoría científica sobre la formación del mundo ni sobre la aparición de la vida y
de las especies en él. El autor o los autores no pretenden contar la historia de los orígenes, sino
hablarnos de Dios y de su acción en el mundo. Leído como ciencia o historia, este párrafo del
Génesis no tendría ni pies ni cabeza. El que lee este poema como ciencia comete un atropello y
queda envuelto en una nube de errores desde el punto de vista científico.
15

Este poema tiene un mensaje religioso que se puede resumir así:


- Hay un solo Dios, todo lo demás que existe en el cielo y la tierra son criaturas hechas por
Él, incluido el sol y la luna, divinizados en muchos pueblos.
- Todo lo que existe está ordenado al ser humano, obra maestra de Dios en la que Él mismo
se retrató, es su imagen.
- Le encarga la creación para que la cuide, la disfrute y desarrolle como creador.

Hay en la Biblia otros muchos cantos a la creación, por ejemplo, el salmo 8 y el 104, que no son
historia, sino poesía o el canto de los tres jóvenes del libro de Daniel (Dn 3, 60-65)

Este poema de Gn 1 tiene también un marcado carácter litúrgico; es un himno que canta la
soberanía de Dios sobre todo lo que existe. La finalidad litúrgica, que es fundamentar la ley del
sábado, se transparenta en el fondo y en la forma: la cadencia repetida de fórmulas y estribillos lo
asemejan a un canto de alabanza a Dios. La finalidad de este himno es proclamar la fe de una
forma reflexiva. Tiene algunas semejanzas con un himno dedicado al dios babilónico Marduk, que
los judíos habían conocido en el destierro.

Todos los trabajos del Dios creador culminan en la frase final: “Y bendijo Dios el día séptimo y lo
consagró, porque ese día Dios descansó de toda su tarea de crear”. El séptimo y último día de la
semana era el sábado. Al amparo de esa frase los autores urgen a todo el pueblo a descansar el
sábado para dar culto a Dios.

Lo repito para mayor constancia, para expresar sus ideas teológicas, los autores se sirven de los
conocimientos científicos de la época, que hoy día están totalmente superados. Dado el carácter
teológico y litúrgico de este texto, no tiene ningún sentido comparar los datos que nos ofrece sobre
el origen del mundo y de la humanidad con los que ofrece la ciencia para ver si la Biblia tiene
razón o está equivocada. Los que están equivocados son los que hacen ese tipo de lectura
fundamentalista, queriendo encontrar en la Biblia lo que ni Dios ni los escritores sagrados han
querido poner.

2. Autor y época en que se escribe

El estilo con que está redactado este texto y su marcado carácter litúrgico, significan que este
texto es obra de la escuela sacerdotal (P) de la que hemos hablado anteriormente.

Durante mucho tiempo se creyó que este relato con el que comienza el Génesis fue lo primero que
se escribió de la Biblia. Hoy se piensa que es quizá de lo último que se escribió del Pentateuco, ya
16

que fue escrito entre los siglos V y IV a.C, aunque utilice fuentes más antiguas. Para resaltar la
importancia de sus enseñanzas los últimos redactores del Pentateuco lo colocaron al principio.

Cuando se escribe este texto la nación judía había sido conquistada por los ejércitos de Babilonia,
que llevaron al destierro a las principales familias. El pueblo judío se encontraba entonces a un
paso de aceptar la religión babilónica cuyos dioses parecían más poderosos que Yahvé y le
habían vencido conquistando el país que él protegía. En esa situación, lo que se necesitaba no
era una lección de prehistoria, sino unos principios que le ayudaran a reafirmar su fe y su
confianza en el Dios Creador para no hundirse en la crítica situación que estaban atravesando
invadidos por el imperio de turno.

Sus opresores le empujan a aceptar la atractiva religión babilónica con su culto y sus ritos. Para
estos fieles tentados, el poema es toda una catequesis, un canto a la resistencia que invita a
mantener firme la fe en el único, verdadero y todopoderoso Dios de Israel.

El poder absoluto de Dios es afirmado de entrada, desde el primer versículo que se presenta
como una confesión de fe, semejante a la que hacemos nosotros al comienzo de nuestro credo:
“Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra”.

3. Algunas características del relato

Varios elementos y frases se repiten a lo largo del poema con la intención de que el mensaje
quede bien impreso en la mente y el corazón de los creyentes judíos.

a) En el relato resalta, en primer lugar, el poder de la palabra de Dios que es la fuente primera
de toda la obra de la creación. La expresión “dijo Dios” aparece diez veces. En el sexto día,
a la hora de crear a los seres humanos, Dios reflexiona y habla consigo mismo (v. 26) para
subrayar la importancia absoluta de la creación del ser humano. Según este texto, la
palabra de Dios tiene una eficacia absoluta, lo que dice se hace. En esos mismos años
también el Segundo Isaías afirmaba esa misma eficacia de la palabra de Dios: “Así sucede
con mi palabra que sale de mi boca; no vuelve a mí vacía sin haber hecho lo que quiero” (Is
55, 10)

b) El P distribuye la obra creadora de Dios en siete días. ¿Qué sentido tiene esa distribución?
Algunos han dicho que se trata de días solares de 24 horas porque habla mañana y noche,
otros dicen que se refiere a siete grandes etapas de la evolución del cosmos. La respuesta
es más sencilla; se trata de un recurso literario. No se trata de una medida de tiempo, sino
de perfección. El siete era para los israelitas el número que expresaba la plenitud, la
17

perfección y la armonía. ¿Qué mejor que distribuir la obra creadora de Dios en el molde de
un número que simboliza la plenitud y de la perfección?

c) Con esta distribución de la creación el autor quiere reforzar la observancia del sábado
dedicado al descanso y al culto a Dios. La argumentación es fácil: si hasta Dios descansó
el sábado, cuánto más su pueblo, imitándolo, tiene que descansar el sábado. La bendición
del sábado hace de él el momento y el lugar de la respuesta agradecida de los seres
humanos a la obra divina.

d) Este relato del Génesis respira optimismo, gozo, armonía y serenidad. Todo se va
encadenando con la expresión: “y dijo Dios” con la que se inicia cada uno de los días de la
creación; cada día termina con una frase llena de optimismo: “y vio Dios que todo era
bueno”. En siete ocasiones Dios califica de bueno el producto de cada etapa de la creación
y de muy bueno el conjunto de su trabajo. La visión del mundo creado es un optimismo
total, sin ninguna restricción.

e) Con la afirmación de que todo lo que hizo Dios era bueno asegura al pueblo que el origen
del mal no está en Dios, Él no es culpable de las desgracias y del mal que golpean al
mundo y afligen al ser humano.

4. Mensaje del relato

Vamos a resaltar ahora seis de las enseñanzas más importantes de este relato.

1. La creación es fruto de la bondad absoluta de Dios: mientras en los mitos de los pueblos
vecinos la creación está enmarcada en violentos enfrentamientos entre los dioses, en Gn 1 Dios
aparece como omnipotencia creadora, cuya Palabra única va haciendo aparecer cuanto existe con
la nota característica de que todo es «bueno».

2. En la creación, todo obedece a un plan armónico, cada elemento cumple una función
determinada: el ser humano es el rey de la creación y ella está a su servicio: los astros iluminan el
día o la noche, señalan el paso del tiempo y el cambio de las estaciones; cada criatura está ahí
para servir al ser humano.

3. El texto resalta la responsabilidad del hombre y la mujer en este conjunto armónico creado por
Dios mediante su Palabra. Dios crea al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, los crea
varón y mujer para que administren conjuntamente su obra en igualdad de responsabilidades.
18

4. En la creación hay un orden y una armonía, no sólo porque es fruto de la Palabra creadora de
Dios, sino porque Él mismo ratificó esa armonía y esa bondad con su bendición, algo que es
exclusivo de Él. Esta bendición es todo un mensaje esperanzador para enfrentar la dura situación
de sometimiento en que se hallaban los israelitas.

5. Yahvé es el único Dios, el único soberano. Eso contrasta con otras religiones, que eran
politeístas, es decir, que, al contrario de Israel, daban culto a varios dioses. Según este relato, los
astros, los monstruos del mar, los animales y las aves, que para algunas culturas del Medio
Oriente eran dioses, son simples criaturas de Dios enteramente sometidas a su poder soberano.

6. Esta descripción poética y optimista de la creación y del poder divino tiene como objetivo alentar
al pueblo derrotado y devolverle la esperanza en Dios.

II. COMENTARIO AL TEXTO

La estructura de este relato es muy clara:


 Comienza con declaración de fe en el Dios creador de todo lo que existe
 Dios realiza tres obras de separación:
- Separación de la luz y las tinieblas
- Separación de las aguas de arriba (las del firmamento) y las de abajo.
- Separación de las aguas del océano y de la tierra firme
 Realiza tres obras de ornamentación:
- Crea la vegetación
- Los astros
- Los animales
 Creación del ser humano
 Y el sábado descansó

1. La situación inicial

“Al principio Dios creó el cielo y la tierra” (Gn 1,1)


Grabada en el frontis o fachada de la Biblia, esta primera frase introduce el relato de la creación y
de los orígenes de la humanidad. Ciertamente no se trata de una afirmación científica, sino más
bien de una declaración de fe que ve al universo entero como don de Dios al ser humano y una
19

invitación a que éste continúe desarrollando y cuidando la obra divina. En esta primera frase se
encierra todo lo que va a decir en todo el relato.

Otra cosa a resaltar es que, con esta frase, el P afirma rotundamente que los cielos y la tierra y
todo lo que contienen son obra de Dios y, por tanto, son criaturas y no dioses. Esta afirmación es
muy importante para la fe de los israelitas, porque en muchas religiones antiguas de los pueblos
vecinos, el cielo y la tierra eran considerados dioses.

“La tierra no tenía forma; las tinieblas cubrían el abismo” (1,2)


El autor dice que Dios es creador de todas las cosas buenas, pero asegura que al iniciar su obra
creadora ya existían algunas realidades negativas o malas que él no las había hecho, pero que le
están sometidas. Así responde, ya de entrada, a la inquietante pregunta que surca la Biblia de
principio a fin: ¿De dónde viene el mal y quién es su autor? Este texto asegura que el mal no
viene de Dios. Estas realidades malas son las tinieblas y las grandes masas de aguas caóticas.
Los israelitas, como otros pueblos de la antigüedad (Egipto, Babilonia, etc.) creían que lo primero
que existió sobre la tierra fue el mar. En muchos textos bíblicos el mar es símbolo del mal y es
reino del maligno. La acción creadora de Dios irá iluminando y arrinconando las tinieblas y
poniendo orden en el caos inicial, a partir del cual comienza la obra ordenadora y creadora de
Dios.

“Y el soplo de Dios se movía sobre la superficie de las aguas” (1, 2)


Otras traducciones del Génesis dicen que “el espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas”. Algunos
textos litúrgicos, por ejemplo, la bendición del agua bautismal, dan a entender que se refiere al
Espíritu Santo. El autor, al escribir esto, no podía pensar en el Espíritu Santo, cuya existencia no
se conocía. Se conoció cinco siglos más tarde, cuando Cristo la reveló. Seguramente se refiere al
aliento o respiración de Dios en el momento en que va a poner manos a la obra. Es tan grande lo
que va a hacer, que toma alientos para iniciar la obra. Este espíritu o soplo es Dios mismo, es el
respirar de su amor que está mirando al caos para ver por dónde comienza a ordenarlo. A partir
de esa inspiración profunda de Dios lo va creando todo con su palabra. De todos modos, tampoco
es desacertado aplicar la expresión soplo o espíritu al Espíritu Santo porque él es el amor del
Padre y del Hijo y sabemos por la teología del Nuevo Testamento que la creación es
simultáneamente obra de las tres divinas personas.

Día 1º. La luz y las tinieblas (1, 3-5)


20

“Dijo Dios: Que exista la luz. Y la luz existió. Vio Dios que la luz era buena; y Dios separó la luz de
las tinieblas; llamó Dios a la luz: día, y a las tinieblas: noche” (1, 3-5)
La luz es la primogénita de todas las criaturas, es independiente y anterior a los astros. Sólo la luz
fue creada y sólo de ella se dice que es buena; las tinieblas no son buenas y no fueron creadas
por Dios, ya estaban ahí, son elementos residuales del caos inicial.

Llama la atención la afirmación de que Dios creó la luz antes que el sol, que no será creado hasta
el día cuarto. Como la luz aparece aquí en contraste con el caos y las tinieblas, bien podemos
pensar que no se trata de la luz solar, sino del orden y de la claridad que Dios va poniendo en el
caos. Con estas palabras alaba a Dios como supremo ordenador del caos inicial.

Día 2º. El firmamento (6-8)

“Y dijo Dios: Que exista un firmamento entre las aguas, que separe aguas de aguas. E hizo Dios el
firmamento para separar las aguas de debajo del firmamento, de las aguas de encima del
firmamento. Y así fue. Y Dios llamó al firmamento: cielo” (1, 6-8)
A la actuación de Dios sobre el caos-oscuridad, sigue otra sobre el caos-agua: separa las aguas
superiores de las inferiores con una bóveda, originando así los mares y el firmamento.

Varios pueblos de la antigüedad creían que al principio el cielo y la tierra habían estado pegados y
envueltos en agua y que un dios los separó, como se separan las dos valvas de una almeja,
quedando aguas por encima del cielo o firmamento, sobre la tierra y debajo de la tierra. La valva
de arriba o firmamento tenía aberturas cerradas con compuertas que se abrían cuando Dios
quería que lloviera. El firmamento es considerado como un inmenso cuenco invertido, hecho de
metal trabajado, que retiene las aguas situadas encima de él, como dirá más adelante, en Gn 7,
11, al hablar del diluvio.

Día 3º. La tierra firme y los vegetales (9-13)

Dos tareas realiza Dios en el tercer día. La primera de ellas completa lo que hizo el día segundo
juntando las aguas en el mar para que aparezcan los continentes.

“Y dijo Dios: Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezcan los
continentes. Y así fue. Y Dios llamó a los continentes: tierra, y a la masa de las aguas la llamó:
mar. Y vio Dios que era bueno (9-10)
Como ya dije, muchos pueblos antiguos pensaban que al principio el mar cubría toda la tierra y
tenían miedo de que volviera por lo suyo y la invadiera de nuevo. Pero según la fe judía, Dios es
21

Señor del terrible océano y le ha puesto unos límites que no puede sobrepasar por más que
insista una y otra vez con su incansable oleaje sobre las arenas de la playa. Ahora, por no cuidar
la tierra, y provocar el cambio climático y el deshielo polar, el mar va a invadir parte de la tierra.

Así se completa la obra del segundo día: Dios pone un límite efectivo a las aguas caóticas, lo
mismo que impuso a la tiniebla primordial el primer día.

En muchos lugares de la Biblia el mar es visto como enemigo y como sede de los enemigos del
ser humano. Por eso el Apocalipsis cuando habla del triunfo definitivo y total de Cristo resucitado
sobre el mal, dice que ya no existirá el mar (Ap 21, 1).

“Y dijo Dios: Produzca la tierra pasto y hierbas que den semilla, y árboles frutales que den fruto
según su especie y que lleven semilla sobre la tierra. Y así fue. La tierra produjo hierba verde que
engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su
especie. Y vio Dios que era bueno” (1, 11-12)
Estos versículos aseguran que la tierra no es una divinidad, sino una criatura de Dios. Y era muy
importante asegurarlo porque muchas civilizaciones habían divinizado la tierra y afirmaban que
todo había nacido de la tierra, incluso los dioses, por el matrimonio de la tierra con el cielo. El P
asegura que la tierra no es una divinidad, sino criatura de Dios. Si de ella surgen las plantas es
porque Dios se las ha mandado producir. Dios está presente en la aparición de los vegetales y en
la progresiva diversificación de los mismos. No hay otros dioses de la fecundidad a quienes los
pueblos vecinos daban culto (los cananeos, por ejemplo) Él es el único Dios y es quien da la
fecundidad a la tierra.

Día 4º. Creación de las lumbreras del cielo (14-19)

Terminada la obra de separación de los elementos, comienza ahora la obra de equipamiento de la


casa del ser humano. En primer lugar Dios crea las luminarias del cielo.

“Y dijo Dios: Que existan astros en el firmamento del cielo para separar el día de la noche, para
señalar las fiestas, los días y los años; y sirvan como lámparas del cielo para alumbrar a la tierra.
Y así fue. E hizo Dios los dos grandes astros: el astro mayor para regir el día, el astro menor para
regir la noche, y las estrellas. Y los puso Dios en el firmamento del cielo para dar luz sobre la
tierra; para regir el día y la noche, para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno”.
El sol, la luna y las estrellas, además de iluminar la tierra, tienen como finalidad asegurar el culto
a Dios señalando la época de las fiestas (Gn 1, 14b) Este detalle era de esperar del sacerdotal
22

(P), que reelabora la historia de la salvación como una gran celebración litúrgica. No habla del sol
y de la luna con sus nombres, sino que los llama “el astro mayor” y el “astro menor”. La razón de
no llamarlos por su nombre puede ser porque eran nombres de dioses paganos adorados en
ocasiones también por el pueblo Israel (2Re 23, 11) También otros muchos pueblos desconocidos
cuando se escribía ese libro tomaban al sol como Dios, por ejemplo en las culturas andinas o las
aztecas El culto babilónico a esos dioses era un peligro especial para los desterrados. Se insiste
en que Dios hace las luminarias para el servicio al ser humano. De este modo, el P desmitifica a
las fuerzas siderales y las declara al servicio del ser humano.

Lo repito, la verdad que el P quiere transmitir aquí es que el sol, la luna y los astros son criaturas
de Dios; que no son divinidades como creían muchos pueblos de la antigüedad, como Egipto. Nos
enseña, además, que han sido creados por Dios para poner orden en el caos inicial. El sol separa
las tinieblas de la luz y la luna marca los días del mes. Entonces usaban el calendario lunar, de 28
días cada mes.

Día 5º. Creación de las aves y los animales marinos (20-23)

Y dijo Dios: Llénense las aguas de multitud de vivientes, y vuelen pájaros sobre la tierra frente al
firmamento del cielo. Y creó Dios los cetáceos y los vivientes que se deslizan y que llenan las
aguas según sus especies, y las aves aladas según sus especies. Y vio Dios que era bueno.Y
Dios los bendijo, diciendo: Crezcan, multiplíquense y llenen las aguas del mar; y que las aves se
multipliquen en la tierra.
La verdad que nos pretende enseñar la Biblia en esta descripción del origen de los animales
marinos y de las aves es que Dios es Señor y creador de todos ellos y que es también quien les
da la fecundidad, ya que es Él quien les ha dicho: “crezcan y multiplíquense”. De este modo
previene a los lectores contra la divinización de la naturaleza, cosa que habían hecho sus vecinos,
los cananeros, cuyos dioses, Baal y Astarté, no eran más que divinizaciones de las fuerzas de la
naturaleza y por ello eran dioses de la fecundidad. También los griegos y los romanos habían
divinizado a la naturaleza; para ellos Ceres era la diosa de la tierra, Neptuno del mar y Júpiter del
sol.

En resumen, lo que nos quiere decir es que Dios es el único creador y Señor de todos los seres
vivientes y el que les ha dado la capacidad y la orden de reproducirse. Su poder procreador es el
resultado de una bendición de Dios, porque toda vida viene de Dios. Hasta los monstruos marinos,
tan temidos en la antigüedad, son criaturas sometidas a Dios y, por tanto, no hay que temerles.

Día 6º. Creación de los animales terrestres y del ser humano (24-31)
23

El P coloca la creación del ser humano exactamente en el mismo día que la creación de los
animales terrestres, pero señala una gran diferencia en cuanto al modo como Dios los creó: a los
animales los produce la tierra por orden de Dios y ya desde el principio los produce según su
especie, porque Él es el ordenador del caos; al ser humano no lo produce la tierra por una orden
de Dios, sino que lo hace Él mismo.

1. Creación de los animales (1, 24-25)

Y dijo Dios: Produzca la tierra vivientes según sus especies: animales domésticos, reptiles y fieras
según sus especies. Y así fue. E hizo Dios las fieras de la tierra según sus especies, los animales
domésticos según sus especies y los reptiles del suelo según sus especies. Y vio Dios que era
bueno.
Los animales terrestres, al contrario que los marinos, no los crea Dios directamente, sino que el P
dice que son producidos por la tierra. Pero el P asegura que el poder de la tierra viene de Dios. El
texto divide a los animales en tres categorías: ganado, fieras y reptiles.

2. El ser humano es la obra cumbre de Dios (26-27)

“Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que ellos dominen los peces del
mar, las aves del cielo, los animales domésticos y todos los reptiles. Y creó Dios al hombre a su
imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó”.
Con estos versículos el autor dice que la obra cumbre de la creación de Dios es el ser humano.
Dios crea al hombre al final de su obra, cuando ya toda la tierra, su palacio, está preparada para
recibirlo.

“Y dijo Dios: Hagamos al hombre. ” (1, 26)


¿Con quién habla Dios? No con las otras dos personas de la Trinidad porque de su existencia no
se supo hasta que Jesucristo nos la reveló. El uso del plural aquí se puede tomar como plural
mayestático, es decir, el plural que usaba su majestad el rey diciendo “nos” “nosotros” en lugar de
decir “yo”.
“Hagamos al hombre”. Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó”.
Aquí la palabra hombre (adam en hebreo) no significa el varón sino la humanidad. Después
hablará ya de varón y mujer.
24

La frase “a imagen de Dios lo creó” significa que el ser humano representa a Dios en el mundo
para cuidarlo. Significa que el ser humano en su persona y en sus funciones en el mundo se
asemeja a Dios; es el creador y el cuidador.

Dios lo ha capacitado y destinado proseguir la obra de la creación, a luchar contra el caos, contra
las tinieblas, contra todas las fuerzas oscuras; tiene que hacer crecer la luz, las fuerzas del bien.
Como creador está llamado a continuar la obra de Dios, desarrollando las infinitas posibilidades
que tiene la creación. De hecho ha pasado de las cavernas, a la rueda, y de la rueda a los vuelos
espaciales.

Si esta frase que afirma que Dios creó al ser humano a su imagen la leemos a la luz del Nuevo
Testamento que nos dice que ”Dios es amor” (1Jn 4, 9) podemos concluir que las personas en lo
más hondo de su ser, son amor. De lo contrario, no serían imágenes de Dios.

“Varón y mujer los creó”


Con esta frase nos enseña que la diferencia entre los sexos pertenece al orden divino y que es
buena. Pues responde a lo que el creador pretendía al formarlos tal como son, sexuados, capaces
de amar, vivir y dar vida. La afirmación de que los ha hecho varón y mujer significa que Dios los
creó con igual dignidad, pero diferentes según el sexo. Cada uno es imagen de Dios y los dos
juntos, amándose como esposos, son la mejor imagen de Dios.

“La pareja que ama y genera la vida es la verdadera «escultura» viviente —no aquella de piedra u oro que el
Decálogo prohíbe—, capaz de manifestar al Dios creador y salvador. Por eso el amor fecundo llega a ser el
símbolo de las realidades íntimas de Dios (cf. Gn 1,28; 9,7; 17,2-5.16; 28,3; 35,11; 48,3-4). La relación fecunda de
la pareja se vuelve una imagen para descubrir y describir el misterio de Dios, fundamental en la visión cristiana de
la Trinidad que contempla en Dios al Padre, al Hijo y al Espíritu de amor. El Dios Trinidad es comunión de amor, y
la familia es su reflejo viviente” (Amoris Letitiae 11)

2.3. Bendición y procreación

Y los bendijo Dios y les dijo: Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla (Gn 1,
28a)
Saliendo al paso de una posible confusión con ideas paganas sobre la fecundidad humana, el P
asegura que el poder de procrear es el resultado de una especial bendición de Dios. Ellos también
crean (procrean) al rey de la creación (al ser humano) por amor. El versículo 28 subraya que la
fecundidad humana viene de Dios. Con ello previene a los israelitas contra la tentación de acudir a
25

las fuerzas de la naturaleza divinizadas (como Baal y Astarté) para pedir la fecundidad. Esta fue
una tentación constante a lo largo de la historia de Israel.

“Dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los animales que se mueven sobre la
tierra” (28, b)
Los hace partícipes de su soberanía: los bendice y les otorga poder sobre las demás criaturas.
Son soberanos de todas las criaturas, pero por concesión de Dios y en conformidad con su ley.

Y dijo Dios: Miren, les entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la tierra; y todos los
árboles frutales que engendran semilla les servirán de alimento y a todos los animales de la tierra,
a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra —a todo ser que respira—, la hierba
verde les servirá de alimento. Y así fue (Gn 1, 29-30)
La armonía de todo lo creado se manifiesta en un mundo donde no se derrama sangre: hombres y
animales son herbívoros. En la referencia al alimento del ser humano y de los animales se esboza
la paz que existía al comienzo por voluntad de Dios. Esta armonía, que también caracterizará los
tiempos escatológicos o del final de la historia (Is 11, 6-8) se rompe más tarde como consecuencia
del pecado.

”Y vio Dios todo lo que había hecho: y era muy bueno” (1, 31)
Se cierra el proceso de la creación con la afirmación “y vio Dios que todo era muy bueno”. Con ello
el P proclama a Dios como el artista por excelencia.

La perfección de toda la creación se expresa con un superlativo “muy bueno”. Igual que Dios,
también el ser huma no tiene que estar contento de la creación, amarla y protegerla.

Día 7º. El sábado (Gn 2, 1-4a)

“Y quedaron concluidos el cielo, la tierra y todo el universo. Para el día séptimo había concluido
Dios toda su tarea; y descansó el día séptimo de toda su tarea. Y bendijo Dios el día séptimo y lo
consagró, porque ese día Dios descansó de toda su tarea de crear. Ésta es la historia de la
creación del cielo y de la tierra.

El sábado era una institución anterior al destierro y, por tanto, es también anterior a este himno al
Dios creador. En el día sábado se conmemoraba la liberación de la esclavitud sufrida en Egipto.
Era un día de liberación del trabajo, un día destinado a dar culto a Dios, a oír su palabra en la
sinagoga y al encuentro fraterno de la comunidad judía. Esto mantuvo al pueblo unido y fuerte en
las horas difíciles. Durante el destierro era necesario reforzar aún más la observancia del sábado.
26

El P, que es de la época del destierro, para destacar la importancia de esta institución, dice que
también Dios descansó en el día séptimo (sábado)

De esta manera el P combatía también el activismo materialista, ya que buena parte del pueblo,
contagiado por la fiebre de la producción, se negaba a interrumpir sus labores el sábado para
descansar, dar culto a Dios, entronizarlo en lo más hondo del alma y ponerlo por encima de todas
las cosas.

CONFLICTO ENTRE LA CIENCIA Y LA BIBLIA

Hablar de conflicto entre la ciencia y la Biblia con respecto a los orígenes del mundo es algo así
como hablar de conflicto entre la poesía y la astronomía. Y, sin embargo, por extraño que parezca,
se han dado grandes conflictos entre ciencia y Biblia.

Si, con la Biblia en la mano quisiéramos ponerle edad a la creación, sería inmensamente corta en
comparación con la edad ue le atribuye la ciencia.

La teoría más compartida actualmente sobre el origen del cosmos es la que defiende que el
universo en su momento inicial estaba reducido a una partícula mínima con una temperatura y una
energía tan elevadas que ni se pueden imaginar. En esas condiciones se produjo la gran
explosión (big-bang) a partir de la cual se ha formado el universo a lo largo de unos 18 mil
millones de años. A esa pequeña estrella que llamamos sol y que está perdida entre los 84
millones de estrellas que tiene nuestra galaxia; una galaxia, a su vez, perdida entre los 500
millones de galaxias que se han podido descubrir o adivinar, a esa pequeña estrella, nuestro sol,
la ciencia le atribuye una edad, a partir de su formación, de unos 5 mil millones de años. En los
500 millones años siguientes se fueron desprendiendo pequeños pedazos, los planteas, entre
ellos la tierra. Todos siguen girando fielmente en torno al sol, la tierra gira a la velocidad
de108.000 Km por hora y tarda un año en dar una vuelta al padre sol, otros planetas más lejanos
del sol tardan 248 años en darle la vuelta.

Y después, poco a poco, fue apareciendo la vida en la tierra hasta que por evolución de los
australopitecos (monos) y por ocurrírsele caminar sólo sobre las dos patas traseras, hace unos
700 mil años surgieron los homínidos, quienes, pasados unos 400 mil años, por desarrollo de su
inteligencia surgió el “homo sapiens” (el ser terreno que razona, que sabe)
27

Los conflictos entre la Biblia y la ciencia surgieron cuando desde el siglo XVI científicos creyentes,
como el astrólogo polaco Nicolás Coopérnico, y un siglo más tarde el italiano Galileo Galilei,
defendiendo su teoría de que era la tierra la que giraba en torno al sol, se toparon con tercos
inquisidores que tomaban la Biblia como libro de ciencia y en ella se decía que el sol giraba en
torno a la tierra, como si fuera un cuerpo menor y dependiera de ella.

Como ya dijimos, la Biblia no es un libro de ciencia ni de historia, es un libro de religión que


defiende que Dios está en el origen de todo. Para explicarlo, sus autores utilizaron los
conocimientos científicos de entonces. En este sentido, Juan Pablo II dijo que la intervención de
Dios hay que situarla en el momento del big-bang. Frente a eso, hoy día, algunos científicos dirán
que para explicar el origen del mundo no es necesaria la hipótesis Dios y otros científicos dirán
que sí. Legítima y respetable división de opiniones. En cambio, la fe, que es de otro orden afirma
siempre el origen divino de la creación sin meterse a explicar científicamente como lo hizo Dios,
porque eso no le corresponde hacerlo, y, cuando creyó que le correspondía, se equivocó. Y, si
acepta la actual teoría científica sobre el origen del mundo, puede ser que también se equivoque.
28

EL DRAMA DE LOS PRIMEROS PASOS DE LA HUMANIDAD


(Gn 2, 4b-3, 24)

INTRODUCCIÓN

A pesar del título:”El drama de los primeros pasos de la humanidad”, el autor de estos capítulos
no pretende describir los orígenes de la humanidad, sino encontrar una explicación de porqué la
humanidad que hoy tiene ante de sus ojos es así, corrompida y violenta. ¿Por qué hay tantos
males en el mundo y, sobre todo, porque los seres humanos son malos? ¿Es que Dios los hizo así
ya desde sus orígenes? El autor mismo, que cree en un Dios único y bueno, se responde que Dios
hizo bueno al ser humano y lo quería feliz. Para explicar esta idea se sirve de mitos de otros
pueblos que se hacían preguntas similares.

Lo repito, lo que el yahvista quiere explicar no es cómo fueron los orígenes de la humanidad, sino
por qué la humanidad actual es así como es. Y para aclararlo se remonta a los orígenes para
buscar allí una respuesta.

Los capítulos 2 y 3 de Gn que ahora vamos a analizar forman una unidad. Si el primer relato de la
creación es un poema optimista, el segundo, recogido en estos dos capítulos, es un drama en tres
actos que termina trágicamente.

Acto 1º. Creación del ser humano. Vida feliz en el paraíso (Gn 2, 4b-25)
29

Acto 2º. Caída del varón y la mujer seducidos por la serpiente (Gn 3, 1-7)
Acto 3º. Juicio y sentencia para cada uno de los tres protagonistas y pérdida del paraíso (Gn 3, 8-
21)
Epilogo: Dios, en gesto de cariño, viste a los primeros seres humanos, los saca del paraíso y pone
guardianes para defender el árbol de la vida (Gn 3, 22-24)

Durante mucho tiempo se creyó que este drama, obra del yahvista, fue escrito en tiempos de
Salomón (s. X a. C.) Hoy se piensa que en su forma actual puede ser posterior al regreso del
destierro (siglos VI y V a.C.) aunque utiliza fuentes y materiales más antiguos y algunos de ellos
se pueden remontar al siglo X.

1. Características de este relato. Contrastes con relato sacerdotal de la creación

Este segundo relato de la creación tiene algunas características que lo hacen diferente del
primero, entre ellas su estilo literario es más vivo y concreto. Ambos ofrecen visiones de Dios, del
mundo y del ser humano, que, siendo diferentes, no son opuestas, sino complementarias.

a) En primer lugar, este segundo relato no habla de la creación del cosmos; sólo de la atierra
y de la formación del ser humano. En realidad, Gn 2-3 más que un relato de creación es la
“historia” de los primeros pasos de la humanidad. En este caso la palaba “historia” hay que
escribirla entre comillas, ya que no se trata propiamente de una historia como la que hoy se
escribe, sino de mitos sobre el origen de la humanidad.

b) La imagen que ofrece de Dios es muy distinta de la que ofrece el primer relato. En éste
Dios no da órdenes para que aparezcan las cosas, como lo hace en primero, sino que lo
presenta más parecido a los seres humanos. Él mismo, con sus manos, va modelando con
arcilla a cada ser viviente incluida su obra maestra, que es el ser humano.

c) En este relato Dios no crea simultáneamente, de una vez y perfectamente formados, al


varón y a la mujer como dice el primer relato, sino crea primero al ser humano en general
inicialmente igual a los animales, poco a poco se va humanizando, y de su costilla «forma»
la mujer; el adam la reconoce como la única con capacidad de ser su compañera entre el
resto de criaturas.

d) La perspectiva del jahvista es terrena y humana, mientras la del P es cósmica, litúrigica y


divina. Por eso, mientras al autor de Gn 1 se le llama sacerdotal, a éste se le llama no
30

sacerdotal y también laico, porque es menos litúrgico y más del mundo. El marco de esta
“historia” ya no es el cosmos inmenso, sino la tierra, llamada adamah, de la cual es sacado
el ser humano y a la que debe volver. Durante su vida debe cuidarla y cultivarla.

e) En el primer relato, Dios crea primero a los vivientes y después al ser humano para que los
domine. En este segundo relato crea primero al ser humano y después a todos los demás
vivientes y se los entrega.

f) En este segundo relato se respira un aire de la vida. El Señor Dios, que los ha creado, es
también un ser familiar parecido a ellos. Jahvé modela al adam con barro, como lo hacen
los alfareros, le sopla en sus las narices y lo convierte en un ser viviente; lo coloca en un
jardín, hace a la mujer a partir de su costilla, se pasea con ellos por el jardín a la brisa de la
tarde. Estamos lejos de la majestad solemne del Dios de Gn 1; lejos también de la visión
serena y optimista del primer de la creación.

g) El hecho de que en este texto a Dios se le designa con dos nombres unidos, Yahvhé-
Elohim (El Señor Dios) puede significar que se han juntado o tejido en él dos tradiciones o
fuentes distintas. La primera conoce a Dios con el nombre de Yahvé y la segunda con el
nombre común y plural elohim, que significa los dioses. Este texto que asocia el nombre
propio de Dios (Yahvé) al nombre común de los dioses (elohim) expresa la convicción de
que hay un solo Dios, el de Israel, Yahvé, que está por encima de los dioses falsos de otros
pueblos.

h) La tradición P (el sacerdotal) de la que procede el primer relato fue elaborada por un equipo
de sacerdotes de la época del destierro. Ellos ven al ser humano como el sacerdote de la
creación. Por eso lo hacen entrar en escena cuando ya toda la creación está terminada. En
cambio, la tradición yavista (J) de la que procede este segundo relato, ve al ser humano
como más terreno. Todo se centra más en la tierra y en la acción del hombre sobre ella.
Presenta al hombre como llamado a transformar las realidades terrenas. Dios no le entrega
terminada su morada, sino que le planta un huerto o jardín y se lo entrega para que lo
cultive y lo mejore. Inicialmente el ser humano no tiene nombre propio, sino común, ya que
le llama el adam, es decir el sacado de la tierra, el terreno.

2. Uso de los mitos de otras culturas para transmitir su mensaje


31

Es clara la influencia de los mitos mesopotámicos en este relato. Mesopotamia, que en griego
significa “Entre ríos”, es una vasta región bañada por los ríos Tigris y Éufrates, en la que en la
edad antigua han tenido asiento varias naciones, como Asiria, al norte, y Babilonia al sur.
Babilonia (también conocida como Caldea), a su vez, se dividía en Acadia (parte alta)
y Sumeria (parte baja) Es bueno recordar que, según la Biblia, Abrahán, padre del pueblo hebreo
procede de esa zona, de la ciudad de Ur de los caldeos desde donde emigró hacia palestina en el
siglo XVIII a.C. (Gn 11, 31) Mesopotamia es la zona que hoy ocupan Irán e Irak.

El relato tiene semejanzas muy cercanas con el poema sumerio de Gilgamés, de principios del
segundo milenio a. C. en el que se cuenta que una diosa forma al primer hombre (Enkidu) con
barro y lo traslada a un huerto; vive entre animales y adquiere un conocimiento casi divino gracias
a una mujer, entonces cae en la cuenta de su desnudez. La muerte de Enkidu incita a su amigo
Gilgamés a buscar un remedio a la muerte. Buscando este remedio encuentra la planta de la
eterna juventud en el fondo del mar; la arranca, pero una serpiente se la arrebata mientras el
héroe duerme. Conclusión: la inmortalidad es prerrogativa de los dioses y la muerte es el destino
de todo hombre. Paralelamente a esta planta, el Génesis habla del árbol de la vida. La influencia
de este poema de Gilgamés es más clara aún en el relato del diluvio.

Los israelitas tomaron mitos de los pueblos antiguos con los que habían estado en contacto, este
material lo adaptaron a su pensamiento y su fe, lo utilizaron para explicarse el origen del hombre y
de la mujer, la atracción mutua entre ellos y también para descubrir las causas y raíces del mal
que hay en el mundo. Efectivamente, desde sus mismos orígenes, Israel ha sido víctima, ha
sufrido y experimentado la violencia. Varias veces se ha visto sometido por otros pueblos más
fuertes que él; pero él también sometió y ejerció violencia contra otros más débiles y denro del
propio pueblo. La crítica situación del s. VI a.C. en la época del destierro babilónico obliga de
nuevo a repensar el sentido de esta cadena de violencias y, valiéndose de este relato ya conocido
por los israelitas, los sabios van a comenzar a probar su tesis de que el origen y la fuente del mal
no está en Dios, sino en el corazón humano.
32

ACTO PRIMERO: LOS ORÍGENES DE LA HUMANIDAD. EL PARAÍSO (Gn 2, 4b-25)

Estas son las escenas principales del acto primero de este drama: comienza con la creación del
ser humano, crea un jardín y lo coloca en él para que lo cultive y lo disfrute, describe después su
soledad y, para liberarlo de esa soledad, Dios crea otros seres vivientes como él, los animales,
con los que no logra su objetivo y el ser humano sigue estando triste y solitario. Forma entonces a
la mujer y el varón prorrumpe en un grito de júbilo cuando Dios se la presenta. Surge el amor
recíproco y desaparece la soledad.

Vamos a contemplar ahora, paso a paso, este primer acto de los orígenes de la humanidad. Nos
fijaremos en primer lugar en el escenario: la tierra desierta.

1. El escenario: la estepa desierta en la que Dios puso al ser humano

“Cuando el Señor Dios hizo la tierra y el cielo, no había aún matorrales en la tierra, ni brotaba
hierba en el campo, porque el Señor Dios no había enviado lluvia a la tierra, ni había hombre que
cultivase el campo y sacase un manantial de la tierra para regar la superficie del campo (Gn 2, 4b-
6).
Vemos que este relato comienza con la tierra ya creada por Dios, pero desértica y estéril porque
carece del elemento que da vida: el agua. En el relato sacerdotal, el caos de las aguas
primordiales fue sustituido por un cosmos organizado; en este relato del Javista, el caos de la
tierra desierta y estéril es sustituido por un jardín fecundo. Yahvé-Elohim (el Señor-Dios) comienza
a prepararle la casa al ser humano, pero no se la va a dar terminada como en el primer relato.

2. Escena primera: creación del ser humano

Entonces el Señor Dios modeló al hombre con arcilla del suelo, sopló en su nariz aliento de vida, y
el hombre se convirtió en un ser vivo” (2, 7)
Aunque la traducción castellana de este versículo utilice la palabra “hombre”, aquí no se refiere al
varón, sino al ser humano, al sacado del “humus” o tierra, en definitiva al terreno. El mensaje que
nos transmite este texto es que el centro de interés y el primer objeto de la actividad divina es el
ser humano, que tiene relación con la tierra; El adam viene de la tierra y volverá a ella.

El mito del dios alfarero es mucho más antiguo que éste relato bíblico. Para los egipcios, el dios
Knum era el encargado de modelar con barro los seres humanos. Igualmente, comoya dijimos,
según el poema sumerio de Gilgamés, Enkidu, el primer ser humano, fue formado con arcilla.
33

Como un alfarero, Dios modela al primer ser humano a partir de la adamah, es decir, la tierra y por
eso se le llama adam, que, como ya dijimos, no es un nombre propio, sino que significa hecho de
tierra o terreno. Este es un nombre común que designa no a un individuo, sino al ser humano, a la
humanidad. Erróneamente algunos lo toman ya de entrada como nombre propio y lo traducen por
Adán. En este momento adam es la humanidad, más adelante, cuando se forme a la mujer, adam
tendrá como dos versiones: el ish (varón) e Ishsash (mujer); será la humanidad masculina y la
femenina, pero sin ser todavía nombres propios individuales.

Constituido en ser vivo mediante el aliento de Yhavé, el adam es del mismo origen que los
animales, también ellos como seres vivos, fueron modelados de la misma tierra. Y en este
momento, el adam todavía no es más que un ser natural. “En Génesis 2, 7 el adam es un animal
más, como Enkidu de la epopeya de Gilgamés antes de que se encuentre con la prostituta, mito
en el que se inspira”3 el Génesis.

Dios hace que el adam dé nuevos pasos y se vaya haciendo un ser humano, dándole un
mandamiento que tendrá que respetar (No comer del árbol prohibido, Gn 2, 16) y después
encargándole que “nombre” a los animales, estableciendo así su superioridad sobre ellos. El
encuentro con la mujer (Gn 2, 21 ss) será un paso fundamental en su crecimiento como ser
verdaderamente humano y social que ama y dialoga con su semejante.

El modo como Dios creó al ser humano, según el yavista, expresa la condición humana. El hecho
de formarlo de greda y teniendo en cuenta que las obras de arte más hermosas eran entonces las
de orfebrería y el presentar a Dios formándolo como forma un alfarero las vasijas, significa que él
es la obra de arte suprema de Dios; significa también que depende radicalmente de Él; su vida
está en las manos de Dios como está el barrio en manos del alfarero. Este símbolo mitológico nos
dice también que el ser humano, por maravilloso que sea, es frágil y se quiebra si se aparta de las
manos de Dios.

3. Cambio de escenario. Dios prepara el huerto o jardín del Edén para el ser humano (Gn 2,
8-9)

“El Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia el oriente, y colocó en él al hombre que había
modelado. El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos de ver y buenos de
3
Jean L’Hour, Génesis 1-11, p. 28
34

comer; además, hizo brotar el árbol de la vida en mitad del jardín y el árbol del conocimiento del
bien y del mal” (8-9)
A la creación del hombre sigue la provisión de medios para que viva. Dios mismo plantó para él un
huerto o jardín. Este huerto significa que Dios proporciona a su criatura un espacio donde puede
ser feliz. El jardín, símbolo de las bendiciones de Dios, está situado en Edén, palabra tomada de la
lengua acádica y que significa estepa. Por los ríos que menciona se podría localizar en la
Mesopotamia, pero buscar su localización geográfica sería absurdo porque se trata un mito y no
hay que perder tiempo en localizar un escenario que es de fantasía. Lo importante es saber lo que
significa. El jardín del Edén descrito en Gn 2, 8-15 es un lugar maravilloso y fecundo, donde todo
es hermoso y pacífico. Esta descripción significa que Dios quiere que el ser humano sea feliz.

“En Edén nacía un río que regaba el jardín y después se dividía en cuatro brazos: el primero se
llama Pisón y rodea todo el territorio de Javilá, donde hay oro; el oro de esa región es de calidad, y
también hay allí ámbar y ónice. El segundo río se llama Guijón, y rodea toda la Nubia. El tercero
se llama Tigris, y corre al este de Asiria. El cuarto es el Éufrates” (10-14)
Este párrafo es una interpolación, es decir, un texto insertado aquí tardíamente. No tiene una
conexión esencial con el hilo del relato, sobre todo esas referencias a metales preciosos. En su
lectura se puede pasar tranquilamente del versículo 9 al 15, que sigue hablando de los dos
árboles del paraíso mencionados en el v.9. De todos modos el agua era para el pueblo israelita,
habituado a desiertos, un signo de vida. Esta abundancia de agua significa que Dios quiere para el
ser humano la mayor felicitad.

5. Disfrute del jardín y sus limitaciones (15-17)

“El Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín del Edén, para que lo guardara y lo
cultivara. El Señor Dios mandó al hombre: Puedes comer de todos los árboles del jardín; pero del
árbol del conocimiento del bien y del mal no comas; porque el día en que comas de él, quedarás
sujeto a la muerte” (15-17)
Una vez descrito el jardín, el autor indica la tarea que ha de realizar el adam: cultivar, cuidar y
guardar el huerto. El mensaje es claro: la vida humana incluye el trabajo. La figura del hortelano
retrata un trabajo en armonía con la naturaleza, sin sobresaltos, dada la facilidad del riego y la
posibilidad de programar uno mismo sus tareas. El trabajo que ha de hacer en este jardín no es
penoso, sino que forma parte de su felicidad. Esta concepción del trabajo es muy distinta de la que
presentan los mitos de los pueblos vecinos según los cuales, el ser humano es creado para
relevar a los dioses de las tareas pesadas: cultivar campos propiedad de los dioses, construirles
35

templos y ofrecerles sacrificios. En los mitos paganos los seres humanos trabajan como esclavos,
en el paraíso lo hacen como señores.

En este jardín hay dos árboles misteriosos. De uno de ellos el adam puede comer, pero si come
del otro, morirá. Evidentemente el texto no se puede tomar al pie de la letra como si se tratara de
dos árboles materiales y concretos con frutos también concretos, como la manzana. Si se tomara
así nos ofrecería una imagen de un Dios duro, cruel y arbitrario que impone un castigo
desmesurado al pobre ser humano todavía inmaduro, que está dando sus primeros pasos en la
historia. No tiene ningún sentido preguntarse de qué tipo de árboles frutales se trata, porque son
simbólicos y mitológicos. Simbolizan algo mucho más importante que cualquier árbol concreto;
veámoslo.

a) El árbol de la vida
Hay diversas interpretaciones del significado de este árbol.

 Podemos decir que el árbol de la vida es Dios mismo y comer de este árbol es hacer su
voluntad su voluntad. Esta opinión está refrendada por textos bíblicos como Dt 30, 15-20
según el cual Dios, que ha hecho al ser humano libre, pone ante él estas dos alternativas:
una de vida y otra de muerte. La alternativa de vida es el amor a Dios y el cumplimiento de
su voluntad. El que opta por esta alternativa, tiene vida. La alternativa de muerte es el dar
la espalda a Dios y a su ley e irse detrás del propio orgullo y de los ídolos. De algún modo,
esta idea de que Dios y su voluntad es el árbol de la vida la confirmará cuando en la
escena de la mujer samaritana diga a sus discípulos “mi alimento es hacer la voluntad del
que me envió” (Jn 4,34) Ese fruto, la voluntad de Dios, es el que alimenta el modo de vida
que llevó Jesús.

 Desde otro enfoque bien distinto, el árbol de la vida puede tener relación con el deseo del
ser humano de vivir para siempre. Bajo diversas formas, este mito es conocido en muchas
culturas. Gilgamés con ese mismo deseo de vivir para siempre encuentra “la planta de la
vida”, que le es robada por una serpiente. En ese caso, el árbol de la vida significa el deseo
de inmortalidad, de vivir para siempre en este mundo y la enseñanza es clara: nada ni
nadie puede librar al ser humano de la vejez y de la muerte. El Creador nos ha hecho
mortales. La vida para siempre está más allá de la muerte física y consiste en estar con
Dios.
36

b) El árbol del conocimiento o la ciencia del bien y del mal


Como acabo de decir, Dios hizo libre al ser humano y su libertad estaba desafiada por dos
opciones: la vida o la muerte. Dios, por bien del hombre, le ha prohibido comer del árbol de la
ciencia del bien y del mal, pero respeta su libertad. Si, usándola bien opta por mantenerse fiel a
Dios y a su Ley, comiendo del árbol de la vida, reconociéndolo como único Dios y viviendo su
condición de criatura, vivirá feliz. Pero si rompe con Dios y con su Ley para hacer de sí mismo un
dios y no aceptar ninguna norma del Dios verdadero, negando de ese modo su condición de
criatura, se destruirá a sí mismo, acabará con su verdadera identidad, lo que equivale a la muerte.

La vida feliz del adam (v. 16) depende de que permanezca fiel y obediente a Dios. Al prohibir
comer de ese árbol, Dios no coarta la libertad del ser humano, sino que le indica el peligro que
corre si reniega de su dependencia, y de su condición de criatura; si, utilizando mal su libertad,
dice no a Dios, dice no a la vida, porque la vida viene de Dios, y se autocondena a la frustración
total.

Comer de este árbol significa también ir detrás de otros dioses, no sólo los dioses celestiales, sino
también los terrenos, llevando una vida según los propios caprichos y pasiones, al margen de Dios
y sus mandatos. Independizarse de Dios para ser soberano y determinar uno mismo lo que está
bien y lo que está mal. Ese es el camino de la muerte, de la destrucción del ser humano. Por eso
dice la Biblia que el que come de este árbol morirá. A manera de síntesis, podemos decir que, si el
árbol de la vida representa a Dios, este otro representa al ser humano que se cree un dios.

5. Escena 3ª. La soledad del adam. Necesita alguien semejante a él (2, 18-20)

Estos tres versículos (18-20) tratan de explicar teológicamente, es decir, desde el proyecto de
Dios, la misteriosa atracción sexual que existe entre el varón y la mujer.

El Señor Dios se dijo: No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle una ayuda adecuada
(Gn 2, 18)
El adam se siente solo porque no hay nadie en el paraíso semejante a él con el que se pueda
relacionar. El mismo Dios que en el relato sacerdotal de la creación después de crear al varón y a
la mujer vio que todo era muy bueno, ahora ve que, sin la mujer, no es bueno lo que ha hecho,
porque el adam se siente solo. Dios mismo se propone subsanar este fallo de su obra maestra. Lo
intenta en primer lugar con la creación de los animales y fracasa.

5.1. La creación de los animales no llena la soledad del adam (2, 19-20)
37

Entonces el Señor Dios modeló de arcilla todas las fieras salvajes y todos los pájaros del cielo, y
se los presentó al hombre, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que
el hombre le pusiera. Así, el hombre puso nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros
del cielo y a las fieras salvajes. Pero entre ellos no encontró la ayuda adecuada (2, 19-20)
El ser humano no puede vivir solo. En este estadio de la creación, aún no es un ser acabado.
Necesita otro ser que sea a la vez como él, pero distinto, al que amar y con el que dialogar.

El hombre es un ser social, incapaz de realizar su destino sin ayuda. Dios le busca una ayuda, en
primer lugar, moldeando a los animales a partir de la misma adamah de la que se ha servido para
moldearle a él y se los presenta para que les dé nombre. Dar nombre implica dominio sobre ellos.
Pero esa no fue ayuda suficiente para eliminar su soledad. Curiosamente hoy día sí lo es para
muchas personas. En algunos casos, hasta es verdad aquella de que “cuánto más conocí a los
hombres, más amé a mi perro”. Lo que no deja de ser una fuerte denuncia del fracaso de muchas
relaciones humanas.

Reflexión teológica

Según el segundo relato de la creación, el ser humano proviene de la misma «adamah» –polvo de tierra–, de la
misma materia de la que también fueron hechos los animales (19). Si tantas veces ser humano y animales se
asemejan en sus comportamientos, es porque desde su origen mismo hay algo que los identifica: la «adamah». De
esta forma queda claro para los israelitas, que han soportado la violencia, la opresión y la brutalidad, que los
instintos y comportamientos salvajes del ser humano se deben al hecho de tener una misma materia original, tanto
en el ser humano como en el animal: la tierra, el polvo.

¿Significa esto que el ser humano es igual en todo al animal? La Biblia responde negativamente y lo explica. Al ser
humano, Dios le da algo que no poseen los animales: la imagen y semejanza con Él (1,26), imagen que empieza a
perfilarse desde el momento en que Dios sopla su propio aliento en las narices del ser humano acabado de formar
(2, 7). Así pues, el ser humano no es humano sólo por el hecho de tener un cuerpo; lo específico del ser humano
acaece en él cuando el Espíritu de Dios habita en él y lo hace apto para ser alguien humanizado. Dicho de otro
modo: lo humano acontece en el hombre cuando su materialidad –«adamacidad»– demuestra estar ocupada por el
Espíritu de Dios.

5.2. Formación de la mujer (2, 21-25)

El varón necesita un tú, igual y diferente a la vez, que haga posible la maravilla de la reciprocidad,
del diálogo y del amor. Sin amor el paraíso es solo una cárcel, si se quiere con rejas de oro, pero
cárcel, al fin. Sin amor, el adam y la creación entera están inacabados. Según este relato, la obra
cumbre de la creación es la mujer, porque con ella Dios creó el amor. Según el primer relato (Gn
38

1) Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza, pero creo a la vez varón y mujer. El varón
solo no sería imagen del Dios amor. La mejor imagen de Dios son el varón y la mujer que se
aman, son imagen del Dios Trinidad de personas que se aman. Sólo cuando Dios forma a la
mujer la creación llega a su plenitud.

Entonces el Señor Dios hizo caer sobre el hombre un profundo sueño, y el hombre se durmió.
Luego le sacó una costilla y llenó con carne el lugar vacío. De la costilla que le había sacado al
hombre, el Señor Dios formó una mujer (Gn 2, 21-22)
El origen de la mujer es el varón, no la tierra. Encontramos aquí dos enseñanzas se yuxtaponen:
el esmero del Señor en la formación de la mujer y la pertenencia mutua entre ambos sexos. Dios
sumerge al adam en un profundo sueño. Este sueño no es ordinario; es el que Dios suscita
cuando quiere llevar a cabo algo grande. Toma una costilla del adam y “construye” una mujer que
lleva ante el adam. La materia con la que Dios la hace es más noble que la materia – la tierra - con
la que hizo al adam. Nace más humanizada que adam.

Al decir que Yahvé sacó a la mujer de uno costilla del varón, el yahvista puede tener como telón
de fondo una explicación etiológica del hecho que las costillas inferiores de la especie humana no
se articulan con el esternón, están al aire, dando así la impresión de les falta un trozo del que Dios
habría formado a la mujer. Pero no se trata de anatomía, sino de lenguaje simbólico que encierra
ideas muy importantes acerca de la mujer. La mujer complementa al varón, ser social por
naturaleza, pero no es un mero aditamento para su servicio; ella posee una naturaleza igual al del
varón, no un ser de segundo orden.

Adam ha encontrado en la mujer, espejo de sí mismo, “carne de su carne”, la compañera


adecuada. Son dos y, sin embargo, no son más que uno, en el origen y en el destino.
Todas las expresiones indican la unidad de naturaleza del hombre y la mujer: “hueso de mis
huesos”. Cuando Dios le presenta los animales al adam se quedó triste, no grito: esto sí que es
tierra de mi tierra. A los animales les falta algo que yo tengo: el espíritu.

“Y se la presentó al hombre. El hombre exclamó: ¡Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de
mi carne! Su nombre será Mujer, porque la han sacado del Hombre (22b-23)
Formada la mujer, el Señor la acompaña como si fuera una novia a la presencia del novio. La
aparición de la mujer a su lado ahuyenta la ansiedad y soledad del hombre, que lanza un grito de
alegría: ésta sí que es carne de mi carne y hueso de mis huesos.
39

En el encuentro con la mujer, el adam se descubre a sí mismo como varón, como hombre adulto.
El varón da nombre a la mujer espontáneamente, sin que Dios se lo diga, como en el caso de los
animales: ella será ishshah, que la define como la que viene del varón. El hecho de que el varón
dé este nombre a la mujer es esencial al relato porque indica la relación mutua (ver 1 Cor 11, 8-9)
Este nombre le reconoce su singularidad entre las criaturas como el “otro yo” del varón, idéntica a
él, iguales en todo, en el ser y el poder. Los animales no eran otro yo del varón, iguales a él. En la
mujer culmina el orden cósmico según el pensamiento yavhista.

“Por eso el hombre abandona padre y madre, se junta a su mujer y se hacen una sola carne”
(v.24)
Al grito de alegría del varón responde una voz en off, que no es del varón ni de Dios, que saca
consecuencias: “Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, se une a su mujer y serán una
sola carne” Ya sabemos que en la antropología hebrea la palabra carne significa la persona
entera. Por tanto, lo que Dios quiere es que sean una sola persona, un solo yo. Dos expresiones
para responder a la incógnita de la atracción sexual:
- por el amor de la mujer el varón rompe los lazos que sostenían su existencia (sus padres)
- Con entera liberad opta por esa mujer.

La frase “serán una sola carne” subraya varias ideas: a) que los lazos que unen al varón y a la
mujer están por encima de los que unen a hijos padres. b) Se elogia la sexualidad como expresión
de amor. Varón y mujer fueron una sola carne y están llamados a seguir siendo una sola realidad
por el amor intersexual. Y, al hablar de sexual, no pensemos sólo en la relación genita, porque
entonces el ser varón o el ser mujer se reduciría a lo genital. La mujer es mujer en todo su ser y
sus manifestaciones e igualmente los es el varón.

Me parece útil hacer el siguiente contraste: mientras el primer relato hay una clara tendencia a
fundamentar la observancia del sábado, indicando que hasta Dios descansó el 7º día, en este
segundo relato se quiere fundamentar el matrimonio. Esta es una razón más para afirmar que el
segundo relato es más del mundo, más laical y el primro más sacerdotal y litúrgico.

Entre los relatos de los pueblos antiguos sobre el origen de la mujer, este es el que coloca a la
mujer a mayor altura y pone en el Creador el origen del amor sexual. Varón y mujer son con-
sortes, partícipes de la misma suerte, del mismo destino, ayuda compartida en la conversación y
en los silencios, en la alegría y en la pena. Este amor querido por Dios es la razón del matrimonio,
origen de la familia.
40

Nota sobre el sacramento del matrimonio


“Para la Biblia, el matrimonio pertenece al orden de la creación original. En el poema que abre el
Libro del Génesis se narra que, en el sexto día, “Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de
Dios los creó, varón y mujer los creó” (Gn 1, 27 Es de notar que la mención del hombre como
imagen de Dios se ilustre en primer lugar por la diferencia de sexos. Hemos de ver en ello una
indicación, muy velada sin duda, de que la alteridad sexual es una imagen de la alteridad
misteriosa que existe entre las personas divinas.

El segundo relato de la creación del ser humano insiste aún más sobre la diferencia entre el
hombre y la mujer; diferencia irreductible y necesaria para permitir un amor verdadero. Entre ellos
todo es parecido y todo es diferente. El que la Biblia diga que Dios formó a la mujer de la costilla
de Adán es para resaltar la solidaridad original entre ambos. Y Adán exclama: “Esta sí que es
hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada mujer porque ha sido tomada del
hombre” (Gn 2, 23) Sobre esa unión se funda la unión conyugal como ley general de la
humanidad. “Por eso el hombre abandona padre y madre, se junta a su mujer y se hacen una
sola carne” (v.24)
El amor conyugal está por encima del amor filial. El matrimonio es una vocación inscrita en la
condición humana desde los orígenes”4. Por eso decimos que, mientras los otros sacramentos
vienen de Jesucristo, este viene del Creador y de la creación y Jesucristo lo confirmó.

El autor de Gn 2concluye la primera parte de su relato con un principio general, una convicción
teológica que había orientado y condicionado el relato de la formación de la mujer: la unidad del
matrimonio y su naturaleza monogámica son queridas por Dios.

Leamos ahora el último versículo de este capítulo 2 que describe a la pareja humana diciendo:

“Los dos estaban desnudos, el hombre y su mujer, pero no sentían vergüenza (v.25)
El v. 25 evoca la vida idílica de la pareja en el jardín, se resume en el hecho de que la conciencia
de la sexualidad no supone ninguna vergüenza, significa el estado de inocencia, mutua confianza
y estima. La expresión denota una reacción social “uno frente al otro” en la reciprocidad, la
transparencia, la armonía. El malestar solo aparecerá después de la ruptura del hombre y la
mujer con Dios y consiguiente entre sí.

Terminados los relatos de la creación, me parece conveniente añadir tres reflexiones personales.
4
B. Sesboüé, Invitación a creer, p. 400
41

1ª. El origen del mal según Gn 2


Superada la lectura al pie de la letra con la que nos enseñaron a ver estos textos, es posible
extraer de ellos inmensas riquezas para nuestra fe y crecimiento personal. Basta con echar una
mirada a las actuales relaciones sociales, al orden internacional, para darnos cuenta de la
tremenda actualidad que cobra este relato. También nuestros fracasos, la violencia y la injusticia
que rigen en nuestro mundo tienen que ver con esta tendencia animal natural a atrapar y a
eliminar a quien se atraviese en nuestro camino. Este texto nos invita hoy a tomar conciencia de
nuestra natural «adamacidad» o procedencia de la tierra como los animales, pero también a
darnos cuenta de que dentro de cada uno se encuentra la presencia del Espíritu que sólo espera
la oportunidad que nosotros le demos para hacernos humanos, y así poder soñar con una
sociedad nueva, gracias a nuestro esfuerzo colectivo. Ésta es, pues, una primera respuesta que
da la Biblia al interrogante existencial sobre el mal, la violencia y la injusticia, pan de cada día del
pueblo de Israel y de nosotros hoy. En definitiva, el trabajo que realizaron los pensadores y sabios
de Israel es toda una autocrítica que apenas comienza. Pero el punto de partida queda ya
establecido en este segundo relato del Génesis: el origen del mal está en el mismo ser humano,
en el dejarse dominar por la «adamacidad» que lleva dentro. El relato siguiente, el pecado de
Adán y Eva, será la confirmación de esta tesis.

2ª. El cuidado de la creación


Dios encomendó al ser humano el disfrute y el cuidado de la creación. La reciente encíclica del
Papa Francisco “Laudato Si” desarrolla ampliamente este tema. En ella comienza describiendo los
malos tratos que le damos a la tierra destruyendo así la casa común de la familia humana e
42

inspirado en Francisco de Asís, nos pide tratarla como hermana que nos acoge, nos cuida y nos
alimenta.
Dice el Papa Francisco: “Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso
irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que
éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el
corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que
advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres
más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre
dolores de parto» (Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro
propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y
su agua nos vivifica y restaura” (nº 2)

Describe después el Papa los daños que se le causan por la contaminación, el agotamiento de los
recursos naturales y la pérdida de la biodiversidad Y termina diciendo:”Estas situaciones provocan
el gemido de la hermana tierra, que se une al gemido de los abandonados del mundo, con un
clamor que nos reclama otro rumbo. Nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común
como en los últimos dos siglos. Pero estamos llamados a ser los instrumentos del Padre Dios para
que nuestro planeta sea lo que él soñó al crearlo y responda a su proyecto de paz, belleza y
plenitud“(nº 53)

3ª. Gn 2 y la postergación de la mujer


No cabe duda de que la cultura del pueblo de Israel era enormemente machista y en ella la mujer
era un ser humano de segundo orden. Algunos quieren justificar en este relato de la creación de la
43

mujer ese machismo y esa postergación de la mujer con respecto al varón. Y para colmo viene en
su ayuda nada menos que san Pablo con textos como es: “Las mujeres deben respetar a los
maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer como Cristo es cabeza de la
Iglesia, que es su cuerpo. Así como la Iglesia se somete a Cristo, de la misma manera las mujeres
deben respetar en todo a los maridos” (Ef 5, 22-24; cfr 1 Cor 11)
¿Cómo entender y justificar esto? ¿Puede ser realmente palabra de Dios?

El criterio definitivo para interpretar la Biblia es siempre la persona de Jesús, lo que él fue, hizo y
dijo. Y él nunca marginó a la mujer. La puso siempre en el mismo plano que al varón. Defendió su
dignidad y sus derechos, a pesar de la presión que sobre él ejercía la cultura del pueblo judío al
que pertenecía.

San Pablo, tanto en su condición de judío, como de ciudadano romano, vivió en ambiente
extremadamente machista y, al contario que Jesús se dejó contaminar por él. En consecuencia, yo
creo que estas afirmaciones de Pablo sobre la mujer y otras más que se encuentran en las cartas
paulinas escritas por él o por su discipulos, no se pueden tomar como palabra de Dios, sino como
palabra humana, como elemento cultural que se introduce en la Biblia.

ACTO SEGUNDO: LA CAIDA (Gn 3, 1-7)

INTRODUCCION
44

En orden a descubrir al máximo la riqueza y el sentido profundo que encierra este pasaje,
conviene «desaprender» buena parte de lo que hemos aprendido en la catequesis y las
predicaciones tradicionales acerca de este tema. Para interpretar mejor este famoso relato del
pecado de los orígenes es necesario acudir a esas dos ciencias bíblicas que llamamos crítica
histórica y crítica literaria.

1. Aportes de la crítica histórica y literaria

1.1. Crítica histórica. Época en la que se formó el relato


La crítica histórica nos ayuda a conocer la realidad en que vivían las personas que compusieron
este relato, puesto que con él quieren responder a los grandes interrogantes que al ser humano se
le planteaban en ese contexto histórico. Hay que tener en cuenta la situación, la vida, los
problemas y las preocupaciones que tenía la gente de entonces. Todo ello no sólo está reflejado
en el relato, sino que es el punto de partida y el motivo por el que se formó y se escribió: encontrar
las causas y el sentido de la realidad que tenía delante.

Hasta hace algunos años, muchos pensaban que este texto se escribió en tiempos del rey
Salomón (s. X a.C.) y refleja la realidad de su corte y de su pueblo. Hoy algunos defienden que se
escribió, al menos en buena parte, mucho más tarde, a la vuelta del destierro (s V a.C.) aunque
recogiera narraciones orales y escritas mucho más antiguas, incluso del tiempo de Salomón.

Como es una reflexión y una explicación del origen del mal, es necesario tener en cuenta los
males principales que angustiaban a las gentes de esa época. Si nos remontamos a la época de
los primeros reyes de Israel, vemos que David había hecho asesinar hábilmente a Urías para
hacerse con su viuda, de la que engendró a Salomón. A su vez Salomón asesinó a un hermano
mayor que él para heredar el trono. Este clima de violencia se vivía no sólo en la corte real, sino
también en los demás estratos sociales. Esto llevaba a los pensadores judíos a preguntarse: ¿Por
qué el ser humano es tan violento?

También la dimensión religiosa estaba afectada por la corrupción, especialmente por la idolatría.
Las mujeres que se trajo Salomón del extranjero vinieron con sus dioses y el rey les construyó
templos. Para realizar esas construcciones oprimió terriblemente al pueblo con impuestos y con
trabajos forzados, hasta el punto de que diez de ls doce tribus de Israel rompieron con Salomón y
crearon oro reino al norte del país, que se quedaron con el nombre de Israel o del Norte y el del
Sur con el nombre de Reino de Judá. Algunos de los reyes sucesivos, tanto en el norte como en el
sur, no fueron menos violentos y corruptos, como lo denunciaron los profetas de la época. En el
45

siglo VIII a. C. Israel sufrió la invasión del imperio Asirio y los invasores se llevaron al destierro de
Nínive a las familias más destacadas del norte del país y un siglo más tarde ocurrió lo mismo con
la invasión del imperio babilónico, sólo que en este caso se llevó a los personajes y las familias
más importantes del reino del Sur o de Judá.

Sabemos que al menos la última redacción del texto se realizó después del destierro de Babilonia
(s.VI y V a. C.) En este momento el pueblo vivía bajo la tragedia de la destrucción del país
invadido por el imperio babilónico. El pueblo quedó disperso y disgregado, sin autoridades ni
dirigentes, porque habían sido llevados al destierro, y sin el templo, que tanto les había unido.

Para explicar los males que asolaban al pueblo en aquel momento histórico el autor proyecta su
mirada hacia atrás y la traslada la situación actual al comienzo de la historia de la humanidad para
ver si ya entonces las cosas estaban así y por qué causas. Lo que intenta el yavista no es informar
sobre lo que sucedió en los orígenes, sino explicar el porqué de la cruel realidad que tiene ante
sus ojos, y la increíble maldad que anida en el corazón del ser humano. ¿Cómo se introdujo el mal
en la obra de Dios que todo lo hizo bien y bueno? L.Hour dice que Gn 3 no es la historia de un
“pecado original”, sino la de un mal universal que ha existido siempre y cuyos orígenes quieren
encontrar los autores de este relato.

El yahvista quiere responder a preguntas tan fundamentales como estas: ¿Por qué el mundo es
tan miserable? ¿Cómo compaginarlo con la bondad del Creador? ¿Cuál es el origen de la vida y el
por qué del dolor y la muerte? ¿Por qué el ser humano es tan limitado? ¿Por qué la atracción
sexual? ¿Qué sentido tiene la sexualidad y el matrimonio? ¿Por qué el trabajo, que da sentido a la
vida, se ha convertido en una carga insoportable? ¿Por qué la maternidad está marcada por el
dolor y los peligros?
Todos esos males y oros muchos los podemos catalogar en tres ámbitos: en el ser humano como
tal, en la familia y en la convivencia social.

a) En el ser humano
- El ser humano tiene ansias infinitas de vivir y, sin embargo, la muerte se le presenta
prematura, puntual e implacablemente. Nadie escapa de ella. Y se pregunta: ¿por qué la
muerte? ¿Quién la ha introducido en la obra del Dios de la vida?
- Si Yahave ha sido tan bueno con nosotros que nos liberó de la esclavitud de Egipto, ¿por
qué el hombre ahora lo traiciona, le da la espalda, se esconde de él y busca otros dioses?
Yahvé hizo una alianza con Israel, formulada así: “Yo seré tu Dios, tú serás mi pueblo”
¿Por qué la gente busca la protección dioses falsos?
46

- Dios creó la tierra para el ser humano, pero si la descuida y la deja a su espontaneidad, si
no la trabaja fatigosamente, lo único que le ofrece son malas hierbas, ¿Por qué?
- El trabajo tendría que ser fuente de gozo porque en él el ser humano desarrolla su
capacidad creadora y continúa la obra de Dios, pero ¿por qué el trabajar la tierra se ha
vuelto doloroso y agotador?

b) La familia
- El amor entre el varón y la mujer es una de las mayores riquezas del ser humano y tendría
que ser fuente de felicidad como indican los dos primeros capítulos del Génesis. ¿Por qué
la atracción sexual, muchas veces, en lugar de llevar a la comunión y a la felicidad, lleva a
la esclavitud y a la explotación de la mujer por parte del varón?
- La maternidad es tan sublime que convierte a la pareja en la mejor imagen del Dios
creador. ¿Por qué el momento de dar a luz un nuevo ser humano va acompañado de
tantos dolores y tantos riesgos de muerte?
- Dios quiere que los hermanos se amen, pero la experiencia cotidiana muestra que entre
ellos surgen envidias, ambiciones y odios que llevan incluso al asesinato del hermano ¿Por
qué?

c) En la convivencia social

El ser humano debiera vivir en paz con todos sus semejantes. Sin embargo, el yavista tiene
delante una sociedad en la que existe la violencia y la venganza, el ojo por ojo y el diente por
diente. La sociedad ofrece un trágico espectáculo: en ella reina la división, el egoísmo, el
enfrentamiento y la violencia.

Como ya dije, todos estos males están como telón de fondo en el relato del yahvista. Él quiere
encontrarles una explicación. Tiene claro que estos males no se le pueden atribuir a Dios porque,
como cuentan los relatos de la creación en los capítulos anteriores, Dios todo lo hizo bueno. El
pueblo de Israel no dudaba de la bondad de Dios porque había experimentado que Yahvé es un
Dios bueno y justo, que escucha el grito de los oprimidos y por eso los liberó de la esclavitud de
Egipto y los llevó a la tierra prometida para que vivieran allí como un pueblo libre e igualitario. Dios
hizo con su pueblo gratuitamente una alianza y siempre lo ha mimado, incluso, en la opinión de los
creyentes, lo ha mimado sobre todos los pueblos. Es su pueblo escogido. Como Dios es así, está
claro que no se le pueden atribuir los males que hay en el mundo. Tampoco se los pueden atribuir
a otros dioses, al dios del mal, por ejemplo, como hacían otros pueblos, porque para los israelitas
no existe más Dios que Yahvé. Tampoco le pueden atribuir los males a Satanás, de quien en la
47

época del yavista aún no se tenía noticia de que existiera. Este personaje, siniestro y de
importación, se introdujo en la literatura bíblica siglos más tarde y, al principio, no era claramente
malo.

Para el yahvista el responsable de los males que hay en el mundo es el ser humano, porque se ha
salido del camino que Dios le había trazado para ser feliz, un camino que conducía a la armonía
con Dios, con la naturaleza y con los demás seres humanos. Dios lo creó libre y él, en el uso de su
libertad, abandonó a Dios y su ley para declararse autónomo y soberano; creó su propia ley, se
atribuyó a sí mismo la facultad de determinar lo que es bueno y lo que es malo. Esta es su tesis
que aquí la plantea y expresa en términos mitológicos.

Sin utilizar mitos, el Deuteronomio dice que Dios le muestra a los seres humanos el camino de la
vida, del bien y de la felicidad y, en frente, el camino del mal y de la muerte, y ellos eligen mal:
“Mira: hoy pongo delante de ti la vida y la felicidad, la muerte y la desdicha. Si obedeces los
mandatos del Señor, tu Dios, que yo te promulgo hoy, amando al Señor, tu Dios, siguiendo sus
caminos, guardando sus preceptos, mandatos y decretos, vivirás y crecerás; el Señor tu Dios, te
bendecirá en la tierra a donde vas a entrar para conquistarla. Pero si tu corazón se aparta y no
obedeces, si te dejas arrastrar y te postras dando culto a dioses extranjeros, yo te anuncio hoy
que morirás sin remedio, que después de pasar el Jordán y de entrar en la tierra para tomarla en
posesión, no vivirás muchos años en ella (Dt 30, 15-18)
La fe le permite ver al autor de Gn 3 que Dios no quiere esa situación. El yavista no es fatalista, no
piensa que esta situación no tiene remedio y tampoco es providencialista, no se dice: vamos a
esperar que Dios arregle esta situación por sí mismo. Dios espera el compromiso del ser humano
para transformar, con su ayuda, ese mundo de desastre en un paraíso o, como se decía en
nuestro Continente “la tierra sin males”.

2. Aporte de la crítica literaria

La crítica histórica nos ofrece el contexto histórico y la crítica literaria los elementos necesarios
para conocer e interpretar bien el texto.

2.1. Elaboración del texto


48

Aunque en el libro del Génesis la descripción del paraíso está colocada antes que la del pecado y
los males que éste desata, sin embargo, el yahvista se preguntó primero por los males (Gn 3) y
después dedujo, impulsado por su fe en Yahvé, que ese no era el mundo que Dios quería, sino
otro, el que describe en los capítulos 1 y 2 del Génesis, el paraíso. Digamos que primero se fijó en
la realidad que tenía delante a la que se refiere Gn 3 y después en la utopía. Pero a la hora de
armar el libro pone en primer lugar la utopía, el paraíso (Gn 2) como proyecto de Dios y tarea del
ser humano. El yahvista no pretende hacer la historia de los orígenes, de la que no hay testigos,
sino que proyecta sobre el telón de unos orígenes imaginados, la historia actual.

Seguramente el autor procedió más o menos así: siguiendo el hilo conductor de cada uno de los
males antes enumerados, elabora una descripción del paraíso, poniendo en positivo todo lo
negativo que ve en la realidad de su tiempo. De ese modo, con imágenes y mitos que todos
podían entender, presenta el ideal del ser humano (del varón y la mujer), de la sociedad y la
familia, que Dios quiere y para cuya realización espera la colaboración del ser humano. Dios no ha
desistido de hacer realidad el hermoso proyecto que tiene del mundo y de la humanidad. Para el
yavista el paraíso es posible; no pertenece al pasado, sino al futuro; su descripción del paraíso es
una maqueta del mundo futuro, del mundo a construir, que será un mundo de paz y de armonía
total y que sólo será posible cuando el ser humano centre su vida en Dios y no en sí mismo;
cuando acepte la ley de Dios y no se constituya a sí mismo en ley suprema de todo. El paraíso
tiene mucho que ver con la idea del Reino de Dios del que hablan los profetas y hablará sobre
todo el profeta de Nazaret. Este Reino es el proyecto de Dios sobre el mundo y sobre la
humanidad, el proyecto de hacer de todos una sola familia.

2.2. Entonces, el paraíso ¿qué es, mito o realidad?

Como acabo de decir, el paraíso de Gn 2 es la descripción de una utopía de futuro, que, como el
Reino de Dios, ya está presente entre nosotros, ya existe, porque hay muchas realidades y
personas buenas. Ya ha comenzado pero es también una tarea en la que nos queda muchísimo
por realizar para que cada hogar sea un paraíso, para que cada grupo, cada población, cada país
y el mundo entero sean un paraíso. Con frecuencia tienen más de infierno que de paraíso.

Para comprender mejor el relato del paraíso y del pecado de Adán y Eva podemos compararlo con
una parábola, aunque, desde el punto de vista los géneros literarios, no sea una parábola, sí tiene
un elemento fundamental de la parábola: es una comparación. Y lo podemos comparar con la
reina de las parábolas evangélicas, la del hijo pródigo.
49

En las parábolas entran en escena personajes que no existen en la realidad como individuos
concretos, con nombre y apellido, pero que encarnan modos de ser, actitudes, posturas,
reacciones, comportamientos que sí existen en la realidad, caracterizan a muchas personas de
carne y hueso. El escritor los representa encarnados en determinados personajes de creación
literaria. En cierto sentido, las parábolas, igual que los mitos, describen lo que nunca fue y siempre
ha existido. Es decir, el relato en sí mismo, como historia con personajes concretos individuales,
no sucedió así, pero lo que describe ese relato sucede todos los días.

Tanto los personajes de la parábola del hijo prodigo como los de los primeros capítulos del
Génesis son simbólicos. En la parábola el padre simboliza a Dios y a Jesucristo y su misericordia,
el hijo mayor representa a los fariseos carentes de misericordia y el menor a los pecadores. El
varón y la mujer en este relato no tienen nombre propio, representan a todos los seres humanos.
Aunque los llamemos Adán y Eva, esos son nombres genéricos. Ambos textos son una invitación
a volver a Dios y a sus mandatos, a volver al paraíso de la casa paterna. En el primer caso el hijo
menor vuelve, el mayor no sabemos si recapacitó, en el segundo la vuelta y la transformación de
la realidad, sigue siendo una tarea. Tenemos que volver, crear el paraíso, hacer realidad el Reino
de Dios. Hagamos un cuatro comparativo.

Adán y Eva Parábola del hijo pródigo

Dios puso a ambos en su casa, los introdujo El padre y los dos hijos viven juntos en la casa
en su familia (el paraíso) Paseaba y paterna. Son un hogar feliz, un paraíso.
conversaba con ellos.

Adán y Eva optan por hacer su vida al El hijo menor pide la parte de la herencia que aún
margen de Dios y de sus mandamientos. no le corresponde según ley. Quiere vivir
Quieren ser independientes, dioses. independiente del padre.

Se alejan de Dios, se esconden, se El hijo menor se va lejos malgasta la herencia y se


enfrentan entre sí, caen en la miseria. queda en la miseria

Dios los sigue queriendo, los busca y los El padre espera que su hijo recapacite y vuelva a
cuida (les hace túnicas). la casa paterna.

Al contrario que el hijo pródigo, la La experiencia de la miseria le hace recapacitar.


experiencia del mal no los hace recapacitar Reconoce su error y cree que la situación puede
porque no asumen su culpa, se la echan el cambiar si vuelve a casa.
uno al otro.
50

Es posible el reencuentro con Dios, la vuelta Vuelve a casa y el padre lo recibe profundamente
a casa, si reconocen su culpa y vuelven a conmovido, le devuelve la dignidad de hijo y
Dios y a su ley. Se puede hacer el paraíso. organiza un gran banquete, organiza el paraíso.

3. Pero ¿existieron realmente Adán y Eva?

Algunas personas se han escandalizado de que, al parecer, el Papa Francisco dijera que no
existieron Adán y Eva. Y tiene razón, pero esa afirmación quedaría más clara si decimos que Adán
y Eva nunca fueron y siempre han existido.

Adán y Eva aparecen en el Génesis desde dos perspectivas:

a) Primero como varón y mujer, en general, encarnando la condición humana masculina y


femenina respectivamente. En ese sentido simbolizan a todo el género humano, aunque
éste provenga de distintas parejas.
b) A partir del capítulo 4 aparecen como la primera pareja y sus nombre genéricos se vuelve y
propios de un varón y una mujer de la que nacen Caín, Abel y Set.

Pero, aún siendo nombres propios, en ambos casos son personajes simbólicos, como lo son
también sus hijos, que representan lo que nunca fue y siempre ha existido:

a) “Lo que nunca fue”. Adán y Eva, Caín y Abel no son personajes individuales a quienes se
les pudiera hace el DNI. De ese modo nunca han existido, como tampoco han existido los
personajes de la parábola del hijo prodigo.
b) “Y siempre han existido”. Desde que, conducido por Dios, el proceso de evolución llegó al
“homo sapiens” el ser humano, varón y mujer (Adán y Eva) siempre han existido y existen
hoy día; somos nosotros mismos. También Caín y Abel, las víctimas y sus victimarios,
siempre han existido y siguen existiendo.

Como ya dije, tratándose de personajes simbólicos, nada importa que la primera pareja humana
fuera una sola (monogenismo) o varias (poligenismo). Ellos, Adán y Eva, simbolizan a todos los
hombres y mujeres y a todas las parejas humanas de todos los tiempos. Dice un veterano
especialista en Biblia: “No es preciso admitir la realidad histórica de Adán y Eva. Basta suscribir
que ellos simbolizan a la humanidad. Personalmente nunca he tenido dificultad en contemplar a
todo varón como encarnación de Adán y a toda mujer como encarnación de Eva. Y así ambos van
51

subsistiendo en cada individuo. Existen en cada uno de nosotros. Cuantos integramos a la raza
humana no cesamos de darles vida” (Antonio Salas)

COMENTARIO AL TEXTO

1. La tentación y la caída (Gn 3, 1-7)

1.1. La serpiente

“La serpiente era el animal más astuto de cuantos el Señor Dios había creado (Gn 3, 1)
Con estas breves palabras el autor presenta a este personaje mítico, que va a seducir a los seres
humanos y va a desatar las fuerzas del mal en el mundo. Evidentemente, este reptil que razona y
habla tiene carácter mitológico y es un símbolo.

a) Pero ¿qué simboliza la serpiente del paraíso?

1. En general, podemos decir que aquí la serpiente es símbolo del mal. Ya en la mitología de
los pueblos vecinos, Egipto y de Mesopotamia, la serpiente representaba el mal.

2. Simboliza una forma concreta de mal: la idolatría y más concretamente la religión cananea,
que daba culto a Baal, dios de la lluvia, y a Astarté, diosa de la fecundidad. Seguramente la
serpiente fue elegida por el Yavista como tentadora a causa de la función que
desempeñaba en los ritos idolátricos cananeos de la fecundidad. La religión cananea
asoció la prostitución con el culto. La religión cananea de por sí misma era una religión
tentadora para los israelitas, ya que ofrecía mucho (fertilidad para el campo, para los
animales y las personas) y exigía poco en cuanto al modo de vida. Ciertamente la religión
cananea fue siempre una tentación para los israelitas a la que, con frecuencia, cedieron.
En este sentido, la serpiente representa esa religión.

3. Es también símbolo de las malas tendencias que anidan en el corazón humano. Esta
interpretación me parece muy real. Dice Jean L’Hour: “La serpiente es un personaje virtual,
una metáfora de la otra voz interior de la humanidad”. La serpiente en este relato tiene
inteligencia y voz humanas, dialoga con el hombre de tú a tú. ¿Quién es el “más astuto de
los animales” creados por Dios? Sin duda, el ser humano. La serpiente no es nada más
que el ser humano que, fiado de sus posibilidades e impulsado por su egoísmo, se eleva
52

contra Dios y llega a tomarse a sí mismo por dios. La serpiente la llevamos todos dentro; es
nuestra parte mala, que quiere imponerse a la buena.

4. Frecuentemente identificamos a la serpiente con el diablo. Sin embargo, en este texto, no


tiene ese significado. La creencia en el diablo entró tardíamente en la mentalidad y la
literatura hebreas. Los judíos lo trajeron de la religión persa al volver del destierro de
Babilonia. Sólo a partir de libro de la Sabiduría 2, 24 (siglo I a. c.) y de Jn 8,44 y Ap 12,9 se
comienza a identificar la serpiente del paraíso con el diablo (= espíritu malo) o con Satanás
(= adversario, enemigo) o el dragón, como dirá el Apocalipsis. Pero, en definitiva, ambos, la
serpiente y Satanás son personificaciones de las fuerzas malignas que actúan en el mundo
y en cada personay cuyo origen sigue siendo un misterio.

b) La serpiente no es una divinidad


En muchas culturas del Próximo Oriente antiguo, la serpiente era una divinidad con grandes
poderes: fecundidad, adivinación, curación, sabiduría e incluso inmortalidad (se despoja de su piel
vieja y sigue viviendo) Según Gn 1, sabía más que cualquier animal, pero el yavista deja claro que
la serpiente no es un dios, sino una criatura. Dice que es uno de los animales que Dios ha creado.
Así la Biblia la desmitifica o desmitiza en parte a la serpiente pues le niega el carácter de divinidad
mientras en algunos pueblos antiguos se creía que era un dios. ¿Por qué es mala si es una
criatura de Dios que todo lo hizo bien? Al recordar que la serpiente es una criatura de Yahve
Elohim, el autor del relato reconoce su perplejidad y desconcierto frente a la aparición del mal en
un mundo del que Yahvé es, sin embargo, el creador único. Los libros de Job y Qohelet o
Eclesiastés chocan con el mismo misterio del mal, percibido como un escándalo insoportable. El
Génesis deja entrever aquí y allá su perplejidad frente a este enigma que no se puede descifrar.
Ante él nos quedamos sin razones y sin palabras. La historia de Adán y Evano es la de un
“pecado original”, sino la de un mal universal, que existe siempre y en todas partes.

Más que un “pecado original”, expresión que nunca aparece en la Biblia, habla del pecado
originante, el que está en la raíz de todos los pecados, que entonces como después y ahora es la
egolatría y el egoísmo: me extrañó oír hace muchos años a un gran actor de cine que el pecado
original era el egoísmo (A Quin) Si en lugar de original hubiera dicho originante su respuesta era
excelente, porque la egolatría y el egoísmo son fuente abundante de pecado.

1.2. Diálogo entre la serpiente y la mujer (Gn 3, 1-5)


53

“La serpiente era el animal más astuto de cuantos el Señor Dios había creado; y entabló
conversación con la mujer: ¿Conque Dios les ha dicho que no coman de ningún árbol del jardín?
La mujer contestó a la serpiente: ¡No! Podemos comer de todos los árboles del jardín; solamente
del árbol que está en medio del jardín Dios nos ha prohibido comer o tocarlo, bajo pena de muerte.
La serpiente replicó:¡No, nada de pena de muerte! Lo que pasa es que Dios sabe que cuando
ustedes coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y serán como Dios, conocedores del bien y del
mal.
a) Las tentación
El pasaje nos muestra a la serpiente y a la mujer juntas en torno a un árbol misterioso llamado
«árbol de la ciencia del bien y del mal». La tentadora aquí no es la mujer, sino la serpiente, y la
seducción tampoco proviene de la mujer, sino del fruto que «era una delicia de ver y deseable
para adquirir conocimiento» (Gn 3, 6)

Comienza la escena con la aparición de la serpiente que entabla un diálogo con la mujer, mientras
el hombre se queda mudo. En los vv 2-5, como en una fábula, la serpiente habla. Tomando la
iniciativa, se presenta con una pregunta falsamente inocente. Se trata de arrastrar a la mujer a un
diálogo, pero sobre las bases establecidas por la serpiente. El diálogo lo inicia y lo conduce la
serpiente. Ella ya conoce el secreto del árbol y de la prohibición, pero se hace pasar por inocente
y pide información a la mujer: “Con que Dios les…”. En la pregunta la serpiente muestra ya su
astucia falseando el mandato divino pues dice que Dios les ha prohibido comer de todos los
árboles. La mujer corrige el falseamiento de la serpiente diciendo que sólo les ha prohibido comer
del árbol que está en medio del paraíso. El pecado comienza con una distorsión de la verdad.

Una vez que ha logrado interesar a la mujer, la serpiente la impulsa a desconfiar de Dios
insinuando que es un Dios egoísta, celoso de su ser y poder y que les quiere tener siempre
sometidos, esclavizados. La intención de Dios es impedir la realización del ser humano; impedir
algo que puede conseguir: ser como Dios. No invita a desobedecer y comer, lo deja entrever y
basta. La serpiente asegura que Dios no los va a castigar por comer del fruto prohibido, sino que
si comen el fruto prohibido, serán como Dios. Esta semejanza con Dios se puede referir a adquirir
la autonomía moral, es decir, el derecho a decidir por sí mismo qué es lo bueno y lo malo o la
confianza en sí mismos contra la confianza en Dios. ¿No es ésta también la historia de nuestros
días?

La escena asombra: el árbol es el centro de atención; la mujer, cegada, no ve el peligro; la


serpiente ha colocado al ser humano ante la gran decisión. La tentación hace mella. La mujer abre
54

los ojos y se fija en el fruto prohibido, como si fuera la primeva vez que lo ve. Siente la magia que
ejerce sobre ella. No pensemos en el fruto de un árbol material; el fruto que les atrae es el ser
como Dios. En ese fruto espera encontrar lo que necesita: la autonomía y la inmunidad frente a la
muerte: los dioses ni envejecen ni mueren. La palabra de la tentadora ha podido más que la
palabra del Señor. La mujer tomó el fruto, comió y dio al varón que también comió.

Este diálogo entre la serpiente y la mujer es una forma de expresar las consideraciones de la
conciencia humana ante las insinuaciones del mal; representa el diálogo del ser humano consigo
mismo, su diálogo con esa tendencia al mal que lleva dentro. La serpiente, es decir, su conciencia
ambiciosa, incita a los seres humanos a comer del árbol prohibido, a hacer lo que está mal.

Dios ha hecho al ser humano libre. Su libertad se siente desafiada por una doble opción:

a) Escoger a Dios, aceptar su soberanía, sus planes y su Ley y vivir según ella (=comer del
árbol de la vida).
b) Escogerse a sí mismo, negar su condición de criatura, hacerse dios. Rechazar la ley de
Dios, determinar por sí mismo lo que es bueno y lo que es malo (=comer del árbol de la
ciencia del bien y del mal). La tentación les impulsa a inclinarse por esta segunda opción

b) La caída y sus efectos (3, 6-7)


Entonces la mujer cayó en la cuenta de que el árbol tentaba el apetito, era una delicia de ver y
deseable para adquirir conocimiento. Tomó fruta del árbol, comió y se la convidó a su marido, que
comió con ella. Se les abrieron los ojos a los dos, y descubrieron que estaban desnudos;
entrelazaron hojas de higuera y se hicieron unos taparrabos (Gn 3, 6-7).
Al salir del encantamiento que provocó en ellos la serpiente, se dieron cuenta de que no eran
como Dios, sino criaturas desnudas, impotentes e indefensas.

Sienten vergüenza de sí mismos. La vergüenza es para el autor del relato la reacción elemental de
un sentimiento de culpa. Desparece la armonía interna y hace acto de presencia la mala
conciencia, la ruptura interior, el primer efecto del pecado. Este segundo acto termina como el
primero, pero con la situación invertida: están desnudos y sienten vergüenza.

La desnudez originariamente significaba confianza y transparencia para con Dios y con los demás
seres humanos. Desde el momento en que la relación de alianza y de amistad con Dios se rompe,
aparecen las rupturas entre Dios y los seres humanos, entre el varón y la mujer y entre los seres
humanos y el mundo.
55

Inmediatamente todo cambia: las relaciones entre sí y con Dios. Si antes del pecado se sentían
felices por la cercanía y el encuentro con Dios que les había colocado en el paraíso y al atardecer
paseaba con ellos, ahora temen su llegada y se esconden (Gn 3, 8) En lugar de alegrarse por su
visita, la temen.

Se descubren desnudos y, por tanto, débiles, indefensos y en peligro. Ya solo les queda ocultarse
de Dios y el uno del otro. Se establece el miedo y la desconfianza. Interrogados por Yahvé, el
hombre y la mujer se apresuran a echar la culpa a otro; para el adam la culpable es la mujer, para
ella es la serpiente. El adam llega incluso más lejos, dando a entender que también Yahvé tiene
responsabilidad en la caída pues es el que ha puesto a su lado a la mujer y ha creado a la
serpiente, que, como dijo antes, también era una criatura de Dios. Pero eso es lo que vamos a ver
en el juicio.

ACTO TERCERO: INTERROGATORIO Y SENTENCIA (Gn 3, 8-21)

1. Comparecen ante Dios (3, 8-13)

El ser humano le ha dado la espalda a Dios y se oculta de Él. Pero Dios no se le oculta, viene a
buscarlo, no para destruirlo, sino para salvarlo, porque lo sigue queriendo. Dios aparece aquí
como un juez, pero no un juez terrible que quiere condenar, sino como un juez que pide
explicaciones y quiere dar la oportunidad de defenderse y de reconocer su culpa.

Dios dialoga primero con el varón y después con la mujer, pero con la serpiente no dialoga, la
condena sin más, porque Dios no dialoga con el mal, no tiene nada que intercambiar con él.

1.1. Dios interroga a Adán

Oyeron al Señor Dios que se paseaba por el jardín tomando el fresco. El hombre y su mujer se
escondieron entre los árboles del jardín, para que el Señor Dios no los viera. Pero el Señor Dios
llamó al hombre: ¿Dónde estás? Él contestó: Te oí en el jardín, me entró miedo porque estaba
desnudo, y me escondí. El Señor Dios le replicó: Y, ¿quién te ha dicho que estabas desnudo? ¿A
que has comido del árbol prohibido? El hombre respondió: La mujer que me diste por compañera
me convidó el fruto y comí.
56

a) Las preguntas de Yahvé


“¿Dónde estás?” Al caer de la tarde se oyen los pasos de Dios que busca a sus colonos del
paraíso compartido con Él. Este gesto simboliza la cercanía y la familiaridad. La pregunta “¿Dónde
estás?” va más allá de su significado inmediato. Dios no pregunta por el lugar donde se había
escondido, porque lo estaba viendo. La frase viene a significar: ¿dónde estás ahora con respecto
a mí? Has roto la alianza, te has apartado de mí, querías estar a mi altura, ¿a qué altura te has
quedado?.

Algunos leen estas palabras como si fuera una exclamación de Dios que le dice: ¡Ay, cómo estás,
en qué situación, en qué condiciones te has quedado, en qué has venido a parar, tú que aspirabas
a ser como dios! De ese modo, Dios expresaría su pesar por la situación en la que le ha dejado el
mal uso de su libertad.

Dios le sigue preguntando: ¿Por qué te has escondido? Cuando oyen los pasos de Yahvé, se
ocultan porque no se pueden presentar desnudos ante Dios. La familiaridad sublimada en el
capitulo anterior (estaban desnudos y no sentían vergüenza” Gn 2, 25) se ha roto y tienen miedo.
El miedo es signo de la ruptura de sus relaciones con el Señor; vergüenza y miedo, son dos
heridas producidas por la caída. Con el pecado, las relaciones del ser humano con Dios han
cambiado radicalmente, pasando de la amistad y la familiaridad al miedo y a la desconfianza de su
bondad. Se siente desnudo ante Dios a quien ahora ve como juez que le condena y ante quien se
siente al descubierto y sin defensa. La desnudez es un signo de una ruptura entre él y su mujer,
entre ellos y Yahvé. Su pecado les ha dejado al descubierto.

b) Respuesta de Adán
El Adán rehúye su responsabilidad y la hace caer sobre la mujer, ella es la culpable. Incluso, como
ya dije, veladamente también le echa la culpa a Dios porque Él le dio la mujer. En alguna medida
Dios sería responsable por haber puesto a su lado la que ha demostrado ser una engañadora” (L.
Hour) El grito de alegría del adam en su primer encuentro con la mujer se cambia en una frase
despectiva: “La mujer que tú me diste…” La humanidad, tipificada en los sexos, rompe su unidad;
se instaura la cobardía, la insolidaridad y el odio. El pecado, en lugar de unir a los humanos, los
aísla traicionándose y acusándose unos a otros, rompe la unidad. La ruptura con Dios lleva a la
ruptura con la mujer y con el hermano. Cuando uno mismo se erige en un absoluto, es decir, en un
dios, rompe con los demás; cuando uno se erige en ley suprema, surgen enfrentamientos con los
otros; los hermanos se vuelve para él competidores y, a veces, hasta enemigos.
57

En resumen, el mal viene del pecado, fundamentalmente del egoísmo y del orgullo, y provoca
cuatro rupturas fundamentales:
- La ruptura con Dios, que, como buen amigo, paseaba con ellos en el paraíso y ahora los
busca y se esconden.
- La ruptura consigo mismo: la mala conciencia y la vergüenza que sienten al verse
desnudos.
- La ruptura con el prójimo: Adán y Eva se echan las culpas, se convierten en enemigos.
- La ruptura con la madre tierra que acabará siendo maldita y hostil, como dirá después.

1.2. Yahvé Interroga a la mujer

El Señor Dios dijo a la mujer: ¿Qué has hecho? Ella respondió: La serpiente me engañó y comí (3,
13)
Después de interrogar al varón, Yahvé se dirige a la mujer de una manera muy escueta
preguntándoles: “¿Qué has hecho?” Pero ella tampoco asume su responsabilidad y acusa a la
serpiente. Se manifiesta así la ruptura del ser humano con el mundo animal. Para Dios ambos,
varón y mujer, son responsables, pero ninguno acepta su responsabilidad.

2. Sentencia (3, 14-19)


Tras el juicio, viene la sentencia dirigida a cada uno de los tres responsables. Yahvé dicta tres
sentencias. Esta sección más que una condena de Dios es una descripción de la penosa realidad
de la existencia humana sobre la tierra a la que antes nos hemos referido. Dicho de otro modo,
presenta los males que padece la humanidad como consecuencia del pecado. La sentencia sigue
el orden inverso al de la interrogación: primero se condena a la serpiente.

2.1. Sentencia para la serpiente (3, 14-15)


El Señor Dios dijo a la serpiente: Por haber hecho eso, maldita seas entre todos los animales
domésticos y salvajes; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida (Gn 3, 14)

a) Maldición de la serpiente
Como ya dije, Dios no interroga a la serpiente. Ella representa la mala opción del ser humano y
con ella no cabe diálogo. La maldice, sin más; cosa que no hace con el varón y con la mujer; a
ellos no los maldice.
58

La maldición de la serpiente sirve para ilustrar la ruptura del ser humano con la creación,
particularmente con el mundo de los animales. La serpiente es maldita entre todas las bestias y
animales de la tierra. El yahvista emplea las características naturales de la serpiente para
simbolizar el castigo contra el poder del mal. Es una explicación etiológica popular, de su forma de
desplazarse y de su alimento: su caminar es de postración, se arrastra, y como enemigo derrotado
muerde el polvo. Está también comprometida en una lucha sin fin con la descendencia de la
mujer, es decir, con los seres humanos (L’H.)

b) Lucha entre la descendencia de la serpiente y la de la mujer


“Pongo enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya: ella te herirá la cabeza
cuando tú hieras su talón” (Gn 3, 15)
Hay varias interpretaciones de esta frase:

- En un sentido directo significa que el ser humano, la humanidad, esa es la descendencia


de la mujer, que obtendrá claramente la victoria sobre la serpiente, sobre el mal (la herirá
en la cabeza con herida mortal, mientras la serpiente sólo la herirá en el talón)
- Algunos ven aquí un anuncio de que Cristo, descendiente, “nacido de mujer” (Gal 4, 4) que
aplastará la cabeza del mal y destruirá su poder.
- Hay quienes relacionan esta frase con María, diciendo que en su Inmaculada Concepción
derrotó el poder del pecado. De hecho solemos representar a la Inmaculada pisando la
cabeza de una serpiente. Pero este texto, en su verdadero sentido, no parece referirse a
María. El redactor no pensaba en ella. Eso no quiere decir que, en una lectura espiritual, no
se pueda establecer alguna relación con ella, porque también ella, como descendiente de
la mujer, vence a la serpiente, vence al pecado.

2.2. Sentencia para la mujer


A la mujer le dijo: Multiplicaré los sufrimientos de tus embarazos, darás a luz hijos con dolor,
tendrás ansia de tu marido, y él te dominará (3,16)
El texto da a entender que la ruptura con Yahvé tiene como consecuencia la ruptura entre la mujer
y el varón, pero también tiene como consecuencia el sufrimiento que comporta la condición de la
mujer como esposa y madre, que es considerado como efecto del primer pecado. El castigo es
doble: los dolores de parto y la dominación que sobre ella ejercerá el varón.
59

- Tendrá hijos con dolor. Parece aberrante que la maternidad, que es la realización más
completa de la mujer, su honor y su alegría, esté marcada por el dolor.
- El deseo por su marido (sexual o de protección) tiene como consecuencia el dominio del
varón sobre la mujer en el orden doméstico y social y que la convierte en esclava del
hombre.

El autor cree que nada de ello entraba en el plan divino y su única explicación es el pecado. Quien
quiso ser como Dios, tenerlo todo y ser siempre joven, sobrevivirá solo en sus hijos, con dolor y no
para siempre.

2.3. Sentencia para el varón (3, 17- 19)


Al hombre le dijo: Porque le hiciste caso a tu mujer y comiste del árbol prohibido, maldito el suelo
por tu culpa: con fatiga sacarás de él tu alimento mientras vivas; te dará cardos y espinas, y
comerás hierba del campo. Comerás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra,
pues de ella te sacaron; porque eres polvo y al polvo volverás.

Dios tampoco maldice al varón, pero la tierra es maldita por causa del hombre y para su perjuicio
porque ya no le entregará su alimento más que con penas todos los días de su vida. Esto no es
más que la constatación de lo doloroso que resulta el trabajo. Por el contexto parece que se
atribuye lo penoso del trabajo al pecado. Y termina diciendo que el ser humano, igual que los
animales, ha salido del polvo y a él volverá.

El Señor lo tomó de la estepa desértica y lo puso en el huerto del Edén, ahora lo vuelve a poner
en su lugar de origen, en la estepa, sin agua y estéril, si no la trabaja. En lugar de frutos al alcance
de la mano, obtendrá sólo cardos y espinas.

Resumiendo, la tesis del redactor es que los males se han desatado en el mundo por culpa del ser
humano, por su egoísmo y su orgullo.

EPÍLOGO (3, 20-24)


60

Este drama del paraíso y su pérdida termina con un epílogo de sólo cinco versículos que vamos a
estudiar uno por uno.

1. El varón le pone a la mujer el nombre de Eva

“El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven (3, 20)
Hasta este versículo el yavista todavía no había dado nombre a la mujer. Era designada con el
nombre común de ishsash o varona, la sección femenina de la humanidad, porque representaba a
todas las mujeres. Ahora le pone el nombre de Eva, que, en este momento del relato, más que un
nombre propio e individual, aunque ahora se utilice como tal, expresa la condición y las
características comunes a todas las mujeres, sobre todo la maternidad, el dar a luz a seres
humanos, el ser “madre de todos los vivientes”. Todos recibimos la vida en el seno de una mujer.

El nombre de Eva aquí significa la mujer, pero no en contraposición al varón, sino como madre.

2. A pesar del pecado, Dios no abandona a los seres humanos (Gn 3, 21)

“El Señor Dios hizo unas túnicas de pieles para el hombre y su mujer y los vistió (3,21)
El autor del libro introduce una nota de esperanza. Dios ha respetado el mal uso de la libertad que
dio a los seres humanos y que les ha llevado a alejarse de él, pero los sigue queriendo y sigue
preocupándose por ellos, los busca y los cuida con ternura; cubre su desnudez, su debilidad como
una madre viste a sus hijos. Les proporciona vestidos de piel de animal que le protegerán mejor
que las hojas de higuera que ellos se habían puesto. La naturaleza creada por Dios sigue a su
servicio para alimentarlos y servirlos. Dios es Padre justo y misericordioso; aquí, en esta escena,
se unen su misericordia y su justicia.

3. La inmortalidad humana en la tierra no entraba en el plan del Creador (Gn 3, 22)

“Ha venido a ser uno de nosotros” (3, 22)

En este versículo tan lacónico, quizás el autor ha querido poner en boca de Dios una expresión de
pena y quizás también de ironía. El tema de fondo de este versículo enigmático es el deseo
humano de vivir para siempre. El autor asegura que el ser humano, ha pretendido ser una especie
de dios autónomo y eterno, pero, Igual que Gilgamés, despojado de su planta de la vida, el ser
humano no puede pretender la inmortalidad, que sólo pertenece a Dios. El yavista supone que el
ser humano si no hubiera pecado también moriría, porque su inmortalidad en la tierra no entraba
en el plan del Creador, pero su muerte sería una partida natural y tranquila hacia otra vida mejor.
Con el pecado la muerte se ha vuelto un mal, una partida siempre angustiosa.
61

4. Expulsión del paraíso. Ahora le toca al ser humano construir el paraíso fuera de Edén (Gn
3, 23-24)

“Y el Señor Dios dijo: El hombre es ya como uno de nosotros en el conocimiento del bien y del
mal, ahora sólo le falta echar mano al árbol de la vida, tomar, comer y vivir para siempre. Y el
Señor Dios lo expulsó del Edén, para que trabajara la tierra de donde lo había sacado”.
La expulsión del paraíso no se reduce al alejamiento de Dios, sino que tiene una finalidad positiva:
cultivar la tierra esteparia de donde fue tomado. Dios le regaló un huerto. Ahora es el hombre
quien debe transformar la tierra baldía en un huerto.

Esa experiencia del paraíso perdido le orienta y le alienta en la tarea de transformar la tierra en un
paraíso. Dios estará a su lado mientras realizan esa tarea de eliminar los males en la familia y en
la sociedad para hacer una humanidad y una sociedad nuevas.

5. No hay vuelta atrás (Gn 3, 24)

Echó al hombre, y a oriente del jardín del Edén colocó a querubines y una espada de fuego
zigzagueante para cerrar el camino del árbol de la vida.
Más que una sanción exterior de tipo judicial, la expulsión es en realidad un autocastigo. Adán y
Eva se destierran a sí mismos del paraíso.

La expulsión connota la imposibilidad de volver para comer del árbol de la vida y conseguir la
inmortalidad en la tierra. Para impedir la entrada Dios coloca dos seres terroríficos con capacidad
de disuasión; unos querubines y una espada de fuego. El querubín es un monstruo alado en la
mitología semita cuya tarea es impedir el acceso o la agresión a un lugar. La imagen de los
querubines está tomada de los palacios y jardines reales de Babilonia, que estaban protegidos por
imágenes de seres extraños, mitad hombres mitad animales; una especie de esfinge o de toros
alados.

La espada llameante es otra figura mitológica, quizá imaginada aquí como un resplandor de
relámpago zigzagueante y simboliza la indignación de Dios. La espada de fuego es una realidad
independiente de los querubines y se mueve por impulso propio.

Con ello no quiere decirnos que Dios no desee ya la felicidad del hombre, sino que la felicidad no
está en volver atrás, hacia una utopía del pasado, sino en mirar hacia adelante para construir el
paraíso en la atierra, en el mundo concreto que tenemos delante.
62

Recordemos la dinámica del relato del paraíso y su pérdida. El yavista, partiendo del análisis de
los males de su tiempo, proyectó hacia el pasado una imagen del paraíso soñado y ahora, desde
el pasado lanza esa misma imagen hacia el futuro y la pone ante los ojos de los seres humanos
como algo que es posible realizar con la ayuda de Dios.

Al elaborar este relato del paraíso y su pérdida, lo que le preocupa al autor no es lo que pudo
pasar entonces, a lo cual no tiene acceso, sino lo que está pasando hoy delante de él, los males
que está viendo cada día en lugar y en el año en que escribe, sea el X o el V. Él se pregunta por
qué existen esos males y busca una explicación proyectando hacia atrás, hacia los orígenes de la
humanidad, lo que tiene ahora delante de los ojos para asegurar dos cosas:
- Que esos males no vienen de Dios, no los ha creado él, porque todo lo que él creó lo hizo bien y
lo hizo bueno.
- Los males vienen del ser humano, de su orgullo y de su egoísmo, que le han llevado a romper
con Dios y con los demás seres humanos.

El autor expresa estas convicciones en la lógica de su mentalidad semita dando lo impresión de


que es Dios quien los ha causado, porque son castigos suyos. Aun el caso de que sean justos,
vendrían de Dios. Con ello cae en una especie de contradicción.

Para responder a ese problema hay tener en cuenta que la Biblia es ante todo palabra humana,
dentro de la cual nos llegan mensajes de Dios que hay que descubrir. Para ello hay que utilizar las
ciencias de la interpretación bíblica, pero, sobre todo, el criterio fundamental de interpretación que
es la persona de Jesucristo y sus enseñanzas. Esa es la clave principal para descubrir que es lo
que hay de Dios en un determinado texto y qué son elementos humanos y culturales.

Jesús nos presenta a Dios como un Padre misericordioso que no sabe castigar, por tanto, esos
castigos habrá que interpretarlos como autocastigos y la expulsión del paraíso, como
autoexpulsión.
63

¿Cuál fue en concreto el pecado de Adán y Eva?

Seguramente el yavista nunca se preguntó en qué consistió el pecado de Adán y Eva. Lo que a él
le interesaba era saber el por qué de la tendencia al mal que se da en todos los seres humanos.
No obstante hay varias opiniones acerca de la clase de pecado de Adán y Eva:
- Un pecado de apostasía: comer la fruta equivaldría a apartase de Dios y el culto a otros dioses.
- De soberbia: tratar de ser como Dios, independizarse totalmente de Él; el darse culto a sí mismo
en lugar de a Dios.
- De desconfianza. La serpiente quiere minar la confianza en Dios, que es una actitud esencial del
creyente.
- De desobediencia a los mandamientos de Dios.

Lo que no tiene ningún sentido es preguntar qué tipo de fruto material era el que comieron Adán y
Eva. Vulgarmente se habla de una manzana, que se volvió “manzana de la discordia”. Ya
sabemos que eta pregunta no tiene sentido porque no se trata de un árbol frutal material ni de un
determinado fruto.

EX CURSUS. EL PECADO ORIGINAL

Con frecuencia se utiliza en la catequesis este capítulo 3 del Génesis para defender la teoría del
pecado original, vamos a hacer una breve síntesis bíblica y teológica sobre este tema.

El adam del Génesis no es un individuo, sino la figura simbólica de toda la humanidad que existía
cuando se escribía este relato. Por tanto, no se trata de una primera falta legada como herencia a
sus descendientes. Es la humanidad entera la que está marcada por el mal; lo indica más
adelante el mismo Génesis: “los designios del corazón del adam son malvados desde su juventud”
(Gn 8, 21) Frente a esta mal, cuyo origen sigue siendo un misterio, el ser humano no es
impotente, puesto que tiene la capacidad de dominarlo. Sigue siendo responsable y le
corresponde escoger entre “actuar bien o no actuar bien” (Gn 4, 7).

1. Doctrina tradicional sobre el pecado original


64

En el origen de la idea de que nacemos en pecado está el hecho de que la Iglesia de los primeros
siglos se decidiera a bautizar a los bebés. Mientras sólo se bautizó a personas adultas convertidas
al cristianismo, se hablaba de “bautizarse para remisión de los pecados” (Hch 2,38) Para aplicar
esa frase a los niños hubo que buscar un “pecado original” que quitarles, para que la expresión
bíblica pudiera seguir vigente; un pecado que sólo puede llamarse “pecado” en un sentido
metafórico ya que el niño no necesita ningún perdón que le reconcilie con Dios. Dios no está
enemistado con el niño, sino que le ama incondicionalmente desde el primer instante de su vida”5.

Un gran teólogo seglar del siglo III llamado Orígenes, se planteó la cuestión: si la Iglesia bautiza
siempre “para la remisión de los pecados”, lo cual es comprensible para los adultos, ¿cuál es el
pecado del que pueden ser acusados los recién nacidos? – Ninguno, responde él, pero añade: los
niños no están limpios de toda corrupción, hay cierta mancha que el bautismo borra. A partir de
ahí dos siglos más tarde elaboró la teología del pecado original 6, por obra principalmente de san
Agustín (siglo V).

“A. M. Dubarle pone de relieve que el pecado original no ha sido nunca objeto de una definición
dogmática explícita y no constituye, por tanto, más que una enseñanza común a la tradición
occidental, mientras que en la Iglesia Oriental ignora el concepto de pecado original” 7. Aunque no
haya sido objeto de una definición dogmática, sí la ha defendido el concilio de Trento y el
magisterio ordinario de muchos papas.

Trento Dijo claramente que el pecado original es el que cometió el primer ser humano individual,
Adán. Ese pecado dañó a toda la persona de Adán y le causó la muerte espiritual (alejamiento de
Dios) Este pecado se transmite a todos los seres humanos por el hecho de proceder de Adán. En
consecuencia, todos nacemos en pecado por proceder genéticamente de la primera pareja
humana que cedió a la tentación de la serpiente. La tesis tridentina sobre la naturaleza y la
universalidad del pecado original se apoyaba en la convicción de que todos los seres humanos
procedemos de una única pareja (Adán y Eva). Idea contra la que hoy está la ciencia, que ha
sustituido la teoría del monogenismo (procedencia de una sola pareja) por la del poligenismo
(procedencia de varias parejas). Esta teoría la acepta también hoy la Iglesia. Con ello, la tesis
tradicional de la transmisión del pecado por vía genética se cae por tierra.

¿Se equivocaron entonces el concilio de Trento y los papas? Las declaraciones del magisterio de
la Iglesia son también y necesariamente hijas de su tiempo y pagan tributo al estado de los

5
J. I. Gonález Faus, oc. p. 16
6
B. Sesboué, oc, p. 108
7
Ib. 150
65

conocimientos científicos, exegéticos y teológicos del momento. Quienes participan en el concilio


de Trento estaban convencidos de que Gn 3 era un relato histórico, una especie de crónica de
sucesos (aunque no hubiera testigos de ellos) Estaban seguros de que Adán y Eva eran
individuos concretos y que eran la primera pareja de la que desciende toda la humanidad.

De todos modos siempre han dicho, el magisterio y los teólogos, que no se trata de un pecado
personal. Y si no es personal, no puede ser pecado; será en todo caso un “defecto de fábrica”, ya
que el pecado es una ruptura personal, consciente, libre y deliberada con Dios y con su voluntad,
condiciones que no se pueden dar en un bebé. Sin negar la doctrina de Trento ni la verdad que
nos quiere transmitir, tenemos que despejar su formulación de todos los envoltorios que son
aporte inevitable de los conocimientos e ignorancias de la época. Según este concilio, se diga
como se diga, todos nacemos con inclinaciones al mal.

2. Enfoque actual de la teología del pecado original

La teología actual enfoca el pecado original dentro de la noción bíblica de pecado del mundo,
pecado que el evangelista Juan resume en la palabra “mundo”, tomado como realidad pecaminosa
y sometida a Satán. El mismo Jn dice que Cristo es “el cordero de Dios que quita el pecado del
mundo”8.

Esta situación de pecado del mundo, que contamina la historia, las estructuras sociales y políticas
y la misma creación (Rm 8, 20-22) no deja de impactarnos personalmente. Nacemos en un mundo
de pecado que nos induce internamente al pecado. Heredamos una historia de pecado, vivimos en
un mundo patológicamente afectado por el mal, que nos induce a hacer nuestra esta situación de
pecado y de muerte.

La fuerza del mal o la tendencia al mal tiene consistencia propia en la sociedad como la tiene la
atmósfera que respiramos. Quien va a negar que en la sociedad en que vivimos existe una presión
social que nos impulsa al individualismo exacerbado y al egoísmo de mil tentáculos. Y esa
tendencia no está sólo fuera de nosotros. Como la respiramos, actúa también dentro de nosotros.
No nacemos en pecado, sino que nacemos en el seno de un mundo y de una sociedad pecadora
que nos recibe y nos induce al mal.

San Pablo experimentó la presión del pecado del mundo y escribió: “No hago el bien que quiero,
sino que practico el mal que no quiero. Pero si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo
8
V. Codina, oc 103
66

ejecuta, sino el pecado que habita en mí. Y me encuentro con esta fatalidad: que deseando hacer
el bien, se me pone al alcance el mal” (Rom 7, 19-22)
El pecado del mundo, como fuerza que impulsa a hacer el mal, actuaba ya en Caín y le impulsó a
eliminar a su hermano, actuaba en David, en Salomón y en San Pablo que, como hemos visto,
confesaba:”No hago el bien que quiero, sino que practico el mal que no quiero”.

Esa fuerza, esa presión, del pecado actuaba en Judas, en los sumos sacerdotes y en Pilatos; los
envolvía a todos, los sobrepasaba a todos y no la quisieron resistir, como la resistió Pablo y antes
Jesús mismo. La fuerza del pecado que mató a Jesús sigue actuando en el mundo, pero ya no es
invencible, ya que Él con su muerte y resurrección la venció y la sigue venciendo en nosotros, si
vivimos unidos a Él por la fe y el amor. Él es el Cordero de Dios, degollado pero que se mantiene
en pie, que quita el pecado del mundo.

“El bautismo no nos arranca del mundo pecaminoso, en el que persisten las estructuras de pecado
y concupiscencia personal, pero nos ofrece la gracia del Resucitado y de su Espíritu para
proseguir la obra de Jesús: quitar el pecado del mundo”9, comenzando por quitarlo de nosotros
mismos.

En resumen, hay dos realidades que nos ayudan a vencer la fuerza del mal que nos acosa: el
haber sido incorporados a Cristo y a la comunidad cristiana en la que nos integramos por el
bautismo. En forma de slogan podríamos decir: “Juntos venceremos”; juntos con Cristo y juntos
con los hermanos de comunidad.

9
V. Codina, oc. 104
67

CAIN Y ABEL

1. Introducción

Este relato de Caín y Abel, si se toma como historia, ofrece datos


incoherentes. Por ejemplo, habla de los primeros seres humanos que
en ese momento no serían más de cuatro, y da a entender que ya se
ha desarrollado ya la civilización porque existen ciudades y hay ya
diversidad de oficios, pues uno es agricultor y el otro pastor (4, 2b)
Unos versículos más adelante dice que Caín edificó una ciudad (4,
17) ¿Para quién? Igualmente dice que ya existía la costumbre de
ofrecer en sacrificio a Dios las primicias de la agricultura y de la
ganadería (4, 3-4) costumbre que llegó mucho más tarde. En la misma onda estaría la pregunta
que algunos se hacen: ¿Con quién se casó Caín, si Adán y Eva no tuvieron más que tres hijos y
los tres varones? Y, de todos modos, cómo se iba a casar con su hermana si la hubiera tenido?

Esas incongruencias que hemos mencionado y otras más que aparecen en el relato, si se lee
como historia, son una señal clara de que el autor no trata a Caín y Abel como personajes
históricos, sino como símbolos universales de los seres humanos. Esas incongruencias
demuestran también que el objetivo del relato no es contar la historia de los primeros seres
humanos, sino transmitir verdades religiosas como éstas y otras que veremos más adelante:

- La fraternidad y el vivir como hermanos, forma parte del proyecto de Dios y de la esencia
del ser humano. El que no vive como hermano, no es humano.
- La rebelión contra Dios (el pecado de Adán y Eva) lleva a al rechazo y a la violencia contra
el prójimo (Caín contra Abel)
- El asesinato de Abel por parte de su hermano confirma la idea de la maldad del ser
humano desde el pecado del paraíso.
- Dios es justo en el castigo del pecado de Caín, pero misericordioso en su aplicación, Sigue
actuando como padre que se preocupa por su vida.
- El pecado nos acecha siempre, como una fiera que está agazapada a la espera de su
caza, pero el ser humano lo puede dominar.
68

Este relato es mitológico y simbólico. Es mitológico porque se inspira en mitos de pueblos vecinos,
que tenían varios dioses, aunque con frecuencia cambie el significado de esos mitos, incluso los
desmitiza sacando de la escena la pluralidad de dioses para dejar sólo en ella al único Dios,
Yhavé.

Como hemos indicado, Caín y Abel no son individuos concretos de carne y hueso, sino símbolos
de la humanidad. También sus nombres son simbólicos y representan los dos grandes tipos de
civilización que entonces existían, la agricultura y el pastoreo y, por tanto representan a la
humanidad entera.

Como acabo de indicar, Caín y Abel, agricultor y pastor respectivamente, representan los dos
modos principales de vida de la antigüedad: la agricultura y el pastoreo. Abel, por ser pastor,
representa al pueblo hebreo que comenzó siendo un pueblo de pastores nómadas o ambulantes.
Caín representa a los agricultores que estaban siempre en guerra con los pastores por el daño
que los rebaños podían hacer a su siembra.

Por encima de todo, este relato quiere enseñar que los seres humanos tienen que vivir como
hermanos. La relación de hermandad pertenece a la esencia del ser humano. En sólo diez
versículos se repite hasta siete veces la palabra hermano. Efectivamente, el gran tema de este
relato de Caín y Abel es la relación fraterna entre los seres humanos. El texto denuncia la envidia
que lleva al odio y desemboca en la violencia que acaba con el otro, con el hermano. El fratricidio
provoca la ira divina y el destierro del criminal. Tratándose en este episodio de dos formas de
existencia, ganadera y agrícola, este pecado adquiere una dimensión social de enfrentamiento
entre dos grupos de la sociedad pastores–nómadas y agricultores–sedentarios.

El mensaje del relato sobrecoge cuando se piensa en la época en que se formó, al menos parte
de él. Es como un grito desgarrador que clama: ¡no más venganzas, no más homicidios! Parece
una denuncia contra los fratricidios que se dieron en la corte de David: el asesinato de Urías
fríamente tramado por el rey de David para quedarse con su mujer y el asesinato por parte de
Salomón de su hermano para heredar el reino (2 Sam, 11 y 13) asesinatos que continuaron en las
dinastías posteriores.

Este relato mítico-simbólico de Caín y Abel es un medio utilizado por los sabios de Israel para
hacer entender al pueblo cómo el egoísmo humano, esa tendencia cainita que llevamos dentro,
disfrazado de muchas formas, es, en definitiva, el responsable de los grandes males y fracasos de
la historia del pueblo de Israel y de la humanidad entera.

2. Comentario al texto
69

2.1. Los dos hermanos (Gn. 4, 1-7)

a) El nacimiento de los hermanos (Gn 4, 1-2a)

Adán se unió a Eva, su mujer; ella concibió, dio a luz a Caín y dijo: He obtenido un varón con la
ayuda del Señor. Después dio a luz al hermano de Caín, Abel.
Como continuación del drama del paraíso, este relato comienza con el nacimiento de Caín,
nombre que significa, como dice el texto “conseguido gracias a Dios”. De nuevo Eva dio a luz y
tuvo un hijo al que llamó Abel, hermano de Caín. El nombre de Abel se deriva de una palabra
hebrea que significa soplo y alude a la brevedad de su vida, a alguien que pasa por la vida sin
dejar rastro. A Abel no se le da importancia, no es más que el hermano de Caín, n o aceptado por
él, y que desaparece del relato sin haber pronunciado una sola palabra. Su sangre derramada
hablará por él

b) Las ofrendas de las primicias (n 4, 2b-5a)

Abel era pastor de ovejas, Caín era labrador. Pasado un tiempo, Caín presentó ofrenda al Señor,
algunos frutos del campo. También Abel presentó como ofrendas las primeras y mejores crías del
rebaño. El Señor se fijó en Abel y en su ofrenda y se fijó menos en Caín y su ofrenda.
Estos versículos nos muestran una costumbre religiosa de los pueblos antiguos: al inicio de la
cosecha, los agricultores ofrecían a sus divinidades los mejores frutos. Consideraban que Dios les
había favorecido con una buena cosecha y esa era una forma de agradecer lo que recibían. Otro
tanto hacían los pastores ofreciendo las mejores crías de sus rebaños. Los dos hermanos llevan
sus ofrendas sin que sea calificadas de buenas o malas, pero seguramente los dos ofrecían lo
mejor. Sin embargo Dios se inclina por las ofrendas de Abel. ¿Qué quiere decir el autor con esta
afirmación? Se han buscado algunas respuestas:

- Una tradición judía dice que Abel tenía mejores disposiciones que Caín a la hora de ofrecer
las primicias. Pero el texto no lo indica.
- Quizás la preferencia se deba a que Dios se inclina a favor de los que menos cuentan. Un
poema sumerio del segundo milenio a.C. habla de la rivalidad entre Dumizi, dios pastor, y
Enkimdu, dios labrador, y, al contrario de lo que sucede en el relato bíblico, la diosa Inanna
prefiere las ofrendas del labrador. En el caso de Caín y Abel, Dios prefiere las del pastor las
del más débil.
-
70

- Puede darse otra interpretación, si tenemos en cuenta que las primicias que se ofrecían de
los frutos no eran sólo un gesto de gratitud para con Dios, sino intento de «comprometer» a
la divinidad para que tener también al año siguiente una buena cosecha. Cuando no era
así, se interpretaba que la divinidad no había aceptado las ofrendas del año anterior, las
había rechazado y con ellas rechazaba al oferente. Éste pudo ser el caso de Caín, una
mala cosecha a causa de la escasez de lluvias o por plagas; en definitiva, un fracaso
agrario le lleva a deducir que su ofrenda del año anterior había sido rechazada por Dios
mientras que la de su hermano, no.

El J. no explica porqué Dios ve con buenos ojos las ofrendas de Abel y no las de Caín. Cree que
es asunto del Señor y no trata de buscar los motivos.

c) La reacción de Caín (Gn 4, 5b-7)

Caín se irritó sobremanera y andaba cabizbajo. El Señor dijo a Caín: ¿Por qué estás resentido y
con la cabeza baja? Si obras bien, andarás con la cabeza levantada. Pero si obras mal, el pecado
acecha a la puerta de tu casa para someterte, sin embargo tú puedes dominarlo.
Caín no acepta esa preferencia de Dios a favor de Abel; le parece discriminatoria y humillante,
cree que es una injusticia y, frente a la injusticia, no hay otra respuesta que la cólera, el
abatimiento y el repliegue sobre sí mismo.

Sea lo que fuere, ante la injusticia de la que legítimamente puede sentirse víctima, le corresponde
a Caín escoger entre actuar bien o actuar mal. La pregunta de Yahvé ¿Por qué estás resentido y
con la cabeza baja? no es aquí más que la voz de la conciencia, que recuerda a Caín su
responsabilidad y la posibilidad que tiene todavía de no hundirse encerrado en sí mismo y levantar
la cabeza.

Dios da al rencoroso la oportunidad de vomitar su mala intención. Su actitud externa, “andaba


cabizbajo”(4, 5) revela la fiera que lleva dentro. Dios, que no ha rechazado a Caín, quiere que
recapacite y vea en el otro a su hermano, no al contrincante. Y le sugiere una vía de solución:
hacer frente a la tentación. La pasión homicida es evocada como una fiera que está agazapada. El
drama de Caín es el de cualquier persona enfrentada al enigma del mal. Su conciencia le dice que
si actúa bien sabrá resistir, “levantar la cabeza”, encontrar el gusto por vivir.

2. El fratricidio (Gn 4, 8)
71

Caín dijo a su hermano Abel: Vamos al campo. Y cuando estaban en el campo, se lanzó Caín
sobre su hermano Abel y lo mató
Caín elimina a su hermano. Él es el primero que recibe la vida y el primero que se la quita al otro.
El asesinato de Abel es descrito lacónicamente y sin dramatismo. Caín fríamente conduce a su
hermano al campo y, sin avisarlo ni decirle una sola palabra, lo mata. El silencio del inocente
llevado a la muerte es una característica en los relatos bíblicos.

El autor del relato pone ante el lector escuetamente el hecho del asesinado, sin hacer ningún
comentario.

Como ya se dijo, siete veces sale en el relato la palabra hermano pero siempre para designara a
Abel como hermano de Caín. Es sorprendente que Caín nunca sea llamado hermano de Abel,
quizás porque no lo aceptaba como hermano o porque él, siendo el mayor, era tomado como el
más importante. Y entonces, puesto que Caín es un símbolo, este relato expresa la postura de
cualquier persona frente al reto de la fraternidad inscrito en su corazón.

Caín está situado ante una decisión: actuar bien o mal. Si actúa bien, es decir, si renuncia a su
instinto de rebelión contra lo que considera una injusticia, encontrara su dignidad y sus razones
para vivir. Pero, si reacciona mal, la falta ya está ahí, acostada a su puerta. Por primera vez se
emplea la palabra falta o pecado, que evoca una situación de inclinación, de equivocación, de
ruptura con respecto a alguien. Caín está situado ante una decisión radical, toma la peor opción.

3. Dios llama a cuentas al asesino (Gn 4, 9-10)

El Señor dijo a Caín: ¿Dónde está Abel, tu hermano? Contestó: No sé, ¿soy yo, acaso, el guardián
de mi hermano? Pero el Señor replicó: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano
clama a mí desde la tierra.
Yahvé no es un Dios lejano e impersonal, sino cercano y amigo de los indefensos. Por eso
interroga a Caín: “¿Dónde está tu hermano?” Esta pregunta es casi un eco de la hecha a Adán
después del pecado: ¿Dónde estás? (3, 9) Caín, en lugar de responder, le hace a Dios una
pregunta insolente: ¿Soy yo acaso guardián de mi hermano? De ese modo, el fratricida se encara
con el Señor y hace del egoísmo la ley suprema de su vida, no le interesan los demás, sólo se
interesa por sí mismo. No entiende por qué ha de preocuparse por los demás ni por qué Dios le
pide cuentas de su comportamiento con el hermano.
72

El breve diálogo que sigue al fratricidio proporciona la clave del relato. Con esta pregunta damos
un paso más en el conocimiento de lo que es un ser humano, nadie es humano, si no vive una
relación de fraternidad con el otro. Y eso es lo que Caín rechaza con su descarada respuesta a
Dios: “No lo sé. ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?”

Adán rompió con Dios al renunciar a ser criatura e hijo suyo para ser como Dios. Caín rompe con
Dios al negarse a ser hermano de Abel. En boca del homicida está la enseñanza clave: todos
somos responsables de todos y nada de cuanto sucede a otros nos puede ser indiferente; Para
Dios la solidaridad es un valor radical; cada uno debe preocuparse por saber dónde y cómo está
su hermano.

Dios le hace una pregunta más: ¿Qué es lo que has hecho? Dios está perplejo y horrorizado ante
el desplome del proyecto de fraternidad que Él tenía con respecto a la humanidad y exige cuentas.

Babel murió sin decir palabra, pero la voz de su sangre clama a Dios. Para los antiguos, la vida
estaba en la sangre y, por tanto, la sangre significa vida, don divino que hace al hombre lo que es.
Caín ha osado destruirla.

Al silencio de Abel responde el grito de su sangre dirigido a Dios, que nunca olvida al menor y más
desvalido. Como todos somos hermanos, todo homicidio es un fratricidio. El Dios de la vida no
puede desentenderse de los delitos contra la vida; por eso la sangre derramada clama a su Señor
y éste pedirá cuentas a quien la derramó. Dado que la vida humana viene de Dios (Gn 2,7), la
sangre humana derramada por una criatura clamara ante su legítimo señor, que es Dios.

3. El castigo (Gn 4, 11-16)

a) La tierra ensangrentada con el crimen maldice a Caín (Gn 4, 11-12a)

Por eso te maldice esa tierra que se ha abierto para recibir la sangre de tu hermano que tu mano
derramó. Cuando cultives el campo, no te entregará su fertilidad.
La tierra, don de Dios al ser humano tiene una importante función en la teología yavhista de los
orígenes. El ser humano también es tierra porque de ella lo hizo Dios. El hombre tiene una íntima
relación con la tierra, puesto que depende de sus frutos. El egoísmo rompe la armonía y la tierra
rechaza al hombre. Aquí la tierra está personificada; ella misma destruye su relación con los seres
humanos negándose a responder con frutos a su trabajo.

b) Caín condenado a una vida errante (Gn 4, 12b-14)


73

Andarás errante y vagando por el mundo. Caín respondió al Señor: Mi culpa es demasiado grave
para soportarla. Si hoy me expulsas de la superficie de la tierra y tengo que ocultarme de tu
presencia, andaré errante y vagando por el mundo; y cualquiera que me encuentre, me matará.
Según esto, Caín se ve obligado a llevar una vida errante. El crimen se convierte en castigo. La
expulsión de la tierra cultivable significa expulsión a los lugares desérticos, refugio de demonios y
forajidos. Significa además expulsión de la presencia de Yahvé, de quien se creía que moraba
especialmente entre su pueblo y por tanto, el alejamiento del pueblo significaba alejarse de Dios.
Sin la presencia de Dios y la protección que ella implica, la vida de Caín estará llena de peligros.

Sin hermano, Caín va a descubrirse aislado y errabundo, a merced de los otros seres humanos
hostiles. El rechazo de la fraternidad abre así la puerta a todas las violencias.

La primera condición del encuentro con Dios es el reconocimiento de la fraternidad universal.


Rechazar al otro como hermano es separarse de Yahvé, salir de su presencia, separarse también
del suelo fraternal y hundirse en el mundo de los campos de batalla. El diálogo con Dios no es
posible más que a través del diálogo con los hermanos. E, inversamente, el diálogo con Dios abre
también al diálogo entre hermanos.

El fratricidio trae el caos, rompe las relaciones con Dios, destroza a la persona que renuncia a ser
prójimo. El grito de la sangre convierte al fratricida en un forajido, lejos de la presencia de Dios,
arrojado al mundo demoníaco del desierto. Caín, aterrado y sin atisbos de arrepentimiento, se
atreve de nuevo a hablar, pero sólo le importa su problema, el peligro que corre su vida; constata
que su culpa es demasiado grande, que su destino es el destierro y que cualquiera podrá matarlo.
Lejos de Dios, el hombre, más que condenado a morir, está muerto, por ser él mismo aniquilador
de la vida.

c) No obstante, Dios defiende la vida del asesino (15-16)

Le respondió el Señor: No es así. El que mate a Caín lo pagará multiplicado por siete. Y el Señor
marcó a Caín, para que no lo matara quien lo encontrara. Caín se alejó de la presencia del Señor
y habitó en la tierra de Nod, al Este de Edén.
Caín merecía ser aniquilado, pero el Dios de la vida no está por las ejecuciones de criminales. Su
justicia no sólo no incluye la venganza, sino que la condena explícitamente y advierte que su
aplicación puede traer una espiral indefinida de más violencia y muerte. Dios juez niega al hombre
la facultad de dictar sentencias contra la vida, incluso contra la vida de quien se la quitó a su
hermano. El v. 15, que asegura que “ el Señor marcó a Caín, para que no lo matara quien lo
74

encontrara”, tiene como trasfondo una institución social concreta: la venganza dentro de la tribu
por la sangre derramada. Dios está contra la venganza. Aquí se da a entender que la tribu de Caín
impone una venganza especialmente severa, por eso tenía tanto miedo a perder la vida. El
javhista da un significado religioso a esa marca: es signo de castigo y de perdón a la vez. Avisa de
quién es Caín y de que protección goza: bastante castigo tiene, como todos los homicidas, con
estar excluido del reino de Dios.

Comienza el relato con el nacimiento de Caín: aquí muere, al alejarse de una vida
verdaderamente humana quien no tiene derecho a ella. El toma la iniciativa: sabe que no
pertenece al ámbito del Señor. Habitó en la tierra de Nod. Nod no es un lugar geográfico, sino que
es la tierra de la desgracia. El situarlo al Este del Edén significa que está lejos del lugar en el que
Dios estaba junto a los hombres. Irse a vivir al país de Nod es refugiarse en la tierra del no
retorno, perderse en el país del andar errante, lejos de Dios. Sin asiento, sin hogar, labrador sin
tierra, hermano sin hermano, Caín da nombre a todos los homicidas de la historia. Lo que cuenta
el relato nunca sucedió, pero sucede todos los días a lo largo de la historia.

4. La descendencia de Caín (4, 17-24)

Para hacer estas genealogías, los escritores bíblicos se inspiraron en narraciones transmitidas
oralmente durante celebraciones del clan o de la tribu y en relatos míticos. Estas genealogías
cumplen varias funciones: señalan los avances de la civilización y al mismo tiempo el crecimiento
de la maldad y ponen en relación de la historia universal de la humanidad con la historia de Israel,
que comenzará con el patriarca Abrahán en el capítulo 12 del Génesis. Dentro de este marco
histórico van a colocar la figura de Abrahán.

El Yavista utiliza el invento de los oficios e instrumentos como signo de la civilización urbana
criticada porque no siempre va unida a la elevación moral y a la paz. Si el progreso se realiza a
espaldas de Dios, lleva en la brutalidad. La venganza indiscriminada de Lamec (Gn 4, 23-24) sólo
es limitada por la ley del talión (ojo por ojo) para que la venganza no sobrepase la ofensa (Ex 21,
24-25; Lev 24, 20)

Algunos ven en los nombres que se dan a los descendientes de Caín un retrato o una radiografía
de los distintos grupos de poder que hay en la sociedad no de los orígenes, sino del tiempo en que
se escribía este texto.

Desde luego, no se trata de una descendencia genealógica, sino más bien moral. Es una denuncia
del incremento del mal en el mundo. Caín tiene una numerosa descendencia. Nos encontramos
con una serie de descendientes de Caín, no de sangre sino de maldad, cuyos nombres están
75

estrechamente ligados a lo que hemos llamado los grupos de poder, tan dañinos a lo largo de la
historia.

Recuérdese que, en la mentalidad semita oriental, el nombre designa el ser de la persona, su


condición. Por eso conviene fijarse en la etimología de cada nombre para descubrir lo que este
texto quiere denunciar y anunciar: cada nombre señala a un grupo que, de un modo u otro,
maneja poder, y eso es contrario a lo que Dios quiere, por ir en contra de la vida del hermano.

1) Henoc está relacionado con una ciudad que Caín construyó y a la que puso el nombre de
su hijo (17) Por eso Henoc es símbolo de la ciudad. La Biblia no condena la ciudad por ser
ciudad, sino la estructura de injusticia que representaba la ciudad antigua, ya que era una
copia en miniatura del poder imperial. A causa de ella, los empobrecidos de siempre
sufrieron la exclusión, la opresión y la explotación sin misericordia. Al relacionar a Caín y su
descendencia con la construcción de la ciudad, el autor condena el poder opresor que
representaba entonces la ciudad.

2) Con Henoc queda también condenado su hijo Irad, nombre que significa «asno salvaje».
Tal vez represente el poder opresor de los que acumulan terrenos y heredades, los
latifundistas, a quienes podríamos añadir hoy los acaparadores de los recursos naturales.

3) Mejuyael, que significa «Dios es destruido», y Metusael, que se traduce por «hombre ávido
de poseer», representan el poder de la codicia y el intento de «destruir» al mismo Dios: el
dinero, la autoridad, la sabiduría y el lucro personal son poderes que tantas veces han sido
endiosados, convertidos en divinidades que directamente entran en competencia con el
Dios de la justicia. También esta clase de gente pertenece a la estirpe maldita de Caín,
porque en ningún momento le importa la vida del hermano.

4) Lamec es descrito como el hombre de la violencia sin control (19.23s) y está en relación
con quienes a lo largo de la historia no han tenido escrúpulo alguno en derramar sangre y
llenar la vida de llanto y de dolor a causa de la venganza desmedida y de la tendencia a
cobrarse la justicia por su cuenta. Aunque no se da juicio explícito sobre la poligamia de
Lamec (v. 19) el contexto (al estar situada en la línea de Caín) implica una condenación.

5) Yabal es descrito como «el antepasado de los pastores nómadas» (20). La posesión
desmedida de ganados se convirtió para algunos en dominio y control económico sobre los
demás.
76

6) Yubal aparece como cabeza de cuantos tocan la cítara y el arpa (21) que en sí mismas
son muy positivas. Lo malo está en que los poderosos han fomentado muchas veces una
cultura a su medida y a su servicio. No es que la Biblia condene a la cultura o sus múltiples
formas de manifestarse; la condena es para las estructuras injustas que tantas veces se
apropian de los frutos de la cultura y de la ciencia para ponerlos al servicio de sus
proyectos de opresión y muerte.

7) En Tubalcaín, «forjador de herramientas de bronce y hierro» (22), no se condena el trabajo


con los metales, sino a quienes convirtieron el descubrimiento del bronce y el hierro en una
forma de poder y de opresión. Cierto que la fabricación de herramientas de trabajo elevó la
calidad de vida, pero cuando ya no fueron sólo utensilios sino lanzas, armaduras y carros
de combate, las cosas cambiaron radicalmente. Algo tan positivo y útil para la vida como el
uso de los metales se convirtió en un instrumento de violencia y de muerte que aún
persiste. Esto es lo que la Biblia condena y, en consecuencia, considera hijos de Caín, el
padre maldito, a quienes así lo utilizan. El profeta Isaías, soñando un mundo diferente, dice
que “de las espadas forjarán arados y de las lanzas, hoces” (Is 2, 4)

8) Los nombres de las mujeres citadas están todos en relación con la belleza: Ada significa
«adorno» (19); Sila, «aderezo» (19); y Naamá, «preciosa» (22). Representan a la mujer
sometida al poder del varón, que no valora a la persona, al ser femenino, sino sólo a los
atributos externos, como su atractivo o sus joyas.

5. La descendencia de Set (4, 25-26)

En contraste con la descendencia depravada de Caín, presenta ahora la descendencia de Set. El


primogénito de Set, Enós, es el primero que invoca el nombre de Yhavé. El autor suma a las
ofrendas de Caín y de Abel esta invocación, para enseñar a sus contemporáneos que el hombre
dio culto a Dios desde el principio, y que el culto es un factor importante en el desarrollo
equilibrado del ser humano, tanto como el progreso o la industria.

Esta breve genealogía acaba con una doble conclusión. La primera (25-26a) trata del remplazo de
Abel. La iniciativa procede de Adán. Set engendra un hijo al que llama Enós. Estos dos
antepasados encontrarán su lugar en la genealogía sacerdotal del capítulo 5. La segunda
conclusión es, a primera vista, sorprendente: “entonces se comenzó a invocar el nombre de
Yahvé. Todos los exégetas hacen notar que el culto propiamente yavista comienza con Moisés
77

(Ex 3, 13-15) pero hemos vista que el autor J llama a Dios Yahvé desde el principio, aunque ese
nombre se lo reveló Dios a Moisés mucho más tarde(Ex 3, 14).

Mientras la línea de Cain desembocó en un terrible grito de venganza (23s), la línea de Set en una
actitud de oración. Esto significa que el hombre no está todavía completamente alejado de Dios.

Quizá el J supone que el hombre era capaz de adorar al único Dios desde el principio de la
humanidad, identificando así explícitamente al Dios de Israel con el Dios Creador.

6. Historia de los descendientes de Adán (5, 1-32)

En el capítulo anterior hemos leído la lista de la descendencia de Adán y Eva confeccionada por el
J, ahora podemos leer en el capítulo 5 del Gn otra lista, en este caso, confeccionada por el autor
P o sacerdotal. Adán, ya nombre propio es cabeza de una genealogía. Con fórmulas fijas
construye un puente de 10 generaciones que une a Adán con Noé. Han servido para rellenar el
intervalo impreciso entre la creación y el diluvio. La enorme longevidad de estos personajes es un
dato teológico para indicar que la vida humana se va abreviando conforme avanza el mal. Esta
generación cierra la etapa que comenzó con la creación y contiene diversas enseñanzas: la pareja
original, tras los fallos iniciales, ha proliferado dividiéndose en familias, prueba de la eficacia de la
bendición primera; el pecado no ha borrado la imagen divina en el ser humano; y en tercer lugar,
presenta a Enoc, séptimo en la lista, fiel como Noé y arrebatado al cielo como Elías.

Esta genealogía que une al primer hombre con el diluvio, prosigue en los capítulos 10 y 11, que
ofrecen el empalme entre el diluvio y Abrahán, descendiente de uno de los hijos de Noé: Sem. Así
se muestra cómo la historia posterior de la salvación está íntimamente vinculada a la de los
comienzos en un movimiento lineal, que va desde Adán hasta Abrahán.

Más que como números aritméticos, las edades atribuidas estos patriarcas, se pueden tomar
como una calificación de la bondad de las personas en la línea de la retribución intramundana, ya
que no se pensaba aún en que hubiera otra vida en la que Dios pudiera premiar a los buenos. Los
premiaba aquí con largos años. Por eso, el progresivo descenso de las edades indica
probablemente se refiere al progresivo alejamiento de Dios, puesto que la vida larga es atribuida al
“temor del Señor” (Prov 10, 27)

Podríamos decir que una característica de esta lista de personajes que derivan del tronco que
sustituyó al asesinado Abel es la lista de la estirpe de los «buenos», en contraposición al linaje de
Caín, que son los «malos». Pues bien, esta descendencia buena es, a la hora de la verdad, la que
va a provocar el castigo del diluvio, porque tampoco fue capaz de mantener la fidelidad a Dios.
78

EL DILUVIO UNIVERSAL (6, 1-9, 17)

INTRODUCCIÓN

Lo primero que hay que decir es que un


diluvio universal en el que el agua ha
cubierto hasta las montañas más altas
ni es posible físicamente ni ha
existido esa catástrofe universal. Interpretaban así el diluvio algunos pueblos de la antigüedad que
creían que la tierra era como un vaso o cuenco que se puede llenar hasta arriba, dejando las
montañas cubiertas. Sí habrán existido en todos los países grandísimas inundaciones de las que
todavía hoy decimos: “esto es un diluvio”. El diluvio bíblico es un mito y por tanto, nunca ha
existido tal como se describe, pero con él se transmiten unas realidades que siempre han existido.

Obedece a un falso planteamiento el hecho que desde pequeños nos han enseñado a ver en el
diluvio un hecho histórico. Las ilustraciones de la Historia Sagrada nos lo acentuaron y nuestros
catequistas insistían en que para Dios nunca ha habido nada imposible. Es curioso y lamentable
que durante muchos años especialistas hayan buscado con ahínco restos de la barca de Noé en
las cumbres del monte Ararat.
79

El planteamiento correcto es una hermenéutica que parta del contexto histórico en que se redactó
el texto y que tenga en cuenta los problemas sociales, políticos y religiosos al que dicho texto
responde, nunca se plantearían preguntas como sobre si el mundo realmente fue hecho en siete
días, o el hombre fue hecho del barro, o la mujer fue sacada de la costilla de Adán; o si realmente
existieron Caín o Abel, o si es cierto que la tierra quedó completamente cubierta de agua. Sin
embargo, el hacer este tipo de preguntas nos ofrece la oportunidad de denunciar el enorme
desconocimiento que algunos tienen de la Biblia.

Las preguntas que nos tenemos que hacer son otras: ¿Qué quiso decir el autor con este relato del
diluvio? Y sabiendo qué quiso decir, ¿cómo lo dijo, de qué recursos literarios se sirvió? Tratemos
de responder a estas dos preguntas.

a) ¿Qué nos quiere transmitir el autor del relato?


El autor nos quiere decir que ha habido en el pueblo de Israel catástrofes políticas, sociales y
religiosas peores que un diluvio y que se han debido a la maldad de las personas. No olvidemos
que el diluvio es como un castigo de Dios a una humanidad que se había corrompido hasta tal
punto de que Dios exclamó: “me arrepiento de haber creado al hombre” (Gn 6, 7) Esta corrupción
nos quedará más clara si recordamos los desastres políticas y sociales que sufrió el pueblo en el
que se forman estos relatos del Gen que coincide con la época de las monarquías, es decir, desde
el siglo X al VI a.C. Muchos reyes se pervirtieron y exploraron de forma inhumana al pueblo,
comenzando por Salomón. Es la época en que el Imperio de Asiría invadió a Israel (siglo VIII) y se
llevó a muchos israelitas al destierro y siglo y medio después fue el imperio babilónico el que
invadió Judá (siglo VI) destruyó la ciudad y el templo y se llevó, en dos expediciones sucesivas, a
muchos judíos al destierro de Babilonia. La historia de la monarquía es una historia de desastres,
peores que un diluvio.

La finalidad del autor no es dar información arqueológica o histórica, sino interpretar la historia,
desde de fe y el comportamiento humano y religioso, para dar una enseñanza e invitar al pueblo a
la conversión y asumir sus responsabilidades en los desastres sufridos. El diluvio tal como se
describe en la Biblia es un mito tomado de otros pueblos y transformado en símbolo de los
desastres de todo tipo que ocurren en Israel por la corrupción y el mal comportamiento,
especialmente de los poderosos, como ocurrió en esa “historia” de fantasía o inventada que es el
mito del diluvio.

b) ¿Cómo transmite el mensaje? ¿Mediante qué recursos literarios?


80

El diluvio es conocido en diversas culturas, especialmente en Mesopotamia y puede ser la versión


hiperbólica o exagerada de las grandes inundaciones. Se han llegado a contar hasta doscientas
cincuenta versiones del diluvio. En el que más directamente se inspiraron los escritores del Gn es
en el de Gilgamés, epopeya sumeria muy anterior a la existencia del pueblo hebreo.

Aunque el diluvio tiene paralelos en las epopeyas de Gilgames y Atra Hasis, la versión bíblica, por
exigencias de su fe en un Dios único, las desmitifica en buena medida. Mientras en esas
epopeyas hay una multitud de dioses los cuales decretan el diluvio, como para los hebreos no hay
más que un Dios, es Él el que toma la decisión tanto de destruir como de salvar. Además el único
Dios que existe desata tamaña calamidad para frenar la inmoralidad, la perversión, la corrupción
moral y la violencia y crear una nueva humanidad, mientras otras versiones de pueblos vecinos
dicen que los dioses mandan el diluvio para acabar totalmente con los hombres por motivos tan
fundamentales como el que, con sus ruidos y tambores, les molestan y les impiden dormir.

c) Las dos versiones del diluvio bíblico

En el relato del diluvio que encontramos en el Génesis se entrelazan dos fuentes o tradiciones: la
del Javhista (J) y la del Sacerdotal (P) Estas dos tradiciones paralelas se encuentran entrelazadas
sin que el redactor último se haya preocupado por armonizarlas. En ambas la inundación dura 40
días, pero la retirada de las aguas según el J el diluvio dura 71 días. En cambio, según el P dura
más del doble, 151 días.

Podemos decir que ambas fuentes coinciden de algún modo en la causa del diluvio: la corrupción
del género humano, y también en el final de diluvio, que, según el J, culmina con un sacrificio
agradable a Dios y la promesa solemne de Dios de que no va a enviar más diluvios y la vida
continuará. El P finaliza hablando de una alianza de Dios con Noé y con la humanidad (9, 1-17)

a. La versión yahvista (6, 1-7)

Ambas fuentes parten de un enfoque diferente. Mientras el P se fija de entrada en un hombre


ejemplar, Noé, y en su familia. El J se centra en la condena de un grupo pervertido: los que se
creen “hijos de Dios” y no admiten freno a sus malos deseos y acciones. Esta tradición describe el
pecado como algo innoble que actúa en el interior del ser humano y le arrastra a la violencia.
Viendo esa corrupción, el J dice que Dios se arrepiente de haber creado a la humanidad (8, 7) Sin
embargo, en medio de la oscuridad del pecado, brilla la luz de la esperanza: Noé y su familia se
salvarán porque “Noé encontró gracia ante Dios” (6, 8) Esta expresión no subraya, como se cree a
menudo, el mérito de la persona, sino la gratuidad del favor concedido por Dios. Yahvé ve a Noé y
lo escoge entre todos los demás, para que sea justo y no porque es justo.
81

Según el J, Dios constata que el mal está inscrito en el propio corazón del ser humano. Para
remediarlo, no hay otra solución que aniquilarlo, junto con el resto de los seres vivos. Después del
diluvio, Dios cambia de opinión. Para el autor J, el diluvio ha sido un error. Semejante desastre no
podía cambiar a la humanidad y Dios se da cuenta de ello. Se resigna a aceptar la realidad de la
tendencia al mal de los seres humanos y saca sus consecuencias : no volveré a matar a los
vivientes como acabo de hacerlo (8,21)
Estos cambios de opinión de Dios, no son un simple antropoformicismo, es decir a una forma de
presentar a Dios como si fuera un ser humano, sino que expresan el cuestionamiento que se hace
el escritor frente a realidades que no llega a entender. Por una parte, está un Dios creador, justo y
bueno y, por otra, una criatura humana irremediablemente inclinada al mal “desde su juventud”. Su
fe en un solo Dios no le permite resolver este enigma del mal recurriendo a la existencia de un
Dios del bien y otro del mal, como hacían las religiones de otros pueblos vecinos.

b. La versión sacerdotal

El P centra el relato del diluvio en la vida de Noé, a quien presenta como hombre justo en medio
de una perversidad generalizada. Gracias a Noé, el mundo renacerá. Mientras que para el
yahvista el diluvio es causado por de una lluvia torrencial, para el P se trata de desandar el
proceso de la creación para volver al caos inicial: las aguas de arriba, separadas en la creación de
las aguas de abajo, ahora se vuelven a unir para envolver la tierra y volver las cosas al caos
inicial. A partir de ahí, del caos, comienza la creación de la nueva humanidad.

La versión P también constata la corrupción y la violencia universales (6, 11) pero no se plantea la
inquietante cuestión de la incompatibilidad entre un Dios bueno y creador y unas criaturas
malvadas.

COMENTARIO AL TEXTO

1. Causas del diluvio

Como ya se dijo, aunque presentada de distinta manera, tanto para el yahvista (6, 1-8) como para
el P (6, 9-14) la causa del diluvio es el alejamiento progresivo de Dios y la creciente inmoralidad
de los seres humanos creados por Él.
82

1.1. La causa del diluvio según el yahvista

a) La corrupción de la humanidad (Leer Gn 6, 1-4)

Cuando los hombres se fueron multiplicando sobre la tierra y engendraron hijas, los hijos de Dios
vieron que las hijas del hombre eran bellas, escogieron algunas como esposas y se las
llevaron. Pero el Señor se dijo: Mi espíritu no durará por siempre en el hombre; puesto que es de
carne no vivirá más que ciento veinte años. En aquel tiempo —es decir, cuando los hijos de Dios
se unieron a las hijas del hombre y engendraron hijos— habitaban la tierra los gigantes —se trata
de los famosos héroes de la antigüedad.
El J acude a leyendas mitológicas para explicar por qué Dios desató el diluvio, principalmente a
estas dos: la de “los hijos de Dios” y la de “los gigantes”. El pecado de estos seres es la causa del
diluvio. El pecado de los “hijos de Dios” consiste en tomar mujeres de entre las hijas de los
hombres. De este emparejamiento nacen los gigantes. Así se funden ambas leyendas. Eso es un
mito y, por tanto, no ha existido nunca, pero la corrupción y la inmoralidad que esos mitos
significan ha existido siempre entre los seres humanos.

La desgracia que provoca esta culpa es doble: además de la catástrofe del diluvio, Dios pone un
límite de ciento veinte años a la vida humana, cantidad muy inferior a los años que se asignan a
los que vivieron antes del diluvio.

b) La reacción de Dios ente la corrupción de la humanidad ( Leer Gn 6, 5-7)

El yahvista presenta a Dios horrorizado por la deformación de su obra hasta el punto de


arrepentirse de haber creado al ser humano y decide eliminarlo. Como muestra de esa corrupción,
quizás el autor tenga delante lo que pasaba en la corte real de Jerusalén, analiza esa realidad y la
describe utilizando términos míticos. Con esa descripción, retrata al hombre poderoso que se cree
respaldado por el Señor y que escoge, movido por el sexo y el capricho, entre mil bellezas, la que
le apetece: nada ni nadie se lo puede impedir. Se trata de una denuncia profética en términos
míticos de la realidad que tenía ante sus ojos en la corte de Jerusalén.

1.2. La causa del diluvio según el sacerdotal (6, 9-13)

Como ya dije, el P comienza poniendo delante de los ojos, no la perversión de la humanidad como
hizo el Yahvista, sino la figura de Noé como un hombre recto y honrado y a continuación se fija en
la degeneración, no sólo de la humanidad, como dice el J, sino de todos los seres vivientes.
83

Mientras en el J la elección de Noé fue pura gratuidad de Dios, no mérito de Noé, en el P. Dios lo
elige porque se lo merece por su honradez.

El diluvio es una denuncia del mal y del pecado y un deseo por parte de Dios de recrear la
humanidad, como lo resalta especialmente la tradición P.

El sacerdotal describe la construcción de arca y sus dimensiones obedeciendo las órdenes de


Dios que le dice (6, 14-16) El J no habla de la construcción del arca, sino que comienza
directamente con la orden de Dios para embarcar a los vivientes que se han de salvar.

2. Los vivientes seleccionados entran en el arca

El Jahvista describe así la entrada en la barca de los vivientes que se van a salvar (leer 7, 1-3) En
cambio el sacerdotal dice: (Leer 7, 13-16)

Encontramos aquí una divergencia muy notable entre las dos versiones. El P dice que Dios mandó
meter en la barca una pareja de cada viviente. En cambio el Jahvista dice que siete parejas de
cada uno, excepto de los animales impuros que limita la entrada a una sola pareja por cada
especie.

3. La inundación de la tierra

En este punto hay varias coincidencias entre los dos relatos, el P y el J, pero también algunas
diferencias notables, como veremos. El tiempo de inundación en ambos casos es de 40 días, pero
en cuanto a la procedencia de las aguas que inundan la tierra hay una diferencia muy significativa.
Según el J, Dios dice: “Dentro de siete días haré llover sobre la tierra cuarenta días con sus
noches, y borraré de la superficie de la tierra a todos los seres que he creado. Noé hizo todo lo
que le mandó el Señor. (7, 4-5) Pasados siete días vino el diluvio a la tierra (7, 10). Estuvo
lloviendo sobre la tierra cuarenta días con sus noches (7, 12) Y termina el J con un detalle de
parte de Dios muy expresivo de su cariño: Y el Señor cerró el arca por fuera (7, 16b)

Como ya dije, según el P la inundación no procede sólo de la lluvia, sin o que recordando lo que
dijo en su relato de la creación cuando presentó la tierra envuelta en una bola de agua, en un
océano caótico y Dios separó las aguas de ese océano colocando un mar sobre el firmamento y
otro en la tierra, ahora se invierte el proceso de la creación y se juntan de nuevo los dos mares
para volver a sumergir a la tierra: “Tenía Noé seiscientos años cuando reventaron las fuentes del
océano y se abrieron las compuertas del cielo. Era exactamente el diecisiete del mes segundo (7,
11).
84

Sobre la crecida de las aguas, el P dice: “El diluvio cayó durante cuarenta días sobre la tierra.
hombres. El agua dominó sobre la tierra ciento cincuenta días (7, 17-24)
4. Descenso de las aguas

El P lo describe así: Entonces Dios se acordó de Noé y de todas las fieras y ganado que estaban
con él en el arca; hizo soplar el viento sobre la tierra, y el agua comenzó a bajar; se cerraron las
fuentes del océano y las compuertas del cielo(8, 1-2a) El agua se fue retirando de la tierra y
disminuyó, de modo que a los ciento cincuenta días, el día diecisiete del mes séptimo, el arca
encalló en los montes de Ararat. El agua fue disminuyendo hasta el mes décimo, y el día primero
de ese mes asomaron los picos de las montañas”(8, 3-5) El año seiscientos uno, el día primero del
primer mes se secó el agua en la tierra (8, 13a) el día diecisiete del mes segundo la tierra estaba
seca (8, 14)
El yahvista dice:

“Y cesó la lluvia del cielo (8, 2b) Pasados cuarenta días, Noé abrió la ventana que había hecho en
el arca y soltó el cuervo, que voló de un lado para otro, hasta que se secó el agua en la tierra.
Después soltó la paloma, para ver si las aguas ya habían bajado. La paloma, no encontrando
dónde posarse, volvió al arca con Noé, porque todavía había agua sobre la superficie. Noé alargó
el brazo, la agarró y la metió con él en el arca. Esperó otros siete días y de nuevo soltó la paloma
desde el arca; ella volvió al atardecer con una hoja de olivo arrancada en el pico. Noé comprendió
que la tierra se iba secando; esperó otros siete días, y soltó la paloma, que ya no volvió. Noé abrió
la ventana del arca, miró y vio que la superficie estaba seca (8,13)
La escena recuerda el relato de Utnapistim. Las aves eran utilizadas frecuentemente por los
antiguos para fines semejantes.

Comienza la nueva creación (P) (Leer 8, 15-19)

El sacerdotal después de haber dicho que todo volvió al caos inicial, ahora describe la nueva
creación que Dios realiza.

Como ya dije, el P recupera el lenguaje de la primera creación para describir la segunda y los
cambios que comporta: los animales temerán al hombre, éste deja de ser vegetariano y podrá
comer carne, pero con tal que no tenga aún dentro su vida, es decir, su sangre. El dar muerte a
los animales y comer su carne forma parte de la nueva era. Sin embargo, a causa de la
85

concepción semita de la sangre como sede de la vida, P toma en cuenta las normas israelitas
posteriores que prohíben tomar sangre como alimento (Lv, 17, 10-14; Dt 12, 23)

De ahí pasa al respeto debido a la vida humana: al animal que mate a un hombre se le exigirá la
vida e igualmente al hombre que derrame la sangre de su hermano se le pedirán cuentas, porque
el hombre es imagen de Dios. Parece una re-creación después de la destrucción provocada por el
diluvio. Noé aparece como el nuevo Adán. El mandamiento de multiplicarse y llenar la atierra es
reiterado en los mismos términos que en Gn 1,28, Pero se rompe el dominio y la relación con los
animales, que se vuelve violenta. Se termina el régimen herbívoro se pueden comer los animales,
con una excepción: está prohibido beber la sangre, porque la sangre es la vida, y la vida
pertenece a Dios. La sangre del adam es aún más sagrada que la de los animales, puesto que ha
sido creado a imagen de Dios. Quien derrame la sangre de adam no puede ser sancionado más
que con la muerte. En todo caso, el texto versa sobre el valor de la vida humana, hecha a imagen
de Dios, y no sobre la manera en que el asesino debe ser castigado.

5. Compromiso y alianza de Dios

6.1. Según el J

Terminado el diluvio, según el yahvista Dios asume un compromiso de no enviar más diluvios y
de asegurar la producción de la tierra y las estaciones del año y la alternancia de día y noche.
(Leer 8, 20-22)
6.2. Según el P (Leer 9, 1-17

El culmen lo constituye una alianza universal y gratuita, cuya señal es el arco iris, recordatorio
para Dios. Dios cuelga su arco en las nubes, como hacían los héroes; arco que se convierte en
ornato de su trono.
La segunda parte de este texto (8-17) inaugura una era completamente nueva en la historia de la
humanidad, la de una alianza eterna entre Dios y sus criaturas. Esta alianza esa doblemente
universal, porque es para siempre y abarca a todos los seres vivos. La garantía de esta alianza
será el arco iris, señal de renovación. La alianza es portadora de una promesa: jamás habrá otro
diluvio que extermine a los seres vivos. Esta alianza es unilateral y enteramente gratuita, es un
don y un compromiso de Dios que no exige contrapartida como exigió en la alianza con Abrahán,
que conlleva un compromiso personal del patriarca con Dios, se extiende sólo a sus
descendientes y su signo es la circuncisión.
(17, 11) La alianza del Deuteronomio es una especie de contrato entre Dios e Israel. El escritor P
se inspira en ella, pero la extiende a toda la humanidad, a todos los seres vivos y, sobre todo,
86

subrayan su perennidad absoluta. Para él no puede haber ruptura entre las naciones; sitúa la
historia de Israel en el marco universal de la creación.

6. Significado del relato del diluvio

En un plano negativo, el Yahvista, al hacer suya esta leyenda del diluvio, avisa del peligro que
comporta la pasión sexual sumada a la autosuficiencia, instintos tan poderosos que ciegan al
hombre y arrastran a la violencia carnal y sobrepasan los límites fijados por el Creador. Despreciar
esos límites, es suicida, lleva a la humanidad a una catástrofe tan grande como un diluvio
universal.

En el plano positivo es una proclamación de fe en un solo Dios que es señor del ser y de la nada,
que domina las aguas del caos, pero es también salvador cercano y misericordioso.

Revela también este relato un sentido profundo del pecado como algo incompatible con Dios y con
lo que Dios quiere para el ser humano y para el mundo: el pecado es semilla de destrucción
incluso cósmica.

El J ve al Señor desilusionado: el ser humano es malo desde que sabe pensar y lo prueba la
historia en cuyo contexto se ubica este episodio. De ahí que para este autor el diluvio tenga
connotaciones de purificación por el agua y sea paso previo para la formación de una nueva
humanidad.

7. Los hijos de Noé ( Leer 9,18-27)

Terminado el relato del diluvio, la segunda mitad de Gn 9 habla de la descendencia de Noé y sirve
de introducción al capítulo 10 en que hablará de los pueblos o naciones de la tierra descendientes
todos ellos de los hijos de Noé.

Este pasaje intenta explicar las relaciones internacionales de Israel a lo largo de su historia. Se
trata de un relato etiológico. El género literario que llamamos etiología (palabra griega que significa
búsqueda o tratado de las causas) tiene como finalidad explicar las causas de una realidad o de
un fenómeno que se está viviendo en el presente y cuyo origen «histórico» es desconocido. Lo
que quieren explicar estas genealogías es el por qué de las malas relaciones de los israelitas con
los caneos y también por qué el territorio cananeo ha sido conquistado por los semitas (los
hebreos eran semitas) y por lo jafecitas o descendientes de Jafé y es ahora un pueblo sometido,
esclavo. Buscando la causa de ello la pone en la maldición de que fue objeto Cam, de quien
proceden los cananeos (9, 26-27).
87

Con este relato el J este relato explica también la privilegiada situación de Sem, padre del pueblo
escogido, y el continuo desorden moral de la descendencia de Cam.

Los antiguos creían que la actuación de un antepasado determinaba el comportamiento de su


descendencia. Las costumbres licenciosas de los cananeos son dignas de quien les dieron la vida.

En la mentalidad semita, las maldiciones y las bendiciones no son simples deseos, sino palabras
eficaces que participan del poder de quien las pronuncia. La maldición de Cam indica que será
esclavo de los semitas y jafecitas invasores. El autor no da un juicio moral sobre la borrachera de
Noé, sino sobre el mal comportamiento de Cam. De ese modo resalta el valor de la piedad filial de
Sem y Jafet.

El punto de partida de esta historia inventada es la constatación de la maldad de los caneos. El


autor se pregunta por qué son así y arma esa “historia” para explicarlo. Es que su padre era así:
“de tal palo, tal astilla”.

Capítulo 10. LOS PUEBLOS DE LA TIERRA


(Leer 10, 1-32)
El autor de este texto considera la población de la tierra como resultado del mandato y de la
bendición divina. El objetivo de esta tabla de naciones es presentar la vida humana que se
expande a hasta llenar la tierra, partiendo de una sola familia que fue salvada del diluvio.

La lista de naciones que se mencionan en este capítulo no es historia ni geografía porque


suponen que hubo un diluvio universal al que sobrevivió únicamente la familia de Noé y sabemos
que eso es un mito, no una historia. Es una construcción literaria y bajo ningún concepto se debe
hacer una lectura literal a este relato, como si fuera historia. Las naciones de las cuales Israel
tiene los más dolorosos recuerdos están en relación directa con Cam, el hijo maldito de Noé.
Estamos ante el género literario llamado «genealogía», cuya intención no es dar un informe
históricamente verificable. Tampoco aquí, como en el caso de los hijos de Caín (4,17-24), se trata
de una descendencia biológica, sino moral.

Finalmente, esta lista genealógica sirve para situar a Israel, descendiente de Sem, en el conjunto
de las naciones como pueblo elegido para ser el testigo del Señor y su mediador.

La lista de personas y pueblos descendientes de Jafet, resultan los más desconocidos. En cambio
en la lista de los descendientes de Cam, el hijo maldito hay países e imperios muy conocidos. La
88

lista de los descendientes de Sem comienza mencionando directamente al


pueblo hebreo: “También engendró hijos Sem, padre de los hebreos” (10,
21)

Como he dicho, las relaciones que de Israel con la descendencia de Cam,


es decir, con las naciones que proceden de este tronco maldito, son
negativas. En la lista de los descendientes de Cam están incluidos los
países y pueblos que más dolor y muerte ocasionaron a Israel: Babilonia,
Egipto, Asiria y Canaán, y los pequeños países del entorno con los que
tuvieron que luchar los hebreos para establecerse en su territorio: los
jebuseos, amorreos, etc. Esas grandes naciones también merecen ser
juzgadas por su responsabilidad directa en las grandes catástrofes históricas sufridas por Israel. El
número total de pueblos y naciones que descienden de los tres hijos de Noé es de setenta,
número simbólico para la mentalidad hebrea, que significa que toda la humanidad desciende de
Noé.

LA TORRE DE BABEL (11, 1-9)

El mundo entero hablaba la misma lengua con las mismas palabras. Al emigrar de oriente,
encontraron una llanura en el país de Senaar, y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros:
Vamos a preparar ladrillos y a cocerlos —empleando ladrillos en vez de piedras y alquitrán en vez
89

de cemento. Y dijeron: Vamos a construir una ciudad y una torre que alcance al cielo, para
hacernos famosos y para no dispersarnos por la superficie de la tierra.
El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que estaban construyendo los hombres; y se dijo: Son un
solo pueblo con una sola lengua. Si esto no es más que el comienzo de su actividad, nada de lo
que decidan hacer les resultará imposible. Vamos a bajar y a confundir su lengua, de modo que
uno no entienda la lengua del prójimo.
El Señor los dispersó por la superficie de la tierra y dejaron de construir la ciudad. Por eso se
llama Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra, y desde allí los dispersó por
la superficie de la tierra.
Hay dos lecturas o dos maneras de interpretar este relato del Yahvista y su mensaje religioso con
resultados muy diferentes y en algunas cosas hasta contrarios. Ambas lecturas atribuyen los
males que sufre la humanidad al pecado, como alejamiento y hasta como enfrentamiento con
Dios. Pero ¿el pecado de quien? En la primera lectura, la más compartida por los intérpretes y
comentaristas bíblicos, es el pecado de la humanidad globalmente considerada. En la segunda
lectura, que podemos llamar política, es, ante todo, el pecado de los poderosos que oprimen al
pueblo. En la primera lectura la confusión de lenguas y la dispersión de la humanidad se toma
como un castigo de Dios o mejor como una consecuencia del pecado. En el segundo modo de
lectura la confusión de lenguas y la dispersión es un acto liberador de la opresión y, por tanto, no
es un castigo, sino una bendición de Dios

1. Primer modo de lectura: el orgullo del ser humano divide y enfrenta a los pueblos

Esta preciosa narración continúa la secuencia pecado-castigo de la tradición yahvista e intenta


explicar la ruptura más absoluta y universal, de todo el género humano. Esta interpretación se
mueve en la onda del pecado como origen de los males descrito en los anteriores capítulos del
Génesis: pecado de Adán y Eva, de Caín, de la humanidad entera corrompida antes del diluvio y
vuelta a corromperse después de él.

Según el Cometario Bíblico San Jerónimo, con este relato el Yahvista echa mano de un relato
mítico y etiológico para exponer la razón teológica de la división que reina entre las personas y las
naciones. El primer pecado llevó al ser humano a alejarse de Dios y de su prójimo. Como
consecuencia del pecado, toda la sociedad e aleja ahora de Dios, y unas personas de otras, como
se alejaron entre sí Adán y Eva por el pecdo.
90

El autor, igual que en los capítulos anteriores parte de una realidad mala que tiene delante de los
ojos y trata de explicarse el porqué de esa situación. Igual que en los primeros capítulos del Gn,
traslada el problema a los orígenes para asegurar que Dios no ha hecho las cosas mal porque
quiere para la humanidad un paraíso. Aquí el mal que tiene delante de los ojos está representado
por la diversidad de lenguas de los pueblos que los hace incapaces de entenderse y los lleva a
enfrentarse entre sí. Pero no se trata sólo de la lengua hablada, sino de todas las relaciones entre
las personas y los pueblos; no hay manera de entenderse, de armonizar los intereses y vivir en
paz. Y el ideal del paraíso de la armonía, la paz y la mutua comprensión se describe con esta
frase: El mundo entero hablaba la misma lengua con las mismas palabras (11, 1)

El autor considera la dispersión de los pueblos y la diversidad de lenguas una desgracia que la
humanidad atrajo sobre sí por un pecado de soberbia y autosuficiencia, semejante al pecado del
paraíso o al que provocó el diluvio.

El autor tomó como símbolo del pecado de orgullo las torres escalonadas unidas los templos en
Mesopotamia y concretamente de Babilonia. El autor considera esta torre como un intento humano
de llegar hasta Dios y es símbolo de la loca pretensión humana de rivalizar con Él. Al intento de
defender su autonomía hasta la locura se suma el ansia de gloria e inmortalidad, una vez más, el
ser como Dios expresado aquí en su deseo de “obtener un nombre”., de hacerse famosos,
inmortales.
Encontramos ese relato dos exhortaciones orgullosas en boca de los seres humanos: “Vamos a
hacer”… “Vamos a edificar…” El autor percibe en ellas un secreto afán de grandeza que se
convertirá en la más grave amenaza a las relaciones entre Dios y el hombre. Pero presenta ese
afán con escepticismo e ironía diciendo, por una parte, que los materiales utilizados, ladrillos
cocidos al fuego y alquitrán, no piedra y argamasa, son muy pobres para lograr tan grandioso
objetivo y, por otra, poniendo en boca de Dios la frse: “voy a bajar” (v 7) que manifiesta con la
ironía lo lejos que se han quedado en su propósito y la poca altura que han conseguido los
constructores pues Dios precisa bajar para ver su obra. La bajada de Yahvé para ver subraya
también la convicción del escritor de que Yahvé sigue siendo el señor del mundo y de la historia.

El autor juega con el nombre de Babel (Babilonia), que se parece a “balel”, que significa confusión,
satirizando así a la ciudad opresora y sus constructores blasfemos, que pretendieron un nombre
famoso y lograron uno de burla. El sarcasmo es evidente.
91

Como en el paraíso, un pecado de orgullo y egoísmo explica la situación en que vive la


humanidad. El hombre, confiando en sus solas fuerzas, corre el peligro de autodestruirse por su
inclinación a romper los límites de su condición de criatura.

Haciendo una aplicación a nuestra propia realidad, seguramente tenemos que reconocer que nos
resulta muy difícil hablar la misma “lengua”, es decir, estar unidos, comprendernos vivir en
armonía, tanto en la familia, como en los demás grupos sociales en que vivimos y quizás la causa
principal de esta división de lenguas sea el orgullo, el endiosamiento personal, en definitiva, la
torre de nuestro egoísmo.

2. Segundo modo de lectura. La división de lenguas como liberación.

Ese modo de lectura e interpretación del texto comienza leyendo la primera frase : “todos hablaban
una sola lengua”, en sentido negativo, como señal de sometimiento y opresión. Los partidarios de
esta interpretación, quizás con poco respeto y humildad rechazan la otra lectura diciendo que es
una interpretación tradicional y simplista nos enseñó que este pasaje explica el origen de la
diversidad de pueblos, culturas y lenguas como un castigo de Dios contra quienes supuestamente
«hablaban una sola lengua».

Me parece conveniente recordar aquí que los textos bíblicos tienen a la vez un sentido en sí y un
sentido para nosotros. El sentido en sí es aquello que el autor quiso decir a las personas en las
que estaba pensando en el momento de escribir el texto. El sentido para nosotros es lo que esas
mismas palabras nos quieren decir hoy a nosotros en nuestro propio contexto histórico. Creo que
la primera interpretación se fija mejor en el sentido en sí para aplicarlo hoy a nosotros en la misma
línea. La segunda interpretación, sería más bien una aplicación directa a una realidad concreta y
legítima, pero que no entronca directamente con lo ue el autor quería decir a Israel.

Los partidarios de esta lectura dicen que el texto puede ser de gran actualidad si lo leemos a la luz
de las circunstancias sociohistóricas en que se escribió. Nótese que la expresión «una única
boca» no tiene nada que ver con cuestiones de tipo idiomático, pero sí tiene que ver con el
aspecto político. Se trata de la imposición por la fuerza de un mismo sistema económico, el
tributario. Así pues, nuestro texto hace referencia a la realidad que vivía «el mundo entero»,
sometida a una única boca, esto es, a un único amo y señor, cuyo lenguaje era el de la conquista
y la dominación.

Situados en esta onda, la decisión de adquirir renombre y la construcción de una torre única no se
toma como símbolo del orgullo humano, sino evoca los trabajos faraónicos que exigían, tanto en
92

Mesopotamia como en Egipto, gran cantidad de esclavos. Los hebreos mismos lo habían
experimentado en Egipto y en el destierro de Babilonia.

Percibida por tantos comentaristas como el castigo del orgullo de los hombres, la dispersión de los
seres humanos es en realidad un acto de misericordia que libera a la humanidad de sus sueños
totalitarios. La unidad legítimamente buscada no es posible más que por el diálogo entre hombres
y pueblos diferentes. Según los cristianos, será necesaria finalmente la revolución de Pentecostés
para que los pueblos con sus diferentes lenguas comprendan la misma palabra.

Bajo esta perspectiva, nuestro texto no revela tanto un castigo de Dios, sino su oposición a las
prácticas imperialistas. El último piso de las torres –de las que construían los conquistadores como
signo de poder– estaba destinado a la divinidad. Era algo así como una cámara nupcial,
completamente vacía, a la que la divinidad bajaba para unirse con el poderoso artífice de la torre.
Semejante edificación no la construía cualquiera: era el símbolo de poder de un imperio.
Anualmente, mediante una liturgia especial, se le hacía creer al pueblo que la divinidad descendía
a la cúspide para unirse a la estructura dominante y para bendecirla. Así, los pueblos sometidos
pensaban que la divinidad estaba de parte de su opresor. En realidad, se trataba de una creencia
ingenua y alienante, fruto de una religión vendida al sistema. Nuestro relato denuncia y corrige
dicha creencia. El Señor desciende desde el cielo, pero no para unirse al poder que ha construido
la torre; baja para destruirla y, de paso, liberar a los pueblos del sometimiento y de la servidumbre.
No se trata, pues, de un castigo, sino de un acto liberador de Dios. A la luz del profundo sentido
que encierra esta historia, el creyente de hoy tiene la herramienta apropiada para releer
críticamente la realidad político-religiosa que vive. Desde hace algunos años, el mundo camina
hacia una forma de globalización. Pero, ¿se trata de un proyecto que de veras beneficia a todos
los pueblos por igual? ¿Qué papel están jugando en este proceso las estructuras económica,
política y religiosa, y al servicio de quién se encuentran? ¿De los más débiles? ¿Respeta el
proyecto de globalización la identidad cultural, política, económica, religiosa y nacional de cada
pueblo? El papel de la religión es decisivo, tanto en los procesos de concienciación como de
alienación del pueblo, así que deberíamos utilizar este pasaje para enjuiciar la globalización actual
y no tener que lamentarlo más adelante.

En una u otra interpretación quedan claros varios mensajes.


a) Los males que ocurren en la sociedad: la incomprensión, el odio, las guerras entre familias,
tribus y naciones, la corrupción, la explotación de las personas, provienen del pecado que
93

nace del innato egoísmo humano, ese egoísmo es la fiera que nos acecha
permanentemente, como acechaba a Caín.
b) El endiosamiento del ser humano cae en el fracaso y hasta en el ridículo, porque Dios es el
único Dios, el único soberano, que acabará con todos los déspotas, que, como dirá el
Nuevo Testamento, por medio de una débil mujer, derriba del trono a los poderosos” (Lc 1,
52)
c) Sólo cuando cada uno deje de ser el centro de gravedad de sí mismo y se centre en Dios y
en su voluntad que quiere lo mejor para todos sus hijos, hablaremos una sola legua con
Dios y entre nosotros, estaremos unidos; llegará, con la fuerza del Espíritu el Reino de
Dios, la comunidad en el que todos vivamos realmente como hijos suyos y como hermanos
entre nosotros; comenzará a ser realidad el ensueño de la primitiva comunidad cristiana en
la que “todos tenían una sola alma y un solo corazón” (Hch 4, 32)

Hemos comentado los 9 primeros versículos del capítulo 11 del Génesis. El resto de los versículos
de este capítulo ofrece una lista detallada de los descendientes de Sem hasta llegar a Teraj, padre
de Abraán. Termina diciendo: “Téraj tomó a Abrán, su hijo; a Lot, su nieto, hijo de Harán; a Saray,
su nuera, mujer de su hijo Abrán, y con ellos salió de Ur de los caldeos en dirección a Canaán;
llegado a Jarán, se estableció allí” (Gn 11, 31).
Debidamente situado Abrahán, padre del pueblo hebreo, en la “historia” de la humanidad, a partir
del capítulo 12 del Génesis comienza la historia de Israel utilizando un género literario llamado
epopeya, que partiendo de un pequeño núcleo histórico, magnifica, como hacen todos los pueblos,
a sus próceres.

GENEALOGÍAS DE Gn 9, 18 – 11,32
Gn 9, 18-27 Gn 10, 1-32 LAS NACIONES Gn 11, 10-32: los semitas
94

Otros - - - - - - - SEM
LOS HEBREOS -Arsafax
Asur - - - - - - - - - ------- -Sélaj
Lud - - - - - - - - - - - Héber
Arán - - - - - - - - - - Péleg
SEM Elán - - - - - - - - - -
Arsafxat: -
-
Teraj
ABRAHÁN
NOÉ Nubia - - - - - - - - Egipto
Egipto - - - - - - - - Nínive (Asiria)
Put - - - - - - - - - - Babilonia
CAM Canaán - - - - - - - Canaán
Jebuseos, etc
JAFET Gomer ………

También podría gustarte