Revista Redes 42
Revista Redes 42
Revista Redes 42
Revista de
Psicoterapia Relacional e
Intervenciones Sociales
Diciembre de 2020
www.redesdigital.com 42
Alfredo Canevaro
El agradecimiento recíproco: una técnica experiencial útil para las “separaciones imposibles”
Marcelo Pakman
Un giro crítico-poético para la práctica sistémica
Juan Antonio Abeijón Merchán e Iñaki Aramberri Miranda
Paradoja-Violencia-Adolescencia Comunicación-Conducta-Evolución ¿Cómo se relacionan?
¿Cómo actuar?
Lia Mastropaolo
Niños, adolescentes y sus familias: terapia y mediacion sistemica on line
Marcelo Rodriguez Ceberio
¿Y dónde esta el encuadre? La terapia fuera de los límites del consultorio
Maria Luiza Cobra de Castilho
Comunicación Padre-Hijos
Facundo Cocola
Terapia Multifamiliar Intensiva en Salud Pública: Aplicación de un dispositivo (EMIT) en
Trastornos del Uso de Sustancias
Federico Sarink
La terapia provocativa: Creando nuevos contextos usando el humor y el desafío sistemáticamente
Sandro Giovanazzi Retamal
Protocolo de entrevista diagnóstica en terapia de pareja
Maria Alejandra Gonzalez Monzon
Fotogramas relacionales: Técnicas redefinidoras para lograr el “zarandeo cognitivo”
Bani Maya Morodo
¿Y si hablamos de la Fratria?
Pablo Andrés Concha Ponce y Milton Andrés Contreras Sáez
Proyecto de vida adolescente: Una alternativa de intervención sistémica en contextos diversos
Marika Buciuni, Eleonora Paparo, Lisa Ferrara, Sara Puosi, Rossella Capecchi, Valentina
Albertini y Gianmarco Manfrida
¿¡Es suficiente una App para encontrarse!?. Investigación exploratoria sobre el uso de las App en
la práctica clínica
Atribución 4.0 Internacional (CC BY 4.0)
DIRECTORES EDITORIALES
Esteban Laso Ortiz
Eduardo Hernández González
CONSEJO CIENTÍFICO
Ricardo Ramos (España) Raúl Medina (México)
Marcelo R. Ceberio (Argentina) Javier Ortega (Barcelona)
Sandro Giovanazzi (Chile) Jaime Inclán (USA)
Regina Giraldo (Colombia) Félix Castillo (España)
Juan Antonio Abeijón (España)
CONSEJO DE REDACCIÓN
José Manuel Costa (Lisboa) Janine Roberts (Amherst MA)
Ana Paula Relvas (Portugal) Mauricio Coletti (Roma)
Teresa Moratalla (España) Elida Romano (París)
Bani Maya (España) Claudio Deschamps (Buenos Aires)
Claudia Lucero (Temuco) Mª Eugenia Roselli (Bogotá)
Norberto Barbagelata (Madrid) Luis Elías Elicera (Lima)
Gianmarco Manfrida (Prato) Karin Schlanger (Palo Alto CA)
Rodolfo de Bernart (Florencia) Mony Elkaïm (Bruselas)
Ana Gomes (Portugal) Matteo Selvini (Milán)
Josu Gago (Bilbao) Celia Falicov (San Diego)
Luz de Lourdes Eguiluz (México) Horacio Serebrinski (Buenos Aires)
Eduardo Martínez (Zaragoza) Guillem Feixas (Barcelona)
Silvana Mabel Núñez (México) Pier Giorgio Semboloni (Genova)
Mark Beyebach (Salamanca) Saúl Fuks (Rosario)
Inma Masip (Girona) Carlos Sluzki (Washington DC.)
Lia Mastropaolo (Genova) Edith Goldbeter (Bruselas)
Javier Bou (Valencia) Luis Torremocha (Málaga)
Jorge Daniel Moreno (Argentina) Nuria Hervás (Sevilla)
Philippe Caillé (Niza) Marco Vanotti (Neufchatel)
Robert Neuburger (París) Annette Kreuz (Valencia)
Carmen Campo (Barcelona) Jorge de Vega (Las Palmas)
Luigi Onnis (Roma) Gilberto Limón (México D.F.)
Luigi Cancrini (Roma) Manuel Villegas (Barcelona)
Marcelo Pakman (Amherst MA) Elisa López Barbera (Madrid)
Alfredo Canevaro (Macerata) José Soriano (España)
Jacques Pluymaekers (Bruselas) José Antonio Pérez del Solar (Perú)
Alberto Carreras (Zaragoza) Tania Zohn Muldoon (Guadalajara)
Remberto Castro (México) Esteban Agulló Tomás (Oviedo)
José A. Ríos (Madrid) Fernando López Baños (Santander)
Jorge Colapinto (Filadelfia) Iñaki Aramberri (Bilbao)
COLABORADORES TÉCNICOS
Miriam Anahí Guerra
Claudia Faini Terán
No. 42, Diciembre de 2020
SUMARIO
EDITORIAL 7
A. DOSSIERS
El agradecimiento recíproco: una técnica experiencial para las
“separaciones imposibles”
Alfredo Canevaro 11
Un giro crítico-Poético Para La Práctica Sistémica
Marcelo Pakman 19
Paradoja-Violencia-Adolescencia. Comunicación-Conducta-
Evolución. ¿Cómo se relacionan? ¿Cómo actuar?
Juan Antonio Abeijon y Iñaki Aramberri Miranda 25
Niños, adolescentes y sus familias: Terapia y mediacion sistémica
online
Lia Mastropaolo 33
¿Y dónde esta el encuadre? La terapia fuera de los límites del
consultorio
Marcelo Rodríguez Ceberio 43
Comunicação na Pai-Filhos: O papel da vinculação e da expressão
do afeto sob o espectro do lugar de género
Maria Luiza Cobra de Castilho, Madalena de Carvalho y Alda Portugal 55
Terapia Multifamiliar Intensiva en Salud Pública: Aplicación de
un dispositivo (EMIT) en Trastornos del Uso de Sustancias
Facundo Cócola 67
La terapia provocativa: Creando nuevos contextos usando el
humor y el desafío sistemáticamente
Federico Sarink 87
Protocolo de entrevista diagnóstica en terapia de pareja
Sandro Giovanazzi 95
Fotogramas relacionales: Técnicas redefinidoras para lograr el
“zarandeo cognitivo
Alejandra González Monzón 105
La fratría y su potencial en el encuentro terapéutico
Bani Maya Morodo 117
Proyecto de vida adolescente: Una alternativa de intervención
sistémica en contextos diversos
Pablo Andrés Concha Ponce y Milton Andrés Contreras Sáez 127
¿¡Es suficiente una App para encontrarse!? Investigación
exploratoria sobre el uso de las App en la práctica clínica
Marika Buciuni, Eleonora Paparo, Lisa Ferrara, Sara Puosi, Rossella 133
Capecchi, Valentina Albertini y Gianmarco Manfrida
B. RESEÑA
Marcelo Pakman
A Flor de Piel: Pensar la Pandemia
Esteban Laso Ortiz 145
7
Editorial
V
ivimos una época sin precedentes, una pandemia que nos obliga a suspender la
vida cotidiana y cambiar la mayoría de los nuestros hábitos relacionales. El confi-
namiento, el temor ante lo desconocido, la ansiedad y la depresión han sido el pan
de cada día para muchas personas al rededor del mundo.
Esto plateó grandes desafíos para los profesionales de la salud mental, no solo por la creciente
demanda de los servicios, sino también por la particular situación de ofrecer la ayuda en la distancia
y mediada por la tecnología. Podríamos decir que se trata de un parteaguas de la intervención clínica.
Esta particular situación dio sentido a la convocatoria para el número 42 de Redes, en colabo-
ración con la edición XVI CONGRESO RELATES 2020”, con sede en Asunción Paraguay, con el
tema “Modelo Sistémico: Propuestas Actuales en Distintos Contextos”. De manera que, para este
número, seleccionamos algunos de los mejores trabajos presentados durante el Congreso (a tres me-
ses para algunos y cinco o seis, para otros, de la propagación mundial del COVID, y del inicio del
confinamiento) y que luego fueron sometidos al proceso de dictaminación doble ciego de la revista.
De este modo, la edición 42, se compone de un dossier con 13 artículos y una reseña, cuyos
temas trazan líneas de relación con la experiencia profesional de la época presente que nos toca vivir.
Asimismo, nos congratula anunciar que, a partir de este número, en el que publicamos uno de
los artículos en portugués, abrimos la posibilidad de recibir artículos en idioma distinto al español,
de manera que se ofrezca la oportunidad de publicación, para autores no hispano hablantes, en su
idioma original.
Finalmente, hacemos extensiva la invitación a los interesados en difundir sus reflexiones teó-
ricas, sus hallazgos derivados de la intervención clínica u organizacional o de la investigación, a
www.redesdigital.com
Dossiers
Redes 42, Diciembre de 2020, ISSN en trámite www.redesdigital.com 10
El agradecimiento recíproco: una técnica experiencial para las 11
“separaciones imposibles”
Alfredo Canevaroa
a
Escuela de Psicoterapia “Mara Selvini Palazzoli”. a.canevaro@liberto.it
Recibido: 30-07-2020 Un desafío importante para la terapia de pareja son aquellas en donde
Primera revisión: 30-11-2020 predomina la rabia y el rencor que persisten más alla de toda lógica. Han
Aceptado: 14-12-2020 superado estas fases, se han vuelta a casar con otra persona, quizas tienen
nuevos hijos y, sin embargo, persiste esta rumiación obsesiva, los contactos de
todo tipo, escrito, virtual y personal, que contribuyen a amargar la vida de todos
los participantes en este juego de masacre. Hijos, nuevos cónyuges, abogados,
Palabras clave familiares contemplan con pena y amargura estos ataques y contraataques que
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no cesan. ¿Cuál es la causa y qué se puede hacer con esta misión imposible
separación, divorcio,
que es desprenderse finalmente de este ex-partner que continua siendo un
agradecimiento recíproco,
aguafiestas permanente?
terapia de pareja
Abstract
Redes 42, Diciembre de 2020, ISSN en trámite
Keywords A major challenge for couple’s therapy is one where anger and resentment
disengagement, divorce, predominate and persist beyond all logic. They have overcome these phases,
they have remarried someone else, perhaps they have new children, and yet
reciprocal acknowledgment,
this obsessive rumination persists, contacts of all kinds, written, virtual and
couples therapy personal, that contribute to embittering the lives of all participants in this game
of massacre. Children, new spouses, lawyers, family members contemplate with
sorrow and bitterness these attacks and counterattacks that do not cease. What is
the cause and what can be done with this impossible mission that is to finally get
rid of this ex-partner who continues to be a permanent killjoy?
12 1. INTRODUCCIÓN
“Pero no hace falta pensar mal de la paradoja, porque la paradoja es la pasión del pensamien-
to y el pensador sin paradoja es como el amante sin pasión... “
Soren Kierkegaard, “Migajas Filosóficas”
Un desafío importante para la terapia de pareja son aquéllas en donde predomina la rabia y el
rencor que persisten más allá de toda lógica. A veces superan todas las fases de la separación psí-
quica, física, legal y persiste aún un “pegoteo” difícil de explicar. Han superado estas fases, se han
vuelta a casar con otra persona, quizás tienen nuevos hijos y sin embargo, persiste esta rumiación
obsesiva, los contactos de todo tipo, escrito, virtual y personal que contribuyen a amargar la vida
de todos los participantes en este juego de masacre. Hijos, nuevos cónyuges, abogados, familiares
contemplan con pena y amargura estos ataques y contraataques que no cesan.
¿Cuál es la causa y qué se puede hacer con este tipo de misión imposible que es desprenderse
finalmente de este ex-partner que es un aguafiestas permanente?
Claro que las separaciones son una ilusión. Quienes la logran realmente son muy pocos, aque-
llas parejas que se casaron muy jóvenes, que estuvieron un par de años juntos, sin hijos. Se recuerdan
habitualmente como aquellos novios y novias de la adolescencia. Pretender borrar completamente
la otra persona de nuestra mente no sólo es imposible sino también inadecuado. Nuestra vida está
El agradecimiento recíproco: una técnica experiencial para las “separaciones imposibles”; p. 15-18
hecha de encuentros, buenos y malos y constituyen nuestra esencia; no podemos erradicarlos pues
sería poco natural.
Cierto es, como decía Nietzche, (2007) que la amnesia es una de las cualidades más protec-
toras de la mente: “He hecho esto, dice mi memoria. No lo he hecho, dice mi orgullo y es siempre
la memoria que cede”. Pero volviendo a este síndrome tan fastidioso de la separación imposible,
tenemos que tratar de entenderla y de desarrollar técnicas que la disuelvan.
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El pecado original de la vida de pareja es querer un partner que compense las carencias de
cada familia de origen: “Ahora me darás todo el cariño que me faltó y el respeto que no tuvieron por
mí”. Esta imagen salvífica del partner que pueda compensar las carencias habidas en el seno de la
familia de origen está destinada a la desilusión o el fracaso.
La pareja no está hecha para compensar estas carencias. Según mi parecer, se puede resumir
así: “Contigo, en el camino de la vida, estoy mejor que sola o solo”. Y nada más. Todo el resto son
depositaciones masivas, identificaciones proyectivas que no hacen más que pesar sobre esta relación
que a veces sofoca.
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El proceso terapéutico consiste en quitar estas proyecciones que oscurecen la relación para
saber si todavía existe el amor. Si es así, inmediatamente la llama revivirá; si el amor ha muerto, lo
mejor es sepultarlo para que no dé mal olor.
Volvamos a este tipo especial de pareja que a veces vienen de motu proprio o enviados por
sus abogados, desesperados de no saber qué hacer para resolver los innumerables problemas que
esta situación conlleva. Cuando esta pareja entra en el consultorio a menudo sucede que pelean en la
sesión en medio de acusaciones de todo tipo. No oyen lo que el terapeuta intenta decir. Han puesto
el piloto automático de los reproches y contrareproches.
Es aquí donde se puede utilizar esta técnica tan paradojal como paradojal es la situación. Ellos
están separados físicamente pero siguen unidos emocionalmente como gemelos siameses que nada
pueden hacer para mejorar su condición.
3. LOS ORÍGENES DEL AGRADECIMIENTO RECÍPROCO 13
Hace más de 30 años Florence Kaslow y Linzer (1987) propusieron hacer un ritual de sepa-
ración tornando como ejemplo el único ritual religioso que se conoce y es el del judaísmo antiguo
empleado por los ortodoxos. Se reúne un tribunal compuesto de tres rabinos, el Beth Din, que elige
a uno de ellos que convoca la ex-pareja y pide al ex-marido (solo él lo puede hacer) que entregue a
la ex-esposa el Guet, que es un papel compuesto de 12 líneas escritas en arameo que permite que la
ex-esposa, una vez disuelta la unión, pueda volver a casarse.
Entonces, el rabino dice a la pareja: “Ustedes se amaron y tuvieron hijos. Ahora el amor ha
muerto. Agradézcanse el bien que se dieron y cada uno siga por su camino, separadamente”.
A partir de esto, Kaslow y Linzer hacían una especie de sociodrama convocando a hijos, ami-
gos y parientes y desde el lugar del rabino, ejercía este rol con la pareja presente, en medio de una
atmósfera de tristeza y de alivio consiguiente.
Yo considero que este ritual, si bien útil, no tiene la potencia necesaria para disolver una rela-
ción constelada de odios y rencores que mantienen la situación. Ante esta paradoja de seguir unidos
a pesar de la separación, es necesario una contraparadoja que los impacte mucho y pueda provocar
un cambio de los esquemas emocionales que luego cambien las cogniciones.
Es por eso, que en medio a los virulentos ataques recíprocos, el terapeuta les pide sentarse
frente a frente, tocándose las rodillas y tomándose de las manos. El terapeuta debe indicar con mu-
cha firmeza el ejercicio, a pesar de algunas quejas que a veces los pacientes expresan. Basta decir:
“Hagan esto…” y responder a las quejas diciendo: “Ustedes vinieron (o fueron mandados) para ser
ayudados en estos problemas. Necesito que hagan lo que les pido concentrándose en mis indicacio-
nes”. Acto seguido pregunta quién quiere empezar y luego les da las instrucciones que veremos más
adelante.
Renata, 36 años, divorciada con tres hijos, empleada, viene junto a su ex-compañero Julio de
43 años, empleado, divorciado con un hijo de 17 años. Están juntos desde 5 años, durante los cuales
han convivido pocos meses. Ella dice: “Estuvimos bien durante un año y medio y luego stop. Desde
hace tres años no tenemos relaciones sexuales. He dicho: ¡Basta! Pero no nos despegamos”. “Estoy
de acuerdo”, dice él, “yo soy preciso y ella desordenada”. Me cuentan a grandes líneas la historia de
la pareja y las generalidades de las familias de origen de cada uno.
Hacia la mitad de la sesión les pido que se sienten frente a frente, tocándose las rodillas y to-
mándose de las manos:
T: “Comience usted Julio, y Renata debe escuchar sin hablar ni dialogar; luego le tocará a
usted. Julio, agradézcale a Renata todo el bien que ella le ha dado, cosa por cosa.”
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Hay veces en que la indicación proviene de ambos abogados, desesperados por no saber qué
hacer. Es el caso de Francisca, camarera de un restaurant, de 40 años, y Salvador, de 43, chofer de
El agradecimiento recíproco: una técnica experiencial para las “separaciones imposibles”; p. 15-18
ómnibus. Estuvieron casados por 13 años y tienen dos hijos, Graciela de 12 años y Juan de 10 años.
Hace dos que se han separado legalmente y ambos tienen nuevas parejas.
El problema insoluble para los abogados es que Francisca no acepta que la nueva compañera
de Salvador administre los horarios de sus hijos. Ella insiste en que Salvador lo haga, en que sea él
quien venga a buscar a sus hijos los días que le toca recibirlos en su casa. Actualmente están con la
madre, vienen sábado o domingo por la tarde y permanecen durante una semana; la siguiente sema-
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Ahora falta describir un aspecto importante de la técnica cuando es utilizada en las situaciones
en que la ambivalencia demostrada no le permite al terapeuta saber si mejorarán en la terapia de
pareja, aumentado el vínculo positivo o si deberán iniciar una terapia del divorcio si ellos la aceptan.
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Se trata de un caso referido por la abogada de Lucía, 45 años, camarera, divorciada con dos hijos
de 20 años y 16 años; y Mateo, 49 años, representante de comercio, soltero. Estuvieron tres años de
novios y se casaron hace cuatro años.
Lucía dice: “Desde enero él se fue de casa. La única certeza es que estamos enamorados aun-
que tenemos diferencias cotidianas importantes, pero no conseguimos dejarnos”. Él responde: “He
dejado todo y todos. El problema existía desde hace tiempo. Luego de un periodo, la extraño, pero
luego hay insatisfacción”.
Lucía comenta: “Yo he sufrido la separación. Yo pienso todo lo que digo. Él está cargado de
trabajo de responsabilidad y está acostumbrado a mandar y yo he sido siempre independiente”, a lo
que Mateo replica: “Tenemos una visión distinta de la vida. Yo tenía otra compañera pero el primer
encuentro con Lucia me fulguró. Me ha dado tanto y me hacía sentirme realizado, pero ella tiene dos
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El agradecimiento recíproco: una técnica experiencial para las “separaciones imposibles”; p. 15-18
En otros casos, la pareja, luego de esta manifestación de reconocimiento mutuo está mejor,
más afianzados en el vínculo, como si hubieran hecho el balance emocional explicitando vivencias
importantes de ambos y disminuyendo la ambivalencia.
Esta técnica, si bien muy distinta de las aplicadas por Mara Selvini Palazzoli a las familias de
psicóticos y anoréxicas, tiene ecos de la creatividad de esta gran terapeuta que sacudió el mundo de
la terapia familiar en los años 80 usando conceptos de la paradojalidad humana en la psicoterapia ya
expresados por Víctor Frankl y Paul Watzlawick (entre otros) pero aplicándolos por primera vez al
grupo familiar con la contraparadoja de la connotación positiva.
A esto es necesario añadir la gran contribución de Esteban Laso (2015, 2019) al estudio de los
procesos emocionales de la familia y de la tarea terapéutica necesaria para cambiar. Como menciona
Laso:
La experiencia emocional humana transcurre dentro de una dimensión que va de lo superficial, inmediato,
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fluctuante, llamativo y ocasional (el foco) a lo profundo, sutil y constante (el trasfondo) en la que podemos
distinguir tres fenómenos: arriba, la emoción propiamente dicha, a mitad de camino, los estados de ánimo y
acercándonos al núcleo del ser, la “sensación de sí mismo”. Esta última es crucial para la tarea terapéutica,
sobre todo en los casos complejos: por regla general, cuanto más grave el trastorno, tanto más comprometida
está la sensación de sí. A diferencia de la emoción, la sensación de sí no responde directamente a la situación
actual sino a la amalgama de experiencias emocionales previas (en particular las relaciones con el apego y
la competencia) ... la sensación de sí es duradera y sólo fluctúa tras experiencias de gran calado (Laso 2015).
17
Más adelante, cita a Johnson (2004) cuando dice que las terapias de pareja exitosas atraviesan
dos fases: la disolución de los circuitos defensivos seguida, cuando es viable, de la reconstrucción
basada en las mutuas muestras de cariño. Es precisamente lo que impacta de esta técnica contrapa-
radojal que enfatiza lo no dicho pero necesario para balancear los aspectos positivos y negativos de
toda experiencia humana, sobre todo en una relación tan especial como es la de la pareja.
En cuanto a las dificultades, los nuevos cónyuges están acostumbrados, a veces por años, a oír
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las perennes quejas y acusaciones que su partner dedica a la relación mantenida con su ex y también
a su persona. Son testigos, muchas veces, de algunas de esas “maldades”. Por eso, la perplejidad ante
esta nueva posición que no los ha incluido puede ser un obstáculo para el resultado. Claro está que
el efecto sanador de la intervención terapéutica contribuirá a disminuir las quejas del ex-cónyuge y
por tanto ayuda a la distensión de todo el sistema. En este punto de la investigación clínica se trata
de un tema pendiente; pero la intervención podría teóricamente seguirse de una inclusión de estos
ex-cónyuges si es que hay un proceso terapéutico o en una divorce-therapy.
Otra dificultad la presentan los abogados, sobre todo aquellos que insisten en la errónea es-
trategia de buscar la culpa, para lo que han sido entrenados durante toda su carrera. Buscar la culpa
en una relación circular y auto determinante como es la pareja lleva a una calle sin salida. Estos
abogados, frente a un cambio copernicano de su cliente, pueden querer continuar con una guerra sin
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cuartel. En estos casos podría ser útil una reunión terapéutica que englobe a ambos abogados con los
clientes si es que fuera posible.
Está claro que el efecto sorpresa de la contraparadoja es lo más importante de la técnica. Para
eso, el terapeuta debe administrar sabiamente el timing del encuentro: efectuar la técnica ya en la
primera o máximo la segunda sesión, hacia la mitad, para terminar aproximadamente a la hora pre-
vista. Ha de ser determinado y saber que es el único cartucho que dispone. No lo puede malgastar.
Cerrar el encuentro enseguida después de la técnica, sin metacomunicar, es también importante para
dejar sedimentar la experiencia emocional sin interferir con la crítica lógica.
Alfredo Canevaro
Cuando es posible continuar con el proceso terapéutico de la pareja, se debe encarrilar hacia
una terapia del divorcio que mantenga explícita la ambivalencia de toda interacción humana y haga
un balance de esa relación importante que muchas veces debe ser sellado por un acuerdo parental. Es
necesario organizar la relación en el marco de una familia reconstituida que tiene sus leyes propias
y no las de aquella familia nuclear que fue y que ya no será. En general, en los casos que he visto,
18 ya con toda una vida encaminada separadamente, no siguen viniendo a terapia porque el tema está
resuelto; simplemente continúan con sus vidas más aliviados.
Por tanto, esta técnica puede ser muy útil en las mediaciones y además debería ser incluida en
las últimas fases de una terapia del divorcio, como preventiva para evitar problemas y para seguir el
camino de la convivencia pacífica.
Sólo queda continuar con la investigación clínica disponiendo de una nueva arma terapéutica
para la difícil tarea de pasar de una separación imposible a una separación parcial, menos dañina.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
El agradecimiento recíproco: una técnica experiencial para las “separaciones imposibles”; p. 15-18
dina, E. Laso y E. Hernández (Coords.) El modelo sistémico ante el malestar contemporáneo
(111-144). Madrid, España: Morata.
Nietzsche, Friedrich W. (2007). Más allá del bien y del mal. (traducción de Sergio Albano). Buenos
Aires; Gradifco.
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Un giro crítico-Poético Para La Práctica Sistémica 19
Marcelo Pakmana
a
Médico, conferencista internacional, invitado por instituciones y universidades de Norte y Sudamérica,
Europa y Asia, es conocido por sus articulaciones entre filosofía, epistemología, arte y pensamiento
crítico con la práctica clínica de la psicoterapia, la terapia familiar y las intervenciones sociales en ámbitos
diversos.
Recibido: 31-10-2020 En los últimos quince años he estado desarrollando una perspectiva a la que
Primera revisión: 10-11-2020 entiendo, así como quienes se han sentido convocados por la misma, como un
Aceptado: 19-11-2020 giro crítico-poético para la práctica sistémica. Este breve artículo no pretende
ser un resumen ni siquiera un bosquejo general sino simplemente enlazar
algunos conceptos que están en la base de la misma de modo que, quienes se
sientan tocados por algún aspecto puedan luego profundizarlo a través de los
Palabras clave libros que la exploran en profundidad: Palabras que permanecen, palabras por
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Abstract
Redes 42, Diciembre de 2020, ISSN en trámite
Keywords In the last fifteen years I have been developing a perspective that I understand,
systemic therapy, critical-poetic as well as those who have felt called by it, as a critical-poetic turn for systemic
practice. This brief article is not intended to be a summary or even a general
turn, ontology
outline but simply to link some concepts that are at the base of it so that those
who feel touched by some aspect can then deepen it through the books that
explore it in depth: Palabras que permanecen, palabras por venir. Micropolítica
y poética en psicoterapia (2011), and the two volumes El espectro y el signo:
Texturas de la imaginación. Más allá de la ciencia empírica y del giro
lingüístico (2014) and El sentido de lo justo Para una ética del cambio, el
cuerpo y la presencia (2018) already published as part of a trylogy, by Editorial
Gedisa.
20 Todos los formados en terapia sistémica se acuerdan seguramente de aquello tan repetido de
Gregory Bateson, uno de los padres fundadores y gran gurú de nuestro campo, cuando decía que
todo el mundo tiene una epistemología y que los que dicen o piensan que no la tienen, tienen una
muy mala. Ese dicho fue interpretado de muchos modos pero un modo prevaleciente de hacerlo, con
el tiempo, fue que como Bateson usaba solamente el término “epistemología”, indicaba con ello que
no había más ontologías o que, al menos, no hacía falta ocuparse de ellas.
No tener ontologías implica que no hace falta hablar de las cosas que existen independiente-
mente de que uno las conozca o no, sino que basta hablar solamente de nuestras epistemologías, de
cómo conocemos, cómo nos relacionamos con lo que conocemos, y a partir de allí se agregó pronto
de cómo “construimos” lo que existe. El problema es que esta era una interpretación idealista de lo
que dijo Bateson, ya que el idealismo propone clásicamente que existe sólo lo que conocemos y si no
lo conocemos, a los efectos prácticos, no existe. Están los radicales de esa postura que dicen, paradó-
jicamente, que “realmente” no existe y están aquellos otros que dicen que no sabemos si existe o no
ya que con lo único que tenemos contacto es con lo que conocemos y los procesos de construcción se
entienden como procesos cognitivos. El queridísimo Heinz von Foerster lamentablemente avaló aún
más esta interpretación cuando dijo: “la epistemología es la causa, la ontología es la consecuencia”
(1991). Con esa frase y en contra de lo que él mismo pensaba y sentía en muchos aspectos afirmaba
así también que lo que existe depende de lo que se conoce. Yo en este aspecto estoy más de acuerdo
con Sartre que pensaba que cuando uno hace depender lo que existe del hecho de que uno conoce,
de que uno lo conoce específicamente y de que puede decidir lo que conocer y cómo hacerlo, se está
metiendo en un pantano idealista que encarnaba además una voluntad de ignorancia, un fenómeno
muy humano determinado por motivos que él estudió en profundidad (1995).
Quienes postulan que no hay una ontología más que como una consecuencia epistemológica
en lugar de terminar con la ontología lo que hacen es crear una ontología de intensidad nula, un
conjunto vacío, que se sostiene como tal, en su vacuidad, a través de una negación permanente de
carácter micropolítico que, más allá de las contradicciones teóricas, va en contra de la experiencia
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de aquellos mismos que lo afirman, ya que ellos continúan viviendo en un mundo o en mundos en
los que existen cosas que no surgen del conocimiento y que se ven obligados a reconocer en lo co-
tidiano.
Contra esa interpretación de esa frase de Bateson, afirmada por esa otra frase de von Foerster,
diferentes posturas teóricas, incluidas esas mismas, tienen diferentes ontologías, postulan qué es lo
que existe, le dan legitimidad a ciertas cosas y no a otras pero, en todo caso, no deciden con ello qué
ricas para quienes están muy apegados a las mismas eliminan todo lo que no es el basamento físico,
químico o biológico de lo que están estudiando.
En nuestro campo quienes están en esa postura, después de la década del cerebro de los años
90, consideran que lo único que existe y le da fundamento a todo lo demás, es aquello que pueden
estudiar los neurobiólogos, los neurotransmisores por ejemplo, que sin ninguna duda tiene su nivel
de existencia pero el problema aparece cuando se dice que eso es lo único que realmente existe y es
el fundamento de todo lo demás. Para quienes estudian cosmología eso es más fácil de sostener pero
para quienes estamos en nuestro tipo de trabajo es más difícil porque implica una cirugía mayor que
elimina todas las cosas culturales, sociales, psicológicas, la cualidad de la experiencia cotidiana,
cosas que sin duda también existen. Este es un tipo de reduccionismo hacia lo más elemental. Pero
esta también el reduccionismo hacia lo más elevado que hacen las corrientes culturalistas para las
cuales lo que existe es lo que está en un nivel social, cultural, político y en muchos casos lingüístico.
Al hacerlo entienden por lingüístico lo que está implicado en el lenguaje cuando este ya está plena-
mente desarrollado y ya tiene esa capacidad fantástica de hablar con precisión acerca de significados 21
que son interpretables. Pero esto no agota al fenómeno lingüístico. Una adhesión muy apasionada a
esta perspectiva elimina, por ejemplo, todo lo que están diciendo, al mismo tiempo, los científicos
empiristas. Pero ambas posturas coluden en eliminar, en no legitimar la existencia como parte de
la realidad en que vivimos, de la experiencia tal como la vivimos en la vida cotidiana, experiencia
que viene con los colores y los sabores del mundo, todo lo que viene a través del sensorio, es decir,
no necesariamente a través de uno de los sentidos, pero que son parte de nuestra experiencia, de
la cualidad, de la textura de la misma. Por ejemplo, abrimos la puerta de nuestra consulta, vemos
por primera vez a alguien y tenemos una respuesta que, para empezar, nunca es neutra, que es ya
siempre algo que tiene un color, un “sabor” incluso, porque los pacientes, clientes, consumidores
no vienen como palabras descarnadas ni como fenómenos físico-químicos a los que tenemos acceso
directo como tales. De esta manera, tanto las ciencias empíricas como los desarrollos culturalistas
como los del giro lingüístico de la segunda mitad del siglo XX, por ejemplo, entraron en colusión
eliminando, no dándole legitimidad a lo que es la experiencia cotidiana con su cualidad, fenómeno
que en la Edad Media interesaba mucho, así como interesaba también Dios. Y a esas cualidades de
la experiencia cotidiana así como la sentimos, como aparece, se las llamaba qualia.
A mí me interesó investigar cómo se estaban desarrollando estas cuestiones en el campo de
la psicoterapia, en particular pero no exclusivamente en el campo de la terapia sistémica y familiar,
y me interesó ver que esta cirugía mayor que se estaba dando, que eliminaba aspectos numerosos e
importantes de la experiencia cotidiana, era problemática porque es con esas cualidades texturales
de la experiencia que aparecen nuestros pacientes por más apego que uno tenga teóricamente a las
ciencias empíricas o a los desarrollos del giro lingüístico ya que uno no suele vivir su vida solamente
de acuerdo con sus teorías. Como dice el filósofo italiano Giorgio Agamben (2018) el que habla y
el que vive no son el mismo, aunque están relacionados, porque uno puede decir cosas que no son
aquellas por las cuales uno se rige siempre en su vida cotidiana y esto nos pasa a todos y cada uno
de nosotros. Es decir, el lenguaje, una vez que está plenamente desarrollado, tiene, a través de su
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capacidad de hacer abstracciones, que son muy útiles por otra parte, la capacidad de desprenderse
de la experiencia corporal, de la experiencia sensorial y de la materialidad de la vida. Este ha sido de
algún modo el punto de partida de mi trabajo de los últimos quince años.
Y metiéndome con toda esta cuestión lo que encontré es que estas teorizaciones eliminativis-
tas son las que con frecuencia le dan legitimidad a la práctica clínica al enseñarse y ser adquiridas
por aquellos que están empezando en este campo de trabajo, ya que se transforman en lentes que
permiten ver y, al mismo tiempo, eliminan, cosas que se podrían ver ya que existen si no fuera que
uno incorpora una máquina mental que las elimina o reduce a una categoría mínima o nula de exis-
tencia. Y estas cosas que se eliminan son con frecuencia singularidades. ¿Que son singularidades?
El término singularidad no es sinónimo de individualidad sino que nombra un fenómeno que resulta
difícil de clasificar. Ante este fenómeno uno se queda perplejo porque es realmente nuevo y no entra
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fácilmente en aquello que ya es consabido. Con-sabido, lo que sabemos juntos porque es ya parte
de una tradición de conocimiento. La singularidad es uno de los fenómenos que tendió a ser, para-
dójicamente, eliminado de nuestro campo terapéutico, un campo que aunque se ocupa con pasión
de la cuestión del cambio cuando aparecen situaciones singulares, como las que nos presentan o con
quienes suceden con aquellos que nos consultan, son rápidamente vistas a través de esa máquina
que tenemos incorporada bajo la forma de conocimientos, de modelos, son incorporadas en el tipo
de cosas que ya conocemos y con las que sabemos hacer algo. Esto es muy bueno para ejercer la
profesión y aunque muchas veces funciona otras tantas deja también una insatisfacción tanto en no-
sotros como en quienes nos consultan ya que el núcleo de aquello que los llevó a consultar nunca fue
Marcelo Pakman
tocado. Ahora bien ¿cómo se tocan la singularidades? ¿es posible tomarlas como tales? Porque hay
una paradoja aquí. Si uno quiere verlas como singularidades en sí mismas únicas e inclasificables
se queda perplejo ante ellas y no tiene nada que hacer o que decir. Y si uno las reduce a la fuerza a
lo que uno ya conoce las destruye en tanto singularidades. Ese es uno de los estrechos bordes que
22 tenemos que recorrer en nuestra práctica.
Para hacer las cosas aún más complejas me vi llevado a estudiar algo a lo que le llamo “mi-
cropolíticas de la vida cotidiana” que son las que mantienen socialmente y subjetivamente estas
posturas legitimadoras de la práctica. ¿Por que lo de micro? Pues porque está la gran política, la
de los estados, los partidos políticos, de la que en general leemos en los diarios, que hacen a los
titulares con los grandes personajes que habitan las organizaciones y estamentos gubernamentales.
Esa es la macropolítica o política a secas que proviene de la polis griega, el logos racional aplicado
a la ciudad, es decir que trata de lo que sucede de puertas para afuera. Pero la micropolítica tiene
su origen en otro concepto muy importante en la Grecia clásica, el concepto del oikos, el hogar de
puertas para adentro que tenía también sus propias normas que regían a quienes allí vivían, algunos
que eran ciudadanos, otros que eran eslavos, pero que también incluían a las relaciones con los dio-
ses que, aunque vivían en el Olimpo, tenían efectos tanto adentro como afuera del hogar. El mundo
del oikos no es entonces el mundo de la polis. La micropolítica se puede considerar una heredera del
mundo del oikos en el cual también importa mucho la subjetividad. En el siglo XX Félix Guattari
se ocupó de micropolítica mientras que Michel Foucault usó raramente el término pero habló con
frecuencia de cuestiones que, en mi opinión, hacen a la micropolítica. Por ejemplo, Foucault hablaba
de que todo el tiempo somos parte, habitamos, dispositivos que nos atraviesan y están configurados
por conocimientos y por relaciones de poder que no se refieren al poder jerárquico, piramidal, sino
a un poder horizontal que se da entre nosotros y al que incorporamos no por obligación sino porque
somos reclutados por el mismo para organizar la vida cotidiana y que trae de contrabando muchas
perspectivas sobre el mundo. Es importante subrayar que no estamos totalmente determinados u
obligados por ese poder horizontal porque no constituye un sistema coercitivo, sino hegemónico.
Contrariamente a como se suele entender el término hegemónico, como sinónimo de un siste-
ma coercitivo que todo lo ocupa y que nos obliga, como si fuera un sistema donde tenemos un revól-
ver en la sien obligándonos a actuar del modo en que lo hacemos, lo hegemónico es un sistema que
uno adopta en libertad, que no es absoluta porque uno está expuesto a la presión social, a la propa-
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ganda. Se trata de encontrar modos de resistir que estas micropolíticas eliminen nuestra posibilidad
de dar cuenta de cosas que se han transformado en malas palabras o son insensiblemente eliminadas
o reducidas a una grado de existencia mínimo o nulo, como las singularidades, o como la existencia
de cosas que son verdad independientemente de que alguien las conozca o esté expuesto en ese mo-
mento conscientemente a ellas o no lo esté, y que tienen que ver con el hecho de que estamos en un
mundo del cual en principio no tenemos que eliminar ninguna parte.
con nuestros pacientes y yo le he dado por llamar a estas apariciones a través de imágenes, eventos
poéticos no porque piense que haya que hacer poesía en la terapia. Poiesis quiere decir, no sólo lo
que tomó Humberto Maturana para hablar de la biología en general incluida la humana como una
biología del conocer, sino que también se refiere a aquello que aparece, que nace a la presencia. Y
al aparecer le da intensidad existencial a cosas hasta el momento soslayadas, eliminadas. Y a veces
son cosas que estaban allí pero no llegaban a tocarnos material, corporal o sensualmente porque el
umbral de sensibilidad prescrito por las micropolíticas dominantes que nos reclutaron las dejaba en
un nivel mínimo o nulo de existencia. Entonces cosas que sabíamos nos pueden tocar de un modo
que antes no lo hacían y debemos tomarlas en cuenta, ya que se constituyen como eventos en que
esas apariciones, imágenes del mundo que nunca se nos da plenamente sino fragmentariamente, de-
ben ser luego incorporadas en un trabajo de la imaginación que las com-posibilite, que haga posible
su existencia junto a lo que ya estaba allí desde antes. Esto a veces es posible y a veces no, ya que
implica cambios que hagan posible esa integración práctica que no siempre estamos dispuestos a
encarar. Surgen allí dilemas que con frecuencia son éticos más que problemas que admitan una so- 23
lución. Y nosotros estamos permanentemente expuestos a imágenes que aparecen en el modo de la
percepción, de la ficción, de la emoción, del pensamiento racional, y que con frecuencia parecen ser
impertinentes. Esto se puede ver claramente si uno analiza registros de sesiones de terapia no lleva-
dos por encontrar aquello que el modelo nos dice que tenemos que encontrar sino para encontrarse
justamente con las excepciones al modelo, la enorme cantidad de cosas que uno hace y los caminos
en que nos metemos no llevados por nuestros modelos sino como respuestas a la situación en ese
momento a la que se suman las imágenes que son apariciones del mundo y no meras apariencias, y
que responde en parte a una tradición en la que hemos aprendido y por la cual estamos formados y
que no es solo la tradición profesional sino que tiene que ver con nuestros aprendizajes en la vida en
general, la vida familiar, social, pero también provienen de fuentes que no logramos reconocer pero
se ofrecen en su presencia como materiales para tejer novedades en nuestra vida.
Y de estos eventos poéticos surge un modo de distanciarse efectivamente de las micropolíticas
dominantes que puntúan nuestra cotidianidad y ese distanciamiento efectivo es el aspecto crítico de
esta postura más que una crítica abstracta.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Agamben, G. (2018), What is Philosophy?, L. Chiesa (trad.). California: Stanford University Press,
Stanford.
Harman, G. (2013). Discovering Objects is More Important Than Eliminating Them. En G. Harman,
Bells and Whistles. More Speculative Realism, Winchester, UK: Zero Books, Alresford.
Pakman, M. (2018). El sentido de lo justo. Para una ética del cambio, el cuerpo y la presencia.
Barcelona: Gedisa.
— (2014). Texturas de la imaginación. Más allá de la ciencia empírica y del giro lingüístico. Bar-
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celona: Gedisa.
— (2011). Palabras que permanecen, palabras por venir. Micropolítica y poética en psicoterapia.
Barcelona: Gedisa.
Sartre, J.P. (1995), Truth and Existence, Adrian van den Hoven (trad.). Chicago: The University of
Chicago Press.
Von Foerster, H. (1991). Las semillas de la cibernética. Barcelona: Gedisa.
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Paradox-Violence-Adolescence
Communication-Behavior-Evolution
How do they relate? How to act?
Juan Antonio Abeijóna , Iñaki Aramberri Mirandab
a
Supervisor Docente de la EVNTF juanantonio.abeijon@gmail.com, bSupervisor docente de la EVNTF
Recibido: 12-09-2020 El/la adolescente se encuentra con la paradoja de necesitar al adulto para poder
Primera revisión: 12-11-2020 definirse a sí mismo/a, y al mismo tiempo de no poder aceptar esa necesidad.
Y a veces el adulto no es capaz de responder a estas necesidades del/de la
Aceptado: 30-11-2020
adolescente porque le genera contradicciones con su propia adolescencia.
Esto conlleva que la búsqueda del/de la adolescente se haga “por caminos
tortuosos”, desafiando las normas, y a veces con comportamientos violentos.
Cuando estas familias acuden a terapia nos traen situaciones paradójicas. Es
Palabras clave la forma de mostrarnos sus dificultades relacionales y de activarnos para que
paradoja, adolescencia, desafiemos su funcionamiento familiar. En este artículo presentamos reflexiones
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consumo de sustancias, sobre situaciones paradójicas que aparecen en terapias familiares donde los
progenitores critican un consumo de sustancias que por otro lado “consienten”
trastornos de conducta, y que pueden ser vistas como forma de mandar mensajes a los/las terapeutas
parentalidad sobres las dificultades y contradicciones de dichos progenitores en ejercer la
parentalidad con adolescentes conflictivos/as. Estas contradicciones paradójicas
generan también una activación en el sistema terapéutico que nos permitirá
entrar a cuestionar estilos relacionales cuya conflictividad no siempre viene
expresada de manera directa, sino que viene escondida tras esas paradojas que
nos traen a la sesión. ¡Bienvenidas sean!
Abstract
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Keywords The adolescent finds himself/herself with the paradox of needing an adult
to define himself/herself and, at the same time, not being able to accept this
paradox, adolescence, necessity. Sometimes the adult is not able to answer the adolescent´s needs as
substance use, behavioral they can generate contradictions in relation to his/her own adolescence. This
disorders, parenting leads to the search of the adolescent being done through “devious roads”,
challenging the rules and sometimes with violent behaviors. When these
families come to therapy they bring us paradoxical situations. It is the way to
show us their relational difficulties and of activating us to challenge their family
functioning. In this article we present some reflections in relation to paradoxical
situations that appear in family therapies where the parents criticize a substance
use that in other situations they might “consent” and that can be seen as a way
to send messages to the therapist about the difficulties and contradictions of the
parents to exercise parenting with conflictive adolescents. These paradoxical
contradictions also generate an activation of the therapeutic system that allow us
to question relational styles whose conflictivity is not always being expressed in
a direct way, but hidden in those paradoxes that the session gives us. Welcome!
26 (Versión de un texto publicado en Mosaico nº 73)
Texto correspondiente a la ponencia presentada en el WEBINAR RELATES 2020 organiza-
do por la Escuela Sistémica Paraguaya
1. INTRODUCCIÓN
A lo largo del ciclo vital familiar hay una fase, la de la adolescencia, en la que el ejercicio de
la parentalidad se complica, pues es el período en el que el joven desplaza sus inversiones afectivas
hacia sus pares, poniendo distancia emocional con su familia de origen.
Esto conlleva a una nueva definición de las relaciones entre los padres y los hijos y un aumento
de las negociaciones en torno a qué se le permite hacer y qué no, y qué nivel de autonomía va ad-
quiriendo, concepto que los padres tienden a relacionar con “la responsabilidad” mientras que para
llevarles a sentirse inseguros sobre los límites y normas que deben aplicar.
Los adolescentes se encuentran ante la paradójica contradicción de necesitar al adulto que
rechazan y los padres se encuentran ante la paradójica situación de necesitar ser aceptados por los
hijos y que sean aceptadas las normas que (aunque de otra manera, y ante temas distintos –pelo largo
antes frente a tatuajes y piercing ahora, llegar tarde a la noche frente a fugas de casa ahora) ellos en
su adolescencia desafiaron.
2. ADOLESCENCIA
Como hemos comentado antes, la adolescencia es una fase de individuación afectiva, con una
necesidad por parte del adolescente de liberarse del sentimiento de dependencia de los adultos lo
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cual les lleva a un rechazo de las reglas que estos adultos y en concreto sus padres proponen. Este
joven pone distancia por temor a ser invadido por sus padres, pero también desde su inseguridad
percibe una necesidad de ser ayudado por ellos lo que le genera un sentimiento de ansiedad debido
a su temor a perderlos, y oscila entre decirles:
- “dejadme en paz, ya no soy un niño”
- “es que no me hacéis caso”
Jeamet (2011) lo dice de esta manera: “La contradicción, tal como la vive el adolescente, po-
dría formularse así: Para poder ser autónomo, necesito una fortaleza que no tengo. Puedo buscarla
entre los adultos que posiblemente la tengan, pero esto amenaza mi autonomía” (p 579).
En resumen, es como si el adolescente dijese: Aquello que necesito es lo que me amenaza.
Ésta es pues una de las paradojas ante las que se encuentra el adolescente, en su relación con los
adultos que necesita
3. LAS DIFICULTADES DE LOS PROGENITORES 27
Los hijos se encuentran pues en una fase en la que reivindican más autonomía-libertad y los
padres se encuentran ante la tarea de valorar cuánta permiten, en qué no deben intervenir, y en qué
deben seguir poniendo límites y normas, desde una conexión afectivo-emocional con el hijo.
Son padres que en su adolescencia han tenido la posibilidad y el placer de liberarse de un buen
número de obligaciones y normas que sus padres habían soportado sin ponerlos en cuestión. Y ahora
se encuentran con hijos que pueden repetir cuestionamientos parecidos.
Y estos progenitores se encuentran con muchos interrogantes sobre cómo intervenir en cuanto
tales.
Hay algunos campos que podemos llamar campos “clásicos” como el tema escolar, horarios de
salidas, forma de vestir, sexualidad, etc.., pero que ahora se abordan de forma distinta a cuando él
era joven, y hay nuevos campos como el tema de qué límites poner al acceso a internet o cómo ma-
nejar el tema de piercings y tatuajes. Y uno de los campos “clásicos” aunque con algunas variaciones
es el consumo de sustancias, que antiguamente (para los padres de los padres) hacía referencia al
tabaco y al alcohol, pero que para estos padres cuando eran adolescentes había más sustancias al
alcance de la mano, como la marihuana o el cannabis, o incluso sustancias más potentes.
Y estas interrogaciones que se plantean en torno a los límites van acompañadas de la capaci-
dad de tolerar esa “rebeldía” del hijo que le permite no sentirse dependiente. Rebeldía que deben
afrontar con cierto umbral de tolerancia, pero encauzándola, poniéndola límites y no personalizán-
dola en exceso
Jeammet (2008) percibe que el problema tiene que ver sobre todo con que los padres están
cada vez menos seguros de tener el derecho de imponer a los hijos cualquier cosa que les pueda
contrariar y evitan correr el riesgo de perturbar la relación que tienen con ellos.
Como decíamos en la introducción, los padres se encuentran ante la paradójica situación de
necesitar ser aceptados por los hijos a la hora de poner normas que a su vez ellos en su tiempo de-
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safiaron.
Esta fase del ciclo vital, es un momento difícil de gestionar, tanto para los progenitores como
para los hijos adolescentes, pues con frecuencia aparecen en éstos hijos situaciones de consumos de
sustancias (problemáticos o no) pero activadores de situaciones que necesitan respuestas por parte
de los padres y también en ocasiones algunos trastornos de conducta.
Ante estas complicaciones, una de las formas de abordarlas es pidiendo ayuda y realizando
sesiones de terapia familiar.
En estas sesiones pueden aparecer y ser mostradas al equipo terapéutico esas contradicciones Juan Antonio Abeijon e Iñaki Aramberri Miranda
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SITUACIÓN 1
La familia de Juan acude a la consulta prevista desde hace quince días. Juan es el segundo hijo
de una familia formada por los padres y la hermana mayor que acaba de iniciar sus estudios universi-
tarios en una ciudad distinta de donde habita la familia. Se ha iniciado una terapia de familia debido
al consumo de cannabis que hace Juan desde que tenía 13 años, hace cuatro, lo que ha ocasionado
bastantes discusiones en la familia. Juan ha interrumpido sus estudios de la
Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO); en la actualidad no estudia ni trabaja y además ha
tenido bastantes problemas de conducta en casa con discusiones que han acabado en enfrentamien-
28 tos violentos, sobre todo con el padre, y esto ha provocado que han debido llamar a la policía en
alguna ocasión.
De hecho, es el juez el que ha sugerido una terapia familiar dadas las grandes discusiones que
se producían entre los padres y el hijo y que llegaron a inducir una orden de alejamiento.
Juan reconoce el consumo, piensa que no es un problema para él, es más, dice que esto le per-
mite salir con los colegas y ganar algo de “pasta” con el trapicheo de la marihuana.
A la sesión de hoy no acude Juan, llegan los padres diciendo que han tenido una discusión en
casa, “como siempre difícil” y que Juan les ha dicho que él no vendría a la sesión.
Se inicia la misma hablando de cómo han ido las cosas en este tiempo cuando de repente,
mientras habla la madre el padre saca su móvil y empieza a enviar mensajes con él a través del
Whatsapp. Después de haberlo hecho varias veces, el terapeuta se dirige al padre preguntándole si
hay algún problema, dada la atención que el padre está fijando en su teléfono móvil.
El padre mira a la madre y al terapeuta y les dice: “es Juan que está mandando mensajes, me
está preguntando cómo está la planta”. ¿Perdón? dice el terapeuta, “no entiendo, ¿a qué se refiere?”
SITUACIÓN 2
Ignacio ha iniciado un tratamiento con el objetivo de parar con el consumo de drogas, estimu-
lantes tipo cocaína y anfetaminas, y alcohol. Ignacio tiene una larga historia de tratamientos que se
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inician por trastornos de carácter depresivo que le han llevado a interrumpir sus estudios y trabajo en
un taller, ha tenido dos intentos autolíticos, tomando medicación con OH y ha experimentado sensa-
ciones extrañas con percepciones auditivas que han llevado a pensar en crisis de carácter psicótico.
Ignacio viene de una familia formada por dos hermanas mayores que él y que viven con sus familias
una cerca del domicilio donde se encuentra la madre e Ignacio y otra en otra ciudad lejana. El padre
falleció hace unos seis años, tuvo un trastorno psíquico importante diagnosticado de esquizofrenia
por el que estuvo en tratamiento con hospitalizaciones tras dos intentos de suicidio, su fallecimiento
fue debido a un proceso infeccioso grave que se produjo tras uno de estos intentos autolíticos. La
madre ha atravesado dos procesos cancerosos que han requerido tratamiento de quimioterapia y ra-
diológico y está pendiente de iniciar un proceso de diálisis, estos procesos se han iniciado sobre todo
tras el fallecimiento de su marido, es una mujer entregada a su familia y dedicada al cuidado de los
otros, participa junto con la hermana en unas sesiones de terapia familiar que se ha iniciado y en la
que dice que está harta de las historias de consumo de drogas de su hijo y de sus comportamientos
“si sigues así te tendrás que largar de esta casa” le dice y al mismo tiempo le dice “ahora tienes que 29
ocuparte de mí que voy a empezar la diálisis”.
Ignacio siempre dice que no tiene ganas de hacer nada, tan solo de quedarse en la cama, sin
moverse, viendo la TV, sin trabajar, todo el tiempo acostado. Se inicia un tratamiento en el que debe
acudir a un Hospital de Día desde la mañana hasta la noche. En los grupos de Terapia siempre está
hablando de lo ansioso que se encuentra, con ganas de encamarse y de no hacer nada, acaba de ini-
ciar una relación con una chica que ha conocido por Internet, ha salido algunas veces con ella y a
pesar que dice que le gusta su compañía en ocasiones no acude a las citas que él mismo ha organiza-
do; sus compañeros de terapia se extrañan de estos comentarios pues le devuelven una impresión de
hombre activo al que le gusta jugar al futbolín y participar en diferentes talleres activos del Hospital
de Día. Cuando escucha esto es como si se hablara de otra persona, “yo no tengo ganas de hacer
nada, estoy enfermo, solo quiero quedarme en la cama”, “pero no te quedas le dicen los demás”,
“estoy enfermo y sin ganas” repite. Ignacio va a celebrar sus 34 años y se propone que lo haga con
su familia invitándoles a una comida que él debe preparar. Celebran el cumpleaños y lo comentamos
en la sesión de Terapia Familiar que se ha iniciado. La madre nos dice que ha estado a gusto y que
le ha regalado a su hijo “un pijama nuevo” que le ha comprado.
¿Cuál es el mensaje que le envía la madre a su hijo con este regalo? ¿Te tendrás que ir de casa
si sigues así, pero yo te regalo un pijama para que estés mejor con tu comportamiento? “Tu com-
portamiento me activa.” “No hagas esto que haces y que me da tanta rabia y tanta preocupación y
acción”.
Estas situaciones van a ser muy importantes en el desarrollo relacional interno y externo de
estas familias.
Unos padres que mantienen cuidada una planta de marihuana cuyo consumo por parte del hijo
es el que les ha traído a tratamiento y esta originando múltiples problemas relacionales entre padres
e hijo y también entre el padre y la madre.
Una madre que le regala al hijo un pijama cuando es la estancia del hijo en la cama lo que más
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le preocupa a ella en la conducta del hijo con el riesgo de que el hijo desconecte de la vida organiza-
da y se marginalice social y psíquicamente y al mismo tiempo esta madre envía al hijo y al resto de la
familia mensajes de necesidad de cuidados relacionados claramente con situaciones de discapacidad
grave por enfermedades crónicas.
Los mensajes paradójicos activan las posibilidades de una intervención contraparadójica por
parte del terapeuta en el espacio terapéutico.
¿Se podría leer el mensaje paradójico que la familia introduce en la terapia como un signo de
interés de cambio en la familia o como una resistencia al cambio para así mantener la homeostasis?
¿Por qué una familia que no quiere cambiar lleva al espacio terapéutico un mensaje paradóji-
co?
¿Es un intento paralizador de la terapia o activador de la misma?
El espacio terapéutico, cuando se ha construido, está definiendo una relación entre los miem-
bros del sistema familiar y los terapeutas.
La propia contradicción presente en el mensaje paradójico activa las posibilidades de cambio
en la terapia.
No quiero ir pero envío un mensaje para estar presente en la sesión.
“Estamos aquí porque no quieres que consuma marihuana y tú me cuidas la planta y lo descu-
30 bro (lo abro, lo dejo ver) en la sesión.”
“Me preocupa que no hagas nada y pases todo el día acostado y te regalo un pijama y lo cuento
en la sesión.”
El espacio terapéutico permite al terapeuta ponerse en contacto y tocar las contradicciones del
sistema familiar.
Hay que activar las respuestas del terapeuta pero ¿es esto posible?
El terapeuta no es un juez y no va a valorar los contenidos de los mensajes paradójicos que la
familia está aportando a la terapia.
El terapeuta va a devolver a la familia estos mensajes provocando una reorganización de los
componentes del sistema.
El mensaje paradójico abre fuentes de información nuevas en la terapia.
Los padres tienen posiciones distintas con respecto al cuidado de la planta de marihuana.
El padre (situación 1) nos dice que el hijo quiere estar en la terapia y que ellos no le traen.
La madre (situación 2) nos descubre que “la enfermedad del hijo y sus incapacidades” la acti-
Begoña, su madre recoge los restos del canuto para tirarlos a la basura pensando que es tabaco
de liar. (situación 1)
Felipe, padre de Antonio le recibe un día sentado en el sillón del salón diciendo: “me he com-
prado una muy buena “maría” ¿quieres probarla? (otra situación diferente no detallada)
Debemos contestar a esta pregunta: ¿Dónde está el problema? ¿En el consumo de sustancias
del hijo o en las respuestas de los padres? ¿El consumo está relacionado con la necesidad de “rom-
per”, típica de estas edades, o es un síntoma que nos avisa sobre dificultades evolutivas del adoles-
cente con las que él solo no puede? La conducta de los hijos “resuena” en la vida de los padres sea
a nivel individual como de pareja.
SITUACIÓN 3
Juan y Claudia están mirando el álbum de fotos familiar, comentan cómo, cuando eran jóve-
nes, ya hace 32 años recorrían el país con una moto y una mochila, las fotos de los paisajes, de las
acampadas, de la carretera, su hija Sofía de 17 años entra en la habitación, se acerca a los padres, les 31
ve contentos y les pregunta: ¿Qué hacéis?, ellos le responden: estamos viendo fotos de cuando tu
madre y yo éramos jóvenes y hacíamos excursiones, Sofía mira las fotos y dice: si teníais una moto
y mira sin casco, la madre dice:” en aquella época no era obligatorio” Sofía aprovecha: “bueno eso
quiere decir que para mi próximo cumpleaños puedo replantear el tema de la moto”, “ni hablar” dice
el padre, “ya hemos hablado de ello”; “pero si vosotros también…” dice la hija; “no vas a compa-
rar” dice el padre “nosotros éramos mucho más responsables”; “ya estamos” dice la hija gritando y
pegando un portazo se va de la sala.
El padre no sabe que decir y la madre se levanta y abriendo el álbum de fotos comienza a
retirar un montón de páginas; “¿Qué haces?” dice el padre; “quitar las fotos de nuestro viaje a Ám-
sterdam” responde la madre.
El comportamiento de los hijos “resuena” en la historia de los padres, en ocasiones esta reso-
nancia se convierte en sentimientos de culpa paralizadores que provocan la huida de los padres del
encuentro con sus hijos, delegando en otros la respuesta y la búsqueda de soluciones. Esta huida
tiene un efecto negativo, el bloqueo de los padres, pero también tiene un efecto positivo como es la
creación de una Red de intervinientes que permite abrir el foco de los problemas, desde los síntomas
a las relaciones, siendo así más fácil encontrar vías de salida.
Estas situaciones que aparecen en las familias ¿tienen que ver con la activación de deudas
que la familia arrastra desde hace tiempo y que están suponiendo un peso de carácter afectivo en la
relación entre los padres y de estos con el o los hijos?
Las deudas van a constituir un área de exploración y de trabajo con las familias muy impor-
tante para activar las capacidades de que las familias tienen para resolver los problemas con los
que se encuentran. Leer y recoger estas deudas, hacerlas presentes sin culpabilizar a las familias y
justamente eliminando algunos procesos culpabilizadores que estas deudas están generando en la
estructura y en las relaciones que las familias desarrollan, va a ser muy importante en el trabajo que
hay que hacer.
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Jeammet (2008) en su libro cuyo título ya es de por sí significativo Pour nos ados, soyons
adultes (Para nuestros adolescentes seamos adultos) habla de la educación de alto nivel que tienen
actualmente los adolescentes, con gran acceso sobre el mundo, la información y los medios de
comunicación, y con posibilidades de desarrollo inimaginables hasta ahora. Muchos de estos ado-
lescentes y jóvenes van a aprovechar estas posibilidades creativas pero unos pocos por el contrario
van a ir hacia el fracaso en la utilización de estas posibilidades. Este paso hacia la creatividad o la
destrucción va a depender en gran manera de la calidad de los encuentros que el adolescente va a Juan Antonio Abeijon e Iñaki Aramberri Miranda
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hacer con personas significativas de su entorno entendido este en sentido amplio (familia, amigos,
pares, educadores o medio sanitario)
El adolescente necesita al adulto para poder definirse a sí mismo y cuando no le encuentra no
abandona su búsqueda sino que busca maneras a veces tortuosas para acceder a él, pensando que ha
equivocado la estrategia de encuentro.
El adolescente en su proceso de adquisición de autonomía necesita un marco referencial pro-
porcionado por el adulto con la particularidad de que cuanto más lo necesite peor lo acepta, lo que
pone en cuestión constantemente el espacio del adulto que frente a un adolescente que cuestiona su
posición siente la tentación del alejamiento como forma de evitación del conflicto lo que el adoles-
cente vivirá como abandono y no como espacio de libertad.
Jeammet (2008) insiste en que el conflicto permite al adolescente tomar un rol activo, tiene
un valor de prueba con la que medirse y permite el manejo de la agresividad en un clima positivo.
La confrontación adulto-adolescente es pues una necesidad, una puesta a prueba de la capaci-
32 dad del adulto y una demostración de la necesidad que de él tiene el adolescente. Esta confrontación
se expresa en este caso con conductas muy disruptivas en las que se pierde el control fácilmente
llegando a situaciones agresivas y violentas. Las pérdidas de control son vividas como expresiones
de las dificultades del adolescente y se espera de él que adquiera una mayor capacidad de control
sobre ellas.
¿Pero cómo se adquiere un control en este tipo de conductas? ¿Se puede esperar un control?,
más aún, ¿es el control deseable en esta y otras situaciones? ¿Hay que trabajar para introducir capa-
cidades de control?
Las conductas agresivas y violentas expresan niveles de sufrimiento interno y va a ser nece-
sario trabajar para que el sujeto adquiera cierta capacidad de control, entendiendo este no como la
desaparición de la conducta sin más sino como la capacidad de “pasar del acto a la palabra”, es decir
de poder verbalizar el sufrimiento interno.
El control de estas conductas no se adquiere de forma inmediata sino que es un proceso. Hay
que introducir elementos de control parcial aceptando fases de descontrol, y dentro de este proceso
ha cerrado correctamente se crea una deuda que permanece activa en el adulto intentando cerrarla
sintomáticamente, los síntomas en el propio sujeto y/o en su contexto intentaran traer al aquí y ahora
las cuentas no cerradas en el pasado y el pasado se expresa en el presente.
Y estas problemáticas aquí comentadas, son difíciles de explicar para los miembros de la fa-
milia, de ahí que su forma de aparecer sea mediante contradicciones paradójicas.
Por ello la escucha atentas de estas contradicciones nos permitirá entrar a cuestionar estilos
relacionales cuya conflictividad no viene expresada de manera directa, sino que viene escondida tras
esas paradojas que nos traen a la sesión. ¡Bienvenidas sean!
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Jeammet, P. (2008). Pour nos ados, soyons adults. París, Francia: Ed. Odile Jacob.
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Micucci, J. A. (2006). El adolescente en terapia familiar. Cómo romper el ciclo del conflicto y el
control. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu.
Pereira R. (comp). (2011). Adolescentes en el siglo XXI. Entre impotencia, resiliencia y poder. Ma-
drid: Ed. Morata.
Niños, adolescentes y sus familias: 33
Terapia y mediacion sistémica online
Lia Mastropaoloa
a
Directora de Il Metalogo- Escuela Genovesa Sistémica y Centro de Terapia de la Familia. www.
scuolagenovese.it; info@scuolagenovese.org; liamastropaolo7@gmail.com
Abstract
Redes 42, Diciembre de 2020, ISSN en trámite
Keywords The author presents us her experience, modified in this particular moment due
adolescence, childhood, systemic to emergency about Covid-19. She explains, by using clinic examples, her
therapeutic work in this period, made online with children, including little ones
therapy
and adolescents, present in the visits with their families in situation of conflict
or serious symptoms. She reflects about the methods she used, and the devices
suited for the new context, distant physically but emotionally closer, to build the
therapeutic alliance that the process needs and creating a connection between
the other professionals.
34 EN EL TIEMPO DE COVID-19
económico y el PIB, han colapsado los mitos del poder, del hombre que lo controla todo, el mito del
desarrollo infinito basado en invertir en él mismo, al hacer dinero, los únicos dueños invencibles.
Nos hizo comprender que no somos dueños de todo; ha cuestionado la explotación indiscriminada
de la naturaleza.
En Italia, primero “todos encerrados en casa”: el triunfo de la razón de la salud. Ahora todos
fuera de casa a pesar del virus: el triunfo de la razón económica. En familia con el Covid-19: el ter-
cero a la cabeza de la mesa, un intruso entre nosotros; el virus ha sellado la transición de vivir con
prisa a detener todo el planeta inmovilizándonos como en el cuento del país embrujado.
El Covid-19 ha cambiado la forma de trabajar y estudiar, a una velocidad vertiginosa, pero, so-
bre todo, la forma de relacionarnos y mostrar nuestros afectos. El ser humano es un ser social y, ante
esta nueva situación. nos hemos visto obligados a reinventarnos para mantener nuestra esencia, nos
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hemos visto obligados a detenernos, a mirar dentro de nosotros, a hacer balance, a reflexionar sobre
nuestras relaciones. Incluso en el lenguaje, reflejo inmediato de lo que sentimos, hemos empezado
a usar palabras diferentes como “obligados, forzados, arresto domiciliario, reclusión, aislamiento”.
En la fase 1 “Espacios estrechos”: la rutina de antes interrumpida, paradójicamente las distancias
acortadas, todos juntos apasionadamente en unos pocos metros cuadrados, todo el día, (se trabaja, se
estudia, se juega, nos enfadamos, etc.). El fin de semana, un mito del pasado, el imaginario cambia.
“Tiempos dilatados”: antes de la emergencia siempre íbamos con prisa, el tiempo era dedicado a
producir, el calendario, caracterizado por hacer; se cenaba de prisa por la noche, a veces con pocos
contactos, ahora, ante esta importante crisis económica, nos hemos despertado como después de una
pesadilla, hemos pasado a reflexionar sobre cómo buscar una nueva organización de trabajo, de vida.
Con este hacer balance se explica la depresión de muchos.
Los conflictos latentes de parejas o padres/hijos, o han aumentado, estallando en violencia y
suicidios, o han sido atemperados por la cercanía y el conocimiento, o se han puesto en espera para
enfrentar a un enemigo común, y luego, en algunos casos, reactivarse en la segunda fase. 35
Los que ya tenían patologías como autismo o psicosis estaban mejor: se ha reducido el enfren-
tamiento con el exterior, se ha interrumpido la desigualdad, efecto de la sensación de estar “todos en
el mismo barco”. Por ejemplo, en las residencias para psicóticos durante este período todos se sen-
tían iguales y unidos. La estructura ha funcionado como un contenedor: un elemento tranquilizador
que vio a pacientes y operadores unidos contra el enemigo común (nadie ha salido, nadie ha visto a
familiares, nadie ha asistido a actividades exteriores).
La epidemia de coronavirus también es una epidemia emocional … ¿Cómo se frena este con-
tagio? Las reacciones emocionales son un signo de la reactividad del organismo social: las emocio-
nes no son síntomas de una enfermedad, sino un recurso.
Lo que estamos viviendo es una epidemia emocional, pero el término no debe entenderse en
sentido negativo: también hay un intercambio de inteligencia, de investigación científica. Es cierto,
la reacción es muy pronunciada, todos comentan, todos se cuestionan, pero la reactividad es una
señal positiva, es un síntoma de una respuesta inmunitaria.
La vida en el momento de Covid-19 19 ha cambiado y ha encontrado diferentes expresiones:
• la necesidad de conexión: estar distanciado físicamente ha creado la necesidad de cercanía
emocional;
• aprovechar los medios de conexión para mantenerse conectados ha sido y es el “oxígeno
relacional durante el encierro”, buscando altos niveles de conexión para crear nuevos ni-
veles institucionales;
• compartir espacios privados: por ejemplo, en la terapia ha cambiado el contexto de los
pacientes y del terapeuta a través de la red y las plataformas: uno entra en la casa del otro.
Incluso para mí como terapeuta ha sido un cambio repentino: he continuado online las sesio-
nes con parejas, familias e individuos que ya estaba tratando en el Centro de terapia Il Metalogo,
y he participado en el programa de apoyo psicológico del Ministerio de Salud de Emergencias Co-
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Las premisas cambian, las terapias cambian y se adaptan a nuevos contextos en la evolución
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de los tiempos. Nosotros, los terapeutas, siempre nos hemos adaptado a los contextos: también la
nuestra es una historia de cambio. De la terapia familiar a la terapia individual (Boscolo y Bertrando,
1996) y a las “terapia Flotantes” (Mastropaolo y Gaspari 2008), del contexto de la terapia en la sala
específica para contextos terapéuticos, a los que no son rigurosamente clínicos.
Por lo tanto, las terapias evolucionan a medida que evolucionan los tiempos, factores contin-
gentes, cambios sociales, necesidades de las personas y con ellas tecnologías utilizables, internet,
plataformas digitales a través de la web. Todo esto es expresión de una necesidad de cambio, y es
necesario ser un terapeuta que se observe y se observe con otros ojos (Linares, 2012). Yo misma
me pregunto ¿cuántas veces he cambiado? La evolución de una epistemología implica la evolución
Lia Mastropaolo
Con el uso de la terapia online algo ha cambiado: somos nosotros los invitados que entramos
en diferentes contextos.
En el servicio o en el Centro de Terapia son los clientes los que vienen y trabajamos en un
contexto definido por nosotros, en la sala de terapia adecuadamente equipada y protegidos por nues-
tro rol. En cambio, trabajando online somos nosotros los invitados, que ingresamos a sus casas, nos
reciben en sus casas, pero también entran a la nuestra, compartimos espacios privados, el terapeuta
se incluye más, se pone más en juego. Se presentan en pijama o con la cama sin hacer. ¿Qué es esto?
¿Es más intimidad o una descalificación del contexto? ¿Se cuestiona el contexto?
Para nosotros, los terapeutas, es como trabajar sin red, como los trapecistas más atrevidos.
Tanto el contexto en el que se mueven los pacientes como en el que actúa el terapeuta han cambiado;
se trata de construir un nuevo contexto terapéutico más allá del rol y de la inversión institucional.
Estos son los nuevos retos de las terapias online: el contexto terapéutico cambia. El contexto
es la textura de la tela en la que se cruzan y se construyen las relaciones, no es solo un lugar físico y
no coincide con los espacios físicos. El contexto, según Bateson (1976), es “la matriz de significa-
dos”. Ningún hecho puede explicarse sin considerar el entrelazamiento de circunstancias dentro de
las cuales este hecho emerge y se desarrolla.
Preguntarse sobre el online “¿este marco es adecuado o no?” es inútil; en cambio, debemos
acordarnos de cuántas veces hemos adaptado “el marco a nuestras necesidades” e intentar adaptarlo
Creo que debemos tratar el trabajo online exactamente como un nuevo contexto: analizarlo y
explotarlo en todo su potencial. Como sistémica, siempre he empezado las investigaciones desde el
análisis del contexto más amplio, leído con un enfoque sistémico (Mastropaolo, 2015).
El contexto terapéutico se redefine sobre el enganche y la metacomunicación.
Creo que los problemas que tenemos que enfrentar para definir un contexto como terapéutico
van más allá del discurso de la pantalla o de la sala de terapia y que un terapeuta sistémico debe
hacerse algunas preguntas: “¿Este contexto es reconocido como un espacio terapéutico y para el
cambio?” y “¿qué hacer cuando no hay motivación en la familia, apática e incrédula, por venir?”
También en el online nos confrontamos con casos derivados de alguien o con casos que acu-
den espontáneamente a la terapia; esto hace la diferencia y, con mayor esfuerzo, necesitamos cons-
truir un contexto donde sea posible una relación terapéutica.
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También en otras situaciones me he encontrado enfrentando este problema, como en los casos
en los que el tribunal deriva la familia que ha acudido al juez para pedir la resolución de un conflicto
y que, en cambio, es enviada, de mala gana, a un perito. En estos casos, he ideado una intervención
que he denominado “Intervención para el Cambio”, en la que acepto y defino el contexto del infor-
me, pero, en este marco, propongo a todos los sistemas involucrados, y en particular a la familia,
la transformación de la demanda de diagnóstico en un camino de cambio de relaciones familiares
y superación de conflictos, a pesar de las limitaciones iniciales de la “derivación obligada” (Mas-
tropaolo, 2019). Entonces, en este caso, uniéndome a un pacto fuerte con la familia a través de un
compromiso, creo un contexto donde las personas logran reconocer una motivación para el recorrido
y convertirse en actores del cambio.
Así en el online ¿cómo puedo construir un contexto donde las relaciones tengan significado?
En particular si no hay motivación en la familia apática e incrédula por venir y se presentan en pi-
jama o con la cama sin hacer o distraídamente… Me pregunto cómo puedo crear una motivación
también a través de la pantalla, y de nuevo me respondo a través de la fuerza del enganche y la me- 37
tacomunicación, en la comprensión de las necesidades subyacentes a la indiferencia, contrastando
la atribución de la culpa y las responsabilidades de la problemática al otro, mostrando la posibilidad
de abordar los problemas relacionales subyacentes.
Por eso, para construir una relación con la familia o con el paciente/familia, el primer paso es
la estructuración de una alianza: todo lo que pasa en la sala de terapia, como en la pantalla, ocurre
porque se ha estructurado una relación significativa entre el terapeuta y el paciente, pero también las
técnicas facilitan y hacen posible la relación terapéutica: por ejemplo, poder no usar la mascarilla
facilita la comprensión de la expresión no verbal. La relación terapéutica es un requisito previo y una
consecuencia, una prerrogativa indispensable para resolver el problema y para la cura o tratamiento
también en la pantalla.
solo confirman la idea de Carla de no estar completamente interesados en ella. Al trabajar sobre su
relación, permito que verbalicen la rabia y los ayudo a buscar los elementos de estima y la confianza
mutua, evito la connotación patológica de Carla, quitando el énfasis sobre el miembro individual y
explicando que es la relación familiar la que está “enferma”.
En otra fase del recorrido: sobre un episodio de autolesión y una crisis de pérdida de control
de Carla, que se encuentra en una verdadera tormenta emocional (“me tiro por la ventana... mato a
alguien...”) los padres aterrorizados llaman al 113, pero la comunicación inmediata entre mí, tera-
peuta, y el psiquiatra del servicio que interviene de forma urgente, permite gestionar la situación.
Utilizando todas las herramientas de comunicación rápida y online, nuestra intervención en red
conjunta nos permite entender lo que ha sucedido, logrando trabajar junto con el paciente y con
la familia y evitar la hospitalización, gracias a poder seguir el trabajo en la red. Esto demuestra la
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importancia de la red.
EL TRABAJO EN RED
La red entre profesionales es una importante herramienta de trabajo que, como hemos visto en
este caso, ha permitido llevar a cabo un proyecto común, dividir competencias y compartir habilida-
des: la responsabilidad es de la red. La circulación de información evita el riesgo de posibles sime-
trías entre los operadores de servicios y la cristalización del “rol” y la función. (Mastropaolo, 1999).
Otra red que poco a poco se ha ido estructurando, ha sido la familiar: los hermanos, de indi-
Lia Mastropaolo
ferentes pero enemigos, han pasado a asumir una función de mutuo apoyo. En todas las situaciones
siempre hay una red que apoya a las partes; para reestructurar la red, se deconstruyen conexiones y
se construyen nuevos “puntos nodales”. Para cambiar las relaciones se ponen en duda las premisas
vigentes.
38 En el caso de los hermanos, este ha sido el efecto del trabajo terapéutico realizado con el sub-
sistema.
Ahora, siempre hablando de Carla y su familia, ilustro otra metodología que utilizo desde
hace muchos años y también he utilizado en el trabajo online: “las terapias fluctuantes”. Después de
un trabajo terapéutico de cinco sesiones con la familia sobre las relaciones entre ellos, los he dividi-
do en subsistemas (el de los padres y el de los hermanos) para que pudieran salir de la amalgama y
afrontar por separado los problemas de padres/parejas y de hijos que necesitan volverse autónomos
e independientes. Ofrezco también un espacio individual, en el caso de hijos adolescentes o adultos.
Pensar que hay problemas que son más apropiados para abordar con el individuo y otros que
son más apropiados para abordar con la familia, me ha ayudado mucho y me ha permitido idear una
forma de trabajar más flexible. Se trata de identificar tiempos, momentos, formas y situaciones en
las que es posible salir y entrar en un escenario diferente que rentabilice la intervención redefinien-
do de vez en cuando los sistemas significativos. En las terapias flotantes (Gaspari y Mastropaolo,
2011), utilizo el espacio-tiempo terapéutico como un continuum: en este caso el proceso es un todo
que se ramifica en una alternancia de convocatorias. Una vez definido el marco familiar, después de
algunas sesiones en conjunto, evalúo, de vez en cuando, con qué partes del sistema es mejor trabajar.
La mayor flexibilidad permite ampliar y reducir el sistema familiar “flotando del Individuo al
Sistema y del Sistema al Individuo” dentro de la misma terapia. Me muevo con facilidad entre los
diferentes niveles de complejidad del sistema convocando las personas con las que me parece más
apropiado trabajar en ese momento, abriendo un espacio sobre el sí mismo del joven adulto y otro
con la pareja
Como las piezas de un mosaico encuentran evidencia en la singularidad de la imagen com-
Las convocatorias de individuo, subsistema y sistema representan los pasos que he llegado a apre-
ciar como ventajosos y funcionales, a fines del conjunto: “composición del cambio”. El reencuentro
de la familia en la última sesión permite a todos comunicar lo que quieren comunicar del camino
recorrido; sin embargo, aparecen como personas distintas con membresía en un grupo.
Al separar y unir a padres e hijos en sistema y en subsistema, hemos logrado unos resultados:
en las terapias flotantes se transmiten algunos mensajes implícitos a partir de la amalgama fusional
inicial, se enfatiza la posibilidad de los miembros de la familia de identificarse y evolucionar de
forma autónoma; se marcan la confidencialidad y el respeto a las fronteras, y se introduce la idea de
compartir y confiar.
FORMACIÓN DE CONTEXTO
“¿Lo virtual aparece sólo como un cierre autista o tiene nuevas conexiones con lo real?”
(Carr, 2011). “¿Parece predominante el aspecto de cierre o el aspecto de potencial? (Lévy, 1997).
Debemos utilizarlo como una posibilidad, incluso en el campo terapéutico. Mensajes, WhatsApp,
(Manfrida et al., 2020), videos como metáforas, comunicaciones rápidas entre paciente y terapeuta,
entre colegas, entre personas que trabajan en diferentes lugares, incluso lejanos. El antepasado de
la tecnología digital ha sido la ficha telefónica, que todavía uso porque me permite preparar la pri-
mera sesión e identificar a las personas que me parece oportuno invitar a la terapia. Los mensajes
de WhatsApp se han convertido en el sustituto de las cartas en terapia: intervenciones terapéuticas,
reales y precisas, que involucran a varios miembros de la pareja o de la familia o que promueven el
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rol. Mi curiosidad, así como mi interés por los jóvenes y sus juegos me han permitido, sin enjuiciar
su pasatiempo como síntoma patológico, transformar su comportamiento solipsista en un juego re-
lacional, convirtiéndolo así en un vehículo de cambio.
40 HABLAR Y TRABAJAR ONLINE CON LOS NIÑOS Y SUS PADRES
Me ha sorprendido que en los casos que he visto online, he podido trabajar con niños peque-
ños que se han quedado conmigo y con su familia, delante de la pantalla, hasta durante una hora
y media. Por ejemplo, he seguido a una familia en terapia vía Skype: la niña, Ginevra se negaba
a hablar en la guardería y golpeaba a otros niños. Los maestros asustaron a sus padres al hacer un
diagnóstico pesado. En la primera entrevista con sus padres, Ginevra, vía Internet, después de un
silencio reticente, a fuerza de provocarla con simpatía, ha empezado a contestarme. Utilizando uno
de sus títeres, me ha expresado sus dificultades contándome en detalle las cosas que la preocupaban.
Les di a sus padres la tarea de hacer que la pequeña representara su historia a través de un pequeño
espectáculo teatral: la mamá lo filmó y me lo envió a través de WhatsApp.
Con los niños utilizo una forma simple y real de comunicar: les dejo introducir libremente
pensamientos, emociones o cualquier preocupación; reconozco su habilidad para discutir sus puntos
de vista, pero no reemplazo a los padres. Generalizo el problema para disminuir la ansiedad y su sen-
tido de responsabilidad. Verbalizo sus emociones y meta-comunico. (Mastropaolo, 2009). Permito
que los niños no respondan si no lo creen necesario. Tengo en cuenta sus opiniones y sugerencias
incluso si son niños pequeños y los uso como parte de las hipótesis sobre la familia. Los niños y los
adolescentes pueden recibir incluso mensajes duros, siempre y cuando sean claros y bien explicados.
En cambio, los mensajes confusos y ambiguos, “Te quiero, pero no te quiero” inducen síntomas
graves (anorexia, psicosis, neurosis).
los procedimientos explicados en los párrafos anteriores. El terapeuta puede observar en directo sus
propias reacciones
Éstos son algunos comentarios de las personas en tratamiento:
“Me centro más… menos estímulos externos en la pantalla, una relación más directa contigo,
… cara a cara… como si hubiera una comunicación más inmediata… trabajando en otro país…”
En casos nuevos, he propuesto la terapia online en la fase 2 del Covid-19. Al principio se que-
daron sorprendidos y luego han preferido en la pantalla que con la mascarilla en la sala de terapia.
En la mediación con parejas separadas desde muchos años y muy conflictivas, ha sido más
fácil realizar la sesión en línea desde sus respectivos hogares que recibirlos juntos en el estudio, al
menos en la primera reunión.
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LECTURAS COMPLEMENTARIAS
a
Director académico y de investigación, Escuela Sistémica Argentina (ESA). oirebec@hotmail.com
Recibido: 07-30-2020 El encuadre es uno de los temas clásicos en psicoterapia. Desde los primeros
Primera revisión: 30-11-2020 momentos del ejercicio de la Psicología clínica, bajo un marco psicoanalítico,
Aceptado: 01-12-2020 se describieron las pautas para organizar las consultas terapéuticas. Ha pasado
mucho tiempo desde esos inicios, y los diferentes modelos y estilos del ejercicio
profesional han particularizado los márgenes para desarrollar la terapia.
El artículo tiene como propósito describir y dilucidar, cómo las normas del
Palabras clave contrato terapéutico, que diseñan el encuadre, son emergentes del estilo de
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Abstract
Redes 42, Diciembre de 2020, ISSN en trámite
Keywords Setting is one of the classic themes in psychotherapy. From the first moments
psychotherapy, family therapy, of the practice of clinical psychology, under a psychoanalytic framework,
the guidelines for organizing therapeutic consultations were described. It has
setting
been a long time since those beginnings, and the different models and styles of
professional practice have particularized the margins to develop therapy.
The purpose of the article is to describe and elucidate how the rules of the
therapeutic contract, which design the frame, are emerging from the style
of each therapist and focuses especially on the space where the session is
developed. In this sense, it describes and defines the use of spaces inside and
outside the office, such as parks, bars, homes, etc., to conclude that the setting
is not a formalism external to the therapist, but that the setting is in the mind of
each professional, wherever they are, may be the appropriate time to develop a
session of psychotherapy.
44 INTRODUCCIÓN
Siempre existen situaciones que exceden el marco de lo aprendido. Parece adrede que, en las
primeras experiencias profesionales, nunca aparezcan aquellos pacientes que hemos leído, aquellos
casos claros que hemos estudiado. Parece que un cónclave de terapeutas psicópatas asesinos, han
urdido un plan contra nuestra persona para ponernos a prueba.
Franco era un terapeuta que hacía unos pocos meses se había recibido de psicólogo. Como
profesional, solamente había atendido a un paciente y algunos cuantos en unas prácticas hospitala-
rias durante su carrera universitaria. Durante cuatro años, con un psicoanalista didacta de A.P.A.,
estaba estudiando las obras completas de Freud. Ese era todo su currículum.
Una de sus amigas del grupo del club, le había derivado a una compañera de trabajo. Paloma
era enfermera general de turno matutino de una clínica privada. No pasaba los treinta años, linda,
rubia con un pelo llovido y poco maquillaje. Siempre con el estilo quejoso: “estoy cansada”, con-
sultaba por sus dificultades para independizarse de sus padres, a pesar que, económicamente, sus
ahorros le permitían alquilar un departamento y vivir cómoda sin los riesgos de no llegar a fin de
mes. Como hija única, se sentía culpable de dejarlos, más allá que su madre pasaba algunos “avisos”
irónicos acerca del abandono y la soledad.
Franco se había montado en el prototípico psicoanalista: se vestía con traje, la trataba de Ud.,
cuando llegaba la saludaba dándole la mano. Al comienzo, realizaba unas cinco sesiones cara a cara.
Luego pasaría al diván, siempre con una frecuencia de dos sesiones a la semana. Todo marchaba por
los carriles convencionales. Él interpretaba, señalaba algunos puntos que consideraba importantes,
y después de las primeras tres sesiones supervisó. Franco sentía que todo estaba bajo su control.
Pero como acostumbraba a respetar los silencios y era poco intervencionista, en la medida que
transcurrieron las sesiones, Paloma fue agotando su libreto y las islas de silencio y pocas palabras se
agudizaron.
¿Y dónde esta el encuadre?. La terapia fuera de los límites del consultorio; p. 43-54
Entre las asociaciones de Paloma, recordaba que de niña se quedaba sola cuando por las
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mañanas su madre hacía las compras. Pero su madre tenía una treta: el tiempo que se hallaba fuera
encendía la radio, con el objetivo de simular la presencia de gente en la casa para que Paloma no se
atemorizara. Entre otros recuerdos afectivamente importantes, ella tenía grabada las imágenes cuan-
do su padre regresaba de trabajar, cómo se lanzaba a sus brazos y le olía el olor a tabaco que traía
impregnado en sus ropas.
Un día, cuando ya Paloma se recostaba en el diván, imprevistamente trajo una radio. La co-
locó sobre una repisa y sintonizó música clásica. Prendió un cigarrillo y, con gesto de placer, dio una
bocanada profunda. Había traído a sus padres a la consulta. ¡Justamente el foco de su problema, la
dependencia!
Pero, más allá de la hipótesis acertada o no acerca de la actitud de Paloma, fue la actitud
de Franco. ¡Cuánta desorientación sintió de esa conducta inesperada de la paciente! ¿Qué es lo que
Redes 42, Diciembre de 2020, ISSN en trámite
debía hacer?, ¿Este comportamiento era resultado de algún error terapéutico?, ¿En qué se había
equivocado? Se llenaba de preguntas, era asaltado por millones de inseguridades, se sentía manipu-
lado y que había perdido su lugar como psicoanalista. Esta era una acción que escapaba del encuadre
tradicional y eso no lo había leído en los libros. No sabía cómo actuar y se quedó inmóvil apenas
pudiendo escuchar la música clásica que salía del pequeño aparato.
Casi toda la sesión transcurrió en silencio, hasta que Franco más tímidamente que con firme-
za, le dijo a Paloma: “Verdaderamente es hermosa la música clásica, pero hasta aquí, en la terapia,
¿es necesario traer a tus padres? Ella no entendió bien. Hizo un silencio largo y soltó un impercep-
tible “¿Por qué?”
Franco le dijo que la esperaba la próxima sesión. Llamó a dos o tres colegas para contar-
le, habló también con su supervisor, necesitaba ansiolíticos verbales y ribotriles explicativos para
apagar el sentimiento de culpa de saber si había hecho bien en dejarle la radio prendida, si hubiese
debido pedirle que la apagara, de interpretarle más inmediatamente y no dejar que toda la sesión
transcurriese. Si fue acertado lo que le señaló. Tenía bronca, ¿No podría haberle tocado en suerte 45
algo más sencillo?...
Franco, tiempo más tarde y con mucha más experiencia, se ríe cuando recuerda aquella anéc-
dota... (más aún, cuando Franco soy yo en mis primeros pasos en la profesión).
solver el problema del paciente. Quiere decir que ambos resuelven algo en ese encuentro terapéutico
(Keeney, 1983).
La psicoterapia, en términos cibernéticos, es una relación que corrige arcos de entropía, los
reduce al resolver las crisis. A veces los amplifica para reformularlos y reducirlos otorgándoles un
nuevo sentido. Es un espacio de crecimiento y aprendizaje, donde se enseña la resiliencia y cómo de
los hechos se construyen oportunidades en pos del bienestar (Cyrulnik, 2008).
Todo este desarrollo acerca del significado de una consulta terapéutica se corporeiza en un
espacio: la psicoterapia se encuentra enmarcada en un contexto y en un formato que cada terapeuta
impone en la relación con sus pacientes. Es un tronco rector que demarca las interacciones con los
pacientes y también con cada paciente en particular.
El encuadre terapéutico ha sido de uno de los elementos teóricos-pragmáticos que le han
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¿Y dónde esta el encuadre?. La terapia fuera de los límites del consultorio; p. 43-54
departamento que oficia de consultorio (por ejemplo, la cocina); como puertas afuera: el trabajo
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terapéutico que se desarrolla en salas de terapia intensiva, campos deportivos, domicilios, parques,
bares o simplemente caminando en las calles.
“El encuadre está dentro nuestro”, es un imperativo que desestructura la necesidad imperiosa
de cumplir con una parte relevante del encuadre clásico: la realización de sesiones en la oficina
del terapeuta. En general no se concibe la terapia de otra manera. Sin embargo, si el terapeuta está
compenetrado en su función, trabaje donde trabaje hará sentir en su paciente, el ejercicio de su fun-
ción, la asimetría del rol, su lugar de experto, el acto de servicio por el que se abona un honorario,
el cumplimiento de una hora determinada y fundamentalmente el respeto y afectividad del vínculo.
del hábitat terapéutico e inste a compartirlos, el paciente se sentirá con la máxima comodidad para
hablar de sus intimidades con menor inhibición. Por supuesto, con las limitaciones de entender
que existen lugares privativos del profesional. La asepsia profesional ha sido mal interpretada por
numerosos terapeutas que, imbuidos principalmente en los modelos tradicionales, tergiversaron en
nombre de la disociación y la toma de distancia, la relación terapéutica (Bleger, 1967).
En una oportunidad, una paciente que, después de una docena de sesiones, entró a la consulta
casi desesperada con ganas de ir al baño. Lo que más me había extrañado, fue su actitud temerosa
y titubeante, y la cantidad de disculpas que pidió por solicitar hacer sus necesidades fisiológicas.
Cuando reingresó en el despacho, le pregunté curioso el porqué de tanto preámbulo simplemente
para ir al lavabo. Hacía dos meses que llegaba entre cinco y diez minutos antes a la sesión y se pres-
taba al ritual de tomar un café en un bar cercano al despacho para poder ir al lavabo del lugar, por la
Redes 42, Diciembre de 2020, ISSN en trámite
creencia de que estaba prohibido ir al baño del consultorio. Esa creencia estaba sustentada, en que
su terapeuta anterior no le permitía el ingreso a su baño por considerarlo un lugar privativo de la
profesional. No obstante, cabe agregar que más que mal interpretar la teoría o tergiversarla, esto se
trata de sentido común, de relación humana.
En esta línea de desestructurar espacios tradicionales o, más bien, transgredirlos, al inicio de
Marcelo Rodríguez Ceberio
la sesión y, de acuerdo con el tipo de paciente y su situación, el terapeuta podrá dar comienzo a la
conversación mientras que hacer hervir el agua, prepara el café, dispone las tazas y todo el ritual
como un verdadero anfitrión. Es necesario observar las actitudes del paciente y, por supuesto, que
este ritual es factible realizarlo con un paciente de manera individual y hasta una pareja. Pero podría
complicarse cuando es toda una familia, por el hecho de servirles a todos, algunos van a la cocina,
otros quedan en el consultorio, y se corre el riesgo de perder un tanto el control de la situación.
En Argentina, más allá del café o del té, existe una infusión que se denomina Mate . El mate, al
pasarse de uno a otro de los bebedores, mancomuna, estimula el compartir y, por lo tanto, el diálogo.
48 Existe todo un ritual de la preparación del mate. Mientras que el agua se calienta, en la cocina, el
terapeuta cargará con yerba el recipiente, echará un poco de agua, enterrará la bombilla en la yerba
y así sucesivamente. En el entretiempo, el paciente acoplado a esa parsimonia, podrá comenzar a
hablar de su problema o se iniciará con comentarios periféricos hasta llegar al nódulo en cuestión.
El mate, permite compartir entre un mate y otro, el diálogo terapéutico. En algunos casos, algún
paciente trae unos bizcochos típicos y se arma una especie de ronda afectiva en donde transitan las
palabras, gestualidades y demás interacciones durante la consulta.
Prepare lo que se prepare, en ese ámbito se verá si el paciente se queda sentado en su asiento y
no acompaña la preparación en la cocina. Hay pacientes que hablan en voz alta para que el terapeuta
los escuche, pero no se mueven de su lugar. Otros se acercan y se muestran totalmente cooperativos:
lavan una taza, toman la bandeja y colocan la azucarera y las cucharas, otros endulzan los dos cafés.
Mientras tanto, hablan de lo que les sucede, de su dolor, de su tristeza, de sus problemas. Otros, se
quedan en los comentarios periféricos, esperando que comience la sesión, en la creencia que el inicio
se produce cuando ellos y el terapeuta se sientan en su sillón (Ceberio, 2009).
Algunos vienen de trabajar, hambrientos y una infusión y unas galletas alientan a conectarse
mejor con lo que les sucede. Otros, compartidores y cuidadores por excelencia, son ellos los que
traen las galletas, golosinas o chocolates a la consulta. Se podrá interpretar que es fruto de la ansie-
dad, semejante muestra de afecto mediante la comida y los dulces: puede que sí, pero esto no quita
que pueda –paliativo de ansiedad mediante- favorecer la comunicación terapéutica.
Si la sesión ha adquirido cierto nivel de ilación y concentración en ese preámbulo de prepa-
rativos, conviene no moverse de la cocina y no correr riesgos de perder el clima logrado y, tal vez,
toda la consulta se desarrolle allí. Lo más importante, es consolidar una relación y un ámbito de
psicoterapia que favorezca la introducción de información nueva en pos del cambio.
No se trata de “deber hacer” una infusión u ofrecer cualquier alternativa de las expuestas, se
trata de contar con la posibilidad. “No con todos los pacientes, no siempre con algunos”: es decir,
¿Y dónde esta el encuadre?. La terapia fuera de los límites del consultorio; p. 43-54
existen ciertos pacientes que, por el grado de manipulación, rápidamente pueden saltar a una con-
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fianza extrema traspasando los límites de la relación profesional. Por otra parte, no siempre es nece-
sario jugar el caldeamiento de esta manera con los pacientes que sí es posible aplicar esta fórmula.
El terapeuta debe sentirse libre en su espacio y en la relación, condicionado por la ética y con el
objetivo responsable de ser eficaz en el tratamiento de su paciente.
Entre las numerosas intervenciones y técnicas que los terapeutas desenvuelven en las sesiones,
acopladas al contenido del mensaje que se envía, está la forma en que se expresa. Tan importante es
el contenido como todo el panorama de lo paraverbal que lo acompaña. Por ejemplo, cuando se abre
la puerta de un consultorio, se inicia el juego relacional de los pacientes con el terapeuta. Aunque
podría afirmarse que ya desde el llamado telefónico ha comenzado a cimentarse el vínculo, puesto
que el pedido de consulta en la terapia sistémica tiene visos de una conversación exploratoria –como
además de caldeamiento- con miras al desarrollo del futuro trabajo terapéutico.
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Todo es sorpresa para la primera sesión, y sorpresa más cierto grado de previsibilidad cuando
el paciente y el terapeuta han transitado varias sesiones juntos. Pero también, la terminación de la
consulta, el momento cuando se abre la puerta del despacho y se despide al paciente, se constituye
en la oportunidad de realizar el último comentario que opera como corolario de la hora de sesión.
Más allá del transcurso de la consulta, el momento de la apertura y del cierre son instantes
estratégicos de intervención y son esos instantes los que se desenvuelven en el perímetro que de-
marca la apertura o cierre de la puerta de entrada. Ese cuadrilátero, es el lugar clave donde se abre
o se finiquita el juego de la psicoterapia. Entonces, llamaremos “Intervenciones del uno por uno”, a
aquellas maniobras que se realizan en la puerta de entrada a la consulta. Por lo tanto, se entiende que
la sesión de psicoterapia no se inicia cuando el paciente se sienta en su sillón, en rigor, mucho de lo
que se hable, se profundice, analice, converse en ese preciso momento depende del recibimiento del
profesional desde la puerta de entrada hasta que el paciente se sienta. Ese pequeño periplo, ofrece
al profesional numerosos datos analógicos y verbales, que deben ser capitalizados a favor de enri-
quecer la sesión. 49
Las intervenciones en el cuadrilátero de un metro por un metro (Ceberio 2009), implica el
saludo, el abrazo, la proximidad en la llegada y en la despedida, la estocada intervencionista que
resume la información de la sesión. También no es necesario que el terapeuta esté adherido a su
sillón, se pueden realizar intervenciones de pie, principalmente aquellas más enérgicas, que desde
un up corporal permiten imponer autoridad y directividad a la información que se envía. O de pie,
mirar el horizonte a través de su ventana, mientras que una pareja discute, en señal de más de lo
mismo y cuánto se aburren. También en los consultorios, en el buen tiempo se pueden aprovechar
patios, balcones y jardines, cambiando de ambiente y flexibilizando los lugares. Son múltiples, las
oportunidades que se pueden crear puertas para dentro. Veamos ahora que sucede en el exterior del
consultorio.
ción. Es, entonces, cuando el terapeuta debe optar: o renuncia al servicio porque la infraestructura
no le permite trabajar como él desea o, inventa lugares recreando el clima necesario para trabajar en
consulta. Así se encuentran terapeutas que realizan una consulta en la sala de espera de otra especia-
lidad médica, utilizan el parque del hospital, el bar de los aledaños o sencillamente construyen una
sesión terapéutica mientras caminan.
Pero, más allá de que el contexto mediatice la forma de atención y obligue a transgredir “el
lugar sagrado de la psicoterapia”, trabajar fuera del consultorio puede constituirse en una estrategia
de acción. Desarrollar la sesión en cualquier lugar de la periferia, desde un bar hasta un domicilio o
una sala de cirugía, pueden ser algunos de los lugares atípicos donde efectuar psicoterapia.
Seguramente que, de todos ellos, el pre o post operatorio de un paciente en una clínica o la
asistencia domiciliaria por unas cuestiones de no ambulación del paciente, hacen que la psicoterapia
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se desenvuelva obligadamente fuera del consultorio. Pero no nos estamos refiriendo en especificidad
a estos lugares (que, además, conllevan razones de contexto por las que el paciente no puede concu-
rrir a nuestro espacio). No es lo mismo “decidir” realizar la sesión en el domicilio del paciente, que
estar obligado por la situación para hacerlo. Uno de los ejemplos precisos de este tipo de atención,
remite al modelo desarrollado en Italia de la Desinstitucionalización psiquiátrica, cuyas ideas ger-
Marcelo Rodríguez Ceberio
TERAPIA DOMICILIARIA
Cuando se trabaja en la experiencia, el hecho habitual de visitar la casa de las personas, hace
que el profesional observe detenidamente una serie de detalles que son parte de la psicoterapia. La
casa refleja el mundo interno de las personas, las características de la familia, la dinámica de la pa-
reja. Describe a la fratría.
Hay livings sombríos, desolados. Mientras que la cocina es activa, donde se desarrolla la vida
familiar. Se come, se lee, se mira televisión, se conversa. Es el epicentro de las reuniones familiares.
Toda casa tiene lugares públicos, aquellos en los que la familia intercambia con gente ajena al clan;
y privados que pueden ser descriptos como los sitios íntimos, aquellos que no son vistos por los de
afuera. A veces, los públicos se encuentran ordenados, mientras que los privados emulan a un desor-
den casi bizarro. En otras ocasiones, los lugares públicos son espacialmente grandes en comparación
con los espacios privados, denunciando una familia que mira hacia fuera y no su propio interior.
El tipo de decoración, por ejemplo, denuncia los gustos familiares: si es una casa recargada o
sencilla, con qué clase de objetos se halla arreglada: pocos, pero finos, muchos, pero baratijas. Las
fotos familiares, tanto generales como la preeminencia de ciertos personajes de la familia, dan la
pauta de quienes son idealizados, los ausentes, los descalificados, etc. Si abundan los libros, qué cla-
se de lectura es la predominante. Si los cuadros son reproducciones de buen gusto u óleos baratos. Si
¿Y dónde esta el encuadre?. La terapia fuera de los límites del consultorio; p. 43-54
la religión tiene relevancia, si existen cuadros de vírgenes, Cristos, Santos, u otras veneraciones, etc.
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Cuáles son los colores predominantes en la casa. Qué diferencias existen entre los colores de
los dormitorios y los lugares comunes de la familia. Los cuartos de los adolescentes, muestran sus
ideologías, ídolos, gustos, sometimiento, rebeldía, marginalidad o integración, etc. Cuando se llega
a la atención domiciliaria, también se debe observar quién está dispuesto, o durmiendo a pesar de
que es media mañana, o quién trabaja.
Cómo se visten los integrantes mientras que están en el hogar. Deben observarse el grado de
dejadez, deterioro o actualización que tiene le hogar. Si pierden las canillas del baño o las de la coci-
na, el tanque del inodoro, si hay lámparas o solamente bombillas. Si hay platos sucios o grasa en los
azulejos o tierra en las repisas. El estado de higiene de la casa. Hay personas pulidísimas y la casa es
una inmundicia, otras que son consecuentes: desordenados y sucios con casa desordenada y sucia.
Otros, en la misma dirección, son metódicos y ordenados y la casa los reproduce.
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Cualquier detalle de la casa (y hay múltiples) son elementos detonantes de preguntas. Un tera-
peuta que desarrolle su curiosidad, mirará cuadros y preguntará acerca de los integrantes, qué edad
tenían (si son los miembros de la familia), quiénes son otros que desconoce, donde estaban cuando
se sacaron la foto. Todas estas preguntas mínimas, pueden construir cadenas de diálogo como cal-
deamiento a la entrada de la sesión. Cómo reciben al terapeuta, si lo atienden, si le ofrecen un café,
o la madre que ha cocinado un bizcochuelo para acompañarlo, si lo invitan al almuerzo o merienda
familiar, etc. Es decir, cuáles son las muestras de afecto y reconocimiento, cuál es el código de la
familia en estos aspectos, qué clima familiar en general impera en la casa, el lugar del profesional en
la familia, el grado de importancia del tratamiento.
Uno de los tantos pacientes de Trieste, Giorgio, no solo que se masturbaba compulsivamente,
sino que penitenciaba rezando –también de manera compulsiva- el Rosario. Cuando fuimos a su
casa, nos recibió la madre, una señora mayor con el cabello blanco y recogido, pequeña y regordeta,
vestida de gris y azul, tal cual una madre superiora. Apareció su hermana, una pelirroja de lentes,
también de cabello recogido, íntegramente vestida de azul con un catecismo en la mano: propia- 51
mente una monjita. En el hall de entrada, sorprendía un cuadro gigantesco del Sagrado Corazón que
mostraba a un Cristo de mirada benévola. Un cuarto de la antigua casa reproducía una capilla de
oración. Giorgio había colechado con esta mamá hasta los 14 años, las fantasías en él proliferaban y
lo llenaban de culpa. No salía de su casa y ese marco de extrema religiosidad que aparecía en cada
rincón de su hogar, lo hostigaba castigándolo permanentemente (Ceberio, 2010).
Mientras que se camina o se sitúan en el banco de una plaza, el terapeuta pasará informaciones que
apuntan directo al cambio de status quo. El terapeuta se detendrá estratégicamente y solicitará que
escuche el canto de los pájaros o el silencio, que se observe el verde, que se aspire profundamente el
aire de la mañana, en síntesis, toda una serie de estímulos que colaboran con la relajación, que hacen
descender los niveles de ansiedad y favorecen la concentración en la terapia.
Desarrollar una sesión afuera, implica una provocación a las estructuras inflexibles del pa-
ciente y un desafío a lo que le cuesta cambiar. También, en algunos casos, resulta una puesta en
marcha ad hoc de lo que debe y cómo debe cambiar. Sirve, así mismo, cuando el terapeuta realiza
una prescripción y anticiparla como muestra. Por ejemplo, el terapeuta le indica a una persona muy
introvertida que salga a un bar, que observe a la gente, que dialogue con el camarero, que se muestre
simpático. O cuando le manda a un paciente que lleva una vida sedentaria, que camine 30 minutos
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LOS LÍMITES
Por supuesto, que es necesario ser extremadamente cauteloso en quien puede aplicarse esta
maniobra. La normatividad que implica encontrarse en el perímetro del consultorio, pauta límites
52 en el accionar del paciente, aunque también en el terapeuta. La geografía del consultorio, el espacio
físico, forma parte de las reglas del encuadre y esto introduce límites per se en el vínculo terapéuti-
co. En cambio, cuando se traspasan las fronteras del lugar donde clásicamente se desarrolla la con-
sulta, el profesional debe estar sumamente atento a no perder ese lugar relacionalmente asimétrico
con el paciente, lugar que le otorga una semántica poderosa en sus intervenciones. Por tal razón, el
excederse del territorio del despacho exige al terapeuta prestar suma atención para evitar cualquier
empaste del vínculo. O sea, que el paciente se confunda y crea que, porque bebe un café o almuerza
o camina con el terapeuta por un parque, es un amigo, un familiar o algo que se le parezca.
Por estas razones, no es productivo salir del consultorio con un paciente que se halla en “trans-
ferencia amorosa” con el profesional. El hecho de estar en la calle, en un bar o en un parque, puede
llegar a hacer proliferar fantasías y a creer con más asidero que pueden concretarse. El consultorio
actúa como factor pautador de la relación, un factor que delimita interacciones. El paciente puede
confesar su amor, pero se encuentra en un contexto que sella el vínculo profesional. El hecho de salir
de semejante muro de contención de la relación terapéutica (tanto para el profesional como para el
paciente), puede llevar el riesgo de contaminar el vínculo. Es decir, el estar afuera puede activar
las fantasías y también activar la posibilidad de concretarlas, aunque claro está, que los principales
límites se hallan dentro del profesional y no solamente en el hábitat donde transcurre la sesión.
Tampoco resulta efectivo, en aquellos pacientes con ciertos manejos psicopáticos o con una
sutil y fuerte cuota de manipulación. Más allá de los límites que pueda imponer el terapeuta, el con-
texto de la calle “es tierra de nadie” de cara a un paciente con estas características. El afuera puede
ser una tentación para sus mecanismos, con una fuerte tendencia a simetrizarse y el intento de colo-
carse por arriba del profesional.
En pacientes con dificultades de atención o concentrarse en el diálogo, pseudomaníacos y
acelerados acentuados, un bar o un parque pueden ser factores distractores -por hallarse poblado de
estímulos- que los alientan a desfocalizarse. Aunque luego de un período de trabajo sobre ese punto,
¿Y dónde esta el encuadre?. La terapia fuera de los límites del consultorio; p. 43-54
es importante comprobar si se realizaron modificaciones. Entonces, el salir del consultorio puede ser
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CONCLUSIÓN
Para lograr tener la flexibilidad de externarse con el paciente en la consulta, es necesario en-
tender que el encuadre, no solo se encuentra en el contexto donde desarrolla la psicoterapia, más
aún, ese contexto es la construcción del terapeuta desde su modelo y estilo. Ni la distancia de los
sillones, ni el escritorio, o el guardapolvo que se viste en hospitales, ponen al resguardo la relación.
Son objetos que se colocan para demarcar una diferencia y a veces operan como una defensa om-
nipotente del profesional. Los profesionales más nóveles e inseguros, necesitan de esa parafernalia 53
para sentirse fuertes en el rol. Por lo tanto, el encuadre, cuanto más rígido es mayor es la defensa
del terapeuta.
El encuadre se encuentra dentro de la mente del profesional. Esta concepción parte de la au-
tovaloración y la consecuente seguridad. El terapeuta es el gran conductor y es el que impone las
reglas de juego en esa amalgama interactiva con el paciente en busca de una complementariedad
que facilite cumplir con los objetivos de manera eficaz y rápida. Se encuentre donde se encuentre el
profesional, si tiene en claro su rol y función, no necesitará de nada para ejercerla, solo sus conoci-
mientos y pasión.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
¿Y dónde esta el encuadre?. La terapia fuera de los límites del consultorio; p. 43-54
Comunicação na Pai-Filhos: O papel da vinculação e da expressão 55
do afeto sob o espectro do lugar de género
ab
Universit of Coimbra, Faculdade de Psicologia e de Ciências da Educação da Universidade de Coimbra,
c
Departamento de Psicologia da Universidade da Madeira / Centro de Estudos Sociais da Universidade de
Coimbra
Recibido: 15-09-2020 O objetivo principal deste artigo é realizar uma revisão teórica sobre a
relevância que o tema da pa-ternidade ocupa na família e a importância
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Resumen
Palabras clave El objetivo principal de este artículo es realizar una revisión teórica sobre la
paternidad, comunicación, relevancia que el tema de la paternidad ocupa en la familia y la importancia de
la comunicación afectiva entre padres e hijos varones. Aunque la investigación
afecto, relación padre-hijo,
sobre la crianza y la participación de padres e hijos ha au-mentado en las
familias contemporáneas últimas décadas, todavía es escasa. La investigación destaca un padre más
compe-tente para relacionarse con sus hijos y los procesos de comunicación
son emocionalmente más afec-tivos, menos agresivos, más empáticos y
más íntimos, lo que promueve niños con mejores capaci-dades para afrontar
la presión impuesto por el lugar del género configurado por las exigencias
de lo que significa ser hombre. Sin embargo, algunos resultados apuntan a
un padre sin parentesco emo-cional. Los resultados encontrados tienen un
impacto evidente en términos sociales, clínicos, con implicaciones para futuras
investigaciones en el área de estudio de la familia en general y de la rela-ción
padre-hijo en particular.
56
Abstract
Comunicação na Pai-Filhos: O papel da vinculação e da expressão do afeto sob o espectro do lugar de género; p. 55-66
Although research on parenting and parent-child involvement has increased
relationship, contemporary in recent decades, it is still scarce. The research highlights a father who is
families more competent for rela-tionships, where communication processes are more
emotionally affective, less aggressive, more empathic and more intimate, which
promotes children with better skills to cope with social demands imposed by
the place of gender configured by the demands of what it means to be a man.
However, some results point to an emotionally unrelated parent. The findings
have a clear social and clinical impact, with implications for future research in
the field of family study in general and parent-child relationship in particular.
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Desde a década de oitenta, a literatura tem revelado um forte interesse pelas questões rela- 57
cio-nadas com a paternidade no núcleo familiar. Até então os estudiosos relegavam o papel do pai
a um segundo plano, enfatizando a importância da relação mãe-filhos. O pai era retratado como
sendo, essencialmente, um provedor, alguém que acautelava as necessidades primárias dos filhos e,
muitas vezes, ausente no suporte afetivo (Pleck, 2012). Estudos mais recentes, que abordam o tema
da parentalidade na família, têm-se interessado pelo papel do pai no desenvolvimento dos filhos
(Ca-brera, Le Monda, Bradley, Hofferth, y Lamb, 2000, Howkins y Dollahite, 1997; Hofferth, 2003;
Lamb y Levine, 1985, 2003; Lamb et al., 1985; Lewis y Lamb, 2003; Marsiglio et al. 2000; McGill,
2014; Morman y Floyd, 1999, 2001, 2002, 2003; Pleck, 1997, 2004, 2010, 2012; Pleck, Lamb y
Levine, 1985, 2003).
A família é um dos contextos mais importantes para o desenvolvimento das crianças e ado-
les-centes. Os padrões de interação estabelecidos entre os seus membros definem o seu funciona-
mento, repercutindo-se na dinâmica das relações que se estabelecem no seu curso de vida. Relacio-
nar-se é comunicar, portanto a comunicação é a base para a tradução das relações afetivas no núcleo
familiar, tornando-se o constructo central para compreender o exercício da parentalidade.
O presente artigo tem como principal objetivo realizar uma revisão teórica sobre a relevância
que o tema da paternidade tem na família e os seus desdobramentos na relação e comunicação afe-
ti-va dos pais-filhos.
Estudar e observar a família, nesta moldura teórica, que representa “a estrutura que conecta”
(Bateson, 1979), a família define-se como um sistema interpessoal auto-organizado, que se carac-
te-riza pela interação e negociação entre os seus membros, através de dinâmicas comunicacionais
comuni-cacionais que a fazem nascer e se manter” é a sua estrutura (Relvas, 1996, p. 13).
Segundo Andolfi, cada família apresenta uma arquitetura temporal caracterizada por inter-
se-ções de histórias individuais, experiências partilhadas e vínculos intergeracionais. O tempo fa-
miliar resulta do entrelaçamento que constitui um enredo de histórias partilhadas, mitos, rituais,
tradições transmitidas pelas gerações anteriores ao longo da sua história (Andolfi, 1987). Olhar a
família através do seu ciclo vital, do seu curso de vida, permite-nos pensar em diferentes grupos fa-
miliares como um sistema vivo em movimento, cujo desenvolvimento ocorre em estádios dentro de
uma dimensão temporal, plurigeracional, de tempo presente e tempo passado, que está em constante
pro-cesso de mudança, que integra o novo e o velho, o horizonte futuro com o vivido da experiência
passada (Castilho, 2010).
Assumimos que não nos poderíamos referir ao conceito família sem pensar em famílias, tal a
diversidade de arranjos familiares: como pensar a família no singular diante de um cenário tão plu-
ral? A multiplicidade de tipologias familiares coloca em causa a conceptualização de um único ciclo
58 vital adaptado à leitura de uma parte das famílias. Nesta perspectiva, as inter-relações dialógicas
como produtoras de sentidos e definidoras dos lugares de cada um nas interlocuções características
de cada família, cujos gestores são mitos, crenças e segredos familiares, atuam na constituição dos
“enredos invisíveis” presentes nos processos comunicacionais que são transmitidos de geração para
geração. O indivíduo, interiorizando percepções não expressas no sistema, mas obedecendo-lhes,
desenvolve lealdades invisíveis que são transmitidas para gerações seguintes (Nagy y Spark, citado
por Castilho, 2010). Estas lealdades dificultariam as expressões de afeto tão nutritivas para as re-
la-ções de proximidade e intimidade entre e nos subsistemas, particularmente na comunicação entre
pais e filhos.
Comunicação na Pai-Filhos: O papel da vinculação e da expressão do afeto sob o espectro do lugar de género; p. 55-66
trouxeram novas nuances para os arranjos familiares, cuja diversidade se faz presente no contem-
po-râneo: famílias hetero e homoafetivas, monoparentais, reconstituídas ou recasadas, adotivas. Es-
sas diferentes constelações caracterizam-se por tratar-se de grupos unidos por laços de parentesco,
con-sanguíneos ou não, trazendo novas perspectivas para a concepção do que é família, e as expec-
tati-vas sobre a parentalidade, maternidade e paternidade.
Os papéis tradicionais da família conjugal nuclear sofreram mudanças significativas e, da
mesma forma que as mulheres/mães tiveram que rever os seus papéis enquanto únicas responsáveis
pelos cuidados e desenvolvimento dos filhos, em detrimento das suas vidas profissional e pessoal,
os homens também foram convocados a se redefinirem no lugar de provedor que lhes foi social e
tradicionalmente atribuído. Na mesma medida em que o orçamento doméstico passou a contar com
os ganhos das mulheres, os homens também foram ocupando um lugar mais ativo e participativo na
vida dos filhos (Morman y Floyd, 2002).
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Os processos da comunicação que geram diferentes dinâmicas relacionais são centrais nos
es-tudos da parentalidade. É através deles que se definem as relações e os processos de diferenciação
no decorrer do ciclo vital familiar, cujas etapas, mais o sexo dos progenitores e filhos, definem-se
como variáveis importantes para os estudos sobre o tema. A comunicação torna-se um constructo
central para a compreensão do exercício da parentalidade (Portugal y Alberto, 2012).
Estudos recentes têm vindo a investigar as dinâmicas relacionais e comunicacionais que
en-volvem a paternidade (Morman y Floyd, 2003; Portugal y Alberto, 2012). Alguns investiga-
dores enveredaram por caminhos inovadores de pesquisa, nomeadamente a relação e os processos
comu-nicacionais do pai com os seus filhos homens (Morman y Floyd, 2002). Importa ressaltar que
as investigações que se debruçam sobre o estudo do papel do pai são, ainda, reduzidas.
O interesse pelo tema do envolvimento paterno com as crianças e adolescentes começa a
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to-mar corpo a partir da década de oitenta, com os estudos, principalmente, de Pleck, Lamb, Char-
nov e Levine (1985), que propõem um constructo para o envolvimento paterno que inclui três ca-
tegorias: participação, que contempla as interações diretas – cuidar, brincar e outras atividades;
acessibilida-de, ou seja, a disponibilidade para estar com a criança; responsabilidade, referida aqui
como a cer-teza de que a criança é efetivamente cuidada, o que é diferente de providenciar cuidado.
Tratou-se de uma nova abordagem para a paternidade, diferindo dos estudos anteriores cuja preo-
cupação era observar sobretudo o tempo que os pais se comprometiam a passar com os filhos, sem
a preocupa-ção de analisar se existia realmente uma disponibilidade para tal ou se se responsabili-
zavam, já que, dependendo do contexto cultural, muitas mães se queixavam de que os pais apenas o
faziam por solicitação delas (Levine, 1976).
Com a evolução das pesquisas novas categorias emergiram: a participação positiva, que in-
clu-ía a frequência e o tipo de atividade, como brincar, ler, combinada com aspectos qualitativos
como carinho e sensibilidade, e o controle, cuja categoria já estava estabelecida nos estudos sobre
parenta-lidade. Quanto à responsabilidade, incluía os cuidados materiais e sociais indiretos, além 59
das ativi-dades realizadas para e não com as crianças; e os processos de responsabilização, ou seja,
os pais certificarem-se de que os itens acima estavam assegurados (Pleck, 1997, 2010).
Outras dimensões foram acrescentadas às investigações propostas por Lamb e Pleck (citado
em Pleck, 2012) como facilitadoras para o envolvimento paterno: motivação associada às crenças
do que é ser-se um bom pai; identidade paterna, operacionalizada pelas atitudes traduzidas como
habilidades, autoconfiança e apoio (especialmente às mães), bem como na gestão dos obstáculos re-
ferentes à vida profissional; influência materna, associada ao comportamento da mãe na sua rela-ção
com o envolvimento paterno.
Quanto à identidade paterna, pesquisas quantitativas (e.g., Maurer, 2001) sugerem a im-
por-tância da distinção entre identidade paterna num nível mais abrangente, como quão importante
é ser um bom pai, de outros mais específicos de paternidade, como quão importante é ser-se um bom
cuidador, ter uma relação de proximidade afetiva com os filhos, ser um bom provedor. O conceito de
identidade paterna é compreendido como a percepção que o pai tem de si, diferente das suas ati-tu-
des que, por sua vez, tem mais a ver com as crenças do que ele deve fazer ou do que ele realmente
faz. A associação da identidade paterna ao comportamento é complexa. Maurer e colaboradores
(2001, citados em Pleck, 2012), constataram que identidade paterna e o envolvimento com os filhos
estão mais associados a domínios da paternidade congruentes com o género – provedor – do que
a identidade como cuidador. Segundo estes resultados, o comportamento como pai cuidador está
mais dirigido às percepções de como o pai se pensa percebido pelo outro, no caso a mãe, do que
na sua própria identidade como cuidador. Presume-se daí que as identidades paternas seriam mais
coparen-tais do que monoparentais (Stueve y Pleck, 2001). A identidade coparental, responsável
por organi-zar e planear a vida dos filhos, está associada pelo pai e pela mãe como relevante para
a execução das tarefas da parentalidade, com a assunção de que um maior envolvimento paterno
beneficia não só os filhos, mas também as mães (Pleck y Masciadrelli, 2004). Os estudos nessa área
têm-se de-monstrado mais rigorosos, considerando o uso de dados sobre o envolvimento paterno
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Comunicação na Pai-Filhos: O papel da vinculação e da expressão do afeto sob o espectro do lugar de género; p. 55-66
e nutridor.
Os resultados acima apresentados demonstraram uma mudança geracional na relação pai-fil-
ho para um pai mais nutridor que, segundo os autores, é consistente com a posição de Griswold
(1997), no que se refere às expectativas na última década do século XX, na América do Norte, de
uma paternidade com um pai mais envolvido e nutridor – o que não quer dizer, e não foi o objetivo
da investigação, que as relações pais e filho também pudessem apresentar características negativas.
Pressupõe-se que o aumento dos níveis das variáveis descritas poderia indicar uma dimi-
nui-ção dos aspectos negativos. Portanto, seria mais indicado pensar que as características negativas
ou positivas na relação pai-filho sofrem também influências pessoais e sociais. Apesar dos pais e
dos filhos relatarem entre eles proximidade na relação e na comunicação verbal, não verbal e de
suporte afetivo em todos os conjuntos de variáveis (Floyd y Morman 2000), surpreende que a va-
riável sa-tisfação, quando isolada das outras, apresente níveis diferentes nos resultados. A satisfação
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como preditor poderia estar relacionada com outros fatores: para os pais, como estes percebem os
filhos nas atividades ligadas à escolaridade e obediência, e para os filhos, como estes percebem os
pais como o pai provedor e controlador de seus níveis de liberdade. São questões empíricas que
suge-rem estudos posteriores.
O estudo de Morman e Floyd (2002) é pertinente na medida em que sinaliza as mudanças nas
expectativas da paternidade em relação ao passado e evidencia a sua importância na observação
da comunicação pai-filho. Também ressalta a importância de observar os padrões de comunicação
na família no contexto social mais amplo, já que a família, considerada como um sistema social, é
con-tinuamente influenciada por circunstâncias políticas, económicas e históricas, além dos aspetos
ge-racionais presentes na comunicação dos pais com seus filhos. Concluindo, o estudo se restringiu
a pais biológicos, apontando para a necessidade de se investigar a comunicação de pais não bioló-
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se, assim, as evidências, cada vez mais crescentes, sobre a influência que o envolvimento paterno
exerce nos cuidados e na participação ativa na vida do filho e no seu desenvolvimento psi-cológico.
O papel da tensão de género reflete-se na paternidade e na família contemporânea. Um es-
pados com o trabalho. Reportaram que, pelo facto de as suas mulheres também trabalharem fora de
casa e con-tribuírem para o orçamento, não se sentiam mais valorizados como únicos provedores e,
ao mesmo tempo, sentiam-se menos satisfeitos e isolados emocionalmente da família e dos filhos.
Referiram-se ao sentimento de isolamento como doloroso, pois muitos lembraram que eram pouco
comunica-tivos com os seus próprios pais, e mostraram-se particularmente sensibilizados com a
possibilidade dos seus filhos sentirem o mesmo. Alguns homens referiram a tarefa de cuidar dos
filhos como “coisas de mulheres”. Os pais homossexuais percepcionam-se como sendo mais com-
petentes nas relações afetivas por estarem em famílias não tradicionais que as famílias tradicionais,
referindo-se ao sexo biológico e “referiram que a homofobia internalizada culturalmente vaticina
que ser-se ho-mossexual e ser pai são mutuamente exclusivos” (Silverstein et al., 2002, p. 368).
Numa análise longitudinal, sobre o envolvimento do pai e a qualidade de relacionamento com
o filho numa perspectiva intergeracional, estudaram-se 2970 famílias norte americanas (Jessee y
Adamsons, 2018). Foram avaliadas associações entre o relacionamento dos pais com seus próprios
62 pais (os avós) durante a infância e o envolvimento dos pais com os seus filhos de um ano de idade
e depois aos nove anos. Os caminhos do envolvimento do pai com os seus pais (os avós) durante a
infância e as relações deste com os seus filhos, na idade de um ano e nove anos, foram fortemente
mediados pelo envolvimento do pai com seu próprio pai na idade de um ano. O envolvimento do
filho com os seus pais durante a infância esteve positivamente associado à relação positiva dele
com o seu filho na infância. Este estudo é de grande relevância clínica, no sentido de assegurar a
impor-tância de um envolvimento ativo e positivo do comportamento do pai com o seu filho e pro-
mover relacionamentos positivos com eles na sua e nas próximas gerações.
CONSIDERAÇÕES FINAIS
Embora a produção científica sobre parentalidade e envolvimento dos pais com os seus filhos
tenha aumentado nas últimas décadas, é ainda escassa em comparação com o grande número de
estudos que se concentram no envolvimento das mães
Comunicação na Pai-Filhos: O papel da vinculação e da expressão do afeto sob o espectro do lugar de género; p. 55-66
Historicamente a comunicação da díade pai-filho tem sido pouco estudada nas dinâmicas
fa-miliares, e alguns estudos indicam que pais mais envolvidos com a vida dos seus filhos aju-
dam a desenvolver jovens menos agressivos, menos competitivos e emocionalmente expressivos e
empá-ticos (Brody, 1996), além de mais carinhosos e com maiores habilidades para resolução de
conflitos e para partilhar a intimidade, bem como, mais tranquilos na forma como se lida com as
expectativas de género, no que toca à masculinidade tradicional (Pollack, 1998). Outros estudos
assinalam resul-tados positivos para pais que exercem um papel ativo no desenvolvimento de seus
filhos homens, bem como na comunicação da afetividade (Morman y Floyd, 1999), promovendo
mais satisfação relacional e intimidade.
Portanto, o corpo de investigação voltado para uma paternidade mais ativa e mais envolvida
tem demonstrado efeitos positivos, contrastando com estudos que relatavam a relação do pai com os
filhos como fonte de conflitos, competição e falta de entendimento, onde os homens muitas vezes
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eram descritos como “pais desqualificados” e não devidamente vinculados (Hawkins y Dollahite,
1997), que não são identificados pelos filhos como confiáveis para partilhar seus sentimentos.
Como um dos fatores que corroboram para este cenário, a fragilidade da conexão emocional
dos pais com os seus filhos homens poderia estar vinculada às expectativas do papel de género
masculino que exigiria dos homens uma restrição na expressão de sentimentos. As exigências do
lugar de género masculino estariam presentes na comunicação pai-filho, o que geraria maiores di-
fi-culdades na relação com o adolescente e jovem adulto. O desafio à autoridade paterna comum
nesta fase, muitas vezes percebida como ameaçadora, poderia gerar respostas defensivas por parte
do filho. Estas respostas poderiam ser reveladoras da vulnerabilidade do pai que “apelaria” para o
pa-drão inerente ao lugar de género masculino, gerando respostas de controle, competição e crítica.
No decurso do desenvolvimento do filho, este padrão de comunicação, onde o pai se “esconderia” no
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lugar da dominação e da autoridade, poderia gerar um filho raivoso, distante e ressentido (Kindlon
y Thompson, 1999; Pollack, 1998). Investigações, que surgiram na segunda metade do século XX,
assinalavam uma comunicação mais agressiva, competitiva, de pouca proximidade entre o pai e seu
filho, indicando que, em situações de conflito, o pai facilmente recorria a estratégias e/ou padrões
de comunicação típicos do masculino, que acabavam por moldar nos seus filhos o recurso a esses
pa-drões.
A revisão teórica deste artigo aborda mudanças nestas características da paternidade, dando
destaque a um pai mais competente para as relações onde os processos comunicacionais se mos-
tram emocionalmente mais afetivos, menos agressivos, mais empáticos e íntimos, promovendo fil-
hos com melhores habilidades para o enfrentamento das exigências sociais impostas pelo lugar de
géne-ro configurado pelas exigências do que significa ser-se homem. Porém, alguns resultados da
inves-tigação científica ainda apontam para um pai emocionalmente pouco vinculado, que comunica
o seu desapontamento com o comportamento do filho quando este não atende às suas expectativas,
parti-cularmente aquelas que contemplam as exigências de género. 63
São de grande contribuição os estudos de Floyd e Morman, precursores na elaboração de
es-calas para medir os níveis de afetividade na comunicação pai-filhos e filho homem. Os estudos
des-tes autores, a partir da Affection Exchanged Theory, focaram a comunicação pais e filhos, na
com-plexidade da importância da comunicação afetiva (Morman y Foyd, 2002, 2004).
Os efeitos culturais na paternidade também foram tema dos estudos acima referenciados, ten-
do testado hipóteses sobre os efeitos da comunicação da afetividade entre pais e filhos homens e a
sua influência na orientação sexual do jovem adulto.
Outros estudos foram relacionados com as diferentes percepções da comunicação da afeti-
vi-dade do pais em relação a seus filhos, a seus próprios pais e as percepções dos filhos da comuni-
ca-ção da afetividade com os pais, no que concerne à proximidade, intimidade, expressão verbal e
não verbal do afeto.
Um pai “esquecido” e cristalizado, naturalizado no papel de provedor, descrito como ausente
afetivo, não promovia proximidade e intimidade com os filhos, e enfrentava dificuldades de ex-
pres-sar afeto na comunicação verbal e não verbal, de tocar amorosamente o filho. Procurar um novo
lugar na família, numa comunicação afetiva livre de preconceitos, promove filhos jovens adultos
mais livres para expressar a afetividade com os seus próprios filhos.
O interesse deste artigo, ao apresentar uma revisão do estado da arte subordinada ao tema da
comunicação da afetividade na relação dos pais com os seus filhos homens, levanta questões que
atuam sobre esta comunicação sob o espectro dos significados contextuais e culturais das expecta-
ti-vas impostas pelo género masculino, o que leva à repetição de padrões transmitidos geracional-
men-te. Os padrões de comunicação afetiva vividos com seus próprios pais acabam por se repetir e
estes, por sua vez, os reproduziriam em detrimento da constituição de uma memória afetiva pouco
exter-nalizada pelos homens. A importância da transmissão geracional dos padrões de comunicação
na família indica a necessidade de mais estudos nesta perspectiva.
Sugere-se para estudos futuros, a inclusão do papel das mães nas investigações sobre o en-vol-
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da-des decorrentes das transformações sociais que atravessaram as questões de género, ligada às
posi-ções do homem e da mulher na família e no casal e seus efeitos na parentalidade. A investigação
no campo científico volta-se cada vez mais para um cenário onde os homens também cuidam dos
filhos e o empoderamento feminino surge no paralelo ao declínio do poder dos homens. Esta leitura
suge-re efeitos na conjugalidade. Alguns estudos sugerem efetivamente a necessidade de que se
realizem mais investigações sobre esses temas (Maskalan, 2015, 2016).
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Terapia Multifamiliar Intensiva en Salud Pública: Aplicación de 67
un dispositivo (EMIT) en Trastornos del Uso de Sustancias
Facundo Cócolaa
a
Espacio de Prácticas Itinerantes en Estudios Sistémicos (Espacio PIES). Plan Provincial de Adicciones,
Ministerio de Salud de Mendoza, Argentina. facundococola@gmail.com
Abstract
Redes 42, Diciembre de 2020, ISSN en trámite
“Tanto se les pide a los padres, y tan poco se les da” escribía Virginia Satir (1988, p. 216), en
una clara alusión al contraste entre las exigencias sociales hacia la parentalidad, y el escaso apoyo
que se le brinda a quienes deben ejercerla. La frase, aunque en menor medida, hoy continúa vigente,
e inclusive puede extrapolarse a grupos específicos en el campo de la salud mental, tal como es el
caso de las familias que presentan uno o más miembros con Trastornos por el Uso de Sustancias
(TUS) (American Psychiatric Association [APA], 2013); o algún trastorno adictivo en general.
Es frecuente ver a estas familias exigidas con cierta alevosía por los profesionales de la salud,
y criticadas por gran parte de la sociedad. Son familias que han quedado relegadas de las teorizacio-
Terapia Multifamiliar Intensiva en Salud Pública: Aplicación de un dispositivo (EMIT) en Trastornos del Uso de Sustancias; p. 67-86
nes y programas de tratamiento cuando se las compara con otros cuadros clínicos (Cócola, 2018).
En la práctica cotidiana, la balanza aparece desequilibrada entre la crítica y el apoyo ofrecido, incli-
nándose ampliamente a favor de la primera opción.
Este fenómeno se da inclusive en los propios trabajadores de la salud mental. Tal como men-
ciona Linares (1997), un amplio sector de la psiquiatría y la psicología prefirió atender a pacientes
con una carta de presentación más bien sumisa, y autoculpabilizadora, como son los pacientes de-
presivos, en lugar de ofrecerse con el mismo entusiasmo a personas con un estilo desafiante, como
suele darse en los trastornos adictivos.
Así, estas familias han pasado a ser quizás de las más incomprendidas. Esto ha generado que
sean, explícita o implícitamente, excluidas del sistema de salud en general, y que ocupen un lugar
periférico en la salud mental. Sin ir más lejos, en la actualidad la denominación del departamento
máximo de salud mental en Argentina es: “Dirección Nacional de Salud Mental y Adicciones” (Mi-
nisterio de Salud, Argentina), nombre deja en evidencia la disociación mencionada.
Una buena parte de los trabajadores del sistema de salud se dirigen a estos pacientes de forma
distante, defensiva o normativa, y en un estado de alerta permanente por las posibles manipulacio-
nes de los cuales puedan ser víctimas; socialmente esa es la representación que impera sobre estas
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personas. Quienes asisten a los pacientes de esta manera, no caen en la cuenta de que ese proceder
confirma la desconfianza relacional que suele estar a la base del problema de consumo (Khantzian,
1997, Flores, 2001, 2004; Padykula y Conklin, 2010). Esto colabora en que estas personas continúen
deambulando por fuera del sistema de salud, y sean alcanzadas en primera instancia por institucio-
nes de control, en lugar de arribar a servicios terapéuticos.
Puntualmente en salud pública, al menos en Argentina, los centros de atención para personas
que presentan TUS suelen funcionar de manera disociada: por un lado, trabajando con los pacientes,
y por otro atendiendo a las familias, salvo honrosas excepciones. Aún cuando el encuentro entre am-
bas partes se da, este oscila entre indicaciones hacia los padres sea para que pongan límites firmes o
para que no sean invasivos, e indicaciones hacia los hijos para que acepten las normas impuestas por
los padres, y para que se despeguen de su familia de origen. La temática redunda en eso, sin consi-
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su problemática, con las concomitantes dificultades para aceptar, expresar y regular su mundo emo-
cional. Todo esto acompañado por un contexto relacional que suele presentar un funcionamiento
familiar extremo en los polos de cohesión y flexibilidad, evidenciando altos niveles de rigidez y
distanciamiento afectivo desde la percepción del paciente.
La idea inicial fue supervisada por el Dr. Alfredo Canevaro, a quien se le consultó (Comuni-
cación personal, 22 de febrero del 2019) debido a su amplia experiencia en grupos multifamiliares
llevados a cabo en Italia (Canevaro y Bonifazi, 2011). En el mismo sentido, el trabajo que aquí se
presenta sigue la misma lógica que lo postulado por Canevaro (2012), al propiciar inicialmente
momentos de fuerte conexión afectiva y apoyo entre la familia de origen del paciente, previo a la
instancia de emancipación.
Resulta necesario señalar que, si bien esta modalidad terapéutica ha sido diseñada para su
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aplicación en salud pública, para nada su implementación se restringe a ese espacio, pudiendo am-
pliarse a otros sectores sociales y campos de acción, ya que este trastorno no discrimina por nivel
económico, aunque tiene profundo impacto en la población de mayor vulnerabilidad social. De la
misma manera, si bien la confección ha estado pensada para población con TUS, su instrumentación
puede trasladarse con facilidad a otras áreas clínicas.
Antes de pasar a describirlo, se comentará de forma breve cuales fueron las condiciones en las
cuales se construyó el dispositivo, ya que éstas contextualizan y dan sentido a lo que sucede durante
su aplicación. Posteriormente, se explicará su denominación (EMIT) y se describirán las actividades
que lo componen, para finalmente pasar a comentar las experiencias vividas, resultados obtenidos,
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Terapia Multifamiliar Intensiva en Salud Pública: Aplicación de un dispositivo (EMIT) en Trastornos del Uso de Sustancias; p. 67-86
afectivo cercano, y de la impotencia profesional a la potencia institucional. De la misma manera,
necesitábamos invertir las exigencias iniciales: al comenzar el tratamiento la institución era la que
debía adecuarse a las familias, y no al revés.
Parte de esta adecuación implicaba la toma cabal de conciencia de la situación cotidiana que
viven estas personas, donde ni la comida ni el techo están asegurados en muchas ocasiones. Si se las
iba invitar a participar, se debía hacer una propuesta que reuniera las condiciones para que pudieran
asistir de principio a fin. Esto garantizaría la sensación de logro familiar, y el trabajo cumplido por
parte del equipo. Otro cambio en este sentido, surgió a partir de comprender que la primera relación
a consolidar no debía ser entre un solo profesional y la familia, sino que, inicialmente, había que
estrechar una relación segura de las familias con el sistema institucional completo.
En los días en que acontecía ese proceso, la lectura de un artículo de Adèle Lafrance et al.
(2014) fue un gran estímulo para hacer la propuesta actual. En dicho trabajo, la autora y sus compa-
ñeros también presentan un dispositivo transdiagnóstico de dos días de intervención, para trastornos
de alimentación. Aunque desarrollan sus intervenciones exclusivamente con los padres, y se basan
en un entrenamiento psicoeducativo parental para el apoyo emocional, sin incorporar a los pacien-
tes ni a otras personas cercanas ni aspectos que incluyan la organización o la dinámica relacional.
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No obstante, la toma de contacto con esta manera de trabajar, que según los autores presenta muy
buenos resultados, dio ánimo para hacer encuentros multifamiliares intensivos, lo cual era una idea
que venía gestándose hace tiempo, pero implicaba un fuerte movimiento institucional. Con este
panorama, el autor del presente artículo aprovechó un viaje para diseñar el dispositivo en su versión
final, al menos por ahora.
“¿Cómo hacer para que los pacientes sientan esta paz?”, anoté en mi cuaderno de hojas lisas,
mientras descansaba en las playas de los Cayos de Cuba, a las cuales visitaba por primera vez. Fren-
te a mis ojos se dibujaba un cuadro impresionista de un azul deslumbrante, con ese típico degradé
que forma la conexión entre el sol y el mar, donde aparecen turquesas, celestes y verdes, en una al-
fombra de agua movediza, pero tranquila. A mi costado, mi reciente esposa y, más retirados, algunos
canadienses o rusos, que bien aprovechan los descuentos que ofrecen los convenios bilaterales. Re-
costado en la reposera, escuchando en mis auriculares el piano que abre la canción “De mi” de Char-
ly García, sintiendo la brisa en el pecho, con un calor incesante pero plácido, me sentí sumamente
privilegiado, y comprendí en mi piel que hay contextos donde generar salud mental es mucho más
sencillo. Recordé lo que me había contestado un paciente tras consultarle la dirección de su casa:
“Vivo por la calle Dorrego, en el toldo verde”. No había numeración, mucho menos paredes ni techo
de material. En el toldo verde vivía él, sus hermanos, sus medios hermanos, su madre abnegada, su
padre itinerante, y su abuela cosechadora. En el toldo verde ellos, con los pies en la arena y la vista
en el velero estaba yo. Fui consciente de que probablemente ninguno de mis pacientes conocería un 71
lugar como en el que yo me encontraba. Muchos nunca saldrán de Mendoza, provincia hermosa de
la Argentina, de la cual se puede admirar la Cordillera de Los Andes desde cualquier punto, pero con
todo un mundo natural y cultural más allá de sus fronteras.
No es que el viajar sea la solución, muchas personas son felices donde están. No es ese el
punto. Lo importante son las sensaciones que se viven bajo ciertas circunstancias, como puede ser
en una playa en tu luna de miel, a la orilla de un lago junto a amigos o, por qué no, en un grupo
multifamiliar.
No podía llevar a las familias a Cayo Coco ni a Playa Pilar, pero podía generar las condiciones
para que sintieran una tranquilidad semejante a la que habitaba en mí en ese momento. Me puse a
pensar cuáles eran esas condiciones, e identifiqué de forma rápida cinco: necesidades básicas satis-
fechas, comodidad, música, aire libre y cálida compañía. Pensé que era sencillo generar un espacio
de encuentro con esas características. Bastaba con utilizar el amplio jardín con el que contábamos
en el CPAA, poder garantizar el desayuno y demás comida que fuera necesaria, buscar banquetas,
sillas, colchonetas cómodas, un parlante potente, y transmitir un clima relacional cálido. Además,
creí importante que el futuro encuentro estuviera atravesado por una actitud optimista, colaborativa,
de respeto y cuidado mutuo, donde los participantes la “pasen bien”. Tenía que ser un dispositivo
muy “vivo”.
Había un último punto, pero no menos importante. Podía intentar trasladar la belleza que me
rodeaba hacia el lugar de reunión. Para ello debía construir un dispositivo donde primara la armonía
entre todos los componentes que conformaban al sistema que se iba a generar al reunirnos: familias,
profesionales, administrativos, comunicación de consignas, coherencia entre lo indicado y la manera
de dirigirnos, claridad en los mensajes, sonidos, y movimientos sistémicos estimulados por las ac-
tividades y rituales que llevaríamos adelante. Anhelaba construir un dispositivo estético, como esas
obras de artes dinámicas, compuestas de muchas partes que tienen movimiento propio pero que en
conjunto forman un solo movimiento grupal.
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Al regresar a Mendoza compartí la idea con los colegas que me iban a acompañar en el primer
encuentro. Nos reunimos de noche, a cenar, ya que me parecía que inclusive ese pre-encuentro
entre los “facilitadores” debía darse en un contexto distendido, donde impere lo relacional y genere
cohesión entre nosotros (el ritual de cenar por la noche, previo al EMIT, se mantuvo a lo largo de
todos los encuentros siguientes). Durante esas semanas la inspiración se hizo presente con una in-
tensidad absoluta, así que procuré aprovecharla. Nuevamente lapicera y cuaderno en mano, terminé
de confeccionar el dispositivo cuya estructura había diseñado unos días atrás, donde la tranquilidad
fue un paréntesis dentro del huracán interno que me encontraba viviendo… Aunque eso, por supues-
to, excede al presente artículo. Luego sucedieron una serie de reuniones con el resto del equipo, y,
finalmente, se puso en marcha el dispositivo que se presenta a continuación.
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3.1 DENOMINACIÓN
El nombre EMIT, responde a las siglas de: Encuentro Multifamiliar Intensivo Transdiagnósti-
co. Se explicará cada concepto por separado.
• Encuentro: Es la primera reunión entre el grupo de familias y la institución completa. Se
lleva a cabo con aquellas que tienen uno o más miembros con problemas de consumo, y
que están en los primeros dos meses de tratamiento. A su vez, se denomina encuentro ya
que es uno solo, con principio y fin. También, dicha taxonomía tiene que ver con el espíritu
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Terapia Multifamiliar Intensiva en Salud Pública: Aplicación de un dispositivo (EMIT) en Trastornos del Uso de Sustancias; p. 67-86
saciones de unión grupal, con expresiones afectivas explícitas y cargadas de emotividad.
• Transdiagnóstico: El único criterio de agrupabilidad que tiene el dispositivo es que alguno
de los miembros de la familia presente un trastorno adictivo y que no esté intoxicado al
momento de participar. Pero, como sabemos, el problema de consumo puede darse a lo
largo de todo el espectro de las estructuras de personalidad (Cócola, 2018). De esta ma-
nera, puede que la persona tenga una psicosis, un trastorno de personalidad, un cuadro
depresivo, o que el consumo se haya iniciado por algún acontecimiento traumático, en
cualquiera de los casos todos pueden participar por igual. También, puede que uno de los
participantes sostenga un consumo moderado y, en cambio, la situación de otro revista ma-
yor gravedad. Nuevamente, todos pueden participar. Tampoco hay límite de edades para
vivir la experiencia. Solemos sugerir a las familias que, en la medida de lo posible, dejen
a los niños menores de 10 años al cuidado de algún familiar, pero no hay ningún tipo de
restricción con respecto a eso, ya que es preferible que asistan con los hijos o hijas a que no
concurran, o que por quedarse al cuidado de los niños se ausente algún adulto del sistema
familiar cuya participación sería relevante. Los criterios de agrupabilidad muchas veces —
sobre todo en salud pública— tienden más a excluir que a incluir, siendo un obstáculo en
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4.1 PRE-ENCUENTRO
Las tareas previas son tan importantes como las actividades que se realizan los días del en-
cuentro, e inclusive forman parte del dispositivo en sí mismo; así como la preparación de la tierra
permite la siembra y su posterior cosecha. El pre-encuentro debe seguir cierta sistematización, bá-
sicamente por dos motivos: primero, para no saltearse ningún punto, ya que todos son esenciales.
Segundo, para que cuando se lo desee hacer nuevamente, se haya asimilado el recorrido a transitar
por todos los integrantes de la institución. A continuación, se destacan los puntos precedentes a
tener en cuenta.
• Convencimiento institucional: Toda la institución debe saber en qué consiste el disposi-
tivo, cuáles son sus objetivos, y por qué es necesario la participación de todos. A su vez,
debe haber cierto trabajo de persuasión y motivación a los fines de propiciar una actitud
positiva y colaborativa. Algunas personas estarán directamente implicadas, mientras que
otras lo harán de manera indirecta, sosteniendo el resto de tareas institucionales los días 73
en que se lleve a cabo el EMIT. La mayor parte de la institución debe estar convencida de
llevar adelante la actividad, ya que implica un importante reorganización y distribución de
roles en esos días. El mensaje transmitido desde la organización debe ser coherente entre
los distintos actores que la componen. Por ello, el grupo de trabajo debe dedicar un tiempo
previo a hablar con todas las personas que conforman el lugar de trabajo: personal de lim-
pieza, seguridad, administrativos, profesionales, y usuarios del servicio.
• Invitación a pacientes y familias: La invitación juega un papel preponderante, de ello
depende que haya, o no, un grupo con el cual trabajar. Cabe aclarar, que la participación
de los invitados es totalmente voluntaria, sin ninguna obligatoriedad que condicione su
posterior tratamiento. La invitación se hace dentro del consultorio, en la entrevista de ad-
misión, o en alguna de las próximas entrevistas que siguen con el paciente. Se le explica de
manera general en qué consiste el EMIT, sin ahondar en demasiados detalles. Se destaca
la importancia de su participación y la de su familia, ya que se considera que este es un
problema familiar y no meramente individual. En un principio, nuestra invitación se hace
extensa desde el paciente hacia todo el grupo conviviente, pudiendo expandirse hacia el
resto de la familia o red social próxima de la persona (Sluzki, 2002). Sugerimos al pacien-
te que invite a quienes él considere su familia, y desee que participen; no condicionamos
de ninguna manera este punto, pudiendo, en caso de que el paciente consulte, mencionar
algunas personas cuya participación sería bienvenida. Se le recuerda que les aclare a sus
allegados que el segundo día de trabajo no se pueden incorporar personas nuevas.
• “Preflight checklist”: La tripulación de un avión debe seguir de manera sistemática una
lista previa al vuelo, a través de la cual revisan que estén dadas las condiciones para des-
pegar. Algo similar es lo que se hace en este paso. Se confecciona una lista con todo lo
necesario para que pueda “despegar” el EMIT y que no sufra interrupciones que corten la
dinámica de trabajo. La revisión, armado de la sala, y disposición de materiales, es realiza-
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da por los administrativos de la institución. Así, estas personas cobran un papel muy activo
y relevante en el dispositivo. Con esto no solo se busca distribuir tareas, sino también dar
valor al trabajo de todo el equipo. A su vez, el subsistema profesional pude dedicarse a
concentrarse específicamente en las cuestiones técnicas los dos días del EMIT.
• Reunión entre los facilitadores I: Días previos al encuentro, tal como fue mencionado en
la introducción, se realiza una reunión entre los facilitadores del EMIT, donde se recuer-
dan las actividades de ambos días, se dividen las tareas, se corrigen aspectos a modificar,
etc. Se sugiere que dicho encuentro no se lleve a cabo dentro del contexto laboral, sino
en algún otro lugar, y en un horario distinto al habitual. “Ritualizar” esta reunión genera
pertenencia y cohesión. No es necesario que asista todo el equipo que forma parte de la
institución, pero sì es fundamental que participen tanto el coordinador/a como los/las fa-
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cilitadoras.
• - Armado de Sala: Las sillas de los facilitadores deben disponerse en línea horizontal, for-
mando la base (base segura) donde el cirulo de participantes se apoya y se cierra. Además,
la mesa con materiales y comida debe ubicarse detrás de los facilitadores, de manera que
estén al alcance de ellos, y a su vez no interrumpan la visión ni la forma del grupo.
Por supuesto que esta es una ubicación ideal, pero en caso de que las condiciones del lugar no
lo permitan, claramente el dispositivo puede adaptarse a ubicar los lugares en la forma en que sea
posible en ese espacio. Debajo se presenta la disposición que utilizamos en el EMIT (la cantidad de
familias y miembros es solo a modo de ejemplo):
Facundo Cócola
74
Terapia Multifamiliar Intensiva en Salud Pública: Aplicación de un dispositivo (EMIT) en Trastornos del Uso de Sustancias; p. 67-86
Figura 1. Disposición Inicial de los lugares en el EMIT
pueden cambiar el rol con alguno de los facilitadores, o solicitar mayor apoyo por parte
del equipo en alguna técnica puntual. Finalizada esta breve reunión, y una vez que todas
las familias han llegado, el equipo sale al escenario terapéutico.
1 Quién esté interesado, puede escribir “EMIT” en el buscador de la aplicación Spotify, y encontrará las listas
de canciones que utilizamos para cada actividad.
evita las confrontaciones directas, pero que amplifica las resonancias emocionales por vías indirec- 75
tas. Luego, las técnicas posteriores utilizadas el mismo día, involucran el uso de aspectos predomi-
nantemente racionales, que van desde el presente hasta la historia familiar, tal como se describirá a
continuación.
Dos son los rituales que se realizan previo a la aplicación de las técnicas, mientras que un
ritual cierra cada día2. Estos rituales apelan a los aspectos universales que el humano ha mantenido
desde los inicios de su especie. En su implementación lo predominante es lo implícito, lo no verbal.
Su uso, a la vez que ordena la secuencia de actividades, prepara el terreno para la implementación de
las técnicas. Deben estar claros los pasos a seguir por el equipo, la música predefinida, y deben ser
breves, pero ocupar el tiempo suficientemente para optimizar su potencial. La música que acompaña
tiene que ser coherente con el objetivo del ritual.
A. Ritual de recepción: El objetivo del este ritual es transmitir calidez, seguridad y orden. Un
administrativo (o alguien designado para esa función) recibe a cada familia con una sonrisa. Se de-
tiene a saludar, estrechando la mano, y confirmando con la mirada a cada uno, transmitiendo alegría
por su presencia. Una vez que saluda bajo esta modalidad confirmadora, se dirige a todos diciéndo-
les, de la manera más natural posible, lo siguiente: “Que bueno que hayan venido, los estábamos es-
perando. Sabemos que no la han estado pasando bien y queremos acompañarlos. Seguro entre todos
vamos a poder encontrar caminos para que las cosas mejoren. Allá hay un grupo de sillas, pueden
sentarse por donde quieran. En unos minutos vamos a empezar. Cuando lleguen todas las familias
los facilitadores se acercarán y les explicarán el encuentro de hoy”.
A su vez, se utiliza música para recibir a las familias, de manera similar a cuando se ingresa a
un restaurante de lujo. Las canciones que suenan dan un marco de elegancia, confort, y distinción.
La música suena desde antes que llegan las familias. Una vez que se han sentado todas, se baja el
volumen al mínimo, y hacen su ingreso los facilitadores junto con el coordinador/a, al igual que lo
hacen los artistas una vez que el público ha ocupado sus lugares esperando con entusiasmo a la ban-
da. También son recibidas con juegos de mate, agua para té, y algunas galletitas.
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Una vez que se ha reunido el grupo de familias con el equipo técnico, se procede a dar la
bienvenida y explicación del EMIT. En esta instancia se agradece por la presencia de todas y de
todos, y luego se presenta el equipo técnico, compuesto por un/a coordinador/a que será el principal
guía durante el EMIT y los facilitadores que brindarán ayuda durante las técnicas. Se recuerda que
el objetivo del EMIT es conocerse más, brindar herramientas para saber apoyar y buscar apoyo,
darles información que consideramos pertinente, y pasarla bien. Se explica que los días van a estar
divididos por actividades que se realizarán tanto con su familia, como con otras familias, y también
de manera individual. Además, se hace explícito que la participación es voluntaria, que nadie está
obligado a hablar pero que todos son importantes, que no se va a juzgar lo que diga ninguno durante
el encuentro. Se les transmite que todos tienen permitido expresar sus emociones, y que cuando
eso pase no vamos a “taparlo” sino que intentaremos comprenderlo. También se les informa que el
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equipo técnico estará presente y disponible, y que pueden apoyarse en nosotros cuando lo necesiten.
Si están todos de acuerdo, se prosigue con la prestación del grupo. Se le pide a cada familia que se
presente, integrante por integrante, y tipo parentesco entre ellos. Sin mayores detalles que eso. Una
vez que se han presentado, se pasa al siguiente ritual.
B. Ritual de Iniciación: Tiene como objetivo preparar a los participantes para vivenciar esta-
dos emocionales. Se invita a las personas a caminar alrededor del jardín, realizando movimientos
corporales suaves, mientras comienzan a ser conscientes de su respiración. Luego de un rato, se les
pide que se reúnan con sus familiares, y que se sienten en el suelo colocándose espaldas con espal-
das. Esta posición recurre al ritual guerrero de “cuidarse las espaldas” cuando estaban en aprietos
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o atravesando un camino desconocido. Transmite apoyo, pero no fuerza una hiperconexión como
lo haría el ubicarse frente a frente mirándose a la cara. El acercamiento relacional se hace paulati-
2 Para obtener información detallada con respecto al uso de los rituales terapéuticos ver Laso (2015).
76 namente. Una vez sentados de esa manera, se les pide que cierren los ojos, respiren hondo, y se les
dice lo siguiente:
“Vamos a ingresar poco a poco en el terreno de las emociones y los sentimientos. Paso a paso,
cada uno a su tiempo. Las emociones son nuestra brújula, solo que a veces nos olvidamos de ello.
Vamos a intentar rescatarlas. Este es el inicio de poder conectar con las emociones de manera dife-
rente a como lo han realizado hasta ahora. Los sentimientos son lo más humano que tiene cada uno
de ustedes, por eso son tan importantes. Los vamos a ayudar a que puedan expresarlos”.
Mientras continúan así, a cada uno se le entrega una semilla en la mano, para que entierren en
ese momento, como símbolo del nuevo camino que comienza, siendo ellos los encargados de “re-
garlo” en su día a día con lo aprendido. De esta manera finaliza este ritual, y se pasa a la técnica n°1.
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TÉCNICA N°1: APOYO ENTRE SUBSISTEMAS IDENTITARIOS
Está técnica tiene el objetivo de facilitar la conexión, aceptación y expresión emocional en
primera persona. Esto se promueve generando un contexto que evoque resonancias identitarias y
evitando la descarga directa sobre el paciente identificado, o sobre algún otro miembro de la familia.
La técnica transita por tres momentos:
• Separarse por subsistemas: se les pide que se reúnan por grupos de madres, padres, her-
manos, abuela, abuelos, parejas, pacientes, etc. Se solicita que se junten en tantos grupos
como roles haya. De esta manera, los miembros de las distintas familias se agrupan, for-
mando nuevos subsistemas identitarios, tal como muestra la figura n° 2.
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• Expresión: se los invita a que cada persona cuente a los integrantes de su grupo “¿Qué es
lo que siente en este momento de su vida?”; en relación al problema que la familia se en-
cuentra atravesando. Para ello, se les entrega una tarjeta con los nombres de las emociones
primarias, a los fines de que puedan identificar su emocionar, expresarlo y mencionar los
motivos por los cuales sienten eso. Todos los grupos realizan esta actividad en simultaneo,
ubicados a una suficiente distancia que garantice intimidad. Durante este proceso, los fa-
cilitadores circulan por los grupos, estimulando la conversación, ayudando principalmente
en la identificación de la emoción, en su legitimación, y haciendo foco en que la expresión
sea realizada en primera persona y de manera autorreferencial.
• Puesta en común: luego de que cada grupo finaliza su tarea se realiza una puesta en común
bajo una modalidad particular. Se les pide vuelvan a los lugares donde estaban sentados
inicialmente, mientras que un representante de cada grupo pasa al centro. Los representan- 77
tes se sientan uno al lado del otro, dentro del círculo que componen el resto de los partici-
pantes. De esta manera se conforma una “familia artificial” compuesta por los representan-
tes. El coordinador, sentado frente a ellos, les pregunta uno por uno qué fue lo conversado
dentro de su grupo, y así, paulatinamente, se mantiene una entrevista (con un matiz con-
versacional) con esta “familia”, mientras el resto observa y resuena. La conversación no
es ingenua, ya que la forma de proceder del coordinador guía lo dialogado, mientras que
sirve de modelo de apoyo emocional. Cuando culminan de expresarse, el coordinador da
una devolución donde legitima, consuela y comprende el sufrimiento individual y familiar.
Al terminar la devolución finaliza la técnica.
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Figura 5. Primer movimiento de la técnica de “confirmación emocional”
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En el segundo movimiento el paciente “sale del centro”, y pasa a ubicarse a un costado, siendo
uno más del grupo que contiene. Algún otro miembro pasa al centro: el hermano privilegiado, por
ejemplo. La familia legitima e intenta comprender a quien está en el medio, uno por uno, y el pro-
ceso se repite con cada persona. Todos los que componen el círculo van a pasar al centro, y van a
ser confirmados emocionalmente por sus familiares. A su vez, el paciente identificado sale de su rol
pasivo, para ocupar un lugar activo en el apoyo hacia los demás. Con esto se busca metacomunicar
el inicio del corrimiento del lugar de paciente identificado. La figura n°6 ilustra este movimiento:
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una resistencia terapéutica a la inercia disfuncional. Al finalizar, y tras una breve devolución donde
se connota positivamente la participación de todos en esta actividad, se les solicita que “dejen esas
soluciones intentadas que no han dado resultado” en una caja dispuesta a tal fin. Y así se pasa a la
última técnica del día 1.
el papel de forma horizontal, y que en la mitad tracen una línea a lo largo de la hoja. El comienzo de
la línea representa el “nacimiento familiar”, y el final de la línea el presente. Se les solicita que en
esa línea del tiempo coloquen de forma cronológica los acontecimientos más importantes que hayan
vivido como familia, nombrando aquellos que sean negativos debajo de la línea con un color deter-
minado, y los positivos arriba, con un color diferente. Pueden existir convergencias y divergencias
de opiniones, lo importante es que todos puedan aportar algo al gráfico. Al finalizar, se les pide que
conversen entre ellos acerca de cómo les gustaría que siga esa línea a futuro. Es un momento de gran
intimidad familiar. No hay una puesta en común con el resto del grupo sobre lo trabajado. Se les
ofrece la posibilidad de dejarle al equipo el papel si así lo prefieren. Los facilitadores simplemente
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4.2. DÍA 2: EXPRESIÓN DE RECURSOS FAMILIARES SALUDABLES
El segundo día apunta a que las personas identifiquen, desarrollen y pongan en escena recursos
relacionales saludables, fundamentalmente en lo que hace a la confirmación, el apoyo emocional y
el sentido de unión familiar. No se trabaja con el reconocimiento de aspectos disfuncionales o con la
expresión de sentimientos profundamente angustiosos, sino que, por el contrario, el foco está puesto
en vivenciar experiencias reparadoras, positivas, alegres, de sensaciones amenas.
Este día sigue el mismo procedimiento inicial que el primero, aunque con un tinte más “rela-
jado”. Las familias llegan con alguna idea de lo que van a vivir, entonces asisten con menos ansie-
dades, regalan sonrisas y generalmente muestran una óptima predisposición. Se repite tanto el ritual
de recepción (D) como la bienvenida. En cambio, el segundo ritual del día es diferente, y suele ser
valorado por los asistentes. Se lo comenta a continuación.
E. Ritual de Transición: Persigue el objetivo básico de virar del maltrato (auto y hetero) hacia
un trato cuidadoso. El nombre de “transición” alude a eso, y también se debe a que este ritual marca
el paso del tipo de experiencias negativas hacia las positivas. El ritual está compuesto por dos ins-
tancias.
Primero, se les solicita a los participantes que se recuesten en algún lugar cómodo (es muy útil
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el uso de colchonetas para esto), que cierren los ojos, y sean conscientes de su respiración. El coor-
dinador va narrando un viaje hacia el pasado. Los invita a recordar su infancia: imágenes, personas
y lugares. Luego, les pide que tomen contacto con algún momento de su infancia en que se hayan
sentido muy bien, y que registren esas sensaciones. A continuación, indica que identifiquen alguna
situación en la que se hayan sentido mal de niños, y se les pide que recuerden qué hicieron con ese
malestar: si lo expresaron; lo callaron; en quién se apoyaron; etc. Ahora el coordinador se dirige al
presente, preguntando si en la actualidad, ya más grandes, hacen lo mismo con sus tristezas o te-
mores. Finaliza esta parte, volviendo a registrar sensaciones de bienestar infantiles. Así recostados,
el coordinador explica que existe un vínculo entre los patrones de apego y regulación emocional
aprendidos en la infancia con la adultez. Luego, menciona que las sensaciones de bienestar registra-
das son posibles de vivirlas de más grandes, pero que para ello es necesario dejar de maltratarse. Y
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uno de los primeros pasos para cuidarse mejor es dejar de culpabilizarse, aspecto que se trabaja en
la segunda instancia.
Se les pide cada uno se coloque detrás de unas piedras grandes (posibles de cargar pero pe-
sadas) que han sido depositadas en círculo (se colocan tantas piedras como personas hayan). Cada
persona toma su piedra, y cierra los ojos. El coordinador les explica que esa piedra representa las
culpas que habitan en cada uno. Marca la diferencia entre responsabilizarse y culpabilizarse, con el
consecuente castigo que suele traer asociado. Se les indica que depositen en esas piedras todas las
culpas que los martirizan. Que sientan su peso, sus aristas duras, su textura áspera. Y que, cuando
estén dispuestos a solar esa carga, arrojen la piedra. Allí finaliza el ritual.
adversidades. Para ello cada familia construye su “escudo de resiliencia”3, dibujándolo en un papel
grande, y colocando dentro las fortalezcas que los representen, y escribiendo por fuera del escudo
aquellas amenazas y situaciones de las cuales este los protege. El escudo puede ser llenado con
palabras escritas, recortes de revistas, dibujos, coloreado, etc. Luego se hace una puesta en común,
donde un representante de la familia pasa al centro del grupo y presenta la producción, finalizando
cada exposición con un aplauso grupal. Luego se pasa a la última a técnica del EMIT.
como testigo de ello. Para lograr eso, el grupo permanece sentado en círculo, mientras que una de
las familias se coloca en el centro, de pie, formando un círculo más pequeño, y en el centro de este
se coloca el paciente identificado. Tal como señala la figura n° 7:
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3 Esta técnica se inspira en los distintos escudos que aparecen en el libro sobre genograma escrito por Marcelo
R. Ceberio (2011).
82
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Figura 7. Primer movimiento de la técnica “vivenciar la nutrición relacional”
Una vez que han tomado lugar, uno a uno los familiares le comunican al paciente lo siguiente:
1. ¿Qué aspectos valora de su persona?
2. ¿Qué sentimientos positivos tiene por él o ella?
3. Transmitirle de forma corporal eso que sienten (abrazar, agarrar ambas manos, de un beso,
etc.).
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4.3 POS-ENCUENTRO
El equipo técnico se reúne inmediatamente finaliza el encuentro para tomar nota sobre sus
resonancias (Elkaïm, 2004), las cuales, en lo posible, se dejan en audios grabados y guardados en
carpetas online de fácil acceso y recuperación para la “reunión de facilitadores I”, previa al próximo
EMIT. Se despiden con un gran abrazo, y se marchan a descansar.
A continuación, un código QR lleva a un video4 donde el autor explica el proceso del EMIT
detallado anteriormente:
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Resulta necesario explicitar que, al momento de presentar este artículo, no se han llevado a
cabo estudios científicos que midan los resultados del EMIT. No obstante, también es relevante
comunicar que las devoluciones realizadas por las familias han sido altamente positivas. Algunas
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de ellas fueron grabadas, previo consentimiento. Los participantes prácticamente no señalan algún
aspecto negativo a considerar. Las palabras de agradecimiento son las que más se repiten.
4 El video corresponde a la exposición de este trabajo en el Congreso online RELATES 2020, y ha sido publi-
cado en www.youtube.com por la Escuela Sistémica Paraguaya (ESPA), institución organizadora del evento.
84 Durante el proceso del EMIT se aprecia la puesta en marcha de nuevas conductas relacionales,
las cuales van en dirección hacia la salud. El contacto con cada familia, por varias horas, y sostenido
en dos días, lleva inevitablemente a que las personas se desenvuelvan con bastante naturalidad, más
allá de que no estén en su contexto habitual. Esto permite que el equipo técnico descubra recursos
desconocidos de los participantes, que difícilmente podrían ser apreciados en otras modalidades
asistenciales.
La motivación de la gente se incrementa considerablemente a medida que se desarrolla el
encuentro, como así también la sensación de familiaridad y las expresiones humanitarias (colabora-
ción, solidaridad, etc.). La actitud generalmente es co-constructiva, mientras se apoyan con tranqui-
lidad en los guiones terapéuticos determinados por el programa a seguir. Se alcanzan los objetivos
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propuestos en cada técnica, teniendo mayor o menor impacto de acuerdo a las características y ne-
cesidades de cada familia, lo que permite observar un amplio abanico de respuestas.
Las impresiones clínicas, a partir de las posteriores entrevistas familiares, son de una marcada
mejoría en la adherencia al tratamiento por parte del paciente identificado, como así del resto del
grupo familiar. Lo mismo sucede en cuanto a la relación terapéutica, la cual se afianza exponencial-
mente. Es notable el contraste cuando se comparan las entrevistas mantenidas con familias que no
han pasado por el EMIT, y aquellas que sí lo han realizado. En el segundo caso el dramatismo expre-
sado es menor, y hay una mayor receptividad para incorporar los aportes trasmitidos por el equipo
profesional. Por supuesto que el EMIT no reemplaza a las entrevistas familiares, sino que aliviana
su desarrollo, y posiblemente incremente las posibilidades de efectividad terapéutica.
Otro aspecto a destacar, es que se fortalecen las redes entre las familias: se ofrecen como apoyo
frente a crisis; anotan los contactos telefónicos; aumentan la frecuencia de comunicación en la sala
de espera; etc. Dejan de ser anónimos y de estar en la marginalidad, para reconocerse mutuamente, y
sentir que no están solos. Según lo referido por ellas, pasan de la vergüenza a la comprensión. Lo que
genera un empoderamiento útil para salir del estado de impotencia en el que suelen acudir.
A nivel institucional, se percibe una grata sensación de trabajo realizado en equipo, de logro
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cumplido y de ayuda brindada. Los prejuicios sobre las familias disminuyen, y se adquiere una
mirada más completa de las mismas. La cohesión –en cuanto sentido de unión y pertenencia–hacia
adentro de la organización también se incrementa, y la constatación de resultados terapéuticos esti-
mula a continuar la labor.
Por otra parte, si bien este dispositivo ha sido aplicado en el segundo nivel de atención, es
completamente posible su instrumentación en el primer o tercer nivel, pudiendo utilizarse en insti-
tuciones bajo la modalidad ambulatoria, centro de día, internación o comunitaria. Del mismo modo,
su aplicación no se restringe exclusivamente a trastornos adictivos, y puede ser pensado como un
encuentro “transtrastornos”, haciendo pequeñas variaciones en algunas técnicas, pero manteniendo
la misma lógica.
Para concluir, solo resta decir que futuros estudios podrán dedicarse a investigar en concreto
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la efectividad del EMIT, tanto en sus aspectos cualitativos como cuantitativos, ya sea en población
con consumo de sustancias o en otro tipo muestra. Mientras tanto, son alentadoras las impresiones
de quienes han participado por este dispositivo, e invitan a continuar profundizando el camino ini-
ciado.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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(5th ed.). Arlington, VA; American Psychiatric Association.
Canevaro, A., & Bonifazi, S. (2011). Il gruppo multifamiliare. Un approccio esperienziale. Roma:
Armando Editore.
Canevaro, A. (2012). Terapia individual sistémica. España: Ediciones Morata. 85
Ceberio, M. R. (2011). Quién soy y de dónde vengo: el genograma: un viaje por las interacciones y
juegos familiares. Argentina: Psicolibro.
Cócola, F. (2018). Funcionamiento familiar y abordaje terapéutico de los Trastornos por el Uso de
Sustancias: una revisión de la literatura sistémica. Redes: Revista de psicoterapia relacional e
intervenciones sociales, (38), 47-64.
Cócola, F. (2020). Tratamiento Sistémico Integrativo en Trastornos del Uso de Sustancias: Presenta-
ción de una Meta-Intervención (MIT). Revista REDES. (En evaluación).
Elkaïm, M. (2004). L’expérience personnelle du psychothérapeute: approche systémique et résonan-
ce. Psychothérapies, 24(3), 145-150.
Flores, P. J. (2001). Addiction as an attachment disorder: Implications for group therapy. Internatio-
nal Journal of Group Psychotherapy, 51(1: Special issue), 63-81.
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Khantzian, E. J. (1997). The self medication hypothesis of substance use disorders: reconsideration
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Lafrance, R, A., Dolhanty, J., Stillar, A., Henderson, K., y Mayman, S. (2014). Emotion-focused fa-
mily therapy for eating disorders across the lifespan: A pilot study of a 2-day Transdiagnostic
Intervention for Parents. Clinical Psychology & Psychotherapy, 23(1), 14-23. doi: 10.1002/
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Laso, E. (2015). Los rituales terapéuticos familiares I: Una propuesta teórica en clave emocional.
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Linares, J. L. (1997). Modelo Sistémico y familia multiproblemática. En M. Coletti, J.L. Linares,
(comp.), La intervención sistémica en los servicios sociales ante la familia multiproblemática.
La experiencia de Ciutat Vella (pp. 23-43). España: Paidós Terapia Familiar.
Linares, J. L. (2012). La Terapia Familiar Ultramoderna. Barcelona: Editorial Herder S.L.
Padykula, N. L., y Conklin, P. (2010). The self regulation model of attachment trauma and addiction.
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LECTURAS COMPLEMENTARIAS
Bowlby, J. (1969). Attachment and Loss. Attachment (I) Londres: The Hogarth Press. Versión cast.
(1998). El Apego. Vol. I. de la trilogía El apego y la Pérdida. Paidós Ibérica.
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Bowlby, J. (1980) Attachment and Loss. Attachment. (Vol. II). Separation. Londres: The Hogarth
Press. Versión cast. (1998) La separación. Vol. II de la trilogía El Apego y la Pérdida. Paidós.
ANEXO I
DISTRIBUCIÓN DE ACTIVIDADES DEL EMIT
Pre-encuentro
A) Ritual de recibida
Bienvenida y explicación del EMIT
B) Ritual de iniciación
86 Técnica 1: Apoyo entre subsistemas identitarios
Técnica 2: Confirmación emocional
Técnica 3: Soluciones intentadas fracasadas
Técnica 4: Integración de la narrativa histórica familiar
C) Ritual de cierre y apertura
Terapia Multifamiliar Intensiva en Salud Pública: Aplicación de un dispositivo (EMIT) en Trastornos del Uso de Sustancias; p. 67-86
D) Ritual de recibida
Bienvenida y explicación del EMIT
E) Ritual de transición
Técnica 5: Psicoeducación emocional
Técnica 6: Triada generadora de confianza
Técnica 7: Escudo de resiliencia familiar
Técnica 8: Vivenciar la nutrición relacional
Retroalimentación del grupo hacia el equipo técnico
F) Ritual de cierre y apertura
Se otorgan turnos para entrevista terapéutica familiar
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La terapia provocativa: Creando nuevos contextos usando el 87
humor y el desafío sistemáticamente1
Federico Sarinka
a
UUniversidad de Almería. Profesor asociado en la Universidad de Ámsterdam, VU.
Correo electrónico: fs342@inlumine.ual.es.
Recibido: 11-09-2020 Para conseguir un cambio en los clientes hace falta aumentar la flexibilidad
Primera revisión: 31-10-2020 psicológica. En el planteamiento provocativo se usa el humor y el desafío en
Aceptado: 30-11-2020 cada sesión para causar incongruencia y con ella confusión en los clientes. A
causa de la confusión, los clientes tienen que pensar fuera de su caja buscando
maneras para resolverla. Así llegan a ideas y conductas que realmente pueden
ayudar a cambiar.
Palabras clave
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Abstract
1 El artículo está basado en la ponencia realizada en el online congreso RELATES 2020, el 3 y 4 julio 2020.
88 1. INTRODUCCIÓN
Hablando del objetivo principal de cualquier forma de terapia, se puede decir que es establecer
un cambio del estado anterior en que los problemas del cliente le impidieron vivir su vida como le
gustaría. Un tratamiento no siempre sabe establecer un cambio, incluso no siempre es el enfoque de
un terapeuta. Sin embargo, en este artículo sí es el punto de vista. La idea general es que la terapia
debe crear nuevos contextos. Vemos como se puede lograr utilizando los elementos claves de la
terapia provocativa: el humor y el desafío.
Siendo el lenguaje nuestra herramienta principal, y el humor parte del enfoque de este artículo,
empezamos con un chiste de un compañero que dio un consejo importante a todos los terapeutas:
La terapia provocativa: Creando nuevos contextos usando el humor y el desafío sistemáticamente; p. 87-94
No dijo donde se puede comprar una cinta métrica para la consulta. Pero será muy útil.
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Empezar un artículo en una revista respetada como REDES Digital con un chiste puede ser
tan irreverente como empezar con un chiste la primera sesión con un nuevo cliente, pareja o familia.
Pero justo esa es la fuerza del planteamiento provocativo: romper las normas, por eso causar confu-
sión y así ir al grano más pronto. Farrelly y Brandsma dicen (1974):
Hay muchas contradicciones en la vida, hay muchos cambios. Pero el ser humano prefiere la certeza y la cla-
ridad. Podemos sentirnos rígidos por ello, aunque la realidad exige una cierta flexibilidad. Para adaptarnos a
la vida en cambio, tenemos que adoptar nuevas perspectivas frecuentemente. El humor puede servir muy bien
para adoptarlas (pp. 95-96)
Para destacar el efecto y la importancia del humor me gustaría presentar un pasaje del libro La
Terapia Provocativa, el terapeuta como el abogado del diablo (Sarink, 2019).
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Cristina y su marido Carlos eran de Almería y estaban sentados frente a mí. Con clientes indi-
viduales suelo empezar con la pregunta ‘¿Cuál es el problema?’. Pero con parejas o familias empie-
zo con la pregunta ‘¿Quién es el problema?’. Así que también lo hice con ellos:
- Pues, cuéntenme: ¿Quién es el problema?
Ambos mirándose, riéndose un poco incómodos.
- Cristina: Pues, debo de ser yo supongo.
- Verás, he sufrido cáncer. Terminé el tratamiento hace dos años. Durante el tratamien-
to estaba muy cansada, hecha polvo. Después esperaba volver a sentirme enérgica y con
ánimo, pero no. Creo que esa es la razón más importante por la que estamos aquí en su
consulta.
- ¡Menos mal! ¡Por fin alguien honesta! No sabes cuantas veces pregunto esto a parejas 89
y necesitan mucho tiempo para apuntar quién es el problema. En cambio, tú vas al gra-
no del asunto, Cristina. Muy bien. ¡Relájate Carlos! Ahora voy a someter a Cristina al
tercer grado. ¿Cristina, ahora que sabemos que tú eres el problema, puedes añadir otras
razones por las que eres el problema? Quiero decir… a parte del cansancio.
- ¿Más razones?
- Sí, sí. ‘Cinco por el precio de una’, ya sabes... Es el happy hour de los problemas.
Puedes soltar todos tus defectos a la vez.
- Cristina (riéndose, mientras Carlos seguía sentado bastante incómodo): Pueeees, por
el cansancio no me apetece el sexo como en el pasado. No puedo ir de vacaciones, o sea,
salir de casa para viajar a mucha distancia. Ir de marcha, tampoco. Visitar a amigos, no
demasiado. En general, me he convertido en una mujer muy aburrida.
- Carlos (no aguantando que Cristina se echara toda la culpa): ¡Para, para! No creo que
seas la única responsable del problema. Yo también tengo una parte.
- Oye Carlos, por favor. Ya tengo una culpable, eh. No necesito un culpable más. ¿Me
vas a complicar el trabajo o qué? Cristina es la culpable, Cristina “La Culpable”, suena
bien ¿no? Pues bueno, ya está. Por favor, Cristina, ¡sigue con tu confesión!
Ambos riéndose ahora por la exageración de la situación.
- Carlos: ¡Qué no Federico! Es verdad que me cuesta el cambio drástico de nuestra
vida, pero no estamos aquí por la enfermedad de Cris.
- ¿Enfermedad? ¿Todavía sigues enferma, Cris? Me dijiste que estuviste enferma, pero
ahora te has vuelto una mujer aburrida.
- Cristina: Sí, tienes razón. Pero los médicos no saben por qué me sigo tan cansada
después de tanto tiempo. Quieren investigar si la quimioterapia me ha afectado de forma
temporal o permanente, a que órganos, etcétera.
- Entiendo. Cris la Enferma y Culpable. Pues La Culpable me suena más adecuado
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¿verdad? Pero, explícame por qué es un problema que tu mujer se haya convertido en
una zombi.
Carlos mirándome boquiabierto por este insulto hacia su esposa. Cris de nuevo riéndose.
- Carlos: ¿No te sientes molesta por todo lo que Federico está diciendo?
- Cristina: ¡Hombre, para nada! Por fin podemos hablar sobre nuestros asuntos sin
bloqueos, sin límites, sin vergüenza. Al menos por mi parte.
- Carlos: La verdad es que me cuesta abordar estos temas Federico. Sé que Cris no ha
hecho nada mal, que no puede evitar su estado físico actual y que ella también se siente
frustrada con la situación. Sin embargo, me cuesta aceptarlo, no veo manera de solucio-
nar esto.
- Cristina (ahora llorando): Es la primera vez en mucho, mucho tiempo que te oigo
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reconocer mi sufrimiento.
Les dejé en paz un rato, mientras Carlos le ofrecía consuelo a Cris cogiéndole la mano.
- Vale, vale, vale. ¿Pero todavía estamos de acuerdo en que Cris tiene la culpa?
Ahora los tres riendo a carcajadas
- Carlos: Hombre, no. Pienso que tenemos que buscar una solución para hablar más de
lo que nos preocupa a los dos. La verdad es que en los últimos dos años me he quitado
de en medio trabajando, haciendo deporte, tomando copas con compañeros de trabajo o
amigos.
- Ahhhh, ¡eres Carlos el Ausente!
Federico Sarink
La terapia provocativa: Creando nuevos contextos usando el humor y el desafío sistemáticamente; p. 87-94
por ello actuar. Su flexibilidad psicológica aumenta.
- Su creatividad y habilidad para probar nuevas soluciones crece.
- También da como resultado darse cuenta de que hay cosas que necesita aceptar. Pero
puede hacerlo porque ahora sabe reírse de su situación.
Sobre todo los dos aspectos del aumento de la flexibilidad psicológica y del aumento de la
creatividad para probar nuevas soluciones son tan importantes que forman la base de la investiga-
ción que realizamos en la Universidad de Almería. ¿Por qué son tan importantes?
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3. LA FLEXIBILIDAD PSICOLÓGICA
Los terapeutas familiares saben mejor que los terapeutas de muchos planteamientos indivi-
duales que el contexto fundamental para la gente es formado por la crianza en la familia que le da
la perspectiva desde la que observa el mundo, los acontecimientos en su vida y sus relaciones. Le
da pautas para manejar lo que pasa en su vida y cómo interpretar lo que sucede. Un buen ejemplo,
al mismo tiempo un ejemplo impactante, es lo que ha ocurrido por la muerte de George Floyd en
los Estados Unidos. Me ha enseñado muchas cosas. Una de ellas es que como hombre blanco nunca
podría realmente entender cómo es vivir la vida de una persona negra. No puedo imaginarme cómo
sería ser acosado por la policía tantas veces porque sospechen de mí, aunque no haya hecho nada;
que a mi amigo blanco no le pidan quitarse el gorro entrando en una tienda y a mí sí porque soy de
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otro color. Otro ejemplo es que tampoco puedo realmente saber cómo es crecer en una familia com-
pleta. Mi padre murió cuando yo tenía 6 años. Después mi madre nunca ha tenido otro novio. Me
puedo imaginar cómo sería crecer en una familia completa. Pero no es lo mismo. Me hice indepen-
diente desde pequeño, he aprendido que tener a personas muy cerca es muy bonito, pero tampoco es
necesario. En cuanto a mi independencia relacional, mis amigos españoles me podrían caracterizar
como típico tío frío del norte.
Sabemos muy bien que el mundo que construimos durante nuestra infancia es muy importante
para establecer nuestra personalidad y para relacionarnos con otras personas. Las narraciones que
nos contamos a nosotros mismos, las narraciones de nuestros familiares, las maneras para enfrentar
un contratiempo en la vida, etcétera. Todo eso nos da herramientas, nos da estructura, nos da una
cierta certeza, y nos da pautas de cómo actuar en nuestro mundo.
Otra cosa de la que somos conscientes es que esta estructura, estas herramientas y certeza
también pueden resultar problemáticas. Si no tenemos la suerte de aprender a adoptar diferentes
perspectivas desde las que puedes observar la situación en la que te encuentras y diferentes maneras 91
de manejar un contratiempo, corremos el riesgo de que nuestro contexto resulte un obstáculo. En la
Terapia de Aceptación y Compromiso (la ACT), hablan de la flexibilidad psicológica (Hayes, Stro-
sahl y Wilson, 2012). Dicen que los clientes siempre tienen que ver con una flexibilidad psicológica
limitada. Es decir, cuando eres suficientemente flexible puedes buscar y encontrar una solución para
tu problema. Acudir a la consulta de un terapeuta significa que, al menos en cuanto al problema
presentado, estás rígido en este aspecto. Aunque la ACT sobretodo habla de procesos intrapsíquicos,
creo que esta idea se puede aplicar también a los procesos relacionales. Según Hayes et al. (2012)
nuestra habilidad cognitiva de pensar, analizar y prever es tanto un regalo como una trampa. Es un
regalo porque gracias a esta habilidad hemos inventado cosas increíbles en el área de la medicina, la
tecnología y hasta la navegación espacial.
Es una trampa porque podemos empeñarnos en analizar el pasado e imaginar el futuro. Así co-
rremos el riesgo de prestar mucha atención a lo que no está presente, a expensas de las cosas impor-
tantes que están pasando ahora. No solo perdemos la oportunidad de reaccionar más adecuadamente
a la vida presente, también podemos estar atascados en la frustración de la impotencia de cambiar
el pasado y de controlar el futuro. Muchas veces es lo que pasa con nuestros clientes, de una u otra
manera, están tan enfocados en su propia historia y en los acontecimientos de su vida, con todas las
consecuencias que eso conlleva, que no pueden tomar distancia de su propia situación para poner en
un contexto más amplio lo que les pasó y lo que pueden hacer o cambiar.
El trabajo importante en la ACT es realizar lo llamado “defusión”. Para corregir el problema
del sobre apego al contenido de la actividad mental (fusión), la ACT enseña al cliente a dar un paso
atrás y observar los acontecimientos privados (pensamientos, emociones, recuerdos, sensaciones)
como son (experiencias pasadas), y no lo que te dicen que son: verdades absolutas que organizan
el mundo. Este proceso se llama ‘defusión’ y se enfoca en los aspectos verbales de la experiencia
humana (Hayes et al., 2012).
Traducido a la situación del contexto de una familia, Andolfi (1983) ha mencionado el proceso
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de la homeostasis que podría resultar en la rigidez de la familia. Es decir, los familiares tienden a
mantener los patrones habituales como eran, aunque sean patrones contra productivos incluso dis-
ruptivos, en lugar de esforzarse para cambiarlos. Si algún miembro de la familia intentara cambiar,
significaría que los otros tendrían que cambiar también. Y según los principios de la homeostasis eso
no puede pasar. Los familiares, inconscientes de las fuerzas de la homeostasis, se comportarían de
tal manera que al final en la familia no habría cambiado nada.
Eso mismo pasará en la consulta cuando el terapeuta intente ayudar a cambiar algo en la fa-
milia. Significaría que ahora el terapeuta tendría el honor de establecer un cambio. Sin embargo,
también en su caso los familiares actuarían de tal manera que no cambie nada. Así que, la tarea del
terapeuta es romper la homeostasis. Según Andolfi (1983) la manera de lograr eso es dando la razón
a todos los miembros de la familia. No solo dando la razón, sino también exagerando la importancia
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de continuar actuando como antes. Así el terapeuta aumentará la crisis en la familia hasta que un
cambio en los patrones ocurra, entonces romper la homeostasis, es preferible que quedarse en la
crisis.
En la terapia provocativa tampoco ofrecemos consuelo y buenos consejos. Lo que ofrecemos a
nuestros clientes es una mezcla entre el buen contacto, el humor y el desafío. Aumentamos la crisis
interior, usamos el humor y establecemos que los clientes salgan confusos, así que tienen que pensar
sobre sí mismos desde una nueva perspectiva, digamos desde nuevos contextos en los que un cam-
bio es mejor que la homeostasis. Romper la homeostasis, crear la defusión, aumentar la flexibilidad
psicológica y la flexibilidad relacional.
Federico Sarink
92 4. TÉCNICAS PROVOCATIVAS
La terapia provocativa: Creando nuevos contextos usando el humor y el desafío sistemáticamente; p. 87-94
cupaciones en el estado emocional de la gente. Durante las sesiones, el cliente entra en un estado
de ánimo alegre y de buen humor. Así que no solo cambia el estado de ánimo en sí, sino también el
punto de vista con el que analizar los problemas y los pensamientos y la actitud para buscar posibles
soluciones. Después de las sesiones es casi imposible evitar este buen humor preocupándose por
otras cosas. El apodo del cliente es una manera simple y eficaz para evocar este cambio de ánimo.
Ejemplos de apodos provocativos son: Cristina la Culpable, Carlos el Ausente y Paula importa Poco.
• Como el abogado del diablo, ‘no entender’ al cliente
El supuesto provocativo 6 trata de la lucha interior de los clientes. Partimos de la idea de que
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cada cliente trae una lucha interior a la consulta que existe desde al menos dos lados: un lado del
cliente quiere un cambio. De otro modo no habría buscado a un terapeuta. Al otro lado algo en el
cliente le impide cambiar. Si no, no haría falta buscar un terapeuta tampoco. Por la lucha interior
del cliente sabemos que siempre hay más lados de la historia del cliente. Si dice que quiere cambiar,
sabemos que al mismo tiempo existe algo en el cliente que le dice “No puedes cambiar” o “No me
atrevo a cambiar” o algo de este estilo. Si se trata de una familia o pareja hay aún más ambivalencia
presente en la consulta. Lo que podemos hacer sabiendo todo eso es llegar a conclusiones claramen-
te equivocadas, que son al contrario de las conclusiones del cliente mismo. Aunque son claramente
equivocadas, también tienen que contener una verdad o mejor dicho otra realidad. Y saliendo de la
lucha interior solo hay que buscar argumentos como el abogado del diablo para defender el otro lado
del cliente. El resultado es: la confusión del cliente, el cliente va al grano repitiendo el meollo de su
Redes 42, Diciembre de 2020, ISSN en trámite
Una preocupación que tienen algunos terapeutas cuando descubren por primera vez el plan-
teamiento provocativo es: “¿No corremos el riesgo de insultar a los clientes, de que se enfaden?”
Por supuesto es un riesgo aplicar el humor y el desafío. Por eso, es muy importante siempre cuidar
una buena mezcla del buen contacto, el humor y el desafío. El fundador de la terapia provocativa en
los Estados Unidos, Frank Farrelly, trabajó como terapeuta humanista antes de desarrollar su propia
terapia. Como terapeuta con amplia experiencia en la terapia centrada en el cliente pudo establecer
muy buena comunicación con los clientes, saber cuál fueron los problemas centrales de ellos y salir
de las vivencias de los clientes para ser el mejor abogado del diablo posible. Saliendo de las viven-
cias de los clientes se sienten reconocidos en vez de insultados. Otra vez tiene que ver con la lucha
interior de los clientes. Como abogado del diablo el terapeuta provocador sabe perfectamente cual
es la ambivalencia del cliente y utiliza los elementos para enfrentarse, con una sonrisa puesta, al
cliente. Así que, el cliente siempre entenderá que las provocaciones provienen desde sí mismo y el
terapeuta solo es el vehículo gracioso o a veces incordiante para llevarle el mensaje.
6. CONCLUSIÓN
El planteamiento provocativo no es el único que habla del uso del humor o del desafío. Otros
autores, otras terapias y otros terapeutas utilizan los dos también. La diferencia es que en la terapia
provocativa se utilizan sistemáticamente con un objetivo en la mente: no una solución, sino la in-
congruencia y por eso la confusión en las sesiones. Con ellas sí esperamos un cambio en el cliente,
la pareja o la familia. Si nos enfocásemos en el objetivo de conseguir un cambio prestaríamos más,
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incluso demasiada atención al resultado. Significaría que dejaríamos utilizar el humor y el desafío
para conseguir la confusión. Y así seríamos menos efectivos. Parece el mundo al revés. Y así es. A
veces necesitamos vernos al revés para ver más claro quienes somos y como podemos realizar un
cambio de verdad.
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Federico Sarink
94 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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La terapia provocativa: Creando nuevos contextos usando el humor y el desafío sistemáticamente; p. 87-94
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Protocolo de entrevista diagnóstica en terapia de pareja 95
Sandro Giovanazzia
a
Escuela de Psicología, Facultad de Ciencias Sociales y Comunicaciones. Universidad Santo Tomás, Chile.
Correo: sgiovanazzi@santotomas.cl
Recibido: 01-09-2020 La evaluación y diagnóstico de las parejas han sido una temática discutida
Primera revisión: 31-10-2020 en los escritos de terapia de pareja, sin embargo, aun se debate la forma y los
Aceptado: 30-11-2020 contenidos o focos terapéuticos que debería tratar. Es por esto, que en este
artículo abordaremos esta cuestión así como los elementos que son propios de
una organización funcional y adecuada de una solicitud de terapia de pareja y un
cierre de esta en una devolución diagnóstica.
Palabras clave
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Abstract
Keywords The evaluation and diagnosis of couples have been a subject discussed in the
diagnosis, couples, protocol, writings of couple’s therapy, however, the form and contents or therapeutic
focuses that it should treat are still debated. It is for this reason that in this
therapeutic focuses
article we will address this issue as well as the elements that are typical of a
functional and adequate organization of a request for couples therapy and a
Redes 42, Diciembre de 2020, ISSN en trámite
La terapia de pareja es, sin duda, un campo de acción para los terapeutas muy atractivo, pero a
la vez requiere bastante entrenamiento. Generalmente los programas curriculares tanto de psicología
como de especialización en terapia familiar, no hacen alusión al tema, o si lo hacen lo realizan dando
una mirada superficial a la temática.
Desde la experiencia clínica el realizar la labor de psicoterapeuta en casos de parejas, nos pone
entre “dos mundos” generalmente similares o en algunos casos muy diversos; el mundo de la pareja
se hace cuerpo en la clínica de parejas, transformándose dos individualidades en un tercero, en una
relación.
La evaluación y diagnóstico de las parejas han sido una temática discutida en los escritos de
terapia de pareja, sin embargo, aun se debate la forma y los contenidos o focos terapéuticos que
debería tratar. Es por esto que, en este artículo abordaremos esta cuestión, así como los elementos
que son propios de una organización funcional y adecuada de una solicitud de terapia de pareja y un
cierre de esta en una devolución diagnóstica (Zicavo y Vera, 2011).
Dentro de los objetivos de las entrevistas diagnósticas en terapia de pareja se encuentra el ge-
nerar una relación terapéutica adecuada, donde se genere un clima de ayuda y ambos miembros de
la pareja se sientan validados en sus planteamientos. Asimismo, se pretende encuadrar las normas
de funcionamiento del proceso diagnóstico y de la terapia, situación que hace que ambos miembros
de la pareja tengan certezas de la estructura del proceso desde un inicio, lo que hace reducir las fan-
tasías en relación a este procedimiento.
Otros objetivos de las entrevistas diagnósticas, y que son compartidos por varias escuelas
de terapia de pareja, es el guiar a la pareja a tomar conciencia de sus problemas y comprenderlos,
atendiendo las demandas de ambos miembros de la pareja; sumado a esto se pretende también ope-
rativizar los problemas genéricos traduciéndolos a conductas problemáticas concretas.
Como objetivos esenciales para el diagnóstico y tratamiento en la pareja, creemos relevante
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plantear los aspectos positivos de la pareja, que sirven como punto de partida para el desarrollo de
una buena relación. Estos elementos actúan como un equilibrio con aquellos elementos que no fun-
cionan y/o se encuentran debilitados en la pareja.
Finalmente generar un planteamiento de objetivos en común con la pareja, y el surgimiento
Las parejas nos proponen desde un comienzo ciertas “trampitas” que de no tener cuidado en
nuestro actuar terapéutico, podemos caer fácilmente en ellas. Estas comienzan desde mucho antes
Redes 42, Diciembre de 2020, ISSN en trámite
En relación a los primeros encuentros con una pareja, proponemos que es útil y orientador
plantear un protocolo de entrevista diagnóstica para la pareja, que nos proporcione, en primer lu-
gar, una clarificación de la demanda o solicitud de ayuda que ellos nos plantean, y nos focalice los
factores relacionales debilitados como los fortalecidos de ellos. Todo esto para tomar una decisión
terapéutica, de si es viable o no una terapia de pareja en el momento de la consulta.
o más lejano en relación al terapeuta. Ahora bien, esta alianza también está referida al reporte sub-
jetivo de parte del terapeuta en relación a la sensación de cercanía o distancia en relación a ambos
miembros de la pareja.
Dentro de esta primera entrevista, la etapa social nos ayuda ha observar el “despliegue del
juego sistémico” que cada uno de los miembros de la pareja realiza en relación al terapeuta, y a ellos
mismos. Es en esta etapa social donde el lenguaje analógico aparece fuertemente como información
para el terapeuta. Las cercanías o distancias de las sillas en el espacio terapéutico, las posiciones de
ellos en el espacio terapéutico, la forma en qué se observan y en la forma que observan al terapeuta,
Sandro Giovanazzi
los micro gestos, nos arrojan también información para empezar a generar hipótesis relacionales.
El genograma de ellos es una buena forma de fortalecer esta etapa social además de conocer
información significativa en relación a la composición de la familia tanto nuclear como extensa.
Información relativa a aspectos de los antecedentes de salud física como psicológicas, nos pueden
ayudar a ir focalizando los “emergentes” de cada uno, es decir, los aspectos en los cuales ellos se
98 centran en su preocupación, y cómo van relatando su “cuento o historia” en relación a si hay acuer-
dos, o por el contrario empieza ha aparecer alguna sutil diferencia entre ellos.
Después de los momentos del encuadre y la etapa social focalizaremos con ellos la decantación
de la construcción de la consulta terapéutica, es decir, desde cuando estaban pensando en consultar
y cómo es que ellos llegan a solicitar la ayuda terapéutica. En esta parte aparece lo que le llamamos
la “línea de tiempo de los síntomas o sufrimiento” en la pareja, el momento en que empezó todo
a cambiar, los momentos de conflicto, o de traumas más relevantes y visibles, o los traumas más
sutiles y ocultos. Al respecto, algunos narrativistas han denominado a esto el “quiebre biográfico”,
es decir, el momento de la historia donde ubican temporalmente este surgimiento de sufrimiento y
que se relaciona con la idea de que todo iba bien en la pareja hasta que pasó algo, un quiebre en su
equilibrio, que quizás no se superó, o se quedó ahí y se fue sumando y el tiempo hace que “explote”
nuevamente en estos momentos.
Un foco en la observación en la primera entrevista es el funcionamiento sistémico de ellos
como pareja. Esto hace alusión a las calidades de las relaciones intrafamiliares, a la correcta ade-
cuación del sistema pareja conyugal al ciclo vital en el cual se encuentran, es decir, la adaptabilidad
de la pareja a este ciclo vital, y en donde los procesos tanto de contención emocional como los de
resolución de conflictos actúan de manera equilibrada.
En la construcción del problema que hace cada uno de los miembros de la pareja, nos muestra
su visión del problema, donde generalmente es una visión lineal, la cual es propia de esta primera
etapa del tratamiento de pareja. Cabe consignar que un objetivo importante en la terapia de pareja,
es que la pareja pase de una mirada lineal en la explicación del problema a una visión relacional del
problema, donde cada uno se pueda incluir en la explicación de la conducta del otro.
También las temáticas (contenidos) emergentes de conflicto para cada uno de los miembros de
la pareja, es un objetivo relevante en esta primera entrevista. En ella podemos apreciar cuan común
son estos, o cuan diferentes se construyen. Debemos observar si creen que hay algún tema de pareja
que sea crucial de intervenir en primera instancia, es decir, que aparezcan como esenciales para cada
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uno de ellos.
Reforzando lo anterior, y cuando atendemos parejas con alta expresividad emocional, y que
en algunas ocasiones los conflictos se tornan al “rojo vivo”, debemos evaluar de si existe riesgo en
estos conflictos, y debemos apuntar a entregar alguna indicación de las maneras alternativas que
sentido, Zhang (2013) ha señalado que los sucesos significativos negativos generan un aumento de
los síntomas internalizantes en las parejas, por lo que es de real interés la búsqueda de esos sucesos
significativos estresantes en las entrevistas con parejas, para poder apreciar los cambios que se ge-
neran en la pareja y en sus relaciones.
Los sucesos significativos negativos son entendidos como las situaciones particulares o únicas
que, al ser de carácter indeseable, requieren ajustes de la vida cotidiana de una persona produciendo
niveles de estrés importantes. Por lo tanto, son situaciones específicas percibidas como amenazantes
y que pueden resultar en un estrés crónico si son mantenidas en el tiempo o no tratadas adecuada-
mente en su significancia y ajuste cotidiano.
En esta entrevista en conjunto, un aspecto relevante que se debe trabajar es la “Línea de vida”
de la pareja, y que tiene por objetivo ordenar cronológicamente las fechas clave para el inicio y el
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mantenimiento del problema. En esto se observa en qué momento de su vida de pareja ubican el sur-
gimiento del malestar en pareja, y cual es la intensidad y la frecuencia de este malestar en el tiempo.
Se le suma a la línea de tiempo de la pareja, el registro de actividades semanales que la pare-
ja realiza en conjunto, esto se realiza para observar las áreas en común que la pareja comparte, el
tiempo que pasan en conjunto y cómo es la calidad de este tiempo. Con esto podemos observar los
intercambios de conductas en la pareja (Snyder, 1997)
Los objetivos terapéuticos que tienen cada uno de ellos, es un marcador importante de la idea
de iniciar o no un proyecto terapéutico en conjunto. Si ambos comparten un objetivo en común al
Sandro Giovanazzi
venir a consulta, claramente la terapia de pareja aparece como una adecuada opción, por el contrario,
si los objetivos no son compartidos y/o poco claros, hará que la ayuda terapéutica de pareja se retrase
en iniciar hasta que se clarifique o tome otro camino.
Finalmente la entrega de alguna escala de pareja, como la Escala de ajuste diádico (Spanier,
1976), para conocer los acuerdos o desacuerdos de la pareja en diferentes áreas, es un recurso tera-
100 péutico que se puede utilizar y que nos entregará indicadores de focos conflictivos.
LA DEVOLUCIÓN
La devolución es el momento del terapeuta, que viene a culminar el proceso inicial diagnósti-
co, donde se plantean los siguientes aspectos:
- Análisis de la demanda o solicitud de ayuda inicial.
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de una obra de teatro. Esto posibilita el darle sentido emocional, cognitivo, y pragmático a lo que
aprecia, por ejemplo, el efecto de el/ella en sus relaciones interpersonales (Giovanazzi, 2011).
Las Psiconarraciones están conectadas con diversas temáticas de la vida de una persona, tanto
del universo sintomático como de las experiencias de fortalezas.
LA MÁSCARA DE LA PAREJA
Las Máscaras son definidas como una técnica activa en psicoterapia. Son parte de los “objetos
intermediarios”, que son todos aquellos objetos que se introducen y se utilizan como mediadores en
el proceso comunicacional con un sujeto en sus relaciones.
Cuando pensamos en la máscara sistémica de la pareja, reflexionamos que siempre comuni-
camos algo aunque callemos. Planteamos que dentro de las funciones de las máscaras sistémicas
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Sandro Giovanazzi
Redes 42, Diciembre de 2020, ISSN en trámite www.redesdigital.com 104
a
Colaboradora docente de la Escuela Vasco Navarra de Terapia Familiar. Escuela Sistémica Paraguaya.
Correo electrónico: gonzalezmonzonalejandra@gmail.com
familia.
circularidad, redefinición,
técnicas, pauta
Abstract
Redes 42, Diciembre de 2020, ISSN en trámite
Keywords Verbal and active techniques are described to reframe the problem in circular
circularity, redefinition, terms, comparing them to photogram, which in the cinematographic world
is defined as the succession of particular and static images that generate a
techniques, relationship pattern
sensation of movement.
The aim of these techniques is to connect, as in a frame, the initial definitions
of the problem or each of the fact scores, presented as an individual image or
scene, by each of the family members.
106 1. INTRODUCCIÓN
la redefinición del problema que trae la familia y, por lo tanto, de su demanda de terapia no se podrá llevar a
cabo mientras la conducta sintomática del paciente permanezca artificiosamente aislada del contexto de las
relaciones donde tiene su sitio natural (p. 55).
Esto mismo pretende la reestructuración circular que se describe en este artículo, conjugando
En una cinta de celuloide, que se proyecta mediante un cinematógrafo, cada fotograma es una imagen impresa a
través de un proceso químico. Cuando estos fotogramas pasan por el proyector a una cierta frecuencia, medida
en imágenes por segundo, se produce el efecto visual que hace que se perciban en continuidad como si fuera
una unidad (…). En el caso del cine, los fotogramas se proyectan a una cierta frecuencia (24 FPS, 30 FPS, etc.):
debido a que la sucesión es muy rápida, el cerebro no percibe los fotogramas como imágenes separadas. Por el
contrario, los mezcla y se produce la ilusión de movimiento. (Pérez, J, 2020).
En una familia o pareja, ocurre que cada miembro presenta y define el problema como si fuese
una escena lineal, estática, sin conexión entre ellas. El movimiento (como en el fotograma) no ve la
familia y es tarea del terapeuta mostrárselos (la circularidad).
Redes 42, Diciembre de 2020, ISSN en trámite
Una vez construida la hipótesis relacional, a través de las técnicas circulares que serán des-
critas a continuación, se propone un nuevo encuadre o significado alternativo al problema que fue
presentado inicialmente por la familia o pareja. Con el nuevo significado relacional, el terapeuta
transmite el mensaje: “Desde otro ángulo se ve que todos los miembros de este sistema mantienen
el problema”. “El problema no está en él/ella, el problema es de todos”. Con esto se pone en evi-
dencia que los puntos de vista lineales y resistentes que sostenían del problema no son excluyentes
sino, muy por el contrario, aparecen interconectados entre sí. De igual manera, la conducta de uno
es información para el otro.
En la segunda fase, al finalizar la segunda sesión, se realiza la técnica llamada “zarandeo
cognitivo” que consiste en devolver a la familia la hipótesis relacional construida por el terapeuta,
incluyendo la síntesis de las previas reestructuraciones circulares realizadas a través de las distintas
técnicas (comparadas al fotograma) haciendo énfasis en la pauta de interacción o en el encadena-
miento de conductas. El término zarandeo cognitivo, como técnica cognitiva, propuesto en este
trabajo hace referencia a movilizar, agitar, sacudir en una sola y potente devolución, con lenguaje 107
desafiante y persuasivo, el sistema de creencias que explicaba inicialmente la queja y sostenía la
pauta de interacción problemática en el sistema. En el zarandeo, se observa que cuando las ideas
son movidas de lugar con intensidad, se produce un reordenamiento distinto que permite nuevas
acciones espontáneas en, al menos, un miembro del sistema. El término “disparo reformulador”,
que también se utiliza en esta propuesta, guarda relación con el acto de devolver al paciente, la re-
estructuración circular que pretende el zarandeo cognitivo, y como dijeron Watzlawick, Weakland
y Fisch (1995): “Una vez que percibimos la pertenencia alternativa de un miembro a otra clase, no
podemos volver tan fácilmente a la trampa y la angustia representadas por el previo punto de vista
acerca de su “realidad” (p. 124).
Una vez instalado el cambio cognitivo que trae a su vez cambios conductuales y emocionales,
se plantean otras técnicas, a partir de la tercera sesión, para consolidar el cambio en el sistema.
Continuando con la analogía de los fotogramas en el mundo cinematográfico, podemos decir
que para lograr el zarandeo cognitivo se tienen en cuenta algunos de los elementos de una película
con ayuda de la creatividad y flexibilidad del terapeuta:
• El guión familiar e individual de los miembros de la familia, en sus tres generaciones, con
sus conductas, emociones y creencias.
• El guión que describe todo lo que la “cámara relacional del terapeuta” percibe.
• Descripción de los personajes incluyendo su historia, diálogo (subrayando aspectos impor-
tantes y comunicación analógica), acotación (sentimiento con el que se dice el diálogo).
• La secuencia, o encadenamiento de conductas o escenas presentadas inicialmente como
cortes lineales de una película en movimiento.
• El montaje: El terapeuta se podría parar en un ángulo específico mirando a la familia o
pareja diciendo “Es curioso como yo, desde este lugar, veo una película muy distinta. Y
esto es lo que veo.”.
• Diseño de producción o estilo del terapeuta. En este caso, utilizando lenguaje desafiante,
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metafórico.
• Efectos especiales: El terapeuta puede utilizar vestuario, accesorios, dibujos, música para
acompañar la devolución y darle intensidad a la reestructuración además de metáforas,
analogías, aforismos, etc.
Como se mencionó más arriba, la reestructuración circular se realiza en dos fases: En la prime-
ra fase, a lo largo de la primera y segunda sesión, a través de las técnicas circulares redefinidoras que
son comparadas al fotograma. Y la técnica llamada zarandeo cognitivo, al final de la segunda sesión.
Los pasos sugeridos en las primeras dos sesiones para lograr la reestructuración circular son
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los siguientes:
quién tiene el problema para esta familia, además de qué piensan, sienten y hacen en torno al pro-
blema.
Las preguntas circulares, técnica elaborada por la Escuela de Milán, son formuladas para que
los miembros de la familia conecten entre sí sus propias conductas. Ausloos (2005) sostiene que:
El rol del que interviene no es el de aconsejar a la familia, de identificar lo que no funciona en ella, sino al con-
trario, de trabajar con la familia para encontrar o para descubrir lo que sabe, reinventar las soluciones, resolver
sus problemas, y esto puede hacerse utilizando preguntas circulares (…) El trabajo del profesional sistémico,
consiste en arreglárselas para que al final de la entrevista los diferentes miembros de la familia se hayan co-
municado entre ellos suficientes informaciones para que se conozcan mejor y comprendan mejor su propio
funcionamiento (pp. 184 -185)
• ¿Qué crees vos que ella/él piensa con respecto a lo que vos sentís/haces/pensás/decís? ¿Por
qué crees que ella/él reacciona así. ¿Para qué crees que lo hace? ¿Qué ocurriría de ustedes
sin el problema?
• ¿Qué te suele decir con respecto a tu conducta y su posterior reacción?
• ¿Y los demás qué hacen? ¿Cómo lo ven? ¿Qué dicen?
• ¿Cómo intentaron solucionar el problema?
más se aleja él. Llega un momento que vos hacés lo que llamás ceder, y si bien, funciona la estrategia
para llevarse bien, en paz, y disfrutar, vos lo ves como sacrificio y no lo haces genuinamente pen-
sando en los beneficios secundarios (porque la relación es linda cuando vos no controlás). Por eso
al ceder, vos seguís alimentando ese sentimiento de injusticia relacional, hasta que volvés a insistir,
llamar, enviar mensajes. Y empieza todo lo que ya sabemos”.
Alejandra González Monzón
Hablamos de objetos porque toda representación es una fotografía de la realidad, es decir, una cristalización
arbitraria de esta; por eso mismo ofrece la ventaja de representarse como un elemento observable, sustancial-
mente exterior al fluir de los sucesos y podemos cotejarla con ese fluir porque, fijándonos en el tiempo, confiere
“realidad” a una serie de procesos que de otro modo serían indefinibles (Andolfi et al., 2007, p 125).
Los objetos metafóricos, en esta propuesta, son escenas (de una secuencia) elegidas como un
objeto concreto representado de manera visible, que además aparecen interconectados entre sí.
Los objetos metafóricos pueden presentarse en forma de dibujos en la pizarra, en una hoja o
simplemente pedir a la familia que se los imaginen. También el terapeuta puede traer esos objetos a
sesión e ir mostrándolos a medida que se describe la interconexión entre ellos.
lejos, distante y silencioso, vos cedés para estar bien y conseguir paz en la relación. Hasta que llega
de nuevo un momento, en que aguantar tantos reclamos le permitan a él seguir creciendo y vos em-
pequeñeciendo y sentís que él no hace cosas por vos como salir a pasear. Y vuelve la olla a presión
a empezar el proceso, con reclamos de desconfianza y sobre todo, de no poder sentirte a gusto con
él por no sentir que le importás”.
Existe un recurso muy sencillo consistente en contar a las familias cosas similares ocurridas en otros casos con
problemáticas parecidas a las de ellos (…). Las posibilidades se encadenan conformando historias inspiradas en
la vida real que son otros tantos estímulos intelectuales para quien la recibe (Linares,1996, p.153).
Los cuentos circulares son historias donde al final se vuelve a la situación inicial, en las mis- 111
mas se conecta el síntoma a los distintos miembros del sistema, dejando en claro la circularidad, o
quizás se plantea el cambio en un miembro mostrando los cambios que se desencadenan en el sis-
tema total. De todas formas, las técnicas 3.1 y 3.2 también son incluidas en los cuentos circulares.
Con esta técnica, como en el fotograma, se encadenan las escenas que representan la forma
individual y lineal de definir el problema por parte de cada uno: “Estoy cansada de su violencia” dijo
ella al inicio de la sesión. “Que me diga bien si quiere dejarme o está enamorada de otro”, decía él.
Se muestran las fotos de las escenas a los pacientes y en la próxima sesión se les entrega la
pauta como en el gráfico 3.
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Se le pide al grupo familiar que cada uno construya una escultura de la familia tal cual él o ella se imaginan,
según esta consigna: Imagínense que son de arcilla o de un material maleable y entonces cada uno por turno
va a construir una escultura que refleje como ve a la familia (Wainstein, 2006, p. 169).
Los miembros de la familia deben realizar individualmente esculturas que muestren cómo se
ven y de qué forma ven al otro en la relación. Se trata de representar, a través de esculturas, la defi-
nición del problema que trae el o la paciente. En este momento pueden realizarse preguntas relacio-
nales que llevan a construir otras esculturas posibles, de otros momentos de la pauta.
La técnica consiste en pedir a la pareja o familia, luego de realizar las esculturas, que vuelvan
a presentarlas en el orden que propone la terapeuta, una tras otra, sin pausa, como una película en
movimiento, por ejemplo: escultura 1 construida por la esposa seguida de la escultura 2 construida
por el marido, volviendo inmediatamente a representar la escultura 1 construida por la esposa.
El objetivo es que vean la circularidad y cómo la conducta de un miembro resulta informativa
para el otro.
3.4.3. Circularidad en acción: Dramatizar pauta intercambiando roles: Se le pide al paciente “hacer
algo más entretenido” para entender la película familiar, porque no nos queda claro cómo funcionan
en torno al problema.
De esta forma, un solo miembro por vez, puede ocupar el lugar de cualquier miembro
frente a la familia que lo observa. Y luego los demás hacen lo mismo y analizan semejan-
zas y diferencias e identifican lo que las otras personas no sabían que el otro/otra sentía o
pensaba. Se habla de ello y, sobre todo, se da intensidad a la pauta de interacción.
bros de la familia. Es difícil que el paciente rechace la nueva historia que les devuelve el
terapeuta si se utilizan las mismas palabras que él o ella han utilizado, ahora en un nuevo
guion que permitiría un final distinto al modificar intensamente el sistema de creencias ini-
cial y lineal que mantenía el problema, “invitando rápidamente” al paciente a hacer cosas
distintas a las que venia haciendo hasta el momento.
• Es importante dar intensidad al mensaje, pudiendo repetirse de distintas formas.
“El problema lo veo así. Es la relación de una olla a presión y de un martillo en huelga. En la
escena 1 de esta película de la pareja se ve a la esposa como la olla a presión que se traga todos los
reclamos. En su interior hay muchas dudas, pero intenta mantener la calma para “controlar mejor al
marido”. Porque dijiste que era ese tu objetivo: controlarlo, saber qué hace en todo momento, ¿no?.
En la escena 2, se ve al marido con más altura, con más voz, más grande, es un martillo si-
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lencioso y más tierno, que descansa de reclamos de la esposa, y se acerca a ella. La olla a presión
mantiene la calma del marido aunque alimenta la furia interior de la olla por tragarse silencios.
En la escena 3 se ve que la olla a presión renuncia a la no presión y comienza a hervir reivin-
dicando su lucha en contra de la injusticia relacional: él tiene que hacer caso a su esposa, no ella ir
tras él, y sacrificarse por la paz que es lo que vos también comentaste en sesión.
Alejandra González Monzón
En la escena 4, en el caso de ver cada una de estas escenas en movimiento, una detrás de otra,
y no de forma aislada como describiste inicialmente (que aún en ese momento no entendías de cone-
xiones), se ve al marido lejos, pequeño, castigando con su silencio a la olla que explotó.
Y como las escenas están conectadas y en movimiento, a partir de la escena 4, la olla a presión
vuelve a enfriarse, se mantiene en calma “sacrificándose muy a pesar suyo, se silencia para que el
marido hable. Al hablar, ella ebulliciona, y el marido se vuelve a callar y distanciar. Cuanto más
gritás, más lo ensordecés. Y su sordera te produce más adelante un silencio que explotará en gritos
Y así, son muy predecibles”.
114 El patrón de conducta/emoción/creencia debe quedar claro: Encadenar las definiciones linea-
les del problema de cada uno de los miembros de la familia o pareja. Si acude un solo miembro,
igual es posible, mediante los pasos anteriores, conocer la conducta, reacción, sentimientos, pensa-
mientos, frases y voces de los “ausentes implicados”. No se trata solamente de encadenar conductas,
sino de conectar las definiciones individuales y lineales propuesta por cada persona involucrada en
la relación, en los niveles pragmático, cognitivo y emocional.
“Es importante que veas este movimiento, que veas que ambos mantienen el problema.
1. Cuando insistís, llamás a tu marido con esa idea de que tenés que controlar al hombre, sin
historia previa de infidelidad, pero con una historia de crisis panicosas donde ya el control
hizo que perdieras el control (como lo mencionaste en sesión), construís sin querer una
relación de pareja también panicosa.
2. Tu marido no te hace caso, no te contesta llamadas, porque tiene la idea de que vos tenés
que confiar sin molestar.
3. Vos reaccionas con más insistencia, y él responde “desapareciendo” como vos misma re-
feriste.
4. Cuando lo ves lejos, dedicís “ceder “ y él vuelve a acercarse.
5. Están bien un tiempo, vos lo tenés controlado, están bien, pero te tragás por dentro muchas
cosas (también querés ir de compras y no ver Netflix, querés que él proponga actividades
y no lo hace), y tanto aguantar reclamos hace que nuevamente vuelvas a insistir cuando él
va a trabajar al campo. Y el ciclo se repite idénticamente una y otra vez.
Los pacientes suelen responder con una frase como: “Nunca lo había visto de esa forma”. La
3. CONCLUSIÓN
La circularidad es el pilar del modelo sistémico y no puede ser pasada por alto en la postmo-
dernidad.
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Con estas técnicas propuestas, el paciente incorpora la visión circular, cambiando por com-
pleto el significado inicial del problema. Al cambiar el significado, cambia la conducta, y con ello,
la estructura del sistema que se visualiza en una modificación en la pauta de interacción habitual.
Se trata de técnicas que el terapeuta puede ir construyendo de acuerdo a su propio estilo,
siempre que remarque la circularidad, conectando síntoma al sistema para dar un nombre distinto
(relacional) al problema inicial que trae la familia.
El terapeuta aplica con esto una redefinición que, de estar bien lograda, propicia cambios prag-
máticos en forma automática en el paciente, abreviando la terapia.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Paidós.
Navarro Góngora, J. (1992). Técnicas y programas de terapia familiar. Barcelona: Paidós Terapia
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O’Hanlon, W. (1987). Raíces profundas. Principios básicos de la terapia y de la hipnosis de Milton
Erickson. Barcelona: Paidós.
Onnis, L. (1997). La palabra del cuerpo. Psicosomática y perspectiva sistémica. Barcelona, Herder.
Papp. P. (1988). El proceso de cambio. Buenos Aires: Paidós.
Pérez Porto, J. (2020). Definición de fotograma. Recuperado de https://definicion.de/fotograma/
116 Wainstein, M. (2006). Intervenciones para el cambio. Buenos Aires: JCE Ediciones.
Watzlawick, P y Nardone, G. (1995). El arte del cambio. Trastornos fóbicos y obsesivos. Buenos
Aires: Herder.
Watzlawick, P, Weakland, J. y Fisch, R. (1995). Cambio. Barcelona: Herder. En P.
Watzlawick, J. Bavelas, y D. Jackson, Teoría de la comunicación humana. Barcelona: Herder.
a
Centro de Salud Mental de Casco Viejo de Pamplona (Navarra), Osasunbidea, Máster de Terapia de
Familia de la EVNTF. Correo electrónico de contacto: banimaya@yahoo.es
Recibido: 26-08-2020 El trabajo con la fratría, aunque hoy en día no es habitual que los pacientes
Primera revisión: 30-11-2020 soliciten la presencia de hermanos en las sesiones de terapia, presenta
Aceptado: 08-12-2020 posibilidades de elevado interés para el proceso terapéutico, generando
movimiento y ampliando la comprensión de las condiciones del contexto
que generó la demanda, alumbrando así, exponencialmente, las posibilidades
de cambio. La autora, en el presente artículo, reflexiona en torno a dichos
Palabras clave elementos desde la experiencia que le provee toda una vida profesional como
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Abstract
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Keywords Working with the phratry, even though nowadays is not usual for patients to
family, phratry, autonomy, request the presence of their siblings during the therapy sessions, presents
possibilities of high interest for the therapeutic process, incorporating movement
solidarity
and widening the understanding of the context conditions that caused this
request. In the present article, the author reflects on these elements from the
experience provided by a whole professional career as a therapist in different
contexts where she tried to generate change. Thus, through dialogue between
siblings, familiar mythical narratives, roles, as well as the triangulations forged
in relational dynamics of the complex family evolutionary are searched in
order to encourage each participant to become the temporary co-author of its
own belonging to such story, promoting in this way individual autonomy and
responsibility. Highlighting and amplifying in these dialogues the feeling of
solidarity existing in every phratry.
118 1. SESIONES CON LA FRATRÍA
Mis inicios en la profesión de Psicóloga, cuando me estaba formando para Terapeuta sistémi-
ca, fueron en el manicomio de Jaén, en el momento histórico de las reformas psiquiátricas de los
ochenta, donde la invisibilidad de cada paciente “crónico”, provista por la existencia pura y dura de
dicha institución “totalitaria”, siguiendo la conceptualización de Goffman (1970), fue el primero de
los desafíos de los equipos que iniciábamos dicha reforma. Estos pacientes enclaustrados en pabe-
llones, con nombres de santos de nuestro calendario cristiano, de vidas sin sentido en el contexto
exterior, de familias perdidas en un tempo donde el paciente internado era alguien que se fue. Y se
fue de varios lugares. De la casa, del pueblo o ciudad, de la relación íntima con su pareja, sus hijos,
sus padres, sus hermanos, amigos, y su vida social y laboral, si la tuvo.
En nuestro empeño por la recuperación comunitaria, volvíamos a retomar la historia de su
vida, con el propósito de rehumanizar su persona, de reubicar en ella las relaciones más significa-
tivas, de hacer una búsqueda de referentes y procurar encuentros entre el paciente, a veces como
prótesis incómoda y preocupante, y familia que quedaba después de un montón de años de vida y
de cronicidad en ambos lados.
Los hermanos tenían un papel principal en la reconstrucción de historias de vida y personales
de nuestros pacientes, tanto en el plano de aceptación y de acercamiento, como de rechazo. Ambas
caras de la historia familiar compartida, de recorridos relacionales en contextos concretos y de gran
complejidad desde elementos como la precariedad cultural, el abuso de poder, la pobreza económica
y de libertad personal, carencias y lesiones sin diagnosticar ni tratar, la trama, a veces, del ingreso
forzoso y el silencio posterior, el dolor de las pérdidas, las lealtades familiares secretas, los com-
promisos no cumplidos, las relaciones de abuso, maltrato y el reparto de roles desde la intocable
justicia social y familiar, basada la mayoría de las veces en mitos y legados incuestionables debido
al poder y al arraigo de los encargados (entes sociales o cuidadores familiares) de que los cargos se
cumplieran.
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Y ahí conocí la realidad de lo genuino de las relaciones familiares con un excluido mental.
Pacientes designados como “incurables”, envueltos en misterio y tragedia para quien se refería
a ellos, con narrativas que entrelazaban lo mítico y lo atávico. Quizá éste fuera una forma de dis-
frazar el dolor que podía producir su encierro y aislamiento por parte de sus seres queridos. Ahora,
tras 40 años de cambios políticos, sanitarios, sociales y económicos, sin manicomios por fin, con
del sentido de las expresiones de sufrimiento humano, concreto en cada sistema familiar o grupal
con fuertes vínculos, y universal en cuanto a expresiones y conductas “especiales” dentro de un sis-
tema de relación. Parto de la premisa de que nuestro devenir relacional es siempre el movimiento de
un proceso evolutivo que a veces gira sobre sí mismo, se atasca, o vuela aparentemente sin sentido.
Por eso la terapia, la escucha desde lo analógico, la presencia del grupo o del individuo en el mismo
momento y lugar con el terapeuta, facilita las claves de ese desarrollo emocional que se nos trae a
consulta. Estamos ya en el ámbito de la terapia relacional sistémica, que es desde donde parto para
este artículo.
2. FRATRÍA Y FRATERNIDAD
Aludo, en primer lugar, al concepto de fraternidad, en su sentido más amplio, como aquello
que designa la relación entre individuos por el sentimiento de pertenencia a un absoluto determina-
do, incluyendo los planos mítico y ritual, de las ideas y de los comportamientos. 119
Dicho concepto de fraternidad abarca desde el sentido de hermandad en cualquier comunidad
con parentalidad mítica (ser miembro de la comunidad cristiana, del partido comunista leninista no
estalinista, e incluso de las logias así como de organizaciones sectarias), en el que el sentimiento de
pertenencia se convierte en un poderoso símbolo identitario, pasando por los “hermanos casuales”
que la vida nos ofrece en momentos de importante intensidad, hasta la designación de hermanos y
hermanas pertenecientes e hijos de los mismos padres.
Este último es el sistema fraternal sobre el que gira el propósito de este trabajo que presento,
hermanos couterinos que componen el sistema fraternal en una familia y que el mismo concepto
define y delimita su territorio, en el que la relación fraternal comienza a mostrar su esplendor y com-
plejidad a partir de la adolescencia de los hijos.
Este sistema se inicia a partir del nacimiento del segundo hijo. Ya son hermanos y hermanas,
que comparten apellidos y una relación impuesta tanto entre ellos como con cada padre y madre.
La relación fraternal entre hermanos es un territorio de gran intensidad emocional, donde a me-
nudo, la competitividad y los celos surgen de la lucha por la atención de los padres. Esta intensidad
emocional puede adoptar múltiples formas que van desde la indiferencia, real o fingida, la envidia,
la rivalidad, la exclusión y/o el deseo de que el otro desaparezca, hasta la vivencia de lazos de amor
y pasión, de exclusividad secreta, incluso como afirmaba Neuburger “comportamientos de proxemia
sexual, que llegan hasta el incesto, son temidos e incluso descubiertos por los padres” (1997, p. 137).
Estas situaciones pueden ocurrir de forma espontánea y, sin llegar a situaciones límite, constituyen
también un ámbito compartido de descubrimiento de la sexualidad, tales como la exploración y los
juegos de rango erógeno, (jugar a papás y mamás, a médicos y enfermeras) naturales en la infancia
y preadolescencia.
Una característica incuestionable de la fratría es que el hermano siempre será “el otro” en la
relación. Aquello que quizás en la adolescencia idolatré desde la tendencia idealizadora del ego, y
también aquello sobre lo que proyecto los rasgos reprimidos de mi carácter, luz y sombra, mi propio
reflejo. Aquel con el que compartí la mesa y los juegos. Y que ahí está, tanto si esta relación pasa por
fases de “obligación”, como de competencia, satisfacción y disfrute, ese otro que me acompaña me
define y redefine desde el lenguaje de la polaridad (“él/ella es totalmente distinto/a de mí” o “somos
igualitos/as”), y con el que no tengo más remedio que aprender a compartir y a aceptar las diferen-
cias desde la jerarquía parental.
Por tanto, tal y como se acaba de afirmar, lo que caracteriza sobre todo a la relación en este
sistema fraternal es la intensidad, tanto desde la complementariedad como de la simetría. Es el
territorio de la complejidad fraterna, ante la cual la relación de los padres es un instrumento funda-
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mental para regir la relación entre los hijos estando atentos tanto a los riesgos de eliminación como
de fusión entre ellos.
El vínculo fraterno abarca todos los dominios del ciclo vital, y tal como explicitan de Bernart
y Buralli (2006)
el hermano es el pariente más cercano y el que más dura en el tiempo, es un coetáneo que tiene el mismo perío-
do de existencia, y que al mismo tiempo, comparte gran parte de las competencias sociales y las experiencias
relacionales y afectivas necesarias para el desarrollo.
Bani Maya Morodo
Este vínculo contiene la fuerza y la posibilidad de desplegar mundos evolutivos que incluyen
desde la rivalidad hasta la igualdad, y sobre todo la solidaridad. Es en terapia, donde frecuentemente
aparece el mundo de la solidaridad deseada por los componentes del grupo fraterno cuando se acer-
can en sesión al problema que el paciente designado, su hermano, presenta.
120 4. GRUPO FRATERNO EN TERAPIA
Como terapeutas familiares tenemos la experiencia de trabajar con familias al completo, in-
cluyendo hijos menores, si el caso lo requiere. En esos casos también observamos, bajo la mirada
de los padres, elementos relacionales complejos tanto de protección de los mayores a los pequeños,
ternura, broma, tolerancia…etc., o rechazo y actitudes violentas, indiferencia... que ya predisponen
a intervenciones inmediatas sobre las relaciones familiares. Y en las sesiones con la fratría, sin la
6. LA CREACIÓN DE LA ETIQUETA
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que por su carácter innombrable desde dentro del complejo familiar, encripta una elaboración del
drama familiar que facilite el desbloqueo y el surgimiento de posibilidades de libertad y autonomía
individuales.
Uno de los grandes pilares del trabajo de la Escuela de Milán, con familias altamente rígidas,
comienza con la hipótesis del juego familiar en el partimos de la hipótesis de que hay una promesa
implícita a un hijo de una relación privilegiada con uno de los padres, alejándole así del lugar de sus
iguales, sus hermanos (Selvini, Cirillo, Selvini y Sorrentino, 1993).
Se ofrece a sus ojos la posibilidad de ser el elegido, insustituible y conocedor de los secretos
Bani Maya Morodo
más íntimos del progenitor y su pareja que le coloca como el más sensitivo, cercano, comprensivo,
favorito.
Esta situación suele durar un tiempo, hasta que aparecen los sentimientos de decepción, enga-
ño y traición, ya que el hijo se da cuenta de que la supuesta promesa no acaba de cumplirse, que la
esperanza de la relación privilegiada era una farsa y que dicho privilegio en la relación, en realidad,
122 siempre estuvo reservado a otra persona (generalmente el cónyuge).
Y así surge el síntoma grave en este hijo, a través del cual consigue la atención a la que cree
que tiene derecho ya que se le había prometido, apoyado en la connivencia mantenida en otro tiempo
con el progenitor que le insinuó “favoritismo”.
Es en este caso, donde la terapia afronta el conflicto desde los diversos subsistemas, la familia
de origen, la pareja y los hijos, para desenmascarar el juego familiar que ha necesitado un “presti-
gioso” y un “loco”, proponiendo como acción terapéutica la prescripción del secreto a los padres
(Selvini et al, 1993).
Esta es una técnica altamente impactante en la familia rígida, a pesar de lo aparentemente
sencillo e inocuo de su tarea y que intenta desenredar el nudo de esta triangulación que atasca la
evolutiva familiar competente.
En estos casos, en el rastreo terapéutico a los padres, nos interesamos en cuestiones significa-
tivas para ampliar la comprensión de las condiciones que han generado la solicitud de terapia:
• ¿Cómo viven los padres las relaciones entre los hijos?
• ¿Qué les preocupaba antes de tenerlos? ¿Y ahora?
• ¿Cómo han sido las relaciones fraternales en la historia de cada uno de los padres? ¿Y
ahora?
• ¿Cuáles has sido sus roles como hijos?
• ¿Qué lugar en sus expectativas ha ocupado la llegada de cada hijo?
• ¿En qué medida sus hijos han modificado posiciones en la relación de pareja?
• ¿Cuál es su grado de satisfacción como padres?
En las sesiones con hermanos, tras la convocatoria y el acogimiento social de los primeros mo-
mentos de la entrevista, mostramos nuestra disposición a escucharlos y a que dialoguen entre ellos,
si fuera posible, sobre lo que les preocupa de la situación de su hermano, el PD, estando atentos
como terapeutas a las informaciones significativas de cada intervención que posibiliten compromiso
y cambios. Este es uno de los objetivos centrales de la terapia, generar un dialogo alternativo, apro-
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vechando las condiciones contextuales que ofrece el terapeuta y el consultorio, que facilite la expre-
sión y aceptación de diferencias, desacuerdos, malentendidos, lealtades parciales y posibilidades de
acercamiento y solidaridad hacia el sufrimiento del paciente designado hasta ahora no tratadas entre
ellos. En definitiva, desatascar el conflicto familiar.
Trabajamos, entre otros, aspectos como:
7. PROCESO TERAPÉUTICO
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Algo que caracteriza las sesiones con hermanos es que la definición del problema suele estar
más cerca de éstos que de la historia de los padres. Ya que hablando para ellos mismos, y no para los
padres, incluyen cada definición individual y la responsabilidad de su relato.
Este es un recurso de autonomía que como terapeutas debemos denotar, pues en el acto de
confiar y de narrar se convierten en autores ellos mismos, responsabilizándose, aunque sea de forma
somera o mínima, de su trocito de pertenencia a la fratría.
Validan que ninguno de los hermanos es el responsable de la salud mental de los demás, pu-
diendo detectar, al mismo tiempo, los triángulos estables que provocan malestar, designando al pa-
ciente como un hermano con exquisita sensibilidad que no intenta acaparar a nadie, y que se rebela,
aún de forma extraña, para afirmar su independencia. Pueden, también, reconocer más claramente
los intentos fallidos de hacer felices a los padres, y las consecuencias incontrolables de ese fracaso
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paciente designado.
124 8. ¿CUÁNDO CITAR A LA FRATRÍA?
Desde la atención a la Salud Mental pública, la cita “tipo” de una demanda individual, es citar
al paciente, a aquel que solicita consulta para él. Tengo que añadir que en la atención pública no hay
costumbre ni cultura de trabajar en familia los problemas mentales. Y ese es un trabajo de coordina-
ción y redefinición de la demanda tras la petición de consulta. Desde mi perspectiva sistémica, si el
paciente vive en la casa paterna, cito siempre a éste con los padres al menos a una consulta. Es pro-
bable que el paciente se niegue, pero admitiendo la consulta individual, voy preparando el contexto
para ampliar los asistentes a las citas. Averiguo sobre padres y hermanos. Y decido en cada caso.
Aunque la casuística es abundante, me ha parecido interesante mencionar algunas de las situa-
ciones que me suelo encontrar y las que trato de abordar desde una convocatoria a la fratría:
• En primer lugar, como ya se ha dicho, siempre hay planteada la cita con los padres, y no
acuden a la convocatoria ni avisan de ello.
• Hijos adultos (no menores), convivientes en la casa familiar, con crisis graves que impreg-
nan a toda la familia y cuyos padres muestran reticencia camuflada a acudir. Retrasan el
encuentro aludiendo a razones variadas.
• Hijos adultos que desean acercarse entre ellos y diferenciar problemas parentales de la
insatisfacción fraterna.
• Cuando los hermanos han funcionado con patrones de roles parentales delegados desde la
formación de la fratría.
• Cuando los padres se encuentran en conflicto de pareja crónico, divorcio emocional no
explícito o con estatus de “enfermos” de larga data.
• Cuando los padres no demandan para ellos ni para sus hijos, y la demanda llega por urgen-
cias o a petición del médico de familia y otra entidad derivante, incluyendo la demanda
propia del paciente designado.
• Cuando en la tarea de reconstruir la historia familiar, hay memoria común de haber sido
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hijos con carencia de padres, o de injusticias relacionales en las familias de origen o exten-
sas, y el paciente no busca culpar ni exonerar, sino comprender y asumir en sí las carencias
parentales.
• Cuando los hermanos aceptan abordar las triangulaciones con otros miembros de la fami-
lia con el objeto de cuestionarlas, aceptarlas y no dañar.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Neuburger, R. (1997). La familia dolorosa. Mito y terapias familiares. Barcelona: Herder, 125
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familia. Barcelona: Paidós.
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a
Escuela de Psicología, Universidad Autónoma de Chile. pablo.concha@uautonoma.cl, b Centro de
Estudios y Gestión Social del Maule. Académico e Investigador. milton.contreras.saez@gmail.com
Recibido: 15-09-2020 El presente trabajo tiene el objetivo de revisar y reflexionar sobre las
Primera revisión:31-10-2020 alternativas y oportunidades que están presentes en la Terapia Sistémica
Aceptado: 30-11-2020 Breve (TSB), incorporando la noción de Proyecto de Vida para el trabajo con
adolescentes en contextos diversos. Es importante destacar que este artículo
no pretende dar cuenta del gran número de técnicas o maniobras que ofrece
la TSB, sino que revisa principios y pistas para el abordaje sobre la identidad
Palabras clave saturada del problema que presenta cada adolescente que se encuentra inmerso
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Abstract
Redes 42, Diciembre de 2020, ISSN en trámite
Keywords This paper aims to review and reflect on the alternatives and opportunities that
life project, systemic therapy, are present in Brief Systemic Therapy (BST), incorporating the notion of a Life
Project for work with adolescents in various contexts. It is important to note that
adolescence
this article does not attempt to give an account of the large number of techniques
or manoeuvres offered by TSB, but rather reviews principles and clues for
tackling the saturated identity of the problem presented by each adolescent
who is immersed in an intervention device in a voluntary or obligatory context,
understood by us as a diverse context, and, at the same time, contributes to the
sense of agency in the development of his or her life project.
128 1. IMPORTANCIA DE LA ADOLESCENCIA EN EL PROYECTO DE VIDA
Proyecto de vida adolescente: Una alternativa de intervención sistémica en contextos diversos; p. 127-132
reiteración de actitudes que, de acuerdo a Santrock (2004), permiten una (re) evaluación de su
desarrollo y como este incide en la toma de decisiones de su desenvolvimiento en las estructuras
sociales, pues se ajusta a ellas para acceder a las múltiples oportunidades que generen un bienestar
psicosocial.
Entonces, el Proyecto de vida, es fruto de un conjunto de condicionantes sociales, de esfuerzos
e intereses personales que se desarrolla en el tiempo y en las situaciones por las que transcurre la
vida de las personas (Cepero, 2009). Mientras que Medan (2012) señala que el Proyecto de Vida es
lo que una persona quiere ser para conseguir lo que anhela en un momento único y determinado. Una
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de las grandes premisas es que puede ser dinámico, permeado por las vivencias personales, familia-
res y de entorno que permiten cumplir o no las necesidades de una persona.
Otros autores señalan que el Proyecto de Vida es la forma de ser de la persona en el transcur-
so de su desarrollo, lo cual favorece su propio crecimiento a partir de diversas eventualidades que
acontecen en el presente. Para esto es importante determinar qué, y cómo quiero tomar decisiones
en el corto, mediano y/o largo plazo (Baldivieso y Perotto, 1995; Contreras, 2018; D´Angelo, 2000;
Frankl, 2004).
Por lo tanto, en esta etapa del ciclo vital deriva en una articulación constante de crecimiento y
madurez en base a las experiencias significati¬vas que se desarrollan durante su vida, mediante los
ámbitos personales, familiares y de los entornos reconocidos por los mismos jóvenes, en base a sus
experiencias de vida y de las pro¬yecciones futuras. Entonces, es la adolescencia el escenario ideal
Redes 42, Diciembre de 2020, ISSN en trámite
En primer lugar, desde una perspectiva postestructuralista se apoya la idea de que no existen
verdades universales, cobrando relevancia las construcciones locales y sociales. La postura cons-
truccionista se define desde ciertos supuestos, los que en síntesis indican que los significados y
comprensiones lingüísticas dependen del uso que se haga del lenguaje en la interacción, no habiendo
cabida a la validez universal que cada objeto o fenómeno exija por sí mismo (Gergen, 2009).
Esta perspectiva sostiene que los significados y relatos que el adolescente construye en su
interacción con el mundo, determinan su forma de vivir en el mundo. Es entonces importante com-
prender que existen múltiples verdades y saberes en el discurso que cada uno construye de sí mismo.
Selekman (1996), propone transformar a los adolescentes como asesores expertos, indagando
qué es lo que el terapeuta debe o no hacer con ellos y sus padres. Esto va en la dirección de potenciar 129
una relación simétrica, cercana, que permita luego desarrollar confianza.
También tiene relación con adoptar una posición de ignorancia en la terapia. Anderson y Goo-
lishian (1996), la describen como las acciones y actitudes del terapeuta en la necesidad de saber más
acerca de lo que se ha dicho, y no transmiten opiniones preconcebidas acerca del cliente, el proble-
ma o lo que debe cambiarse.
Es importante entonces que el acompañamiento terapéutico a los adolescentes y también a
sus familias, debe estar orientado al conocimiento, “saberes” y habilidades. Reconocer lo anterior,
permite enriquecer las descripciones que tienen de sus vidas, sus sueños y proyectos en la vida. Por
lo tanto, se sostiene en una ética de respeto de los relatos y las historias.
Para desarrollar aquel trabajo, de manera autónoma o con acompañamiento, ya sea por parte
de la familia u otros agentes, se propicia la generación de objetivos y metas, encauzar sus esfuerzos y
establecer a donde quiere llegar, a través de un conjunto de requerimientos inter¬nos y externos con
los que evaluará la importancia de ser, hacer o tener (Contreras, 2018). Los modelos centrados en la
psicoeducación permiten enfocarse en las necesidades, vulnerabilidades, particularidades, recursos
y fortalezas de los adolescentes y su entorno próximo, ya sea familiar como pares (Contreras, 2020).
Básicamente consiste en iniciar una conversación enfocada que permita construir soluciones
y nuevos cambios en el futuro. Además, por medio de estas conversaciones, estamos explorando en
los recursos y habilidades presentes en el adolescente y su familia.
Medina (2016) sostiene que además de proporcionar información importante sobre los recur-
sos de la familia, también puede ayudar a los padres y a los hijos a recordar habilidades olvidadas y
así incrementar la motivación en el proceso interventivo.
Reflexionar entonces, sobre lo que deben hacer para lograr sus objetivos, resulta una tarea
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primordial en cualquier etapa del ciclo vital, especialmente en la adolescencia. Además, permite
fortalecer la personalidad, donde la búsqueda de las metas personales y la colaboración, logran es-
tablecer multidimensiones de un curso vital que se construye en el día a día (García-Yepes, 2017).
Herrero de Vega y Beyebach (2018) proponen tres estrategias comunicacionales para las con-
versaciones sobre el futuro deseado:
1. Elicitar: iniciando el diálogo con preguntas centradas en soluciones (proyección al futuro,
4. EXTERNALIZACIÓN
Según White (2002), los significados con los cuales interpretamos la realidad no son neutrales
en cuanto a sus efectos en nuestras vidas, sino que tienen efectos reales en lo que hacemos y en los
pasos que damos en la vida.
Payne (2002) sostiene que externalizar el problema significa mantener una actitud de que las
dificultades son algo que afecta a la persona, no algo que forma parte de ella. De esta forma, se insta
a las personas a cosificar, y a veces a personificar, los problemas que las oprimen (White y Epston,
1993).
130 Respecto de lo anterior, es importante sostener conversaciones externalizadoras con los ado-
lescentes sobre los discursos dominantes que rigen sus vidas, aquellos que hacen referencia a cómo
debe ser un proyecto de vida adecuado, socialmente aceptado. Para esto se requiere que intervento-
res logren reconocer las potencialidades, recursos y fortalezas de los adolescentes.
En un contexto obligado de intervención, donde predomina la etiqueta de un diagnóstico cen-
trado en el déficit, que refuerza la etiqueta de “adolescente problema”, es conveniente pensar la
intervención tanto con el adolescente como con su familia, separando el problema de la identidad de
éste. Con esto, se busca liberar la identidad de la persona de los efectos negativos del etiquetamiento,
permitiendo la recuperación de la capacidad de identificar aspectos de la experiencia que han sido
ignorados.
En este escenario, se reconoce al adolescente como un “sujeto vulnerable”, especialmente a la
hora de tomar decisio¬nes, pudiendo generar frustración de manera más rápida, mer¬mando la capa-
cidad de actuar, generar temor y desorientación (Tobar y Lautaro, 1999). Ya sea un adolescente con
alto acom¬pañamiento familiar o con alteraciones, ya que todos y todas tienen el mismo derecho e
ilusión de tener sueños y proyectos (Campos, 2012).
5. EXCEPCIONES AL PROBLEMA
Proyecto de vida adolescente: Una alternativa de intervención sistémica en contextos diversos; p. 127-132
La búsqueda de excepciones facilita la construcción de nuevos significados, relatos alterna-
tivos, con énfasis en lo positivo, en aquello que hemos ignorado anteriormente. En este proceso, la
familia es una pieza clave, ya que cada vez que observan los momentos en donde no se presentó el
problema atribuido al adolescente, están redescubriendo recursos que permiten construir soluciones.
De Shazer y sus colegas construyeron el modelo a partir del supuesto básico de que todos las perso-
nas cuentan con fuerzas y recursos para cambiar y de la idea de que ningún problema sucede todo el
tiempo, es decir, de que hay excepciones a la regla (Selekman, 1996).
García y Schaefer (2015) sostienen que hay distintos tipos de excepciones:
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7. CONCLUSIÓN
interés genuino por los nuevos significados que emergen de las conversaciones terapéuticas donde
el adolescente, su historia de vida y su visión de futuro son protagonistas.
Esta es una invitación a que interventores de cualquier disciplina de las Ciencias Sociales y
Humanas, especialmente Psicólogos y Trabajadores Sociales, que trabajen directamente con adoles-
centes y sus familias, logren desarrollar estrategias comunicacionales que permitan reconocer las
redes de apoyo, potencialidades, fortalezas y recursos durante todo el proceso de intervención.
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Redes 42, Diciembre de 2020, ISSN en trámite
Marika Buciunia, Eleonora Paparoa, Lisa Ferraraa, Sara Puosiaa, Rossella Capecchia,
Valentina Albertinia, Gianmarco Manfridab
a
Centro di Studi e Applicazione Psicologia Relazionale, Prato- Italia. info@marikabuciuni.com,
b
Director del Centro Studi e Applicazione della Psicologia Relazionale di Prato (CSAPR).
Recibido: 14-09-2020 Como terapeutas relacionales sistémicos no podemos ignorar los fenómenos
Primera revisión: 31-10-2020 sociales y su evolución con la innovación digital. Nuestro trabajo surge de la
Aceptado: 30-11-2020 experiencia como terapeutas que, aficionados a las historias de sus pacientes,
se encuentran con historias que implican una nueva forma de relacionarse: la
App. Observando cómo la App puede desempeñar un papel importante dentro
del contexto terapéutico, a veces llegando a ser un poderoso medio de acceso
Palabras clave al mundo del paciente, hemos creado un cuestionario ad hoc, aplicado en línea,
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para evaluar sus empleos. La nuestra es una investigación exploratoria que tiene
app, enfoque narrativo, relación
como objetivo observar cuánto espacio toman las App en la práctica clínica,
terapéutica, comunicación
proporcionando una lectura cualitativa de esta nueva variable que acaba jugando
un papel en la relación con los pacientes, ajustándose en la danza terapéutica y
entrelazándose con la formación, curiosidad y creatividad del terapeuta.
Abstract
Redes 42, Diciembre de 2020, ISSN en trámite
Keywords As relational therapists, we cannot ignore social phenomena and how they
app, narrative approach, evolve with digital innovation. Our work stems from the experience as
therapists who, passionate about the narratives of their patients, come across
therapeutic relationship,
stories that intersect with a new way of relating: the App. In our clinical practice
communication we have observed how the App can play an important role within the therapeutic
context, sometimes becoming a powerful means of access to the patient’s world.
We have therefore created an ad hoc online questionnaire to assess its use. Ours
is an exploratory research that aims to travel (virtually and not) to the therapy
rooms by observing how much space is given to the App in clinical practice,
providing a qualitative reading of this new variable that ends up playing a role
in the relationship with patients. Variable that fits in the therapeutic dance and is
intertwined with the training, curiosity and creativity of the therapist.
134 “La ilusión más peligrosa es que sólo hay una realidad”
Paul Watzlawick
1. INTRODUCCIÓN
Partimos de una premisa: la tecnología no podrá, por sí sola, hacer funcionar ninguna terapia,
tampoco puede hacerlo ninguna técnica: del mismo modo, ninguna tecnología podrá hacer que no
funcione un proceso terapéutico. En efecto, sigue siendo siempre la relación entre terapeuta y pa-
ciente que hace la terapia posible o no (Manfrida et al., 2020).
Cuando, en 2019, se presentó la oportunidad de participar en Relates 2020 en Paraguay, ya
¿¡Es suficiente una App para encontrarse!?. Investigación exploratoria sobre el uso de las App en la práctica clínica; p. 133-142
estábamos pensando en hablar de las “narrativas digitales” que entran en la sesión de terapia a través
de la puerta del terapeuta o del paciente. No podíamos imaginar que de allí a pocos meses, inme-
diatamente después de la administración de nuestro cuestionario en línea, Italia y el mundo habría
sido amenazado por la pandemia de coronavirus COVID-19; ésta ha hecho más actuales que nunca
nuestros interrogantes sobre el uso de las App en terapia, proporcionándonos material sobre el cual
realizar profundizaciones y redefiniciones de los nuevos sectores, modalidades comunicativas y re-
lacionales. Más de una vez durante el entrenamiento formativo en el CSAPR de Prato, estudiantes y
docentes hacían referencia al uso de las App para comunicar con los pacientes fuera de la sala de te-
rapia, pero ¿Qué pasa cuando la App se insinúa en las narraciones dentro del despacho? ¿Cuándo en
un segundo nos encontramos catapultados en un mundo que habla de hashtag, post, ADS, XP, like,
icebreaker? Son términos que pueden abrir a nuevas posibilidades y temas sino también al riesgo de
hacernos saltar a la silla sufriendo las peores preguntas y dudas.
Dudas y preguntas no sólo sobre el conocimiento de la App, sino también sobre su uso como
narrativa nueva y distinta dentro de la relación terapéutica. Así que mirábamos con nuevos ojos las
narrativas de algunos pacientes de diferentes edades que, durante la sesión, hablaban del último li-
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gue encontrado en Tinder que tanto los hirió, del mensaje enviado en WhatsApp a la amiga sin haber
recibido respuesta alguna, de su orgullo por haber superado otro nivel de Candy Crush a pesar de
que los otros jugadores eran realmente fuertes o de los corazones rojos enviados por su padre con
Facebook el día de su propio cumpleaños. Nos hemos preguntado, entonces, si y cómo tales comu-
nicaciones, dentro del setting, aceptadas o ignoradas, podrían acercar o alejar terapeuta y paciente y,
en el caso, qué aspectos relacionales entraban en juego.
Berger y Luckman (1966) en su modelo sociológico de la construcción de la realidad nos re-
cuerdan que “entre las múltiples realidades hay una que se presenta como la realidad por excelencia:
la realidad de la vida cotidiana” a menudo hecha de rutina, operaciones habituales y automáticas
que corren el riesgo de aplanar la relación entre sí y el mundo, en particular cuando la tecnología la
está mediando.
Redes 42, Diciembre de 2020, ISSN en trámite
Precisamente Borgmann (1999) nos recuerda que la realidad virtual e informática tiene formas
particulares de participación y que no “proporciona informaciones sobre el mundo ahí fuera, (...) as-
pira a ser rica y atractiva e informativa de nuestro interior” (...) y por lo tanto la realidad informática
“constituye una realidad de sí mismo” (...).
App de encuentros, juegos, mensajería instantánea y social permiten construir una realidad de
constante implicación interaccional pero que puede convertirse en un monólogo entre Sí y el Otro;
en la sala de terapia, este monólogo puede ser socialmente compartido y, integrando pasado y pre-
sente, revalorizado en una nueva historia alternativa plausible, convincente y estéticamente válida
(Manfrida, 2014). La narrativa digital puede convertirse en un espacio nuevo, vivido, compartido.
El debate sigue siendo amplio y aún necesita profundización. Es indudable que estas narrativas son
un enriquecimiento del contexto relacional de los sujetos y que pueden ser consideradas como una
oportunidad de intercambio, crecimiento y adaptación en lo que nos toca a nosotros evaluar el valor,
caso por caso, para aumentar la eficacia terapéutica.
2. INVESTIGACIÓN Y MÉTODO 135
Lévy (1996) nos permite profundizar en el dualismo “virtual y real”, conceptualizados no
como el virtual contrapuesto a lo real, sino a lo actual: lo virtual se convierte así en lo que aún no
se ha actualizado y que posee un potencial de innumerables realidades. Cuestionando el enfoque
reduccionista que cierra el concepto de virtual en el ámbito de la tecnología, amplía su perspectiva
apoyando el proceso de virtualización que implica la imaginación, la capacidad de proyectar la crea-
tividad en una dimensión compleja de la acción, cuestionando las dimensiones del alma humana en
una continua reelaboración de los significados.
Desde estas bases filosóficas y desde la superación de este dualismo, hemos puesto las bases
a nuestras preguntas que se han traducido en el siguiente objetivo: una investigación exploratoria
sobre el uso de las App en la práctica clínica, es decir describir cómo los profesionales se acercan a
las App. Nuestro propósito es comenzar una investigación cuantitativa y cualitativa sobre esta nue-
Marika Buciuni, Eleonora Paparo, Lisa Ferrara, Sara Puosi, Rossella Capecchi, Valentina Albertini y Gianmarco Manfrida
va variable que entra a formar parte de la relación con los pacientes y mostrar cómo la App puede
constituir un medio narrativo dentro de la relación terapéutica.
Para empezar a investigar la utilización de las App en psicoterapia, hemos elegido un análisis
cualitativo del fenómeno con el fin de obtener datos que proporcionen detalles y profundizaciones
necesarias para comprender:
• cómo los profesionales se acercan a las App
• cómo esta nueva variable entra a formar parte de la relación con los pacientes
• cómo la App puede convertirse en un medio narrativo dentro de la relación terapéutica.
Con el fin de idear una herramienta válida para nuestra investigación cualitativa, se ha llevado
a cabo una investigación preliminar para recopilar un gran número de informaciones relativas al
ámbito de la comunicación en línea y al ámbito específico de las App.
Por lo tanto, hemos construido un cuestionario ad hoc, formado por 38 preguntas con respues-
ta cerrada, divididas en áreas específicas:
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procedimiento utilizado, se ha recurrido a la codificación del material examinado en relación con las
App. Se ha realizado un análisis de las App basado en los ítems previamente construidos, tratando
de obtener, gracias a la cuadrícula de codificación, resultados según los propósitos prefijados. Los
resultados del análisis de los datos recogidos se ilustrarán con la descripción de tres macroáreas:
• perfil del profesional y del paciente
• uso y descripción cualitativa y cuantitativa de las App
• expectativas del terapeuta hacia el uso de las App
3. RESULTADOS
¿¡Es suficiente una App para encontrarse!?. Investigación exploratoria sobre el uso de las App en la práctica clínica; p. 133-142
ulteriores comprobaciones y profundizaciones específicas.
En general el dibujo del profesional es bastante representativo de la realidad italiana en línea
con la fuente del Consejo Nacional del Colegio de Psicólogos de 2016 en el que encontramos el
cuadro de una población predominantemente femenina con el 77% de los miembros menores de 50
años.
Por lo que se refiere al ámbito de la profesión, ha surgido un dato muy significativo: el 89,1%
trabaja en el ámbito privado y sólo el 10,9% en el sector público. Para los años de ejercicio de la
profesión, podemos observar que un pequeño porcentaje indica que trabaja desde hace menos de un
año (4,4%), el 32,8% responde que trabaja desde hace 1 hasta 5 años y el 28,5% desde 6 hasta 10
años. El 19,7% entre 11 y 15 años, mientras que sólo el 14,6% trabaja desde hace más de 15 años.
Cruzando los datos obtenidos se puede observar que el 20,45% de los profesionales que están al
principio de la profesión y que han declarado trabajar desde hace 1 hasta 5 años, tienen una forma-
ción sistémico relacional.
Con respecto a las horas trabajadas por mes se nota que es muy variable. Hasta 10 horas son
el 21,2% y también de 11 a 20 horas son el 21,9%. De 21 a 30 horas son el 19%, de 31 a 40 horas
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el 16,8%. De 41 a 50 horas, en cambio, tenemos sólo el 5,1% y luego subimos más allá de 51 horas
con el 16,1%. Los profesionales informan que sus pacientes utilizan las App en el 69% de los casos.
principalmente en las terapias con niños, las de social network con adolescentes y las de citas con
individuos adultos.
En la comunicación entre terapeuta y paciente las App más utilizadas son aquellas de men-
sajería (principalmente para mensajes logísticos y de citas) y luego las de social network (medio
profesional del terapeuta y a veces como primer contacto con el paciente).
En general podemos afirmar que el setting principal de utilización es lo de la terapia individual
con adultos (75%), después lo con adolescentes (20%), para luego distribuirse en porcentajes mino-
ritarios en ámbitos de terapia con niños, de grupo y de pareja.
También nos preguntamos por qué los pacientes recurren a las App y hemos obtenido una
descripción cualitativa de las App utilizadas (Gráfico 1):
137
Marika Buciuni, Eleonora Paparo, Lisa Ferrara, Sara Puosi, Rossella Capecchi, Valentina Albertini y Gianmarco Manfrida
Gráfico 1: ¿Con qué fin se utilizan las App?
A primera mirada, este gráfico nos muestra la realidad banal y dominante por la que los pa-
cientes informan a los colegas que recurran a las app principalmente para socializar.
A una mirada más atenta, sin embargo, los terapeutas sistémicos se pueden preguntar qué sub-
mundo sociológico está escondido detrás de esta primera fachada, y por lo tanto se preguntan si las
App se utilizan con el único fin de socializar y nos llama la atención el dato relativo a las parejas.
La frecuencia con la que se recurre a las App en las parejas en relación con encuentros extramatri-
moniales parece indicar un uso de las App para desarrollar aspectos más vivos y menos socialmente
aceptables de la propia existencia.
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Suponemos que las App confirman la realidad social banal dominante del paciente, pero al
mismo tiempo le permiten escaparse abriendo nuevas ventanas a su ser.
¿¡Es suficiente una App para encontrarse!?. Investigación exploratoria sobre el uso de las App en la práctica clínica; p. 133-142
fica que para él la comunicación es lo que posibilita las relaciones humanas.
Otra pregunta que nos hicimos se refiere a la posible diferencia entre profesionales de distintos
modelos psicoterapéuticos en la introducción del tema de la App en terapia: como podemos ver en
el gráfico 3, con terapeutas de todas las orientaciones es principalmente el paciente que introduce
espontáneamente la App en terapia.
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Pensamos también en lo que escriben Linares y Ceberio (2005) a propósito de la formación del
terapeuta: “La dimensión ecológica reside en el convencimiento del psicoterapeuta de su condición
de elemento del ecosistema entre otros muchos elementos no menos importantes ni útiles que él.
Gracias a este convencimiento, su práctica se integra y se contextualiza con un sentido de compleji-
dad que es, además, la clave de una deslumbrante sencillez”.
Otro dato interesante de los resultados de la investigación es lo relativo a la frecuencia con que
el terapeuta recurre a las App como medio terapéutico.
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Marika Buciuni, Eleonora Paparo, Lisa Ferrara, Sara Puosi, Rossella Capecchi, Valentina Albertini y Gianmarco Manfrida
Gráfico 4: frecuencia con qué el terapeuta recurre a las App como medio terapéutico.
Este gráfico nos da una idea más de nuestra hipótesis inicial: entre los profesionales entrevis-
tados, aquellos que afirman recurrir a las App como instrumento para introducir nuevas narrativas
en la relación terapéutica son el 72%.
¿Utilizar las App o no utilizarlas en terapia? Parece que la mayoría de los profesionales no
tenga miedo de la novedad, muy conscientes que…“Toda elección comunicativa (...) tiene un signi-
ficado relacional que se traduce en terapia e implica una aceptación de responsabilidad por parte del
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terapeuta, cuyos límites deben definirse en clave relacional coherente con los objetivos de la terapia”
(Manfrida, 2020).
¿¡Es suficiente una App para encontrarse!?. Investigación exploratoria sobre el uso de las App en la práctica clínica; p. 133-142
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De las respuestas del 65% de los profesionales resulta que las App pueden llevar a desventajas
para la terapia. El 35% no ha contestado: la mayoría de las preocupaciones de los otros se refieren al
peligro de debilitar las delimitaciones profesionales entre terapeuta y paciente (24%) y al riesgo de
transformar la relación terapéutica en amistosa o pedagógica (15%).
Manfrida (2010) advierte: “El abuso del instrumento telemático puede reforzar las inhibicio-
Redes 42, Diciembre de 2020, ISSN en trámite
4. CONCLUSIONES
Marika Buciuni, Eleonora Paparo, Lisa Ferrara, Sara Puosi, Rossella Capecchi, Valentina Albertini y Gianmarco Manfrida
dirección a seguir. Estas técnicas pueden ser aprendidas pero, como las que usan el arte, no son más
que un medio. Los resultados que producen en las manos del que desea utilizarlos son difíciles de
predecir. Dependen mucho de la condición de espíritu y de la confianza de la persona que las pone en
práctica. Son herramientas de apertura, en ningún caso herramientas de reparación” (Caillé, 2005).
Podría ser interesante ampliar la investigación con datos recogidos en 2020 después de la
pandemia de coronavirus y ver si y en qué medida el bloqueo ha permitido a los colegas cambiar
algunos hábitos y costumbres hasta ahora nunca cuestionados.
A la luz de las condiciones actuales y de la experiencia adquirida y que seguimos viviendo, por
lo tanto, es necesario cambiar la forma de ver las relaciones, ya no de acuerdo a la distinción en línea
y fuera de línea. No hay distintos modos de crear relaciones en línea y fuera de línea. Existe un nue-
vo, único, modo de ponerse en relación, que tiene en cuenta las dos modalidades al mismo tiempo.
Las relaciones en línea y las relaciones fuera de línea se relacionan entre sí en una especie de
retroalimentación que se condiciona mutuamente. Son dos mundos que no son separables o divisi-
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bles, sino que interactúan de manera sistémica tanto desde el punto de vista sociológico como desde
el punto de vista psicológico (Manfrida, in Manfrida et al. 2020).
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Reseñas
Redes 42, Diciembre de 2020, ISSN en trámite www.redesdigital.com 144
Marcelo Pakman 145
A Flor de Piel: Pensar la Pandemia
Barcelona: Gedisa, 2020. (97 p.)
A la mayoría de adultos nos gusta pensar que nuestra infancia, con sus horrores y fantasías,
ha quedado atrás, relegada a un pasado ora idílico, ora tenebroso, pero nunca vivo; que nuestro
autocontrol y racionalidad erigen una fortaleza inexpugnable a los embates de la imaginación o
las pasiones desbocadas. Mas basta con una fiebre moderada para que los fantasmas se espabilen,
escalen los muros de la razón y tomen por asalto la fortaleza del “yo”, ahora encogido y delirante.
Del mismo modo, las sociedades contemporáneas creen que el progreso, la ciencia y la téc-
nica les han permitido superar el pensamiento mágico para alcanzar el control (y la explotación) de
las fuerzas de la naturaleza. Pero ha bastado con un nuevo virus para ralentizar casi por completo
su mecanismo, ponerlas de rodillas ante una Naturaleza tan impredecible como impasible y avivar
el pensamiento mágico de conspiranoicos, terraplanistas y antivacunas.
En ambos casos –que, bien mirado, son distintos planos de un mismo fenómeno– la aparien-
cia de razón instrumental se resquebraja revelando un poso mítico que se resiste a desaparecer y go-
bierna desde la sombra la operación de una racionalidad que se figura autosuficiente. Pues la razón
y el autocontrol no reemplazan la fantasía y el mito sino que se les superponen, ocultándolos –la
célebre metáfora arqueológica freudiana de la mente como un palimpsesto de los sucesivos estratos
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