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1878, en La Coyotada, Municipio de San Juan del Río, Dgo. Fue Hijo de Agustín Arango y Micaela
Arámbula, aparceros en la Hacienda Gogojito, propiedad de la familia López Negrete.
Al fallecer sus padres, asumió la responsabilidad del resto de su familia. En la Hacienda en la que
trabajaba, el más joven de los López Negrete, intentó deshonrar a su hermana, por lo que
Francisco Villa le disparó en defensa de su hermana, e inicio su vida de forajido, adquirió
experiencia en la geografía, manejo de armas y caballos, que le ayudarían a destacarse como
revolucionario.
En 1910, al iniciar la Revolución Mexicana, se unió a las filas maderistas. Participó activamente en
la lucha contra el Ejército Federal hasta lograr su derrota, en la Batalla de Ciudad Juárez. Demostró
habilidades innatas para la guerra, cualidad que le permitió salir victorioso en varias batallas como
en Ciudad Juárez, Ojinaga, Torreón, Tierra Blanca, Zacatecas, Paredón y Sayula, entre otras.
Durante el gobierno maderista, fue encarcelado en la Prisión Militar de Santiago Tlatelolco, por
insubordinación. Tras la muerte de Francisco I. Madero, se unió a las tropas constitucionalistas de
Venustiano Carranza, su participación fue nuevamente decisiva para la derrota del General
Victoriano Huerta en 1914.
Fue Comandante de la División del Norte, uno de los tres cuerpos del ejército revolucionario
constitucionalista, en el que sobresalió por su independencia y su capacidad militar. En 1914,
después de tomar Zacatecas, se dirigió hasta la Ciudad de México y entró triunfante junto a
Emiliano Zapata. Este hecho marcó la ruptura entre Venustiano Carranza y Francisco Villa, lo cual
dio inicio a la lucha de facciones que finalizó en 1915, con la derrota de Villa en las batallas de
Celaya, en donde perdió su poder político y militar.
En 1916, efectuó una invasión con sus tropas a Columbus, Nuevo México, Estados Unidos de
América, provocando que el gobierno norteamericano realizara una campaña militar al mando del
General John J. Pershing para localizarlo y capturarlo, sin tener éxito.
Posterior al asesinato de Venustiano Carranza, pactó una amnistía con el Presidente Interino
Adolfo de la Huerta. Francisco Villa, cesó sus actividades revolucionarias y se retiró a la Hacienda
“El Canutillo”, en Parral, Chih.
Fue asesinado el 20 de julio de 1923 en Hidalgo del Parral, Chih.
La Convención Revolucionaria se reunió en la ciudad de Aguascalientes el 10 de octubre de 1914.
Asistieron representantes del constitucionalismo y del villismo; el 27 de ese mes se incorporaron
los zapatistas. Fue la asamblea más representativa de la Revolución.
La Convención asumió la soberanía, decidió hacer a un lado a los tres principales caudillos,
Carranza, Villa y Zapata, eligió como presidente interino de la República al constitucionalista Eulalio
Gutiérrez y comenzó a discutir el programa de gobierno con las reformas sociales, económicas y
políticas que exigía la Revolución.
Sin embargo, la Convención fracasó y se fracturó cuando el Primer Jefe no reconoció la soberanía
de la asamblea ni las decisiones que tomó al destituirlo.
El 28 de noviembre de 1911, en el contexto de la Revolución Mexicana, se promulgó el manifiesto
conocido como Plan de Ayala, el cual fue promovido por Emiliano Zapata, jefe revolucionario,
quien desconoció a Francisco I. Madero como Presidente, acusándolo de traicionar los principios
de lucha y causas campesinas.
Para el historiador John Womack, el plan de Ayala representaba para los zapatistas mucho más que
un programa de acción, elevándolo a una obra con tintes sagrados.
El Plan de Ayala llamaba a los zapatistas a tomar las armas para restituir la propiedad de las tierras
a los campesinos, mismas que habían sido arrebatadas de forma violenta, usurera o a través de
engaños por parte de caciques, hacendados y terratenientes. Para Emiliano Zapata, dichas tierras
deberían ser regresadas a sus dueños originales.
La base jurídica de esta restitución de tierras, conforme así lo refería el citado documento, era la
presentación de los títulos de propiedad, los cuales eran en su inmensa mayoría de tipo comunal y
tenían origen incluso desde la época del virreinato.
Sin duda, el enfoque social y político del Plan de Ayala se presentó como un plan libertador que
llamaba a continuar la Revolución hasta cumplirse de forma cabal, bajo el lema de “Reforma,
Libertad, Justicia y Ley”.
Fue gobernador provisional de Chihuahua en 1913 y 1914.
Villa y sus seguidores, conocidos como villistas, se apoderaron de las tierras de los hacendados
para distribuirlas a los campesinos y soldados. Se apoderó de trenes y, como varios generales
revolucionarios, usó dinero fiduciario impreso para pagar por su causa.
Aunque no se le aceptó en el panteón de los héroes nacionales hasta veinte años después de su
muerte, su memoria es honrada en el presente por mexicanos, estadounidenses y personas de
todo el mundo. Además, numerosas calles y barrios en México y otros países han sido nombrados
en su honor.
Durante la Revolución Mexicana (1910-1920) hubo un gran número de mujeres que no solamente
ayudaron a los soldados sino que también se lanzaron a la lucha.
Carmen Alanís y Juana Gutiérrez de Mendoza y La China fueron tres de las mujeres a quienes se
les conoce como coronelas y tenían gente a su cargo.
Juana Gutiérrez de Mendoza y La China comandaron un batallón formado por las viudas, hijas y
hermanas de los combatientes muertos.
En tiempos antiguos, antes del amanecer de la humanidad, el mundo estaba sumido
en la oscuridad y el caos. Cinco dioses se reunieron en Teotihuacán para decidir
cómo iluminar la Tierra y crear a los seres humanos. Cada dios representaba un sol
y una era. El primer dios, Tezcatlipoca, el dios del cielo nocturno, decidió crear el
primer sol. Este sol era una bola de fuego, pero su luz era débil y apenas
proporcionaba calor a la Tierra. Los seres humanos vivían en la penumbra y en
constante frío. El segundo dios, Quetzalcóatl, el dios del viento y la sabiduría,
propuso crear el segundo sol. Este sol era una esfera brillante que iluminaba la
Tierra con su luz cálida y radiante. Los seres humanos prosperaron bajo su
resplandor, cultivando la tierra y construyendo grandes civilizaciones. Sin embargo, la
envidia y la rivalidad surgieron entre los dioses. Tezcatlipoca, celoso del éxito de
Quetzalcóatl, conspiró para destruir el segundo sol. Convenció a los otros dioses de
que debían sacrificar sus vidas para crear nuevos soles y nuevas eras. El tercer dios,
Tláloc, el dios de la lluvia, creó el tercer sol. Este sol era un disco de agua que
inundó la Tierra con sus aguas torrenciales. Los seres humanos lucharon por
sobrevivir a las inundaciones, construyendo balsas y refugiándose en las montañas
más altas. El cuarto dios, Chalchiuhtlicue, la diosa de los ríos y los lagos, creó el
cuarto sol. Este sol era una esfera de jade que llenó la Tierra con su luz verde y
fresca. Los seres humanos se adaptaron a la nueva era, pescando en los ríos y
navegando por los mares. Finalmente, el quinto dios, Huitzilopochtli, el dios de la
guerra, creó el quinto sol. Este sol era un disco de fuego que envolvió la Tierra en
llamas. Los seres humanos lucharon entre sí por el control del mundo, desatando
guerras y destrucción. Después de cada era, los dioses se sacrificaban a sí mismos
para crear un nuevo sol y una nueva era. Pero un día, los seres humanos se dieron
cuenta de que estaban destinados a repetir los mismos errores una y otra vez.
Decidieron buscar una solución para poner fin al ciclo interminable de destrucción y
renacimiento. Los sabios y los líderes de las civilizaciones se reunieron en
Teotihuacán y pidieron a los dioses que detuvieran el ciclo de los soles. Los dioses,
conmovidos por la determinación de los seres humanos, accedieron a su petición y
prometieron detener el ciclo de destrucción. Desde entonces, los seres humanos han
vivido bajo el resplandor del quinto sol, sabiendo que son responsables de forjar su
propio destino y cuidar del mundo que los rodea. La Leyenda de los Cinco Soles vive
en la memoria de los pueblos mesoamericanos como una advertencia sobre los
peligros del poder y la importancia de la sabiduría y la colaboración en la búsqueda
de un futuro mejor.