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Trabajo CONCEPTOS GENERALES DROGODEPENDENCIA

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CONCEPTOS FUNDAMENTALES EN

DROGODEPENDENCIA

INTRODUCCIÓN
El consumo de diversos tipos de drogas ha sido un constante
observada desde la antigüedad, pero el fenómeno de drogadicción ha
alcanzado mayor importancia en las últimas décadas.

El fenómeno de la drogodependencia es muy complejo: en él


convergen dimensiones puramente médicas junto con otras de tipo
sociológico, cultural, antropológico, ideológico, de política mundial, etc.

En la mayoría de los países conviven drogas aceptadas a nivel social,


cuya producción, venta y consumo están legalmente permitidos. En España
las drogas licitas son el tabaco y el alcohol (que ocasionan
cuantitativamente los mayores problemas sanitarios).

DROGA Y DROGAS DE ABUSO


El término de droga es amplio y ambiguo. En 1969 la Organización
Mundial de la Salud (OMS) definió droga como “toda sustancia que,
introducida en un organismo vivo, pueda modificar una o varias se sus
fundaciones”. De esta manera, droga viene siendo sinónimo de fármaco.

En 1982 la OMS intentó delimitar cuales serían las sustancias que


producían dependencia y declaró como droga de abuso “aquella de uso no
médico con efectos psicoactivos (capaz de producir cambios en la
percepción, el estado de ánimo, la conciencia y el comportamiento) y
susceptible de ser autoadministrada”

En la última década, los autores anglosajones han reemplazado el


término droga por el de sustancia psicoactiva, justificando dicha
sustitución por el hecho de que muchos productos con capacidad de
producir trastorno por abuso o dependencia se dan de forma natural
(cannabis) o que no están fabricados para el consumo humano (ej:
pegamento).

USO, HÁBITO, ABUSO Y DEPENDENCIA


El término uso indica el consumo, utilización, gasto de una sustancia
sin que se produzcan efectos médicos, sociales o familiares. Debe
entenderse como un consumo aislado, ocasional, episódico, sin tolerancia o
dependencia.

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El hábito es la costumbre de consumir una sustancia por habernos
adaptado a sus efectos. Hay, por tanto, un deseo del producto, pero nunca
su vivencia de manera imperiosa .No existe una tendencia a aumentar la
dosis ni se padecen trastrornos físicos o psicológicos importantes cuando la
sustancia nos e consigue.

El abuso se define como cualquier consumo de droga que dañe o


amenace dañar, la salud física, mental o el bienestar social de un individuo,
de diversos individuos o de la sociedad en general. En definitiva, se trata de
un uso inadecuado por su cuantía, frecuencia o finalidad. Para la OMS
encierra cuatro criterios diferentes:

- Uso no aprobado: cuando el consumo está legalmente sancionado.


- Uso peligroso: indica el consumo de una sustancia cuando se está en
situación de riesgo orgánico o el momento inoportuno.
- Uso dañino: se refiere al consumo de sustancias por personas en
situaciones vitales que conllevan una disminución importante o total
de la tolerancia a las mismas.
- Uso que provoca una disfunción : describe un “patrón desadaptativo
de consumo”, ya sea por la prioridad que toma la administración de
la sustancia y/o por los excesos cuantitativos puntuales que se
realizan, todo lo cual significa una alteración del funcionamiento
personal: psicológico y social.

La drogodependencia fue definida por la OMS en 1964 como estado de


intoxicación periódica o crónica producida por el consumo repetido de una
droga natural o sintética y caracterizado por:

a) Deseo dominante para continuar tomando la droga y obtenerla por


cualquier medio.
b) Tendencia a incrementar la dosis.
c) Dependencia física y, generalmente, psicológica, con síndrome de
abstinencia por retirada de la droga.
d) Efectos nocivos para el individuo y para la sociedad.

Según la APA la característica esencial de la dependencia de sustancias


consiste en un grupo de síntomas cognoscitivos, conductuales y fisiológicos
que indican que el individuo continúa consumiendo la sustancia, a pesar de
la aparición de problemas significativos relacionados con ella. Y añade que
existe un patrón de repetida autoadministración que a menudo lleva a la
tolerancia, a una clínica de abstinencia y a una ingestión compulsiva de la
sustancia.

Clásicamente, se han descrito dos tipos de dependencia: la física y la


psicológica, En la actualidad se añade un tercer tipo: la social.

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CRITERIOS DE DROGODEPENDENCIA
El sistema CIE-10 (OMS) define el síndrome de dependencia como un
trastorno que presenta los siguientes aspectos:

a) Manifestaciones fisiológicas, comportamentales y cognitivas


características.
b) Se da máxima prioridad al consumo de la sustancia.
c) Hay un deseo d administración.
d) Las recaídas, después de un período de abstinencia, llevan a
instaurar más rápidamente este síndrome que en los no
dependientes.

Y las siguientes pautas diagnosticas: “si durante algún momento en los


doce meses previos o de un modo continuo han estado presentes tres o
más de los rasgos siguientes:

a) Deseo o compulsión de consumir sustancias.


b) Disminución de la capacidad de control del consumo: para comenzar
o para terminarlo.
c) Síntomas somáticos del síndrome de abstinencia específico cuando
reduzca o cese el consumo.
d) Tolerancia.
e) Abandono progresivo de otras fuentes de placer o diversiones.
f) Persistencia en el consumo, a pesar de sus evidentes consecuencias
perjudiciales”

Por su parte, el sistema DSM-IV-TR (APA) hace la siguiente descripción


de la dependencia: se trata de un patrón desadaptativo de consumo que
conlleva un deterioro o malestar clínicamente significativos, expresando por
tres (o más) de los apartados siguientes en algún momento de un periodo
continuado de 12 meses:

1. Tolerancia:
a) Una necesidad de cantidades macadamente crecientes de la
sustancia para conseguir la intoxicación o el efecto deseado
b) El efecto de las mismas cantidades de la sustancia disminuye
claramente con su consumo continuado.

2. Abstinencia
a) El síndrome de abstinencia característico para la sustancia.
b) Se toma la sustancia para aliviar o evitar los síntomas de
abstinencia.

3. La sustancia se toma con frecuencia en cantidades mayores o


durante un periodo más largo de lo que inicialmente se pretendía.
4. Existe un deseo persistente o esfuerzos infructuosos de controlar o
suprimir el consumo de la sustancia
5. Se emplea mucho tiempo en actividades relacionadas con la
obtención de la sustancia, en el consumo de la sustancia o en la
recuperación de sus efectos.

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6. Reducción de importantes actividades sociales, laborales, o
recreativas debido al consumo de la sustancia.
7. Se continua administrando la sustancia a pesar de tener la conciencia
de problemas psicológicos o físicos recidivantes o persistentes, que
parecen causados o exacerbados por el consumo de la sustancia.

DEPENDENCIA FÍSICA O FISIOLÓGICA:


NEUROADAPTACIÓN
La dependencia física, también denominada neuroadaptación, es un
estado caracterizado por la necesidad de mantener unos niveles
determinados de una droga en el organismo, desarrollándose un vínculo
droga-organismo. Sus dos componentes principales son la tolerancia y el
síndrome de abstinencia agudo.

Cuando la administración de la droga se suspende bruscamente o se


administra una sustancia antagonista (abstinencia precipitada), se presenta
un cuadro denominado síndrome d abstinencia agudo o de retirada, que se
caracteriza por unas manifestaciones más o menos agudas de una serie de
signos y síntomas físicos y psíquicos de gravedad y perfil variable, según la
droga, los cuales ceden con la administración de la droga o con sustitutivos
farmacológicos que amortigüen el vacío a nivel de neurorreceptores que se
produce.

La dependencia física es característica de las sustancias depresógenas


(alcohol, opiáceos, hipnóticos, sedantes); menos marcada entre las drogas
estimulantes (anfetaminas y derivados, cocaína y nicotina) y apenas
perceptible en el caso de los alucinógenos.

Cuando la dependencia física se extiende a otros fármacos de la


misma familia farmacológica, se habla de dependencia cruzada. Esto
significa que cuando aparece un síndrome de abstinencia por supresión de
una determinada droga, se puede neutralizar con la administración de otra
droga del mismo grupo. Para ello, es preciso que las drogas que desarrollan
dependencia cruzada actúen o interactúen sobre los mismos receptores
biológicos.

DEPENDENCIA PSICOLÓGICA
La dependencia psicológica es el deseo irresistible de repetir la
administración de una droga para:

a) Obtener la vivencia de sus efectos agradables, placenteros y/o


evasivos.
b) Evitar el malestar que se siente en su ausencia.

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Por tanto, son las actividades de búsqueda de la droga por parte de la
persona y la asociación e patrones de consumo patológico las que
condicionan la dependencia.

Desde la perspectiva del conductismo operante o instrumental, el


consumo ocasional o recurrente de drogas puede explicarse como un
comportamiento que “persiste por sus consecuencias”. El refuerzo puede
ser definido como cualquier acontecimiento que aumenta la probabilidad de
una conducta y da lugar a un condicionamiento respondiente. En este
sentido, los efectos inmediatos de las drogas son reforzadores y lo son
positivamente porque son un “premio o recompensa” (refuerzo positivo).
Por otra parte, con la retirada de la droga, la persona sufre un cuadro
clínico muy desagradable y pasa éste a ser, también un elemento
reforzador, pero, en este caso, negativo porque se busca y se consume la
droga para suprimir los efectos adversos debido a su falta (refuerzo
negativo). En ambos casos se responde ingiriendo más droga.

Para la instauración de la dependencia se suman los efectos reforzadores


positivos y negativos de la droga que abocan directamente a cambios
comportamentales en la persona, es decir, a una acción incoercible de
búsqueda, obtención y consumo de la sustancia.

Por otra parte desde la perspectiva del conductismo clásico o pavloviano,


todos los implementos (agujas, frascos, botellas, cigarrillos) y conductas
asociadas (estímulos ambientales: amigos, hora del día, calle etc) así como
los estímulos interoceptivos (piloerección, sudoración, taquicardia) se
convierten en “señales” se la posible disponibilidad de la droga, y en su
presencia, el deseo de experimentar los efectos de ésta aumenta, es decir
da lugar a un condicionamiento “contingente”. Este tipo de aprendizaje, se
considera, hoy en día, muy involucrado, más que los síntomas del síndrome
de abstinencia agudo propiamente dichos, en las recaídas del
drogodependiente. De manera que ver a alguien consumir heroína o
encender un cigarrillo o recibir una oferta de droga por parte de un amigo
son circunstancias que claramente despiertan grandes deseos de consumo,
probablemente, porque se induzca, también, un síndrome de abstinencia
condicionado.

Hay dos tipos de síndromes de abstinencia que parecen estar


relacionados más directamente con la dependencia psicológica:

a) El síndrome de abstinencia tardío: puede aparecer a los pocos días o


semanas de haber abandonado el consumo de la droga, bien después
del síndrome de abstinencia aguo o bien, en su lugar. Se trata de un
conjunto de síntomas y signos derivados de una disregulación del
sistema neurovegetativo y de las funciones psíquicas básicas. De esta
manera característica, la clínica de ansiedad se reduce con la
administración de un placebo cuando el drogodependiente supone
que es “droga”. Este síndrome da lugar a que la persona recuerde
cada día a la sustancia de la que ha sido dependiente.
b) El síndrome de abstinencia condicionado: se caracteriza por la
aparición de una sintomatología típica del síndrome de abstinencia
agudo en un drogodependientes que lleva meses o años sin

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consumir. El cuadro se produce cuando la persona vuelve a
exponerse a los estímulos ambientales donde tenía lugar su consumo
o bien los estímulos del entorno en que se encuentra son similares a
aquellos.

DEPENDECIA SOCIAL
Este tercer tipo de dependencia está determinado por la necesidad de
consumir la droga como signo de pertenencia a un grupo social que
proporciona una clara señal de identidad personal.

TOLERANCIA
La tolerancia a las drogas es una manifestación más acentuada de la
tolerancia farmacológica en general. Se caracteriza por una disminución del
efecto de un fármaco tras la administración repetida de la misma dosis, lo
que obliga a incrementar la dosis para obtener el efecto inicial.
Puede considerarse un fenómeno adaptativo del organismo.
Hay distintas variantes de tolerancia que pueden deberse al individuo
consumidor o a la droga en sí. Atendiendo a la perspectiva del individuo
se pueden clasificar en:

- Tolerancia innata: se produce cuando existe una disminución de la


sensibilidad a la sustancia desde su primera administración. Puede
ser un factor de riesgo para desarrollar una dependencia
temprana.

- Tolerancia adquirida: puede clasificarse a su vez en tres tipos:

a) Tolerancia farmacocinetica: se produce por cambios en la


distribución o metabolismo de la droga después de la
administración repetida, reduciéndose su concentración en el
plasma y, como consecuencia, en los lugares de acción.
b) Tolerancia farmacodinámica: tiene lugar por cambios
adaptativos que se producen en los sistemas biológicos
afectados por la sustancia, la respuesta fisiológica a dicha
sustancia es menor.
c) Tolerancia aprendida (condicionamiento por contingencia o
clásico): se refiere a la reducción de los efectos de una
sustancia. Su base fisiológica es desconocida. Se postula que
sería un tipo de tolerancia que resultaría del intento de superar
el efecto de la droga por parte de la persona. (p. ej.,
determinados olores durante la preparación, visión de la
jeringuilla, del cuarto de baño, etc. premonitorias de la
administración de la droga, entonces se ponen en marcha
reacciones fisiológicas preadaptativas a la sustancia que se va
a recibir.

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Atendiendo a la perspectiva de la propia sustancia:

- Tolerancia aguda: es la que se genera precozmente con la


administración repetida de una droga con motivo de un
acontecimiento determinado. Ej., existen consumidores de cocaína
que repiten en unas pocas horas con motivo de una sesión festiva.

- Tolerancia invertida: es una propiedad por la que algunas drogas


producen los mismos efectos o aun más acentuados con dosis más
bajas. Puede deberse a la acumulación de la droga en
determinados tejidos y a su liberación progresiva o puede
explicarse por una incapacidad de metabolización.

- Tolerancia cruzada o recíproca: se desarrolla cuando a un


consumidor que presenta tolerancia a una droga se hace tolerante
a los efectos de otra, cuya acción es semejante. Se suele
presentar entre drogas del mismo grupo farmacológico o que
actúan por un mecanismo idéntico o análogo.

FORMAS DE CONSUMO DE DROGAS

Se distinguen las siguientes formas de consumo de drogas:

Experimental: es un consumo fortuito o durante un periodo de tiempo


muy limitado o en cantidad muy reducida. La droga se puede probar una
vez o incluso varias veces, pero ya no se vuelve a consumir. La elección
de la droga suele ser bastante indiscriminada y determinada por la oferta
de los compañeros. Es un patrón inicial y común a todas las
drogodependencias. Los motivos de este consumo puede ser curiosidad,
el sentirse adulto…

Ocasional: es un consumo intermitente de cantidades, a veces,


importantes cuya principal motivación es la integración grupal, a través
de mayores niveles de desinhibición personal. También pueden darse
propósitos concretos como el deseo de obtención de un mayor
rendimiento deportivo, académico, resistencia física, goce sexual, etc.
Este consumo se caracteriza porque la persona discrimina cual es el tipo
de droga que prefiere y donde quiere usarla. Si estas circunstancias se
dan con frecuencia, aumenta el peligro de desarrollar una
drogodependencia.

Habitual: es un consumo que tiene lugar a diario y presenta un doble


propósito. Por un lado, aliviar el malestar psicoorganico que la persona
padece (dependencia) y por el otro mantener un rendimiento. Las
alteraciones del comportamiento son menores; no obstante, la persona
dedica gran parte de su tiempo a pensar en la droga, buscarla y
autoadministrarsela.

Compulsivos: es un consumo muy intenso, que se produce varias


veces al día. Existe un trastorno muy importante del comportamiento que

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da lugar a una serie de consecuencias sociales. El consumidor tiene una
incapacidad de enfrentarse a los problemas básicas de la vida diaria. El
consumo de la droga se hace aislado de los demás y su propósito es
mantener “su funcionamiento basal” y aliviar los síntomas de abstinencia
que aparecen al dejar de consumir.

VÍAS DE ADMINISTRACIÓN DE DROGAS

La vía de administración de la droga es un elemento muy importante


porque ésta tiene una consecuencia directa a la mayor o menor rapidez
con que se instaura la dependencia. Hay 5 vías de administración:

Oral: en forma de ingestión, mascado o sublingual. Es la vía más


utilizada para el consumo de anfetaminas, LSD, barbitúricos y de las
drogas de síntesis. Es la única vía de consumo del alcohol.

Pulmonar: la sustancia puede ser inhalada y/o fumada. Es característica


de la nicotina del cannabis y del crack.

Nasal: requiere que la sustancia sea aspirada (esnifada). Es la vía más


utilizada para consumir cocaína; aunque, prácticamente, todas las drogas
pueden esnifarse.

Rectal o genital: aplicación de la sustancia sobre la mucosa anal o


genital. Es una vía utilizada en el consumo de cocaína y, también, de
heroína.

Parenteral: significa tener que utilizar una jeringuilla hipodérmica. Al


administrarse de esta forma, se requiere menos cantidad de droga para
obtener igual gratificación; además, estos sentimientos placenteros se
logran de manera casi instantánea cuando se usa la vía intravenosa la
cual se realiza usualmente a través de una de las venas del antebrazo, no
obstante, todas las venas pueden ser utilizadas.
La vía subcutánea se conoce como la vía de los “novatos”, paso
intermedio entre esnifar y/o fumar y la vía venosa.
La vía intramuscular es la vía de los veteranos, utilizada como alternativa
a la intravenosa cuando ésta resulta de difícil acceso, debido al deterioro
de las venas.

CLASIFICACIÓN DE LAS DROGAS QUE PRODUCEN


DEPENDENCIA

Esta clasificación se atiende a los efectos psicopatológicos más


importantes e inmediatos de las sustancias. Son 3 grupos:

Drogas depresoras (psicolépticas): retrasan la actividad nerviosa y


disminuyen el ritmo de las funciones corporales; alcohol, heroína y los
disolventes volátiles.

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Drogas estimulantes (psicoanalépticos): excitan la actividad nerviosa
e incrementan el ritmo de las funciones corporales; cocaína, las
anfetaminas, las drogas de síntesis y el tabaco.

Drogas alucinógenas (psicodislépticos): las cuales producen un


estado de conciencia alterado, distorsionan las cualidades perceptivas de
los objetos y producen alucinaciones; LSD, cannabis y las drogas de
síntesis.

Según la perspectiva legal, existen 4 tipos de drogas:

Drogas institucionalizadas: son aquellas cuya producción y tráfico es


legal. El alcohol y el tabaco.

Drogas que son fármacos: son las sustancias que disponen de


indicaciones médicas.

Drogas de utilización industrial: su comercialización es legal, pero su


finalidad no es ingerirlas, por ejemplo los inhalantes.
Drogas clandestinas: cuya producción y tráfico es ilegal.

CONSECUENCIAS GENERALES DE LAS


DROGODEPENDENCIAS

La drogodependencia es una situación patológica en sí misma además


de que el drogodependiente puede “enriquecer” su dependencia con las
siguientes consecuencias relacionadas con ella:

a) Reacciones antisociales: el drogodependiente vive por y para la


droga y hará todo lo posible para conseguirla.
b) Síndrome de déficit de actividad: con astenia, indiferencia,
disminución o interrupción de la actividad motora.
c) Infecciones y disminución de las defensas: debido a la falta de
asepsia, la administración de drogas por vía inyectable puede dar
lugar a cuadros infecciosos: hepatitis viral, paludismo, endocarditis
bacterianas…
d) Peligro de sobredosificación: este riesgo existe especialmente en
los drogodependientes de opiáceos (heroína) por vía intravenosa.
e) Riesgo de “escalada”: cuando se realizan consumos abusivos y/o
frecuentes de alcohol y/o se comienza a consumir derivados
cannabicos. Existe el riesgo ampliamente contrastado de iniciarse en
consumos de otras drogas como heroína, cocaína, drogas de síntesis,
etc.
f) Riesgo de recaída: cada vez hay más consenso en relación a que el
consumo de cannabis durante periodos de abstinencia de otras
drogas, tras una dexintosicación, es un factor importante de recaída.
g) Efectos tóxicos específicos: son los característicos de cada droga.

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TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS INDUCIDOS Y
DIAGNÓSTICO DUAL

El consumo de sustancias puede producir la aparición de síntomas


característicos de distintos trastornos psiquiátricos y cuando esto sucede se
diagnostica un trastorno psiquiátrico inducido por sustancia.

Por otra parte, los pacientes con otros trastornos psiquiátricos pueden
iniciar un consumo de drogas y presentar una dependencia. Existe una
tercera posibilidad, la presencia de otro trastorno psiquiátrico en un
drogodependiente sin que la patología mental esté en relación directa con la
droga.

La comorbilidad de un trastorno por abuso de sustancias y un


trastorno psiquiátrico se denomina diagnostico dual, patología dual o
trastorno dual.

Diferenciar el trastorno psiquiátrico inducido del trastorno mental


primario no es fácil. El trastorno inducido no excluye la existencia de un
trastorno mental primario “activado” por el consumo de la droga. Para
establecer el diagnóstico de trastorno inducido por sustancias hay que
observar lo que sucede cuando la persona deja de consumir la droga. Si
persisten los síntomas psiquiátricos durante un periodo de tiempo
significativo superior al de los periodos de intoxicación, (tres semanas o
más) se entiende que el cuadro psicopatológico es primario y se trata,
entonces, de una patología dual.

Otros aspectos a tener en cuenta en un diagnostico dual son: los


antecedentes personales y familiares, las pruebas médicas que indiquen la
posible implicación de una enfermedad somática y los factores estresantes
ambientales.

A la luz de distintas series epidemiológicas está claro que los


trastornos psiquiátricos favorecen el consumo de drogas y viceversa, pero
no existe una drogodependencia determinada relacionada con el tipo
concreto de trastorno psiquiátrico. Una de las patologías psiquiátricas con
un alto riesgo de padecer abuso/dependencia de drogas es la esquizofrenia
ya que tienen 4’6 veces más probabilidad que la población general. El
estudio CATIE (Clinical Antipsychotic Trials Of Intervention Effectiveness)
señala que un 60% de los pacientes esquizofrénicos en tratamiento
presentan consumo de drogas y un 37% cumple criterios de
abuso/dependencia de alcohol y otras drogas.

Las investigaciones en la última década permiten prever para algunos


autores que en 2010, el 50% de los pacientes drogodependientes
padecerán algún otro trastorno mental y hasta un 70% de los enfermos
psiquiátricos sufrirá algún tipo de abuso/dependencia de sustancias
psicoactivas.

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Las consideraciones básicas en un paciente con patología dual son:

a) Abordaje menos rígido de los pacientes con abuso/dependencia de


sustancias sin otra patología psiquiátrica concominante.
b) Tratar ambos trastornos de forma integral, con comunicación fluida
entre todo el equipo.
c) Conocer que la tasa de recaídas es elevada, posiblemente, por la
dificultad de obtener la estabilización simultánea de ambas
patologías.

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ENFOQUES PSICOLÓGICOS DE LAS
DROGODEPENDENCIAS. ABORDAJES
TERAPÉUTICOS.

MODELOS EXPLICATIVOS DE LAS


DROGODEPENDENCIAS Y ENFOQUE PSICOLÓGICO

Dentro de lo que se considera un enfoque psicológico de la


drogodependencia se han descrito y aplicado diferentes sistemas para
resolver el problema. Desde programas basados en la confrontación
agresiva, hasta técnicas más actuales, como las centradas en los procesos
de cambio o en la toma de decisiones. Lo que diferencia entre sí a todos
estos planteamientos es la concepción que manejan de la conducta, cómo
entienden el consumo de drogas y su posible solución.

1. MODELO BIOLÓGICO:

Entiende el consumo de drogas como una enfermedad crónica. El


adicto no es responsable de su problema, pues éste se sustenta en una
vulnerabilidad biológica que interactúa con las características de la
sustancia. Una vez que la persona se ha convertido en drogodependiente,
ya no tiene ningún control sobre su consumo y, por tanto, la solución tiene
que venir del exterior y el sujeto debe asumir su condición de enfermo
crónico. Los enfoques terapéuticos que siguen este modelo de la adicción,
de los cuales el más conocido es el de Alcohólicos Anónimos, tienen como
objetivo la abstinencia de por vida, pues asumen que una vez que la
persona ha perdido el control sobre el consumo de una sustancia nunca más
podrá recuperarlo.
- Hipótesis de la automedicación: el consumo de drogas es una
forma directa o indirecta de compensar una alteración neurobiológica. Es un
autotratamiento donde la persona busca recuperar la homeostasis del
organismo.

2. MODELO DE PERSONALIDAD ADICTIVA:

Es la búsqueda de rasgos de personalidad que definan al adicto, es


decir, un perfil de personalidad adictiva. Un planteamiento tradicional es
considerara que las personas con una adicción usan mucho el mecanismo
de defensa de negación, lo que les lleva a la no aceptación del problema y a
la tendencia a la ocultación y a la mentira patológica. Puesto que la persona
es incapaz por sí misma de tomar conciencia del problema, la ayuda para la
recuperación debe venir de manos de un terapeuta, un tutor o un grupo de
iguales que le haga asumir su problema y aceptar la etiqueta de “adicto”.

Este modelo se centra en el estudio de una serie de características


que actuarían como factores de predisposición para el desarrollo de un
trastorno adictivo, las cuales son: bajo autoconcepto, escaso control de los

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impulsos, baja tolerancia a la frustración y un elevado rasgo de búsqueda
de sensaciones.

3. MODELO BIOPSICOSOCIAL:

Entiende el consumo de drogas como el resultado de la interacción de


factores biológicos, psicológicos y sociales.

El consumo de sustancias sería el resultado de la combinación de


variables relativas a la sustancia, a la persona y al medio. El problema
requiere del abordaje terapéutico de estas tres esferas y otorga a la
persona un papel activo en su recuperación.

Se entiende la adicción como una conducta aprendida, de forma que


la persona tiene responsabilidad sobre la situación en la que se encuentra y
sobre su solución.

El aprendizaje o la adquisición de un consumo controlado puede ser el


objetivo del tratamiento.

Este aprendizaje es el conocido como aprendizaje social-cognitivo, el


cual explica cómo se origina y mantiene la conducta de consumo. En el
desempeñan un papel fundamental las expectativas de la persona acerca de
los efectos de la sustancia y las expectativas de la eficacia de otras
conductas alternativas para alcanzar ese mismo objetivo. Estas creencias se
adquieren a través de la interacción social y de la experiencia directa con
los efectos farmacológicos de la sustancia.

La recuperación consistirá en favorecer el desarrollo de habilidades de


afrontamiento alternativas.

El abordaje psicológico de la conducta adictiva desde una perspectiva


cognitivo-conductual, y sus principios básicos para la intervención son:
- Dar relevancia a la relación terapéutica. El terapeuta cumple
una doble función que consiste en conseguir un equilibrio entre la
relación con el paciente y el entrenamiento y la aplicación de las
habilidades de afrontamiento adecuadas.
- Utilizar como herramienta prioritaria el análisis funcional.
- Tener como principios teóricos los de la teoría del
aprendizaje.

La intervención psicológica va a ir dirigida a detectar factores del sujeto y


del entorno asociados al consumo de drogas, determinar la función que el
consumo está desempeñando para esa persona y proporcionar estrategias
alternativas de funcionamiento en los distintos ámbitos de su vida.

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EVALUACIÓN: EL ANÁLISIS FUNCIONAL
Tiene como objetivo identificar las condiciones que controlan la
conducta-problema. Una de sus características es la estrecha relación que
se da en todo momento entre evolución y tratamiento; este último va a
depender de la evaluación del caso individual y no de una etiqueta
diagnóstica.

Esta interdependencia entre evaluación y tratamiento se mantiene


durante todo el proceso terapéutico, permite analizar cuáles son los avances
y retrocesos y, por tanto, constatar la eficacia del tratamiento.

- Kanfer y Saslow (1965) propusieron el análisis funcional de la


conducta como alternativa al diagnóstico psiquiátrico y psicológico
tradicional. Con él se identifican y describen las variables antecedentes y
consecuentes que intervienen en un comportamiento y las relaciones
funcionales entre ellas.

- Kantor (1978) habló de un modelo ecológico de campo, entendiendo


por campo “la totalidad de los factores interdependientes que constituyen o
toman parte de un suceso psicológico o comportamiento y lo hacen
posible”. La conducta es la interacción del organismo y su ambiente en una
relación bidireccional. No se trataría de buscar la fuente del comportamiento
en el organismo ni en el ambiente externo, sino que ambos están en
continua e íntima reciprocidad.

El análisis funcional consiste en establecer relaciones funcionales


entre variables, siendo una variable todo aquello que varía en algún
parámetro (frecuencia, cantidad…).

El análisis funcional de la conducta de drogadicción explicaría las


relaciones funcionales entre todos los factores, tanto de la persona como
del entorno, que intervienen para que se produzca el consumo de drogas en
un momento determinado. Se trata de encontrar la combinación de todas
aquellas variables que intervienen en la conducta de consumo de drogas de
cada individuo y ponerlas en relación.

La formulación del análisis funcional supone una hipótesis explicativa


del consumo de drogas en el momento elegido, que nos da información
sobre aquellos factores deficitarios que es deseable cambiar porque
favorecen la conducta de consumo; y de aquellos factores, tanto del
entorno como de la persona, que hay que conservar y potenciar porque
facilitan la abstinencia.

El diseño de intervención individualizado varía dependiendo de la


sustancia que se consuma, de la frecuencia, la edad y del momento dentro
del proceso de la adicción, fundamentalmente, años de consumo, deterioro
físico y social y motivación al cambio. En este diseño aparecen:

- El establecimiento de los objetivos específicos de la


intervención, es decir, las metas a dónde debemos llegar.

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- Los procedimientos y técnicas de intervención más eficaces
para cada caso.
- Contexto en el que se va a dar esa intervención terapéutica.
Si va a ser necesario una Comunidad Terapéutica o ambulatoria y, si
fuera así, bajo que parámetros: frecuencia y diversidad de
intervenciones a la semana, tratamiento en grupo o no y utilización o
no de recursos de apoyo, como pisos de apoyo al tratamiento,
centros socioeducativos, centros de orientación sociolaboral…

El establecimiento de objetivos está en relación directa con las variables


señaladas en el análisis funcional como favorecedoras del consumo,
referidas a:
- Cambios en la situación de estímulos desencadenante del mismo.
- Aprendizaje de habilidades y estrategias para afrontar situaciones
de riesgo.
- Modificaciones en el estilo de vida, fundamentalmente, el cambio de
hábitos en diferentes áreas incluyendo todos aquellos objetivos formulados
por otros profesionales de carácter sanitario y social.
- Cambios y/o mantenimiento de la motivación es un objetivo
importante que no debemos olvidar dada su influencia en todo el proceso
terapéutico.

A veces, el objetivo común de la abstinencia total no es alcanzable,


por lo que se plantean objetivos intermedios que permitan una mejora en
todas las áreas posibles para conseguir objetivos de alta exigencia.

Tanto la planificación de objetivos como el diseño de la intervención


se ha de hacer también para cada individuo en particular, teniendo en
cuenta la interrelación de las variables señaladas anteriormente en el
análisis funcional.

INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA EN ADICCIONES

El problema de las conductas adictivas es complejo y no se resuelve


solamente mediante la desintoxicación del sujeto de la sustancia problema.
Los datos demuestran que la probabilidad de recaída es muy alta si no se
realiza algún otro tipo de intervención posterior; asumiendo la importancia
fundamental de la terapia psicológica en el tratamiento de la adicción.

Las áreas fundamentales sobre las que estructurar un programa de


intervención psicológica en drogodependencias son: prevención de recaídas,
cambios en el estilo de vida, entrenamiento en habilidades sociales,
intervención familiar y motivación.

1. PREVENCIÓN DE RECAÍDAS

El proceso de recaída es un continuo que se inicia con una


modificación (tras un periodo de abstinencia inicial) del estilo de vida
abstinente ya conseguido por la persona, que iría incluyendo un número

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cada vez mayor de conductas que lo aproximarían a situaciones de riesgo
(aquellas que aumentan el deseo de consumo y, por tanto, la probabilidad
de tomar la sustancia), finalizando en un primer consumo y/o posteriores.

La recaída es frecuente dentro del proceso de deshabituación; de ahí,


la importancia de preparar al sujeto para afrontarla. Marlatt y Gordon
elaboraron un programa destinado a la prevención de recaídas, cuyo
objetivo es proporcionar a la persona los instrumentos y conocimientos
necesarios para:
- Comprender y analizar su problema con las drogas.
- Aprender a identificar situaciones de riesgo o antecedentes de
consumo: situaciones externas (personas y lugares) e internas
(pensamientos y estados emocionales) que incrementan el deseo de
consumo.
- Anticipar las consecuencias negativas del mismo.
- Manejar las estrategias de afrontamiento ante los antecedentes de
consumo.
- Aprender a identificar las claves y señales que preceden a una
recaída.
- Fomentar los cambios necesarios en el estilo de vida que sean
incompatibles con el consumo.

La recaída puede manifestarse de diferentes formas, bien con el


retorno al estilo de vida antiguo, bien consumiendo drogas sustitutivas o
bien adquiriendo algún otro tipo de adicción no química. Normalmente, se
termina retornando el consumo de la droga habitual.

Si ante una situación de riesgo, el sujeto puede emitir una respuesta


de afrontamiento adecuada la probabilidad de recaída disminuirá
significativamente. De esta manera, aumenta, considerablemente, la
percepción de autoeficacia.

A medida que aumenta la duración de la abstinencia y el individuo


puede afrontar eficazmente cada vez más situaciones de riesgo, la
percepción de control se incrementa de forma acumulativa y la probabilidad
de recaída disminuye.

Análisis de la conducta de consumo y estrategias de afrontamiento:

El primer paso consiste en proporcionar al sujeto un esquema


explicativo del análisis de la conducta de consumo. ¿Por qué consumo?,
¿Qué está manteniendo mi consumo? Este esquema se denomina cadena de
conducta y está compuesto por los antecedentes que preceden al consumo
y las consecuencias que lo están manteniendo.

Antecedentes – consumo – consecuencias:


Es importante que la persona identifique con claridad los antecedentes para
que pueda poner en práctica las estrategias adecuadas para manejarlos.
En cuanto a las consecuencias, la anticipación de los efectos positivos de la
sustancia favorece la recaída, es fundamental que el sujeto tome conciencia
de los efectos adversos que le ha producido en su vida el consumo y realice
un análisis de consecuencias a corto y largo plazo tanto positivas como

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negativas. Cuanto mayores y más importantes hayan sido los efectos
negativos mayor poder tendrá su anticipación a la hora de facilitar el
mantenimiento de la abstinencia.

Las estrategias a seguir serán:


a) Estrategias de afrontamiento a las situaciones externas:
- Evitación: no exponerse a las situaciones de alto riesgo.
- Escape: huir o salir de una situación de alto riesgo.
- Modificación de estímulos: introducir nuevos estímulos que
minimicen el riesgo. Por ejemplo, no llevar dinero.
b) Estrategias de afrontamiento ante pensamientos asociados al
consumo: se busca que el sujeto tome conciencia de los patrones concretos
de pensamiento que anteceden al consumo. Suelen ser:
- Actitudes negativas ante la vida y los nuevos cambios producidos.
- Idealización de los efectos de la droga.
- Mantenimiento de la creencia de que el problema ha desaparecido y
puede llevar a cabo un consumo controlado, generando un falso sentido de
seguridad.
- Creencias acerca de la necesidad de refuerzo o gratificación
inmediatos frente a las dificultades.
Un ejemplo de este tipo de esquemas podrían ser las verbalizaciones: “no
puedo soportar esta situación sin ponerme”, “puedo relacionarme
perfectamente en ambientes de consumidores son probarlo”…

Para manejar este tipo de pensamientos se instruye al sujeto en


técnicas de:
1. Parada de pensamiento: una vez detectado el pensamiento
perturbador, utilizar un estímulo potente asociado a una palabra corta e
iniciar una actividad mental distractora que concentre la atención e impida
que el pensamiento molesto vuelva a aparecer.
2. Autoinstrucciones: directrices que forman parte de un lenguaje
interno que guía la conducta y la dirigen hacia un objetivo. Se utilizan
cuando aparecen anticipaciones negativas.
3. Reestructuración cognitiva: se enseña a la persona a desmontar
sus pensamientos distorsionados y sustituirlos por otros más ajustados a la
realidad.
c) Estrategias de afrontamiento a estados emocionales: durante el
proceso de tratamiento, los sujetos se enfrentarán a situaciones que les
producirán emociones de gran intensidad que pueden desestabilizar el
mismo. Las técnicas utilizadas son: respiración diafragmática y
entrenamiento en relajación progresiva.

Enfrentamiento al deseo:

Experimentar deseo por la sustancia no significa que algo esté yendo


mal, se esté llevando a cabo mal el tratamiento o que el paciente se esté
autoengañando y lo que realmente desee sea continuar con el consumo.

Para afrontar el deseo, la estrategia general consiste en “identificar”


dichos estímulos, “evitarlos” cuando sea posible y “afrontarlos”.
Algunas estrategias para afrontar el deseo son:
- Distracción.

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- Hablar sobre el deseo con amigos y familiares que sirvan de apoyo.
- Anticipar consecuencias negativas del consumo.
- Utilizar autoinstrucciones.
- Respiración profunda y diafragmática.
- Relajación.

Solución de problemas:

La persona aprende a afrontar racionalmente las dificultades o


problemas que se le presentan en la vida, cambiando la tendencia a
responder impulsivamente ante el conflicto, para no ser arrastrado por él.

Se comienza definiendo el problema lo más operativamente posible,


planteándolo en términos de objetivo/s a conseguir. Posteriormente, se
buscarán alternativas de solución que se evalúan en términos de pros y
contras.

En función de la evaluación se elegirá una o varias de las soluciones y


se elaborará un plan de acción para llevarla a la práctica. Finalmente se
analizan los resultados del proceso.

Aprender a decir “no”:

Uno de los principales problemas a los que se enfrenta un sujeto en


tratamiento es a la difícil tarea de decir no cuando le ofrecen droga.

Para minimizar el riesgo que provocan estas situaciones, la primera


valoración que debe llevar a cabo el sujeto es determinar si un ambiente es
seguro o no y si lo tiene que evitar.

Se le entrena en estrategias conductuales para rechazar la oferta


mediante técnicas de role-playing: retirada de atención, aprender a decir no
con voz clara y firme sin dar excusas…

Análisis del proceso de recaída:

Los objetivos de este análisis consisten en que el sujeto:


- Conozca la diferencia entre recaída y fallo ocasional.
- Entienda la recaída como un proceso.
- Reconozca la necesidad de identificarla cuanto antes.

Es importante que el sujeto entienda que un fallo ocasional no tiene


porqué derivar en sucesivos consumos. Si la persona lo considera un fallo
personal, un indicio de su falta de fuerza de voluntad o un fracaso en la
efectividad del tratamiento, la probabilidad de una recaída es muy alta.

Por el contrario, si el sujeto vivencia este “desliz” como una situación


de aprendizaje que le puede servir en un futuro, la probabilidad de que
reincida disminuirá.

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El enfrentamiento inadecuado a dichas situaciones genera el primer
consumo, tras el cual va a aparecer el llamado efecto de violación de la
abstinencia, este consiste en:
- Volver a recrear los efectos positivos de la sustancia.
- Disminución de la autoestima.
- Disminución de la autoeficacia.
- Aumento de la sensación de control tras un período más o menos
largo de abstinencia previa.
- Consumos posteriores.
- Vuelta al consumo habitual.

Es importante insistir en que el proceso de recaída es un proceso continuo


que finaliza con el consumo habitual de la sustancia y se inicia antes de que
se dé el primer consumo.

2. CAMBIOS EN EL ESTILO DE VIDA:

Se trata de gestionar un estilo de vida que aleje lo más posible al


consumidor de las situaciones de riesgo. Hay que conseguir que la forma
habitual de vida esté lo más alejada posible de las situaciones de riesgo
para el consumo de drogas, minimizando así la frecuencia e intensidad del
deseo.

La creación de nuevos hábitos en el estilo de vida se aborda en


diferentes áreas:
- Familia: formas de comunicación adecuadas, asunción de
responsabilidades, fomento de actividades gratificantes compartidas.

- Ocio y tiempo libre: cambio de grupo de relación, e inicio y


mantenimiento de actividades de ocio gratificantes incompatibles con el
consumo.

- Formación académica: instaurar hábitos de asistencia a clase y


estudio para aquellas personas que estén realizando una actividad
académica, o que sea necesario iniciarla.

- Laboral: comienzo y/o mantenimiento de una actividad laboral


estable, o cambios en la misma si están asociados al consumo.

- Salud: instaurar y mantener hábitos saludables y de tratamiento y


seguimiento de enfermedades si existen.

Como denominador común a todas las áreas aparece la asunción de


responsabilidades en cada una de ellas y, además, la asunción de las
consecuencias de las propias decisiones.

Las estrategias que utiliza el psicólogo para instaurar hábitos nuevos en


estas áreas son:
a) Motivar al cambio, anticipando las consecuencias positivas del
mismo, y reforzarlo por pequeños logros.
b) Hacer una adecuada planificación de metas y submetas.

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c) Dotar de las habilidades y estrategias necesarias para la
consecución del objetivo, que permitan aprovechar las fortalezas
del individuo y minimizar las dificultades.

3. ENTRENAMIENTO EN HABILIDADES SOCIALES:

La finalidad de los programas de entrenamiento en habilidades


sociales es ofrecer a la persona una serie de estrategias de comportamiento
que le permitan mejorar la calidad y/o cantidad de sus relaciones
interpersonales, de forma que consiga reducir el número de conflictos y
aumentar el de interacciones gratificantes.

Este entrenamiento engloba dos grandes componentes:

- Adquisición de habilidades conversacionales: se refiere al


aprendizaje de conductas verbales y no verbales orientadas al inicio y
mantenimiento de una conversación.

- Entrenamiento en asertividad: por asertividad se entiende un estilo


de comunicación en el que la persona es capaz de transmitirle a otro sus
opiniones, deseos o sentimientos de forma clara y adecuada, sin sentirse
incómodo y respetando las opiniones, deseos o sentimientos del otro.

El objetivo final de incluir el entrenamiento en habilidades sociales en


un programa de drogodependencias es ofrecer un instrumento que permita
la obtención de un refuerzo social más eficaz, permitiendo la creación de
una red social nueva y ajena al entorno de consumo.

Este tipo de programas se ajustan tanto a un diseño individual como


grupal, aunque la modalidad de intervención en grupo ofrece una serie de
ventajas: se asegura la interacción pudiendo realizar ensayos de las
diferentes habilidades, se obtiene una información más realista acerca de la
adecuación de la ejecución, los miembros del grupo sirven de modelo unos
a otros de manera que se ofrecen diferentes estilos con diferente grado de
competencia y se favorece el surgimiento de situaciones espontáneas de
práctica.

4. INTERVENCIÓN FAMILIAR:

Los objetivos de la participación de la familia en el tratamiento son,


por una parte, que el apoyo que la familia está dispuesta a ofrecer sea
eficaz para el mantenimiento de la abstinencia; y, por otra, mejorar la
convivencia familiar y aliviar los estados emocionales negativos, ansiedad,
tristeza, de los propios padres/pareja ante el problema. Para la consecución
de estos objetivos podríamos concretar las intervenciones del psicólogo en:

a) Información y explicación de la adicción y del tratamiento:


es importante aclarar conceptos erróneos sobre la adicción y ofrecer a la
familia un marco explicativo que favorezca el posterior seguimiento de
nuestras indicaciones terapéuticas.

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Hay que dar información acerca de cómo es el proceso de rehabilitación, en
qué consiste, cuánto tiempo nos va a llevar, dificultades que podemos
encontrarnos, y en qué medida van ellos a participar.
Dependiendo de la edad de la persona consumidora y del momento de
desarrollo del problema, la participación de los padres en el tratamiento
variará y, salvo en los casos de menores de edad, es la persona en
tratamiento la que decide si desea que exista esta participación y en qué
medida.

b) Apoyo eficaz al tratamiento: el psicólogo interviene para:

- Delimitar el control externo: hay que concretar los


parámetros sobre quién lo va a llevar a cabo, durante cuánto tiempo y de
qué manera.

- Instaurar las normas y límites que se consideren necesarios,


tanto para mantener la abstinencia como para una adecuada convivencia.

- Manejo de contingencias: una vez fijadas las normas, hay que


enseñar a los padres, si lo necesitan, los mecanismos para hacerlas cumplir,
por lo que es conveniente explicar los principios básicos de aprendizaje, y
cómo aplicarlos a su caso concreto. Señalando, además, algunas conductas
que con frecuencia son aconsejables para todos los casos: evitar conductas
de vigilancia extrema, no recriminar constantemente los comportamientos
negativos anteriores y sus consecuencias, etc.

- Colaboración en los cambios de estilo de vida que sean


necesarios. Contribución de los padres/pareja a que la persona en
tratamiento aprenda a tomar sus propias decisiones y a asumir las
consecuencias de las mismas.

c) Habilidades de comunicación: mejorar la comunicación entre


padres e hijos o bien con la pareja, según sea el caso, cuando ésta se halla
deteriorada.

d) Control emocional: se utilizan técnicas como la respiración


profunda y la utilización de algunas técnicas cognitivas.

e) Normalización de la vida familiar: es importante equilibrar el


estilo de vida de la familia. Es conveniente restablecer la atención de los
padres hacia otros miembros de la familia.

5. MOTIVACIÓN:

Una de las principales dificultades que hay que afrontar a la hora de


abordar la problemática de consumo de drogas, es la motivación del sujeto
y su percepción o no del problema. De estas dos variables dependerá, en
alto grado, la mayor o menor efectividad terapéutica en el momento
concreto en que el sujeto decida ponerse en tratamiento.

Dentro del campo de las adicciones, sin duda, uno de los modelos
más relevantes en cuanto a la importancia de la motivación en el proceso

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terapéutico es el modelo transteórico del cambio, el cual defiende y
demuestra que el cambio en las adicciones no es nunca lineal, ni categórico,
sino que está sometido a un proceso dinámico y fluctuante.

Defiende una intervención individual y personalizada, en función del


momento de cambio en que se encuentre la persona, realizando especial
hincapié en la necesidad de una motivación personal que venga dada desde
un proceso consciente de la valoración de las consecuencias positivas y
negativas del problema de adicción en su vida; es decir, sólo si la persona
percibe un predominio de las consecuencias negativas y a sus secuelas,
surgirá una verdadera intención de cambio.

El modelo contempla los siguientes estadios de cambio por los que


pasa la persona:

a) Etapa de precontemplación: el adicto no se plantea modificar su


conducta adictiva, ya que no es consciente de que dicha conducta
representa un problema realmente, al ser todavía los aspectos gratificantes
que se obtienen de la misma superiores a los aversivos.

b) Etapa de contemplación: el adicto es consciente de que tiene un


problema y considera seriamente la posibilidad de solucionarlo y abandonar
el consumo, pero no ha desarrollado todavía un compromiso firme de
cambio.

c) Etapa de preparación para el cambio: combina criterios


intencionales y conductuales. EL adicto, además de tomar la decisión de
cambiar, inicia los primeros cambios conductuales, aunque éstos no
supongan la abstinencia total de la sustancia.

d) Etapa de acción: el sujeto tendrá que pasar, en algunos casos,


por una fase de desintoxicación de la/s sustancia/s problemática/s para
poder superar de este modo el síndrome de abstinencia agudo. Una vez
superado este síndrome, un problema frecuente que suele aparecer es el
llamado craving, urgencia o deseo intenso de consumo asociado a
situaciones, lugares, emociones y recuerdos relacionados con el consumo
(síndrome de abstinencia condicionado). Esta circunstancia se le debe
explicar al paciente, así como su naturaleza limitada en el tiempo; es decir,
este deseo condicionado alcanza un punto de máxima intensidad, iniciando
seguidamente su descenso y desapareciendo prácticamente en el transcurso
de una hora.

e) Etapa de mantenimiento del cambio: intenta conservar y


consolidar los logros obtenidos en el estado anterior y prevenir una posible
recaída.

f) Etapa de recaída: ocurre cuando las estrategias de estabilización


y mantenimiento de la abstinencia fallan.

e) Etapa de finalización: se trataría de un estadio en el que se


pusiese fin al proceso de cambio y supusiese la desaparición de la conducta

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adictiva. Esta etapa no es del todo realista, ya que existe el riesgo, bastante
frecuente, de que la conducta adictiva vuelva a instaurarse.

INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA EN PATOLOGÍA DUAL


La presencia de otro trastorno psiquiátrico junto al
abuso/dependencia de una sustancia, siempre que el primero no esté
inducido por el consumo o la abstinencia, se denomina patología dual. El
abordaje psicológico de la conducta adictiva debe tener en cuenta cómo el
trastorno mental va a incidir y manifestarse en todas las fases del proceso
de rehabilitación.

Por lo que respecta a la evaluación en estos pacientes es necesario:

a) Asegurarse de que, en dicho momento, la persona no está bajo los


efectos de la intoxicación o abstinencia de la sustancia.

b) Realizar una exploración psicopatológica completa en el momento


actual.

c) Contrastar la información ofrecida por el paciente con la obtenida


de la familia acerca de: conducta del paciente anterior y posterior al
consumo de sustancias, datos biográficos y evolutivos, tratamientos
psiquiátricos/psicológicos previos y antecedentes familiares.

d) Identificar factores de riesgo para el consumo relacionados con la


psicopatología específica.

En cuanto a la intervención, destacan las dificultades relativas al


cumplimiento y la adherencia terapéutica, por lo que ésta debe
caracterizarse por:

a) Considerar la influencia de los efectos secundarios de la


medicación, tanto en la medida en que pueden ejercer de antecedentes del
consumo, como por los efectos que pueda generar a nivel cognitivo,
afectando a la capacidad de atención, concentración y memoria de la
persona, lo que puede dificultar su comprensión y seguimiento de las
indicaciones terapéuticas.

b) Adecuar los programas de tratamiento, tanto en sus objetivos


como en el establecimiento de la frecuencia y duración de las sesiones, en
función del estado actual del individuo.

c) Potenciar la relación de colaboración con el paciente, planteando


para el programa de deshabituación metas consensuadas y evitando que
viva las pautas del tratamiento como impuestas.

d) Ante fases agudas del trastorno psiquiátrico, considerar la


posibilidad de posponer el tratamiento de su proceso de drogodependencia
para dar prioridad al tratamiento de las manifestaciones clínicas de su
patología psiquiátrica.

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e) Realizar una intervención familiar de carácter psicoeducativo, en la
que se forme a las personas allegadas sobre los aspectos relacionados con
la psicopatología y la medicación, el consumo de sustancias y la relación
entre ambos.

f) Subrayar la intervención motivacional, dada la mayor frecuencia


con la que los pacientes psiquiátricos ambivalentes ante la motivación para
el cambio, particularmente, aquellos que presentan un trastorno de
personalidad.

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BIBLIOGRAFIA

LORENZO FERNÁNDEZ. P, et al. Drogodependencias: farmacología,


psicología, legislación. 3ª ed. Buenos Aires; Madrid: Médica Panamericana,
2009.

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