Amoris Laetitia
Amoris Laetitia
Amoris Laetitia
Explotación infantil
La explotación sexual de los niños y niñas constituye “una de las realidades más
escandalosas y perversas de la sociedad actual”. Hay niños “de la calle” en las
sociedades que sufren violencia, la guerra o la presencia del crimen organizado.
“El abuso sexual de los niños se torna todavía más escandaloso —denuncia
Francisco— cuando ocurre en los lugares donde deben ser protegidos, particular-
mente en las familias y en las escuelas y en las comunidades e instituciones
cristianas”.
No debilitar la familia
Debilitar la familia no “favorece a la sociedad”, sino que “perjudica la maduración
de las personas, el cultivo de los valores comunitarios y el desarrollo ético de las
ciudades y de los pueblos”. Francisco indica que “ya no se advierte con claridad
que sólo la unión exclusiva e indisoluble entre un varón y una mujer cumple una
función social plena”. Mientras que “las uniones de hecho o entre personas del
mismo sexo, por ejemplo, no pueden equipararse sin más al matrimonio.
Ninguna unión precaria o cerrada a la comunicación de la vida nos asegura el
futuro de la sociedad”.
Acoger la vida
El quinto capitulo recuerda que la familia es el ámbito “no sólo de la generación
sino de la acogida de la vida”. El Papa escribe que “si un niño llega al mundo en
circunstancias no desea- das, los padres, u otros miembros de la familia, deben
hacer todo lo posible por aceptarlo como don de Dios”. Las familias numerosas
“una alegría para la Iglesia”, aunque esto no quiere decir olvidar una “sana
advertencia” de Juan Pablo II: “la paternidad responsable no es procreación
ilimitada”. Francisco recuerda que es importante que “el niño se sienta
esperado”. “Se ama a un hijo porque es hijo, no porque es hermoso o porque es
de una o de otra manera; no, ¡porque es hijo! No porque piensa como yo o
encarna mis deseos”. El Papa se dirige a todas las mujeres embarazadas: “Ese
niño merece tu alegría. No permitas que los miedos, las preocupaciones, los
comentarios ajenos o los problemas apaguen esa felicidad de ser instrumento
de Dios para traer una nueva vida al mundo”.