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2019.08.10 Escritura Del Fin Del Mundo - Finalizado

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2017

Escritura del Fin del Mundo

Rummenigge
Muchos aún no podían creer que la Tierra fuera redonda. Ni nadie iba a ningún sitio sin
antes haberlo planeado todo. El Índico había tejido historias a las que toda la tripulación
hacía muchísimo caso. Diablos monstruosos que destrozaban los barcos como a ramitas.
Como era de esperar, viajaron para regresar con las bodegas repletas de calamar.
Sobrinos, tías y esposas se despedían de la tripulación más madura, mientras los novios
iban dejando atrás a las chicas que agitaban pañuelos blancos como diciendo hasta
siempre. Hubo cuchicheo de todo tipo. Una mujer daba instrucciones no se sabe de qué.
El llanto de una bebé hizo engranar a los padres. En el campanario, las cigüeñas croaron
como las ranas. Mientras tanto, en el muelle, los marineros subían por la escalera al
Auxiliadora, que ya estaba listo para zarpar.
BITÁCORA DEL AUXILIADORA
BITÁCORA DEL AUXILIADORA

Significa admirable
BITÁCORA DEL AUXILIADORA

No se pudo precisar exactamente en dónde fue, pero a mediados de 1766,


en las costas de Portugal, la pleamar acercó hasta la playa los restos de un
naufragio. Entre las pertenencias de la tripulación se encontró una bitácora
con hojas de márgenes generosos, completadas mediante grafemas
incoherentes, producto del deshonroso tránsito que deja el maltrato de la
humedad. No pudimos interpretar la mayor parte de su contenido, pero
algunas evidencias nos llevaron a predecir que es la única superviviente de
una biblioteca de bitácoras, escritas en un viaje que duró más de dos
siglos. Algunas hojas conservan, registradas en sangre, las huellas
dactilares de su escritor: un tal Rummenigge.
BITÁCORA DEL AUXILIADORA

Zarpó a la mar. Desde el primer día, Rummenigge sintió el peligro rondando en el


inconsciente colectivo de los Dioses. Aquella mañana el oleaje zaino urdía accidentes
feroces para las embarcaciones pesqueras: brazos gigantescos de huracanadas, o los
infortunios yendo y viniendo de cresta en cresta. Mientras se iba vistiendo, el clima
preparaba al Planeta para una tempestad asesina, quizá en dos o tres noches. A
Rummenigge le daba igual dos o tres días que dos o tres años. Vivía en un estado de
muerte interior, en un limbo. No estaba pálido, tampoco flaco. Sin embargo, había
algunos momentos en que Rummenigge era un hombre que parecía haber perdido el
Espíritu. Estaba a punto de perder la capacidad para decidir qué té le gustaba más. No
despreciaba el intercambio social en cubierta, era bastante alegre, un optimista para
vivir funciones temibles. Pero en lo más profundo de su corazón palpitaba la idea de que
merecía un castigo. Ocultaba sus impresiones más profundas por temor a la
incomprensión. Una o dos veces se enamoró, y aquellas mujeres venían a su mente
como los rayos en una tormenta infinita.
BITÁCORA DEL AUXILIADORA

Cualquiera de mis letras podría confundirse con una ene, cualquiera


con una u. Aunque me esforcé mucho nunca aprendí a escribir bien. Mi
pulso nunca se acostumbró a hacer redonditas las aes, más bien
parecieran artesanales reposterías de formas amerengadas. Aquella
herida de mar me imposibilitó durante algún tiempo para tareas
precisas, por ejemplo calzarme botas de pesca, o atravesar una lombriz
con el anzuelo. Las primeras tareas del día son las más aburridas. A
pesar del tedio, intento hacer todo a la perfección: cepillarme la
dentadura o tender la litera. Para los hombres de mar todo requiere
necesariamente de una impecabilidad, de esa forma los sustantivos que
hay en derredor nuestro parecerían tener un alma.
BITÁCORA DEL AUXILIADORA

Bitácora Primera
BITÁCORA DEL AUXILIADORA

Zarpando

En breve se escuchará el homogéneo gruñido de los vientos sobre las


aguas. Pasando la medianoche, los alargados murmullos del viento
amargarán a la tripulación con un pequeño temor a despertarse
durante la noche. De todas formas el barco ya está acostubrado al
jaleo y en los camarotes se roncará cuanta falta haga.

Día 51 (6 de la madrugada)_Despertamos en la madrugada ventosa. Los rayos del sol entran


por el ojo de buey y se detienen sobre los muebles para pintarles encima una moneda de oro.
Me acompaña un primer pensamiento demasiado altruista como para cuadrar en un mundo
que tiene la sensibilidad enferma. He visto tantas cosas. Una valentía tozuda ha impedido que
me alejara de lo peligroso. Mi destino es el del aventurero y el del amante. El del perdido, del
exiliado. Miro con una envidia culposa el éxito que los demás podrían llegar a tener gracias a
pensamientos simplones. Pero aún no he perdido las esperanzas. Soy un hombre que se ha
decantado por la justicia en vez de por el perdón. […] El alumbramiento del día marítimo
apagó todas las mechas del barco. […] Describimos aquí nuestra jornada de ayer en los
arrecifes cercanos a la playa: la vida coexiste en conjuntos de ecosistemas asombrosos.
Multitudinarios alevines impregnan las cavernas acuosas en la espesa atmósfera subacuática.
El colorido pez payaso desfila perezosamente ante las paredes saladas. A lo lejos se oyó la
sirena de la ciudad que hemos dejado atrás.
Día 110 (4 de la madrugada)_Falta nada para que el amanecer comience a reverberar en las
aguas. Desde el interior del Auxiliadora, el aire del mar se oye en una voz continua. Aquí en el
barco sólo importa el trabajo, fregar eslora o tener la pesca. Los arponeros desatoran las
manivelas de nuestros botes rompiendo así el mutismo de la madruga, cuando las cuerdas se
deslizan por las poleas grasientas. Con una prisa inusual, por supuesto, los tripulantes intentan
acelerar la realización de sus responsabilidades diarias. Miguel transporta sardinas de a dos
baldes para no tener que viajar dos veces; Claudio deja suciedad en la baranda de proa para
no rasquetear a fondo; y el cocinero aclara los platos con agua sola para fregar la mitad. Eso
sí: todo queda funcional para quienes no andamos muy exigentes. Y unos a otros nos
encubrimos la pereza ante el Capitán. Llevamos casi 4 meses navegando, pero la tierra
prometida aún no aparece en nuestro horizonte. Un marinero jura por Dios haber oído cantar
sirenas, desde que costeamos los peñascos de Gibraltar. Los botes ya están preparados puesto
que la fauna marina está activa. Bancos de barracuda chisporrotean debajo de las superficies
saladas, hasta que las aguas del Índico parecen aceite que fríe hirviendo. En la fecha de ayer
sufrí una caída cuando las redes llenas de barracuda se bamboleaban como péndulo a causa
de la fuerte tormenta.
Día 116, hora (ininteligible) […] La mar nos increpa con una tormenta cerrada. Un marinero
se empapó en la cubierta mientras parloteaba sobre el extrañamiento de su amor. Las tareas en
madrugada terminan saliendo bien casi siempre. Todos trabajamos durante esas horas, así el
apuro por el descanso consume nuestras labores en un santiamén. Somos la excepción a los
BITÁCORA DEL AUXILIADORA

trabajadores de tierra firme. Aquí en altamar el cuerpo acostumbra despertarse con la salida
del sol. Por eso en invierno pensamos que son las 5, cuando las latitudes están en las 7:00
horas. […] Los alevines ramonean el musgo desarrollado en las piedras submarinas, dejando
desnuda la plataforma continental. Los soñados bancos de bonito salpican el casco de nuestra
nave. La tripulación festeja con buena cena y buen vino que mañana, madrugando, nos
echemos al océano revuelto. Calculamos nuestra cosecha de peces en toneladas.
Día 227 (6.30am)_Ya está amaneciendo. Es un día que promete varias incertidumbres. Cada
día que pasa estamos más y más cerca de cumplir con el objetivo de nuestro viaje. […] Se dice
de una almeja que se empotra en los fondos abisales de estas aguas. Fabrica sus perlas con el
aura de los navegantes que pasaran cerca de aquí. Envuelve granos de arena una vez y otra
con una lámina imperceptible, llenándolos con esferidez. […] Entre los tripulantes buscamos
hacer el viaje lo más llevadero posible, claro. Para que el alma encuentre descanso en lo
imaginativo, por los rincones del Auxiliadora levitan historias para que no fenezca el
entusiasmo del corazón de los hombres. Entre esas narraciones me llama la atención
especialmente una: la fábula cuenta que las sirenas se enamoraron de Ulises y persiguieron al
barco sin nombre hasta el fin del mundo. Se les rompió el corazón al saber de Penélope. Desde
entonces descansan sus penas en las aguas de los océanos, analizando las caracolas o
peinándose con las caricias de los cardúmenes multicolores. Para demostrar su desamorío
cantan melosas voces al ver a los marineros nuevos.
Día 234 (6 de la madrugada)_Amanece: la inusual charla de dos delfines adorna el crepúsculo
marino. En el camarote, un reloj cucú quebranta la quietud cuando el búho sale fuera del ático
de la casita alpina para chistarle dos cosas a la alborada. En la biblioteca, un librillo de
insectos tiene una chicharra dibujada en el lomo grueso, su anchura es rara para un libro
documental como ese. Y el recuerdo de mi cuarto me hizo llorar. […] En los peñascos de Chile
contemplamos a los otarios que incansablemente buscaban a Dios en el cenit de América del
Sur, mientras el sol les dibujaba contornos amarillentos sobre la obesa redondez de su mole.
Uno de nuestros hombres bajó con traje para estudiar la rústica espontaneidad de los arrecifes
coralinos. Allí, un dugongo era suspendido por la presión de las aguas. La luz solar
garabateaba rayones amarillentos sobre la convexidad de su lomo: la luminiscencia se
refractaba a través de las ondas del mar.
Día 362 (6 de la madrugada)_Salvo el murmullo de las ondas del mar, todo es silencio en el
camarote. Día tras día noto desgaste en este cartucho de tinta azul. He descubierto otra
ocupación, deliberar sobre qué escribir en las confortables hojas de abordo. Después de todo
puedo iniciar mis días con el trofeo de la escritura y las descripciones de los secretos del mar.
(9 de la noche) Esta navegación parece eterna. Para sentir que no han salido de la ciudad, los
veteranos del barco se entretienen a costa de los más jóvenes asegurando que bajo el
extraordinario casco del Auxiliadora, por las noches, una bestia espía nuestro recorrido. Su
historia es hasta el día de hoy un misterio. Quise decir su origen. Sin embargo, cuenta una
fábula que la Bestia es hija de un dragón volador; la parió en mitad del océano y falleció al
tratar de volver a tierra. Dicen que la Bestia pesa tanto como una hoja. ¿Puede el mundo flotar
en un vaso de agua de los dioses? […]
Día (ininteligible en bitácora) 10 de la noche_La tranquilidad de estas aguas hace rima con la
de las estrellas. ¿El amor se habrá quedado esperando a que regrese de las lejanas e
inhóspitas marejadas del Índico bravo? Dimos tres veces la vuelta al mundo. Un marinero que
antes fue lustrabotas juró haber visto sirenas durante el día. La largura de sus cabellos era dos
veces la de su cuerpo. Y su color el rojizo. Bajo las aguas, el pelo parecía levitar en una
atmósfera espesa, formando desarrolladas cabelleras de Medusas.
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Día 861 (3 de la tarde)_ Pelos tan largos como los brazos que van del hombro hasta la
muñeca. El dugongo que capturamos rueda desde hace dos días sobre las tablas de la cubierta;
su cuerpo no atravesará el procedimiento de la putrefacción: navegamos cerca del Ártico a fin
de conservar la frescura en nuestras comidas alguna semana más. El termómetro polar congela
los comestibles de a bordo, postergando la descomposición mientras nademos por estas aguas.
Constelaciones de pingüinitos manchan los cielos blancos que flotan en las heladas aguas
salinas. Entre las rocas y los casquetes polares existe una frontera de cantos rodados, sobre la
cual descansa como una foca el narval. Y en el cielo azul planea el halcón gariforme. […]
Mirando hacia el mar, atraídos por la luz del sol, los pulpos se arrastraron hasta los arrecifes
dejando estrías fugaces sobre el suelo marino. Con su nariz inflada, un lobo de mar nos saluda
desde un iceberg rugiendo con su bostezo esdrújulo. A las 11.30 de la mañana saldrán los botes
con sus remeros a la faena de la ballenería [cacería de ballenas].

Final de Zarpando
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Fantasmas

En los salones todo está obscuro, aunque se escuchan quejidos


provenientes de la bodega. También una música fantasmal se percibe
por los rincones del barco. Los pasos indetectables de un espíritu se
escuchan allende la puerta de la habitación. Instalan en el corazón de
Rummenigge un temor que le recomienda abandonar la calmante
empresa de la escritura. Los espectros de abordo suelen aguardar al
sonido de las olas para aquietar sus desquicios, algo parecido a las
caracolas tocando la monótona melodía de las mareas. Habrá que
acostumbrarse a la tortura de un murmullo continuo. Es como si
farfullara el río.

Día 974 (8.30am)_Una alteración avanza por los rincones del barco. El sonido es como
cubrirse la oreja con una caracola, proviene de la habitación de al lado y genera desconfianza
con respecto al buen dormir de esta noche. La escritura instala una sensible tolerancia en el
corazón, ello ha despertado un inocente aplomo con respecto a mi capacidad de adaptarme
ante la incomodidad. Medito en alguna clase de amaño mental que me haga dormir lo
suficiente como para despertar con ganas de seguir adelante.
(Ininteligible) Despertamos para apresurar el desenlace del día. El Auxiliadora flota sobre el
océano como una hoja en el aire. […] Dos marineros se distraen parodiando anécdotas de un
hombre atacado por la peste. “¿Te has cagado encima, Antolín?”, uno le dijo al otro imitando
las voces de un cuidador. “¡Mañana!”, responde el fingido Antolín, cuando el fingido cuidador
le dice que hay que bañarse. Andan así un buen rato, hasta que de repente los dos se quedaron
mudos, como si hubieran visto un fantasma. Es entonces que la máquina picacarne comienza a
andar otra vez, con su ruido de armatoste de tortura. Pero luego de cinco minutos, la
inactividad y la pausa amenazan con el aburrimiento. Es entonces que otro marinero finge una
dulce voz femenina, como invitándolos a la protagonización otra vez. Sólo que el tedio les
vence ahora y no intentan más que el descanso. Casi se puede oír al banco de arenques abrirse
paso entre las depredaciones submarinas. ¡Pececito `e Dios! Que sólo nacen para servir de
eslabón inerte en la cadena de los cazadores y los cazados, bajo un cariz substancioso. En
seguida volverá el ruido de las olas. Por ahora, a causa del bamboleo, los arpones se golpean
entre sí haciendo un sonido a vajilla de porcelana. ¿Qué hay afuera del Auxiliadora? Desde la
costa cercana vienen estruendos que profetizan una hecatombe. A veces los sonidos son tenues,
pero en nuestro corazón no se exilia la desconfianza. Sólo se suaviza el presentimiento de que
hay discordia.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Altamar amanece lluviosa. Molestan los
pasos de los que asean al otro lado de las paredes. El sr. Morales me contó que sintió
cansancio en el antebrazo: según su experiencia es el presentimiento de que lo diabólico
sondeaba cercanas profundidades. La amable lluvia y el farfullo del mar se juntan para hacerle
un idílico acompañamiento al amanecer de océano Índico. ¿Qué otra aventura arrastrarán las
corrientes en el mañana? El sonido de las aguas engendra en nuestros espíritus cierta
inseguridad para dormir. ¿Seré capaz de coexistir con el nerviosismo de los océanos?
Día (Ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_El océano agiganta su inmensidad cuando
la embarcación ya lleva muchos meses sobre las aguas. En el camarote del capitán cuelgan
cuadros, óleos mejor dicho. Alguno tiene margaritas en un florero color de teja. El ambiente se
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parece mucho a un living donde viví. Ahí leía poemas de adelantados autores, literariamente
hablando, claro. Antes de enfermar del oído, allí toqué finamente el violín para interpretar
logradas sinfonías.
(Ininteligible) En el mismo camarote cuelga un jaula con un canario amarillo. Inspeccioné la
sala buscando algunos de sus amuletos desde que me levanté. Infringí las normas de abordo
revolviendo el primer cajón de una cómoda desgastada, entre los objetos hay un soldadito de
plomo, unas gafas de marco circular, lápices y abrochadores. Aún tengo cuentas en tierra
firme, y necesitaré dinero para saldarlas. Total, las autoridades del puerto evitan trabajar
cuando no se trata de un homicidio. Mientras tanto, aquí el canario no canta más.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_La jornada de ayer fue buena, pacífica a
simple vista. Será por eso que las energías hostiles buscaron un sainete al anochecer. Con
actitudes de mierda la gente la va criando. Las situaciones varían la forma de su caos, así
como también de autores. Pero las fuerzas que lo originan tienen el mismo mal. Se notan
grandes diferencias en la caligrafía también. Si uno no las estudia con aguerrido esfuerzo,
parece ser que dos personas distintas escribieran en el cuaderno de un día para el otro.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Navegamos escapando de lo monstruoso.
Ayer a la mañana fisgoneé la discusión de un marinero con otro. Uno de ellos amarraba los
mástiles rotos con nudos incorrectos. E increíblemente amigos, discutieron por una mujer
imposible. Parece que ambos estuvieran enfermos; pero el más grande de ellos tolera con todo
honor una patología, cuya principal cualidad es que los demás piensen que todo cuanto sucede
fue de alguna manera premeditado por él. Es despreciativo. Maltrata a lo sensible. Se me
ocurre que aquella insanía no viene de su metabolismo marino, sino que es una desgraciada
propiedad de nuestra bestia impartir la locura en la personalidad de los hombres que alguna
vez se le enfrentan. Cuando un marinero contrae esta locura, puede mantenerse en la línea de
lo básicamente correcto. Sin embargo, bajo sus comportamientos se esconden las siguientes
deformaciones:

i. Es embustero
ii. Tramposo
iii. Tirano
iv. Ególatra
v. Niega el miedo
vi. Niega sus equivocaciones
vii. Disfruta sintiendo que controla otra voluntad

¿Cuál sería la intención de esta enfermedad? No le interesa llegar a la verdad, sino que se
contenta con lo que puede hacer creer.
Día 1201, hora (ininteligible)_La demencia posee a algunos de los marinos. Dispongo de la
autoridad suficiente para encerrarlos en las celdas, aunque también me siento obligado a ser
tolerante con los enfermos. Sospecho que tarde o temprano su alienación contagiará a todo el
navío. Coexistir con ellos genera presiones insoportables. Debo ser ingenioso para que mi
compasión se encubra, así no pareceré muy indulgente a sus ojos. Puesto que los marineros se
volverán indisciplinados si me ven débil. A mi camarote lo ronda un fantasma. Y tengo motivos
para creer que la tripulación conoce de esta quimera: ésta es la causa de su locura. […] La
relación con los oficiales es tensa. Cuando me ven, me vigilan de lejos disimulando las
intenciones de apuñalarme.
Día (ininteligible en bitácora) (5 de la mañana)_ Otra madrugada se repite en la vida de estas
bitácoras. En el nuevo puerto he tenido oportunidad de conocer seis personas. Trasmitieron sus
aventuras y la personalidad de la mayoría me satisfizo. Tuve ganas también de contarles sobre
lecturas incorporadas en altamar, o sobre el monstruo a quien no he podido vencer, por más
que peleó ocho años. Durante aquella lucha, se clamaron insultos apasionados. Pero el
monólogo fue imposible, los recuerdos se me mezclaron como si unos compitieran con otros
para ver quién afloraba antes en la consciencia.
BITÁCORA DEL AUXILIADORA

(10 de la noche) El peregrinaje de la tinta sobre el papel pareciera no terminarse nunca: la


copiosidad de avatares en el día sobrepasa el agrado por la escritura.

Barcos que transportan a los recuerdos recientes


Como pasajeros sin voluntades

Día: ininteligible en bitácora (6.40am)_Algún fantasma que quedó vivo toca a mi puerta. De
aspecto mujeril, tiene peculiaridades de hombre cuando uno se familiariza con su existencia.
Es un espíritu violento; según una leyenda, en vida jamás hizo cosas justas. Ahora está
condenado a vagabundear entre los seres vivos que no le amarán jamás. Este fantasma
desquita la insatisfacción que siente hacia su condena mellando la armonía de los mortales
siempre que puede. Con violentos achaques, perturba a los marineros que pintan cuadros en
altamar. […] Ya está obscuro, y los oficiales de abordo discuten de qué comer. Como el barco
también asila al fantasma ese, en el medio de los hipotéticos menús se escuchan
malintencionados insultos dirigidos a los comensales, que se irritan al confundir las voces de
sus pares de carne y hueso con las murmuraciones de aquel espectro.
(Ininteligible) Terminando de bajar la escalera, en el Auxiliadora hay una bodega de vinos.
Cuando lleguemos a la barriga del barco quizás nos suceda como a Jonás. […] La avería
provoca en la nave un zumbido ya intolerable. Parecen siglos de soportarlo. Finalmente se
hará un tripulante más. Todos sabemos que una fragata como la nuestra no se construye en un
día. Mas si esta empresa es labor de uno solo, el trabajo parecen siglos. En esta latitud, se
rumorea que viven sirenas. Su brillo es como el de las estrellas que se ven de lejos. Las
estrellas siempre se ven de lejos.
(Ininteligible)_El desquicio infectó a gran parte de la tripulación con una locura violenta. La
enfermedad es de fácil y rápido contagio. Por lo general ensalza la vanidad de los tripulantes.
Luego les hace pensar en el amor. Hasta que después de eso les deja insomnes. Con mar
calmado, los tripulantes se acuchillaron unos a otros para conservar un oro ficticio.

Final de Fantasmas
BITÁCORA DEL AUXILIADORA

Malevike

Aunque uno no pueda ver en dónde está el mal, se sabe que la


amenaza de las mareas seguirá estando allí. Pronto las fuerzas hostiles
harán del océano un sitio inhóspito en donde estar. Mientras tanto, el
sonido de la tormenta amenaza con una noche de mal dormir.
¿Cuántos amigos serán capaces de conciliar el sueño? Los dioses no
harán nada para que disminuya el peligro. La ininterrumpida maldad
de los hombres ha conseguido que Ellos se vuelvan desconsiderados
sobre la buena salud de los marineros.

Día 2611 (Aproximadamente 12 de la noche)_Podríamos volver, pero la largura de la travesía


nos persuade para que continuemos hacia adelante y así sentir que esta migración nos ha
valido la pena. Como carece de la contaminación de las guerras, el océano sería el lugar más
pacífico de nuestro mundo si no fuera por la tétrica corazonada de que Malevike merodea en la
luz y en la oscuridad. Tiene distintas formas para avisarnos: la única demasiado sutil, es que
todo tiene una porción de ilógica. Otra, por ejemplo, hay uno que está barriendo cubierta y de
repente se le caen los lentes; cuando leemos se nos apagan las velas, o nos olvidamos de
salpimentar la comida o la salamos de más. Nos lastimamos con las espinas o se nos clava un
anzuelo. Cuando Malevike viene hacia el barco, empiezan a sucedernos cosas que tratábamos
de evitar. O sea, lo que tendría que salir bien de entrada nos cuesta el doble. Cosas
irreversibles que nunca habían pasado. Pequeñas molestias que no se pueden sanar. Si esto
sucede mucho, se sabe que Malevike bucea bajo el Auxiliadora.
Día 2844 (Crepúsculo)_¡Cuántas bitácoras pude llenar desde que zarpamos! Ingresamos en
una atmósfera que vuelve apático a cualquier tripulante cuando respira sus aires. Ha vuelto a
la persecución de nuestro navío. Como puede ver el pasado de los humanos, la Bestia se
autoproclamó juez de nuestro mundo, imparte calvarios según las culpas de cada quien.
Malevike agita sus brazos. Su aspecto es repugnante. Pero lo más importante es que no muere
nunca. A lo largo de todas y cada una de mis travesías por los océanos, jamás pude liberar a
un solo barco de su vigilancia y de su persecución. Parece ensañada con cierta gente. A otra en
cambio la mira con una distancia protectora, igual que un depredador a quien no convence el
conejo. Me parece que los dioses oyeron a alguien que les rezó, y enviaron el socorro de una
tormenta. […] Los rayos chapotean sobre el océano. Cercano de aquí, el contramaestre
tiembla pero no cesa de dar instrucciones para salvar nuestra embarcación. Después de rozar
la muerte nadie puede dar crédito a lo que ve.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_“Malevike” (la Bestia) ha espabilado de un
letargo modesto. Se ha infiltrado quién sabe cómo en el barco, y busca la destrucción del
Auxiliadora. La morfología que protagoniza es asimétrica. Su mordedura debería de ser
siniestra. Mas en la práctica serían como los dientes de un ratoncito para el cuerpo de un ser
humano. Los hombres descuidan las cosas bellas hasta que ingresan en podredumbre. ¿Pudo
Malevike haberse engendrado así? Se oyeron gritos en la mutilación de los marineros. Uno
tras otro cayeron como trapitos. Quienes quedaron vivos cantaban versículos del Baghabad
Ghitta para pedir a Shiva que los proteja. Algunos otros, no sé de dónde sacaron los rezos a
dioses desconocidos. Mató primero a los tripulantes más jóvenes; Malevike intuía que su
virilidad sería más peligrosa. En el silencio del mar solamente se oía el suplicio cantado a
coro.
BITÁCORA DEL AUXILIADORA

Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Amanecimos con mar picado. Nos


encontramos con los dones de la misma manera que lo hacemos con este océano, súbita y
violentamente; si no cambiamos los rumbos nos encontraremos con la tragedia, así que mejor
desechemos trivialidades y centremos nuestros esfuerzos en fortalecer al Auxiliadora todo lo
que se pueda hasta llegar a la costa. ¿Pero allí que cambiaremos por la comida? Si la pesca no
existe y ya hace mucho que arrebañamos nuestros barriles de aceite. Únicamente el recuerdo
de las sirenas nos hizo sobrevivir, aunque también aquel se fue quedando sin energía.
Decidimos cortar con aquello que antaño amamos, puesto que eso nos trajo aquí veremos si
cambian también las latitudes del mundo cuando dejamos atrás la obsesión del amor. La
integridad del barco cedió finalmente al tiempo; en eslora la persistencia de las roturas
promete zozobra pronto. El barco profetiza su muerte. Nosotros, confiados, nos hundiremos
con él. A lo mejor el mar nos convierta en nuevas mitologías, y los próximos siglos nos
encuentren petrificados al igual que la gente en Pompeii. Participaremos con una línea en la
literatura futura.
(Ininteligible) Con barlovento al este, un calamar colosal se enredó en los mástiles del
velamen. Mientras, en los icebergs, las focas grandes como los toros hacían de espectadores en
el show de la travesía. Y una sirena milagrosa sufrió de frío. Belcebú y Baal, observaban la
función mientras especulaban con qué cantidad de almas se iba a quedar cada uno. Pero a
pesar del mal vaticinio todo se calma. Únicamente el chapoteo de algunas olas se escucha
desde cubierta. El Recuerdo de los Evangelios evita que nos descuarticemos unos a otros.
Día 3318 (Crepúsculo)_Dos días atrás el Diablo se apareció. Tenía los pelos blancos. ¿Las
apariciones de Lucifer son una fórmula exacta de nuestro Dios para que las cantidades de bien
y mal se equiparen en esta vida? Jamás dirá cuál es su verdadera intención. Una vez instalado
en un cuerpo, lo va corroyendo todo y despacio. Así fue enfermando al planeta. […] Tomó la
forma de una tormenta. Desde ese momento las cosas aparentemente fáciles me fueron saliendo
mal. Até nudos mariposa en el velamen equivocado. Y algunos integrantes de la tripulación
rehuían mi compañía, igual que si apestara. Lo siniestro intentó convencer a los oficiales para
coger una ruta marítima más peligrosa. Para que el astrolabio mienta, el Diablo desorienta a
los guías permutando la religiosa ubicación de los astros. Y la estrella norte cambió de
tamaño. Pareciera que estoy solo por dentro. No encuentro la voz de mi alma. […] Intenté
ocultar ante Poseidón el amor que sentí por las sirenas. Ellas aparecían y volvían a
sumergirse, como mariposeando en el mar. Ya no tenemos testigos de nuestra odisea. […] Se
escuchaba la respiración de la Bestia. Al principio no tuvimos un nombre para llamarla: se la
nombraba con denominaciones clásicas de bestias clásicas, como lo fui haciendo en bitácora:
Demonio, Diablo… Leviatán.
Día 3319 (Crepúsculo)_Un tifón atacó de súbito al Auxiliadora. Las anguilas volaban como
hojas secas por los aires del océano Índico. Hay Bestia. Hace temblar a las partes fuertes de
nuestra embarcación. Es como si las maderas fueran dudosas sobre qué pueden dar de sí
mismas. A veces me niego a las depredaciones, como si me negara a mi propia naturaleza. […]
La Bestia se sumergió en otras latitudes. La singladura jamás detiene su trazo. Entretanto, una
caja musical se ha silenciado después de horas y horas. Y las bitácoras más antiguas nunca
anotaron sobre los pájaros de Nantucket. Allí la Bestia ha devorado cuadros de oligarquías
que se retrataban en clanes.
Día 3381, hora (ininteligible) […] En esta madrugada se oyen las olas del océano Índico
golpeando contra nuestra eslora. El peligro de estas aguas consigue que evoque los días de mi
adolescencia, como si me fuera arrepintiendo de lo que un día hube dejado atrás. La falta de
aceite casi nos obliga a dejar el barco a obscuras, pues las farolas consumen lo que nosotros
nos pudimos comer. Muchos meses ha que la tripulación no goza de distracciones ni ocio. El
vicio de muchos aquí consiste en recordar música. Antes de morir, espero poder hacer las
paces con gran parte de la tripulación. Pues las asperezas de esta aventura generaron
antipatías entre yo y otros.
Día 3398, hora (ininteligible)_Fuera de aquí, el aullido del viento esquía sobre las aguas. La
Bestia nos dio un respiro pero –como advirtiéndonos de que su maltrato es posible siempre–, la
sangre de los marineritos tiñe las aguas igual que cuando enjuagamos las témperas del pincel:
el agua oscurece de golpe y toda. Un sonido hueco y profundo nos avisa que los cachalotes
BITÁCORA DEL AUXILIADORA

salen a superficie y así resoplan con la fuerza de los toros. Los libros dicen que son capaces de
aguantar media hora abajo del agua.
(Ininteligible) […] La Bestia estrangulaba a los cuerpecitos. No encontramos arpones, pólvora
o espada que lo lastime a este monstruo. La estatua de una Virgen levitaba entre todo el caos.
Cuadros, vajilla, ropas de cama: cada rincón del barco se asemejaba al cielo de noche, pero
tenía destrozos en vez de estrellas. Las sirenas nos han salvado en otras ocasiones. ¡Vengan
hasta nosotros en esta noche! Esparzan su luminosidad sobre cada cadáver a fin de resucitar a
los muertos. ¡Engorden la lista de nuestros días! Gracias a ustedes pasaron décadas de
marzos. Las brizas reiteraron sus posturas inconstantes diez mil veces. Nunca más vimos
gaviotas. Y se fue quedando atrás el sueño de un mundo nuevo.

Final de la Bitácora Primera


BITÁCORA DEL AUXILIADORA

Bitácora Segunda
BITÁCORA DEL AUXILIADORA

Sirenas
La claridad está a punto de abandonar al Auxiliadora. Marineros
testigos aseguran haberlas visto en muchísimas latitudes. Siempre
andan flotando juntas en las larguras del mar. Su morfología es igual:
mujeres desnudas con cola de pez, forman constelaciones que se
desplazan por las superficies de los océanos.

Día 3980 (7 de la mañana)_Ayer contemplamos el parimiento de un ballenato. Eso también se


considera arte para la mar. Si de arte vamos a hablar, la naturaleza se lleva todas las
reverencias. Cuando pensamos en las sirenas y en sus constelaciones cambiantes, creemos que
su energía repele al Mal. Sus agrupaciones forma siluetas excepcionales que alguna vez se han
visualizado en tierra firme: un demonio, mitologías… un hada. […] Para nadar aceptan la
ayuda de las constantes brisas de las mareas. La estancia preferida de las sirenas es navegar
junto a los delfines del océano Índico. Irradian su propia luz. El color más frecuente de sus
cabellos es el anaranjado o rojizo, pero también abundan en amarillo. De personalidad
complicada, impredecible. Enloquecen al marinero que oiga la voz de su canto. Aunque con un
añadido más importante: las sirenas atontan a los hombres que se mojaran con su iridiscencia.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Aquí en la mar se despliega el adictivo
encantamiento de las sirenas. Al calmarse las aguas del océano se ven sirenas por todas partes.
Inclusive algunos tripulantes parecieran irradiar luz. Hay sirenas parlanchinas que celan el
erotismo de las demás tratando de opacarlas con diálogos submarinos, creyendo que sus voces
tienen la magia que han tenido cientos de años atrás. Sin embargo sus voceos solamente
consiguen que los marinos se atraganten cuando las oyen. Pero nos dan calor en el frío.
También es verdad que alguna, aunque no es demasiado joven, es igualmente encantadora.
Larga cabellera rojiza, piel de bronceo y ojos azules como el turquesa de los atardeceres en la
montaña. En una playa se agruparon de 3 en 3. Entonces fulgieron. Nadie quiso secuestrarlas.
El pánico de que huyeran era más grande que el deseo de estudiarlas de cerca. Además los
humanos se conforman con observar.
Día (ininteligible en bitácora) (11 de la noche)_En estas mareas nuestra singladura es
incomprensible. El instinto de supervivencia nos hace juzgar la mar con desconfianzas
precisas. Nuestra embarcación zigzaguea sobre la ruta marítima igual al coser de un miope.
Bajo nosotros, junglas de kelps alimentan peces de todo tipo, faunas acuáticas que deforestan
irremediablemente la vegetación submarina. Respecto a ellas, ¿habrán estado esperándonos?
Tanto extrañarlas nos retorció el hígado. Ofreceremos jóvenes navegantes a Poseidón para que
nos quieran. El viaje hacia las sirenas nos vivifica. Igual no podemos saber si estarán en la
latitud ni el tiempo ansiado. Un inmenso deseo de conquistarlas nos hace renovar fe. Pero
luego de tanto tiempo, saber que voy en su pos ensalza la vida con la felicidad del
analfabetismo.
Día (ininteligible en bitácora) (6 de la tarde)_Primer encuentro con las Sirenas. Preciosas
quimeras de mar. Su color es preferiblemente el rojo, más bien el anaranjado. Vocalizan un
canto que pareciera ser de la iglesia. Pero no es aflautado, sino dulce. Sólo con verlas brillar
una enfermedad inentendible afecta a los seres humanos. Hombres fornidos olvidan la
responsabilidad que hasta ese momento no habían abandonado. Los balleneros olvidan salir de
caza con los cuchillos. Pero pasó algo que nadie nos lo enseñó: la Bestia vino y se fue. Sin
embargo no hubo buena fortuna que acompañase aquel breve turismo. Ninguna cosa parece lo
suficientemente feliz como para escribirse en esta bítacora.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_ El brebaje de las mañanas tuvo mal sabor
esta vez. Quizá porque los ingredientes estaban demasiado frescos aún. Quizá porque tengo las
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papilas gustativas muy susceptibles al cambio de los sabores. Las sirenas han emergido a flote
desde muy temprano esta madrugada. Casi podría decirse que pasaron en vela toda la santa
noche. Extrañamente, las estrellas del firmamento eran más grandes en la madrugada abierta,
casi-casi como un pompón. Y la mar parecía iluminada con velas. Me fijé en el cielo de
aquellas horas y, aunque al principio no me di cuenta, al fin noté una diferencia imposible: las
constelaciones se veían al revés. Ya habíamos entrado en la otra mitad del mundo. Entretanto,
las sirenas se hundían para repetir su habitual desaparición. Me inspiraron para que anote
corcheas y semicorcheas mentales para mis próximas cantatas en altamar, y así lograr
espantar al fantasma de la locura. Una sirena se había extraviado de la congregación. Aún
explayaba su luminiscencia, tan tenue como la iluminación de la noche estrellada. Semejante a
una mujer excelente esperando el acercamiento del hombre deseado en un rincón de la noche,
la sirena solitaria no se movía. Flotaba sola, como si hubiera vaticinado lo que estaba a punto
de venir. […] Ya extrañaba a las sirenas. Los fantasmas de abordo desperdigaron la
enfermedad sobre algunos tripulantes. Abandoné la empresa de buscar una curación para el
mal que nos asedia. Entre ellos caminaba un marinero herido y viejo, quien se arreglaba lo
mejor que podía para no marginarse a sí mismo. Entre los barcos corría el cuento de que en
otra embarcación 3 navegantes coquetamente vestidos observaban caer el anochecer por el ojo
de buey del casco. Las sirenas salieron a la superficie como para desearles un buenas noches.
Parecían despedirse hasta el otro día con “¡Que descansen!”. […] En todos estos años
rescatamos 3 balsas de naufragios ajenos. Respecto a ellas, a las sirenas, en este viaje hemos
descubierto que existen, pero también algo más. Defienden la fauna marina esplendiendo
menos. Como una huelga, castigan a los que pescan enamorándoles poco. Hoy hace 7 días que
nos despedimos de ellas. Pero tengo razones para creer que nos necesita, como nosotros a su
esplendor.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Aunque hoy flotaron muy cerca de la
embarcación, las sirenas no entonaron dulces canciones. En cubierta hemos dejado toda la
noche a un marino para que hiciera de cebo y ellas cantaran igual que antes. Pero aunque las
horas pasaron, no se sabe si habrán picado. Especulamos con la ilusión de que nos hayan visto
y que nos estén vigilando de cerca.
(Ininteligible) En esta parte del mundo no se oyen ni vuelan pájaros. Las sirenas han
desaparecido por un momento. Pero me quedo experimentando esa sensación de dulzura que le
deja al marino su luz, como si catara una taza de café intenso. Sólo una vez oí una voz entre la
muchedumbre de las sirenas. […] “Palabras, sólo palabras”; como escribió un viejo cuando
era joven. Y un recuerdo se reiteró igual al agua del estanque que se repite a través de los días
veraniegos. ¿Cómo se muere? ¿Y qué pensaremos en ese momento?

Ocaso (6 versos)

Narcisistas de morondanga
Observándose en el estanque de sus obras
¿Habrá algún remordimiento en sus memorias?
O solamente un oportuno silencio en su juzgar.
Aquí la única verdad será la historia…

O la certeza de que el alma se nos va.

(Ininteligible) Aires que provenían de las antípodas consiguieron equilibrar el influjo negativo
de las mareas. Extraño el gorjeo de los pardales al despertar. Cuando estábamos en tierra su
canto me llenaba de luz. Pero posiblemente ya no vuelva a oír a ninguno en muchísimo tiempo.
Los brazos del Mal se proyectan a todo el mundo. ¿Delitos de tierra firme? Él también los
medita para altamar. Quizás los dioses estén ociosos, y se entretienen enviando el mal a los
marineros.
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Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Los manitíes deforestan la plataforma


continental para que así se supriman los inconvenientes jacintos. Mientras tanto, como si
fueran otarios en los peñascos de África, dos de mis marineros se han estacado en cubierta a la
espera de ver sirenas. Para ver quién las merecería más, se golpearon como elefantes marinos
por el derecho de apareamiento.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Hoy no hemos tenido el atisbamiento
esperado de las sirenas. Pasó la tarde, pasó la noche, pero al final de esta jornada no nos
quedó evidencia ninguna de que esta hermosa mitología hubiera coincidido en el mismo
meridiano que el Auxiliadora. No es mi deseo incurrir en lo hipotético, pero si estas bellezas
fueran pensantes, ¿se acordarían de mí algún día? O simplemente sería mi embarcación una
mancha de tinta, una hoja borroneada en la escritura de sus memorias. Me preocupa imaginar
qué pensarían ellas de mí. […] Me afectaron sus entonaciones, como los arrumacos de una
novia; su belleza lumínica me tocó el alma, igual que los rayos cuando el atardecer. […] El
corazón de los enamorados rastrea por todos lados algún dato de correspondencia para
continuar alucinando con la enfermiza ilusión de un mañana feliz y en pareja. Con el orgulloso
sucede lo mismo.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Aún el océano no se ha despertado. Los
misterios del mar son casi milagrosos: algún que otro delfín sale a la superficie y nos conversa
con su rasposo idioma. Las sirenas todavía no emergieron, parece un día festivo para ellas.
Pero otras especies hermosas acompañan el despertar del mar.
(Ininteligible) Hoy las sirenas brillaron toda la tarde. La felicidad lo inundó todo, como una
niebla benigna al amanecer. Pero a pesar de la alegría, no deja de ser alarmante cómo fuerzas
caóticas y pacíficas pelean ininterrumpidamente para que el equilibrio administre el mundo.
Puesto que la Bestia se precipitó sobre el Auxiliadora como una ola ni bien oímos un cántico
dulce. Los tripulantes enloquecieron: unos batallaron en duelos. Otros alucinaron días futuros.
Otros, una condición social. Algunos recordaban los textos de su juventud, creyeron que así
ganarían el favor de los dioses. Mas engañados estaban. […] ¡Ay, cuánto se afean los hombres
que consiguen lo que desean por medio de la deslealtad! Tres días duró el resplandor del
sirenaje, más hoy su brillo parece una vela expuesta a la brisa que parpadea… y uno no sabe
cuánto más durará. Pero ver las sirenas cantando compensa toda nuestra zozobra. Iluminan a
los bracitos que ruedan como troncos por la cubierta.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Todo fue calma durante el día y la noche
contemporánea. Otras veces padecíamos la persecución de la Bestia como el sol del trópico:
omnisciente y cruel. Las sirenas sanaron la locura de mis marineros. Resultaron tener buenas
intenciones. Esta tarde una se quedó a flote aguardando a que volviéramos. Parecía especular
con los minutos y así poder coincidir con nuestra ruta. Era hermosísima: sobresalía de una
manera especial.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Decía que hoy nuestras latitudes no se han
cruzado con ellas. Pese a todo, la tripulación estuvo entretenida: algunos han ocupado sus
ocios con unos manuales de pintura, extraídos de la biblioteca didáctica. Así lograron sus
primeros bocetos, aunque no era recomendable dibujar en el mar. Otros, en cambio,
continuaron con la escritura de sus novelas. Corre el rumor que un vigía inventó la sátira de
este viaje. ¿Qué sucederá mañana? ¿Cantarán las sirenas para nosotros? ¿O en el viceversa
de estas especulaciones notaremos su ausencia golpeando vehementemente como la erupción
de un volcán? […] Tres días atrás Malevike rondaba de cerca al barco. Y raramente no hubo
sirena que nos contenga. Llegando al océano oímos un viento que no es ni fuerte ni totalmente
suave. […] En mi enfermedad siento saudade por las sirenas, aunque desborden a mi pequeña
cordura. Saber que existen me hace sentir una tonta felicidad, que encapsula todo mi ser en
una programación de esperas vanas, para quedarme aguardando las apariciones de su
entelequia grácil. Son tan agradables de ver, que con su silueta dulce nos ablandan el alma a
todos los tripulantes. Hubo alguna que alguna vez se ha colado en la embarcación. Su luz
anaranjada alumbró las paredes interiores de nuestro casco.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_ […] Intentaron brillar las estrellas, pero
los vetustos libros llamaban más la atención de los tripulantes ociosos. Uno quiso violar a otro.
Quedó indemne. Entretanto, medité sobre qué aguas visitaría el Auxiliadora. Ya hemos estado
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ahí. Recuerdo muy bien nuestros viajes, aunque al principio me cueste un poco el hacer
memoria. Las sirenas no nos acompañarán. Únicamente el eco de su luz tejería alguna
remembranza en los insomnios de algún marino.
(Ininteligible) Continuamos extrañados por las causales apariciones de nuestra Bestia y de las
sirenas. Todo se gestionó cuando atravesábamos superficies pacíficas. Las infinitas ondas del
mar disimulaban la cara de la Bestia, quien dormía flotando en las superficies farfullantes. Era
el mediodía y el sol centelleaba sobre las mareas calmosas. Podría estar dormida, igual la
Bestia siempre está atenta a ver dónde puede causar el mal.
Día (olvidado), hora (ininteligible)_Buscando a las sirenas nos vimos inmersos en la espesa
atmósfera del océano, rodeados por movedizos nublados verdosos de algas marinas.
Explorábamos una ciudadela de kelps. Nuestros buceadores caminaron por un desierto
submarino de orejas de mar. El canto de estas sirenas los asesinó. Confeccionar esta bitácora
es un consuelo. Las sirenas se volvieron en contra nuestra. Los esplendores que antaño nos
rejuvenecían ahora fueron putrefactas luminarias que entristecen violentamente a los
tripulantes. Son malas, desconsideradas. Quizá nosotros podamos aprovechar esta maldad
como una curativa actitud para la infección que sufre cada parte del Auxiliadora, así como
cada pensamiento de nuestras mentes. Elevamos oraciones al Cielo para agradecer este
hallazgo. Pues debido a la reacción que experimenta un corazón justo ante el crimen, el
mutualismo que había entre las sirenas y la tripulación y el Auxiliadora, se ha terminado. Ya
no aparecen los dioses por todos lados, y la pena que sentíamos cada segundo que no
estábamos a su lado fue reemplazada por la razón.
Día 7291, hora (ininteligible)_ Islas Maldivas. El Auxiliadora navega sobre la fauna y la
crujiente vegetación de los arrecifes coralinos de las Islas Maldivas. Aquí la mar es muy
silenciosa. Nuestro pensamiento recae sobre el estado de la embarcación: mantiene las averías
de 15 años atrás. […] En las faenas de cubierta recordé los campos de amapolas del pueblo en
donde crecí. Antaño pensaba que los insomnios eran causados por el amor; una especie de
telepatía, tal vez profética, providencial o premonitoria, causada por los pensamientos que
florecen entre dos que se aman. Mas ahora que ya hace mucho que no hay sirenas, uno se da
cuenta de que el enamoramiento responsabiliza absolutamente de todo al amor. Así de obtusos
somos los hombres: flechados, acusamos a Dios de pintar espuma sobre las olas; el
enamoramiento es el brote poético más crítico que sufrirán los seres humanos. Antes de ellas,
casi nos habíamos olvidado de dar definiciones particulares. Todo era físico y deductivo. Pero
fue únicamente al verlas que en el alma de todos los tripulantes reinó la lírica. El
endiosamiento de lo imperfecto.
(Ininteligible) Ya ha pasado una hora desde que la bitácora va componiéndose al ritmo de
estas azules cursivas. Y aunque es época de aclarar pronto, aún no ha amanecido en la mar.
¡Qué Dios perdone a los hombres que se arrastran por el poder! A pesar de las congelaciones,
durante el luengo día de 6 meses, desde la cofa del Auxiliadora se ven cosas magistrales. […]
Durante todo el día, el eco de nuestros rezos sólo ha musitado un nombre: Sirenas. Y una
lágrima nos atravesó el corazón como hierros mellados. Hemos visto cómo se alejaban del
barco, pero algo en nosotros se niega a aceptar que no las veremos más. Si bien una inmensa
pena nos ha quedado en el alma. Aunque si las miramos con indulgencia todos las amaremos
de nuevo. Entonces las sirenas fulguran para acompañarnos en el hielo polar. Sucede que
existe una enfermedad de la cual los hombres somos muy ávidos: el amor. El sirenaje ha
desaparecido de nuestra singladura venidera. Se fue con ellas el embruje que nos hacía
esclavos de su existencia. Se perdieron allí, en las entrañas del Índico. Sólo nos queda intentar
un remedio: y navegar, y navegar, y navegar… huyendo de nuestra Bestia y escudriñar el
horizonte a la espera de ver fulgores.

Final de Sirenas
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Perdidos

La serenidad de las aguas simula ser un cementerio de los 4


elementos. Por los sentidos solo entra en mar. Por mucho que se
navegue no aparecen gaviotas. Tanto el Norte como el Sur parecerían
ser únicos destinos para una mar infinita. Aunque existe, la pesca es
pobre. Los enfrentamientos robaron el buen espíritu de aquella
travesía.

Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Como una locura demasiado prolongada, el


Impío nos torturó con sus apariciones impuntuales. La tripulación, claro, corría a armarse de
arpones y pólvora; pero cualquiera de nuestras armas fue tan inútil para espantar a Malevike
como las picaduras de abejas lo pueden ser para el oso.
(Ininteligible) En días obscuros las aguas parecerían de color negro. Luego de infinitos
ataques y defensas, la aceptable compostura de la embarcación se ha terminado rompiendo.
Pero resistió hasta que el Auxiliadora se puso a salvo. Estamos lejos de las sirenas. ¿Volverán
algún día a resplandecer? Otros seres fantásticos han cursado esta mar. Y a veces hasta yo les
cogí cariño. Pero las sirenas fueron algo especial. Jamás las olvidaré.
(Ininteligible) Abajo logramos la recreación de una fragua para reponer las herramientas que
perdimos luchando contra la Bestia. Marineros templarios transforman en balas de cañón los
arpones y los garfios. Reaparecieron sirenas, y el nivel de sus fulgores vaticina también otra
persecución de la Bestia, Malevike. Además, pequeños accidentes marinos fueran quizás
presagio advirtiéndonos de que el Mal circunscribe otra vez al Auxiliadora. Igual nada es
seguro, solamente fue una suposición que pensó el vigía. Al ver destellos sobre la superficie
marina, su corazón instantáneamente conjetura lo que él desea: que son sirenas, vamos. Pero
el Infierno también nos manda a sus emisarios, ángeles perversos que van cocinando el
ambiente hasta que se desata el mare-magnum. Van encolerizando poco a poco a los
integrantes de las futuras discordias, luego les dejan solos para que los odios hagan lo suyo.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Según el año que sea, nos alegramos o nos
arrepentimos de exactamente la misma cosa. Desde que nos enteramos de la verdad, el
recuerdo de las sirenas duele. Aunque alguna herida se le hemos dado a los dioses. Nos vigilan
de lejos a ver si nos pueden amedrentar. Ellos se posisionan en diferentes latitudes del mar a
ver si pasamos también nosotros.
(Ininteligible) Sin las sirenas brillando las fuerzas de la Bestia gobiernan en el océano. El
comportamiento de las aguas, por consiguiente, procede ilógicamente. Corrientes y marejadas
sufren alteraciones en su desenvoltura. Poseidón clama venganza, pues las promesas de
Cronos no se cumplieron. Por ello las aguas tienen la violencia de una erupción. […] En
aquella escena catastrófica la imagen de nuestra Bestia es la única cosa clara. Y en el
desastroso bamboleo de nuestras bodegas los marineros le rezan al Dios de las embarcaciones
para que el brillo de las sirenas resucite por lo menos sobre la cresta del oleaje desleal:

Te amamos
Te imploramos auxilio
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Que no se rompan nuestros sueños más hermosos

Pero la Bestia sigue en vigencia. Sabemos que durante varios días tendremos la vulnerabilidad
de un barco de papel que flota sobre el estanque.
Dia 8056 (6.30am) Ha amanecido. Una taza de té acompaña el mutismo de la madrugada
marina. Las sirenas han amanecido también. A diferencia de otros días su luz tiende a ser
violácea. Y eso no es todo: tiemblan como una flor que se abre en el viento. A pesar de que hoy
no llueve, debido a la tormenta pasada, los sustantivos gotean igual que si transpirasen. Se
dice que a donde vamos vive una criatura con dos cabezas. Contrariamente a la sugestión de su
aspecto, no es un ente de mal. Además de sus dos caras, dos corazones bombean sangre en su
pecho.
(12.30am) La tormenta chapotea sobre un Índico de superficies picadas. Su rumor se parece a
las nanas cantadas por una abuela senil. Tenemos la costumbre de dormir poco. No solemos
cansarnos nunca. […] Hoy discutí con los oficiales al mando. Salieron en busca de un calamar
rosado; lo habían visto por última vez bañándose en las playas de Australia. Horas después se
arrastraba volviendo al mar. Mientras estuvo varado, los hombres de ahí lo montaban como a
un caballo. Se dejaba tocar. […] El barco fue adelantado por un delfín. En contraste con la
quietud, el adorno del gato negro parece que respirara. La Bestia me persiguió hoy en dos
sueños. Ambas fisionomías fueron distintas y de diferentes colores. Un fantasma tibio me
sugirió un consejo narrativo para la descripción en bitácora.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_En el camarote del Capitán hay un
escritorio. Encima del escritorio hay flores rojas que beben el agua dulce de un florero color
beage. […] La biblioteca alberga algunos volúmenes de magia negra, libros que documentan
historias personales también. […] En la soleada cubierta se oye discutir a dos marineros, ya
aburridos de aguardar otra aparición de las sirenas. Inspirado en quien le enseñó a pescar,
uno de ellos ha pensado en ponerles una carnada. Una envidia maligna me posee cuando
pienso en todos los hombres que las verán y no yo.
(Ininteligible) Esta noche las sirenas se presentaron. Y el corazón me saltó del pecho como si
se estuviera friendo en felicidad. Quienes alguna vez han luchado y sobrevivido, pueden
percibir la cercanía de la Bestia.
Día (Ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Esta vez, ni siquiera con las sirenas
esplendiendo fuimos capaces de repeler la maldad de la Bestia. Cayeron los arponeros que
reclutamos en Asia. Allí la tripulación aprovechó para saciar el hambre de sexo con
violaciones. La desesperación puede convertir a los hombres en aquello que han detractado en
vida. Y se fueron las sirenas a medida que nos adentrábamos en tierra firme. Entonces alguien
sagrado se presentó. Ella nos desalentó en la búsqueda de nuestro Continente. Nos dijo que
más que tierra era un mito creado por los ociosos. Las campanadas de un templo nos invitaron
a proseguir con la expedición. Y entonces conocimos a un Dios que perpetraba la maldad. […]
La fauna nos despidió con bufidos. ¿Por qué los dioses no nos aclararán cuando un camino va
hacia el error? Ellos sólo nos dejan ir hacia la equivocación. Aunque tampoco nos dotan con la
perspicacia suficiente como para que dejemos nuestro empeño atrás. Los dioses nos crían
necios. […] El sol efímero salió para guiarnos hacia las costas.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Sabemos que el ofiuro vive en donde no
podemos llegar. Pero la fauna abunda en la Antártida cuando es verano. Cormoranes,
frailecillos, y los pingüinos que siempre están de pie como las botellas. En los peñascos, aves
de guano se reunieron en derredor de una sirena para escucharla también cantar. Atravesamos
días muy tristes en el Auxiliadora. Por ahora las sirenas no fulgen más. Como era de esperar,
la Bestia también desapareció. No existe una locura sin otra. Ni Malevike, ni más sirenas. Al
marcharse creo que todos nos sentimos algo más libres. Después de una semana, ya no se
extraña ni el brillo antes indispensable.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Anochece en la mar, sin embargo durante el
día no hubo descanso. El centinela en cubierta no desmayó a pesar de las 40 horas que lleva
sin pegar ojo. Entrar en las literas nos gratifica con un dulzor enamoradizo, del cual se deduce
que esos son los momentos de gloria para toda la embarcación. El extravío de nuestras
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cartografías obstaculiza el buen desempeño para la singladura. Y una grieta perene salpica a
algunos remeros. […] Media tripulación ha enfermado e insiste en fracasar con cada cosa que
intenta. Todos los hombres caemos en el error con frecuencia porque intentamos torpezas que
supuestamente nos darían felicidad. El mayor castigo que pudiera acarrear el fracaso no es
otra cosa que la vergüenza. Aunque también dolería que otros nos tilden de ser incapaces. Mas
el preámbulo de la acción siempre está escrito por la utopía. […] Algunos barcos hubieran
obrado igual: acordamos sellar el ojo de buey, de esa forma nos sentimos más seguros. ¡Pero
es tan triste no ver la mar! Mientras tanto, a la espera de la zozobra, nos bordean los
tiburones.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_La madrugada me hace meditar en el
hecatombe de desdichas que fulminaron las reservas del Auxiliadora, consiguiendo que aquella
vez todo acabara en naufragio. Aunque las cosas cambiaron ya no queremos salir a la
pleamar. […]
(Ininteligible) Ya es media mañana aquí en el barco. Nos compadecemos de estar otra vez
perdidos, los hombres que no tienen brújula se convierten en claras víctimas de los viejos
fantasmas. Y los sueños del idilio nos molestan a cada rato. Para no asumir nuestro fracaso
pensamos en lo que pudo haber sido. Con tal de evitar la cuita intentamos no citar el nombre
que hemos amado. Cuando el Auxiliadora entre en la sumersión no nos importaría subir a otro
ballenero. Aunque sus lujos no nos cautiven tanto. ¡¿Qué más da?! Subiría a otro barco
aunque sea falso. ¡Menudas averías hemos tenido! Los mediomundos enrojecían después de la
maldición en Costa de Marfil. ¡Subiría a otro barco con tal de que me lleve lejos de mis
recuerdos! ¡Por más enclenque que esté!
Día de santa Mercedes (Ininteligible)_Suscitaron discusiones y peleas internas desde que las
sirenas partieron. Auxiliadora es un barco grande. 42 camarotes están destinados a reuniones.
La cuantía de enfrentamientos los ha mermado. Pero elegimos discutir nuestros pensamientos
en ellos durante las horas del atardecer. Lo haríamos a la noche, pero el magnetismo de las
estrellas espabila la sed homicida de nuestro Leviatán. Dicen que durante el día hay también
estrellas, pero el contraste de la claridad las encubre. […] En generales la idea ya está
cerrada. Si algún día un navegante tiene alguna ocurrencia para agregar o qué discutir, el
hombre pasa a un camarote ya designado y se queda aguardando ahí. Cuando es la hora el
Capitán los visita uno por uno y en orden de aparición. Después se sienta frente a frente con el
hombre oportuno y –solo después de que la idea ha sido desarrollada– el Capitán pasa al
segundo cuarto. Alguna vez, el bramido de nuestra Bestia interrumpe aquellas sesiones. Si no
se nos acerca más es porque tuvimos la precaución de dejar botecitos flotando singladura
atrás, para que así la entretenga otra destrucción.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Esturiones, pez espada o escualos dañinos;
de todo se ve en las aguas saladas. Los tres lucharon como gladiadores del mar cuando la
pesca quiso retirarlos del hábitat. El botecito pescó medusas, el marinero que la agarró sufrió
urticaria en los brazos. Miedos, incertidumbre y defectos: aquellos que planeaban sus días con
miramientos ahora lo hacen según en qué latitudes intuyen que la Bestia va a despertar. Evitan
así los rumbos donde hay peligro. Total, alegría y felicidades ya no volverán a embriagarnos el
intelecto. Saber que en cualquier momento la Bestia puede matarnos nos inyecta un pánico en
el espíritu, una repugnancia en cuanto a todo lo que es vivir. Y aunque no dejan de estar
presentes, las sirenas no nos prestan su ayuda. ¡Hasta tenemos miedo de que la fuerza de sus
encantos se vuelva un colaborador de nuestra Desgracia! Pero ya pasado unos años, si el
barco navega bien, hasta podemos decir que no nos importa que las sirenas no canten más.
Día 9227, hora (ininteligible)_El astrolabio se desquició. No hubo manera de comunicarle a
otros balleneros si el Auxiliadora se iba a pique. Tampoco escribí bien bitácoras. Estuve
obsesionado con la hora para que llegue el momento de regresar a casa. Igual allí no me
esperaba gran cosa. Pero siempre tuve un extrañamiento importante. Soy un marinero artista.
En tierra poblé mis domingos con la acuarela. Como es de suponer, en mi ciudad viven también
enfermos. Gente que descubre en la discordia un contento ficticio. Gente violenta, educada
para pelear. Personas con sangre gitana. Niñitos que violentan a los mendigos para
entretenerse en sus ocios. Tenían al Diablo dentro.
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Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Aunque esta mañana muchos ya tienen


sueño, algunos días las plegarias nos llenan el alma de Jesucristo. Lo maldito usurpa el cuerpo
con alma débil. El alma débil dedica su vida al opio. Las sirenas no han vuelto a salir. Hace 15
días que su existencia no ilumina mi vida. A cambio, unos pasos tenebrosos marcan el ritmo de
nuestra tortura. No son de los marineros: tal vez sea algún espíritu, un alma en pena. Presumo
que rondará por aquí unas horas, como otras veces; luego se esfumará. Hay espíritus buenos
también, pero no llegan a nuestras vidas. Sin Bestia que nos acose ni sirena que nos fascine,
temo que el aburrimiento infecte a mi tripulación con deseos criminales. Y acabemos
descuartizándonos entre nosotros.
Día 9802 (5.15am)_Tenemos una madrugada preciosa. Desde que la embarcación abrió los
ojos han pasado varios minutos. Pero al final han vuelto a salir. El mar ha recuperado el
centelleo de las sirenas. [..] Hubo una aparición más, salvo que su brillo no contactó con
nosotros. Se ve que Neptuno tenía más intenciones en aquel encuentro. Los Dioses ya saben
que los infortunios sellan la historia de esta travesía. 20 años de haber sufrido están bien.
Cuatro días atrás hicimos al mar la ofrenda de un tesoro. 80 piezas de oro. En ellas el tiempo
ha anotado cada una de nuestras aventuras. Hay quienes creen que las deidades nos cruzan
con las sirenas para que esta vida nos duela menos. ¡Pues cuánto nos dolería el aire si ellas
faltaran! […] ¿Dónde estarán ahora? Los Dioses las llevaron hasta otro mar. Predestinamos
mil noches de insomnio, pero esta vez no estarán. Pero si no están ellas, ¿a qué debemos esta
sensación de continuo embeleso? ¿Serán efímeros ecos del enamoramiento que no está más?
¿O acaso es Eros, que tiene designios de dulzura para ciertos varones y para otros en cambio
no? Eligieron al mundo de otras mareas. Ya no se mezclarán en este variopinto.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Aunque no esplendieron con la intensidad
de sus mejores días, una constelación de sirenas se presentó en el desamparo marino. […]
¿Será que como no hay Bestia que exorcizar no fulgen más que lo imprescindible? Sin
agresiones que combatir ni exaltaciones que dominar, el ser (ocioso) escarba las
remembranzas. Así viajé hasta mi adolescencia. Próximas generaciones habrán de haber
heredado la curiosidad hacia los pintorescos arrecifes que pulularon a lo largo de la
plataforma continental. Futuros otros serán los que rescaten al bote hundido cuando en los
años de mi niñez intentamos huir de casa para compenetrarnos en el océano. Alevines de un
sospechado mañana rozarán sus pútridos asientos, mientras las anémoras se impregnaran en
los tablones junto al coral. En derredor, pez ángel y pez payaso se comerán las mierdillas que
va cagando la mantarraya. Ya hemos oído el canto perturbador del sirenaje. ¿O es el atardecer
que pareciera cantar? Solamente existe una constante: el mismo sueño que se reitera.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Desde las sirenas de hoy, la Bestia resucitó
casi de inmediato. Su masa era la del cachalote; su morfología, la de un pulpo. Tenía enormes
ojos humanos. Mutó en otra cosa, y dejó huevos en el interior del casco. El hábito de analizarla
nos ha dado un descubrimiento: nuestra Bestia es de naturaleza parasitaria. Un tentáculo para
el velamen, otro para los botes remeros… otro se enrolló en los cañones para estrujarlos, igual
que el piolín atando el jamón del cerdo. Gigantescas ventosas succionaban los tablones de la
cubierta y levantaban los tablones cual cobertura de chocolate sobre el pastel.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Proa es una desolación azul. La vastedad
del mar no ha sido interrumpida por el lomo de ningún cachalote. Con el astrolabio averiado
navegamos por el océano igual que una mariposa revoloteando sobre los campos de
margaritas. […] Nuestros hijos ya han de ser grandes. Habrán embarcado hace mucho en
otros pesqueros hacia Japón. ¡Y nosotros aquí sin que podamos acompañarlos! Los dioses
auspician una tormenta con un relámpago. Puede sentirse la presencia de Malevike.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_En esta madrugada, la tibieza del clima
hace que recorra el itinerario de mis fracasos. Las ilusiones rotas. Parece un día en donde
solamente estaban permitidas las relecturas a libros antaño hojeados. Algunos fueron
gratificantes; cientos de ellos eran motivo de depresión. Volúmenes de mitología engordan las
bibliotecas de un salón destinado al ocio. Allí los clásicos coexisten con otros que no deseo
tocar. Pero me encuentro tranquilo de ánimos y consciencia: ellos hablan del pasado, y no
albergan la solución para nada. ¡Ay, cuánta malasangre me ha consumido! También están los
libros que otros marineros terminaron después de zarpar. Olvidé el orden en que deberían
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ubicarse. De repente, como una advertencia, se oye el sonido de un pájaro. El canto acompaña
la inspección de una novela terrorífica. […] Se escuchó claramente el estruendo de un tifón.
Sin embargo, este gentil sólo piensa en cuántas hojas escribirá durante la subsistencia en el
mar.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_En esta madrugada las sirenas han salido a
flote para lucir su brillo con discontinuidad. A su par, también demás cosas han salido a la
superficie. Barcos de quien nadie supo más nada resucitan desde la profundidad marina y
parecieran flotar sin tener peso: con el velamen putrefacto y el casco famélico, sus
fantasmagóricos cuerpos son atravesados de proa a popa por el oleaje pérfido o por los
afilados rayos de las tormentas igualmente. En alguno de aquellos barcos se escucha el
suplicio de la tripulación fenecida. Y las sirenas los alumbran como si cada gota del mar
tuviera luz propia.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_¿Cuánto tiempo divagaremos sobre las
sospechosas superficies del Índico, antes de ingresar en el peligro? El ruido de las mareas
acompaña a las primeras horas de la claridad. Los tiburones están ansiosos porque botemos al
agua los desperdicios de la cena. Mañana a las 12.00 se cumplirán 10 días desde que las
sirenas acariciaron con su luz la piel de los marineros y el casco del Auxiliadora. Sería una
pena que no volvamos a oírlas más.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Clarea el cielo. No nos encuentra la Bestia,
pero tampoco el brillo de las sirenas. ¿Será que no hay una sin otra? Entretanto, los botes
cuelgan por estribor desde hace más de 2 años. Eso me recuerda la gran pobreza de nuestra
pesca, la inactividad se fue manyando nuestras reservas. […] Ignoro en qué estación
estaremos. Por la posición del sol en los dos crepúsculos diría que estamos en mayo. 6 días
atrás, ha sido la última vez que vimos resplandecer al sirenaje. Desde aquel tácito adiós, el
mar se ha convertido en un témpano en el cual todos vivimos. Y hasta la respiración nos cuesta
trabajo. Los Dioses nos ofrecen tregua de las batallas durante algunas horas de esta jornada.
Aprovechando esta limosna me he fijado un propósito: pasar a máquina mi novela.
Considerando el número de páginas escritas, con media hora de trabajo al día, la posibilidad
de finiquitar esta empresa se aproxima a 40 meses.
Día 10522, hora (ininteligible)_Algunos compartimientos albergan gacetas de nuestros
pueblos. Hace muchísimo tiempo que al Auxiliadora no lo persigue la Bestia. La tripulación y
yo mismo creemos que las sirenas rodearon a nuestra nave con un aura protectora, un eficaz
repelente que ahuyenta al mal. Aún así, nuestras mentes siempre le rezan a Jesucristo entereza
física, protección. […] Pero las sirenas no solamente lograron espantar a la Bestia; calman las
frías aguas del mar. Y finalmente han regresado con el fulgor del principio. En un estante de la
biblioteca, una página vaticinaba este destino. Porque siempre que las sirenas se han acercado
a la embarcación, Malevike también nos ha merodeado. Todos los hechos analizados hasta el
momento indican que ambos son inseparables: las Bestias y las sirenas. Se necesitan. Los
marineros y yo hicimos planes para quedarnos viviendo aquí: la idea es pescar el
abastecimiento oportuno para saciarnos y renunciar a nuestras familias en tierra, de manera
que nos podamos quedar presentes para que no se nos pierda una aparición.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_¿Cómo estará la mar? Tantos días en la
celda han borrado las reminiscencias del agua salada. Siento que ya fue dicho lo que estoy a
punto de registrar aquí. Será porque no aparecen sirenas. Recuerdo a una dama que recibió
una carta mía. Alguna me escribió ella, me la entregaron cuando el Auxiliadora se cruzó con
un barco que gentilmente nos alcanzó el correo, durante una racha de tranquilidad. ¡Cuántas
veces se habrá reparado este barco después de nuestros enfrentamientos! […] Desde aquí
abajo, tras las rejas, la vida en cubierta parece un mundo. El ruido del agua enjabonada que
gira en baldes para limpiar babor. Los kilos y kilos de cornalitos cayendo del generoso
mediomundo. Y el primer oficial que se entristece porque su familia habrá muerto. El remero
cristiano nos recita un versículo a falta de sacerdote cuando nos derramamos al mar. El puto
profesor de literatura que se embarcó con nosotros porque quiso probarle al pueblo que podría
sobrevivir como un hombre… pero que se mea encima cuando recuerda los dientes del
Leviatán. Los marineros se agradecen entre ellos mismos con la frecuencia de una frase por
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medio; desde que hemos subido al barco, las calamidades nos han cambiado mucho a todos
nosotros.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Era verdad: las Bestias y las sirenas
coinciden siempre. La aparición de la una obliga a la otra para venir. Sin embargo los varones
toleramos con gusto la cacería y cualquier descuartización, con tal de mirarlas un poquitito a
ellas. […] Teníamos salvavidas por si alguien caía al mar. Los perdimos con cuerpo y todo.
¿Qué sucederá mañana para apuntar en bitácora? ¿Nos enamorarán sirenas? Por ahora,
muchos de los marineros sienten la respiración de la Bestia, como si les estuviera echando
aliento en la nuca. Murió un marinero joven. La Bestia era inmensa, y él en cambio tan frágil.
A bordo queda otro aún más joven que el que se fue. Respecto a la historia del salvavidas,
lanzamos unos al mar para rescatar a un marinerito que combatió a la Bestia con gran coraje.
Exhausto por la contienda, se hundió en el mar sin nadar hacia el flotador. Su última palabra
fue un grito de amor para la mamá. Hambrienta de sangre, la Bestia se enredó en la cubierta.
Un marinero la vio a los ojos y tuvimos que sacrificarle pues lo contagió con violencia. […] Es
un tanto curioso, pero cuando no pienso en ellas pareciera que salen a flote a propósito. Como
si pudieran advertir las intenciones que hay en mi alma, cada vez que mi orgullo las amenaza
con el olvido, ellas acosan mis pasos ya que perciben que me estoy despojando de las
venenosas ensoñaciones que me produce su amor. […] Continuaron brillando hasta la
medianoche. Su luz nos hizo sentir un dulzor parecido a los mediodías de primavera. Nadie
supone cuándo se las apreciará de vuelta. Tengo corazonadas de que pronto aparecerán. Por
ahora, cada vez que brillan a nuestro alrededor: ¡Hasta los vientos parecen sumarse a nuestra
buena fortuna! Un grupo de sirenas, orquestadas en fila india, intentará que su fulgor se
mezcle con la luz del sol. Continúan emitiendo su propio brillo, pero el alcance de la
luminiscencia no es el mismo del que recuerdo en otros pasados.
Día 10669, hora (ininteligible)_Sabemos que hay una parte de mal en algún lugar del navío. Se
sabe también que ese pedazo del Todo no dejará de existir. Quizá pueda mutar su forma, ser
hombre o bestia al igual que ser mente o carne. Pero ni siquiera la hermosura de las sirenas
podrá resumir la brutalidad a la nada. Aquello de lo que estoy hablando puede ser muy
pequeño, como un retoño en el roble… aunque si me descuido puede apropiarse del barco. Yo –
Rummenigge–, por poco marcho hacia otra morada por enfrentarme a él. Y casi lo pierdo todo:
el tesoro, las bibliotecas… y por supuesto también a ellas, a las sirenas. ¿Qué más se puede
decir del ente? […] Hace 2 días que las sirenas y el rumbo de nuestra nave no coinciden.
Algunos creen que ha sido por una superstición, una brujería que se desató encima nuestro.
¿Pero quién puede dar fe de ello? En este punto del Índico todo es obscuridad. Y da la
impresión de que las gordas velas quisieran adelantársele a cubierta.
(Ininteligible) La nada oceánica domina las acústicas indivisibles. Más hemos estado
pendientes de las sirenas que de nuestros cometidos en altamar. Y por seguirlas, finalmente nos
extraviamos. Perdimos nuestro astrolabio. Creo que un marinero lo arrojó al mar. Su traición
fue perpetrada porque pensó que las sirenas serían suyas. Nos dejó sin saber hacia dónde
vamos para que únicamente nos quedemos mirando al mar a la espera de ver destellos.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Serán 6 meses de noche interminable. En la
bodega del Auxiliadora, un marinero cristiano nos hace misa una vez al año; si Malevike no
está presente aprovechamos el día para que no se nos olvide la tradición de liturgia. El breve
cura nos resume un capítulo cada vez, llegamos a los Tesalonicenses. Algunos ya estamos
viejos, pero el temor a la Bestia nos ha mantenido activos de ideas; sus apariciones, de cuerpo.
Ya olvidé cómo era el canto de los pájaros. El silbido ocioso de algunos marineros rescata en
mi memoria a un ruiseñor como si fuera un relámpago, como un fogueo.
(Ininteligible) La marimorena nos atacó antes de empezar la singladura y ya es de noche.
Cuando Malevike se acerca al barco los marineros sentimos frío. Como no hay sirenas es más
difícil sobrevivir. Su luz nos envolvía en un aura que nos protegía del Malo. Ya no tiene sentido
rezar a los dioses para que vuelvan. Únicamente el sol benigno nos da su apoyo. Contemplar
las estrellas es el consuelo del barco. Pero no nos alcanza para vivir.

Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Casi 23 años en altamar. Conforme pasan


los meses la embarcación se vuelve más y más inestable ante el oleaje tosco. Apartados de las
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distracciones de lo mundano, luego de tantos años, la tripulación recupera una serenidad que
perdió en tiempos inmemorables. Lejos de las ciudades los hombres dejan de esperar lo
superfluo. Ya no se lo invoca a Dios por cualquier tontería; el número de milagros que se
espera a lo largo del día está inspirado en la vida que nos circunda. ¿Aquí qué podemos pedir?
¿Que no nos corten las piernas los tiburones? ¿Quedarnos vivos cuando se va la Bestia? ¿Una
vez por semana lluvia para juntar agua dulce? Pero también están los que aman pedirle cosas.
Desde que se levantan la vida se transforma en una especie de apuesta para saber si Dios los
está escuchando. Si cosen alguna prenda, piden a Dios para enhebrar a la primera la aguja:
rezan para que el anzuelo no les rasgue la piel. Se sienten más especiales para los Dioses si
vuelven vivos después de cazar ballenas.

Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Vi a la persona que amo en todas las
existencias. Las sirenas están por todas partes. Me despierto pensando en ellas, en que me
quieren o que las quiero, o en qué sucederá cuando vuelvan. Quizás salga a cubierta para
esperarlas. Pero la reiteración de los recuerdos pasados es lo que más: por todos lados y en
cualquier momento pareciera que revive un encuentro que pasé junto a ellas. Las veo viniendo
a mí, como una vez lo vi antaño. Resplandecen ante la madera del casco durante las
madrugadas. Y me hace feliz saber que ellas están ahí. Es como si me estuvieran llamando para
que salga a verlas. Las veo brotando en mar, y con sus voces tocan mi alma.
Día (ininteligible en bitácora) (10 de la noche)_Navegamos en el cínico torbellino de la
incertidumbre. Cualquier dirección que tomemos podría tratarse de la verdadera. […] Por
aquí hay rumores de que se ha visto a una sirena deforme. Sin embargo, como si la esencia de
los destinos quisiera hacer contrapeso, también hay quien dice haber visto a una Diosa.
Continúa siendo incomprensible cómo es que la felicidad y la amargura manifiestan sus
influencias conjuntamente, puesto que la extraordinaria alegría que nos causaron las sirenas,
ha sido boicoteada por una leyenda que se nos reveló: ocultan un romance con Ares y son
propiedad de él. Su alianza perpetra guerras marítimas. Eligen dos navegaciones para
frecuentar. Entonces derrochan su luz sobre ambas tripulaciones. Así, el alma de los marineros
queda infestada con una sensación de embeleso. Maravillados por su esplendor, los navíos
persiguen luminosas estelas intermitentes en pos de la felicidad. Ellas, por supuesto, se guían
por un instinto preciso: se dejan seguir por un barco un poco y otro poco las sigue el otro. A
ambos van arrastrando hacia un punto de encuentro. Y se quedan flotando ahí. El resto del
caos sale por lógica. Lástima que pasó tanto tiempo hasta que lo supimos.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_A la derecha del escritorio tenemos un
bibliorato repleto de bitácoras. A su derecha, atravesando el ojo de buey, la mar nos conmueve
con un atardecer basado en nubes anaranjadas. ¡Cuántos cielos anaranjados se escurrieron
atrás del horizonte inmarcesible! Y cuántas sirenas que no se trataron de la mía se han
acercado hasta mí. He tenido mi oportunidad. Pero la desaproveché: ya es hora de
entrometernos en otros rumbos. No soy tan viejo como para hablar todo el tiempo de lo que
hice… ni de lo que hubiera querido hacer. Estoicamente, conseguimos restaurar grandes
averías que pusieron en peligro al Auxiliadora. Hemos perdido a buenos marineros; mas
sopesando el peligro en que nos vimos inmersos, francamente no nos fue mal. Extrañaré los
esfuerzos de la lucha por la supervivencia. El Leviatán quizás es vencido algunas veces, pero
siempre acaba ganándonos. Todavía no se inventó arpón que le destruyera. De todas maneras
los valientes marineros intentan cazarlo con lo que disponen a mano. Grandes espadas, redes,
alambre de espino: un popurrí de herramientas que al final escasamente le arañan. Pero a
veces eso nos basta, y lo mantenemos a raya de nuestros barcos. En consecuencia de este
alejo, el extravío de nuestra Bestia pulimenta de tal forma las rutinas de esta embarcación que
apenas tengo un motivo real para completar la bitácora. Después de todo, ya se han cumplido
más de 3 décadas que vivimos en este océano, y el desapego por las banalidades y artificios del
mundo se nos ha hecho completo, a pesar de que la Bestia aparezca a veces aquí. Además,
estamos todos en una cosa de acuerdo: jamás viviremos fascinación tal como la que se siente al
verlas brillar a ellas. Hemos visto otras estrellas que nos han conmovido en grande. Pero
únicamente el sirenaje y sus constelaciones tocan algo en nosotros que podría llamarse el
alma. Y sobre la Bestia, tan solo quedan rumores. […] Bienaventurados, hemos llegado al
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remanso de las aguas que hemos salido a buscar, aquí todo es placentero y tranquilo, aunque
las sirenas no canten más. El brillo que antaño me hizo feliz, hoy solamente es un anhelo que
espera en baladí.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Una honda melancolía se explaya en el
corazón de los marineros. La relectura de los astros nos hizo creer que estábamos cerca de la
fortuna que hemos buscado tanto. Nuestra Tierra Prometida. Pero en el mar hay también
espejismos. Para decepcionarme aún más esperé hasta verlo con mis propios ojos. Nos la
pasamos todo el día trabajando una explicación, pero aunque no queramos el futuro revertirá
nuestra singladura para que el barco regrese sobre su estela. No queda más remedio. Ahora,
los comentarios de las próximas generaciones que sepan de nuestra odisea serán “No me lo
imaginaba”; o “Los dioses nos estafaron a todos”. Todos hemos perdido, lo que ansiábamos
ya no existe. Después de tantos años de maravillosas reapariciones, el Auxiliadora agotó los
recursos para continuar adelante. Producto del embelesamiento, la pereza no usufructuó lo
suficiente al generoso variopinto como para que todos vivamos.
(Ininteligible) Dos jóvenes bonsai meditan su fotosíntesis a la luz de las candelarias. Sus auras
positivas lograron contener muchos arrebatos de la locura que me han contagiado los
marineros. Esa belleza me hace pensar en cuanto extraño a mi amada. Apáticamente, recibo en
mi corazón fugaces reminiscencias intuitivas en las cuales surfean imágenes suyas. Tarde o
temprano abordará la noticia de que murió. Su voz idílica fue un refugio para sanar las heridas
que nos dejó la Bestia. Ramonean en mi mente unas palabras meditadas hace dos días: hasta el
amor verdadero pierde sus fuerzas si uno no lo cultiva y pasan los años. Pero ahora, por mis
sentidos sólo entra el mar.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Como todos los hombres que buscan hacer
honor a un secreto, no solté prenda entre la tripulación. Esta tarde han aparecido en cubierta
unas inscripciones: letras de color leche nos han advertido acerca de otro monstruo
submarino. […] A eso de las 5 de la tarde apareció en cubierta una mariposa roja. ¿Cómo
habrá llegado hasta aquí? Ya hará 30 años que partimos y jamás nos acercamos tanto a la
costa como para que el bicho aletee hasta nos. Sólo queda la posibilidad que el gusano se haya
creado a partir de la descomposición de un escualo que nos olvidamos botar al mar. El
esqueleto fosilizó no sé cómo.
(Ininteligible)_Las maderas heladas hablan; se rumorea que están planeando una rebelión a
bordo. Tanto el ocio como las calamidades hacen imaginar una vida distinta a los hombres.
Los oficiales y los marineros sueñan; luego creen que sus delirios fueron sucesos, y traman
cualquier tipo de estratagema para cambiar sus miserables mundillos. ¡Desagradecidos!
¡¿Para qué los habré traído hasta esta parte del Mundo?! Los marineros se vuelven un poco
menos ignorantes con cada pez que han pescado. Y es gracias a la aventura del viaje que un
hombre se vuelve libro de geografía. Merced a estos paisajes el hombre es menos animal.
Pensar que los he guiado hasta aquí. ¡Sean caviar para Malevike! No existe cosa buena en las
aguas que me pueda compensar estar viviendo esto. A veces las sirenas pasan cerquita, pero su
luz no cura mi preocupación. Hasta los Dioses son insurrectos si se les ruega: contestan
súplicas con reveses. Con respecto al motín, para que no me vaya tan mal, quisiera hacer las
paces con las deidades. Al fin y al cabo la pesca importa más que mi honor. Es curioso lo que
uno va descubriendo si analiza el irónico comportamiento de los dioses. Poco resulta como lo
vaticinan Sus religiones. Aunque recemos, a veces gana la fealdad. Y si tratamos de ser
geniales en las pequeñeces, Ellos nos envían el fracaso para pisotearnos la inspiración. La
tripulación, supersticiosa, se suicidó. Solamente quedamos 3. En pocos días, cuando por fin se
acaben las provisiones, nos miraremos entre nosotros con un dañino interés.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_ Durante toda la noche el sonido del viento
en el Mediterráneo hizo que nos mantuviéramos atentos. A pesar del desvelo, la mayoría
pudimos recordar sueños. Después, conforme el día se nos iba desarrollando, únicamente
guardamos de ellos algunas ráfagas de memoria. Apariciones inoportunas lucharon en
contra de la tranquila confección de nuestros emprendimientos. Sólo al nombrarlas
prosódicamente se consigue romper por un instante el hechizo. Aquí sufrimos igual que los
prisioneros de guerra. El marinero vigía vio como una vez la sirena se convirtió en la Bestia.
El sonido del mar aterra no porque sea horrible, sino que parece eterno. Los relojes marcan
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el avance incontenible de los minutos para que al verlos recordemos nuestra mortalidad. A
cada instante el tiempo libra una batalla psicológica en contra del homosapiens, haciéndole
ver que no durará por siempre.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_No queda mucho por hacer; nuestra última
avería ha estropeado todas las reservas que nos aseguraban la subsistencia en el mar. Vi
saliendo de eslora una arteria de aceite que se ensanchaba, entretanto devolvíamos la mar al
Índico. No sabemos cuánto más resistirá el Auxiliadora, los mapas nos muestran islas en donde
podríamos salvarnos del hundimiento, mas en la realidad nada coincide con aquellas
cartografías. Haré luto anticipado a las ilusiones que me persuadieron para zarpar. No
terminaré mis novelas en este año. Y el verdadero amor no será cosa de esta vida. Aunque una
vez he estado muy cerca. Pero finalmente me di por vencido. Cuando muramos sentiré que he
vivido en vano. En el recuento de mi trayectoria, la vida y su cíclica historia tan solo me
habrán llenado de mal sentimiento y carencias.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Gaviotas nos avisan de la proximidad de un
puerto. Un marinero sale del camarote para ahuyentar a un ratón huido. En cuanto a lo más
sagrado: las sirenas se han apagado casi de golpe. Extraño deslumbrarme con su existencia
lumínica. Sorprenderme con su saludo mímico; temblar mientras las miro. Parece mentira,
pero aquello que he amado tanto, y que perjuré amaría por siempre, hoy se ha perdido con la
marea. Las sirenas, antes tan vivas, ahora flotan inertemente en la superficie del océano
Índico, como si fueran corchos de vino que sobraron de alguna fiesta a bordo del barco.
Alguna quizás emite luz, pero enseguida se apaga. Ya nunca más me quedaré en proa a la
espera de su regreso, ni saldré a mirar las onduladas aguas del océano pensando que si están
su luz me impregnará la piel. Alguna todavía desea hablar. Pero muere al instante. Las sirenas
tan solo serán un nombre que nunca aprendí a escribir. El graznido de las gaviotas cesó, y
desapareció luego de media hora tal vez. Lo único, dejó secuelas en la estructura de la
ciudadanos. ¿Por qué el Señor permite que tanto mal torture el alma de los decentes? Sólo una
cosa nos queda a nosotros, los gentiles: el consuelo de la distracción. Quizá los hombres elijan
hacer el mal porque así llenan el vacío que hay en sus almas. Y aunque hay decentes que
soportan una injusticia tras otra, lo único que acaba dándoles Dios es el consuelo de algún
jueguito. Pero nunca les da el amor. Las sirenas se quedarán en la mar. Aunque jamás se
marcharán del todo de la mente del Auxiliadora. Serán una parte del alma más.

Final de Perdidos
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Remanso

50 años. El molusco dañino no consiguió diezmar tanto a la


embarcación como para que la resistencia al hundimiento cediera
finalmente. En el barco se confunde la procedencia de los gritos de
felicidad. La tripulación está ansiosa por acabar el día e ir a descansar
ya.

Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible en bitácora)_Volvemos a casa. Los


marineros ovacionan el regreso a la civilización como una victoria en guerra. Hemos
conseguido reparar el Auxiliadora. Nuestro barco continuará a flote por las mareas del Índico.
Semejante al salmón repatriado, así volveremos por mar a la tierra que me vio niño para que
me vea morir allí. Flotaremos sobre los mismos campos de orejas de mar que alfombraban las
oscuras profundidades de nuestro éxodo. Las sienes blancas y algún muñón, cosas así serán
crudo testimonio de un viaje que duró años. Y en algunas casas, nuestras familias ya no
estarán.

Día 17044, 9 de la noche_La senectud ya hace unos años que nos es familiar a todos. Además
de la Bestia, algún naufragio, hubo también tripulantes que fallecieron de viejos. La salinidad
de la atmósfera logró que ninguno de nosotros conserve la dentadura entera. También
perdimos dedos, brazos y ojos. El contramaestre se quedó ciego y ya casi no se levanta. La
indigesta de altamar nos habituó a comer poco, por eso –creemos– duramos más.

Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Los Dioses moldean el orgullo de los


hombres según la propiedad con la que expresen aquello que tienen para decir. Así pues, a
mayor elegancia tengan las líneas nuestras, con mayor interés y respeto nos juzgarán los días.
Ellas se fueron. La autocompasión ya no boicoteará nuestros actos. ¿Por qué la voluntad de los
hombres no tiene voto cuando el destino ya resolvió cuanto tiene que suceder? Las ilusiones de
un mundo nuevo se quedaron sin un puerto a donde llegar. Ya no tienen razón de ser. ¿Qué fin
tendría quedarse aquí? ¿Para lidiar con la Bestia? ¿Ir a buscar una tierra que no existe? No
pudimos hacer nada: aunque la razón me ordenaba otros rumbos obedecí al instinto que me
pidió ir tras ellas. La premonición era interminable. Ahora que lo estoy pensando esa atracción
hacia su belleza fue responsable de muchas tragedias nuestras.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Una oscuridad ya antes conocida nos visitó
de repente. Algunos la han utilizado para recordar episodios que no desearon vivir. Otros, en
cambio, intentaron unas últimas correcciones a sus libros escritos desde que el barco zarpó. A
bordo se cuece un clima a festejo, gracias a nuestra vuelta al puerto anunciada ya hace 2
meses.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Oímos cuchichear las corrientes. A veces
nos hallamos en un nudo de marimorenas. La belleza que anhelábamos tan solo se convirtió en
una paradoja más. Entretanto los pececitos vuelan: el buzo táctico ha visto a la manta-raya
sobrevolando la superficie de los fondos abisales. Sus alas de 4 metros de envergadura se
agitaban al compás de las mareas submarinas, como si estuviera bailando una especie de vals
sensual. Pateando arenas viscosas, vio solasteres quintuplicando los brazos de las estrellas de
mar. Sin las sirenas, el mar parece más un desierto. Ni las focas ni los otarios adornarán
peñascos en el estrecho de Magallanes. Todos vamos muriendo a causa de que ellas han
desertado del mar. Pero todos tenemos un deseo en común: queremos causarles daño. Una
venganza en memoria de nuestro amor. Sentimos que de algún modo los dioses nos han timado.
Si Sus planes eran quitárnoslas desde un principio, ¿entonces por qué nos ilusionaron tanto
con verlas siempre? Toda la nave está un poquito más triste. Hubiera sucedido cualquier otra
cosa, que igual ya tenían el alma jurada para otro mar. Nosotros nadaremos en el nuestro.
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Veremos morenas y tiburones. Dedicaremos la vida a documentar la metamorfosis de las


anguilas; perseguiremos su existencia hasta el mar de Zargazo para aprender así de la fresa.
¿Qué más da el oficio al que nos acostumbremos? La mitología fue cierta, estuvimos cerca de
ellas y ya no nos enamoraremos más. En cuanto a su vívida existencia, sé que las cruzaremos
de nuevo. Mi lealtad a los dioses no ha perecido del todo, sin embargo esta herida logró que ya
no quiera agradecer nada en mis rezos de madrugada.

Iniciando el viaje de regreso: Esperamos el grito venir de cofa para que nos avise de la
aparición del rorcual azul. Nunca vimos más de dos juntos: de barriga rallada y calloso el
lomo, tiene mandíbula de peleador. ¡Ya lo oímos allí afuera! Como si los grandes dioses
bufaran de cansancio, nuestro mamífero salió a respirar en el comienzo de la medianoche. Las
anguilas migratorias son lucecitas fugaces fulgiendo en la superficie marina con efímeros
resplandores. Duerme el salmón al igual que las tortugas del mar. Por la mañana creímos ver
una pardela picofina. Pero a esta altura del año únicamente vuelan al Este sobre el Pacífico.
Sólo en las costas del Índico se ven las aves. El rorcual decidió acompañarnos: aún pueden
oírse sus roncosas exhalaciones al otro lado del casco. […] Ni continente, ni Bestia, ni las
sirenas tampoco. Hace ya muchos meses que padecemos la apatía del mar. Y el rorcual
también desapareció.

Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Luego de 3 semanas las sirenas otra vez
brillan, aunque su brillo no sea el mismo de antes, aunque fulguren más tenuemente. Todo
cuanto ocurre en su entorno es buena profecía. Es que brilla también el mar en donde se
mueven. Quizás las orcas reojeen con bondad sus reapariciones. El sentimiento al verlas nadar
es tan bello como abrir una cajita de música.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_ Y recién me doy cuenta: ¡Hace tanto
tiempo que la Bestia no nos persigue! Los traicioneros piratas no se compararon con su
peligro. Pero igual hubo también cosas bellas en derredor nuestro. Los días y días de ocio han
logrado en los botes remeros un musgo que forma la cara de la Reina. Tenemos un compañero
que aunque se esfuerce no es capaz de realizar las tareas tal y como se las propone. Se da por
vencido fácilmente. Creo que las sirenas lo han fascinado a él también. Y en consecuencia le
atontaron el desempeño. Antes era un buen marinero, disciplinado y activo. Pero después de
que las vio a ellas me recordó a un oso en siesta. Cede muy fácilmente ante su cansancio. Todo
lo deja a medio acabar. Controla los minutos que restarán para acabar faenas. Y siempre se lo
ve absorto pensando en la hermosura que tienen ellas.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_ […] Imaginad el número de yubartas si el
bullicio de su canto es el Infierno. Esta semana muy pocas veces nos hemos cruzado con las
sirenas. Igual que un caracol avanza sobre las hojas de una gardenia, el Auxiliadora parece
avanzar por encima de las confusas aguas del Índico. Ni Bestia ni las sirenas, pero tormenta
tampoco hay. Ignoro cómo fue que se desarrollaron insectos en la cubierta, pero molestan más
que el sol brillando sobre las aguas a la hora de diferenciar tierra en el horizonte. La
tripulación ya está harta: necesitamos sopa y mujeres. Algunos ya han olvidado el frescor de
los coqueteos y las conquistas. Por el momento y quien sabe hasta cuándo, la única con quien
podríamos coquetear será con la muerte.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_Con la marea baja quedan las algas
tomando el sol, y una peregrinación de erizos camina al paso de caracoles por las estrías
playeras de la resaca. Después las aguas traerán más vida a la costa con las olas del altamar.
Llevamos tanto tiempo navegando que los hombres de abordo han perdido cualquier interés
por la moneda. Aquí ni el oro ni el trueque sirven de nada. Eso es muy importante: al no darle
más valor al dinero, el Espíritu de mis marinos se ha tornado incorruptible. ¿Pero de qué nos
sirve semejante integridad en donde no existen cortes que nos sobornen? Parece que los Dioses
han destinado a los hombres para que adquieran cualquier virtud cuando ya no le sirve más.
BITÁCORA DEL AUXILIADORA

Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_¿Qué haré –pienso–, mañana, en el


Auxiliadora? En esta vida la hacinada de nuestro sufrimiento no se compensa con acumulación
de bienes. No sé cómo lo logró, pero el Diablo me ha persuadido para destruir algunas bellezas
aquí en el barco. ¿No merezco, por ello, la aparición de las sirenas? Todos los sueños que fui
juntando para darles se quedarán en el misterio.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible en bitácora)_A pesar de mis pecados, hace
dos días, algo brilló en la superficie del Índico. Hay en el barco un sabiondo que dice que son
sirenas. Otros, a quienes la crudeza del océano convirtió en descreídos de los sentimientos, que
se trató de un destello común del mar. En lo personal, la negrura total de aquella noche
equivocada no me permitió diferenciar cuál de las dos suposiciones acertó más. ¿Dragones,
tortugas, Demonios o calamares gigantes? ¿En qué otra forma nos perseguirá la Bestia? Creo
que la máquina de torturas se ha puesto en actividad de nuevo. Bestia y sirenas compiten
ininterrumpidamente por el Destino del Auxiliadora. El sistema de navegación parece un ciego
perdido. ¿Qué nos deparará el mañana, la semana que viene, o el año entrante? ¿Qué sueños
se habrán cumplido cuando nos llegue el futuro? ¿Podré casarme con la mujer que quise? ¿Y
cuántas me habrán querido? ¿Habrán sido honestos quienes traté?
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible en bitácora): Para distraerme de lo
repugnante cogí un volumen de la biblioteca: tenía dos hojas blancas; una continuaba a la
otra. Mañana quizás reaparezcan los delfines que nos alegraban la vida. Se adelantarán al
Auxiliadora, y si hay buen viento perseguiremos su estela grácil.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible en bitácora): En la sala de reuniones un
prócer de los océanos cuelga dentro de la pintura de un cuadro. El capitán Davis, es para
nosotros una inspiración, un ejemplo de valor. El sentido del Auxiliadora debería ser el
opuesto; entonces los pesqueros regresarían colmados y los tripulantes felices. Muchos ya
gruñen sin parar del aburrimiento, rezongan cual tormenta que va a empezar. No ha de ser
muy difícil que nuestra suerte mejore.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible en bitácora): Los peces del mar saludan al
amanecer. Saltando a flote respiran el aire puro. Nadie sabe que volveremos. No se cruzó con
nosotros buque alguno que transmita nuestros correos. Cuando arribaba el barco mensajero
las mujeres corrían hasta el muelle para ver quién sería primera en abrir un sobre, iguales a
niños que van a hacer los mandados y corren a ver quien llega primero para quedarse con el
vueltito.
(Ininteligible)_Entre otras cosas, averigüé en un libro de artes ocultas, que los dioses han
provocado a los hombres durante siglos, enviándoles un problema tras otro. Ellos siempre se
ríen de Rummenigge. Me rodean de vicisitudes que jamás podré remediar. Hinchan las velas
con vientos nefastos, por ejemplo; causan goteras irremediables para producir el insomnio en
los navegantes. Hemos descubierto que las sirenas son harto incompatibles con estos avatares.
Timoratas, desaparecen durante semanas si detectan que los dioses tienen ganas de jorobar. Y
les da trabajo volver. Amén de su cualidad curativa, las sirenas son vergonzosas.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible en bitácora): La puerta del camarote
permanece cerrada. Algunos espíritus aparecieron, pero huyen pronto. El aire a barlovento es
vehemente, pero con el velamen andrajoso y nuestras anclas derribando los espilógrafos, o
machucando a las sedosas actanias, el Auxiliadora tiene asegurada una latitud inmutable. Casi
una semana sin contacto con las sirenas nos ha aclarado, tanto a mí como a los otros
miembros de la tripulación. Ya comenzamos a experimentar aquella envidia desesperante por
todas esas personas que eligieron quedarse en tierra. Sin embargo hemos cursado un día
magnífico. La tibieza de un sol de otoño fue el primer buen auspicio que envalentonó a los
marineros para continuar con nuestra exótica peregrina. Ellos ya no padecen la misma locura
que en un principio. Para matar el tiempo se los escucha repetir el mismo comentario una y mil
veces. Se alimentan la alegría unos a otros diciéndose el mismo chiste. ¿Qué habrá inventado
la civilización para cuando volvamos a tierra? Y cuántas veces estando allí pensaremos en las
sirenas…
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible en bitácora): 1 hora de insomnio. El
Auxiliadora lleva 2 días arrastrando roturas importantes. Pero no fueron consecuencia de
Malevike. Con los años el deterioro es inapelable. La mar nos forzó a reducir la arquitectura
BITÁCORA DEL AUXILIADORA

de nuestras vidas. Gracias a esta simplificación fue que aprendimos los secretos del hombre y
del pensamiento. Es muy posible que al no estar ellas el sufrimiento de nuestra mente se
desdoblara sobre la embarcación formándonos las desgracias. En reconocimiento a esta idea,
en una reunión, muchos de nosotros concluimos que existe una gran probabilidad de que
nuestra pena, al no haber sirenas, acongojara al navío hasta que su tristeza resquebrajara
tablones y oxidara el acero. Aprendimos también que rezar a veces llama al milagro. Por eso,
lo que no conseguimos reparar nosotros, se lo dejamos a la plegaria y a Dios.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible en bitácora): Amaneció. A 50 metros de
profundidad, enarbolados campos de virgulañas. Estupendas gorgonias construyendo paredes
submarinas. Las sirenas se han ido. No las recuerdo siquiera. La ausencia de lo amado
desenamora al corazón y a la mente. Y ni siquiera me enorgullezco de haberlas visto. Así la
Bestia nos ha dejado. Por ende el aburrimiento lidera entre los ánimos de nuestra
embarcación. Luego de tanto tiempo en el mar, al Auxiliadora lo han poseído pestes que ya se
han ido. Diezmó el número de marineros y hemos tenido que reclutar a otros en puertos
insospechados. La ubicación de los astros marcó 14 meses de hambruna. Hasta las ratas
desaparecieron. En aquel tiempo donde la enfermedad reinaba, Malevike no demostró ningún
interés en el barco. Ya que la Bestia se convirtió en nosotros. Cada hombre a bordo pasó a
convivir con una entidad agresiva. Incluso yo –Rummenigge–, fui mellado también un poco de
adentro hacia afuera. Pero la buena suerte llegó. Y la peste regresó a tierra. Gracias a Dios,
no atacó a nuestra ciudad: los vientos la arrastraron hacia otros gentíos. Sólo la vejez se
preocupó por restar unidades al número de hombres en nuestro pueblo. Pero en el resto del
Mundo, 1 de cada 5 murió.
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible en bitácora): De madrugada las olas del
océano son como la respiración de una amante. Hoy no existen los delfines ni su parloteo
frágil. El mar es pacífico en general. Únicamente el vocerío de los marinos quebranta la
anatomía de su aplomo. La Bestia es una excepción, una grotesca excepción. De todas
maneras, Dios nos ve aquí embarcados en nuestra empresa pesquera, a colación de ver tierra.
[…] El día promete tiempo para pintar. La rutina nos ha jurado una reiteración de sirenas.
¡Antídoto para las infecciones que le putrifican los miembros a los hombres de la tripulación!
Día (ininteligible en bitácora), hora (ininteligible)_La calidad de mi cansancio me hace pensar
que he dormido lo suficiente como para que sean las 6 de la mañana. Si no he dormido más se
debe a que el acecho de nuestra Bestia nos pone en vilo. La desventaja militar me ha hecho
elucubrar todo tipo de venganzas. Lo que llamamos “venganza” siempre mantiene una
indiscutible calidad de justicia, puesto que se origina en alguna provocación, un ataque, en una
inmoralidad. La venganza siempre será más justa que la inacción o el perdón. Es debido a esta
afirmación que, los ataques de nuestra Bestia, no han de mantenerse impunes. ¿Y qué hay de
nuestras sirenas? Que por aquí van 2 jornadas en las que sus amorosas apariciones no nos dan
muestra de que nos quieran. De todas formas tengo la corazonada de que están aguardando a
que llegue el momento oportuno para hacer otra aliviadora reaparición. Los botes rotos hacen
pequeñas oscilaciones de péndulo, como conmemorando los días en que salían a la caza de las
ballenas. Pero mientras tanto: obscuridad y nada más, como dijo el poeta. Siquiera las sirenas
alumbran nada con su luminosidad intrínseca. ¿Qué especies esconderán nuestros dioses en la
negrura oceánica de las noches y madrugadas? ¿De qué colores serán los humos de las
esporas que respiran letárgicamente en las profundidades del mar? Las tareas que terminamos
a bordo nos han dejado el desánimo de la desprolijidad. Nada nos queda perfecto. La limpieza
de la cubierta, las inmundicias de lo pescado, la sujeción del velamen… Todo queda con algún
defectito, como las cosas hechas por los ancianos.
(Ininteligible) Como conté: las sirenas se fueron hacia otro mar. Aquellas aguas son
bondadosas, como un novio que ama. Las sirenas se prometieron a él. El dolor levita por el
Auxiliadora como un fantasma purgándose por los males. Lamentablemente ni la fuerza de las
palabras revierte ya maldiciones, lo único que nos queda es el conocimiento que nos dejó el
corazón hecho añicos. Otros Dioses trataron de convencernos para volver atrás. Nos dicen que
estamos locos, o que somos unos desagradecidos. Y quienes debían darnos socorro,
dificultaron nuestra travesía con más desgracias. Pero este es un viaje de nunca acabar. Tal
vez las sirenas quieran probarlo todo, y al no seguir convenciones que forjan las buenas
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costumbres de nuestro mundo, no se dan cuenta de que teniendo amor está mal venir a
buscarnos a nosotros también. Aquí dentro ya nada importa: ni la mujer que nos despreció ni
tampoco la tiranía con que los reyes mandan al mundo... Ni la preparación de un futuro. Pero
nunca estuvimos tan encontrados como ahora que las sirenas han partido. Hace tiempo que
nuestra brújula dejó de tener un Norte, y sin embargo en el interior del Auxiliadora hemos
encontrado un espacio que podría llamarse hogar.

Final de Remanso
BITÁCORA DEL AUXILIADORA

Para la bitácora del Capitán

Rummenigge abre un nuevo cuaderno para realizar un compendio de


los hechos más destacables de la caza de las ballenas. Verifican
leyendas, los exorcismos y otras extravagancias de los espíritus. Cosas
así son las anotaciones para la Bitácora del Capitán.

Mi querido Señor,
Pasaron años y años desde que estamos en altamar. La noche ha sido friolenta; la madrugada
lo es todavía más. Desde los peñascos se orquestan los ecos de un lobo marino, mientras que el
oso de mar bucea en dirección a la costa. Los manatíes dormitarán sobre la comodidad de las
algas del arrecife. Sin embargo el Demonio siempre está velando. Acecha. ¿Las sirenas? Hace
más o menos 7 años que no visitan mis sueños. Sólo al soñar con una canción de cuna, se coló
una en una imagen fugaz, más rosa que de costumbre.
También la ausencia de las sirenas es cautivadora. Tan solo las vemos de lejos. Las estrellas
siempre se ven de lejos. Confiesan los navegantes que una dulzura incomparable asalta sus
corazones cuando evocan aquella luminiscencia, como si estuvieran tomando sol.

Mi querido Señor,
Muchos nos olvidamos que cada tantos años hay un bisiesto. Hoy y no ayer se están
cumpliendo 2 años desde que estamos en altamar. Los calendarios aún le son útiles a esta
embarcación; a pesar de que no tocamos más tierra. Dos días atrás vimos a las sirenas. No
pudimos afirmar que esplendieran. La distancia no ha colaborado para que podamos describir
al detalle esa visualización. Pero tanto a los tripulantes como a mí, nos ha embriagado un
sentimiento de calor en el alma. Aquella noche soñé con Ares, quien me exigió que olvidara el
amor que por ellas siento. ¡Eso sería un imposible! Aunque he de ser franco: después de dos
años el enamoramiento mengua. Día tras día se van quitando una a una las catáfilas de la
pasión, para que se afirme en nuestro interior un sentimiento permanente de amor verdadero.

Mi querido Señor,
Como el canto de las ballenas se escucha el sonido de otro pesquero. Ya lo hemos cursado
todo; apresuraremos nuestro regreso a Europa subiéndonos a la corriente del Golfo. La
tripulación ha sido testigo de los ballenatos saliendo a curiosear las curadas constelaciones.
Llenos de valor, poblaciones nativas nos han impresionado al norte de Sudamérica; las armas
no nos proporcionaron ventaja. Los nativos no tienen precaución en envenenar las aguas de
sus ríos si con ello logran diezmar nuestras fortalezas, aunque se maten ellos también. [...]
En su mutualismo, 2 especies submarinas serán provecho una para la otra. Los tiburones se
dejan acicalar por el desparasitaje de la altruista rémora, mientras que (por su viciosa
deglutación) esta se encuentra remunerada por la ósmosis de la leal protección de las hileras
de dentaduras, las cuales deforestan los amenazadores bosques de la depredación cercana. El
pez payaso se camufla entre los venenosos tentáculos de las anémoras, veneno para el cual
nace ya inmunizado pero sus enemigos no, por lo tanto han de mantenerse alejados; su
presencia atrae alimentos para la marcial actinia. Los pescadores de Mauritania obtienen
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provecho de los bancos de lisas, que son empujados hacia las redes por los delfines que las
persiguen. [...]
Y así pudiera contarle yo, mi querido Señor, sobre un raudal de estos casos en los que dos
especies marinas interactúan para obtener un beneficio propio. Pero me pregunto cuáles son
las ganancias de las sirenas apareciendo cuando Malevike viene hasta nos.
Hemos observado nuestro horizonte desde semanas atrás; únicamente vimos la savana del
agua azul. La Bestia, vulnerable, ya no hostiga a nuestro navío. Tampoco los dioses castigan a
nuestro viaje con la bravura de las tormentas. Las sirenas han tenido su última aparición
algunos días atrás, perdí la cuenta de cuántos. Pero es lo único que nos preocupa, que tampoco
estén ellas.

Mi querido Señor,
Luego de mucho tiempo sin resplandecer, un mediodía seminublado, su entelequia acarició la
piel de los tripulantes y las maderas que elaboraron este pesquero. Se nos mostraron en una
constelación de 8 mujeres, a la cual recordamos como el contorno de un lobo. […] Los mapas
de navegación señalan una ruta que serpentea entre acantilados. Otras mitologías se vuelven
ciertas en aquellas partes del agua: ballenas tan grandes como ciudades son divisadas desde el
carajo a 15 kilómetros de distancia. También sigue habiendo leyendas sobre monstruos en
tierra firme. En lugares remotos viven los entes que roban la tranquilidad de los hombres. Su
enmienda consiste en crear el caos siempre que haya oportunidad. [...]
En el camarote, el silencio de la madrugada conforma un amoroso orden. Vientos perfectos
acarician el oleaje del Índico; sus infinitas tubas tocan una melodía de Mozart. El Auxiliadora
cruje cual mecedora en el medio de la nada oceánica, como si fuese un cachalote digiriendo a
30 Jonases. Hace muchas semanas que el espantoso Demonio dejó de perseguirnos. Y en la
tripulación a nadie se le ocurriría pitar el zafarrancho. Algunos marineros ya han terminado
esponjosas novelas desde que estamos en altamar. Cada cual se imagina un entretenimiento
para que el ocio no lo emputezca durante los ratos de tiempo libre. A lo lejos se escucha el
vocerío del imponente acorazado La Amada. ¿Es este Universo el creador de nuestros Dioses?

Mi querido Señor,
Siempre que me levanto nervioso echo un vistazo en el exagerado compartimiento de los
remeros. Por hendiduras del casco, en la superficie del océano farfullan las aguas
infinitamente ondeadas. Hoy a la tarde, el viento a favor daba ocasión de descanso a esos
preocupados varones. El arte es el talento de algunos. Por supuesto, la inspiración que
contagian en la demás tripulación es oportuna. Muchos olvidan a nuestra Bestia gracias al
sentimiento de compasión que un garabato infantil les causa. [...]
Nuestro atardecer tiñe de diferentes anaranjados a los tablones del casco y a las superficies del
mar. Las sirenas aprovechan cualquier momento como este para hacer un armonioso juego de
colores con el escenario marino. Hemos visto a un pez espada, ballenas y también conchas
viviendo en ellas, así como a minúsculos pececitos mamando de la barriga de un tiburón.[...]
Un ballenato y su madre conversan en un idioma de coplas gustosas, mientras el ancla se
arrastra por encima de las algas y las conchas del suelo submarino. Otra embarcación nos
comentó que oyeron un comentario de que la Bestia agonizaba enferma a 2 continentes de aquí.

Mi querido Señor,
Cuando no están, se extrañan. Su gracia, su belleza… su musicalidad. Su alegría intensa, que
únicamente podría compararse con la de los delfines que saltan ante el Auxiliadora al
atardecer. A estribor, los botes remeros aguardan a otro momento de cacería. No podrá ser
hasta mañana. El día cierra las puertas de la oportunidad con el atardecer. Y las faenas tan
solo serán de abordo. […] Quizás mañana repitamos la buena fortuna que aprovechamos en
este día: todo lo que intentamos nos salió bien. No sea lo que otras veces, en donde hay
equivocación y fracasos durante toda la singladura. Respecto de las sirenas, no sé si volverán a
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centellear otra vez. No sé si brillarán con su enamoradizo esplendor, o si meramente al


atardecer la sombra del velamen izado se desplegará sobre la cubierta como un costillar
vacuno pelándose en el desierto. No sé qué pasará. Pero a pesar de esta ignorancia, cuando
recuerdo su fluorescencia, en la intuición se genera una apuesta por la esperanza. Desde el
sitio que uno las mire, cautivan. También en las madrugadas oscuras fulguran: su luz irradia
cierta periferia marina.

Mi querido Señor,
Gracias a Dios, la frescura de altamar impide la sofocación del verano del trópico. Estamos en
la hora en que las sirenas comienzan a brillar. La madrugada es soporífera, y ya antes de abrir
los ojos he sentido el hormigueo que me causa su luz maravillosa. Otras especies se esfuerzan
por imitarlas. Pero jamás tendrán brillo por sí mismas, ni siquiera llegan a título de artesanas.
Es muy especial la conversión que sufren los marineros que alguna vez han sido cautivados por
las voces de las sirenas: hay hombres que con solamente experimentarlo una vez viven
buscando sentir de nuevo aquella fascinación que vivieron al escucharlas. Algunos, al
despertar, se sienten felices de tener en sus mentes la hermosa figura de esas sirenas, aunque
sea enfermiza.
En cuanto a la Bestia, hemos de cambiar de arma si queremos asesinarla. Se escapa a todos
nuestros arpones.

Mi querido Señor,
Fueron los días más largos de todo el año. Buenas mareas empujaron a las sirenas hasta otra
latitud. No aparecieron en 30 meses. Y cuando regresaron ya no cantaban con la dulzura de
antes. La oscuridad de entonces fue atroz. Recé por oírlas una vez más. Entonces reparé en que
todas mis oraciones habían sido en baladí, inclusive las primeras. [...]
El océano está misterioso esta madrugada. La superficie ondulante hace ruido, como si
estuviera chispeando el cielo y la lluvia reborboteara en las aguas espesamente saladas. Pero
no es otra cosa que las exhalaciones de unos ballenatos sonámbulos. Las sirenas también
cantaron en coros desde antes que nos durmamos. El recuerdo de su infinita canción nos ha
dejado sin energía. Alguna ola levanta la superficie del océano. Y los vientos aúllan con una
voz inusual.

Mi querido Señor,
También estaban sedientos de mujeres. La tripulación necesitaba recordar qué se sentía en el
cortejo y en la copulación. Muchos ya se figuraban que iban a morir lejos de su casa y sus
familias. Ningún parentesco caminaría hasta el muelle para verlos arribar. Todos perecerían
en aguas turbias, ya sea por la tormenta, ya por la Bestia que arremolinaba la mar copiosa.
Aquí el amor se nos escapa como un jilguero que no cae en la trampera. [...]
Cuando disponemos de la alimentación oportuna nuestra forma de comer roza por poco la
glotonería. Como si se tratara de un néctar, las suculentas ballenas se deshacen en nuestro
paladar. Aunque nos las zampemos de golpe no nos perjudica en nada: tras rachas de
hambruna hemos desarrollado los vientres duros. Sin embargo las caries han hecho que los
marineros tengan la dentadura igual a los niños que se le parten dientes de leche. Zarpamos
para colonizar nuevas tierras. Pero ahora los días giran en derredor de dos cosas: las Bestias
y las sirenas. Tampoco va a ser cuestión de que estemos hablando de ellas todo el santo día.
Cada cual sabe lo que pretende de esta vida, lo mantenga en secreto o no. Cada uno de los
hombres ha encontrado una forma de desahogarse: el que no le cuenta sus penas a los demás
escribe diarios. Y quien no, pinta. Las sirenas nos impresionan a todos, y debemos crear para
no asesinar a los otros. Sin excepción los marineros deben encontrar la manera de controlar el
manantial de emociones que cada cual experimentó al verlas. Ya que nos hemos aventurado en
una odisea así –digo, la cacería de nuestra Bestia–, el destino encontró una forma de mantener
equilibrados al bien y al mal: y creó a las sirenas, para que nos merezca la pena vivir lo atroz.
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Quizá los dioses nos hayan negado una parte rica del variopinto. ¡Tanto que nos había costado
ganarnos este lugar! Pero ellos son así: Pan para los rebaños, Ares para las armas… y
Afrodita para el amor. En tierra firme hay dioses hasta para la calamidad. En cambio aquí, en
la mar, de todo se encarga un monoteísmo. Poseidón controla un mundo que va desde las
esporas hasta los vientos huracanados. Cuando subsistir depende de Él, una intranquilidad
cegadora posee a cada uno de nuestros pensamientos.

Mi querido Señor,
La Osa Mayor orienta nuestro timón; estaríamos perdidos si no fuera por la noche. Un
batallón de sirenas da guerra a la oscuridad de altamar. Suele pasar que cuando nos dormimos
sin estar orgullosos por nada de lo vivido, al otro día nos despertamos sin la necesidad de dar
las gracias a Dios por nada. A estas horas, si creemos que alguien nos quiere, es porque
estamos malditos. El hechizo de las sirenas se confunde con la necesidad de escribir o de
pintar, de hacer arte. Sólo es menester pensar en hacer bien nuestros trabajos, de ese modo
apostamos que las sirenas al fin se irán a fuerza de ignorar el recuerdo de su perfil.
Finalmente, son tan rastreras como cualquier mujer. Pero aunque las olvidemos, en el fondo
siempre existirá la esperanza de que abandonen su mar para que nos amen. 3 meses han
pasado ya desde la catástrofe. Y hay días en que las sirenas quedan atrás si el barco sigue a
una diosa.

Día siguiente:
Mi querido Señor,
Hablando sobre lo mismo, los Dioses son también engañosos. Amenazan con darnos tregua
pero en realidad están cavilando una emboscada de Malevike. Todavía no descubrí porqué.
Dicen textos muy santos que es porque no utilizamos nuestros talentos. Los hombres, que es por
rodearnos de gentes inadecuadas. El caso es que Ellos nos envían señales continuamente para
que nosotros nos animemos a fisgonear en ciertos mares y en otros en cambio no. Pero después
de mucho zarpar, cuando en nuestra ilusión se ha trazado el rumbo de lo posible, todo resulta
al revés de cómo se planificó. En ello radica la ironía.
En otras ocasiones, tal vez para compensar, cuando ya dimos por perdido todo lo que soñamos,
los Dioses parecen tener piedad de lo que sentimos. Entonces nos dan ese golpe de buena
suerte y fortuna. Muchos peces son en el mar y muchas especies hay. El problema cae como
una ola sobre nosotros si nos encaprichamos con una sola.

Mi querido Señor,
Ya amaneció en la mar. El día promete ser agradable. Amanecer en la embarcación es harto
diferente a los despertares en una ciudad, si no tenemos tierra a la vista el horizonte no guarda
ningún secreto. Los rayos del sol no tienen necesidad de trepar sobre las casas modestas y sus
fachadas. Y en un segundo, la luminiscencia recorre ya medio mundo. En las costas, claro, el
hábitat del arrecife comporta una sintetizada civilización submarina. Medio siglo, más o
menos, pasó desde que vinimos al mar. En pocos años otro continuará estos leales informes,
aunque se diga que Vd. murió.
Es un día triste para todos nosotros: las sirenas han desaparecido. Sin sumergirse, se
hundieron. A falta de las sirenas, nos consolamos mirando el cielo. Pero lo más triste es que en
todo este tiempo no pensamos en nada más. Más o menos en medio siglo no hemos hecho otra
cosa. El recuerdo de sus apariciones se convirtió en un tripulante más. Y un buen día
odiábamos todo lo que no fueran ellas. Pero luego de mucho tiempo sin la persecución de sus
imágenes la intelección se nos aclaró. Y vemos al mundo tal como es. No perderemos más
tiempo con lo ilusorio. Ahora que nuestro juicio se ha desparasitado de la corrupción del amor,
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somos capaces de planear un futuro en donde se cumplan metas en vez de romanticismos. Lo


lamentable son tantos preparativos para quedarnos viviendo aquí. Los años no vuelven más.
Hemos descuidado la memoria de nuestras familias, el afecto de nuestros herederos, la pasión
de una amante. Envejecimos queriendo algo que jamás nos iba a pertenecer. Ellas se deben a
la voluntad de otros Dioses. Pero finalmente se agradece la curación que han dado a los
tripulantes y cuántos días su canto evitó que la Bestia nos destruyera. Todos nuestros esfuerzos
han sido en definitiva para ser alumbrados por sus destellos. ¿Y qué haremos ahora con
nuestros planes de estar con ellas? Sólo nos queda un consuelo: la Bestia también se fue.

Dios, al fin y al cabo, es tan vigilante y celoso de nuestros actos y de nuestras vicisitudes, que
aunque nos odie nos ama un poco. Así dispuso toda nuestra experiencia, para que Sus criaturas
nunca dejaran de sentirse agradecidas cuando Él les quita lo que más aman. La vida puede
vivirse bien, es decir sin que los sobresaltos nos mortifiquen lo suficiente como para que
seamos incapaces de llegar al mañana. Todos los hombres pueden pasarse la vida siendo una
línea en el tiempo; desde que nacen hasta que mueren, los hombres valen para vivir
presenciando extraordinarios soles de tonos carmesíes que se acuestan tras el océano. Un
hombre puede caminar todos los días por la ciudad, ver a las arboledas que crecen y crían
sombras maravillosas sobre los jardines y las aceras. O bien juguetear con las dúctiles pompas
de jabón al lavar la vajilla todas las noches. Pero si se les ocurriera buscar un sueño, ¡tenga
cuidado todo aquel que esté demasiado cerca de conseguirlo! Los Dioses son también
envidiosos. Y no tardan en darnos mal si ven que somos felices. Aunque así como son celosos,
Ellos también consuelan. Y si pasamos dolor también nos mandan satisfacciones que nos
compensan el ir arrastrando pena. Está en nosotros el verla o no. Sucede que los poetas han
aprendido a sobrellevar bien la angustia pasando por todas las etapas de la victimización. Ello
parece un remedio, sin embargo espanta a la inteligencia. Nos hace menos capaces de
discernir oportunidades buenas, que tendrían algún valor para hacernos más llevadera la
amargura en la vida que nos tocó. Cuando vivimos, por ejemplo, un desamorío, el orgullo se
empeña en hablarnos de lo que pudo haber sido. Será porque en realidad estamos enamorados
de la tristeza. Entonces nos cuesta dejarla atrás. El dolor es una forma que han encontrado los
Dioses para cobrarnos esa felicidad que puede encontrarse en una mota de nuestro destino.
¿Por qué en esta vida el bien y el mal están juntos? ¿Por qué sirenas y nuestras Bestias
parecen inseparables? La respuesta, por fin, es más sencilla de lo que parece:

En la vida de los mortales el bien y el mal están juntos para satisfacción de Su vanidad. Porque
los Dioses no quieren que nosotros –los observadores de Sus hazañas–, nos demos cuenta de
que existe en Ellos una pequeña porción de mal. Entonces, aún en la tragedia más grande
debemos siempre pensar que todo tiene algo bueno, una razón de ser.

Y así quede bien parado el buen renombre de Su existencia.


BITÁCORA DEL AUXILIADORA

Fin
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Índice

Zarpando…………………..….………..7

Fantasmas………………….….………10

Malevike……………………....………13

Sirenas………………….…....….…….17

Perdidos……………….….......……….21

Regresando………....…………………30

Para la bitácora del Capitán………...….35

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